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José
Acosta
Territorios extraños
Premio Nacional de Poesía “Salomé Ureña de Henríquez”
1993-1994, República Dominicana
BIBLIOTECA
DIGITAL DE
AQUILES
JULIÁN
Muestrario de
MUESTRARIO DE POESÍA 53 – TERRITORIOS EXTRAÑOS – JOSÉ ACOSTA
Territorios extraños
José Acosta, República Dominicana
Edición digital gratuita de
Muestrario de Poesía 53
Editor: Aquiles Julián, República Dominicana.
Coeditores asociados:
José Acosta New York
Libros de
Regalo
EDITORA DIGITAL
Sol Poniente interior 144, Apto. 3-B, Altos de Arroyo Hondo III, Santo
Domingo, D.N., República Dominicana. Tel. 809-565-3164
BIBLIOTECA
Se autoriza la libre reproducción y distribución del presente libro,
DIGITAL DE siempre y cuando se haga gratuitamente y sin modificación de su
AQUILES contenido y autor.
Si se solicita, se enviarán copias en formato PDF vía email. Para pedirlos,
JULIÁN enviar e-mail a librosderegalo@gmail.com, aquiles.julian@gmail.com
Contenido
Mangú de palabras en la tierra del corn flake / Aquiles Julián 5
Introito 9
Primera Puerta 10
Esta ventana 11
Detrás de las teclas quizás un ave 12
Transformación 13
Nombrar 14
Formas del azar 15
Este viaje 16
Enciendo un fósforo 17
Lo que ha entrado a la noche 18
Buscaremos la puerta 19
Segunda Puerta 20
Y de repente 21
Naufragio 22
Somos reales sólo 23
Posada 24
La tortuga 25
Debajo del vino 26
La manzana 27
El fuego 28
El ave existe en una jaula de plumas 29
La noche cuelga de la luna 30
Tercera Puerta 31
Última Puerta 45
El relámpago 46
Y entonces… 47
No decir 48
Tras mí, el espejo 49
Ignoto no, humano 50
Nos duele que la sola presencia 51
Allá abajo 52
Aunque esté completo 53
Siempre he temido 54
Silueta del día 55
Al final de tus dedos 56
En un día que nunca viviré 57
Mis paredes infinitas 58
Antes de abrir la puerta 59
Quiero 60
Entrevistas
José Acosta: Hondura y Emoción / Rosa Silverio 61
Entrevista al poeta José Acosta / Fausto Leonardo Henríquez 65
“El poeta es un analfabeto ilustrado” / Juan Manuel Parada 70
Mangú de palabras en la
tierra del corn flake
José Acosta
Territorios Extraños
A mi madre
que nunca ha amado
la poesía
INTROITO
VISIONES:
El autor.
Primera Puerta
Esta Ventana
Transformación
Nombrar
Nombrar
es ponerle tamaño al infinito.
Digo 2 y lo reduzco a 2
ignorando su universo.
Disminuyo a campana la campana
y olvido que en ella flotan
eternos los sonidos.
Digo Tierra y desaparecen los planetas.
Amor, orquídea, tumba,
y los sepulto en la osamenta de sus nombres.
Este viaje
Enciendo un fósforo
La noche
y toco las paredes húmedas de un grito.
En su dimensión caben una ciudad desplomándose,
el alado jardín que es la luciérnaga
y la sangre que regresa del abrazo.
Lo que termina en el grito es la piel que recorro
los habitantes del patio, la desnudez horrenda
de una mosca, y el pájaro que en este instante
dentro de sí mismo vuela.
Exploro campanas, cristales quebrán-
dose, raíces creciendo. Rescato
pared a pared la memoria del llanto
el final del silencio el origen el dolor quizás
de lo que realmente muere.
Buscaremos la puerta
Segunda Puerta
Y de repente
(Aún hay un árbol en mi niñez
que siempre quise trepar)
Naufragio
Con un abrazo
se le rompe la superficie
al hombre que se ahoga.
Posada
La tortuga
La manzana
El fuego
Tercera Puerta
No dejes que tu infancia, esa infinita
lealtad de los celestes, sea revocada por el destino;
incluso al preso, que lóbrego se pudre en la mazmorra
le asiste en secreto hasta el final.
El tropel de la existencia
no me atropelló atropellándome.
La era me negó el hospedaje
y me abandonó
cuando apenas me ataba
las sandalias rotas del tiempo.
Procuro mis alas
y mendigo un latido
para devolver la sonrisa
al único ser
que se ahogó con mi sombra.
Huyendo de la nada
traigo en mis hombros la alegría,
¡denme un latido para devolverla!
Porque tras el umbral de unas rosas
unos ojos me sueñan
correteando brioso
a las tenues mariposas.
En la llama
En la llama
hay otro planeta
que sólo las mariposas conocen.
Existe un espacio
Inmensamente joven
Pregunto
De este lado
La nostalgia
Última Puerta
El relámpago
Y entonces...
No decir
Allá abajo
(Hoy es un buen día para morir)
Siempre he temido
Quiero
Acosta nació en Santiago de los Caballeros en 1964. Escritor, agrónomo y reportero del rotativo neoyorquino El Diario/La
Prensa. Ha publicado varios poemarios dentro de los que cuentan Territorios Extraños (Premio Nacional de Poesía, 1993), En
el secreto llamado (Primera mención de honor Concurso “La Porte des Poétes” en Francia, 1994), Destrucciones (Premio
Internacional de Poesía “Odón Betanzos Palacios” de New York, en 1998), El evangelio según la Muerte (Premio Internacional
de Poesía “Nicolás Guillén” en México, 2004). Además, publicó el libro de cuentos “El efecto dominó” (Premio Nacional
Universidad Central del Este) y la novela “Perdidos en Babilonia” (Premio Nacional de Novela, 2005).
Pero José Acosta no sólo es un escritor muy premiado y prolífico, sino que también es un promotor de las letras de su pueblo,
ya que hace un tiempo abrió el blog Escritores de Santiago desde el cual difunde junto a otros colegas, la obra de otros
escritores de su ciudad natal.
ROSA SILVERIO: Escribes poesía, cuento, ensayo y novela, ¿cuál de esos géneros te gusta más trabajar?
JOSÉ ACOSTA: Hasta 1998, yo era sólo poeta y me sentía bien siéndolo. Pero una tarde un amigo me dijo: Pero, ¿por qué no
escribes cuentos? Escribí un cuento, se lo mostró a los pocos días, a él le gustó y entonces me convertí en cuentista. Luego,
como era natural, pasé a la novela, que se convirtió en la gran ladrona del poeta y cuentista que había en mí. Hoy día, me
siento ser un prisionero de ese género. Cada vez que pienso en escribir, se me presenta ante mí un capítulo para engordar a
la ladrona: la novela.
RS: El proceso de selección de temas y de creación en cada autor es distinto, ¿cómo se da en ti?
JA: Al principio es una madeja enredada; muchas historias saltan como cabras locas en mi cabeza, hasta que logro atrapar
una, temblorosa aún, entre mis manos. Es el hilo de la madeja que después iré desenredando. No bien tengo la punta del hilo,
que siempre resulta ser una frase, a veces confusa, como por ejemplo, ¿qué harías si te quedaras solo en el mundo?, voy y la
consulto con algunos de mis amigos, los escucho y a las pocas semanas me pongo a escribir.
RS: Eres un escritor de provincia, como yo, ¿eso ha significado un handicap en tu carrera literaria o acaso has
sabido utilizar tus raíces pueblerinas en tu beneficio?
JA: Creo que todo escritor es escritor de provincia. ¿Dónde está situada esta provincia? En la tierra de su imaginación. Sin
ella, no se sería escritor. La India que nos revela Forster en su celebrada Pasaje a la India, además de ser la India verdadera,
es la India de su imaginación. Uno no sabe dónde empieza una y termina la otra. ¿Que Conrad era un polaco que se
comunicaba en perfecto francés pero escribía en inglés, idioma que aprendió después de los 20 años de edad? Quien lee El
corazón de las tinieblas, Lord Jim, o El pirata, se dará cuenta que su 'provincia' era el mar, y más que el mar, su imaginación.
RS: ¿Piensas tú como otros autores que los escritores de provincia son marginados en República Dominicana?
JA: Antes habría que hacerse unas cuantas preguntas, ¿marginados de qué? ¿De la Literatura Dominicana? Y si es así,
¿quién los margina? Soy de los que creo que ningún escritor, ni nadie, tiene el poder de marginar a otro escritor, ya sea de
provincia o de cualquier lado. Quien margina al escritor es su propia obra; en otras palabras, el escritor se margina a sí mismo.
¿Cómo? Muy sencillo. Por más promoción que haga un escritor de sus libros, por más que aparezcan en revistas locales o
internacionales, por más que se presente en televisión, en teatros, en conferencias, si el libro no tiene calidad, el tiempo se
encargará de darle el puesto que se merece: el zafacón. Pero si la tiene, por más que en una época específica se empeñen en
ocultarlo, el libro se elevará y se colocará en el lugar que le corresponde. Todavía hay quien piensa que fue Max Brod quien, al
no destruir los manuscritos de Kafka, como éste le pidió en vida, salvó a Kafka del anonimato. No; quien colocó a Kafka en el
mapa de la literatura mundial, fueron sus libros. Si la obra de Kafka hubiera sido pobre en términos literarios, hasta el mismo
Max Brod habría desaparecido de la faz de la tierra, y hoy nadie lo recordara.
Para ilustrártelo con una anécdota, te cuento que en la Primera Feria del Libro Dominicano en Nueva York de 2006, un escritor
vino de República Dominicana a presentar su primera novela. En el programa la actividad suya se asignó a un salón con
capacidad para unas 30 personas, en el segundo piso de la escuela que servía de sede al evento. Cuando el escritor
inspeccionó el espacio, pegó el grito en el cielo. Para evitar escándalos, se le armó un salón, junto a unas exhibiciones de
artesanías, con más capacidad de público. Pero el asunto no quedó ahí; el amigo trajo consigo todo un pliego de exigencias,
tipo artista de Hollywood. Pidió la bandera dominicana a sus espaldas, que antes de empezar la puesta en circulación se
tocara el Himno Nacional; que al lado suyo se sentara algún dignatario, el Cónsul Dominicano en Nueva York, si era posible.
En fin, después de que casi lo mandaran a la mierda, empezó el acto. Llevó a su hermano para que leyera su biografía y éste,
antes de leerla, contó durante media hora anécdotas de la infancia del escritor, tan conmovedoras, que a mí casi me sacan las
lágrimas. Una señora tuvo que salir del salón con un pañuelo, llorando a moco tendido. Después habló uno de esos críticos de
bolsillo, creando tal expectación sobre la novela, que todos nos comíamos las uñas, ansiosos por escuchar la lectura de algún
capítulo. Para coronar el acto, se levantó el autor, y, con semblante contrito, pero ufano, antes de leer fragmentos de la obra,
recordó a los presentes lo bien que la crítica de España, Alemania y otros países había recibido la novela. Hizo una pausa
para dejar crecer el suspenso, abrió el libro y empezó a leer. Minutos después, el aire de expectación se transformó en
desencanto. ¡Con qué "prosa" más plana, árida, vacía, el amigo narraba unos acontecimientos carentes de interés, fríos, sin
gracia! Por más de hora y media el autor había salvado su obra, pero su obra no pudo salvarlo a él.
RS: ¿De dónde surgió la idea de abrir el blog Escritores de Santiago? ¿Acaso es una manera de reivindicar a los
autores de tu ciudad?
JA: Me hallaba en el Festival Internacional de Poesía de Nicaragua, cuando charlando con un amigo sobre la literatura de mis
amigos de Santiago, me encontré con la dificultad de no poderle dar ejemplos de lo que hacían. Así que decidí, con la ayuda
de Máximo Vega, Ramón Peralta, Puro Tejada y Pedro José Gris, crear un blog con la finalidad de, primero, dar a conocer
esta literatura tan singular y fascinante, y, segundo, para no quedar mal con la gente, y poderles decir, muy bien, ¿deseas
conocer nuestras cosas?, pues visítanos en este portal.
RS: Eres uno de los autores dominicanos más premiados, tanto dentro como fuera del país. ¿Qué han significado
esos reconocimientos en tu carrera literaria? ¿Han servido para algo más que engrosar el currículo?
JS: Han servido para pagar las cervezas en reuniones de mis amigos, una excusa para charlar sobre nuestros intereses
comunes. Servirán para que, cuando mis hijos crezcan, puedan decir: "Mi papá ganó tres veces el Premio Nacional de
Literatura de su país", aunque ellos hayan nacido aquí, en Estados Unidos, y su lengua materna sea el inglés. Y han servido
para obtener grandes satisfacciones, entre las más recientes, la inclusión de un cuento mío en la antología Las palabras
pueden, de Inicef, donde aparecen más de 200 escritores de renombre internacional, como Vargas Llosa y Saramago. Y esta
semana, una editorial brasileña me compró los derechos del cuento "El efecto dominó", para una antología panamericana de
cuentos.
RS: Cuando publicaron tu novela Perdidos en Babilonia, con la que ganaste el Premio Nacional del año 2005, no
quedaste satisfecho con la edición que hizo la Editora Nacional. ¿Qué opinión te merece el trabajo que realiza este
organismo, la calidad de sus ediciones y sus mecanismos de distribución?
JA: Lo de Perdidos en Babilonia fue un problema de control de calidad. Soy amigo personal de León Félix Batista y me niego a
creer que hubiera manos oscuras detrás de la publicación. Lo que sucedió fue lo siguiente: la noche de entrega de premios,
León, muy amablemente, me entregó las galeras de la novela para que yo las revisara. Al llegar a Santiago, desde que
empecé, me di cuenta de inmediato de los innumerables errores que cometieron los "correctores", errores garrafales, como
quitarle el guión del diálogo a los diálogos y ponérselo a las acotaciones. Llamé de inmediato a León y le expliqué el problema.
León me prometió que iba a publicar la novela tal y como yo se la mandé. Pero, cuando salió, era la versión de los errores, no
la original. Yo me quejé y ahí quedó todo.
Con relación a la calidad de las impresiones, me parece muy profesional; sobre la distribución no puedo hablar, porque
desconozco los mecanismos que usan.
No sé si sabrás que mi novela alimentó por un tiempo el cotilleo literario de la capital. Hubo un escritor que se dedicó a
difamarme, vendiendo la idea disparatada de que Perdidos en Babilonia yo se la había plagiado a él. A mí me sorprendió
mucho, más que el chisme, la gran imaginación del escritor de marras, porque, a la sazón, la novela era inédita, no había sido
publicada, por lo que se suponía que sólo los tres miembros del jurado y yo la conocíamos. Como el disparate que dejó correr
se le cayó de la mata, dejó correr otra bolita, más maravillosa todavía; dijo, según me contaron de fuente oficial (hasta el
secretario de Cultura me lo dijo), que yo le había robado la idea para escribir la novela, y no sólo eso, que yo era un ladrón de
ideas; que todo lo que yo he escrito, estoy escribiendo y escribiré, provienen de la fuente inagotable de ideas de ese escritor.
Vaya, me dije, de verdad que admiro al tipo, ¡qué obesa vanidad! Y sabes qué es lo que más me agrada de su último
fogonazo, que en literatura, eso de "robar" ideas es una gran verdad. Cada vez que un escritor sale a la calle, escucha algo
que le llama la atención, o ve algo que zarandea sus instintos, está "robando" algo de alguien. Recordemos la llamada
memoria vicaria. Uno de los "ladrones" de ideas más extraordinarios que ha dado la literatura universal es Shakespeare, como
todo el mundo sabe. Ni qué decir de Cervantes, y hasta el mismo Unamuno: su novela Niebla destila trozos de Calderón y
Descartes. Ahora bien (y aquí está lo malicioso del tipo), querer vender la idea (que muchas mentes anémicas se creyeron en
la capital, sin siquiera pedir pruebas) de que todo lo que yo he hecho y estoy haciendo proviene de la fuente inagotable de
ideas del señalado escritor, desborda la ficción y pasa al terreno de los cuentos de camino. Quien lea Perdidos en Babilonia se
dará cuanta de que la novela no está armada con una idea, ni con diez, sino como miles de ideas, muchas de ellas (me agrada
decirlo) tomadas de amigos, de desconocidos y hasta de mi padre, a quien, por haber sido oficial de las Fuerzas Armadas, le
debo la atmósfera soldadesca que envuelve a uno de los personajes principales.
A los que actúan bajo el dicho de "Difama que algo queda", les regalo esta frase del Quijote: "Nos ladran, Sancho, nos
ladran... señal de que estamos avanzando".
RS: ¿Y quién fue ese escritor que te acusó de plagio? ¿Bajo cuáles argumentos se amparaba?
JA: Es uno que hoy día ocupa un puesto muy importante en la Secretaría de Cultura, que no voy a mencionar pero sé que
cuando lea la entrevista se reconocerá en lo que digo. Era una persona de dos caras. Delante de mí se vendía como el gran
amigo, pero por detrás era todo lo contrario. En una ocasión, incluso, siendo Pedro José Gris jurado del Premio Nacional de
Poesía, y como yo le había comentado que se rumoreaba que el premio se lo iban a conceder a un libro mío, éste señor llamó
a Pedro José Gris (que en ese tiempo era como su hermano, pero después lo traicionó) y le dijo que convenciera al jurado de
no darle el premio a José Acosta, porque José Acosta lo había plagiado. El pobre Gris, sin pedirle pruebas, se lo creyó, y el
premio se lo dieron a otra persona.
Como te expliqué, como el tipo goza de mucho prestigio en el mundillo literario dominicano, su palabra es ley y él se aprovecha
de eso. Difama sin aportar pruebas y la gente de tonta no las exige.
RS: ¿Has leído su obra o él ha comentado contigo sus proyectos literarios como para que pueda deducir algo
semejante?
JA: Como éramos amigos, yo leía sus textos y él los míos, tal y como hacen dos buenos colegas del oficio (te recuerdo a
Borges y Casares, guardando las distancias). A veces yo le contaba alguna anécdota, a él le gustaba para un cuento, y a mí
no me importaba que él la tomara. Pero en una ocasión en que él me contó una anécdota a mí, que a mí me interesó para
escribir un cuento, después de insistirle que escribiera un cuento sobre ella por unas dos semanas sin que me hiciera caso,
yo tomé la anécdota y la incluí en un texto, pensando que a él no le iba a importar. Cuando se lo dije, su reacción fue explosiva,
digna de un estudio psiquiátrico. Tomó la anécdota, escribió un cuento y no contento con ello, le compró el derecho de autor y
lo publicó en una lista de Internet, para que quedara constancia de quién era el verdadero dueño. Yo lo tomé a risa (todavía
éramos amigos) y terminé eliminando la versión mía del texto que había escrito. De ahí en adelante, pese a que tenemos más
de siete años que no nos dirigimos la palabra, todo lo que escribo y sale a la luz, este tipo sale diciendo que son ideas de él,
que yo soy el ladrón de sus ideas, sin aportar una sola prueba. Todavía no he encontrado a nadie que me haya demostrado
que un texto mío se parece ni siquiera en una línea a un texto de este señor.
RS: Actualmente vives en New York y quería preguntarte qué tan grande es para ti el peso de la nostalgia por tu
pueblo y si como le pasa a algunos inmigrantes que ya tienen mucho tiempo residiendo fuera, te sientes dividido
entre dos tierras. También me gustaría saber si todo eso ha influido en tu visión como autor.
JA: Ahora se habla mucho de escritores de la diáspora dominicana. Particularmente, no me siento a gusto con el cartelito, por
una sencilla razón: cuando llegué a Nueva York, ya era escritor, ya llevaba pantalones largos. Me considero un escritor
dominicano que por razones económicas se estableció en esta urbe. Y como viajo todos los años a mi patria, no le dejo
espacio a la nostalgia. Cada día, antes de empezar a trabajar, leo los periódicos dominicanos, y antes de acostarme veo el
noticiero de mi país. ¿Ha influido mi condición de emigrante en mi literatura? Claro que sí. Como ser viviente, todo lo que me
rodea entra en mis sentidos por ósmosis, y lógicamente tiene que aparecer en mis obras.
las tardes, al salir del trabajo, me sentaba en la pequeña biblioteca, cuyas grandes puertas de dos hojas se abrían hacia el
poblado, desde la colina en que estaba situada. Cerca de un año después, cuando ya era muy conocido en el pueblo, muchas
personas me contaron que sobre mí se había tejido una especie de leyenda; me llamaban el Tipo Loco que Leía unos Libros
Enormes, y no pocos dudaban de que anduviera mal de la cabeza.
Otro consejo: que escriban con sinceridad, que es el grado más alto de la autenticidad. Y, sobre todo, que no crean en vacas
sagradas.
RS: ¿Cuáles han sido tus influencias literarias y cuáles autores dominicanos son para ti indispensables?
JA: De todos los escritores que he leído, he aprendido algo. La enumeración sería larga y tediosa. Pero si, estando a punto de
morir, me concedieran unas horas para leer, no dudaría en bajar de mi anaquel Los Miserables de Hugo, un puñado de
cuentos de Bosch, Díaz Grullón, Máximo Vega, Manuel Llibre Otero, Noé Zayas, René del Risco Bermúdez; Tiempo muerto
de Stanley, unos versos de Wislawa Szymborska, la Ifigenia Cruel de Reyes y, al final, Eternidades de Ramón Peralta, Las
Voces de Pedro José Gris, la obra completa de Mieses Burgos, la Invención del Día de Mármol, y Banquetes de aflicción de
Cayo Claudio Espinal.
RS: Perteneces a la Generación de los 90, ¿qué piensas de los demás escritores de esta época? ¿crees que
realmente han hecho un aporte significativo a nuestro acervo literario?
JA: Todos sabemos que una generación literaria es un grupo de escritores que, nacidos en fechas cercanas y movidos por un
acontecimiento de su época, se enfrentan a los mismos problemas y reaccionan de modo semejante ante ello. ¿Qué
acontecimiento realmente importante nos marcó? Esto daría para un libro de ensayos. Creo, empero, que a la generación del
90 y a la que viene por ahí, le ha tocado ver primero con asombro, para luego aceptarla y formar parte de ella, la llamada "era
de la comunicación". Son los escritores de la velocidad, de la red cibernética, los invasores del ciber-espacio; con ellos
desaparece el género epistolar, que tanto jugo se le sacó en siglos pasados, para dar paso a los mensajes fugaces, a esos
ripios cibernéticos que llamamos correos electrónicos, que ya empiezan a deformar el idioma. ¿Cómo hemos reaccionado
literariamente ante ello? Eso lo veremos después, cuando consigamos sensibilizar (o humanizar) ese alud que se nos viene
encima cada día a través de la Internet, y que aceptamos y del cual formamos parte. A la inocencia perdida hay que
contraponer una nueva inocencia, así sea inventada. Como hemos crecido literariamente a la par de esta corriente, hemos
sabido de cuando en cuando recalar en la orilla, encender una fogata y escribir un manojo de libros que quedarán en la
Literatura Dominicana y Universal.
RS: ¿En cuáles proyectos estás trabajando actualmente y hasta dónde llegan tus aspiraciones literarias?
JA: En noviembre terminé un poemario y una novela y ahora en enero empecé otra. ¿Mis aspiraciones literarias? Seguir
cultivando la pasión de mi vida: la literatura. Un día feliz para mí es aquel en el que logro una buena cuartilla, charlo con un
amigo en un café, y al llegar a casa, entre el jolgorio de los niños y la nobleza de mi mujer, tomarme una copa de vino,
pensando en el porvenir sin desesperanza.
1. EL HOMBRE
J.A.: Soy un hombre normal, en el buen sentido de la palabra. Tengo dos niños que adoro, de cinco y tres
años. A quienes apodo los “churumpunes”. Cada uno de ellos se pone un nombre. Uno es Supermán
Montruo, y otro Supermán Sopa. Tengo doce años de casado con mi esposa. Una vida de pareja normal.
Yo divido la vida mía en varias cosas: en mi trabajo, mis hijos, mi hogar y también la literatura.
J.A.: Nací en Santiago de los Caballeros, República Dominicana. Tengo dos hermanas y un hermano. Él
trabaja para la empresa Verizon en Santo Domingo. Una de mis hermanas es secretaria y otra es
enfermera aquí en Nueva York.
2. EL PROFESIONAL
J.A.: Soy graduado en agronomía, duré cinco años es esa profesión. Un señor, que tenía problemas
cardíacos, -tenía el corazón grande- una vez me dijo: “Mira, en la vida tú no sabes de qué vas a vivir”.
Poco después el señor murió. Y con el tiempo me daba cuanta de es verdad, que uno no sabe de qué va a
vivir, porque después que yo me gradué duré cinco años ejerciendo la profesión, pasé a trabajar hotelería.
Yo nunca lo imaginé. Ahí duré cinco años. Trabaje de gerente de recepción en un hotel de montaña La
Mansión, que queda en San José de Las Matas, [Santiago, R. D.] Entonces en San José de Las Matas
conseguí la residencia norteamericana y vine aquí y empecé a trabajar en una zapatería.
J.A.: Era el año 1995. En la zapatería me asocié con un cubano -muy buena persona- que también estaba
recién llegado y pusimos una bodega. De la bodega, entonces, compramos un video, y del video pasé a
trabajar periodismo. Ya te puedes imaginar todos los saltos que yo he dado. Aquí ejerzo el periodismo,
pero no sé si yo voy a vivir de eso toda la vida, porque los planes míos son ahorrar suficiente dinero para
poner un negocio en mi país.
3. EL ESCRITOR
J.A.: El escritor que es José Acosta, es un escritor muy meticuloso, muy exigente. Al punto de que hay
muchas cosas que yo he rechazado que quizás para otras personas pueden ser buenas. Yo recuerdo que
cuando escribí mi primer libro “Territorios Extraños”… Dentro de ese libro hay poemas que seleccioné de
una mascota llena de poemas. Es decir, yo escribía una mascota de poemas durante equis período de
tiempo, varios años, leía la mascota y quizá había un poema que me gustaba, entonces sacaba ese. Lo
otro lo tiraba a una pira y lo quemaba. Así que tú puedes imaginar lo exigente que soy yo en ese sentido.
Me considero una persona que, con el tiempo comprendí, quizás no era esa la mejor manera de
seleccionar mis poemas. Era una manera demasiado gráfica. Pero también me dije que una persona
cuando va a publicar un libro tiene que lanzar lo mejor, porque ya después que sale ese libro no es tuyo,
es del mundo. Y el mundo va a verte a ti reflejado en ese libro. Lo que diga ese libro, lo que representa
ese libro, es lo que se va a ver de ti. Y, gracias a Dios, ese libro [Territorios Extraños], ganó el Premio
Nacional –fue mi primer libro-, entonces yo me di cuenta, al ganar el premio nacional, que había otra
gente que cría que ese método que yo utilizaba también era bueno. Aunque ya no implemento ese
método.
J.A.: El cuento, a diferencia de la poesía, yo creo que es algo que no necesita de la inspiración del escritor.
Necesita más bien de la creación del escritor, de ese poder de la imaginación que tiene el ser humano. La
poesía te nace en un momento y es como un impulso que tú tienes que plasmar en una página. Un cuento
no, un cuento surge como una idea que se va desarrollando. Empieza con algo. Puede nacer, incluso,
hasta de una frase o de una imagen que tú veas en la televisión. Yo tengo cuentos que han nacido de una
imagen que he visto en la televisión o de una frase que yo he escuchado, o de una historia que alguien ha
contado. Entonces, ese tipo de cosas tú las vas adornando con palabras. La poesía, como te dije, es más
bien relumbrón. El relámpago de pronto nace no se sabe dónde. Y tiene la necesidad de salir de ahí,
J.A.: Yo creo que cuando nació el cuentista, se murió un poco el poeta. Es decir, antes yo recuerdo, que
cuando escribía tenía unos momentos fabulosos. La poesía me llenaba. A veces me estaba bañando y
tenía que salir del baño todo mojado porque tenía que escribir un poema. Ya eso no me pasa. Eso
desapareció inmediatamente yo empecé a escribir narrativa. La narrativa es una cuestión que tú necesitas
pensar, que tú necesitas unir pedazos dentro de tu cerebro, a armar cosas para luego tú sentarte a
escribir, porque también el cuento no funciona cuando te llega la idea. Tú tienes que tener el cuento hecho
antes de tú sentarte a escribir. Porque si te sientas a escribir sin tener el cuerpo hecho, lo que te va a salir
son pequeñas frases deshilachadas. La poesía no, la poesía es precisamente esas frases deshilachadas,
pero que tienen un sentido. Un sentido que quizá uno se lo da, no con palabras, sino en un sentido
espiritual.
F.: ¿Tu experiencia en la narrativa te ha llevado más allá del cuento, por ejemplo, a escribir novela?
J.A.: Sí. Yo tengo dos novelas terminadas. Estoy en una tercera, en una tercera versión que complementa
a esas dos novelas, porque hubo un personaje de una que saltó hacia la otra. Es una cosa increíble. Tengo
dos novelas terminadas, completas, pero hay una tercera que mezcla a una con otra, porque, como te
dije, hubo un personaje que aparecía en una novela poco definido. Yo me di cuenta de que ese personaje
era uno de los personajes de la otra novela. Entonces yo me dije: yo tengo que reescribir esto, me salga
bien o me salga mal. Así nació mi tercera novela, que es la reflexión definitiva de las otras dos donde ya
ese personaje está bien definido y se mezcla con los otros personajes con mucha armonía.
F.: ¿Qué autores han influido en ti o te han ayudado a comprender por dónde debes caminar como
escritor?
J.A.: Cuando yo escribí mi primera novela cometí un grave error, que fue que yo me propuse no escribir
con poesía, es decir, eliminar todo lo que era poesía y lo que escribí fue algo muy seco, algo que no tenía
gracia, algo que no tenía ese espíritu que le proporciona a un texto largo, narrativo, la poesía. En la
segunda, entonces, yo me propuse ser más yo, más poeta, más dinámico. Eso me resultó mejor. Pero,
qué pasa, yo recuerdo que cuando empecé a escribir poesía, escribí un par de cuentos que leí a varios de
amigos míos (Ramón Peralta, Puro y esos muchachos). Y lo que hicieron fue que se rieron, porque eran
unos cuentos que parecían unos chistes. Entonces yo dije: no, yo no sirvo para esto, es decir, estos
cuentos como que son muy “funny” [cómicos, chistosos]. Y abandoné el cuento y me quedé tranquilo con
mi poesía. Pero después, con el tiempo, leyendo a autores como Gunter Grass y Ambrose Bierce, yo me di
cuenta de que hay un género de narrativa que es así, que es eso. Yo creo que espiritualmente mi dirección
iba hacia ese principio de narrador, es decir, narrador con cierto humor negro, con esa picardía. Entonces,
lo que hice fue que cuando descubrí estos autores que escriben así, yo dije: aquí es que yo estoy como
narrador, de ahí es que yo tengo que partir. Y por eso, entonces, surgen, por ejemplo, varios personajes
que están dentro de mis novelas que son eso, personajes sumamente reales –en el sentido de que son
verosímiles-, pero a la vez, cuando el lector los lee se los encuentra graciosos en situaciones sumamente
terribles. Entonces yo creo –no se si todavía lo he logrado, pues es una novela que aún no ha salido al
público que me lo diga-, que de la manera que yo la leo para mí, yo creo que encontré para mí mi
dirección en cuento a la narrativa que es el humor negro, la picardía, la picaresca de la tradición
básicamente española (Cervantes, Lazarillo de Tormes) o la narrativa de La Familia de Pascual Duarte que
llevó a su autor al Nobel, que es un tipo de novela sumamente dura, en el sentido propio de la palabra,
porque toca temas muy duros, pero cuando la gente la lee hasta se ríe porque los personajes son
sumamente graciosos.
F.: En poesía hay autores que te hayan servido de plataforma en tu trayectoria como creador.
J.A.: Mira, yo digo que todo escritor tiene varias etapas, todos, por lo menos todos los de esta generación.
La primera etapa es la adolescencia al leer a Neruda, porque yo leí todo lo que era Neruda, hasta los libros
póstumos. Después la segunda etapa es César Vallejo. Cuando yo descubrí a César Vallejo leer a Nerura
era para mí hasta repulsivo. Es decir, leía algo de Neruda y no me gustaba porque había superado esa
etapa. Entonces pasé a la etapa de César Vallejo, pero qué pasa, César Vallejo te abre a ti un abanico de
posibilidades. A través de él tú puedes conocer a la vanguardia francesa, a los españoles del Siglo de Oro.
César Vallejo es como una vía para que a ti te empiece a gustar ese tipo de literatura que está en otro
plano. Autores dominicanos como Franklin Mieses Burgos, Manuel del Cabral, que tienen otra dimensión,
entran, para mí, en la etapa de César Vallejo.
J.A.: Hay un cuentista –Máximo Vega- de mi ciudad natal que, para mí es uno de los mejores, y la gente
debiera leerlo, porque la literatura que él hace es una literatura que –eso es lo más difícil de lograr-
cuando tú terminas de leer sus textos, tú te quedas pensando. En poesía Ramón Peralta y en narrativa
larga Pedro Antonio Valdez. Pedro está haciendo un trabajo que yo creo que les va a abrir muchas puertas
a los narradores dominicanos.
J.A.: Yo creo que es uno de los movimientos más serios que hay en la República Dominicana. Es una labor
alta, prácticamente religiosa la de Bruno Rosario Candelier. La última vez que yo me reuní con ellos me di
cuanta que Bruno no ha perdido el tiempo, que hay un grupo realmente de poetas que para mí son lo
mejor que hay ahora mismo en la literatura dominicana con un talento extraordinario. Yo no sé como él ha
logrado eso. Ha aglutinado realmente a muchos nombres que son los que van a llenar las páginas de la
literatura del país.
F.: En Norteamérica hay un tipo de literatura hispana o castellana. ¿Qué papel tienen los dominicanos en
ella?
J.A.: Yo creo que aquí en Nueva York van a salir grandes voces, principalmente en narrativa y en el
cuento, porque hay unos muchachos que están escribiendo una clase de narrativa corta que cualquiera se
sorprende. Me refiero, por ejemplo, a Osiris Vallejo y a Rubén Sánchez y otros muchachos que andan por
ahí como José López. Esa gente está escribiendo unos cuentos que, cuando los críticos o la gente amante
de la literatura se sienten a leerlos, se van a sorprender. Realmente son personas jóvenes que están
escribiendo literatura universal.
José Acosta, dominicano (1964), es poeta y narrador de dilatada trayectoria, galardonado por sus libros en
Francia, Venezuela, USA, México y República Dominicana. Su logro más reciente es el VI Premio Internacional
de Poesía "Nicolás Guillén", el cual obtuvo con su poemario El evangelio según la muerte, libro de poesía en
La muerte es una mujer de espaldas que, una vez te acercas, se te pierde en la oscuridad, dejándote los ojos
abiertos.
Oscuridad y sombras... Veo en El Evangelio según la muerte un permanente juego con estos elementos.
Yo estuve al lado de mi madre cuando moría, eso me tocó muy vivamente, y me hizo revalorar lo que había
alrededor: amigos, vecino, el patio de la infancia, el camino por donde anduvimos alguna vez y que ya la maleza
se traga... y el olvido. Fue una manera de aprender a ver, un modo de despertar de esta ilusión que llamamos
Eres un hombre exitoso y sin embargo dices: Incluso al final de la carrera, al romper la cinta de la meta (…)
Yo creo que el fracaso y el triunfo van de la mano, están más cerca que las dos imágenes de una misma moneda.
Cuando me levanto cada mañana sé, estoy seguro, que más allá de la puerta está agazapado, como un amigo, el
fracaso.
Sino es comprender, ya que según tú es inútil, la intención de este libro, entonces ¿qué buscas con él?
Cuando escribo un libro no lo hago con una intención concreta: mi única intención, por llamarlo de algún modo,
es sacar de mi interior algo que ya no quiere estar dentro. Liberar la fiera... o el ángel ¿quién sabe? Escribir es
una descarga que nos hace más humanos, nos ayuda a mirarnos sin rencor en el espejo.
Un exorcismo...
Exacto. Solo que el demonio se queda para siempre a nuestro lado: el libro.
Sin embargo has logrado muchos éxitos con ellos, premios importantes...
Es cierto. Premios para el ego del escritor. El que escribe se libera y se va, y de lejos ve los colmillos babeantes
Es muy cierta. La poesía es un acto de sinceridad, de la más pura sinceridad. Sin esa sinceridad no hay poesía,
hay frases hechas, hay técnica plana, vacía. Por eso no se escribe poesía cuando uno quiere sino cuando ella
Una vez un profesor amigo puso a unos niños de tercer grado a escribir un poema. Uno de ellos escribió: "La luna
es redonda y rota". Un verso bellísimo. Te aseguro que el único recurso de lenguaje que este niño tenía era su
modo de ver el mundo, cómo el mundo salía de él a través de la poesía. El poeta es un analfabeto ilustrado. No
quiero decir con ello que el escritor no debe conocer su herramienta de trabajo, que es la lengua.
Autodidacta, en su mayoría. Me atrevo a afirmar que todo escritor lo es. A saber: ninguna universidad te enseña
a escribir un buen poema. ¿No lo crees? te pueden dar las herramientas que facilitan la tarea, pero lo otro, ese
ángel que te hace ir más allá, sólo te lo da el camino... las vivencias y muchas veces tu capacidad de pensar, de
imaginar.
Importantísimo, sin ello, tendría serias limitaciones, pero el conocer el idioma no te hace poeta. La poesía está
más allá del lenguaje. Es hundir la mano en la oscuridad y sacar una orquídea.
Hundir la mano en la oscuridad y sacar una orquídea. Tu poesía está llena de imágenes ¿alguna influencia
plástica o cinematográfica?
Puede ser. Me gusta el cine pero no tengo muy buen gusto. Famosas películas me aburren y algunos "clavos" me
divierten. Creo que las imágenes en mi poesía llegan de manera natural. Cada poema pide su lenguaje, como
De todos los que he leído: Huidobro, Neruda, Vallejo, Celán, Mallarme, Reyes, Mieses Burgos...
Sí, me ha enriquecido mucho. Soy agrónomo graduado con honores académicos en el Instituto Superior de
Agricultura de la República Dominicana, hice estudios de hotelería en Córdoba, España, en 1994, a través de la
cadena hotelera Occidental Hoteles, para la cual trabajaba como gerente de recepción en ese entonces. Luego
en Nueva York, donde resido actualmente, hice estudios de Literatura en SUNY, y de ahí pasé a trabajar como
periodista en el Diario La Prensa de esta ciudad, el periódico hispano de mayor circulación en EEUU. Un laberinto
¿no crees?
Exacto. Todo lo que he escrito viene de esas fuentes tan variopintas. Tengo una novela que se desarrolla en un
hotel, y en otra unos niños salen a conocer el mar a través de territorios montañosos de mi país. Como ves, son
Son buenos, pero ocultan algo de crueldad. De 600 novelas que participan en, por ejemplo, el Planeta, siempre
hay 10 que merecerían ganar, y uno se pregunta, ¿qué pasa con las otras 9? Pues bien, unas tal vez encuentren
mercado, pero yo sé que hay una (o muchas en ese paquete) que acaso nunca verán la luz y tal vez ésa sea la
Has ganado tantos premios importantes que uno se pregunta ¿hasta dónde llegará José?
Yo, como escritor, tengo dos sueños: vivir algún día de mis libros, de modo que me pueda dedicar enteramente a
escribir; y crear un centro de asistencia al escritor en mi país, una especie de casa, con cafetería, habitaciones,
patios floridos, donde el escritor, al entrar, pueda decir: este es mi hogar en la literatura. Un sitio donde, por
ejemplo, un escritor de escasos recursos, que desee leer toda la obra de Víctor Hugo, pueda durar una semana
hospedado con todas las facilidades y donde se le atienda como a un rey, sólo por tenerle amor a la literatura.
Muestrario de Poesía
1. La eternidad y un día y otros poemas / Roberto Sosa 30. El adivinador de hojas y otros poemas / Odysseas
2. El verbo nos ampare y otros poemas / Hugo Lindo Elytis
3. Canto de guerra de las cosas y otros poemas / Joaquín 31. Las ventajas de aprender y otros poemas / Kenneth
Pasos Rexroth
4. Habitante del milagro y otros poemas / Eduardo 32. Nunca de ti, ciudad y otros poemas / Czeslaw
Carranza Milosz
5. Propiedad del recuerdo y otros poemas / Franklin Mieses 33. El barco en llamas y otros poemas / Jaroslav
Burgos Seifert
6. Poesía vertical (selección) / Roberto Juarroz 34. Uno escribe en el viento y otros poemas / Gonzalo
7. Para vivir mañana y otros poemas / Washington Rojas
Delgado. 35. El animal que llora y otros poemas / Antonio
8. Haikus / Matsuo Basho Gamoneda
9. La última tarde en esta tierra y otros poemas / Mahmud 36. Los andamios del mundo y otros poemas / Ledo Ivo
Darwish 37. Dominican Style y otros poemas / Alexis Gómez
10. Elegía sin nombre y otros poemas / Emilio Ballagas Rosa
11. Carta del exiliado y otros poemas / Ezra Pound 38. Poesía francesa actual / Muestra de 40 autores
12. Unidos por las manos y otros poemas / Carlos 39. Número equivocado y otros poemas / Wislawa
Drummond de Andrade Szymborska
13. Oda a nadie y otros poemas / Hans Magnus 40. Desde la república de la conciencia y otros poemas
Enzersberger / Seamus Heaney
14. Entender el rugido del tigre / Aimé Césaire 41. La tierra giró para acercarnos y otros poemas /
15. Poesía árabe / Antología de 16 poetas árabes Eugenio Montejo
contemporáneos 42. Secreto de familia y otros poemas / Blanca Varela
16. Voy a nombrar las cosas y otros poemas / Eliseo Diego 43. Tal vez no era pensar y otros poemas / Idea Vilariño
17. Muero de sed ante la fuente y otros poemas / Tom 44. Bajo la alta luz inmerso y otros poemas / Mariano
Raworth Brull
18. Estoy de pie en un sueño y otros poemas / Ana Istarú 45. Las ocupaciones nocturnas / Jorge Enrique Adoum
19. Señal de identidad y otros poemas / Norberto James 46. La gruta de las palabras y otros poemas / Vladimir
Rawlings Holan
20. Puedo sentirla viniendo de lejos / Derek Walcott 47. La vida nada más, la sola vida y otros poemas /
21. Epístola a los poetas que vendrán / Manuel Scorza Gastón Baquero
22. Antología de Spoon River / Edgar Lee Masters 48. El futuro empezó ayer / Luis Cardoza y Aragón
23. Beso para la Mujer de Lot y otros poemas / Carlos 49. Los errores necesarios y otros poemas / Joaquín
Martínez Rivas Giannuzzi
24. Antología esencial / Joseph Brodsky 50. Jardín de Piedra / Fernando Ruiz Granados
25. El hombre al margen y otros poemas / Heberto Padilla 51. Hablar desde la inseguridad / Rafael Cadenas
26. Réquiem y otros poemas / Ana Ajmátova 52. El hombre acorralado y otros poemas / Luis Alfredo
27. La novia mecánica y otros poemas / Jerome Torres
Rothenberg 53. Territorios Extraños /José Acosta
28. La lengua de las cosas y otros poemas / José Emilio
Pacheco
29. La tierra baldía y otros poemas / T.S. Eliot
Colección
Muestrario de
Poesía
2010