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Título: La Prueba de la Fe a través de la Obediencia 2ª Parte.

Lugar: Iglesia Cristiana Nezahualcóyotl


Pasaje: Santiago 1:22-24 Fecha: 11 de Noviembre de 2007
Propósito: Edificar, Autoexaminar.
Idea Central: Una fe viva siempre tiene como respuesta la obediencia de la Palabra de
Dios.

Desde que el pecado entro en el mundo, el hombre ha estado luchando


contra el llamado de Dios a la obediencia. Aún más, la propia batalla que libró el
hombre en el Huerto del Edén fue por la obediencia:
a. Obedecía a Dios sometiéndose a todos sus mandamientos
b. Desobedecía a Dios satisfaciendo sus deseos personales

Observemos por ejemplo lo que dice el relato de la caída en Gen 3:1-11


"Y la serpiente era más astuta que cualquiera de los animales del campo que el
Señor Dios había hecho. Y dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: “No
comeréis de ningún árbol del huerto”? Y la mujer respondió a la serpiente: Del
fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está
en medio del huerto, ha dicho Dios: “No comeréis de él, ni lo tocaréis, para que
no muráis.” Y la serpiente dijo a la mujer: Ciertamente no moriréis. Pues Dios
sabe que el día que de él comáis, serán abiertos vuestros ojos y seréis como Dios,
conociendo el bien y el mal. Cuando la mujer vio que el árbol era bueno para
comer, y que era agradable a los ojos, y que el árbol era deseable para
alcanzar sabiduría, tomó de su fruto y comió; y dio también a su marido que
estaba con ella, y él comió. Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y
conocieron que estaban desnudos; y cosieron hojas de higuera y se hicieron
delantales. Y oyeron al Señor Dios que se paseaba en el huerto al fresco del día;
y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia del Señor Dios entre los
árboles del huerto. Y el Señor Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás? Y él
respondió: Te oí en el huerto, y tuve miedo porque estaba desnudo, y me escondí.
Y Dios le dijo: ¿Quién te ha hecho saber que estabas desnudo? ¿Has comido
del árbol del cual TE MANDÉ que no comieras?"

Observen la pregunta final que Dios le hace al hombre: ¿Has comido del árbol
del cual TE MANDE que no comieras? El texto no indica que en algún momento
Dios le haya dado una recomendación de no comer de cierto tipo de árboles.

Tampoco indica el texto que Dios buscara la infelicidad de Adán y su esposa


en el Huerto. Pero, lo que si indica el texto es que Dios le había dado una orden
específica al hombre.

La sobrevivencia del resto de la humanidad dependía de la obediencia de


Adán. No solo la sobrevivencia física y material, sino más aún, la sobrevivencia

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espiritual. En la parte final de la orden de Dios se observa la consecuencia de la
desobediencia del hombre.

Y a partir de ese punto en la historia, a partir de que Adán desobedeció a


Dios, todos los hombres tenemos en nuestra naturaleza la inclinación a la
desobediencia. Ningún ser humano puede obedecer por sus propias fuerzas a Dios, y
esto sucede por 2 motivos:
1. Porque no puede (1 Cor 2:14)
2. Porque no quiere

Toda la raza humana desde entonces, ha estado peleando contra la soberanía


de Dios. Un niño cuando es pequeño (y hay bastantes niños aquí), siempre tiene el
deseo de comer cuanta cosa llegue a sus manos. Es un impulso que tiene. A medida
que va creciendo, quiere probar todo tipo de dulces, evita comer verduras y fruta, y se
hastía de comida chatarra. Es normal que los padres lo quieran evitar, pero el niño se
resiste, pelea y lucha por tratar de seguir comiendo sus golosinas.
La pregunta es ¿Por qué el niño no se somete a sus padres y se alimenta con
comida nutritiva que le ayudará a fortalecer su cuerpo?
La respuesta es: porque el niño quiere satisfacer sus deseos y caprichos
comiendo lo que a él le gusta más.

Desafortunadamente, este pensamiento infantil ha permanecido durante


mucho tiempo en la iglesia, pero además es un tipo de comportamiento que está
aumentando debido a la falta de instrucción por parte de algunos líderes.

Escuchen las siguientes afirmaciones que hacen algunos líderes en relación al


tipo de vida que los creyentes deben tener. Ellos dicen:
ℵ Solo los aspectos judiciales de la salvación: justificación, justicia
imputada, santificación posicional están garantizados para los
creyentes en esta vida; la santificación práctica y crecimiento en la
gracia requieren un acto de dedicación post-conversión
ℵ La sumisión a la autoridad suprema de Jesucristo como Señor no
es necesaria para la salvación
ℵ Los cristianos pueden caer en un estado de carnalidad de por vida
ℵ La desobediencia y el pecado prolongado no son razón para dudar
de la salvación de una persona
ℵ El fruto espiritual no se garantiza en la vida de un cristiano su vida
puede estar sumida en un desierto estéril de derrota y confusión
con todo tipo de maldad
ℵ La sumisión no es una condición para la vida eterna
ℵ Nada garantiza que un verdadero cristiano amara a Dios

Es simplemente asombroso ver como hay gente que distorsiona la verdad del
evangelio quitándole algunas cosas para hacerla atractiva a los ojos del mundo. La

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vida de todo cristiano debe girar en torno a la Palabra de Dios. Si una persona vive
como los incrédulos, es porque probablemente sea uno de ellos.

Recordemos lo que veíamos la última vez, cuando dije: Cuando un


verdadero discípulo escucha la Palabra de Dios, siente algo especial por su verdad y un
deseo en su corazón de obedecerla. Una de las evidencias más confiables de la
salvación genuina es ese anhelo por la Palabra de Dios (Sal 42:1).

Todo verdadero hijo de Dios anhela obedecer la voz de su Padre celestial.


Por lo tanto es necesario que estudiemos más a fondo la necesidad de la obediencia
en la vida de todo cristiano.

En unión con lo que hemos estudiado de los vv. 19-21 en donde vimos 5
principios para obedecer la Palabra de Dios, ahora en esta porción del texto
estudiaremos otro principio para que obedezcamos la Palabra de Dios, el cuál se
aplica a la vida de todo creyente.

Leamos Santiago 1:22-24


"Sed hacedores de la palabra y no solamente oidores que se engañan a sí mismos.
Porque si alguno es oidor de la palabra, y no hacedor, es semejante a un hombre que
mira su rostro natural en un espejo; pues después de mirarse a sí mismo e irse,
inmediatamente se olvida de qué clase de persona es."

El principio número 6 es:


1. Aprende a practicar lo que has escuchado
Siguiendo con su estilo característico, Santiago ahora nos exhorta a
que practiquemos la verdad en nuestra vida. El problema por el cual mucha
gente no practica en su vida lo que ha escuchado a cerca de la Palabra de
Dios, es que no perciben la forma en la que el autor lo está expresando.

Hay gente que piensa que lo que el Señor Jesucristo enseño en el


Sermón del Monte lo puede hacer a un lado, puesto que no es necesario
para la vida del cristiano. Veamos por ejemplo lo que dice Mateo 5:20

"Porque os digo que si vuestra justicia no supera la de los escribas y


fariseos, no entraréis en el reino de los cielos."

De ninguna manera el texto nos da la idea de que la vida de un


verdadero creyente puede prescindir de la Verdad revelada en las Escrituras.
Lo que el texto nos está enseñando es que si no obedecemos lo que la Biblia
enseña, nos estaremos comportando de a cuerdo a la justicia de los fariseos,
y por lo tanto, tal como lo dice la parte final del versículo, estaremos fuera
del Reino de Cristo.

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Para que una persona pueda entrar al Reino de los Cielos es
necesario que aplique a su vida lo que Cristo y los apóstoles enseñaron (que
en realidad todo proviene de Dios).

El Señor Jesús enseñó con autoridad y poder, y por lo tanto es


necesario que lo creamos y lo vivamos. De la misma forma, Santiago ahora
nos está hablando en un todo de orden. La primera palabra que aparece en
el versículo 22 es “Pero sed”, y lo que Santiago quiere que entendamos es
que no es suficiente “recibir con mansedumbre la palabra implantada” como
lo dice el versículo anterior.

Recibir es parte de la vida del creyente, pero el fin último y


primordial es que “sea un hacedor” de la palabra. Escuchar es bueno, recibir
con mansedumbre es muy bueno, pero si no hacemos lo que escuchamos, de
poco o nada sirve el hecho de escuchar y recibir la palabra.

Observemos el texto: “Sed hacedores de la palabra…”. Es una


orden explicita de Santiago a sus oyentes. Una traducción más literal de la
palabra “sed” es “sean continuamente” o “sean de manera permanente”. Por
lo tanto, como lo dice Evis Carballosa:
El mandato o exhortación es que el creyente continúe siendo (sin
interrupción) un hacedor de la Palabra.

Así, de esta manera, la vida del creyente se especializa en “vivir


dentro de la Palabra de Dios”. Su vida es la Palabra. Su alimento es la
palabra.

El término hacedores tiene la implicación de la personalidad total,


todo el interior de una persona: mente, alma, espíritu y emociones. Así
como la verdadera adoración a Dios debe ser de esta manera, tal como lo
dice Deuteronomio 6:5
"Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y
con toda tu fuerza."

John MacArthur dice lo siguiente:


Una cosa es hacer reparaciones ocasionales en la casa; y otra muy
diferente es ser un constructor profesional. Una cosa es enseñar
ocasionalmente en la escuela dominical; y otra muy diferente es
tener un llamado divino y don divino como maestro de la Palabra.
Aquí Santiago se refiere al cristiano hacedor de la palabra,
subrayando lo que es y no lo que hace.

Es impresionante. Santiago no se refiere a lo que el cristiano está


haciendo, sino a lo que es. Ahora tenemos la respuesta a un pregunta que

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quizá se hayan hecho muchos de ustedes: ¿Qué es un cristiano? Respuesta:
un hacedor de la Palabra. Una persona que se deleita en obedecer toda la
Palabra de Dios. Creo que es la mejor definición que se puede hacer de un
cristiano.

El texto continúa diciendo: “…y no tan solamente oidores…”. La


palabra “oidores” tiene mucha relación con el término desobediencia en el
idioma griego. Significa que es una persona cuya actitud hacia la predicación
de la Palabra es pasiva, es como cuando se escucha a un orador a algún
cantante.

En muchas universidades del país, se les brinda la oportunidad a los


estudiantes de que asistan a clases bajo la categoría de “oyentes”. A este tipo
de estudiantes se les exige su asistencia a las clases y que mientras están en
clase pongan atención, pero eso es todo. No se les piden trabajos ni se les
aplican exámenes. En otras palabras, no se les hace responsables por lo que
escuchan.

Es trágico pero real, que este tipo de conductas se perciban en la


iglesia. El día de hoy tenemos oyentes en este lugar. Personas que
aparentemente escuchan la Palabra de Dios, pero no la asimilan, no tienen
el deseo de obedecerla.

Es terrible que esas personas piensen que son creyente, cuando en


realidad su conducta desinteresada hacia la Palabra de Dios muestra que en
realidad no han nacido de nuevo.

El Señor Jesucristo dijo lo siguiente en Juan 8:31


“Entonces Jesús decía a los judíos que habían creído en El: Si
vosotros permanecéis en mi palabra, verdaderamente sois mis
discípulos”

Por lo tanto, un verdadero creyente demuestra que su vida está


saturada de la Palabra de Dios, no solo porque la escucha, sino
principalmente, porque la practica, entiende el mandato del Señor.

Si una persona es solamente oidor, esa persona vive engañada. Un


comentarista dice lo siguiente:
“Cualquier respuesta a la Palabra que no sea la obediencia fiel es
autoengaño”

Engaño significa “razonar erróneamente”, “razonamiento erróneo


deliberado con el propósito de engañar”.

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Evis Carballosa comenta lo siguiente:
La verdad expuesta por el escritor bíblico es que todo creyente que
se contente con solo oír la Palabra, pensando que eso es suficiente,
está usando un falso razonamiento que resulta en un autoengaño

Leslie Mitton dice:


Escuchar un sermón acerca de la humildad o el perdón parecería un acto
encomiástico, pero el verdadero acto religioso comienza cuando el oyente
convierte en obras lo que ha oído, y, en obediencia a Cristo, actúa modesta
y perdonadoramente.

Cualquier actitud que no esté en relación con la obediencia, es


engaño. Puede parecer muy piadoso hablar mencionando varios textos
bíblicos en un momento de tribulación, pero si esa mención de los textos no
está respaldada por la conducta de quien los dice, su aparente piedad es
engaño.

Un rabino de la época dijo lo siguiente:


“No es la exposición de la ley lo que es la cosa principal, sino el hacerla”

No practicar lo que hemos aprendido es vivir engañados, pensando


que no necesitamos en nuestra vida la Palabra de Dios. Ninguna persona
puede vivir apartada de Dios. Si decimos que amamos al Señor Jesucristo, 1
Juan 2:8 dice:
"El que dice que permanece en El, debe andar como El anduvo."

Cristo no solo habló la Palabra de Dios. Mateo 5:17 dice:


"No penséis que he venido para abolir la ley o los profetas; no he
venido para abolir, sino para cumplir."

Tenemos el ejemplo, es solo cuestión de que lo apliquemos a


nuestra vida.

¿En que se deleita Dios? 1 Samuel 15:22-23 nos da la respuesta:


"Y Samuel dijo: ¿Se complace el Señor tanto en holocaustos y sacrificios como
en la obediencia a la voz del Señor? He aquí, el obedecer es mejor que
un sacrificio, y el prestar atención, que la grosura de los carneros.
Porque la rebelión es como pecado de adivinación, y la desobediencia, como
iniquidad e idolatría. Por cuanto has desechado la palabra del Señor, El
también te ha desechado para que no seas rey."

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