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La Necrópolis Orientalizante
de Les Casetes (La Vila Joiosa, Alicante)
ISBN: 84-7908-XXX-X
Depósito legal: XX-xxxx-20xx
Homero, La Ilíada
PRÓLOGO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17
I. CONSIDERACIONES INICIALES. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19
1. INTRODUCCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21
2. UN ESPACIO DE REFERENCIA. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 24
2.1. La Marina Baixa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 24
2.2. La Vila Joiosa. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25
2.3. Les Casetes. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26
3. METODOLOGÍA DE LA EXCAVACIÓN ARQUEOLÓGICA. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26
4. ESTRATIGRAFÍA GENERAL DEL YACIMIENTO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 28
5. PLANTEAMIENTOS TEÓRICOS INICIALES. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29
5.1. Datos topográficos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 30
5.2. Tipología de las estructuras. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 30
5.3. Estudio de los materiales.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 30
6. SOBRE CONCEPTOS, TEORIAS E INTERPRETACIONES. EL BRONCE FINAL Y
EL PERIODO ORIENTALIZANTE EN NUESTRO ENTORNO INMEDIATO. . . . . . . . 30
6.1. Síntesis historiográfica del «Fenómeno Orientalizante» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 30
6.2. El sustrato cultural. Las comunidades del Bronce Final y
del periodo orientalizante. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35
BIBLIOGRAFÍA. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 179
ANEXOS. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 201
1. TABLA DE TUMBAS. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 203
2. ASPECTOS ANTROPOLÓGICOS Y RITUALES DE LAS CREMACIONES DE
LA NECRÓPOLIS DE LES CASETES (VILLAJOYOSA, ALICANTE).
Mª Paz de Miguel Ibáñez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 215
3. RELACIÓN DE MATERIALES POR TUMBA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 235
una vajilla de cerámica a torno señalaban la pobla- su posición junto a una vía o próxima al lugar de há-
ción foránea. bitat, que no han sido encontrados, pero, en cambio,
Pero este marco de interpretación histórica, que la información disponible es completamente fiable
tantas soluciones daba a los problemas que se iban porque se ha obtenido con una excavación rigurosa.
planteando los investigadores, empezó a mostrar su Otro dato se añade al interés de esta necrópolis.
caducidad en los últimos años de la pasada década. Su ubicación en un punto del litoral alicantino inter-
Un dualismo demasiado reduccionista entre comer- medio entre L’Alt de Benimàquia y la desemboca-
ciantes fenicios y población local limitaba la com- dura del río Segura abre una perspectiva territorial
prensión de otros aspectos más allá del intercambio inesperada. Significa para la investigación que la
comercial. Y no permitía visualizar el verdadero pa- desembocadura del río Segura ha perdido el mo-
pel desempeñado por las comunidades locales. En nopolio de la presencia fenicia; significa que otros
el pensamiento histórico y científico de inicios del lugares de la costa alicantina merecieron el interés
siglo xxi, un nuevo modelo empezaba a formular- de los comerciantes por motivos que deberemos es-
se: la hibridación y el mestizaje como verdaderos clarecer. La Vila es uno de ellos, pero podría haber
factores de los cambios culturales. En este panora- otros que conozcamos en el futuro, probablemente
ma la excavación y recuperación de la necrópolis de tantos como valles desembocan en el Mediterráneo
Les Casetes, en la Vila Joiosa, ha resultado ser casi provenientes de las cimas de la montaña alicantina.
providencial. El registro arqueológico de esta ne- Los enterramientos de Les Casetes nos dicen que no
crópolis ofrece no pocas claves para profundizar en sólo hubo presencia de comerciantes orientales en
la hibridación entre la población local y, tal vez, no este punto de la costa, sino que se establecieron en
uno sino varios grupos de comerciantes y, quizá, no el lugar el tiempo suficiente para que lo oriental pe-
solo fenicios sino más ampliamente orientales. Es- netrara en la ideología de las comunidades locales.
tas claves están en la cronología de la necrópolis, en Sólo así se explicaría la peculiaridad de los ritua-
los tipos de tumbas, en su organización, en el ritual les funerarios, que no tienen nada en común con los
celebrado, en los objetos depositados como ajuares enterramientos de la necrópolis de Penya Negra, un
funerarios, en el género y edad de los difuntos…, siglo más antiguos, y pocas similitudes con las pri-
que son analizados por el autor con el rigor nece- meras tumbas ibéricas de las necrópolis de Altea la
sario en los diversos capítulos. La intervención de Vella o El Molar, de medio siglo después.
salvamento que descubrió la necrópolis condicionó El tiempo lo confirmará o lo rebatirá. Afortuna-
los tiempos de excavación y el espacio, limitado al damente, los datos están publicados para uso de to-
solar urbano que se iba a edificar. Por ello se echan dos los investigadores.
en falta algunos datos importantes como el núme-
ro total de tumbas o extensión de la necrópolis, si Feliciana Sala Sellés
existía o no una delimitación del recinto funerario, Alicante, a 19 de enero de 2009
codirección participando activamente en la toma de la necrópolis que figura como anexo del presente
de decisiones. También intervinieron los siguientes volumen.
Arqueólogos: Germán Pérez Botí, Susana Soriano Es de rigor agradecer al ayuntamiento de Villa-
Boj, Roderic Gisbert Ortiz, Gabriel García Atienzar joyosa, que por medio del Servicio de Arqueología
y Alicia Luján Navas; y los que en aquellos momen- Municipal nos proporcionó todas las facilidades
tos todavía estaban cursando la licenciatura en la para la realización del proyecto de excavación, y es-
Universidad de Valencia: Neus Lloret Lloret, y en la pecialmente al Director del Museo de Arqueología
Universidad de Alicante: Enrique Gil Hernández y y Etnología, Dr. Antonio Espinosa Ruiz, su incondi-
cional ayuda y las oportunas aclaraciones a la hora
Tatiana Fernández. En las tareas de limpieza, restau-
de afrontar los trabajos.
ración y consolidación de los materiales se ha conta-
Durante el proceso de excavación y a la hora de
do con la participación de María José Velázquez, Li-
estudiar los materiales y estructuras documentadas
cenciada en Bellas Artes, y Técnica en restauración
en el yacimiento, tuve la oportunidad de intercam-
de elementos arqueológicos, que, gracias a los ma- biar opiniones con varias personas que ilustraron el
teriales que se iban recuperando durante las tareas trabajo y me ayudaron profundamente a la compre-
de excavación de esta necrópolis, comenzó sus tra- sión de los materiales y elementos, así como de la
bajos como restauradora en el Museo de Etnología tarea que tenía por delante para afrontar la investi-
y Arqueología de La Vila Joiosa. Un complemento gación. Desde esos momentos conté con la inesti-
fundamental a la hora de abordar la investigación de mable ayuda de la Dra. Feliciana Sala Sellés, quien
este yacimiento arqueológico, fue el trabajo llevado se interesó desde sus inicios por el proceso de in-
a cabo por Mª Paz de Miguel Ibáñez, que se hizo vestigación, y que ha sido una fuente de ayuda e
cargo del estudio antropológico de los restos óseos información de gran importancia para este trabajo
teniendo parte de «culpa» en que por fin haya salido Contestania 30 años después», Los doctores Abad,
a la luz. Tengo que reconocer la información facili- Sala y Grau, al invitarme a participar en las mismas,
tada por compañeros y personal docente de la Uni- donde se publica un avance de los resultados de la
versidad de Alicante. Las sugerencias e información excavación del yacimiento.
del Dr. Lorenzo Abad, las conversaciones con los La traducción de las cartelas con escritura egipcia
doctores Alberto Lorrio Alvarado, Jesús Moratalla de la cantimplora de la Tumba 18 fue realizada por
Jávega, quien tuvo la amabilidad de dejarme leer su el Dr. Josep Padró i Parcerisa de la Universidad de
tesis y Francisco Javier Jover Maestre, así como los Barcelona, a quien debo agradecerle su disposición
comentarios y precisiones de la Dra. Carmen Arane- y hospitalidad en Barcelona, así como sus comenta-
gui Gascó. También me gustaría agradecer en estas rios y puntualizaciones acerca de la necrópolis, ade-
líneas al Dr. González Prats el darme la oportunidad más del exhaustivo estudio que realizó de la pieza.
de presentar un primer artículo con los resultados Por otra parte, se aprovechó para realizar fotografías
de esta excavación en el III Seminario Internacional de la cantimplora en el Museu d’Arqueologia de Ca-
de Temas Fenicios, así como a los editores de las talunya en Barcelona, gracias a la amabilidad de su
Actas de las I Jornadas de Arqueológica Ibérica «La director, el Dr. Miquel Molins. Las fotografías de
Fig. 2. Localización
esta pieza realizadas en el Museu d’Arqueologia de ser, que durante los periodos glaciales bajaban con
Catalunya son las que hemos utilizado para ilustrar mucha más fuerza que en la actualidad.
la pieza en esta publicación. Las estribaciones montañosas de la Marina Baixa
Por otra parte, el estudio iconográfico y metalo- se encuentran en el límite sudoriental del extremo
gráfico de las piezas áureas está en este momento norte de las Sierras Béticas, justo cuando éstas des-
en estudio por parte de la Dra. Alicia Perea, a quien aparecen en el mar, aflorando de nuevo en las Islas
debo agradecer su disponibilidad e interés para el Baleares. Todas estas sierras forman parte del de-
estudio de estos elementos. nominado sistema Prebético Meridional Valencia-
La financiación de esta excavación arqueológica, no, que los moriscos denominaban aj-jiel Balensiya
que, como hemos indicado, fue promovida gracias (montañas de Valencia) (Galiana 2001).
a un Proyecto de urbanización en la zona, corrió La geología de la comarca representa aflora-
a cargo de la empresa urbanizadora de ese sector, mientos rocosos de diferentes periodos geológicos,
la Inmobiliaria Hermanos Ávila S. L., que tuvo la con una historia geológica complicada, que ha sido
sensibilidad de escuchar nuestros planteamientos y
resultado de las múltiples fracturas y ondulaciones
problemas para dar una solución acertada y coheren-
que han surgido de diferentes direcciones, y que han
te con la importancia del hallazgo y su repercusión
provocado la elevación de las montañas de la comar-
científica.
ca. En este sentido, muchos de los valles interiores
que encontramos, no son más que fosas tectónicas
atrapadas entre fallas más o menos paralelas, entre
2. UN ESPACIO DE REFERENCIA las que sobresalen los horts, resultado de las grandes
presiones que tienen lugar en la profundidad como
2.1. La Marina Baixa ocurre en la Sierra de la Aitana. Estos horts, se re-
lacionan directamente con los materiales geológicos
El yacimiento de Les Casetes se encuentra en la más antiguos que aparecen en la Marina Baixa, y
localidad de La Vila Joiosa en la comarca de la Ma- que podemos encontrar principalmente en los aflo-
rina Baixa, provincia de Alicante, en la costa medi- ramientos triásicos de Altea y de Finestrat. Estos
terránea de la Península Ibérica (Comunidad Valen- diapiros están compuestos por arcillas y margas ro-
ciana) (Fig. 2). jizas asociadas a cristales de yeso, una formación
La Marina Baixa comprende una superficie to- características denominada facies Keuper.
tal de unos 570 km2, con unos 35 km de costa. El El color oscuro del Cap Negret de Altea, de la
relieve es accidentado, con numerosas cumbres que Penya Negra de Orxeta, el Tossal de la Pila, también
superan los 1.000 metros de altitud, donde desta- en Altea, y algún que otro lugar en las cercanías de
can las de la sierra de la Aitana (1.558 ms.n.m.), el La Nucía y Callosa d’en Sarrià, como La Ofra, se
Puig Campana (1.410 ms s.n.m.) y la Serrella (1.379
debe a las intrusiones de rocas ígneas que perduran
ms.s.n.m.), que ocupan una posición central y divi-
entre el material triásico, sedimentos profundos que
den la comarca en dos cuencas hídricas principales,
han penetrado por infiltraciones magmáticas. Rocas
la del río Sella, al oeste, y la del río Algar, al este.
muy resistentes a la abrasión, no calcáreas, forma-
Desde lo alto de estas cimas, se puede ver Ibiza,
das por un conglomerado de cristales en una matriz
Alicante y Elche (Galiana 2001: 25). Existen zonas
muy abruptas, como las laderas del Puig Campana, amorfa, que presenta un color negro verdoso. Son
la zona del Coll de Rates –Bernia– Toix, y las lade- las rocas denominadas diabasas y las ofitas que se
ras de la Aitana. Las crestas de la Sierra de Bèrnia diferencian principalmente por las diferentes varie-
y de Les Castellets al norte del Puig Campana, son dades de silicatos que las componen, y que aparecen
paredes prácticamente inaccesibles. regularmente en los yacimientos arqueológicos, ya
Existen pocas planicies. La comarca destaca por que tradicionalmente se han utilizado por sus pro-
no tener ninguna plana litoral, no tiene marjales ni piedades para mantener el calor.
albuferas de gran extensión características del res- Del periodo jurásico encontramos la cima del
to del litoral valenciano, a causa de la existencia de Puig Campana y el Cabeço, ambos de composición
un relieve tan abrupto. Una de las pocas planicies calcárea, la naturaleza de estos materiales aparece
que encontramos en la comarca, es la formada por ahora en superficie debido a la erosión que ha eli-
las aportaciones fluviales cuaternarias que ocupan minado los materiales más débiles que los cubrían,
el área de La Vila Joiosa, entre los ríos Amadorio y y que en la actualidad forman parte de los rellenos
Torres, y los que bajan desde Finestrat, que parece denominados cuaternarios que cubren sobre todo,
los valles de Finestrat, Orxeta, Altea, Benidorm y La En cuanto a la arcilla, ya hemos nombrado los
Vila Joiosa. yacimientos de La Robella y de Orxeta, que han sido
Del cretácico encontramos una franja paralela a explotados hasta hace pocos años, aunque también
la costa que discurre desde el Cabeço al Puig Cam- existían otros en Benidorm y Confrides, pero con ar-
pana y el alineamiento Almeida –Xortà– Serrella, y cillas de escasa calidad que no permitían la fabrica-
la Serra Gelada, incluida la isla de Benidorm, tam- ción de cerámica y se utilizaban para producciones
bién con sedimentos calcáreos. más bastas como telas.
El eoceno, también representado, abarca la zona Por otra parte, la comarca es rica en vetas de yeso.
de la Sierra de Aitana, la franja costera desde El Las vetas triásicas de Finestrat y Orxeta, de L’Alfàs
Campello a Benidorm, Bernia, el Morro de Toix y y La Nucía, han sido explotas hasta hace muy pocos
el Peñón de Ifach. La franja costera desde La Vila años, y en la actualidad se pueden observar las can-
Joiosa a Benidorm está formada por sedimentos de teras abandonadas con los hornos a sus pies, huella
mares profundos con la presencia de foraminíferos de una actividad económica importante en la zona.
incrustados en los sedimentos calizos rodeados de Habría que destacar la presencia de una mina de
margas de color amarillento. Estas margas, cono- ocre rojo, cerca de la Punta Bombarda en las Peñas
cidas en la comarca como tap, han dado nombre a de l’Albir, cerca de Altea. Debió de tener cierta im-
algunas zonas del entorno como La Tapiada en Fi- portancia, ya que se tienen noticias de que fue ex-
nestrat. No obstante, existen áreas de arcillas más plotada por los romanos (tal vez anteriormente) y
óptimas, donde destaca La Robella, que ocupa parte hasta mediados del siglo xx para la elaboración de
del término de Finestrat de La Vila Joiosa y de Or- pinturas. También se conoce un yacimiento de ocre
xeta, así como el Teular en Orxeta. rojo en la Cala del Tío Ximo en Benidorm, al otro
El mioceno se localiza en el fondo de los valles extremo de las Peñas de Serra Gelada.
de Guadalest, Bolulla, Barranc de la Tapiada en Fi- En cuanto al hierro, no consta que se hayan ex-
nestrat, laderas del Pantano de Relleu y Barranc de plotado nunca, al menos de forma industrial, las
l’Arc en Benimantell. Estos sedimentos son margas minas prácticamente al aire libre situadas en Les
que en ocasiones en estas tierras aparecen junto a Ferreries en Relleu, topónimo que sugiere la pre-
restos de lignito, un carbón resultante de la sedimen- sencia de hierro en la zona, y que hemos constatado
tación lacustre de materia vegetal en condiciones personalmente, así como la referencia de Jiménez de
anaeróbicas. Cisneros (1908), que habla de la existencia de dos
Los terrenos más recientes, son los depósitos bolsadas de limonita en las proximidades de El Ga-
cuaternarios que tienen una antigüedad aproximada rrofet (Orxeta). También tenemos la noticia de Gas-
de menos de dos millones de años, de las huertas de par Escolano que comenta que en Finestrat «descu-
La Vila Joiosa, de la zona deltaica aluvial de Beni- bren hierro muy bueno». Se puede citar también la
dorm –L’Alfàs–, y de la conexión del Peñón de Ifach existencia de una mina de lignito en Bolulla, en el
al continente, así como la totalidad de las tierras de Barranc dels Llops (Capó, 1999).
cultivo, las playas y los depósitos de las montañas.
En relación a los recursos naturales que pueden
proporcionar recursos económicos, no se puede de- 2.2. La Vila Joiosa
cir que la Marina Baixa presenta una gran riqueza
de minerales destacables. No existe ninguna explo- La Vila Joiosa es una ciudad situada en la línea
tación de filones metálicos, aunque en el pasado sí de costa a una distancia de unos 30 km de Alican-
se han explotado pequeños yacimientos de diversas te, siendo la primera localidad de la Marina Baixa
rocas, la gran mayoría agotados. En la Marina Baixa, en dirección norte desde la capital de la provincia.
es abundante la piedra calcárea, que se ha usado des- Su relación con el mar ha marcado su historia y su
de la antigüedad para la construcción, así como la cultura, puesto que el comercio marítimo con ultra-
arena de la playa. mar tuvo como fruto el desarrollo de las dos indus-
Algunos de los afloramientos de diabasas, antes trias tradicionales vileras: la pesca y la fabricación
mencionados, se han explotado aprovechando su de chocolate. Es un territorio además aislado de su
gran dureza para material de la construcción, prin- entorno por las altas estribaciones de la montaña ali-
cipalmente para la fabricación de adoquines. En la cantina, así como de barrancos que históricamente
actualidad, se continúa explotando el yacimiento de han dificultado las comunicaciones con otras comar-
la Peña Negra en Orxeta. cas alicantinas.
Esta peculiar situación provoca un característico En la actualidad ocupa una suave ladera (menos
microclima que comparte con la cercana localidad del 15 % de pendiente) casi amesetada que discurre
de Benidorm, donde se tiene la temperatura media a una altitud de unos 35 metros sobre el nivel del
anual más alta de España, con muy pocas heladas mar, del que se encuentra a poco más de un kilóme-
al año y una precipitación media inferior a los 300 tro de distancia. El mayor desnivel se produce a unos
mm. doscientos metros del mar, donde la altitud descien-
El término municipal de La Vila Joiosa transcu- de bruscamente unos 25 metros.
rre en una ligera pendiente que desde el interior va Antes de la realización de la intervención arqueo-
descendiendo paulatinamente hacia el mar, lo que lógica, por el área arqueológica protegida, transcu-
da lugar a varios paleocanales que atraviesan su tér- rría la carretera AP-1731 como continuación de la
mino municipal y que de forma natural desembocan Avenida pianista Gonzalo Soriano, que comunica-
en la costa, en ocasiones utilizando las calles de la ba La Vila Joiosa con Alcoy a través de la montaña
población como desagüe de estos intermitentes ba- alicantina. En la actualidad, y tras la intervención
rranquets que solo portan agua cuando llueve. No arqueológica en el sector, se urbanizó el suelo ocu-
obstante, entre estos destacan por su importancia pándose la carretera con un vial urbano y creando
dos: el río Amadorio, que atraviesa el casco urbano parcela para la construcción de viviendas y otras
en dirección NO-SE, y que desemboca muy cerca dependencias. El suelo de la necrópolis ocupaba un
del promontorio del casco antiguo, y el río Torres, antiguo huerto de limoneros, a una cota inferior al
separado de éste unos 3 kilómetros al norte y que piso de la carretera, del que lo separaba un murete
transcurre prácticamente de forma paralela, aunque de mampostería. El huerto, que mantuvo su activi-
el caudal de éste último es intermitente. dad agrícola hasta poco antes del arranque de los
Dentro del estudio que nos ocupa sobre la topo- árboles, era labrado asiduamente, momento en el
grafía del término municipal de La Vila, podríamos que aparecían numerosos fragmentos cerámicos de
destacar, además de los ríos antes citados, dos pro- cronología antigua, donde destacaban fragmentos de
montorios, en la actualidad ocultos dentro del casco ánforas romanas y cerámicas de barniz negro, ya que
urbano de la localidad: el promontorio que ahora la zona es muy densa de sedimentos arqueológicos,
ocupa el barri vell, y que sirve como fundación de
y se le solapa en la zona sur de la necrópolis un yaci-
la ciudad en el año 1300 d.n.e. rodeándose de mu-
miento ibero-romano que constituyó posteriormente
rallas, y otro de forma amesetada, localizado hacia
otro proyecto de intervención arqueológica del que
el norte del mismo, paralelo a la línea de costa y
preparamos en estos momentos su publicación (Gar-
que no fue urbanizado hasta mediados del siglo xx,
cía Gandía 2001c).
y que según los datos que poseemos en la actualidad
podría estar, por su cercanía, relacionado con el ya-
cimiento de Les Casetes.
Las tierras de la Vila no son de gran calidad agrí- 3. EL PROCESO DE EXCAVACIÓN.
cola, pues contienen un elevado índice de acidez,
MÉTODO Y TÉCNICA
siendo su formación predominante las margas amari-
llo verdosas del eoceno, algo que pueden compensar
En los momentos previos a la intervención ar-
con la suavidad de su clima mediterráneo y la relati-
queológica, se realizó un levantamiento topográ-
va abundancia de fuentes en su cercanía, verdaderas
heridas de donde mana el líquido elemento prove- fico de la zona a intervenir, utilizando los siguien-
niente del acuífero de la Aitana-Puig Campana. tes instrumentos de campo: Estación total modelo
GTS-4B de TOPCON, Libreta electrónica PSION
LZ-64, Comms-Link con Adaptador. Y en gabine-
te: Ordenador PENTIUM III 500 Mhz. Ordenador
2.3. La necrópolis orientalizante PENTIUM II 250 Mhz. Plotter DESINJET 450C de
de Les Casetes Hewlett Packard. Impresora EPSON STYLUS 1500
de Epson. Software para edición AUTOCAD v.14.
La necrópolis de Les Casetes se localizó en el Software para cálculo TOP-CAL y TOPCON. Soft-
perímetro urbano de La Vila Joiosa, a ambos lados ware para infografías 3D STUDIO VIZ. Software
de la carretera AP 1731, que une la población con para retoque COREL DRAW 9.
la localidad de Alcoy. Sus coordenadas geográficas Tras el levantamiento topográfico y la localiza-
UTM son 30 S YH 414 664 y 30 S YH 414 665 en ción de las tumbas en el yacimiento, se procedió a
sus extremos norte y sur (Fig. 2). señalizar los tres puntos que habían sido colocados
en cada una de las estructuras identificadas duran- tres cifras; así al Punto 1, le correspondía el GU 100.
te el proceso de excavación, incorporándose a la La estratigrafía de capa punto se establecía de esta
planimetría general. Durante la excavación de las forma independientemente de los otros puntos, de los
estructuras, la localización de los restos y ajuares, que únicamente se establecía una relación horizontal
así como la realización de dibujos, plantas y seccio- determinada por el tiempo en la ocupación del espa-
nes se hicieron por medio de triangulación, tomando cio, es decir en el crecimiento del área sepulcral. La
como referencia los puntos incluidos en el progra- localización de objetos dentro de los puntos se realizó
ma. Más tarde, se insertaron todos los datos en la por triangulación, utilizando para ello tres puntos que
planimetría utilizando un ordenador PENTIUM III previamente habían sido topografiados. A los objetos
A 750 Mhz, y el software para edición AUTOCAD que iban apareciendo en el proceso de excavación, se
v. 14. De esta manera, podemos representar lo más les asignaba un número de signatura propio y la cota
fielmente posible la localización de las estructuras de profundidad del hallazgo. Se triangularon los res-
dentro de la necrópolis. Se incluyó un Punto «0», tos humanos de mayor tamaño, así como se recogie-
dentro del yacimiento, que ha servido de referencia ron restos de muestras de sedimento de las distintas
para todas las cotas (en centímetros) tomadas en partes de los puntos. El desarrollo de la excavación
las estructuras. Este Punto «0» se estableció a una de cada uno de estos puntos se realizó de la forma
cota absoluta de 33,096 metros según el nivel del más minuciosa posible, que además de la recogida de
mar, aunque habría que destacar que este punto se datos, incluía un reportaje fotográfico del proceso y
estableció tras un vaciado de tierra de las unidades que terminaba, ya en el laboratorio con la criba por
superficiales realizado en los sondeos de abril, por flotación de todos los sedimentos para evitar la pérdi-
lo que la cota absoluta inicial del yacimiento previa da de elementos de pequeño tamaño como las cuentas
a la excavación debe situarse en torno a los 33,70 de collar de coloración oscura, que en ocasiones se
metros según el nivel del mar. ocultaban entre los restos de la cremación (Fig. 3).
El solar se dividió en cuatro áreas delimitadas por
las zanjas del sondeo previo, numeradas del 1 al 4 co-
menzando por la zona meridional del solar contigua
a las dependencias del Mercadillo Municipal. En el
Área 1 se estableció una longitud máxima de 17,20
m y una mínima de 14,55 m, mientras que su anchura
es de 5,40 m. El Área 2 se estableció en 14,50 m de
máxima y 12,60 m de mínima por 11,05 de anchu-
ra. El Área 3 tiene una longitud de 10,65 m y una
anchura de 11 m. el sector 4, una longitud de 9,50 y
una anchura de 21 m, y el sector 5, una longitud de
8,30 m y una anchura de 23 m. Estas áreas tuvieron
su utilidad mientras duró el proceso de excavación
de las capas de tierra superficiales al nivel de uso del
espacio funerario, una vez identificadas todas las es-
tructuras, se tornó obsoleta, ya que esta estructura-
ción del espacio podría llevar a confusión.
Una vez empezada la excavación, y tras elimi-
nar las Unidades Estratigráficas superficiales que
todavía quedaban en el yacimiento, se procedió a la
identificación de los posibles puntos que iban apare-
ciendo, y que estratigráficamente cortaban el nivel
geológico de la zona. Estos puntos, que se iban nu-
merando de sur a norte desde el número 1, quedaban
atrás para su posterior excavación, con el objeto de
disponer de la información necesaria en cuanto a vo-
lumen de trabajo para abordar el proyecto.
Al margen de la estratigrafía general del yacimien-
to que presentamos en el capítulo siguiente, se dio a
cada punto un Grupo de Unidades Estratigráficas de Fig. 3. Emplazamiento
4. ESTRATIGRAFÍA GENERAL
DEL YACIMIENTO
de las fosas funerarias, aunque en ocasiones aparece rias y sus contenidos, revelan la organización de una
delimitando espacios de forma más o menos regular. sociedad, lo que supuso el reconocimiento de las es-
Cota máxima +0,07. Cota mínima: se ha sondeado en tructuras sociales a través de las necrópolis, hecho
algunos puntos y llega a alcanzar los 50 cm de poten- que, según Hodder (1980: 195-197), se ha realizado
cia con continuidad, en algunas zonas solo tiene unos en tres niveles: La escala regional de distribución de
15 cm de potencia. Fiabilidad estratigráfica buena. cementerios en un territorio; la escala del cementerio
UE 5: Tierra naranja muy compactada, estéril ar- de organización interna de la necrópolis; y la escala
queológicamente y que en ocasiones aparece asocia- microespacial con la ordenación de elementos dentro
da a graveras de paleocanales antiguos (Fig. 4). de una misma tumba. Con respecto al análisis de los
ajuares, la propuesta de Shennan (1975) considera la
adopción de un estatus adscrito o adquirido en rela-
ción con los objetos depositados junto al difunto, a lo
5. PLANTEAMIENTOS TEÓRICOS que habría que añadir la categoría de la tumba en un
INICIALES principio expuesto por Tainter (1978), denominado
como «El Principio de Gasto de Energía».
Es comúnmente aceptado que la información que Sin embargo, con el paso de los años, las bases
ha quedado sepultada en una necrópolis, tiene un re- establecidas por los arqueólogos procesuales, comen-
flejo, más o menos directo del mundo de los vivos. zaron a ser criticadas proponiendo otras vías alterna-
Esto ha dado lugar a la formación de una parte de la tivas; algunas de éstas, fueron expuestas en un trabajo
arqueología dedicada al estudio de las necrópolis y de Lull y Picazo sobre la Arqueología de la Muerte
del denominado mundo funerario llamada Arqueo- y Estructura Social, donde se afirma la necesidad de
logía de la Muerte. contrastar el estudio de las necrópolis con el estudio de
Desde los momentos iniciales de la Arqueología, los asentamientos (Lull y Picazo 1989: 10), así como
las necrópolis han sido una pieza codiciada por los utilizar los valores tanto de las estructuras funerarias
arqueólogos, dada la concentración de objetos que como de los ajuares: continentes y contenidos, que,
solían recuperarse en las tumbas, y la calidad de los para estos autores, muestran «esferas de expresión»
mimos, pues son en muchas ocasiones objetos de que implican un coste social para el continente y un
prestigio los que forman parte del ajuar. valor social por tanto relativo para el contenido (Lull
Hasta la década de los años setenta del pasado y Picazo 1989: 17-19; Martín Ruiz 1996: 7).
siglo, la excavación de una necrópolis servía princi- Por otra parte, desde la Arqueología Post-proce-
palmente para la recuperación de materiales, más o sual, Hodder niega básicamente una relación directa
menos significativos, que iban agrupándose en mu- entre el registro arqueológico y la estructura social,
seos y colecciones privadas, sin la incorporación de ya que el primero está condicionado por elementos
un estudio más amplio que sirviese para relacionar simbólicos que la sociedad diseña, no para reflejar
este mundo de los muertos con el mundo de los vi- su estructura, sino más bien para enseñar el orden
vos, esto es, con la sociedad de la cual la necrópolis social que defiende.
tan solo es un reflejo. A partir de estas nuevas interpretaciones, surge
La aplicación de los principios de la Antropología un análisis cercano a lo que podemos conocer de
al estudio de las sociedades pasadas desde el punto las creencias e ideologías de la Prehistoria (Scarre
de vista de su cultura material, conformó lo que con 1994), concluyendo que, a pesar de lo que logremos
el tiempo vino a llamarse Nueva Arqueología. Saxe entender, la inexistencia de fuentes orales y escritas
(1970) y Binford (1972) comenzaron considerando y de unas buenas fuentes iconográficas, nos privan
el acto funerario como condensador de conductas so- de un completo conocimiento de las prácticas fune-
ciales altamente significativas, condicionadas básica- rarias de la Antigüedad.
mente por dos factores: la persona social, y la unidad Renfrew, a partir de las críticas a la Nueva Ar-
social que le reconoce su estatus. El concepto de per- queología (Renfrew y Bahn 1993; 6), expuso que no
sona social es en realidad una concentración de todas se está interesado en qué pensaban aquellas comuni-
las identidades sociales que el difunto ha mantenido dades que investigamos a través de la Arqueología,
en vida, por lo que la variabilidad de personas so- sino en cómo funcionaban las mentes de estas comu-
ciales evidenciada en una necrópolis representará en nidades. Lo que le lleva a seguir propugnado el uso
gran medida la variabilidad social. Años más tarde, del método científico en contra de la realización de
O’Shea (1984: 88) estableció una serie de principios prácticas empáticas, descartando la generalización
que determinaban que el diseño de las áreas funera- de leyes universales del proceso cultural.
F. Poulsen, quien a la hora de explicar las tenden- como indígenas en proceso de aculturación, y que
cias artísticas que se dan en la Grecia del siglo vii apuntaban directamente a la problemática de Tartes-
a.n.e. las denomina «orientalizantes», y que sus- sos, y por consiguiente insertos dentro del mundo
tancialmente consisten en la imitación de formas orientalizante. La investigación sobre el fenómeno
originarias de la plástica del Próximo Oriente (Ji- de interacción cultural fenicio, con las comunidades
ménez Ávila 2002: 19). A partir de este momento, indígenas del Bronce Final del área levantina de la
el término se generaliza y se usa por un lado para Península Ibérica, es un hecho relativamente recien-
explicar una serie de motivos decorativos que in- te, que ha tenido un crecimiento importante a partir
corporan elementos zoomorfos, fitomorfos y sim- de las últimas décadas del siglo xx.
bólicos, abandonando los esquemas geométricos Este retraso en la investigación tuvo que ver en
anteriores. Para establecer un periodo cultural que cierta medida con la pobreza de las fuentes escritas
abarca, con límites todavía imprecisos, los siglos referentes a la presencia semita anterior a las Gue-
viii, vii y principios del vi a.n.e. por otro lado; y rras Púnicas, así como con la naturaleza de los mate-
también por extensión de ambos, se usa para ex- riales que se fueron documentando en los proyectos
plicar una cultura «orientalizante», surgida en el de investigación desarrollados en la zona, ya que la
mediterráneo central y sur de la Península Ibérica, mayoría de estos, fueron esencialmente cerámicas
a inicios del I milenio a.n.e, donde además de los comunes y ánforas, materiales que se creían de poco
aspectos técnicos decorativos y de la aceptación de peso específico debido a su movilidad y que contras-
formas iconográficas del Próximo Oriente asiático, tan claramente con el carácter explícito y el valor
se consolida un proceso socio-político, donde se va estético de muchas de las importaciones griegas que
produciendo una acentuada jerarquización social, aparecen, de forma más numerosa en los yacimien-
donde el poder queda centralizado en unos pocos tos costeros del área mediterránea española.
individuos que lo manifiestan entre otras cosas, con Uno de los primeros yacimientos que aportaron
la pertenencia de objetos en unos casos importados materiales de filiación fenicia, y que por tanto, ca-
y en otros con imitaciones locales, de los modelos bría la posibilidad de incluir dentro del ambiente
orientales denominados de prestigio. orientalizante, es la necrópolis de El Molar, en la lo-
En lo referente a la Península Ibérica, la intro- calidad de San Fulgencio (Alicante). El yacimiento
ducción del concepto orientalizante se produce en se da a conocer en el periódico semanal de Alicante
un momento donde la dirección de la investigación El Noticiero del Lunes de 5 de marzo de 1928, al que
sobre Tartessos, empieza a sufrir un proceso de cam- le sigue otra noticia en el mismo medio de 2 de abril
bio, incorporándose paulatinamente al estudio de las del mismo año. En este yacimiento, descubierto
fuentes escritas, que habían abarcado toda la inves- mientras se nivelaba la tierra de un bancal próximo
tigación hasta el momento, los resultados de la in- a la carretera N 332, se documentaron treinta tum-
vestigación arqueológica. Es gracias a tres artículos bas de cremación y otras dos que se interpretaron
publicados en el número XXIX del Archivo Español como inhumaciones. Entre sus materiales destacaba
de Arqueología, editado en 1956, donde aparece por la presencia de urnas de orejetas, bicónicas y urnas
primera vez en la historiografía arqueológica hispa- del tipo «Toya», así como cerámica ática, puntas de
na el término orientalizante, en concreto el artículo lanzas, soliferrea, espadas y fíbulas. Interesante para
de Blanco Freijeiro sobre objetos fenicios y orien- el estudio que nos ocupa, es la presencia como ajuar
talizantes en la península; el de Emeterio Cuadrado de las tumbas, de fragmentos de braserillos de bron-
sobre los «braserillos púnicos»; y el artículo sobre ce, pendientes y aretes de oro con resortes, cuentas
los «jarros de bronce» de García y Bellido. En estos de pasta vítrea y escarabeos con motivos egipcios.
artículos se hace hincapié sobre la procedencia local Esta necrópolis ha sido objeto de una revisión de sus
de objetos que aun incorporando elementos estilís- excavaciones y materiales a cargo de A. Peña Ligero
ticos procedentes del Próximo Oriente, son también (2003), quien la ha dotado en un intervalo cronoló-
herederos de las tradiciones locales, originando así, gico que se inicia a mediados del siglo vi a.n.e. y
un estilo propio, que viene a identificarse con un llega hasta principios del siglo iv a.n.e.
área cultural y un periodo cronológico de la proto- A inicios de la década de los sesenta comienzan
historia de la Península Ibérica. las excavaciones en el Alt de Benimàquia en Denia,
Mientras en la costa occidental y oriental anda- a cargo del Instituto Arqueológico Alemán (Schubar,
luza se continuaban los hallazgos de necrópolis y Fetcher y Oliver 1962), que pone a descubierto la
asentamientos relacionados con los llamados coloni- planimetría del asentamiento y una publicación de
zadores fenicios, así como otros que se interpretaban sus materiales. El 1 de diciembre de 1963, fue des-
cubierto, en un lugar llamado la Rambla del Panade- materiales que podrían incluirse dentro del mundo
ro, cercano al yacimiento de la Edad del Bronce del orientalizante, y que venían a ocupar una etapa cro-
Cabezo Redondo (Villena, Alicante), el denomina- nológica y cultural entre el denominado Bronce Va-
do Tesoro de Villena (Soler 1965: 7-13), compuesto lenciano y la facies ibérica (Plá 1959: 128; Aranegui
por una elevada cantidad de piezas fabricadas con 1985: 185). En los primeros años de ésta década,
9 kilos y 112 gramos de oro de 24 quilates, además comienzan las excavaciones en el poblado de Los
de un brazalete y un pomo de hierro y tres botellas Saladares (Arteaga y Serna 1975a; 1975b), poblado
de plata. El conjunto, adscrito al final de la Edad del Bronce Final en el término municipal de Ori-
del Bronce, y por tanto algo alejado de nuestro es- huela (Alicante) que presenta entre sus materiales
tudio, es obligado punto de referencia al constituir ánforas de hombros marcados, ampollas de aceite,
uno de los conjuntos áureos más importantes de la trípodes, platos de barniz rojo, cerámicas grises y
Península Ibérica, y al ocultarse durante un periodo fíbulas de doble resorte. Materiales similares a los
de cambio entre finales de la Edad del Bronce y el recuperados en el yacimiento de Vinarragell (Mesa-
surgimiento de la cultura ibérica. Uno de los prime- do 1974; Mesado y Arteaga 1979) cuya estratigrafía
ros trabajos que abordan la cuestión integrándolo en demuestra que unos cien años después de su fun-
un contexto más amplio, es el del profesor Almagro dación, hacia el 675-650 a.n.e. comienza a adoptar
Gorbea (1974a). formas orientalizantes (Aranegui 1985: 191). Ya-
Sobre su cronología e interpretación entre los cimientos que junto a otros localizados en el área
estudios del conjunto destacan dos posturas. Por un valenciana como el Puig de Benicarló (Gusi 1976a;
lado Ruiz Gálvez (1989: 152-156; 1992: 232-236; 1976b; Gusi y Sanmartí 1976-1978), venían a in-
1995: 138, 143-144), postula una fecha como muy corporar una serie de elementos que alimentaban la
tarde del siglo x a.n.e. gracias a la decoración que discusión sobre una fase orientalizante en el levante
se observa en los cuencos de oro, y que está relacio- peninsular (González Prats 1977-1978). Estos estu-
nada con la decoración cerámica del tipo Cogotas I. dios incidían por vez primera, en la importancia de
Teniendo en cuenta además que ésta no aparece en la colonización fenicia en el desarrollo de la cultura
el yacimiento de Peña Negra, situado a unos 40 kiló- ibérica, así como en las relaciones existentes entre el
metros al sur del hallazgo y fechado en torno al siglo mundo ibérico valenciano con la Ibiza púnica (Llo-
ix-viii a.n.e. También Ruiz Gálvez lo interpreta como bregat 1974; Llobregat, 1975) a partir del estudio
el tesoro personal de un individuo de sexo masculi- de distintos tipos de materiales hallados en ambas
no con un alto estatus social. Por otro lado, A. Perea zonas, hecho que se vio corroborado con el hallazgo
(1991: 130 y ss; 1994: 9;) defiende una fecha más de una tumba de incineración donde los restos del
temprana para este conjunto, en torno al siglo viii difunto se encontraban en el interior de una ánfora
a.n.e., argumentando la pérdida de su significado fenicia en la localidad castellonense de la Pobla Tor-
original, y su almacenamiento relacionado con los nesa (Ripollés 1978).
nuevos circuitos comerciales que se establecen tras En la década de los ochenta, se publican los
la llegada de los primeros comerciantes fenicios, así resultados de las campañas de excavación del ya-
como su formación a partir de varias procedencias, cimiento de Los Villares (Caudete de las Fuentes,
ya que, para esta investigadora, el conjunto es he- Valencia) (Plá y Ribera 1980), donde, en los niveles
terogéneo y diacrónico. En esta misma sintonía se iniciales del yacimiento, se identificaba la presencia
expresa la doctora Lucas Pellicer (1998), quien en de cerámica de tipo fenicio occidental (Mata 1991;
su artículo sobre las empuñaduras del tesoro afirma 1991a), en su mayoría ánforas como las documen-
que se trata de espadas o armas de parada, valor aña- tadas en el litoral alicantino (Ribera 1982). En esta
dido a la suntuosidad del conjunto áureo cuyo uso se época se documentan asimismo algunas piezas me-
vincula a ceremonias simbólicas de carácter políti- tálicas que se atribuyen al estilo etrusco (Llobregat
co. Se argumenta una datación ante quem al Bronce 1982: 82), a las que hay que añadir el candelabro
Final III, en sincronía con el denominado Bronce recuperado en la necrópolis de Els Ebols en la albu-
Tardío del área comprendida entre el Vinalopó y el fera valenciana (Navarro 1981: 181), un posible pie
Bajo Segura. de quemaperfumes de la colección Sayas de Villar
Es a partir de la década de los setenta, cuando del Arzobispo (Llatas 1957: 166), una arracada de
comienzan a publicarse campañas de excavación de oro del Castillarejo de Peñarroya en Lliria (Arane-
yacimientos denominados en algunos casos como gui 1985: 194, Lám. V), similar a la documentada
del Bronce Final, y en otros como del Ibérico An- en Villena que podría datarse en torno a finales del
tiguo, o Hierro Antiguo Valenciano, que presentan siglo vii y mediados del vi a.n.e. con paralelos en las
objeto de poder identificar el asentamiento protohis- lógicas y Prehistóricas de Castellón (Salvador 1979;
tórico (González Prats 1998). En 1996 comienzan Junyent et alii 1982-1983; Oliver 1980; Oliver et alii
las excavaciones que continúan hasta la actualidad, 1984; Oliver y Gusi 1991). En cuanto a las tierra
identificándose un sistema defensivo perteneciente valencianas se refiere, la puesta en marcha de los
a las fases más antiguas del poblado, Fonteta I-II- Seminarios Internacionales sobre temas fenicios que
III. La periodización del yacimiento abarca varias se vienen desarrollando en Guardamar del Segura
fases de ocupación con una cronología que parte del desde 1997, ha supuesto una nueva visión de las tie-
siglo viii y llega al vi a.n.e. cuando se produce su rras del sudeste, lo que facilita la comprensión de un
abandono. período orientalizante en las comarcas meridionales
Su ubicación es la característica de los núcleos alicantinas y su transformación desde mediados del
fenicios de la costa meridional de la Península Ibéri- siglo vi a.n.e. en una floreciente etapa ibérica antigua,
ca, esto es, sobre un promontorio junto a la desem- algunos de cuyos yacimientos representativos cerca-
bocadura de un río, el Segura, que en la Antigüedad nos a este enclave como la necrópolis de El Molar, y
formaba un amplio estuario (González Prats 1998; el asentamiento de El Oral (Abad y Sala 2001) son
1999; 2000). muestra del proceso a que se da lugar en esta zona
Con el descubrimiento de La Fonteta, el territo- de la Península Ibérica tras el periodo orientalizante.
rio del Sudeste de la Península Ibérica ha cobrado un En este marco interpretativo se producen las nuevas
protagonismo de primer orden tanto en lo referente periodizaciones sobre el desarrollo de las comuni-
a la propia dinámica de la colonización fenicia en dades indígenas del sudeste, incorporando con clari-
el Mediterráneo occidental como al papel que de- dad la existencia de un periodo orientalizante (Sala
sempeñó en los procesos de comercio, interacción 1996; Grau Mira 2002).
y aculturación con las poblaciones indígenas del En lo referente a la historiografía arqueológica so-
Bronce Final. bre la Ibiza fenicia y púnica es sin duda interesante
Paralelamente, a mediados de la década de los comprobar lo temprana de la actividad arqueológica
noventa, algo más al norte de la provincia de Ali- en la isla, con la fundación en 1903 de la Sociedad
cante, en las cercanías de la localidad de Denia, se Arqueológica Ebusitana, que desarrolló campañas
remontan las excavaciones y la revisión de los ma- de excavación desde esta fecha hasta 1906, en varios
teriales de un importante yacimiento en el tema que yacimientos de la isla donde podemos destacar las
nos ocupa: el Alt de Benimàquia (Gómez Bellard necrópolis del Puig des Molins, Sa Barda y Ses To-
1993: Gómez y Guerin 1991; Gómez, Guerín y Pé- rres, cuyos resultados fueron publicados en esta fecha
rez 1991). Yacimiento considerado como un núcleo (Fernández 1992: 35). La importancia de los descu-
indígena fortificado, ha proporcionado durante sus brimientos hace que intervenga el Estado y tras la se-
campañas de excavación un número considerable de sión de museo que se había creado se crea una plaza
cerámicas fenicias, así como la presencia de un es- de conservador del Museo y la necrópolis en 1907. A
pacio y estructuras relacionadas con la producción partir de esta fecha, los yacimientos de la isla sufren
de vino y de ánforas locales que imitan el reperto- el saqueo de los coleccionistas, con la salida de nume-
rio tipológico fenicio, y que probablemente estaban rosos materiales de la isla con destino a colecciones
destinadas a la producción de vino. Este yacimiento privadas que hoy en día se mantienen la mayoría en el
representa, en cierta medida, una de las variantes del área catalana. Este expolio lleva a solicitar al Minis-
proceso de interacción, al adaptar sus medios bási- terio de Cultura permiso para efectuar excavaciones
cos de producción a las nuevas necesidades adquiri- que, tras un largo proceso, comienzan en 1921 y se
das tras entrar en contacto con el comercio fenicio, prolongan hasta 1929. Tras un periodo de inactividad,
como respuesta al estímulo económico desarrollado se comenzó con las campañas de excavación en 1946,
desde el siglo vii a.n.e (Gómez, Álvarez y Castelló que con algunas interrupciones han continuado hasta
2000). Cabe destacar las aportaciones de E. Pla y H. la actualidad (Fernández op cit.).
Bonet (1991) y de C. Mata (1991b), sobre los nue- Un punto de inflexión en la historiografía feni-
vos materiales fenicios que se han documentado en cio-púnica de Ibiza es la salida a la luz del libro de
los yacimientos valencianos, así como los resultados M. Font y M. Tarradell Eivissa Cartaginesa, publi-
de las prospecciones arqueológicas realizadas en las cado en Barcelona en 1975, que incorpora de mane-
comarcas alicantinas del Alcoià y El Comtat (Martí ra sintética y ordenada, el estado de la investigación
y Mata 1992), como la actividad de excavación y arqueológica en aquellas fechas, y donde además,
prospección desarrollada en la provincia de Caste- se planteó por vez primera un estado de la cuestión,
llón a cargo del Servicio de Investigaciones Arqueo- partiendo desde la Edad del Bronce, e incidiendo en
la cronología de la colonización, lo que supuso una de una limpieza general y de una primera planime-
base a partir de la cual trazar nuevas líneas de inves- tría fiable de la cueva en 1981, que ha dado pie a dos
tigación. publicaciones de sumo interés para un mejor conoci-
De esta forma, desde la década de los ochenta, miento del lugar (Gómez Bellard 2000: 112; Ramón
las prospecciones, cartas arqueológicas y excavacio- 1982; 1985), se ha descubierto un posible santuario
nes ordinarias en algunos casos, y de las mal llama- en el Cap Llibrell (Santa Eulalia), donde una primera
das de «urgencia» en otros, han ido ampliando el campaña ha dado resultados prometedores (Ramón
conocimiento sobre el mundo funerario, religioso y 1988). El impulso dado desde el Departamento de
económico, tanto en ámbito urbano como en el rural Arqueología del Consell Insular d’Eivissa i Formen-
de la isla. Pero tal vez el aporte más destacado ha tera, del Museu del Puig des Molins y del Museu
sido la comprobación del carácter fenicio occidental Arqueològic d’Eivissa i Formentera con la organiza-
de la primera colonización de la isla, fechado clara- ción de las Jornadas de Arqueología fenicia-púnica
mente en el siglo vii a.n.e. Es ya un hecho global- a partir del año 1986, así como la publicación de
mente asumido que fueron fenicios procedentes de las excavaciones de la necrópolis del Puig des Mo-
Andalucía los que instalaron hacia el 650 a.n.e. una lins y otros trabajos monográficos sobre la presen-
factoría al sur de la isla y poco después en la bahía cia oriental en las islas, en los Treballs del Museu
de Ibiza donde se encuentra todavía hoy la ciudad Arqueològic d’Eivissa i Formentera, ha supuesto la
del mismo nombre (Gómez Bellard 1991). Las ex- consolidación de esta línea de investigación.
cavaciones realizadas desde 1986 en el yacimiento
de Sa Caleta, localizado en un promontorio junto
al mar, cercano a la localidad de Sant Josep, han sa-
cado a la luz una extensa factoría de origen fenicio,
6.2. El sustrato cultural. Las
con una extensión aproximada de cuatro hectáreas, comunidades del Bronce Final
que se puede datar por sus materiales en la segun- y del periodo orientalizante
da mitad del siglo vii y se abandonaría a inicios del
siglo vi a.n.e. (Ramón 1991: 183). En la necrópo- Con el inicio del Bronce Final, entre el 950 y el
lis del Puig des Molins, las excavaciones de 1977 750 a.n.e., comienzan unos cambios significativos
y sobre todo de 1982-86 han permitido documentar en cuanto a las estructuras sociales que tienen su
la existencia de un área de enterramientos arcaicos, reflejo en el patrón de asentamiento, en la estruc-
en el solar de la calle Vía Romana nº 35 del área turas estables de los poblados y en la topografía y
denominada Can Partit, todos ellos incineraciones, ajuares de las necrópolis, que tiene que ver con una
que se pueden datar gracias a sus elementos de ajuar abierta y progresiva influencia de la Baja Andalucía,
entre el 625 y el 575 a.n.e. (Costa 1991: 49), de gran del mundo fenicio de la costa mediterránea, y de la
semejanza con el ámbito cultural fenicio andaluz, Meseta Central, donde la importante vía de comu-
si bien a partir del 575-550 a.n.e., se observa una nicación que desde el Mediterráneo se dirige hacia
progresiva introducción de elementos de carácter el centro peninsular, que sirvió para la distribución
más propiamente púnico, procedentes sobre todo de de las cerámicas tipo Cogotas en Cuenca, Valencia
Cartago, como son las inhumaciones en hipogeos, y Alicante (Hernández Pérez 2005: 25), nos muestra
máscaras de terracota o navajas de afeitar (Gómez en realidad, la circulación de una cabaña ganadera
Bellard et alii 1990; Costa 1991; Costa et alii 1991). que podría tener como uno de los centros de control
En definitiva en esta década, se tiene la comproba- el Cabezo Redondo en la cubeta de Villena (Hernán-
ción directa de la existencia de una fase fenicia en dez Pérez 2005: 25)
la isla de Ibiza, similar en algunos aspectos a la que Ya desde la década de los años 80 del pasado
se produce en las costas occidentales andaluzas en siglo, se apuntó que los denominados asentamien-
torno al siglo vii a.n.e. tos del Bronce Final II se constituyen en su mayo-
Este empuje en la investigación se tradujo en una ría en poblados construidos ex novo (Gil Mascarell
mirada hacia otros aspectos arqueológicos de la isla 1981:9), expresando un nivel de ruptura con la etapa
como son los santuarios. En este sentido, se ha pro- anterior, que se caracterizaba por la continuidad en
cedido al reestudio de los principales santuarios is- el hábitat con pocos cambios arquitectónicos, y úni-
leños. En relación a la famosa cueva de Es Cuieram, camente la presencia de determinadas decoraciones
descubierta y excavada en 1907; ésta fue objeto de procedentes de la meseta como cambio en la cultura
varios estudios y una completa monografía por M. material (Gil Mascarell 1981: 29). Son de mayor ex-
E. Aubet (1982). Además de destacar la realización tensión que los pequeños poblados de la etapa an-
terior de la Edad del Bronce, desarrollo progresivo la llegada de ganaderos desde estos lugares hacia las
que ya se viene observando desde el Bronce Tardío y costas del Mediterráneo levantino (Hernández Pé-
que van ocupando puntos estratégicos en las vías de rez 2005: 25) en una clara demanda de productos
distribución de los nuevos materiales que comien- cárnicos, asociados en algunos casos al comercio de
zan a tener demanda en esta época. Esto influye en sal (Poveda 1994-1995: 59-60; Ruiz Gálvez 1989:
la disminución del número de asentamientos, sien- 54-55; Mederos y Ruiz 2000-2001: 33). Está prácti-
do los que perduran y se consolidan en esta época ca de la trashumancia como causa de la penetración
de mayor importancia cualitativa (Hernández Pérez meseteña hacia el sur, debió de producirse una vez
2005: 27). finalizado el dominio Argárico sobre los yacimien-
Ya en esta época se produce el cambio en el ritual tos mineros del sureste y su control sobre las mate-
funerario en que la cremación sustituye a la inhu- rias primas y los productos manufacturados, incluso
mación. Su urbanismo es diferente a la etapa ante- en el área meseteña, tal y como señaló Maluquer
rior, los asentamientos se sitúan en lugares distintos, (1956: 138-140), con la presencia de puñales argári-
preferentemente cerca de la costa y de los cauces cos de hoja plana en un contexto del Bronce Medio
fluviales. Las construcciones defensivas pierden im- en el denominado depósito de Sanchorreja (Ávila),
portancia, si se comparan con las anteriores de épo- es decir anterior a la presencia de la influencia de
ca argárica. los circuitos comerciales del Bronce Atlántico en la
Los asentamientos de los últimos momentos del zona (Frankenstein 1997: 111).
Bronce Final en la costa mediterránea de la Penínsu- Por otra parte, también están demostradas las
la Ibérica, desde el tramo final del río Ebro hasta el relaciones con la Andalucía suroriental con la pre-
Segura están directamente relacionados con los cir- sencia de broches de cinturón tartésicos también
cuitos comerciales por donde discurren los objetos en Sanchorreja, algo que es significativo, y que de-
de metal. Ya durante el Bronce Final II, el empleo muestra el contacto entre ambas zonas y la fluidez
de un número mayor de metales, cobre, oro, plata de los contactos comerciales entre el Atlántico, el
y sobre todo estaño, en un mayor volumen, implica Mediterráneo y el área del sudoeste.
una actividad económica con consecuencias socia- Sin embargo, es a partir del siglo viii a.n.e., cuan-
les que se desarrolla a partir de redes comerciales do estas comunidades del Bronce Final, comienzan
estables y permanentes, que unirían la costa medite- un periodo de profundas trasformaciones que afec-
rránea con Sierra Morena a través de enclaves como tarán a todos y cada uno de los aspectos sociales,
Peña Negra (Crevillente), el Collado y Pinar de San- económicos y materiales de su cultura. Desde el
ta Ana en Jumilla (Simón García 1996) y el mismo punto de vista arqueológico, se observa un aumento
Cástulo en Jaén. de las importaciones cerámicas, orfebrería, perfu-
Los materiales arqueológicos recuperados en los mes y productos de consumo como vino y aceite,
distintos asentamientos, muestran tres rutas de con- contrastado en la cantidad de recipientes anfóricos
tacto con las diferentes áreas culturales: Una ruta que se han documentado en los yacimientos de esta
sudoeste hacia Andalucía, con origen en el núcleo época desde el Ebro has el río Segura. Estos con-
tartésico del Guadalquivir a través de Sierra Morena tactos costeros con los pueblos fenicios tienen, en
donde enclaves como Cástulo, se verán afectados en todo caso, una primera fase pre-colonial, donde la
su importancia. La ruta norte y oeste por donde lle- influencia queda limitada a contactos comerciales
gan las influencias de la Cultura de los Túmulos y los más o menos habituales, que se han observado en
Campos de Urnas (Mola d’Agrés, Castellet de Por- los materiales arqueológicos de los yacimientos cer-
quet, Pic dels Corbs...), así como otras provenientes canos a la costa, que obedecen a un comercio selecto
de la meseta como la Cultura de Cogotas. Y a través dirigido a las minorías que ocupaban los puestos de
del Mediterráneo, por donde comienzan a entrar las poder en las comunidades indígenas, contactos que
influencias de tipo semita que darán lugar a una fase se intensifican y estabilizan a partir de los siglos vii
orientalizante que servirá de nexo de unión entre los y vi a.n.e.
momentos del Bronce Final y la cultura ibérica, y En este sentido, los enclaves alicantinos de Peña
que entronca directamente con la I Edad del Hierro Negra, Saladares, el Alt de Benimàquia, son los ex-
en estas zonas de la península. ponentes directos de la recepción de estas influencias
Las relaciones con la Meseta comienzan a ser im- del mundo fenicio que tiene su origen inmediato en
portantes a partir del Bronce Tardío, con la aparición el establecimiento de la Fonteta, que debe de actuar
de decoraciones del tipo Boquique y del grupo de como foco de irradiación hacia estas comunidades,
Cogotas I , que posiblemente estén relacionadas con hecho que debe repetirse a lo largo de la costa, y que
observamos en Aldovesta, en el Castellet de Peñís- del río Segura actuando como eje de control sobre la
cola, en el Palau de Alcalá de Xivert, en el Puig de producción y las relaciones de intercambio con los
Benicarló, en el Piuró del Barranc Fondo, Agullana, grandes poblados del Bronce Final de la zona. Este
Canet hacia el norte, y en Santa Catalina del Monte establecimiento debió irradiar una intensa influencia
(Verdolay), en la Punta de los Gavilanes (Mazarrón), en la cultura material y en las formas de organiza-
Cala del Pino (La Manga del Mar Menor), Cobatillas ción socioeconómica de las poblaciones locales, de-
la Vieja (Murcia) El Castellar de Librilla o Coimbra bido al temprano contacto con los modelos urbanos
de Barranco Ancho hacia el sur (Eiroa García 2004: del Mediterráneo antiguo y que cristalizarán en el
419: Correa 2005: 996). desarrollo de los pueblos ibéricos de la zona.
El interés de los comerciantes fenicios por la El flujo comercial hacia el corredor del Vinalopó
obtención de metales ha sido expuesto tradicional- potenció a su vez el desarrollo de asentamientos que,
mente como uno de los motivos fundamentales de la situados junto al trayecto de este río controlaban su
llamada colonización fenicia de la Península Ibéri- vado natural, convirtiéndolo en un punto clave en la
ca. En este sentido, en el yacimiento de Peña Negra, atracción y penetración del comercio fenicio por la
se ha argumentado la existencia de un importante cuenca media del río, donde algunos investigadores,
núcleo metalúrgico relacionado con la presencia de han apuntado la presencia de materiales fenicios en
individuos semitas en el mismo asentamiento (Gon- yacimientos como el Tabayà en el valle de Aspe, Ca-
zález Prats 1986; 1991: 114, González Prats y Ruiz mara y El Monastil en el valle de Elda (Mederos y
Gálvez 1978). Otros datos que corroboran la im- Ruiz op cit.: 84, fig. 1). El yacimiento de Camara,
portancia del metal en el comercio fenicio, son los construido de nueva planta, aunque solo ha sido ob-
que nos proporcionan los yacimientos de Aldoves- jeto de prospección superficial, el 70% de cerámicas
ta (Benifallet, Tarragona), situado a orillas del río
recogidas corresponden a ánforas fenicias R1 (Po-
Ebro, donde se ha recuperado un molde de fundi-
veda 1994-1995: 56; Poveda 2000: 1865). Sobre el
ción destinado a la obtención de lingotes, así como
yacimiento del Monastil, éste ha proporcionado án-
la existencia de acumulación de objetos de bronce
foras R1, pithoi, trípodes, platos de engobe rojo, así
amortizados (Mascort, Sanmartí y Santacana 1991),
como dos fíbulas de codo, y representa en esta zona
el Puig Roig, donde se ha documentado escoria de
del tramo medio-bajo del Vinalopó el yacimiento
plomo, fragmentos de galena y moldes de fundición
que más ampliamente se desarrolla en esta zona y
(Genera 1986) o El Castellar de Librilla donde se
que tiene una mayor perduración, continuando hasta
excavó un horno metalúrgico para la fundición de
época ibérica y tardo romana. Ya que en el Tabayá,
hierro (Ros 1989). En este sentido, la ubicación de
muchos de los asentamientos indígenas con impor- sólo disponemos de la presencia de platos de cerámi-
taciones fenicias del País Valenciano y sur de Ca- ca gris tipo Peña Negra (Hernández y López 1992),
taluña responde a la existencia de zonas cercanas así como otros con paralelos a los materiales asocia-
relativamente ricas en minerales de hierro, plomo, dos al nivel V del yacimiento de La Mola d’Agres,
plata y cobre (Mascort, Sanmartí y Santacana 1991; con influencias en las cerámicas tradicionales de los
Oliver y Gusi 1991). En este contexto no puede sor- Campos de Urnas, en realidad, estos materiales no
prender el uso de lingotes metálicos con valor me- muestran momentos de contacto entre el final de un
tal, tal como ha propuesto A. González Prats (1985) yacimiento del Bronce Final II y el cambio hacia la
para ciertos tipos característicos del sur del País zona de influencia de Crevillente en el inicio de Peña
Valenciano, datos que relacionamos con los pecios Negra II ya en el Bronce Final III.
fenicios excavados y en proceso de excavación de la Estas influencias, por otra parte, terminarán lle-
costa de Mazarrón. gando por este camino, y a su vez por la vía pro-
En otro orden de cosas, para algunos autores, du- cedente del Alt de Benimàquia hacia el interior, en
rante el Bronce Final III y los inicios de la Edad del la zona de la provincia de Alicante, donde nos en-
Hierro se debió incrementar el circuito trashumante contramos con los yacimientos que se incluyen en
de ganado bovino y ovicaprino a lo largo del corre- la fase orientalizante de la zona de L’Alcoià, y que
dor del Vinalopó, en el interior de la provincia de presentan en su medida materiales fenicios, sobre
Alicante (Mederos y Ruiz 2000-2001: 83), donde el todo ánforas del tipo Trayamar y R1, trípodes y ce-
comercio de sal con el abastecimiento de los cen- rámicas grises, como ocurre en el Puig d’Alcoi, La
tros productores de Villena y Orihuela, tenía rela- Covalta, Els Ametllers, Barrfan del Sofre, El Xarpo-
ción directa con los nuevos asentamientos fenicios lar, el Pitxòcol o el Alt del Punxòl (Grau 2000-2001:
como La Fonteta en la zona de la desembocadura 99-102).
Respecto de los momentos finales de la presen- llada ulteriormente. Parece lógico vincular con este
cia de materiales fenicios en los yacimientos levan- fenómeno el abandono hacia la mitad del siglo vi
tinos, desde los primeros estudios se observó que a.n.e de los asentamientos autóctonos que aparecen
la presencia comercial fenicia parece desaparecer intensamente vinculados con el mundo fenicio, tal
o, por lo menos, disminuir drásticamente desde el como ocurre en los yacimientos de Peña Negra, el
segundo cuarto del siglo vi a.n.e, en beneficio del Alt de Benimàquia o Saladares, y el surgimiento de
comercio griego canalizado a través de Massalia y otros donde la presencia de cerámicas griegas de
de Emporion. Este fenómeno, que ha sido atribuido importación sustituyen a las formas fenicias, en el
a la conquista de Tiro por Nabucodonosor hacia el comienzo de la cultura ibérica, donde los modelos
576 a.n.e (Arteaga, Padró y Sanmartí-Grego 1978), orientalizantes aparecen fusionados con el floreci-
se ha visto confirmado por la investigación desarro- miento del sustrato local.
8.1.2. Materiales
8.2. Tumba 2
8.2.1. Descripción de la tumba
8.3. Tumba 3
8.3.1. Descripción de la tumba
pación aparente, aunque con tendencia a situarse en vítrea. Se trata de una deposición secundaria donde
las paredes de la fosa (UE 1104), junto al ajuar, éste el ajuar se coloca tras la deposición del cadáver con
sí, depositado ordenadamente entre los restos de la excepción de la fíbula que aparece quemada, aunque
cremación (Fig. 12; Fig. 13). En la esquina Este, se el anforisco de pasta vítrea también aparece alterado
depositó un plato de ala ancha –colocado horizontal- por el calor de la combustión. El fondo de la fosa
mente– junto a un anforisco de pasta vítrea –coloca- corresponde con el nivel geológico (UE 1105).
do de forma vertical– y una cuenta de collar de oro.
Entre los restos de la cremación se documentó una
fíbula, una fusayola y tres cuentas de collar de pasta 8.3.2. Materiales
Fig. 15. Ajuar de la Tumba 3. 1: Anforisco de pasta vítrea. 2: Cuenta de hueso. 3: Cuenta de
pasta vítrea. 4: Cuenta de hueso. 5: Cuenta de oro. 6: Cuenta de oro. 7: Cuenta de oro. 8: Cuenta
de oro. 9: Cuenta de oro. 10: Cuenta de oro. 11: Amuleto de oro. 12: Fusayola
Cas’00 11-22. Cuenta de collar de hueso de forma la estructura. Su planta debió de ser cuadrangular a
troncocónica. 5,0 mm. 3,5 mm. 1,6 mm. (Fig. 15.2). modo de los encanchados tumulares, pero fue alte-
Cas’00 11-23. Cuenta de collar de hueso de forma rado en época antigua, ya que su esquina suroeste
troncocónica. 5,2 mm. 3,4 mm. 1,5 mm. (Fig. 15.4). apareció vaciada y con señales haber sido vaciada
(Fig. 16). Pensamos que su expolio se realizó en
época antigua, posiblemente romana, al encontrar-
8.4. Tumba 4 se un yacimiento del siglo I a.n.e. a escasos metros
de la estructura. Su orientación es E-O. Alrededor
8.4.1. Descripción de la tumba del túmulo aparece una cenefa de cantos de playa
en cuatro hiladas y alternando colores dando una
Túmulo formado por una estructura de piedras forma cuadrangular a la estructura (UE 1320) (Fig.
irregulares de gran tamaño junto a otras más peque- 17). Esta cenefa apoya sobre una lechada de tierra
ñas trabadas con barro (UE1310) en varios alzados blanquecina (UE 1301), mientras que al interior del
en el centro y con las esquinas bien delimitadas, túmulo por la esquina SO aparece un estrato de color
aunque en la esquina S-O falta la continuación de rojizo (UE 1302), sobre el que apoya toda la estruc-
8.4.2. Materiales
Fig. 23. Ajuar de la Tumba 5. 1: Amuleto de esteatita (Beth) 2: Amuleto de esteatita (Esfinge).
3: Amuleto de esteatita (Halcón). 4: Amuleto de esteatita (Oudja). 5: Máscara de pasta vítrea.
6: Cerámica a mano. 7: Cuenta de collar. 8: Cuenta de collar. 9: Cuenta de collar.
Cas’00 14-14. Amuleto de pasta vítrea con re- Cas’00 14-16. Cuenta de collar de pasta vítrea,
presentación de una máscara. Pasta de color azul oculada con ojos estratificados. Fondo de color azul
marino con una banda amarilla que recorre el con- claro. Ojos en grupos de a dos, formados por un ani-
torno de la cara desde la barbilla hasta las cejas, so- llo blanco, un anillo amarillo y un anillo azul cobal-
bre las cejas sobresalen dos cuernos de color blanco to. 7, 1 mm. 8,2 mm. 7,4 mm. (Fig. 23.8).
con remate en una bolita azul, las orejas son de color Cas’00 14-17. Cuenta de collar de pasta vítrea
blanco, de forma semiesférica y aparecen colocadas de forma circular y color azul. 2,6 mm. 4,8 mm. 1,7
simétricamente a la altura de los ojos. Estos se re- mm. (Fig. 23.9).
presentan con dos placas circulares negras. La nariz
se muestra con dos puntos amarillos. 27,0 mm. 21,0
mm. 5,0 mm. (Fig. 23.5). 8.6. Tumba 6
Cas’00 14-15. Cuenta de collar de pasta vítrea,
oculada con ojos estratificados. Fondo de color azul 8.6.1. Descripción de la tumba
claro. Ojos en grupos de a dos, formados por un ani-
llo blanco, un anillo amarillo y un anillo azul cobal- Fosa de tendencia rectangular con las esquinas
to. 6,2 mm. 7,6 mm. 7,8 mm. (Fig. 23.7). redondeadas de sección circular recta y con las pa-
redes recubiertas de barro amarillo. Tiene cubierta ser tapados estos objetos y en la parte superior de la
de barro endurecido (UE 1501), tras la cual aparecía cremación se coloca una navajita de hierro (Fig. 26)
un estrato de tierra gris cenicienta que contenía los y un broche de cinturón (Fig. 27) junto a una piedra
restos de la cremación del difunto junto con el ajuar de ocre. El fondo de la fosa corresponde con el nivel
(UE 1502), donde se encontraban semienterrados un geológico (UE 1503) (Fig. 28).
fragmento de molino barquiforme y un trípode con
decoración pintada (Fig. 24; Fig. 30.1; Fig. 30.2).
8.6.2. Materiales
Fig. 25. Ritón de huevo de avestruz pintado Fig. 27. Broche de cinturón
Cas’00 15-3. Remache de bronce formado por red/ox con desgrasantes en esquisto muy finos (<0,5
una bolita y clavo con la punta doblada. 15,2 mm. mm). 50,0 mm. 121,5 mm. 8,9 mm. (Fig. 30.1).
4,1 mm. 5,1 mm. Cas’00 15-6. Hacha pulida realizada en ofita.
Cas’00 15-4. Remache de bronce formado por 105,0 mm. 46,5 mm. 25,5 mm.
una bolita y clavo con la punta doblada. 14,4 mm.
Cas’00 15-9. Cuchillo de hierro de filo recto con
4,0 mm. 5,4 mm.
un remache cilíndrico y perforación para el enman-
Cas’00 15-5. Trípode realizado a torno con de-
coración pintada en borde y cuerpo de bandas en gue. 128,5 mm. 20,7 mm. 4,0 mm. Peso: 21 gr. (Fig.
color rojo muy oscuro. Labio convexo, borde rec- 26; Fig. 29.4).
to inclinado al interior, carena muy marcada y base Cas’00 15-10. Botón de bronce de forma esféri-
ligeramente convexa donde sobresalen tres pivotes, ca formado por dos piezas unidas por dos vástagos.
uno de ellos roto a la mitad. Pasta tipo sándwich ox/ 11,1 mm. 9,8 mm. 3,9 mm. (Fig. 29.6).
Fig. 29. Ajuar de la Tumba 6. 1: Fragmento de punta de lanza. 2: Fragmento de punta de lanza. 3:
Fragmento de punta de lanza. 4: Cuchillo de hierro. 5: Broche de cinturón. 6: Botón de bronce. 7: Botón
de bronce. 8: Botón de bronce. 9: Casquete superior de huevo de avestruz perforado y pintado
Cas’00 15-11. Punta de lanza del tipo IA.2 de del cubo: 91,3 mm. Longitud de hoja: 203,0 mm.
Quesada. Nervio muy marcado de sección cua- (Incompleta). Ancho máx. hoja: 30,5 mm. Profun-
drangular. 374,3 mm. 30,5 mm. 7,6 mm. Longitud didad del cubo: 80,4 mm. Diámetro del cubo: 24,7
mm. Peso: 199,6 gr. (Figs. 29.1; Fig. 29.2; Fig. San Nicolás Pedraz. 21,0 mm. 80,2 mm. 2,0 mm.
29.3). (Fig. 25: Fig. 29.9).
Cas’00 15-12. Botón de bronce de forma esféri-
ca formado por dos piezas unidas por dos vástagos.
11,0 mm. 10,0 mm. 1,0 mm. (Fig. 29.7). 8.7. Tumba 7
Cas’00 15-13. Botón de bronce de forma esféri-
ca formado por dos piezas unidas por dos vástagos. 8.7.1. Descripción de la tumba
11,0 mm. 10,0 mm. 4,0 mm. (Fig. 29.8)
Cas’00 15-14. Botón de bronce de forma esféri- Fosa de planta de tendencia oval y sección rec-
ca formado por dos piezas unidas por dos vástagos. tangular con esquinas redondeadas, y las paredes
12,2 mm. 7,4 mm. 1,1 mm. recubiertas de barro amarillo. Tiene cubierta de tie-
Cas’0 15-17. Fragmento de molino barquiforme rra apisonada (UE 1701) de unos cuatro centímetros
realizado en ofita. 114,1 mm. 111,0 mm. 54,1 mm. de potencia, tras la que aparece el estrato ceniciento
(Fig. 30.2). que contiene los restos de la cremación (UE 1702)
Cas’00 15-20. Cáscara de huevo de avestruz de con una potencia de 14 cm. Los restos humanos apa-
forma de casquete esférico-ritón. Corresponde a un recían muy fragmentados y sin agrupación aparente,
medio de su altura y tiene una perforación en la par- con tendencia a situarse en las paredes de la fosa. El
te superior de 20,3 mm de diámetro que ha servido fondo de la fosa pertenece a la tierra geológica for-
para la extracción del huevo. Está decorado sobre el mada por arenas y gravas (UE 1703). El ajuar estaba
cuerpo con una banda de color blanco de 22 mm de compuesto de ocho bolitas de bronce y tres piezas
anchura. Forma IV, tipo 6a, según la clasificación de prismáticas también de bronce (Fig. 31).
8.9. Tumba 9
8.9.2. Materiales
8.10. Tumba 10
Fig. 40. Ajuar de la Tumba 9. 1: Fragmento de huevo de avestruz tallado y pintado. 2: Cuenta de collar de
plata. 3: Cuenta de collar de plata. 4: Cuenta de collar de bronce. 5: Fragmento de arete de bronce
ta apisonada (UE 2301) de unos cuatro centímetros fragmentados y sin agrupación aparente, aunque
de potencia tras la cual aparece el estrato de la cre- con tendencia a situarse en las paredes de la fosa.
mación de color ceniciento con los restos humanos El ajuar estaba formado por dos puntas de lanza al-
(UE 2302) (Fig. 41). Los restos óseos aparecían algo teradas por el fuego, dos anillos de oro con resortes,
siete cuentas de collar, cuatro de hueso, una de pasta
vítrea y dos de oro, y un fragmento de amuleto de
oro decorado con la técnica de microgranulado.
La disposición del ajuar estaba sin orden aparen-
te dentro de la fosa y a distintos niveles de cota. Cer-
ca del fondo de la fosa (UE 2303) se documentaron
dos fragmentos de cráneo de considerable tamaño.
(Fig. 42).
8.10.2. Materiales
Fig. 43. Ajuar de la Tumba 10. 1: Fragmento de punta de lanza. 2: Fragmentos de pieza de
hierro indeterminada. 3: Pendiente de oro. 4: Pendiente de oro. 5: Fragmento de amuleto de
oro con microgranulado. 6: Cuenta de collar de oro. 7: Cuenta de collar de oro.
Cas’00 23-3. Pieza de hierro que recuerda por su Cas’00 23-4. Punta de lanza del tipo IB.2 de Que-
forma a una fíbula de codo, pero que no podemos sada. Nervio muy marcado de sección cuadrangular.
precisar de qué se trata. 201 mm. 13,2 mm. 4,9 mm. 146,7 mm. 35,1 mm. 16,4 mm. Longitud del cubo:
(Fig. 43.2). 81,8 mm. Longitud de hoja: 64,9 mm. (Incompleta).
Ancho máx. hoja: 35,1 mm. Profundidad del cubo: claro y ojos formados por un anillo blanco, un anillo
69,3 mm. Diámetro del cubo: 22,7 mm. Peso: 327,8 amarillo y un anillo azul cobalto. 6,6 mm. 8,5 mm.
gr (Fig. 44). 3,0 mm.
Cas’00 23-10. Cuenta de collar de hueso de for-
ma troncocónica. 4,3 mm. 5,0 mm. 1,9 mm.
Cas’00 23-11. Cuenta de collar de hueso de for-
ma troncocónica. 4,9 mm. 5,9 mm. 2,0 mm.
Cas’00 23-12. Cuenta de collar de hueso de for-
ma troncocónica. 5,5 mm. 5,0 mm. 2,1 mm.
Cas’00 23-13. Cuenta de collar de hueso de for-
ma troncocónica. 4,9 mm. 6,0 mm. 1,9 mm.
Cas’00 23-17. Pendiente de oro realizado en lá-
mina doble de sección circular, cerrado por medio
de dos resortes. 3,9 mm. 24,8 mm. 2,7 mm. Peso. 3,4
gr. (Fig. 43.4; Fig. 45).
8.12.2. Materiales
Fig. 49. Ajuar de la Tumba 12. 1: Amuleto de esteatita. 2: Cuenta de collar de oro. 3: Cuenta de collar de oro. 4:
Cuenta de collar de oro. 4: Cuenta de collar de oro. 5: Cuenta de collar de oro. 6: Cuenta de collar de oro. 7: Cuenta
de collar de hueso. 8: Cuenta de collar de hueso. 9: Cuenta de collar de hueso. 10: Fragmento de fíbula de bronce
8.13. Tumba 13
8.16. Tumba 16
Fig. 56. Cista de adobes de la Tumba 16 Fig. 59. Estrato ceniciento y amuletos de la Tumba 16.
Fig. 62. Ajuar de la Tumba 16. 1: Vaso de cocina con engobe rojo. 2: Cuenta de collar de pasta vítrea.
3: Cuenta de collar de pasta vítrea. 4: Cuenta de collar de pasta vítrea. 5: Cuenta de collar de pasta
vítrea. 6: Cuenta de collar de oro. 7: Enlace triple de oro. 8: Amuleto de oro. 9: Amuleto de oro
Cas’00 34-8. Colgante de oro realizado a molde Loto, y los Urei. Entre estos elementos tiene un ori-
y formado por tres círculos realizados en lámina lisa ficio circular para la colocación una piedra preciosa
de sección circular. El círculo central es algo más perdida de antiguo, ya que no apareció en la fosa.
grande que los exteriores. 24,3 mm. 9,7 mm. 2,0 Pertenece al tipo XI de Quattrocchi y a los colgantes
mm. Peso: 1,7 gr. (Fig. 62.7). en forma de nicho de Quillard. 23,1 mm. 16,2 mm.
Cas’00 34-9. Colgante en forma de semicírcu- 1,2 mm. Peso: 2,0 gr. (Fig. 62.9)
lo alargado, cerrado en su base; su contorno está Cas’00 34-10. Colgante de oro que representa
rematado por un ribete semicircular liso. La parte Sol y Creciente, realizado a molde su interior es hue-
posterior es lisa. Sistema de suspensión en forma co. Al igual que el anterior, tiene un orificio circular
de carrete estriado. La parte frontal está decorada para la colocación de una piedra preciosa perdida de
con microgranulado y con representación de arriba a antiguo. Sistema de suspensión en forma de carrete
abajo de Disco Solar Alado, Sol y Creciente, Flor de estriado. Pertenece a los colgantes establecidos por
Quillard (Quillard 1979: pl. IX-6b).12,5 mm. 14,7 jarros geológicos (UE 4), tras la cual se realizaría
mm. 1,6 mm. Peso. 0,6 gr. (Fig. 62.8). un encofrado de barro de color rojizo (UE 3510),
Cas’00 34-11. Cuenta de collar de oro realiza- creando una estructura de forma cruciforme con
da en filigrana mediante retorcido de hilo en espiral las esquinas en forma de escalones (UE 3520) (Fig.
formando una cuenta esférica. 3,9 mm. 4,9 mm. 1,8 63; Fig. 64). Las paredes de esta estructura se enlu-
mm. Peso: 0,1 gr. cen con una capa de barro amarillento con un gro-
Cas’00 34-18. Cuenta de collar de pata vítrea es- sor regular de 2 cm (UE 3525) (Fig. 65) Alrededor
férica. 3,1 mm. 2,9 mm. 1,1 mm. (Fig. 62.5). de esta estructura se dispone una cenefa de cantos
rodados (UE 3530), aunque apareció en mal esta-
do de conservación. Posiblemente esta estructura
8.17. Tumba 17 contenía una tapadera de madera que soportaba un
8.17.1. Descripción de la tumba conjunto de piedras talladas de forma cuadrangu-
lar que formaban una superestructura rectangular a
Tumba construida que se realiza excavando una modo de túmulo (UE 3560) (Fig. 66; Fig. 67; Fig.
gran fosa de forma oval que corta el nivel de gui- 68).
8.18. Tumba 18 barro amarillo. La fosa estaba cubierta por una capa
de tierra de color amarillento (UE 3601) de unos tres
8.18.1. Descripción de la tumba centímetros de potencia. En esta capa se recogieron
dos fragmentos de hierro informes. La siguiente
Fosa de planta de tendencia rectangular con las Unidad Estratigráfica (UE 3603), de aspecto ceni-
esquinas redondeadas y las paredes recubiertas de ciento, presentaba una cremación con dispersión de
restos humanos, algunos de considerable tamaño es- lar para cerámica (Fig. 76; Fig. 77). Las tres piezas
pecialmente cerca de las paredes (Fig. 73) Los restos estaban dispuestas de E a W, y prácticamente a la
del cráneo se situaban en el extremo W justo en el misma profundidad, entre –0,17 y –0,09 cm. Las dos
ángulo de unión del ajuar metálico. La profundidad cuentas de collar aparecieron a una cota de –0,22
de la fosa es de 25 cm con el fondo plano donde apa- cm, aunque debido a su pequeño tamaño bien pu-
rece el nivel geológico de guijarros (UE 3604). Los dieron colocarse al final de la deposición y haberse
restos humanos aparecían de considerable tamaño colado entre los restos de la cremación.
y sin agrupación aparente, aunque con tendencia a
situarse en las paredes de la fosa.
La tumba presentaba un ajuar depositado orde-
nadamente: en una primera deposición se colocaron
los elementos metálicos formados por dos regatones,
dos puntas de lanza y unas pinzas o tenazas de hie-
rro (Fig. 74). Las dos puntas de lanza se encontraban
dispuestas en paralelo a las paredes de la fosa, una
de considerable longitud en el lado más largo, y la
otra en el lado corto, cruzándose en sus puntas y for-
mado casi un ángulo recto donde se encontraban los
fragmentos de cráneo. En la pared S, se encontraban
alineados los dos regatones y las pinzas o tenazas.
Estos elementos se encontraban a una cota de –0,24
a –0,17 cm. En la segunda disposición del ajuar se Fig. 76. Fosa con ajuar de la Tumba 18
colocaron tres recipientes cerámicos: una cantim-
plora de fayenza (Fig. 75), un plato de labio ancho y
cazoleta interior con engobe rojo, y un soporte anu-
Fig. 78. Ajuar cerámico de la Tumba 18. 1: Cantimplora Fig. 79. Ajuar metálico de la Tumba 18.
de fayenza egipcia. 2: Cartela “A”. 3: Cartela “B”. 1: Punta de lanza. 2: Punta de lanza. 3:
4: Cuenta de collar de hueso. 5: cuenta de collar de Regatones. 4: Clavo de hierro. 5: Clavo de
pasta vítrea. 6: Soporte anular. 7: Plato de ala ancha hierro. 6: Pieza de hierro indeterminada
en ambas caras se reproduce el Collar de Usekh. En mm. Anchura del borde: 73,5 mm. Índice diámetro/
las bandas laterales, en el cuarto superior, tiene dos anchura de borde: 1,7. (Fig. 78.7).
cartelas con escritura jeroglífica, y el resto está de- Cas’00 36-8. Soporte anular de cerámica de for-
corado con motivos vegetales a modo de palmetas ma circular con diámetro interior de 53 mm. Pasta
simétricas. 161,1 mm. 129,8 mm. 2,5 mm. Diámetro de color gris ocre con desgrasantes oscuros finos y
del borde: 35,9 mm. Altura del cuello: 38,0 mm. An- medios (>0,4 mm y < 1,7 mm). Cocción reductora,
chura del cuello: 12,4 mm. (Figs. 78.1). Cartela A: y acabado con engobe bruñido. Sección hueca. 29,5
43,7 x 12,9 mm (Fig. 78.2). Cartela B: 43,6 x 11,4 mm. 111,4 mm. 30,5 mm. (Fig. 78.6).
mm. (Fig. 78.3). Cas’00 36-9. Pieza de hierro formada por dos
Cas’00 36-6. Clavo de hierro de cabeza circular láminas unidas que terminan en vástagos perpendi-
con la punta doblada. 71,6 mm. 13,7 mm. 7,8 mm. culares a modo de cruz. 112,4 mm. 15,5 mm. 12,7
(Fig. 79.5). mm. Peso: 55,5 gr. (Fig. 79.6).
Cas’00 36-7. Plato a torno de ala ancha y ca- Cas’00 36-10. Punta de lanza del tipo IIB.6 de
zoleta interior de cerámica común. Pasta de color Quesada. Nervio muy marcado de sección rectan-
ocre anaranjado con desgrasantes oscuros muy finos gular. 279,5 mm. 38,3 mm. 4,3 mm. Longitud del
(< 1 mm) y calizos medios y gruesos (>1 mm y cubo: 100,3 mm. Longitud de hoja: 179.2 mm. An-
< 1,5 mm). Cocción oxidante. Presenta restos de en- cho máx. hoja: 38,3 mm. Profundidad del cubo: 80,4
gobe rojo sobre el labio. 22,7 mm. 126,6 mm. 6,1 mm. Diámetro del cubo: 20,6 mm. Índice 1. Long.
mm. Diámetro de la cazoleta: 53,1 mm. Profundidad Hoja/Ancho max. hoja: 4,6. Índice 2. Long. Hoja/
de la cazoleta: 12,5 mm. Diámetro de la base: 43,5 Long cubo: 1,7. Peso: 203,6 gr. (Fig. 79.2).
Fig. 81. Ajuar de la Tumba 19. 1: Enlace doble de plata. 2: Enlace de plata. 3: Pendiente de plata. 4: Cuenta de
collar de plata. 5: Cuenta de collar de hueso. 6: Pendiente de hueso. 7: Pendiente de hueso. 8: Fusayola
8.20.2. Materiales
Fig. 87. Ajuar de la Tumba 20. 1: Broche de cinturón decorado con repujado de plata (pieza activa).
2: Pieza pasiva de bronce 3: Fíbula anular. 4: Botón de bronce. 5: Cuenta de collar de plata
Cas’00 38-4. Soliferreum del tipo 3 A de Quesa- Cas’00 38-5. Fragmentos de un broche de cintu-
da. Punta con hoja de aletas con terminación inver- rón hembra en bronce de forma serpentiforme. 33,2
tida, y empuñadura con engrosamiento en la parte mm. Incompleto. 4,5 mm. (Fig. 87.2).
central de la pieza. 1666,7 mm. 23,0 mm. 12,1 mm. Cas’00 38-7. Broche de cinturón de tres garfios
(Fig. 88.1). con dos escotaduras laterales abiertas con tendencia
a cerrarse y seis remaches de sección cónica. El bron- 412,9 mm. Longitud del cubo: 70,7 mm. Diámetro
ce tiene pátina color verde oliva y en un rebaje de su del cubo: 18,4 mm. Peso: 648.9 gr. (Fig. 88.2).
parte central presenta decoración con damasquinado Cas’00 38-20. Cuenta de plata esférica remata-
en lámina de plata con grabado de bandas de círculos da en sus extremos por un engrosamiento a modo
concéntricos entre zigzag, líneas onduladas y puntos. de tonelete. 5,0 mm. 5,8 mm. 1,0 mm. Peso: 0,5 gr.
Tipo B2C3 según la clasificación de A. Lorrio. 111,5 (Fig. 87.5).
mm. 71,2 mm. 4,3 mm. Peso: 113,1 gr. (Fig. 87.1).
Cas’00 38-8. Punta de lanza del tipo IA.2 de
Quesada. Nervio muy marcado de sección rectan-
gular. 662,5 mm. 37,5 mm. 5,3 mm. Longitud del 8.21. Tumba 21
cubo: 94,1 mm. Longitud de hoja: 568,4 mm. An-
cho máx. hoja: 36,2 mm. Profundidad del cubo: 63,7 8.21.1. Descripción de la tumba
mm. Diámetro del cubo: 24,6 mm. Índice 1. Long.
Hoja/Ancho max. hoja: 15,7. Índice 2. Long. Hoja/ Fosa de grandes dimensiones de planta rectangu-
Long cubo: 6. Peso: 227,7 gr. (Fig. 88.3). lar con las esquinas redondeadas y las paredes recu-
Cas’00 38-9. Lámina de bronce. 56,7 mm. 8,6 biertas de barro amarillo. La cubierta está formada
mm. 2,6 mm. por una tierra amarillenta apisonada (UE 4101) de
Cas’00 38-10. Fíbula anular de bronce. El puente unos siete centímetros de potencia tras la cual apare-
está decorado con líneas paralelas incisas. 97,1 mm. ce el estrato de la cremación de color ceniciento con
Incompleta. 4,0 mm. Peso: 32 gr. (Fig. 87.3). los restos humanos, de una potencia de diecinueve
Cas’00 38-19. Pilum del tipo III de Quesada. centímetros. (UE 4102). Los restos humanos apare-
483,6 mm. 11,5 mm. 6.9 mm. Longitud de la hoja: cían de considerable tamaño y sin agrupación apa-
rente, aunque con tendencia a situarse en las paredes muy deteriorados por la acción del fuego. Las tres
de la fosa. En el lado O de la fosa se documentó una piezas de hierro se encontraron juntas y alineadas a
cubeta de barro (UE 4120) de 15 cm de diámetro in- la pared N de la fosa en dirección E-O. También se
terior y 21 cm de exterior, en cuyo interior no había documentaron varios fragmentos de bronce muy al-
cenizas ni restos humanos. terados correspondientes a una fíbula. El fondo de la
El ajuar se encontraba depositado ordenadamen- fosa corresponde al nivel geológico (UE 4103) (Fig.
te y consistía en dos puntas de lanza y un pilum, 89; Fig. 90).
8.21.2. Materiales
Cas’00 41-2. Pilum fragmentado perteneciente Fig. 91. Ajuar de la Tumba 21. 1: Fragmentos de
al tipo III de Quesada. 961,9 mm. 22,0 mm. 21,8 un pilum. 2: Fragmentos de una punta de lanza.
mm. Longitud del cubo: 79,6 mm. Diámetro del
cubo: 20,3 mm. Profundidad del enmangue: 70,1
mm. (Fig. 91.1).
Cas’00 41-6. Punta de lanza del tipo IB.2 de por una capa de tierra de color marrón y granulosa
Quesada. Nervio muy marcado de sección cuadran- (UE 4201), tras la cual aparecía el nivel de tierra ce-
gular. 377,5 mm. 30,8 mm. 6,0 mm. Longitud del niciento correspondiente a la cremación (UE 4202).
cubo: 127,6 mm Longitud de hoja: 249,9 mm Ancho Los restos humanos se encontraban agrupados
máx. hoja: 30,8 mm. Profundidad del cubo: Diáme- en el centro del hoyo, donde se pudieron identificar
tro del cubo: 23,0 mm. Índice 1. Long. Hoja/Ancho varios dientes. El fondo del hoyo corresponde con el
max. hoja: 8,1. Índice 2. Long. Hoja/Long cubo: 1,9. nivel geológico de guijarros (UE 4203) (Fig. 92).
Peso: 145,7 gr. (Fig. 91.2).
8.23. Tumba 23
8.22. Tumba 22
8.23.1. Descripción de la tumba
8.22.1. Descripción de la tumba
Fosa de planta rectangular con las esquinas
Sepultura realizada en hoyo simple sin trata- redondeadas y las paredes recubiertas de barro
miento de las paredes. La cubierta estaba formada amarillo. La cubierta está formada por una tierra
amarillenta apisonada (UE 4301) de unos cuatro de bronce que podrían corresponder a una fíbula. Se
centímetros de potencia tras la cual aparece el es- observa una disposición ordenada del ajuar.
trato de la cremación de color ceniciento con los En una primera deposición cerca del fondo de la
restos humanos, de una potencia de once centíme- fosa (UE 4303) se depositan las cuentas de collar
tros (UE 4302). junto con la campanita, y en una segunda, cerca de
Los restos humanos aparecían fragmentados y la cubierta, se colocan las conchas de glycimeris y
sin agrupación aparente, aunque con tendencia a si- cypreae (Fig. 95). La concha de glycimeris presen-
tuarse en las paredes de la fosa. Su ajuar consistía en taba un desgaste muy acusado en la zona del umbo,
un vaso realizado a mano, dos cuentas de collar de y contenía en su interior un fragmento de exoesque-
hueso, una campanita de bronce y varios fragmentos leto de erizo de mar (Fig. 93; Fig. 94).
8.23.2. Materiales
Fig. 96. Ajuar de la Tumba 23. 1: Vaso de cerámica fabricado a mano. 2: Campanita.
3: Concha de Cypreae. 4: Concha de Glycimeris. 5: Exoesqueleto de erizo de mar
8.26. Depósito 1 tura (UE 2410). Su cubierta está formada por una
capa de tierra amarillenta con presencia de piedras
8.26.1. Descripción de pequeño tamaño de unos tres centímetros de po-
tencia. Tras esta capa aparece un nivel ceniciento
Fosa de planta rectangular con las esquinas formado por cenizas, tierra y carbones (UE 2402)
redondeadas, las paredes se encuentran sin trata- donde se encontró una cuenta de collar de oro. No
miento alguno. Tiene una señalización formada por contenía restos humanos. El fondo de la fosa co-
una piedra trabajada de forma prismática de 41 cm rresponde al nivel geológico (UE 2403) (Fig. 99;
de longitud por 17 cm de anchura y 4,5 cm de al- Fig. 100).
8.27.2. Materiales
Fig. 104. Ajuar del depósito 2. 1: Broche de cinturón tartésico parte activa. 2: Broche de cinturón tartésico
parte pasiva. 3: Pendiente de plata. 4: Arete de plata. 5: Fragmento de bronce de una fíbula.
8.28. Fuego ritual tados e incluso reducidos a polvo (UE 3903). Los
guijarros y la tierra de las paredes de la fosa apa-
8.28.1. Descripción recieron muy alterados por la acción térmica. En
su interior se documentó una cuenta de collar de
A 15 centímetros de profundidad del suelo de bronce. La fosa estaba delimitada por una cenefa
uso de la necrópolis se documentó una fosa de (UE 3920) formada por cantos redondeados colo-
tendencia circular que había sido excavada en el cados por su parte más estrecha formando dibu-
estrato geológico de guijarros (UE 3905); las pa- jos serpentiformes a modo de mosaico en zigzag
redes no tenían tratamiento alguno. La fosa había (Fig. 106; Fig. 107). Su estructura es semicircular
sido tapada de antiguo con una capa de tierra de y contiene en su interior el Fuego Ritual. Sus di-
color marrón oscuro (UE 3902), tras la cual, se mensiones son de 2,70 m de longitud por 0,60 m
documentó un estrato de tierra carbonizada (Fig. de anchura. Se ha interpretado como un fuego ri-
105), con abundantes restos de carbones fragmen- tual. (Fig. 108).
8.28.2. Materiales
tipos de sepultura
11%
Fosa
18%
Hoyo
56%
Estructura simple
15%
Estructura compleja
especifica claramente la existencia de deposiciones indican que la cantidad de madera necesaria para la
de las cenizas con los restos óseos directamente en correcta cremación del difunto, incluso después del
un hoyo de reducidas dimensiones realizado en el periodo de exposición del cadáver que permite una
suelo (Peña Ligero 2003: 24). mejor cremación gracias al secado del mismo, está
Evidentemente se trata de sepulturas que indican en torno a los 2 metros cúbicos, volumen que parece
un componente social de rango inferior a las de- demasiado teniendo en cuenta las dimensiones de la
más tumbas identificadas en la necrópolis, eso aun fosa que contiene los restos óseos. Por esto es po-
teniendo en cuenta que no todos los individuos del sible que algunas de las fosas que tradicionalmente
grupo han sido sepultados, pues no corresponde el se han identificado como busta, sean fosas de cre-
número de tumbas localizado en un área con el po- mación individual secundaria, existiendo de forma
tencial número de habitantes de la zona. independiente un ustrinum o varios ustrina donde
En cuanto al intervalo cronológico que ocupan se realizaban las cremaciones. También habría que
estas deposiciones en Hoyo, tenemos desde las más tener en cuenta la posibilidad de que, una vez consu-
antiguas documentadas en la necrópolis del Cerro mida la pira funeraria, se construya la fosa en el mis-
Alcalá, donde la aparición de fíbulas de codo nos mo lugar, y depositen los restos en ella, algo poco
lleva a una cronología cercana al siglo ix a.n.e., hasta probable, teniendo en cuenta en algunos casos, lo
la de mediados del siglo vi a.n.e. de Alcaçer do Sal y escaso de la representación anatómica del difunto,
el Cortijo de las Sombras donde se han documenta- y lo reducido del peso que presentan algunos con-
dos platos de barniz rojo de tipología muy evolucio- juntos óseos, lo que indica una recogida parcial en
nada (Torres Ortiz, 1999: 129). ocasiones de los restos del difunto.
A pesar de estas consideraciones, en las necró-
polis del área tartésica, que sugieren cronologías
9.2. Fosas similares a la necrópolis de Les Casetes, encon-
tramos cremaciones en fosa en el ámbito colonial,
Las tumbas en fosa, que se han documentado en como ocurre en la necrópolis de Cádiz (Perdigones
ésta necrópolis, tienen forma rectangular con las 1991: 223), concretamente en las tumbas número
esquinas redondeadas, presentando las paredes y 17, 20, 21, 22, 24 y 25 de la calle Tolosa Latour; en
cubiertas un tratamiento que consiste en una capa la tumba de la calle Ciudad de Santander esquina
de varios centímetros de grosor de una especie de Brunete y en las dos fosas de cremación de la calle
enlucido de barro amarillo. Sus dimensiones son va- Condesa Fuente; las Tumbas 17 y 18 de la Avenida
riadas, desde los 40 por 20 centímetros de la fosa de Andalucía y la fosa 19 de la Playa de Santa Ma-
más pequeña a los 180 por 60 de la más grande. Se ría. Corresponde a este tipo, también, el grupo E de
ha observado que el tamaño de las fosas es direc- la necrópolis de Villaricos, y las Tumbas 18 y 22 de
tamente proporcional en la mayoría de los casos al la necrópolis de Jardín en Almuñécar. También se ha
tamaño de los ajuares que contienen, ya que las tum- constatado en los contextos orientalizantes de las ne-
bas más grandes suelen contener armas, y las más crópolis de la Joya (Huelva), en la necrópolis de las
pequeñas, únicamente elementos de adorno. Suelen Cumbres, se tiene noticias de enterramientos donde
tener algún elemento señalizador, generalmente al- los restos óseos se depositan en el fondo de fosas.
guna piedra irregular colocada sin orden aparente Estas tumbas, ubicadas en el cuadrante noroeste de
encima de su cubierta, sin llegar a ser encanchados la necrópolis, aparecen entremezcladas con otras
ni tapaderas. más elaboradas, y por lo general contienen poco
En cuanto a los paralelos formales que podemos ajuar (Ruiz Mata y Pérez 1989: 289). Esta forma de
encontrar en las necrópolis peninsulares de crono- estructura funeraria, también la encontramos en la
logía similar, nos encontramos en esta ocasión, con necrópolis de Mesas de Asta (Jérez de la Frontera),
que la mayoría de las sepulturas que se identifican en el túmulo I de la necrópolis de Bencarrón (entre
con fosas, sobre todo en el área tartésica, correspon- Alcalá de Guadaíra y Mairena de Alcor, Sevilla) y
den a cremaciones primarias o busta, donde se ha en seis tumbas de fosa (Sánchez Andreu 1994: 75-
realizado la cremación del cadáver previamente a su 76) de Alcaudete (Sánchez Andreu 1994: 118), en
cubrición, y que en ocasiones los restos del difunto, las tumbas A, B, C y F de El Acebuchal (Sánchez
tras una recogida más o menos selectiva se introdu- Andreu 1994: 135), Santa Lucía (Sánchez Andreu
cen en una urna que se entierra junto a la fosa (To- 1994: 102), Campo de las Canteras y la Cruz del
rres Ortiz 1999). No obstante, habría que tener en Negro (Carmona), Setefilla (Lora del Río, Sevilla),
cuenta que los datos de los estudios antropológicos, Medellín (Badajoz) y en el área portuguesa de la
desembocadura del Sado, en la necrópolis de Senhor turas de cremación que se atestigua desde el Bronce
dos Martires en Alcaçer do Sal (Torres Ortiz 1999; Antiguo, todas las sepulturas consisten en deposi-
Pereira 2001: 19), así como en el sureste en la necró- ciones en fosa, sin urna, señalizadas con estructura
polis de Castellones del Céal (Chapa et alli 1998), tumular, circular en muchos de los casos. Nos refe-
en la necrópolis de Tútugi (Cabré Aguiló 1920: 4), rimos a los túmulos de Las Garrigas (Dedet 1992:
en la necrópolis del Estacar de Robarinas, Cástulo 292), cercano a la necrópolis de Les Peyros.
(García-Gelabert y Blázquez 1992), y en la también En el ámbito del Mediterráneo Central, es intere-
jienense de Mengíbar. sante resaltar las similitudes existentes, en cuanto a
En la isla de Ibiza, se ha constatado la presencia estructuras funerarias e incluso algunos de los mate-
de incineraciones directamente en fosa en el área ex- riales de la necrópolis de Les Casetes con la necró-
cavada de Can Partit, con sepultaras de tipología y polis sarda de Monte Siria. Las fosas de cremación
ritual semejante a Les Casetes (Costa 1991: 49). de esta necrópolis tienen forma rectangular con las
En yacimientos cercanos al de Les Casetes, es esquinas redondeadas (Bartoloni 2000: 69), y es co-
importante atestiguar la similitud de las fosas de mún la existencia de platos de ala ancha como ajuar
cremación secundaria de la cercana necrópolis del en las fosas, platos por otra parte, similares a los dos
Poble Nou, con las estructuras de Les Casetes. Esta documentados en Les Casetes (Bartoloni 2000: tav.
necrópolis excavada en varias campañas desde 1996, IV.b; tav. VIII.b-c), algo que también es habitual en
ha aportado un considerable número de tumbas que la cercana necrópolis de Bitia, donde la sepultura
los investigadores agrupan en dos fases, la primera habitual es la fosa donde se depositan directamente
desde el siglo vi al iv a.n.e. y otra que iría desde el los restos óseos y carbones de la combustión (Barto-
siglo ii al i a.n.e. (Espinosa, Ruiz y Marcos 2005: loni 1996: 55, fig 5).
184). El yacimiento se encuentra a algo más de un
kilómetro de Les Casetes, en la orilla opuesta del río
Amadorio a su paso por la ciudad de La Vila Joiosa. 9.3. Estructuras simples
Este tipo de fosas se encuadra dentro del Grupo B de
esta necrópolis, definido por sus excavadores como Se han agrupado dentro de las estructuras sim-
«fosas con loculus central de planta oblonga, excava- ples: las tumbas que presentan cubierta formada por
do en el suelo, revocado con barro y posteriormente una piedra plana, la cista de adobes, y la pseudocis-
quemado, que en ocasiones presentan superestructu- ta, estructura formada por varias piedras dispuestas
ra tumular» (op cit. 2005: 192). En la necrópolis de alrededor de la fosa en un nivel superior, que, en rea-
Les Moreres en Crevillente, como hemos apuntado lidad, es una especie de túmulo, cuya finalidad es la
anteriormente, existe la posibilidad de la existencia de cerrar y/o señalizar el enterramiento.
de fosas con deposición directa de los restos óseos, La Tumba 1 se encontraba delimitada en su su-
pero con los datos que tenemos no podemos diferen- perficie por una pseudocista formada por una serie
ciarlas de los hoyos (González Prats 2002: 228-229). de piedras calizas dispuestas de forma irregular sin
Más datos obtenemos de la necrópolis de El Molar, trabar, a lo largo de los laterales de la fosa. Una
donde se recoge una noticia publicada por su exca- vez tapada ésta y a modo de señalización, la tum-
vador en 1929, que habla de la existencia de «hoyos ba presentaba como único elemento de ajuar una
protegidos con obra de yeso», incluso menciona la campanita de bronce. Es de destacar el tamaño de
existencia de cajas de madera que han sido carbo- la fosa, que prácticamente llega al metro y medio
nizadas (Peña Ligero 2003: 24-25; Lafuente 1929: de longitud por el metro diez de anchura. También
620). También en la necrópolis ibérica de la Albufe- fue interesante comprobar la existencia de numero-
reta en Alicante, se documentaron hoyos de escasa sos carbones de gran tamaño en el fondo de la fosa,
profundidad y fosas que mostraban la deposición de dispuestos ordenadamente.
los restos óseos sin urna, la mayoría de planta rec- La Tumba 3 es una fosa que tenía como super-
tangular, también ovales, circulares y algunas con estructura una laja de piedra trabajada muy tosca-
tapadera de piedra plana (Figueras Pacheco 1952: mente que servía como una especie de tapadera de
182). la tumba, o tal vez como elemento señalizador de la
La deposición de los restos óseos directamen- misma. Debajo de esta piedra, y antes de poder vis-
te sobre el suelo de la fosa, sin urna, en todas las lumbrar los contornos de la fosa apareció un amu-
tumbas del espacio funerario, únicamente lo hemos leto de oro, y debajo de éste, tras unos centímetros
constatado en el área del sureste francés, en el Lan- de tierra, se encontraba la fosa con los restos de la
guedoc. En una zona de tradición tumular con sepul- cremación, y el ajuar formado por un plato de ala
ancha, un anforisco de pasta vítrea y varias cuentas de una estructura simple, una o varias urnas con o
de collar. sin tapadera que alojan los restos del difunto, sin
Similares características presentaba la Tumba 12. embargo, en esta de Les Casetes, ni una sola de las
En su aspecto externo, ésta contaba con una superes- tumbas tiene urna funeraria. Algo, que sin ser muy
tructura formada por una piedra de forma triangular, habitual, ha podido comprobarse en alguna necró-
trabajada toscamente y colocada sobre la fosa. En polis del mundo orientalizante peninsular, que aun
los laterales de la misma, se disponía una serie de estando en áreas muy lejanas, comparten con la ne-
piedras irregulares a modo de delimitación de una crópolis de Les Casetes, la deposición de los restos
fosa mucho mayor, a modo de túmulo, pero sin lle- óseos directamente sobre el fondo de las fosas, de-
gar a la cantidad de piedras que se forman en los nominadas loculi, que tienen forma ovalada, y que
encanchados tumulares. en ocasiones presentan preparación de sus paredes
La Tumba 16 se construye realizando una fosa con arcillas y tienen las esquinas de las mismas re-
de planta rectangular y cubriendo las paredes con 8 dondeadas. Además, habría que añadir la presencia
adobes prismáticos. Estos adobes, de unas dimen- de armas en alguna de estas necrópolis, algo que
siones aproximadas de 40×20×10, se encontraban también se comparte con la necrópolis alicantina,
decorados con líneas paralelas incisas, que se rea- y que es algo infrecuente en las necrópolis orienta-
lizaron sobre ellos con los dedos mientras la pasta lizantes del área tartésica. Nos referimos a las ne-
todavía estaba fresca. Tras una capa de barro endu- crópolis de la zona extremeña y sur de Portugal. En
recido de unos 15 cm de espesor se encontró un coo- la necrópolis de El Jardal, cercana a la localidad de
king pot con engobe rojo en el cuerpo y en el interior Herrera del Duque (Badajoz), todas las cremacio-
a la altura del borde. Tras la retirada de esta pieza, nes se realizan en un bustum, no localizado, siendo,
se documentó la unidad estratigráfica que contenía los restos depositados sobre el fondo de los loculi
los restos de la cremación y un conjunto de piezas sin orden aparente (Jiménez Ávila 2001: 114). Ade-
de oro formado por dos amuletos y varias cuentas más en este yacimiento, se distinguen tres tipos de
de collar. Uno de los amuletos está decorado con tumbas, que son realmente muy semejantes a los ti-
microgranulado, y sus motivos representan varias pos de fosa y estructura simple de la necrópolis de
deidades egipcias. En su parte superior está el Dis- Les Casetes, sobre todo en las fosas con tratamiento
co Solar Alado, Sol y Creciente lunar, Palmeta y los de las paredes con arcilla y en la señalización de las
Urei, algo esquematizados. tumbas mediante tapadera, tipos 1, 2 y 4 (Jiménez
Este tipo de tumbas se ha constatado en la cer- Ávila op. cit.). Con respecto a los ajuares, en esta
cana necrópolis del Poble Nou en La Vila Joiosa, necrópolis únicamente se han recuperado dos co-
donde se han distinguido dos tipos similares, la cista llares de cuentas de pasta vítrea, lo que sirve a su
formada con adobes y la cista formada con lajas de investigador para situar la necrópolis hacia finales
piedra (Espinosa, Ruiz y Marcos 2005: 192). El tipo del siglo v a.n.e.
A de esta necrópolis se define como «tumbas con Este mismo investigador recoge la similitud de
fosa de adobes», mientras que el tipo C se define las estructuras de El Jardal con las del área del Bajo
como «tumbas de cista, formadas por grandes lajas Alentejo y el Algarbe portugués. El sistema de en-
de piedra de cara plana delimitando la fosa central terramiento en fosas preparadas simples o con se-
de planta rectangular». El tipo A de esta necrópolis ñalizaciones a base de cantos o piedras a modo de
(Espinosa, Ruiz y Marcos 2005: Fig. 17), es de gran tapadera, son el sistema habitual en necrópolis como
similitud con la Tumba 16 de Les Casetes, mientras Fonte Santa y Chada (Beirao 1986), Fernâo Vaz (Co-
que el tipo C, (op. cit. Fig. 16) es semejante formal- rreia 1993), Pardieiro (Beirao op. cit.), Heredade do
mente a las denominadas en Les Casetes como pseu- Pego (Arruda 1999-2000), entre otras muchas que
docistas. se encuentran en la zona. Por otra parte, este tipo de
A la hora de establecer modelos comparativos estructuras aparecen reflejadas en el Estacar de Ro-
con otras necrópolis de cronología similar, y/o en barinas, la necrópolis más antigua de Cástulo, don-
un ámbito cercano a la nuestra de Les Casetes, nos de se combina el ritual utilizado con la presencia de
encontramos en primer lugar con la dificultad de armas como parte del ajuar (Blázquez et alii 1986-
hallar necrópolis con estructuras similares y don- 1987: 190). Es cierto que la lejanía de estas necrópo-
de la deposición de los restos óseos no sea en una lis con el área alicantina, es una cuestión que deba-
urna cerámica. La gran mayoría de las necrópolis tir, no obstante, los materiales que se asocian a estas
que hemos consultado, tiene, si es el caso, tras la tumbas son muy similares y algunos de ellos tienen
construcción de un sistema que podría semejarse al una procedencia mucho más lejana en el área del
Mediterráneo oriental. En este orden de cosas, estos La Tumba 4 es un túmulo de forma rectangular
datos nos hacen volver la mirada hacia otras zonas formado por piedras irregulares de tamaño mediano,
peninsulares como son el valle del Guadalquivir, y y rodeado de una cenefa de cantos de distintos co-
la zona ibérica del sureste, definida en ocasiones lores (Fig. 8, 1). Sus dimensiones son de 1,90 m de
como un área de transición en la formación del mun- longitud por 1,77 m de anchura. En el momento de
do ibérico, relacionada directamente con el suroeste su excavación, dio la impresión de haberse alterado
(Blánquez 1984-1985). Siendo además compartido en época antigua: la cenefa de cantos estaba muy
por numerosos investigadores la importancia de los arrasada, y la esquina suroeste se encontraba sin
puertos de la zona levantina como distribuidores de piedras. Sólo se pudo recuperar varios fragmentos
las importaciones del Mediterráneo oriental en la de cáscara de huevo de avestruz, unos pocos restos
zona ibérica del sureste (Jiménez Ávila 2001: 119; humanos, y un arete de plata fragmentado. Nos lleva
García Cano 1991: 372; Santos 1994: 77-88). a plantearnos la posible expoliación de la tumba en
Con respecto a las tumbas construidas median- época romana, debido a la cercanía de estructuras de
te una cista de adobes que cubren las paredes de la esta cronología a escasos metros de la necrópolis.
fosa, éstas se han constatado en las necrópolis de Dentro de las estructuras que podrían ser seme-
Almuñécar (Pellicer 1962), en la necrópolis de Cas- jantes en forma a las Estructuras Complejas de la
tellones del Céal (Chapa et ali 1998), en el túmulo necrópolis de Les Casetes, están los denominados
de la Dehesa de Bencarrón en Los Alcores, en las encanchados tumulares, que se han documentado por
necrópolis de Torre del Mar cercanas a la factoría ejemplo en necrópolis cercanas como la del Poble
fenicia de Toscanos (Niemeyer, Schubart y Pellicer Nou, donde se ha indicado la existencia de estructu-
1969), o en la Necrópolis de la Atalaya, encuadrada ras tumulares que, en ocasiones, cubren las fosas de
dentro de los Campos de urnas recientes, alimentan- cremación secundaria de esta necrópolis (Espinosa,
do la discusión sobre la perduración de este tipo de Ruiz y Marcos 2005: 185, Fig. 11). Este tipo de es-
sepultura cuyo origen se remonta a las prácticas fu- tructura, lo encontramos en otras zonas de la penín-
nerarias de la Edad del Bronce (Pereira 2001: 21). sula, sobre todo dentro del área tartésica, y donde se
Son relativamente frecuentes las tumbas for- han dividido en varios tipos según su forma (Torres
madas por cistas, con piedras de diversos tamaños, Ortiz 1999:144), de las cuales los denominados en-
aunque generalmente todas tienen una estructura si- canchados tumulares de planta rectangular, son los
milar. Son generalmente de tamaño más grande que que a nuestro parecer tiene mayores similitudes con
la cista de Les Casetes, y habitualmente han conteni- nuestras sepulturas de estructuras complejas (Fig.
do restos inhumados. En la necrópolis de Jardín, se 164). Estos encanchados son en realidad un amon-
depositaron los restos de la cremación directamente tonamiento de piedras a modo de cubrición de las
sobre el fondo de la Tumba 8, formada por una cista fosas que se encuentran debajo. Estas estructuras,
construida con piedras de forma prismática. Crema- según su investigador, se caracterizan por la existen-
ciones depositadas en el fondo de cistas, también se cia de una fosa que acogería los restos del difunto y
han documentado en la calle Tolosa Latour, de la que ha sido enmarcada por piedras de diversos tama-
necrópolis de Cádiz, concretamente en las Tumbas ños (Torres Ortiz 1999: 145), aunque en realidad, no
21 y 23. se explica claramente, si estas fosas contienen o no
En el Mediterráneo central, conviene destacar la urnas cerámicas. Por otra parte, el área de influen-
existencia de cistas muy similares en la necrópolis cia de estas tumbas tartésicas, se encuentra bastante
de Bitia (Bartoloni 1996: Fig. 5; 10-11), que en al- alejada del entorno de Les Casetes, ya que en su ma-
gunos casos, contienen platos de ala ancha en sus yoría se trata de necrópolis del suroeste, así como un
ajuares, y la existencia, también de puntas de lanza grupo muy numeroso del sur del Portugal.
en algunas de las fosas de cremación. La Tumba 17 se construyó mediante un vaciado
del nivel geológico, dentro del cual se conformó por
medio de encofrados una estructura de planta cru-
ciforme de 1,90 m de longitud por 1,20 de anchura
9.4. Estructuras Complejas máxima, con las paredes enlucidas y con escalones
en sus cuatro esquinas. La profundidad de la tumba
Dentro de las estructuras complejas se ha inclui- alcanza el metro ochenta cinco centímetros. Una vez
do: el túmulo rectangular construido con piedras de la tumba estuvo derruida en su mitad superior, una
gran tamaño, la tumba de cámara, y la cista con ce- de sus esquinas fue reutilizada para colocar una de-
nefa de cantos redondeados de distintos colores. posición formada por cenizas, dos aretes de plata y
un conjunto de broches de cinturón de clara filiación tipos definidos para este periodo y contexto cultural.
tartésica. En el fondo de la tumba, junto a numerosos En el trabajo de A. Tejera sobre las tumbas fenicias y
carbones, y junto a los restos del difunto se colocó púnicas del Mediterráneo occidental (Tejera 1979),
un thymiaterion de bronce. El estudio antropológico el análisis tipológico se establece sobre la base de su
nos ha permitido identificar el cadáver como los res- aspecto constructivo, sin tener en cuenta el ritual se-
tos de una mujer de edad joven. La tumba contenía guido (García Gandía 2003). No obstante, dentro del
una superestructura formada por varias piedras tra- tipo VII-7, tumbas de cámara con escalera de acceso,
bajadas de forma cuadrangular, que, por su posición el subtipo k representa las cámaras con superestruc-
en el momento de la excavación, nos hizo plantear- tura tumular, tomando como referencia una tumba
nos la existencia de una cubierta de madera sobre la de la necrópolis de Sahel-Mahdia en Túnez (Anziani
que se apoyaban. 1912) (Tejera 1979: 147), donde se especifica que es
La denominación de tumba de cámara se ha ele- la «única en todo el contexto del Mediterráneo Oc-
gido para diferenciarla de las restantes tumbas de la cidental, siendo un ejemplo claro de la coexistencia
necrópolis, dado su tamaño, profundidad, y consi- de dos tradiciones funerarias».
derable complejidad. Las tumbas de cámara suelen Sin embargo, a nuestro parecer, la tumba de cá-
ser de proporciones mayores, con paredes de piedra mara con sus diferentes variantes forma parte de la
de aparejo irregular pero de gran solidez. Habitual- tradición funeraria oriental desde el III milenio, y
mente tienen un solo ambiente, aunque pueden tener este tipo se caracteriza por tener cámara rectangu-
hasta tres, como ocurre en Toya (Cabré 1925). Su es- lar. Su perduración a lo largo del tiempo hace que
tructura se complementa con una puerta y un corre- el prototipo originario se transforme apareciendo
dor de acceso (no siempre presente). En ocasiones variantes; aun así, todos estos elementos se hallan
presentan nichos en las paredes en número variable. dentro de la misma tradición cultural. Tumbas con
Característics general de este tipo de sepultura es es- cámara rectangular se han documentado a partir del
tar parcialmente excavada en el suelo, cubriéndose s. vii en el ámbito del Mediterráneo central, así, en
con losas de piedra o adobe, y sobre éstas, con un la necrópolis de Monte Sirai en Cerdeña (Barreca et
túmulo formado por piedras, que en ocasiones lle- alii 1964) y en la necrópolis de Palermo en Sicilia
gan a formar verdaderas colinas artificiales (Chapa (Marconi 1930). En el s. vi se conocen en Djidje-
et alii 1998), algo que queda bien atestiguado en la lli en Argelia (Astruc 1937), y en Mahdia (Túnez)
necrópolis de Galera (Cabré y Motos 1920). Una de (Hannezo 1892).
las diferencias de esta sepultura con las tumbas de Por otra parte, diversos autores consideran el
cámara con depósito de restos incinerados es que, prototipo de cámara rectangular bajo túmulo típica-
en el caso de Les Casetes, los restos del difunto se mente andaluz, donde la influencia mediterránea co-
colocan directamente en el suelo de la tumba y no existe con tradiciones locales como las grandes cá-
en un recipiente cinerario, generalmente urna cerá- maras de Trayamar (Schubart y Niemeyer 1976), las
mica, como suele ser habitual. En la necrópolis de de Cabo Espartel en Marruecos (Ponsich 1970), la
Trayamar, la incineración 1 está formada por una cámara sepulcral de Toya en Peal del Becerro (Bláz-
cámara construida con sillares, a la que se accede quez 1975), Villaricos (Astruc 1951; Aubet 1986a)
por medio de una serie de escaleras, o de una rampa. Cástulo (Blanco 1963), Setefilla (Aubet 1975), Cas-
En esta tumba, el depósito se realizó en ánfora, al tellones del Céal (Chapa et alii 1998), y otras más:
igual que en la incineración 4c. En las Tumbas 2 y 3, túmulos que posiblemente tienen su antecedente re-
los restos fueron depositados en urnas de alabastro moto en la tradición funeraria desde los momentos
(Schubart y Niemeyer 1976). Sin embargo, para las finales del neolítico.
incineraciones 4a y 4b se ha apuntado que su depó- Así, tendríamos una confluencia de factores: por
sito se debió realizar sobre algún soporte perecedero una parte la introducción del rito de la incineración,
(Ramos Sainz 1990: 43), al estar apoyadas directa- finalmente la estructura de cámara de influencia
mente sobre el suelo. oriental y por otra parte la superestructura tumular
En realidad, esta tumba no tiene paralelos forma- recogida por la herencia cultural peninsular.
les idénticos dentro de las necrópolis fenicio-púni- La Tumba 9 es una cista con una cenefa de cantos
cas del Mediterráneo occidental, al margen de algu- redondeados de distintos colores (Fig. 33). Una vez
nos descubrimientos recientes en el área de Rekade, construida la fosa, se coloca la cista encima, aunque
próxima a Lixus (Larache, Marruecos) todavía in- ésta no coincide exactamente con las dimensiones
éditos, en la fachada atlántica. Su estructura, aunque de la fosa, y posteriormente se añade la cenefa de
similar a otras, no se ha podido contrastar con los piedras. En su interior se colocó un gran tronco de
madera, y se realizó la cremación in situ de un va- labio plano, cuerpo troncocónico y base plana con el
rón adulto, con un ajuar compuesto por un huevo pie algo indicado. Las demás piezas son importadas.
de avestruz decorado en forma dentada y con la im-
pronta de haber sido pintando, dos cuentas de collar Tabla 1. Piezas cerámicas
de plata y una cuenta de collar de bronce.
Es interesante comprobar la gran similitud exis- Tumba Signatura Tipo Subtipo Forma
tente entre esta decoración de la tumba por medio Ala Cazoleta
3 Cas'00 11-11 Plato
Ancha interior
de una cenefa de cantos redondeados de distintos
colores, con las que se han documentado en la ne- 5 Cas'00 14-3 Vaso A mano
crópolis del Estacar de Robarinas en Cástulo (Jaén), 6 Cas'00 15-5 Trípode Pintado
donde el tipo de estructura funeraria más generali- Engobe
16 Cas'00 34-2 Cooking Pot
zado corresponde a cremaciones individuales se- rojo
cundarias depositadas directamente sobre tierra en Verde
18 Cas'00 36-5 Cantimplora Fayenza
una fosa excavada previamente, y que, tras taparse, del Nilo
era rodeada de una cenefa de cantos redondeados de Ala Cazoleta
18 Cas'00 36-7 Plato
ancha interior
distintos colores que iban alternándose (Blázquez et
alii 1986-1987: 390). Cerámica
18 Cas'00 36-8 Soporte Anular
gris
Por otra parte, y en relación a las cenefas de
cantos redondeados que se construyen alrededor 23 Cas'00 43-1 Vaso A mano
de las fosas, en la necrópolis de Les Casetes, se ha
documentado alrededor del Fuego Ritual tal vez re-
lacionado directamente con la Tumba 17, apareció 10.1.1. Platos de ala ancha
alrededor del mismo, una cenefa de cantos hincados
verticalmente que formaban líneas en zigzag, moti- La Tumba 3 y la Tumba 18, aportaron un ejem-
vo que recuerda al documentado en la necrópolis del plar de platos de ala ancha con cazoleta interior cada
Estacar de Robarinas (García Gelabert y Blázquez una. Ambos presentan restos de engobe rojo (Fig.
1992: 462-463, Láms. IV-VII), denominada en este 109; Fig. 110). La anchura de borde de estos platos
yacimiento como Pebble Mosaic, y de gran tradición es de 5,9 cm en una pieza de 19 cm de diámetro y
en la zona de Cástulo (Blázquez et alii 1986-1987: de 7,3 cm para la otra pieza que tiene un diámetro
391), decoración, según sus investigadores, inspira- de 12 cm, lo que aporta unos índices resultantes de
da en las cenefas de decoración de los vasos cerámi- la relación diámetro/anchura del ala de 3,2 para la
cos procedentes del Mediterráneo oriental. pieza más grande y de 1,7 para la de diámetro más
bajo. Este tipo de platos comienza a documentarse
en la costa mediterránea andaluza a partir del siglo
viii a.n.e. y sobre estas fechas empiezan a acusar la
10. JOYAS, AMULETOS Y ARMAS. LOS
influencia púnica sobre la fenicia y el borde aumenta
OBJETOS Y SUS RELACIONES hasta ocupar casi todo el plato quedando éste reduci-
ESPACIO-TEMPORALES do al pocillo central (Gómez Bellard et allii 1990).
Este tipo de platos, también llamados de pesca-
10.1. Cerámica do, se ha documentado, buscando los paralelos más
cercanos, en el yacimiento de Peña Negra clasifica-
De las 28 estructuras funerarias que se han exca- dos en las formas D2 y D3 (González Prats 1983) en
vado en la necrópolis, dieciocho de ellas contienen los niveles de Peña Negra II, así como un ejemplar
elementos de ajuar, lo que representa un 64,2% del inventariado en la Tumba 7 de la necrópolis de Les
total. Las tumbas que contienen piezas cerámicas Moreres (González Prats 1983: 209). Este mismo
son cinco, que en términos porcentuales representan autor señala la presencia de estos platos en el ya-
un 17 % del total y el 27 % de las que contienen cimiento fenicio de La Fonteta en Guardamar del
elementos de ajuar. Es significativo, por otra parte, Segura a unos pocos kilómetros siguiendo la costa
que en una de las tumbas que contiene cerámica se alicantina en las fases de Fonteta IV a Fonteta VI
depositen tres de estas piezas y en otra dos. (González Prats 1999) con una cronología de me-
El total del conjunto cerámico está formado por diados del siglo vii hasta mediados del siglo vi a.n.e.
ocho piezas de las cuales sólo dos son de factura lo- Es en el sureste donde se han documentado estos
cal y corresponden a dos vasos fabricados a mano de platos con mayor profusión: en el yacimiento de
Toscanos son muy abundantes y a partir de su estu- Otros ejemplares similares a los de Les Casetes,
dio se elaboró la hipótesis que relaciona así el ancho lo encontramos en Ibiza, donde se han documentado
del borde y el índice diámetro/anchura del borde, varios ejemplares procedentes de la necrópolis del
con la cronología de estas producciones, siendo los Puig des Molins con valores tiponométricos y de pas-
ejemplares de bordes más anchos los de cronología tas muy similares (Fig. 110; Fig. 111). Con respecto a
más reciente, mientras que los índices decrecían los valores de los índices y de la anchura del ala, ya se
progresivamente con el paso del tiempo, siendo los expuso en su día, la dificultad de establecer esta rela-
índices mayores los de más antigüedad (Niemeyer, ción en otras zonas de la península alejadas de la costa
Shubart y Pellicer 1969: 107-111); en la necrópolis malagueña, en concreto en el suroeste, se pudo atesti-
Laurita de Almuñécar se conocen siete de estos pla- guar que esta periodización no se cumplía, observan-
tos y fragmentos de otros ocho, y en la necrópolis de do platos con bordes tipológicamente pertenecientes
Puente Noy podemos destacar el conjunto de platos al siglo viii a.n.e. en ambientes del siglo vi a.n.e. como
de la Tumba 1E, relacionados con rituales funerarios en la necrópolis del Cabezo de San Pedro (Blázquez et
(Molina y Huertas 1985: 129 y 136), y aunque son alii 1981: 166), o en la necrópolis de Setefilla (Aubet
algo más grandes, por sus valores de índice podemos 1975: 142). Este problema se intentó resolver argu-
relacionarlos con los encontrados en nuestro yaci- mentando la diferente evolución tipológica según la
miento. En la necrópolis de Trayamar, encontramos zona, otorgando una independencia entre los dos con-
un mayor número de estos platos, en concreto, se juntos y observando el análisis de las pastas, y expli-
documentaron en la Tumba 1, donde apareció uno en cando la cuestión en términos de un taller de la zona
vertical junto a centenares de fragmentos y algunos del Estrecho, tal vez en Cádiz, con un comportamiento
enteros en la Tumba 4. También se han documentado diferente a la zona suroccidental (Aubet 1975: 143).
en las excavaciones urbanas de la ciudad de Málaga, En este sentido, los platos del yacimiento de Les
como en el sondeo de San Agustín, con cocciones Casetes, teniendo en cuenta sus valores tiponométri-
oxidantes y desgrasantes de calizas y esquistos, fe- cos, así como el uso de desengrasantes calizos y el
chados a comienzos del siglo vi a.n.e. Son, por otra tipo de pasta de color anaranjado, parece que se en-
parte, ampliamente documentados en los yacimien- cuentran dentro de la órbita de las producciones del
tos orientalizantes de Andalucía oriental y occiden- sureste para este tipo de piezas, lo que los pone en
tal, donde los encontramos en el valle del Guadal- relación con el conjunto ibicenco, ya al tratarse de
quivir, en Medellín, el Cerro de la Mora y el Cerro piezas con un origen común, ya debido a que ambos
de los infantes en la provincia de Granada (Torres modelos están siguiendo los patrones básicos de una
tercera zona de producción.
Ortiz 2002: 142, fig. VII.8); en el área portuguesa,
con numerosos ejemplares en Alcáçova de Santarém
Relación tiponométrica entre los platos
(Arruda 1999-2000: 185, fig. 117-118), Abul (op. ibicencos y de Les Casetes (tomado de Gómez
cit.: 89, fig. 50), Quinta do Almaraz (op. cit.: 104, Bellard, et alii, 1990) modificado
fig. 58), Castro Marim (op. cit.:), Alcaçer do Sal (op.
cit.; 75, fig. 39), Santa Olaia (op. cit.: 231, fig. 159), Anchura Índice
Número Diámetro Altura
Coimbra, Figueira da Fôz o Almada, así como los ya borde (D/A.b.)
mencionados en el sudeste peninsular. IBIZA
Es de destacar la reciente publicación de un avan- 125 18,5 5,3 3,5 3,4
ce de los materiales recuperados en algunas de las 126 25,4 7,2 3,5 3
tumbas de la fase antigua de la necrópolis del Poble 127 22,6 6,6 3,4 3,4
Nou, también en la localidad de La Vila Joiosa y a 131 23 5,9 3,9
poco más de un kilómetro de distancia de Les Ca- 132 25,8 6,9 3,7
setes, donde se han recuperado platos de ala ancha
133 24 6 4
muy similares a los aquí descritos (Espinosa, Ruiz
144 19,3 4,7 3,9
y Marcos 2005: 185, Fig. 17). Podremos comprobar
la coincidencia de sus medidas e índices con los de 159 22 6,5 3,4
Les Casetes en cuanto salga a la luz la publicación 361 22 6,2 3,5
definitiva de esta importante necrópolis que viene a LES CASETES
ser la continuidad en el tiempo de Les Casetes, ya Cas’00
19,3 5,9 3,2 3,8
que las tumbas más antiguas de esta necrópolis son 11-11
datadas por sus investigadores a finales del siglo vi Cas’00
12,6 7,3 1,7 2,2
a.n.e. 36-7
Librilla (Ros 1989) y Bajo de la Campana (Roldán la producción de estas piezas cerámicas, también a
et alii 1995) en el área murciana, y algo más al norte partir de esta fecha (Gómez Bellard 1990).
de Alicante, ya en el área valenciana, en el Caste- Es interesante señalar la relación de este trípode
llar de Meca (Broncano 1986), Requena, Tossal de con la presencia de una piedra de ocre rojo e incluso
Sant Miquel en Lliria (Bonet 1995) y Los Villares de de una ofita en la misma tumba, pudiendo ser el re-
Caudete (Mata 1991), Puig de la Nau (Oliver y Gusi sultado de la existencia de un ritual asociado al uso
1995), Torrelló del Boverot (Gusi y Sanmartí 1976- del ocre rojo, y de la funcionalidad de este tipo de
1978) o Vinarragell (Mesado 1974), en Castellón, recipientes, identificándose como morteros para la
por citar los más importantes. mezcla de sustancias como en este caso, más o me-
La función de estos trípodes se relacionó en prin- nos simbólicas, tal y como se ha señalado en algu-
cipio con soportes para ánforas, pero más tarde, se nas tumbas del Latium Vetus (Botto 2005: 174-175),
indicó su utilización como morteros (González Prats donde los trípodes se han utilizado para triturar sus-
1983: 200-204; Ramón Torres 1999: 178, nota 35). tancias de uso simbólico, o en todo caso, mezclar
Se han definido tradicionalmente como morteros- substancias aromáticas para el vino, en una práctica
trípodes, cuencos-trípodes y platos-trípodes, sin que heredada de los fenicios, y destinada a las elites de
en realidad hubiera distinción tipológica, y sí, más la zona.
bien, una variabilidad en su funcionalidad otorgada
a estos recipientes. Es cierto que algunos ejemplares
10.1.4. Soporte anular
adolecen de cierta fragilidad y por tanto, su utilidad
como morteros debe establecerse en torno a mate-
En la Tumba 18, junto a uno de los platos de ala
rias de poca consistencia como productos cosmé-
ancha, se depositó un soporte anular de cerámica gris
ticos, que en ocasiones se han atribuido al ámbito
con el exterior bruñido (Fig. 114). Estos tipos de so-
funerario (Vidal González 1994), o especias para
porte se han documentado en Cástulo en compañía
mezclar con el vino. Los ejemplares más parecidos
de cerámicas fenicias del siglo viii a.n.e., también
al de nuestro estudio se han documentado en Car- suelen aparecer en contextos del Bronce Final y ya-
tago, en Etruria y en Ibiza, son de pequeño tama- cimientos orientalizantes de la costa levantina, como
ño, y en el trípode ibicenco se encontraron restos los documentados en la fase del hierro antiguo de
de pigmentación (Gómez Bellard 1990: 142), lo que Peña Negra, identificado dentro de la cerámica gris
apoyaría la hipótesis anterior. Sin embargo, algunos como la forma B18 del Estrato IB (González Prats
ejemplares más robustos y de mayor tamaño podrían 1983: 63, Figura 8), así como otros más recientes re-
haber sido utilizados para la molienda del grano. En gistrados en la fase Fonteta III de mediados del siglo
relación a su cronología, la presencia de esta pieza vii a.n.e. También en contextos del periodo orienta-
otorgaría un contexto arcaico a la tumba, pues es co- lizante e ibérico antiguo como en la necrópolis de
mún establecer la desaparición de esta forma en los Los Cerros de la Mora y Cerro de los Infantes y
momentos finales del siglo vii a.n.e. Sin embargo, en Saladares (Arteaga y Serna 1975), necrópolis de El
estudios posteriores, la mayoría de los hallazgos de Molar (Monraval Sapiña 1992; Peña Ligero 2003),
estas piezas en yacimientos de la costa oriental de la y Cabecico del Tío Pío y El Oral, datados entre la 1ª
península se ha propuesto una datación que engloba mitad del siglo vi a.n.e. y principios del siglo v a.n.e.
los siglos vii y vi (Vives-Ferrándiz 2005: 1353). (Abad y Sala 1993). Su dispersión es muy amplia
En otro orden de cosas, también se ha apuntado por toda el área andaluza, donde los ejemplares más
la posible existencia de un taller ibicenco en torno al alejados se encuentran en Portugal en los niveles an-
último cuarto del siglo vii a.n.e. En este sentido, los tiguos de la Catedral de Lisboa (Arruda 199-2000:
estudios realizados sobre las pastas de las piezas de 125, fig. 81), y dentro del conjunto de cerámicas gri-
la necrópolis del Puig des Molins han aportado una ses de Santa Olaia (op. cit.: 232, fig. 163).
gran homogeneidad en el material, salvo en unos En nuestra pieza, la pasta bien depurada con des-
pocos casos donde se ha sustituido el feldespato grasantes en esquisto propios de la costa malagueña
como desgrasante por la caolinita. Según los inves- y granadina, apunta a una importación de estos so-
tigadores de este yacimiento, se han expuesto dos portes desde estos lugares, ya que además difieren
explicaciones para este conjunto, por una parte, esta notablemente de los soportes cerámicos propios de
homogeneidad de las piezas estaría relacionada con los ambientes tartésicos del área occidental andalu-
la existencia de un taller local que podría fecharse en za, donde predominan las formas en carrete (Gasull
torno al 600 a.n.e. o por otra parte, lo que ha ocurri- 1982). La funcionalidad de este elemento está direc-
do se podría explicar gracias a un cambio notable en tamente relacionada, al menos en este caso, a la fun-
dad por un friso de liliáceas, frecuente como motivo relativa abundancia de estos objetos en el Delta del
decorativo desde el Imperio Nuevo (Fig. 124). Nilo, y más concretamente en lugares como Men-
des, entre otros, que poseían un nilómetro y que ren-
dían culto a Hapy, el dios de la Inundación (Meeks
2001: 506). Probablemente, pues, estas cantimploras
debían de contener agua del comienzo de la crecida
del Nilo, a la cual se atribuían toda clase de virtudes
y beneficios.
La tipología de estos vasos lenticulares remon-
ta al Imperio Nuevo, a la época de Amenhotep II
(c. 1438-1412) (Lagarce y Leclant 1976: 242). De
todos modos, es durante el Período Saíta cuando ex-
perimentan una serie de cambios técnicos y decora-
tivos (Lagarce y Leclant 1976: 243), que coinciden
con la difusión fuera de Egipto. La cronología de las
cantimploras como la procedente de la Vila Joiosa,
así como de otras que presentan ligeras variantes, se
sitúa entre los siglos vii y vi a.n.e. Algunos, pocos,
de estos vasos ostentan cartuchos del faraón Amasis
(570-526 a.n.e.), considerándose que corresponden
al último momento de su producción (von Bissing
Fig. 123. Cartela «B» . 1902: 51, nº 3767, del Museo del Cairo = Maspero
Foto Museu Arqueològic 1883: 123, nº 2962; Reflets du divin 2002: 72, nº 60,
de Catalunya (Barcelona) de una colección privada en Suiza) (García y Padró
2002-2003: 362)
La significación de la fayenza y del vidriado tur-
quesa azul-verde que la cubre merece también un
comentario. Este material era considerado equiva-
lente a la turquesa, y por consiguiente era utilizado
preferentemente en todo tipo de objetos relaciona-
dos con Hathor. Hathor era la diosa del amor y del
placer, y la fayenza vidriada evocaba sensualmente
el cuerpo femenino (Derchain 1975: 55-74). Y ade-
más, la fayenza turquesa simbolizaba las olas de la
Inundación, portadora de la vida y de la alegría (La-
garce y Leclant 1976: 242).
Las cantimploras de Año Nuevo tuvieron una
amplia difusión durante el Período Saíta en Egipto;
Fig. 124. Friso decorativo
las hay en número más o menos importante en di-
de liliáceas. Foto
Museu Arqueològic de versos museos como la expuesta en el Museo Egip-
Catalunya (Barcelona) cio de Turín, publicada por d’Amicone (1988: 104,
Fig. 132). También puede verse una abundante lista
de yacimientos, museos y bibliografía en Lagarce
y Leclant (1976: 282-283, nota 354), entre los que
Actualmente ningún autor duda ya de cuál era destaca, naturalmente, el Museo Egipcio de El Cairo
el contenido originario de este tipo de cantimploras: (von Bissing 1902: 42-46, notas. 3738-3749; 50-51,
agua. Las viejas teorías que hablaban de ungüentos nº 3766; 54, nº 3775), todos de época saíta. Entre
o perfumes han sido desechadas. A favor del agua se los yacimientos egipcios que han proporcionado
esgrime la asociación del objeto en sí, una cantim- cantimploras de Año Nuevo pueden citarse Menfis
plora, con un acontecimiento, la llegada de la Inun- (von Bissing 1902: 42-46, nos. 3739, 3744, 3748;
dación que tenía lugar precisamente en el comienzo 50-51, nº 3766), Tell el-Yahudiya (Petrie 1906: 19,
del Año Nuevo en Egipto, en torno al día 20 de julio lám. XXI) y Náucratis, donde además, existen prue-
de nuestro calendario; a ello aún hay que añadir la bas de su fabricación (Petrie 1886: 37-38).
El vidriado solía ser de color azul, verde o azul de estos recipientes. Dentro del ajuar de la Tumba 5
verdoso, aunque en ocasiones se encuentran objetos apareció un vaso de labio plano, borde recto ligera-
blancos, violetas o amarillos. Químicamente es una mente exvasado y cuerpo cilíndrico, con base plana y
combinación de sílice, un alcalí (de carbonato sódi- pie indicado. La pasta es de color negrusca, friable y
co o carbonato potásico) y cal (óxido de calcio). Son presenta desgrasantes heterogéneos de tamaño medio
los mismos componentes que los que se utilizaban y grueso. Su acabado es fino y algo bruñido al exte-
en los vidrios antiguos, pero con una proporción me- rior, que es de aspecto gris (Fig. 23.6). En la Tumba
nor de cal y mayor de sílice. El color dependía de la 23 se documentó un vaso fabricado a mano, con borde
cantidad de cobre y del uso de ceniza de vegetales. exvasado y cuerpo troncocónico invertido, y base pla-
Después de aplicar el material vítreo y antes de la na con pie indicado. Pasta de color negrusca, friable
cocción final se añadía la decoración, que suele con- con desgrasantes heterogéneos medios y gruesos, de
sistir en dibujos pintados en negro o líneas incisas y acabado alisado y aspecto gris al exterior (Fig. 96.1).
rellenadas con vidrio de colores (Bultè 1991). Tradicionalmente este tipo de cerámica fabrica-
Se empleó para realizar una gran variedad de do a mano y documentado en yacimientos fenicios
objetos, desde piezas muy pequeñas, como amule- del sur peninsular, o incluso en ocasiones formando
tos, cuentas, escarabeos o esmaltes para engastar en parte de repertorios junto a elementos fenicios, se ha
joyas, a estatuillas, baldosas o azulejos para arqui- atribuido a las producciones locales herederas de las
tectura de prestigio y otros objetos realizados casi producciones cerámicas del Bronce Final. En este
exclusivamente con esta materia, como los ushebtis, sentido, muchos autores se han manifestado abierta-
determinados tipo de copas y otros cuencos y vasi- mente a favor de considerarlas de origen autóctono
jas. De cualquier manera es extraño que sobrepasen (Aubet et alii 1979: 124; López Castro et alii 1987-
la veintena de cm. 88: 166), si bien en alguna ocasión se ha manifesta-
Se conocen bastantes restos de instrumentos pro- do cierta incertidumbre en su origen, o incluso se ha
cedentes de talleres de fayenza, aunque en ningún especulado con la posibilidad de que fueran fenicias
caso se puede considerar que representen el conjun- (Schubart 1986: 78), siendo los argumentos que se
to del utillaje necesario para la producción. En Egip- han esbozado a su favor, criterios de índole morfo-
to, la mayoría de estas piezas ha aparecido en las lógica y tecnológica. Sin embargo, no se citan para-
proximidades de palacios o entre las dependencias
lelos orientales o centro mediterráneos que puedan
de los templos, en Malqata, Tell el Amarna, Gurob,
apoyar, tales teorías, aun no encontrando tipologías
Qantir, Naucratis, Menfis, etc. (Fig. 126).
similares en el entorno inmediato de los yacimientos
donde se han documentado.
Tipológicamente, en los corpus tradicionales so-
bre cerámica fenicia (Bikai l978; 1987), no apare-
cen menciones a ningún tipo de cerámica realizada
a mano, a excepción de algunas series fabricadas a
mano de los denominados cooking pots, u ollas de
cocina que no tienen nada que ver morfológicamen-
te con nuestras piezas en cuestión, y que ya han sido
analizadas anteriormente
En la factoría de Toscanos, la aparición de estas
cerámicas se atribuyó en principio a contactos con las
comunidades indígenas del Bronce Final/Hierro An-
tiguo del interior de la costa malagueña (Niemeyer,
Schubart y Pellicer 1969: 128-140). La arcilla usada
para estas piezas del yacimiento de Toscanos, no es
Fig. 126. Detalle frontal. Foto Museu
Arqueològic de Catalunya (Barcelona)
uniforme, estando muy depurada. Los colores van
desde el pardo rojizo al blanco amarillo pasando por
el pardo amarillento, amarillo grisáceo, o los grises
parduzco, verduzcos o claro. Cronológicamente se
10.1.6. Cerámica a mano podrían situar hacia el siglo viii a.n.e, siendo una cerá-
mica similar a la de otros lugares de Andalucía como
En relación a los vasos fabricados a mano, en la Asta Regia, Cerro del Real, Carmona y El Carambo-
necrópolis de Les Casetes se han documentados dos lo, o la localidad portuguesa de Lapa de Fumo. Este
elemento autóctono está presente dentro de un asen- 15.12). Consiste en una pieza de forma esferoide ho-
tamiento fenicio, que en los primeros momentos de su rizontal con base ligeramente convexa y boca plana
existencia, importaba desde otros lugares una cerámi- con perforación central vertical. Pasta de color ocre
ca hecha a torno. Por tanto, necesariamente, tuvo que claro con desgrasantes de esquisto muy finos (<0,5
darse algún tipo de contacto entre los «indígenas» y mm), también calizos y plateados. Exterior bruñido.
los fenicios, quizás pudiéndose instalar aquéllos den- La otra fusayola se recuperó en el ajuar de la Tumba
tro de Toscanos, en algún tipo de «barrio» propio, de 19, y corresponde a una pieza bitroncocónica con
la misma manera que pudieron hacerlo los griegos, perforación central vertical. Tiene pasta de color
según las tesis de Niemeyer, en virtud de la cual se gris oscuro con desgrasantes plateados muy finos
identifica por tanto Toscanos con Mainake. Exterior bruñido (Fig. 81.8; Fig. 95).
En el yacimiento de La Fonteta, también se han Por regla general, la colocación de fusayolas en las
documentado piezas cerámicas fabricadas a mano. Su tumbas hacía pensar a los investigadores en la presen-
porcentaje es reducido, sin superar valores del 20%. cia de un individuo femenino en la tumba, al ser un
Se pueden establecer tres grupos: el primero de pro- elemento de fácil asociación a las labores domésticas
cedencia alóctona, del sur peninsular; otro con pastas realizadas por mujeres, ya que estos objetos eran uti-
ricas en calcita y el tercero, posiblemente local, idén- lizados para tejer. No obstante, el estudio antropoló-
tico a la producción manufacturada de los centros in- gico de los restos ha aportado la existencia de fusayo-
dígenas, que sus investigadores ponen en relación con las asociadas a restos de varones, aunque la mayoría
la fase I de Peña Negra (González Prats 1999: 118). de estas piezas se identifican con individuos del sexo
También se ha documentado en el Cabezo de San femenino. Como ejemplo sirva que, de las 21 fusayo-
Pedro (Huelva), con piezas decoradas, que presen- las recuperadas en la necrópolis de Cabezo Lucero,
tan en ocasiones signos de identificación dudosa que solo en una ocasión se tiene una relación clara con los
algunos autores describen como tartésicos y otros restos de una mujer (Aranegui et alii 1993).
como pertenecientes al signario fenicio. Esas piezas
han sido datadas en el siglo viii a.n.e.
En ocasiones, también se ha apuntado que pudiera
10.2. Las Armas
tratarse de un producto indígena de Andalucía o Le-
vante (Gómez Bellard 1990: 144). En este sentido hay
que resaltar la presencia de estos vasos en la zona ca- Una de las circunstancias que destaca entre los
talana en contextos cronológicos similares, como los materiales de esta necrópolis, es la presencia de
documentados en la necrópolis de Mas de Mussols en panoplias militares, algo que en otras necrópolis
Tarragona (Maluquer de Motes 1984: 37, Fig. 10). peninsulares que han ofrecido piezas de filiación
En estudios recientes, que se han centrado en es- fenicio-púnica no es muy abundante, aunque sí, en
tas producciones a mano encontradas en yacimientos necrópolis localizadas en el Mediterráneo central.
fenicios, se ha considerado la pertenencia de estos Sin duda, la presencia de armamento en compañía de
tipos a la tradición de cerámicas del Bronce Final, cerámicas fenicias ahonda en la problemática sobre
y que se mantienen en el ámbito indígena durante la la cronología y/o el origen de los tipos. Las armas
i Edad del Hierro, siendo además, el testimonio de la
documentadas en esta necrópolis, depositadas como
presencia de grupos pertenecientes, en un principio, elementos de ajuar, han sido siete puntas de lanza,
a la formación social indígena cohabitando con los dos regatones, un soliferreum, dos pila y un cuchillo
colonos en los asentamientos fenicios (Martín Ruiz o navaja de hierro, que tal vez no pueda considerarse
2000: 1626). Es de destacar, en este sentido, que este como arma, pero que hemos incluido en este aparta-
tipo de producciones son las propias de unos pro- do, ya que prácticamente todas las piezas de hierro
cesos relacionados con el nivel doméstico, sin que de este yacimiento son armas.
tenga que estar relacionado con los procesos de pro-
ducción fenicios, aunque la mano de obra residente Tabla 2. Armamento y piezas de hierro
haya participado directamente de estos procesos, por
Tumba
armas como parte de su ajuar, y de éstas, 140 tumbas Con una cronología similar, hacia inicios del siglo
tienen al menos una punta de lanza, donde la mayo- vii a.n.e., tenemos la Tumba 16 de La Joya, donde se
ría es de las consideradas largas, existiendo también localizó una punta de lanza de sección rómbica de
algunas cortas y muy cortas, que podrían identifi- 52,5 cm. de largo a la que acompañaba un regatón
carse con jabalinas, en lugar del arma penetrante ro- de casi 40 cm. (Garrido y Orta 1978: 50 ss., Fig. 27).
busta y sólida que deben ser las anteriores. En esta Otros ejemplos de puntas de lanza de este tamaño y
necrópolis, donde sus momentos iniciales se fechan cronología, los encontramos en la necrópolis de la
hacia finales del siglo vi y todo el siglo v a.n.e., sus Cruz del Negro (Monteagudo 1953: 360, Fig. 10), y
puntas de lanza presentan longitudes a menudo su- en el túmulo de la Cañada de Ruiz Sánchez (Bonsor
periores a los 50 ó 60 cm. y marcado nervio central, 1899: 56-57, Fig. 57).
así como regatones y cuchillos de dorso curvo. En Es por tanto que, en los conjuntos de la mitad sur
La Mercadera (Lorrio 1990), una de las necrópolis peninsular desde la desembocadura del Tajo, hasta
más importantes de la Celtiberia, un conjunto de al menos, la desembocadura del Segura, durante el
tumbas de la fase más antigua proporcionó, entre Período Orientalizante, es habitual encontrarnos con
otros elementos donde destacan las fíbulas de doble sepulturas caracterizadas por la total ausencia de es-
resorte, puntas de lanza, regatones, y un cuchillito padas o puñales y por tener en cambio, largas pun-
de filo curvo de hierro, elemento este presente en la tas de lanza acompañadas de regatones y cuchillos
mayoría de las tumbas. Si bien estas puntas de lanza curvos. Como ocurre en las necrópolis de la I Edad
de La Mercadera son de menor longitud. del Hierro del sur de Portugal (Correia 1993: 355):
En las necrópolis del Alto Duero se han docu- Mealha Nova (Ourique), Heredade do Pêgo (Ouri-
mentado también estas largas puntas de lanza, de- que), Fonte Santa (Ourique), Chada (Ourique), Par-
nominadas como «tipo Alcácer», por su semejanza dieiro (Odemira) y Mouriços (Almodôvar) (Beirao
con las recuperadas en la necrópolis del Senhor dos 1986: 71 y ss; 87 y ss, Figs. 23-28). A ellas hay que
Martires cercana al yacimiento del Castillo de Al- añadir las tumbas de la fase inicial de la necrópo-
caçer do Sal, donde aparecen en los ajuares junto lis de Senhor dos Martires en Alcácer do Sal donde
a otros tipos de longitud menor y sus respectivos se han registrado dos ejemplares de más de 50 cm
regatones (Arruda 1999-2000: 83, Fig. 44). Así lo junto con sus regatones en una tumba fechada con
confirmaría la tumba Q de Quintanas de Gormaz, seguridad gracias a la presencia de un escarabeo en
donde uno de estos ejemplares, de aproximadamen- el siglo vi a.n.e. (Schüle 1969: lám. 95,6-7; Paixao
te 42 cm. de longitud, se asocia a otras dos puntas 1983: 277 y ss; Arruda 1999-2000: 83, Fig. 44).
de lanza más pequeñas, en uno de los pocos enterra- En el área extremeña, en la necrópolis orienta-
mientos carentes de espada o puñal de esta zona de lizante de Medellín, se localizó en un bustum una
la península. punta de lanza de gran longitud con un fuerte nervio
Según A. Lorrio (1997: 155), la panoplia carac- de sección cuadrangular asociada a un regatón y un
terística de esta fase antigua de la Meseta, formada cuchillo de dorso curvo, junto a un conjunto forma-
por largas puntas de lanza acompañadas de sus re- do por un broche de cinturón de escotaduras late-
gatones y de cuchillos de dorso curvo, puede verse rales y un garfio tipo «acebuchal», que llevan a sus
como un influjo de la panoplia documentada en am- investigadores a datarla entre los inicios del siglo vi
bientes orientalizantes del sur de la Península Ibéri- y el v a.n.e. (Lorrio 1988-89: 311; Almagro Gorbea
ca a partir de los siglos vii-vi a.n.e. como ocurre en 1991: 236). También se han localizado este tipo de
el túmulo de El Palmarón en la necrópolis de Nie- lanzas largas en el Santuario de Cancho Roano, de-
bla (Pingel 1975: 126s., Fig. 10), donde dos puntas nominadas como «tipo Alcaçer», donde de un total
de lanza de sección rómbica y más de 50 cm. de de 14 piezas identificadas, la mayoría corresponde a
longitud aparecieron junto a una espada de hierro este tipo antiguo (Kurtz 2003: 298-299)
inspirada en modelos del Bronce Final, encuadra- La Tumba 10 de Les Casetes ha proporcionado
ble cronológicamente en el siglo vii o quizá en el vi dos ejemplares de punta de lanza de la variable IB,
a.n.e. gracias a la presencia en el mismo conjunto una con nervio de sección redondeada IB.1 y otra
de un jarro fenicio de bronce (Pingel 1975: 134). con nervio de sección cuadrangular alto IB.2 (Fig.
En una tumba de Cástulo, con fechas también del 128) La variable IB no difiere, según Quesada, en
siglo vii a.n.e., las puntas de lanza que aparecieron mucho con la variable IA, si bien en esta ocasión,
en este enterramiento ofrecen el característico ner- las lanzas son algo más cortas, con un índice 1 entre
vio central, aunque son de menor tamaño que los 5 y 10, y un índice 2 con un valor medio de 2,1. En
ejemplares de Niebla (Blanco 1963: Figs. 7,8-9 y 8). cuanto a la cronología de esta variante, es similar
costa levantina peninsular, ofrece unja serie de ras- fijo. Este conjunto de punta de lanza, mástil y re-
gos muy similares a Les Casetes; se trata de la ne- gatón conseguía armas de una longitud superior a
crópolis de Bitia, en el sur de Cerdeña, donde en fo- los 170 centímetros (Quesada 1997: 343), y aunque
sas de cremación primarias y secundarias, así como era la punta la que se usaba como arma penetrante
también en cistas similares a la Tumba 16 de Les en la contienda, también se ha apuntado la posible
Casetes, se depositan puntas de lanza, algo que no utilización del regatón para rematar a los enemigos
es muy habitual en tumbas con materiales fenicios caídos.
del Mediterráneo occidental. Esto se puede consta-
tar en las Tumbas 9, 24 y 99 (Bartoloni 1996: Figs.
6, 7, 10). 10.2.3. Soliferreum
195 centímetros (Maluquer de Motes 1987: 51, Fig. Peña ligero 2003: 83, fig. 23). También tenemos no-
19) y en Mas de Mussols (Maluquer de Motes 1984: ticias de la existencia de soliferrea en la necrópolis
70-72, Fig. 24-26), y en la necrópolis de La Oriola del Poble Nou en La Vila Joiosa, armas asociadas,
(Esteve 1974) en Tarragona. según sus excavadores, a las fases más recientes de
En el área de la Meseta, con una cronología que la necrópolis (Espinosa, Ruiz y Marcos 2005: 186)
va desde mediados del siglo vi y sobre todo del si-
glo v a.n.e., la necrópolis de Aguilar de Anguita ha
proporcionado unos diez ejemplares localizados 10.2.4. Pila
en las tumbas más ricas de este cementerio, con
longitudes en torno a los 180 centímetros (Lorrio Prácticamente soldado al soliferreum, apareció
1997: 160, Fig. 63-64). También en Carratiermes, con un pilum (Fig. 88.2) de 48,3 cm de longitud, sección
una pieza en la Tumba 407 (Argente, Díaz y Bescós circular y cubo de enmangue, del tipo III de Quesa-
2000: 69), Alpanseque (Lorrio 1997: 160, Fig. 66.13), da. Asimismo, en la Tumba 21 se ha documentado
y en la necrópolis de la Olmeda, si bien estos tipos un pilum similar al anterior que también se puede
clasificar dentro del tipo III de Quesada (Fig. 51.1
meseteños difieren de la pieza de Les Casetes en que
y 52.3). Este tipo de arma arrojadiza, aunque con
ésta tiene la punta dotada de aletas, algo raro en las
hoja férrea de longitud considerada, difiere del so-
piezas de la meseta, y que, sin embargo, es habitual
liferreum por tener cubo de enmangue donde colo-
en los soliferrea documentados en el área andaluza.
car un mástil de madera. Su finalidad es similar, y
La necrópolis portuguesa del Sehnor dos Márti-
disponemos de piezas desde cronologías antiguas,
res en Alcácer do Sal ha proporcionado un buen nú-
en torno al siglo vii a.n.e. hasta época histórica,
mero de soliferrea (Arruda 2000-2001), con puntas
siendo un arma típica de las legiones romanas. En
provistas de aletas, que se pueden datar a lo largo del
ocasiones, estas piezas han tenido dificultades para
siglo vi a.n.e.
diferenciarse de los soliferrea, y en excavaciones
En el santuario de Cancho Roano se localizaron
antiguas, sobre todo de la meseta, no queda muy
dos soliferrea, uno de ellos en el patio, y un frag-
claro a qué tipo de arma se refieren las noticias de
mento en la habitación N6, ambas con la punta del exacciones antiguas. No obstante, se han documen-
tipo 2ª de Quesada (Kurtz 2003: 300-301). Estas tado en áreas de la celtiberia, en necrópolis como
piezas, aunque incompletas, parece ser que son de Alpanseque, donde en la Tumba 27, se localizó una
corta longitud, en torno a los 160 cm, lo que las hace pieza de 76 centímetros (Lorrio 1997: 164), La Re-
semejantes a la pieza de Les Casetes. quijada de Gormaz donde es una de las armas más
En necrópolis del área del sureste y levante pe- representada (op. cit.: 176), o en la necrópolis de
ninsular, son especialmente abundantes los solife- Osma (op. cit.: Fig. 76. D).
rrea de la necrópolis de Cabezo Lucero en Guar- En cuanto al sur de la Península Ibérica, y den-
damar del Segura, datados a finales del siglo vi y tro del periodo denominado orientalizante, destacan
en la primera mitad del siglo v a.n.e. (Aranegui los ejemplares localizados en el santuario de Cancho
1993: 173). Piezas en contextos de similar cronolo- Roano, en Zalamea de la Serena, provincia de Ba-
gía las tenemos en la necrópolis del Estacar de Ro- dajoz, donde en el vano entre el departamento H-2
barinas en Cástulo (García Gelabert 1988: 139-140). y el H-1 apareció una panoplia completa de guerre-
En la necrópolis de Galera (Cabré y Motos 1920: ro, formada por un puñal con su vaina, un cuchillo,
30, 43). En los Castellones del Ceal (Chapa et alii dos puntas de lanza con sus regatones, un pilum y
1998). En la necrópolis de la Hoya de Santa Ana en elementos de un escudo. Su proximidad al acceso
Chinchilla, Albacete (Blánquez 1986-97: 276, 288- principal permitiría suponer que se tratase del arma-
289). Algo más al sur, son prácticamente presentes mento de la guardia del edificio, pero parece más
en las necrópolis ibéricas a partir de finales del siglo lógico que estas armas constituyeran la panoplia del
v, durante el siglo iv y el iii a.n.e., donde destacan señor del mismo, depositadas en lugar visible a la
las piezas del Cabecico del Tesoro, El Gigarralejo o entrada como elemento simbólico y de representa-
Los Nietos en Murcia. Es de destacar la presencia de ción del estatus guerrero de su propietario. También
diecisiete piezas en la necrópolis de Villaricos, sin en el banco corrido situado al Norte de dicho patio
disponer de datos cronológicos (Astruc 1951). se recogieron varios molinos de mano y, en el lado
En la necrópolis de El Molar, tenemos noticias de Sur, apareció otra concentración de objetos: 3 asa-
un fragmento de hierro curvado de sección circular, dores, 1 pilum, 2 lanzas, 1 cuchillo.
que se ha interpretado como un soliferreum (Senent Con respecto a la costa mediterránea de la Pe-
1930: 12, lám. X.3: Quesada 1997: 867, nº 1348; nínsula, estas piezas se han documentado en yaci-
mientos con contextos similares al de Les Casetes ha hecho que apenas se les haya prestado atención
en la necrópolis de Mas de Mussols en Tarragona en los estudios sobre las ajuares de las necrópolis
(Maluquer de Motes: 1984: 70-72, Figs. 24-26), peninsulares. Estos cuchillos se caracterizan por
y en la de Mianes (Maluquer de Motes 1987: 57). tener un solo filo cortante, prolongado en una len-
En la cercana necrópolis del Poble Nou se tiene güeta sobre la que irían remachadas las cachas, que
noticias de la existencia de pila asociadas a las serían de materia orgánica en la mayoría de los ca-
tumbas más antiguas, en torno a finales del siglo sos, estando a veces decoradas, aunque la mayoría
vi hasta el siglo iv a.n.e. (Espinosa, Ruiz y Marcos de las piezas de las que se conocen ejemplares son
2005: 186). de mango metálico al igual que la de Les Casetes.
Destacan los cuchillos recuperados en la necrópolis
de Aguilar de Anguita, que en su mayoría respon-
10.2.5. Cuchillos
den al modelo afalcatado, caracterizado por poseer
un dorso acodado más o menos marcado y un filo
Aunque en muchas ocasiones estos elementos curvo. También se conoce un ejemplar, como el de
no se han considerado como armas, se han incluido
La Mercadera-1, de mango metálico con termina-
en este apartado por su semejanza a las demás pie-
ción curvada hacia dentro. Presentan dimensiones
zas, y al estar fabricados en hierro, al igual que las
variables que en esta necrópolis oscilaban entre los
demás. Sobre la navaja o cuchillo recuperado en la
9 y los 18 cm. En alguna ocasión, su gran tamaño
Tumba 6 (Fig. 127). Este tipo de elemento refuer-
permite que puedan ser considerados como armas;
za la hipótesis de las conexiones atlánticas, donde
tal es el caso de dos grandes cuchillos afalcatados
este tipo de objetos es relativamente abundante,
de 39 y 33,5 cm. de longitud, respectivamente, aun
aunque habría que apuntar la numerosa presencia
cuando este último no se haya conservado comple-
de estos cuchillos como elementos de ajuar en las
to (Lorrio 1997: 164). Es habitual, por otra parte,
tumbas tartésicas, si bien posiblemente, también
la presencia de estos cuchillos de hoja curva de un
tienen su origen en las rutas comerciales atlánticas.
En la necrópolis de Carratiermes, en el ajuar de sus solo filo en las necrópolis orientalizantes del me-
sepulturas se identifican objetos de bronce, sobre diodía peninsular, formando parte del ajuar de las
tumbas y asociados a puntas de lanza y regatones
como hemos visto en el apartado correspondien-
te a las puntas de lanza; así como la presencia de
tumbas de cremación en la necrópolis de Medellín
donde sus únicas «armas» son estos cuchillos afal-
catados.
Son especialmente abundantes en Cancho Roa-
no, con valores del 14 % del total de piezas de hierro
recuperadas, lo que ha permitido a sus investigado-
res establecer seis grupos diferentes por su morfolo-
gía, además de diferentes subgrupos dentro de cada
grupo. Del total de cuchillos recuperados en este
Fig. 127. Cuchillo de la Tumba 6 yacimiento, el 66 % corresponde al tipo afalcatado
(Kurtz 2003: 317-322).
Es frecuente también la aparición de cuchi-
llos afalcatados en las tumbas más antiguas de la
todo brazaletes, fíbulas y broches de cinturón, sien- costa mediterránea peninsular, tal como ocurre
do habitual también su relación con cuchillos de en las incineraciones T1, T33 y T43 de la necró-
dorso curvo, de hierro, y con collares de cuentas de polis de Mianes en Tarragona (Maluquer de Motes
pasta vítrea. También en la necrópolis de La Mer- 1987: 52, Fig. 20), con la pieza de similares ca-
cadera, donde estos objetos, en ocasiones aparecen racterísticas documentada en la necrópolis de Mas
como único objeto de ajuar en las sepulturas (Lo- de Mussols (Maluquer de Motes 1984: 21, Fig. 4).
rrio 1997: 164). Los cuchillos son piezas relativa- También en las tumbas de la fase más antigua de la
mente abundantes en las necrópolis de la Meseta necrópolis del Poble Nou en La Vila Joiosa; piezas
durante la Edad del Hierro. La escasa variabilidad que dejan de aparecer en la fase más reciente de
tipológica a lo largo de este período, careciendo esta necrópolis a partir del siglo ii a.n.e. (Espinosa,
por tanto de valor como indicador cronológico, Ruiz y Marcos 2005: 186).
10.3. Objetos de bronce de el Carambolo (Carriazo 1973: 302, Fig. 219), una
de ellas asociadas a cerámicas de barniz rojo que,
10.3.1. Fíbulas según el investigador de este yacimiento, no sobre-
pasa los inicios del siglo vi a.n.e. (Ruiz Mata 1986:
Los elementos de ajuar fabricados en bronce que 551). De la necrópolis de la Cruz del Negro, tene-
se han recuperado en las tumbas corresponden en mos un ejemplar sin contexto estratigráfico (Bonsor
muchos casos a objetos de uso personal que forma- 1899: 82, Fig. 99), y otro de la Tumba 35 (Maier
ban parte de la vestimenta del difunto antes de pro- 1992: 105-106), datada hacia el siglo vi a.n.e. Otras
ducirse la cremación. Esto ha supuesto que gran par- fíbulas de cronología antigua son las documentadas
te de las piezas haya sufrido alteraciones térmicas en los Castellones del Ceal (Chapa et alii 1998: 72,
que junto con los procesos de oxidación han ocasio- 82, 84, Figs. 29, 33, 34). Medellín (Almagro Gorbea
nado daños significativos en las mismas. Además, es 1977: Figs. 129, 134), y muy similar en diámetro
muy posible que se recogieran, tal vez parcialmente, forma y decoración es la documentada en la necró-
junto con los restos de la cremación, por lo que es polis de Mianes en Tarragona (Maluquer de Motes
muy posible que muchos elementos se hayan per- 1987: 41, Fig. 14). También las encontramos en los
dido y los que se han recuperado lo han sido muy yacimientos de la costa portuguesa, donde se han
fragmentados. No obstante, estos elementos, aunque documentado en contextos orientalizantes de la ne-
significativos a la hora de conocer la vestimenta y crópolis del Sehor dos Mártires (Arruda 1999-2000:
costumbres de los individuos, no pueden ser con- 78, Fig. 42), y en el yacimiento de Moinhos de Ata-
siderados como elementos de ajuar de las crema- laya (op. cit.: 132, Fig. 86). Estos datos hacen pensar
ciones, aunque en ocasiones aparezcan junto a los a los investigadores en atribuir el origen de este tipo
restos óseos del difunto. a finales del siglo vii a.n.e. con un gran aumento de
Durante el proceso de excavación se recogían nu- su difusión en el siglo vi a.n.e. y convertirse en las
merosos fragmentos de bronce de pequeño tamaño, fíbulas predominantes en el siglo v a.n.e.
que, tras su posterior limpieza e identificación, se Su dispersión es amplia, llegando hasta Ampu-
ha podido observar que podían corresponden a frag- rias durante el siglo vi a.n.e. y a la Meseta hacia
mentos de fíbula, por lo que se han enumerado en el siglo v a.n.e. Cerca del área levantina, y citan-
estos casos como elementos de ajuar, aunque no po- do únicamente los casos más antiguos, se conocen
damos precisar por el momento de qué tipo estamos ejemplares en la necrópolis de Los Villares en Hoya
hablando ni tampoco si estas piezas corresponden Gonzalo, Albacete (Blánquez 1990: 186, 192, 200,
a una sola fíbula o a varias; no obstante, pensamos 205 y 209) Hoya de Santa Ana (op. cit.: 293), Cami-
que en la mayoría de estos casos son piezas que for- no de la Cruz, Pozo Moro Bancal del Estanco Viejo
marían parte de la vestimenta del difunto en el mo- y el Tolmo de Minateda (Sanz, López y Soria 1992);
mento de la cremación, algo que no ocurre con los por otra parte sus derivaciones formales continuaron
broches de cinturón, botones de bronce e incluso la hasta época romana. En la necrópolis de El Molar,
fíbula de la Tumba 20 ya que estas piezas estaban todas las fíbulas recuperadas pertenecen al tipo de
colocadas ordenadamente entre el ajuar de sus tum- fíbula anular hispánica (Peña Ligero: 88, Fig. 24), en
bas. Sólo en una ocasión se ha recuperado una de su mayoría en pésimo estado de conservación, pero
estas piezas que ha podido recomponerse. Se trata que algunas de ellas podemos clasificar dentro de
de una fíbula anular recuperada en la Tumba 20, con los tipos 4b de Cuadrado (1957), datables entre la
casi 10 cm de diámetro y 32 gr de peso con el puen- primera mitad del siglo v y mediados del siglo iv
te decorado con líneas incisas paralelas. Esta pieza a.n.e.
debe corresponder al tipo conocido como de Puente
de Cinta (Torres Ortiz 2002: 203, Fig. VIII.32). La Tabla 3. Objetos de bronce.
primera sistematización de estas piezas fue la reali-
zada por E. Cuadrado (1957), donde definió 14 ti-
Tumba
pos. La pieza de Les Casetes se incluiría dentro del Signatura Tipo Subtipo Forma
tipo 10 de Cuadrado, por poseer puente de cinta, es
decir, con su sección más ancha que alta.
Las piezas más antiguas localizadas en la Penín- 1 Cas’00 5-1 Campanita Troncocónica
sula datan en torno al siglo vii a.n.e. con ejempla- 3 Cas’00 11-12 Fíbula Fragmento
res en el Castillo de Doña Blanca (Ruiz Delgado
5 Cas’00 14-12 Colgante Aro
1989: 205), dos piezas en el nivel 2 del poblado bajo
Tumba
Tumba
Signatura Tipo Subtipo Forma Signatura Tipo Subtipo Forma
B3B3 Cuenta
Broche de 21 Cas’00 39-1 Colgante Troncocónica
6 Cas’00 15-2 Celtibérico Lorrio Collar
Cinturón
1997
6 Cas’00 15-3 Remache 23 Cas’00 41-3 Fíbula Fragmento
10
20 Cas’00 38-10 Fíbula Anular Cuadrado
1957
Fig. 132. Botón de bronce de la Tumba 20
Otra pieza de similares características la encontra- ción, de carácter geométrico con líneas en resalte o
mos en la necrópolis de El Navazo en la provincia incisas, puntos grabados, círculos concéntricos tro-
de Cuenca, pieza hallada fuera de contexto, pero que quelados o remaches ornamentales, aunque también
su excavador incluye dentro de la cronología general pueda faltar por completo (Lorrio 1997: 215).
del yacimiento, desde la 1ª mitad del siglo vi hasta De esta forma, el broche de cinturón de la Tumba
finales del v a.n.e. (Galván Saulmier 1976: 188). 6 (Fig. 133) puede clasificarse como del tipo B3B3.
Grupo B antes expuesto, «3» al tener dos escota-
duras cerradas; «B» por tener decoración grabada,
10.3.3. Broches de cinturón
«3», que indica el número de garfios del broche. Por
otra parte, el broche de la Tumba 20 (Fig. 134), pue-
10.3.3.1. Broches de cinturón celtibéricos
de clasificarse dentro del tipo B2C3, donde el índice
La variedad tipológica de estas piezas ha llevado «2» indica la presencia de dos escotaduras abiertas
a muchos investigadores a realizar desde mediados pero con tendencia a cerrarse; el índice «C» indica
del siglo xx tipologías para su clasificación, entre las la decoración grabada, y por último, el índice «3»
que destacaríamos la de Cerdeño (1978), y la de A. indica el número de garfios de la pieza (Fig. 135).
Lorrio (1997), utilizando esta última para la clasifi-
cación formal de las piezas de Les Casetes. Todas
estas clasificaciones tipológicas diferenciaban cua-
tro grandes grupos (Lorrio 1997: 217 y ss, Figs. 89-
91) denominados de la «A» a la «D», donde la forma
de la placa de bronce, la presencia y el número de
escotaduras, el tipo de decoración, y el número de
garfios, han servido para determinar su clasificación.
Este tipo de cinturón fue denominado como céltico
en sus primeros ensayos de sistematización (Cerdeño
1978); más tarde, esta denominación ha sido matiza-
da por otros autores, teniendo en cuenta el territorio
de aplicación, y proponiendo su clasificación como
celtibérico (Almagro Gorbea y Lorrio, 1987).
Los tres broches de cinturón celtibéricos que se
han documentado en Les Casetes, son dos piezas ac- Fig. 133. Broche de cinturón de la Tumba 6
tivas y una pasiva. Las dos piezas activas se pueden
encuadrar dentro del Grupo «B» definido por A. Lo-
rrio, mientras que la pieza pasiva no tiene grupo ti-
pológico en esta clasificación, aunque sí es similar al
tipo «Bc» establecido para la necrópolis celtibérica
de Carratiermes donde se distinguen dos variedades
de esta forma (Argente, Díaz y Bescós 2000: 101). El
grupo «B» de las piezas activas se define como bro-
ches de placa triangular o trapezoidal, de talón recto,
con tres perforaciones para su sujeción en el cinturón
por medio de remaches, con escotaduras abiertas o
cerradas y número variable de garfios. Los diferentes
tipos y variantes se han establecido a partir de una
serie de características formales y decorativas. Así,
se ha tenido en cuenta la presencia de escotaduras
laterales, abiertas –en número de dos, valorando la
tendencia de éstas a cerrarse– o cerradas –en número
de dos o cuatro-, el número de garfios –de 1 a 3 en las
de dos escotaduras abiertas, 1 ó 3 en los ejemplares
de dos escotaduras cerradas, y 2 o, con más frecuen-
cia, 4 ó 6 en los de cuatro escotaduras cerradas, los
llamados broches dobles o geminados–, y la decora- Fig. 134. Broche de cinturón de la Tumba 20
Fig. 137. Distribución de broches de cinturón de bronce en la Península Ibérica. Distribución de broches de cinturón en
la Península Ibérica. 1: Necrópolis de la celtiberia. 2: Depósito de Sanchorreja (Ávila). 3: Castro Taravade. 4: Medellín
(Badajoz). 5: La Joya (Huelva). 6: Acebuchal. 7: Córdoba. 8: Peña Negra. 9: La Fonteta. 10: Sierra del Risco (Cáceres): 11:
Medellín. 12: Les Casetes. 13: Sanchorreja. 14: Alcaçer do Sal. 15: Azougada. 16: Aljucén. 17: Medellín. 18: Gargáligas.
19: La Joya. 20: El Palmarón (Niebla). 21: Ostur. 22: El Carambolo. 23: Cerro Redondo. 24: Setefilla. 25: Cerro de Can-
tarranas. 26: Las Cumbres. 27: El Ahorín. 28: Acinipo. 29: Los Canterores. 30: El Castellón. 31: Cerro Boyero. 32: Cerro
de la Mora. 33: Frigiliana. 34: Marmolejo. 35: Mármol. 36: Mengíbar. 37: Cerrillo Blanco. 38: Morrón. 39: Peñón de la
Reina (Alboloduy). 40: Úbeda la Vieja. 41: Cástulo. 42: Los Saladares. 43: Peña Negra. 44: Les Casetes
la Tumba II de la necrópolis de Los Patos en Cástulo, Los Patos en Cástulo (Blázquez 1975: 61, Fig. 19;
que Blázquez (1975: 61, Fig. 19) fecha hacia finales Cedeño 1981: 48, Fig. 5.2). Corresponde a una pieza
del siglo v a.n.e. No obstante, Cerdeño ya apunta la pasiva formada por una placa rectangular con cua-
dificultad de extender estas piezas en el siglo v, ya tro orificios de recepción y dos ganchos en la parte
que para esta investigadora, su relación con el perio- posterior para unir al cuerpo. A esta placa va unida
do orientalizante es muy clara, manteniéndose en la una larga chapa de ampliación con siete filas de cua-
actualidad su propuesta y otorgándoles una cronolo- tro y cinco pequeños triángulos perforados y con los
gía de va desde finales del siglo vii manteniéndose bordes festoneados. Junto a esta pieza otras simila-
durante todo el siglo vi que será el de su apogeo. res las encontramos en la Cruz del Negro (Bonsor
El conjunto de piezas más similar a los broches 1899: 78-80), con una pieza pasiva también decora-
tartésicos de Les Casetes es en primer lugar el ejem- da con triángulos perforados y bordes festoneados;
plar recuperado en la Tumba II de la necrópolis de dos piezas de la necrópolis de El Acebuchal.
Fig. 139. Distribución de thymiateria de bronce orientalizantes en la Península Ibérica. 1: Puig des Molins (Ibiza). 2: Les
Casetes (La Vila Joiosa). 3: Estacar de Robarinas (Cástulo, Jaén). 4: Túmulo de El Higuerón (Cástulo, Jaén). 5: Los Villa-
res de Andújar (Jaén). 6: Cerro del Peñón (Málaga). 7: Puente Genil (Córdoba). 8: Alhonoz (Herrera, Sevilla). 9: Lebrija
(Sevilla). 10: El Carambolo (Sevilla).11: Alcalá del Río (Sevilla). 12: La Joya (Huelva). 13: Safara (Portugal). 14: Villa-
garcía de la Torre (Badajoz). 15: La Codosera (Badajoz). 16: Sierra de Fuentes (Cáceres). 17: Las Fraguas (Talavera de la
Reina). 18: La Quéjola (Albacete). 19: Colección Sayas (Villar del Arzobispo ¿). 20: San Antonio de Calaceite (Teruel).
21: Les Peyros (Coufoulens, Languedoc).
localizado un thymiateria de bronce, en este caso za son el hallado en Ibiza, publicado en principio
de base zoomorfa (Cabré 1942; Almagro Gorbea como procedente de la necrópolis del Puig des
1992; Beltrán Lloris 1996). En el Bajo Alentejo Molins (Almagro Gorbea 1970: 198), y rectificado
(Portugal) se ha documentado una pieza similar más tarde por Olmos adscribiéndolo al yacimiento
de bronce, en la necrópolis de Sáfara (Almagro de Sa Barda (Olmos 1992: 54). La forma es algo
Gorbea 1977), y recientemente un nuevo ejemplar diferente ya que, en el caso del ejemplar ibicenco,
en Villargarcía de la Torre, en la provincia de Ba- las dos piezas que lo forman son similares con una
dajoz (De la Bandera y Ferrer 1994; Perea 2000). base plana determinada por el diámetro de la ca-
La pieza más alejada de nuestro ámbito de estudio zoleta inferior; sin embargo, las dimensiones son
es la localizada en el sur de Francia, en Las Pe- similares, y el diámetro de la cazoleta superior del
yros (Coufoulens, Languedoc) (Almagro Gorbea thymiaterion de Les Casetes es de 14 cm, por 15
1992). Más numerosas son las piezas en Cartago y cm del ejemplar de Sa Barda, mientras que la altura
el Mediterráneo central (Almagro Gorbea 1974); es de 9 cm en ambos ejemplares. También presenta
pero los thymiateria más parecidos a nuestra pie- similitudes con el de Les Casetes, el thymiaterion
de Cerro Albero (Jiménez Ávila 2005: 1108, Fig. ña, y también en la península ibérica como Cádiz y
12). Estas piezas, junto con la de Les Casetes, no Villaricos (Benichou-Safar 1982: 266-267; Quillard
presentan los elementos característicos de otros 1979: 107-108; San Nicolás Pedraz 1986b: 73).
thymiateria encontrados en la Península, como los
capullos de sépalos invertidos etc., por lo que se
tendrían que relacionar con los ejemplares más 10.3.6. Cuentas de collar
recientes de estas producciones, estableciéndose
para ellos una cronología que podríamos situar en Del total de cuentas de collar que asciende al nú-
torno a finales del siglo vii y principios del vi), mero de 46 piezas, las fabricadas en bronce son dos,
donde estos elementos acusan una cierta decaden- lo que supone un 4,3%. Estas piezas tienen forma de
cia previa a su desaparición (Jiménez Ávila 2002: tonelete, que corresponde al Grupo I. Cuentas Li-
517; 2005: 1107). Tal y como apunta este último sas. Tipo F. En tonelete. Siguiendo la clasificación
investigador, si buscamos semejanzas dentro del de Quillard (1979). Los Grupos I y II definidos por
repertorio de cerámicas de tradición fenicia, se Quillard, donde se pueden clasificar todas las cuenta
pueden documentar algunos elementos relaciona- de collar en oro y plata de Les Casetes, son las más
dos directamente con la forma de este thymiate- simples, dentro del conjunto de cuentas de collar
rion de Les Casetes, como son los vasos cerámi- de estas características. Son bastante frecuentes en
cos de Amathunte en Chipre (Karageorghis 1978: Cartago, y aparecen en contextos de los siglos vii al
157), así como otras piezas documentadas en otras iii a.n.e. En la Península Ibérica aparecen en Villari-
zonas del Mediterráneo que mantienen una misma cos, Jardín, Trayamar, Cádiz y en las necrópolis de
estructura (Jiménez Ávila 2005: 1108) (Fig. 139). Ibiza.
Las cuentas en forma de tonelete se fabrican a
molde aplicando una fina lámina rematado en los
10.3.5. Campanitas
extremos a modo de resalte.
Otras de las piezas fabricadas en bronce con sig-
nificado ritual son las campanitas. En la necrópo- 10.3.7. Varios
lis de Les Casetes se han registrado dos campanitas
formando parte del ajuar de la Tumba 1 (Fig. 7.1) y Otros elementos de bronce hallados formando
de la Tumba 23 (Fig. 96.2). La campanita de la Tum- parte del ajuar de las tumbas son pequeñas bolitas
ba 1 era el único elemento depositado junto con los cuya funcionalidad no podemos interpretar por el
restos de la cremación, mientras que la pieza de la momento y que aparecieron en el número de diez en
Tumba 23 se encontraba asociada a conchas marinas la Tumba 7, y pequeñas piezas de bronce, muy alte-
y a dos cuentas de collar de hueso, esta última tenía radas por la acción del fuego que bien pudieran ser
un tipo de decoración de líneas paralelas incisas ho- fragmentos de remaches, láminas y alambres, que
rizontales a media altura de su cuerpo. posiblemente formaron parte de objetos personales
Estas piezas suelen aparecer en contextos fune- que se encontraban en la vestimenta del difunto en
rarios del mundo ibérico, como el ejemplar localiza- el momento de la cremación.
do en la Tumba nº 5 de la necrópolis de Los Villares
en Albacete (Blánquez 1990: 186, Fig. 39; 205, Fig.
45) asociada a una urna de orejetas, una fusayola,
una fíbula anular y dos pendientes de plata; también 10.4. Piezas de oro
se han documentado estas piezas en necrópolis de la
costa levantina como La Albufereta (Rubio 1986), Los objetos fabricados en plata y oro son realiza-
El Molar (Peña Ligero 2003: 98, fig., 29), La Serreta dos básicamente para del adorno personal. Se trata
(Cortell et alii 1992). de elementos de collar, como cuentas y amuletos en
En ocasiones se ha apuntado que además de su ocasiones con significados simbólicos y apotropai-
función real, tuvieron un valor profiláctico. El orifi- cos, y pendientes en forma de aretes con o sin re-
cio de suspensión que presentan ambas piezas sugie- sortes.
re que se llevaban colgadas, posiblemente del cuello Seis son las tumbas que han proporcionado pie-
en forma de colgante, documentándose en el mundo zas de oro, y también 6 las que contienen algún ele-
fenicio-púnico en todas la épocas, siglo vii al iii a.n.e., mento de plata. En ningún caso han aparecido los
con ejemplares en bronce, pasta vítrea y oro hallados dos elementos juntos en una tumba, siendo más nu-
en Chipre, Utica, Mogador, Tipasa, Cartago, Cerde- merosos los objetos de oro que los de plata.
Tabla 4. Piezas fabricadas en oro. Las cuenta de collar y amuletos de oro debían de
formar parte junto con otras piezas de otros mate-
Tumba Material Tipo Subtipo Forma
riales como la pasta vítrea o el hueso trabajado de
Capitel un collar. Sin embargo, solo en la Tumba 10 se ha
3 Oro Colgante Amuleto
Protoeólico
observado un orden deposicional de estos objetos,
Cuenta
3 Oro Colgante Tonelete que pudiera indicar la formación de un collar con
Collar
estas piezas, y su colocación dentro de la tumba de
Cuenta
3 Oro Colgante Tonelete las piezas todavía unidas. En los demás casos, las
Collar
cuentas de collar e incluso los colgantes en forma
Cuenta
3 Oro Colgante Esférica de amuletos se depositaron de forma independiente,
Collar
Cuenta Hilo en
separados unos de otros y ocupando lugares deter-
3 Oro Colgante minados para cada uno de ellos.
Collar espiral
Cuenta Hilo en
3 Oro Colgante
Collar espiral
10.4.1. Cuentas de collar
Cuenta Hilo en
3 Oro Colgante
Collar espiral
Las cuentas de collar fabricadas en oro son 17, lo
Cuenta
3 Oro Colgante Anilla que equivale a un 34,7% del total. En la Tumba 15
Collar
Cuenta tan solo se colocó una cuenta de collar de oro (Fig.
3 Oro Colgante Anilla
Collar 55.1), siendo el único objeto de ajuar de esta tumba.
Cuenta La Tumba 10 contenía 5 cuentas de collar acompaña-
3 Oro Colgante Indeterminada
Collar das de otras de hueso trabajado, además de dos pen-
dientes de oro con resortes (Fig. 45). La Tumba 12
10 Oro Pendiente Arete Resortes
también ha proporcionado 5 cuentas de collar de oro
Cuenta acompañadas de otras cuentas de hueso trabajado.
10 Oro Colgante Tonelete
Collar De las 17 cuentas de collar de oro, 13 tienen forma
Cuenta de tonelete, agrupándose dentro del Grupo I. Cuentas
10 Oro Colgante Tonelete
Collar Lisas. Tipo F. En tonelete. Siguiendo la clasificación
10 Oro Colgante Amuleto Incompleto de Quillard (1979). Una de ellas también dentro del
Grupo I, en el tipo B. Esféricas. Y en cuatro ocasio-
10 Oro Pendiente Arete Resorte nes dentro del Grupo II. Cuentas estriadas.
Los Grupos I y II definidos por Quillard, donde
Cuenta
12 Oro Colgante Tonelete se pueden clasificar todas las cuenta de collar en oro
Collar
y plata de Les Casetes, son las más simples, dentro
Cuenta
12 Oro Colgante Tonelete del conjunto de cuentas de collar de estas caracte-
Collar
rísticas. Son bastante frecuentes en Cartago y apa-
Cuenta
12 Oro Colgante Tonelete recen en contextos de los siglos vii al iii a.n.e. En
Collar
la Península Ibérica, aparecen en Villaricos, Jardín,
Cuenta
12 Oro Colgante Tonelete Trayamar, Cádiz y en las necrópolis de Ibiza.
Collar
Cuenta
Las cuentas en forma de tonelete se fabrican a
12 Oro Colgante Tonelete molde aplicando una fina lámina rematado en los
Collar
Cuenta extremos a modo de resalte. La fabricación de las
15 Oro Colgante Tonelete
Collar cuentas de hilo en espiral se consigue batiendo el
Cuenta metal por medio de pequeños golpes hasta prepa-
16 Oro Colgante Tonelete
Collar rar una lámina del grosor deseado, que servirá para
Sol- elaborar el cuerpo de la joya. Una vez conseguida
16 Oro Colgante Amuleto
Creciente la lámina, se pasa a decorar la misma mediante la
Cuenta técnica de la filigrana (San Nicolás Pedraz 1986b:
16 Oro Colgante Hilo Espiral
Collar 60). Es la técnica más utilizada y representativa en
Tres aros la orfebrería del mundo antiguo; consiste en realizar
16 Oro Colgante Amuleto?
unidos un motivo decorativo soldando hilos sobre un fondo
XI laminar. Estos hilos, que en este caso son de sección
16 Oro Colgante Amuleto
Quattrochi
circular, se aplican retorciéndose sobre sí mismos
de forma paralela y dispuestos en radial, quedando con un sistema de sujeción para llevar colgado, po-
hueco el núcleo de la pieza. siblemente en el cuello. Se encontraba en la capa de
Para Culican (1973: 35, nota 9), este tipo de cuen- tierra que separaba la laja de piedra de la fosa (Fig.
tas de collar pertenece a la misma serie que los de 10), en cuanto que las restantes cuentas de collar se
alambre enrollado alrededor del cuerpo del anillo, encontraron en el interior de la fosa junto a los restos
que aparecen en la costa occidental de Portugal, y de la cremación y los demás objetos de ajuar. Esta
que fueron traídos aquí por los mercaderes fenicios tumba es la que más piezas de oro ha proporciona-
occidentales. do, con 6 cuentas de collar y el amuleto. La pieza
está formada por dos espirales simétricas a modo
de capitel protoeólico, con presencia de decoración
10.4.2. Pendientes en microgranulado y con sistema de suspensión de
carrete estriado (Fig. 140). Se realizó juntando dos
La Tumba 10 ha proporcionado como parte de finas láminas de oro, grabadas a molde con decora-
su ajuar además de otros elementos, dos pendientes ción de espirales simétricas. En cuanto a los parale-
de oro (Fig. 45). Estos pendientes, fabricados con los formales de esta pieza, conocemos el localizado
alambre de oro, aparecen colocados en doble sec- en el conjunto áureo de Talavera la Vieja en Cáceres
ción y cerrados por medio de resortes. Es una técni- (Celestino y Jiménez 2004: 201, lám. II), si bien este
ca habitual en este tipo de piezas de larga perdura- último es algo más estilizado, la suspensión en for-
ción cronológica documentándose desde el siglo vii ma de carrete estriado y su morfología deben corres-
al iv a.n.e. A. Perea los clasifica dentro del Grupo 8, ponder al mismo tipo, que sus investigadores datan
tipo G de su tipología (Perea 1991: 221), definida hacia los siglos vii y vi a.n.e. Estas piezas podrían
como pendientes fusiformes de doble aro de sección encuadrarse dentro del Grupo V A definido por A.
circular con los extremos enrrollados. Perea (Perea 1986: 312, cuadro 1 C), ya que debe
Piezas similares se han documentado en varias tratarse de colgantes amuletos con representación de
de las necrópolis peninsulares formando parte del simbología astral.
ajuar de sus tumbas. Algo similar a lo documentado
en la Tumba 9 de la necrópolis de La Joya, con la
colocación de pendientes de este tipo junto a cuen-
tas de collar de oro (Garrido 1970: 39 y ss), o en la
necrópolis de Setefilla (Blázquez 1975: 396). En la
Cruz del Negro (Bonsor 1899: 79 y ss, Figs. 76-90).
Tumbas que se consideran indígenas del siglo vii,
y posiblemente del vi (Frankenstein 1997: 195). En
la necrópolis de Villaricos se han localizados ejem-
plares similares (Astruc 1951: 41, 73-74, lám XV.4,
XLI.1-2, lám. XX.2). También en el Puig des Mo-
lins (Fernández 1992: 137, 184, 346, Figs. 69.268,
104.484-485), y en la necrópolis de El Molar, su
excavador describe la existencia de tres pendientes Fig. 140. Conjunto de elementos áureos de la Tumba 3
de oro de gran similitud con los recuperados en Les
Casetes, formados por un alambre de oro doble dis-
puesto en circular con dos resortes (Senent 1930: 14,
lám. XVI: Peña Ligero 2003: 99, Fig. 31), que datan
entre mediados del siglo vi y finales del v a.n.e. En la Tumba 16 se depositaron cuatro piezas de
oro además de otras de pasta vítrea. Junto a una cuen-
ta de collar de oro en forma de tonelete, se deposita-
10.4.3. Amuletos ron tres amuletos (Fig. 141). Uno de estos amuletos
es liso, y está realizado por tres aretes unidos reali-
En la necrópolis de Les Casetes, se han recuperado zados con un alambre de oro de sección circular.
cuatro amuletos de oro con representación iconográ- Uno de estos colgantes es una pieza en forma de
fica, tres completos y uno de ellos fragmentado desde sol y creciente lunar, fabricada a molde uniendo dos
antiguo y depositado en la tumba ya fragmentado. finas chapas de oro quedando cerrado y hueco el in-
En la Tumba 3, debajo de la laja de piedra que terior de la pieza, y decorada con un fino granulado
sirvió de tapadera a la fosa, se colocó un amuleto sobre el contorno. Este tipo de colgantes se ha clasi-
el interior del amuleto, y formando triángulos con el fertilidad del creciente lunar, asociado al disco solar,
vértice al interior, así como en el contorno de todos tiene un contenido simbólico que alude al ciclo vi-
los elementos iconográficos. tal. La resurrección se intensifica con la presencia
Este colgante también se ha podido clasificar den- de la flor de loto en el centro de la pieza. En los dos
tro del tipo IX establecido por Quattrocchi (1974: laterales cercanos a la base del amuleto aparecen los
31 y 61), así como a la clasificación perteneciente a Urei que representan a la cobra sagrada; un antiguo
los colgantes en forma de nicho de Quillard (1979: símbolo de soberanía que precede las cartelas y car-
55-66), con paralelos, según este investigador, en tuchos de los reyes y reinas del Antiguo Egipto.
Cerdeña, Sicilia, Cartago y Argelia. Dentro de este El último de los amuletos áureos es un fragmento
grupo de colgantes, aparecen en ocasiones, otros formado por dos finas láminas pegadas con deco-
realizados en plata, carentes de decoración como ración de microgranulado, que se recuperó entre el
el encontrado en la tumba de incineración nº 25 en ajuar de la Tumba 10 (Fig. 23.5). Se encontró incom-
el solar de Can Petit del Puig des Molins formando pleto, probablemente de rotura antigua, sin sistema
junto a un fragmento de clavo de bronce su único de suspensión, aunque pensamos que sería, al igual
ajuar (Costa Ribas 1991: 38). que los demás ejemplares de la forma de carrete es-
La forma de estos colgantes recuerda a un nicho triado, y sin poder observar exactamente los motivos
o estela en miniatura, de base rectangular y coro- decorativos representados, tan solo se puede intuir
namiento semicircular. Aunque esta forma suele ser una línea sinuosa realizada con granulado.
rara en la orfebrería de época antigua, también la en- El sistema de suspensión en forma de carrete es-
contramos en algunos ejemplares de Ur, Faras (Nu- triado, es característico del mundo fenicio-púnico, y
bia) y Atlit, así como en amuletos y tabletas egipcias lo encontramos en piezas de factura bastante cuida-
(Quillard 1979; Nicolás Pedráz 1986a). da en diversos ejemplares del Mediterráneo central
La decoración de microgranulado consiste en de- y occidental. Un cuidado examen de las joyas nos re-
corar las piezas a base de pequeñas esferas de oro vela que este sistema de suspensión es independien-
que se sueldan a la lámina usando óxido de cobre. te del resto de la pieza. Es decir, que podría conside-
Esta técnica aparece por primera vez en Mesopota- rarse el motivo en sí como un elemento aparte que se
mia hacia el III milenio a.n.e.; los testimonios más ha soldado posteriormente para rematar el objeto.
antiguos proceden de la orfebrería hallada en las El proceso de fabricación del elemento de sus-
tumbas reales de Ur, fechadas hacia el 2500 a.n.e. pensión en forma de carrete estriado es el siguiente:
También se conoce en Troya, Anatolia, Biblos, Egip- sobre una serie de hilos paralelos se sueldan, a dis-
to y Creta. En Grecia comienza a aplicarse esta téc- tancia regular, hilos transversales. Una vez conse-
nica a partir del siglo ix a.n.e., alcanzando un gran guida esta especie de reja, se procede a cortar en
apogeo en Etruria en los siglos vii y vi a.n.e., y des- sentido vertical a la distancia elegida, según el nú-
apareciendo paulatinamente en el siglo v a.n.e. mero de canutillos que se quiere conseguir, todo ello
Todas estas piezas de orfebrería están situadas en función de la longitud de la joya cuya suspensión
cronológicamente entre finales del siglo vii y la pri- quiere asegurarse. Se adapta la pieza en torno a un
mera mitad del siglo vi a.n.e. (San Nicolás Pedraz cilindro de idéntico grosor al del canutillo que ser-
1986a). virá de alma de la pieza y, posteriormente, corta el
La iconografía de algunos de estos motivos deco- canutillo sobre el que se va a montar la decoración
rativos estudiada por Quillard, es semejante a la de del carrete.
las estelas de Cartago, Motya y Nora; y es exacta- En relación al peso de las joyas y al valor de uso
mente la misma que aparece en el colgante, aunque real de estas piezas, diversos autores ya han mani-
en este caso de forma circular, hallado en la Tumba festado que, si en el Bronce Final, el peso de la joya
nº 4 de la necrópolis de Trayamar (Blázquez 1975; juega un papel fundamental para considerar su va-
Schubart y Niemeyer 1976). El disco solar alado lor, en la época Orientalizante, al cambiar el con-
está relacionado directamente con el poder faraóni- cepto creativo y ornamental del adorno de oro, ese
co. Tiene una abundante representación en las este- par metro desaparece (Perea 1991: 200; Celestino
las grabadas y pintadas de las tumbas egipcias, así Pérez 1999). El distinto reparto de la superficie en la
como en las pinturas de las paredes de templos y joyería orientalizante conlleva necesariamente una
tumbas reales. Se coloca generalmente en la parte disminución de la materia prima, por lo que aparece
superior de las representaciones, al igual que en esta una nueva valoración del objeto, ahora en función
pieza, con las alas extendidas a modo de manto pro- de su calidad técnica por una parte, y de su natura-
tector sobre los demás elementos. El significado de leza simbólica por otra. En este sentido, no hay que
10.6. Elementos de pasta vítrea Tabla 6. Cuentas de collar de pasta vítrea y hueso.
la Edad del Bronce incluso en momentos anteriores 16 Cas’00 34-5 Pasta Vítrea Anular
(González Prats 2002: 336). 16 Cas’00 34-18 Pasta Vítrea Anular
Las 4 cuentas oculadas pertenecen a las Tumbas 16 Cas’00 34-6 Pasta Vítrea Anular
5, 10 y 15. En todos los casos se pueden incluir den- 16 Cas’00 34-7 Pasta Vítrea Anular
tro de la clasificación propuesta por Eisen de 1916 18 Cas’00 36-12 Hueso Trabajado Circular
(Ruano 1996) dentro del grupo de Ojos Estratifica- 18 Cas’00 36-13 Pasta Vítrea Anular
dos, variante B. Las cuentas oculadas de las Tumbas 19 Cas’00 37-4 Hueso Trabajado Cilíndrica
5 y 10, en relación con los elementos de ajuar que 23 Cas’00 43-7 Hueso Trabajado Cilíndrica
las acompañan, se pueden datar en torno a finales 23 Cas’00 43-8 Hueso Trabajado Cilíndrica
del siglo vii y mediados del vi a.n.e.; la cuenta de
F1 Cas’00 39-1 Bronce Cilíndrica
collar de la Tumba 16, apareció con otra cuenta de
collar de oro en forma de tonelete, siendo sus dos Como se ha apuntado en ocasiones, son piezas
únicos elementos de ajuar. habituales de comercio a partir del siglo vi y al me-
Las cuentas oculadas con ojos estratificados apa- nos hasta el iv a.n.e. (García Cano 1997: 258). La
recen hacia el 1500 a.n.e. en Egipto, siendo de uso dispersión espacial de las cuentas oculadas halla-
muy popular entre ellos. Los fenicios las usaron ha- das en España, muestra un amplio territorio donde
cia el I milenio a.n.e., y se tiene constancia de la uti- destaca sobre todo la zona de la costa mediterránea
lización de este tipo de adorno en el Imperio Chino. porque suelen aparecer en las tumbas desde Gerona
Estas cuentas se realizaban mediante la inclusión hasta Lisboa como por ejemplo en la necrópolis de
de una gota de cristal puesta sobre una matriz, la El Puntal de Salinas (Sala y Hernández 1998: 225 y
gota era empujada dentro mientras la matriz estaba ss), en los amplios conjuntos de las tumbas localiza-
das en Sines (García y Bellido 1970: 233 y ss, Fig.
blanda, y otra gota se introducía en el interior de la
24) formándolos Villares de Caudete (Mata 1991),
primera. El resultado final es una sucesión de círcu-
Cabezo Lucero (Aranegui et alii 1993: 182 y ss),
los concéntricos, con un punto central más oscuro y
La Solivella (Fletcher 1965: 28 y ss) y algunos pun-
espeso. La variante B, donde se incluyen las cuentas tos de la Meseta como Albacete, Cuenca, Madrid, y
de Les Casetes, presentan los «ojos» en dos hileras Ávila; la Alta Andalucía (Jaén y Córdoba); y las dos
tan aproximados que parecen ojos de animales. Su provincias extremeñas. En el yacimiento de Cancho
agrupación es de dos en dos, situados en extremos Roano, se localizaron un total de dieciocho cuentas
opuestos de la cuenta. de pasta vítrea, todas ellas procedentes de las exca-
vaciones de Maluquer, la mayoría de ellas proceden- ción del fuego (Jiménez Ávila 2003: 265, Fig. 2),
tes del sector 5 de la trinchera de 1978, junto a otros y que ocupan casi el 40% de la producción de este
objetos de adorno (Jiménez Ávila 2003: 276), lo que material. Estos anforiscos de Cancho Roano son en
hace pensar en su pertenencia a un mismo conjun- su mayoría encuadrables dentro del tipo I de Harden,
to. De este yacimiento, las más abundantes son las que aporta un horizonte cronológico que discurre en-
oculadas, donde las redondas suelen ser de mayor tre mediados del siglo vi a.n.e. hasta finales del siglo
tamaño que las achatadas. Así como también en las v e inicios del iv a.n.e. (Harden 1981), y se acercan
tumbas de la necrópolis de Medellín (Almagro Gor- morfológicamente al ejemplar de Les Casetes.
bea 1977: Fig. 129). También se han localizado en el yacimiento cer-
También se han registrado en el castro de Santa Te- cano de Villanueva de Pajares en Cáceres (Celestino
cla, en la provincia de Pontevedra. Numerosas son las 1999). Mientras que para el área valenciana, se pue-
cuentas procedentes de la isla de Ibiza con 287 piezas den destacar los recuperados en La Bastida de les Al-
que representan un 18,1% del total de cuentas en pas- cuses (Bonet et alii 1997), La Escuera (Abad y Sala
ta vítrea de los yacimientos de la isla (Ruano 1996). 2001), Cabezo Lucero (Aranegui et alii 1993), Los
Como uno de los ejemplos de cronología más antigua Nietos (Cruz 1990), Los Villares y Hoya de Santa
para estas cuentas de pasta vítrea, tenemos los ejempla- Ana (Blánquez 1990) entre otros. Teniendo en cuenta
res catalogados en la necrópolis de Les Moreres (Gon- el área de distribución de estas piezas en la Penínsu-
zález Prats 2002: 252), formando parte del ajuar de tres la obtenemos una dispersión, donde los ejemplares
tumbas y otros recogidos en hallazgos superficiales. más numerosos aparecen en la isla de Ibiza, y la zona
levantina, a los que hay que sumar los conjuntos de
Cancho Roano, Pajares y Ampurias, lo que confirma
10.6.2. Anforisco la compleja red comercial mediterránea existente en
la primera mitad del I milenio a.n.e.
Además de las cuentas de collar en pasta vítrea
se han registrado dos piezas fabricadas en este ma-
terial. En la Tumba 3 se recuperó depositado junto 10.6.3. Máscara demoníaca
al plato de ala ancha un anforisco polícromo deco-
rado con líneas en zigzag. La base es de color azul Otra de las piezas interesantes que ha proporcio-
marino, mientras que la decoración es de filamentos nado la necrópolis de Les Casetes, es la procedente
aplicados al núcleo en color amarillo y blanco. Se del ajuar de la Tumba 5. Se trata de un Amuleto de
encontró muy deteriorado por la acción del calor, y pasta vítrea con representación de una máscara de-
únicamente conserva parte del borde y un asa. La al- moníaca (Fig. 146). Está realizada a molde, con una
tura media de estos ejemplares está en torno a los pasta de color azul marino con una banda amarilla
8 cm y su diámetro medio sobre los 4,5 cm. Estos que recorre el contorno de la cara desde la barbilla
pequeños contenedores de ungüentos y perfumes, hasta las cejas. Sobre las cejas sobresalen dos cuer-
han sido estudiados por Harden (1981). Dentro su nos de color blanco con remate en una bolita azul,
tipología, esta pieza en cuestión podría clasificarse las orejas son de color blanco, de forma semiesférica
dentro del Grupo Mediterráneo I, sin poder espe- y colocadas simétricamente a la altura de los ojos,
cificar la variante que se aplica teniendo en cuenta éstos se representan con dos placas circulares ne-
el ángulo de unión entre el cuello y la base dado gras. La nariz se muestra con dos puntos amarillos.
la conservación de la pieza (Harden 1981: 58-59, Las características formales y especialmente los ojos
82-82). El estudio de Harden muestra sobre todo pie- prominentes contorneados en blanco opaco, llevan
zas procedentes del cementerio de Fikeltura en Cami- a clasificar la pieza dentro del grupo denominado
ros (Rodas), con una cronología en torno a principios «cabezas demoníacas» establecido por Haevernick
del siglo v a.n.e. Grose también ha estudiado estos dentro del Grupo 5 (1977: 336) y Seefried dentro del
recipientes (Grose 1989) procedentes de Rodas, y Tipo A (1976: 43). Los primeros ejemplares fabrica-
adscribe una cronología de finales del siglo vi a.n.e. dos desde un núcleo aparecieron en la segunda mitad
En la Península la distribución de estas piezas es del siglo vii a.n.e. en Egipto, Siria y Chipre, y son
amplia, con hallazgos en Ampurias, donde se ha ex- las pequeñas cabezas de demonio Tipo A (Seefried
puesto la posibilidad de un taller autóctono (Carre- 1976: 26). Los ejemplos occidentales para este tipo
ras y Rodríguez 1985), Ibiza, con un ejemplar muy de colgantes nos llevan a Cerdeña, particularmente
similar (Fernández 1992). En Cancho Roano se han en Tharros, y a Siracusa en Sicilia, donde existen
documentado numerosos fragmentos de anforisco ejemplares aparecidos en una tumba fechada en el
de pasta vítrea, algunos de ellos alterados por la ac- siglo v a.n.e. Es significativo que, aunque Egipto fue
147). En una tumba descubierta en Mesa de Algar, Tal vez podríamos hablar de la situación del ya-
se documentaron bolas de almagre (sic) (Lazarich cimiento en torno a un camino antiguo –en la actua-
1985: 110), y también se menciona la presencia de lidad discurre paralela a la carretera que une La Vila
ocre en una tumba de la necrópolis de la Cruz del Joiosa con Alcoy– que llevara hasta el núcleo de há-
Negro, aunque en este caso el color amarillo del ocre bitat de la zona, y para este argumento contamos con
hace dudar el sentido del ritual, tal y como apunta los siguientes datos: por lado conocemos por expe-
M. Torres (1999: 158). riencia propia la existencia de niveles, posiblemente
de hábitat, del Bronce Final en un espacio cercano a
la necrópolis1, en torno a unos 180 metros de distan-
cia, identificados gracias a unos sondeos que realiza-
mos previos a una edificación (García Gandía 2002),
si bien es cierto que estamos hablando de un mundo
posterior y con una diferencia cronológica conside-
rable, intuimos que el supuesto hábitat orientalizante
no debió de estar muy lejos. Otro dato que juega a
favor de esta hipótesis es la cercanía y en la misma
dirección hacia la costa, de una necrópolis romana
(Espinosa Ruiz 2003), que como es bien sabido se
suelen situar en los caminos de entrada de los nú-
cleos urbanos como el que existió con categoría de
municipium e identificado con la Alone de las fuentes
clásicas (Espinosa Ruiz 1997) en la localidad de La
Vila Joiosa. En este sentido, la situación del espacio
funerario en torno a un camino que discurre hacia la
zona de hábitat, es un dato que se ha observado en
Fig. 151. Concha y exoesqueleto
de erizo de la Tumba 23
muchas de las necrópolis orientalizantes, donde se
sitúan en las importantes vías de comunicación que
articulan el territorio (Torres Ortiz 1999: 160). Datos
que podemos atestiguar en necrópolis como en La
11. SITUACIÓN Y ORGANIZACIÓN DEL Joya, muy cerca de la ciudad de Huelva, donde las
ESPACIO FUNERARIO sepulturas se sitúan junto a una vía que controla el
acceso al poblado; o como el túmulo de El Palmarón,
11.1. Datos topográficos cercano a la localidad de Niebla en Huelva, y asenta-
do en una antigua calzada romana (Belén y Escacena
A la hora de evaluar los aspectos relacionados 1990: 236); o en la necrópolis de Mesas de Asta, que
con el espacio funerario, tenemos en cuenta dife- se encuentra cercana a una antigua cañada que da ac-
rentes variables como la situación de la necrópolis ceso al poblado; o la necrópolis de Las Cumbres, que
en relación a los accidentes topográficos, así como está separada en la actualidad del emplazamiento del
los diferentes aspectos del contexto cultural de su Castillo de Doña Blanca por una carretera, algo si-
época. milar a lo que ocurre con la necrópolis de la Cruz del
En primer lugar, y dentro de los datos topográ- Negro, en la actual carretera de Carmona a Guada-
ficos que podemos establecer para la necrópolis de joz. En la provincia de Alicante podemos comprobar
Les Casetes, ésta se encuentra en una zona amese- estos datos con la situación de la necrópolis de El
tada que discurre con una ligera pendiente hacia el Molar en el término municipal de San Fulgencio, que
sureste que es donde se encuentra la línea de costa a discurre junto a los márgenes de la actual carretera
un par de kilómetros de distancia. En la actualidad
las edificaciones de La Vila Joiosa, no permiten una
1. Datos que se han podido contrastar gracias a una in-
visibilidad clara del entorno inmediato de la necró-
tervención que se realizó días antes de la finalización
polis, aun así, podemos intuir que ésta se halla en de este trabajo, donde se documentó la existencia de
un lugar prominente, con una visibilidad media alta un yacimiento de hábitat del Bronce Final, en un solar
hacia las zonas que se encuentran hacia el mar, y cercano al descrito, con la presencia de cerámicas bru-
presumiblemente en una zona de fácil acceso desde ñidas y dientes de hoz (Comunicación personal de D.
el interior. Antonio Espinosa Ruiz.).
de Alicante a Torrevieja, en lugar fácilmente accesi- Ibérica, donde en la mayoría de los casos sus empla-
ble; así como en la necrópolis de cremación de Les zamientos están cercanos a vaguadas y cursos flu-
Moreres, situada en el camino de acceso del poblado viales más o menos estacionarios que las separan de
de Peña Negra hacia el valle de Crevillente. las zonas de hábitat (Torres Ortiz 1999: 159).
El hecho de situar las necrópolis en zonas cerca- Desde el punto de vista de las interpretaciones
nas a las vías de paso, tiene que ver posiblemente, que en un contexto religioso se pueden deducir de
con la intención de señalizar el espacio que se ocupa la ubicación de las necrópolis junto a cursos de agua
por un grupo poblacional concreto, en un intento de y caminos, diversos autores han expuesto la correla-
legitimar el territorio con la presencia de sus ante- ción de estos elementos en el plano simbólico con la
pasados, prácticas que tienen antecedentes desde el existencia de las vías de acceso al mundo de ultra-
Neolítico, momento en que las tumbas megalíticas tumba (Torres Ortiz op. cit.). Hay que tener en cuenta
ya actuaban como delimitadores territoriales de las que en la visión del paso al Más Allá en el mundo an-
sociedades segmentarias (Shee 2004). En este orden tiguo, éste se realiza cruzando la laguna Estigia, he-
de cosas, la monumentalidad de las estructuras apor- cho que se puede representar con un curso de agua.
ta un valor iconográfico comunicativo hacia el pai- En cuanto a las necrópolis asociadas a los em-
saje, donde se expresa por medio de estos símbolos plazamientos fenicios de la costa peninsular, éstas
la pertenencia e la tierra, otorgando, por otra parte, se hallan, por regla general, cerca de los núcleos
la consecución de un espacio sagrado. habitados y ocupando laderas de una zona elevada
Otra de las variables que tener en cuenta sobre la cercana del mar, y separadas del poblado por un río
ocupación de la necrópolis desde el punto de vista o curso de agua. La necrópolis del Cerro de San
topográfico, es su cercanía a un curso de agua. En Cristóbal se extendía sobre un promontorio cercano
este sentido, la ubicación de la necrópolis está re- al río Guadalfeo, que en la actualidad aparece col-
lacionada con una rambla o paleocanal antiguo que matado por el proceso de urbanización de la ciudad
discurre desde la zona de la Ermita de Sant Antoni, de Almuñécar. También parece haber existido otra
al norte del núcleo urbano de La Vila Joiosa en di- necrópolis fenicia en Almuñécar, ubicada en el Ce-
rección al mar. En realidad nos encontramos en una rro Velilla tras la desembocadura del río Verde, ya
zona donde discurren varios de estos paleocanales; que la necrópolis de Puente Noy es de cronología
no en vano el área de la Marina Baixa tiene uno de púnica. En Trayamar, las tumbas se disponen en una
los descensos más abruptos en términos de altitud loma que sube directamente desde la orilla oriental
de la costa mediterránea donde se pasa de los 1.400 del río Algarrobo. La necrópolis de Casa de la Viña,
se situó en la orilla oriental del río Vélez, y la de
metros de altitud del Puig Campana a los 0 metros
Jardín en la orilla opuesta de este río.
de la línea de playa en apenas ocho kilómetros en lí-
nea recta. Prueba de esto es la existencia en la pobla-
ción de una calle denominada Barranquet, donde se
ubican las dependencias del Museo de Arqueología 10.2. La distribución de
de La Vila Joiosa, a pocos metros del yacimiento. estructuras funerarias
Este dato lo pudimos comprobar en una actuación Dentro del espacio de la necrópolis, y en relación
anterior, cuando sondeamos un solar a pocos metros a la distribución de tipos de estructuras funerarias
de la necrópolis, y donde en la estratigrafía gene- como de los elementos de ajuar que se han deposi-
ral del yacimiento observamos, en los niveles geo- tado en ellas, se pueden observar en cierta medida,
lógicos estériles arqueológicamente línea de gravas una planificación a la hora de abordar la organiza-
y arcillas que interpretamos en su momento como ción del espacio, a pesar de lo reducido del mismo, e
un cauce de rambla que discurría de forma paralela inferir una serie de variables que salen a la luz tras la
junto al margen izquierdo de la necrópolis de Les conjugación de las variables resultantes entre tipos
Casetes en dirección al mar (García Gandía 2001b). de ajuar y estructuras funerarias.
Esta rambla separaría, en una interpretación del En primer lugar destaca la posición de las tres es-
paisaje antiguo de la zona, la necrópolis orientali- tructuras complejas en la necrópolis, ocupando las
zante del emplazamiento de hábitat del Bronce Fi- distancias mayores entre tumbas del cementerio, y es-
nal mencionado anteriormente, y que debe de estar tar prácticamente equidistantes unas de otras. A su al-
relacionado con el sustrato anterior a los contactos rededor se distribuyen las demás tumbas, con excep-
semitas que originan la facies orientalizante en la ción de la Tumba 9, que se encuentra algo separada de
zona. Algo que también es común a las necrópolis las demás, destacando la existencia de tres estructuras
coloniales fenicias y orientalizantes de la Península simples junto a las otras dos estructuras complejas.
Esto nos lleva a dividir de forma primaria el espa- al no tener tumbas asociadas. Estos datos nos llevan
cio funerario en tres zonas, si bien en la práctica debe- a inferir un primer comportamiento del espacio fune-
mos simplificarlo en dos, ya que una de las zonas no rario distribuido en razón de linajes o familias, donde
presenta comportamiento de distribución de variables el individuo sepultado en las estructuras complejas
representa el estatus de mayor entidad en cada una jidad de la misma, habría que añadir las variables re-
de las zonas, a excepción hecha de la Tumba 9, que sultantes de la importancia que tienen los elementos
tal vez, corresponde a una zona donde la estratigrafía de ajuar. Las tumbas que contienen ajuar representan
horizontal de la necrópolis no creció en extensión, ya el 71 % de la totalidad de la necrópolis (Fig. 153).
que, al parecer, se encuentra en una zona perimetral Entre los objetos de ajuar, los elementos de bronce
de la necrópolis. Las estructuras simples, distribuidas son los más numerosos, seguidos de las armas, la ce-
en estos dos grupos, deben representar a sectores de rámica de importación, los elementos de oro y plata,
población secundario en el estatus social establecido, y las cuentas de pasta vítrea. La cerámica local, rea-
al que es posible que pertenezcan también algunas lizada a mano se ha documentado en dos ocasiones.
tumbas que, sin tener una carga de gasto de energía En este sentido, los materiales recuperados de las
considerable en su construcción, sí tienen una consi- tumbas se han agrupado en cuatro grupos teniendo
derable importancia los ajuares depositados en ella. en cuenta su funcionalidad en vida, y la importancia
Por otra parte, el comportamiento de las tumbas de su propiedad en términos de uso y consumo; así
en Hoyo, que se presentan en todas las ocasiones sin como la posible interpretación de su depósito en la
ajuar, alrededor de los agrupamientos dispuestos tumba, en una lectura que debe informarnos sobre la
en torno a las Estructuras Complejas, y ocupando sociedad que gestionó ese cementerio, y el estatus
en ocasiones la zona perimetral de las mismas, nos del individuo que yace en una determinada tumba.
lleva a deducir en el estatus más bajo dentro de la
escala social asignada a la necrópolis.
Es interesante comprobar, teniendo en cuenta
todos estos datos, que ha existido un diseño previo
del espacio funerario, una planificación a la hora de
ubicar las tumbas más grandes, además del espacio
necesario alrededor de ellas para albergar las otras
tumbas de dimensiones más pequeñas. En este sen- 29% Sin ajuar
tido, no habría que olvidar el crecimiento que expe-
rimenta un cementerio a lo largo de su existencia. 71%
Ajuar
Se ha podido constatar la presencia de un área
libre de tumbas que ocupa la zona central del espa-
cio excavado. Esta zona podría servir para diferen-
ciar grupos de tumbas relacionadas entre sí, o quizá
también como área de paso: una vía de circulación Fig. 153. Gráfico de relación de tumbas
dentro del espacio funerario que permitiría la reali- con ajuar y sin éste en la necrópolis
zación del proceso fúnebre y de los rituales funera-
rios (Fig. 152).
La distribución de estructuras funerarias dentro
del espacio de las necrópolis de filiación fenicia en
la Península Ibérica, se realizó, a vista de lo que su- Las variables que se han asignado teniendo en
giere el estudio de las planimetrías que pueden con- cuenta los elementos de ajuar son por un parte las
sultarse en alguna de las necrópolis, siguiendo una armas, formadas por puntas de lanza, pila, regato-
planificación, existiendo hileras de tumbas en dispo- nes, soliferra y cuchillo de hierro. El segundo grupo
sición a un eje que en muchas ocasiones discurría en está formado por los elementos de adorno, si bien
dirección este-oeste, y en otras norte-sur, como ocu- este grupo está compuesto por diferentes tipos de
rre en la necrópolis de Jardín (Schubart, Niemeyer y materiales de diferentes valor y uso, integrándose en
Lindemann 1972), o en la necrópolis «Laurita» del él, desde cuentas de collar de pasta vítrea y hueso
Cerro de San Cristóbal (Pellicer 1962). hasta los elementos argénteos y áureos, pasando por
los broches y botones de bronce. El tercer grupo se
ha definido como elementos de tipo simbólico, esto
es, determinadas piezas que, sin ser en algunos ca-
12. LAS VARIABLES DE sos elementos de gran valor intrínseco, sí tienen una
DISTRIBUCIÓN DE AJUARES carga de valor simbólico, con poco valor material
en la vida cotidiana o que únicamente tienen signi-
A las variables antes descritas, que tienen que ver ficado dentro de un ambiente estrictamente funera-
con el tipo de tumba, teniendo en cuenta la comple- rio como son las cáscaras de huevo de avestruz, las
15
Elementos de adorno
12
Ajuar doméstico
Armas
9 Armas y adornos
piedras de ocre rojo, e incluso el quemaperfumes de bronce y hueso, e incluso amuletos de esteatita, la
bronce (Fig. 154). distribución de las tumbas con presencia de estos ele-
mentos en el área de la necrópolis, muestran un pre-
dominio en la zona sur de la necrópolis, esto es, las
12.1. Armas tumbas que se encuentran alrededor de la Tumba 4.
En la zona norte se agrupan las fosas de mayores
Estas dos zonas, descritas en el apartado anterior dimensiones, y que contienen armas, que en este ya-
teniendo en cuenta la distribución de estructuras cimiento son los elementos depositados como ajuar
funerarias, responden, atendiendo a la distribución de mayores dimensiones, piezas además que no apa-
de elementos de ajuar, a dos espacios que presen- recen en ningún caso dobladas de forma ritual como
tan comportamientos diferentes si consideramos las se ha expuesto en alguna ocasión para las necrópo-
tumbas que tienen armas como elementos significa- lis ibéricas y de forma previa a su deposición en la
tivos de ajuar. En este sentido, en el grupo norte, tumba, con excepción del soliferreum de la Tumba
formado por la agrupación de estructuras en torno 20 que aparece doblado en forma de «S», aunque
a la Tumba 17, encontramos cuatro tumbas con ar- pensamos que el hecho de doblar la pieza, está en re-
mas, de un total de 6, mientras que en la zona sur, la lación con su longitud, cerca de los 170 centímetros,
que corresponde a la agrupación de tumbas alrede- mientras que la fosa que lo contiene llega a los 125
dor de la Tumba 4, tenemos dos tumbas con armas. centímetros de longitud. Por otro lado, en la zona
Es cierto que la diferencia no es muy significativa, sur, se encuentran las fosas de menor tamaño, y es
aun teniendo en cuenta que el número de tumbas es aquí donde encontramos un claro predominio de las
escaso. Esta pequeña diferencia viene acentuada al tumbas que contienen elementos de adorno perso-
comparecer otros aspectos como la situación de las
nal, con ocho de ellas de un total de once.
tumbas con elementos de adornos.
Si tenemos en cuenta, por otra parte, las dife-
rentes piezas que conforman este grupo, habría que
añadir que los objetos de bronce como los broches
12.2. Elementos de adorno personal de cinturón o los botones de bronce siempre apare-
cen asociados a las armas, así como los elementos
Teniendo en cuenta la complejidad del grupo for- áureos, cuentas y amuletos y los de plata, en prácti-
mado por los elementos de adorno personal, donde camente todas las ocasiones aparecen relacionados
en principio, las formas de objetos tan diversos como con cuentas de collar de otros materiales como las
broches de cinturón, fíbulas, cuentas de oro, plata, de pasta vítrea o las de hueso.
12.3. Elementos simbólicos se han recuperado piezas cerámicas. Dos de ellas co-
rresponden a una Estructura Simple y otra de ellas a
En cuanto a los elementos simbólicos es repre- una fosa; las estructuras simples que contienen ce-
sentativa su distribución en el espacio de la necró- rámica de importación albergaban el cadáver de una
polis, ya que estos elementos aparecen asociados mujer, mientras que en la fosa se encontraban los
directamente a las Estructuras Complejas. En la restos de un varón adulto, que acompañaba el ajuar
tumba cuatro, si bien como se ha explicado con con su panoplia.
anterioridad, tenemos problemas de interpretación
del ajuar, ya que ésta fue alterada en época antigua,
aparecieron, entre los restos alterados, varios frag-
mentos de huevo de avestruz, por lo que es obvio 12.5. El comportamiento del ajuar
su presencia como elemento de ajuar, con el conte-
nido simbólico del mismo. En la Tumba 9 también Teniendo en cuenta las variables de situación
encontramos fragmentos de huevo de avestruz; en en la necrópolis, tipo de estructura, y tipo de ajuar
esta ocasión, aunque también fragmentados, son depositado en la tumba, podemos establecer una
de mayor tamaño y se pudo reconstruir parte del serie de relaciones que nos ayuden a entender el
mismo, y en la Tumba 17 el quemaperfumes de grado de jerarquización que se advierte dentro
bronce. del espacio funerario, aun teniendo en cuenta lo
De singular importancia es la comprobación de escaso del repertorio de tumbas. No obstante, la
que estas estructuras, que por otro lado, son las que variabilidad que existe entre los tipos de estruc-
mayor gasto de energía suponen, presentan ajuares tura funeraria, y los objetos de ajuar, hacen de
de menor entidad teniendo en cuenta los conjuntos esta necrópolis un yacimiento excepcional, lo que
de otras tumbas de construcción más sencilla. nos permite aventurarnos en este tipo de hipótesis
(Fig. 155).
En primer lugar, para abordar este trabajo de lec-
12.4. La cerámica tura de información funeraria, clasificaremos los ele-
mentos de ajuar en cuatro grupos, atendiendo a su
La distribución de la cerámica de importación en significado o funcionalidad, y los pondremos en rela-
área de la necrópolis no es representativa, ya que el ción con las agrupaciones dadas a los grupos en cada
número de piezas es reducido. Solo en tres tumbas tumba, y con el tipo de estructura que las acoge.
25
20
Índice de riquezas
15
10
0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 D1 D2
Tumbas
4
Estructura
3
2
1
0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 D1 D2
Tumbas
TUMBAS 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25
Ritual
IS
IS
IS
IS
IS
IS
IS
IS
IS
IS
IS
IS
IS
IS
IS
IS
IS
IS
IS
IS
IS
IS
B
B
Tipo Tumba
EC
EC
EC
ES
ES
ES
ES
H
H
F
F
Ajuar
NO
NO
NO
NO
NO
NO
NO
NO
SI
SI
SI
SI
SI
SI
SI
SI
SI
SI
SI
SI
SI
SI
SI
SI
SI
Sexo
M
M
In
In
In
In
In
In
In
In
In
In
In
In
H
H
Edad
AM
AM
AM
AM
AM
AJ
AJ
AJ
In
In
A
J
J
I
I
V a mano 1 1
Soporte an 1
Trípode 1
Plato 1 1
Jarrita
Ritual. B: Bustum. IS: Indivudual Secundaria / Tipo Tumba. H: Hoyo. F: Fosa. ES: Estructura Simple. EC: Estructura Compleja / Sexo. H: Hombre.
1
Fayenza 1
Punta lanza 1 2 2 1 1
Regatón 2
Pilum 1 1
M: Mujer. In: Indeterminado / Edad. AM: Adulto Maduro. A: Adulto. AJ: Adulto Joven. J: Juvenil. I: Infantil. In: Indeterminado.
Soliferreum 1
Pieza hierro 1 1
Cuchillo 1
Fíbula 1 1 1 1 1 1 1
Botón br 4 1
Bolita br 10
Broche cin 1 1
Campanita 1 1
Arete Br 1 1
Arete plata 1 1 1
Cuenta h 2 4 3 1 1 2
Cuenta p v. 1 3 1 1 4 2
Cuenta br
Cuenta Ag 2 1 1
Cuenta oro 6 2 5 1 1
Pendiente h
Pendien Ag
Pendien Au 2
Amuleto p v 1
Amuleto est 4 1
Amuleto oro 1 1 3
Fusayola 1 1 1
H avestruz 1 1 1 1
Concha 4
Anforisco 1
Thymater 1
Caja mad 1 1
Clavo 2 2
Ocre 1
Molino 1
Leyenda:
Ofita 1
Sílex 1
25
20
Índice de riquezas
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10
0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 D1 D2
Tumbas
Fig. 157. Gráfico de valoración de estructura funeraria y número de grupos por tumba
te tumbas en el siguiente grupo que contienen entre litud entre los dos sistemas, lo cual resulta evidente
dos y cinco objetos, y un último grupo con diez tum- (Fig. 157).
bas con un objeto o ninguno. De nuevo, la última lectura jerárquica de la dis-
Otro sistema que podemos utilizar, a la hora de tribución de riqueza en la necrópolis, nos ofrece tres
abordar la lectura jerárquica de la información fune- grupos. El más alto con seis tumbas, uno intermedio
raria, parte de la base de ponderar el comportamiento con la presencia de nueve tumbas, y el más bajo con
del ajuar y el de la estructura funeraria que contiene once tumbas.
los restos del difunto (Tabla 8). En este orden de co- En definitiva, lo que nos muestran estos gráficos,
sas, podemos valorar de 1 a 4 el valor de la estructura es la distribución de riqueza que reflejan las distintas
funeraria, dándole el valor más bajo al Hoyo (1), y el estructuras funerarias de la necrópolis. Hecho que
más alto (4) a la Estructura Compleja. En cuanto al debe de estar relacionado con el estatus social exis-
valor de los elementos de ajuar, es complicado esta- tente, y que se intenta reflejar en el mundo de los
blecer desde el punto de vista actual, cuál es el valor muertos (Fig. 158).
relativo de un objeto depositado en la tumba con res- Ahora bien, si tenemos en cuenta, dado lo redu-
pecto a otro, aun teniendo en cuenta el poder adqui- cido de la muestra, que no todos los individuos están
sitivo necesario para obtenerlo, ya que en este caso representados en esta necrópolis, esto es, si existiera
entran factores determinantes como la importancia otro cementerio donde se entierren otros miembros
social que tiene el objeto en sí, o el valor simbólico de la sociedad, esto daría lugar a una diversidad muy
del mismo. Por lo tanto, en principio empezaremos acentuada del grupo social, a no ser que tengamos en
otorgando un valor unitario a cada grupo, indepen- cuenta, la agrupación por clanes, familias o miem-
dientemente del número de objetos por grupo. bros clientelares con distinto estatus social dentro de
La lectura de este sistema nos ofrece resultados un grupo, que podría considerarse como de más alto
similares, si bien se ajustan algo más las diferencias, rango, un grupo elitista dentro del conjunto social de
lo que da lugar únicamente a tres grupos jerárqui- esta época en la costa de la Marina Baixa (Fig. 163).
cos. En primer lugar con un índice de seis-siete, te-
nemos ocho tumbas. Nueve tumbas, entre un índice
de tres a cinco; y diez tumbas con un índice de uno 12.6. Distribución por sexos
y dos. Por otra parte, si calculamos el coeficiente de
correlación entre esta lectura y el número de objetos En cuanto a la distribución de estructuras fune-
por tumba, nos da un 0,76, lo que indica la alta simi- rarias en razón del sexo de los individuos sepulta-
30
25 Tumbas
Armas
20
Cerámica
15 A mano
Oro
10
Plata
cia de varones en ellas. Sin embargo, los elementos sa la coincidencia de una de las campanitas con una
de adorno personal no tienen un predominio claro tumba donde se sepultó un individuo infantil, ade-
respecto al sexo de los individuos. En cuanto a la más el ajuar que lo acompañaba estaba compuesto
situación de los grupos en la necrópolis, se podría por conchas marinas, una de glycimeris, que conte-
inferir que, si los individuos alofisos de la zona sur nía en su interior un fragmento de exoesqueleto de
fueran del sexo femenino, constataría la hipótesis erizo de mar, junto a otra de cypreae y de un vaso de
expuesta sobre la diferencia entre los dos grupos cerámica fabricado a mano. Otra de las conchas do-
asociados a las dos estructuras complejas, algo que cumentadas en la necrópolis también estaba asocia-
por el momento no podemos dilucidar con los datos da a un individuo infantil. Algo que ocurre de forma
de que disponemos. La cerámica de importación, en similar con las fusayolas, que aparecen relacionadas
dos casos, aparece asociada a una mujer, y en un directamente con los individuos de edad infantil
caso, en la Tumba 18 aparece junto a un varón. Es (Fig. 161).
curiosa por otra parte, la adscripción de un indivi-
duo femenino a la Tumba 17, teniendo en cuenta la
complejidad y la tumba y la existencia de un thy-
miaterion de bronce como ajuar, sin embargo, la co-
locación de los broches de cinturón tartésicos en el DISTRIBUCIÓN DE EDADES
depósito que se efectúa más tarde en el interior de la
Sin determinar
tumba, podría ser algo que tener en cuenta, ya que en
ocasiones se ha expuesto la relación existente entre Infantiles
este tipo de broches de cinturón y el sexo femenino. Juvenil
No obstante, tenemos que admitir nuestras reservas,
Adulto joven
ya que con apenas 250 gramos de restos óseos, no
tenemos un alto grado de fiabilidad de la muestra Adulto
para afirmar el sexo del difunto con rotundidad. Adulto maduro
En cuanto a tipo de estructura y sexo, no existe
una correlación que pueda translucirse de su estudio, Fig. 161. Gráfico de distribución de edades por tumba
ya que ambos sexos ocupan indistintamente fosas, y
estructuras simples y complejas, siendo el grupo de
los hoyos el más difícil de analizar, ya que la mayo-
ría de estas estructuras presenta individuos alofisos,
algo inherente a este tipo de estructura (Fig. 160).
Por otra parte, no encontramos a ningún indivi-
duo de edad juvenil e infantil con presencia de ar-
mas en su tumba, siendo sus ajuares predominantes
12.7. Distribución por edades los elementos de adorno, y en particular las cuentas
de collar de pasta vítrea, bronce, plata y oro, e inclu-
En cuanto a la edad de los individuos sepultados, so amuletos de oro.
el análisis de los restos óseos nos ha permitido co- En cuanto a la relación entre edades y sexo de los
nocer más datos sobre el grupo social que la variable individuos, lo único reseñable del estudio antropo-
anterior. Se han constatado la presencia de catorce lógico es la coincidencia en todos los casos de los
individuos adultos, cinco de edad juvenil, tres in- individuos de edad juvenil con mujeres. Todos estos
fantiles y cuatro donde no se ha podido calcular su datos se presentan con las reservas propias que tie-
edad. Los individuos adultos ocupan indistintamen- nen que ver con el proceso de análisis de los restos,
te todos los tipos de sepultura de la necrópolis, no y de los resultados que se infieren de los mismos
constatándose la predilección por un tipo concreto. teniendo en cuenta la dificultad de análisis que pre-
Otra cosa es la relación entre los ajuares funera- sentan los restos, así como lo reducido de la muestra
rios y la edad de los individuos sepultados. Es curio- (Fig. 162).
cana necrópolis del Poble Nou también en La Vila similar a Les Casetes, y que incorporan una serie
Joiosa, donde se han documentado fosas de crema- de elementos similares a ésta, siendo el tipo de tra-
ción secundaria donde los restos óseos se depositan tamiento del cadáver más generalizado durante el
en el fondo de la misma. Estas fosas se han datado periodo orientalizante. Este tipo de sepultura se ca-
por sus excavadores hacia finales del siglo vi y me- racteriza por la presencia de una fosa de forma más
diados del siglo v a.n.e. (Espinosa, Ruiz y Marcos o menos rectangular, con una longitud superior al
2005: 184) metro y medio, excavada en el suelo. En el fondo de
La presencia de cremaciones secundarias hace la fosa se disponen las maderas que van a realizar la
necesaria la existencia de uno o varios ustrina don- cremación, sobre las que se coloca el cadáver. Una
de se realizarían las cremaciones. Este tipo de es- vez realizada la cremación, se recogen los restos de
tructura funeraria no ha sido identificada durante el la combustión en la fosa, tapándose y señalizándose
proceso de excavación del área funeraria, tal vez, la estructura. Este ritual aparece ampliamente docu-
por las peculiaridades propias de la zona de exca- mentado en las necrópolis orientalizantes del área
vación, donde los límites de la misma no tienen que tartésica peninsular, con ejemplos en la necrópolis
ver con los límites propios de la necrópolis, ya que de La Joya (Huelva), en Mesas de Asta (Jerez de la
el espacio de excavación estaba sujeto a delimitacio- Frontera), en los túmulos de El Bencarrón (Alcalá
nes de tipo urbanístico, y queda la posibilidad de su de Guadaira), en la necrópolis de Alcaudete, en El
existencia fuera de la superficie excavada. En otras Acebuchal, en la del Campo de las Canteras, en la
ocasiones, la reutilización del mismo espacio don- Cañada de las Cabras, Cruz del Negro (Carmona), y
de se ha realizado la cremación para la construcción Setefilla (Lora del Río), en la necrópolis de Medellín
de la fosa o estructura (Fig. 164) que va a contener (Badajoz) en el área extremeña y en Alcaçer do Sal
los restos humanos, acaba con los restos de la pira (Estuario del Sado) para la zona portuguesa.
funeraria. Otra posibilidad es la existencia de piras La presencia de elementos de filiación fenicia
funerarias de poco volumen, de modo que una vez entre los ajuares de las tumbas de esta necrópolis,
recogidos los restos cremados, las cenizas y los car- hace incidir en la discusión del origen del rito de la
bones, las huellas del proceso fueran borradas por cremación en las necrópolis de finales de la Edad
los agentes atmosféricos. No obstante, en la mayoría del Bronce y periodo Orientalizante de la Penín-
de los casos que se realiza la deposición secundaria
sula Ibérica, tema que ha sido tratado en numero-
de los restos óseos, ésta se efectúa dentro de urna
sas ocasiones y que ha sido uno de los que mayor
cerámica, y en pocas ocasiones se ha documentado
controversia ha creado en los últimos años. Se han
la deposición secundaria del cadáver sobre el fondo
propuesto tres orígenes de la presencia de este ri-
de la fosa (Fig. 165).
tual de la cremación, cada uno de ellos apoyado por
una serie de investigadores. Uno de estos grupos de
investigadores apoya la idea de un origen del rito
en las colonias fenicias peninsulares (Blázquez
TIPOS DE RITUAL 1986: 169; 1993: 128; González Wagner 1986: 138-
139; 1995: 122-123; Escacena 1989: 434; Pellicer
7% 1989: 214; 1992: 196-197; 1995: 49: Belén y Es-
4%
Secundaria
cacena 1992). Otro grupo de investigadores supo-
ne el origen de las cremaciones en las necrópolis
11% Busta tartésicas, orientalizantes del sudeste y meridiona-
les, dentro de los Campos de Urnas, siendo en este
78% Fuego
caso un origen indígena (Almagro Gorbea 1986-87:
Depósito 33-35; Torres Ortiz 1996) como las necrópolis des-
critas por Siret (1970), a las que se pueden sumar
las descubiertas en Alicante (González Prats 2002),
Fig. 165. Gráfico de tipo de rituales así como las del estuario del Sado (Coelho y Varela
1998). También existe una corriente que propone el
origen de este rito en algún lugar del Mediterráneo
(Molina 1978), o traído a la Península Ibérica por
En cuanto a las cremaciones realizadas in situ, gentes procedentes del Mediterráneo oriental duran-
éstas están ampliamente documentadas en las necró- te las migraciones de los Pueblos del Mar (Bendala
polis que se encuadran en un intervalo cronológico 1992: 34; 1995: 261).
Con respecto a la primera de las teorías, en los partes del cuerpo, o en las que se han recogido muy
últimos años, diversos investigadores han demostra- pocos restos óseos. No obstante, en siete ocasiones
do que estas hipótesis se pueden descartar gracias a se han recogido más de 600 gramos de restos óseos,
los resultados obtenidos del registro arqueológico, alcanzando en una de las tumbas casi el kilo. Por
que han proporcionado dos necrópolis clave para la otra parte, en algunas de ellas se han recogido partes
solución de este proceso. El túmulo 1 de la necrópo- significativas del cuerpo, aun a pesar de que con-
lis de Las Cumbres, en el Puerto de Santa María en tenían entre 200 y 300 gramos. La recogida de los
Cádiz (Ruiz Mata y Pérez 1995; Torres Ortiz 1996), restos, por otra parte, se realiza junto con cenizas y
y las prospecciones realizadas en la necrópolis de carbones, en ocasiones de gran tamaño, formando
Mesas de Asta (González, Barrionuevo y Aguilar paquete heterogéneo que es el que se deposita en la
1995: 194; 219), donde se ha podido demostrar la tumba. Los restos óseos no aparecen, por tanto, ni
existencia del ritual de la cremación antes del esta- lavados, ni tan siquiera separados de cenizas y car-
blecimiento de las primeras colonias fenicias en la bones.
península (Torres Ortiz 1999: 149). En cuanto a la colocación de los restos óseos en
En relación a la propuesta del origen del rito las sepulturas, como se ha indicado anteriormente,
en el Mediterráneo oriental y relacionado con las éstos se disponen sobre el suelo de la tumba, que
migraciones de los Pueblos del Mar, Torres Ortiz, por regla general corresponde al nivel geológico del
(1999: 150) no ve factible la procedencia del rito terreno, formado por arcillas de color anaranjado y
desde estos lugares basándose en que los materiales gravas de pequeño y mediano tamaño. Se ha podi-
que aparecen en las necrópolis de los siglos xii al viii do observar que la colocación de los restos se hace
del área sirio-palestina y en Grecia no aparecen en directamente sin una intencionalidad previa. Esto
las tumbas de las necrópolis de la Península Ibérica, se ha podido observar, ya que durante el proceso de
más si cabe, cuando en todo caso, deberían ser el excavación de las sepulturas se situaban mediante
origen de la cremación en Sicilia y sur de Italia, cosa triangulación los restos óseos de mayor tamaño, se
que no ocurre. Mientras que en la Península Itálica, dibujaban en la fosa, y se anotaban sus coordenadas
el fenómeno es similar a lo que ocurre en la Penín- en la ficha de la tumba. La recogida de los restos
sula Ibérica, proponiendo un origen del ritual de la cremados de la pira se realizó posiblemente en algu-
cremación dentro del horizonte de los Campos de nos casos con alguna especie de tela, o lienzo. Sin
Urnas durante los periodos del Bronce Final, Orien- embargo, pensamos que la deposición en los hoyos
talizante y Primera Edad del Hierro de la Península. fue con una especie de urna u otro objeto usado para
Esta introducción del rito de la cremación podría su transporte, ya que durante su excavación estos
haber sido la respuesta de comunidades donde se aparecían alrededor de las paredes del hoyo, como
está produciendo de forma paulatina un cambio en si hubiesen caído en vertical hacia el hoyo. Aunque
sus estructuras sociales. En contra de las opiniones esto también puede haber sucedido al tapar la sepul-
mantenidas según las cuales se pensaba que los ri- tura echando tierra en su interior. En lo referente a
tos funerarios tienen que ver con el substrato más las fosas, pensamos que sí hubo una intencionalidad
inmovilista del acervo cultural de un pueblo, más re- en la deposición de los restos óseos. Algo que se ha
cientemente se tiene conocimiento de la movilidad comprobado al observar la disposición del ajuar de
del mundo funerario, de modo que las diferencias ciertas tumbas. En la Tumba 3, el ajuar se coloca tras
rituales no deben explicarse únicamente como cam- la deposición de los restos humanos de forma orde-
bios culturales, religiosos o étnicos. nada y cuando aún conservaban parte del calor que
La temperatura de la cremación ha sido gene- alteró el anforisco de pasta vítrea, fragmentándolo,
ralmente buena. Los restos óseos cremados, en su pero que no fue suficiente para dejar señales en el
mayoría, presentan coloración blanca, lo que supo- plato de cerámica depositado. Y es que, en la mayo-
ne una temperatura media superior a los 800 grados ría de las tumbas, los elementos de ajuar se colocan
centígrados, que viene a identificarse como tempe- cuando los restos óseos se están enfriando y quedan
ratura alta. Esto ocurre en el 64 % de las cremacio- con poco calor acumulado. En alguno de los casos,
nes mientras que en el resto de las cremaciones la los objetos no presentan ninguna alteración por ca-
combustión ha sido deficiente. lor. En la Tumba 18, se depositan restos óseos junto
Los restos óseos se recogen de la pira funeraria, con cenizas y carbones en el fondo de la fosa, tras
en los casos de deposiciones secundarias, de forma lo cual se deposita una parte del ajuar, que consiste
poco selectiva, abundando las recogidas deficientes. en la panoplia militar del difunto, formada por dos
Es decir, las que no aportan restos de casi todas las regatones, dos puntas de lanza, y una pieza de hierro
indeterminada. Una vez depositadas estas piezas, se de su calendario y fecha en la que celebraban una
vuelven a depositar más restos óseos con cenizas gran festividad.
que tapan las armas, y sobre éstos se colocan tres En la necrópolis de Les Casetes, excepto en los
piezas cerámicas de importación: una cantimplora casos en que la estructura de la sepultura es una
de fayenza egipcia, un plato de cazoleta interior, y fosa, de forma redondeada, y por tanto no se puede
un soporte anular de cerámica, tras lo cual se cie- saber la orientación de la misma, en todos los demás
rra la fosa. Posiblemente los restos óseos de algunas la orientación de las tumbas es de este-oeste, colo-
de las fosas, se trasladaron en una especie de lienzo cando sus lados más cortos de forma aproximada a
que permitía su colocación intencionada. Esto se ha la salida y al ocaso del sol. Al determinar esta orien-
podido observar en la Tumba 11, donde la disposi- tación, se han obviado algunas diferencias de grado,
ción de los restos parece indicar esta hipótesis (Fig. incluyendo las nordeste-sudoeste, así como tampoco
46; Fig. 47). En otros casos se ha observado cómo se ha diferenciado entre las este-oeste y las oeste-es-
algunos restos identificativos del difunto como al- te, al carecer de elementos para poder diferenciarlas,
gún fragmento de cráneo de buen tamaño, aparecía ya que no existe ninguna inhumación en la necró-
«colocado» entre el hueco que formaban dos puntas polis. No obstante, la orientación de las sepulturas
de lanza en forma de «L», como ocurre en la Tumba tiene que ver en algunos casos, con la variación de
18. En la Tumba 17, tras la cremación del difunto la salida del sol, según la estación del año en que se
en una pira dentro de la tumba, se coloca, una vez realice el enterramiento, ya que a lo largo del año,
enfriados los restos de la cremación, el thymiate- el sol cambia en varios grados su posición con res-
rion de bronce, ya que éste no presentaba alteración pecto al punto cardinal. En primavera, el sol sale va-
por fuego. En la Tumba 20, la disposición del ajuar rios grados por encima del punto cardinal, mientras
también aparece ordenada. Tras la deposición de los que en otoño ocurre todo lo contrario. Por otra parte,
restos, se coloca el soliferreum, que aparece dobla- en ocasiones, la topografía del terreno incide en la
do en forma de «S», pensamos que para que quepa orientación de la sepultura, así como el régimen de
dentro de la fosa, y alrededor del mismo, se deposita vientos para conseguir una mejor combustión de la
el resto del ajuar y fragmentos de cráneo, como ocu- pira funeraria.
rre entre el broche de cinturón y el botón de bron- La orientación más generalizada de las tumbas
ce. Nos encontramos, por tanto, ante una serie de en las necrópolis orientalizantes de la Península
prácticas postdeposicionales que inciden en el ritual Ibérica, coincide con las tumbas de la necrópolis de
funerario, otorgando una imagen de las creencias de Les Casetes. M. Torres (1999) en su trabajo sobre
ultratumba de esta sociedad, ya que la minuciosidad las necrópolis tartésicas, distingue entre cuatro tipos
con la que se prepara la sepultura, posiblemente tie- de orientación: este-oeste, nordeste-sudeste, norte-
ne que ver con la creencia de la trasmutación y la sur y noroeste-sudeste, donde, de entre las tumbas
vida en el Más Allá. documentadas, la orientación norte-sur se da en un
17, 5 %; siendo el restante a las otras orientaciones,
con un 43, 7 % de la orientación este-oeste (Torres
13.2. Orientación de las sepulturas Ortiz 1999: 152). En las necrópolis orientalizantes
del área tartésica, la necrópolis de la Joya ofrece me-
Es de uso generalizado el recoger la orientación jor detalle para conocer la orientación de las tumbas;
de la tumba con respecto a los puntos cardinales con predomina en ésta la orientación este-oeste, con su
el objeto de poder observar el grado de asimilación variantes, en concreto en los tumbas 6, 19, 5, 9, 12
que una cultura determinada tenía con respecto a y 16 (Garrido 1970: 23-51, Figs. 8, 11, 20, 23-25,
las concepciones cosmogónicas y su relación con el láms. VI-XXI). Asimismo se ha constatado en los
mundo de ultratumba. Esta búsqueda de la orienta- túmulos de la necrópolis del Bencarrón, en la necró-
ción de las sepulturas en torno a la salida y ocaso del polis de Santa Lucía, en la totalidad de las tumbas
sol, está documentada desde al menos el Neolítico. de la necrópolis de Alcaudete en Carmona, y en el
En el Oriente Próximo, los sirios y fenicios adapta- Acebuchal del bajo Guadalquivir (Sánchez Andreu
ron los conocimientos astronómicos de los caldeos; 1994). En Extremadura, se ha confirmado esta pre-
prueba de ello es que la Estrella Polar pasara a lla- dilección en la necrópolis de Medellín, así como en
marse estrella Fenicia 5 y que la constelación de la la necrópolis del Senhor dos Martires en Alcaçer do
Osa Mayor se conociera en el mundo clásico como Sal, que coincide con las restantes del área portu-
Phoinikélb. Conocían el equinoccio, que era la base guesa. En todas las tumbas de la necrópolis de la Al-
platos de cerámica gris, así como restos de fauna, mentada en Les Casetes, y las del área de Cástulo,
en algunos casos descuartizados intencionadamente en especial las que se han identificado en la necrópo-
para la ocasión. lis del Estacar de Robarinas, donde la forma como
No obstante, existen hogueras donde no se han re- la decoración y dibujo de la misma es muy similar
gistrado este tipo de ofrendas, por lo que su carácter (García-Gelabert y Blázquez 1992: 462-463, Figs.
de fuego ritual parece algo diferente, o al menos no IV-VII).
en el ámbito de ofrendas y/o libaciones. En la tumba Por otra parte, la presencia de libaciones en la
15 de la necrópolis de la Cruz del Negro, se inter- necrópolis de Les Casetes, pudiera estar atestiguada
pretó un Fuego Ritual encendido con ramas (Maier en la existencia de una pequeña estructura circular,
1992: 101). En las tumbas 6 y 7 de la necrópolis del construida con arcilla en el interior de la fosa de la
Cortijo de las Sombras, aparecen varias hogueras Tumba 21. No es más que una hipótesis que sugeri-
interpretadas como hogares comunes de valor ritual mos, al no encontrar explicación a esta pequeña ca-
(Arribas y Wilkins 1969: 223-226). En la necrópolis zoleta de barro, que por otra parte no contenía nada
de la Joya, se interpretó la posible existencia de una en su interior. Según se ha expuesto en algunos estu-
hoguera ritual asociada a la tumba 17, y en el sector dios (Ramos Sainz 1990: 118), el agua es uno de los
B en una zona con presencia de inhumaciones, se elementos más importantes de la ofrenda funeraria,
registró la existencia de manchas de ceniza y made- y de vital importancia para los habitantes de regio-
ra carbonizada (Garrido 1983: 541). Como hemos nes secas como es el caso de los fenicios. Por una
apuntado anteriormente, junto a los restos de ho- parte, el agua representa fuente de vida, además de
gueras aparecen numerosos fragmentos cerámicos y ser el único remedio eficaz contra al sed. El uso del
fauna, como en la necrópolis tumular de Huelva, o agua también está asociado a propiedades purifica-
en la necrópolis de Alcaudete, donde en fuegos de doras, algo que ha llegado hasta nuestros días en la
planta circular o cuadrada se recuperaron huesos de cultura cristiana, a través del bautismo, y en las pilas
animales y lascas de sílex (Bonsor 1899: 60-61, Fig. de agua bendita de nuestras iglesias. En el mundo
60). También junto al túmulo 1 de la necrópolis de antiguo, las aguas fluviales nacidas de la tierra re-
Las Cumbres en el Puerto de Santa María en Cádiz, presentaban la vida y muerte, en su incesante fluir,
con presencia de hogueras con restos de copas de desapareciendo y apareciendo nuevamente (Llobre-
cerámica de lujo con decoración monocroma que gat 1981: 161-162). En este sentido, cabe destacar
según sus investigadores fueron fragmentadas inin- la existencia de la cantimplora de fayenza egipcia
tencionadamente junto a la hoguera (Ruiz Mata y dentro de la Tumba 18 de Les Casetes, donde no sólo
Pérez 1988: 43; 1989: 290). Y en la necrópolis de se amortiza una pieza que otorga una indudable tasa
Medellín, donde se han documentado estas estruc- de prestigio a su propietario, sino que además, le
turas junto a fragmentos de platos de cerámica gris confiere un valor simbólico, donde el agua portado-
(Almagro Gorbea 1977: 381-382). Al parecer la pre- ra de la cantimplora, en principio recogida a orillas
sencia de algunos rituales relacionados con el fuego del río Nilo en su crecida anual, otorgaba a su po-
no deja de ser relativamente habitual en el mundo seedor la cualidad mágico – protectora para abordar
funerario tartésico (Torres 1996: 258). el trayecto a la vida en el Más Allá. Lo que desco-
En Cartago, en la ladera sur de Byrsa, durante nocemos, en este caso, es si existió libación de agua
la excavación de las tumbas de fosa, se constató la procedente del Nilo, o alguna otra en el interior de
presencia en el relleno estratigráfico de numerosos la fosa a través de la cantimplora. Pero es evidente el
fragmentos de ollas de cocina, los denominados significado simbólico de este tipo de prácticas en la
cooking pots, así como platos y fuentes de engobe religión fenicia, y el proceso de permeabilización de
rojo, especialmente en las tumbas A. 195 y 196, A. estas prácticas rituales y su significado en el seno de
187 y 188, y A. 325 (Lancel et alii 1982: 362, Figs. las comunidades autóctonas.
528-531). La asociación de estas observaciones es En realidad, si observamos los ajuares proce-
interpretada como la celebración, tras la deposición dentes de las tumbas fenicias y orientalizantes del
del difunto, de «un ritual de ágapes funerarios, tal occidente mediterráneo, en muchas ocasiones en-
como demuestra la presencia de carbón de madera y contramos recipientes cerámicos, que pudieron
de recipientes intencionadamente rotos y arrojados contener líquidos. En la gran mayoría de tumbas, se
sobre la tumba junto con la arena del relleno» (Lan- pueden identificar ánforas, vasos, jarritas, botellas...
cel 1994: 62). que en ocasiones se ha expresado su utilidad como
Sobre la presencia de la cenefa de cantos, es de continentes de agua, leche o vino (Ramos Sainz
destacar la gran similitud existente entre la docu- 1990: 119), y en ocasiones, como en la necrópolis
de Cádiz, se han documentado incluso conductos como un alimento idealmente vivificante (cáscara
libatorios en el interior de las tumbas. En este sen- entera), sea como una copa rústica generadora de
tido, las investigaciones que se han realizado en el vida (vaso, copa, ritón)… en fin, el huevo ha podido
interior de las tumbas de la necrópolis de Rabs en ser visto como una clase de enterramiento místico
Cartago, han puesto de manifiesto la existencia de receptáculo esencialmente favorable a una resurrec-
resinas (Benichou-Safar 1975-1976: 135). En oca- ción» (Astruc 1952: 22). El empleo de los huevos de
siones, también se ha expuesto la posibilidad de la avestruz como alimento, y el de sus cáscaras como
existencia de este tipo de libaciones sobre la tumba, objetos preciosos de uso, responde según afirma en
una vez cerrada, algo que evidentemente queda sin otro trabajo (Astruc 1956: 50-53) a una antigua cos-
poder contrastarse, y que como único dato tene- tumbre africana; el avestruz, ave familiar de los de-
mos la existencia de silicernia, con gran cantidad siertos asiáticos y africanos, también debió de ser un
de fragmentos cerámicos destinados a contener lí- recurso alimenticio para estos pueblos.
quidos que se arrojan en su interior y que aparecen Por otra parte, C. Picard (1954) en su tratado
altamente fragmentados. sobre las religiones del África antigua, estudia los
huevos de avestruz perforados (ritones); dice que
en su origen el vaso sagrado representaría la fuer-
13.5. Huevos de Avestruz za vital del huevo. L. J. Elferink (1934: 52) en su
libro habla de la simbología del huevo afirmando
Desde el punto de vista simbólico, éste es un que es un principio de vida que se depositaba con
claro elemento de filiación fenicia documentada en frecuencia en las tumbas micénicas y etruscas, para
esta necrópolis. Según la mitología fenicia, el ori- que sirviera de alguna manera de alimento mágico
gen cosmogónico del universo, narrado en la His- al muerto.
toria Phoenicia que escribió Filón de Biblos hacia Uno de los últimos trabajos dedicados al estudio
el siglo ii d.n.e. y que transcribió Sanchuaniatón, de las cáscaras de huevo de avestruz en los yacimien-
sacerdote de Beirut anterior a la Guerra de Troya tos fenicios y púnicos de la Península Ibérica, se debe
(Jiménez Flores 1996: 70), sobre las columnas de a San Nicolás Pedraz, donde expone que «los huevos
Tahúr, parte de la idea de que el huevo para los de avestruz tienen un carácter sagrado y representan
fenicios era la representación del globo terrestre el símbolo en el que cual se encuentra encerrado el
(Ramos Sainz 1990). Según se desprende de esta hálito vital, con el que se puede volver los muertos
cosmogonía, el caos agitado por la esfera mutua de a la vida, por lo que su aparición en las sepulturas es
amor o deseo, formó el limo genésico que al con- frecuente» (San Nicolás Pedraz 1975: 75).
densarse originó un enorme huevo (la tierra). Del Es de destacar la presencia de estos elementos
resto del limo salieron los astros y los seres produ- en las tumbas más representativas de la necrópolis;
cidos por ella misma que vinieron a poblarla. En- las denominadas Estructuras Simples y Complejas;
tonces los dioses aún no existían, y los seres conte- algo similar que podemos observar en las tumbas
nidos en la materia cósmica no tenían vida propia. «principescas» del horizonte tartésico, como ocu-
Por tanto, el huevo una vez formado desarrollará la rre en la tumba nº 18 de la necrópolis de La Joya,
vida por su sola fuerza espontánea. Este significado la tumba nº 1 de Santa Lucía en Mairena de Alcor,
esencial será trasladado al mundo de los muertos o en túmulo G de El Acebuchal, hecho que incide
para revitalizarles en la pérdida de la vida. Desde en la problemática sobre el proceso de interacción
este punto de vista, los huevos de avestruz tienen cultural, que de forma selectiva y restringida se
un componente mágico asociado a la fertilidad y a dirige a las elites que se encuentran en una posi-
la vida eterna, lo que nos lleva a pensar que su de- ción de poder en la sociedad indígena (Torres Ortiz
posición en la tumba tiene que ver con este sentido 1999: 157).
mágico-religioso. Este elemento está destinado prácticamente a su
En la necrópolis de Villaricos, los vasos de hue- uso de carácter funerario. En muy pocas ocasiones,
vos de avestruz aparecen en varias de las tumbas, lo se han documentado estas piezas en los asentamien-
que hizo a su investigadora realizar una tipología de tos coloniales fenicios de la costa española, como
los mismos y profundizar en su contenido simbólico. Almizaraque, Toscanos, Torre del Mar, y La Fonte-
En este sentido, en relación al significado de la pre- ta, y en algunos ambientes orientalizantes como en
sencia de estas piezas, M. Astruc considera que «los el poblado de El Carambolo, pero que representan
huevos de avestruz se interpretan como el principio un porcentaje mínimo en relación a las documenta-
vital que contiene, ya sea por haberlo considerado das formando parte del ajuar de las tumbas de este
periodo, donde se depositaban con la idea de que nicio. En Cartago este rito debió proceder de una po-
tuvieran una función de alimento ideal y vivificador, blación Libia que en contacto con la fenicia (libio-
siendo continente especial de dicho alimento y lugar occidental), mantuvo en sus enterramientos dicha
particular para la resurrección, o vasija engendrado- práctica funeraria.
ra de vida (Oliva y Puya 1982: 99).
cia de la colonización griega, los fenicios captaban plotación del trabajo ajeno sometiendo a la pobla-
la mano de obra de las poblaciones cercanas a sus ción autóctona y ocupando su territorio, para así,
colonias transformándose en fenicios, mientras que conseguir un mejor control de los recursos (Alvar
los griegos la reclutaban en sus ciudades de origen, 2000: 28). Esta ocupación física del territorio, se
utilizando las poblaciones locales como esclavos. realiza en principio sin generar violencia ni coer-
En realidad, los comerciantes fenicios, a través ción, según se vislumbra del «comercio silencioso»,
de sus prácticas comerciales, conectaron entre sí pero requiere de un programa de explotación de los
centros de producción de manufacturas de bienes de recursos existentes y de sus gentes realizando un
lujo y elementos de prestigio, con comunidades que ejercicio de hegemonía y captación sistemática de
no tenían la capacidad de poder realizarlos por sí beneficios, donde la cooperación de un sector de la
mismas, conectando entidades políticas diferentes y sociedad autóctona capaz de controlar a sus miem-
aprovechándose de la ausencia de relaciones de in- bros es necesaria, sector social que compartiría los
tercambio organizadas, para crear un tipo de cambio beneficios del intercambio con los mismos fenicios.
favorable para sus intereses (Frankenstein 1997: 53). Muchos de los datos disponibles en la actualidad,
Las comunidades indígenas que ya tenían un alto aconsejan la observación de la existencia de un planea-
grado de autonomía, fueron integradas en un circui- miento previo de los asentamientos fenicios en la costa
to regional comercial más amplio donde se coordi- mediterránea peninsular. El patrón de asentamiento de
naban las relaciones de intercambio e influyeron en estos establecimientos requiere de unos conocimientos
la producción de bienes y la utilización de materias precisos sobre las posibilidades económicas y geoes-
primas. Este proceso es expresado por S. Frankens- tratégicas de los territorios en que se asientan (Gon-
tein (1997: 93) en estos términos como: zález Wagner 2000: 84), que difícilmente pudieron ser
adquiridos desde Oriente. Algo que queda demostrado
...La estrategia fenicia encaminada a intensificar
con las primeras ocupaciones de Morro de Mezquiti-
la explotación de recursos locales y estimular la
lla, Toscanos o Chorreras en la costa andaluza o en La
producción de determinados bienes, vinculando
Fonteta en la desembocadura del Segura, que parecen
así distintas esferas económicas y políticas. Y
estar plenamente constituidos en el siglo viii a.n.e.
proponíamos que la incorporación de gentes no
A partir del periodo orientalizante, la relación
fenicias a actividades típicamente fenicias cons-
de los establecimientos fenicios con las poblaciones
tituyó la fuente de mano de obra y de población
autóctonas se hace más evidente, sobre todo en lo
que exigía el tipo extensivo de asentamiento feni-
relacionado al comercio y a la explotación intensiva
cio en el Mediterráneo oriental y central...
de los metales, fundamentalmente la plata y el hierro
No obstante, el comportamiento de los fenicios (Frankenstein 1997:183 y ss; González Wagner 2000:
con los grupos indígenas es diferente dependiendo 86). Según ha indicado este último autor, se trata de
de la complejidad de las relaciones comerciales pre- un comercio desigual, de tal forma que los fenicios
existentes en las zonas de intercambio: mientras que reciben enormes riquezas a cambio de mercaderías,
en Oriente, las estructuras económicas únicamente si bien este comercio desigual obra en mayor medi-
necesitan la presencia física de los comerciantes, en da en la periferia de los establecimientos coloniales,
las colonias de Occidente, la ausencia de organiza- donde además queda oculta la mano de obra. De esta
ciones complejas hace necesaria la presencia de ele- forma, el modo de producción propio de las comuni-
mentos aristocráticos para legitimar de alguna for- dades autóctonas, al entrar en contacto con el modo
ma los procesos de intercambio (Alvar: 2000: 31), de producción de los fenicios queda dominado por él
donde estos elementos participan en una modalidad y sometido a un proceso de transformación, lo mis-
de intercambio que beneficia a su grupo, y que es mo que el modo de producción fenicio se transforma
muy probable que esté dirigido, además, a la clase con el contacto indígena. Las relaciones que se esta-
aristocrática existente de las comunidades indígenas, blecen entre modo de producción dominante y modo
siendo éstas, por otra parte, las últimas responsables de producción local darán lugar a un nuevo modelo
del proceso de intercambio. de producción, y por tanto a una organización social
El primer modelo de contacto entre fenicios y diferente asociada a los nuevos mecanismos de pro-
poblaciones autóctonas se establece como un modo ducción que aseguran su estatus.
de contacto no hegemónico, donde los contactos no En otro orden de cosas, respecto a las socieda-
necesitan de ocupación territorial, siendo este tipo des autóctonas, una figura que resulta determinan-
reemplazado por el contacto sistemático, donde la te en este proceso es el protagonismo de una elite
esencia del intercambio se realiza mediante la ex- emergente en proceso de formación y consolidación
como aristocracia dominante en el área tartésica, el intercambio de dones para celebrar alianzas y ma-
costa oriental de Andalucía, Portugal, norte de Ma- trimonios (Ruiz Gálvez 1992), que era la forma ha-
rruecos y también en el Levante peninsular, que se bitual con la que individuos y grupos se relacionaban
distinguen netamente por sus enterramientos, donde entre las sociedades autóctonas, hacia otros grupos y
la profusión de elementos de alto valor adquisitivo, y dentro del conjunto parenteral, y en cualquier caso,
de alto valor social como elementos de prestigio. Es- lo que provocaron los fenicios fue acelerar el proce-
tos grupos posiblemente tenían una posición de de- so de jerarquización social, agudizando las diferen-
pendencia hacia otro grupo aristocrático que residía cias sociales existentes en el seno de la comunidad
en los establecimientos coloniales fenicios, tal vez indígena, otorgando dones a un grupo minoritario, y
una aristocracia de sangre llegada desde el levante provocando a su vez que éste explotara a sus pobla-
mediterráneo, o tal vez grupos que buscaban en el ciones dependientes. Ya que, aunque hemos afirma-
ámbito colonial ocupar una posición similar a la que do que el intercambio aristocrático se realiza entre
ocupan los reyes orientales y aristócratas, pero que iguales, también hemos incidido en el hecho de que
en cualquier caso, no representaban una «burguesía se realiza dentro del denominado intercambio des-
comercial», sino que se asemejan a la realeza y a la igual, porque en ambas sociedades circulaban valo-
cúpula de la sociedad semita tal y como queda refle- res distintos en los intercambios, mientras para las
jado en la utilización de urnas de alabastro de tipo comunidades indígenas se opera teniendo en cuenta
egipcio para sus enterramientos, al modo habitual de el valor de uso, para los fenicios, los intercambios se
la aristocracia y realeza del Próximo Oriente Asiático llevaban a cabo teniendo en cuenta el valor de cam-
(Frankenstein 1997: 187: López Castro 2000: 126). bio, ya que operaban en otras esferas distintas donde
Estos grupos traerían a su vez personas en condición ya se utilizaba el dinero como medida.
de dependencia o libres de inferior condición social La hipótesis sobre la presencia de aristocracia
dedicadas al artesanado y a oficios especializados semita, al menos durante la etapa de consolidación,
como la metalurgia, la alfarería, orfebrería, etc. y sobre todo durante la implantación territorial de
De esta forma, la complejidad social resultante los centros coloniales, se refuerza con el surgimien-
de los procesos de intercambio, aún más si tenemos to de una aristocracia local que refleja su poder en
en cuenta las variadas formas que pueden llegar a los ajuares de sus tumbas y en la arquitectura de sus
darse en los distintos modelos, dependiendo de los edificios singulares. Desde este orden de cosas, el
centros y periferias creados a partir de las colonias intercambio se produjo entre las elites autóctonas y
fenicias de la costa, dará lugar a una variada estra- la aristocracia colonial. Un intercambio aristocráti-
tificación social y a distintos sistemas de relaciones co basado en el establecimiento de alianzas políticas
sociales entre sus miembros, donde el mestizaje y el intercambio de dones entre iguales en rango y
entre población autóctona y alóctona ocupará una posición social (López Castro 2005: 406).
posición predominante a lo largo del tiempo. Más En este sentido, la ocupación de la tierra para el
si tenemos en cuenta la necesaria contribución de establecimiento de las colonias debió de realizarse
los miembros femeninos de la aristocracia local a mediante relaciones que legitimasen la cesión de la
la perduración de la clase dominante, asegurándose tierra al grupo extranjero, ya que la posesión de la
su descendencia y la herencia de su estatus. En este tierra es considerada ancestral e intransferible, cons-
orden de cosas, en los ajuares de tumbas periféricas tatado en la distribución y señalización de las necró-
del área tartésica como La Aliseda o la de La Casa polis, y la fórmula podría haber sido la del enlace
del Carpio, se han interpretado como tumbas de mu- de mujeres de las elites indígenas con varones de la
jeres pertenecientes a elites aristocráticas tartésicas aristocracia semita, ya que se presupone que los gru-
que han contraído matrimonio con miembros de las pos extranjeros serían predominantemente varones.
elites del interior de la Meseta con el fin de esta- Este tipo de alianza matrimonial queda expuesto en
blecer alianzas políticas (Ruiz Gálvez 1992; López el mismo relato de la fundación de Cartago, donde
Castro 2005: 408). los dos miembros de más alto rango social de ambas
Es un hecho consolidado admitir que la sociedad comunidades, el rey Iarbas y la reina Elisa, contraen
autóctona de la época se encontraba en un proceso matrimonio como parte de una negociación para
de diferenciación social desde antes de la llegada de obtener el control de una zona territorial (Justino
los fenicios, tal y como muestran los enterramientos XVIII, 4-6).
diferenciadores de la cultura argárica, o del Bronce Es en este orden de cosas donde podemos esta-
Tardío en estas zonas levantinas. Para estas socieda- blecer la existencia de matrimonios mixtos entre au-
des, se ha propuesto un tipo de relaciones basadas en tóctonos y fenicios, cuyo testimonio material podría
encontrarse, según se ha sugerido, en la presencia cerámica de importación. Las tumbas restantes con-
de cerámicas a mano en los asentamientos colonia- tienen amuletos de esteatita, pasta vítrea y objetos
les (Whittaker 1974: 70; López Castro 2005: 411). de bronce. Nos encontramos probablemente con un
Estos matrimonios mixtos representarán la constitu- segmento social de alto rango, que tiene la posibili-
ción de alianzas políticas que tendrá como resultado dad de manifestar su estatus con la pertenencia de
la legitimación del territorio, y el establecimiento de objetos de prestigio, y con la perduración del mismo
los asentamientos coloniales. emplazándolos en sus tumbas.
Pero los fenicios no transmitieron únicamente ob- Los objetos que transmiten prestigio constituyen
jetos de prestigio ente las elites de las comunidades un valor, debido no sólo a su potencial social, sino
indígenas, también aportaron la ideología necesaria al hecho de simbolizar una idea específica, cuando
para poder entender el proceso de cambio, el simbo- son monopolizados por un grupo social determi-
lismo religioso que sirvió de base para conseguir la nado que los utiliza para legitimar su poder emu-
reproducción de los modelos de relaciones sociales lando los de una sociedad más avanzada (Aubet
de Oriente, y la ideología del poder para dar cohe- 2005: 120). Estas prácticas, comunes al periodo orien-
rencia a su nuevo estatus. La comunidades indígenas talizante, han sido precedente por parte de respuestas
mostraban cómo elementos diferenciadores de las de las comunidades autóctonas, desarrolladas hacia
elites, armas y objetos de prestigio, además de és- la innovación en las prácticas agrarias, hacia la acu-
tos, que, como hemos visto, en Les Casetes perduran mulación de metal, hacia la aparición de sedes prin-
en el tiempo, se les añaden los proporcionados por cipescas, y hacia la clara diferenciación entre unos
los fenicios, que en su mayoría tienen que ver con centros y otros, y la formación de entidades locales y
objetos de alto contenido simbólico que refuerza sus regionales. Esto aparece visualizado con la aparición
prácticas sociales, y cuyo ejemplo material son los de prácticas funerarias de elite, donde la exclusividad
huevos de avestruz decorados, los thymiateria de de los bienes de prestigio se ha logrado a través del
bronce, las cuentas y amuletos de oro y plata, o los control directo de la tierra de la producción agrícola,
collares de pasta vítrea, objetos que se amortizan en pero sobre todo gracias a la manipulación de las rela-
las tumbas de necrópolis como Les Casetes, donde ciones de intercambio, alianzas políticas y circuitos
esta amortización de ajuares en los que se incluyen matrimoniales (Aubet 2005: 122).
exóticos objetos orientales, que marcan una pro-
No debe extrañar entonces, que las importacio-
funda diferenciación social, junto con la adopción
nes fenicias de lujo, y los materiales híbridos orien-
de rituales funerarios propios del Oriente Próximo,
talizantes se concentren en unas pocas tumbas re-
desconocidos hasta la fecha por las comunidades in-
presentadas en La Joya, Niebla, Setefilla, Cañada de
dígenas, pone de manifiesto las profundas transfor-
Ruiz Sánchez en el área tartésica del Guadalquivir.
maciones que se están produciendo en el seno de la
Similar a lo que ocurre en otras pocas tumbas del
sociedad autóctona (López Castro 2005: 415). Estos
área levantina como Les Casetes, donde sus propie-
ajuares representan el éxito y la consolidación de
tarios debieron de monopolizar el comercio con la
esta nueva aristocracia surgida a raíz de una nueva
costa, así como la presencia de elementos de menor
diferenciación social, inalcanzable para el resto de la
gradación como elemento de prestigio, como son
sociedad, bajo formas que imitan la realeza oriental
las urnas a torno tipo Cruz del Negro van a parar a
procurando la herencia del estatus conseguido.
segmentos sociales más bajos o que reciben los ma-
teriales de forma indirecta por medio de estas elites
que distribuyen estos objetos para atraer o retener
14.2. El estatus social representado seguidores que no pertenecen a su mismo rango so-
en la necrópolis cial para ampliar su propio estatus.
La identificación de esta clase social representa-
Sobre el grupo humano que aparece representado da en la necrópolis está atestiguada por una parte,
en las tumbas de la necrópolis de Les Casetes, el pri- por un grupo social que gusta de llevar objetos de
mer problema que abordamos, al igual que en otros adorno, posiblemente a modo de collar o pulseras,
facetas de este trabajo, es lo reducido del número objetos en su mayoría de importación. Este grupo
de tumbas que estudiamos en la investigación. No social, preferiblemente de sexo femenino, según los
obstante, es interesante apuntar que de 28 estructu- datos aportados por el estudio antropológico, ocupa
ras funerarias, el 71 % de las mismas contiene ele- una posición predominante en el seno social, como
mentos de ajuar, de las que el 7 % contienen piezas lo atestiguan las estructuras funerarias que acogen
de oro, otro 7 % de plata, otro 7 % armas y el 6 % sus restos, y los amuletos de oro, plata y esteatita que
suelen portar y que colocan en sus tumbas. Aunque mentado en ocasiones, estarían ligados a los jefes
en alguno de los casos, las tumbas con objetos de guerreros únicamente por vínculos de parentesco
adorno fabricados en oro, fueran fosas de reducidas dentro de una organización de tipo tribal propia de
dimensiones, pero tal y como se ha apuntado en este los momentos, o por el contrario podría tratarse de
trabajo, las dimensiones de las tumbas, en ocasiones miembros más jóvenes que se encontraban en pe-
estaban directamente relacionadas con el tamaño de riodo de preparación, o bien disponían de un menor
sus ajuares, con excepción de las Estructuras Com- poder adquisitivo (Mederos y Harrison 1996).
plejas. Nos encontramos, pues, con un segmento so- Nos encontramos en un momento precursor del
cial de elite probablemente femenino que incorpora ejército hoplita, en un tipo de organización que im-
elementos de estilo orientalizante, y que a su vez uti- plica una lealtad absoluta de los miembros hacia un
liza los rituales fúnebres característicos del mundo líder o jefe militar, en un tipo de vínculo suscrito
oriental mediterráneo. Rituales que han sido traídos mediante un pacto de fidelidad otorgado en una ce-
por los fenicios a través de sus contactos por todo el remonia sacra, la devotio. En este marco explicativo,
Mediterráneo y trasladado a las poblaciones nativas. donde existe la figura de un líder a modo de gran
Estos ritos incluyen una idea más o menos exacta de guerrero, no sería, por tanto, extraño imaginarse un
la cosmogonía y de la religión fenicia, así como de tipo de lucha individual tal y como aparece repre-
los objetos simbólicos que representan estos flujos sentada en la Ilíada entre Héctor y Aquiles. Com-
vitales, y que comienzan a partir de su incorpora- bates individuales de tipo heroico, que podrían exis-
ción como rito fúnebre a ser parte integrante de su tir junto a las luchas entre los seguidores de ambos
acervo cultural. Algo que está íntimamente ligado a (Almagro-Gorbea 1996: 31-33; 1997: 212-213).
la transmisión cultural heredada, que se perpetúa en Estos jefes guerreros debieron alcanzar su posición
un modelo social que tiene como finalidad mantener gracias a su valor, sin que, tal y como ha expues-
su rango. to M. Almagro-Gorbea (1997: 212-213), su estatus
En otro orden de cosas, a raíz de la aparición de sea consecuencia de herencias patriarcales. Además,
panoplias militares en las tumbas de la necrópolis, este personaje estaría dotado de poderes sobrenatu-
podemos pensar en la existencia de una clase mili- rales al igual que sus armas.
tar o portadora de símbolos de referencia guerrera y Por otra parte, la existencia únicamente de lan-
que ocupan un rango social elevado dentro del seno zas entre las armas del periodo orientalizante de la
social representado en las tumbas de Les Casetes. Península parece indicar la adopción de prácticas
Las armas representadas son un conjunto de puntas militares propias del Próximo Oriente, donde los
de lanza, dos pila y un soliferreum. La inexistencia soldados de infantería no llevan espadas, sino que
de espadas en las tumbas es lago característico de sus armas habituales son la lanza y el arco, lo que
la fase orientalizante en el sudoeste de la Península nos permite identificar dos tipos de guerreros y de
Ibérica, algo que se constata en el registro de los ya- lucha perfectamente documentados en Oriente (To-
cimientos de esta época, en contraposición a la fase rres 2002: 264).
anterior, el denominado Bronce Final Precolonial, Evidentemente, también existe un grupo social
donde la presencia de estos puñales era habitual jun- representado en la necrópolis que no aporta elemen-
to a puntas de lanza, cascos e incluso escudos. tos de ajuar, ocupando además las tumbas más sim-
Estas armas recuperadas en Les Casetes no se ples: los hoyos, y que evidentemente representa el
consideran armas arrojadizas, ya que incluso las estatus social más bajo de la sociedad. La ubicación
puntas de lanza, excepto en una de las piezas de la de estas tumbas alrededor de otras más complejas,
Tumba 18, son hierros de gran longitud y demasiado en zonas identificadas como periféricas de la necró-
peso para tal fin, por lo que se deben incluir dentro polis, o al menos de las agrupaciones de tumbas que
de los tipos pesados penetrantes a modo de lanza, hemos constatado, nos lleva a pensar que pudieran
aunque el tipo más pequeño antes mencionado pue- tratarse de clientes de los grupos sociales antes men-
da considerarse dentro de las jabalinas. cionados. Miembros situados en un escalafón infe-
Estos datos nos muestran la posible presencia rior, pero con un estatus asociado de alguna manera
de lanceros dentro de los cuerpos militares de eli- a los individuos de rango superior, ya que la necró-
te. Un cuerpo de infantes equipados con armamento polis ofrece un número de tumbas muy reducido, y
relativamente ligero, que se sitúa en clara desven- por lo tanto, tal vez no nos encontramos ante una
taja frente a grupos que cuentan con panoplias más necrópolis propiamente dicha, sino tal vez ante un
pesadas, a los que únicamente sus iguales podrían cementerio más o menos familiar, donde no se re-
hacer frente. Estos grupos de lanceros, se ha argu- presentan todos los rangos sociales imperantes en
el momento. Existe la posibilidad de que en estas tumbas de sus necrópolis con las de Les Case-
tumbas no esté representada toda la sociedad que tes, así como algunos de sus materiales.
ocupaba este territorio en esta época. Es posible la 3. Una tercera vía que provee materiales proce-
existencia de individuos que no han dejado huella en dentes del Mediterráneo central y/o oriental,
esta necrópolis, y que posiblemente estén enterrados vía posiblemente de los centros fenicios occi-
en otros lugares, o bien su sepultura no ha dejado dentales, donde yacimientos como la Fonteta,
rastro. o los localizados en Ibiza jugaron un papel de
Una sociedad capaz de enterrar a su miembros con especial intensidad.
la adopción de rituales que de forma tan clarividente 4. La presencia en la totalidad de las sepulturas
han dejado huella hasta nosotros, está demostrando del rito de la incineración con la deposición de
una creencia tan fuerte en la vida de ultratumba y del los restos óseos directamente sobre el fondo
procedimiento que hay que seguir para llegar a ella de la fosa u hoyo, en las cremaciones secun-
en estado óptimo, que impide pensar en la inexis- darias.
tencia de algún ritual funerario para el resto de la Esto nos configura un paisaje compuesto por tres
sociedad. En este orden de cosas, nos inclinamos a vías de influencia que resultan ilustrativas para en-
pensar que los segmentos sociales representados en tender el significado de esta necrópolis. Y es que el
primer dato que salta a la vista de este yacimiento es
las tumbas de Les Casetes corresponden a elites de
la heterogeneidad. Distintos ajuares de procedencia
poder y elevado rango social junto con otros miem-
diversa, y distintos tipos de estructuras funerarias
bros clientelares que podrían estar relacionados con
con un denominador común, la presencia del ritual
éstos por medio de relaciones de clanes o de tipo
de la cremación como tratamiento del cadáver, y la
familiar, dentro de los grupos humanos que vivían
ausencia de urnas como contenedores de los restos
en esta parte de la costa mediterránea a finales del
cremados.
siglo vii y mediados del siglo vi a.n.e.
Como se ha expuesto anteriormente, el ritual de
la cremación en la Península Ibérica debe tener su
origen en los Campos de Urnas, que como se ha de-
15. RECAPITULACIÓN Y CONCLUSIONES mostrado penetran hasta el Segura, dejando una im-
portante huella en la Mola d’Agres, así como indi-
Los datos obtenidos del estudio de las estructuras cios de contacto con los habitantes de Los Saladares
(Ruiz Zapatero 1985: 694). Las necrópolis de cre-
funerarias, de los elementos integrantes del ajuar, y
mación del área alicantina, de momentos anteriores
los restantes datos que ha dado como resultado este
al yacimiento de Les Casetes donde la necrópolis de
estudio, siempre teniendo en cuenta el escaso nú-
cremación de Les Moreres ha marcado un post quem
mero de tumbas, que impide realizar estudios con
en la historiografía arqueológica de este periodo,
mayor fiabilidad, permiten realizar una serie de infe-
utilizan la deposición de los restos óseos en urnas de
rencias que deberán ser contrastadas en el futuro. En
distinta tipología donde sobresalen los vasos a char-
primer lugar expondremos una serie de conclusiones
don, las urnas tipo cruz del negro, y otros fabricados
parciales resultantes de la información proporciona- a mano. No obstante, existen algunas necrópolis,
da por la necrópolis: que en ocasiones han pasado algo desapercibidas y
1. La presencia de una serie de elementos de rai- que contienen semejanzas a Les Casetes, con la de-
gambre celtibérica, nos muestra la continui- posición de los restos óseos en fosas sin urna, y con
dad de las relaciones con el ámbito meseteño, una similitud en el registro material de sus ajuares.
que desde momentos del Bronce Tardío se han Entre otras, tenemos un ejemplo hacia el sur y otro
mostrado en los materiales del área levantina. hacia el norte, fiel reflejo en este caso de la variedad
Estas influencias de la Meseta configuran una formal de algunos de los elementos de Campos de
vía de penetración de doble sentido, donde Urnas, que debieron penetrar en la Península Ibérica
también los materiales que van llegando a la junto con los más conocidos que depositan los restos
costa mediterránea penetrarán hacia el interior en el interior de recipientes cerámicos.
de la Península. Se localiza en la depresión de Vera, cerca de He-
2. Las influencias con las zonas del sudeste pe- rrerías en la provincia de Almería, la necrópolis de
ninsular, y con el área tartésica andaluza, que la Loma de El Boliche, excavada a finales del siglo
llegan hasta el levante vía Cástulo, donde se ha xix, fue objeto de una revisión de sus materiales a
comprobado la similitud existente en algunas finales de los años setenta, siguiendo los diarios de
Pedro Flores, quien fuera capataz de Luis Siret, y sobre hoyos o fosas, sin urna (Maier 1992: 100). Y
publicando un resumen de sus resultados en 1981 también en la necrópolis de Medellín en el área ex-
(Osuna y Remesal 1981). Del conjunto de medio tremeña y en el extremo occidental de la península,
centenar de tumbas sobresalen las consistentes en en la necrópolis portuguesa del Sehnor dos Márti-
paquetes óseos con restos de carbones y cenizas di- res. También nos gustaría destacar la necrópolis de
rectamente en las fosas, sin urna y que pueden tener Rachgoun en la costa mediterránea norteafricana,
o no ajuar, algo que por otra parte, también sucede donde de 114 tumbas de cremación, únicamente 33
en Les Moreres, aunque en menor proporción. Sus se depositaron en el interior de urnas cerámicas que
investigadores otorgan una cronología situada entre no siempre fueron fabricadas a torno (Aubet 1986b).
los siglos vii y vi a.n.e. (Osuna y Remesal 1981: 39). Esta investigadora propuso una serie de contactos
Entre los ajuares de esta necrópolis, que son más entre gentes tartésicas con las del norte de África,
bien escasos, y donde aparecen en ocasiones aretes proponiendo incluso la filiación tartésica de las tum-
de bronce y cuentas de hueso cilíndricas, hay que bas de Rachgoun (Aubet 1986b: 129), basándose en
destacar la publicación por parte de Siret, de dos la presencia de puntas de lanza de hierro formando
cascarones de huevo de avestruz, y una lucerna de parte del ajuar de alguna de sus tumbas, armas que
dos picos, objetos que no se encuentran depositados en ocasiones aparecían junto a vasos de cocina o co-
junto al resto de los mismos en el MAN, y hasta la oking pots, por otra parte, la cronología otorgada a
fecha en paradero desconocido (Fig. 164). Estas pie- esta necrópolis es de fines del siglo vii y todo el siglo
zas, de filiación fenicia, llevan a pensar en la exis- vi a.n.e.
tencia de contactos con semitas, en una necrópolis Sin embargo, de las necrópolis estudiadas con
fechada dentro de la Edad del Hierro del Sureste, si motivo de este trabajo dos son los conjuntos fune-
bien, dada la poca entidad de los ajuares, y lo escaso rarios que más se asemejan a la necrópolis de Les
de los productos alóctonos, podríamos encontrarnos Casetes, por una parte el conjunto funerario antiguo
ante los primeros contactos entre estas poblaciones de Cástulo, integrado por la necrópolis de Estacar de
del Bronce Final, y al menos, los materiales de ori- Robarinas y la fase antigua de la necrópolis de Los
gen oriental. Aunque es interesante la presencia del Patos, y la información relativa al grupo de túmulos
huevo de avestruz, que necesita de una comprensión de las Garrigas en el área suroriental francesa, en la
de la simbología cosmogónica fenicia, que es difícil región del Languedoc, y el cercano al yacimiento de
de entender a inicios de los primeros contactos, y Les Peyros. En este último yacimiento se señala la
si es más tarde, según las fechas que postulan sus existencia de deposiciones de restos cremados sin
últimos investigadores, es extraño que tras varias urna, y de superestructuras cuadrangulares de las se-
décadas de contacto con los semitas, no se haya pro- pulturas en unos casos, mientras que en otros resalta
ducido ningún cambio visible en el ámbito funerario la simple colocación de piedras sobre la fosa con al-
de estructuras sociales, siendo además los materia- guna plana en el centro (Janin 2000). Es interesante
les importados tan poco frecuentes. Más al sur, en por similitud a Les Casetes, la ordenación rigurosa
la costa gaditana, la necrópolis de las cumbres, en del espacio de Les Peyros, con verdaderos barrios
el Puerto de Santa María, también ha aportado de- separados por calles de circulación, donde las tum-
posiciones de restos óseos directamente sobre fosa, bas más simples se han dispuesto alrededor de las
colocando en algunas de ellas una losa de piedra a tumbas más complejas, estando presentes en ambos
modo de tapadera (Ruiz Mata y Pérez 1989: 288). tipos de tumbas todas las categorías de edad y los
Es interesante señalar lo que apuntan los investiga- dos sexos. Sobre los grupos de túmulos de las Ga-
dores de este yacimiento cuando afirman que en el rrigas, su investigador (Dedet 1992: 292) señala en
túmulo 1, estructura de 22 metros de diámetro que primer lugar que la tradición de las características fu-
albergaba 63 tumbas de cremación, todos los en- nerarias de estas tumbas provienen desde momentos
terramientos pertenecen a un colectivo que utilizó del Bronce Antiguo de estas regiones, tradición que
este espacio funerario durante el siglo viii a.n.e., incluye el rito de la cremación. En estas tumbas de
tiempo que debió permanecer abierto para recoger a túmulos de Las Garrigas, los restos óseos resultantes
los miembros de un mismo clan familiar, integrado de la cremación nunca se depositan en el interior de
tanto por indígenas como por fenicios, cremados en urnas cerámicas. Utilizando para este propósito fosas
el ustrinum central (Ruiz Mata y Pérez 1989: 293). de variadas dimensiones, que únicamente acogen a
Cerca de este yacimiento, en la conocida necrópolis un solo individuo. Por otra parte, la distribución de
de la Cruz del Negro, también se tienen noticias de tumbas y objetos de ajuar recuperados en la necró-
la deposición de los restos cremados directamente polis, parece reflejar según este autor agrupamientos
sin duda familiares, siendo únicamente singulariza- influencias, hacia zonas más al sur, al igual que sus
dos algunos sujetos, que debieron ser jefes de familia antecesores de los Campos de Urnas (Fig. 166).
o de clanes, algo que se asemeja de forma directa a Con respecto a la zona de Cástulo, es evidente la
los datos que hemos inferido de la necrópolis de Les concomitancia existente entre las estructuras tumu-
Casetes, pudiendo ser esta zona del sur de Francia un lares de la necrópolis del Estacar de Robarinas con
posible difusor cultural, su origen en el tiempo y en algunas estructuras de Les Casetes, algo que ade-
el espacio, ya que la cronología propuesta para esta más se manifiesta en los elementos de ajuar depo-
necrópolis es del siglo viii y vii a.n.e. con algunos sitados en ellas. En este sentido, los broches de cin-
enterramientos a principios del vi a.n.e. (Dedet 1992: turón tartésicos de Les Casetes, son muy similares
146), y teniendo conocimiento del traslado de estas al conjunto documentado en Cástulo (Jiménez Ávila
Fig. 166. Yacimientos con materiales orientalizantes en el levante peninsular. 1: Necrópolis del Puig des Molins, Sec-
tor Arcaico Can Partit (Ibiza). 2: Sa Caleta (Ibiza). 3: Necrópolis de Sa Barda (Ibiza). 4: Necrópolis de Les Casetes
(La Vila Joiosa). 5: Necrópolis del Poble Nou (La Vila Joiosa). 6: Alt de Benimàquia (Denia). 7: Cam Prim (Jávea).
8: Plana Justa (Jávea). 9: Mola d’Agres (Agres). 10: El Puig d’Alcoi (Alcoi). 11: Cabeço de Mariola (Bocairent).
12: Camara (Petrer). 13: El Monastil (Elda). 14: Peña Negra (Crevillente). 15: Necrópolis de Les Moreres (Crevillente).
16: Caramoro II (Elche). 17: Los Saladares (Orihuela). 18: La Fonteta (Guardamar del Segura). 19: Cabezo Pequeño del
Estaño (Guardamar del Segura). 20: Cobatilla la Vieja. 21: Santa Catalina del Monte. 22: Coimbra del Barranco Ancho
(Jumilla). 23: Los Almadenes (Hellín). 24: Hoya de Santa Ana (Chinchilla). 25: Pecio de Mazarrón. 26: Playa de Maza-
rrón. 27: Los Villares (Caudete de las Fuentes). 28: Llíria. 29: Vinarragell. 30: El Puig de Nau (Benicarló). 31: Aldovesta
(Tarragona)
c.p.), que a su vez, adolece de similitud con algunos distribución espacial, tal y como hemos expuesto en
documentados en la necrópolis de El Acebuchal en el capítulo III de este trabajo.
Carmona. En otro orden de cosas, tenemos en la necrópolis
La existencia de la necrópolis de Les Casetes en de cremación de Les Moreres, su antecedente inme-
la Marina Baixa, como ha expresado J. Moratalla en diato en el tiempo, pero en este caso, no se observa
su reciente Tesis Doctoral, representa la irrupción de ni la variedad, ni el costo de fabricación de algunas
una sociedad estratificada y consolidada (Moratalla tumbas, ni la riqueza de algunos de los elementos que
Jávega 2004), donde se ha producido un proceso de aparecen en La Vila Joiosa. Esta necrópolis presen-
mestizaje, resultado de la llegada de un contingente ta casi una uniformidad en las cerca de 140 tumbas
de tipo semita a esa zona de la costa levantina, y de la necrópolis, con restos cremados depositados
configurando este proceso por medio de los matri- en el interior de urnas, con algunas semejanzas con
monios mixtos, tal y como en ocasiones se ha expre- otras necrópolis como el Cortijo de las Sombras o la
sado por otros autores (Whittaker 1974: 70-71). En Cruz del Negro. Esta necrópolis viene a demostrar,
este orden de cosas, tendremos que resolver algunos desde nuestro punto de vista, que la gran mayoría
problemas de similitudes, relaciones y cronologías de la población indígena no participó de los inter-
para intentar de la forma más acertada posible de- cambios comerciales con los fenicios, o al menos,
finir cuál es el grupo humano que se refleja de esta no participó de los beneficios de estos intercambios.
necrópolis. Estos datos aparecen en otras necrópolis, donde se
En ocasiones ya he apuntado la más que posible han localizado elementos singulares procedentes
existencia de elementos alóctonos en la necrópolis, del mundo fenicio como pueden ser las cáscaras de
como resultado del estudio de algunas tumbas sobre- huevo de avestruz, tal y como ocurre por ejemplo
salientes del espacio funerario, en particular la Tum- en la necrópolis de la Loma del Boliche1, siendo las
ba 17 (García Gandía 2003; 2005). También sería tumbas de esta necrópolis particularmente pobres
fácil admitir la presencia de elementos autóctonos respecto a otras contemporáneas. Evidentemente, si
formando parte de la población cremada en la necró- se han apropiado, aun transformándolo, del signifi-
polis, sobre la base de tan significativos elementos cado y simbolismo del huevo para utilizarlo como
de ajuar que en ocasiones encontramos depositados objeto funerario, no han sido partícipes hasta este
en ellas, como es el caso de las armas y objetos de momento, de los beneficios de los intercambios y
adornos típicos del área meseteña. Sin embargo, ha- de la nueva producción de riqueza, ya que no se han
blar de necrópolis mixta, no soluciona el problema; producido cambios que puedan ser visualizados en
es más bien una opción un tanto problemática. En la necrópolis que reflejen una ruptura radical de la
ocasiones se ha apuntado la «querencia» de algunos base social.
investigadores a utilizar objetos arqueológicos ina- Otros autores han interpretado la necrópolis de
movibles con respecto a los grupos humanos que los Les Casetes como el resultado de una hibridación
utilizan en un espacio concreto, frente a otros que se cultural entre elementos indígenas y semitas, para
consideran meros objetos de comercio (Sala Sellés lo que necesariamente deben bajar la cronología de
2004: 76-77). Sin embargo, no ha sido la tradición la necrópolis y establecerla a lo largo del siglo vi
interpretativa la que ha llevado a asumir claramente a.n.e. (Vives-Ferrándiz 2005: 196-200), no obstante,
como indígenas necrópolis que han proporcionado ¿cómo podemos interpretar la existencia de la necró-
un número ingente de cerámicas de procedencia polis de Altea la Vella? Este yacimiento dista apenas
griega como pudiera ser el caso de la necrópolis de diez kilómetros en línea recta del otro, y tiene una
Cabezo Lucero o Coimbra del Barranco Ancho, por cronología establecida del Ibérico Antiguo similar
citar alguna de ellas. Pensamos que la presencia de al yacimiento de El Oral (Abad y Sala, 1993). No
armas es significativa; no parece estar relacionada obstante, únicamente se asemeja a Les Casetes en la
con las poblaciones semitas que se dedican al co- presencia de armas, siendo Les Casetes, además, la
mercio, sino más bien con elementos que una vez
amortizados como piezas de ajuar funerario, deben
1. Tuvimos la oportunidad de estudiar los materiales de
significar la legitimidad de su circulo social, la per-
este yacimiento depositados en el museo Arqueológico
tenencia a una clase guerrera con una base social
Nacional gracias a la amabilidad de la Dra. Carmen
dominante en el territorio indígena, algo que además Cacho. También con respecto a este yacimiento, quie-
se apoya en la similitudes tipológicas de las puntas ro agradecer las indicaciones del Dr. A. Lorrio, que se
de lanza, soliferrea, y pila, con las piezas distribui- encuentra en proceso de estudio de las necrópolis del
das en otras zonas de la Península, así como en su sureste.
única de su entorno donde todas las sepulturas pre- yacimientos que en la actualidad se consideran tar-
sentan deposiciones sin urna. tésicos, es decir indígenas en proceso de interacción
Parece ser que la necrópolis que le sigue en el cultural con elementos fenicios cercanos en el tiem-
tiempo y en espacio a Les Casetes, es la necrópolis po y en el espacio, sean realmente fenicios en proce-
del Poble Nou, también localizada en La Vila Joiosa, so de interacción cultural donde los elementos que
de la que tan solo conocemos la publicación de un se adquieren en este caso son autóctonos (Escacena
avance de sus resultados (Espinosa, Ruiz y Marcos 2004: 16). Siguiendo esta hipótesis, tendríamos una
2005), pero puede ser interesante observar un gra- necrópolis fenicia en Les Casetes, donde algunos
do de homogeneización mayor que en Les Casetes, individuos han adoptado elementos propios de la
tanto en la forma y distribución de las estructuras población residente como son las armas, broches de
funerarias como en los elementos de ajuar, donde ya cinturón y elementos de adorno típicamente indíge-
aparece la cerámica griega de importación, y que a nas, y por tanto, por esta misma razón, se establecen
la vez presenta algunas características heredadas de claras diferencias con respecto a las necrópolis indí-
Les Casetes, como algunas tumbas en cista y ele- genas de similar cronología que se encuentran en su
mentos áureos en algunos casos con una iconografía entorno inmediato. Pero entonces, ¿qué papel juega
similar, tal y como se puede observar en el denomi- la necrópolis del Estacar de Robarinas de Cástulo,
nado «Collar del Poble Nou», expuesto en el Museo con estructuras funerarias y objetos de ajuar tan se-
Arqueológico de la localidad. En nuestra opinión, mejantes a Les Casetes, que al menos, evidencian
la necrópolis del Poble Nou refleja un grado más en la presencia de un contacto entre grupos algo más
el proceso de «iberización» de las comunidades de definido que un mero circuito comercial?
la costa levantina. Proceso más bien complejo don- Pensamos que la verdadera población híbrida
de, según hemos observado, intervienen numerosos es la resultante final del proceso, ya considerada
factores, pero donde es evidente que las elites do- de cultura ibérica, siendo la población que refle-
minantes de las poblaciones autóctonas han tenido ja la necrópolis de Les Casetes una población de
un papel predominante, y que parece ser que son las carácter mixto, donde algunas de las sepulturas ya
únicas que pudieron beneficiarse del control de los comienzan a evidenciar la dualidad cultural. Es in-
intercambios con las poblaciones semitas, tal vez dudable la diferencia que muestran algunas de las
procedentes de la costa malagueña. Sin embargo, sepulturas: mientras que la Tumba 16 representa un
el verdadero cambio social comenzará una vez se tipo de estructura, y un ajuar típicamente alócto-
produzca una mayor especialización de las unidades no, semejante a elementos procedentes de la costa
de producción que englobe a gran parte de la pobla- mediterránea africana o a algunas de las necrópolis
ción residente, aunque esto venga auspiciado en un fenicias de la costa peninsular; la Tumba 20 refleja
primer momento por la aparición de una aristocracia un componente social que podría ser asdcribible a
beneficiaria de la nueva situación económica, y por zonas de la Meseta o del nordeste. Otras, como he-
consiguiente de las nuevas estructuras de poder. mos apuntado, muestran en la misma sepultura am-
Por otra parte, la presencia de fenicios en estas bos tipos de elementos, sea el caso de la tumba 17
costas de la provincia de Alicante, debe ponerse en y 18. En la Tumba 17, si bien la estructura e inclu-
relación con el establecimiento de la colonia de Sa so el thymiaterion podrían ser de filiación oriental,
Caleta en Ibiza, y con la presencia, ya sea como co- el depósito posterior, formado por arete de plata y
lonia, o como centro receptor de mercaderías feni- broche de cinturón tartésico, evidencia una relación
cias de La Fonteta en Guardamar del Segura, siendo directa entre dos individuos o familias que podrían
éste además, de cronología más antigua que Sa Ca- tener un sustrato diferente.
leta. En este sentido, resulta muy complicado acep- La necrópolis de Les Casetes, evidentemente, no
tar la naturaleza fenicia de Les Casetes, y otorgar un puede servir para explicar el proceso de dualidad
carácter no fenicio al yacimiento de Guardamar, del cultural que se produce a partir del siglo viii y hasta
que dista apenas un día de viaje por mar (Moratalla finales del vi en las zonas del mediodía peninsular,
Jávega 2004), así como relacionar Les Casetes úni- pues en cada zona los modelos que interactúan son
camente con la presencia semita en Ibiza. básicamente diferentes. No obstante, este yacimien-
También algunos autores han utilizado argu- to nos muestra una pieza del puzzle, directamente
mentos para reflexionar sobre los arquetipos que se relacionada con un entorno inmediato de caracterís-
utilizan en arqueología para interpretar yacimientos ticas diferentes a otras zonas. Un modelo de parte
siguiendo los paralelos y dispersión de los objetos, de un proceso de interacción donde la existencia de
argumentado la posibilidad de que algunos de los una dualidad cultural fue produciendo elementos di-
ferentes a los anteriores, creando un sustrato nuevo tadas en Ibiza, bien pudiera ser un elemento con una
que sería el germen de la cultura ibérica. gran perduración en el tiempo, ya que algunos de
De vueltas con la cronología, y dejando a un lado estos elementos se han datado en contextos que no
las tumbas que no ofrecen datos fiables para deter- ofrecen ninguna duda, si bien, también es cierto que
minar su datación, la fecha de las tumbas más anti- prácticamente la mayoría de estos amuletos docu-
guas, pensamos, debe situarse hacia el último cuarto mentados en Ibiza, procede de colecciones y otros
del siglo vii a.n.e., tal sería el caso de las tumbas casos en los que no puede establecerse un contexto
3, 4, 9, 16 y 17. Las tumbas 18, 5, 6 corresponden, arqueológico claro.
al parecer, a una fecha inicial del siglo vi a.n.e. en Aun pese a los esfuerzos por intentar explicar el
torno al primer cuarto del mismo, mientras que una mundo que refleja esta necrópolis, nuestro trabajo
serie de tumbas, entre las que se encuentran la 10, queda pendiente de nuestras propuestas y segura-
12, 20, 21 y 22, podrían fecharse hacia mitad del mente se verá ampliado con la excavación de nuevas
siglo vi a.n.e., si bien los argumentos que maneja- necrópolis y la incorporación de datos procedentes
mos para establecer la cronología son su situación de publicaciones que todavía no han visto la luz.
en el espacio funerario y su relación con el resto de
Desde nuestra visión lo importante ha sido sacar a
elementos de la necrópolis, ya que pensamos que no
la luz de los investigadores este yacimiento para que
existe un periodo de inutilización de la necrópolis.
sirva de debate y pueda utilizarse como herramienta
Por otra parte, los datos que se han utilizado para
de investigación entre los profesionales de esta dis-
datar elementos que podrían bajar la cronología de
algunas tumbas, como es el caso de las armas o de ciplina. Me quedo con las palabras de un investiga-
los amuletos de esteatita, pensamos no son del todo dor de los principios de la arqueología alicantina del
determinantes. En el caso de las armas, si bien está siglo xx, el profesor Figueras Pacheco (1952: 194),
claro que los tipos de forma general se pueden datar que, al exponer los datos de la necrópolis de la Al-
a lo largo del siglo vi (finales según la cronología bufereta, hacía esta reflexión:
expuesta por Quesada), es bien cierto que las necró-
El mayor servicio que puede prestar a la arqueolo-
polis que se utilizan para evaluar esta cronología han
gía el director de unas excavaciones, no consiste
sido excavadas de antiguo, y en algunos casos no se
puede establecer, o su cronología al menos quedaba en formular con más o menos acierto, su opinión
pendiente de su relación final con otros contextos. personal sobre el yacimiento que se le confió. La
Tal vez, la relación de estas armas con los objetos misión de desentrañar sus secretos dista mucho
importados de esta necrópolis, pudiera servir para de serle exclusiva. En ocasiones ni siquiera está a
subir su cronología, algo que no parece que vaya a su alcance. Lo que interesa de modo fundamental
contradecir las documentadas en ambiente similares a la ciencia, no es que el excavador interprete los
documentados en el nordeste peninsular. Por otra hechos, si no que los observe y registre bien en el
parte, los amuletos de esteatita, que en numerosas momento oportuno y los exponga con fidelidad
ocasiones se han datado hacia el siglo iv a.n.e. como absoluta. De su testimonio bajo este aspecto, de-
sucede con las más de doscientas piezas documen- pende la utilidad básica de las excavaciones.
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Tumba 2
Ritual Cremación Individual Secundaria
Cotas Cubierta +0,10 Superestructura – Cotas Fondo -0,18
Tipología Hoyo
Técnica Excavada
Longitud – Anchura Altura 28 cm
Orientación –
Planta Circular
Sección Circular Recta
Ajuar Sin Ajuar
Sexo Indeterminado
Edad Indeterminada
Peso –
Tumba 3
Ritual Cremación Individual Secundaria
Cotas Cubierta -0,03 Superestructura -0,13 Cotas Fondo -0,40
Tipología Estructura Simple
Técnica Excavada
Longitud 80 cm Anchura 23 cm Altura 27 cm
Orientación Este-Oeste
Planta Rectangular con las esquinas redondeadas
Sección Circular Recta
Ajuar Amuleto de oro. Cerámica de Importación
Sexo Mujer?
Edad Adulta madura
Peso 902,5 gr.
Tumba 4
Ritual Cremación Individual Secundaria
Cotas Cubierta -0,10 Superestructura +0,24 Cotas Fondo -0,36
Tipología Estructura Compleja
Técnica Excavada y Construida
Longitud 190 cm Anchura 187 cm Altura 60 cm
Orientación Este-Oeste
Planta Cuadrangular
Sección Rectangular
Ajuar Adornos. Elementos Simbólicos
Sexo Indeterminado
Edad Indeterminada
Peso 0,5 gr.
Tumba 5
Ritual Cremación Individual Secundaria
Cotas Cubierta +0,08 Superestructura – Cotas Fondo -0,25
Tipología Fosa
Técnica Excavada
Longitud 42 cm Anchura 20 cm Altura 33 cm
Orientación Este-Oeste
Planta Rectangular
Sección Circular Cerrada
Ajuar Adornos. Cerámica de Importación
Sexo Indeterminado
Edad Adulto
Peso 23 gr.
Tumba 6
Ritual Cremación Individual Secundaria
Cotas Cubierta +0,09 Superestructura – Cotas Fondo -0,29
Tipología Fosa
Técnica Excavada
Longitud 88 cm Anchura 35 cm Altura 38 cm
Orientación Este-Oeste
Planta Rectangular con las esquinas redondeadas
Sección Circular Recta
Ajuar Armas. Adornos. Elementos Simbólicos
Sexo Hombre
Edad Juvenil. Adulto Joven
Peso 905 gr.
Tumba 7
Ritual Cremación Individual Secundaria
Cotas Cubierta +0,08 Superestructura – Cotas Fondo -0,10
Tipología Fosa
Técnica Excavada
Longitud 19 cm Anchura 17 cm Altura 18 cm
Orientación Este-Oeste
Planta Ovoide
Sección Rectangular
Ajuar Adornos
Sexo Mujer
Edad Adulta
Peso 118 gr.
Tumba 8
Ritual Cremación Individual Secundaria
Cotas Cubierta +0,17 Superestructura – Cotas Fondo -0,06
Tipología Fosa
Técnica Excavada
Longitud 42 cm Anchura 27 cm Altura 23 cm
Orientación Este-Oeste
Planta Ovoide
Sección Circular Recta
Ajuar Sin Ajuar
Sexo Hombre
Edad Adulto
Peso 139 gr.
Tumba 9
Ritual Cremación Individual Primaria
Cotas Cubierta +0,08 Superestructura -0,11 Cotas Fondo -0,48
Tipología Estructura Compleja
Técnica Excavada y Construida
Longitud 230 cm Anchura 187 cm Altura 53 cm
Orientación Este-Oeste
Planta Rectangular
Sección Rectangular
Ajuar Adornos. Elementos Simbólicos
Sexo Hombre?
Edad Adulto Maduro
Peso 745,8 gr.
Tumba 10
Ritual Cremación Individual Secundaria
Cotas Cubierta +0,14 Superestructura – Cotas Fondo -0,12
Tipología Fosa
Técnica Excavada
Longitud 90 cm Anchura 40 cm Altura 22 cm
Orientación Este-Oeste
Planta Rectangular con las esquinas redondeadas
Sección Circular Recta
Ajuar Armas. Adornos
Sexo Indeterminado
Edad Adulto
Peso 210 gr.
Tumba 11
Ritual Cremación Individual Secundaria
Cotas Cubierta +0,07 Superestructura – Cotas Fondo -0,08
Tipología Hoyo
Técnica Excavada
Longitud 52 cm Anchura 22 cm Altura 15 cm
Orientación Norte – Sur
Planta Ovoide
Sección Circular Abierta
Ajuar Sin Ajuar
Sexo Indeterminado
Edad Adulto
Peso 151,1 gr.
Tumba 12
Ritual Cremación Individual Secundaria
Cotas Cubierta +0,30 Superestructura +0,06 Cotas Fondo -0,17
Tipología Estructura Simple
Técnica Excavada y Construida
Longitud 88 cm Anchura 31 cm Altura 23 cm
Orientación Este-Oeste
Planta Rectangular con las esquinas redondeadas
Sección Rectangular
Ajuar Adornos. Elementos Simbólicos
Sexo Hombre
Edad Adulto
Peso 681,2 gr.
Tumba 13
Ritual Cremación Individual Secundaria
Cotas Cubierta +0,06 Superestructura -- Cotas Fondo -0,05
Tipología Fosa
Técnica Excavada
Longitud 70 cm Anchura 38 cm Altura 11 cm
Orientación Este-Oeste
Planta Ovoide
Sección Circular Abierta
Ajuar Sin Ajuar
Sexo Indeterminado
Edad Adulto
Peso 71,1 gr.
Tumba 14
Ritual Cremación Individual Secundaria
Cotas Cubierta +0,16 Superestructura – Cotas Fondo -0,07
Tipología Fosa
Técnica Excavada
Longitud 70 cm Anchura 39 cm Altura 23 cm
Orientación Este-Oeste
Planta Rectangular con las esquinas redondeadas
Sección Rectangular
Ajuar Sin Ajuar
Sexo Indeterminado
Edad Joven
Peso 96,1 gr.
Tumba 15
Ritual Cremación Individual Secundaria
Cotas Cubierta -0,01 Superestructura – Cotas Fondo -0,15
Tipología Fosa
Técnica Excavada
Longitud 111 cm Anchura 65 cm Altura 16 cm
Orientación Este – Oeste
Planta Rectangular con esquinas redondeadas
Sección Circular Recta
Ajuar Sin Ajuar
Sexo Indeterminado
Edad Joven (12-15 años)
Peso 206,2 gr.
Tumba 16
Ritual Cremación Individual Secundaria
Cotas Cubierta -0,06 Superestructura – Cotas Fondo -0,54
Tipología Estructura Simple
Técnica Excavada y Construida
Longitud 89 cm Anchura 47 cm Altura 24 / 15 cm
Orientación Este – Oeste
Planta Rectangular
Sección Trapezoidal Cerrada
Ajuar Cerámica de Importación. Adornos. Amuletos
Sexo Mujer
Edad Juvenil. Adulta - Joven
Peso 298 gr.
Tumba 17
Ritual Cremación Individual Primaria
Cotas Cubierta +0,14 Superestructura -0,03 Cotas Fondo -1,48
Tipología Estructura Compleja
Técnica Construida
Longitud 215 cm Anchura 155 cm Altura 162 cm
Orientación Este – Oeste
Planta Cruciforme
Sección Escalonada
Ajuar Elementos Rituales
Sexo Mujer
Edad Juvenil. Adulto Joven
Peso 254,5 gr.
Tumba 18
Ritual Cremación Individual Secundaria
Cotas Cubierta -0,0 Superestructura – Cotas Fondo -0,25
Tipología Fosa
Técnica Excavada
Longitud 110 cm Anchura 46 cm Altura 25 cm
Orientación Este-Oeste
Planta Rectangular con las esquinas redondeadas
Sección Circular Recta
Ajuar Armas. Cerámica de Importación
Sexo Hombre
Edad Adulto Maduro
Peso 841,3 gr.
Tumba 19
Ritual Cremación Individual Secundaria
Cotas Cubierta +0,11 Superestructura – Cotas Fondo -0,07
Tipología Fosa
Técnica Excavada
Longitud 50 cm Anchura 32 cm Altura 18 cm
Orientación Este-Oeste
Planta Rectangular con las esquinas redondeadas
Sección Rectangular
Ajuar Adornos. Fusayola
Sexo Indeterminado
Edad Infantil (7 años)
Peso 259 gr.
Tumba 20
Ritual Cremación Individual Secundaria
Cotas Cubierta +0,12 Superestructura -0,06 Cotas Fondo -0,28
Tipología Fosa
Técnica Excavada y Construida
Longitud 124 cm Anchura 65 cm Altura 22 cm
Orientación Este-Oeste
Planta Rectangular con las esquinas redondeadas
Sección Circular Abierta
Ajuar Armas. Adornos
Sexo Hombre
Edad Adulto
Peso 879,6 gr.
Tumba 21
Ritual Cremación Individual Secundaria
Cotas Cubierta +0,03 Superestructura – Cotas Fondo -0,23
Tipología Fosa
Técnica Excavada
Longitud 121 cm Anchura 68 cm Altura 26 cm
Orientación Este-Oeste
Planta Rectangular con las esquinas redondeadas
Sección Circular Abierta
Ajuar Armas
Sexo Hombre
Edad Adulto Maduro
Peso 646,8 gr.
Tumba 22
Ritual Cremación Individual Secundaria
Cotas Cubierta +0,09 Superestructura Cotas Fondo -0,01
Tipología Hoyo
Técnica Excavada
Longitud -- Anchura Altura 10 cm
Orientación Este-Oeste
Planta Circular
Sección Circular Abierta
Ajuar Sin Ajuar
Sexo Indeterminado
Edad Adulto
Peso 213 gr.
Tumba 23
Ritual Cremación Individual Secundaria
Cotas Cubierta +0,04 Superestructura Cotas Fondo -0,15
Tipología Fosa
Técnica Excavada
Longitud 64 cm Anchura 27 cm Altura 19 cm
Orientación Este-Oeste
Planta Ovoide
Sección Rectangular
Ajuar Cerámica a Mano. Adornos
Sexo Indeterminado
Edad Infantil (2 años)
Peso 2,5 gr.
Tumba 24
Ritual Cremación Individual Secundaria
Cotas Cubierta +0,04 Superestructura – Cotas Fondo -0,09
Tipología Fosa
Técnica Excavada
Longitud 30 cm Anchura 20 cm Altura 12 cm
Orientación Este-Oeste
Planta Ovoide
Sección Circular Abierta
Ajuar Sin Ajuar
Sexo Indeterminado
Edad Joven
Peso –
Tumba 25
Ritual Cremación individual Secundaria
Cotas Cubierta +0,03 Superestructura – Cotas Fondo -0,50
Tipología Fosa
Técnica Excavada
Longitud 98 cm Anchura 29 cm Altura 47 cm
Orientación Este – Oeste
Planta Rectangular
Sección Rectangular
Ajuar Sin Ajuar
Sexo Indeterminado
Edad Joven
Peso 3 gr.
Tumba DEPÓSITO 1
Ritual Depósito Indeterminado
Cotas Cubierta +0,03 Superestructura +0,06 Cotas Fondo -0,12
Tipología Estructura Simple
Técnica Excavada
Longitud 32 cm Anchura 12 cm Altura 11 cm
Orientación Este-Oeste
Planta Rectangular con las esquinas redondeadas
Sección Rectangular
Ajuar Adornos
Sexo –
Edad –
Peso –
Tumba DEPÓSITO 2
Ritual Depósito Indeterminado
Cotas Cubierta -0,15 Superestructura – Cotas Fondo -0,32
Tipología Reutilización
Técnica –
Longitud 61 cm Anchura 37 cm Altura 17 cm
Orientación Este – Oeste
Planta Cuadrangular
Sección Rectangular
Ajuar Adornos
Sexo –
Edad –
Peso –
Tumba FUEGO
Ritual Fuego
Cotas Cubierta -0,17 Superestructura – Cotas Fondo -0,44
Tipología Hoyo
Técnica Excavada
Longitud 100 cm Anchura 87 cm Altura 17 cm
Orientación Este – Oeste
Planta Circular
Sección Circular Abierta
Ajuar Adornos
Sexo –
Edad –
Peso –
sus edades y sexos, al igual que sus posibles enfer- paso (Santonja, 1985, 1989; Gómez, 1985, 1996;
medades. A partir de estos datos podremos realizar Reverte, 1990; Santonja y Montero, 1992; Trellisó,
inferencias sociales, observar el perfil demográfico 2001: 92) (Figura 2). Si los restos se hubieran reco-
de la población representada, y relacionar los datos gido por agrupaciones, obtenemos el peso según la
osteoarqueológicos con los materiales (estructura y identificación de los fragmentos, dato que permite
ubicación de la sepultura, elementos de ajuar, etc.). valorar si hay o no un cierto orden en la disposición
Muchos de los temas relacionados con el ritual son de los huesos en la sepultura. Ejemplo de esta meto-
tratados por J. R. García Gandía en la presente publi- dología es la sepultura 9 en la que se realizó la trian-
cación, por lo que no haremos incidencia sobre ellos. gulación de los fragmentos tanto óseos, como de
otros elementos materiales hallados en el lugar. En
otros trabajos, esta metodología ha permitido iden-
tificar cierta disposición de los huesos, bien porque
2. Metodología y limitaciones la cremación se realizara in situ, sin que hubiera su-
frido gran remoción de los restos (De Miguel, 2001;
El estudio de restos humanos sometidos al rito De Miguel et al. 2003), o permitiendo reconocer un
de cremación, supone una limitación muy relevante orden intencional en el momento de la deposición
a la hora de extraer información, aunque no por ello secundaria de los mismos (Grévin y Bailet, 2001).
debemos renunciar a ella (Santonja, 1985; Duday,
1990; Gómez, 1996).
Tras la excavación y recogida de los restos ubi-
cados en la tumba, procedemos a su limpieza e in-
tento de reconstrucción. En algunos casos, el estado
de fragmentación se ve potenciado parcialmente,
por los procesos tafonómicos que sufren durante su
cremación, depósito y permanencia en la sepultura
(Figura 1); al igual que por la manipulación sufri-
da durante su exhumación, traslado y estudio en
el laboratorio, dada su elevada fragilidad. Por esta
circunstancia, en nuestro trabajo consideramos con
cautela el estado de fragmentación, ya que el cóm-
puto de fragmentos y el tamaño de los mismos, sólo
sería información fehaciente, si los datos se extraen
en el momento preciso de su excavación.
La identificación de las partes anatómicas a las
que corresponden los fragmentos sería el siguiente Fig. 2. Identificación de partes anatómicas.
Manos y pies. Tumba 6
• Corresponde a una persona fallecida a inicios algunas partes anatómicas no permite saber si
de la edad adulta. fue uniforme o no.
• Sexo: su aspecto es grácil, similar a otras cre- • Individuo adulto, robusto; posiblemente hombre.
maciones que han sido clasificadas como mujer.
No obstante, en este casos hemos de considerar-
la como sin determinar debido a la ausencia de
partes anatómicas que nos la identifiquen como
Sepultura 9 (UE.22)
tal. Más adelante discutiremos este caso.
Restos Gramos
Neurocráneo 142’5
Mandíbula 2
Sepultura 7 (UE.17)
Dientes 1
C. escapular y pelviana 30
Restos Gramos
Costillas y esternón 29’3
Neurocráneo 11
Vértebras 18’5
Mandíbula 0
Huesos largos 294
Dientes 1
Manos y pies 4’5
C. escapular y pelviana 0
Sin identificar 224
Costillas y esternón 7
Total 745’8
Vértebras 0
Huesos largos 33 • Restos humanos procedentes de una cremación,
Manos y pies 1 que presentan una coloración irregular, desde
Sin identificar 65 gris a negro, debido posiblemente a la diferen-
Total 118 cia de temperatura que sufrieron en la pira. Pa-
rece corresponder con temperaturas altas pero
• Restos de una cremación realizada a alta tempe- con una exposición irregular. La recogida fue
ratura; muy fragmentados. Recogida deficiente, buena, apareciendo fragmentos de todas las
con partes anatómicas poco representativas. No partes del esqueleto.
se ha observado una deposición de los restos • Las características anatómicas indican que se
con un orden significativo. trata de un individuo adulto, posiblemente ma-
• Adulto grácil; posiblemente mujer. duro, debido a las claras evidencias de altera-
• No se ha evidenciado ningún signo patológico, ciones de carácter degenerativo.
a excepción de la angulación anómala de la ar- • La determinación del sexo no está clara aunque
ticulación distal del radio. nos inclinaríamos hacia un individuo posible-
mente hombre, dado el espesor craneal que en
algunas zonas supera los 6 mm. No obstante el
Sepultura 8 (UE.18) desconocimiento del fenotipo de la población
estudiada nos impide realizar determinaciones
Restos Gramos sexuales que estén exentas de dudas razona-
Neurocráneo 20
bles.
• En los aspectos paleopatológicos, dada la infre-
Mandíbula 0
cuencia de determinar alteraciones patológicas,
Dientes 0
queremos destacar la existencia de signos ar-
C. escapular y pelviana 0 trósicos en el cóndilo mandibular conservado,
Costillas y esternón 0 exostosis en la clavícula y la calcificación del
Vértebras 0 ligamento amarillo. Todas estas alteraciones se
Huesos largos 40 corresponden más con signos degenerativos re-
Manos y pies 0 lacionados con la edad y con la realización de
Sin identificar 79 forma reiterada de esfuerzos osteoarticulares.
Total 139
• A partir de la combinación de los datos obte-
nidos durante la excavación arqueológica y los
• Restos de una cremación realizada a altas tem- datos antropológicos, consideramos que pudie-
peraturas, aunque la escasez de fragmentos de ra corresponder con un bustum.
Sepultura 14 (UE.29)
Sepultura 12 (UE.27)
Restos Gramos
Restos Gramos Neurocráneo 4
Neurocráneo 103’5 Mandíbula 0
Mandíbula 1’5 Dientes 0’1
Dientes 1’7 C. escapular y pelviana 0
Restos Gramos
Neurocráneo 8
Sepultura 15 (UE.30)
Mandíbula 0
Dientes 1’2
Restos Gramos
C. escapular y pelviana 0
Neurocráneo 13
Costillas y esternón 1
Mandíbula 0
Vértebras 0
Dientes 1’2
Huesos largos 140
C. escapular y pelviana 0
Manos y pies 0’5
Costillas y esternón 2
Sin identificar 103
Vértebras 0’5
Total 253’7
Huesos largos 43
Manos y pies 0’5 • Restos de cremación a alta temperatura. Reco-
Sin identificar 146 gida poco significativa.
Total 206’2 • Parece que la persona correspondería con una
edad juvenil o adulta joven. Posiblemente mujer.
• Restos procedentes de una cremación, irregular,
color blanco con partes de negro, fue sometido
a temperatura media. Se realizó una recogida
minuciosa. Sepultura 18 (UE.36)
• Pertenecen a un individuo fallecido entre los 12
y 15 años de edad. Se ha identificado a través de Restos Gramos
la presencia de piezas dentales en formación. Neurocráneo 63’1
Sexo sin determinar. Mandíbula 0’5
Dientes 2’2
C. escapular y pelviana 3
Sepultura 16 (UE.34) Costillas y esternón 9
Vértebras 13
Restos Gramos Huesos largos 297
Neurocráneo 32 Manos y pies 2
Mandíbula 0 Sin identificar 451’5
Dientes 1 Total 841’3
C. escapular y pelviana 0’5
• Restos bien identificados de un individuo some-
Costillas y esternón 0’5
tido a un proceso de cremación irregular, con
Vértebras 2
temperatura media.
Huesos largos 41 • Buena recogida de los restos.
Restos Gramos
Sepultura 20 (UE.38) Neurocráneo 9
Mandíbula 0
Restos Gramos Dientes 5
Neurocráneo 109 C. escapular y pelviana 1
Mandíbula 5 Costillas y esternón 0
Dientes 3’5 Vértebras 0
C. escapular y pelviana 19 Huesos largos 75
Costillas y esternón 27 Manos y pies 0
Vértebras 14’1 Sin identificar 123
Huesos largos 390 Total 213
Manos y pies 8
• Restos pertenecientes a un individuo adulto.
Sin identificar 306
Sexo sin determinar. Se ha recogido una eleva-
Total 881’6 da cantidad de restos dentales.
Cintura
Costillas y Huesos Manos Sin
Sepultura Cráneo Mandíbula Dientes escapular Vértebras Total
esternón Largos pies determinar
y pelviana
1 48 0 1 0 6 2 158 0 151 366
2 -- -- -- -- -- -- -- -- -- --
3 92 1,5 2 14 18 12 181 0,5 581,5 902,5
4 -- -- -- -- -- -- -- -- -- --
5 0 0 0 0 2 0 11 0 10 23
6 88 2 2 25 35 15 322 10 406 905
7 11 0 1 0 7 0 33 1 65 118
8 20 0 0 0 0 0 40 0 79 139
9 142,5 2 1 30 29’3 18’5 294 4,5 224 745’8
10 60 0 0,5 0 10 4 37 1 97,5 210
11 12,5 0,5 0 1 0 0 73 0,1 68 155,1
12 103,5 1,5 1,7 18 9 31 192 7 317,5 681,2
13 0 0 0,2 0 0 0 28 0 43 71,2
14 4 0 0,1 0 1 0 15 0 76 96,1
15 13 0 1,2 0 2 0,5 43 0,5 146 206,2
16 32 0 1 0,5 0,5 2 41 0 221 298
17 8 0 1,2 0 1 0 140 0,5 103 253,7
18 63,1 0,5 2,2 3 9 13 297 2 451,5 841,3
19 68 0 4 3 1 1 60 1 123 261
20 109 5 3,5 19 27 14,1 390 8 306 881,6
21 65 7,1 0,7 14 8,5 13,5 303 9 226 646,8
22 9 0 5 1 0 0 75 0 123 213
23 2 0 0,5 0 0 0 0 0 0 2,5
24 0 0 0 0 0 0 61 0 0 61
25 2 0 0 0 0 0 0 0 1 3
12
10
0
Infantil Infantil II Juvenil Juvenil - Adulto joven Adulto Adulto
adulto joven maduro
(juveniles, adultos jóvenes, adultos y adultos madu- (comerciante), con lo que el porcentaje de nacimien-
ros). tos, y por tanto de población infantil, fuera muy es-
Se observará en los Cuadros 2 y 3 cómo varios caso. La segunda idea que nos surge, quizás la más
de los esqueletos han sido clasificados como juveni- probable a partir de lo que ocurre en otras necrópolis
les-adultos jóvenes. Debemos reconocer que la di- estudiadas, es que existiera una restricción de ritual,
ferenciación entre ambos grupos de edad puede ser accediendo al mismo sólo un grupo de personas, con
realizada a partir de la observación, bien de dientes lo que la representación demográfica tendría un ca-
en formación, o de las epífisis de los huesos largos. rácter aleatorio, condicionado por cuestiones socio-
En estos casos señalados (sepulturas, 14, 16, 17, 24) culturales o económicas.
no hemos dispuesto de elementos que nos permitan El tema de los sexos, como es bien sabido, es su-
asignarlos a un grupo de edad más preciso. mamente controvertido en el caso de las cremaciones.
Hemos considerado adultas a las personas halla- Carecemos de referentes relacionados con las carac-
das en diez sepulturas (3, 5, 6, 7, 8, 10, 12, 13, 20, terísticas antropológicas, por lo que desconocemos
22), y cuatro adultas maduras (sepulturas 1, 9, 18, el grado de dimorfismo sexual del grupo estudiado.
21). Aunque hay gran escasez de restos conservados Si además la determinación de la edad no es precisa,
en la sepultura 25, creemos que es posible que se trate tenemos un número de personas entre la juventud y la
de una persona fallecida a edad juvenil o adulta, des- edad adulta, en las que los caracteres sexuales suelen
cartando que se trate de un individuo infantil, dada la estar aún poco diferenciados llevándonos a posibles
robustez que presentan los escasos fragmentos. errores de adscripción difíciles de subsanar.
En tres casos hemos podido precisar a partir del De las veintitrés sepulturas estudiadas tan solo
grado de desarrollo dental, la presencia de personas en cinco casos creemos que la identificación sexual
fallecidas antes de llegar a los 21 años. En la sepul- es casi segura, cuatro hombres (sepulturas 1, 12, 18,
tura 15 determinamos una edad de entre 12-15 años. 20), y una mujer (sep. 7). En otros seis se presentan
Las otras dos corresponden a un fallecido a los dos con ciertas dudas, tres son hombres (sep. 8, 9, 21),
años (sepultura 23) y otro a los 7 años (sepultura y tres mujeres (sep. 3, 16, 17). En todos los casos
19). En todos ellos la determinación se ha realizado se realizó el estudio antropológico sin conocer los
a partir del desarrollo de las raíces dentales de algu- materiales asociados a cada persona. Cuando se han
nas piezas conservadas. cruzado los datos entre identificación sexual y ele-
Aunque el número de sepulturas es escaso, 25, de mentos de ajuar, no se ha producido ninguna discre-
las que tan solo en 23 se han podido estudiar materia- pancia entre ellos. Parece, por tanto, clara la asocia-
les osteológicos, cabría esperar que el número de in- ción de las armas con hombres, y la ausencia de las
dividuos infantiles fuera similar al de adultos, como mismas en las sepulturas de mujeres.
suele ocurrir en sociedades prevacunales. Hemos de Como excepción debemos presentar la sepultu-
recordar que la infancia es un periodo de gran ries- ra 6. Los restos óseos tienen un peso elevado (905
go de fallecimiento. En esa fase de la vida se inicia gramos), estando bien representadas todas las partes
la exposición a los diferentes agentes patógenos que anatómicas. Corresponden a una persona adulta jo-
están relacionados con los alimentos (enfermedades ven, cuyo cadáver fue incinerado a una temperatura
infecciosas y parasitarias), además de contactar con media, con una buena recogida. Los datos antropo-
otros causantes de enfermedades exantemáticas. Todo lógicos muestran una persona grácil a partir de los
ello supone un alto riesgo para quienes las padecen, fragmentos craneales y vertebrales, si bien las diáfi-
más en sociedades que carecen de los recursos pro- sis de los huesos largos tienen un aspecto algo más
porcionados por los antibióticos. Del mismo modo robusto. En esta sepultura se da la circunstancia de
que es el momento en el que las personas adquieren haberse identificado dos concentraciones de huesos,
su independencia deambulatoria, inician el contacto que durante la excavación fueron recogidas de for-
con animales y comienzan a tener responsabilidades ma individualizada. Aunque no podemos descartar
laborales. Por todo ello es frecuente que el número de manera tajante su correspondencia con personas
de infantiles presentes en las necrópolis entre los 0 y distintas, no hemos identificado ningún elemento
4 años sea bastante elevado. que nos permitiera aseverar que haya más de un in-
La infrarrepresentación observada de infantiles dividuo en la sepultura.
en la necrópolis de Les Casetes puede ser interpreta- En definitiva, el estudio de la sepultura 6 real-
da al menos de dos modos. Pudiera ser que el grupo za las dificultades de analizar un contexto funera-
usuario de la misma estuviera formado por un co- rio de cremación, con restos humanos abundantes,
lectivo muy reducido de personas, quizás no estable pero con una destrucción que limita la obtención
de conclusiones absolutas. Desde una perspectiva óseos (Etxeberria, 1994), además de valorar si existe
socio-cultural identificar un esqueleto con una per- o no uniformidad en el color.
sona grácil, tal vez mujer, vendría a mostrar un caso Sabemos que la temperatura está condicionada
anómalo, dada la asociación con un ajuar en el que por varios factores: combustible, orientación de la
se incluyen las armas, propio de un hombre. Por el pira, robustez del cuerpo, modo de realización ma-
momento, y a partir de los datos disponibles, cree- yor o menor ventilación, remoción o no de los res-
tos, etc.), entre otros. Es complejo inferir a partir del
mos más prudente presentar la sepultura 6 como la
estado óseo cómo fue realizada la cremación, más
de una persona grácil, de sexo indeterminado, falle-
considerando la falta de referencias sobre el aspecto
cida a inicios de la edad adulta. Es posible que con el físico de la población. Igualmente, en algunas cre-
tiempo, a la luz de nuevos métodos de investigación maciones inferimos una exposición a altas tempe-
se puedan obtener datos más fiables que permitan raturas, si bien la cantidad de restos es escasa. Por
disipar nuestras dudas. ello no debemos olvidarnos de que pudo realizarse
La determinación de la temperatura (Cuadro 3) una recogida selectiva de los huesos primando los de
se realiza a partir de la coloración de los fragmentos color blanco sobre otros.
La calidad de recogida es otro parámetro que a modo de resumen en el Cuadro 3, tan sólo en cua-
hemos tenido en consideración (Cuadro 3). Es fre- tro sepulturas se ha constatado la presencia de alte-
cuente que en las sepulturas de cremación encontre- raciones patológicas.
mos una cantidad de huesos que no se corresponda Todos los individuos en los que se observan alte-
con el total esperado tras el ritual. Es bien cierta raciones óseas han sido identificados como hombres
la intencionalidad destructiva, pero los huesos tie- (sep. 9, 12, 18, 21), fallecidos a edad adulta.
nen una gran resistencia por lo que perduran, más Se aprecian signos de artrosis en todos ellos,
o menos fragmentados, tras haber sido expuestos a principalmente a partir de la presencia de osteofitos
temperaturas superiores a los 800º C. La dificultad en algunos fragmentos de cuerpos vertebrales (Figu-
interpretativa viene cuando, con mucha frecuencia, ra 6). En dos observamos artrosis en la articulación
sólo una parte de los huesos aparece en la sepultura, temporomandibular de la mandíbula (sep. 9, 18).
siendo en ocasiones tan escasa, que hace dudar de
que se trate realmente de un depósito funerario.
Son diferentes las interpretaciones que nos sugie-
re este hecho, tanto de origen socio-cultural como
circunstancial. Si consideramos que una parte de la
persona representa al todo, sería suficiente un pe-
queño porcentaje esquelético para que la sepultura
fuera considerada como última morada, cumpliendo
con el ceremonial funerario de depositar los restos
junto con su ajuar en un lugar de la necrópolis. En
general, los restos craneales y los huesos largos son
los más fácilmente reconocibles, por lo que no es
de extrañar que, en ocasiones, sean éstos los que
estén mejor representados en las tumbas. En algu-
nas de nuestras sepulturas no hay restos craneales o
son muy escasos (sep. 5, 13, 14, 17, 22, 23, 24, 25),
mientras que en otras son muy abundantes (sep. 3, 6,
9, 10, 12, 18, 19, 20, 21). En principio esta diferente
recogida no está relacionada ni con la edad, ni con el Fig. 6. Osteofitosis vertebral. Tumba 18
sexo, por lo que deberemos reflexionar sobre cuales
pudieron ser los motivos de esta marcada diferencia
ritual, entre sepulturas de una misma necrópolis.
Como podemos observar son muchas las pers- En las sepulturas 9 y 21 se han documentado
pectivas desde las que podemos analizar una cre- la calcificación del ligamento amarillo, en algunos
mación. Llegar a saber por qué existen diferencias fragmentos de arcos vertebrales.
entre el modo de cremación, la cantidad de recogi- Tan solo hay un caso de exostosis radial (sep. 18)
da, la temperatura de exposición, la selección o no que pudiera ser consecuencia de algún traumatismo
de huesos, etc., entraña unas limitaciones difíciles (Figura 7).
de superar. No debemos olvidar que el ritual debió En el individuo de la sepultura 9 observamos
realizarse por personas especialistas que pudieran marcadas inserciones ligamentosas en un fragmento
tener particulares formas de hacerlo. Es posible que clavicular, relacionadas con la realización de activi-
la época del año condicionara las disponibilidad dades forzadas.
del combustible adecuado, o que las inclemencias Aunque la patología dental es difícil de valorar
metereológicas potenciaran o no la ventilación de en las cremaciones, dado que el calor destruye las
la pira. Incluso no debemos descartar que algunos coronas dentales, hemos observado un acusado des-
restos hubieran sido traídos desde otros lugares, si el gaste dental en una pieza de la sepultura 9.
fallecimiento ocurrió lejos del lugar de residencia. Todas estas patologías han de ser consideradas
Como podemos comprender, muchas de estas cues- leves, y relacionarlas tanto con la edad, como con la
tiones serán difíciles de dilucidar. realización de actividades físicas forzadas.
Por último, quisiéramos referirnos a las eviden- A modo de conclusión final, señalaremos que en
cias paleopatológicas que hemos identificado. Como el área excavada se ha documentado la presencia de
podemos constatar a partir de los datos presentados veintitrés individuos sometidos al ritual de cremación.
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Tumba 2
Signatura Material Objeto Tipo Subtipo
Cas'00 6-1 Cerámica Fragmento
Cas'00 5-5 Malacofauna
Cas'00 6-2 Carbón
Cas'00 5-6 Sedimento
Cas'00 7-1 Cerámica Fragmento
Tumba 3
Signatura Material Objeto Tipo Subtipo
Cas'00 11-1 Cerámica Fragmento
Cas'00 11-2 Restos Humanos 3 Restos situados
Cas'00 11-3 Oro Colgante Amuleto Capitel Protoeólico
Cas'00 11-4 Pasta Vítrea Anforisco Polícromo
Cas'00 11-5 Pasta Vítrea Colgante Cuenta de collar Esférica
Cas'00 11-6 Oro Colgante Cuenta de Collar Tonelete
Cas'00 11-7 Oro Colgante Cuenta de collar Tonelete
Cas'00 11-8 Sedimento 4 bolsas UE 1103
Cas'00 11-9 Oro Colgante Cuenta de collar Esférica
Cas'00 11-10 Restos Humanos 12 Restos situados
Tumba 4
Signatura Material Objeto Tipo Subtipo
Cas'00 13-1 Adobe Fragmento
Cas'00 13-2 Huevo Avestruz Fragmentos
Cas'00 13-3 Cerámica Fragmento
Cas'00 13-4 Sedimento UE 1302
Cas'00 13-5 Cerámica Fragmento
Cas'00 13-6 Restos Humanos 4 Restos situados
Cas'00 13-7 Plata Arete Anular
Tumba 5
Signatura Material Objeto Tipo Subtipo
Cas'00 14-1 Carbón
Cas'00 14-2 Carbón
Cas'00 14-3 Cerámica Vaso A mano
Cas'00 14-4 Bronce Indeterminado
Cas'00 14-5 Carbón
Cas'00 14-6 Carbón Estructura
Cas'00 14-7 Carbón Estructura
Cas'00 14-8 Carbón
Cas'00 14-9 Esteatita Colgante Amuleto Placa rectangular
Cas'00 14-10 Esteatita Colgante Amuleto Esfinge
Cas'00 14-11 Esteatita Colgante Amuleto Beth
Cas'00 14-12 Bronce Colgante Aro
Cas'00 14-13 Esteatita Colgante Amuleto Halcón
Cas'00 14-14 Pasta Vítrea Colgante Amuleto Máscara demoníaca
Cas'00 14-15 Pasta Vítrea Colgante Cuenta collar Oculada
Cas'00 14-16 Pasta Vítrea Colgante Cuenta collar Oculada
Tumba 6
Signatura Material Objeto Tipo Subtipo
Cas'00 15-1 Ocre Piedra
Cas'00 15-2 Bronce Broche Cinturón Activo B3B3
Cas'00 15-3 Bronce Remache
Cas'00 15-4 Bronce Remache
Cas'00 15-5 Cerámica Trípode Pintado
Cas'00 15-6 Lítico Ofita Pulimentada Hacha
Cas'00 15-7 Restos Humanos 2 Situados
Cas'00 15-8 Bronce Bolita
Cas'00 15-9 Hierro Navaja
Cas'00 15-10 Bronce Botón Esférica
Cas'00 15-11 Hierro Punta de Lanza I A1 6
Cas'00 15-12 Bronce Botón Esférica
Cas'00 15-13 Bronce Botón Esférica
Cas'00 15-14 Bronce Botón Esférica
Cas'00 15-15 Lítico Ofita Bolita
Cas'00 15-16 Bronce Bolita
Cas'00 15-17 Lítico Molino Fragmento
Cas'00 15-18 Cerámica Fragmento Borde
Cas'00 15-19 Cerámica Fragmento
Cas'00 15-20 Huevo Avestruz Casquete sup Perforado Pintado
Cas'00 15-21 Restos Humanos 15 Situados
Cas'00 15-22 Restos Humanos Varios Sin situar
Cas'00 15-23 Sedimento
Cas'00 15-24 Malacofauna
Cas'00 15-25 Fauna
Cas'00 15-26 Bronce Indeterminado
Tumba 7
Signatura Material Objeto Subtipo Tipo
Cas'00 17-1 Bronce Pieza
Cas'00 17-2 Bronce Bolita
Cas'00 17-3 Bronce Bolita
Cas'00 17-4 Bronce Bolita
Cas'00 17-5 Bronce Bolita
Cas'00 17-6 Bronce Bolita
Cas'00 17-7 Bronce Bolita
Cas'00 17-8 Bronce Pieza
Tumba 8
Signatura Material Objeto Subtipo Tipo
Cas'00 18-1 Restos Humanos 6 Situados
Tumba 9
Signatura Material Objeto Tipo Subtipo
Cas'00 22-1 Cerámica Fragmento
Cas'00 22-2 Sedimento
Cas'00 22-3 Lítico Sílex Lasca
Cas'00 22-4 Sedimento
Cas'00 22-5 Cerámica Fragmento
Cas'00 22-6 Plata Pendiente Arete
Cas'00 22-7 Carbón
Cas'00 22-8 Carbón
Cas'00 22-9 Huevo Avestruz Tallado Forma III Tipo 5
Cas'00 22-10 Cerámica Fragmento
Cas'00 22-11 Bronce Remache
Cas'00 22-12 Restos Humanos 13 Situados
Cas'00 22-13 Sedimento
Cas'00 22-14 Cerámica Fragmento
Cas'00 22-15 Plata Colgante Cuenta Collar Tonelete
Cas'00 22-16 Plata Colgante Cuenta Collar Tonelete
Cas'00 22-17 Bronce Colgante Cuenta Collar Esférica
Cas'00 22-18 Restos Humanos 8 Situados
Cas'00 22-19 Restos Humanos Varios Sin situar
Cas'00 22-20 Carbón Tronco
Cas'00 22-21 Carbón
Cas'00 22-22 Semilla
Cas'00 22-23 Sedimento
Cas'00 22-24 Sedimento
Tumba 10
Signatura Material Objeto Tipo Subtipo
Cas'00 23-1 Bronce Fragmento Fíbula
Tumba 11
Signatura Material Objeto Tipo Subtipo
Cas'00 25-1 Malacofauna
Cas'00 25-2 Sedimento
Cas'00 25-3 Restos Humanos 15 Situados
Cas'00 25-4 Restos Humanos Varios Sin situar
Tumba 12
Signatura Material Objeto Tipo Subtipo
Cas'00 27-1 Cerámica Fragmento
Cas'00 27-2 Bronce Fíbula Fragmento
Cas'00 27-3 Bronce Fíbula Fragmento
Cas'00 27-4 Bronce Fíbula Fragmento
Cas'00 27-5 Bronce Indeterminado
Cas'00 27-6 Bronce Indeterminado
Cas'00 27-7 Huevo Avestruz Fragmentos
Cas'00 27-8 Oro Colgante Cuenta Collar Tonelete
Cas'00 27-9 Restos Humanos 1 Situado
Cas'00 27-10 Hueso Colgante Cuenta Collar Troncocónica
Cas'00 27-11 Hueso Colgante Cuenta Collar Troncocónica
Cas'00 27-12 Oro Colgante Cuenta Collar Tonelete
Cas'00 27-13 Oro Colgante Cuenta Collar Tonelete
Cas'00 27-14 Oro Colgante Cuenta Collar Tonelete
Cas'00 27-15 Oro Colgante Cuenta Collar Tonelete
Tumba 13
Signatura Material Objeto Tipo Subtipo
Cas'00 28-1 Restos Humanos 10 Situados
Cas'00 28-2 Restos Humanos Varios Sin situar
Cas'00 28-3 Sedimento Enlucido
Cas'00 28-4 Sedimento
Cas'00 28-5 Sedimento
Tumba 14
Signatura Material Objeto Tipo Subtipo
Cas'00 29-1 Cerámica Fragmento
Cas'00 29-2 Bronce Fíbula Fragmento
Cas'00 29-3 Restos Humanos 2 Situados
Cas'00 29-4 Restos Humanos Varios Sin situar
Tumba 15
Signatura Material Objeto Tipo Subtipo
Cas'00 30-1 Bronce Fíbula
Cas'00 30-2 Pasta Vítrea Colgante Cuenta Collar Oculada
Cas'00 30-3 Oro Colgante Cuenta Collar Tonelete
Cas'00 30-4 Restos Humanos 3 Situados
Tumba 16
Signatura Material Objeto Tipo Subtipo
Cas'00 34-1 Cerámica Fragmento
Cas'00 34-2 Cerámica Jarrita Cooking Pot Engobe rojo
Cas'00 34-3 Enlucido
Cas'00 34-4 Sedimento
Cas'00 34-5 Pasta Vítrea Colgante Cuenta Collar Anular
Tumba 17
Signatura Material Objeto Tipo Subtipo
Cas'00 35-15 Cerámica Fragmento
Cas'00 35-16 Sedimento
Cas'00 35-17 Bronce Thymiaterium
Cas'00 35-18 Carbón
Cas'00 35-19 Hierro Clavo
Cas'00 35-20 Carbón
Cas'00 35-21 Carbón
Cas'00 35-22 Carbón
Cas'00 35-23 Restos Humanos 6 Situados
Cas'00 35-24 Restos Humanos Varios Sin situar
Cas'00 35-25 Sedimento
Cas'00 35-26 Sedimento
Cas'00 35-27 Carbón Carbono - 14
Tumba 18
Signatura Material Objeto Tipo Subtipo
Cas'00 36-1 Hierro Clavo
Cas'00 36-2 Hierro Fragmentos
Cas'00 36-3 Cerámica Fragmento
Cas'00 36-4 Cerámica Fragmento
Cas'00 36-5 Cerámica Fayenza Verde del Nilo Cantimplora
Cas'00 36-6 Hierro Clavo
Cas'00 36-7 Cerámica Plato Ala ancha Cazoleta interior
Cas'00 36-8 Cerámica Soporte Anular
Cas'00 36-9 Hierro Pieza
Cas'00 36-10 Hierro Punta de Lanza IIC 6
Tumba 19
Signatura Material Objeto Tipo Subtipo
Cas'00 37-1 Hueso Colgante Pendiente
Cas'00 37-2 Plata Colgante Cuenta Collar Tonelete
Cas'00 37-3 Terracota Fusayola Bitroncocónica
Cas'00 37-4 Hueso Colgante Cuenta collar Troncocónica
Cas'00 37-5 Hueso Colgante Pendiente
Cas'00 37-6 Plata Colgante Enlace doble
Cas'00 37-7 Plata Colgante Enlace
Cas'00 37-8 Plata Pendiente Arete
Cas'00 37-9 Restos Humanos 22 Situados
Cas'00 37-10 Restos Humanos Varios Sin situar
Cas'00 37-11 Bronce Fíbula Fragmento
Tumba 20
Signatura Material Objeto Tipo Subtipo
Cas'00 38-1 Cerámica Fragmento
Cas'00 38-2 Bronce Botón Circular
Cas'00 38-3 Bronce Fragmento
Cas'00 38-4 Hierro Soliferreum 3A
Cas'00 38-5 Bronce Broche Cinturón Pasivo Serpentiforme
Cas'00 38-6 Hierro Fragmento
Cas'00 38-7 Bronce Broche Cinturón Activo B2C3
Cas'00 38-8 Hierro Punta de Lanza IA 2
Cas'00 38-9 Bronce Lámina
Cas'00 38-10 Bronce Fíbula Anular
Cas'00 38-11 Bronce Fragmento
Cas'00 38-12 Bronce Fragmento
Cas'00 38-13 Bronce Fragmento
Tumba 21
Signatura Material Objeto Tipo Subtipo
Cas'00 41-1 Carbón
Cas'00 41-2 Hierro Pilum III
Cas'00 41-3 Bronce Fíbula Fragmento
Cas'00 41-4 Restos Humanos 30 Situados
Cas'00 41-5 Restos Humanos Varios Sin situar
Cas'00 41-6 Hierro Punta de Lanza IB 2
Cas'00 41-7 Cerámica Fragmento
Cas'00 41-8 Sedimento
Tumba 22
Signatura Material Objeto Tipo Subtipo
Cas'00 42-1 Restos Humanos 2 Situados
Cas'00 42-2 Restos Humanos Varios Sin situar
Cas'00 42-3 Carbón
Cas'00 42-4 Cerámica Fragmento
Cas'00 42-5 Sedimento
Cas'00 42-6 Sedimento
Tumba 23
Signatura Material Objeto Tipo Subtipo
Cas'00 43-1 Cerámica Vaso A mano
Cas'00 43-2 Cerámica
Cas'00 43-3 Malacofauna Cypreae
Cas'00 43-4 Malacofauna Erizo de mar Exoesqueleto
Cas'00 43-5 Bronce Campanita
Cas'00 43-6 Bronce Fragmento
Cas'00 43-7 Hueso Colgante Cuenta Collar Troncocónica
Cas'00 43-8 Hueso Colgante Cuenta Collar Troncocónica
Cas'00 43-9 Restos Humanos 1 Situado
Cas'00 43-10 Restos Humanos Varios Sin situar
Tumba 24
Signatura Material Objeto Tipo Subtipo
Cas'00 33-1 Restos Humanos Varios Sin situar
Tumba 25
Signatura Material Objeto Tipo Subtipo
Cas'00 46-1 Restos Humanos Varios
Cas'00 45-2 Cerámica Fragmento
Cas'00 45-3 Sedimento
Cas'00 45-4 Cerámica Fragmento
Cas'00 45-5 Sedimento
depósito 1
Signatura Material Objeto Tipo Subtipo
Cas'00 24-1 Bronce Fragmento
Cas'00 24-2 Oro Colgante Cuenta Collar Tonelete
Cas'00 24-3 Carbón
depósito 2
Signatura Material Objeto Tipo Subtipo
Cas'00 35-1 Bronce Broche Cinturón Tartésico Activo
Cas'00 35-2 Bronce Broche Cinturón Tartésico Pasivo
Cas'00 35-3 Bronce Fíbula Fragmento
Cas'00 35-4 Hierro Clavo
Cas'00 35-5 Malacofauna Glycimeris
Cas'00 35-6 Carbón
Cas'00 35-7 Carbón
Cas'00 35-8 Carbón
Cas'00 35-9 Carbón
Cas'00 35-10 Cerámica Fragmento
Cas'00 35-11 Plata Pendiente Arete Resortes
Cas'00 35-12 Bronce Fíbula Fragmento
Cas'00 35-13 Plata Pendiente Arete
Cas'00 35-14 Carbón
FUEGO RITUAL
Signatura Material Objeto Tipo Subtipo
Cas'00 39-1 Bronce Colgante Cuenta de collar Troncocónica
Cas'00 39-2 Carbón
Cas'00 39-3 Sedimento