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heinrich von kleist (1777-1811)

Autor dramático y novelista alemán, Heinrich von Kleist es contemporáneo de Goethe y Schiller.
Nacido en Fráncfort del Óder, y perteneciente a una familia de la aristocracia militar prusiana, estaba
destinado a la carrera militar. A los quince años ingresa en el regimiento de la guardia de Postdam,
participando en el sitio de de Maguncia en 1793. En 1799 abandona la armada y emprende sus
estudios de filosofía y matemáticas, pero en 1801 tras leer y malinterpretar a Kant se replantea su
proyecto de vida y se dedica a viajar por Europa. Después de la invasión napoleónica de Prusia en
1807, es acusado de espionaje y encarcelado algunos meses. Kleist escribió novelas y piezas de
teatro además de fundar revistas literarias. Tras el fracaso de su última y más celebre obra El
príncipe de Homburg (1810), se suicida acompañado de Henriette Vogel, enferma de cáncer en la
isla de Pfaueninsel con tan solo 34 años. Incomprendido por sus contemporáneos, el genio singular
de Kleist no será reconocido hasta años después, hacia finales del siglo XIX y en los años 20.
Como afirmaba sobre él uno de los hermanos Grimm, “Era más grande y más perfecto que Schiller.
Sólo puede comparársele con Goethe, que tal vez haya podido inspirarle pero a quien nunca se
subordinó. Únicamente lo amamantó Shakespeare”

La obra se situa en la Edad Media. Todo comienza en una caverna subterránea, donde se
celebra un juicio de un tribunal secreto. Un armero de Heilbronn, Théobald Friedeborn, acusa al
conde Frédéric von Strahl de haber hechizado a su hija Catalina, que parece estar bajo una influencia
oculta que le impide actuar racionalmente. Ama al conde Frédéric sin saber porque, como sonámbula
obedeciendo una fuerza misteriosa. Pero el conde von Strahl no ha empleado nada diabólico para
hacer que Catalina caiga en sus brazos sino que ésta se ha enamorado. A pesar de maltratarla, o
amenazarla con un látigo Catalina lo sigue ciegamente, ella lo acompaña en sus viajes y mentira si es
necesario para defenderlo. «Ella va tras las huellas que dejo, dice el conde. Y cuando me vuelvo,
siempre veo dos cosas mi sombra y ella.» La franqueza del conde durante el juicio hace que el
tribunal lo absuelva, y que Catalina de Heilbronn lo continue persiguiendo extasiada. La bondad y
fidelidad de Catalina, tiene al final su recompensa : no solamente se casa con el conde von Strahl,
sino que al final de la obra se descubre que la hija del armero de Heilbronn es en realidad la hija del
emperador alemán. ¿Pero como llega Catalina a ese completo abandono de su voluntad ? El autor da
salida al conflicto a través de hechos maravillosos, hace intervenir a un angel en la historia, un día
que el conde von Strahl está aquejado de fuertes fiebres, tiene una visión que transporta su alma
junto a la de Catalina dormida. Así lo expresa : « ¡Oh, dioses ayudadme!, ¡Soy doble!, ¡Soy un
espíritu y vago durante la noche!»
Como afirma Carmen Bravo-Villasante en uno de sus artículos del diario ABC a fecha de 5 de
Abril de 1977, sólo el cuentista Hoffmann podía comprender la fantasía de Kleist. Hoffmann era uno
de los grandes admiradores de esta obra ; en una de las cartas a Hitzig dice: « Pronto seré arquitecto
y decorador de teatro. Ya hemos construido el burgo de Catalina de Heilbronn. Ya podeis suponer lo
que me ha entusiasmado la «Catalina » ; sólo tres dramas me han causado tan profunda impresión :
«La Catalina », «La devoción de la cruz » y « Romeo y Julieta ».

¿Por qué ha dado Kleist a su obra el título de «o la prueba de fuego» ?

Le prestige du style, la grâce de Catherine, la loyale figure du comte, quelques épisodes


vraiment dramatiques ont maintenu au théâtre cette composition extraordinaire, et pourtant ceux-là
mêmes qui l’apprécient le plus sont obligés de convenir qu’elle est remplie de scènes inintelligibles.
Ces choses inexplicables, on les comprend aujourd’hui, si l’on se reporte à l’histoire intime du poète.
En écrivant Catherine de Heilbronn, Henri de Kleist s’adressait à la jeune fille qu’il venait de
repousser avec colère. On voit combien son mal était profond et s’aggravait de jour en jour. La
poésie aurait dû guérir sa maladie morale, et c’était sa maladie au contraire qui corrompait les
inspirations de sa poésie. Catherine de Heilbronn à coup sûr est l’œuvre d’un génie à part; c’est
aussi l’œuvre d’une intelligence sur laquelle flotte déjà le voile noir de la folie.

La escena

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