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IGLESIA DE SAN VITAL DE RÁVENA

ÁNGEL CANALES LUNA


GRADO DE HISTORIA Y PATRIMONIO HISTÓRICO

1. Datos de la obra

La iglesia de San Vital (521-547) se encuentra en la ciudad italiana de Rávena. 


Se desconoce el nombre del arquitecto o arquitectos que realizaron el diseño,
aunque sí que se sabe bajo el mando de quién estuvo la obra supervisada y quién la
financió: fue el banquero Juliano Argentario quién dio su dinero para la
construcción, y la obra estuvo supervisada por el arzobispo de la ciudad,
Maximiliano, quién la consagró en el año 548. La iglesia se construyó cuando
Rávena aun no había sido conquistada a los ostrogodos. Justiniano estableció esta
ciudad como la segunda capital del imperio.

2. Marco histórico
Tras la división del imperio romano en dos en el 395 por Teodosio entre sus
hijos Honorio y Arcadio, Roma y su imperio occidental se desintegran y el imperio
romano de oriente se afianza y asegura su supervivencia con el esplendor de
Bizancio, la capital, que pasará a llamarse Constantinopla. A partir del siglo V
Constantinopla se afianza como centro cultural y político que alcanza con
Justiniano (s. VI) el máximo apogeo. La cultura bizantina continúa la tradición
paleocristiana con las aportaciones de Oriente, Egipto y la herencia helenística. Su
pujanza se mantiene casi hasta la caída de Constantinopla en manos de los turcos
en 1453. La antigua Bizancio ofrecía una posición envidiable al situarse justo en el
enclave entre Asia y Europa, por lo que se convierte en un foco cultural y
económico de primer orden.

En este imperio, la Antigüedad clásica sigue vigente durante un largo periodo de


tiempo, por lo que el arte no evoluciona de la misma manera que en Occidente.
Este conservadurismo tiene su base en la religión y el sistema teocrático del
imperio bizantino, que se concibe como un reflejo del mundo celestial: si sólo hay
un dios, sólo habrá una única fuerza soberana, que es el emperador que además de
conservar el orden y mantener su soberanía, tiene que propagar la fe. De esta
manera se establecen dos iglesias, la de occidente y la de oriente que es ortodoxa.

La ortodoxa identificará lo político con lo religioso. De esta manera el


emperador actuará como representante de Dios en la tierra. Con esta base
teocrática, el imperio alcanza su máximo esplendor con el emperador Justiniano
(482-565), que empezó a gobernar en el 527.


 
Durante el imperio de Justiniano I (518-565), el Imperio llegó al apogeo de su
poder. El emperador se propuso restaurar las fronteras del antiguo Imperio
Romano, para lo que, una vez restaurada la seguridad de la frontera oriental tras la
victoria del general Belisario frente al expansionismo persa de Cosroes I en la
batalla de Daras (530), emprendió una serie de guerras de conquista en Occidente:

Entre 533 y 534, tras sendas victorias en Ad Decimum y Tricamarum, un


ejército al mando de Belisario conquistó el reino de los vándalos, en la antigua
provincia romana de África y las islas del Mediterráneo Occidental (Cerdeña,
Córcega y las Baleares). El territorio, una vez pacificado, fue gobernado por un
funcionario denominado magister militum. En 535 Mundus ocupó Dalmacia Ese
mismo año Belisario avanzó hacia Italia, llegando en 536 hasta Roma tras ocupar
el sur de Italia. Tras una breve recuperación de los ostrogodos (541-551), un nuevo
ejército bizantino, comandado esta vez por Narsés, anexionó de nuevo Italia al
Imperio, creándose el exarcado de Rávena. En 552 los bizantinos intervinieron en
las disputas internas de la Hispania visigoda y anexionaron al Imperio extensos
territorios del sur de la Península Ibérica, llamándola Provincia de Spania. La
presencia bizantina en Hispania se prolongó hasta el año 620.

La época de Justiniano no sólo destaca por sus éxitos militares. Bajo su reinado,
Bizancio vivió una época de esplendor cultural, a pesar de la clausura de la
Academia de Atenas, destacando, entre otras muchas, las figuras de los poetas
Nono de Panópolis y Pablo Silenciario, el historiador Procopio, y el filósofo Juan
Filopón. Entre 528 y 533, una comisión nombrada por el emperador codificó el
Derecho romano en el Corpus Iuris Civilis, permitiendo así la transmisión a la
posteridad de uno de los más importantes legados del mundo antiguo. Otra
recopilación legislativa: el Digesto, dirigido por Triboniano fue publicada en 533.
El esplendor de la época de Justiniano encuentra su mejor ejemplo en una de las
obras arquitectónicas más célebres de la historia del Arte, la iglesia de Santa Sofía,
construida durante su reinado por los arquitectos Antemio de Tralles e Isidoro de
Mileto.

Dentro de la capital se quebrantó el poder de los partidos del circo, donde las
carreras de cuádrigas habían devenido en una diversión popular que levantaba
pasiones. De hecho, eran utilizadas políticamente, expresando el color de cada
equipo divergencias religiosas (un precoz ejemplo de movilizaciones populares
utilizando colores políticos). La Iglesia reconoció al señor de Constantinopla como
sacerdote rey y restauró la relación con Roma. Surgió una nueva Iglesia de la
Divina Sabiduría como signo y símbolo de un esplendor que sobrepasa al mismo
Salomón en toda su gloria.

Las campañas de Justiniano en Occidente y el coste de estos actos de esplendor


imperial dejaron exhausta la hacienda imperial y precipitaron al imperio en una
situación de crisis, que llegaría a su punto culminante a comienzos del siglo VII.
La necesidad de más financiación permitió que su odiado ministro de hacienda,
Juan de Capadocia, impusiera mayores y nuevos impuestos a los ciudadanos de
Bizancio. La revuelta de Niká (534) estuvo a punto de provocar la huída del
emperador, que evitó la emperatriz Teodora con su famosa frase la púrpura es un
glorioso sudario. Así mismo, un desastre se cernió sobre el Imperio el año 543
d.C. Se trataba de la Peste Justiniana. Se cree que provocada por el bacilo Yersinia


 
pestis. Sin duda fue un elemento clave que contribuyó a agudizar la grave crisis
económica que ya sufría el Imperio. Se estima que un tercio de la población de
Constantinopla pereció por su causa.

3. Análisis de la obra

- Tipología:

Se trata de un templo cuya función es la misma que la de todos los templos


religiosos: la de albergar fieles en su interior para comunicar la palabra de Dios.
Rávena es un foco fundamental del arte bizantino en la península italiana, en el
que las aportaciones de este se funden con la tradición romana. Allí se construyen
San Apolinar in Classe y San Apolinar il Nuovo, edificios que por sus plantas
basilicales de tres naves y arcos de medio punto sobre columnatas, encajan
perfectamente en la arquitectura paleocristiana, pero que tienen muchos elementos
de origen oriental: los capiteles, la forma del ábside y los magníficos mosaicos.

Con todo, es la iglesia de San Vital la que más se aproxima a la arquitectura de


Justiniano. Su planta es octogonal con una gran cúpula sobre un tambor cilíndrico
que se apoya en ocho pilares con arcos. A los pies destaca el nártex rectangular. En
esta iglesia se conservan los mosaicos de la corte de Justiniano y su esposa.

- Materiales:

Con respecto a los materiales con los que está construida la iglesia se puede
decir lo siguiente: En el exterior, sumamente sobrio, volumétrico, se aprecia que la
iglesia está hecha de materiales ligeros pero resistentes con paramentos de ladrillo
macizo. El cimborrio va aligerado por medio de caños concéntricos de terracota.
Al contrario, su interior está ricamente decorado con mármoles veteados

- Planta:

Es una iglesia de planta centralizada que recuerda en cierto modo la planta de


San Sergio y de San Baco, y que está a caballo entre el arte propiamente bizantino
y el paleocristiano.

La planta presenta una forma octogonal, con un deambulatorio cubierto con una
complicada bóveda de arista. En la parte central y aprovechando los pilares
centrales que sirven de soporte a la cúpula central, se articula sucesivas exedras
que nuevamente crean un dinámico ritmo espacial de elementos curvos y rectos.
Siete nichos se abren entre estos pilares del baldaquino central, que se proyectan
en el anillo del deambulatorio, mientras que el octavo lado está ocupado por el
presbiterio cuadrado y el ábside saliente y más bajo que atraviesa la zona del
deambulatorio y de la tribuna. Flanquean este ábside poligonal dos torrecillas
rectangulares seguidas de sendas capillas circulares, provistas cada una de ellas de
un absidiolo rectangular.


 
También, a pesar del sentido centralizado de la planta, se observa un rotundo eje
longitudinal, que viene marcado por la existencia de un nártex transversal a la
entrada, y al fondo del presbiterio. El ábside que se encuentra en el presbiterio es
semicircular al interior y poligonal al exterior. El nártex está absidiado en ambos
extremos, dispuesto en posición oblicua, tangente en uno de los vértices del
octógono que permite la colocación, a los lados del espacio interior resultante, de
dos torretas, en una de las cuales se encuentra ubicado el campanile y en la otra la
escalera que da acceso al gineceo. Asimismo, esta posición del nártex, permite la
colocación de un doble acceso al interior tras los dos tramos triangulares que
restan entre éste y el polígono, de ellos el de la izquierda da al tramo opuesto al
presbiterio, y el otro al tramo contiguo. Antecede al nártex un atrio porticado en
tres de sus lados que es uno de los accesos al edificio. Las otras dos entradas con
las que cuenta están situadas a los lados de las capillas.

- Alzado:

En su interior domina la unidad y la diafanidad. El espacio central, octogonal,


está delimitado por ocho pilares que sustentan arcadas que forman grandes exedras
divididas en dos alturas, ambas provistas de arquerías sobre columnas. La esbeltez
de sus arcos, unido a la ausencia de entablamento, confieren al conjunto una gran
verticalidad. Alrededor del octógono central corre la galería baja, conservando
también planta poligonal que se traduce al exterior, y encima de ella, tribunas para
el gineceo. Las zonas del deambulatorio y la galería están cubiertas mediante
bóvedas de crucería (en origen eran de madera). Los dos pisos columnas están
cubiertos por la cúpula que es alta y está elevada no sólo por el piso de galerías,
sino también por el tambor que va sobre los arcos. La cúpula está constituida por
pequeñas ánforas de barro empastadas en un grueso lecho de cemento, que forman
un casquete resistente y ligero.
Éste tambor conserva la forma octogonal y tiene una gran ventana en cada lado,
enmarcadas cada una de ellas por arcos de medio punto, a partir de cuyas claves
comienza la curvatura de la cúpula.
Refuerza la sensación de diafanidad, el caudal de luz que atraviesa las filas de
los grandes ventanales del deambulatorio, de la tribuna y el cuerpo de luces de la
zona central, que traba todas las partes del edificio.
Esta perfecta articulación del espacio interno se traduce al exterior con una
correcta proyección de volúmenes, con el mismo sentido de la verticalidad y ritmo
ascendente, desde las capillas hasta la cubierta central.
Al exterior, se utiliza ladrillo rojo cara vista, que una vez más resulta
sorprendente por su pobreza aparente en contraste con la ostentación del interior.
- Elementos:
Dos de las esquinas del octógono están reforzadas en el exterior por arbotantes
que aguantan el peso la estructura, además de lesenas (pequeños contrafuertes que
rematan en el alero del tejado) y arcos de descarga en el muro. En su interior
destacan elementos como antepechos, columnas con capiteles troncopiramidales
con cimacio finamente tallados al trépano (probablemente importados de los
talleres del Proconeso, una isla de mar de Mármara cercana a Bizancio) además de


 
los pilares centrales que sostienen el peso de la cúpula que se encuentra oculta por
un cimborrio que es una construcción en forma de torre, generalmente de planta
cuadrada u octogonal, que sirve para dar realce a una bóveda.
El presbiterio está al fondo, con un tramo cubierto por una bóveda de arista y un
cierre en bóveda de horno.

- Espacio arquitectónico:
Ciertamente, San Vital produce una sensación la magnificencia, ya que durante
cierto tiempo fue la capital italiana del imperio bizantino. Esto se puede ver tanto
en su estructura arquitectónica como en los detalles de los mosaicos que decoran
su interior y de los que hablaré a continuación.
La iglesia se encuentra a caballo entre el arte occidental y el oriental ya que hay
que tener en cuenta que el templo se construyó cuando el imperio bizantino no
había tomado aun Rávena, pero una vez que lo hicieron se decidió que sería la
segunda capital del imperio y por ello se decoró con los mosaicos que se
encuentran en el interior.
Fue el bizantino un estilo conservador, al servicio de la Iglesia y del emperador
que sirve para mostrar su prestigio y poder. No existe preocupación por la forma,
se interesa por lo divino y espiritual lo que se traduce en una exagerada
ornamentación. El cuerpo humano pierde valor como tal y se representa como
morada del espíritu. La influencia oriental se refleja especialmente en el fastuoso
colorido (sobre todo en los interiores) de las construcciones que se decoran con
brillantes mosaicos y pinturas.

Las aportaciones arquitectónicas son fruto de profundos estudios científicos


aplicados a la construcción y de las influencias del arte romano. Los edificios se
construyen con piedra, algunas de ellas muy ligeras, de consistencia porosa, y con
ladrillos. Los materiales no tienen por qué ser especialmente ricos puesto que más
tarde van a ser revestidos de mármoles y mosaicos. En general, podemos afirmar
que los edificios bizantinos son sobrios e incluso pobres en el exterior, y
deslumbrantes en el interior.

La arquitectura bizantina es abovedada. La aportación bizantina más


sobresaliente es la solución que dan al sostenimiento de las bóvedas. Los
problemas fueron resueltos de manera definitiva aportando una solución válida al
difícil obstáculo de los empujes de las bóvedas y cúpulas mediante el empleo de
pechinas (triángulos curvos), medias cúpulas y otros elementos de sujeción
(contrafuertes, muros gruesos).

Las plantas pueden ser de tipo basilical y central. Las plantas basilicales se
cubren con bóvedas, como novedad. En las de planta central la cúpula puede ir
directamente sobre el muro o bien descansar sobre columnas que sirven para crear
un espacio anular. La basílica bizantina aporta algunas modificaciones: el atrio se
reduce al final a un pórtico adosado a la fachada de la iglesia. El nártex es el lugar
de reunión de los catecúmenos que no podían asistir a algunas ceremonias. La
iconostasis, especie de cancela que separa el espacio destinado a los presbíteros.
La tribuna, destinada a las mujeres, en el piso superior, es el antecedente del

 
triforio medieval, sobre las naves laterales.

La bóveda se asemeja al cielo en el que resplandecen las estrellas, de la misma


manera que resplandecen los mosaicos que la recubrían.

Las columnas y los capiteles eran de ricos materiales. Los capiteles suelen ser
corintios trabajados a trépano y, en algún que otro caso, de caras planas y formas
cúbicas muy depuradas. Sobre ellos se coloca el cimacio.

La decoración es un elemento esencial de la arquitectura bizantina. Sienten


verdadera adoración por los colores intensos que pueblan los mosaicos que
revisten no los suelos, como se hacía en el arte romano, sino los muros y cubiertas.

Teniendo en cuenta estas características se puede establecer que San Vital


pertenece al periodo de la primera edad de oro del arte Bizantino y que, al igual
que el resto de las iglesias de Rávena, perfectamente podrían ser iglesias
paleocristianas pero presentan muchos elementos orientales sobre todo en los
interiores.

4. Mosaicos de Justiniano y Teodora


Los mosaicos de San Vital forman un gran conjunto centrado en el tema de Dios
salvando a los hombres por medio de la eucaristía (predominan las escenas de
ofrendas similares a la consagración y los emperadores portan objetos relacionados
con este acto litúrgico: un cáliz y una patena), aunque, como ocurre en toda iglesia
bizantina, el orden de las figuras, responde a un reflejo de la cosmogonía cristiana
oriental, con lugares específicamente reservados a las figuras según su jerarquía.
Los lugares centrales y altos de bóvedas y arcos se reservan a las figuras asociadas
a Dios o sus personificaciones, alrededor ángeles de alto rango y, más cerca de la
Tierra, los santos, como intermediarios ante los hombres. Todo ello ribeteado de
una decoración naturalista de tradición helenística, todas las paredes estaban
literalmente forradas de teselas de vivos colores, consiguiendo un efecto de gran
opulencia y creando una atmósfera desmaterializada, que camufla la estructura,
presentando un mundo ideal que eleva al creyente a las alturas.
De entre todos estos mosaicos destacan dos de ellos: los que representan al
emperador y a su mujer, a Justiniano y a Teodosia, en los que aparecen rodeados
de su corte con personajes perfectamente reconocibles. Únicamente me centraré en
el análisis del que representa a Justiniano. Son del año 547 y al igual que todos los
mosaicos, están construidos con teselas, en este caso de vidrio.

4.1. Análisis iconográfico

- Tema:
El emperador Justiniano lleva como ofrenda una gran patena de oro; Aquí,
Justiniano se presenta como el decimotercer apóstol.


 
- Elementos:

En el centro del mosaico aparece un Justiniano idealizado con una corona y una
aureola que lo diviniza. Sostiene en sus manos la gran patena de oro que va a
utilizar como ofrenda y va vestido con una toga negra con elementos dorados y
blancos. Va precedido por dos altos dignatarios eclesiásticos, uno de ellos lleva el
incensario y el otro el misal, y por el arzobispo Maximiano, que lleva una cruz.
Todas estas ofrendas aparecen ricamente decoradas con gemas, cabujones y
esmaltes. Tras el arzobispo, en segundo plano, el banquero Juliano, que financió la
construcción de la iglesia. Detrás del emperador hay dos altos funcionarios del
estado con toga, el primero sería el general Belisario, conquistador de Rávena.
Cierra el cortejo la guardia personal del emperador con el crismón en sus escudos.
A izquierda y derecha del mosaico, para delimitarlo, hay dos columnas corintias
adornadas con materiales preciosos. Los pies de los personajes están en forma de
“V”.

- Expresión:
El rostro expresivo de Justiniano que es autoritario, la ausencia de movimiento,
la impenetrabilidad de los rostros, en mi opinión lo que causa es una sensación de
solemnidad y suntuosidad excepcionales y teniendo en cuenta como era el arte en
aquella época, hay que reconocer que la obra conseguía cumplir con la función que
tenía y que no era otra que los habitantes del imperio jurasen fidelidad a
Justiniano, el representante de Dios. Los ojos almendrados, las figuras planas y
alargadas y los pliegues de las túnicas recuerdan al arte del periodo arcaico griego
y confieren un marcado hieratismo y rigidez a los personajes.

4.2. Análisis formal

- Espacio:

Naturalmente tiene ciertos elementos como la falta de profundidad, o el horror al


vacío (horror vacuii), que hacen que la tercera dimensión sea imposible de recrear
en una obra de estas características. Por lo tanto, la obra sólo presenta dos
dimensiones, la anchura y la altura.

- Líneas:

El mosaico presenta líneas gruesas muy marcadas que se realizan antes de


introducir las teselas y prevalece el dibujo sobre el color. Además la composición
carece de perspectiva. Los contornos están muy marcados y prevalece el dibujo
sobre el color. Hay una gran variedad de teselas que por su forma son capaces de
adaptarse a la forma del dibujo

- Color:

El mosaico se caracteriza por la amplia gama cromática, lograda gracias al uso


de gran variedad de teselas. Predomina el uso de colores claros en todos los
personajes, entre los que destaca el blanco en los generales y los sacerdotes
mientras que en los soldados destaca el naranja y verde. El emperador presenta una

 
vestimenta oscura que lo sitúa en una posición jerárquica elevada. Mediante la
gama de colores se puede establecer una relación entre los personajes con respecto
al estamento al que pertenece cada uno.

5. Comentario personal.

Analizar esta iglesia junto con los mosaicos que la adornan en el interior ha sido
una experiencia bastante costosa debido a la poca información que conocía sobre
ella.

Por otro lado también he de decir que no es precisamente el estilo artístico que
más me gusta y me interesa debido a que siempre he sentido más pasión por la
Europa medieval occidental tanto en su historia como en sus manifestaciones
artísticas. Pero en cuanto a esto último se refiere, me interesan más las artes
plásticas que las arquitectónicas ya que en estas lo que veo es que lo que más se
trata son sus elementos arquitectónicos, pero no cuanto supusieron artísticamente
hablando, sino arquitectónicamente. Creo que de la arquitectura debería estudiarse
más lo que supuso artísticamente y no tanto sus aspectos técnicos. Es por esto que
las obras arquitectónicas siempre me han costado más al estudiarlas.

Pero el haberme dedicado a profundizar en este templo ha hecho que me haya


interesado más por él y que me haya terminado gustando su estilo a caballo entre
lo paleocristiano y lo bizantino. Además hay que reconocer que su interior
sorprende gratamente debido a la maravillosa decoración que presenta.


 

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