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El cólera entre Sevilla y Cádiz.

Los casos de Écija, Lebrija y Peñaflor


Manuel Jesús Fernández Naranjo

ÍNDICE
página

1. INTRODUCCIÓN. 1
1.1. El análisis de las crisis demográficas. 1
1.2. Estudio de un período. 1
1.3. Fuentes y metodología. 2
1.4. El cólera como enfermedad epidémica. 5

2. LA EPIDEMIA DE 1834 EN PEÑAFLOR. 6


2.1. Análisis demográfico del período. 6
2.2. La epidemia de cólera. 9

3. LA EPIDEMIA DE 1834 EN LEBRIJA. 13


3.1. Análisis demográfico del período. 13
3.2. La epidemia de cólera. 17

4. LAS EPIDEMIAS DE 1834 Y 1855 EN LA


PARROQUIA DE SANTA MARÍA DE ÉCIJA. 21
4.1. Análisis del período 1829-1839. 21
4.2. La epidemia de 1834. 22
4.3. Análisis del período 1850-1860. 24
4.4. La epidemia de 1855. 26

5. CONCLUSIONES GENERALES. 28

6. BIBLIOGRAFÍA. 31

7. APÉNDICE. 32

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El cólera entre Sevilla y Cádiz. Los casos de Écija, Lebrija y Peñaflor
Manuel Jesús Fernández Naranjo

1. INTRODUCCIÓN.

1.1. El análisis de las crisis demográficas.


El estudio que a continuación se presenta intenta analizar las epidemias de cólera de
1834 en Peñaflor, Lebrija y Écija1, junto con la de 1855, en este caso sólo de Écija. La
motivación de dicho estudio es muy variada y se puede enmarcar en los intentos por aclarar
el comportamiento y la evolución demográfica, no sólo de los grandes núcleos de población
sino también de zonas y núcleos que conformaban el importante ámbito rural, que era
donde se desarrollaba la actividad de la mayor parte de la población andaluza. Junto a esta
finalidad inicial habría que añadir otro objetivo importante, marcado por el grupo de
investigación que estudia las causas de muerte en Andalucía, como es el estudio de la
mortalidad como factor determinante del comportamiento humano.
El análisis de una epidemia se debe a que es la mortalidad la variable demográfica
que mejor puede favorecer o perjudicar el crecimiento de la población y su estudio refleja
más claramente la evolución y el comportamiento que queremos examinar. En una
economía agraria como la de la época que vamos a estudiar los años buenos -ó también
llamados “normales”- sólo se mantenían los niveles de subsistencia, por lo que una
epidemia o un año agrícola desafortunado podía suponer la inversión de la tendencia
demográfica, es decir, se podía producir una crisis de mortalidad y un cambio en el
comportamiento demográfico. Pero si el dato fundamental para descubrir y analizar una
crisis demográfica es el conocimiento de la crisis de mortalidad en general, el análisis se
resentiría si no interrelacionáramos las otras dos series de nacimientos y matrimonios con la
de defunciones para terminar de comprender perfectamente los efectos, no sólo
demográficos, de esas crisis, que es, en definitiva, para lo que nos sirve e estudio de la
población.

1.2. Estudio de un período.


El estudio de la incidencia demográfica de una epidemia para un año no se debe
ceñir a ese año determinado, sino que hay que tener en cuenta las condiciones previas y
observar también las posibles consecuencias que dicha epidemia ha podido causar en años

1
Para esta epidemia, como para la de 1855, sólo se cuenta con los datos de la Parroquia de Santa María.

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posteriores. Por todo esto y siguiendo a Flinn2, que nos indica que para estudiar un año
crítico hay que conocer la cifra media de mortalidad de un período de diez años en el que
se enmarca, llegamos a la conclusión de que hay que fijar el análisis en los cinco años
anteriores y posteriores al año en cuestión. De esta forma tendremos una referencia de la
situación de la población estudiada antes y después de verse afectada por la epidemia.

1.3. Fuentes y metodología empleada.


Las fuentes utilizadas han sido fundamentalmente dos: los registros parroquiales y
las actas capitulares. Sin embargo, hay que hacer dos salvedades, puesto que de las dos
epidemias de Écija no contamos con la documentación municipal y de la epidemia de
Lebrija contamos, o mejor dicho podíamos haber contado, con la documentación del
Hospital de la Santa Caridad, pero ésta, o no existió verdaderamente -algo dudoso por al
característica asistencial, e incluso con capacidad de enterrar, que tenía la hermandad- o
bien se ha perdido en el desorden típico de la documentación de origen y manejo privado.
Habría que añadir en relación con estos aspectos, que dependiendo de las fuentes
disponibles o utilizadas y del enfoque que se le de al estudio que se realiza, puede haber
distintas posibilidades de análisis. El ejemplo más claro que tenemos es la diferencia del
análisis e la epidemia de Peñaflor extraído de un trabajo demográfico de larga duración y el
realizado sobre Écija, en una sola parroquia, sin una continuidad en el estudio de las series
y sin el complemento de otra documentación.
Desde el punto de vista metodológico se ha realizado un simple recuento de las series de
bautizos y matrimonios, excepto de Peñaflor puesto que esos años forman parte de un
trabajo demográfico más completo3, y se ha realizado un estudio más pormenorizado de los
registros de mortalidad con do finalidades principales: observar la incidencia de las
epidemias de cólera, teniendo en cuenta su aparición en un contexto determinado, y
estudiar otras posibles enfermedades como causa de muerte y su posible relación con el
cólera. Finalmente, la documentación municipal me ha servido para completar la
información sobre el período, principalmente en lo que hace referencia a las medidas
tomadas para evitar el contagio o aliviar la situación epidémica, a los efectos que la

2
PÉREZ MOREDA, V. Las crisis de mortalidad en la España interior (siglos XVI-XIX). Editorial Siglo XXI.
Madrid, 1980. Páginas 124-126.
3
FERNÁNDEZ NARANJO, M. J. Una aproximación a la demografía histórica de una zona rural andaluza.
Peñaflor, 1613-1850. Ayuntamiento de Peñaflor y Diputación Provincial de Sevilla. Écija, 1991.
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enfermedad causaba en la vida cotidiana de cada localidad y, en algún caso, para ver la
evolución de la población según padrones vecinales realizados en esos años.
El estudio demográfico lo realizaremos basándonos primero en los números brutos o
datos totales del período y de los años críticos. Para completar este análisis también se
tendrán en cuenta los números índices o porcentuales, algo que podemos realizar desde
dos puntos de vista. El primero de ellos es establecer como índice 100 el primer año del
período con lo que la tendencia de esos índices es muy parecida a lo que hemos observado
anteriormente aunque con los matices propios de estos datos, es decir, aumentar
contrastes. El segundo modo se convierte en un análisis más exacto de la significación de
estos índices al establecer como índice la media de cada serie.
Esta cuestión es discutible por varios motivos: el primero de ellos es que nos
movemos en un período de once años que no está aislado del resto de años anteriores y
posteriores y, por ello, esas medias resultan bastante aleatorias, más de los que por sí lo
son todo tipo de medias, pero esto se solventa con el razonamiento que hicimos para
justificar la elección de un período para analizar una crisis demográfica muy concreta y sus
consecuencias en una población. El segundo motivo de una dudad sobre esta elección
metodológica se refiere, más concretamente, a la
serie de defunciones , puesto que hay tendencias demográficas que no entienden por
mortalidad “normal” la de los años críticos y las medias, por tanto, se establecen sobre los
años considerados “normales” o, dicho de otro modo, “no críticos demográficamente”. Con
este planteamiento, establecer una media del período que estemos es bastante arriesgado
por al existencia de otros años de sobremortalidad claramente diferenciados. Sin embargo,
creo que en un régimen demográfico como el antiguo no considerar normales
acontecimientos frecuentes como las epidemias infantiles no hace honor a la realidad
histórica de esas épocas. Por todo ello, he realizado varias medias diferentes -que se
pueden observar en los cuadros generales del período-, una, la media exacta de los once
años, otra, de todos los años menos del año de la epidemia de cólera, la tercera, sin otros
años e mortalidad y, finalmente, otra media sin valorar ningún año epidémico. A pesar de
todo, la media que me he utilizado para el análisis que a continuación se presenta es la
primera de ellas a causa de lo expuesto anteriormente.

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1.4. El cólera como enfermedad epidémica.


El cólera morbo asiático era una enfermedad prácticamente desconocida hasta esas
fechas en España, aunque era endémica en algunos lugares del continente asiático,
principalmente en el delta del Ganges. Su manifestación es muy violenta al comienzo de la
epidemia, perdiendo intensidad conforme pasan los días, de ahí que durante los primeros
momentos, los de mayor actividad del agente patológico -vibrión “bacillus Vírgula”- la
morbilidad se dispare. La enfermedad requiere como remedio preventivo o para la
disminución de su efectividad, una buena higiene y una separación total de las aguas
residuales y pozos negros de los pozos y aguas potables, puesto que en las aguas
infectadas el agente se multiplica y porque la enfermedad se va eliminando en vómitos y
deyecciones.
Para la enfermedad no se encontró remedio, al menos en los primeros brotes, y sólo el opio
era reconocido de forma general como una posible solución a sus efectos. El remedio real,
la vacuna del investigador Ferrán, no se consiguió hasta 1884 y, a pesar de ello, tuvo que
vencer terribles disputas entre sus partidarios (inoculadores) y sus detractores (no
inoculadores), lo que provocó que no se aplicara de forma efectiva hasta bien entrado el
siglo XX.
El cólera apareció por primera vez en la península, en Portugal, en enero de 1833
desde donde pasa a Galicia. En agosto de ese año se introduce en Huelva y desde allí a
algunas localidades sevillanas y gaditanas y, posteriormente, aparece otro foco extremeño.
Las medidas gubernativas paralizaron el avance de la enfermedad pero cuando los
cordones sanitarios establecidos se anularon volvió a extenderse por otros puntos. En
agosto de 1834 aparece otro foco en la zona mediterránea y el extremeño se extiende por
al movilización del ejército del marqués e Rodil, confundiéndose con la extensión del foco
andaluz.

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2. LA EPIDEMIA DE 1834 EN PEÑAFLOR.

2.1. Análisis demográfico del período.


Los datos brutos que nos ofrecen las tres series figuran en la TABLA 1:

TABLA 1
AÑO BAUTISMOS MATRIMONIOS DEFUNCIONES
1829 98 15 90
1830 96 14 45
1831 73 7 161
1832 67 12 62
1833 78 13 41
1834 61 13 78
1835 47 9 48
1836 67 20 34
1837 64 24 31
1838 71 16 28
1839 65 13 32
TOTAL 787 156 649
MEDIAS
Bautismos 71,5
Matrimonios 14,2
59 De todo el período
Defunciones 57 Excepto 1834
45,5 Excepto 1831 y 1834

Con la interrelación de las tres tendencias podemos ver una serie de cuestiones muy
interesantes para comprender el comportamiento de la población estudiada. En el primer
año del período, a pesar de haber una alta mortalidad, todavía se mantiene cierto
crecimiento por tratarse de los últimos coletazos de una recuperación demográfica iniciada
a principios de la década. Sin embargo, el espectro de la crisis hace su aparición cuando en
1831 el número de nacimientos empieza a descender y el de defunciones experimenta un
aumento espectacular (es el año de mayor mortalidad de la serie estudiada: 1668-1850).
Paralelamente, el número de matrimonios se ve afectado por la situación y cae a la mitad de
los valores de los años anteriores.
En 1834 también producen se produce más muertes que nacimientos pero no con
una diferencia tan notoria como en el caso anterior. Sin embargo, las consecuencias son

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más graves. En 1832, el número de nacimientos no experimenta un descenso importante


con respecto a 1831, los matrimonios aumentan y las defunciones bajan de forma no menos
espectacular a como habían subido anteriormente; pero en 1835 los nacimientos bajan
sensiblemente con respecto a 1834, las defunciones también, aunque se mantengan
todavía por encima de los nacimientos, y la cantidad de matrimonios también disminuye.
Esto viene a indicar que la epidemia de 1831, que fue de alguna enfermedad infantil 4,
influyó menos en el comportamiento y en la evolución de la población que la crisis de 1834,
a pesar de ser más espectacular en cuanto a las cifras. La causa de esta diferencia la
podemos encontrar en que al ser los párvulos los afectados en la epidemia de 1831, las
consecuencias demográficas fueron menores en la evolución de la población al tratarse de
un brote epidémico típico y frecuente, aunque quizás más terrorífico que otros anteriores
como el de 1829, por ejemplo, mientras que la epidemia de cólera afectó a la población
adulta, por lo que dejó más secuelas demográficas al tratarse de población en edad de
casarse y procrear. Finalmente, cuando la población se recupera, los matrimonios suben de
forma clara, quizá los aplazados por la situación anterior, los nacimientos vuelven a
alcanzar el nivel medio y las defunciones se mantienen en unos márgenes bajos.
Pasemos ahora a ver los datos porcentuales, que son los siguientes:

TABLA 2
PORCENTAJES
BAUTISMOS MATRIMONIOS DEFUNCIONES
AÑO
Primer año Media Primer año Media Primer año Media
1829 100 137 100 107 100 152,5
1830 98 129 93 100 50 86
1831 74,5 102 46,5 50 179 273,5
1832 68,5 93,5 80 85,5 69 105
1833 79,5 109 86,5 93 45,5 69,5
1834 62 85,5 86,5 93 86,5 132
1835 48 65,5 60 64 53,5 81,5
1836 68,5 93,5 133,5 143 37,5 57,5
1837 65,5 89,5 160 171,5 34 52,5
1838 72,5 99,5 106,5 114,5 31 47,5
1839 66,5 91 86,5 93,5 35,5 54

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Esta epidemia afectó sólo a los párvulos, se produjo de julio a octubre y no queda constancia de la enfermedad
de la que se trató
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Por estos datos vemos como en la serie bautismal no encontramos con unos
primeros años superiores a la media pero también podemos observar como desde 1834 los
porcentajes no superan nunca la media, lo que viene a reafirmar lo dicho anteriormente
sobre el nivel más bajo del final del período y además volvemos a comprobar la mayor
influencia de la crisis de 1834 que la de 1831 ya que el índice mínimo se sitúa en 1835 y no
en 1832.
Por lo que respecta a los matrimonios, podemos ver confirmado también lo
adelantado más arriba: tras la crisis de 1831 el índice de matrimonios vuelve a niveles
normales, mientras que tras el cólera la cifra de casamientos tarda en recuperarse, pero
cuando lo hace es de forma espectacular en 1836 y 1837.
Los índices de la serie de mortalidad también son significativos y aclaratorios, sobre
todo de la incidencia de las crisis sucesivas, especialmente las de 1829 y 1831. Ambas son
típicas crisis de enfermedades que afectan a los más jóvenes, sobre todo en verano. Así, en
1829, el 55 % de todas las muertes se produjeron entre marzo y julio y el 92 % de ellas
fueron de párvulos; mientras que en 1831 el 75 % de las defunciones se manifiestan de julio
a octubre, más concretamente el 50 % en agosto y septiembre, siendo el 66% de párvulos.
La crisis de 1834 es numéricamente meno importante que estas dos anteriores mientras
que sus efectos, por las características de la enfermedad, sin embargo, son más amplios. El
final del período es claramente descendente, con índices muy bajos, debido no tanto a la
escasez de mortalidad como a que la media refleja la subidas importantes que se
produjeron anteriormente.
Afortunadamente, contamos también para estos años con datos sobre el número de vecinos
y habitantes de la localidad que nos pueden servir para ver la evolución de la villa y ,de esa
manera, comprobar si se corresponden con la evolución ya entrevista. Estos datos se
refieren a los años 1830, 1832, 1836, 1838 y 1839 5. Como sólo en los dos primeros
padrones se reflejan simultáneamente la cantidad de vecinos y el número de vecinos y para
no entrar en el espinoso asunto del coeficiente, vamos a analizar la evolución de la
evolución basándonos exclusivamente en el número de vecinos. Los datos son estos:

5
ARCHIVO HISTÓRICO MUNICIPAL DE PEÑAFLOR (AHMP). Gobierno. Actas Capitulares, legajo 5.
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TABLA 3
AÑO VECINOS HABITANTES
1830 522 1.847
1832 478 1.619
1836 426
1838 427
1839 501

Estas cifras, aunque quizá no totalmente exactas, nos ofrecen una tendencia muy
marcada. En primer lugar, se confirma plenamente que se trata de una década depresiva
puesto que se pierden vecinos. Sin embargo, podemos distinguir una etapa de descenso
profundo de 1830 a 1836 debida principalmente a dos motivos. El primero es que, como ya
se ha dicho, se parte de una década anterior de importante recuperación poblacional y, por
ello, los vecinos reflejados en el primer recuento son, posiblemente, un número bastante
más elevado de lo habitual -en concreto, el dato más fiable anterior a esas fechas, el Censo
de Floridablanca de 17866, refleja una población de 1.266 habitantes y un equivalente
aproximado de 362 vecinos- consecuencia inequívoca de dicho crecimiento. La segunda
razón por la que se observa dicho descenso es ya un hecho intrínseco al período analizado:
sus tres brotes de sobremortalidad que hacen descender el volumen de población de
Peñaflor durante estos años en 96 vecinos, lo que significa un descenso del 18,4 % con
respecto a la población del primer informe, o lo que es lo mismo, una disminución del 2,6 %
anual del 1830 a 1836.
Posteriormente, de 1836 a 1839, se produce la recuperación debida a la inexistencia
de crisis de mortalidad durante esos años, con un aumento general del 17,6 % y del 4,4 %
anual. De esta forma, la recuperación hace que casi se alcance el número de vecinos del
principio de la década y demuestra que dicho remonte es más rápido que la cída anterior.

2.2. La epidemia de cólera.


En Peñaflor todos los acontecimientos generales relacionados con la epidemia se
observan claramente. Así, el 4 se septiembre de 1833, al Ayuntamiento acuerda el
establecimiento de una Junta de Sanidad:
“mediante tener noticias de haverse introducido en la peninsula el mal nombrado colera morbo
cuyos estragos son vien notorios y sin embargo de no haberse circulado por la capital

6
REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA (RAH). Manuscrito 9/6245.
9
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disposicon de precaucion en uso de facultades...acordaron se instale desde luego una Junat en


7
esta villa ” .

Posteriormente, no hay más noticias hasta el 15 de julio de 1834, que es cuando se


constata que la enfermedad ha penetrado en la villa, estableciéndose algunos posibles
remedios, mas caritativos que eficaces.
“que desgraciadamente en el dia de hayer fue invadida la villa de la contagiosa enfermedad del
colera morbo...se abra desde luego una suscricion a efecto de que las personas que quieran
alistarse en ella lo hagan fixando la cantidad con la que contribuya y que esta sea la que
socorra diariamente a los enfermos pobres, personas de igual clase que se hallen
incomunicados en los puntos de observacion y demas gastos que ocurran en todo el tiempo que
8
dura la epidemia “ .
Finalmente, el 17 de julio hay nuevas noticias sobre la evolución de la enfermedad:
el cura, D. José Molina y Vallejo y D. Francisco Saenz, actúan como auxiliares de la
corporación:
“a causa de haverse ausentado de esta villa huyendo de la enfermedad del colera que se
padece en ella a escepcion de D. Manuel Riesgos, diputado que se halla en el lazareto de
observacion por haver fallecido como tambien todas las demas personas capaces del pueblo
su mujer de la enfermedad reciente y D. Vicente Parias que se hallaba tambien en
observacion...en atencion a no haver en el dia ningun recurso a la mano para subvenir al
socorro de los muchos enfermos que se prensentan ni con que atender a los demas gastos
precisos que se presentan...se recurriese al Señor Gobernador Civil de esta provincia para que
se autorizase a esta corporacion a fin de que los fondos del Posito...echase mano...para los
gastos indicados “ 9.
Podemos concluir de todo esto que las medidas del gobierno no fueron todo lo
eficaces que podían haber sido puesto que es el propio ayuntamiento el que tiene que
nombrar una Junta de Sanidad. Además, podemos ver los escasos, e ingenuos, medios con
los que se contaba para hacer frente a una epidemia grave como la que se estaba
sufriendo, tanto en el aspecto sanitario como, sobre todo, en el económico.
De esta forma, conocemos las noticias que nos ofrecen las actas capitulares que nos
informan de la situación crítica que vivió la villa durante los peores momentos de la
epidemia. Ahora analizaremos los datos de mortalidad de ese año en concreto para

7
AHMP. Gobierno. Actas Capitulares, legajo 5.
8
Ibidem.
9
Ibidem.
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comprender mejor cómo se vio afectada la población. En 1834 se producen 78 defunciones


que podemos desglosar de la siguiente forma:

TABLA 4
MESES TOTAL DEFUNCIONES PORCENTAJES
Enero a Junio 27 34,5 %
Julio a Agosto 36 46 %
Septiembre a Diciembre 15 19,5 %

Es decir, casi la mitad de las defunciones se producen en dos meses en los que la
villa se ve afectada por la epidemia. Si nos detenemos sólo en los datos de esos dos meses
observaremos mejor la incidencia de dicha enfermedad puesto que mueren 31 personas de
cólera (86 %) y sólo 5 por otras causas (14 %). Como podemos ver claramente, las muertes
por cólera son la inmensa mayoría por lo que habría que aproximarse más y ceñirse a los
días de mayor incidencia. Así, observamos que desde el 16 de julio, cuando muere el primer
afectado, hasta el 8 de agosto, fallecen 29 personas, todas ellas de cólera, que representan
el 37 % de todo el año, el 80 % de los dos meses reseñados y el 93,5 % de todas las
defunciones por cólera. La incidencia diaria es la siguiente:

TABLA 5
MES DÍA MUERTES MES DÍA MUERTES
16 1 2 2
17 1 3 2
18 6 4 2
AGOSTO
19 4 6 1
JULIO 21 1 8 1
23 2 12 2
26 3
27 1
28 2

Como vemos, se refleja ese comienzo violento y catastrófico que ya anunciamos en


el comentario sobre la enfermedad en general, que es lo que marca el recuerdo colectivo
que se tenía del cólera y que hizo de esta enfermedad fuera la más temida durante el siglo
XIX.
Aparte del lazareto o zona reservada que se establece para juntar a los enfermos y
los posibles contagiados y evitar la extensión de la enfermedad, también se crea un campo
de enterramientos o campo de coléricos, que aparece en las partidas pero sin que
tengamos referencias del lugar exacto donde se asentó, aunque lo más lógico sea pensar
11
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que se hubiera situado fuera del recinto del pueblo. En este lugar son enterrados 22
difuntos, mientras que el resto, nueve, se entierra en diferentes lugares.
Ya hemos analizado detenidamente la incidencia general de la epidemia en
Peñaflor. Ahora vamos a centrarnos en un análisis comparativo de la mortalidad según el
sexo para ver sus posibles efectos diferentes. La mortalidad masculina es mayor en todos
10
los períodos analizados de la serie con una media del 53 %, lo que puede ser lógico si
tenemos en cuenta que nacen más varones que hembras por lo que también deben morir
en mayor número, a no ser que distorsiones ocasionales como la emigración o epidemias
específicas modifiquen este aspecto. En el período de once años estudiado hay un año en
que mueren la misma cantidad de ambos sexos, cuatro en que mueren más hembras y seis
en lo que ocurre lo contrario. En general, mueren 328 varones y 313 hembras (51% y 49 %
respectivamente) por lo que podemos afirmar que se mantiene la tónica general.
Si nos fijamos en el año de la epidemia de cólera, los datos nos informan
sobre 78 muertes, 29 son de varones (37 %) y 49 del sexo femenino (63 %), lo que
viene a decir que muere casi el doble de este sexo que del masculino. El que ocurra
esto no es algo totalmente anormal, ya lo hemos visto incluso en este período, lo
que sí resulta extraño es que el predominio sea tan claro. Atendiendo a las muertes
por cólera, se vuelve a repetir aproximadamente el mismo porcentaje para cada
sexo, ya que de 31 muertes, 12 son masculinas y 19 femeninas y si observamos
este mismo fenómeno en el resto de las defunciones del año también se muestra la
misma tendencia: 17 varones y 30 hembras. Por todo ello, podemos concluir que la
excesiva mortalidad femenina durante este año, lo que podría haberse explicado por una
mayor incidencia de la enfermedad sobre las mujeres, no tiene mucho que ver con dicha
enfermedad, siendo un año anómalo es este aspecto dentro de la generalidad de la serie.
En cuanto a la edad de los difuntos (más que de la edad tendríamos que hablar de
la diferencia entre adultos y párvulos) el 100 % de los que mueren por el cólera son adultos;
y durante esos meses no se produce ni un registro de defunción de párvulos, de forma
extraña, puesto que desde comienzos del siglo XVIII se refleja fielmente la mortalidad
11
infantil , y se trata de unos meses donde normalmente se concentraba este tipo de
mortalidad. Este hecho creo que puede tener dos explicaciones. Una, poco creíble por lo

10
FERNÁNDEZ NARANJO, M. J. Una aproximación ...

11
Íbidem.

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dicho antes, que no se hubiera producido ninguna defunción de párvulos. Y otra,


posiblemente más cercana a la realidad, que no se hubieran registrado los párvulos
muertos durante esos momentos de mayor virulencia de la epidemia colérica.

3. LA EPIDEMIA DE 1834 EN LEBRIJA.

3.1. Análisis demográfico del período.


En el caso de Lebrija los datos son los siguientes

TABLA 6
AÑO BAUTISMOS MATRIMONIOS DEFUNCIONES
1829 356 56 197
1830 348 50 360
1831 392 47 198
1832 407 37 174
1833 338 57 137
1834 399 66 239
1835 384 66 93
1836 409 60 127
1837 345 108 210
1838 344 91 134
1839 407 69 140
TOTAL 4129 707 2009
MEDIAS
Bautismos 375,5
Matrimonios 64,5
182.6 De todo el período
Defunciones 165 Excepto 1830
177 Excepto 1834
156,5 Excepto 1830 y 1834

En un análisis interrelacionado de las series podemos observar cómo los bautizos se


mantienen en unos niveles muy altos durante casi toda la etapa, con dos pequeños baches
en 1833 y 1837-1838, situándose, por ello, siempre por encima de la mortalidad, excepto en
1830, lo que ya nos da una idea de la importancia de esta crisis en Lebrija. Por lo que
respecta a los matrimonios, se produce un ascenso casi continuado, tras un pequeño bache
relacionado con la grave crisis de 1830, que culmina en 1837 y, seguramente, este aumento

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importante de los matrimonios está más vinculado con la recuperación de las dos crisis
anteriores de 1830 y 1834 que con el aumento de mortalidad de ese año.
Finalmente, las defunciones experimentan tres aumentos significativos en 1830,
1834 y 1837. Al ocurrir que la primera crisis es la más grave con diferencia, la tendencia del
período es descendente en contraposición al aumento claro de los casamientos y la
estabilidad relativa de los nacimientos. La crisis de 1830 se pudo deber no sólo a alguna
enfermedad infantil, puesto que durante los meses de octubre y noviembre el 85,5 % de los
muertos son párvulos, sino también a fiebres "intermitentes" como dicen las fuentes
municipales, que afectarían a la población adulta que también experimenta un aumento de
la mortalidad. La crisis de 1834 se debe, lógicamente, al cólera o "contagio" , y la
analizaremos más adelante, mientras que la de 1837 es una crisis menor debida
seguramente a alguna enfermedad típica infantil durante los meses de verano. Relacionado
con este último dato y con lo anteriormente expuesto nos encontramos con un hecho que
puede terminar de completar el análisis ofrecido hasta aquí, puesto que de todos los años
del período sólo 1830 y 1837 tienen un mayor índice de defunciones de párvulos (también
1829, pero este años no es de sobremortalidad) mientras que en 1834 la mortalidad de
adultos es muy superior como vemos en la tabla siguiente:

TABLA 7
AÑO TOTAL PÁRVULOS ADULTOS
1829 197 119 78
1830 360 242 118
1831 198 87 111
1832 174 61 113
1833 137 62 75
1834 239 60 179
1835 93 22 71
1836 127 46 81
1837 210 115 95
1838 134 58 76
1839 140 65 75

Pasamos ahora a los números porcentuales donde nos encontramos un análisis que
en su primer enfoque no ofrece matices significativos pero que desde el segundo modo de
análisis nos enseña algunas novedades (los datos se encuentran en el cuadro 8).
Los porcentajes de bautismos nos ofrecen una imagen de estabilidad pero con
tendencia al ascenso debido, posiblemente, a una cierta pérdida en los niveles de

14
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12
nacimientos tras la impresionante recuperación producida desde 1813 a 1824 . Tras ese
despegue se produce un leve caída que llevará a que el período comience, al contrario que
en Peñaflor, con unos niveles algo inferiores y, por ello, dando esa sensación que
anunciamos antes. Los porcentajes nupciales también aparecen con esa tendencia más
destacada, sobresaliendo por elevado el dato del año de la epidemia de cólera. En el caso
de las defunciones, la tendencia es descendente por su inicio superior.
La interpretación de estos datos, se puede resumir en que la influencia de las
epidemias de fiebres, por su cercanía a una zona propensa a ese tipo de enfermedades
como era la marisma, mantienen alta la mortalidad en Lebrija y esta situación se ve alterada
por la llegada del contagio colérico, descendiendo esos niveles después de forma
significativa.

TABLA 8
PORCENTAJES
BAUTISMOS MATRIMONIOS DEFUNCIONES
AÑO
Primer año Media Primer año Media Primer año Media
1829 100 94´5 100 87 100 107,5
1830 97,5 92,5 89,5 77,5 182,5 197
1831 110 104,5 84 73 100,5 108,5
1832 114,5 108,5 66 57,5 88,5 95
1833 95 90 101,5 88,5 69,5 75
1834 112 106,5 117,5 102,5 121,5 131
1835 107,5 102,5 117,5 102,5 47 51
1836 115 109 107 93,5 64,5 69,5
1837 97 92 193 168 106,5 115
1838 96,5 91 162,5 141,5 68 73,5
1839 114,5 108,5 123 107,5 71 76,5

También en el caso de Lebrija contamos con cifras de los vecinos y habitantes de la


villa que dan respuesta a unos informes sobre distintos aspectos que contienen entre otros
puntos dicha información en 1832, 1838 y 1839. Los datos son estos:

12
FERNÁNDEZ NARANJO, M .J. Movilidad y estancamiento. La población de Lebrija durante el siglo XVIII. Hermandad de los
Santos de Lebrija. Lebrija, 1996. En esos años se pasa de 188 bautizos en 1813 a 409 en 1824.

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TABLA 9
AÑO VECINOS HABITANTES
1832 1818
1836 2031
1838 1995 7741

Con ellos y con dos elementos más a tener en cuenta, vamos a realizar una
semblanza de la evolución del número de habitantes de Lebrija. Según el Censo de
Floridablanca, Lebrija tenía 6.628 habitantes que no aumentarían mucho, según los datos
con los que contamos, hasta finales del siglo XVIII y que, por el contrario, se verían muy
13
reducidos por la epidemia de fiebre amarilla de finales de 1800 . De esa fuerte reducción,
de aproximadamente un tercio de la población, no se recuperó Lebrija durante los difíciles
años de comienzos del siglo XIX hasta que se produjo el despegue más arriba comentado.
Pasando ya a los datos del período, tenemos una tendencia algo anómala y que no
se acomoda bien a lo analizado anteriormente pues para los años más críticos tenemos un
aumento del número de vecinos y una disminución para la etapa de cierta recuperación tras
1834. Una posible interpretación sería la poca fiabilidad de los datos por sus fines y la
generalidad con la que se ofrecen, pero son los únicos que tenemos y no los hemos
criticado en el caso de Peñaflor cuando eran similares. Otra consideración, quizá más
cercana a la realidad, sea que tras el violento ataque de la epidemia de 1800 y el difícil
inicio de siglo, la recuperación producida hizo aumentar los niveles de finales del siglo
anterior, posiblemente algo más, y esa recuperación, incluso frenada bruscamente por el
brote de 1830 y el cólera de 1834, siguiera su curso manifestándose en el aumento de
habitantes.
La respuesta a este asunto, y quizá una solución intermedia a las dos
interpretaciones ofrecidas, pueda estar en una noticia que ofrece el cabildo sobre "la
justificación de la baja de almas en el ultimo padron" y en la que se dice que hubo "una

13
La única referencia encontrada que no sean datos estadísticos es una nota al final del Libro 47 de bautismos, que por lo vali oso
de su información transcribimos a continuación:
NOTICIA DE LA EPIDEMIA QUE PADECIO ESTE PUEBLO EL AÑO DE 1800:
"En esta villa de Lebrija en veinte y ocho del mes de agosto de mil y ochocientos empezo a padecer este pueblo la epidemia de
fiebre amarilla y el bomito negro, y duro hasta el dia tres de diciembre de dicho año. Murieron en dicho tiempo do s mil y cien
personas las mas de veinticinco a quarenta años de edad, los mosos mas robustos mas sanos y murieron mas hombres que
mujeres entre ellos veinte sacerdotes eclesiasticos, once capellanes, y siete religiosos sacerdotes y tres religiosas. No se
verifico que se huviera muerto alguno sin haver recibido los santos sacramentos. Y se conservo D. Juan Sanchez Barranco
cura theniente administrando todos los sacramentos casi todo el mas del tiempo que duro la epidemia, solo, y sin haver
padecido en dicho tiempo el mas minimo dolor de cabeza, y por este beneficio particular del señor y en acción de gracias por
todo canto dicho D. Juan el Tedeum el dia de la Purisima Concepcion".

16
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equivocación involuntaria de 154 almas" debido a varias causas: no incluir los muertos del
Hospital de la Caridad, niños expósitos enviados a Jerez, mozos enviados en el primer
reemplazo, familias que se hallaban ausentes y trabajadores del campo "que habian
emigrado a causa de no encontrar en esta acomodo para su sustento". Es decir, la
tendencia podría ser la indicada pero los datos puede también engañarnos por su poca
fiabilidad.

3.2. La epidemia de cólera.


La primera noticia relacionada con la epidemia de cólera que se produce en Lebrija
(el 20 de setiembre de 1833) está relacionada con el primer brote colérico de ese verano y
se refiere a una orden de la Junta Superior de Sanidad de la provincia que "habia facultado
a la municipal de esta villa para que hiciese uso de los fondos publicos que hubiese para
atender a los gastos del segundo cordon". Esta Junta local se habría formado entre el 10
de junio y el 12 de julio cuando existe una laguna documental en las actas, puesto que no
hay referencias suyas ni antes ni después de esas fechas.
Ya el 1 de junio de 1834 tenemos información sobre la epidemia de ese año:
" reunidos a efectos de señalar fondos para los gastos de sanidad para la composicion de tapias
y utensilios para las guardias y demas gastos que puedan concurrir en atencion a lo que se ha
recibido de la Junta de Sanidad de la ciudad de Sanlucar de Barrameda en que se manifiesta
14
haberse presentado enfermedades sospechosas en la ciudad de Arcos" .
A finales de julio tenemos otra noticia por una orden para que "todos los empleados
de cualquier clase dependientes de Gracia y Justicia y de consiguiente dependientes de la
Real Audiencia de Sevilla que se hayan fuera del pueblo de su destino con real licencia o la
de un jefe inmediato se regresen inmediatamente a él como esten invadidos del colera
morbo; y que bajo ningun pretexto puedan salir sino es para asuntos del Real Servicio" 15.
Estas son las noticias generales del planteamiento de la epidemia lebrijana que
vamos ahora a analizar desde el punto de vista demográfico. En 1834 hay registrados 239
defunciones en los Libros Sacramentales, de ellas 117 mueren del "contagio" , que es como
se denomina en las partidas al cólera, es decir, el 49 % de todas las muertes de ese año.

14
ARCHIVO HISTÓRICO MUNICIPAL DE LEBRIJA (AHML). Gobierno. Actas Capitulares, legajo 19.

15
Íbidem

17
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Esas defunciones podemos dividirlas en tres períodos claramente marcados en el año que
nos ayudarán a comprender la incidencia de la epidemia.

TABLA 10
MESES TOTAL DEFUNCIONES PORCENTAJES
Enero a Junio 39 16,5 %
Julio a Agosto 181 75,5 %
Septiembre a Diciembre 19 8%

Como podemos observar, la mortalidad se concentra de forma macabra en los


meses epidémicos. Si ahora nos fijamos sólo en ese momento, los muertos por cólera son
todos adultos y representan el 65 % de todos los difuntos de esos meses. Y, finalmente,
vamos a observar la frecuencia de la mortalidad diaria del contagio:

TABLA 11
MES DÍA MUERTES MES DÍA MUERTES MES DÍA MUERTES
10 2 2 2 2
19 1 3 2 4
22 1 7 1 5
24 2 8 2 6
JUNIO

25 3 9 2 7
26 2 10 1 8
27 5 11 2 9
28 1 12 2 10
29 1 13 1 11
14 2 12
AGOSTO

15 1 13
16 3 14
JULIO

17 3 15
18 3 17
19 3 21
20 6 22
22 4 23
23 5 24
24 3 25
25 2 27
26 1 29
27 1 31
29 4
30 2
31 2

Observando estos datos vemos cómo la epidemia comienza a causar muertes el 10


de junio teniendo unos inicios dubitativos y un agravamiento a finales de mes, aunque el
18
El cólera entre Sevilla y Cádiz. Los casos de Écija, Lebrija y Peñaflor
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momento álgido de la epidemia se sitúa del 16 al 24 de julio cuando se producen el 25,5 %


de todas las muertes coléricas. A partir de ahí el contagio continúa de forma menos brusca,
excepto algunos días de mayor virulencia a finales de julio y principios de agosto,
desapareciendo en septiembre donde de dos difuntos uno es el último que figura como
muerto por el "contagio".
Además de estos datos habría que aclarar un asunto importante tanto para ver la
incidencia de la epidemia como para tener en cuenta aspectos de asistencia los enfermos,
y no es otro que el papel del Hospital de la Caridad. Según las actas capitulares, en la
"justificación de baja de almas" de 1839 que vimos anteriormente, se informa que los
muertos en dicho hospital no se apuntaban en los registros parroquiales por lo que se
deduce que en un año de sobremortalidad este elemento tendría todavía más justificación.
Sin embargo, no existe documentación sobre ese aspecto o, al menos, en una masa
documental no clasificada e inventariada, no se han encontrado. Tan sólo han aparecido
unas "cuentas de botica" que podrían indicar un mayor gasto durante ese año pero
curiosamente el año de menor gasto fue el de la epidemia de cólera 16. Esto puede tener una
explicación, como hipótesis a comprobar, que intente aclarar también la inexistencia de
registros de defunción en el Hospital, que es la posibilidad de una documentación que
podríamos llamar especial, tanto para los gastos como para los registros, en un momento
más que delicado y que habría desaparecido en el desorden típico de una documentación
privada.
Otro aspecto importante del cólera lebrijano lo tenemos en el lugar de enterramiento
para los muertos en la epidemia. Durante los años anteriores a 1834 los muertos se
enterraban en el "panteon del Castillo" , dentro o en los alrededores de la iglesia del
Castillo, posiblemente desde que a finales del siglo XVIII estuviera saturada la parroquial de
Santa María de la Oliva. Sin embargo, desde el mismo 10 de junio de 1834 se empieza a
enterrar en un cementerio, en apariencia nuevo y explícitamente previsto para la epidemia:
el llamado, de forma podríamos decir que poética "panteon de la obscuridad". Incluso las
actas capitulares confirman esa existencia cuando por un acuerdo de 30 de diciembre de
1834 se dice:
"interim no se aprueba el expediente para la formacion del Panteon de la oscuridad, no se
entierren los cadaveres del Castillo bajo de ningun pretesto y si en el establecido cuando ataco
el colera a esta villa".

16
ARCHIVO DEL HOSPITAL DE LA CARIDAD. Papeles sueltos.

19
El cólera entre Sevilla y Cádiz. Los casos de Écija, Lebrija y Peñaflor
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Es decir, según todo esto, la epidemia provocó la aparición de un nuevo cementerio que
se siguió utilizando tras ella como lo confirman las partidas de años posteriores. Hasta aquí
todo normal, pero hay que introducir otro elemento que complica este hecho puesto que en
la epidemia de fiebre amarilla de 1800 también se nombra ese "panteon de la obscuridad" y
en las actas capitulares de ese año se observa de forma muy clara los conflictos de
competencias entre el Ayuntamiento y la Iglesia por la administración y conservación de
dicho lugar. Por lo tanto, podemos concluir que con la grave epidemia de 1800 se
empezaría a enterrar en un lugar alejado de la villa, el actual cementerio, que seguramente
se dejó de utilizar hasta la nueva epidemia de 1834 y que tras ella fue el único sitio
disponible para los cadáveres por lo que quedó ya como definitivo camposanto.
Un último aspecto, tan importante como ilustrativo de las consecuencias sobre todo
económicas del cólera, es una contestación del ayuntamiento a un oficio del señor
Intendente de Sevilla, de fecha 5 de septiembre de 1834, sobre "que si en razon a las
actuales sircunstancias debia celebrarse la feria concedida en los dias diez, once y doce del
presente mes". Sobre este aspecto el ayuntamiento acordó:
" de conformidad que se hiciese presente a su señoría que el estado actual de la salud de la
población es principiando la cuarentena de observacion y le hera muy perjudicial toda reunion
por lo que todos los vecinos de ella que habian emigrado por la enfermedad contagiosa no
habian entrado observando la marcha que la enfermedad llevaba para precaver el que tal vez
17
se volbiese a presentarla enfermedad" .
En la última sesión, sobre la realización de un pago de contribuciones se afirma:
" que las circunstancias no le permiten mas consideraciones y el Ayuntamiento en vista y
atendidas las actuales en que se haya la población con la mala cosecha, aislada la industria y el
18
comercio interior convaleciente del contagio que la a afligido" .
Todo esto nos indica la influencia general de la epidemia, no sólo el que haya más o
menos muertes sino la paralización que suponía para el desarrollo de la vida normal de la
población.

17
AHML. Gobierno. Actas Capitulares, legajo 19.

18
Ibidem.

20
El cólera entre Sevilla y Cádiz. Los casos de Écija, Lebrija y Peñaflor
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4. LAS EPIDEMIAS DE 1834 Y 1855 EN LA


PARROQUIA DE SANTA MARÍA DE ÉCIJA.

En el caso de Écija partimos con una desventaja, sólo contamos con los datos de
una de las seis parroquias y por ello no podemos realizar un estudio comparativo de los
efectos del cólera en ellas, lo que sin duda ofrecería matices sociales interesantes. Pero,
por otra parte, tenemos datos de la epidemia de 1855 y podemos, además, observar otras
causas de mortalidad puesto que desde 1841 los motivos de defunción son muy frecuentes
en las partidas. Junto a ello habría que añadir que la parroquia de Santa María es, como la
de San Juan, una parroquia que podríamos llamar intermedia en el paisaje urbano y
sociológico de la ciudad ecijana, combinando una parte céntrica de tono más nobiliario y
otra zona algo más periférica que se va convirtiendo en una zona de matiz más popular.

4.1. Análisis demográfico del período 1829-1839.


Los datos brutos son los siguientes:
TABLA 12
AÑO BAUTISMOS MATRIMONIOS DEFUNCIONES
1829 98 18 48
1830 97 20 51
1831 110 18 87
1832 114 28 85
1833 108 22 48
1834 105 15 142
1835 76 16 62
1836 106 31 66
1837 108 19 41
1838 94 25 33
1839 106 24 24
TOTAL 1122 236 687
MEDIAS
Bautismos 102
Matrimonios 21,5
62,5 De todo el período
Defunciones
54,5 Excepto 1834

21
El cólera entre Sevilla y Cádiz. Los casos de Écija, Lebrija y Peñaflor
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La relación de estas tres series nos indica una situación marcad muy claramente por
la epidemia de 1834 y menos por los otros dos años de elevada mortalidad en 1831 y
1832. Así nos encontramos con una cierta estabilidad en los nacimientos, sólo rota por la
caída de 1835 lo que tiene su contraposición en la elevada punta de mortalidad de 1834 y
por el descenso de matrimonios de 1834 y 1835 con una importante recuperación en 1836.
Como vemos la influencia de la epidemia es determinante en el comportamiento de la
población parroquial y podríamos extenderlo quizá también al resto del núcleo ecijano.
El análisis de los números porcentuales nos confirma de forma más clara esta
incidencia de la epidemia de cólera que provoca un descenso de los nacimientos y
casamientos el año siguiente y una cierta recuperación en 1836.

TABLA 13
PORCENTAJES
BAUTISMOS MATRIMONIOS DEFUNCIONES
AÑO
Primer año Media Primer año Media Primer año Media
1829 100 96 100 84 100 77
1830 99 95 111 93,5 106 81,5
1831 112,5 107,5 100 84 181 139,5
1832 116,5 111,5 155,5 130 177 136
1833 110,5 105,5 122 102,5 100 77
1834 107 103 83,5 70 295,5 227,5
1835 77,5 74,5 88,5 745 129 99,5
1836 108,5 104 172,5 144,5 137,5 105,5
1837 110 105,5 105,5 88 85,5 65,5
1838 95 92 138,5 116,5 68,5 53
1839 108 104 133,5 113 50 38,5

4.2. La epidemia de cólera de 1834.


En los registros parroquiales de Santa María nos encontramos con dos deficiencias:
no se contabilizan los párvulos y no se anota la causa de la muerte en el año de la epidemia
colérica, hechos que sí ocurrían en Peñaflor y Lebrija. Por ello, el análisis debe ser más
aproximativo y no puede ser tan riguroso como el de las otras dos localidades. Además, al
no contar con información de las actas capitulares no tenemos, de momento, otra
información complementaria. De todas formas podemos avanzar una serie de hechos.
En primer lugar, podemos decir que la epidemia debió empezar en julio y terminar en
octubre, como lo demuestran os siguientes datos:

22
El cólera entre Sevilla y Cádiz. Los casos de Écija, Lebrija y Peñaflor
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TABLA 14
MESES TOTAL DEFUNCIONES PORCENTAJES
Enero a Junio 31 22 %
Julio a Octubre 99 69,5 %
Noviembre a Diciembre 12 8,5 %

Dentro del período epidémico va a ser el mes de agosto el de mayor incidencia,


sobre todo del 13 al 22 de ese mes, días en los que se registra el 38,5 % de todas las
defunciones (véase el tabla 15).

TABLA 15
MES DÍA MUERTES MES DÍA MUERTES MES DÍA MUERTES MES DÍA MUERTES
4 1 3 2 5 1 3 1
10 2 7 1 6 2 4 2
17 1 8 2 7 2 6 7
JULIO

OCTUBRE
18 1 9 1 14 1 7 1
SEPTIEMBRE

19 1 10 3 17 2 12 1
2 1 11 2 19 1 14 1
28 1 13 4 21 1 16 1
31 2 14 4 22 1 18 2
15 3 23 1 23 1
AGOSTO

17 2 27 2 28 1
18 3 29 2
19 8 30 1
20 4
21 3
22 3
23 2
24 1
25 1
26 4
27 1
30 1

Otro asunto a discutir es si todos esos muertos de esos meses son de cólera o si no
se produce alguna muerte por dicha epidemia antes de julio. Pero esa duda, con los datos
que disponemos, no podemos resolverla totalmente.

23
El cólera entre Sevilla y Cádiz. Los casos de Écija, Lebrija y Peñaflor
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4.3. Análisis demográfico del período 1850-1860.


TABLA 16
AÑO BAUTISMOS MATRIMONIOS DEFUNCIONES
1829 144 20 60
1830 134 32 48
1831 114 20 69
1832 134 17 63
1833 156 28 93
1834 130 41 215
1835 152 32 79
1836 131 24 120
1837 144 25 94
1838 142 31 82
1839 140 20 70
TOTAL 1521 290 997
MEDIAS
Bautismos 138,2
Matrimonios 26,3
90,5 De todo el período
Defunciones 78 Excepto 1855
87,5 Excepto 1857
73,5 Excepto 1855 y 1857

De las cifras de la tabla 16 destaca el aumento de las medias 19 de las series lo que
supone un crecimiento importante de la parroquia en los casi 20 años que van de una
epidemia a otra.
Un argumento a favor de este crecimiento importante podemos encontrarlo en los
datos que nos ofrecen el diccionario de Pascual Madoz de 1847 y el censo de 1860. Según
esos datos, Écija tendría en la primera fecha 4.663 vecinos que, convertidos en habitantes,
tanto con un coeficiente cuatro o cinco, resultaría una cifra inferior a los 27.216 habitantes
del segundo informe. Aparte de la fiabilidad de estos informes, el aumento es significativo y
eso también lo muestran, lógicamente, los niveles anuales de las tres series 20.

19
Un aumento del 35 % en los bautizos, del 23 % en los matrimonios y del 45 % en las defunciones.

20
Datos obtenidos de dos artículos del I Congreso de Historia de Écija edición del Ayuntamiento de Écija. Écija, 1989. los
artículos son:
- SÁNCHEZ MANTERO, R. "Écija en los informes de 1824". Páginas 195-201.
- DOMÍNGUEZ LEÓN, J. "Vida cultural y ocio en Écija a mediados del siglo XIX". Páginas 277-294.

24
El cólera entre Sevilla y Cádiz. Los casos de Écija, Lebrija y Peñaflor
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La relación entre las tres nos indica claramente un alza importante de la mortalidad
el año de la epidemia lo que supone una disminución de los nacimientos justo en ese año.
Sin embargo, destaca también en la tendencia del período el descenso de matrimonios y
bautizos previos a la epidemia, lo cual puede interpretarse, sin datos objetivos pero parece
lógico afirmarlo, como unos años de crisis agrícola que pudieran hacer a la población más
proclive a contraer el cólera u otras enfermedades en 1855. Finalmente, podemos destacar
el aumento de mortalidad de 1857 debido a una epidemia de viruela y calenturas que
afectó, sobre todo, a los párvulos durante los meses de junio a octubre.
Este último elemento analizado nos introduce en un terreno que aparece como
novedad importante en este aspecto: la constancia de las causas de mortalidad en las
partidas de forma casi total, el 91,5 % de las mismas. Todas estas causas de muerte (véase
el apéndice gráfico y estadístico) se han dividido en dos etapas -de 1850 a 1855 y de 1856
a 1860- para observar la posible incidencia mayor de algunas enfermedades tras la
superación del brote colérico. En este aspecto no se ha extraído ninguna conclusión
rotunda puesto que no destaca, de forma clara, ninguna enfermedad en la segunda etapa
que no hubiera sido importante ya en el primero, "calenturas" por ejemplo. Por el contrario,
aparece un aumento de los "afectos" , sobre todo del aparato digestivo (estómago, vientre
e hígado), relacionados posiblemente con las consecuencias dejadas por la epidemia. Además
también se reducen los efectos del "tabardillo" y de la "perlesía".
Las enfermedades más comunes son las reflejadas en esta tabla:
TABLA 17
ENFERMEDAD TOTAL PORCENTAJE
Calenturas 175 17,5 %
Cólera 97 9,5 %
Dentición 72 7%
Perlesía 6 6,5 %
Afectos 60 4,5 %
Tabardillo 47 4,5 %
Pulmonía 41 4%
Viruela 38 4%
Hisropesía 27 2,5 %

Destacan, como vemos, las calenturas y también la importancia relativa del cólera y
la viruela, que en sólo un mes causan una mortalidad elevada en relación con todo el
período estudiado.

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El cólera entre Sevilla y Cádiz. Los casos de Écija, Lebrija y Peñaflor
Manuel Jesús Fernández Naranjo

4.4. La epidemia de 1855.


Como hemos afirmado anteriormente por la tendencia de nacimientos y nupcias, en
este año parece que se produce la combinación de dos elementos depresivos que ayudan a
explicar la importancia de la crisis. Estos dos elementos son el cólera que se presenta a
finales de junio y la culminación, quizá, de unos años económicamente difíciles. Todo esto
explica que este año sea de una gran mortalidad y que, incluso sin la presencia del brote
epidémico, hubiera sido un año destacado por el elevado número de defunciones -97
muertos por "cólico" o cólera y 118 por otras causas- lo que está por encima de la media
del período estudiado y al mismo nivel que 1857 con la epidemia de viruela .
Para seguir un cierto orden vamos a estudiar las otras causas de muerte y más
adelante analizaremos la epidemia de cólera.
Además del cólera, que supone el 45 % de las muertes del año, hay otros motivos
que ayudan a comprender la importancia de la crisis de 1855. El primer elemento es la
mayor variedad de enfermedades que aparecen ese año, lo que puede significar una menor
capacidad de resistencia fisiológica a enfermedades que antes no causaban muertes y que
están en relación con la alimentación como el "garrotillo" o a enfermedades que antes no
resultaban tan mortíferas como las calenturas, que experimentan un aumento importante.
Además, abundando en este aspecto, aparecen más "consunciones" de ancianos que en
otros años. Para finalizar digamos que se indica una causa que antes no había aparecido y
que afecta a los párvulos, en julio y agosto sobre todo, como es la "humoración" o el
"humor". Como vemos, un cuadro completo de causas todas ellas suficientes para hacer de
1855 un año de elevada mortalidad. Si a esto le añadimos el brote colérico el año resulta
totalmente catastrófico.
Para comprender bien la importancia de la epidemia de cólera veamos cómo se
reparte la mortalidad a lo largo del año:

TABLA 18
MESES TOTAL DEFUNCIONES PORCENTAJES
Enero a Mayo 27 12,5 %
Junio a Octubre 169 78,5 %
Noviembre a Diciembre 19 9 %

Se puede observar una clara acumulación de mortalidad en los meses epidémicos,


pero como no todas las muertes se deben al cólera, estos datos deben completarse con
otros más concretos de esos meses:

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El cólera entre Sevilla y Cádiz. Los casos de Écija, Lebrija y Peñaflor
Manuel Jesús Fernández Naranjo

TABLA 19
CAUSAS DE MUERTE
MESES CÓLERA OTRAS
TOTAL % TOTAL %
JUNIO 2 34 % 4 66 %
JULIO 12 44,5 % 15 55,5 %
AGOSTO 15 44 % 19 56 %
SEPTIEMBRE 21 45 % 7 25 %
OCTURE 47 81 % 11 19 %

Como se puede observar, la incidencia de la epidemia en los tres primeros meses no


supone la mayoría de muertes, mientras que en septiembre y octubre predomina ya como
causa principal de defunción.
Bajando un escalón más en este análisis, veamos los efectos diarios de la epidemia
en lA siguiente tabla:

TABLA 20
MES DÍA MUERTES MES DÍA MUERTES MES DÍA MUERTES MES DÍA MUERTES MES DÍA MUERTES
26 1 6 2 6 1 1 1 9 3
27 1 10 2 9 1 2 2 10 4
JUNIO

12 1 10 1 3 2 11 5
JULIO

21 1 13 2 10 1 12 1
AGOSTO

25 2 16 1 13 1 13 10
SEPTIEMBRE

26 2 17 1 14 1 14 6
OCTUBRE

28 2 25 1 15 1 15 5
26 2 16 1 16 3
27 1 18 2 1 1
28 1 20 1 18 4
30 2 21 1 19 1
31 1 24 1 20 3
25 3 21 1
26 2 22 1
27 1 24 1

Por estos datos podemos observar cómo el cólera tarda bastante en incidir en la
población parroquial, puesto que reconocida el 26 de junio no se sufre el momento
culminante hasta finales de septiembre, continuando hasta mediados de octubre que es
cuando más muertes se producen.
Podemos establecer, comparando las dos epidemias de Santa María, alguna
conclusión. En este sentido cabe destacar las diferencias en cuanto a las partidas, sobre
todo porque en 1834 no se nos indican causas de muerte ni se recogen los párvulos

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El cólera entre Sevilla y Cádiz. Los casos de Écija, Lebrija y Peñaflor
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mientras que en el segundo brote colérico sí. Esto nos hace saber con exactitud cuántos
murieron de cólera algo de lo que no podemos tener la misma seguridad en el primer
embate. Si aceptamos como válido el que en 1834 murieron 99 personas (todas las que se
entierran en los meses epidémicos) nos encontramos con unos efectos similares en
números totales (97 en 1855) pero muy diferentes en cuanto a su importancia relativa
puesto que para la primera fecha suponen el 69,7 % de todos los difuntos y en 1855 ese
porcentaje baja al 45,1 %. Por ello, aunque no con toda seguridad por las deficiencias
documentales, podemos afirmar que el primer brote de cólera tuvo más incidencia que
el segundo, a pesar de que el número de muertes de ese año sea mucho mayor debido a
los motivos que ya hemos anunciado anteriormente.

5. CONCLUSIONES GENERALES.
La primera conclusión que podemos extraer de los análisis anteriores es la falta de
medios sanitarios para hacer frente a la enfermedad o para el alivio de sus efectos y
consecuencias. Sólo se contaba con el aislamiento de los enfermos ("lazareto" en
Peñaflor), el cerramiento de las villas y el enterramiento en lugar alejado, es decir, medidas
tradicionales. Aparte de esto y de las más simples medidas de higiene, no se podía hacer
más, por lo que la epidemia cumplía su ciclo, rápido y fatal, sin que se pudiera hacer casi
nada para impedirlo. A esta falta de recursos sanitarios hay que añadir la posible
desorganización administrativa por la huída, enfermedad o muerte de las autoridades o,
también, por el desbordamiento de los acontecimientos. Y, finalmente, se tiene que tener en
cuenta también la falta de recursos económicos para aliviar la situación de los más
necesitados de la villa, como hemos podido ver en Peñaflor y Lebrija.
Este último argumento nos puede servir para enlazar con la siguiente conclusión que
es la intensa relación que se nos muestra entre los aspectos demográficos y
económicos. Desde este punto de vista nos encontramos con una serie de hechos
económicos que van unidos a las epidemias producidas en esos años, siendo a la vez
causa y consecuencia de ellas. Así en Lebrija, por ejemplo, las malas cosechas de principio
de los años treinta predisponen a la población tanto a contraer las fiebres acostumbradas a
recibir el cólera con más posibilidades de contagio; pero a su vez, las malas cosechas de
1834 y 1835 pueden ser achacadas también a la falta mano de obra disponible dentro de
una población exhausta por la epidemia. Si las malas cosechas pueden ser consideradas
tanto causa como consecuencia de las epidemias, el aislamiento económico que se
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El cólera entre Sevilla y Cádiz. Los casos de Écija, Lebrija y Peñaflor
Manuel Jesús Fernández Naranjo

produce al cerrar los núcleos de población pueden resultar más perjudiciales que
beneficiosos por el estropicio económico que causan, como lo hemos visto en el análisis de
la epidemia lebrijana.
La tercera conclusión es la diferente duración e intensidad de la epidemia y la
distinta distribución de sus momentos álgidos. Así nos encontramos con que la
epidemia de 1834 dura aproximadamente un mes en Peñaflor, dos meses en Lebrija y
posiblemente -como justificamos en su momento- cuatro meses en la parroquia de Santa
María de Écija, al igual que en el brote de 1855. Por otra parte, la intensidad e influencia
demográfica de las epidemias también varían de un lugar a otro como podemos observar en
la siguiente tabla:

TABLA 21
Écija
índices Peñaflor Lebrija
1834 1855
Porcentaje de las muertes del año 39,5 % 49 % 69,5 % 45 %
Porcentaje de las muertes del período 4,5 % 5,5 % 14,5 % 9,5 %
Intensidad de las crisis (1) 71,5 % 52,5 % 130 % 192,5 %
(1) Porcentajes establecidos con respecto a la media del período realizada sin contar con los años de crisis.

Con estos datos podemos observar cómo todas estas crisis cumplen el requisito,
siempre relativo y frío pero orientativo, de superar el 50 % de la mortalidad de un período
normal, destacando sobre todo los porcentajes ecijanos, principalmente el de 1855, aunque
como hemos visto no podemos achacarle ese dato sólo al cólera, mientras que los datos de
Santa María son bastante importantes, pero las deficiencias de las partidas nos impiden
afirmar rotundamente que esos porcentajes se deban sólo al cólera.
Finalmente, también existen diferencias en la distribución de las muertes. Según
este aspecto de las epidemias, en Peñaflor se cumple la norma de un principio fuerte y un
mantenimiento posterior hasta que desaparece la mortandad, pero en Lebrija y en Santa
María en 1834, nos encontramos con un principio débil y un agravamiento en el momento
intermedio de la epidemia y en la parroquia ecijana en 1855 observamos otro modelo en el
que los comienzos son poco importantes hasta que se asienta la epidemia para vivir el
momento más mortífero al final del período epidémico. Esas diferencias no parecen tener
una explicación segura, quizá sea un problema de fuentes, al registrar muertes de otros
días en los de mayor incidencia, puede ser también debido a una mayor resistencia
orgánica al vibrión lo que provoca que los muertos se acumulen al final de la epidemia o
bien se puede explicar este fenómeno por una mayor adaptación a una enfermedad que en

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1834 era nueva pero que en 1855 no lo era, por lo que los remedios y precauciones frente a
ella fueron más eficaces para, al menos, aplazar sus mortíferos efectos.
Posiblemente también estos diferentes modelos de distribución epidémica responda
a un hecho que nos puede servir como una nueva conclusión: las epidemias de cólera no
son un fenómeno aislado sino que se sitúan dentro de un contexto y una evolución
demográfica peculiar de cada zona o localidad. Esto lo podemos comprobar
comparando la evolución de la población en la primera mitad del siglo XIX en los lugares
estudiados (ver el apéndice gráfico y estadístico).
La deducción de ese análisis viene a significar la conclusión final que podemos
establecer de todo este estudio, que no es otra que la importancia relativa de las
epidemias de cólera. Y digo esto por dos motivos principalmente.
El primero es que los años de los brotes colérico, excepto el de 1855 en Santa María
por razones expresadas en u análisis particular, no son los años de mayor índice de
mortalidad. En Peñaflor las epidemias de enfermedades infantiles de 1806 y 1831, en
Lebrija "las fiebres intermitentes" típicas de zonas de marisma y las epidemias de fiebre
amarilla de 1800 y 1821 y en Écija la grave crisis de 1804, con sólo 169 muertos el mes de
octubre, la epidemia de viruela de 1846 y el fatídico año, también, de 1855 -aun sin el
cólera- marcan una evolución típica del régimen demográfico antiguo, donde el cólera sólo
representa una novedad trágica pero no un fenómeno estrictamente distinto del que se
producía en otros años y por otras causas.
El segundo argumento es que la capacidad de recuperación demográfica se reduce
tras las epidemias de cólera por afectar a la población adulta y, aunque cuantitativamente
no sean las mayores crisis, sus efectos si resultan muy significativos como un freno
importante al crecimiento de la población del siglo XIX español.
Para finalizar habría que añadir una aclaración importante ya que, al haber
estudiado sociedades rurales21, la importancia sea todavía más relativa que en zonas
urbanas donde el hacinamiento y, por ello, el contagio era mayor por lo que podríamos
considerar esto como una posible conclusión22.

21
Claramente Peñaflor y Lebrija son zonas rurales. Écija, por su volumen de población y variedad socioprofesional -aun
dominando el sector agrario-, no tanto. Sin embargo, al haber analizado una parroquia aislada, la podemos asimilar a las
anteriores.

22
Esta conclusión podría haberse demostrado más o menos exacta si se hubiera analizado la ciudad de Écija en su totalidad o si se
hubiera comparado estas epidemias estudiadas aquí con los efectos del cólera en ciudades ya analizadas.

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El cólera entre Sevilla y Cádiz. Los casos de Écija, Lebrija y Peñaflor
Manuel Jesús Fernández Naranjo

6. BIBLIOGRAFÍA.
DOMÍNGUEZ LEÓN, J. "Vida cultural y ocio en Écija a mediados del siglo XIX". I Congreso
de Historia de Écija. Ayuntamiento de Écija. Écija, 1989. Páginas 277-294.

BELLIDO AHUMADA, J. "La Patria de Nebrija". Edición propia. Lebrija, 1985.

FERNÁNDEZ GARCÍA, A. "Repercusiones sociales de las epidemias de cólera del siglo


XIX". V Congreso Nacional de Medicina. Volumen I. Madrid, 1979. Páginas 127-145.

FERNÁNDEZ NARANJO, M. J. Una aproximación a la demografía histórica de una zona


rural andaluza. Peñaflor 1613-1850. Editado por el Ayuntamiento de Peñaflor y la
Diputación de Sevilla. Peñaflor, 1991.

FERNÁNDEZ NARANJO, M. J. Movilidad y estancamiento. La población de Lebrija durante


el siglo XVIII. Ediciones de la Hermandad de los Santos de Lebrija. Lebrija, 1996.

FAUS SEVILLA, P. "Epidemias y sociedad en la España del siglo XIX. El cólera de 1855 en
Valencia y la vacunación Ferrán". En Medicina y sociedad en la España del siglo XIX.
Madrid, 1969. Páginas 286-419.

NADAL, J. La población española (siglos XVI-XX). Editorial Ariel. Barcelona, 1984.

PÉREZ MOREDA, V. Las crisis de mortalidad en la España interior (siglos XVI-XIX).


Editorial Siglo XXI. Madrid, 1980.

SÁNCHEZ MANTERO, R. "Écija en los informes de 1824". I Congreso de Historia de Écija.


Ayuntamiento de Écija. Écija, 1989. Páginas 195-201.

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El cólera entre Sevilla y Cádiz. Los casos de Écija, Lebrija y Peñaflor
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7. APÉNDICES

A. APÉNDICE ESTADÍSTICO:
Parroquia de Santa María de Écija.
Causas de muerte de 1850 a 1860.

ENFERMEDAD TOTAL % ENFERMEDAD TOTAL % ENFERMEDAD TOTAL %


Afección nerviosa 1 0,1 Dentición 72 7,8 Irritación del vientre 1
Afección uterina 1 Detención de orina 3 0,3 Irritación de orina 1
Ahogamiento 1 Disentería 1 Lesión pectoral 1
Aire con calenturas 1 Disolución de humores 1 Mal de orina 1
Aneurisma 1 Dolor 6 0,6 “Melina” 1
Apolejía 13 1,4 Dolor de cabeza 1 Obstrucciones 1
Apostema 8 0,8 Enfermedad uterina 1 Opresión del pecho 1
Arrebato 1 Escrófula 1 Parto 14
Asma 14 1,5 Estómago 1 Pecho 10 1,1
Ataque 5 0,5 Flato ardiente 1 Peritonitis 1
Baba 1 Flujo de sangre 2 Perlesía 64 7
Caída 5 Gangrena 7 0,7 “Proventería” 1
Calenturas 175 19 Garrotillo 6 Pulmonía 41 4,5
Cáncer 1 Gastroencefalitis 1 De repente 8
Cangro 5 Gota 1 Reuma 4
Carbunco 5 Hemorragia 1 Rotura de ingles 1
Cistitis 1 Hernia 1 Sarampión 6
Cólico 1 Hidropesía 27 3 Senectud 3
Cólera 97 10,5 Hinchazón 1 “Tabes” 4
Congestión cerebral 5 Humor 36 4 “Tabardillo” 47 5,1
Congestión del pecho 1 Humor herpético 1 Tifoidea 4
Consunción 15 Ictericia 1 Tisis 19 2
Contracción nerviosa 1 Inflamación del vientre 3 Tos convulsiva 1
Crónica natural 1 Insulto 2 Tumor 1
Debilidad 2 0,2 Viruela 37 4

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B. APÉNDICE GRÁFICO: Datos de las series parroquiales.

PEÑAFLOR, epidemia de 1834


Bautismos

Matrimonios
180 Defunciones

160

140

120

100

80

60

40

20

0
1829 1830 1831 1832 1833 1834 1835 1836 1837 1838 1839

Bautismos
LEBRIJA, epidemia de 1834
Matrimonios
Defunciones
450

400

350

300

250

200

150

100

50

0
1829 1830 1831 1832 1833 1834 1835 1836 1837 1838 1839

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Manuel Jesús Fernández Naranjo

Bautismos
ÉCIJA, epidemia de 1834
Matrimonios
Defunciones
160

140

120

100

80

60

40

20

0
1829 1830 1831 1832 1833 1834 1835 1836 1837 1838 1839

ÉCIJA, epidemia de 1855 Bautismos


Matrimonios
Defunciones
250

200

150

100

50

0
1829 1830 1831 1832 1833 1834 1835 1836 1837 1838 1839

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