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El presente artículo cuyo autor César Dergarabedian, publicado en la página web de “Pulso
Cristiano” nos invita a reflexionar al respecto a saber:
“En las ediciones 132 (abril de 2009) y 149 (diciembre de ese mismo año) de Pulso
Cristiano, dediqué este espacio a plantear algunas preguntas que figuran abajo. A apenas
un día que termine este año 2010, casi todas siguen vigentes y sin respuesta. Agregué
otras, con la esperanza que este año puedan tener alguna respuesta:
¿Por qué las iglesias no suben a Internet sus balances y sus informes económicos y
financieros?
¿Por qué casi todas las iglesias carecen de comunicación propia y creen que “hacer prensa”
es sólo enviar correo basura sin texto?
¿Por qué la Biblia está cada vez más ausente de los púlpitos?
¿Se sabe algo de Carlos Márquez, el autor de la “profecía de San Rafael”? ¿Y de los
pastores que la difundieron sin ningún reparo?
¿Por qué no hay movilización general y continua de las iglesias para denunciar las
situaciones de discriminación religiosa que se viven a raíz de una ley de libertad de culto
vigente desde 1978?
¿Por qué se insiste en hablar del avivamiento argentino, si no llegamos al 25 por ciento de
la población, como sí ocurre en otros países de América latina?
¿Alguien sabe algo del Apocalipsis y de los profetas menores y por qué desaparecieron de
las predicaciones? ¿Y por qué pasa lo mismo con la ecología y el medio ambiente en los
púlpitos?
¿Los evangelistas famosos que visitan la Argentina deben hospedarse siempre en hoteles
de cuatro o cinco estrellas?
¿Por qué no hay esfuerzos unidos a nivel nacional entre las iglesias para luchar contra el
dengue?
¿Por qué no hay críticas cristianas sobre las arbitrariedades del kirchnerismo en las
transferencias de fondos nacionales a las provincias?
¿Por qué cada vez hay más personas que cambian de iglesia en forma casi habitual y
permanente?
¿Por qué existen espacios exclusivos, como palcos y sectores VIP y “cenas de gala”, en
actividades evangélicas, como recitales de música y congresos?
César Dergarabedian
Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada?
No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres.
Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas
obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos,
“
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