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Voces: RECURSOS HIDRICOS ~ DERECHO DE AGUAS

Título: Consideraciones jurídicas para el aumento de la eficiencia hídrica: la dotación volumétrica


Autor: Pinto, Mauricio
Publicado en: LLGran Cuyo1999, 485
SUMARIO: I. Introducción. II. La ineficiencia de las actuales redes hídricas. III. El volumen de agua a la
que tiene derecho el usuario en Mendoza. IV. La entrega de agua "por superficie" y los "cultivos
clandestinos". V. La necesidad de entregar el agua en función de los requerimientos: la dotación
volumétrica. VI. La contribución financiera por volúmenes. VII. El principio constitucional de inherencia
del agua al predio no obsta a la entrega de agua por volumen. VII. Conclusiones

I. Introducción

La Provincia de Mendoza, al igual que las Provincias de San Juan y La Rioja, presentan características
netamente áridas: las cuencas irrigadas en estas provincias reciben en promedio menos de 200 milímetros de
precipitaciones por año, y los caudales de sus ríos son sumamente escasos. Esta situación se ve agravada por un
alto índice de evapotranspiración, lo que da lugar a un pronunciado déficit hídrico(1).

A pesar de dicho déficit, caracterizado por ser de los de mayor seriedad en la región latinoamericana, las
provincias mencionadas presentan el mayor desarrollo alcanzado por "unidad de agua disponible".(2)

Sin embargo, ese desarrollo se encuentra en la actualidad, al menos en función de las tecnologías y
modalidades de uso del agua difundidas en la zona, limitado por la ausencia de suficiente oferta de recurso
hídrico para satisfacer el crecimiento del área sujeta a regadío o la expansión de otras actividades que, como la
minera o industrial, requieren de la utilización del agua.

La situación descripta exige concretar estrategias que permitan un mejoramiento en la eficiencia del uso del
limitado recurso, permitiendo que por unidad o volumen de agua disponible se obtenga un mayor
aprovechamiento, y con ello un mayor desarrollo local. Dichas estrategias deben ser, por supuesto,
acompañadas de una adecuada actualización del ordenamiento positivo local.

II. La ineficiencia de las actuales redes hídricas

Como se señaló anteriormente, las provincias del centro-oeste argentino presentan el mayor desarrollo por
unidad de agua disponible en la región latinoamericana. Sin embargo, este hecho no implica que el grado de
aprovechamiento de ese recurso sea elevado, sino solamente mejor que el de otras regiones.

Si se analiza al respecto la red de distribución hídrica de la Provincia de Mendoza, resalta un muy bajo
índice de eficiencia: la cuenca del Río Mendoza, por ejemplo(3), presenta un escaso 30% de eficiencia
promedio, con tramos que arrojan valores del 16% -como es el caso del tramo inferior del río (zonas de
California, Costa de Araujo y Galigniana)(4). En otras palabras, de cada 100 lts. que se extraen de dicho río para
uso agrícola, un promedio de 30 lts. son aprovechados efectivamente en ese fin. Esta situación contrasta con el
50% de eficiencia que debería permitir la infraestructura existente(5).

Dicha ineficiencia, se debe en parte a filtraciones y evaporaciones que se producen en la red extraparcelaria
de distribución. Pero en gran medida la pérdida del recurso se produce en la etapa de distribución intraparcelaria
que realizan individualmente los regantes. En este sentido, se observa que "existe la paradoja de tener
modernísimas obras de infraestructura básica conectadas a un sistema de uso de comienzo del siglo, lo que
limita seriamente la posibilidad de emplear técnicas modernas de distribución" (6), siendo la "falta de inversión
en canales secundarios, terciarios y a nivel predial las que hacen que la eficiencia de uso zonal sea baja"(7).

Al respecto, del total del volumen de agua para riego suministrado en la toma particular de una heredad,
normalmente el 45% es aprovechado por la plantación en aquellos casos en que se utiliza el tradicional sistema
gravitacional -sistema de riego más difundido en la región-. Por el contrario, la introducción de nuevas
tecnologías de regadío ha permitido aumentar ampliamente la eficiencia, lográndose un índice de más del 90%
mediante sistemas presurizados como el riego por goteo o por aspersión.(8)

La actual situación regional ha llevado a una crisis en la agricultura regadía tradicional, donde se ha puesto

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en tela de juicio el canal como sistema de distribución y se ha resaltado la necesidad de adecuar las antiguas
redes a los modernos sistemas presurizados.(9) En contraposición a las políticas de riego del pasado, las políticas
actuales ponen énfasis en lograr niveles mucho más altos de eficiencia en terrenos ya dotados de infraestructura.
(10)

Sin embargo, como veremos más adelante, ciertos aspectos de nuestro ordenamiento positivo no sólo no
incentivan al uso de nuevas tecnología de mayor eficiencia, sino que incluso la desalientan, provocando el
derroche de un bien público escaso y de prioritaria importancia para el desarrollo local.

III. El volumen de agua a la que tiene derecho el usuario en Mendoza

La Ley de Aguas de 1884, estableció que en toda concesión de aprovechamiento de aguas públicas se debe
determinar la cantidad que corresponda como máximum, siendo ésta de hasta uno y medio litros por segundo y
por hectárea (47.000 m3 ha./año) cuando sea un derecho para riego (art. 122). En épocas de escasez
extraordinaria en que los caudales no alcancen para una dotación permanente de un litro por segundo para cada
hectárea de terreno de regadío, se establecerá el aprovechamiento por turno entre todos los interesados (art. 162)
(11).

De esta forma, el texto legal de 1884 determina "el máximum en que debe encuadrarse toda concesión de
aguas, dejando a resoluciones posteriores, fundadas en el estudio y la experiencia, la misión de fijar
definitivamente, en el porvenir, la cantidad necesaria; y no podía ser de otro modo, si se tiene en cuenta que
cuando se sancionó la ley de 1884, las labores agrícolas entre nosotros eran incipientes o propiamente no
existían,... no se habían hecho, tampoco, los estudios sobre el terreno, régimen de los ríos, clase de tierras,
cultivos, canalizaciones, etc., elementos de juicio sin los cuales toda disposición tenía que ser necesariamente
transitoria por lo incierta; y huyendo, pues, de caer en el empirismo, ya que únicamente los estudios técnicos
podían ilustrar el criterio de los legisladores, se decidieron sin duda, prudentemente, a fijar un máximum que,
aunque excediendo a toda necesidad, en ningún caso pudiera sobrepasarse y suspendía la determinación de la
cuota de agua suficiente para época oportuna, es decir, una vez conocidos o en situación de conocer los
antecedentes referidos, que debían servir de base ineludible a aquella".(12)

Posteriormente, en 1907, por leyes nº 386 y 402, se encomendó a la autoridad hídrica proyectar las obras de
irrigación "en el concepto de que el uso del agua sea en cantidad suficiente, por hectárea, para llenar las
necesidades a que se la destina" (art. 1 ley nº 386). Con esta medida, se buscó evitar los inconvenientes de
"sujetar a toda una zona a la inflexibilidad de un máximum o de un mínimum fijado de antemano, cuando aún
no se conocen la necesidad de los cultivos que en ella pueden hacerse"(13).

La ley nº 430, sancionada también en 1907, determinó que las tierras cultivadas dentro de su régimen
mantendrían el carácter de riego eventual "mientras no se verifique el aforo de los ríos y arroyos y se determine
la cantidad de agua que corresponde por cada hectárea, según la naturaleza del terreno y clase de cultivos
existentes". La finalidad de esta norma se encaminaba a "poder llegar, por el aforo de los ríos y por el estudio de
las tierras y clase de cultivos, a que el agua se distribuya en forma metódica, satisfaciendo los servicios a que se
la destina y dando a cada uno lo que legítimamente necesite y le corresponda" (14), por ello, "previo a toda
concesión debe apreciarse el caudal medio destinado para regadío por el río o arroyo de que derive, así como la
estimación de la cantidad de agua normal que requiere un terreno y un cultivo determinado para no incurrir en el
error, por falta de antecedentes, de otorgar aprovechamientos de agua en cantidad mayor o menor a la necesaria
por hectárea, desde que varía según la naturaleza del terreno y clase de cultivo"(15). Todo esto, para corregir el
hecho de que "la distribución del agua desde la primer ley que se dictó al respecto, no obedece a un criterio ni a
base alguna científica y ha sido determinada teniendo en cuenta su propia abundancia y la limitada extensión de
los cultivos... Pero hoy, que se comprende lo que significa su aprovechamiento para el desarrollo de la
agricultura y el valor que representa como factor de riqueza, de prosperidad económica y de engrandecimiento
industrial, y que la actividad y las energías de todos se encaminan presurosas a servirse de la irrigación del suelo
para ensanchar los cultivos existentes, se inicia en la conciencia pública una tendencia completamente contraria
y más acorde con los intereses y economías generales"(16)

Esa dotación por la cantidad suficiente, por hectárea, para satisfacer las necesidades a que se destina,
teniendo en cuenta la naturaleza de las tierras y de los cultivos que respectivamente se hagan en ella, al no
haberse realizado el aforo de los ríos(17), no ha sido establecida por el ordenamiento positivo mediante un
volumen determinado para cada área de cultivo. En este sentido, en 1993, por ley nº 6105, se encomendó al
Departamento General de Irrigación el referido aforo(18).
Sin perjuicio de lo expresado en el párrafo anterior, y en concordancia con la citada normativa, diversas
concesiones legales que generaron derechos a distintos tipos de usos de las aguas públicas han sido otorgadas
determinando en el caso concreto la cantidad correspondiente.(19)

De esta forma, cada regante, en función del alcance cuantitativo de su concesión de agua, tiene derecho a un
volumen hídrico máximo -en la mayoría de los casos aún no determinado-, el que debe ser establecido en
función de la necesidad del caso y de la disponibilidad de recurso. Formalmente, y por razones históricas, dicho
volumen es expresado en la superficie de terreno, sin que por ello se altere sustancialmente la situación de que
esa superficie expresa la cantidad volumétrica de agua que el usuario tiene derecho a recibir. Así, por ejemplo,
una propiedad con una concesión de agua para riego de 10 has., tiene derecho a recibir un volumen máximo a
determinar con un máximum de 15 lts/seg; y en caso de escasez, recibirá un volumen proporcional de agua en
función de la disponibilidad del recurso hídrico. IV. La entrega de agua "por superficie" y los "cultivos
clandestinos"

Al sancionarse la Ley de Aguas de 1884, su artículo 103 dispuso que todos los propietarios de terrenos
cultivados se debían presentar ante la autoridad hídrica con el objeto de registrar el número de hectáreas que
tuvieran cultivadas, a fin de que se les otorgue el correspondiente título. Los que incumpliesen dicha disposición
serían privados del uso del recurso (art. 104).

De este modo, se procedió al registro de las propiedades beneficiadas con derecho de regadío en
consideración de las hectáreas cultivadas al momento, sin perjuicio de que en el futuro, como ya se explicó ut
supra, se estableciera la cantidad de agua que corresponda a cada concesión en función de las necesidades del
caso, conforme indicó el art. 122 de la misma Ley de Aguas.

Al no haberse determinado dicho volumen, el total de agua disponible era distribuido en forma proporcional
a las hectareas cultivadas, sin atender a la mayor o menor necesidad de cada caso.

Con el correr del tiempo, el área de cultivo original fue creciendo mediante usos no registrado del recurso
hídrico. Dichos usos, conocidos como "cultivos clandestinos", dieron lugar a una sucesión de leyes de
regularización y empadronamiento de los mismos.(20)

Dentro de la legislación tendiente a legitimar los usos clandestinos, la ley 1920 de 1951 dispuso que los
predios beneficiados con derecho de riego sólo podrán cultivarse hasta la superficie indicada en el respectivo
empadronamiento (art. 1), considerando como clandestinos a aquellos cultivos que superen dicha superficie (art.
2 inc. b)). De esta forma, y aún hoy en día, como consecuencia de la falta de determinación del volumen
correspondiente a cada concesión que exige el art. 122 de la Ley de Aguas e ignorándose el sistema volumétrico
establecido por la normativa vigente, se ha dado lugar a sanciones y empadronamientos de propiedades que
mediante un uso eficiente del volumen de agua que se le entrega en el turno han logrado una mayor superficie
de cultivo que la empadronada originalmente en función de ese mismo volumen.

Así, en la legítima búsqueda de erradicar el uso ilegítimo del agua, se castiga a productores que a través de
la inversión en un adecuado sistema de riego intraparcelario han conseguido una mayor superficie de cultivo
mediante el eficiente uso del volumen de agua entregado. Esta situación, ha llevado a los productores locales a
una despreocupación generalizada por el uso eficiente del recurso: no importa el agua que se ahorre, el costo del
sistema de distribución se prorratea en razón de la superficie que expresa el título del derecho al uso del agua,
no pudiéndose cultivar mayor superficie si se logra un mejor rendimiento del volumen entregado en el turno.

V. La necesidad de entregar el agua en función de los requerimientos: la dotación volumétrica

La situación descripta no sólo dio lugar a un desaliento al productor en la búsqueda de eficientizar el uso del
agua, sino que además obstaculizó el crecimiento del área de cultivo que tendría lugar a partir de una mayor
disponibilidad del recurso producto de un uso más racional.

Es que la legislación dictada, si bien en su espíritu buscó garantizar un uso eficiente del recurso, con el
correr del tiempo se hizo demasiada rígida para adaptarse a la compleja dinámica del uso del agua en los oasis
cultivados en desarrollo(21).

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Hoy en día, resulta claro que en la formulación de los planes de ordenamiento de los recursos hídricos deben
compatibilizarse la oferta y la demanda de agua. Dentro de las soluciones técnicas para ello, y a fin de reducir la
demanda, se encuentra la utilización más eficiente del agua disponible y el control del crecimiento del consumo.
(22) Es por ello que se ha concluido -tal como ya lo había hecho el legislador de 1884- la necesidad de asignar el
agua de acuerdo con los requerimientos reales de los cultivos y no según superficie.(23)

Dicha necesidad de adecuar la distribución a la real demanda del recurso hace aconsejable abandonar el
sistema que toma como base la superficie empadronada, sistema que nunca logró -como se pretendió al dictar la
ley 1920- estimular el uso lícito del agua; ello en cuanto no alienta al usuario a poner su ingenio para la
implementación de una mejor tecnología de utilización que permita obtener más rendimiento por la misma
cantidad de agua.(24)

Por tal motivo, diversos estudios de la problemática hídrica regional han recomendado implantar el
otorgamiento de concesiones y permisos de usos de agua en base de unidades volumétricas, sin imponer -en el
caso de las concesiones para riego- límites a la superficie regable, de modo de estimular el mejor uso y la
economía en la utilización del recurso.(25)

La escasez hídrica regional, así como las nuevas tecnologías de riego, exigen dar lugar a políticas que,
traducidas en acciones de gobierno, produzcan un mejor aprovechamiento del recurso, dándose así lugar a una
oferta hídrica suficiente para la creciente demanda de productos regionales. Dichas políticas, deben dar lugar a
la entrega volumétrica de la dotación, así como a la respectiva contribución financiera en razón del agua
efectivamente usada por cada usuario.

VI. La contribución financiera por volúmenes

El uso especial de recurso hídrico se caracteriza -al igual que el de todo bien público- por su onerosidad. (26)
La misma, se materializa a través de dos clases de contribuciones económicas-financieras: el canon y la
prorrata. La primera de ellas, el canon, no representa un precio en contraprestación ni tasa retributiva de
servicios, sino que es una mera modalidad de la concesión; la segunda, la prorrata, es la cuota parte que debe
abonar cada usuario para cubrir los gastos requeridos por la conservación, construcción y administración de las
obras hidráulicas y por el reparto del agua.(27) Es decir que el pago que asume el usuario no implica precio
alguno por el agua recibida.

Dentro del ordenamiento positivo mendocino, el canon es establecido actualmente por la ley 4290 -mediante
la llamada cuota de sostenimiento-, y la prorrata es establecida en parte por los mismos usuarios mediante las
Asambleas que votan, conforme prevé la ley 6405, el presupuesto de las Inspecciones de Cauce, y en parte por
el Departamento General de Irrigación al determinar la puesta al cobro de las obras menores (Decreto ley
555/75), o de todo otro gasto que sea necesario y de utilidad común (arts. 144 a 148 de la Ley de Aguas).

La ley 6405, al regular las cargas financieras que establecen los usuarios, señala como principios la
necesidad de "procurar el autofinanciamiento de los costos de operación y mantenimiento de los cauces y la
actividad de la Inspección, así como la amortización de las obras", compatibilizando "la relación entre el
mínimo costo razonable para el usuario y el aumento en la seguridad y eficiencia en la distribución";
igualmente, indica la necesidad de "asegurar que las tributaciones que se apliquen sean justas y equitativas,
tendientes al uso racional del agua". Estos principios generales, por la analogía jurídica del artículo 16 del
Código Civil, deben extenderse a las restantes contribuciones o cargas financieras que corresponden al
usuario(28).

En razón de lo expuesto en los puntos anteriores, resulta ser que la determinación financiera por superficie
que de hecho se ha realizado hasta la actualidad, no tiende al uso racional del recurso, permite situaciones de
injusticia e inequidad al distribuir los costos en igual proporción entre usuarios de zonas con mayor déficit
hídrico y usuarios de otras zonas, y no permite dar lugar al aumento en la seguridad y eficiencia de la
distribución. Todas estas situaciones, por el contrario, son superadas a través de un sistema de entrega y
contribución volumétrica(29) que incentive al usuario a racionalizar el uso del volumen requerido, logrando
mayores rindes económicos por unidad de recurso disponible, y le permita participar en los costos que insume la
red hídrica en razón del beneficio -o recurso- que realmente obtuvo.(30)
VII. El principio constitucional de inherencia del agua al predio no obsta a la entrega de agua por volumen

Al tomar estado público el proyecto de las Autoridades del Agua de Mendoza de emprender la entrega y
cobro por volumen, diversos funcionarios, legisladores y entidades relacionaron dicha propuesta con una
supuesta alteración del principio de inherencia del agua a la tierra.(31)

Sin pretender profundizar en el desarrollo del principio de la inherencia, es necesario aclarar que la entrega
volumétrica de dotación, así como la imposición de cargas financieras por volumen, en nada afectan al señalado
principio.

La inherencia del agua al terreno al que fue concedida es señalado tanto constitucionalmente como por la
Ley de Aguas de 1884 y demás normativa específica, las que establecen que "el uso del agua del dominio
público de la Provincia es un derecho inherente a los predios, a los cuales se concede en la medida y
condiciones" determinadas legalmente (art. 186 Const. de Mendoza). Ello implica que por su naturaleza, las
concesiones de agua no pueden separarse del terreno para el que fueron otorgadas.

Es de destacarse que la finalidad que persigue este principio no es otra que brindar una garantía y/o
seguridad jurídica a la riqueza incorporada o a incorporarse al patrimonio de un particular.(32)

La entrega del agua en el volumen suficiente -en razón del cultivo, sistema de riego, tipo de suelo, etc-, en la
cantidad requerida por el usuario para un terreno con derecho de agua, en ningún caso implica separar dicho
recurso del predio beneficiado, sino solamente suministrarlo racionalmente, en razón de la necesidad del caso.

Dicha entrega racional, en cuanto evita un uso desmedido, ayuda a mejorar la garantía de servicio del
sistema, brindando y reforzando la misma seguridad que persigue la inherencia del agua a la tierra. Esto, en
cuanto el ahorro de agua -dada la baja eficiencia de los usos actuales- es una fuente de recurso muy importante.
(33)

De igual forma, el sistema de imposición de la carga financiera que debe asumir el usuario, no tiene nada
que ver con la inseparabilidad de la concesión de agua del predio beneficiado. El recurso siempre debe
beneficiar al predio con derecho de agua, respetándose así la inherencia. La cuestión está en que dicho derecho
lo beneficie sólo por el volumen de agua que efectivamente aquel necesita -racionalizándose así el uso-, y el
usuario soporte las cargas financieras sólo en razón del agua que utilizó -racionalizándose así las cargas
financieras-.

VII. Conclusiones

La actual ineficiencia del sistema hídrico representa un serio limitante al desarrollo regional.

Dicha ineficiencia, en gran parte es consecuencia de un uso irracional a nivel intrapredial, debiendo
adoptarse medidas que incentiven al productor a mejorar sus sistemas hídricos internos.

Al respecto, la legislación mendocina establece, desde sus comienzos, la entrega por volumen del recurso
hídrico. Deben adoptarse las acciones oportunas para permitir la eficiente implementación de este sistema,
abandonándose definitivamente la limitación de la superficie de cultivo sin referencia al volumen de agua que le
corresponde recibir al predio.

Dicho volumen, ha de ser determinado y entregado en función de la oferta de recurso y la demanda o


necesidad de cada predio beneficiario de una concesión de agua, sin afectarse el principio de inherencia. La
carga financiera correspondiente, a fin de dar lugar a los principios de la equidad, justicia e incentivo al uso
racional y eficiente del recurso, debe ser en relación al volumen efectivamente utilizado por el usuario.
(1) Adolfo BORFMAN ET al, "Meteorología e Hidrología", en Comisión Económica para América Latina
y el Caribe (CEPAL) y Consejo Federal de Inversiones (CFI), "Los Recursos Hidráulicos de Argentina", Tº 2,
Ed. CFI, Buenos Aires, 1969, p. 48 y ss. Elena CHIOZZA, Ricardo FIGUEIRA et al, "Atlas Total de la
República Argentina", Vol. 2, Ed. CEAL, Buenos Aires, 1982, p. 222 y ss. Juan ROCCATAGLIATA et al, "La

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Argentina: geografía general y marcos regionales", Ed. Planeta, Buenos Aires, 1992, p. 623 y ss.

(2) Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), "América Latina y el Caribe: el
manejo de la escasez de agua", Serie Estudios e informes de la CEPAL, Nº 82 (LC/G.1660-P), publicación de
las Naciones Unidas, Santiago de Chile, 1991, p. 81.

(3) Como otro ejemplo a considerarse, la subcuenca inferior del Río Tunuyán ha arrojado valores del 41%
de eficiencia zonal; conf. Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), ob. cit en 2, p. 88.
Esta situación es análoga en otros usos; así, en Consejo Empresario Mendocino, "Informe síntesis acerca del
análisis, diagnóstico y propuestas de modificación del Plan Hídrico Provincial de Mendoza", Ed. CEM,
Mendoza, 1999, p. 56; el consultor José Eduardo MESTRE, resalta como caso similar de ineficiencia hídrica el
uso del agua en las ciudades, donde las dotaciones medias per cápita son sorprendentemente altas, incluso si se
tratara de otra zona del planeta con abundancia de agua.

(4) Departamento General de Irrigación (DGI), "Evaluación y priorización de proyectos de modernización


de las áreas de manejo del Río Mendoza", Ed. D.G.I., Mendoza, 1997, p. 34, 56 y ss.

(5) Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), ob. cit en 2, p. 91.

(6) Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), ob. cit en 2, p. 93.

(7) Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), ob. cit en 2, p. 93. En igual sentido,
Departamento General de Irrigación (DGI), "Caracterización y evaluación de las áreas de manejo del Río
Mendoza", Ed. D.G.I., Mendoza, 1997, ps. 31 y 32.

(8) Juan Carlos MILLER y Gustavo SATLARI, "La eficiencia del riego", en Diario Los Andes, Mendoza,
17 de enero de 1999, sección 3º, p. 13. Departamento General de Irrigación (DGI), ob. cit en 4, p. 34, establece
que el costo del aumento de la eficiencia global del sistema del Río Mendoza, a nivel parcelario, es de
$10.749.762 por cada 1%; mientras que el mismo mejoramiento exige $19.871.906 a nivel de los cauces
primarios y $61.931.608 a nivel de cauces secundarios a cuaternarios; de ello resulta la conveniencia de dar
lugar a dicho mejoramiento a nivel intraparcelario.

(9) Jorge CHAMBOULEYRON et al, "Control de la calidad del agua, eficiencia de riego y participación de
los usuarios en el manejo. La contaminación del agua de riego en Mendoza, Argentina", en "Mendoza
Ambiental", Ed. Carretero-Dalmasso, Mendoza, 1995, p. 65.

(10) Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), "Los recursos hídricos de América
Latina y El Caribe y su aprovechamiento. Informe sobre los avances logrados en la aplicación del Plan de
Acción de Mar del Plata", Serie Estudios e Informes de la CEPAL, Nº 53 (LC/G.1358), publicación de las
Naciones Unidas, Santiago de Chile, 1985, p. 61.

(11) Dicho turno para época de escasez, debe ser decretado por el D.G.I. a fin de distribuir
proporcionalmente el agua entre los canales derivados del cauce primario, sin perjuicio de la facultad de las
Inspecciones de Cauce de efectuar la respectiva distribución dentro de su jurisdicción (arts. 163, 164, 200 Ley
de Aguas de 1884 y 1, 3 y 9 Ley 6405). Por los volúmenes señalados en nota 18, por ejemplo, la distribución en
la cuenca del río Mendoza se realiza por turnos.

(12) Emilio CIVIT, Mensaje de la Gobernación a la Honorable Legislatura de la Provincia elevando el


proyecto de la ley 386, en "Legislación de Aguas", texto oficial nº 151 (Resolución del 29.9.20 de
Superintendencia General de Irrigación), Ed. Radaelli, Buenos Aires, 1920, p. 65 y 66.

(13) Emilio CIVIT, ob. cit en 12, p. 65.

(14) Emilio CIVIT, Mensaje de la Gobernación a la Honorable Legislatura de la Provincia elevando el


proyecto de la ley 430, en "Legislación de Aguas", texto oficial nº 151 (Resolución del 29.9.20 de
Superintendencia General de Irrigación), Ed. Radaelli, Buenos Aires, 1920, p. 79.
(15) Emilio CIVIT, ob. cit. en 14, p. 79.

(16) Emilio CIVIT, ob. cit. en 14, p. 79.

(17) Si bien el Departamento General de Irrigación afora diariamente los principales ríos provinciales -tarea
encomendada por el art. 191 de la Ley de Aguas de 1884-, nunca ha existido un pronunciamiento ni legislativo
ni administrativo declarando consumado el aforo. Igualmente, hasta el momento no se ha definido legal ni
técnicamente las condiciones del aforo exigido constitucional y legalmente. Conf. Guillermo J. CANO,
"Aspectos institucionales y jurídicos", en Comisión Económica para América Latina y El Caribe (CEPAL) y
Consejo Federal de Inversiones (CFI), "Los Recursos Hidráulicos de Argentina", Tº 7, Ed. CFI, Buenos Aires,
1969, p. 549.

(18) Debe destacarse que en la actualidad, existen estudios que permiten conocer -en determinadas áreas- la
demanda zonal de recurso, así como la oferta bruta y neta del mismo. Esto permite establecer el máximo de
recurso que corresponde a cada concesión. Conf. Departamento General de Irrigación (DGI), ob. cit en 4, p. 56
y ss, la oferta bruta del sistema de riego del río Mendoza en cabecera representa 12.773,6 m3/ha/año. De dicho
volumen, luego de las pérdidas que se producen en el centenario sistema de distribución, en bocatoma de la
finca se entrega como oferta neta un volumen promedio que varía según la eficiencia zonal de 9986 a 3856
m3/ha/año. A su vez, este volumen se reduce en más de la mitad por la ineficiencia intraparcelaria. Igualmente,
conf. Departamento General de Irrigación (DGI), "Programa de Inversiones prioritarias en el sistema de riego
del río Mendoza", Ed. D.G.I., Mendoza, 1997, p. 41, la demanda zonal para la cuenca del río Mendoza varía de
7341 a 8165 m3/ha/año, lo que da lugar a un déficit hídrico que -según la oferta neta y demanda zonal- varía
desde 3807 a 10728 m3/ha/año. Estos antecedentes permiten hoy en día determinar el volumen a asignar por
hectárea en la cuenca del río Mendoza, e imponen la necesidad del turnado señalado en nota 11 hasta tanto la
mejora de la eficiencia zonal -ya sea por obras sobre la red de distribución del recurso, como por la adopción de
modernos sistemas de riego a nivel predial- permitan distribuir el volumen que se asigne a cada zona.

(19) A modo de ejemplo, la ley 2605 otorga derecho de riego para determinados terrenos fiscales en razón
de 0,85 lts/seg/ha; la ley 931 establece una concesión de 1000 lts/seg sobre aguas del río Blanco para "provisión
de agua potable para la ciudad de Mendoza y Departamentos circundantes"; la ley 1316 y el decreto 904/68
otorgan derecho para uso industrial de 380 lts/seg sobre aguas del río Mendoza; las leyes 4587 y 4936 otorgan
derechos eventuales de uso industrial sobre un total de 1051 lts/seg de aguas del río Mendoza; la ley 4035, al
regular las concesiones de uso de agua subterránea, establece que las mismas deben indicar el volumen máximo
autorizado a extraer por mes o por año.

(20) Dichas leyes fueron las nº 386 (1907), 402 (1907), 430 (1908), 1920 (1951), 2032 (1952) y 2274
(1953).

(21) Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), ob. cit en 2, p. 84.

(22) Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), "Los recursos hídricos de América
Latina y del Caribe: planificación, desastres naturales y contaminación", Serie Estudios e informes de la
CEPAL, Nº 77 (LC/G.1559-P), publicación de las Naciones Unidas, Santiago de Chile, 1990, p. 40.
Departamento General de Irrigación (DGI), ob. cit. en 4, ps. 12 a 15.

(23) Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), ob cit en 2, p. 91

(24) Guillermo J. CANO, ob. cit en 17, Tº 7, p. 552 y ss.

(25) Guillermo J. CANO, ob. cit en 17, Tº 6, p. 258. Comisión Económica para América Latina y El Caribe
(CEPAL), ob. cit en 2, p. 91. Igualmente, el actual proyecto de Código de Aguas para La Rioja, elaborado e
impulsado por la Administración Provincial del Agua (APA) , introduce dentro de su articulado la entrega
volumétrica del recurso. En sentido análogo, en Consejo Empresario Mendocino, ob cit en 3, p. 66 y 67, se
señala dentro de las bases para una política hídrica sólida para las necesidades y potencialidades de la Provincia
de Mendoza el dar lugar a un uso eficiente del agua y la instrumentación de programas y acciones específicas

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para incrementar las eficiencias volumétricas de todos los usos del agua.

(26) Roberto DROMI, "Derecho Administrativo", Ed. Ciudad Argentina, Buenos Aires, 1994, p. 433.

(27) Miguel MARIENHOFF, "Régimen y legislación de las aguas públicas y privadas", Ed. Valerio
Abeledo, Buenos Aires, 1939, p. 762 y ss.

(28) Consejo Empresario Mendocino, ob. cit. en 3, p. 66 y 67, señala en este sentido la necesidad de basar
la política hídrica mendocina al respecto en la creación de un sistema financiero eficiente y equitativo.

(29) En este sentido, Carlos ARAGONÉS, "Organización de la administración del agua. Régimen tarifario.
Financiación de las obras", documento presentado en las 1º Jornadas Hispano-Argentinas de modernización de
la gestión del riego, Mendoza, julio de 1998, p. 7.

(30) Este sistema de contribución volumétrica es la consecuencia lógica de la entrega por volúmenes, y
requiere para ello la previa realización de obras de infraestructuras que lo permitan, conf. Guillermo Cano, ob.
cit. en 17, Tº 7, p.552. A pesar de ello, se ha podido implementarlo en Mendoza para ciertos usos especiales del
agua, tal como es el caso del uso industrial que da lugar al envasado de la llamada "agua mineral", que por
Resolución nº 719/96 del H. Tribunal Administrativo del D.G.I. se rige por un sistema decreciente de rango por
volumen para la fijación de un canon volumétrico anual; o la utilización de agua en la actividad petrolera, que
por Resolución nº 390/94 del citado Tribunal se rige también por una contribución volumétrica. En sentido
similar, la contribución de los usos energéticos, al ser en proporción a la energía generada, es en forma indirecta
por el volumen utilizado; la ley 4936 establece tributaciones para las concesiones agrícolas que otorga junto a
las leyes 1316, 4587 y Dto. 904/63 en razón del volumen otorgado. Debe destacarse además que recientemente,
el 7/3/99, en Asamblea de Usuarios de la Inspección de Cauce Aº Las Mulas, de Mendoza, los usuarios
aprobaron casi unánimemente la realización de las obras necesarias para permitir la entrega de dotación por
volumen a más de 2.000 predios, determinando igualmente que el cobro de las contribuciones que correspondan
a dicha Inspección se realice volumétricamente. Emprendimientos de este tipo también se están desarrollando
en las Inspecciones de Cauce Luján Oeste Unificada, Compuertas y La Falda, que aglutinan a más de 4400
usuarios y 3500 has; así como en la Inspección de Cauce Luján Sur Unificada, que abarca a más de 6600 has. y
1500 usuarios.

(31) Ver al respecto Diario Los Andes del 1/8/97, 5/8/97, 17/8/97, 18/8/97, 19/8/97, 20/8/97, 21/8/97,
22/8/97, 23/8/97 y 24/8/97, entre otros. Llegándose incluso a una acción de inconstitucionalidad contra
Resoluciones del Departamento General de Irrigación que daban lugar a obras de infraestructuras tendientes a
medir el volumen utilizado en vista a una futura contribución volumétrica.

(32) Telma O. MATÓ DE CASTRO, "El agua para regadío y la inherencia al terreno", Mendoza, 1994, p.
2.

(33) Juan VALERO DE PALMA MANOLANO, "Legislación de Aguas y marco legal actual en España",
documento presentado en las 1º Jornadas Hispano-Argentinas de modernización de la gestión del riego,
Mendoza, julio de 1998, p. 11.

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