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s e r i e au t o r e s
Triunfo Arciniegas

c u a d e r n o s d e l i t e r at u r a i n f a n t i l c o l o m b i a n a
Triunfo Arciniegas
Triunfo Arciniegas c u a d e r n o s d e l i t e r at u r a
i n fa n t i l c o l o m b i a n a
s e r i e 2au t o r e s 2 Triunfo Arciniegas

triunfo arciniegas
Hace un poco más de 20 años,
Triunfo Arciniegas publicó
su primer libro para niños:
La silla que perdió una pata y
otras historias (1988). Desde
entonces el autor ha escrito
más de cuarenta libros para
niños; ha obtenido importantes
reconocimientos por su obra; ha
incursionado en géneros como
la narrativa, el teatro, el libro-
álbum; también en la fotografía
y en la ilustración. Hoy día
es uno de los autores más
destacados de América Latina.

Esta compilación de artículos


críticos busca acercar a sus
lectores tanto su obra para niños
y jóvenes como sus trabajos
fotográficos, que dan cuenta de
la visión que tiene Arciniegas de
la infancia. Además de ello, el
lector encontrará una bibliografía
completa sobre su obra, reseñas
de todos sus libros, una
entrevista al autor, entre otros.
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Contenido

6 Si tuviese una escalera


Margarita Valencia

14 Otra voz: Liliana Moreno Martínez

16 El largo camino de la paradoja a la ironía:


el humor en Triunfo Arciniegas
Carlos Sánchez Lozano

26 Otra voz: Juan Pablo Hernández

27 Los personajes de Triunfo en la


búsqueda incesante de la felicidad
Galia Ospina Villalba

36 Otra voz: Valentín Ortiz

37 El teatro para jóvenes de Triunfo Arciniegas


Carlos José Reyes

48 Otra voz: Zully Pardo

49 Triunfo Arciniegas, revisitado


Yolanda Reyes

53 Entrevista  Los cuatro veintes de Triunfo Arciniegas


Carlos Sánchez Lozano

61 Sus libros

73 Bibliografía

Pá g i n a 1 > Triunfo, a los diecinueve años, con su primera máquina de escribir en Pamplona. 1 9 7 6 .   F o t ó g r a f o d e s c o n o c i d o.
Pá g i n a 2 > Triunfo.  Pa m p l o n a , 2 0 0 9 .   F o t o g r a f í a d e R e n é A r c i n i e g a s .
3
Padecí el consejo que Hemingway daba a los escritores: una infancia
desgraciada. Pero no quiero ahondar en las desdichas que vienen con
el alcohol y la miseria, sino precisar que mi niñez, pozo inagotable,
es y seguirá siendo Málaga. Ya era un lector entonces, ya era un
solitario y atrapaba pájaros con cauchera y sombrero. Mi niñez terminó
precisamente cuando papá decidió que nos fuéramos a vivir a Pamplona.
Dejé en Málaga el primer gran amor de mi vida, mi abuela Emperatriz.
Qué arrogancia, ¿verdad? Soy Triunfo, nieto de Emperatriz. Ni ella ni yo
decidimos nuestros nombres. Ella vivía de lavar ropa ajena, y yo apenas
soy un pobre bebedor de relámpagos. Mantuve con mi abuela una
relación afectuosa, poética y comercial. Durante la semana memorizaba
coplas. Se las declamaba el domingo y ella me enviaba a entregar un
traje recién lavado y planchado y con el peso que recibía del dueño
entraba a cine. Poesía con poesía se paga. Pero entonces mi papá, con
ese corazón de gitano, decidió una vez más que nos íbamos de Málaga.
Ya habíamos vivido en Sogamoso, Belencito y Ragonvalia. Me fui a
Pamplona por un sendero de lágrimas y comencé a escribirle a mi abuela
largas cartas, con ilustraciones, y sin respuesta, por supuesto. Una tía
se encargaba de la lectura. Cuando se me agotaba el tema, inventaba.
De ahí vengo, de las cartas a mi abuela. Pamplona era entonces más
frío que ahora y el viento nos mordía las orejas. No había árboles.
Para colmo, llegamos a vivir en la parte alta, detrás del cementerio.
Una vez vi enterrar a un pobre sin cajón, en la tierra cruda. Como había
llovido, al caer en el hueco, el cuerpo salpicó a los presentes. En esa
atmósfera desolada, ante las montañas peladas y sin un solo amigo, me
refugié en la lectura de los libros y pronto empecé a escribirlos. En los
primeros años todavía atrapaba golondrinas.
“Todo lo que soy se lo debo a los libros”, le oí decir a Ana Maria
Machado en Cartagena. Vengo de los libros, pero no de una familia
de intelectuales. Mis abuelos no aprendieron a leer, mis padres no
terminaron la educación primaria y fui el primero de la familia que asistió
a la universidad. La timidez me hizo solitario y la soledad me hizo escritor.
La vida exige una pasión, según Borges, y la mía son los libros.
Leí, en la Biblioteca Municipal, El tesoro de la juventud, una
enciclopedia que nunca he vuelto a ver, y los libros que la bibliotecaria
seleccionaba para mí. Leí Robinson Crusoe, de Daniel Defoe, y durante
años temí despertar en una isla desierta. Había un mueble en un rincón,
con vidrio y chapa, que la bibliotecaria abría con una pequeña llave de oro
que colgaba de su cuello, para los usuarios especiales, ciertos caballeros
que provocaban mi envidia. Años después, en una visita a Málaga me
acerqué al famoso mueble y vi un libro que me interesaba. Se lo solicité
a la bibliotecaria, la misma viejecita de todos los años, y sólo cuando
me senté a leerlo me di cuenta que estaba cumpliendo uno de los
sueños de mi vida.
margarita
valencia Si tuviese
Se ha dedicado a los
una escalera
libros, en los campos
de la edición, la We don’t need no education,
traducción y la escritura.
We don’t need no thought control,
Actualmente prepara
un libro de ensayos. No dark sarcasm in the classroom,
Teachers leave them kids alone.
Hey! Teachers! Leave them kids alone!
Another Brick in the Wall
Pink Floyd  (Lyrics by Roger Waters)

Las historias nacen de una necesidad,


de algo que alguien está buscando.
L a ventana y la bruja
Triunfo Arciniegas

asociamos la literatura infantil y juvenil con el gozo antiguo de


oír historias y de contarlas, pero en realidad lo que llamamos hoy literatura
infantil y juvenil es un invento reciente, que debemos más a los intereses
comerciales de los editores que a las necesidades formales de los narradores.
Su apogeo se explica por las campañas de alfabetización que nacieron de la
mano de la expansión de la educación primaria en Europa durante el siglo
xix, y a las cuales se sobrepuso, como era natural, el tema del fomento a la
lectura, más con el propósito de educar a los jóvenes —o de adoctrinarlos, si
hemos de atenernos a los consejos de san Agustín— que de conmoverlos y
deleitarlos. Había que aprovechar el recién ganado acceso de los niños a los
textos para defender los fortines morales de la época, y en ello se empeñaron
los editores, conscientes de que este nuevo filón seguiría produciendo
mientras los padres y los maestros no se sintieran amenazados.
Dentro de los límites impuestos por este triángulo inexpugnable surgió
gran parte de la literatura infantil del siglo xx, y la colombiana no es la
excepción. El desacostumbrado crecimiento que el muy modesto corpus de
la literatura infantil colombiana —tímidamente encabezado hasta entonces
por Rafael Pombo y Víctor Eduardo Caro— experimentó durante las últimas
tres décadas del siglo pasado no hubiera alcanzado las magnitudes que
alcanzó (aún modestas, no obstante) de no ser por el impulso que recibió

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en el aula (con lo cual no quiero demeritar la tarea de los apóstoles de la
lectura en el país), en donde a la enseñanza de un código moral se añadió la
necesidad de apuntalar los valores propios del nacionalismo: al amor familiar,
la solidaridad, la justicia, se sumaron las recién descubiertas tradiciones
populares —muy adecentadas y dulcificadas—, la fauna local, la geografía
nacional, todo sazonado con un poco de magia, un poco de fantasía y un final
feliz y moralizante1: creo que el salpicón define mal que bien la gran mayoría
de libros infantiles y juveniles publicados en las últimas décadas.
Sin embargo, de este caldo de cultivo aparentemente tan poco propicio
para la genuina creación literaria han surgido narradores geniales, escritores
capaces de hipnotizar a su lector con un chasquido, de enredarlo en sus
fabricaciones, de enamorarlo con susurros gratos. Triunfo Arciniegas es uno
de ellos, y el encanto de su voz nos obliga a preguntarnos cómo ha logrado
eludir el acartonamiento que aplana a tantos de sus colegas de estantería.

Triunfo nació en 1957 en Málaga, “al otro lado del páramo, en el país
del Sagrado Corazón”. Málaga, que según el censo de 2005 tiene poco más
de 17 mil habitantes, es la capital de la provincia de García Rovira, en el
departamento de Santander.
A la orilla del agua
Bochalema, 2006

De Málaga, donde nací, tengo el recuerdo de las calles empedradas, F o t o g r af í a d e T r i u n f o A r c i n i e g as

las quebradas donde aprendí a nadar y las canciones de mi abuela.


De Pamplona, donde papá decidió que continuábamos la vida,
la niebla y las cometas.

De Pamplona, una ciudad más grande y un centro estudiantil de importancia


en la región, salió para Bogotá (“la lluvia y los zapatos rotos”) a la Universidad
Javeriana, donde estudió Literatura (la licenciatura, primero, y después una
maestría): a Marino Troncoso, maestro de tantos, dedicó Caperucita roja
y otras historias, en un gesto diciente de la importancia de su paso por allí.
Cuando apareció su primer libro infantil, La silla que perdió una pata y
otras historias, Triunfo ya había publicado un par de libros: El cadáver del
sol y En concierto, y en su hoja de vida figuraba una larga lista de premios
literarios y menciones: de la Universidad de Pamplona, del Gato Encerrado,
de la Fundación Testimonio de la Universidad de Nariño, del Taller Cultural
Rimay de la Universidad Surcolombiana de Neiva, de la Casa de la Cultura
de Calarcá, de la Ciudad de Pereira, del Taller Awasca de la Universidad
de Nariño. La lista se engruesa y adquiere consistencia a partir de ese año

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y aunque más tarde desaparece de la biografía oficial, está claro que todos
y cada uno de esos reconocimientos fueron importantes en la formación
intelectual y emocional de Triunfo; apuntan, además, a la existencia
clandestina pero sólida de una red de sustento de la literatura que sobrevive
obcecadamente al margen de la institucionalidad centralizada en Bogotá, que
devora sus productos pero ignora su efervescencia creativa. Y habla, casi grita,
del espíritu inquebrantable del escritor:

Soy maestro de herrería, profesión que aprendí de mi padre pero que


no ejerzo. He trabajado como zapatero, expendedor de una bomba de
gasolina, portero de discoteca y maestro de escuela. Mi pasión es escribir
libros: ya tengo publicados veinticinco.

La cuenta aparece en el epílogo de Las batallas de Rosalino —premio


Enka 1989, publicado en su versión definitiva en 2002— y exhibe, sin falsos
pudores pero también sin arrogancia, el orgullo de un hombre que sabe que
está haciendo su trabajo con juicio, y que el uno por ciento de inspiración que
le corresponde es efímero y frágil y no debe desperdiciarse:

Cierta noche regresaba a mi casa, en las afueras de Pamplona, cuando


un señor se acercó a preguntarme: “¿Vio la vaca de Octavio?” Dije que
no. Ni siquiera conocía a Octavio. La pregunta me hizo reír el resto del
camino. Sobre esa vaca, que nunca conocí y que en mi mente se volvió de
mantequilla, escribí la obra.

Ese brevísimo instante de inspiración se traduce en una obra terminada,


pero solo después de años de un duro trabajo de albañil:

Escribí de una sola sentada la primera versión de Las batallas de Rosalino


en Meissen, un barrio al sur de Bogotá, en 1988. (…) Volví a Pamplona y
reescribí el libro en unos seis o siete meses. (…) En estos catorce años he
hecho veinticuatro versiones.

Así que la obra de Triunfo —que ya sobrepasa la treintena de libros, entre


obras de teatro, novelas y cuentos para jóvenes, para los muy niños y para
adultos, muchos de ellos ilustrados por el autor— es excepcional, pero no
es milagrosa, y mucho menos azarosa. Aunque en este punto quizás no sea
sabio descartar el poder de la magia en la vida de un hombre que anuncia en

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su biografía que es “Piscis y detesto los cumpleaños”, y que ha creado, a partir
de una firma en el periódico2, a uno de sus personajes más divertidos, la bruja
Mavé, que guía el destino del gallo Cantaclaro en Las batallas de Rosalino:

En el salón de los espejos, vestida de plata y estrellas, Mavé preparaba una


torta de chocolate. (…) Cantaclaro, desesperado, revisó todos los rincones
de la casa porque quería un adelanto del horóscopo que Mavé escribía en la
última página de Guía de estrellas.

Cantaclaro no es el único que lee a la bruja. Carmela, la enana pelona que


se enamora de todo el mundo y que quiere conseguir un novio que la quiera
para toda la vida, también la consulta:

Mavé contempló una vez más sus largas uñas, encendió su larga y fina pipa
de carey y arrojó al techo un chorro de humo interminable.
—No pierdas la fe —dijo—. No abandones tus sueños. (…) Yo también
espero que un hombre de bigotes negros llegue hasta mi ventana en un
caballo blanco (…). Una ilusión, tú me entiendes, que no se come pero
alimenta. Mira el mar, ¿no parece que lo tienes en la punta de los dedos?
De noche, dejo la ventana abierta y siento que viene a posarse a los pies de
mi cama. El mar.
Kaiser
Chíchira, 2006

Y Rosita del Rosal del Rey, que trabaja en el bar de Lucy, sale corriendo a F o t o g r af í a d e T r i u n f o A r c i n i e g as

buscarla apenas se entera de la llegada de Juan Chicote. “No entiendo”, dice


Mavé después de mirar las cartas, y suspira con resignación. No importa: el
oficio de las brujas y de los poetas es crear realidades posibles, no explicarlas.
“Soy un imaginador, es mi oficio, un soñador que tropieza con la vida
cotidiana”, dice de sí mismo Triunfo; y así tendremos que llamarlo, Triunfo,
no solo porque está claro que el nombre fue su don de nacimiento y su
amuleto para la vida, sino porque Lucy —la pecosa Lucy, la enamorada de
Pepe Ratón, la dueña del bar de Río Seco de Todos los Santos— es la única
que puede llamarlo por el apellido:

—Me enamoré —dijo Lucy—. Ese hombre es una belleza. Me dan ganas de
pasar con él el resto de vida, Arciniegas.
—¡Qué manía de llamarme por el apellido!

Mavé, Lucy, Rosita del Rosal del Rey son algunos de los habitantes del
universo creado por Triunfo, un universo poblado además por vampiros,
ángeles, gatos, dragones, mujeres veleidosas y hombres pusilánimes que


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comparten sus páginas con personajes robados a las narraciones populares
tradicionales: Caperucita roja, el Gato con botas, Mambrú. Todos ellos
se enfrentan a las vicisitudes como los seres comunes y corrientes que
son, impulsados por el amor o por la vanidad, por la necesidad o por el
capricho. Y el resultado de sus actos (¡cuando por fin se deciden a actuar!)
no está regido por la tiranía de la moral, una cadena irrompible de causas y
consecuencias, sino por esa mezcla impredecible que suele prevalecer en la
vida de azar, esfuerzo, previsión y arrojo.

Los personajes de Triunfo pasean en un cuento y en otro sin problemas,


pero la mayoría nació, me atrevería a afirmar, en sus obras de teatro para
niños —laboratorio ideal para la experimentación, de donde surge su muy
particular tesitura—. Lucy, por ejemplo, es la protagonista de Pecas, de La
caja de las lágrimas y de Lucy es pecosa, la obra de teatro ideada en 1991 para
los alumnos del grado quinto de la escuela Santísima Trinidad de Pamplona:
“Luz Stella Lizcano, una pelirroja pecosa de diez años, prestó su belleza y su
gracia al personaje”. Los prólogos de esta y de las otras once obras publicadas
que Triunfo creó y dirigió entre 1987 y 1991 con los grupos de teatro de
diferentes escuelas pamplonesas describen su método de trabajo.
Primero, su encuentro con los niños: del grupo de Monteadentro, con el
cual monta Amores eternos, en 1991, dice que “este es el más difícil y pequeño
de todos los grupos”. Triunfo trabaja a partir de su experiencia —con este
grupo había escrito y puesto en escena El diablito rojo el año anterior—, que
le ha enseñado que estos niños en particular “nunca se atrevían a improvisar”;
que Gilberto Vera, “un niño difícil, por no decir insoportable”, había resultado
ser un actor maravilloso; que Alexander Conde se había estirado demasiado
para un papel sobre el cual creía tener derechos adquiridos. Alrededor de estos
niños de carne y hueso Triunfo borda sus textos a la medida.
Después, los primeros textos: en 1988, en busca de un tema para trabajar
con el grupo La manzana azul, “les propuse la canción de Mambrú”:

La primera tarea consistió en reunir las distintas versiones y, a partir de


estas, creamos una para nosotros. La copiamos y la memorizamos, nos
pusimos de acuerdo en la música y le dimos palo durante más de dos
meses. Una mañana, cuando ya era uno más de la clase, hablamos de
Mambrú casi dos horas. Ahí nació la obra.

Sigue el libreto: del trabajo con El aguijón, el grupo de teatro de la escuela


Santísima Trinidad de Pamplona, nació La ventana y la bruja, un retrato
10
mágico de la pobreza (según palabras del mismo Triunfo) que surge de los
juegos de los niños, un jarrón partido y una caneca de plástico:

Ya con los actores seleccionados y los papeles asignados, escribí el libreto.


Hicimos la lectura correspondiente en el cuarto encuentro, una y otra vez,
primero sentados en el aula y luego en un inmenso salón…

Y para rematar, la puesta en escena: Después de la lluvia nace en El


Escorial (y ya el nombre de la escuela es pura literatura), “de un trapo
rojo, un vestido y un canasto de flores”: “Hacemos un teatro para pobres y
utilizamos los elementos que tengamos a la mano. Si la escuela tuviese una
escalera, seguramente ya habría escrito una obra para esa escalera”.
Para la mayoría de los escritores, el punto final indica que ha llegado
la hora de respirar tranquilos, de tomarse un café, de relajarse al lado del
fuego o en los brazos acogedores de un libro tramado por otro. No sucede lo
mismo con el dramaturgo, quien en ese momento debe asomarse a la cara de
sus espectadores, que también en este caso son de carne y hueso:

La comedia nos permite seducir al público con más facilidad. Lo


hacemos reír y ya lo tenemos en nuestras manos. Si lo llevamos con
sigilo hasta el final, procurando que no se despierte en medio de la
La oveja iluminada
magia, el éxito es nuestro. E l Na r a n j o, 2 0 0 6
F o t o g r af í a d e T r i u n f o A r c i n i e g as

Falta, sin embargo, un rizo en esta recreación del aprendizaje del escritor,
y es su desdoblamiento en espectador. Así describe su experiencia en el
prólogo de Lucy es pecosa, escrita en 1991 para el grupo de teatro El aguijón:

Al día siguiente, camino a una escuela, acordándome de situaciones


del estreno, seguía riéndome. Los niños se reían en el escenario. El público
se reía. El amigo de las luces se reía. Los amigos que vieron la obra se
reían. No sé con certeza qué tan bien salimos, pero nos reímos mucho.
La felicidad me interesa más que la sabiduría.

¡Felicidad! Ese es el regusto (tan impreciso, tan inexpresable) que le queda


al lector después de leer la mayoría de las obras de Triunfo Arciniegas, y que
debería ser la única vara de medir la literatura infantil: un estado del ánimo
que es más bien un estado de gracia y que no tiene que ver tanto con la
alegría de que las cosas resulten como deberían ser, sino con la satisfacción
que sentimos al descubrir que las cosas son como son, y así están bien.

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Lo cierto es que la escritura de Triunfo no es particularmente alegre. Su
tono es más bien melancólico —aunque en su caso, el intento de uniformar
es un ejercicio crítico inútil, porque lo que prevalece es la sutileza que
domina particularmente bien a la hora del humor, siempre matizado,
nunca caricaturesco, y que da siempre el toque final a los personajes y las
atmósferas—. En ocasiones es incluso brutal, como cuando el león que escribía
cartas de amor acepta que no podrá seguir viviendo sin el ave del paraíso y se
deja encarcelar para estar a su lado:

El descuido del barrendero que aseaba la celda le permitió acercarse a la casa


de las aves. Saltó con todo su coraje y derribó la débil puerta de alambre y
sorprendió al ave del paraíso en el más bello de los sueños. Del suculento
banquete solo quedaron las hermosas plumas, que el sol transformó en un
fantástico incendio.

En realidad, Triunfo no nos ahorra (ni a sus lectores ni a sus personajes) ni


una sola amargura, pero tampoco nos escatima el contento tonto, el de todos
los días. Y puede hacer lo uno y lo otro porque ha trabajado hombro a hombro
con sus lectores, ha dominado sus caprichos, ha reído con ellos, y sabe que no
debe mentirles, que no puede suavizar, ni acomodar, ni endulzar si quiere que
permanezcan a su lado. Por eso en sus historias no hay héroes —la primera
batalla de Rosalino es contra un zancudo que lo pateó “bien duro”, como él
mismo lo cuenta; y Pepe Ratón, el novio de Lucy, es un cobarde—. No hay
niños que deban superar pruebas increíbles —la bruja que acosa a los niños de
La ventana y la bruja “tiene corazón y merece la dicha”; y el vampiro de La hija
del vampiro sólo quiere invitar a la mamá de Alejandro a cine—. No hay amores
perfectos —la seducción de Violeta por parte de Jorobailo en Amores eternos
es una burla de los amores hollywoodenses, entre rubios de ojos azules—.
No hay enemigos imbatibles —cuando los piratas Natalión y Barbanegra por
fin se enfrentan, deciden emborracharse juntos en vez de pelear—.
En la obra de Triunfo hay guerra (El árbol triste) y hay pobreza, pero ni
la guerra ni la pobreza se imponen sobre la vida. Hay parejas separadas, hay
hombres abandonados, hay mujeres infelices, hay parejas improbables que se
separan y se juntan, pero ninguno de ellos se esfuerza por sacar la realidad a
sombrerazos de su vida (para poder vivir felices para siempre) sino que más
bien le encuentran acomodo.
En la obra de Triunfo nada se debe silenciar, no es necesario encubrir nada:
la belleza de las palabras es suficientemente fuerte para sostener la dureza de la
realidad. En su compañía, podemos mirar el abismo y llegar a salvo al otro lado.
Es lo que siempre le hemos pedido a la literatura, a cualquier edad.

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Notas

1 Martyn Lyons, “Los nuevos lectores del siglo 20: mujeres, niños, obreros”, en: Guglielmo
Cavallo, Roger Chartier (directores), Historia de la lectura en el mundo occidental,
España, Taurus, 1998.

2 La Mavé de Triunfo es un divertido homenaje a la Mavé que todos los domingos, desde
hace años, escribe el tarot para los periódicos, en un lenguaje lleno de guiños poéticos
que a su vez desafía los previsibles y acartonados horóscopos tradicionales.

El expreso de la cebolla
E l Na r a n j o, 2 0 0 6
F o t o g r af í a d e T r i u n f o A r c i n i e g as

13
Otra voz: Liliana Moreno Martínez
“Se lee para tocar, por un instante y como
una sorpresa, el centro vivo de la vida,
o su afuera imposible. Y para escribirlo.
Se escribe por fidelidad a esas palabras
de nadie que nos hicieron sentir vivos,
gratuita y sorprendentemente vivos”.

J o r g e L a r r o sa

El proceso de escritura de Triunfo Arciniegas tiene el sello


de quien le habla al escritor que hay latente en los niños, y
desde el niño que aún lo habita. Teje sus palabras no solo
produciendo para el lector, sino para el receptor que puede
producir. Una posibilidad que no todos los escritores abren
y mucho menos con el público infantil. Pero, además, lo
hace desde tres ámbitos: la intimidad de su casa, en talleres
presenciales de creación e incluso por medios virtuales.
Hay tantos procesos como escritores y cada uno genera
su propia forma de hacerse en la escritura. Algunos son
más pragmáticos, pero Triunfo Arciniegas necesita de ciertas
condiciones, por ejemplo, como él mismo lo confesó
en su presentación autobiográfica en el lanzamiento de
La media perdida:
“(…) Escribo y dibujo historias para niños. (…) Vivo en una casita
de dos pisos en las afueras de Pamplona. (…) Si escuchan el rumor
de la máquina de escribir, que no debe confundirse con el vuelo
de los colibríes que bajan a almorzar, aléjense en silencio porque
paso a limpio mi próxima historia y, por favor, vuelvan otro día”.1

1 Cadavid, Jorge, “Un escritor disgustado con la ley de la gravedad”, en: Boletín
Cultural y Bibliográfico, número 20, volumen XXVI, Bogotá, BLAA, 1989.

14
Sus palabras abren la posibilidad de que el lector lo busque,
casi que le dice: “si alguna vez pasas por Pamplona búscame
en mi casa”, pero también advierte, con la poesía que
siempre lo define, que necesita de la soledad para crear y que
su única compañera es la máquina de escribir. Nada nuevo en
medio de una generación de escritores que hacen del proceso
un ritual. Sin embargo, Triunfo no solo le da valor a eso, sino
que además prueba otras formas para involucrar en el acto
creativo distintas voces. Triunfo ha realizado muchos talleres,
no solo de escritura, sino también de lectura y teatro.
“Estos talleres me han permitido escribir para niños. Todos
mis cuentos, todo lo que voy escribiendo, lo llevo al taller
para la prueba de fuego y mis niños dicen la última palabra”,
le confiesa a Juan Carlos Moyano en una entrevista2.
Arciniegas sabe que en la elaboración de la palabra está la
clave, que los niños y la escritura tienen más cosas en común
de lo que cree la escuela tradicional, que lo importante
no es lo que escriben sino el uso de la palabra en relación
con otras palabras, darle nombre y voz a lo cotidiano y a lo
imposible, de manera colectiva. Así lo hizo, por ejemplo,
experimentalmente en www.chicosyescritores.org, página
creada desde una propuesta de Emilia Ferreiro, que inaugura
una nueva posibilidad en el proceso de la escritura: construir
historias con niños con las ventajas de la virtualidad. De
manera íntima o compartida, presencial o virtualmente,
Triunfo se adueña de nuevas telarañas de escritura con la
complicidad de los niños.

2 Juan Carlos Moyano, revista Gaceta, número 2, Bogotá, Colcultura.

15
carlos sánchez
lozano El largo camino de la
Estudió Lingüística
paradoja a la ironía:
y Literatura en la el humor en Triunfo Arciniegas
Universidad Distrital, y
Filosofía en la Universidad s
Nacional de Colombia.
Ha sido maestro, ensayista
y crítico literario.
Es consultor del c e r l a l c un eje temático relevante que atraviesa la obra literaria para niños del
en temas de alfabetización
escritor colombiano Triunfo Arciniegas (1957) es el humor. En veinte años de
y formación de actores
del ámbito del libro y la trabajo creativo (1988-2008) y con cerca de cuarenta libros de literatura infantil
lectura. En la actualidad publicados en Colombia, México y España, ha realizado notorios experimentos
trabaja como editor y hallazgos en este sentido. Con ello Arciniegas no solo se incrusta dentro de
de literatura infantil
la sólida tradición latinoamericana de humor en la literatura infantil (Rafael
y juvenil. Sus últimos
libros publicados son Pombo, Javier Villafañe, Aquiles Nazoa, Ema Wolf), sino que se empareja en
Interpretación textual: un rico diálogo intertextual con maestros del humor de la literatura universal
la enseñanza de la como Augusto Monterroso, Roald Dahl, Gianni Rodari y Tomi Ungerer.
comprensión lectora a
niños y niñas de primaria
En este ensayo se advertirá la evolución de la representación del humor en
(en coautoría con Deyanira los cuentos, novelas y álbumes más representativos de Arciniegas. Como en
Alfonso), Ángel Rama: todo trabajo de un escritor profesional se advertirán innovaciones, cambios
crítica literaria y utopía
de orientación bruscos, experimentación, momentos de altas y bajas. En
en América Latina, y Guía
para el diseño de planes definitiva, se hará visible su permanente preocupación por producir literatura
nacionales de lectura de calidad para los niños, por convertirlos en auténticos pares intelectuales
(en coautoría con de su obra, y a su vez su intención de contribuir a dotarlos de herramientas
Beatriz Isaza).
reflexivas que les permitan comprender el sentido y el valor del humor como
forma de cuestionar, pero también de alterar realidades convencionales, y
de hallar caminos de escape en ámbitos culturales con rígidos códigos de
comportamiento.

¿Cómo se construye el humor en los niños?

Primero aclaremos que el humor es cualquier mensaje que se transmite


a través del gesto, la palabra —hablada o escrita—, la imagen o la música
que se proponga provocar la sonrisa o la risa. El diccionario de la rae lo
define como “jovialidad, agudeza”. El Robert francés como “forma de ingenio
que consiste en mostrar o deformar la realidad realzando sus aspectos
divertidos e insólitos”. El Oxford inglés como “algo gracioso, divertido, menos
intelectual, pero más simpático que el ingenio”.
Las formas textuales en que se expresa el humor varían: chistes,
apotegmas, bromas pesadas, juegos de palabras, farsas, bufonadas, sátiras,

16
ironías, comedias, grafitis. Estas estructuras discursivas han evolucionado
con el tiempo y muchas de ellas fueron abiertamente censuradas en
momentos particulares de la historia. El gran historiador Jacques Le Goff
señala que el humor, tanto en la Antigüedad como en el Medioevo, no
fue visto como una forma verbal o literaria respetable y se dejaba para las
clases bajas1.
El humor es un código que nos habla de las sociedades donde surge
y sin duda a través de él se pueden estudiar las relaciones entre clases
sociales, frente al poder y a toda forma de organización social. Supone al
menos la participación de dos o tres personas reales o imaginarias: la que
provoca la risa, la que se ríe y la que es objeto de risa. Como insiste Le
Goff, “la risa es un práctica social con sus propios códigos, sus rituales, sus
agentes y su teatralidad”2.
El humor en los niños no es natural o heredado y siempre implica
una construcción cognitiva y cultural que exige ser aprendida a lo largo
de los años. El psicólogo Paul McGhee resalta que en los niños el humor
es “la experiencia mental del descubrimiento o la apreciación cómica de
incongruencia de ideas, eventos o situaciones”3.
En los análisis sobre cómo se construye el humor en los niños, los
psicólogos cognitivistas destacan que los niños hacen primero una mirada
literal, seria de los hechos (fijación mimética), pero el descubrimiento de
la risa es progresivo. La risa surge ante la distorsión, lo contradictorio, lo
exagerado, y en ello tiene una gran importancia la progresiva socialización
en la familia y a través de los medios en formatos como el gag en los
dibujos animados, los charrasquillos, los chistes en las obras de títeres
o en la literatura a través de los libros de imágenes. El humor supone,
además, una gramática de la paradoja intelectivamente exigente. Un niño
de siete años, medianamente alfabetizado, ya entiende un chiste verbal
Triunfo encamisado
aparentemente complejo como este: B o g o tá , ¿ 2 0 0 0 ?

—¿Cómo se escribe nariz en inglés? F o t o g r af í a d e T r i u n f o A r c i n i e g as

—No sé.
—¡Correcto!
Valga todo este preámbulo para advertir que en la obra literaria para
niños de Triunfo Arciniegas hay tres formas visibles de humor: la paradoja,
la parodia y, finalmente, la ironía. La tesis que se sostendrá es que en
sus libros se concreta una educación para el humor, el distanciamiento
y la ruptura de la formalidad. Estos textos literarios constituyen una
preparación para los niños sobre cómo enfrentar un mundo solemne,
aparentemente serio —cohesionado y sin fisuras—, es decir, un mundo
adverso.

17
El fracaso como triunfo

Como bien lo señalara Beatriz Robledo, citando el volumen de cuentos


Caperucita roja y otras historias perversas, Arciniegas tempranamente
incluyó el humor en sus libros y lo usó como herramienta expresiva para
ganar un espacio en la literatura infantil colombiana.4
La explosión del humor es evidente desde el primer libro de Arciniegas,
La silla que perdió una pata y otras historias, si bien los chistes, las paradojas
y las hipérboles, características luego de su obra en los años noventa, se
presentan de manera contenida. En uno de sus mejores cuentos —que luego
se convertiría en un álbum independiente— “El león que escribía cartas de
amor”, hay un dejo cómico matizado poéticamente en el hecho de que el
rey de la selva se enamore irremediablemente de un ave del paraíso a la que
ha visto solamente una vez, mientras descuida su reinado en la selva, para
luego trasladarse a la ciudad donde el ave está recluida en un zoológico y
Monstruo cometer el crimen fatal del amor:
E l Na r a n j o, 2 0 0 6
F o t o g r af í a d e
T r i u n f o A r c i n i e g as
Saltó con todo su coraje y derribó la débil puerta de alambre y
sorprendió al ave del paraíso en el más bello de los sueños, las playas
de Nueva Guinea. Del suculento banquete solo quedaron las hermosas
plumas, que el sol transformó en un fantástico incendio.

Varios relatos de la época como “El gato de ojos azules”, “La bella y
el gusano” e inclusive su primera novela, Las batallas de Rosalino, son
caricaturas del éxito y, en verdad, apologías del fracaso como posibilidad
normal en la vida. Pero el logro mayor de este periodo es el libro Los
casibandidos que casi roban el sol 5, mezcla de sátira, bufonada y pieza
surrealista. Basada en Los tres bandidos de Tomi Ungerer, Arciniegas se da
el gusto de llevar un argumento al extremo y aprovechar todos los recursos
expresivos del lenguaje humorístico para hacer reír a los niños con una
historia disparatada y ciertamente de final triste.
Obsérvese la hilaridad que puede producir el que los tres rateros tontos
—Plutarco, Plutonio y Plumero— intenten robar el sol con un lazo y dejar
a la Tierra sin luz.

Los casibandidos que casi roban el sol


y otros cuentos, ilustraciones de Rafael
Barajas, El Fisgón, México, Fondo de
Cultura Económica, 1991.

18
El ciclo de las paradojas

En las obras del primer quinquenio de los noventa se configura el estilo


de Arciniegas con base en otro recurso humorístico: las paradojas. La
paradoja es una figura retórica consistente en unir ideas aparentemente
contradictorias e irreconciliables6.
Las paradojas se materializan en cuatro formas estructurales de los relatos
de Arciniegas.

a) En los primeros párrafos

Arciniegas sigue la regla de Quiroga de capturar al lector en las primeras


líneas y lo hace focalizando su interés en una situación humorística marcada
por personajes bufonescos, excéntricos, claramente desubicados, al tiempo
que inmediatamente sugiere un conflicto netamente cómico.

Los reyes de Taganga vivían preocupados porque el príncipe Federico el


Grande, el único heredero, todavía jugaba con el caballo pecoso y otros
juguetes. El caballo sudaba debajo de la inmensidad del príncipe: ciento
veinte kilos repartidos en dos metros con diez centímetros. Grande y flojo,
ni siquiera se atrevía a bañarse. (“El caballo del príncipe”).

b) En las tramas arbitrarias

Aparece claramente ese humor paradojal, en situaciones que invitan a la


risa inmediata, con contrastes basados en situaciones inconexas. A los seres
humanos o a los animales siempre les pasa lo contrario de lo que cierta lógica
sugeriría. Aquí un príncipe se ha enamorado de la hija de Drácula.

El príncipe se sentó a llorar en las escaleras del palacio con el colmillo en


la mano. Era todo cuanto quedaba de la dama de la noche, un colmillo
que brillaba como la luna. (La muchacha de Transilvania).

En este caso son rateros románticos e ineptos.

(…) Porque todo les salía mal a los bandidos. Si robaban una gallina en
el vecindario, la gallina armaba un escándalo de tal tamaño que todo el
mundo se despertaba y espantaba a piedra a los bandidos… Si robaban
un banco, la policía los atrapaba y los bañaba con estropajo. No eran
bandidos del todo, ni siquiera tenían diploma. Eran casibandidos.
(Los casibandidos que casi roban el sol).

19
c) En las comparaciones cómicas y las hipérboles

Los contrastes divertidos, basados en contraponer cosas o hechos


inconexos o que invitan a la burla verbal o visual, y las exageraciones
extremas, hacen parte del planteamiento narrativo de Arciniegas.
En algunos momentos se hace evidente la influencia y la relación intertextual
con Roald Dahl.

Roald Dahl Triunfo Arciniegas


Jorge no podía evitar que le Había una vez un bandido que se pasaba
desagradara su abuela. Era una vieja la vida en la cárcel porque siempre lo
egoísta y regañona. Tenía los dientes sorprendían con las manos en la masa.
marrón claro y una boca pequeña Era pequeño y calvo, con orejas de murciélago
y fruncida, como el trasero de y dientes de conejo, y había nacido con
un perro. mala suerte.
La maravillosa medicina de Jorge, Roald Dahl, “El bandido azul”, en: La muchacha de Transilvania y otras historias de amor,
ilustraciones de Quentin Blake, México, Alfaguara, 1989. ilustraciones de Jairo Linares, Bogotá, Panamericana Editorial, 1989.

d) En los personajes distorsionados

Arciniegas debe haber creado más de cincuenta personajes, algunos


inolvidables, que causan un fuerte impacto en el niño por lo tragicómicos y
disparatados que son. A varios los caracteriza el desarraigo, la pobreza o la
deformidad física.

Eran tres bandidos de gruesos bigotes que todo hacían mal. Y una mujer
morena. Uno era alto y jorobado, se llamaba Plutonio. El otro era gordo
y calvo, se llamaba Plutarco. Y el otro era un enano de ojos verdes que
estornudaba cada tres minutos, se llamaba Plumero. Usaban en la cara
pañuelos negros siempre que robaban y como casi siempre estaban robando
casi nunca se veían los bigotes. Los domingos lucían sombrero negro. Eran
tristes y malgeniados. (Los casibandidos que casi roban el sol).

El reto de la intertextualidad: la parodia

Un momento determinante en la obra para niños de Triunfo Arciniegas es,


sin duda alguna, su versión de Caperucita roja publicada en 1991 y difundida
ampliamente sobre todo a través de Internet. Este relato da cuenta de un

20
punto de giro de su trabajo, y, a la vez, de la búsqueda de otras posibilidades
expresivas. Superada la etapa humorística de la paradoja, ingresamos a la de la
parodia, un estadio más complejo del humor por los elementos discursivos y
narrativos que implica.
La parodia, esencialmente, es un texto sobre otro texto. La especialista
en literatura latinoamericana, la polaca Elzbieta Sklodowska, dice que en
la parodia “hay un uso cómico de un fragmento de literatura por medio
de una recontextualización; se reelabora una obra seria con un fin satírico
extraliterario”7. La parodia sería un argumento construido “de retazos de
otros”. Margaret Rose, desde una perspectiva posmodernista, resalta que lo
más llamativo de la parodia es la presencia de una “discrepancia cómica”,
producto de la comparación entre el texto original y su imitación. Para Rose,
“la parodia es un recurso crítico/cómico que sirve para poner en tela de
juicio la escritura mimética”8. Y
concluye “es como un exorcismo
imprescindible para superar la
influencia de los precursores
literarios demasiado influyentes y
admirados”9.
La parodia en la Caperucita roja
de Triunfo Arciniegas incluye los
elementos anteriores, pero además
es una invitación a los niños a dar
un salto nuevo en la forma como
conciben y leen las narraciones
clásicas. Es lo que Jerome Bruner
llama el “desacomodo cognitivo”,
una expresión tomada de la
psicología del ruso Lev Vygotski,
que consiste en un aprendizaje
brusco de un hecho no previsto en la mente: nos podemos burlar de un texto Leyendo a Bukowski
C i u d a d d e M é x i c o, 2 0 0 4
leído antes10. Si bien Arciniegas se fundamenta en el Rodari de Cuentos para F o t o g r af í a d e Ca r m e n V e r a c r u z

jugar, el ejercicio de leer su Caperucita obliga a los niños a compararlo con la


versión que tienen del relato clásico de Perrault.
En la versión de Arciniegas, Caperucita roja es una adolescente — ­ no
niña— vanidosa, carente de sentimientos, con algo de Lolita, y de un gran
nivel de agresión no solo verbal: de hecho amenaza con una navaja al lobo
narrador. En definitiva, es un personaje detestable.
Observemos cómo se concreta la parodia en dos niveles textuales, el
escritural y el icónico.

21
Versión clásica de Caperucita Versión de Caperucita contada por el lobo

Caperucita se topó con el lobo que Detuve la bicicleta y desmonté.


con una gran sonrisa la saludó: La saludé con respeto y alegría.
—Buenos días, Caperucita. Ella hizo con el chicle un globo
—Buenos días, lobo —contestó tan grande como el mundo, lo estalló
Caperucita sin miedo porque no con la uña y se lo comió todo.
sabía lo malo que era el lobo. Me rasqué detrás de la oreja, pateé
—¿A dónde vas tan temprano? —preguntó el lobo. una piedrecita, respiré profundo, siempre con la flor
—A ver a mi abuela. escondida. Caperucita me miró de arriba abajo
—¿Y qué llevas en la cesta?… y respondió a mi saludo sin dejar de masticar.
—¿Qué se te ofrece? ¿Eres el lobo feroz?
“Caperucita roja”, en El libro de oro de los Cuentos de Hadas,
ilustraciones de Murkasec, Caracas, Ekaré, 2003.
Me quedé mudo. Sí era el lobo pero no feroz.
Y sólo pretendía regalarle una flor recién cortada.

Caperucita roja y otras historias perversas,


ilustraciones de Alekos, Bogotá, Panamericana, 1997.

La parodia intertextual se valida como juego, pero también como espacio


para la reinterpretación de un texto y su actualización con el paso del tiempo.
Un texto enriquece al otro —lo viola— y a su vez suscita el distanciamiento
propio del lector crítico que amplía la significación. Los niños ríen, pero de
un modo más inteligente. Saben ahora que los textos no son canónicos y que
pueden ser revisados, reescritos. Arciniegas enseña una nueva clave para
los niños lectores con su versión de Caperucita roja. De ahí el logro estético,
educativo y experimental de este momento narrativo.11

La ironía como construcción compleja de la realidad

La hija del vampiro, Yo, Claudia, El árbol triste y Bocaflor señalan un drástico
cambio de orientación creativa en la obra de Arciniegas. Indican el fin de
un periodo y el comienzo de otro, y sin duda son la manifestación de una
crisis interior en la búsqueda de nuevos horizontes literarios. Se concretan
dos innovaciones relevantes: una formal y la otra en los contenidos. De
un lado, hay una concepción diferente, claramente reflexionada, sobre
formatos editoriales como el álbum o la novela para niños. De otro, se
abandonan las temáticas basadas en el humor que invitaban a la carcajada
y se fundamentaban en la paradoja o la parodia. Triunfo Arciniegas ingresa

22
a un terreno nuevo, inexplorado, de reflexión —llamémoslo así, aunque suene
pretencioso— de los grandes temas: en Yo, Claudia, el poder; en La hija del
vampiro, el divorcio y los celos; en Bocaflor, el amor; y en El árbol triste, la guerra.
Arciniegas, que para este momento, aparte de su trabajo en teatro infantil, ya
se ha interesado profesionalmente por la ilustración convencional y digital, la
fotografía y la crónica de viajes, explota sus conocimientos en estas áreas y los
traslada a sus nuevos libros. Se involucra más con los editores y los ilustradores
en lo que quiere decir, se depura verbalmente y abandona algunos excesos
retóricos (la historia de argumentos locos, surrealistas), y revisa una y otra vez
sus textos hasta encontrar la expresión precisa. Entra en la fase de las economías
verbales (decir lo que se tiene que decir con las palabras que son) y en el máximo
aprovechamiento del lenguaje de la ilustración en un diálogo artístico fructífero,
como el logrado con el mexicano Diego Álvarez —en El árbol triste, un libro
que seguramente será un clásico de la literatura infantil colombiana— y con la
también mexicana Margarita Sada en ese bello álbum que es Yo, Claudia.
Arciniegas, entonces, en esta última fase de su trabajo literario entre 2005
y 2008, ha entrado a la etapa superior del humor: la ironía. El objetivo ahora
ya no es causar risa, sino invitar al niño a la reflexión. Un objetivo como el que
señalaba Rimbaud: la literatura como arma de combate para cambiar la vida,
o al menos nuestra interpretación de ella. Hay ya una conciencia crítica sobre
el valor del humor y el modo de utilización de los niños como instrumento de
defensa, pero también de ataque. “Mi humor es puro veneno. El humor permite
decir ciertas cosas, abrir las ventanas que el pudor mantiene cerradas. El humor
(no la vulgaridad de cantina) es un ejercicio de la inteligencia”, ha dicho en una
entrevista reciente12.
Schopenhauer afirma en El mundo como voluntad y representación que “lo
serio consiste en la conciencia de la conformidad entre pensamiento y realidad”13.
Cuando esta sintonía se rompe estamos en presencia del humor o la ironía: “en
el humor, el discurso que se cuestiona es el propio. El humor siempre se refiere
a uno mismo. En cambio, si el discurso que se cuestiona es el del otro, estamos
hablando de ironía”14.
Esta otredad que se revela como ironía halla su concreción en magníficas
escenas de los libros citados de Arciniegas. En La hija del vampiro, un niño está
celoso con su madre e inventa que el nuevo novio de ella es un vampiro. Para
contradecirlo, el vampiro se disfraza de vampiro. La señora dice: “¿Viste que se
disfrazó de vampiro para complacerte? Ya se encariñó contigo”.
En Yo, Claudia, la niña traviesa, que es una princesa, queda a cargo del reino
durante tres días. Entonces revuelca todo. La chica se portará como Robin
Hood: suspende impuestos, aumenta los salarios, condecora a su nana negra y
al jardinero, reparte tierras, cambia de color el castillo. Al volver el rey, sufre un

23
colapso. Pero después, algo enfermo, deja nuevamente en el mando del reino
a la niña: “me cedió el trono por tres días”. El rey enfatiza: “Ahí te dejo el país.
Voy y vuelvo”. Y la ironía hace su aparición…
En una época en que el poder es férreo, enfermizo, repleto de intereses,
maquiavélico, Arciniegas lo reta con desparpajo en este sketch. ¿Qué harían los
niños si fueran los que gobernaran el mundo?
No habría cierre en el círculo creativo de la obra de
Arciniegas sin una breve reflexión sobre la ironía en su última
historia de amor, Bocaflor. Aquí ya no es una historia de amor
disparatada, como en “Carmela busca novio”, por ejemplo, sino
una ilustración para los niños de lo difícil y complejo que es
construir el amor en un ámbito no convencional donde no sean
el dinero, el prestigio o el ascenso social los determinantes del
afecto, sino la magia de las personalidades opuestas, que en
Yo, Claudia, ilustraciones de Margarita medio de las diferencias, logran una comunicación asertiva. En un entorno
Sade, México, Ediciones Castillo, 2006.
que no renuncia a lo fantástico, Bocaflor, una negra enorme que escupe
flechas por la boca, se enamora de Bariloche, un vago irredento y excéntrico.
Superando prejuicios raciales y sociales, finalmente llegan a un acuerdo.

—Eres el sol de mi vida —dijo Bariloche.


La negra resplandecía de dicha.
—Voy a casarme contigo —dijo Bariloche.
—A que no te atreves —dijo Bocaflor.
—A que sí —dijo Bariloche.
Se casaron.

Baja el telón de la comedia

El humor le ha servido a Triunfo Arciniegas, durante veinte años de trabajo


literario dirigido a los niños, para cuestionar convenciones sociales, políticas
y culturales hipócritas del ámbito hispánico, pero también para anunciar la
utopía de la risa cuando todo se desacomoda de su lugar y se respiran aires
de libertad en la interpretación del mundo. Su labor ha sido educativa. Sus
búsquedas y logros literarios, un modelo de reflexión para los escritores en
ciernes de literatura infantil en la Colombia de la primera década del siglo
xxi. Lo podemos considerar ya, un clásico, un maestro del humor.

24
Notas

1 Jacques Le Goff, “El humor en la Edad Media”, en: Una historia cultural del humor, Madrid,
Sequitur, 1999, p. 41.

2 Ibíd., p. 42.

3 Citado en: Rebeca Puche Navarro et al., El sentido del humor en el niño, Cali, Siglo del
Hombre-Universidad del Valle, 2001, p. 17.

4 Beatriz Robledo, Antología de los mejores relatos infantiles, Bogotá, Imprenta Nacional, 1997,
p. 117. También en: http://www.lablaa.org/blaavirtual/ninos/relatoi/rela31.htm

5 Este álbum es considerado un clásico —además de un best seller— de la literatura infantil


latinoamericana. Editado por Daniel Goldin, ilustrado gozosamente por Rafael Barajas, el
Fisgón, y publicado por el fce, el libro ha hecho reír a centenares de niños latinoamericanos,
pues se encuentra como un imprescindible en los acervos bibliotecarios escolares y públicos.
De su éxito habla el que en la actualidad va en la quinta reimpresión de la segunda edición,
que es de 2003.

6 Diccionario Clave, Ediciones sm. En http://clave.librosvivos.net/

7 Elzbieta Slodowska, La parodia en la nueva literatura hispanoamericana 1960-1985,


Triunfo un poco loco
Ámsterdam, John Benjamin Publishing Company, 1991, p. 88. Pa m p l o n a , 2 0 0 3
F o t o g r af í a d e T r i u n f o A r c i n i e g as

8 Margaret Rose, Parody/meta-fiction: an analysis of parody


as a critical and reception of fiction, Londres, Croom Helm,
1979, p. 179.

9 Ibíd., p. 180.

10 Jerome Bruner, Acción, pensamiento y lenguaje, Madrid, Alianza,


1984, p. 97.

11 En otros relatos Arciniegas explota el recurso paródico.


Cfs. “El caballo del príncipe” —también incluido en Caperucita
roja y otros relatos perversos—. Aquí se parodia a Cenicienta y a
El Quijote: el príncipe es un bobazo, ya pasado de la edad para
casarse, que se enamora de una campesina cuidadora de marranos
llamada Dorotea —como Dulcinea del Toboso— a la que propone
matrimonio recién la conoce.

12 En entrevista realizada por el autor de este ensayo en


noviembre de 2008, y publicada en este volumen crítico.

13 Arthur Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación,


volumen 2, Madrid, Fondo de Cultura Económica, 2004, p. 97.

14 Citada por: Antonia Cabanilles, Humor i literatura, Valencia,


Universidad de Valencia, 2001, p. 43.

25
Otra voz: Juan Pablo Hernández
El humor no es un motivo muy frecuente en la literatura infantil
y juvenil colombiana. Resulta un tanto paradójico que en un país
alegre, que se burla de todo, incluso de sus propias penas, el tema
del humor sea apenas un atisbo en su literatura.
Aunque introducir elementos de humor en la narrativa infantil y
juvenil no es un asunto sencillo, Triunfo Arciniegas, en muchos de sus
relatos, logra mezclar episodios serios o de tensión con momentos de
relax, creando pasajes graciosos, colmados de risa.
Tomemos su cuento “La princesa y las pulgas”, del libro Caperucita
roja y otras historias perversas, basado en el relato de Hans Christian
Andersen “La princesa y el guisante”.
Siguiendo el clásico de Andersen, un príncipe busca una auténtica
princesa para casarse con ella. Luego de recorrer el mundo y conocer
a muchas candidatas, no logra encontrarla. Una noche llega por
fin una auténtica princesa al palacio, y luego de pasar una prueba
impuesta por la reina, accede al trono de la mano del príncipe.
En la versión de Arciniegas, el relato se ve asaltado por toda suerte
de acontecimientos inesperados que van en contradicción con la obra
original. La princesa deja a un lado sus modales refinados y llega a la
corte llamando a la puerta con el tacón de su zapatilla; el viejo rey es
el portero real y, una vez revisados los documentos de acreditación
de sangre azul, le impone a la princesa tres pruebas cuya finalidad es
acabar con las pulgas y los piojos del príncipe. Al final, con un poco
de paz y algo de felicidad, Arciniegas termina el relato a la manera de
Andersen: “Este sí que es un verdadero cuento”.
Los relatos de Triunfo Arciniegas nos sorprenden con múltiples
momentos de humor surgidos del ridículo, la exageración, la
burla, lo grotesco, la astucia, el desparpajo y hasta el erotismo
anticonvencional.

26
galia ospina
Los personajes de Triunfo villalba
en la búsqueda incesante Maestra en Educación.
de la felicidad Profesional en Estudios
Literarios de la Pontificia
Universidad Javeriana.
Se ha dedicado a concebir
Nos hace falta practicar y divulgar esa idea: el teatro talleres literarios centrados
en la literatura de viajes, la
como lectura, el montaje instantáneo en el mágico
creación del libro álbum y
escenario de la mente. Durante la lectura somos la escritura autobiográfica
dueños de escoger los actores, la escenografía, el en la Fundación Santillana,
ritmo, las luces, de repetir, abreviar, extender o saltar el Instituto Distrital de
Cultura y Turismo, el
ciertos pasajes a nuestro antojo. Soy, en ese caso, el
Banco de la República y el
único espectador, y todo el universo de la obra gira Instituto de Cultura Brasil
en torno a mi antojo de lector apasionado.1 Colombia. En la actualidad
es formadora en el área de
Triunfo Arciniegas los talleres literarios de la
Facultad de Humanidades
de la Universidad de
Bogotá Jorge Tadeo
Lozano. Ensayista, poeta
y crítica literaria. Publicó
si el escritor santandereano Triunfo Arciniegas trabajara en un el libro Julio Ramón
circo no sería domador de leones ni trapecista, sino el payaso que hace reír a Ribeyro: una ilusión tentada
por el fracaso.
los niños, su público más exigente.
Su aprendizaje como escritor proviene de sus conversaciones con los
niños y de su trabajo como profesor de talleres de literatura y teatro en
las veredas de Chíchara, El Naranjo y Altogrande. A los juegos teatrales
ha incorporado los libros, la pintura y la fotografía. Él tiene claro que las
experiencias pedagógicas deben privilegiar la felicidad por encima de la
sabiduría. Lo importante es divertirse.
En los prólogos a sus obras de teatro, el autor afirma que los niños son los
lápices, y el escenario, el papel en blanco. Antes de volcar las palabras en el
pizarrón, Triunfo ha sido el espectador de los niños y el creador con mirada
de lince que observa el mundo en silencio. Primero hay que callar para
escuchar el rumor de la vida, y mucho después surgirán los personajes como
un matrimonio feliz entre la realidad y la imaginación. Pareciera que el autor
construye a sus personajes gracias a una imagen o a una frase que sacude su
instinto de cazador solitario, luego los caracteriza, y, por último, los pone a
actuar como en una obra de teatro.
Este ensayo busca ofrecer a los lectores un panorama de algunos
personajes de Triunfo Arciniegas desde el oficio de la creación y la

27
singularidad de sus rasgos más sobresalientes. Con el fin de agrupar a los
personajes y facilitar su análisis he tejido las siguientes categorías:
• Arriba el telón: algunas claves en la construcción de personajes.
• Poetas, soñadores y locos en la búsqueda del amor.
• Niñas disparatadas y rebeldes en la búsqueda del humor.
• Lo femenino y la marginalidad.
El hilo que vincula a todos los personajes es la búsqueda en sí misma.
Lo importante es el camino que se va recorriendo y no la meta a la cual
se llega.
En el pozo de las vacas
E l Na r a n j o, 2 0 0 6
F o t o g r af í a d e
T r i u n f o A r c i n i e g as Arriba el telón: algunas claves en la construcción de personajes

El autor reconoce que cuando empezó a escribir para niños, a menudo la


imagen llegó primero:

Dibujaba un personaje en un cuaderno o en el tablero de una escuela y


con el tiempo aparecía la historia (…). En el fondo, creo que estoy como
en el principio, cuando en el cuaderno escolar hacía un dibujo y una frase
(…). A veces hago el dibujo y olvido la frase.2

“Arciniegas piensa en imágenes, como cree que lo hace un director de


cine”3. En este sentido, su maestría como escritor e imaginador de historias
reside en ver en la pantalla de la mente y otorgarle un desarrollo lógico y
coherente a las ideas disparatadas que se le ocurren. Como resultado, la
escritura es una síntesis poderosa entre el orden y el caos, la liberación y lo
contenible, el pensamiento silvestre y la disciplina.
Se podría considerar con certeza que sus personajes nacen de lecturas,
experiencias y pasiones. Su novela Las batallas de Rosalino surgió de los
bigotes al estilo Pancho Villa de un profesor de Pamplona y se concretó
el día en que supo su nombre: Rosalino Pacheco. Gracias a la creatividad
y el humor, el autor logra combinar el espacio real con la geografía de la
imaginación. Pamplona y Chíchira (que en lengua indígena se traduce a la
expresión “por donde asoma la luna”) se confunden con lugares maravillosos
(Pamplonilla La Loca, Berlín, Boca de Chicle) y seres fantásticos.
En la versión de Enka, el apellido de Rosalino es Mendoza, pero en la de
Alfaguara del año 2002 su nombre completo es el de la vida real. Arciniegas
le puso la profesión de herrero para mostrarle a su padre que sus años
dedicados al oficio de imaginador no han sido en vano. Lo nombró caballero
medieval como una manera de rendirle un merecido tributo a uno de sus

28
autores favoritos: Cervantes. Tintoreto, el “gato negro de bigotes de seda y
ojos asustados” que acompaña al maestro Rosalino es una especie de Sancho
Panza. El herrero necesita del gato para dialogar y conocerse a sí mismo. De
manera similar, el diablito Serafín, pequeño, rojo y barrigón, con cachos y
cola, es la antípoda de Barrabás, “un ángel despeinado que volaba alrededor
de un árbol”, pues “lo habían amarrado de un pie por recortarle las alas a los
otros ángeles”4. El ángel termina siendo el complemento del diablo y ambos
entablan una profunda amistad.
La singularidad del diablito reside en sus características humanas. Vive
entretenido con las flores y el canto de los pájaros. Al comienzo, los habitantes
del pueblo le temen, pero después de capturar a tres bandidos que asaltaban
un banco, se transforma en héroe.
Serafín oscila entre la risa y la poesía y se mueve en escenarios que
combinan lo cotidiano y lo fantástico. Las situaciones descabelladas tienen
un lugar en la vida del personaje. Felisberto, el dragón de Chíchira, está
impaciente por librarse de la fea hija del rey a quien secuestró por error.
Serafín siente compasión por él. “Amaba a los dragones porque escupían
fuego, porque eran solitarios y terribles, porque eran poetas”5.
Ángel y demonio comparten aventuras y experiencias. En la casa de
Barrabás hay música, pero no aguardiente, y el hogar de Serafín es demasiado
caluroso. Ambos encuentran un lugar de mediación entre los elementos
opuestos en Pamplona, donde el viento ruge y las montañas son visitadas por
la niebla y la lluvia.

Poetas, soñadores y locos en la búsqueda del amor

A Triunfo le gusta el arte de la parodia. En El león que escribía cartas de amor


se imagina al rey de la selva “ciego y torpe”, “borracho de amor”, “desmelenado
y sin afeitar”. Sus tradicionales cualidades de fiereza son reemplazadas por la
vulnerabilidad, la locura y el desasosiego que vienen con la desgarradura del
amor. “La felicidad, entre otras cosas, es una compañía fugaz”6. El león era
feliz “en el reposo de la luz y la tibieza de las noches” hasta que se enamoró
del ave del paraíso, la más bella de Nueva Guinea. La persiguió con frenesí,
cayó en un foso, se lastimó una pata y abandonó su reino. Se enteró de que la
habían atrapado en una jaula y que se aburría en el zoológico de la ciudad. Se
propuso rescatarla y hasta se hizo pasar por actor de cine.
Nos conmueve este rey humano que se enamora de la terrible belleza
hasta devorarla y dejar solo “las hermosas plumas, que el sol transformó en
un fantástico incendio”. La vida se experimenta en los extremos: la peligrosa
seducción de la belleza o la atracción por el abismo y el crimen. Estas

29
pulsiones de vida y muerte nos aproximan a la rebelión fundamental de los
románticos:

Los grandes, tanto en el bien como en el mal —escribe Machen— son los
que abandonan las copias imperfectas y se dirigen a los originales perfectos
(…). La esencia del pecado sería tomar el cielo por asalto, penetrar de
manera prohibida en otra esfera más alta (…). En realidad, pocos hombres
desean penetrar en otras esferas, sean altas o bajas, y de manera autorizada o
prohibida. Hay pocos santos y los pecadores son todavía más raros.7

El león que escribía cartas de amor ha sido clasificado en el género de la


literatura infantil, pero bien podría entrar en las obras consideradas para
adultos por el trasfondo humano y psicológico que lo caracteriza.
Triunfo diría que sus personajes “deambulan por caminos oscuros y
escabrosos, lastimándose la piel, hasta encontrar la luz”8. El autor busca que
las palabras contengan huellas del viaje hacia los astros solar y lunar en la
búsqueda incesante de la felicidad. Una muestra de ello es el relato “La bella
y el gusano”, que nos recuerda la compleja conciliación de las diferencias en
la realización amorosa. En la escena hace su aparición “un gusano solitario
y triste”, que se enamora con locura de una golondrina arrogante, quien se
divierte humillándolo con el hálito de la indiferencia. Una vez más acudimos
a los polos opuestos e irreconciliables: el plano de la Tierra y la oscuridad
(encarnado por el gusano) y el plano celeste y luminoso (simbolizado por la
golondrina).
Al igual que el león que escribía cartas de amor y el gusano, Torcuato y
Rigoberto también sufren los rigores de la terrible soledad y el abandono.
Torcuato es un león viejo que ya no quiere gobernar en el país imaginario
de Dinamarca y por eso se evade en los placeres de la comida y el sueño. Su
mujer es una loca que se la pasa viajando de país en país, y su hija todavía
no encuentra un esposo. Los versos de Intensidad y altura, de César Vallejo,
enriquecen la obra. Para justificarlos, el autor se inventa a un frustrado
notario que ha perdido la magia y “el toque sagrado”. Nos recuerda a
Bartleby, el escribiente, ese extraño personaje de Herman Melville, que ante
cada mandato de su jefe respondía con suavidad y firmeza: “Preferiría no
hacerlo” 9. En el lenguaje de la comedia de Arciniegas, hay un sabor amargo,
una oscuridad de cueva y pozo subterráneo. El reino se ha perdido, las
princesas están tristes como en los versos de Rubén Darío y la noche de las
brujas ha cubierto los últimos rayos del sol.
Rigoberto, quien aparece en Carmela toda la vida, parecería ser la
continuación de El león que escribía cartas de amor, si este hubiera ingresado

30
en un circo en desgracia. En esta versión, el león no es más que “un gato
flaco y triste”, que una mañana se levanta de mal genio y se traga a Tomás
Carrasco, dueño del circo.
Así como presenciamos el descenso a la noche de estos personajes,
Arciniegas, también nos invita a contemplar la luminosidad y el ascenso
de la alegría en personajes como el tío Alejandro Almenábar10 y el profe
Mambrú11.
El tío Alejandro se la pasa viajando por todo el mundo, pero siempre
regresa con un botín de historias y sorpresas. El sentido de la aventura
hace parte de su noción de libertad. Es necesario ausentarse y volver para
reconocer las líneas del afecto. El profe Mambrú parece integrar la misma Asombro
E l Na r a n j o, 2 0 0 6
familia de trashumantes del alma. Ambrosio, “el único pájaro del universo”, F o t o g r af í a d e T r i u n f o A r c i n i e g as

vive en su cabeza móvil y sabia. Mambrú no les dice a sus estudiantes


“abran los cuadernos” sino “abran el corazón”.
Triunfo Arciniegas considera que “el hombre normal, sometido a las
leyes y a las buenas maneras, es el hombre mediocre. Es como todos”. El
autor lo reitera al afirmar:
Me gustan los personajes que rompen la norma, por encima o por
debajo, el loco o el idiota. La locura es bella en literatura, no así en la
vida real, donde resulta triste. La locura nos permite el disparate, nos
introduce en la escritura carnavalesca, en los excesos y las paradojas.
Pateamos la armadura de la lógica y todo es posible. El idiota, personaje
primitivo, nos permite ver la otra cara de la moneda, a veces retorcida y
no siempre tan simple.12

Los personajes poetas son censurados, pero son los únicos que se atreven a
mirar las tierras prohibidas de la realidad. Recordemos a Roberto, el sapo
que sueña que es rey de Dinamarca. Todo el mundo sabe que está loco,
pero desconoce que su felicidad reside en no dejarse esclavizar por las
leyes de la lógica. Él sabe que está encantado y le hace eco al sapo de Los
besos de María, quien al verse al espejo “reconoce que el poeta Whitman
tenía razón: el sapo es la obra maestra de Dios. ‘Soy como soy y me gusta
como soy’, decía cada mañana”.13
Roberto desafía las convenciones: “Luce paraguas, bufanda y abrigo,
cuando hace sol. Y su traje de baño y sus anteojos de playa, cuando
llueve”14. Es un poeta clandestino. Le encanta disfrazarse, al igual que
Bariloche, el vago que se enamora de la negra Bocaflor.
Bariloche “se volvió loco de la noche a la mañana”. Llegó a creer que era
una serpiente, un pájaro, un perro que le aullaba a la luna, un gato dentro
de un perro, hasta que recuperó la calma y volvió a ser Bariloche.

31
La locura desata la multiplicidad de yoes que nos habitan. Dejamos de ser
una entidad de contornos precisos para devenir jauría.
La locura permite también que existan personajes que embellecen el
mundo como el loco que “sembró un fósforo en el jardín de su casa del cual
surgió el árbol de candela, como de lenguas rojas, naranjas y azules que se
perseguían sin descanso desde la tierra del jardín hasta el cielo”15.

Niñas disparatadas y rebeldes en la búsqueda del humor

La infancia resulta un territorio propicio para desafiar el orden y las reglas


impuestas por el mundo adulto. Ante el reino de la costumbre, la niña o el
niño nos invitan a una navegación empírica. Triunfo Arciniegas sabe que:
El diente
E l Na r a n j o, 2 0 0 7
F o t o g r af í a d e
T r i u n f o A r c i n i e g as
La mente del niño es mágica. Imagen y objeto se confunden. Por eso el niño
se asusta tanto con las máscaras. Por eso funcionan tan bien los fantasmas y
las criaturas fantásticas en la narrativa para niños. Poco a poco he definido
la galería de mis personajes: ángeles, demonios, sirenas, brujas, lloronas,
vampiros. No existen, pero hablamos de ellos todo el tiempo, es decir, hacen
parte de nuestra vida.16

Para un niño, un pedazo de tela puede transformarse con facilidad y sin


esfuerzo en una nube o una gaviota. La niña Alejandra es una “hacedora de
sueños y rarezas” que escribe en su diario con un alfabeto inventado para
proteger “la dicha de sus secretos”. Es “a la vez frágil y fuerte, traviesa y un
poco loca”17. Alejandra se parece a la princesa de Yo, Claudia, quien asumió
el reino del palacio por tres días. El criterio de su gobierno fue la diversión.
Pintó el palacio de rosado, cambió las pinturas de lugar y adornó las estatuas
de doña Isabel.
Alejandra y Claudia no temen desafiar los convencionalismos. Se saben
diferentes y proclaman esta singularidad como el comportamiento natural de
la libertad.

Lo femenino y la marginalidad

La obra Caja de lágrimas está dedicada “a Lucy y el dolor de su ausencia”18.


El autor nos cuenta que Lucy terminó enamorándose de un escritor llamado
León Santamaría, quien publicó una novela bastante mala “con el título de la
canción de los Beatles, Lucy en el cielo con diamantes”19. “Lucy se desvaneció
en el cielo de los caballos”20 y el narrador quedó como Borges, con una mujer
doliéndole en todo el cuerpo.

32
¿Quién es este misterioso personaje que tiene un gato blanco y es feliz
con un libro de poesía entre sus manos? Dicen que “tanto lloraba que
soñaba que era un árbol de lágrimas. La gente venía a comer sus lágrimas
para olvidar las penas de amor. Lucy era el árbol del olvido. La gente se
llevaba la lágrima en una botellita y la pellizcaba cada vez que necesitaba
del olvido”21. Le dio sus lágrimas a un payaso que no hacía reír a nadie y el
payaso regresó feliz.
Una noche, Lucy se encontró con el vampiro de las gardenias, quien
había perdido sus alas en una partida de naipes.
Arciniegas prefiere a los personajes marginales, a los perdedores; aunque
los periódicos alaben siempre a los exitosos, quienes resultan predecibles y
encierran menos posibilidades dramáticas. Lucy ama a los personajes que
carecen de algo y que por eso mismo se encuentran en una búsqueda sin fin.
Su sentimiento de empatía la lleva a hacer algo por el bebedor de la luna. Él
le dijo: “Lo que sé del olvido lo aprendí de la luna”22 mientras acariciaba las
orejas de un gato muerto.
Lucy podría simbolizar el ideal de la belleza, el oasis del amor, la
felicidad fugaz, el paraíso perdido. Los hombres la buscan porque ella, “toda
pecosa y pelirroja, alta, delgada y pizpireta”23 además de oler a rosas, es la
fuente del consuelo y la isla prometida de la felicidad.
Lucy es también la mujer que vivía dentro de un caballo pecoso que
se llama Felisberto Hernández y quien existió en la vida real. Él fue un
escritor extraño e inclasificable. De su grandeza dio cuenta el escritor
Italo Calvino. A él le ofreció las siguientes palabras: “La asociación de
ideas no es solamente el juego predilecto de los personajes de Felisberto,
es la pasión dominante y declarada del autor, al entrelazar un tema con
otro como en una composición musical”24. Triunfo Arciniegas continúa el
juego combinatorio y se inventa al caballo que pasta a la orilla del río de
los almendros y se come a Lucy recién bañada mientras ella está leyendo
el capítulo de los amores de Cósimo Piovasco de Rondó, el protagonista
de El barón rampante, “un loco feliz que pasó toda su vida trepado a los
árboles”25. Lucy continúa leyendo dentro de la barriga iluminada del caballo
que se alimenta de las flores favoritas de las luciérnagas. Ella nos recuerda a
Jonás en el vientre de la ballena. Lucy está también en el interior oscuro del
escritor, quien se alimenta de las flores diminutas de la memoria; difíciles de
poner en palabras debido a “la herida de la ausencia”26.
Triunfo Arciniegas no sólo imagina a sus personajes, sino que también
es imaginado por ellos. El autor es otro personaje de la obra. Si la realidad
colombiana nos golpea con su cruda violencia, todavía nos quedan puertas
y ventanas para entrever el otro lado del sol y de la luna.

33
Los personajes deambulan como fantasmas en las tierras de la memoria y de la
imaginación. Son ellos los contenedores de las historias, del tiempo y el espacio.
En el vientre de la ballena, el autor quiere nombrar el mundo en tinta verde:

Esta noche, señores, para mí, es una paloma que vuela alto y lejos. Tengo la
fe, me la juego toda. Esta noche es una paloma, vean cómo se eleva y se llena
de luz, cómo nos da un cosquilleo, unas ganas locas de vivir, de saborear la
pulpa de la dicha. Véanla, señores, que festeja. Porque para eso nos hemos
reunido, entiendo yo, para festejar la poesía, el derecho a la imaginación y
la belleza, el placer de los libros, el amado territorio de la infancia que nos
habita y el doloroso ejercicio de estar vivos y respirarnos. Oigan los aletazos,
señores, que vuela alto y con pureza.27

Notas

1 Triunfo Arciniegas, “A manera de prólogo”, en: Torcuato es un león viejo, Bogotá,


Panamericana Editorial, 2000, p. 11.

2 Galia Ospina, entrevista inédita con el autor, 29 de abril de 2009.

3 Ibíd.

4 Triunfo Arciniegas, Serafín es un diablo, ilustraciones de Gonzalo Rodríguez Villamizar,


Bogotá, Panamericana Editorial, 1998, p. 25.

5 Ibíd., p. 32.

6 Galia Ospina, ibíd.

7 Eduardo Azcuy, “Rimbaud y la rebelión fundamental”, en: El ocultismo y la creación


poética, Caracas, Monte Ávila Editores c.a., p. 150.

8 Galia Ospina, ibíd.

9 Herman Melville, “Bartleby, el escribiente. Una historia de Wall Street”, en: Bartleby,
Bogotá, Norma, 1990, p. 20.

10 “El tío Alejandro Almenábar”, en: El vampiro y otras visitas, ilustraciones de Jotavé,
México, Fondo de Cultura Económica, 2003.

11 Triunfo Arciniegas, “El profe Mambrú”, en: op. cit., México, Fondo de Cultura Económica,
2001.

12 Galia Ospina, Ibíd.

13 Triunfo Arciniegas, “Besos de sapo”, en: Los besos de María, ilustraciones de Sandra Ardila,
Bogotá, Alfaguara, 2001, p. 54.

34
14 Triunfo Arciniegas (autor e ilustrador), Roberto está loco, México, Fondo de Cultura
Económica, 2005.

15 Triunfo Arciniegas, “El árbol de candela”, en: Los casibandidos que casi roban el sol y otros
cuentos, ilustraciones de Rafael Barajas, Bogotá, Alcaldía Mayor de Bogotá, Instituto
Distrital de Cultura y Turismo, 2008, p. 9.

16 Galia Ospina, ibíd.

17 Triunfo Arciniegas, Los olvidos de Alejandra, ilustraciones de María Fernanda Mantilla


Navarrete, Bogotá, Panamericana Editorial, 2005.

18 Triunfo Arciniegas, Caja de lágrimas, ilustraciones de Carlos Manuel Díaz, Bogotá,


Triunfo en cruz
Ediciones B Colombia, colección La escritura desatada, 2008. E l Na r a n j o, 2 0 0 9
F o t o g r af í a t o m a d a p o r u n o
d e lo s a lu m n o s d e T r i u n f o
19 Ibíd., p. 109.

20 Ibíd.

21 Triunfo Arciniegas, “Querida Lucy”, en: ibíd., p. 58.

22 Triunfo Arciniegas, “Lucy, gato y vampiro”, en: ibíd.,


p. 90.

23 Triunfo Arciniegas, “Toto de Lucy”, en: ibíd., p. 19.

24 Italo Calvino, “Las zarabandas mentales de Felisberto


Hernández”, en: Felisberto Hernández, Novelas y cuentos,
Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1985, p. 4.

25 Triunfo Arciniegas, “La mujer que vivía dentro de


un caballo”, en: ibíd., p. 31.

26 Triunfo Arciniegas, “Animal de luz”, en: Noticias de


la niebla (1973-2002), Medellín, Editorial Universidad
de Antioquia, colección Celeste, 2002, p. 106.

27 Triunfo Arciniegas, “Quiero decir en tinta verde”, en:


ibíd., p. 128.

35
Otra voz: Valentín Ortiz
En los últimos años nos hemos acostumbrado a ver el nombre de Triunfo
Arciniegas acompañado por el de algún reconocido ilustrador: Olga Cuéllar,
Rafael Yockteng, Margarita Sada o Laura Stagno, entre otros. En realidad, son
pocos los libros en los que esta situación no es la regla. Pero, si se mira con
detenimiento, baste recordar obras como El león que escribía cartas de amor,
Las batallas de Rosalino y Roberto está loco para encontrar la excepción y
recuperar, de esta forma, una faceta fundamental en la producción literaria
de Arciniegas: su doble condición de autor e ilustrador.
En estos libros, especialmente en los dos primeros, se aprecian ciertos
rasgos, elementos comunes a través de los cuales el autor expresa de
manera franca su mundo particular: sombreros emplumados, coronas
doradas, velas encendidas, leones con el corazón atravesado por flechas,
gatos, conejos, mariposas y sapos, muchas flores —específicamente
margaritas—, tréboles, lunas, arcoíris, una que otra guitarra acompañada por
una botella de vino ya vacía, tableros de ajedrez, cartas gigantes que viajan
bajo el brazo de sus remitentes, plazas, casas y calles de pueblos coloniales,
castillos medievales con sus caballos, caballeros, reyes, princesas y
dragones… En fin, imágenes que recorren la obra de Arciniegas y que
adquieren un nuevo significado en el instante en que la mano que las escribe
es la misma que las dibuja: el gesto, el trazo y la línea sencilla delatan esos
aspectos íntimos, propios de la configuración de un mundo poético donde el
tiempo y el espacio se transforman, se adaptan y ajustan, donde la realidad
se confunde con la fantasía, con la ensoñación.
Así mismo, sus ilustraciones nos familiarizan con un paisaje cotidiano, el
lugar del poeta en el mundo, lugar que además de una imagen, una geografía
manifiesta —Pamplona o Monteadentro—, se expresa como la afirmación
de una libertad íntima y radical, una afirmación festiva, si se quiere
carnavalesca, llena de humor, homenajes velados, guiños y complicidades
que hacen posible una nueva manera de habitar, de transformar y vivir
los distintos mundos narrativos que, con el tiempo, Arciniegas ha ido
construyendo, alterando y enriqueciendo con la paciencia y la disciplina de
un artesano, con el arduo trabajo del herrero, del poeta.

36
carlos josé
El teatro para jóvenes reyes
de Triunfo Arciniegas Dramaturgo, guionista
de cine y televisión, e
investigador histórico.
Inició actividades teatrales
en 1958. Miembro
puede decirse, y no es una exageración, que el niño es un invento fundador de diversos
moderno. En el mundo antiguo, la Edad Media o aun en el Renacimiento, el grupos escénicos como
niño era tan solo una etapa para llegar a ser adulto, pero sus pensamientos La Casa de la Cultura (hoy
teatro La Candelaria), el
y actitudes, su comportamiento y personalidad no tenían otro valor que el teatro El Alacrán, entre
de ser una transición. La niñez, entonces, era una etapa de imperfección, sin otros. Ha sido profesor
verdadera entidad, y por eso se decía que sólo desde los siete años el niño de Humanidades y
director escénico en varias
llegaba a la edad de la razón, por lo cual, todo lo que sucedía con su vida
universidades, como la
antes de esa etapa era algo así como un cero a la izquierda. Nacional de Bogotá, el
A partir de la Ilustración, la comprensión de la etapa de la infancia tomó Externado de Colombia,
otro curso. El niño comenzó a ser estimado como persona y la imaginación y la Universidad Industrial
de Santander. Obtuvo
el carácter lúdico que hacían parte de sus vivencias, fueron apreciados como
el Premio Casa de las
valores. El niño, entonces, comenzó a existir, y con su existencia vinieron Américas, de Cuba, en
sus derechos, las grandes transformaciones pedagógicas y, desde luego, una 1973, por sus obras para
novedosa concepción de la literatura para niños, escrita por adultos. niños Globito Manual y
El hombre que escondió
Las leyendas y mitos de la Antigüedad hacían parte de la tradición oral. el sol y la luna. Dirigió
Antes de que Homero hubiera escrito La Ilíada y La Odisea, las historias del la Escuela de Teatro del
sitio de Troya y las hazañas de Aquiles, “el de los pies ligeros”, ya se conocían Distrito durante más de
cuatro años, así como la
por los relatos de los viejos, que pasaban de generación en generación hasta
Biblioteca Nacional de
llegar a los oídos del escritor, quien, con base en estas historias míticas, Colombia durante diez
se inspiró para escribir sus grandes poemas épicos. Pero claro, no eran años. En la actualidad es
historias para niños, como tampoco lo eran las historias de brujas, duendes y miembro de número de las
Academias Colombianas
demonios, o las novelas de caballerías que conmocionaban a los oyentes, casi
de la Lengua y de Historia,
siempre analfabetos, alrededor de una marmita colocada sobre el fogón, en y de la Academia de
las largas noches de invierno. Historia de Bogotá. Recibió
Aquellos cuentos se referían a los temores e imaginerías del mundo de los el Doctorado Honoris
Causa en Artes Escénicas
adultos y si los niños se convertían en oyentes ocasionales de tales historias de la Universidad del Valle,
fantásticas, era porque hacían parte del grupo familiar y los mayores no en agosto de 2001.
podían hacerlos desaparecer para que no escuchasen estos relatos revestidos
de truculencia y crueldad. Lo que sucedió con esas historias, que venían de la
endiablada imaginación de los adultos y que expresaban sus propios miedos
frente a los peligros del mundo y frente a lo desconocido, es que con el paso
de los años, y aun de los siglos, se convirtieron en historias para niños. ¿De
dónde vendrían, de no ser así, cuentos tan crueles como el de Hansel y Gretel,
que iban a ser lanzados por una bruja a una olla con aceite hirviendo para

37
fritarlos como si fuesen patas de pollo? El asunto radica en el hecho de que
aquellas crueldades y otras tantas, como el lobo feroz disfrazado de dulce
abuela para tragarse a Caperucita, hacen parte del juego con los miedos, del
desafío a los temores que caracterizan el universo fantástico y lúdico de los
niños. Cuando los adultos de otros tiempos escuchaban estas historias que
los hacían temblar de susto, aquellos hombres y aquellas mujeres aún eran un
tanto niños, vivían en edades remotas que en cierta manera eran la infancia
de la humanidad.
A partir de los siglos xviii y xix los escritores comenzaron a descubrir
la infancia, empezando por revivir al niño que había en ellos mismos, en
sus recuerdos, en su capacidad de jugar y hacer travesuras, y de este modo
dieron nacimiento a otra clase de literatura, concebida específicamente para
niños y jóvenes, o bien pensada como una posibilidad de hacer grandes
críticas a problemas sociales álgidos de la época, que podían pasar los
filtros de la censura y la represión si estaban concebidos con el ropaje, en
apariencia inocente, de los cuentos para niños; tal como ocurre con las
historias de Gulliver en el país de los enanos, de Jonathan Swift, o con Alicia
Andrea y medio profe
A l c apa r r a l , 2 0 0 6 en el país de las maravillas, de Lewis Carroll, un nombre pintoresco tras el
cual se escondió el reverendo Charles Lutwidge Dodgson, con el pretexto de
F o t o g r af í a t o m a d a p o r u n o
d e lo s a lu m n o s d e T r i u n f o

dedicar el relato de las aventuras de Alicia


a la pequeña Alice Lidell, quien le sirvió
de modelo para escribir su libro. Estas
dos obras, que en principio parecen hacer
parte del repertorio de la literatura infantil,
expresan, sin embargo, una pujante crítica
de la vida social y plantean problemas de
carácter filosófico y social e incluso de
lógica matemática, en el caso de Alicia, que
están dirigidos esencialmente al mundo
de los adultos, sobre quienes recae todo el
veneno de la escritura. Lo que da la idea
de que se trata de libros para niños, es que
comparten dos elementos esenciales del
mundo infantil: lo lúdico y la imaginación
desbordante.
Autores como Hans Christian
Andersen, los hermanos Grimm, Charles
Perrault y muchos otros fabulistas y
contadores de historias crearon algunos
de los personajes clásicos, esta vez sí, de la

38
literatura para niños, mientras otros venían corriendo de boca en boca en la
tradición oral de pueblos asiáticos o africanos, y llegaron a otros continentes
con las migraciones de diversas comunidades, o bien con el desarrollo de la
esclavitud en América, como es el caso de los negros que llegaban de África
con sus historias del Tío Conejo, el Tío Tigre y otros animales humanizados.
El conejo, por ejemplo, en los relatos de los negros, representa la inteligencia
del hombre, pero no del hombre en general, sino del habitante de
determinada tribu, que debe sortear con astucia las trampas que tratan de
tenderle sus enemigos en la selva, ya sean guerreros de otras tribus o animales
feroces. Las historias del conejo dieron lugar a los cuentos del Uncle Rabbit
(Tío Rabito o Tío Conejo) norteamericano, y más tarde al Bugs Bunny, nacido
en Brooklyn, Nueva York, en 1940, que ha dado lugar a innumerables cómics
y películas de dibujos animados.

Teatro y cuentos para niños en Colombia

En Colombia, los cuentos para niños han germinado desde finales del siglo
xix, con obras rimadas como las de Rafael Pombo: El renacuajo paseador,
Simón el bobito o La pobre viejecita, entre otros, así como con los poemas
concebidos para niños por Ricardo Carrasquilla o por Víctor E. Caro, hijo del
filólogo y político Miguel Antonio Caro.
Con la apertura de nuevos teatros en el siglo xx, surgen en Colombia
unos pocos autores de teatro para niños, que han tenido alguna continuidad
y proyección, tanto en la escritura de obras como en su representación.
Entre los más notables, sobre todo por contar con una obra dramática sólida,
podemos mencionar a autores como Adolfo León Gómez, abogado, narrador
y autor dramático, quien en 1909 escribió un cierto número de piezas
cortas, bajo el título de: Diálogos y juguetes escénicos para escuelas, colegios y
reuniones familiares. En los años treinta, el comediógrafo Antonio Álvarez
Lleras también escribió algunas piezas para niños, que hizo representar en
su compañía Renacimiento. También vale la pena mencionar la obra El hada
imprecisa, escrita por el poeta piedracielista Gerardo Valencia, así como
las obras infantiles que concibió con un carácter didáctico el historiador
y dramaturgo Oswaldo Díaz Díaz: Blondinette y La boda de Caperucita,
nombres que podemos citar como antecedentes de este género que ha tenido
tan pocos cultores en Colombia.
Entre los autores teatrales con una obra más extensa y profesional del
teatro colombiano de la segunda mitad del siglo xx, vale la pena mencionar
las adaptaciones de cuentos clásicos al teatro para niños que hiciera Enrique
Buenaventura en su primera época, cuando el Teatro de Cali pertenecía

39
al Instituto Departamental de Cultura. Entre ellas se encontraban títulos
como Aladino y la lámpara maravillosa, Alí Babá y los cuarenta ladrones,
Caperucita roja, La Cenicienta, Los tres mosqueteros o Simbad el marino, todas
ellas basadas en cuentos maravillosos o historias tradicionales para niños.
Más tarde volvió a trabajar para el público infantil, con argumentos propios,
con piezas como La hija del jornalero que se casó con un jilguero y La sopa
de piedritas, en las cuales ejercita con plena libertad su vena crítica, con una
imaginación libre y un vivo sentido del humor.
En forma más reciente, cabe citar los trabajos de Gilberto Martínez Arango,
en el grupo El triángulo y otros conjuntos donde ha desarrollado su obra a lo
largo de casi cincuenta años, y también se ha ocupado del teatro para niños,
tanto en el montaje de piezas de distintos autores como en la elaboración de
su propia escritura, en especial la adaptación y el proceso del relato-poema de
Rafael Pombo Doña Pánfaga sabelotodo. Una mención especial merece la obra
de Samuel Vásquez, también de Medellín, El sol negro, que obtuvo el Premio
Nacional de Teatro para Niños, de Colcultura, en 1992.
Un nuevo aporte para el público infantil lo han constituido los grupos de
teatro de títeres, que han tenido un notable avance durante las dos últimas
décadas, desarrollando sus propias obras, abriendo sedes para sostener una
programación continua y participando en festivales, eventos y giras para
consolidar un movimiento para ese público que, apenas crezca, será el mejor
espectador para el teatro en general. Estos grupos han logrado consolidar
su trabajo en sedes propias, como es el caso de La Libélula Dorada, Hilos
Mágicos o Teatrova, en Bogotá, entre otros, o Manicomio de Muñecos y
La Fanfarria, en Medellín, para mencionar sólo los grupos más estables y
productivos.

Triunfo Arciniegas: cuentos y teatro para niños y jóvenes

Dentro de los autores que han escrito piezas de teatro para niños en épocas
más recientes, se destaca como uno de los más constantes y fructíferos el
escritor santandereano Triunfo Arciniegas, autor de novela, cuento y teatro
para niños y adolescentes. Nacido en Málaga, capital de la provincia de García
Rovira, realizó estudios de Literatura en la Universidad Javeriana de Bogotá.
Sus relatos y piezas teatrales retoman algunos cuentos clásicos y personajes
del repertorio tradicional para niños, como Caperucita roja, que le sirvió de
modelo para hacer una versión actual y moderna de la protagonista, con la
cual obtuvo el Premio Comfamiliar del Atlántico por su libro: Caperucita
roja y otras historias. En su versión del clásico relato, el lobo aparece como un
joven actual y Caperucita es una chica que masca chicle y habla con los giros

40
y expresiones de una niña moderna. Además, recibió el Premio Enka de
novela, por su obra Las batallas de Rosalino.
El universo de Triunfo Arciniegas combina historias antiguas vueltas a
contar de otra manera y puede decirse que en líneas generales su obra es para
jóvenes, más que para niños. En sus piezas teatrales, casi siempre de formato
pequeño, así como en sus relatos, se desarrollan exploraciones alrededor de
la literatura y algunos de sus personajes, así como animales humanizados que
provienen de antiguas fábulas, como ocurre con El león que escribía cartas
de amor, o La verdadera historia del gato con botas. Otras de sus historias
parten de lecturas, aplicando el precepto de la lingüística que plantea que
toda lectura es al mismo tiempo una escritura. La lectura, desde luego, es una
relación íntima de cada hombre con un texto escrito o de un espectador con
la representación de una obra teatral, pero en la lectura creativa, el lector/
escritor parece escribir entre líneas, sobre el texto leído, como si se tratase
de un palimpsesto. Así ocurre con muchos de los textos clásicos, que han
servido de pretextos para otras historias. El mismo Quijote de la Mancha es
el producto de la lectura de múltiples historias de caballerías, que, como dice
Cervantes en tono jocoso, “le habían sorbido el seso a don Alonso Quijano
para vivir en la realidad las aventuras creadas por la fantasía”.
Toda lectura resulta contemporánea, pues el lector/recreador asocia
lo leído con situaciones análogas y experiencias de su propia época. Así,
vivimos conociendo Quijotes idealistas en muchas circunstancias, o
creemos vivir odiseas cada vez que se nos presenta la menor aventura.
De este modo, el lector Triunfo Arciniegas entresaca de otros libros y
otras ficciones la materia prima de sus propias obras, dándoles un giro,
acercándolas al joven lector del presente no sólo en su trama, su argumento
Leyendo el libreto
y situaciones, sino también en su lenguaje, expresiones o dichos que A l c apa r r a l , 2 0 0 6
F o t o g r af í a d e T r i u n f o A r c i n i e g as
provienen de un variado repertorio referencial, pero que consigue el
reconocimiento y la identificación con un país, una época y unos modos
de expresión identificables, que hacen parte de ese reconocimiento de su
propio estar en el mundo, que llamamos identidad.
Los títulos de muchas de sus obras teatrales o relatos ya nos acercan a
ese universo rico en alusiones y resonancias de muchas lecturas. Entre ellos
podemos citar: El león que escribía cartas de amor, La lagartija y el sol, Caja
de lágrimas, Mambrú se fue a la guerra, La araña sube al monte o La sirena
de agua dulce. En estos últimos vale la pena mencionar a la famosa sirenita
de Hans Christian Andersen, cuya representación se encuentra en una
escultura de color gris plata, sentada sobre una roca, en las riberas del puerto
de Copenhague. Las sirenitas de Andersen, como las seductoras y peligrosas
sirenas que casi atrapan a Ulises en su viaje de regreso a Ítaca, son de mar,

41
mitos legendarios que vienen de muy atrás,
mientras las sirenas de Triunfo Arciniegas
son de agua dulce y de un color más local.
Otras de las obras de Triunfo Arciniegas,
en este caso de teatro para niños, son
Lucy es pecosa, La vaca de Octavio y La
araña sube al monte. La primera de ellas
fue una de sus primeras piezas teatrales y
fue presentada por los alumnos del grado
quinto de la escuela Santísima Trinidad,
de Pamplona. En esta pieza, Arciniegas
escoge un espacio que se va a repetir en
otras obras, a la manera del saloon de las
películas de vaqueros, como el bar de
Lucy, una joven “loca y acelerada”, como la
define su autor, a donde llegan pintorescos
personajes como Pepe Ratón, pequeño y
bigotón, el novio de Lucy, Juan Chicote,
otro pretendiente, rival del novio formal,
quien tiene todos los rasgos del “malo” de
El payaso los westerns, y prorrumpe con gestos desafiantes en el bar de la joven pecosa,
A l c apa r r a l , 2 0 0 6
F o t o g r af í a d e T r i u n f o A r c i n i e g as acompañado por sus amigos y compinches, Silverio Plata y Polvorín Veneno,
quienes tienen una dudosa profesión que según ellos, la Policía no entiende.
Polvorín complementa diciendo que “la Policía los persigue más que novia
fea”. No demora entonces en armarse la pelea entre los pretendientes, aunque
Lucy ya ha escogido el de su preferencia. Así se establece un duelo entre los
dos rivales.
Juan Chicote y sus compinches esperan al pequeño ratón en la calle. Lucy
no es capaz de ver la escena y su empleada Rosita se la relata, no solo a ella,
sino también a los espectadores de la obra. Al final, no hay tragedias que
lamentar y Pepe Ratón le gana la batalla al bandido arrancándole los bigotes.
Así como ha creado una especie de western en broma, Triunfo Arciniegas
también escribió una obra de piratas, cuyo protagonista es un arquetipo
del género. La disparatada comedia se titula El pirata de la pata de palo, y la
historia se inicia con las desventuras de Natalión Malapata, un pirata tuerto
y con pata de palo, como se acostumbra. El juego escénico se desarrolla en
una isla desierta, un pequeño islote perdido en el gran océano, donde han
quedado atrapados el pirata y un gato a la espera de que alguien venga a
rescatarlos. La espera se ha hecho larga, como la de Robinson Crusoe, pues
ya llevan siete años aguardando a sus salvadores, y el pirata está aburrido de

42
comer pescado o langostinos y quisiera comer carne. Mira al gato con avidez,
pero no puede hacer nada, pues un gato corre más que un pirata lisiado y
tuerto. En sus sueños ve llegar un barco lleno de hermosas mujeres, que bailan
a su alrededor, mientras él se imagina a sí mismo bailando con sus piernas
sanas y completas. Sin embargo, la felicidad es corta: aparece el sanguinario
pirata Barbanegra y, en un ataque fulminante, lo mata. Hasta aquí el conato
de tragedia, que era solo un sueño, mientras en la realidad la historia se repite,
pero con final feliz. Un barco lleno de hermosas mujeres los lleva a la isla del
encanto, en la que Natalión no creía pero finalmente llega acompañado de novia
y boda, como demostrando que en el relato fantástico los sueños hermosos
siempre se realizan. Una pequeña obra semejante a los juegos de los niños,
donde el ser pirata, vaquero o fantasma no es más que un juego de disfraces sin
consecuencias dramáticas que lamentar.
La vaca de Octavio, como lo expresa su autor, nació de una frase, cuando
alguien le preguntó: “¿Vio la vaca de Octavio?” Y él no había visto ninguna vaca
ni conocía a ningún Octavio. En esta pequeña pieza intervienen personajes que
parecen venir de historias antiguas, como un rey, una reina vecina y un bufón
llamado Napoleón, todo un coctel de figuras de cuentos e historias viejas de
otra parte, con un campesino vestido de blanco y con sombrero, que representa
a un personaje de hoy, surgido de nuestra propia realidad. Ese rey, de ancestros
y reino inventados, como las Cortes y los príncipes de cuentos y leyendas,
tiene una curiosa genealogía, pues su nombre es Emeterio VII, hijo de Felipa
IV Matraco III, y su bufón, llamado sarcásticamente Napoleón (el emperador
que se coronó a sí mismo), se burla con respuestas irreverentes que riman con
las preguntas o últimas palabras del monarca. Esta pieza se desarrolla como un
juego, con una libre imaginación, donde las nubes revolotean sobre esta Corte
de pacotilla, y el rey Emeterio, que cuida sus flores con especial cuidado, se
enfurece cuando aparece la vaca de Octavio y se las traga. Todo se desarrolla
como una peripecia marcada por el azar, una historia un tanto surrealista, con
un avión que aterriza al lado del trono del monarca y unas nubes que flotan y
actúan como personajes. La captura de la vaca crea todo un problema de alta
política, ya que la reina Ágata plantea cómo la vaca de Octavio no se puede
aprisionar, ya que se trata de un símbolo y un patrimonio nacional (como
sucede con el ganado en la India, donde la tradición considera a las vacas
sagradas). En este juego, un tanto disparatado, pueden percibirse ironías y
alusiones relacionadas con los abusos del poder y la vanidad de las gentes que
se creen superiores a los demás, uno de los temas con el que juega Triunfo
Arciniegas con irreverencia y una inocultable picardía infantil.
La tercera de las obras citadas es otra pieza breve, una pequeña estampa,
titulada La araña sube al monte, que se desarrolla como un juego de niños

43
con trajes de diversos colores y unas acciones sutiles que logran plasmar
un ambiente poético y sugerente. En todas estas piezas hay una invitación
manifiesta al juego y a la creación de espacios, objetos y personajes
relacionados con ficciones conocidas por todos, pero recreadas tanto en su
lenguaje como en las alusiones y referencias, desde un presente que invita a
espectadores y actores a establecer diversos parangones con la realidad y a
descubrir analogías y correspondencias con sucesos y personajes de la vida
social o política del país y del mundo.
En las últimas obras que consideraremos en estas notas, la problemática
cambia y tanto las historias como los conflictos y situaciones se tornan más
adultos y comprometedores. La primera pieza, que da su título al conjunto,
se llama El amor y otras materias y proviene, como lo señala su autor, de un
decreto de la Corte Constitucional en el que se dio libre curso al amor en los
colegios. Ya han existido varios casos al respecto, en los que una pareja de
enamorados ha sido descubierta, por lo cual las directivas han expulsado a
los jóvenes, quienes han tenido que acudir a la tutela ya que consideran que
se les está vulnerando el derecho al libre desarrollo de su personalidad.
En esta y en las otras dos piezas de elaboración más
reciente por parte de su autor, los conflictos adquieren
mayor densidad. Los juegos inocentes con finales felices de
sirenitas, piratas o vaqueros ceden el terreno a personajes
e historias que tratan temas de amor y de muerte. Eros
y Tánatos, los eternos antagonistas de la tragedia y el
drama clásicos, aparecen sin llegar a la truculencia ni a la
vulgaridad, como las motivaciones o consecuencias de los
conflictos.
En El amor y otras materias, las distintas situaciones
se desarrollan en un parque, lugar de paso, de ocasionales
citas, de encuentros fortuitos, donde el azar reúne
fragmentos de historias y enfrenta diversas personalidades,
cuyo comportamiento se transforma en el contacto con el
otro, mostrando que el arte del teatro permite descubrir
la forma como las relaciones humanas se entrecruzan y
Repasando el libreto modifican en el complejo tejido social, a la manera de un organismo vivo y
Chíchira, 2007
F o t o g r af í a d e
T r i u n f o A r c i n i e g as
transformable. No existen personalidades cerradas y definitivas, caracteres
fijos que se mantienen de una sola pieza a pesar de su roce con los avatares
del mundo, sino más bien identidades en construcción cuyo comportamiento
cambia de acuerdo con los contactos que se tengan con el otro o los otros. Un
personaje que tenía una característica definida en un comienzo, un arquetipo
casi caricaturesco, como el de una beata, prisionera de los prejuicios, cambia

44
de actitud cuando se encuentra en el parque con un vagabundo que intenta
seducirla en forma directa y desvergonzada, hasta que ella sale de escena a la
carrera, perseguida por su inquieto tentador; y, más adelante, después de que
otras historias han desfilado sobre la escena, se cambiarán los papeles y será
ella quien persiga al galán que la ha alebrestado y el pretendido don Juan será
quien tenga que huir del asedio de su seducida.
También aparece un profesor, quien se sienta en una banca y simula
dictar una clase a un grupo de alumnos imaginarios, que bien pueden ser
los propios espectadores de la pieza. El profesor, que sigue la línea inicial
trazada por la beata, quiere abolir la palabra amor de los diccionarios, pues
considera que perjudica a los alumnos, al distraerlos de sus temas de estudio
como el álgebra, la química o el Teorema de Pitágoras, que, según el profesor,
son las cosas importantes de la vida y no el dejarse tentar por los entresijos
sentimentales de las relaciones amatorias, que solo distraen a sus víctimas y
las anulan para los trabajos serios.
Esta problemática, así como el personaje que representa al profesor, ya
tenían notables antecedentes en la historia del teatro, como es el caso de las
comedias de Shakespeare Trabajos de amor perdidos o Medida por medida, o
bien el profesor de la excelente película alemana El ángel azul, de Josef Von
Sternberg, realizada en 1930, en la cual la Venus seductora está representada
por Marlene Dietrich y el profesor, enemigo del amor, pero que cae en sus
redes hasta convertirse en un guiñapo, está magistralmente interpretado
por uno de los mayores actores de la época, Emil Jannings. Desde luego,
en este caso no se trata de un dramón complejo que pueda compararse con
esos modelos, pero sí puede decirse que soslaya una análoga problemática al
confrontar la austeridad profesoral con la tentación amorosa, a la cual resulta
prácticamente imposible resistir.
En un momento dado, un voceador de prensa comunica la noticia que
en la realidad le dio pie a Triunfo Arciniegas para escribir su obra, sobre la
expulsión de dos estudiantes de su colegio por supuestas faltas a la moral.
Expulsión que el profesor que se encuentra en escena aplaude, por estar
de acuerdo con sus propias ideas al respecto y que representa toda una
mentalidad conservadora.
La pieza está concebida en forma de fragmentos, retazos de situaciones,
acciones efímeras, con personajes que pasan, y sobre los cuales apenas
conocemos un rasgo, y luego su transformación, cuando vuelven a entrar
en escena.
El otro aspecto interesante de la escritura de esta obra se da en la
diversidad de formas de expresión utilizadas, muchas veces con intención
irónica, para hacer resaltar las analogías con temas, términos o dichos de

45
carácter local o nacional, que le agregan cierta sal y picardía al diálogo,
como cuando se mencionan algunas frases del himno nacional: “¡Oh gloria
inmarcesible, oh júbilo inmortal!”, o son tomadas de un villancico navideño:
“ven a nuestras almas, ven no tardes tanto”, que emergen con irreverencia en
un contexto por completo diferente al que fueron concebidas.
La segunda obra, Caballero sin caballo, se desarrolla en un bar de pueblo
con fondo de música de carrilera. Esta pieza breve guarda relación con la
temática y los personajes de Lucy es pecosa, aunque más ubicada en nuestro
propio medio y con menos parodia al ambiente de las películas de vaqueros.
En este caso, se trata de un vaquero, un caballero o digamos mejor un simple
jinete al que se le perdió el caballo, que es la mayor desgracia que puede
ocurrirle a un caballero. Llega a ese bar que se le aparece en el camino y se
encuentra con la tendera, quien ve la llegada de ese hombre como panacea
para su soledad. También hay allí un viejo que presiente la cercanía de
la muerte, con cierto tremendismo en el lenguaje, que recuerda algunas
incursiones en lo oscuro de la picaresca española, como en El sueño de las
calaveras, de Francisco de Quevedo y Villegas. También llega al bar una loca,
quien cuenta cómo se enamoró de un bombero de estación y ahora quiere
matarlo, pues después de seducirla la dejó abandonada. Los diálogos están
concebidos en verso, unos versos sencillos que juegan con sus asonancias y
dobles sentidos, lo que le confiere a la pieza el encanto de algo añejo visto
desde el presente, una reminiscencia de una época en la que el teatro se
escribía en verso y los actores tenían que ser buenos declamadores.
Caballero sin caballo trata temas como la soledad, el amor y la muerte, que
vuelven a sucederse en un lugar de paso, un bar situado entre la montaña y
un río, en cercanías del sitio donde parece encontrarse el caballo perdido del
caballero. Al final, sólo el caballero logrará solucionar sus problemas, ya que
encuentra a la vez al caballo y a una mujer que calmará sus ímpetus y llenará
el vacío que lo agobiaba. Los otros, en cambio, seguirán viviendo su soledad,
entre la locura y la espera de la muerte.
La última de estas piezas se involucra de un modo más directo con la
temática de la violencia que ha marcado la historia del país a lo largo del
último medio siglo. La madre y su hija, vestidas de un riguroso luto, llegan a
una estación en uno de esos pueblos perdidos y olvidados en los que el tren
se detiene sólo ocasionalmente y sin horarios fijos y predecibles. El título de
esta breve estampa dramática es El paso del ángel, que viene a ser al mismo
tiempo el nombre de la estación y una alegoría. La madre ha ido a buscar
a su hija a ese pueblo perdido, después de que le han asesinado al marido.
Antonio quizá trató de esconderse en aquel remoto lugar, pero hasta allí
fueron a buscarlo para asesinarlo; una historia que de ninguna manera resulta

46
extraña en el ámbito de nuestra
situación nacional. Se trataba de
un hombre que no era del gusto
de la madre, lo que no evitó
que su hija se fuera tras él, con
esa persistencia de un destino
trágico como el que se configura
en algunos dramas líricos de
García Lorca, como Bodas de
sangre o La casa de Bernarda
Alba, de soledad y muerte, que
se insinúan como sombras en un
telón de fondo de una historia
cuya materia prima esencial es
la realidad del país. Al final, como una esperanza en medio del dolor, la joven Ensayo de teatro
Chíchira, 2007
viuda le cuenta a su madre que está embarazada, mientras se escucha el pito F o t o g r af í a d e T r i u n f o A r c i n i e g as

del tren que se acerca.


Podría pensarse que estas últimas piezas, en especial El paso del ángel, no
son obras para niños, o quizá no para los más pequeños, pero su situación y
la de los jóvenes en la actualidad no corresponde a la visión que se tenía en
otros tiempos en los que había que ocultarles los temas duros de la vida, la
sexualidad o la muerte, para preservar su inocencia. El niño de esta época
está acostumbrado a ver y oír en la televisión los horrores que suceden todos
los días en las ciudades y los pueblos de Colombia; por lo tanto, no tiene
sentido ocultarle la realidad, más bien lo que se requiere es prepararlo para
enfrentarla y, más allá, para tratar de transformarla.
Por lo general, las piezas de Triunfo Arciniegas aparecen como breves
estampas de situaciones humanas, ninguna de las cuales podría constituir
un espectáculo completo de duración convencional. Permiten, en cambio,
combinar dos o tres de ellas, por sus relaciones temáticas o de contenidos,
como quien desarrolla una suite de diversos fragmentos. En ninguna
de estas obras se dibuja un escenario fijo, una alcoba o un salón donde
pueda acontecer una historia de vida sedentaria. Su condición de lugares
transitorios y personajes pasajeros permite ubicar su escritura dentro de la
postmodernidad, que rechaza la construcción de una Historia con mayúscula
para plantear más bien el desarrollo de historias, voces, testimonios,
fragmentos de experiencias que conforman tanto el tejido de la vida en
sociedad como el de las formas de expresión que se pueden utilizar para
expresarla. Un teatro que, como la vida, se compone de momentos, breves
instantes, destellos de luces furtivas en medio de la oscuridad.

47
Otra voz: Zully Pardo
Cada tanto encontramos en la literatura infantil personajes como los de Triunfo
Arciniegas. Personajes que, en forma de humanos, animales, seres fantásticos,
ángeles o demonios, no son del todo políticamente correctos, no son del todo
cuerdos ni del todo parte de este mundo, pero en medio de esa picardía, de esa
poesía y de esa incoherencia, consiguen cautivar al lector y hacerlo desear que,
más allá de la ficción, existiera gente así.

Pintorescos, traídos de los cabellos, bebedores, coquetos, poetas o héroes


frustrados, los personajes de Triunfo Arciniegas mezclan algo de la ficción
con la cultura popular, la forma de hablar de la gente y sus costumbres,
consiguiendo fusionar, de una manera hábil, una realidad con la que muchos se
pueden sentir identificados y un tipo de ficción que no se acaba de alejar de los
cuentos tradicionales, de historias que hacen parte del inconsciente colectivo.

Los personajes de Triunfo no se parecen a aquellos que son recurrentes en la


literatura infantil. En primer lugar, los protagonistas suelen ser adultos, con
costumbres de adultos pero llenos de inocencia y picardía que, matizada con
el estilo poético del autor, resultan siendo dulces, divertidos y cercanos a
los niños; esto sucede en El león que escribía cartas de amor o con el dragón
de Chíchira en Serafín es un diablo. También acostumbran ser personajes
masculinos: héroes y antihéroes, eternos enamorados de sus doncellas a
quienes sueñan robarles besos y escribirles cartas de amor. Los villanos, por su
parte, no son brillantes: sus travesuras y su maldad terminan convirtiéndose en
una serie de eventos absurdos que dan lástima o risa, haciendo que el lector se
ponga del lado de los bandidos y termine por considerarlos.

Y es quizás ese absurdo lleno de poesía, y con leves toques de realidad, el que
hace que los personajes de Triunfo Arciniegas sean tan especiales. Lejos de ser
los más “correctos”, son bien educados, dan las gracias, piden permiso, son
nobles y, lo mejor de todo, son felices. Su fatalidad suele ir acompañada por su
irreverencia, mezclada con su sensibilidad y ablandada con el particular estilo
del autor; juntas evocan las historias contadas por las abuelas en los pueblos,
que, por poco, podrían llegar a ser verdad.

48
Triunfo Arciniegas, yolanda reyes

revisitado Pedagoga y escritora.


Directora de Espantapájaros
Taller, un proyecto de
formación de lectores,
cuya experiencia piloto ha
sido modelo para asesorar
proyectos de lectura en
la primera infancia en
Colombia y en otros países
“Soy un imaginador, es mi oficio, un soñador que tropieza con la de América Latina. Entre
sus obras publicadas por
vida cotidiana, un despistado. Me inquieta el amanecer como a los vampiros,
Alfaguara figuran El terror
temo a la soledad y el olvido. De pocos amigos y pocas palabras, busco la de sexto B, Una cama para
niebla y los lugares solitarios.” tres, Los agujeros negros, El
Así comenzaba el retrato hablado que Triunfo me mandó por correo libro que canta y Pasajera en
tránsito. El Grupo Editorial
desde Pamplona cuando lo entrevisté para la Revista Espantapájaros hace Norma publicó sus libros
muchos, pero muchísimos años. (En esa época, aunque ahora parezca María de los dinosaurios,
inconcebible, no existía Internet y sus palabras llegaron en un sobre lleno Los años terribles y La
casa imaginaria: lectura
de estampillas). Lo curioso era estar ahora, después de tanto tiempo,
y literatura en la primera
recordando aquella profesión de fe: “Soy un imaginador, es mi oficio”. infancia. Es columnista del
Cómo se las arreglan ciertas frases para grabarse en la memoria, pensé, a diario El Tiempo y directora
medida que desempolvaba los viejos ejemplares que sobrevivieron a los de la colección Nidos para
la lectura, de Alfaguara.
trasteos y a las manos de los niños. ¿Cuántos cumpleaños habían pasado?
¿Cuántas historias, cuántos inventos, cuántos sueños?
Guiada por la necesidad de reconstruir el autorretrato de mi amigo,
me fui detrás de aquel rastro de palabras. Y quiso la fortuna que, entre
los pocos números de la Revista Espantapájaros que conservo —en papel,
aclaro, porque cada página sigue guardada en mi memoria—, apareciera el
ejemplar número 11, fechado en 1992. Habían pasado 17 años desde aquella
entrevista y habíamos cambiado de milenio, pero los rasgos esenciales
del retrato se mantenían idénticos. Como solemos decir, casi siempre en
tono adulador a quienes reencontramos después de muchos años, sentí la
tentación de repetir la frase hecha: “pareces un retrato”. Y no se trata de una
simple anécdota ni de un dato aleatorio, porque una de las características
que asocio con Triunfo Arciniegas es esa coherencia a toda prueba; esa
envidiable claridad para saber qué es y qué no es, sin extraviarse en las
trampas de la falsa popularidad ni de los trabajos por encargo. Aun en los
momentos más difíciles, la terquedad de Triunfo, o quizás la fuerza de su
nombre —pues nunca fue tan cierto que el nombre modifica lo nombrado—,
lo ha hecho perseverar en el oficio de imaginador, sin concesiones ni
imposturas.

49
La Pecosa Con la revista entre las manos, seguí leyendo sus palabras: “Quisiera
Chíchira, 2006
F o t o g r af í a
de Triunfo
volar de noche, tocar el saxofón y conocer París con una mujer. Soy piscis y
A r c i n i e g as
detesto los cumpleaños. Tengo infinidad de gustos: dibujar, escribir cartas,
El tercer ojo
Chíchira, 2006
leer historias de amor, coleccionar libros y revistas, el jugo de mandarina, el
F o t o g r af í a
de Triunfo
chocolate con galletas y el ron con Coca Cola, la comida de mar. Me gusta
A r c i n i e g as
perder el tiempo. Quisiera ser un gato”. Pensé que quizás lo único que le
Erica
Chíchira, 2006
había faltado en el inventario de gustos y deseos de esos años era su afición
F o t o g r af í a
de Triunfo por la fotografía y, más exactamente, por las fotos de personas. O quizás
A r c i n i e g as
no, pues otro rasgo de Triunfo es esa manera suya de ir por la vida, poco
importa si lo hace armado de una cámara o de un lápiz, robando rostros
y conversaciones y observando detalles de los que nadie se percata, hasta
que luego salen a la luz. Es un peligro andar con él y es un peligro verlo tan
callado, como esos niños que guardan silencio en el cuarto de al lado, pues
su silencio “triunfal” suele ocultar alguna travesura. Recuerdo que una vez
nos invitaron a almorzar a la casa de unos amigos en Coyoacán y Triunfo,
cámara en mano, nos iba retratando. Yo, que suelo ponerme nerviosa con
las fotos, no me di cuenta de que, entre plato y charla, él fue robándonos
el alma. Tal vez es eso lo que hace con los niños de las veredas por las que
viaja haciendo talleres de literatura y de teatro: les saca la expresión, les
roba el alma.
“La exploración del alma”, como él mismo la llama en el folleto de
presentación de una muestra fotográfica de niños que hizo en 2007, y que
saltó también entre mi colección particular de objetos de Triunfo que atesoro,

50
puede brindar algunas pistas para entender su arte poética: “La fotografía
es memoria y encierra miles de palabras —escribió—. De pronto olvidamos
la máscara, la pose, el artificio, y en una foto se nos escapa el alma. Alguien
nos sorprende con una lágrima a punto de escapar, con los ojos al borde
del abismo, visitando los cuartos de la vida cerrados para siempre”. En esos
cuartos de la vida por los que Triunfo Arciniegas merodea como un gato,
apenas sin ser visto, se oculta el material de sus historias. Alguna vez me
confesó que aprendió a escribir diálogos por física necesidad vital, pues era
un niño extremadamente tímido (algo me dice que todavía lo es). Entonces
quería saber cómo se las arreglaba la gente para tener conversaciones
cotidianas y se sentaba a hurtadillas detrás de sus compañeros, tratando de
robar esas palabras con las que todo el mundo llena horas enteras de charla
intrascendente. Y así, copiando en un papel lo que decía la gente, descubrió
la materia prima de la que están hechos también sus personajes. A veces
pienso que Triunfo escribe con las orejas, pero no me refiero a un facilismo
para hacer frases “sonoras y bonitas”, sino a una sutil habilidad para captar
matices con un oído fino, como escudriña rostros cuando anda con su
cámara: “La foto es puro ojo. De nada sirve una cámara si no se tiene el ojo.
Sigiloso y paciente, como el cocodrilo, espero que se olviden de la cámara.
Espío y espero”. Ojo avizor y oído atento: quizás es eso mismo lo que hace
cuando escribe.
Sus libros son tantos que requieren un anaquel completo de la biblioteca.
En la mía, están organizados por orden de estatura, pues hay, desde libros
para bebés, hasta otros que conviene mantener lejos del alcance de los
niños. Aquí entre nos —y que no salga de estas páginas—, algo me dice que
lo mejor de Triunfo Arciniegas aún está sin editar debidamente y que se
oculta entre los pliegues de esa sonrisa suya, medio sonrisa y medio mueca,
en la que no han reparado los editores, por esa manía de etiquetarlo en la
categoría de “literatura infantil”, que a tantos nos resulta tan difícil traspasar.
Quizás es esa mueca la que captan los niños y la que le agradecen, pues él Catálogo de la exposición de
fotografías de Triunfo Arciniegas,
los trata como “gente”, y no como las tiernas criaturitas que han fabricado Entre la magia y el silencio.
C ú c u ta , 2 0 0 7
los adultos. De nuevo, sus palabras ayudan a ilustrarlo: “Si bien en algunas
tomas los niños enfrentan la cámara y se saben observados, en otras atrapo
a hurtadillas el instante, la puerta entreabierta a otros mundos, el rastro que
dejan los ángeles cuando nos visitan”. Yo añadiría que no solo de ángeles
están pobladas sus ficciones, sino que más de un demonio se oculta detrás de
esas “puertas entreabiertas a otros mundos” que ofrece Triunfo a los adultos
y a los niños. Y pienso que la edad es un dato irrelevante para él, pues todo
indica que escribe para esa categoría de gente que responde a un vocablo más
flexible y más liberador: el de lectores.

51
De vez en cuando me da por mirar las palabras y los dibujos puestos
por Triunfo en las dedicatorias de los libros que me ha regalado y,
aunque sospecho que a todas sus amigas les escribe las frases perfectas
para hacerlas sentir tan únicas como esa rosa que cuidaba el principito
en su planeta, me resulta inevitable ceder a los encantamientos de este
imaginador, como si fuera una de las mujeres muertas de amor de sus
“cuentos para adultos”. Ahora mismo, desde mi mesa de trabajo, evoco el
ritmo incierto que marca sus apariciones y el ritmo también impredecible
de sus desapariciones, y me pregunto en dónde andará: si está sumido
entre la niebla de Pamplona, si está de viaje en Buenos Aires, o si tropezaré
con él en alguna feria del libro, vaya uno a saber en qué lugar. Tal vez
cuando aparezca me contará, como hace siempre, que estuvo viviendo
en un pueblo de México o la Pampa, con una mujer que lo albergó unos
meses. Y aunque confieso que jamás he sabido bien qué creerle, mi
única certeza es que, en esa bisagra entre ficción y realidad, nos la hemos
apañado para inventar una complicidad extraña que nos ayuda a compartir
las preguntas y los fantasmas de este oficio solitario. Me gusta verlo llegar,
como si fuera un marinero, trayendo mil historias que amarra como las
cuentas de un collar hecho con piedras de sitios remotos, y siempre con un
libro nuevo bajo el brazo, que vuelve a regalarme y me vuelve a dedicar. Y a
pesar de que han pasado tantos años, a veces pienso que apenas lo conozco
y a veces pienso exactamente lo contrario: con él, uno no sabe nunca a qué
atenerse. Quizás, parodiando al mismo Triunfo, cabe la posibilidad de que
me lo haya inventado. A fuerza de desconocerlo y de reconocerlo en lo que
escribe, entre la magia y el silencio, cabe la posibilidad de que haya tenido
que inventármelo para escribir este retrato.

En el centro de Ciudad de México


2004
F o t o g r af í a d e E l i a C r o t t e

En el centro de Buenos Aires


2008
F o t o g r af í a d e T r i u n f o A r c i n i e g as

En La Recoleta
Buenos Aires, 2008
F o t o g r af í a d e La u r a D i pp o l i t o

52
Entrevista realizada por carlos sánchez lozano

Los cuatro veintes de Triunfo Arciniegas

El escritor santandereano Triunfo Arciniegas


cumple en 2009 v e i n t e años de trabajo
literario. Ha escrito más de v e i n t e obras
narrativas para niños y creado más de
veinte personajes inolvidables de la
literatura infantil colombiana, que, para
terminar el juego verbal, gira alrededor de
unos v e i n t e nombres. Arciniegas es uno
de los nombres en que hay que detenerse.
Libros como Los casibandidos que casi se
roban el sol, Caperucita roja y otras historias
perversas o El árbol triste lo convierten en
un clásico vivo de la literatura para niños y
jóvenes en América Latina. Obras cada vez
más sólidas como La hija del vampiro, Yo,
Claudia y Bocaflor anuncian un Triunfo que
se plantea nuevas exigencias estéticas y
la búsqueda de una configuración literaria
cada vez más depurada.

Triunfo, a los tres años, en Málaga


1960
Es p o s i b l e q u e e l f o t ó g r af o
s e a e l pa d r e d e T r i u n f o

53
El primogénito
M á l a g a , s i n f e c h a 
F o t ó g r af o
desconocido
Isaías con sus
hermanas Teodora y
Arcelia, en Málaga.
sin fecha
F o t ó g r af o
desconocido

La madre de Triunfo, en Málaga, Isaías Arciniegas,


a los dieciséis años. Triunfo, de padre de Triunfo,
tres meses, escondido en la barriga. en Málaga.
1 9 5 7  sin fecha
F o t ó g r af o d e s c o n o c i d o F o t ó g r af o d e s c o n o c i d o

Padres de Triunfo,
Isaías Arciniegas y
María Herminia Cáceres,
recién casados, en Málaga.
1 9 5 6 
F o t ó g r af o d e s c o n o c i d o

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El autor
El autor empecé a escribirlos. En los primeros años
todavía atrapaba golondrinas.
¿Cómo fue la niñez de Triunfo Arciniegas
en Málaga y Pamplona? ¿Fueron sus padres o hubo algún
Desgraciada. Pero no quiero ahondar en las profesor o profesora que lo estimulara
desdichas que vienen con el alcohol y la miseria. a leer y escribir literatura?
Cumplí con el consejo que Hemingway daba a Soy hijo de herrero, y en casa de herrero,
los escritores: una infancia desgraciada. Debo escritor de palo. No hay antecedentes literarios en
precisar, en primer lugar, que mi niñez es y mi familia. Mis abuelos no conocieron la escritura
seguirá siendo Málaga. La niñez es eterna, un y mis padres no terminaron la educación
pozo inagotable. Ya era un lector entonces, ya primaria. Fui el primero de la familia que asistió
era un solitario y atrapaba pájaros con cauchera a la universidad. En Pamplona y luego en Bogotá.
y sombrero. Mi niñez terminó precisamente Contra viento y marea. Tengo una maestría en
cuando papá decidió que nos fuéramos a vivir a Literatura de la Pontificia Universidad Javeriana.
Pamplona. Dejé en Málaga al primer gran amor Es uno de mis mayores orgullos. Y entiendo
de mi vida, mi abuela Emperatriz, que vivía que en la Javeriana también están orgullosos de
de lavar ropa ajena. Mantuvimos una relación contarme entre sus egresados.
afectuosa, poética y comercial. Durante la
semana memorizaba coplas. Se las declamaba ¿Sus profesores entonces?
el domingo y ella me enviaba a entregar un En la Escuela Normal tuve dos profesores muy
traje recién lavado y planchado y con el peso distintos, contradictorios y complementarios,
que recibía del dueño entraba a cine. Poesía que me marcaron para siempre: Elio Buitrago y
con poesía se paga. Pero entonces mi papá, Gabriel Suárez. Elio era milimétrico, ordenado,
con ese corazón de gitano, decidió una vez pedagógico hasta la saciedad. Y Gabriel,
más que nos íbamos de Málaga. Ya habíamos desordenado, caótico, maravilloso. Siempre
vivido en Sogamoso, Belencito y Ragonvalia. llevaba un libro en el bolsillo de la chaqueta. De
Me fui a Pamplona por un sendero de lágrimas pronto, como por arte de magia, lo abría y nos
y comencé a escribirle a mi abuela largas cartas, leía un párrafo. Una vez leyó: “Hoy ha muerto
con ilustraciones, y sin respuesta, por supuesto. mamá”. Alguna vez, frente al tablero y con la tiza
Una tía se encargaba de la lectura. Cuando se me en el aire, se volteó hacia nosotros para preguntar
agotaba el tema, inventaba. De ahí vengo, de las si Ernest se escribía con o sin h. Se refería, por
cartas a mi abuela. Pamplona era entonces más supuesto, a Ernest Hemingway. Ese día, en ese
frío que ahora y el viento nos mordía las orejas. instante, comenzó una de las pasiones de mi
Para colmo, llegamos a vivir en la parte alta, vida. Con el profe Gabriel supe de otros grandes
detrás del cementerio. Una vez vi enterrar a un autores que todavía me acompañan: Kafka,
pobre sin cajón, en la tierra cruda. Como había Moravia, Neruda, Camus, Flaubert. El profe
llovido, al caer en el hueco, el cuerpo salpicó Gabriel elaboró el pedido para la biblioteca de la
a los presentes. En esa atmósfera desolada, Escuela Normal y de ese banquete bebí durante
ante las montañas peladas y sin un solo amigo, años. Los libros venían de Argentina, publicados
me refugié en la lectura de los libros y pronto por Sudamericana y Losada. En los mercados

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de pulgas y en las librerías de viejo los sigo ¿Cómo llegó a la literatura infantil? Visto desde
buscando como perro hambriento y los vuelvo a ahora, el panorama de la literatura infantil
leer, disputándoselos a las polillas. Tengo cuatro colombiana en los años ochenta era borroso.
cotos de caza que recomiendo: el mercado Por cuestiones de trabajo. Siempre fui maestro
de pulgas y la carrera Séptima en el centro de de escuela. Después de los postgrados y los
Bogotá, la calle Donceles de Ciudad de México, espantosos colegios, voy a cerrar la etapa del
la calle Corrientes de Buenos Aires y debajo magisterio como maestro de escuela en la vereda
de un puente en Caracas, donde se cruzan las de Chíchira, donde precisamente me hicieron
avenidas Fuerzas Armadas y Urdaneta. el primer nombramiento. Leí cuentos y libros
enteros a mis alumnos. Lecturas con cambios
¿Y cómo fueron aquellos años de voz y algo dramatizadas. Luego escribí mis
en la Universidad Javeriana? propias historias y los alumnos me sirvieron de
Yo era el único alumno a quien los vigilantes laboratorio. Durante años mantuve una cátedra
le pedían documentos. Supongo que me libre, sin notas ni tareas, llamada taller. En ese
confundían con un ratero. Con esa pinta de territorio, en una sola semana, desde preescolar
pobre, con esos zapatos rotos, y como todo hasta el quinto grado, podía foguear una historia
lo del pobre es robado. Pasar por la Javeriana con doscientos alumnos.
vale la pena tan solo por ver a las muchachas.
Me quedaba horas contemplándolas. Aparte ¿Cuándo comenzó el amor
de eso, tuve la suerte de encontrar profesores por el teatro para niños?
maravillosos: Fernando Charry Lara, Otto No voy al teatro. Prefiero el cine, el arte de
Ricardo, Marino Troncoso, Cristo Figueroa, nuestro tiempo. Pero sí leo teatro. Por supuesto,
Luz Mery Giraldo, Fabio Jurado, Monserrat Shakespeare, a quien considero el más grande, por
Ordóñez, Eduardo Jaramillo, entre otros. encima de Cervantes, Proust, Borges y el mismo
Los lunes, de seis a ocho, Charry Lara nos daba Dostovieski. La muerte de un viajante y Un tranvía
una clase sobre Pablo Neruda en un salón de un llamado Deseo son, para mí, obras maestras. Y
segundo piso con ventanales sobre la Séptima. en el terreno nacional, La agonía del difunto,
Qué absoluta delicia. Oía al poeta mientras caía de Esteban Navajas. Empecé a hacer teatro por
la tarde, y luego caminaba, como entre sueños, razones de trabajo. En Pamplona, durante unos
hasta mi casa en La Candelaria. Disfruté de la diez años, tuvimos un festival. Mi trabajo consistía
Javeriana pero no fui muy buen alumno. en visitar una escuela un día a la semana, durante
Me interesaba mucho más la experiencia de unos tres meses, con el propósito de inventar y
vivir en Bogotá. A veces iba a la Javeriana a montar una obra de teatro que debía estrenarse
buscar una muchacha que me acompañara al en el festival. Es decir, que trabajaba de manera
cine. Puedo decirlo ahora que ya no está entre simultánea en tres o cuatro obras.
nosotros uno de mis ángeles de la guarda, el
padre Marino Troncoso, que inventó para mí la ¿Y de sus lecturas? ¿Qué títulos de su biblioteca
beca Fumio Ito. relee? ¿Qué libro lleva a todas partes?
Tengo una casa de cinco habitaciones repleta
de libros. La mayoría de esos libros van a quedarse

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sin leer. Con buen ritmo, con disciplina, uno se obra completa de Idea Vilariño. Es evidente: soy
lee ciento veinte libros al año, pero el ritmo de un lector infiel. ¿Por qué nos concedieron tantos
adquisición es mayor. Para leer a Victor Hugo libros y una vida tan corta?
completo, según cuentas de Vargas Llosa, se
requieren diez años sin hacer otra cosa. ¿Y para ¿Por qué escribe?
leer a Proust y Balzac? ¿Y Dostovieski y Tolstoi? Porque escribir es una absoluta delicia,
Uno se ve a gatas para seguirle el ritmo al mismo una manera de vivir, porque se me antoja que
Vargas Llosa. Y apenas hablamos de primeras mantengo a raya a la muerte mientras tenga un
lecturas. He leído cinco o seis veces Cien años de libro pendiente. La sintaxis es un placer mayor.
soledad, siete o nueve veces El coronel no tiene Aunque la historia ya respira en el primer
quien le escriba, siete veces Madame Bovary, tres borrador, la vida se me va en las versiones. Soy
veces Rosario Tijeras, no sé cuántas Pedro Páramo. un escritor de más versiones que ediciones, como
En cuanto a los cuentistas, delicioso festín, dijo un amigo. La vida se me va amasando el
Hemingway y Rubem Fonseca, Cortázar y Rulfo, lenguaje, peleando con las comas y la arquitectura
Borges, Chejov y Carver, Capote y Bukowski, no del párrafo. Cortázar decía que si no hubiese
llevo cuentas. Durante años viajé con mi primer escrito Rayuela se hubiera arrojado al Sena.
libro, un libro de oraciones que me regaló mi Todavía no he escrito mi Rayuela, pero tampoco
abuela Candelaria cuando aún no sabía leer, pero tengo el Sena a la mano. Tendría que arrojarme a
se maltrató más de la cuenta y decidí guardarlo las miserables aguas del Pamplonita, donde creo
en la caja de los tesoros. Nunca viajo sin un libro, que mi muerte no sería por ahogamiento sino
no solo para salvar las horas muertas sino por por infección.
asuntos de buena suerte. Para mi último viaje,
por Caracas, Buenos Aires y Montevideo, escogí Lo hemos visto interesado en la fotografía.
Sauce ciego, mujer dormida, de Haruki Murakami. ¿Qué está haciendo?
Lo primero que hago al llegar a una ciudad es Soy fotógrafo desde niño. Pero ahora lo
esculcar sus librerías. A menudo vuelvo a casa hago de una manera más profesional, digamos.
sin haber terminado el libro con el que salí: me Creo que voy a terminar publicando libros de
entretienen otros tesoros. La novedad, como con fotografía. Ya empecé a hacer exposiciones:
las mujeres, me resulta irresistible. Compré veinte Cúcuta, El Naranjo, Chíchira, Pamplona.
títulos en Caracas, casi setenta en Buenos Aires “Después desde cualquier lugar del mundo”.
y cinco en Montevideo. Dejé los veinte títulos Adelanté un trabajo en las montañas de
en casa de un amigo, en Caracas, y despaché los Pamplona, Entre la magia y el silencio, con los
setenta por correo desde Buenos Aires. Acomodé niños que hacen teatro conmigo. He fotografiado
los cinco restantes en el equipaje, con las botellas escritores y viejos en una y otra ciudad. Me
de vino y otras delicias. Para hablar con exactitud, interesa el retrato, la geografía del rostro, la
volviendo al tema del libro como talismán, de escritura del tiempo sobre el rostro. En México,
Pamplona salí con Sauce ciego, mujer dormida, hace dos años, para una edición de lujo de un
que cambié por Los detectives salvajes en Caracas. libro de Daniel Goldin, me encargaron fotografiar
De Buenos Aires a Montevideo ya estaba con una lectores en distintas ciudades, y Alfaguara
biografía de Neruda, y para el regreso, escogí la me compró una foto de Yolanda Reyes. La

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revista mexicana Fractal, 45/46, seleccionó 17
fotografías mías. Este oficio será cada vez más
La obra
La obra

importante en mi vida. Quisiera que nos detallara cuándo y cómo fue


el momento en que de su máquina de escribir
Veinte años de trabajo lo han llevado salió una página de literatura para niños que
a la madurez creativa, que no es otra cosa usted sintió perfecta y lista para imprimirse.
que un compromiso con la tradición literaria No una página perfecta ni lista para
y la palabra viva. ¿Qué sigue? ¿En qué imprimirse sino la primera historia para niños
proyectos trabaja? que me funcionó. La fecha: 16 de marzo de 1986.
Lo dije en público hace como veinte años: El lugar: una sala de lectura que la Biblioteca
quiero escribir para niños de cuatro años. Hasta Luis Ángel Arango tenía sobre la carrera cuarta.
ahora lo estoy logrando. Cada vez escribo libros Vivía con mal de amores y zapatos rotos en ese
con menos palabras. Incluso tengo tres títulos entonces. Esa tarde de marzo me pregunté cuál
inéditos sin una sola palabra. No sé si eso es sería el más desgraciado de los amores y pensé
posible: un escritor sin palabras. Es decir, libros en un gusano enamorado de una golondrina.
de imágenes. Porque la ilustración es otra de mis Un gusano tímido, enredado y algo poeta, y una
pasiones. Las batallas de Rosalino, publicado por golondrina altiva que vive de fiesta en fiesta. De
Alfaguara, va con ilustraciones mías. Reconozco ahí sólo puede surgir una desgracia. Escribí de un
que hay una falla grande con este libro: parece tiro “La bella y el gusano”, que hace parte de mi
ilustrado por tres o cuatro personas, pues es un primer libro para niños, La silla que perdió una
trabajo de aprendizaje de muchos años. Ya lo pata. En el fondo, en cuestiones de amores, los
remedié en otro libro, Roberto está loco, donde amantes somos gusanos que transformamos a las
me atreví con el color. Hice las acuarelas, las amadas en golondrinas.
fotografié con cámara digital y las trabajé luego
en el computador. Tuve que hacer el trabajo tres ¿Cómo es el proceso de la escritura?
veces e incluso sacrifiqué unas vacaciones en Escribo la primera versión a mano y luego
México: en vez de vagabundear por Acapulco, digito e imprimo. Leo tres veces cada impresión
Cuernavaca y Veracruz, me encerré en un antes de limpiar de nuevo en pantalla. Imprimo,
apartamento de Coyoacán a trabajar como loco. leo, imprimo. La historia suele mantenerse desde
En María Pepitas, experimenté con acuarela el principio, pero es como un esqueleto que voy
y tinta y no recurrí al computador. Me pasé llenando de carne hasta que merece ingresar a un
al acrílico en otro libro que acabé hace poco. libro. Luego, trabajando el libro como una totalidad,
Espero que cada vez pueda hacerlo mejor. A continúo con el proceso: imprimir, leer con
los noventa años seré un asombroso ilustrador. estilógrafo en mano, limpiar, imprimir…… Es raro
Quiero decir, será un asombro que pueda ilustrar que una historia salga limpia desde un principio.
a los noventa.
Las batallas de Rosalino está en el grupo de
obras que da inicio a la moderna literatura
infantil y juvenil en Colombia. ¿Cómo fue la
génesis de este libro?

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Hice veintidós versiones de ese libro durante El humor ha estado presente en gran parte de
doce o catorce años. La primera versión la escribí sus obras. De La silla que perdió una pata y
en más o menos treinta horas en un barrio del sur otras historias, pasando por La muchacha de
de Bogotá, en 1988. Presenté al Premio Enka la Transilvania y otras historias de amor a Roberto
tercera versión y seguí trabajando como si nada. está loco, ese humor ha evolucionado. Hay
Cuando me anunciaron el premio ya tenía otra pasos superados desde el humor surrealista en
versión y, como estuve al cuidado de la edición, Los casibandidos que casi se roban el sol a la
publiqué la quinta o sexta. Alfaguara publicó en parodia de los cuentos clásicos en Caperucita
2002 la edición definitiva. Aunque no parece, Las roja y otras historias.
batallas de Rosalino es cosecha bogotana. Vivía Soy un payaso como profesor y en la vida
en Meissen, en un restaurante. Los dueños habían cotidiana, en el círculo más íntimo. El humor
viajado al Tolima y quedé como el hombre de nunca ha sido el propósito de mi escritura. Es
la casa. Cierta noche, la hija y la sobrina de los más, siempre he querido escribir una historia
dueños subieron a despertarme a mi cuarto porque de terror, pero el humor se atraviesa. Mi humor
habían oído ruidos y los perros estaban ladrando es puro veneno. El humor (no la vulgaridad de
con desesperación. Tomé una escoba y, seguido cantina) es un ejercicio de la inteligencia. Permite
por las muchachas, revisé toda la casa, diciéndome decir ciertas cosas y abre las ventanas que el
en voz baja: “Que no haya nadie, que no haya pudor mantiene cerradas. En Cabrera Infante los
nadie”. No había nadie y puedo contar el cuento. juegos de palabras fluyen como el agua. Lo mismo
Para pasar el susto, amanecimos conversando en pasa con los disparates de Cervantes.
la sala. Cuando llegaron las mujeres que atendían
la cocina, se sorprendieron al vernos en plena El árbol triste, publicado por Ediciones SM
visita. Las doncellas se fueron a dormir y yo subí México, indica un punto de giro en la obra de
a mi cuarto y empecé a escribir Las batallas de Arciniegas. Ya no hay humor sino una reflexión
Rosalino. El año anterior, en Pamplona, había realista durísima sobre la guerra, y en especial
fallado: un par de páginas se fueron a la basura. sobre la guerra en Colombia.
La idea de la novela surgió de los bigotes de un Estoy enfrentando otros temas. Quiero
profesor de Pamplona y se concretó el día en escribir sobre el dolor, la vejez, la soledad, la
que supe su nombre: Rosalino Pacheco. En la muerte. Asuntos fundamentales, verdades
versión de Enka su apellido es Mendoza, pero ineludibles, preguntas eternas. No creo que
en la definitiva recuperó el propio. Volviendo al debamos mantener a nuestros niños en un
cuento, para terminar de pasar el susto, trabajé corralito de piedra, con una literatura rosa, falsa
todo el día, la noche entera y parte de la mañana y mentirosa. De todos modos, ellos no son para
siguiente. Luego, una de las doncellas me dijo que nada inocentes, como suelen creer los adultos.
había dormido muy tranquila oyendo el rumor de Ellos saben, y a menudo más que nosotros. Pasan
mi máquina de escribir, sin saber que mi cuerpo demasiado tiempo frente al televisor y el resto del
estaba ahí, tecleando, pero mi espíritu vagaba por tiempo navegan en Internet. Los expertos dicen
otros territorios. Los ladrones hubieran podido que no leen, pero es falso. Todo el tiempo están
leer la historia por encima de mi hombro y no me leyendo. Leer es algo más que agotar las páginas
hubiera dado cuenta. de un libro.

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¿Por qué un libro para niños que como animales de corral. No se trata de un
desde la ficción toque la guerra? vicio exclusivo. En otras partes hablan de “fuego
La guerra es parte de nuestra miserable vida amigo”, “misiles inteligentes” y “guerra preventiva”.
cotidiana y sello ineludible de la realidad del país Desde hace unos veinte años, en Colombia, a los
del Sangrado Corazón. Desde el principio de los vagabundos, esos pobres infelices que no tienen
tiempos el hombre se enfrenta a muerte con el techo y que pasan el día buscando un pan para
mismo hombre. Esa criatura tan maravillosa, saciar las tripas, los identifican con una palabra
tan llena de magia y poesía, es también capaz de asquerosa: “desechables”. Es decir, eliminables.
las cosas más horribles. Fíjese bien, Colombia es Es decir, y se ha hecho, que cualquier hijo de
un país católico, dedicado al Sagrado Corazón, perra puede salir una noche de estas a matarlos.
y presenta al mundo semejante cosecha de La operación se denomina “limpieza social”. La
muertos. Aquí los asesinatos se dan al por mayor. operación abarca otros “objetivos”, por supuesto,
Los sicarios invocan a la Virgen para que les depende del hijo de perra que la practique.
afine la puntería. Se sabe de personajes con cien,
doscientos o más muertos encima, que en el Usted ha ganado cinco premios de literatura
peor de los casos pagarán condenas ridículas infantil, desde el Enka (1989) y el Comfamiliar
y seguirán tan campantes, disfrutando de los del Atlántico (1991), al Premio Nacional de
bienes ajenos, mientras los pobres muertos siguen Literatura en Narrativa (1993) y en Dramaturgia
muertos y las viudas y los huérfanos se retuercen (1999), y el Parker (2003). ¿Qué opina de
por siempre en la casa del dolor. Nuestro Himno los premios?
Nacional dice que cesó la horrible noche y el bien Lo único malo de los premios es no ganárselos.
germina ya, cuando en realidad el rancho sigue Como con las mujeres: lo peor es no tenerlas.
ardiendo. Nos ponemos la mano en el pecho ¿Para qué sirven? Para los dulces y para darse a
para cantar mentiras. No recuerdo a quién le oí conocer, entre otras cosas. Los premios, digo. Con
esta frase: “Pobrecitas las mujeres, nos estamos el Enka compré el María Moliner y parte de mi
quedando sin hombres”. ¿De dónde sacan ese primer computador. Exagerando, diría que sin los
cuento de que somos uno de los países más premios todavía viviría en casa arrendada y sin el
felices del mundo? Nadie es feliz en peligro de más maravilloso de los diccionarios, escribiría en
muerte. ¿Quiénes hacen las encuestas y a quién mi antigua máquina de palo y seguiría de peatón.
demonios le preguntan? ¿Será que confundimos Tengo una vida más cómoda y produzco más.
la parranda con la felicidad? Somos parranderos, No creo en la idea romántica y absurda de que el
afectuosos, tercos. Nos mantenemos a pesar artista tiene que ser un muerto de hambre o un
de las adversidades. Falseamos la realidad con alcohólico o un loco o un drogadicto. Hay que
palabras. La falsea el Gobierno, en primer lugar. trabajar como un burro, con seriedad y disciplina,
Los asesinatos de muchachos inocentes por parte y sin la garantía de alcanzar la orilla de la dicha.
del Ejército son considerados “falsos positivos”, a
la guerra le dicen “conflicto”, y a los desplazados
los denominan “migrantes”. Terminarán por
confundirlos con “turistas”. La guerrilla considera
como “retenidos” a los secuestrados que mantiene

60
Sus libros Am o res eternos  p. 62
B o ca f lo r  p. 62
reseñas realizadas por caj a de l ág r i mas  p. 62

realizada porospina
galia carlos[go]
sánchezC aperuc
lozanoita ro ja y otras histo rias  p. 62
Caperuc ita ro ja y otras histo rias perversas  p. 63
zully pardo [zp]
C armela to da la vida  p. 63
fundalectura [fl]
D espu és de la lluvia  p. 63
El amo r y otras materias  p. 64
E l árbo l tr iste  p. 64
El le ó n que escr ibía cartas de am o r  p. 64
el pap á de Los tres cerditos  p. 64
El p irata de la pata de palo   p. 65
El super burro y otr os hé ro es  p. 65
El vampir o y otras visitas  p. 65
L a casa de cho co late  p. 65
L a g ota de a g ua  p. 66
L a h ij a del vampiro   p. 66
L a la g art ij a y el so l  p. 66
L a med ia perdida  p. 66
La muchacha de Transilvania y otras historias de amor  p. 67
L a pluma m ás bo nita  p. 67
L as batallas de R osal ino   p. 67
L a s illa que perdió una pata y otras histo rias  p. 67
L a s irena de ag ua dulce  p. 68
L a vaca de Octav io / L a ara ña sube al mo nte  p. 68
L a ventana y la bruja  p. 68
L a verdadera histo ria del g ato co n botas  p. 68
Los besos de Mar ía  p. 69
Los casibandidos que casi roban el sol y otros cuentos  p. 69
Los o lvid os de A le jandra  p. 69
Lucy es pecosa  p. 69
M amá n o es una g allina  p. 70
M ambr ú se f ue a la g uerra  p. 70
M aría P epitas  p. 70
P ecas  p. 70
P o r d o nde aso ma la luna  p. 71
Ro berto est á lo co   p. 71
Se ñ o ras y seño res  p. 71
Seraf ín es un diablo   p. 71
To rcuato es un le ó n viejo   p. 72
T res tr istes tig res / T hree Sa d T ig ers   p. 72
Yo, Claudia  p. 72

61
A m o res etern os caja de lá g rimas
puesta en escena César Luna Silva Ilustraciones Carlos Manuel Díaz
Ilustraciones María Fernanda Mantilla Cuento
Teatro Libro dedicado “a Lucy y el
La obra revela los amores entre dolor de su ausencia”. ¿Quién es
Jorobailo y Violeta. Jorobailo es feo este personaje que tiene un gato
y muy perezoso. Decide enviar a sus blanco, se viste como una princesa
hermanos Bolombolo, Huesitos y y es feliz con un libro de poesía?
Tripaseca a conseguirle una novia. Ella tiene una caja de plata que
Bolombolo se dirige a la casa de las contiene sus lágrimas. La gente
flores con una carta de Jorobailo viene a comerlas para olvidar las
para la más hermosa. Por la ventana penas de amor. Lucy es el árbol del
sale una hermana de Violeta, lee olvido. Un caballo pecoso llamado
la carta y pregunta si es para ella y Felisberto Hernández, “que pasta
Bolombolo lo confirma. Los dos se a la orilla de los almendros”,
enamoran. Lo mismo les sucede a se come a Lucy mientras está
los otros dos hermanos. Mientras leyendo el capítulo de los amores
tanto, Jorobailo ha estado soñando de Cósimo Piovasco de Rondó,
con Violeta convencido de su amor. el protagonista de El barón
Después de los enredos amorosos, rampante, “un loco feliz que pasó
la obra concluye con cuatro bodas toda su vida trepado a los árboles”.
ambientadas con música de Strauss. [go]
[g o ]

B o caf lo r C aperuc i ta roj a


y otras histo rias
Ilustraciones Rodez
Cuento Ilustraciones del autor
Cuento
La gente le teme a la negra
Bocaflor porque cada vez que tiene Seis ingeniosos cuentos
hipo le salen flechas por la boca. que sorprenden por cómo las
“En la calle pincha neumáticos, estructuras y las temáticas
sombreros, traseros, y en las fiestas clásicas se insertan en ambientes
desinfla por igual los globos y contemporáneos, donde las
los gordos”. Decide comprar un princesas no creen en los príncipes
atrapaflechas y amarrárselo a la encantados o Caperucita, lejos
boca. Junto a su amado Bariloche de ser ingenua, resulta una
puede estar tranquila y pasear en el chica malvada que desquicia al
sillón volador entre las nubes. lobo, un romántico perdido que
Bariloche es amigo de Felisberto se ha enamorado de ella. Así
Hernández y cree que Bocaflor construidos, los relatos dan pie
podrá espantar con sus flechas al a que los lectores se confronten
tigre, que no cesa de perseguirlo en con situaciones actuales, de una
los sueños. manera original, la mayoría de las
Las ilustraciones en blanco y veces divertida e irónica, y siempre
negro evocan atmósferas oníricas y crítica. >
aprovechan los espacios en blanco
para resaltar a los personajes. [go]

62
Este libro de relatos ganó en
Carmela toda la v ida
1991 el II Concurso Nacional de
Cuento Infantil Comfamiliar del Ilustraciones Jotavé
novela
Atlántico. [f l ]
Diálogos muy bien construidos
y con mucho humor en esta
ágil narración escrita a varias
C aperuc ita r o j a y otras
h isto r ias perversas manos entre el autor y niños
de cuatro a doce años que
Ilustraciones Alekos
Cuento intervinieron en el foro abierto por
Además de “Caperucita Roja” www.chicosyescritores.org, de la
y “El sapito que comía princesas”, Universidad Nacional Autónoma de
publicados inicialmente por México, y el fce. El autor propuso
Comfamiliar del Atlántico, este a Carmela, “una mujer poco
volumen incluye otros cuentos en atractiva pero enamoradiza”, lo cual
los que el autor continúa dándole le trae dichas y desdichas, y como
vuelta, con humor y acidez, a respuesta recibió aportes de los
las historias clásicas, que aborda niños, relativos al fracaso del amor,
desde lo contemporáneo. a la apariencia física de la mujer y
El autor cuenta a su manera a los incontables novios que ama
La historia de la bella durmiente por sus virtudes, hasta que llega el
en relatos como la “Fábula de dueño de un circo en desgracia, a
la pequeña durmiente”, que quien Carmela aprende a amar y
gira sobre un rentable negocio quien la ama. [fl]
familiar, y “La princesa, el gato y
el diablo”, donde la primera hace
alianzas con el diablo; en manos Despu é s de la lluvia
de Arciniegas la “Cenicienta” Ilustraciones
Nancy Granada y Henry González
se cuenta desde el contexto de puesta en escena Jaime Villa
un príncipe cuarentón; en “La Teatro
princesa y el guisante”, se sustituye El autor renueva los arquetipos
el rico vegetal por un montón de de personajes clásicos como la
pulgas; y “Barbazul”, surge de la princesa, el lobo, el vampiro, el
pluma del autor despojado del zorro y el dragón, invirtiendo sus
terror que produce el tradicional atributos y haciéndolos entrar en
personaje. [f l ] juego con personajes como una
niña, una nube y la luna. Todos ellos
giran alrededor de una princesa
triste, tomada de los versos de
Rubén Darío, de quien dan noticias.
Rimas tradicionales y humor se
suman en este drama. Como en los
otros libros de la colección Primer
Acto, se incluye una propuesta
escenográfica y de vestuario, y las
ilustraciones sirven como guía de
montaje. [fl]

63
E l amo r y otras mater ias E l león que escr ibí a
Ilustraciones Rafael Yockteng cartas de am o r
Teatro Ilustraciones del autor
El libro se abre con una comedia Cuento
que surgió de una noticia: “La corte Esta es la historia de un león que
constitucional decretó el amor en era feliz. Su existencia transcurría
los colegios”. Inspirado en tamaño “en el reposo de la luz y la tibieza
disparate, el autor nos muestra a de las noches”, hasta que tropezó
una beata que termina seducida por con el ave del paraíso a la orilla
“el infierno de la felicidad” tras un del lago. De un salto intentó
hilarante equívoco. alcanzarla, pero cayó en un foso,
Caballero sin caballo es una y el ave, la más bella de Nueva
comedia en verso que sucede Guinea, huyó hacia el bosque.
en una noche de luna llena. Un Como alma en pena vieron al león
hombre entra afligido al bar de recorrer su descuidado reino.
Concha López, debido a la pérdida Deshojó margaritas y escribió
de su caballo. La búsqueda del amor mensajes de amor, que nadie
acompaña cada verso con mucha comprendía, en la corteza de
gracia. los árboles. La persiguió sin
El paso del ángel es un drama que descanso con el deseo rabioso
describe con intensidad la pérdida de contemplar una vez más
de un ser amado en una polvorienta “el espectáculo de su plumaje
estación de tren. [g o ] fantástico”. [go]

E l árbo l tr iste el papá de Los


ilustración y cubierta Diego Álvarez tres cerditos
Cuento Ilustraciones Diego Álvarez
Tres pájaros negros, despelucados Cuento

y raros levantan el vuelo, dejando el Un cerdo intelectual, amante


árbol “sin el temblor de las plumas, de las letras y la filosofía, se casa
sin la tibieza de los cuerpos”. Sus con una cerdita y tiene tres hijos.
hojas caen como lágrimas y en Cuando mamá cerda muere,
el sabor de los días se percibe la papá cerdo anima a sus hijos a
acechanza de la guerra. que salgan a recorrer el mundo,
Con un tono poético y una con tan mala suerte que son
desgarradora belleza, plena de devorados por el lobo feroz. Papá
lucidez y brevedad, el autor se cerdo dejará a un lado el libro de
aproxima a la realidad del exilio filosofía que está escribiendo e irá
y a las consecuencias físicas, al rescate de los tres cerditos, que
emocionales y psicológicas de la reposan en las tripas del malvado
pérdida del lugar de origen. animal.
Las ilustraciones captan la fuerza Con su particular forma de
dramática de los textos con una narrar, Arciniegas muestra en
paleta oscura, de colores tierra, que este libro una versión especial,
resalta el horror entre los hombres divertida y cálida del tradicional
que se disputan el aire a manotazos. cuento de Los tres cerditos. [zp]
[g o ]

64
El p irata de E l vamp ir o
la pata de palo y otras visitas
Ilustraciones Juan Sierra Ilustraciones Jotavé
puesta en escena Misael Torres Cuento
Teatro “El profe Mambrú” no les
Natalión, el pirata de la pata de dice a sus estudiantes “abran los
palo, espera el encuentro con su cuadernos” sino “abran el corazón”.
antagonista, el temible Barbanegra. “La gallina Emperatriz” es un
Mientras este ocurre, entabla homenaje a su abuela, a quien
una relación cercana de amistad Triunfo le escribió cartas “entre la
y rivalidad con un gato que lo niebla y el espanto”.
acompaña siempre, aunque en vez “El ángel” recibe unas alas
de recibir festejos sea el blanco de por correo, pero no le llegan
sus constantes burlas. las instrucciones. “El tío Alejandro
En el feliz final, hasta el gato le Almenábar” cada vez que regresa
pone remedio a su soledad: los de viaje viene cargado de sorpresas.
piratas se vuelven amigos y el A la casa de Pamplona llegan
minino consigue novia. otras visitas: un diablo buscando
El guión de Arciniegas se una moneda, una tía muerta y
complementa con la sugerencia de nostálgica por la muerte de su
vestuario y escenografía de Misael marido, el coronel Santiago, y un
Torres. [f l ] vampiro que luce como un perro
hambriento y al que le falta un
zapato. [go]
El super burro
y otr os h ér o es
Ilustraciones Jorge Moreno Fierro L a casa de ch o co late
Cuento
Ilustraciones Érika Martínez
Diez cuentos replantean el Teatro
sentido del heroísmo que puede Esta adaptación teatral de la
llegar a caer en la marginalidad y la tradicional historia de Hansel y
locura. En “El sapo y la serpiente”, Gretel, cuenta con un lenguaje
el sapo alude a “la obra maestra mucho más fluido y cercano a los
de Dios” como en Hojas de hierba, niños, con situaciones llenas de
de Whitman, mientras que la humor y personajes impactantes.
serpiente se muestra distante frente Gretel Pacheco es una niña
al anhelo del sapo de emularla. “El inteligente, lectora empedernida y
caballero de la almohada” evoca a astuta hermana mayor que logra
Italo Calvino y juega con la figura salvar a su hermanito, Hansel, de la
del autor dentro de la propia obra. olla de la bruja. Esta última, aunque
El personaje no pertenece a la termina chamuscada en el horno,
historia, no es ningún héroe y lo logra salvarse para cumplir su cita
han inventado mal. El culpable con el peluquero. Gretel robará
de su desgracia está fuera de las el libro de la bruja y se dedicará a
páginas y “escribe su vida con estudiar sus hechizos. [zp]
renglones de humo”. [g o ]

65
L a g ota de a g ua L a la g artija y el so l
Ilustraciones Jairo Linares ilustración de la cubierta
Poesía Olga Cuéllar
“Señores, esta es la historia/ de Novela

una gota, van a ver,/ que quiso El sol y la luna son dos
saber quién era/ y el mundo elementos muy recurrentes en la
fue a recorrer”. En su viaje de obra de Triunfo Arciniegas. Uno
autoconocimiento se encuentra de sus personajes, la lagartija,
con varios personajes y lugares. cree tenerlo todo, pero le falta
Desde el comienzo siente ganas de el sol. Se siente desamparada,
volar entre las nubes, pero se cansa y en la noche la hojarasca y los
de los cielos y se transforma en un caminos de la tierra pierden su
pez con cola y aletas. La aventura tibieza. “Si se tiene el sol, también
bajo el agua es breve porque el se tiene la luna, ¿entiendes? Si
mar está frío y los peces muy se tiene el sol se tienen todas las
hambrientos. Con la luna halla cosas del mundo. Apréndete esto,
consuelo, y con el sol, su vida apréndetelo, tener el sol significa
casi termina en un lamento. tenerlo todo”. Las palabras del
Una tarde de lluvia guarda escritor santandereano contienen
la esperanza del reencuentro huellas del viaje hacia los astros
familiar. [g o ] solar y lunar en la búsqueda
incesante de la felicidad. [go]

L a h ij a del vampir o
Ilustraciones Sergio Mora
L a media perdida
Novela Ilustraciones María Fernanda Mantilla
A Alejandro Corazal lo Cuento

angustia la llegada de su nuevo Cuento breve que nos muestra


vecino: un hombre con aspecto el itinerario de una media en
de vampiro, quien empieza a la búsqueda de su hermana
salir con su mamá. A través de extraviada. En el camino, el
toda la narración hay un juego personaje dialoga con un zapato,
de correspondencias con La una mano, un gato, un pocillo,
isla del tesoro. El niño tiene que una silla y un árbol, e identifica
comportarse como Jim Hawkins, lo que no es su hermana. Ella
“que sobrevivió en un barco no tiene cordón, dedos, bigotes,
infestado de piratas malvados”. orejas, patas, ni mucho menos,
El sol se percibe distinto cuando hojas. A través de las diferencias,
Alejandro se enamora de Vanessa la media irá acercándose en
Axuxuntla, la hija del vampiro. forma paulatina a lo que sí es su
“No había mujeres en La isla del hermana.
tesoro pero Jim Hawkins se hubiera La ilustradora utiliza una
enamorado de Vanessa”. Alejandro paleta de colores fríos y tonos
podría arruinarse por esa niña, amarillos para resaltar al personaje
pero tan solo tenía una bicicleta, principal.
una escultura, tres paisajes y unos Una vez más, Arciniegas entra
cuantos libros. [g o ] en el terreno de lo fantástico a
partir del juego con elementos
cotidianos. [go]
66
L a muchacha de L as batallas de R osal ino
T ransilvania y otras Ilustraciones del autor
h isto r ias de amo r Novela
Ilustraciones Jairo Linares Hidalgo caballero, herrero de
Cuento profesión, el extravagante maestro
Con el sentido del humor Rosalino emprende en este libro
característico del escritor, ocho tres batallas en las que enfrenta
historias se entrelazan en una al “zancudo que horrorizaba a las
búsqueda amorosa. En las páginas pulgas”, a “la bruja perseguidora”
del libro, convertidas en escenario, y al “dragón de Chíchira”. Con
aparecen personajes memorables: mucha paciencia y astucia, con
un bandido azul con mala suerte más conversación que fuerza,
y orejas de murciélago; una oveja Rosalino irá venciendo a sus
vanidosa que sale a la calle, como oponentes en unas maniobras
la reina del universo, a romper divertidísimas que harán la delicia
corazones; un príncipe que no de todos sus lectores. Lo acompaña
para de llorar desde que perdió el su gato negro, que duerme en
rastro de su dama de la noche; y una botella para refugiarse del
el mismo Arciniegas, como otro miedo y lo escucha con ironía.
personaje que dialoga con la loca Con imaginación y humor, el
Margarita Díaz, quien lo arrastra autor se apropia de los arquetipos
de la mano y lo sube a su escoba y los vuelve personajes cercanos a
como en El maestro y Margarita, nuestras realidades. [fl]
de Mijaíl Bulgákov. [g o ]

L a silla que perdió una


L a pluma m ás b o n ita pata y otras histo rias
Ilustraciones Michi Peláez Ilustraciones Michi Peláez
Cuento Cuento
Una pluma se extravía por Las historias que integran este
diferentes dueños y lugares. “Se libro se distinguen por rescatar
posa en los tejados y la copa de los situaciones de alto vuelo poético.
árboles, en el sueño de los pájaros El amor es una fuerza que todo lo
y la tibieza de los enamorados”. atraviesa. La flor ama al payaso que
Roza los ríos y bebe “el perfume lucha por no volverse gordo y triste
de los frutos dormidos”, hasta en “El corazón de Margarita”. Con
retornar a Bariloche, quien la vio la pulsión de la vida llega también
por vez primera y, sin dudarlo un el dolor y nos conmueve la princesa
instante, se la regaló a su amada que permanece triste y sola en
Pólita. La narración tiene una “La casa de las cien ventanas”. El
estructura circular y es rica en mundo de los intelectuales y los
tonos y detalles poéticos. Los artistas se encarna en el puerquito
colores cálidos de las ilustraciones doctor en filosofía, el lobo profesor
ambientan las escenas universitario y la Caperucita verde,
emblemáticas de la historia con que escribe “un poema sobre un
un carácter tropical. [g o ] gorrión en el patio recién lavado de
lluvia”. [go]

67
L a s irena de a g ua dulce L a ventana y la bruja
Ilustraciones Alekos puesta en escena César Luna Silva
Novela Ilustraciones Esperanza Vallejo
Adonay es una sirena de cabellos Teatro

rubios y de carne y hueso. Peligra La ventana y la bruja es la


en el río que se ha vuelto “un hilo historia de una familia pobre.
de lástima”, y se está extinguiendo El lector encontrará alusiones a
debido a la contaminación y a la la historia de Aladino y al cuento
inconciencia de los hombres. del lobo y las siete cabritas.
Miguel Ángel Buenaventura y El plano de la cotidianidad se
Gerardo se transformarán en los combina con la fantasía, gracias
“vigilantes del agua” para que la a la aparición de un jarrón
sirena pueda continuar su viaje que cambia el destino de toda
de regreso al mar. Entretanto, la familia. Al frotar el jarrón
Adonay “junta las estrellas como mientras se canta, arroja flores.
piedrecitas, una detrás de otra, Una vez más, los sueños
para volver a casa”. sostienen al mundo en esta
La narración está llena de giros historia donde la bruja tiene un
poéticos y la brevedad de las frases corazón generoso y la felicidad
genera ritmo y precisión. [g o ] se hace visible en medio de la
adversidad. [go]

L a vaca de Octav i o /
L a ara ñ a sube al m o nte L a verdadera histo ria
Ilustraciones Daniela Violi
del g ato co n botas
puesta en escena Misael Torres Ilustraciones Esperanza Vallejo
Teatro Cuento
Dos historias originales Ingeniosa variación de la
e inquietantes que retan la tradicional historia del gato con
imaginación de quienes asuman botas, de Charles Perrault. Al
su montaje. En “La vaca de morir, un molinero deja a sus
Octavio”, Emeterio VII encarcela tres hijos el molino, el burro y el
a la vaca de mantequilla del reino gato. El menor se queda con este
vecino cuando descubre que se último y se alegra porque conoce
come sus flores; pero la vaca es la historia del gato con botas que
patrimonio nacional de ese reino y hizo rico a su amo.
cuando se vislumbra un incidente El muchacho “soñó que una
internacional, habla el bufón. princesa de párpados morados
En “La araña que sube al monte”, le lavaba los pies”. La princesa
nostalgia y soledad tejen una Blanca Flor es fea, pero no está
atmósfera onírica. René busca a tan desesperada como para
Petra, una vaca que come nubes, casarse con un gato. El menor
pero se demora porque juega con de los hermanos puede estar
amigas imaginarias, mucho más tranquilo porque es imposible
presentes que su padre, “un viento ser un pobre diablo cuando se es
que demora”, como dice su madre. el mejor amigo del marqués de
[f l ] Carabás. [go]

68
Los besos de M aría Los o lvidos de A le jandra
Ilustraciones Sandra Ardila Ilustraciones María Fernanda Mantilla
Cuento Poesía
Nueve cuentos hacen uso del Esta es la historia de Alejandra,
recurso de la hipérbole y del juego una niña traviesa y un poco loca.
de la intertextualidad a través de Vive despistada y nunca se queda
situaciones divertidas y personajes quieta. Se divierte poniendo la
insólitos. En “El juego de botones”, foto de la abuela cabeza abajo y
que alude al cuento “La aguja pintándole aretes al retrato del
de zurcir”, de Hans Christian abuelo. Muchos se preguntan
Andersen, tres botones blancos dónde tiene la cabeza. Su
se desprenden de una camisa de originalidad reside en que nunca
colores y ruedan con regocijo ha dejado de ser una “hacedora
por distintos lugares, objetos y de sueños y rarezas”, que desearía
propietarios. “noches de sol y días de luna
En “Besos de loca”, Irene se la llena”.
pasa repartiendo besos a diestra y El texto mantiene la musicalidad
siniestra en las esquinas de Bogotá, de la poesía infantil y las
y en “La sirena loca”, Margarita, ilustraciones en acrílicos generan
aprende a quitarse la cola para calidez y una atmósfera donde
reemplazarla por un par de piernas el juego y el disparate son los
y así bailar en la noches hasta principales elementos de la escena.
destrozar las zapatillas. [g o ] [go]

Los cas ibandid os Lucy es pecosa


que cas i r o ban el s o l Ilustraciones Rocío Parra
y otr os cuentos puesta en escena Misael Torres
Teatro
Ilustraciones Rafael Barajas, El Fisgón
Cuento Una mañana, Lucy, la dueña de
Tres cuentos que despliegan gran la cantina del pueblo, camina entre
imaginación y humor conforman las mesas cantando una canción.
esta obra. En el que da nombre al Está feliz porque su novio,
libro, Plutonio, Plutarco y Plumero, Pepe Ratón, la quiere mucho.
tres bandidos abrumados porque De repente, entra su empleada,
nada les sale bien, deciden robarse trayendo una mala noticia: el
el sol, con lo cual ganarán el grado pendenciero Juan Chicote ha
Honoris Causa al robo, amén del regresado y viene a conquistar
reconocimiento y la súplica por un el amor de Lucy, cueste lo que
pedacito del botín. Entonces ponen cueste.
una tras otra estrategia en marcha. Esta pieza teatral es corta,
En “El árbol de candela”, un loco de parlamentos simples y fácil
siembra un fósforo y cambia para recordación. Las ilustraciones que
siempre a su pueblo, mientras que acompañan el texto son una guía
en “La escopeta de Petronio”, un para elaborar el vestuario. Al final,
hombre sale de cacería con una los jóvenes actores encontrarán
escopeta que dispara flores. [f l ] una propuesta escenográfica. [fl]

69
Mamá n o es una g all ina Mar ía Pep itas
Ilustraciones María Fernanda Mantilla Ilustraciones del autor
Cuento Cuento
Mamá discute con la vecina de María Pepitas está muy afligida.
enfrente. “Cállate, hablas como Su sombrero rojo se ha extraviado.
una lora”, dice mamá. “Y tú eres una Su amiga Petra le ayuda a buscarlo
gallina”, le responde la vecina. en una tarde de sol. Le preguntan
La niña observa a su madre. a todo el vecindario, pero nadie
Ella no tiene plumas ni alas. les da razón. Ni Juan Bigotes, ni
Tampoco pico ni cresta. Y mucho Pedro Ramón. Tampoco Juana
menos patas. Ella “tiene una boca Ratona, ni los hermanos Perales lo
de rosa” y “es un nido de besos”. han visto. María Pepitas lo extraña.
“Mamá no es una gallina. Mamá Es un recuerdo de su abuela.
es linda”. La que está loca, y es una ¿Dónde estará?
lora, es la vecina. Las ilustraciones en acrílico en
Las ilustraciones en acuarela colores cálidos y fríos enfatizan la
sobre textura de papel en colores caracterización de los personajes.
pasteles acentúan la dulzura de la Para este escritor el dibujo está
niña y resaltan la fuerza expresiva ligado a la palabra y a sus tres
de la vecina, quien le añade humor grandes pasiones: la música, la
a esta disparatada historia. [g o ] pintura y la literatura. [go]

M ambr ú se f ue Pecas
a la g uerra Ilustraciones
Ilustraciones Esperanza Vallejo Carlos Manuel Díaz Consuegra
puesta en escena Jaime Villa Cuento
Teatro La desgracia comienza
Flor de Luna, novia del distraído temprano. Lucy despierta sin sus
y pendenciero Mambrú, peligra famosas pecas. Se acerca al espejo,
porque en ausencia de su amado, revisa su rostro y pone un grito
ha sido secuestrada por el general en el cielo. Su habitación huele
Loniega y su tropa, el comandante toda a caballo. Es una señal. Ha
Sándwich y los soldados Perro regresado el temible bandido Juan
Caliente y Helado Combinado. Chicote. Él quiere casarse con ella,
Mambrú y el cartero Cataplún van pero Lucy está enamorada de Pepe
al rescate y dan la batalla final, pero Ratón.
a veces, como descubre Mambrú, el En Río Seco de Todos los Santos
amor puede más que la muerte. Una no llueve desde noviembre. Pepe
divertida obra que reflexiona sobre Ratón no piensa en la lluvia, sino
la guerra, con diálogos originales y en su adorada novia Lucy. Por
personajes caricaturescos. ella es capaz de enfrentar a Juan
Las ilustraciones de Esperanza Chicote, en un arriesgado duelo de
Vallejo dan pistas para el diseño vaqueros, y así asegurar su amor.
de vestuarios, maquillaje y esceno- La narración tiene un estilo
grafías, y complementan las fluido que resalta los contrastes
sugerencias de puesta en escena. entre los personajes. [go]
[f l ]

70
P o r d o nde as o ma la luna Seño ras y seño res
Teatro Ilustraciones Laura Stagno
Cinco piezas teatrales creadas Poesía

por el autor e inspiradas en sus Nueve invitados se preparan


experiencias teatrales con los niños para asistir a la gran fiesta de
de las escuelas veredales cercanas a cumpleaños del Sol, el “rey de
Pamplona, Colombia, componen señores”. La señora Luna “se peina
Por donde asoma la luna, un mejor que ninguna”, el señor Pera
libro que además de presentar se pone el sombrero, la señora
obras como La serpiente de Vaca se perfuma de pies a cabeza,
tierra caliente, Gusano infeliz, el señor Gato se viste de verde, el
Marina hada madrina, La casa de señor Globo baila con el viento,
chocolate y Dulcinea del Toboso, el señor Pez “sale del agua por
cuenta la historia de cómo primera vez”, la señora Oveja sale
surgió cada una y cuáles son muy despacio porque le duelen los
las sugerencias del autor para la huesos, doña Serpiente lleva en su
puesta en escena, la escenografía carterita el aguardiente y el señor
y otros elementos indispensables Caballo “pasa como un rayo”.
para el desarrollo de la misma. El Sol los recibe muy contento
[z p ] y les dice: “Muchísimas gracias,
señoras, señores”. [go]

R o berto est á lo co
Ilustraciones del autor
Serafín es un diablo
Cuento Ilustraciones
Roberto es un sapo con una Gonzalo Rodríguez Villamizar
Cuento
corona de cartón. Le gusta soñar
Serafín es un diablo pequeño,
que es rey de Dinamarca y le
rojo y barrigón, con cachos y
canta a la luna como un poeta
cola. En Pamplona conoce al
clandestino. Colecciona puestas
ángel Barrabás. Serafín llega a
de sol y en los cumpleaños usa
creer que el Sol es una pelota de
sombreros en los pies y un zapato
mantequilla. Le encanta el sonido
en la cabeza. La gente dice que
de las brasas ardientes en su boca.
Roberto está loco, pero muy
Vive entretenido con las flores, el
pocos saben ver más allá de sus
viento, las nubes y el canto de los
disparates.
pájaros. Le gusta hacerle cosquillas
El autor elaboró las ilustraciones
a la gente, matar moscas con su
en acuarela y las fotografió con
tridente y fascinar a las muchachas
cámara digital. Luego las trabajó
con su gracia. Se hace famoso
en el computador y les añadió
después de atrapar a tres bandidos
color. [g o ]
que asaltan un banco. La gente le
replica que sueña con el Sol, pero
lo que le hace falta es el infierno.
[go]

71
To rcuato es un le ó n v ie j o Yo, C laud i a
Ilustraciones Ilustraciones Margarita Sada
Lucas Ospina y Mateo Castillo Cuento
Teatro Claudia vive en un gran
En el país de Dinamarca todo castillo con su padre y con un
anda mal desde el robo de los jardinero, Abelardo del Carpio,
estornudos del rey Torcuato. Él el gato Casimiro del Monte y la
sabe que el tiempo de la gloria ha negra Eufemia, cómplices que
caducado y en su vejez se evade en la cuidan. Ella nos cuenta todo
los placeres de la comida y el sueño. lo que ocurrió desde el día en
Entre otros males, padece la que su padre le cedió el trono
traición de su bufón, la partida de la por tres días.
reina loca que peregrina de país en El autor utiliza un lenguaje
país y la melancolía de su hija, quien entre coloquial, sofisticado
se esfuerza por encontrar el amor. y cotidiano. Tanto las
El autor incluye en la obra el ilustraciones como la historia
poema Intensidad y altura, de César ponen de manifiesto el
Vallejo, y para justificar estos versos protagonismo de Claudia, con
se inventa a un notario sin “el toque situaciones que giran en torno
sagrado” y la magia de escribir. [go] a ella, primeros planos y un
interesante toque de humor,
que mezcla la estética del siglo
T res tr istes t ig res xvii europeo con elementos,
T h ree S ad T ig ers
situaciones y narrativas
Ilustraciones Juan Manuel Ramírez contemporáneas. [fl]
Cuento
“Los tres tristes tigres/ recorrían
el mundo/ contándose las penas/
una y otra vez”. El más grande
“había perdido un diente al rodar
por una montaña”; el mediano
extravió los bigotes en una feroz
pelea y el más pequeño la punta del
rabo en una trampa. La visión de
sí mismos se transforma cuando
encuentran un tigre que ha perdido
las rayas.
En esta colección bilingüe, la
narración se presenta en español
e inglés para ir familiarizando a
los niños con la sonoridad de otra
lengua y las correspondencias entre
ambos idiomas.
Las ilustraciones en crayola, en
colores rojos y amarillos, enfatizan
las características de los personajes
principales. [g o ]

72
Bibliografía presentada en orden cronológico

Su obra como autor


La silla que perdió una pata y otras historias, 1ª edición, ilustraciones de Michi Peláez,
Bogotá, Carlos Valencia Editores, 1988. Última edición, ilustraciones de Henry
González, Bogotá, Panamericana Editorial, 1997.
El león que escribía cartas de amor, 1ª edición, ilustraciones del autor, Bogotá,
Carlos Valencia Editores, 1989. Última edición, ilustraciones del autor, Bogotá,
Panamericana Editorial, 1998.
La lagartija y el sol, Bogotá, Carlos Valencia Editores, 1989.
La media perdida, 1ª edición, ilustraciones de Eduardo Pradilla, Bogotá, Carlos Valencia
Editores, 1989. Última edición, ilustraciones de María Fernanda Mantilla, Bogotá,
Panamericana Editorial, 2002.
Las batallas de Rosalino, 1ª edición, ilustraciones del autor, Medellín, Colina, 1989.
Última edición, ilustraciones del autor, Bogotá, Alfaguara, 2002.
Los casibandidos que casi roban el sol y otros cuentos, ilustraciones de Rafael Barajas,
El Fisgón, México, Fondo de Cultura Económica, 1991.
Caperucita roja y otras historias, ilustraciones del autor, Barranquilla, Comfamiliar
del Atlántico, 1993.
La muchacha de Transilvania y otras historias de amor, 1ª edición, ilustraciones del autor,
Bogotá, Colcultura, 1993. Última edición, ilustraciones de Jairo Linares, Bogotá,
Panamericana Editorial, 1995.
La pluma más bonita, ilustraciones de Michi Peláez, Medellín, Colina, 1994.
El pirata de la pata de palo, ilustraciones de Juan Sierra, Bogotá, Panamericana Editorial,
1996.
La vaca de Octavio; La araña sube al monte, ilustraciones de Daniela Violi, Bogotá,
Panamericana Editorial, 1996.
Lucy es pecosa, ilustraciones de Rocío Parra, Bogotá, Panamericana Editorial, 1996.
Caperucita roja y otras historias perversas, ilustraciones de Alekos, Bogotá,
Panamericana Editorial, 1997.
Después de la lluvia, ilustraciones de Nancy Granada, Bogotá, Panamericana Editorial,
1997.
Mambrú se fue a la guerra, ilustraciones de Esperanza Vallejo, Bogotá, Panamericana
Editorial, 1997.
Serafín es un diablo, ilustraciones de Gonzalo Rodríguez Villamizar, Bogotá,
Panamericana Editorial, 1998.
El Super Burro y otros héroes, ilustraciones de Jorge Moreno Fierro, Bogotá,
Panamericana Editorial, 1999.

73
Torcuato es un león viejo, ilustraciones de Lucas Ospina y Mateo Castillo, Bogotá,
Ministerio de Cultura, 2000.
El vampiro y otras visitas, ilustraciones de Jotavé, México, Fondo de Cultura
Económica, 2001.
La sirena de agua dulce, ilustraciones de Alekos, Bogotá, Grupo Editorial Norma, 2001.
Los besos de María, ilustraciones de Sandra Ardila, Bogotá, Alfaguara, 2001.
Mamá no es una gallina, ilustraciones de María Fernanda Mantilla, Bogotá,
Panamericana Editorial, 2002.
Pecas, ilustraciones de Carlos Manuel Díaz, Bogotá, Panamericana Editorial, 2002.
Amores eternos, ilustraciones de María Fernanda Mantilla, Bogotá, Panamericana
Editorial, 2003.
La gota de agua, ilustraciones de Jairo Linares, Bogotá, Panamericana Editorial, 2003.
La ventana y la bruja, ilustraciones de Esperanza Vallejo, Bogotá, Panamericana
Editorial, 2003.
La verdadera historia del gato con botas, ilustraciones de Esperanza Vallejo, Bogotá,
Grupo Editorial Norma, 2003.
Carmela toda la vida, ilustraciones de Jotavé, México, Fondo de Cultura Económica,
2004.
El amor y otras materias, ilustraciones de Rafael Yockteng, Bogotá, Grupo Editorial
Norma, 2004.
La caja de las lágrimas, 1ª edición, ilustraciones de Carlos Manuel Díaz, Bogotá,
Ediciones B, 2004. Última edición, Caja de lágrimas, ilustraciones de Carlos
Manuel Díaz, Bogotá, Ediciones B, 2008.
Tres tristes tigres, ilustraciones de Juan Manuel Ramírez, Bogotá, Panamericana
Editorial, 2004.
El árbol triste, ilustraciones de Diego Álvarez, México, sm, 2005.
La hija del vampiro, ilustraciones de Sergio Mora, Madrid, sm, 2005.
Los olvidos de Alejandra, ilustraciones de María Fernanda Mantilla, Bogotá,
Panamericana Editorial, 2005.
Roberto está loco, ilustraciones del autor, Bogotá, Fondo de Cultura Económica, 2005.
Yo, Claudia, ilustraciones de Margarita Sada, México, Ediciones Castillo, 2006.
Por donde asoma la luna, Cúcuta, Gato Negro, 2007.
Señoras y señores, ilustraciones de Laura Stagno, Caracas, Ediciones Ekaré, 2007.
Bocaflor, ilustraciones de Rodez, México, Alfaguara, 2008.
María Pepitas, ilustraciones del autor, México, Alfaguara, 2008.
El papá de los tres cerditos, ilustraciones de Diego Álvarez, México, sm, 2009.
La casa de chocolate, ilustraciones de Érika Martínez, México, sm, 2009.

Su obra como ilustrador


Murzi, Jean, Diecisiete fábulas del zorro, Bogotá, Grupo Editorial Norma, 1990.

74
Su obra en antologías
“La chaise qui perdit un pied”, en: Colombia à chœr ouvert, París, Editions François
Majault, 1991.
“Toto de Lucy”, en: Cuentos de esto y de aquello, San José de Costa Rica, Oficina
Subregional de Educación de la unesco, 1993.
“Caperucita roja”, en: Antología de los mejores relatos infantiles, Bogotá, Presidencia
de la República, 1997.
“Biografía”, en: Poesía de América Latina para niños, Sâo Paulo, Coedición
Latinoamericana, 2000.
“El dragón viejo”, en: Historias para girar, México, sm, 2004.
“Una muchacha de cabellos verdes”, en: Historias para habitar, México, sm, 2004.
“Cerdos en el viento”, en: Cuentos y relatos de la literatura colombiana, Bogotá, Fondo
de Cultura Económica, 2005.
“Caperucita roja”, en: Magia literaria, Mérida, Venezuela, Fundalea, 2006.
“Una muchacha de cabellos verdes”, en: Deleite literario, Mérida, Venezuela,
Fundalea, 2009.

Su obra traducida
Ich, Prinzessin Sophia (título original Yo, Claudia), Frankfurt, Fischer Verlag, 2009.

Reconocimientos
1989 vii Premio Enka de Literatura Infantil con Las batallas de Rosalino.
1991 Premio Comfamiliar del Atlántico con Caperucita roja y otras historias.
1 993 Premio Nacional de Literatura de Colcultura con
La muchacha de Transilvania y otras historias de amor.
1 998 Premio Nacional de Dramaturgia para la Niñez con
Torcuato es un león viejo.
2002 Premio Regional de Literatura con El dragón viejo.
2003 Premio Regional de Novela con Mujer de niebla.
2003 Premio de Literatura Infantil Parker con La negra y el diablo.
2 007 Premio Nacional de Cuento Jorge Gaitán Durán con
“Mujeres muertas de amor.”

75
Catalogación en la publicación – Biblioteca Nacional
Triunfo Arciniegas. -- [Bogotá] : Biblioteca Nacional de Colombia, 2009.
p. – (Cuadernos de literatura infantil colombiana. Serie Autores ; 2)
Contenido: Si tuviese una escalera / Margarita Valencia -- El largo camino
de la paradoja a la ironía: el humor en Triunfo Arciniegas / Carlos Sánchez Lozano
-- Los personajes de Triunfo en la búsqueda incesante de la felicidad / Galia
Ospina Villalba -- El teatro para jóvenes de Triunfo Arciniegas / Carlos José Reyes
-- Triunfo Arciniegas, revisitado / Yolanda Reyes -- Entrevista Los cuatro veintes de
Triunfo Arciniegas / Carlos Sánchez Lozano
Bibliografía al final del texto.
1. Arciniegas, Triunfo, 1957- Crítica e interpretación 2. Literatura infantil
colombiana - Historia y crítica I. Analíticas de autor-título II. Serie
CDD: 928.1 ed. 20 CO-BoBN– a676676

Ministerio de Cultura
Paula Marcela Moreno Zapata m i n i s t r a d e c u lt u r a

Biblioteca Nacional de Colombia


Ana Roda Fornaguera d i r e c t o r a
Graciela Prieto coordinación g e n e r a l d el p r o y e c t o

a g r a d e c i m i e n t o s La
Biblioteca Nacional de Colombia agradece a todas las personas e instituciones
que participaron en la elaboración de este libro y muy especialmente:
Fundalectura, Editorial Panamericana, Ediciones SM Colombia, Ediciones SM México,
Editorial Alfaguara, Fondo de Cultura Económica Colombia, Ediciones Castillo,
Ediciones B, Editorial Norma y Babel Libros por el material bibliográfico que
facilitaron tanto para este libro como para la exposición.

© Biblioteca Nacional de Colombia, 2009

e d i c i ó n María Fernanda Paz Castillo


diseño Camila Cesarino Costa
d o c u m e n ta c i ó n Marcela Escovar + Verónica de la Espriella
c o r r e c c i ó n Constanza Padilla R.
e s c á n e r Constanza Medina Díaz + Mauricio Celis Vargas
i s b n 978-958-9177-30-3 978-958-9177-23-5
Hecho el depósito legal
i m p r e s i ó n Panamericana Formas e Impresos s . a . Editorial Nomos sa

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