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Positivismo lógico:

Corriente filosofía del siglo XIX que surgió en el Círculo de Viena, cuya figura
central es Carnap. Les une una actitud crítica hacia la metafísica en su
intención de sustituirla por una filosofía científica basada en hechos. Esta
actitud la fundamentan en el empirismo, el positivismo y las teorías de
Wittgenstein. Del empirismo toman la diferenciación entre enunciados que
versan sobre relaciones entre ideas (ciencias formales, que tienen
enunciados tautológicos) y los enunciados sobre hechos (ciencias
empíricas), como los enunciados de la metafísica no son tautológicos y van
más allá de la experiencia sensible, carecen de valor. Del positivismo toman
la convicción de que lo único que interesa es el conocimiento científico,
único capaz de proporcionar conocimientos ciertos, por tanto, la filosofía
debe centrarse exclusivamente en el análisis de los métodos y resultados
particulares de las ciencias. Las teorías de Wittgenstein les sirven de apoyo
para analizar las proposiciones científicas y determinar cómo adquieren su
significado.

Teoría crítica:
Corriente filosófica del siglo XIX que tiene su origen en la Escuela de
Frankfurt, un grupo de intelectuales que se juntan al acabar la Primera
Guerra Mundial e interesados en el Marxismo. Tenían como interés
fundamental establecer una nueva teoría social que no fuese especulación
teórica, pero que tampoco se quedase en una mera recolección de datos
empíricos. Tienen en común la crítica de la razón instrumental y la defensa
de la llamada teoría crítica frente a la teoría tradicional. La teoría tradicional
es aquella teoría según la cual la ciencia es un saber objetivo y neutral,
guiado por la búsqueda desinteresada de la verdad; con esta forma de ver
la ciencia se pierde de vista su función real en la sociedad, su dependencia
de las condiciones sociales en que aparece, así, de este modo, la ciencia se
convierte en una estructura ideológica (esta concepción de la racionalidad
que a la larga se ha mostrado destructora de sí misma se conoce como
razón instrumental). Frente a la teoría instrumental, la teoría crítica plantea
la racionalidad como una denuncia de todas las formas de ideología y
dominio que aparecen en la sociedad actual, históricamente derivadas de
un concepto de razón, que persiguiendo el dominio de la naturaleza, ha
terminado por dominar al mismo ser humano. De esta corriente destacan
autores como Adorno o Horkheimer.

Nihilismo:
Doctrina filosófica que aparece en el siglo XIX de la mano de Nietzsche, para
que el nihilismo tiene dos sentidos: 1) la situación de la cultura occidental
que reconoce que ha sido engañada por la razón y que no existen valores y
da lugar a un tipo de ser humano que carece de valores, es superficial, su
propia existencia esta desvalorizada, es un ser que vive una existencia gris
y sin creer en nada y sólo busca vivir cómodamente (a este tipo de hombre
se le denomina “el último hombre”); y 2) al reconocer que no existe ningún
valor abre la posibilidad de crear nuevos valores, que da lugar a un tipo de
hombre, “superhombre”, que va a ser capaz de crear nuevos valores siendo
consciente de que él es el creador. El nihilismo se resume en la frase “Dios
ha muerto”.

Estructuralismo:
El estructuralismo se desarrollo principalmente en Francia a partir de 1960.
El pionero de esta corriente fue el antropólogo Lévi-Strauss, que lo aplico al
campo de la etnología, en especial al estudio de las relaciones de
parentesco. El estructuralismo constituye otra corriente metodológica
contemporánea que ha marcado profundamente la orientación de las
ciencias sociales y otros ámbitos de la cultura, y que ha tenido especial
importancia durante los años sesenta y setenta del siglo XX, en la
orientación de la lingüística, la antropología, la crítica literaria y la
sociología. Se basa en la noción de estructura y el método estructuralista.
La noción de estructura es entendida como un todo que sólo puede
comprenderse a partir del análisis de sus componentes y de la función que
cumplen dentro del todo, dichas estructuras, pues, tienen el carácter de
totalidad en la cual cualquier modificación de alguna de sus relaciones
afecta al conjunto, ya que la estructura misma está definida por sus
relaciones y posibles transformaciones. El método estructuralista consiste
en considerar cualquier realidad humana como una totalidad estructurada y
significativa, que se articula en relaciones estables y que está regida por
leyes internas que regulan su funcionamiento. En esta corriente destacan
autores como Foucault o Derrida.

Existencialismo:
El llamado existencialismo es una corriente filosófica muy heterogénea que
agrupa a pensadores distintos cuya finalidad viene dada por el rechazo
unánime del idealismo y por el análisis de la existencia humana y su
sentido. Las dos características comunes a todas las filosofías existenciales
son: la importancia dada a la subjetividad y la prioridad concedida a la
existencia frente a la esencia. En la importancia dada a la subjetividad,
intenta recuperar los valores singulares de la persona humana: ya no se
trata de denunciar la explotación del ser humano, sino que se trata de
recuperar al ser humano en su singularidad, al ser humano concreto con las
cualidades propias que lo hacen único e insustituible. En la prioridad
concedida a la existencia frente a la esencia, para el existencialismo
solamente desde la subjetividad de la existencia humana es posible y
legítimo filosofar, esta recuperación de la subjetividad para la filosofía trae
consigo la afirmación de que la existencia precede a la esencia, así pues, el
ser humano es una existencia que se define como proyecto, que será lo que
libremente proyecte ser. De esta corriente, cabe destacar como autores
principales a Heidegger, Sartre y Camus.

Empirismo, estoicismo, epicureísmo, escolástica, estructuralismo,


existencialismo, fenomenología, filosofía de los valores, idealismo,
marxismo, materialismo, nihilismo, platonismo, positivismo lógico,
positivismo, racionalismo, sofistica y teoría crítica.

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