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Los retornos en la historiografia francesa actual* - Jacques Le Gorr Ecove pes Hautes ETupes EN SCIENCES SOCIALES aiios al menos, por el regreso de temas y de problemdticas que anteriormente habfan sido desvalorizadas, en particular bajo la influencia de los Annales. Si estos retomos tienen causas diversas y especificas, las mismas son, por lo tanto, también un t0 de las criticas formuladas desde hace algdn tiempo contra los Annales. Esta comunicacién se esforzar4 por responder a las siguientes preguntas: 1) jes verdad que los “Annales habfan combatido la problematica historiogréfica en cuestién y por qué? 2) gpor qué se produ- jeron estos retomos? 3) zen qué condiciones pueden, estos retornos, representar un progreso para la hisloriografia de hoy y del futuro? 4) zestos retornos, constituyen un sistema, representan una orienta- cidn historiogréfica de conjunto?. Los retomos tomados como ejemplo son el retomo de la historia politica, el retomo del aconteci- rmiento, el retomo de la historia-relaio (historia narrativa), el retorno de la biografia y el retorno del sujeto. L a historiograffa occidental, y la francesa en particular, est marcada desde hace una decena de 1. El retorno de la historia politica. ‘Los Annales, a partir de su fundaci6n por Lucien Febvre y Marc Bloch, se alejaron e incluso atacaron la historia politica que se habia constituido en la orientacién dominante de Ja historiografia nacida del historicismo alemén y de la historiograffa universitaria francesa (la ensefianza de la historia en la Sorbona). a) los Annales deploraban el nivel superficial de esta historia politica que privilegiaba los cuadros temporales, cronolégicos, artificiales e inadecuados en relaci6n a la auléntica duraci6n historica y a los diferentes tiempos significativos de la historia. Aquella cra una historia de los reinos, de los gabinctes ministeriales, dominada por los soberanos, los hombres politicos, marcada por los acuntecimientos: nacimientos, muertes, constituciones, tratados, etc. Esta historia politica era la aliada de una historia Jacques Le Goff, "Los retomos en la historiografia francesa actual”, prohistorla, Afi I, nero 1. 1997. pp 35-44. *Agradecemos ala editorial Historia a Debate -y « Carlos Barros en particular- la autorizacién para traduccién y publicacién de esta ‘omunicacién, presentada por J. Le Goff al Congreso Intemacional Historia a Debate, celebrado en Santiago de Compostela en 1993, Laversin francesa del articulo "Les retours dans Mhistoriogrephie francaise actuelle” en BARROS, Carlos -editor- Historia a Debate, Vol. Ill, pp. 157-165. Traduccién de Darfo Barriera. -35- diplomtica y militar igualmente acontecimentak: la historia-batalla, Ocultaba los mi (os impor tantes de la historia: cconémicos, demogréficos, sociales, culturales, que se ordenaban alrededor de otros fendmenos raramente acontecimentales y de otras cronologéas en gran parte independientes de ta periodizaci6n politica. Esta actitud de los Annales era también una reaccién contra la prensa de la ‘época, que no se interesaba ms que por el dominio politico y acontecimental y por tanto, tas dos mamas eran la politica y los hechos més diversos reducidos a relatos anecd6ticos. ) El retorno de Ia historia politica esta ligado en gran parte a la toma de conciencia por los historia- ores, pero también por los especialistas de las ciencias sociales y por los observadores del presente, de la politica como dominio y como nivel de historia irreductible a otra cosa. Por ejemplo, Ia historia politica reducida por el marxismo vulgar a una superestructura resultaba un tanio autonoma en su fundamento en relacidn a las infraestructuras econémicas. Pero un gran cambio aparecfa ya en el vocabulario, Esto que se distingu‘a en la historia vivida de las sociedades y que debia, por lo tanto, constituir el objeto de un concepto especifico en la historiografia no era la politica, trama de aconteci- rmientos, sino lo politico como lo habfan identificado y creado los Griegos de la antigliedad. A la par del ‘homo oeconamicus, por ejemplo, se encontraba el zoonpolitikon de Arist6teles. Esta emergencia de 10 politico era en parte una consecuencia de la apariciGn de las ciencias sociales y, a Ia ver_en relaci6n con, cllas y en oposicién a ellas, de la percepcién y la creacién de una nueva ciencia de las sociedades: la ppolitologta, ciencia de lo politico. Las instituciones cuyo abjeto era mas particularmente esta politica, subrayaron y nutrieron esta atenciGn nueva al hecho y al nivel politico, por ejemplo el Instituto de Estudios politicos en Francia. De igual modo, una renovaciGn de la filosofia politica se reanudaba, de alguna manera con Arist6teles 0 PlatGn, con Ia escolistica medieval, con Hegel y Marx, bajo Ia influen- cia por ejemplo de relecturas de Max Weber y de Alexis de Tocquevitle Los retos de los nuevos medios masivos de comunicacién (radio y, sobre todo, televisién) que inun- daron la vida de las sociedades con la agresi6n de lo politico, también plantearon a la historiografia la necesidad de modelizar este nuevo monstruo de la historia ) Pero esto que habia de legiimo y de necesario en este retorno ala historia politica debe manifes- tarse bajo una forma profundamente renovada de la historia politica. En primer lugar en cuanto al concepto mismo: historia, por lo tanto de fo politico y no de la politica, historia cuyo concepto funda- mental, pluridisciplinario,es el de poder. Nocién que, asegurando una especificidad alo politico, mues- ‘re que la historia del poder no debe renegar ni del poder econsémico ni del prestigio social, no forzosa- ‘mente ligado al poder econdmico y a la riqueza ni el poder ideoldgico ni et poder de lo imaginario, etc. Historia politica renovada que debe en particular otorgar un lugar privilegiado a los aspectos simbéli- cos del poder. Allf es donde encontraron su eficacia obras hitoriogréficas pioneras, como los estudios {de E. P. Schramm sobre las insignias del poder o el gran libro de Mare Bloch Les Rots Thawmaturges, ‘de 1924, que, largo tiempo oculto por sus libros posteriores de historia econémica y social, eencuentra, hoy toda su frescura y toda su importancia. Esta historia politica renovada y ampliada apel6, de manera interdisciplinaria, a nuevos documentos, expresando el impacto de las representaciones del poder: documentos iconograficos, rtos y liturgias, etc. Ella cre6 también un nuevo espacio de historia compa- -36- ‘ada que podia ordenarse sea entomo de un fenémeno diacr6nico como la realeza desde la Antigkedad 4 nuestros das, sea por la confrontacién de manifestaciones del poder en las sociedades de diversas ‘eas culturales (gestos yIiturgias del poder en occidente, en India, en China, et.) sea por confronta- cign de rtos y de imagenes del poder en las sociedades lamadas hist6ricasy las sociedades Uamadas imitiva (por ejemplo rtos de iniciacion en las sociedades europeas y las sociedades africanas). Me ermito indicar que yo mismo he esbozado estas nuevas orientaciones de la historia politica en un aniculo «ls still politics the backbone of history?», aparecido en 1971 en la revista Daedalus! 2. El retorno del acontecimies 4) Los Annales combatieron la historia Hamada acontecimental de una manera que nunca hi sido ni bien comprendida ni bien formulada, Esta condena de los Annales fue expresada por Marc Bloch y por Lucien Febvre en dos perspectivas. La primera es aquella de una historia politica, diplomdtica y militar ‘que se hacia con los acontecimients fechados, reduciendo los fenémenos histricos y su evolucién a tna sucesién discontinua de das hisidricos reunidos en una cadena anifical. Result féeil alos funda- dores de Annales mostrar que estos acontecimientos eran superficiales, que no daban cuenta de realida- es profundas y durables dela evoluciGn histérica y que no eran més que la «espuma de la historiay. A ‘a historia acontecimental superficial se oponia una historia de las estructuras, en particular de las estructuras ccon6micas y sociales, una historia de las profundidades, una historia hecha ms por las ‘masas anGnimas que por los grandes hombres, una historia irreductibiea las fechas, pero dotada de un ‘spesor de duracién més 0 menos largo. La expresién més penetrante de este rechazo de lo acontecimental en la historia fue ta concepciGn braudeliana de la larga duracién, que pesaba més en ta evotucion hist6rica por su ritmo Tento que la historia a ritmo medio de la coyuntura y sobre todo que la historia a ritmo répido del acontecimiento. La segunda perspectiva fue expresada por Marc Bloch en Apologie pour I’histoire. Marc Bloch reprochaba a Durkheim y a su escuela de reducir todo Yo que no era estructura a un residuo que cl llamaba, precisamente, «acontecimiento». Ahora bien, Marc Bloch, consciente del valor de la categoria de acontecimiento y de las realidades histéricas que expresaba, reprochaba a Durkheim ser incapaz de cxplicar la historia al desechar, precisamente, este residuo importante. El problema no era evacuar el acontecimiento sino de volver a introducirlo en su lugar y explicario en su telaciGn con la estructura y |a coyuntura, Aquf, los Annales condenaban todavia un cierto tipo de historia acontecimental 0 de socialogfa no-acontecimental como habian condenado también un cierto tipo de historia politica. Esta concepcién del acontecimiento expresada por Marc Bloch estuvo largo tiempo ocultaen la heren- cade los Annales. Hoy, provee una de las jusificaciones de la reinsercién necesaria det acontecimiento en la problemética hist6rica. El acontecimiento, ain si pertenece a un tiempo corto, diferente de los otros sitmos temporales dela historia, y por consecuencia de la historiografia, no es menos necesario ala expi- «cacin hist6rica global, y su naturaleza y sueficacia no pueden ser comprendidas mas que en relaci6n con «310 00s ritmos de la historia. El acontecimiento es un concentrado, un emergente de coyuntura y es por 4o tanto, muy importante, ya que expresa y modifica las realidades histricas profundas normalmente -37- regidas por de Ia larga duraci6n, F1 acontecimiento es. para retomar una imagen tama. bt puna del iceberg y no puede ser estudiado fuera del iceberg mismo, Un modelo de esta concepcién del acontecimionto me parece haber sido dada por Georges Duby en su libro Le dimanche de Boutines. or otra parte, el retomo del acontecimiento no se explica sino por los nuevos fenémenos en ta historia, de los cuales Pierre Nora ha mostrado la naturaleza e importancia en un anticulo que tuvo una resonancia merecida, publicado en Faire de ‘Histoire y llamado, precisamente, «Le Retour de Vévénement». Cito aqui a Jacques Revel, quien cita é1 mismo un extracto de este articulo de Pierre ‘Nora: «El acontecimiento ha cambiado de sentido y de funcién», Pierre Nora escribia: «La historia contempordinea ha visto morir el acontecimiento “natural” donde se podta cambiar idealmente una informacién contra un hecho de realidad; hemos entrado en el reino de la inflacién acontecimental y es necesario, para bien para mal, integrar esta inflaci6n en la trama de nuestras existencias cotidianas. Multiplicado, desmesuradamente inflado por los medios de comunicacion que lo proxucen, el aconteci- ‘miento, en adelante, invita a leer ef imaginario de una sociedad para la cual 61 jucea, en su conjunto, et ro] de una memoria y el de un mito, Analizar el scontecimiento comtempordneo, su estructura, sus rmecanismo, aquello que el integra en cuanto significado social, no serfa tanto interrogarse por una ‘espuma del tiempo histérico sino intentar_atrapar el funcionamiento de una sociedad a través de las representaciones parciales y deformadas que ella produce de sf misma.” Este andlisis de Pierre Nora, mostrando el advenimiento de un nuevo acontecimiento ligado a los nuevos mass media y en particular a la televisiGn, medios que m4s que contentarse en difundir ct ‘acontecimiento lo producen, puede ser extendido, sin omitir la nueva dimensién del acontecimicnto ccontemporaneo, al conjunto de sucesos de! pasado. La erénica, el documento-monumento que nos transmiten Ja memoria de un acontecimiento, en realidad, también Io han producido. Sin ellos, el acontecimiento no solamente permaneceria oculto en el pasado, sino que ademés, habria quedado ‘enviscado en la duracién histérica. De hecho, el acontecimiento, concebido de esta manera, es el triunfo de la problemética de los Annales, En contra de los historiadores positivistas, han mastrado que el hecho hist6rico no era un dato sino un producto del cuestionamiento, de la actividad de los historiado- res. Esta concepcin de la produceién de Ia historia se extiende mas alls del acontecimiento, Ademés, cesta concepeién integra en Ia historia acontecimental la dimensién de fo imaginario que, en la marcha de los Annales se ha transformado en uno de los objetos y uno de tos métodos de! andlisishist6rico que permite una mejor perspectiva para captar las relaciones entre historia y memoria, 1o que constituye ‘uno de los objetos esenciales de la reflexin hist6rica actual. 3. El retorno de la historia-relato. Desde fines del siglo XIX, la historiografia cientifica occidental ha tendido a alejarse de ta histori relato. Si bien esta tendencia fue particularmente clara entre los historiadores de Annales, de hecho fue mas general, y comprendié incluso a los historiadores denominados positivistas. La historia, transfor- mada en objeto de ensefianza universitaria, se hizo cada vez més técnica, sino cientifica, en particular gracias a la importancia creciente de las Hamadas ciencias auxiliares de la historia, de la voluntad de. wade liar mas que de contar, alejando a la historiograffa del carécter eminentemente literario que habia tido anteriormente y que habfa conocido su cenit con a historia roméntica, ain cuando ésta com ba la visi literaria con un mayor cuidado en el uso de los documentos y su critica, El historiador lo de esta historia que ejerce su imaginacién visionaria en los archivos es Michelet. Pero ¢s bién un producto de la influencia de las otras ciencias sociales, dela geografia, de la economia y de ryevas ciencias sociales, la demografia y la sociologia, al mismo tiempo que de una etnologfa que ‘studia los pueblos sin historia, lo que significa a la vez pueblos vivos en un tiempo inmévil y pueblos “ée los cuales no puede més que describirse su estructura y funcionamiento, Mas generalmente, la eosin de! interés por los grandes personajes, por lo anecddtico y lo pintoresco, la invesigacion de las fstructuras y los modelos releg6 a la historia-relato al nivel inferior o marginal de la pequeta historia Lahistoria-elato tendia a estar confinada en la novela hist6rica, cuyos lazos con la historia propiamen- tedicha, eran y continéan siendo ambiguos todavia. El cansancio suftido por el gran pablico y por una parte de los historiadores frente a una historia abstracta y sin intrigas, preparaba una reaccién, Esta feaccin tuvo una expresi6n te6rica particularmente refinada en et libro de Paul Veyne Comment an (erit historie, donde precisamente La nocién de intriga sin evitar el escollo de una gran proximidad con la literatura y la novela, reconciliaba desde entonces las orientaciones modemas de la historiogra con la adici6n de la historia-relato, En un nivel de menor valor te6rico, pero quiaits con mayor impac- to en cl medio de los historiadores, uno de los grandes historiadores ingleses ligado a la revista Past and Present, considerada a sf misma como cexcana al espiitu de los Annales, Lawrence Stone, recla- mmaba Ta vuelta a la historia-relato, replicando a otro grande de Past and Present, Eric Hobsbawm, discusi6n que encontraba eco en Débat, revista francesa dirigida por Pierre Nora. La alarma suscitada Por el articulo de Lawrence Stone fue sensible sobre todo entre los historiadores que practicaban la imterdisciplinariedad entre 1a historia las ciencias sociales, pues una de las consecuencias aparente- ‘mente inevitable del retorno de la historia-telato era el alejamicnto de la historia respecto de las cien- cias sociales, de las cuales, 1o propio residia en que su descripeién no era reducible a narraciones, EL retomo de la historia-relato, llamada an convencionalmente historia narrativa, se complicaba por la emergencia de un gran debate en filosofia y en las ciencias de la literatura y el lenguaje de un nuevo dominio, notablemente ilustrado por Jacques Derrida, la narratologia. No estoy seguro de que, como esto ya habia llegado a propésito de la lingiistica y sobre todo de la lingustica saussuriana o del ‘estucturalismo, no hubiera habido grandes malentendidos entre las concepciones de los narratélogos y los historiadores partidarios del retomo a la historia narrativa. Habria aif un tema a esclarecer. Por mi parte, me limitaré a hacer algunas consideraciones banales. La primera es que toda concepci6n historiografica debe, me parece, recurrr episédicamente a se- cuencias narrativas pero, evidentemente, no es esto lo que podemos llamar historia-relato, La segunda 5 que importa darse cuenta que la historia-relato no es més inocente que las otras formas de historia, que procede también de una manera de hacer la historia, que supone toda una serie de concepciones més 0 menos conscientes de visiones de la historia, operaciones de montajes de la historia de las cuales €1 resultado es por lo tanto més temible que lo no dicho que ella supone escapa al consumidor y, a menudo, al productor mismo. La historia narrativa ¢s probablemente la historia més inconscientemien- te ideol6gica. Oftezco dos conclusiones que, en todo caso, inspiran mi prictica. La primera es que el -39- recurso a la historia narrativa debe ser, previo a su escritura, el objeto de un cuidadoso andlisis de ‘quello que supone y de aquello con lo que contribuye et relato histrico. Esto que encontramos y que ‘me parece mucho més importante que el problema de la historia narrativa es el problema de fa escritu- 1a de la historia, sobre el cual, por otra parte, estamos reflexionando en este coloquio. En fin, creo que tun retomno fuerte de la historia narrativa, ain bajo formas renovadas, a diferencia de otros retomnos que introducen innovaciones importantes en la reffexi6n hist6rica, comporta una grave amenaza de retorno enel sentido de un retaso. ‘Agrego que, a mi entender, la historia narrativa viene a complicar indtilmente el problema funds- ‘mental y complejo de la armonta entre los tiempos de la duracién historica y de los conceptos tempora- les del historiador. 4. Bl retorno de la biografia. La situacién de la biografia en la historografta occidental del siglo XX y asin en el movimiento de los Annales, es compleja. All, la biograffa, movimiento que alejba a los historiadores universitarios, como en su mayoral eran los mismos Annales, gozaba sin embargo de una gran difusin fuera de este terreno, EI“gran hombre” como objet histérico estaba fuera de moda. Ya no parecia capa de permitir a historiador hacer historia, El género biogréfico cra arrastrado en el descrédito de Ia historia nara vay, de manera més general de una historia més literaria y aritica que ciemica Las mejores biogra- fias eran escritascomrientemente por ensayista 0 novelists, no por historiadores. Los historiadores de Arnates, frente a la biografia, parecen haber estado a la vez divides y dubitativos. Lucien Febvre por temperamento sino por visin de la historia, estaba a favor de la biograffa. Ciertamente, de una biogra- fia que permitiera encontrar problemas através de un hombre y, en este punto, su Lutero es ejemplar. Marc Bloch estaba claramente poco atraide por la biograffa. Pero era un muy buen historiador y muy consciente en su ensefanza universitaria como para no sentir que sino el gran hombre, al menos el individuo. no podia ser excluido dela historia. Enconiraremos més adelanie el problema del individuo bajo otro dngulo, pero mientras tanto, quisiera setalar que este problema también e5 esencial en el campo de 1a biograffa. De las wansformaciones que ls hstoriadores de los Arnates han querido hacer sufrir a la biograffa, sea para esclaecetla, sea para volverlarsible, creo que pademos tomar como ejemplo la célebre tesis de Femand Braudel, La Méditerranée a épogue de Philippe It, (1949) y et bello ibro de Pierre Goubert Louis XIV et ving! millions de Francais (1966). Enlatesis de Braudel, et Mediterraneo sumergié de algin modo a Felipe I, que no fue sino un referentecronolgico burton y la parodia de retratos que, para divertrse, Femand Braudel esboza al final del libro, tomados seriamente Por flésofos sin sentido del humor, muestra detiberadamente.cémo los personajes colectvos, tanto ‘como los geograficos, tomadas por la historia, pueden dersibar desu plaza en la historiografia adn alos hombres mas prestigiosos. En la dliberada exageracién de Fernand Braudel hay, evidentemente, una voluntad metodolgica. Pere Goubert investiga en otra direcein el didlogo entre e gran personaje y laxmasa. Formado en la demografiahist6rica, que él mismo ha contribuide poderosamentea crear en su forma moderna, instituye de alguns manera un equilirio entre el individuo monasea y Ia masa sin -40- que sus intereses van mds hacia ésta que hacia aquél El libro reciente de Frangois Biuche sobre XIV marca el retomo de la biografia sobre cl mismo terreno, Es necesario, ante todo, recordar ala situacién de la produccién hist6rica y metodol6gica de hace cincuenta aflos. Las biografias se itufan no solamente alrededor de una concepeién ingenua del gran personaje sino también, puede j.con el auxilio de una psicologia perimida, plena de anacronismos y de superficialidad, perfecta- incapaz de dotar la simple autenticidad de un personaje histérico cuando los Annales hacian, al tiempo, investigaciones més © menos titubeantes hacia la psicologia histGrica colectiva que \conducirclaramente a la emergencia del concepto de mentalidad que, a decir verdad, reduc atin a especificidad de! individuo y corrofa el lugar de la biografia en la produccién historica. Sin 20, fuera de todo espiritu de escuela, grandes historiadores producian, a mediados de este siglo, os impresionantes de biograffas. Voy a citar tes. El primero es el Frédéric It (1927) de Emst Kaniorowicz. Desembaracémoslo de todo su envase ideol6gico y roméntico, Queda un impresionante “esudio de un individuo cuya individualidad y estatura resplandecen a través de un estudio de historia ‘tial, de geo-historia, de nueva historia politica, de historia cultural. Mi segundo modelo es la obra ‘maestra tinica de Arsenio Frugoni, Arnaldo da Brescia nelle fonti del secolo XM. Frugoni muestra como un estudio de fuentes que vuelve la espalda al método filol6gico clésico puede permit captar a ‘individualidad de un personaje muy disimilmente presentado e interpretado por las fuentes y, hasta ‘entonces, mis oculto que mastrado por ellas. Es una biografia décryptage. Por iiltimo Peter Brown, en ‘su biografia de Saint Agustin of Hippo (1967) mostraba, con una sutileza y un sorprendente sentido de Astoria total, como un hombre se revela, através de su obra y de su accién, en una biograffa cruzada, ala vez tradicional y moderna. La biograffa, hoy, parece seguir dos vias cuyo tnico punto en comin es el deseo de responder al iamado visible de un pablico aburrido por Ia abstracciGn de las estructuras y Ja sequedad de Ia historia econémica. En la abundante produccién biogrfica actual, cirtas obras, esforzindose por estar mejor informadas que las del pasado, permanecen sujetas a una psicologia su- perficil, anacrénica y perimida, a un goce anecdstico sin interés ya veleidades de escritura que rara- mente resultan felices. Otra, al contrario, se esfuerza por mostrar que la biografia puede ser uno de los medios de echar una mirada sobre la historia que reencuentra en un hombre las preocupaciones de la investigaciGn histérica mds nueva, que encuentra en el tiempo de una vida una de las duraciones sSignificatvas de la historia y de la biografia, que alcanza en una encamacién conereta los grandes ‘movimientos de la historia politica, de la historia econémica y social, de la historia cultural, de ka historia de las mentalidades y del imaginario sin reducirlos a fendmenos cuantitativos donde se perde- rfalo que hace a la autenticidad y el sentido de un personaje en historia. Esta corriente es reveladora de las estructuras historias y de las realidades historiogréficas. Para los perfodos antiguos, la documenta- cin apenas si permite las biografias de personajes eminentes, pero los historiadores se esfuerzan cada vez més, desde que la evolucién y la documentaciGn lo permiten, de tomar por héroes a los oscuros, los ‘Pequetos, los sin grado, representativos de un tipo, de una categorfa, de un momento que una docu- ‘mentacién nueva y excepcional permite atrapar en una representatividad colectiva y un saber indivi- {ual que no se explican ni se muestran sino en conjunto. Este movimiento no puede estar separado del ‘movimiento historiografico y étco que afirma un derecho a la historia de otros que los poderosos 0 1os prestigiosos. Creo que la biografia esté en vias de transformarse en uno de los medios de hacer una -41- Hswonia wal Gel humnbte y de Hos hombres, ung de fos dominios ids iimportantey de ky antopulogis hist6rica, 5. El retarno del sujeto. Este dlkimo retorno es diferente de los otros, A primera vista, concierne menos a la historia que a la filosofia y a las otras ciencias sociales, en particular a la sociologia, Parece responder a una reaccién. ‘contra las diferentes formas de determinismo que se imponen en estos dominios. Sin ser equivalente ni reducirse a esto, puede decirse que este retorno se aproxima en historiograffa al retorno del individuo. En efecto, mas allé del retomo de los personajes en la historia politica 0 en la biografia, el retomno del individuo emerge no slo frente a las estructuras y los modelos abstractos sino a los personajes colecti- vos de la historia social, grupos, categorias, clases, masas, etc. El problema de la emergencia del individuo en determinadas épocas de Ia historia es una vieja serpiente de mar de la historiografia. Por Jo dems, este problema presenta una complejidad que aquf me contento con apenas seflalar, sobre todo cl problema de las relaciones entre las nociones de individuo y de persona. Refiriéndome a perfodos ‘antiguos, tradicionalmente se considera que hay una emergencia del individuo en la historia en el ‘marco de la ciudad antigua con el personaje del ciudadano, en el que se reencuentra un modelo categorial y el fundamento ideol6gico y politico de uns cierta autonomfa del individuo. Un segundo perfodo ha sido objeto de un debate reciente y siempre abierto, la Edad Media, donde varios historiadores con algunos puntos més o menos comunes, han reconocido wna emergencia del individuo en los siglos XII y XIII Este debate, en el que participaron, entre otros, Colin Morris, Carolin Bynum y Jean-Claude ‘Schmitt, ha considerado sobre todo la intervencién de Aaron Gurevitch que acaba de escribir una obra, ‘aii inédita, sobre el nacimiento del individuo en Europa durante la Edad Media y el Renacimiento. Su tesis, que integra en particular el aspecto escandinavo de la emergencia del individuo a través de los sagas, es que el periodo decisivo de imerés por el individuo y de autoafirmacién del individuo es menos el Renacimienio -como se pensaba habitualmente- que el coraz6n y el final de la Edad Media. Es claro (que Ia actualidad de los debates historiograficos sobre los perfodos de afirmacién del individuo esta relacionada a los interrogantes actuales sobre el individualismo contemporsneo. ‘Sin embargo, del individuo al sujeto hay un desplazamiento evidente. AGn si cuando lo que esté en discusin es el problema de los actores de ta historia, 1a consideraciGn del sujeto obliga a salir del dominio propio del historiador para entrar en el del fl6sof0, En efecto es un fil6sofo, Jacques Ranciére, {quien acaba de cuestionar alos Annales, desde Michelet -su ancestro- hasta Fernand Braudel, de haber- ‘se conformado con una aparenteintroduccién de los estratos inferiores de la sociedad como sujeto de la historia. Af donde los historiadores de Annales se presentan como historiadores demécratas, recono- cciendo el derecho a la historia de los miembros de estas categorias y, en particular de aquellas en las que se interesa Ranciére, los obreros, de hecho, estos historiadores se colocan a sf mismos en el lugar de aquellos a los que pretenden transformar en sujetos y hacen del historiador el nuevo sujeto de la histo- ria, No entraré en este debate que, para mi, se aleja demasiado del métier del historiador. Simplemente dir€ que, como Jo han mostrado muy bien Michel de Certeau y Michel Foucault, tomar conciencia del 42. hacer historia y decir desde dnde habla el historiador, en qué es et productor del hacer histérico un actor de la historia objetiva, vivida, sino actor del acto historiogrfico, me parece un progreso historiografia. Una vez mds encontramos la confusién entre la historia con una gran H y la con una h pequena, la historiografia. (Creo més que nunca en la necesaria distincién entre el oficio histérico y la filosofia de la historia ente es el derecho y el deber de los fil6sofos pensar estos dos tipos de historia y mostrar las segtin su propio métier. Este pensamiento filoséfico de Ia histor los historia- [No deben volversefilésofos. Existe una manera propiamente histérica de reflexionar acerca de las relaciones entre el azar y la dad. El azar y 1a necesidad del historiador no son el azar y la necesidad del filésofo, ain cuando evidentes conexiones entre ellas, Por lo tanto, deseo que los historiadores estén atentos a este 0 del sujeto en 10s.campos vecinos (Alain Touraine ha afirmado la necesidad en el campo del logo), pero que no busque utilizar un concepto, un dtl; 1a nocién de sujeto en su propio campo ene necesidad de otro utllaje conceptual Me permito decir, demés, que la necesaria renovaci6n de Ia historia no debe reducirse ata summa de etomos. Una parte de estos no es sino la voluntad de revancha de historiadores pasados y de sus 8. Otra parte de estos retornos, la més positiva, es la transformacién profunda de viejas catego- por una nueva problemética en el conflict de ta historia viva. Repensar las nuevas relaciones de la historia con las ciencias sociales, repensar los nuevos aspectos eos datos fundameniales de tiempo y espacio para los historiadores,reflexionar sobre lo que debe ser, sise quiere manteneria en el centro de la historia, la nueva historia social cuando la vieja hace agua por todas partes en historia como en las otras ciencias sociales, pensar en nuevos modos de escritura que requicre la historiografia, estudiar las nuevas formas de producci6n y de difusiGn de la historiografia son, me parece, algunas de las tareas esenciales de nuestra reflexiGn colectiva y de nuestros dehates. En ‘uanto al término de historiografia y 1a préctica que reviste, sabemos que ha evolucionado bastante desde algdin tiempo a esta parte y que tiende a ser remplazado por el concepto de historia de Ia historia. Latradicién historiografica francesa, durante mucho tiempo reticente a tomarse por objeto de reflexin, ‘creo que ahora se ha comprometido decisivamente en estas nuevas vias de historia de la historia. Me parece, para terminar, que la reflexiGn sobre ta actitud que deben adoptar los historiadores frente ao contemporsneo, al presente, esto que Marc Bloch llamaba “io actual”, debe continua. No hemos logrado atin definir bien en que condiciones la historia del presente puede ser una verdadera historia. Creo que hoy, conceptos tales como historia inmediata, no hacen mas que encubrir nuestra impotencia para evitar una ruptura entre nuestras précticas de historiadores de cara al pasado y a lo ‘actual, mis allé de evidentes diferencias impuestas, por ejemplo, por las fuentes. Y, Finalmente, {no deberfamos retomar el deseo formulado por Mare Bloch de ver al historiador interesarse por el futuro? La futurologia, aquf, no se me aparece sino como un falso frente. Nos corres- ponde decidir si somos capaces, en tanto que historiadores, de elaborar un cierto dominio sobre el futuro, -43- Notas: | Existe versién espafola de este articulo, ";Es la politica todavia el esqucleto de la historia?” en la ‘compilacién publicada por Gedisa, Lo maravilloso y cotidiano en el mundo medieval, Barcelona 1985, pp. 163-178, en francés, compilado también en L'tmaginaire médieval, Gallimard, Paris 1985. Nota del Traductor.

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