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Hemos mencionado como una de las causas el escaso atractivo de las tareas a las que suele
dedicarse un director o directora escolar. Podríamos clasificar en dos grandes apartados las
tareas que realiza el supervisor y/o director, a sabiendas del riesgo de imprecisión que llevan
consigo estas clasificaciones:
• Controlar al profesorado.
• Atender la burocracia.
• Asegurar el orden.
• Representará la institución.
• Exigir el cumplimiento.
• Arreglar desperfectos.
• Imponer castigos.
• Suplir a los ausentes.
• Velar por la limpieza.
Desde esta segunda concepción que considero democráticamente más ricas y positiva,
defiendo la elección del supervisor / director por su comunidad. Y una formación de todos los
profesionales en materias específicamente organizativas, pedagógicas y psicológicas. La
elección añadirá a esa formación de base las exigencias de talante y comunicación que son
necesarias en un directivo y facilitará una formación específica y de actualización que
siempre es necesaria.
El riesgo que se corre en estos momentos en los que se comprueba que no existen
candidatos, que las tareas más absorbentes son de escaso relieve pedagógico y en que
muchos de los que han sido supervisores y directivos han terminado su mandato ero-
sionados en sus ilusiones, es volver a otras posiciones (preparación específica, cuerpo de
Dirección, mandato indefinido) atribuyendo una buena parte del fracaso a causas supuestas
o sólo posibles.
Pero no es nuestra intención entrar en estas cuestiones sino en la dinámica que exige la
mejora de la acción supervisora y directiva. Lo haremos utilizando la metáfora del
triángulo (un triple triángulo en este caso) de modo que se vean de forma clara los ejes
de nuestra posición al respecto.
Ser Supervisor - Director a la fuerza (sea mediante el nombramiento, sea mediante una
aceptación a regañadientes, sea por una elección "democrática") hace difícil un buen
ejercicio profesional de la dirección. No se trata tanto de hacer lo que se ama sino de
amar lo que se hace. Poner empeño en hacerlo bien, en realizar tareas de coordinación
desde un talante verdaderamente democrático, en ayudar al equipo a elaborar, planificar,
desarrollar y evaluar un proyecto educativo rico y coherente es la base del acierto. Sólo
desde esta exigencia se puede vivir de forma positiva ese papel y sólo desde esa actitud se
puede ayudar a los otros.
Por eso este vértice del triángulo es una de las piedras angulares que sostienen el edificio:
La tercera exigencia es poder. Querer y poder no son los únicos requisitos, aunque
resultan imprescindibles. Hace falta disponer de unos contextos organizativos, de unas
plantillas cohesionadas, de unos medios suficientes, de una autonomía imprescindible para
que la acción supervisora y directiva pueda resultar eficaz, creativa y estimulante.
La Investigación sobre la práctica profesional, atenta a los valores que desarrolla, realizada
por los protagonistas de esa acción que se pretende comprender y mejorar. La investigación
nace de la perplejidad o la incertidumbre de los profesionales.
Desde las actitudes dogmáticas, desde las rutinas, desde la exigencia exclusiva de los
cambios que los demás tienen que realizar, no es posible conseguir cambios efectivos. El
motor de la transformación es la incertidumbre que conduce a la reflexión rigurosa y a las
decisiones consiguientes.
Obsérvese que se trata de una investigación que realizan los protagonistas sobre su propia
práctica. Una reflexión que no es la que habitualmente se hace, ya que ésta es informal,
poco rigurosa, apresurada, poco contrastada. Una reflexión que no consiste en la solución de
problemas ya que lleva consigo comprensión y no sólo eliminación de conflictos. Es una
reflexión que no se asienta en el método tradicionalmente considerado científico y que no
utiliza diseños experimentales y control de variables a través de muestras representativas.
La preocupación temática puede ser diversa porque diversos son los campos de intervención
y las facetas de la actuación del equipo directivo:
• Las condiciones en las que trabajan, los medios con los que cuentan, el
contexto organizativo en el que se desarrolla la tarea, dificulta a veces un
trabajo creativo y estimulante. En las Escuelas y Centros de Trabajo no sólo
hay personas, existen leyes, estructuras, espacios. Todo ello ha de ser tenido
en cuenta al valorar el trabajo que realizan los directivos la forma en que
pueden mejorarlo.