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Dios nos dice que la clave para nuestras relaciones, tanto con El como con los
demás, es dejar que Cristo viva en nuestros corazones, por la fe. Es su vida en
nosotros lo que hace posible que Dios cumpla su voluntad y propósito en nuestras
familias. Cuando Cristo habita en nuestros corazones, somos enraizados y
cimentados en el amor. Dios nos da, aunque en forma humana y limitada, un
entendimiento de El y de su reino; de su grandeza, de su mente, de su visión y de
sus designios.
Pablo ora para que lleguemos a conocer “el amor de Cristo que excede a todo
conocimiento”. Con toda seguridad, el solo conocimiento nunca nos llevará al
lugar que Dios quiere que lleguemos como personas y como familias. La clave
para una vida de éxito juntos nos viene como resultado de mucho conocimiento, ni
de seguir al pie de la letra ciertas instrucciones. La única forma de satisfacer
nuestros más profundos anhelos y nuestras mayores necesidades es a través de
Dios mismo, mediante el amor que El nos provee en su Hijo. Por esto Pablo ora
para que seamos llenos de toda la plenitud de Dios. ¡Eso es lo que debemos
desear para nuestros matrimonios y nuestras familias!. A medida que Dios llena
nuestras vidas y nuestras relaciones, reflejaremos su imagen, según El lo ha
planeado. En un mundo que busca soluciones, métodos e información, Dios nos
llama a buscarlo a El, a conocerlo a El, y a llenarnos con su vida.
Cuando Pablo termina su oración por la iglesia, por la familia (Efesios 3:0,21), nos
da una tremenda razón para tener esperanza y gozo. Con frecuencia observamos
nuestros matrimonios, nuestras familias, y vemos el amor de Cristo evidenciado
en nuestras relaciones. Vemos libertad, seguridad, responsabilidad, Pero en otras
ocasiones encontramos heridas, relaciones inseguras, competencia y dificultades
que son demasiado grandes para superarlas. Y, por lo general, enfrentamos esas
situaciones con sentimientos de culpa, fracaso y desesperanza. Nos damos por
vencidos porque no podemos cambiar lo que queremos. Pero, ¡es aquí donde Dios
puede intervenir y darnos esperanza y mucha confianza! ¡Dios puede hacer lo que
para nosotros es imposible! El es quien provee los recursos de su vida para que
nuestras vidas y relaciones tengan propósito y tengamos plenitud. Dios puede
darnos libertad, satisfacción, y un ministerio cuyos alcances van más allá de
nuestras esperanzas y sueños. Si dejamos que su poder actúe en nosotros,
viviremos en un mundo nuevo, un lugar donde se convertirán en realidad todos los
sueños que hemos tenido para nuestro matrimonio y nuestras familias, y aun
aquellas cosas que ni siquiera nos atrevíamos a soñar.
Otros ven el matrimonio como un nuevo mundo, en donde esta nueva relación
puede vivírsela libre de los fracasos del pasado. Un lugar donde realizaremos
nuestro destino juntos, dejando a un lado las cosas que nos estorbaban en el
pasado. Pero muy a menudo, después de un corto tiempo, nos damos cuenta que
seguimos siendo la misma persona de antes y comenzamos a reproducir en la
nueva relación los mismos fracasos anteriores.
Con frecuencia, y por causa del mundo en que vivimos, se considera el matrimonio
como un escape a una situación difícil en el hogar. Muchas personas provienen de
hogares donde han sufrido bastante, donde se les hace sufrir por casa fracaso,
donde se les recuerda que no llenan las expectativas, donde se les ha hecho
perder su propia estima. Entonces llegan al matrimonio buscando una vía de
escape, pensando que su propio hogar será diferente. Luego se dan cuenta que
siguen siendo la misma persona y comienzan a multiplicar el mismo dolor, una y
otra vez, en la nueva familia.
Con mucha regularidad, los sueños que tenemos para nuestro matrimonio y
familia se ven amenazados por la realidad de la vida y nuestras esperanzas se
desvanecen por el sentimiento de continuo fracaso.
Debemos saber que Dios también tiene sueños para nuestro matrimonio y familia.
El conocer cómo percibe El estas relaciones y la visión que El tiene, nos puede dar
un punto de partida para que comencemos a edificar de acuerdo con su plan.
Dios habló así por medio del profeta Isaías: 8 «Porque mis pensamientos no son los
de ustedes, ni sus caminos son los míos —afirma el SEÑOR—.9 Mis caminos y mis
pensamientos son más altos que los de ustedes; ¡más altos que los cielos sobre la
tierra! Isaías 55:8,9
Dios quiere que su pueblo reconozca que los pensamientos de ellos son
enormemente diferentes a los de El. Lo que sale de ellos es el polo opuesto a lo
que Dios desea. Dios nos invita a cambiar nuestros pensamientos por los de El y
nuestros caminos por los suyos.
El ministerio que Adán y Eva debían compartir era: Llenar la tierra con la gloria de
Dios. Este sería el resultado de su relación con Dios y con su cónyuge. Este sería
el medio por el cual se cumplirían los propósitos eternos de Dios.
14
Porque así como las aguas cubren los mares, así también se llenará la tierra del
conocimiento de la gloria del SEÑOR. Habacuc 2:14
Dios los llamó no sólo a llenar la tierra, sino a gobernarla. De nuevo, con Adán y
Eva como agentes, Dios los dirige a gobernar el mundo, para que éste sea su
siervo. Dios deseaba que ellos se relacionaran con el mundo de tal forma que el
mundo respondiera al ministerio de ellos, que el mundo produjera los frutos de la
vida de Dios. Adán y Eva debían vivir en ese ambiente y hacer que el mundo
reflejara los rasgos de la gloria de Dios. Y ahora, como consecuencia de la caída,
el hombre ya no estimula al mundo para que refleje la gloria de Dios, sino que el
mundo ahora refleja nuestra propia muerte. El aire, el agua, la tierra, y todo el
ambiente en que vivimos se ha convertido en un reflejo de la contaminación del
pecado que brota de nuestros corazones.
Después de encomendarle a Adán y Eva que gobernaran ese ambiente, Dios les
dio la abundante provisión del huerto para su sustento. Obtendrían alimento de las
plantas, no sólo para ellos, sino para los animales. Y de nuevo Dios observó su
creación y vio que era “buena”.
4
Ésta es la historia[a] de la creación de los cielos y la tierra. Cuando Dios el SEÑOR
hizo la tierra y los cielos,5 aún no había ningún arbusto del campo sobre la tierra,
ni había brotado la hierba, porque Dios el SEÑOR todavía no había hecho llover
sobre la tierra ni existía el *hombre para que la cultivara.6 No obstante, salía de la
tierra un manantial que regaba toda la superficie del suelo. Génesis 2:4-6
Al leer este segundo relato de la creación del hombre, vemos inmediatamente que
el primer deseo de Dios para el hombre fue que éste cultivase la tierra. Desde el
comienzo del tiempo Dios quiso que encontráramos propósito como colaboradores
de El en la creación, cultivando la tierra, estimulándola a producir fruto.
7
Y Dios el SEÑOR formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz hálito
de vida, y el hombre se convirtió en un ser viviente.8 Dios el SEÑOR plantó un jardín
al oriente del Edén, y allí puso al hombre que había formado. Génesis 2:7,8
Cuando leemos la creación de los animales, vemos que ellos surgieron, al mandato
de la Palabra de Dios, conforme a la imagen perfecta que Dios tenía en su mente.
Pero con el hombre vemos un relato claro y preciso; Dios tomó un poco de tierra,
le dio forma y sopló en ella aliento de vida y ¡el hombre fue un ser viviente! Se nos
da una descripción de que el huerto era agradable a la vista y que había dos
árboles en medio.
9
Dios el SEÑOR hizo que creciera toda clase de árboles hermosos, los cuales daban
frutos buenos y apetecibles. En medio del jardín hizo crecer el árbol de la vida y
también el árbol del conocimiento del bien y del mal. Génesis 2:9
Después de una descripción más detallada de la belleza y riqueza del huerto del
Edén, leemos que Dios le asignó un ministerio al hombre.
15
Dios el SEÑOR tomó al hombre y lo puso en el jardín del Edén para que lo cultivara
y lo cuidara, Génesis 2:15
¿Puede usted imaginarse a Dios colocando a Adán en ese huerto e instruyéndole
para que lo cultivara y lo cuidara? ¡Dios, personalmente, estuvo discipulando a
Adán, enseñándole cómo cultivar la tierra y cómo hacerla producir fruto! Dios
desea que el hombre sea su agente, que estimula la tierra para que produzca el
fruto, para que la vida de Dios brote de su creación.
Desde el comienzo del mundo Dios tenía un propósito evangelístico. Su gran deseo
era que el mundo se llenara con su imagen, su vida, su gloria. El nos ha llamado,
a usted y a mí, a participar en este ministerio con El. Y este es el ministerio que
deben compartir esposo y esposa; y es a este honroso ministerio que
respondemos en el matrimonio. En el relato de la institución del matrimonio,
vemos un cuadro de evangelismo-Adán y Eva trabajando como agentes de Dios,
cultivando los frutos de la vida divina en este mundo.
En la Biblia leemos con frecuencia que Dios utiliza el matrimonio para describir su
relación con su pueblo, como testimonio ante el mundo. En Isaías 54 Dios se
otorga el título esposo de su pueblo:
5
Porque el que te hizo es tu esposo; su *nombre es el SEÑOR *Todopoderoso. Tu
Redentor es el *Santo de Israel; ¡Dios de toda la tierra es su nombre! Isaías 54:5
Por medio del profeta Oseas, Dios compara, nuevamente, su relación con su
pueblo con un matrimonio; un desposorio de fidelidad:
19
Yo te haré mi esposa para siempre, y te daré como dote el derecho y la
justicia, el amor y la compasión. 20 Te daré como dote mi fidelidad, y entonces
conocerás al SEÑOR. Oseas 2:19,20
Cuando el apóstol Pablo escribió a los efesios (Efesios 5:22-23), utilizó la relación
matrimonial como una imagen de la relación de Cristo con su iglesia. Por medio
de estas descripciones bíblicas observamos que Dios desea que nuestro
matrimonio sea una expresión, ante el mundo, de nuestra relación con El. En
efecto, aparte de la iglesia de Jesucristo, nuestro matrimonio puede ser la principal
y más poderosa herramienta evangelística para comunicarle al mundo la vida y el
amor de Dios. ¿Dónde más se puede hallar entrega, fidelidad, perseverancia en
medio de los fracasos, o perdón, compasión y amor puro y desinteresado
compartido en forma más íntima? Puesto que Dios nos ha llamado a cultivar los
frutos de su vida de su gloria, nuestro matrimonio es la principal herramienta para
cumplir este ministerio. Nuestra relación uno con el otro es como un espejo que
muestra al mundo el amor de Dios.
Las cosas que vemos ocurrir hoy en día en nuestro mundo son el ataque
continuado de Satanás contra la unidad familiar que Dios creó para comunicar su
nombre, su gloria, y su naturaleza al mundo. Lo que estamos viendo como
relaciones sexuales casuales, divorcio, pornografía, aborto, homosexualidad y
relaciones matrimoniales superficiales no son incidentes aislados. Todo esto es
parte del plan de ataque continuado de Satanás, a través de la historia, para
destruir la familia que Dios ha levantado para alabar su nombre.
Debemos darnos cuenta que estamos en medio de una guerra eterna. Nuestras
relaciones familiares son el primer blanco de esta batalla; y, al observar nuestra
sociedad actual, debemos admitir que no estamos batallando con éxito. Cuando
tenemos luchas en nuestro propio matrimonio, ya sea por egoísmo, paredes que
impiden la comunicación, falta de perdón, falsas prioridades, debemos ver todo
esto como parte del ataque eterno de Satanás tratando de destruir lo que Dios
desea edificar para su gloria. La forma como reaccionamos hacia los demás tiene
repercusiones eternas. Importa mucho la forma cómo vivimos en el mundo. O nos
sometemos a los ataques de Satanás contra la familia, o demostramos el carácter
de Dios, su naturaleza y su amor.
A Satanás le agradaría mucho esconder estos principios bíblicos que nos revelan el
propósito de Dios para el matrimonio y la familia, y convencernos de que no
tenemos esperanza. Hemos tratado y hemos fracasado, nos dirá Satanás, una y
otra vez, e intentará neutralizarnos en medio de la batalla, quitándonos toda
esperanza. ¿Qué es lo que nos da esperanza aunque reconocemos nuestra
debilidad y tendencia al fracaso? ¿Podemos aún ser usados por Dios para moldear
familias que glorifiquen su nombre? Dios le reveló a Isaías cómo es que El continúa
creando vida en este mundo.
10
Así como la lluvia y la nieve descienden del cielo, y no vuelven allá sin regar
antes la tierra y hacerla fecundar y germinar para que dé semilla al que siembra y
pan al que come,11 así es también la palabra que sale de mi boca: No volverá a mí
vacía, sino que hará lo que yo deseo y cumplirá con mis propósitos. Isaías
55:10,11
Así como Dios creó el mundo mediante el poder de su palabra, El crea vida en su
gente por las palabras que nos ha hablado. Satanás se agradaría mucho en
destruirnos para siempre, mostrándonos todo lo que somos, nuestros fracasos del
pasado, las debilidades de nuestras relaciones, y la tendencia a repetir los mismos
errores. Satanás nos dice que no seremos diferentes, que nuestras relaciones
nunca cambiarán. ¡Pero es en estos momentos cuando Dios viene y nos trae
esperanza! Hay esperanza porque tenemos un Dios que puede impartir vida en
aquellas áreas donde ahora no hay vida- en nuestras relaciones, en nuestros
fracasos. Dios imparte vida a quienes le responden. Es por esto que continuamos
teniendo esperanza- su palabra. Constantemente Dios nos está transformando, a
nosotros y a nuestras familias. ¡Nos hace una nueva creación por medio de su
palabra y de su Espíritu!.
Dios nos llama a que le contemos a las generaciones futuras las alabanzas del
Señor, y las maravillosas obras que El ha hecho. De esta forma no sólo nuestra
familia, sino también los hijos de nuestros hijos cultivarán para que produzcan los
frutos de la vida de Dios.
5
Él promulgó un decreto para Jacob, dictó una *ley para Israel; ordenó a nuestros
antepasados enseñarlos a sus descendientes,6 para que los conocieran las
generaciones venideras y los hijos que habrían de nacer, que a su vez los
enseñarían a sus hijos. 7 Así ellos pondrían su confianza en Dios y no se olvidarían
de sus proezas, sino que cumplirían sus mandamientos. 8Así no serían como sus
antepasados: generación obstinada y rebelde, gente de corazón fluctuante, cuyo
espíritu no se mantuvo fiel a Dios. Salmo 78:5-8.
¿Necesita Adán una ayudante? ¡Cuán a menudo la Biblia está en contraste con los
conceptos de nuestra cultura! Casi nunca pensamos que un hombre necesita
ayuda; sólo en aquellas “cosas sin importancia”, como cocinar y asear. En nuestra
sociedad creemos que un hombre puede desenvolverse muy bien solo. Hemos
llegado a creer que el hombre no tiene necesidades, pues es fuerte, autosuficiente
y puede manejar cualquier situación; sus emociones están bajo control, nunca
pierde. Pero cuando pensamos en la mujer, ¡ella sí necesita ayuda! Ella necesita
quien le ayude a controlar sus emociones, que la proteja en este mundo, que tome
decisiones por sí mismo, que administre el dinero, que arregle el carro, etc. Pero
no debemos equivocarnos, pues cuando Dios instituyó el matrimonio, era el
hombre quien necesitaba una “ayuda”.
Después de crear todos los animales, Dios los puso delante de Adán y éste les dio
nombre. Si tenemos la idea de que el primer hombre tenía poca inteligencia, este
cuadro cambia nuestro concepto. Adán era lo suficientemente inteligente para dar
nombres a todos los animales. Pero también vemos cómo Dios estaba formando
en Adán el sentido de necesidad. Todos los animales tenían su pareja, pues eran
macho y hembra. Y cuando esta necesidad creció, Adán vio que su pareja no
podría ser un animal; no había “complemento perfecto” ahí. Dios crearía una, que
correspondiera perfectamente a las necesidades de Adán.
Ahora podemos comprender mejor qué clase de “ayuda idónea” necesitaba Adán
cuando Dios instituyó el matrimonio. El necesitaba alguien que le protegiera el
corazón. Cuando observamos la imagen con la cual muchos hombres luchan hoy
en día, encontramos un grave conflicto. La mayoría de los hombres no creen que
necesiten protección para su corazón, ni que éste es el ministerio que Dios le
asignó a las esposas. En casi todos los casos, cuando un hombre lucha con sus
emociones, trata de dejarlas muy dentro, de ocultarlas, ya se trate de fracasos en
el trabajo o en sus relaciones. Su primer pensamiento no es ir al lado de su
esposa en busca de protección para su corazón.
Aunque está muy claro que el esposo es la cabeza de la esposa, la mayoría de los
versículos que se refieren al matrimonio se dirigen a la esposa. Es ella quien crea
el ambiente donde se desarrollan las relaciones. Pero también es claro que esta
actitud de sumisión no se aplica sólo a ella. Cuando Pablo enseñaba a la iglesia de
Efeso, les decía que el cuerpo de Cristo debía fundamentar sus relaciones en la
sumisión>
18
No se emborrachen con vino, que lleva al desenfreno. Al contrario, sean llenos
del Espíritu.19 Anímense unos a otros con salmos, himnos y canciones espirituales.
Canten y alaben al Señor con el corazón,20 dando siempre gracias a Dios el Padre
por todo, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. 21 Sométanse unos a otros,
por reverencia a Cristo. Efesios 5:18-21
En ningún momento, en el cuerpo de Cristo, se puede decir que una persona deba
someterse a todas las demás, sin que haya otras que también se sometan a ella.
Dios nos llama a someternos “el uno al otro”. Es mediante esta actitud que
podemos dar y recibir unos de otros. Además, esta actitud es la clave para
obtener crecimiento de las relaciones matrimoniales. Aún Cristo, el Hijo de Dios,
vivió en sumisión a su Padre.
30
Yo no puedo hacer nada por mi propia cuenta; juzgo sólo según lo que oigo, y mi
juicio es justo, pues no busco hacer mi propia voluntad sino cumplir la voluntad
del que me envió. Juan 5:30
Cuando Dios dice que la esposa se debe someter al esposo, ella está siguiendo el
ejemplo de Cristo, en su relación con el Padre.
22
Esposas, sométanse a sus propios esposos como al Señor.23 Porque el esposo es
cabeza de su esposa, así como Cristo es cabeza y salvador de la iglesia, la cual es
su cuerpo.24 Así como la iglesia se somete a Cristo, también las esposas deben
someterse a sus esposos en todo. Efesios 5:22-24
14
El amor de Cristo nos obliga, porque estamos convencidos de que uno murió por
todos, y por consiguiente todos murieron.15 Y él murió por todos, para que los que
viven ya no vivan para sí, sino para el que murió por ellos y fue resucitado. 2
Corintios 5:14,15
Cuando un esposo sigue el ejemplo de Cristo, y trata a la esposa con amor, ella se
someterá más fácilmente. Según lo enseña Pablo, el objetivo de Cristo es hacer
que todos nuestros objetivos estén sometidos a él, y que ya no vivamos para
nosotros mismos sino para él. Y Cristo murió precisamente para que llegáramos a
dicha sumisión. El amor de Cristo nos lleva a someternos a él. Si un esposo ama
a su esposa con esta clase de amor, la reacción de la esposa será someterse.
Lo que Pedro está describiendo es una actitud de sumisión ante el mundo, la cual
traerá gloria a Dios. El nos dice que, por cuanto somos de Cristo, debemos
someternos a las autoridades. Luego dice que el siervo debe someterse a su
señor, aunque su señor sea injusto. La máxima expresión de sumisión, dice Pedro,
fue Cristo mismo
21
Para esto fueron llamados, porque *Cristo sufrió por ustedes, dándoles ejemplo
para que sigan sus pasos. 22 «Él no cometió ningún pecado, ni hubo engaño en su
boca.» 23 Cuando proferían insultos contra él, no replicaba con insultos; cuando
padecía, no amenazaba, sino que se entregaba a aquel que juzga con justicia. 1
Pedro 2:21-23
Confianza y sumisión
Pedro exhorta a que las mujeres tengan ese mismo espíritu en sus relaciones con
los esposos.
1
Así mismo, esposas, sométanse a sus esposos, de modo que si algunos de ellos
no creen en la palabra, puedan ser ganados más por el comportamiento de
ustedes que por sus palabras,2 al observar su conducta íntegra y respetuosa. 1
Pedro 3:1,2.
Ahora que comenzamos este tercer capítulo, deberíamos preguntarnos: ¿En qué
manera debe la esposa someterse al esposo? ¡Pues siguiendo el ejemplo de
Cristo! El es su “modelo de vida”. Esta respuesta tiene dos aspectos: uno, en la
forma como El si sometió a los hombres, la esposa debe someterse al esposo; el
otro, así como Cristo se sometió al Padre, ella debe someterse a Dios.
Pero hay esperanzas para la esposa que está en desobediencia. Puede que el
hombre no sea cristiano, pro no está obedeciendo a Dios en esta área. Este
hombre puede ser ganado por medio del comportamiento de ella. Y dicho
comportamiento implica ser “casta y respetuosa”. Esto significa también ser
“pura y reverente”. No debe manipular al esposo; el amor de ella debe nacer de
motivos puros, porque se somete primero a Dios. Y Dios quiere que ella se
someta al esposo, y si ella quiere obedecer a Dios, se someterá al esposo. Ella
hace un trato con Dios: promete someterse al esposo, pero no para obtener algo a
cambio. Aunque él nunca llegue a ser el hombre que Dios quiere que él sea, aun
así ella continuará sometiéndose a su esposo, solamente por obediencia a Dios.
Dios dice que el hombre puede ser ganado “sin palabra”. Qué importante que la
mujer reconozca que su poder no está en las palabras, sino en su espíritu. Pedro
enfatiza que lo importante no es lo exterior, sino lo interior:
3
Que la belleza de ustedes no sea la externa, que consiste en adornos tales como
peinados ostentosos, joyas de oro y vestidos lujosos.4 Que su belleza sea más bien
la incorruptible, la que procede de lo íntimo del corazón y consiste en un espíritu
suave y apacible. Ésta sí que tiene mucho valor delante de Dios. 1 Pedro 3:3,4
Satanás quería que Eva especulara sobre la posibilidad de que Dios se estaba
reservando algo bueno para así mismo. Parecía que Eva era sincera en su deseo
de hacer lo bueno, pero en su respuesta añadió algo a la palabra de Dios.
2
—Podemos comer del fruto de todos los árboles —respondió la mujer—.3 Pero, en
cuanto al fruto del árbol que está en medio del jardín, Dios nos ha dicho: "No
coman de ese árbol, ni lo toquen; de lo contrario, morirán." Génesis 3:2,3
Dios nunca le había dicho a Eva que no tocara el árbol. Ella puso su confianza en
lo que ella añadió a la palabra de Dios. (Ella pensó: “Si Dios dice que no coma de
ese árbol, mejor será ni siquiera tocarlo para estar más segura”). Luego, Satanás
contradijo directamente la palabra de Dios.
4
Pero la serpiente le dijo a la mujer: —¡No es cierto, no van a morir! 5 Dios sabe
muy bien que, cuando coman de ese árbol, se les abrirán los ojos y llegarán a ser
como Dios, conocedores del bien y del mal. Génesis 3:4,5
Satanás vino a Eva como si él fuera el encargado de revelarle a Eva los planes de
Dios. Si obedecía a Satanás, Eva alcanzaría todo su potencial y llegaría ser como
Dios, conociéndolo todo: el bien y el mal.
6
La mujer vio que el fruto del árbol era bueno para comer, y que tenía buen
aspecto y era deseable para adquirir sabiduría, así que tomó de su fruto y comió.
Luego le dio a su esposo, y también él comió. Génesis 3:6
Desnudos y avergonzados
8
Cuando el día comenzó a refrescar, oyeron el *hombre y la mujer que Dios
andaba recorriendo el jardín; entonces corrieron a esconderse entre los árboles,
para que Dios no los viera.9 Pero Dios el SEÑOR llamó al hombre y le dijo: —¿Dónde
estás? 10 El hombre contestó: —Escuché que andabas por el jardín, y tuve miedo
porque estoy desnudo. Por eso me escondí. Génesis 3:8-10
Adán y Eva no sólo se escondieron el uno del otro, sino también de Dios. Cuando
Dios los buscó, ellos estaban escondidos entre los árboles del huerto. Aquí vemos,
una vez más, que la característica del pecado es hacernos esconder, cubrirnos de
la presencia del otro. Y dichas tendencias se hace más evidente cuando estamos
en la presencia de un Dios santo y justo. Y, cuando Dios llamó a Adán, vemos en
su respuesta cómo las devastadoras consecuencias del pecado ya habían echado
raíces en Adán. “Mi culpa fue descubierta y tuve miedo, y lo único que se me
ocurrió hacer fue esconderme”. Temor, culpa, ocultarse, ese es el estado de
nuestras vidas después de la caída. Nuestra única esperanza está en que Dios
trae redención a nuestras vidas.
11
—¿Y quién te ha dicho que estás desnudo? —le preguntó Dios—. ¿Acaso has
comido del fruto del árbol que yo te prohibí comer? 12 Él respondió: —La mujer que
me diste por compañera me dio de ese fruto, y yo lo comí. 13 Entonces Dios el
SEÑOR le preguntó a la mujer: —¿Qué es lo que has hecho? —La serpiente me
engañó, y comí —contestó ella. Génesis 3:11-13
Cuando Dios confrontó a Eva, se basó en lo que ella había hecho y asimismo los
efectos de dicha desobediencia fueron multiplicados. Ella había mirado el fruto del
árbol del conocimiento del bien y del mal, y por esto le creyó a Satanás. Ese fruto,
pensó ella, le daría completa satisfacción. Ahora Dios aplicó la maldición al fruto
de la vida de ella. “Daría a luz” a sus hijos con dolor.
Sabemos que el parto es un proceso doloroso para la mujer, pero la idea abarca
mucho más. Dios está describiendo todo el proceso, tanto el dar a luz como la
crianza, todo lo cual traerá dolor a la mujer. Esto no quiere decir que los hijos no
son motivo de alegría y felicidad para la madre; sino que, la labor de la mujer será
difícil y le causará sufrimientos. Ella se identifica tan íntimamente con los hijos,
que cada sufrimiento y fracaso de ellos también lo vive ella. Ella tiene un
ministerio diferente al del esposo, por esto las crisis de sus hijos también las
experimenta ella. Cada dolor, fiebre, problema escolar, dificultades durante el
noviazgo, altibajos financieros, fracasos en las relaciones; en fin, cada situación
difícil de los hijos también le causa sufrimiento a ella.
Esta identificación de la madre con los problemas de los hijos, también trae
tensión a su relación con el esposo; pues él no siempre comprende por qué cada
pequeño o grave detalle de ellos le afecta tanto a ella. Y ella, a su vez, comienza
a pensar por qué será que el esposo no demuestra mucho interés o preocupación
por los problemas de los hijos. Ella cree que él es insensible, o que no se identifica
tanto como debiera, con las necesidades de los hijos. Y aquí vemos, una vez más,
las consecuencias de la desobediencia en las relaciones matrimoniales. Por ello es
tan importante que justos, como pareja, experimenten la redención.
Cuando Dios hablaba con Eva le mencionó, en forma directa, lo que ocurriría en
sus relaciones con Adán. Cuando fue tentada, ella pensó que estaba haciendo lo
correcto. Ella miró el fruto, y creyó que ese era el medio para obtener crecimiento
espiritual y personal. Tomó la iniciativa, comió del fruto y le dio a Adán. Vemos
aquí cómo Eva estaba actuando por sí misma, dirigiendo a Adán. Y a esto es
exactamente a lo que Dios se refiere cuando le menciona las consecuencias de su
desobediencia. Ella sentirá el deseo de controlar a su esposo, de gobernarlo, de
manipularlo, para que él viva en función de ella. Ella querrá ser el centro de
atención, que él le dedique su tiempo, sus energías y todo su afecto. Siempre
existirá la tendencia de querer gobernarlo e influir en las relaciones. Esto también
creará tensión entre ellos. A partir de la desobediencia, y si ya hemos recibido la
redención, cada mujer necesita estar consciente de dicha tendencia y cada
hombre necesita pedirle a Dios sabiduría y sensibilidad para saber cuándo suplir
las necesidades verdaderas de la esposa y cuándo confrontarla, en forma
amorosa.
Ante la iniciativa de Dios, Adán reacciona con mucho regocijo; como si dijera: “!
Dios, ella es exactamente lo que yo necesitaba y deseaba!” Adán confirma la
decisión de Dios respecto a la pareja y la recibe con alegría. Con mucha
frecuencia, en nuestros matrimonios, pensamos más en las cosas que quisiéramos
cambiar en nuestro cónyuge. Aunque haya amor y aceptación, existen áreas
físicas, espirituales y de personalidad, y hábitos que quisiéramos cambiar si
pudiéramos. Y hasta llegamos a comunicarle a nuestro cónyuge estas cosas, ya
sea de forma consciente o inconsciente. Y esto crea sentimientos de inseguridad
en el otro, cuando se da cuenta que “no satisface sus expectativas”.
Dios nos ha creado, a todos, con debilidades. Es por esto que (cuando Dios nos
llama al matrimonio) necesitamos de una “ayuda idónea”, un complemento
perfecto, una mujer que compense nuestras debilidades. Si observamos el largo
proceso de discipulado en nuestras vidas, ese ministerio del Espíritu Santo para
hacernos a la imagen de Cristo, nos damos cuenta que la pareja que El ha traído a
nuestras vidas es la principal herramienta que El utiliza en este proceso. En
muchas ocasiones lo que llamamos “debilidades” del cónyuge, son exactamente
las áreas que Dios usa para fortalecernos y para vigorizar nuestra relación
matrimonial. Lo mismo que Adán, necesitamos aceptarnos el uno al otro
totalmente, con gozo, y confirmar el plan de Dios tiene al darnos un cónyuge. Si
no podemos hacer esto, nuestra relación continuará inestable y basada en la
competencia.
Unión y comunión
24
Por eso el hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su mujer, y los dos
se funden en un solo ser. Génesis 2:24
Después de crear a Eva y traerla a Adán, Dios le dio a Adán el más claro y
completo resumen acerca de la vida matrimonial, como no se encuentra en
ninguna otra declaración en la Biblia. Este es el concepto de Dios acerca del
matrimonio. Por tanto (porque Dios ve necesidades en la vida de sus hijos y toma
la iniciativa para llenar dichas necesidades, haciendo que se encuentren el uno al
otro) el hombre dejará…… y se unirá…… y será una sola carne con su esposa.
SE UNIRA: Debe tener voluntad para ser sensitivo al otro y querer dejarse
conocer del otro para que la relación madure y se fortalezca
profundamente.
Por tanto, como Adán prefirió agradar a su esposa, antes que a Dios, la tierra fue
maldita. A partir de ese momento Adán se afanaría constantemente tratando de
obtener el fruto de la tierra, y ésta sólo le produciría espinos y cardos. ¡Qué labor
tan frustrante sería aquella! Adán saldría al campo, lleno de esperanzas, pero
luego se le desvanecerían al observar que de todo su esfuerzo y sudor únicamente
obtenía tan poco fruto y tantos espinos. El fruto del conocimiento del bien y del
mal fue fácil de obtener y comer; pero, ahora, el tan deseado fruto del campo
vendría sólo después de mucho sudor.
Se debe saber diferenciar entre “trabajo” y “afán”. El trabajo es una
responsabilidad que Dios nos ha encomendado. El trabajo era parte de la vida de
Adán aún antes de la desobediencia. Pero el “afán” fue una consecuencia del
pecado. Dios nos da la libertad para que disfrutemos de nuestro trabajo. El rey
Salomón nos dio instrucciones precisas con respecto a esto.
1
Todo tiene su momento oportuno; hay un tiempo para todo lo que se hace bajo
el cielo: … 13 y sé también que es un don de Dios que el hombre coma o beba, y
disfrute de todos sus afanes. Eclesiastés 3:1,13
Muchos de nosotros nos sentimos plenamente realizados con nuestro trabajo. Hay
momentos de éxito e inclusive éxito duradero. Pero el trabajo es trabajo; y
mediante él obtenemos el fruto que la tierra produce. Pero el problema radica
cuando el hombre busca el sentido de su vida en el trabajo, y en lugar de ello
encuentra espinos y cardos. Aunque vengan presiones, problemas económicos,
dificultades en las relaciones y fallas mecánicas, aún así el hombre guarda la
esperanza de obtener fruto y propósito en su trabajo. Continuará yendo, vez tras
vez, a su campo de trabajo con la esperanza de hallar satisfacción. Por causa de
la desobediencia, el hombre siempre tiene la tendencia de buscar sentido a su
vida en el trabajo; algunos trabajan demasiado, casi como adictos al trabajo.
Pasan su vida en el campo de trabajo, el que hayan elegido, buscando con afán y
con el sudor de su frente y esperando el fruto.
Después de que Adán le puso nombre a Eva, Dios realizó uno de los actos más
importantes en toda la historia.
20
El hombre llamó Eva a su mujer, porque ella sería la madre de todo ser viviente.
21
Dios el SEÑOR hizo ropa de pieles para el hombre y su mujer, y los vistió. Génesis
3:20,21
Fue Dios quien por primera vez, en toda la creación, sacrificó un animal. ¡Cuánto
dolor y sentimiento de pérdida debió experimentar cuando realizó dicha acción!
Pero al ver la culpa, temor y desnudez de Adán y Eva, Dios tomó la iniciativa de
cubrirlos, a costo de la vida de un ser creado por El. Ellos nos estaban bien
cubiertos con las hojas de higuera que habían cosido, pues Dios conocía la
necesidad real y venía de El. ¡Qué hermoso cuadro de lo que sucedería más tarde
al enviar a su Hijo, el cual, por medio de su sangre nos redimiría para El, cubriendo
nuestras vidas con su propia justicia!
18
Como bien saben, ustedes fueron rescatados de la vida absurda que heredaron
de sus antepasados. El precio de su rescate no se pagó con cosas perecederas,
como el oro o la plata, 19 sino con la preciosa sangre de Cristo, como de un cordero
sin mancha y sin defecto. 1 Pedro 1:18,19
Después, Dios expulsó a Adán y Eva del huerto que había creado para que ellos
disfrutaran y cultivaran.
22
Y dijo: «El *ser humano ha llegado a ser como uno de nosotros, pues tiene
conocimiento del bien y del mal. No vaya a ser que extienda su mano y también
tome del fruto del árbol de la vida, y lo coma y viva para siempre.» 23 Entonces
Dios el SEÑOR expulsó al ser humano del jardín del Edén, para que trabajara la
tierra de la cual había sido hecho. Génesis 3:22,23
¡Este fue un acto de misericordia! Si Adán y Eva hubieran comido del árbol de la
vida, en ese estado, se hubieran quedado eternamente en estado de pecado.
24
Luego de expulsarlo, puso al oriente del jardín del Edén a los *querubines, y una
espada ardiente que se movía por todos lados, para custodiar el camino que lleva
al árbol de la vida. Génesis 3:24
Pedro dice que la esposa no debe poner sus esperanzas en el esposo, sino en Dios.
Si ella pone todas sus esperanzas en el esposo, él será prisionero de las
expectativas de ella. Su espíritu se irá agotando cuando ve que no llena las
expectativas de ella. Pero, cuando la esposa aprende a confiar en Dios, libera al
esposo para que él llegue a ser el hombre que Dios desea que él sea. Y ella, en
lugar de arruinar al esposo con la presión de sus sueños, crea un ambiente
espiritual dentro del cual él va creciendo a la imagen de Dios.
Cristo le pidió al Padre, muy honestamente, que si había otra forma de obtener la
salvación, lo hiciera. Cristo era el Cordero sin mancha, y debía ser sacrificado por
los pecados del mundo. En esta oración Cristo confiaba en que la decisión del
Padre era la mejor para su vida en dicha situación. Y esa es la clase de actitud
que Dios desea darle a la esposa. Puede que ella pida, de todo corazón, que Dios
busque otra manera de obrar en su esposo. Puede que ella tenga temores, y
tenga muchas preguntas sobre el presente y el futuro, pero ella cree que Dios
sabe lo que hace en su vida, entre circunstancias y necesidades. En medio de
todo, ella confía en que Dios traerá satisfacción tanto a su vida como a la del
esposo
6
Tal es el caso de Sara, que obedecía a Abraham y lo llamaba su señor. Ustedes
son hijas de ella si hacen el bien y viven sin ningún temor. 1 Pedro 3:6.
Pedro nos pone a Sara como ejemplo a todas las esposas. Sara tuvo ese “espíritu
afable y apacible” ante Abraham y vivió reverentemente aun en situaciones
difíciles. Cuando una mujer confía en Dios, puede realizar sin ningún temor
aquello que Dios le encomienda. Claro que siempre hay quienes dicen que si una
esposa se somete mucho, el esposo la destruirá y ella anulará su personalidad.
Pero el concepto de Dios es diferente; la mujer puede obedecer al esposo y al
mismo tiempo confiar en Dios, y El la honrará.
En este versículo, Dios le está dando a todas las mujeres una visión de cómo
pueden ser utilizadas en las vidas de los esposos. En Génesis 2 vimos que el
ministerio de ella es ser un santuario para el corazón del esposo. Y Pedro da la
misma figura. La mujer puede proveerle al esposo el ambiente en donde él puede
crecer a la imagen de Dios. Ella será el canal, a través del cual Dios actúa en el
esposo.
¡Es el esposo quien debe dar! Así como Cristo es el “modelo perfecto” del papel de
la mujer, también lo es para el hombre espiritual. Cristo amó a la iglesia. Según el
punto de vista de Dios, el amor siempre implica dar para llenar necesidades.
Nosotros estábamos separados de la vida que proviene de Dios, y esa vida por
nosotros para que recibiéramos su vida. Esa misma clase de amor es la que el
esposo debe mostrar; ese es su ministerio. Si el amor fuera un sentimiento,
espontáneamente; no necesitamos que nos manden sentir. Pero como el amor
incluye entrega y acciones, se nos manda amar. El esposo debe entregarse por su
esposa, así como lo hizo Cristo por la iglesia.
Al comienzo de este estudio dijimos que el papel de uno y otro era prácticamente
el mismo: ser servidores el uno del otro. La esposa, por su parte, demuestra su
entrega mediante un espíritu sumiso, para que él pueda crecer y madurar. El
esposo, por su parte, debe tener el mismo espíritu. Cristo llegó a ser cabeza de la
iglesia porque se entregó por ella. Para que el esposo sea cabeza de la esposa
debe practicar el privilegio de entregar su vida, cada día, por amor a ella.
El ejemplo de Cristo es muy claro; así, el esposo debe expresar amor y liderazgo.
24
Tuvieron además un altercado sobre cuál de ellos sería el más importante.25
Jesús les dijo: —Los reyes de las *naciones oprimen a sus súbditos, y los que
ejercen autoridad sobre ellos se llaman a sí mismos benefactores. Lucas 22:24,25
Los discípulos de Cristo estaban pensando como nuestros hijos, juzgando quién
sería el “mejor”. Pero Cristo les dijo cómo eran las cosas en este mundo, y cómo
son en su reino.
26
No sea así entre ustedes. Al contrario, el mayor debe comportarse como el
menor, y el que manda como el que sirve. Lucas 22:26
Cristo les dijo que estuvieran dispuestos a ocupar el lugar más bajo, la posición
menos importante a los ojos del mundo. La persona dispuesta a hacer esto es el
verdadero líder.
27
Porque, ¿quién es más importante, el que está a la mesa o el que sirve? ¿No lo
es el que está sentado a la mesa? Sin embargo, yo estoy entre ustedes como uno
que sirve. Lucas 22:27
Cuando Cristo hizo esta pregunta, todos sabían la respuesta. Es obvio que el más
importante es el que se sienta a la mesa y el menos importante el que sirve. Pero
luego El pronunció aquellas palabras llenas de poder: “Mas yo estoy entre vosotros
como el que sirve” Así debe proceder el esposo. ¡El hecho de que él es la cabeza,
le concede el gran honor de ser servidor de su esposa!
Si para ser cabeza de la iglesia, Cristo tuvo que tomar el lugar más bajo y darse a
sí mismo en áreas en que otros se negaban hacerlo, ¿qué significará para un
esposo ser cabeza de la esposa?. Esta entrega debe proceder de un corazón de
siervo, y se manifiesta en una disposición para asumir el puesto más bajo, con tal
de llenar cualquier necesidad que se manifieste.
Si el esposo desea amar a la esposa así como Cristo amó a la iglesia, debe
entregar su vida por ella. Y por supuesto, una expresión de ello es estar dispuesto
a morir por ella. Pero sólo se puede morir una sola vez. Por tanto, Pablo describe
un estilo de vida donde continuamente él está llenando las necesidades de ella. El
apóstol Juan también describió esta entrega diaria, en su primera carta:
16
En esto conocemos lo que es el amor: en que Jesucristo entregó su *vida por
nosotros. Así también nosotros debemos entregar la vida por nuestros hermanos.
1 Juan 3:16
El esposo debe entregar su vida día tras día, llenando las necesidades de la
esposa; esta es la clase de amor que él debe mostrarle. Este hombre, cuando
mira a su esposa, siempre se pregunta: ¿qué necesitará ella? Algunas veces
necesitará una palabra de ánimo, otras necesitará un consejo y oración. En otras
ocasiones necesitará ayuda en los quehaceres de la casa, o cuidar a los niños. Tal
vez ella necesita salir de la casa, mientras él hace los quehaceres por ella. Estas
son las clases de necesidades que él desea llenar, porque la ama.
A medida que Pablo continúa haciendo el paralelo entre el amor de Cristo por la
iglesia, y el del esposo por la esposa, él describe el proceso de santificación, que
ocurre cuando ella es lavada por la Palabra. El proceso de santificación es doble.
En el Antiguo Testamento los sacerdotes santificaban los objetos que iban a usar
en los sacrificios. Primero los lavaban bien y luego los separaban o consagraban
porque serían utilizados únicamente para dicho propósito.
En este punto hay otra aplicación que debemos tener en cuenta. Cristo embelleció
a la iglesia para presentársela a sí mismo una iglesia gloriosa, pura y completa.
Cuando una esposa crece en esta forma, no es sólo con el propósito de que el
esposo se la presente a sí mismo. Su ministerio va mucho más allá. El tiene la
responsabilidad de presentársela también el Señor, y decirle; “Esta mujer ha
llegado a ser lo que es, como resultado de mi amor hacia ella” Para los que ya
estamos casados, esta es nuestra principal mayordomía en toda nuestra vida.
Valor y estima
28
Así mismo el esposo debe amar a su esposa como a su propio cuerpo. El que
ama a su esposa se ama a sí mismo,29 pues nadie ha odiado jamás a su propio
cuerpo; al contrario, lo alimenta y lo cuida, así como Cristo hace con la iglesia,30
porque somos miembros de su cuerpo. Efesios 5:28-30.
Redención de la condenación
33
En todo caso, cada uno de ustedes ame también a su esposa como a sí mismo,
y que la esposa respete a su esposo. Efesios 5:33.
Poder en la oración
Y ustedes esposos, ¡hagan lo mismo! Así como Cristo se entregó al Padre, y así
también tuvo libertad para someterse a los hombres. Ustedes sigan ese ejemplo
en sus relaciones con la esposa. ¡Vivan con ellas sabiamente! Un esposo debe
conocer a su esposa; debe saber cuáles son sus debilidades y sus áreas fuertes;
en cuáles es vulnerable y propensa al fracaso. Probablemente Pedro se está
refiriendo a la vulnerabilidad de ella en la tentación, así como Eva fue engañada
por Satanás. Dios quiere que el esposo sea sensitivo a esto y que la vea a ella con
los ojos de Dios. Mientras más veamos a nuestra esposa de la manera como Dios
la ve, más honor le daremos y en más estima la tendremos.
Ya dijimos que la esposa es el canal a través del cual Dios se manifiesta al esposo.
El espíritu de ella provee el ambiente donde él crece y madura en Cristo. Al
estudiar el ministerio del esposo vemos esa misma visión. A medida que él se
entrega, que da su vida por ella, día a día, él también se convierte en el canal a
través del cual Dios se manifiesta a ella. ¡Qué hermoso cuadro de un ministerio
bien cumplido! Cuando vivimos como Dios nos enseña, compartimos plenamente
su vida y hay unión y comunión entre los esposos y el Dios viviente.
15
Más bien, al vivir la verdad con amor, creceremos hasta ser en todo como aquel
que es la cabeza, es decir, Cristo. Efesios 4:15.
La mejor forma de evitar este conflicto es tener como objetivo personal el servir al
otro. El servicio surge del amor. Así como Jesús se hizo siervo para expresarnos
su amor, debemos servir a los demás. Y principalmente a nuestro cónyuge. Si su
objetivo es servir, cada comentario y acción deben ser examinados con esta luz.
¿En qué forma ayudará esto a mi cónyuge? ¿Servirá para unirnos más? Pablo
escribió algunas instrucciones a los Gálatas:
26
No dejemos que la vanidad nos lleve a irritarnos y a envidiarnos unos a otros.
Gálatas 5:26
De alguna manera debemos salir de esta vida egoísta y centrada en nuestro ego,
que es la causa de que tratemos a los demás como nuestros siervos. Sobre todo
en el matrimonio necesitamos vernos a nosotros mismos como inferiores, y al
cónyuge como superior. Y nuestro objetivo deberá ser darle la honra y el
reconocimiento que se merece.
3
No hagan nada por egoísmo o vanidad; más bien, con humildad consideren a los
demás como superiores a ustedes mismos. 4 Cada uno debe velar no sólo por sus
propios intereses sino también por los intereses de los demás. Filipenses 2:3,4.
La actitud de un servidor debe estar presente en cada área del matrimonio. Habrá
ocasiones cuando tendremos que hacer algo más que simplemente animar y
edificar. Habrá momentos cuando se necesitará restauración, o confrontación y
rechazo al pecado. En esos momentos también debe haber la actitud de un
servidor. No se debe denunciar el pecado con la intención de mostrar nuestra
santidad o superioridad, sino con el deseo de que la otra persona llegue a la
madurez, que crezca espiritualmente.
Muy a menudo citamos el versículo que dice “no juzguéis”, pero sin mencionar lo
que viene después. Jesús dice que primero debemos resolver el problema de
nuestra vida y luego sí (verso 5) podemos ayudar a los demás. El mandato de no
juzgar no quiere decir no hacer una declaración verdadera cuando hay un
problema. El mandato tiene que ver con nuestra actitud. Al señalar los problemas
ajenos no debemos restauración. Habiendo solucionado primero nuestro
problema, podremos ayudar con compasión y humildad a nuestro cónyuge.
Este aspecto tiene una aplicación muy bonita en el matrimonio. Las actitudes y
sentimientos de los casados son tan bien compartidas, que es raro encontrar un
pecado en uno, que también no esté en el otro. Por tanto, la restauración se debe
efectuar en un ambiente de confesión mutua. Debemos aprender a recibir la
exhortación y edificación que el otro nos brinda. En lugar de sentirnos mal por el
menor comentario del otro, debemos aceptar su crítica, pues viene de la persona
que mejor nos conoce y que además nos ama. Debemos aceptar que el otro
ministre en nosotros, pues su verdadero deseo es que crezcamos. Y esto, en
muchos aspectos, es nuestra única esperanza. Si el otro no nos puede hablar,
¿entonces quién? Si no recibimos la crítica de nuestro cónyuge, ¿a quién
escucharemos? La exhortación de Pablo a los Efesios se aplica mucho al
matrimonio:
15
Más bien, al vivir la verdad con amor, creceremos hasta ser en todo como aquel
que es la cabeza, es decir, Cristo. Efesios 4:15.
Si vamos a llevar las cargas del otro, debemos conocer cuáles son esas cargas.
Cada uno tendremos dificultades en nuestro caminar con el Señor, tendremos
áreas oscuras que necesitan luz. Y todos somos conscientes de dichos problemas.
Podemos decir con David, “mi pecado está siempre delante de mí” (Salmos 51:3).
Pero Dios ha provisto el cuerpo de Cristo (la iglesia) para que no llevemos el peso
de nuestro pecado solos. Y esto es más real en el matrimonio.
16
Por eso, confiésense unos a otros sus pecados, y oren unos por otros, para que
sean sanados. La oración del justo es poderosa y eficaz. Santiago 5:16.
Soportando y perdonando
Cuando se nos exhorta, nuestra primera reacción es pelear. Pablo dice que ese no
debe ser el comportamiento. Hay que rechazar el pecado, dejar el viejo hombre y
vestirse de compasión.
Los esposos necesitamos, desesperadamente, llevar las cargas los unos de los
otros. Necesitamos apoyo, no ira ni crítica. Necesitamos oraciones, no un sermón
sobre lo malo que somos. Necesitamos perdón, y que el cónyuge nos asegure del
perdón de Dios. Pablo dice cuál es la base del perdón: así como Cristo nos
perdonó, debemos también perdonar a los demás. Al comprender cuán grande
era nuestra deuda, debemos perdonar al otro. ¿Qué tan grande es el pecado del
otro comparado con el suyo? Dios nos ha perdonado todos los pecados-pasados,
presentes y futuros. De la misma forma debemos mostrar misericordia, día tras
día.
13
Por tanto, dejemos de juzgarnos unos a otros. Más bien, propónganse no poner
*tropiezos ni obstáculos al hermano…. 19 Por lo tanto, esforcémonos por promover
todo lo que conduzca a la paz y a la mutua edificación. Romanos 14:13,19.
Animándose mutuamente
¡Ojalá que en nuestros hogares nos diéramos más ánimo mutuamente! Que
dejáramos atrás la crítica. ¡Qué ejemplo daríamos a los no cristianos! En el mundo
sólo hay competencia. El hombre únicamente quiere utilizar a los demás para su
propio provecho. Cuando alguien ya no sirve, se le deja a un lado, se le relega a
una posición inferior. Tal vez el único sitio donde todavía podemos encontrar
fortaleza para enfrentar la brutal competencia del mundo, es el hogar. Pero es
triste ver que la atmósfera de muchos hogares y la relación matrimonial está
plagada de tensión y amargura, y que el sarcasmo abunda más que el amor. Y lo
peor, muchos cristianos están en esta condición. Debemos cambiar nuestra
forma de pensar. Nuestros hogares y matrimonio deben ser un refugio; un sitio
donde se escuchen más palabras de ánimo.
13
Al contrario, mientras aún queda tiempo, cada uno debe animar al otro a seguir
confiando. Así nadie pensará que al pecar hace el bien, ni dejará de obedecer a
Dios. Hebreos 3:13.
24
Tratemos de ayudarnos unos a otros, y de amarnos y hacer lo bueno. Hebreos
10:24.
El escritor de la carta a los Hebreos nos dice que el pecado es engaños. ¡Qué bien
lo sabemos! Por eso mismo debemos cuidarnos el uno al otro, animarnos día a día.
El desánimo es algo que arruina vidas y, por tanto, es una de las armas más
efectivas de Satanás. El nos dice que somos un fracaso, que nunca cambiaremos,
que estamos encarcelados en nuestros pecados y circunstancias para siempre. Si
vemos que no crecemos mucho, tendremos al desánimo y comenzamos a creerle
a Satanás. Y lo que necesitamos en esos momentos es que alguien nos muestre la
perspectiva de Dios. Necesitamos ver a Dios actuando. Necesitamos
convencernos de que El es más grande que nuestro pecado y más poderoso que
nuestras circunstancias. Necesitamos que alguien nos de ánimo.
Estos versículos nos dice que debemos animarnos unos a otros. En el matrimonio,
cuando nuestro cónyuge tienda a desanimarse, debemos reconocer dicha
necesidad y ministrarle. Cuando vemos al otro de mal humor, o deprimido,
tendemos a ignorarlo. Pensamos que es mejor dejarlo solo hasta que le pase.
Pero la Biblia dice que debemos ministrarle. Cuán a menudo nos detenemos y nos
preguntamos: ¿Cómo puedo animarlo a ser más amoroso, y a expresar ese amor a
otras personas? ¿Conocemos bien las habilidades del otro y lo estimulamos para
que las aplique en su ministerio? Al descubrir el potencial de nuestro cónyuge,
vemos la obra de Dios en su vida y compartimos dicha perspectiva con él. Eso es
lo que significa dar ánimo, en su forma más real. Dios está en control, El está
involucrado, y nuestra función es llevar a cabo lo que El quiere que realicemos.
Uno de los aspectos contra los cuales luchamos más en nuestra cultura es la
presión del tiempo. Y las parejas, a veces, pasan muy poco tiempo conversando,
excepto lo estrictamente necesario. Eso incluye preguntas como ¿Qué desean
comer esta noche? o ¿Le diste permiso a Pedrito para salir? La pareja promedio
rara vez dialoga. Y es fácil ver cómo caemos en esta trampa. La televisión
absorbe la mayor parte del tiempo; y cuando llegamos a casa queremos hacer de
todo menos dialogar. A veces el día ha sido tan aburrido que sólo queremos
preguntar qué hay de comida. Y cuando una familia se reúne a comer, se dedica
más tiempo a poner orden que a dirigir una conversación interesante.
Amarse mutuamente
La vida que Cristo vivió ante sus discípulos demostró claramente que El era un
canal a través del cual el Padre realizaba su voluntad en este mundo. Dios habló a
su Hijo, le dirigió su vida y ministerio y le proveyó el poder y los recursos para
realizar su obra, y Cristo actuó en obediencia haciendo lo que el Padre le
ordenaba.
La vida de Cristo en la tierra fue una vida de obediencia. Nada de lo que hizo o
dijo tuvo origen en sí mismo. Dios daba la iniciativa, los recursos y la dirección.
Jesús vivió para hacer la voluntad de su Padre.
28
Por eso Jesús añadió: —Cuando hayan levantado al Hijo del hombre, sabrán
ustedes que yo soy, y que no hago nada por mi propia cuenta, sino que hablo
conforme a lo que el Padre me ha enseñado.29 El que me envió está conmigo; no
me ha dejado solo, porque siempre hago lo que le agrada. Juan 8:28,29
Y Jesús vivió rodeado de gente que tenía ciertas expectativas hacia su ministerio.
Tanto sus discípulos, como los líderes religiosos, como las multitudes esperaban
algo de El. Pero Cristo sabía que únicamente la voluntad de su Padre era lo
importante, en medio de tantas esperanzas y demandas de la gente. Sus últimas
palabras en la cruz fueron: “Todo está consumido”. Sabemos que esto se refiere a
su obra de redención y sacrificio por nosotros. Pero, en otro sentido, podemos
pensar que El estaba diciendo: “Todo lo que me enviaste a hacer en el mundo está
terminado. No quedó nada por hacer.” ¡Qué felicidad poder expresar lo mismo al
final de nuestra vida! Todos vivimos rodeados de demandas y expectativas de
otros. Todos luchamos por tomar decisiones correctas sobre cómo invertir el
tiempo. ¿Cómo saber la diferente entre lo urgente y lo importante? Debemos
seguir el ejemplo de Cristo. Sólo lo que Dios nos dirige a hacer es lo importante.
Debemos aprender a discernir su voz en medio de las demandas, esperanzas y
expectativas de otros. Aprendemos a discernir su voz por medio del Espíritu que
vive en nosotros, en su Palabra revelada y por medio de los líderes espirituales.
Dios quiere tomar la iniciativa en nuestra vida y que nosotros seamos
instrumentos para realizar su voluntad en la tierra.
Cuando hablamos de prioridades, debemos guiarnos por una verdad. Dios nos ha
dado todo el tiempo que necesitamos para cumplir su voluntad, y nosotros nos
preocupamos porque queremos hacer más cosas en menos tiempo. Pero no es
Dios quien nos ha dado más cosas por hacer. A cada uno, El le ha dado el tiempo
necesario para hacer su voluntad. Debemos aprender a reconocer esta verdad.
¡Cuán cierto es esto! El Dios que creó el cielo y la tierra, el Eterno, quiere ser el
centro de nuestra vida. Y desde el día que le recibimos, nuestra vida toma el
rumbo correcto. A partir de entonces El se convierte en el proveedor de todas
nuestras necesidades.
3
Tú haces que los *hombres vuelvan al polvo, cuando dices: «¡Vuélvanse al polvo,
*mortales!» 4 Mil años, para ti, son como el día de ayer, que ya pasó; son como
unas cuantas horas de la noche. Salmo 90:3,4
Así como fuimos creados del polvo de la tierra, al polvo volvemos al morir. Los
días que nos parecen tan largos, no son nada en comparación con la eternidad.
5
Arrasas a los mortales. Son como un sueño. Nacen por la mañana, como la
hierba 6 que al amanecer brota lozana y por la noche ya está marchita y seca.
Salmo 90:5,6
Nuestra permanencia en la tierra es tan corta que Dios la compara con la yerba
que sale en la mañana y en la tarde se seca. Dios diseño nuestra vida para ser
eterna, pero nuestro cuerpo es temporal. Debemos reconocer que estos breves
años deben ser una preparación para la eternidad.
10
Algunos llegamos hasta los setenta años, quizás alcancemos hasta los
ochenta, si las fuerzas nos acompañan. Tantos años de vida, sin embargo, sólo
traen pesadas cargas y calamidades: pronto pasan, y con ellos pasamos nosotros.
11
¿Quién puede comprender el furor de tu enojo? ¡Tu ira es tan grande como el
temor que se te debe! 12 Enséñanos a contar bien nuestros días, para que nuestro
corazón adquiera sabiduría. Salmo 90:10-12
En Efesios, capítulo 5, el apóstol Pablo nos presenta una clara imagen del orden de
prioridades.
15
Así que tengan cuidado de su manera de vivir. No vivan como necios sino como
sabios,16 aprovechando al máximo cada momento oportuno, porque los días son
malos. Efesios 5:15,16.
La primera prioridad que Pablo menciona es nuestra relación con Dios. Nos
exhorta a no ser necios, sino a comprender cuál es la voluntad de Dios. Y puesto
que Dios se ha revelado y nos ha dado su palabra, su voluntad no es un ministerio
que debamos “descifrar”. La voluntad de Dios está “en nosotros”, y la conocemos
a medida que caminamos con El.
Luego, Pablo nos exhorta a ser llenos del Espíritu Santo. En el pasado
desperdiciamos nuestra vida, pero ahora somos instrumentos para expresar el
amor de Dios a otros, y a Dios mismo. El ser llenos del Espíritu Santo ocurre en el
contexto de la iglesia cuando nos instruimos en la Palabra, cuando alabamos a
Dios y cuando vivimos en sumisión unos a otros.
Si queremos que Dios no guíe en otras áreas, debemos ver primero cómo está
nuestra relación con El. El debe ser la primera prioridad y la única “fuente” de
nuestra vida. Según la Biblia, este proceso se vive dentro de la iglesia. Es allí
donde crecemos en el conocimiento de Dios y en nuestras relaciones con otros.
Ninguno de nosotros es lo suficientemente sabio o disciplinado para tomar buenas
decisiones. Siempre necesitaremos el consuelo, el consejo, las palabras de ánimo,
la instrucción y la corrección que otras nos pueden dar. Al someternos unos a
otros, podemos recibir todas estas cosas.
Así que, nuestra primera prioridad es nuestra relación con Dios. Esta relación, y
todas las demás, se desarrollan en el ambiente de su iglesia.
Para cumplir este ministerio necesitamos tiempo. Necesitaremos invertir todos los
años que vivamos juntos, el mejor tiempo de esos años. De todas las demandas,
esperanzas y expectativas que enfrentamos, Dios desea que siempre tengamos a
nuestro cónyuge y sus necesidades en primer lugar. Esa persona es, a los ojos de
Dios, nuestra primera responsabilidad.
Se requiere tiempo para conocer al otro. Por eso se debe hablar, compartir y
experimentar la vida con una mente común, compartir y experimentar la vida con
una mente común. Esta unión, esta comunión, la intimidad y sensibilidad que
surgen de toda una vida juntos se irán desarrollando poco a poco, a medida que
pasan tiempo juntos, se comunican y se animan mutuamente. Necesitamos
dialogar bastante. Crear un ambiente de libertad para compartir sentimientos,
pensamientos, temores, heridas y preguntas. Dicha relación irá madurando a
medida que tenemos como prioridad caminar juntos de esta forma.
Con tal motivo, debemos apartar un tiempo específico para cumplir con este
ministerio. Antes de dedicar tiempo a los hijos, a la profesión, o a la iglesia, es
importante el tiempo para nuestro cónyuge. Será preciso apartar tiempo diaria o
semanalmente. Y cuando surgen imprevistos, es cuando realmente se debe quién
tiene prioridad. Aun a costa de otras cosas que más estimemos, nuestro cónyuge
tiene la primera y más importante prioridad.
Las necesidades de los hijos demandan tanto de nuestra parte que cuando surgen
muchas presiones es importante tener bien claro cuáles prioridades son las
principales. Para ello se requiere flexibilidad, sin dejar a un lado las dos primeras
prioridades: Dios y el cónyuge. Si no lo hacemos así, estaremos echando a perder
nuestras relaciones más importantes en esos años cuando los hijos demandan
más de nuestra parte.
Como pareja, también necesitamos orar por los hijos. Por medio de la oración
recibimos la dirección de Dios para dirigir, discipular, corregir malos hábitos o
desarrollar áreas de interés; si aprendemos a verlos como Dios los mira, nos será
más fácil darles aquello que Dios tiene para ellos.
Si dejamos pasar el tiempo haciendo otras cosas, nunca les podremos dar a los
hijos lo que Dios desea que les demos. Ellos son la principal responsabilidad de la
pareja, y debemos darles todo lo que Dios nos manda compartir con ellos.
Pero, si bien es cierto que Dios desea que disfrutemos de nuestro trabajo, éste no
se debe convertir en lo más importante:
12
Yo sé que nada hay mejor para el hombre que alegrarse y hacer el bien
mientras viva;13 y sé también que es un don de Dios que el hombre coma o beba,
y disfrute de todos sus afanes. Eclesiastés 3:12,13
Después de analizar la relación con Dios, con el cónyuge, con los hijos y en el
trabajo, Pablo habla del ministerio. No quiere decir que el ministerio viene de
último, después de Dios, el cónyuge, los hijos y el trabajo, sino que dicho
ministerio es el resultado de ver que todo lo anterior está funcionando como Dios
quiere. Cuando nuestra relación con Dios es guiada por el Espíritu Santo, cuando
le estamos dedicando tiempo al cónyuge y a los hijos, y cuando el trabajo ocupa el
lugar adecuado, el ministerio surgirá en forma natural. Si nos afanamos por tener
un “ministerio” y no tenemos una buena relación con Dios, estaremos trabajando
en el poder de la carne, en nuestras propias fuerzas. Es necesario saber que
ministerio es lo que Dios realiza en nosotros y que, luego, por su poder lo
compartimos con otras personas.
Aun con todas las circunstancias difíciles que Dios permite en nuestra vida, hay
gozo continuo:
15
Días y años nos has afligido, nos has hecho sufrir; ¡devuélvenos ahora ese
tiempo en alegría! Salmo 90:15.
Tenemos la herencia de las bendiciones de Dios, las cuales son válidas para todas
las generaciones.
16
¡Sean manifiestas tus obras a tus siervos, y tu esplendor a sus descendientes!
Salmo 90:16.
Y todas las cosas que Dios ha hecho por nosotros durante nuestro andar en este
mundo, serán estables y tendrán resultados permanentes:
17
Que el favor[a] del Señor nuestro Dios esté sobre nosotros. Confirma en nosotros
la obra de nuestras manos; sí, confirma la obra de nuestras manos. Salmo 90:17.
Si respondemos en forma adecuada cuando el Señor nos indica cuáles deben ser
las prioridades de nuestra vida, nuestros corazones se asemejarán al suyo y
tendremos sabiduría permanentemente. Qué sensación de gozo y vida
abundante, cuando lleguemos un día ante El sabiendo que todo lo que El quería
realizar en nosotros ha sido hecho, y escuchar sus palabras:
23
Su señor le respondió: "¡Hiciste bien, siervo bueno y fiel! Has sido fiel en lo
poco; te pondré a cargo de mucho más. ¡Ven a compartir la felicidad de tu señor!"
Mateo 25:23.
Caminando en la luz
Pablo escribió a los colosenses acerca de las relaciones que tenemos en Cristo, y
cómo mantenerlas.
12
Por lo tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de afecto
entrañable y de bondad, humildad, amabilidad y paciencia,13 de modo que se
toleren unos a otros y se perdonen si alguno tiene queja contra otro. Así como el
Señor los perdonó, perdonen también ustedes.14 Por encima de todo, vístanse de
amor, que es el vínculo perfecto. 15 Que gobierne en sus corazones la paz de
Cristo, a la cual fueron llamados en un solo cuerpo. Y sean agradecidos.
Colosenses 3:12-15
El hecho de que Dios nos encarga llevar las cargas del otro implica que en
ocasiones otros llevarán las nuestras. En algún momento vamos a ofender a
otros, ya sea de palabra o de hecho. Y nuestra estrecha relación con Cristo no
depende de nuestro buen comportamiento. Cuando andamos en la carne siempre
vamos a ofender a los demás. Pero nuestra relación se fundamenta en el perdón
que podemos dar y recibir, así como Cristo nos ha perdonado.
El mundo nos enseña que cuando vengan los problemas lo mejor que podemos
hacer es huir, escapar; que reclamemos nuestros derechos, que defendamos
nuestra posición e identidad; que cuando una relación no contribuya a nuestros
objetivos, o cuando el ambiente no sea propicio para nuestro desarrollo personal,
lo mejor es escapar. Y esto es engaño de Satanás para que no recibamos lo que
Dios desea darnos. Dios quiere que perseveremos juntos en los tiempos buenos y
en los tiempos malos, en la alegría y en el dolor, en la enfermedad y en la salud,
en la pobreza y en la riqueza. Y eso fue lo que prometimos ante testigos. Pero
con el amor de Dios, todo es posible. No podemos dejar al cónyuge cuando ya no
disfrutamos juntos, ni debemos construir paredes cuando el otro nos ofende. Dios
nos ha capacitado para reaccionar con amor y para madurar juntos. Si alguno
está en Cristo, no tiene excusas para vivir una relación débil. El amor que
recibimos de Dios nos capacitará para disfrutar de relaciones fuertes y estrechas.
21
Para esto fueron llamados, porque Cristo sufrió por ustedes, dándoles ejemplo
para que sigan sus pasos. 22 «Él no cometió ningún pecado, ni hubo engaño en su
boca.» 3 Cuando proferían insultos contra él, no replicaba con insultos; cuando
padecía, no amenazaba, sino que se entregaba a aquel que juzga con justicia. 24 Él
mismo, en su cuerpo, llevó al madero nuestros pecados, para que muramos al
pecado y vivamos para la justicia. Por sus heridas ustedes han sido sanados. 1
Pedro 2:21-24
El llevar la carga del otro no significa que no debamos decirle qué es lo que nos
ofende. Tenemos la responsabilidad, delante de Dios, de hacerle ver su pecado.
El mandato de Pablo se aplica también al matrimonio.
1
Hermanos, si alguien es sorprendido en pecado, ustedes que son espirituales
deben restaurarlo con una actitud humilde. Pero cuídese cada uno, porque
también puede ser *tentado.2 Ayúdense unos a otros a llevar sus cargas, y así
cumplirán la ley de Cristo. Gálatas 6:1,2.
Dios nos manda a confrontar al esposo o esposa cuando veamos que anda en
pecado; pero debemos hacerlo con humildad, sensibilidad y compasión, sin la
intención de hacernos ver superiores al otro.
Dios nos ha dado la libertad para dejarnos conocer con nuestras debilidades y
para discernir las debilidades del otro. Y uno de los aspectos más hermosos del
matrimonio es el crecimiento que se opera en los cónyuges cuando hay continua
limpieza y estímulo. Dios nos ha dado, en nuestro cónyuge, la persona que mejor
nos conoce y que también está dispuesta a ayudarnos en este proceso de
madurez y crecimiento. A medida que nuestra vida transcurre, debemos notar en
qué áreas el otro necesita confrontación, y también ser sensibles para ministrarle
en amor cuando necesite restauración. Lo mismo que a los discípulos, Dios nos
llama a confrontar y perdonar. Si descuidamos uno de los dos, nuestra relación no
alcanzará la madurez.
3
Así que, ¡cuídense! »Si tu hermano peca, repréndelo; y si se arrepiente,
perdónalo.4 Aun si peca contra ti siete veces en un día, y siete veces regresa a
decirte "Me arrepiento”, perdónalo. Lucas 17:3,4
Pablo también les advirtió a los efesios que no dejaran pasar alto el pecado por
mucho tiempo.
25
Por lo tanto, dejando la mentira, hable cada uno a su prójimo con la verdad,
porque todos somos miembros de un mismo cuerpo.26 «Si se enojan, no pequen.»
No dejen que el sol se ponga estando aún enojados, 27 ni den cabida al diablo.
Efesios 4:25-27
Algunas veces nos enojamos por alguna acción de nuestro cónyuge; otras, cuando
nos confronta. Pero el enojo es una respuesta justificada, pues es una emoción
que Dios nos ha dado. A veces, pecamos porque no nos enojamos cuando
debiéramos. Dios no ha dado libertad para enojarnos y no pecar. Debemos sentir
ira ante el pecado y la depravación del mundo actual, ante la deshumanización del
individuo y la destrucción del hombre; si no sentimos ira por esto estamos
pecando gravemente. No toda la ira es pecado.
Pero sí pecamos cuando dejamos que la ira permanezca por mucho tiempo, y
cuando tiene consecuencias destructivas. Debemos analizar qué es lo que nos
causa la ira y no permitir que se convierta en resentimiento y amargura contra
nuestro cónyuge; pues Satanás utiliza esa puerta abierta para destruir nuestra
relación. Cuando nuestro corazón se endurece, ya no reaccionamos ante el otro
por más que queramos.
14
Busquen la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. 15
Asegúrense de que nadie deje de alcanzar la gracia de Dios; de que ninguna raíz
amarga brote y cause dificultades y corrompa a muchos;16 y de que nadie sea
inmoral ni profano como Esaú, quien por un solo plato de comida vendió sus
derechos de hijo mayor. 17 Después, como ya saben, cuando quiso heredar esa
bendición, fue rechazado: No se le dio lugar para el *arrepentimiento, aunque con
lágrimas buscó la bendición. Hebreos 12:14-17.
EL AMOR
4
El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni
orgulloso.5 No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no
guarda rencor.6 El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la
verdad.7 Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. 8 El amor
jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será
silenciado y el de conocimiento desaparecerá. 1 Corintios 13:4-8.
Todo lo soporta: no te abandonaré: nada podrá hacer disminuir mi amor por ti.
Podemos fallarnos el uno al otro: pero el amor de Dios, que ambos compartimos,
siempre nos hará triunfar.
8
El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas
será silenciado y el de conocimiento desaparecerá.9 Porque conocemos y
profetizamos de manera imperfecta;10 pero cuando llegue lo perfecto, lo
imperfecto desaparecerá.11 Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba
como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas
de niño.12 Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero
entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero
entonces conoceré tal y como soy conocido.
13
Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero
la más excelente de ellas es el amor. 1 Corintios 13:8-13.
Disciplina es canalizar las energías, los deseos, el poder y los recursos que Dios
nos ha dado, para que se conviertan en algo productivo. Hay un claro contraste,
en la Biblia, entre la disciplina que recibieron los discípulos de Jesucristo, y la
disipación en que viven los no conocen a Dios.
1
Por tanto, ya que Cristo sufrió en el cuerpo, asuman también ustedes la misma
actitud; porque el que ha sufrido en el cuerpo ha roto con el pecado, 2 para vivir el
resto de su vida terrenal no satisfaciendo sus pasiones humanas sino cumpliendo
la voluntad de Dios.3 Pues ya basta con el tiempo que han desperdiciado haciendo
lo que agrada a los incrédulos, entregados al desenfreno, a las pasiones, a las
borracheras, a las orgías, a las parrandas y a las idolatrías abominables.4 A ellos
les parece extraño que ustedes ya no corran con ellos en ese mismo
desbordamiento de inmoralidad, y por eso los insultan. 5 Pero ellos tendrán que
rendirle cuentas a aquel que está preparado para juzgar a los vivos y a los
muertos. 1 Pedro 4:1-5.
El vapor nos sirve como ejemplo para explicar qué es disipación y disciplina. Si
colocamos una olla con agua en la estufa, y la hervimos, el vapor se escapa en el
aire y no sirve para nada. Pero si ese vapor fuera canalizado, podría convertirse
en una fuerza muy productiva. Asimismo el discípulo del Señor encauza todo lo
que Dios le ha dado para convertirlo en un ministerio productivo y eficaz. Una
vida disciplinada es una vida canalizada; y al canalizar todo lo que Dios nos ha
dado, estaremos dándole gloria a El.
28
Por eso Jesús añadió: —Cuando hayan levantado al Hijo del hombre, sabrán
ustedes que yo soy, y que no hago nada por mi propia cuenta, sino que hablo
conforme a lo que el Padre me ha enseñado.29 El que me envió está conmigo; no
me ha dejado solo, porque siempre hago lo que le agrada. 30 Mientras aún
hablaba, muchos creyeron en él. Juan 8:28-30.
El ambiente de la disciplina
Dios no castiga a sus hijos, pues no quiere que le tengamos miedo; El quiere que
nuestra relación esté fundamentada en el amor, y que ese amor nos motive a
actuar rectamente. Lo que nos une a Dios es su amor por nosotros. Le amamos
porque El nos amó primero. La disciplina tiene que ver con ese amor que motiva.
11
Hijo mío, no desprecies la *disciplina del SEÑOR, ni te ofendas por sus
reprensiones. 12 Porque el SEÑOR disciplina a los que ama, como corrige un padre a
su hijo querido. Proverbios 3:11,12
Muchos hijos aprenden que el castigo está relacionado con sus malas acciones.
Cuando desobedecen se sienten mal, y cuando sus padres los castigan se sienten
bien, porque saben que el castigo “purifica” el pecado. En este mundo saturado
de culpa, aprendemos a asociar la culpa con el castigo, y al castigo como una
forma de condenación. Pero cuando los padres ya no están presentes para
castigar, nos castigamos a nosotros mismos porque pensamos que eso es lo que
Dios va a hacer con nosotros. Y es así como muchos hemos aprendido a
solucionar nuestro sentimiento de culpa.
Por tanto, necesitamos aprender que Dios, con su amor, nos quita el sentimiento
de culpa y el temor, y que ya no seremos condenados ni castigados.
17
Ese amor se manifiesta plenamente entre nosotros para que en el día del juicio
comparezcamos con toda confianza, porque en este mundo hemos vivido como
vivió Jesús. En el amor no hay temor,18 sino que el amor perfecto echa fuera el
temor. El que teme espera el castigo, así que no ha sido perfeccionado en el amor.
19
Nosotros amamos a Dios porque él nos amó primero. 1 Juan 4:17-19.
Así como el padre se goza en sus hijos, los ama, desea lo mejor para ellos,
también los instruye en el bien. Y es precisamente mediante la disciplina en amor
que el niño llega a comprender que él es un hijo. Un hijo indisciplinado nunca será
consciente del amor de sus padres y tendrá muchos problemas respecto a
seguridad e identidad.
5
Y ya han olvidado por completo las palabras de aliento que como a hijos se les
dirige: «Hijo mío, no tomes a la ligera la disciplina del Señor ni te desanimes
cuando te reprenda,6 porque el Señor disciplina a los que ama, y azota a todo el
que recibe como hijo.» 7 Lo que soportan es para su disciplina, pues Dios los está
tratando como a hijos. ¿Qué hijo hay a quien el padre no disciplina? Hebreos 12:5-
7.
Muchos individuos vienen de hogares donde los han castigado en vez de ser
disciplinados. Sus padres no los motivaron con amor, sino que los castigaron, y
como resultado viven con resentimiento y temor. A menos que estas heridas sean
restauradas y sanadas mediante el amor y la misericordia de Dios, dichas
personas continuarán haciendo lo mismo con sus propios hijos-pues la maldad de
los padres alcanza hasta la tercera y cuarta generación.
Y a la final, estas personas transferirán su odio y temor hacia Dios. Pero si llegan
a comprender la profundidad de la misericordia de Dios hacia ellos, aprenderán a
mirar a sus padres así como Dios los mira y podrán mostrar misericordia a los
padres. Solamente el amor sanador que proviene de Dios logrará transformarlos.
Lo importante de este versículo es que nos hace comprender que hay una época
en la vida del hijo cuando es necesario disciplinarlo para quitarle la rebeldía,
necedad y disipación de su corazón. Y la causa fundamental de estas actitudes es
el pecado. Si se le da el tratamiento adecuado al pecado, se le puede continuar
enseñando la sumisión y a llevar una vida disciplinada. Si no se erradica la
rebeldía cuando él todavía es pequeño, según enseña la Biblia, más tarde será
muy difícil; excepto por acción de la gracia de Dios. Ya los padres no podrán hacer
nada, y Dios tendrá que intervenir, y en su soberanía imponen su disciplina. La
disciplina es, por tanto, básica para darle dirección al hijo, y es privilegio de los
padres aplicarla durante los primeros años, de acuerdo con los principios de Dios.
Toda disciplina correctiva se debe aplicar con amor, y con el deseo de buscar lo
mejor para el hijo, no con ira ni con resentimiento. Dios conoce nuestras
debilidades como padres, y El nos amonesta a que no convirtamos la obediencia
en algo difícil para los hijos.
21
Padres, no exasperen a sus hijos, no sea que se desanimen. Colosenses 3:21.
El objetivo de la disciplina
Cuando los padres enseñan a sus hijos a someterse al señorío de Cristo, y por
medio del ejemplo les muestran cómo desarrollar dicha relación, los hijos tendrán
las motivaciones que Jesús desea ver en ellos. Más tarde, los hijos e hijas llegarán
a ser, a su vez, instrumentos para expresar el amor, el poder y la gloria de Dios al
mundo.
Terminando la carrera
Moisés prefirió perseverar junto al pueblo de Dios, antes que disfrutar otra clase
de vida en este mundo, porque Dios le había revelado la realidad de su persona.
24
Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón.25
Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres
del pecado.26 Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor
riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la
recompensa.27 Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se
mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Hebreos 11: 24-27.
Después de mencionar varios ejemplos de personas que perseveraron con fe, Dios
nos llama a prepararnos para la carrera que tenemos por adelante.
1
Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande
de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que
nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante.
Hebreos 12:1
Nuestro ministerio es enseñar a los hijos a vivir en función de una vida más
elevada, a mostrarles que no deben echar raíces en este mundo físico y
momentáneo de nuestra existencia, para que estén libres y puedan moverse en la
dirección que Dios les llama. Y les enseñamos a dejar a un lado el pecado, para
que quiere que los preparamos para correr libremente una carrera que tiene
objetivos eternos.
2
Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por
el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella
significaba, y ahora está sentado a la *derecha del trono de Dios. 3 Así, pues,
consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los
pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. Hebreos 12:2,3.
Dios nos dice que cada hijo que llega a El, será disciplinado. Debemos recordar
esta verdad cuando estemos pasando por momentos difíciles.
7
Lo que soportan es para su disciplina, pues Dios los está tratando como a hijos.
¿Qué hijo hay a quien el padre no disciplina?8 Si a ustedes se les deja sin la
disciplina que todos reciben, entonces son bastardos y no hijos legítimos. 9
Después de todo, aunque nuestros padres *humanos nos disciplinaban, los
respetábamos. ¿No hemos de someternos, con mayor razón, al Padre de los
espíritus, para que vivamos?10 En efecto, nuestros padres nos disciplinaban por un
breve tiempo, como mejor les parecía; pero Dios lo hace para nuestro bien, a fin
de que participemos de su santidad. Hebreos 12:7-10.
La disciplina causa tristeza, y por eso se nos hace difícil disciplinar a nuestros
hijos. Pero Dios quiere que vislumbremos los frutos que produce: una vida de
sanidad y de rectitud. El mejor y más preciado regalo que podemos dar a
nuestros hijos es encaminarlos a conocer a Dios y a formarse a su imagen. Este es
un objetivo de largo alcance y requiere entrega completa de parte de los padres.
12
Por tanto, renueven las fuerzas de sus manos cansadas y de sus rodillas
debilitadas.13 «Hagan sendas derechas para sus pies», para que la pierna coja no
se disloque sino que se sane. Hebreos 12:12,13.
La disciplina debe ser una forma de vida, haciendo uso de todos los recursos que
Dios nos ha dado, y canalizándolos para cumplir su voluntad. Disciplina es
adiestrarse un poco cada día, mes tras mes, para poder perseverar cuando
comience la carrera. Dios nos disciplina para que cuando comience la carrera
tengamos fortaleza y resistamos. Cuando disciplinamos a los hijos, los estamos
capacitando para que corran con perseverancia la carrera que Dios les ha puesto
por delante, y para que ganen el premio.
24
¿No saben que en una carrera todos los corredores compiten, pero sólo uno
obtiene el premio? Corran, pues, de tal modo que lo obtengan…. .27 Más bien,
golpeo mi cuerpo y lo domino, no sea que, después de haber predicado a otros, yo
mismo quede descalificado. 1 Corintios 9:24,27.
Escríbelas en los postes de tu casa y en los portones de tus ciudades. 10 »El SEÑOR tu
Dios te hará entrar en la tierra que les juró a tus antepasados Abraham, Isaac y
Jacob. Es una tierra con ciudades grandes y prósperas que tú no edificaste,
Deuteronomio 4:9,10.
Ésta es la palabra del SEÑOR, que vino a Joel hijo de Petuel. 2 ¡Oigan esto, ancianos
del pueblo! ¡Presten atención, habitantes todos del país! ¿Alguna vez sucedió cosa
semejante en sus tiempos o en los de sus antepasados? 3 Cuéntenselo a sus hijos,
y que ellos se lo cuenten a los suyos, y éstos a la siguiente generación. Joel 1:1-3.
Dios ha ordenado a los padres y abuelos que enseñen a sus hijos y nietos un modo
de vida, y Dios ha creado a los niños de tal forma que ellos reaccionen ante El de
la misma forma como reaccionar ante sus padres aquí en la tierra. En efecto,
¡Dios nos dice que El es como un padre!
13
Tan compasivo es el SEÑOR con los que le temen como lo es un padre con sus
hijos. Salmo 103:13.
6
pasando delante de él, proclamó: —El SEÑOR, el SEÑOR, Dios clemente y compasivo,
lento para la ira y grande en amor y fidelidad,7 que mantiene su amor hasta mil
generaciones después, y que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado; pero
que no deja sin castigo al culpable, sino que castiga la maldad de los padres en los
hijos y en los nietos, hasta la tercera y la cuarta generación. Éxodo 34:6,7.
Dios nos advierte que si los padres enseñamos a nuestros hijos a vivir conforme a
su palabra, ellos seguirán su camino.
6
Instruye al niño en el camino correcto, y aun en su vejez no lo abandonará.
Proverbios 22:6.
“Instruir” un hijo significa practicar con él hasta que aprenda. “En su camino” se
refiere a la singularidad de cada persona en particular; se le debe ministrar
comenzando en su nivel, de acuerdo a como Dios haya diseñado a cada persona.
Este ministerio requiere mucha creatividad de parte de los padres, desde el
momento que el hijo nace, para motivarlo a conocer a Dios y seguir su voluntad en
cada área de su vida.
Este es, además, un ministerio personal que los padres y abuelos tienen con sus
hijos, para llenar las necesidades particulares de cada uno y llevarlos a la imagen
de Cristo.
Es de suma importancia que comprendamos este versículo, sobre todo hay en día
cuando hemos convertido el cristianismo en la sola aceptación intelectual, y se ve
tan grande abismo entre lo que conocemos y lo que practicamos. El cristianismo
no es únicamente una forma de pensamiento o una teología; es un estilo de vida.
A los cristianos del primer siglo se les llamó seguidores del “Camino”.
1
Mientras tanto, Saulo, respirando aún amenazas de muerte contra los discípulos
del Señor, se presentó al sumo sacerdote 2 y le pidió cartas de extradición para las
sinagogas de Damasco. Tenía la intención de encontrar y llevarse presos a
Jerusalén a todos los que pertenecieran al Camino, fueran hombres o mujeres.
Hechos 9:1,2.
El ministerio de los padres, durante los dos primeros años de vida del niño, es
proveerle un ambiente saturado con la Palabra de Dios. Que ella sea el centro de
sus conversaciones, el tema de las historias que comparten, y que siempre esté a
la vista de los hijos. Cuando les lean historias bíblicas, es importante explicarles el
significado y cómo se aplican a sus vidas. Si les cuentan historias seculares, les
deben explicar claramente la diferencia entre realidad y fantasía. Los relatos de la
Biblia no son un medio de entretenerles, sino de darles ejemplos sobre cómo Dios
quiere que vivamos. Si la Palabra de Dios es parte del ambiente infantil, ésta
llegará a sus mentes y corazones desde el comienzo de sus vidas. Pablo escribió
lo siguiente respecto a Timoteo.
5
Traigo a la memoria tu fe sincera, la cual animó primero a tu abuela Loida y a tu
madre Eunice, y ahora te anima a ti. De eso estoy convencido. … 15 Desde tu
niñez conoces las Sagradas Escrituras, que pueden darte la sabiduría necesaria
para la salvación mediante la fe en Cristo Jesús. 2 Timoteo 1:5; 3:15
A medida que el niño reacciona ante sus padres y ante el Señor, y a medida que
va comprendiendo mejor el plan de Dios para su vida, será necesario darle
enseñanza más específica. Es bueno recordar que, según el Antiguo Testamento,
un niño se convertía en hombre a la edad de 13 años, y al llegar a esa edad, ya
había recibido bastante instrucción en las Escrituras. Por supuesto, el consejo de
los padres, abuelos y líderes siempre será necesario.
El aspecto clave de nuestro ministerio hacia los hijos es enseñarles quién es Dios y
cómo actúa, para que le amen con todo su corazón y toda su vida. Este versículo
siempre estaba en los labios de todos los israelitas, adultos y jóvenes.
La enseñanza debe ser parte normal de las experiencias de los hijos en el hogar.
La Biblia nos da bastante instrucción en esta área, pues dice que les debemos
enseñar “cuando ellos pregunten”.
20
»En el futuro, cuando tu hijo te pregunte: "¿Qué significan los mandatos,
preceptos y normas que el SEÑOR nuestro Dios les mandó?" ,21 le responderás: "En
Egipto nosotros éramos esclavos del faraón, pero el SEÑOR nos sacó de allá con
gran despliegue de fuerza.22 Ante nuestros propios ojos, el SEÑOR realizó grandes
señales y terribles prodigios en contra de Egipto, del faraón y de toda su familia. 23
Y nos sacó de allá para conducirnos a la tierra que a nuestros antepasados había
jurado que nos daría.24 El SEÑOR nuestro Dios nos mandó temerle y obedecer estos
preceptos, para que siempre nos vaya bien y sigamos con vida. Y así ha sido hasta
hoy.25 Y si obedecemos fielmente todos estos mandamientos ante el SEÑOR nuestro
Dios, tal como nos lo ha ordenado, entonces seremos justos." Deuteronomio 6:20-
25.
Dios les ha dado a los niños mentes inquisitivas, y las oportunidades para
enseñarles se presentan cuando preguntan. Los padres debemos aprovechar
estos momentos para comunicarles el pensamiento de Dios respecto a cada tema.
Cuando un niño hace una pregunta, es porque está esperando una respuesta.
Otra oportunidad ideal para enseñar es cuando el niño tiene un problema. Pueden
ser conflictos en el hogar, con los amigos, en la disciplina, en su motivación, en
sus objetivos respecto al futuro, etc. En estas ocasiones los padres debemos
explicarles directamente de la Biblia.
Uno de las formas más eficaces para enseñar a los hijos es utilizando ayudas
visuales, así como lo hicieron los israelitas después de cruzar el Jordán.
1
Cuando todo el pueblo terminó de cruzar el río Jordán, el SEÑOR le dijo a Josué:2
«Elijan a un hombre de cada una de las doce tribus de Israel,3 y ordénenles que
tomen doce piedras del cauce, exactamente del lugar donde los sacerdotes
permanecieron de pie. Díganles que las coloquen en el lugar donde hoy pasarán la
noche.» Josué 4:1-3.
Dios desea que tengamos cosas específicas que nos hagan recordar su poder,
soberanía y cuidado en nuestras vidas. Es importante conservar algo como
recuerdo de dichos eventos, algo que los hijos puedan mirar y preguntar qué
significa, y para poderles hablar de la grandeza y cuidado de Dios por nosotros.
Estos “monumentos conmemorativos” serán la ayuda visual que nos hará recordar
cómo Dios nos ha guiado, y entender que El es el centro de nuestras vidas.
De esta forma, el ministerio de la enseñanza tendrá más impacto en los hijos, pues
ellos estarán observando nuestra relación con el Padre Celestial y con su palabra.
Esto traerá alegría a toda la familia, sobre todo al ver cómo los hijos crecen en el
conocimiento de la verdad, así como lo expresó San Juan:
4
Nada me produce más alegría que oír que mis hijos practican la verdad. 3 Juan
1:4.
34. LOS HIJOS: Preparando el corazón de una
generación.
El propósito de Dios al asignar este ministerio a los padres es que los hijos lleguen
a conocer a Dios y que seamos sus instrumentos para que las futuras
generaciones también le conozcan a El.
1
Pueblo mío, atiende a mi enseñanza; presta oído a las palabras de mi boca. 2 Mis
labios pronunciarán *parábolas y evocarán misterios de antaño,3 cosas que hemos
oído y conocido, y que nuestros padres nos han contado. 4 No las esconderemos
de sus descendientes; hablaremos a la generación venidera del poder del SEÑOR,
de sus proezas, y de las maravillas que ha realizado. Salmo 78:1-4.
En este versículo se nos está explicando el porqué Dios nos dio su palabra.
Tenemos su palabra para enseñar a nuestros hijos, para que la verdad de Dios sea
conocida de generación en generación; para que los hijos del mañana aprendan a
confiar en Dios cuando escuchen lo que El ha hecho en el tiempo y en la historia.
Lo que Dios más anhela de nosotros es obediencia y sometimiento a El y a su
palabra, en contraste con la rebeldía e infidelidad del mundo.
5
Él promulgó un decreto para Jacob, dictó una ley para Israel; ordenó a nuestros
antepasados enseñarlos a sus descendientes, 6 para que los conocieran las
generaciones venideras y los hijos que habrían de nacer, que a su vez los
enseñarían a sus hijos. 7 Así ellos pondrían su confianza en Dios y no se olvidarían
de sus proezas, sino que cumplirían sus mandamientos. 8 Así no serían como sus
antepasados: generación obstinada y rebelde, gente de corazón fluctuante, cuyo
espíritu no se mantuvo fiel a Dios. Salmo 78:5-8.
Una de las preguntas más importantes que se hace la iglesia cristiana actualmente
es: ¿Cómo preparar el corazón de la generación actual? Dios instruyó al pueblo de
Israel para que le fuera obediente, le alabare y contara sus maravillas, pues la
generación anterior no lo había hecho, no habían hecho, no había preparado su
corazón. Así que, como padres, tenemos ante nosotros una tremenda
responsabilidad y algo de qué darle cuentas al Padre Celestial. Nuestro principal
ministerio, el más importante trabajo que podemos realizar en este mundo, es
preparar el corazón de esta generación para que sea fiel a Dios. Y la Biblia nos
muestra cómo ejercer dicho ministerio, pues en ella está revelada la relación de
Dios con el hombre. Si enseñamos esto a nuestros hijos, El mismo los motivará a
querer conocerlo más, a obedecerlo en cada área de sus vidas, y ellos también
vivirán para su gloria.
Después de que Dios llevó a los israelitas para darles la tierra prometida, y
después de que ellos habían visto el cuidado y protección de Dios en toda su
peregrinación, el pueblo no entró por incredulidad. Vieron gigantes y tuvieron
miedo. En lugar de confiar porque tenían un Dios poderoso y suficiente, miraron
únicamente sus propias incapacidades y temores. Dios se enojó contra ellos, pero
la oración intercesora de Moisés los salvó. La respuesta de Dios a Moisés nos
revela su actitud:
20
El SEÑOR le respondió: —Me pides que los perdone, y los perdono.21 Pero juro por
mí mismo, y por mi gloria que llena toda la tierra, Números 14:20,21.
¡Dios vive para que toda la creación sea llena de su gloria! Esa es la razón y
motivo de todo lo que El hace: traer gloria a su nombre. Y nuestra vida debe tener
el mismo objetivo. Dios quiere que vivamos por la misma razón por la que El
vive; que nuestro propósito, razón y motivos, sea el darle gloria a El.
Y este es nuestro más importante ministerio: enseñar a los hijos que vivan para la
gloria de Dios; que sus palabras, pensamientos, acciones, sentimientos,
prioridades, motivos, valores y objetivos estén guiados por un deseo de glorificar a
Dios. Por este objetivo sí vale la pena vivir. Y si vivimos así, la voluntad de Dios
se cumplirá en nuestras vidas y en la creación, y las generaciones futuras también
le darán gloria a El.
16
Tus hijos ocuparán el trono de tus ancestros; los pondrás por príncipes en toda
la tierra.17 Haré que tu *nombre se recuerde por todas las generaciones; por eso
las naciones te alabarán eternamente y para siempre. Salmos 45:16,17.