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El Fondo Testimonios Zapatistas, del Archivo de la Palabra.

(I)

Hace cerca de cuarenta años, los soldados y campesinos pertenecientes al Ejército


Libertador del Sur, fueron entrevistados por un grupo de historiadores adscritos al
Instituto Nacional de Antropología e Historia. Del trabajo que hicieron se lograron
rescatar poco más de 160 entrevistas, realizadas en distintos lugares de lo que había
sido territorio zapatista. Los estados Morelos, de México, Puebla, Guerrero y el Distrito
Federal son el espacio geográfico donde el zapatismo se desarrolló. En estas
entrevistas se encuentran los recuerdos de aquellos revolucionarios que combatieron
con las tropas del general Emiliano Zapata, recuerdos recuperados 50 años después de
eso que conocemos como Revolución Mexicana. Los zapatistas son originarios de
diversos lugares de estos estados. Vivieron situaciones de incorporación a la revolución
muy diferentes: unos se incorporaron por secundar los ideales del general Zapata; otros
más, porque no tenían más opciones; otros, por la leva, y por ahí hay algunos que se
incorporaron debido al maltrato familiar que vivían. De todo hubo entre estos
campesinos que mientras se paraba la guerra, se iban a sembrar sus tierras. Un grupo
bastante peculiar, como lo comentan revolucionarios de otras facciones. En estos
materiales sonoros, podemos apreciar toda la crudeza de la revolución recordada,
vivida décadas atrás, pero inolvidable por las promesas incumplidas y porque los dejó
igual o peor que antes. Los soldados reviven con nostalgia el pasado porfirista: la
economía marchaba mejor, les alcanzaba para comer, aunque no tuvieran libertades
políticas. Los integrantes del ejército zapatista, militaron con muchos jefes, todos
dependientes del Cuartel General, aceptando el mando militar que en 1911 le dieron al
general Zapata. La memoria es traicionera, dicen. Puede ser. Uno rescata del viejo baúl
de los recuerdos lo que tiene más color, más significancia. Algunos de los soldados
zapatistas estudiaron pocos años, cuando mucho seis. Otros, aprendieron a escribir en
la tierra, con la ayuda de sus compañeros que sí sabían. Muchos comenzaron a trabajar
muy pequeños, en las haciendas, o ranchos de los que podían contratar peones para
trabajar sus tierras. Otros, siendo niños o muy jóvenes, se incorporaron a la revolución,
por voluntad o forzados. Muchos de ellos pasaron de un general a otro, a veces por
comodidad regional, otras, porque los jefes no eran muy amigables. Muchos se
incorporaron por la idea de recuperar sus tierras, pero muchos más, siendo niños, por
ver qué pasaba. Con el paso de los años, les gustó echar bala. También, con el paso de
los años, vivieron situaciones especiales: el abastecimiento de armas y municiones, la
convivencia con los jefes, la organización en guerrillas. Poco a poco, hicieron suyo
aquello por lo cuál iban a morir, y muchos murieron: el Plan de Ayala, documento que
delinea los ideales del zapatismo. Muchos fueron agarrados para incorporarse con otras
facciones, ya sea en el villismo o en el carrancismo, y así, se desarraigaron de tu tierra
para conocer otras, unas veces muy lejos, otras no tanto, pero siempre en la nostalgia
del pueblo que los vio nacer.

Continuará…

Héctor García Montiel


hegarmon@yahoo.com
3 de marzo de 2011

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