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1. Toda obra o diseño (ya sea un iglú, un entorno climático, una melodía, una pintura, una
falda, una escopeta o un paso de danza) desarrolla, cristaliza o, mejor dicho, no es más
que una tesis.
a. En este texto jugaré a tratar la tesis como algo situado entre un posicionamiento
(como toma de postura) y un gesto, aunque me gustaría dejar de lado la
intencionalidad (o el control o la conciencia sobre las propias posturas) asumida
por algunos de estos términos: no toda acción necesariamente es enunciada como
tesis, aunque pueda ser convertida en, leída, recibida o interpretada como tal.
b. Pensemos la tesis como selección y articulación de argumentos. No debería
entenderse “argumento” en un sentido sólo lingüístico, sino en una acepción más
amplia: por ejemplo, el conjunto de soporte-encuadre-composición-perspectiva-
colores que concita un cuadro o el conjunto de ritmos-velocidades-tipos de
sonidos de una canción de cuna.
c. Convengamos que cómo y qué denominemos “argumento” dependerá de
tradiciones o modos de segmentar-operar-compartir las cosas, así como de poder
reunirlas materialmente. Sin embargo, una articulación no necesariamente
responde a modos compartidos de hacer, sino también a disposiciones que van más
allá de tradiciones vigentes. Toda disposición puede convertirse en tradición y a la
inversa, pero disposición y tradición no son lo mismo.
d. Toda tesis es una articulación formal y argumental. Es decir, ofrece una orientación
y una atribución de motivos para actuar de una determinada manera. Pero su semántica (su
contenido en sentido no sólo lingüístico) y su sintaxis (su forma de organizarlo)
dependen de la acción o el acontecer en los que cobran sentido.
e. Primacía de la pragmática: esto es, toda tesis no es nada en sí misma, sino por su
gesto/enunciación y sus componentes, por el acontecer heterogéneo en el que
Siete ideas y un corolario para una pragmática relacional del diseño 2009 © Tomás Sánchez-Criado / 2
emerge y que concita, que siempre va más allá de su propia concreción formal y el
catálogo de significados canónicos con los que trabaja. Esto quiere decir, “tú
diseña, que luego ya veremos”, siendo ese “ya veremos” algo empírico y práctico,
casi nunca intelectual, lleno de incoherencias y ambivalencias.
f. Denominaremos a esto pragmática relacional aun a riesgo de incurrir en un
pleonasmo, pero como modo de diferenciar el término “pragmática” de sus usos
en la lingüística como algo sólo simbólico.
g. Para una pragmática relacional tiene una cierta importancia la vida (o quizá
podamos pensar en términos “más precisos” que han buscado relacionar o
distinguir “humanidad” y “animalidad”: las pulsiones, los instintos, la
operatoriedad, la capacidad simbólico-comunicativa) como potencia, virtualidad u
origen de ese gesto o de ese acontecer, aunque esto no es más que un principio
difuso, casi irreconocible o místico, en tanto que es pervertido desde el origen por
su ligazón indisoluble con otras entidades con las que se entreteje y cobra forma
en el seno de prácticas (de ahí lo relacional de la pragmática).
e. Toda postura, por tanto, constriñe en algún sentido y posibilita en otros (estos
“unos” y “otros”, nuevamente, son algo a observar de modo empírico). Propone
una forma de habitar o estar instalado-en-el-mundo: instala o instaura una forma
de vida, un ambiente, una ecología, un clima o atmósfera de acción.
f. Esta propuesta se articula en un lenguaje, entendido como modo de hablar (les
ruego que busquen otra palabra: concitar, proponer), o mejor como modo de
segmentar la experiencia y presentarla. Esto no se hace de forma necesariamente
“lingüística”, pero sí discursiva.