You are on page 1of 26

RESUCITO

El que canta ora dos veces


¡Cuanto llore al oír vuestros himnos y cánticos, fuertemente
conmovido por las voces de vuestra iglesia, que suavemente
cantaba! Entraban aquellas voces en mis oídos, y vuestra
verdad se derretía en mi corazón, y con esto se inflamaba el
efecto de piedad, y corrían las lágrimas y me iba bien con ellas.

San Agustín

Introducción
"Llenaos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos himnos y
cánticos espirituales, cantando y salmodiando
al Señor de vuestros corazones, dando siempre gracias por todas las
cosas a Dios Padre en nombre de Nuestro Señor Jesús"
(Ef. 5, 18)

¡RESUCITO! es un pequeño libro que quiere ayudar a realizar hoy, y en


nuestro momento, la recomendación de San Pablo.
Vamos hacia una vida cristiana más comunitaria. La Iglesia, luz de las
gentes, hoy se hace más consciente de su misión en medio del mundo.
Somos la Esposa de Jesús, que como un primer fruto, del paso de Jesús
al Padre, recibe, en un Pentecostés gozoso, el Espíritu de aquel que se
entrega por ella. Compañera y esposa, cuerpo y cabeza, dos en una sola
carne, realizan la obra del Padre, que es volver a su casa a la oveja
pérdida, humanidad en tinieblas que nos rodea por doquier.
"Amaos los unos a los otros como Yo os he amado; en esto conocerán
todos que sois discípulos míos..." Y la Esposa se ha encontrado con el
Esposo y éste la ha fecundado, la ha revestido de lino y la ha limpiado de
sus impurezas. Después nos ha derramado el Espíritu Santo entre todos
los hombres para que anunciemos lo que con nosotros se ha hecho, y
esto no porque seamos mejores que otros, sino como signo y primicia de
lo que se hará a todo hombre, a toda la humanidad.

Sacramento de Jesús; vivamos el amor en comunidades que arrojen los


signos de nuestro Esposo: el AMOR y la UNIDAD..., "dando gracias en
todo tiempo y en todo lugar, enseñando los unos a otros con cánticos e
himnos espirituales” (col 3,16). Al que ha limpiado nuestros ojos, al que
nos ha liberado de la ley, al que nos ha constituido hijos...; a El, la gloria,
el honor, el poder y la fortaleza por los siglos de los siglos. AMEN.

Nuestra comunidad parroquial, ante la renovación proclamada por el


Concilio Vaticano II, ha visto la necesidad urgente de pasar de una fe
infantil a una fe adulta, con la que podamos vivir un cristianismo más
consciente y más comunitario que arroje los signos del Evangelio en
medio de nuestro mundo desacralizado y técnico. Para ello hemos
compuesto todo un proceso catecumenal para adultos. Dicho proceso
consta de tres fases, a través de las cuales tratamos de vivenciar el
MISTERIO PASCUAL, fuente de toda la vida cristiana.
Comprende una primera fase de conversión, una segunda fase de
iniciación y una tercera fase de renovación bautismal.
Estas tres fases, desarrolladas a lo largo de todo el año, se sustentan
sobre el trípode: PALABRA DE DIOS, LITURGIA y COMUNIDAD.
Nuestra sociedad presenta hoy uno de los síntomas más graves por los
que puede atravesar la comunidad humana: LA DESACRALIZACION. Los
hombres de hoy hemos perdido el sentido de lo SAGRADO, de lo SANTO,
del MISTERIO TREMENDO que es DIOS dando el ser a todo lo que existe.
El acelerado progreso técnico, más el desarrollo científico en todos los
campos han hecho del hombre de hoy un ser con complejo; una
deficiente formación en la fe y el abuso de una liturgia arrutinada y
moralista ha llevado como una salida lógica al intelectualismo y a la
racionalización, encontrándonos al cabo de unos años con una sociedad,
que se dice cristiana, en profundo proceso de descristianización por
haber perdido, en su impulso misionero frente al mundo pagano y
técnico, el sentido del culto, el sentido de lo SAGRADO.

Plenamente convencidos que ha sonado la hora de volver a la verdad


de sencillez y simplicidad que contiene el EVANGELIO, nos lanzamos a la
tarea del nacimiento de nuevo, del nacimiento de lo alto: la criatura nueva
inaugurada en Cuerpo de Cristo y participada hoy en nosotros por el
bautismo y su renovación catecumenal. Es maravilloso poder tomar
conciencia de nuestra vocación: LUZ del mundo, SAL de la tierra;
vocación que no nos saca del mundo, sino que nos sumerge en él para,
como el fermento, hacer una masa nueva. No se trata tanto de meter a
todo el mundo en la Iglesia, como de que la luz sea luz; dice Cristo: "Si la
luz son tinieblas, cuánta será la oscuridad". La luz marca el camino de
salvación que es EL AMOR DEL PADRE HACIA TODA CRIATURA,
MANIFESTADO EN SU HIJO NUESTRO SEÑOR JESUS. En nuestra
vocación de PUEBLO DE DIOS somos portadores de una noticia
maravillosa de salvación: LA NATURALEZA HUMANA EN JESUS HA
VENCIDO LA SERVIDUMBRE DEL EGOISMO, HA ROTO LAS CADENAS
DE LA MUERTE Y, RESUCITANDO, HA LOGRADO PASAR EL PADRE: AL
SER, AL ETERNAMENTE FELIZ EN LA UNIDAD, AL ETERNAMENTE
OTRO, AL CREADOR: AL PADRE. El viene para celebrar su tránsito hecho
uno con la Humanidad por la fuerza del ESPIRITU de DIOS, Espíritu que
liberó a Cristo de la región de los muertos y le sentó en la Gloria del
PADRE. "EL REINO DE DIOS HA LLEGADO HASTA NOSOTROS."
Cristo, en nuestro EXODO hacia el PADRE, camina en medio de nosotros,
haciéndonos uno y potenciándonos por la fuerza de su ESPIRITU en el
amor de los unos para con los otros; signos del EVANGELIO que
arrojamos formando comunidades de la fe que proclaman la PALABRA, y
anuncian la muerte del SEÑOR hasta que venga, en la EUCARISTIA.
GLORIA A NUESTRO SEÑOR JESUS, QUE NOS CONSTITUYE
HERMANOS Y NOS HACE HIJOS EN LA ALIANZA ETERNA DE SU
SANGRE. ALELUYA.

Página principal Resucitó 1967


II convivencia de cantores. Madrid, marzo 1978. Kiko Argüello.

Este servicio es importante en la comunidad. ¿Qué misión tiene el cantor


en la comunidad?: ayudar a los de fe más débil, la música acompaña y
sirve a éste, acompañar a la palabra.

El canto es un sacramento (signo visible), es una forma por la que la


comunidad dice a Dios, mediante signos, que la Palabra proclamada ha
sido fecunda, que ha cumplido su misión en medio de nosotros.

Dice la Escritura que la Palabra de Dios es como la lluvia que cae sobre
tierra y siempre la fecunda, nunca vuelve a Dios vacía. La respuesta a la
Palabra en la asamblea es el canto. Siempre que cantamos Palabra de
Dios, se la devolvemos hecha carne, hecha canto, cantada a una voz.

¿Cuál es la misión de la Palabra en la comunidad? La Palabra crea la


comunión, la koinonía, el amor entre nosotros. Los amigos cuando se lo
pasan bien cantan juntos, no así los enemigos. De alguna forma la
Palabra logra ponernos en comunión. El canto crea la comunión. Tiene la
misión de hacer de la pluralidad, suma de personalidades individuales sin
comunión interior, la comunidad. El canto expresa lo que hace la Palabra
en medio de la pluralidad.

La primera expresión en la comunidad, los primeros berridos, son los


cantos, que preanuncian que se empieza a crear la comunión. Cuando se
está en crisis no se canta. Por eso, dime cómo canta una comunidad y te
diré que espíritu tiene.

El cantor ayuda a que la comunidad cante, enseña los cantos. El cantor


expresa que la comunidad nunca subsiste sin Cristo que la fecunda, la
perdona, la conduce por el camino que va al Padre, El está con nosotros,
suscita catequistas, nos lleva paso por paso.

La comunidad no puede cantar sin su cabeza, Cristo. El solista representa


a Cristo; la comunidad responde al solista. Ningún salmo se canta sin
estar unido a Cristo.

Todos tenemos un acusador, Satán, te quiere convencer que tú eres un


cerdo, un imbécil, que estás neurótico, que nuca cambiarás de vida y te
invita a largarte de aquí. Que te vayas y te dejes de cristianismos, nos
dice que Dios no puede querernos. El abogado, el que nos defiende, es el
Espíritu Santo paráclito. Nos dice lo contrario: Cristo ha muerto por todos
los pecados. Para salvar al pecador.

La fuerza del pecado es la ley, dice San Pablo; paga, no tienes salidas, el
pecado te aplasta como una losa, te mete hasta el fondo. La imagen de
Cristo es que ha muerto por los pecados. La imagen de Jesús en la cruz
significa que cuando te sientas oprimido por el pecado, me sienta
cercado, la ley me condena, Jesús ha dado la vida por la Ley, Dios me
acepta, no me rechaza, me vuelve a perdonar, tengo en Jesús una luz
para mis pecados, Jesús ha abierto un camino, es el único que me quiere
pecador, no quiere que peque porque el pecado me destruye. Viendo a
Cristo conozco a Dios, Cristo intercede, hace de puente, comunica a Dios,
el Espíritu de Dios, que me ama. Por eso Cristo canta con nosotros, dice
en el salmo 16: "los enemigos me acusan: venga de TI mí sentencia, los
demás me condenan, Tú ves la rectitud, soy inocente, tengo...."; Jesús
reza con nosotros. Nos permite decir: "Tú me escrutas por la noche y ves
que no tengo malicia en mí corazón". Jesús se ha hecho uno contigo, se
presenta ante el padre unido a ti. Jesús muere, se hace carne conmigo, se
ha hecho Kiko, pecador.

Nunca cantamos la Palabra de Dios sin Jesús. Tú sabes que no hay


malicia en mí, puedo decirlo porque Cristo está cantándolo conmigo, me
acompaña. Hay una parte que la canta el solista. La comunidad unida a
Cristo remacha. Es importante que el cantor haga el servicio con un
mínimo de humildad:"la humildad es la verdad" (Sta. Teresa).

La música es a la Palabra lo que el Espíritu al cuerpo. Cada palabra tiene


una música, la música es el tonillo. Al hablar lo hacemos con una música.
Lo que nos molesta a veces es el tonillo (¡Nos dice la cosa con retintín!...).
Cada palabra tiene una música. Esa música, es el espíritu de la palabra,
como el cuerpo, y que procede del espíritu del hombre, de cómo lo sienta,
por eso el que habla, por su música se puede conocer si suena a falso,
pues es difícil engañar, pues no depende de la razón sino del
subconsciente, no la puedes controlar.

Uno se enrolla porque quisiera decir la verdad pero no la dice, no da de lo


de dentro y se le nota. Otro, el neurótico, todos los días contando
batallitas. Otro, habla y todos le escuchan, cuenta sus vivencias, nos
damos cuenta de que al hablar da algo, todo el que se da aporta, da algo.

Cuando uno se enrolla... ¿Qué quiere decir que se enrolla?: que envuelve,
intenta camuflar sus palabras, y se nota. La música de las palabras no se
puede cambiar. Por eso lo lectores de la Iglesia no eran gente de la radio,
en primer lugar porque no había; se elegían entre los que tenían fe, que
podían testificar el Evangelio. Cuando lo proclamaban metían su música,
su vida.

Cuando la comunidad llegue a su madurez surgirán ministerios según su


fe. Todo esto es para decir que con la Palabra cantada es peor. Todo
cambia cuando se habla con el Espíritu. De lo contrario al hablar uno dice
su verdad: que es un pecador,..., y no hay quien lo aguante.

Cantar es difícil, no porque haya que vocalizar, etc., sino porque es difícil
expresar lo de dentro, mostrar el contenido del Evangelio. Os invito a
cantar en la Verdad, que sale siempre del corazón, para no ser signos de
vuestro pecado. La música no se puede camuflar.

Se va a descubrir en el camino el servicio de salmista, importante y difícil.


¿Cómo se forma un cantor?: el cantor se va formando conforme vive su
fe. Hacer buenos cantores es hacer gente que viva el cristianismo.
Conforme vive su fe, crece su posibilidad de decir.

Ahora que hace falta un mínimo de voz, aunque lo importante es que se


sienta, y no se siente porque uno quiera, se nota si uno está afectado,
canta con afectación, canta engolado. En la asamblea cristiana no había
este ministerio.

Es importante la postura, pues quita si no el respeto a la Liturgia, porque


hay una presencia; con el cuerpo se dice aquí está Cristo. Estamos en el
nombre del Señor, haciendo un servicio, está el Espíritu del siervo
sufriente. El cantor es el que tiene más Espíritu de este siervo, y
posibilidades de exultar. El canto es la expresión religiosa más alta, más
que el templo, la música. Todas las religiones tienen sus cantos. Cantar
con todas las fuerzas, alzando la voz a Dios. El canto es a la Palabra lo
que el Espíritu es al cuerpo... como la danza expresa el amor comunicado,
es una forma de sentirnos unidos al hombre, una asamblea que expresa
lo que hace el Espíritu Santo. Vamos a un tipo de asamblea comunitaria.

El Señor nos llama a convertirnos a cantor, a trabajar nuestro servicio,


conocer un mínimo la guitarra.

Lo más importante del canto es lo que lo conforma, la forma de decir, el


músico viene detrás al servicio del Espíritu. El cantor es un instrumento al
servicio del Espíritu. Tenemos la responsabilidad de que no se cante de
cualquier forma, por eso hay que aprender bien los cantos, cantarlos
cercanos a nosotros los catequistas, ya que el Señor nos los ha inspirado
para abrir este carisma.

El Carisma del Salmista-Cantor

Apuntes de una catequesis de Kiko en la convivencia de cantores en


Roma el 16 de marzo de 1980.

Está surgiendo un nuevo carisma, un nuevo servicio a la Iglesia: el


Salmista-Cantor. Es el carisma de David, quien desde dentro de su pueblo
y con su pueblo ha elevado al Eterno el grito de la súplica y de la
alabanza. Es el carisma de Nuestro Señor Jesucristo, verdadero y único
Cantor, que desde dentro de nuestra condición humana, para nosotros y
en nombre de todos nosotros, ha elevado el "sacrificium laudis" al Padre
de la Misericordia, con corazón y labios puros que han confesado su
amor.
El canto es muy importante en la comunidad cristiana. En muchos de los
Ritos cristianos antiguos -lo mismo ocurre en los hebreos- toda la liturgia
es cantada. El canto expresa la verdadera naturaleza de la Iglesia: pueblo
orante y exultante, reunido por la palabra de Dios en el Amor. El fruto de
la Palabra, bajando como rocío y tomando posesión de la asamblea, ha
producido -amor, comunión fraterna- vuelve a Dios subiendo hasta lo alto
como suave perfume en forma de canto a una sola voz, "con un solo
corazón y una sola alma".

Vosotros estáis llamados a reconstruir la asamblea que canta, que


"expresa con el canto la exultación del espíritu" (Pregón pascual).
¿Dónde encontramos hoy una asamblea así?

Pablo VI, en una serie de catequesis tenidas los miércoles desde el 8


de julio al 15 de septiembre de 1976, dedicadas al tema de la
reconstrucción de la Iglesia en la presente generación, ha afirmado: "Hay
que construir la Iglesia... lo repetimos, la Iglesia debe ser construida en el
siglo presente... Nuestro tiempo necesita reemprender la construcción de
la Iglesia, sicológica y pastoralmente, como si comenzara de nuevo, "da
capo" por decirlo así, a regenerarse...

Hay que volver a levantar el templo del Señor. ¿En dónde? ¡En nosotros.
En nosotros habita el eterno! "La Palabra se ha hecho carne y ha puesto
su Tienda entre nosotros". Nosotros somos la "Tienda de la Reunión", el
"Santuario de su Shekináh"! (de su Presencia!). Hay que restaurar en el
Templo del Señor un culto espiritual, un sacerdocio real y profético. Por
eso estamos abriendo un camino de retorno para los alejados, para los
ateos. Hay que reconstruir la casa para acoger a los alejados. El carisma
del Salmista-Cantor es fundamental en esta obra de reconstrucción. El
Señor os confía una misión en la reconstrucción de la Iglesia en la
presente generación.

Salomón construyó el templo y se preocupó de los cantores, y antes que


él David, sobre todo. Es una cosa nueva a la que Dios nos está llamando.
No tenemos una tradición, porque este carisma se había perdido
prácticamente desde hacía siglos en la Asamblea cristiana (existía tal vez
el maestro de coro que enseñaba los cantos de iglesia a los demás, pero
aquí no se trata de esto). Ya no sabíamos lo qué es "expresar con el canto
la exultación del espíritu". Entonces tenemos que buscarlo, inventarlo,
tras las huellas de la experiencia más antigua de la Iglesia, y según lo que
el Espíritu Santo está suscitando en nuestras comunidades.

El canto es la expresión más alta de la experiencia del espíritu religioso.


La música es a la palabra lo que el alma es al cuerpo. Toda palabra tiene
una música, es decir, un alma. Se pueden decir las mismas palabras con
música diversa y el significado cambia. La música lo dice todo, más que
la palabra. Es precisamente su aliento, su alma. De esa música tú no eres
consciente cuando pronuncias la palabra. Por eso es difícil que puedas
engañar: la música que pones sin darte cuenta en la palabra expresa lo
profundo de ti... si eres verdadero, auténtico o no! La música se te
escapa, no puedes dominarla, te traiciona...

He ahí la importancia de la música que acompaña y anima la palabra. Esto


vale para el hablar normal (conversaciones, ruedas de experiencias,
catequesis, ecos de la Palabra, etc.) En este nivel hablas y hablas... y no
dices nada, aburres, cansas, o bien hablas y agarras los corazones, no
cansas, porque transmites un espíritu, una vida, de lo profundo... Cuando
uno habla como un disco... se desconecta, pero cuando habla con
"música espiritual" te está dando el alma, el amor, la vida. Si esto vale
tratándose de la palabra simple, mucho más tratándose del servicio de
cantor y también de lector de la comunidad.

El problema de fondo es que para cantar y leer como se debe se necesita


fe. Por eso no todos pueden cantar o leer. Hay cantores y lectores
estupendos a los que les falta algo: el 'pathos', el sentimiento, no
comunican nada... No han recibido el carisma los que leen o cantan con
una técnica perfecta, sino quien tiene el espíritu, y da ese espíritu a la
palabra y al canto. ¡Se trata de ser testimonios! Uno puede tener una
técnica estupenda o una voz excepcional, y sin embargo cantar o
proclamar como un bronce que suena...

Ciertamente hace falta también un mínimo de técnica para cantar y tocar.


Si no lo tienes recibes lecciones de un maestro. Indicará que amas el
carisma. Pero para cantar con espíritu se requiere la conversión. ¡Y para
esto está el camino neocatecumenal!

Entonces el servicio de Cantor es la síntesis de tres elementos: la


Palabra, la música y el espíritu (la fe) del que canta. Cantad además con
humildad: sed conscientes de que no podéis engañar a la asamblea.
¡Cantas con la medida de fe que tienes! Sabes que si el Señor te está
eligiendo como cantor te dará este carisma. Un Padre de la Iglesia decía
"¡Nunca debemos dejar de hacer el bien por miedo a la vanidad!" Satanás
te acusa: ¿No ves que eres un vanidoso, que cantas para construirte a ti
mismo? Y con falsa humildad te hace una mala jugada. Más tú humíllate y
confía en el Señor.

Antes de cantar ponte en la presencia de Dios. Piensa en El. Piensa que


no cantas para agradar a los presentes. Tú proclamas (el canto es una
proclamación) ¿a quién? ¡A Dios! Vete al atril y disponte a cantarle al
Señor. Al atril: un atril sólido como un trono, ¡como el Sinaí! desde el que
Dios ha proclamado la Palabra de vida para nosotros. Amad a la Palabra:
amor a la Palabra, y a lo que la contiene: el Libro, y lo que la sostiene: el
atril (ambón!). Por el cuidado y el respeto a estos signos se ve vuestro
amor a la liturgia. Y en la liturgia un momento fundamental es el canto, el
"sacrificium laudis" (sacrificio de alabanza). En el atril tienes una actitud
que expresa con el cuerpo lo que estás haciendo. Allí no ejecutas un
canto de Kiko, sino que cantas una alabanza a nuestro Dios. Por eso no
puedes cantar sin convertirte.

Es importante conocer bien los cantos y cantarlos sin deformarlos,


cantarlos según la 'tradición'. Hay muchos que no soportan cantar como
canta otro (por conflictos, por antipatías, etc.), y retuercen, añaden una
nota por aquí, un acorde por allá, etc... El canto lo ha compuesto otro.
¿Qué es lo que tienes que poner tú? La expresión, el alma, el espíritu...
¡que viene de tu conversión!
Hay distintas clases de cantos: salmos, himnos, aclamaciones, etc. Cada
uno tiene una estructura propia, una expresión diferente. Dice S. Agustín:
cuando el salmo llora, llora tú con el salmo. Cuando ríe, ríe tú con el
salmo. Cuando el salmo reza, reza también tú con él! Las notas sirven
para expresar un contenido. Y así: ¡"Desde lo hondo a ti grito, Señor!,
¡Señor, escucha mí voz!".

El salmo exorciza: David cantaba y Saúl se calmaba, el demonio lo dejaba.


Por eso también decía S. Pablo: ¡cantad!

Preparad bien los cantos de la Vigilia Pascual: preparaos y preparad


también a la comunidad. Se ve la importancia de una fiesta también por
esto: por el cuidado de la preparación. Los cantos particularmente
importantes con tres: el Pregón pascual, Caballo y caballero, la Bendición
del agua... y también el Gloria.

¿Cómo hay que distribuirse los cantos? Que haga cada canto el que
mejor lo hace, por el bien de la celebración. Enseñad a los presbíteros la
Anáfora y la Bendición del agua. Hay presbíteros que no se atreven a
cantar, porque dicen que tienen mal oído, que no han cantado nunca. No
hay nadie desentonado por principio: todos tenemos las cuerdas vocales
perfectas. Está desentonando el que tiene conflictos internos. En efecto,
la música tiene relación con el espíritu y frecuentemente no es más que
cuestión de complejos internos. El oído se puede educar. Yo he hecho
cantar a curas que decían: ¿yo cantar? ¡Imposible!

Si tu presbítero dice: ¡no! le debes obedecer, amarlo, dar la vida por él...
De otro modo ¿cómo le mostrarás que Dios ha dado la vida por ti
amándote? Cristo te ha amado a ti cuando le decías con tu vida:
¡no¡ cuando eras su enemigo, te ha comprado a un precio cado
derramando toda su sangre. Y ya Resucitado, vivo y rey para siempre a la
derecha del Padre te envía su Espíritu Santo. Hay una gradualidad en los
cantos del camino neocatecumenal: cantado antes de tiempo un
determinado canto puede ser un moralismo.

Y los cantos que nacen en las diversas comunidades tendrán que ser
cribados.

¡Que el Señor os dé el espíritu de David!

La vocación del cantor


Por Abraham Jehoshua Heschel

¿Qué espera una persona que entra en una sinagoga? Buscando


aprender algo, uno se va a una librería; si se busca placer estético, se va
a un museo de arte; si se busca la música, se va a una sala de conciertos.
Muchas son las ocasiones que nos ayudan para adquirir importantes
virtudes mundanas, habilidad y técnica. Pero ¿Dónde se podría aprender
sobre las realidades más profundas del espíritu?.
Muchas son las oportunidades para los discursos públicos, ¿pero
donde están las ocasiones para el silencio interior? Es fácil encontrar
gente que nos enseñará a ser elocuentes, pero ¿quién nos enseñará a
estar callados? Es importante desarrollar el sentido del humor, ¿pero no
es importante también tener un sentido de reverencia? ¿Dónde se podría
aprender la eterna sabiduría de la compasión? ¿El miedo de ser cruel?
¿El peligro de ser insensibles? ¿Dónde podría uno aprender que la
verdad más grande se encuentra en la constricción y en el
arrepentimiento?

Es importante y preciso el desarrollo de nuestras facultades, pero


también el cultivo de una conciencia sensible es indispensable. Estamos
todos en peligro de ahogarnos en la oscuridad de la vanidad; estamos
todos envueltos en la adoración del propio ego. ¿Dónde podremos llegar
a ser sensibles a las trampas del ingenio, o a la comprensión de que el
oportunismo no es “el no va mas” de la sabiduría, tenemos necesidad
constante de auto purificación. Tenemos necesidad de experimentar
momentos en los cuales lo espiritual sea tan relevante y concreto como,
por ejemplo, lo estético. Cada uno tenemos un sentido de la belleza, cada
uno somos capaces de distinguir entre lo maravilloso y lo horrible. Pero
debemos aprender a ser sensibles al espíritu. Es en la sinagoga donde
debemos adquirir tal interioridad y tal sensibilidad.

Para alcanzar un cierto grado de seguridad espiritual no se puede


basar uno en los propios recursos. Hay necesidad de una atmósfera
donde la tensión al espíritu es compartida por una comunidad. Tenemos
necesidad de estudiantes y escolares, maestros y especialistas. Pero
tenemos necesidad de la compañía de testimonios, de seres humanos
entregados al culto que por un momento sienten la verdad de que la vida
no tiene sentido sin estar unido a Dios. Es la misión del cantor LA DE
CREAR COMUNIDAD LITÚRGICA, LA DE CONVERTIR UNA PLURALIDAD
DE INDIVIDUOS QUE ORAN EN UNA UNIDAD DE CULTO, DE
ADORACIÓN.

Reflexionando sobre su experiencia religiosa, un judío


comprenderá que algunos de los acontecimientos más grandes en el
aspecto religioso suceden en ambientes de oración. El culto es la fuente
de la experiencia religiosa, de la intuición religiosa, y algunos de nosotros
vivimos a través de lo que ocurre en las horas que pasamos en la
sinagoga. Estas horas fueron en el pasado las fuentes de la intuición, las
fuentes de la fe. ¿Están abiertas estas fuentes todavía en nuestro tiempo?

Siguiendo un servicio en la sinagoga capté el comentario de una señora


anciana a su amiga: "¡Fue un servicio encantador”; me vinieron ganas de
llorar. ¿Es esto lo que la oración significa para nosotros? Dios es serio, él
no es "encantador" nunca. Pero nosotros pensamos que es posible estar
bien lustrosos y orar. "Servid al Señor con temor y alegraos con temor"
(Ps.2) La oración es alegría y miedo, confianza y temor juntos.
Yo crecí en una casa de culto donde lo espiritual era real. No había
elegancia, pero había constricción; no había gran riqueza, pero había una
gran espera. Era un lugar donde cuando veía a un judío sentía el
Judaísmo; algo ocurría en la gente cuando entraban en la casa de culto.
Todavía hoy cuando voy a la sinagoga mi esperanza es la de experimentar
el sabor de tal atmósfera. ¿Pero guía es lo que encuentro dentro de la
sinagoga contemporánea? Todos estamos de acuerdo sobré la
importancia de la oración. LOS CANTORES DEDICAN SU VIDA AL ARTE
DE CONDUCIR A NUESTRO PUEBLO EN LA ORACIÓN. Es verdad que de
todos los actos religiosos, la oración es el que más se observa; cada
séptimo día centenares de millares de judíos entran en la sinagoga. ¿Pero
qué sucede en la mayoría de nuestros servicios?

Es necesario comprender las dificultades del cantor. La llamada a la


oración muchas veces choca contra un muro de hierro; la asamblea no
está siempre abierta y pronta para adorar. EL CANTOR DEBE PERFORAR
LA ARMADURA DE LA INDIFERENCIA, TIENE QUE LUCHAR PARA
OBTENER UNA RESPUESTA. Debe conquistarles Para hablar en nombre
de ellos. A esos, debe ser el que despierta a los que dormitan, antes de
ser un "shelich sibbur". Me parece que no-debemos olvidar que existe
una herencia de capacidad espiritual de respuesta en las almas de
nuestro pueblo. Es ver dad, incluso, que esta capacidad de respuesta
puede perderse por falta de nueva inspiración, del mismo modo que un
fuego se puede apagar por falta de combustible.

La tragedia de la sinagoga es la despersonalización de la oración.


"liazzanuth" (¿el canto?) se ha convertido en un virtuosismo, una
demostración técnica, un negocio personal. El resultado es que en los
sonidos que vienen fuera de la ''cierran'' no tendremos participación; los
sonidos penetran los oídos, pero no tocan el corazón. La palabra hebrea
justa para cantar es "Da’ al tefilleh", "maestro de oración". La misión del
cantor es conducir en la oración. El está delante del Arca, no como un
artista aislado que trata de demostrar su habilidad o de desahogar
virtuosismos Vocales; él está delante del Arca, NO COMO UN INDIVIDUO
SINO COMO UNA ASAMBLEA. El se debe identificar con la asamblea. Su
oficio es representar e inspirar a una asamblea. Dentro de la sinagoga, la
música no es un fin en sí misma sino un medio de experiencia religiosa.
Su función es la de ayudarnos a vivir a través de un momento frente a la
presencia de Dios, de ponernos ante al en las alabanzas, en el auto
escrutinio y en la esperanza.

Hemos adoptado la actitud de creer que el mundo es un vacío


espiritual, en tanto que los Serafines proclaman que "la tierra entera está
llena de su gloria". Solamente los Serafines están dotados de este sentido
pro la Gloria? "Los cielos narran la gloria de Dios" ¿Cómo la narran?
¿Cómo la revelan ellos? "No es un mensaje, no hay palabras, ni su voz se
puede oír'' (Ps.19, 4), los cielos no tienen voz, la Gloria no se puede oír.
Es una misión del hombre revelar aquello que está escondido, ser la voz
de la Gloria, cantar su silencio; articular -por decirlo así- lo que está en el
corazón de todas las cosas. La Gloria aquí es invisible y silenciosa; el
hombre es su voz, su misión es ser la canción. El Cosmos es una
asamblea con necesidad de un cantor.
Cada 7º día proclamamos como un hecho:

"Todos ellos te dan gracias,


todos ellos te alaban,
todos ellos te dicen:
no hay Santo como el Señor".

¿Qué oído ha escuchado jamás cómo cantan los árboles al Señor?


¿Ha pensado alguna vez nuestra razón en invitar al Sol a alabar al Señor?
Y, sin embargo, lo que el oído" no es capaz de percibir, lo que la razón no
es capaz de concebir nuestra oración lo hace claro a nuestra alma. Esto
es una verdad que debe ser aferrada por el espíritu: "Te darán gracias,
Señor, todas tus obras" (Ps.145, 10). Nosotros no estamos solos en
nuestros actos de alabanza; allí donde hay vida existe un culto silencioso.
El mundo esta siempre a punto de llegar a ser una realidad en adoración.

Es el hombre el que es el Cantor del Universo; en su vida, el


secreto de la oración cósmica está desvelado. Cantar significa oír y
afirmar que el Espíritu es real y que su Gloria está presente. Al cantar,
nosotros percibimos lo que de otra manera está más allá de la
percepción. Canto, y en particular canto litúrgico, no es solamente un
acto de expresión, sino también un modo de hacer bajar el Espíritu del
cielo sobre la tierra.

El valor numérico de las letras que constituyen la palabra "shirch",


"canto", es igual al valor numérico de la palabra "tefillah", oración.
Oración es canción. "¡Cantadle, salmodiad para él, meditad todas sus
maravillas ¡" (1Co.16, 9), sobretodo el misterio que nos rodea.

La maravilla desafía toda descripción; el misterio sobrepasa los


límites de la expresión. El solo lenguaje que parece compatible con la
maravilla y el misterio del ser, es el lenguaje de la música. La música es
algo más que expresividad; ella es más bien un impulso hacia un dominio
que goza más allá de las expresiones verbales. La expresión verbal tiene
el peligro de ser tomada literalmente y de servir como un sustituto para la
intuición; las palabras se convierten en "slogans", los "slogans" se
convierten en ¡dolos. Mas la música es la demostración de la finalidad
humana; la música es el antídoto contra una idolatría más alta.

Mientras otras fuerzas en la sociedad se combinan para aplastar


nuestra mente, la música nos reviste de momentos en los cuales el
sentido de lo inefable llega a ser vivo. Oír una gran música es una
experiencia extraordinaria que impulsa al alma a un encuentro con un
aspecto de la realidad con el cual la mente no puede nunca relacionarse
adecuadamente. Tales experiencias rebajan la arrogancia y la
complacencia, y pueden final mente producir un sentido de constricción y
una prontitud para la conversión.

Yo no soy ni un músico ni un experto en música, pero la


experiencia extraordinaria de la-música ha sido un desafío para mi
pensamiento en los problemas fundamentales. Yo paso mi vida
trabajando con pensamientos, y un problema que no me da descanso es:
estos pensamientos ¿se elevan jamás a la altura radiante de la música
auténtica

Se ha dicho alguna vez que cuando alguno había transgredido la


ley y llevaba su sacrificio al templo santo de Jerusalén, el sacerdote lo
miraba y percibía todos sus pensamientos. Si él descubría que el hombre
no estaba arrepentido completamente, el sacerdote daba la orden a los
Levitas de comenzar a cantar una melodía para llevar al pecador a la
"teshubali" (conversión, arrepentimiento). La música nos lleva a las
puertas de la conversión. Del arrepentimiento; de la insoportable realidad
de nuestra vanidad y fragilidad y de la terrible importancia de Dios.

Yo me definiría como una persona que ha sido impactada por la


música como una persona que no se ha rehecho de los impactos de la
música Sin embargo, la música es un recipiente que puede contener
cualquier cosa: ella puede expresar vulgaridad, puede transmitir
sublimidad. Puede acentuar la vanidad; puede inspirar humildad. Puede
engendrar furia; puede encender la compasión. Puede provocar estupidez
y puede ser la voz de la grandeza. Si a menudo proclama la más alta
reverencia del hombre, también a menudo puede expresar la más terrible
arrogancia.

La música cantoral es la primera de todas en el servicio de la


Palabra literales. Su centro es "hussali" (canto) y su integridad depende
de la "nussali" (canto). En otro lugar he sugerido que una de las
principales causas de la decadencia de la oración en la sinagoga es la
pérdida de las "nussali" (canto), la pérdida del canto; y seguramente la
separación de la música vocal-cantoral de las "nussali" ha sido la cosa
más dañosa.

Orar sin "nussali" es perder la activa participación de la comunidad.


La gente puede ser incapaz de orar; todos somos capaces de cantar. Y el
canto conduce a la oración Lo que yo quiero decir de la separación de la
música cantoral de la Palabra litúrgica, no es cantar sin palabras sino
cantar de un modo que contradice las palabras, ya sea esto un problema
espiritual o técnico. LA VOZ DEL CANTOR NO DEBE REEMPLAZAR TAS
PALABRAS NI MINI INTERPRETAR EL ESPÍRITU DE LAS PALABRAS. EL
CANTOR QUE PREFIERA HACER UN ALARDE DE SU VOZ ANTES QUE
ACOMPAÑAR LAS PALABRAS Y MANIFESTAR EL ESPÍRITU DE LAS
PALABRAS, NO LLEVARA A LA COMUNIDAD A LA ORACIÓN. "Sé
humilde delante de la Palabra" debería ser el imperativo del cantor.
La música es algo serio que puede ocupar el lugar del sentido
religioso en el corazón del hombre (la sala de conciertos es para mucha
gente el sustituto de la sinagoga); el hecho de separar la música de la
Palabra puede, sin duda, fomentar una espiritualidad sin una entrega
personal y prestar más un ser vicio a la música de concierto que a un
enriquecimiento de la sinagoga.

UN CANTOR QUE SE PONE ANTE LA SANTIDAD DEL ARCA Y NO


FRENTE A LA CURIOSIDAD DEL HOMBRE, SE DARÁ CUENTA QUE SU
AUDIENCIA ES DIOS. APRENDERÁ A DARSE CUENTA QUE SU OFICIO
NO ES ENTRETENER, SINO REPRESENTAR AL PUEBLO DE ISRAEL.
HABRÁ MOMENTOS EN LOS QUE SE OLVIDARA DEL MUNDO,
IGNORARA A LA ASAMBLEA Y SE VERÁ INVADIDO DE LA SABIDURÍA
DE AQUEL EN CUYA PRESENCIA ESTA. La Asamblea entonces
escuchará y sentirá que el cantor no está dando un recital, sino alabando
al Señor. QUE ORAR NO SIGNIFICA ESCUCHAR A UN CANTOR, SINO
IDENTIFICARSE CON LO QUE ESTA SIENDO PROCLAMADO EN EL
SONIDO.

Cuando entro en la sinagoga lo primero que hago es abandonar lo


que yo sé y tratar de comenzar de nuevo. Las palabras están unas veces
abiertas, otras cerradas, y a veces hasta tienen su dificultad. El canto es
una esfera que admitirá, incluso, al pobre en la fe. Está tan lejos y, sin
embargo, todos es- tamos allí. El orgullo comienza a desaparecer poco a
Poco y comienza a darse la alabanza. La voz del cantor es una puerta,
pero a menudo el abatir de la puerta puede desentonar nuestra
susceptibilidad, que. Se hace pedazos.

La humanidad está siempre en proceso y el interrogatorio del alma


puede ser audible en la música. Una de las cosas que se reflejan en la
moderna música cantoral, es la falta del sentido del misterio que está a la
raíz de la conciencia religiosa. La música adquiere su dimensión religiosa
cuando no se queda satisfecha con transmitir lo que está a la puerta de la
emoción y de la imaginación. La música religiosa es un intento de
envolver lo que está dentro de nuestra esfera, pero más allá de nuestro
alcance; la pérdida de esta tensión origina el peligro de que la música
religiosa pueda ser una distorsión del espíritu.

La música es el alma del lenguaje. Una buena frase es más que una
serle de palabras puestas juntas; una frase sin tonalidad, sin cualidad
musical, es como un cuerpo sin alma El secreto de una buena frase esta
en la creación de una cualidad tonal que corresponda al significado de las
palabras; debe haber una armonía entre el tono justo y las palabras
justas. Esta armonía falta dolorosamente en la música cantoral. Se queda
uno estupefacto al escuchar cómo pensamientos magníficos vienen
pronuncia dos en tono falso Palabras sublimes y melodías crueles.
Mucho de lo que escuchamos en la sinagoga es extraño a nuestra liturgia;
la música que oímos distorsiona y contradice las palabras, en lugar de
elevarlas si glorificarlas. Tal música produce un efecto molesto en
nuestra búsqueda de la oración Uno se siente a menudo herido al
escuchar algunas de las melodías en las sinagogas modernas.

Es un hecho que, así como hay oradores que son mejores que sus
palabras, hay cantores que son mejores que sus melodías. Pero esto no
es un problema de interés personal; el futuro de la oración hebraica
depende en grado considerable del poder del cantor.
El "Siddur" es un libro del que todos hablan, mas pocos han leído
este libro, que tiene la particularidad de ser uno de los libros más
desconocidos de nuestra literatura. ¿Consideramos de verdad el
significado de su palabra? ¿Tratamos tal vez de identificar nuestra vida
interior con lo que se proclama en la "nishmath": "E! alma de todo ser
viviente bendice tu nombre, Señor Dios nuestro..."? Hay quienes dicen,
sin embargo, que el "Siddur" no expresa los deseos, las necesidades, las
aspiraciones del hombre moderno.

Debemos aprender cómo estudiar la vida más íntima de las


palabras que llenan el mundo de nuestro Libro de Oración. Sin un estudio
intenso de su significado nos encontramos, en realidad, desconcertados
cuando encontramos la multitud de seres extraños y sublimes que
pueblan el cosmos interior del espíritu judaico. El problema del Libro de
oración es que es demasía do grande para nosotros, demasiado sublime;
nuestras pequeñas almas deben, primero, elevarse a su grandeza. No
liemos conseguido traducir su grandeza a nuestras mentes, y nuestras
almas se pierden en su desierto sublime. No es bastante saber cómo
traducir el hebreo al inglés; no es bastante haber encontrado una palabra
en el diccionario y haber experimentado especiales aventuras aplicándole
el estudio de la gramática. Una palabra tiene "un alma", y nosotros
debemos aprender a captar la intuición de su "vida". Las palabras
conllevan una especie de compro miso y no son solo el sujeto de
reflexiones estéticas.

Este es nuestro dolor; decimos palabras pero no tomamos


decisiones... No sabemos ni tan siquiera cómo mirar a través de una
palabra para encontrar su significado; liemos olvidado cómo encontrar el
camino hacia la palabra, cómo entrar en relación íntima con algunos
pasajes del Libro de Oración. Estamos familiarizados con todas las
palabras, pero según nuestro gusto, y así no lo estamos con ninguna. El
"siddur" (orden en la oración se ha convertido en un lenguaje extraño que
no sabe cómo pronunciar el alma.

Para que la Música cantoral pueda volver a adquirir su dignidad,


no será suficiente estudiar el modelo auténtico de nuestra tradición
musical; lo que hace falta es una renovación litúrgica. Esto implicará no
solamente un sentido nuevo de reverencia y de fe, sino una nueva
intuición del significado de las palabras litúrgicas y un modo interior de
proclamar y apropiar las palabras. La decadencia del "Hazzanuth" (cantor)
continuará hasta que no entendamos que el temor y la fe son tan
importantes como el talento y la técnica, y que la música no debe perder
su relación con el espíritu de las palabras.
Es importante para el cantor estudiar la melodía, pero también es
importante estudiar las palabras del Libro de Oración. En el judaísmo el
estudio es una forma de culto, pero se puede decir que el culto es una
forma de estudiar que incluye la meditaci6n. No es bastante confiar en la
propia voz; hace falta un esfuerzo constante para encontrar un camino
hacia la grandeza de las palabras en nuestro Libro de oración.

La esencia de nuestra liturgia es una combinación de palabras y de


música. Por muy grande que sea la música, ella no es ni lo último ni lo
supremo. El último es Dios, y el medio a través del cual llegar a él, es la
Palabra. Nosotros no tenemos música sacra: nosotros acompañamos las
Sagradas Escrituras, la Palabra sagrada. La música es el lenguaje del
misterio. Dios es el significado más allá del misterio. Aquél significado
está escondido en las palabras bíblicas, y nuestras oraciones son una
tentativa de descubrir que hay encerrado en aquellas palabras.

A pesar de toda su grandeza, hay algo más grande que la música.


En el Sinaí nosotros oímos el trueno y el relámpago; pero ellos no eran la
música de los elementos, sino de la Palabra a causa de la cual ocurrió el
gran suceso. La Voz siempre va por delante y nosotros vamos detrás de
Ella. Nosotros no tenemos ni iconos ni imágenes en nuestras sinagogas;
ni siquiera tenemos necesidad de símbolos visibles para crear en
nosotros una actitud de culto y de adoración. Todo lo que nosotros
tenemos en nuestra liturgia son palabras, y lo mismo en nuestro corazón.
Hoy, ambos están separados; la misi6n de la música es reunirlos de
nuevo.

"¿Quién subirá al monte del Señor,


quién estará en su lugar santo?
El que tiene manos puras y un corazón puro
y no vuelve su alma a la vanidad" (Ps.24).

NI POR LA FUERZA DE SU VOZ, NI POR LA FUERZA DE SU


TALENTO, NI POR EL SENTIDO DE LO ARCANO Y DEL MIEDO, SINO POR
LA CONTRICIÓN Y LA HUMILDAD ES COMO UN CANTOR CONSEGUIRÁ,
CONDUCIR A OTROS A LA, ORACIÓN. El cantor debe aprender
constantemente cómo estar envuelto en aquello que dice, comprendiendo
que él debe enseñar a los otros cómo unirse a las palabras de la liturgia.
El tiene una misión secreta de convertir, de conducir a la Í Asamblea a un
punto en el cual puedan sentir que la arrogancia es un abismo y el
sacrificio una eternidad.

Hay testimonios de la existencia de Dios; entre los primeros de


todos están la Biblia y la música. Nuestra liturgia es un momento en el
cual estos dos testimonios vienen expresados. "Una afirmación es
sostenida bajo la evidencia de dos testigos'' Nuestra liturgia consiste en
el testimonio de la música y de la Palabra. Quizás éste sea el modo de
definir a un maestro de oración: es una persona en la cual se encuentran
los dos testimonios. Es una persona en la cual se da una ecuación
espiritual: la ecuación de canto y "ánimo", de palabra Ir mente. El "yo" y
la oración son una sola cosa.

Me gustaría concebir el "Hazzanuth" como el arte de hacer la


exégesis del "Siddur" (Libro de Oración equivalente a nuestro "Salterio")
como el arte de interpretar las palabras de la liturgia. Las palabras mueren
por la rutina; la misión del cantor es la de darles vida. EL CANTOR ES
UNO QUE CONOCE EL SECRETO DE LA RESURRECCIÓN DE LAS
PALABRAS. El arte de dar vida a las palabras en nuestra liturgia requiere,
no solo el estar envuelto personalmente en ellas, sino en poder expresar
el contenido de piedad durante siglos. Nuestra liturgia contiene mucho
más de lo que nuestros corazones son capaces de oír. La Liturgia hebrea
es un resumen espiritual (en textos y cantos) de nuestra Historia. Hay una
Tohrá escrita y otra no escrita; la Escritura y la Tradición. Nosotros
hebreos, afirmamos que la una sin la otra es ininteligible. Del mismo
modo podemos decir que hay una liturgia escrita y una no escrita; está la
liturgia, pero está también un acercamiento interior a ella y una respuesta
a ella; un modo de dar vida a la Palabra, un estilo en el cual las palabras
llegan a ser una proclamación personal y única.

El Señor mandó a Noé: "Entra en la "tevah" (arca) tú y toda tu


familia" (Gen.7, 1)."Tevah" significa "arca", pero también significa
"palabra". En la oración, una persona debe entrar en la Palabra con todo
lo que tiene, con el alma y con el corazón, con voz y pensamiento. "Haz
una luz para la tevah''. La Palabra es oscura. Esta es la misión del que
reza: encender una luz en la Palabra. Debemos acercarnos humildemente,
sea a la Palabra, sea al canto. No debemos olvidar que la Palabra es más
profunda que nuestros pensamientos; que el canto es más sublime que
nuestra voz. Las palabras nos elevan. Los rabinos dicen que "aquellos
que llevaban el Arca, en realidad eran ellos llevados por el Arca"
Verdaderamente, aquél que sabe cómo llevar una palabra en todo su
esplendor, es llevado también por la palabra. Aquél que ha conseguido
encender una luz dentro de la Palabra, descubrirá que la Palabra ha
encendido una luz dentro de su alma. ¿Dónde está la "Shekinah"?
¿Dónde se siente la presencia de Dios? Según el "Tukkune Zohan'', la
Shekinah está en las palabras. Dios está presente en las palabras
sagradas. Orando, nosotros descubrimos la Santidad en las palabras.

El canto es la expresión más íntima del hombre; de ningún otro


modo el hombre revela lo que es en sí mismo tan perfecta mente como en
el modo en el que canta, puesto que la voz de una persona, especialmente
durante el canto, es el alma en su total desnudez. Cuando cantamos,
pronunciamos y confesamos todos nuestros pecados. "Hazzanuth"
(canto) es "histapkuth hanefesh" (manifestación del corazón). Hay una
historia sobre Baal Shem; dicen que una vez estaba escuchando muy
atentamente a un músico. Cuando sus discípulos le preguntaron por que-
estaba tan absorbido en lo que estaba escuchando, el Baal Shem
respondió: cuando un Cantor canta, echa fuera y manifiesta todo lo que
ha hecho.
Verdaderamente, un cantor en Pie frente al Arca desnuda toda su
alma, expresa todos sus secretos. El arte de ser cantor comprende la
profundidad, la riqueza y la integridad de su existencia personal.

Existe la historia de un "rabbikassidin" de Galicia. Entre sus


seguidores había muchos cantores ("Kazzanim"); tenían la costumbre de
reunirse en torno al rabbí para el Sabbath que precede al Rosh Hashanah.
Al final de su visita, entraban en la cámara del Rabbí y pedían su
bendición a fin de que su oración, Rosh Hashanah, fuera aceptada por el
cielo. Una vez -continúa diciendo la historia- uno de los "kazaanim" entró
en la cámara del rabbí para hablar con él Cuando el rabbí le preguntó por
qué tenía tanta prisa de partir, el "hazaanuth" respondió: "Debo volver a
casa para repasar el Mahzor (liturgia para los días de arrepentimiento) y
echar un vistazo a las notas". Entonces el rabí replica: "¿Por qué tienes
que repasar el Mahzor o las notas? son las mismas del año pasado. Es
más importante rezar por tu propia vida y echar un vistazo a tus acciones,
porque tú no eres el mismo que hace un año". . El "Hazan" no tuvo ya
prisa para partir.

El temor reverencial es el pre-requisito de la fe y un ingrediente


esencial en el cantor; la pérdida del temor que uno debe sentir en la
presencia de una Asamblea, el no tener presente lo pobres que somos en
espíritu y en hechos, es peligroso. Un hombre sabio perdió todos sus
recursos y buscaba un modo de ganase la vida. Los miembros de su
comunidad, que lo admiraban por sus conocimientos y por su piedad, le
sugirieron que les hiciera el servicio como cantor en los "días de la
Penitencia", pero él se consideraba indigno de servir como mensajero de
la -comunidad, como aquél que debería llevar las oraciones de sus
hermanos ante el Omnipotente. Fue a su maestro, el rabí de Husiatín, y le
contó su triste situación: la invitación que le habían hecho de hacer el
servicio de cantor en "los días de la Penitencia", y su miedo de aceptar el
ponerse al frente de la oración de su comunidad. "Ten miedo, y reza" fue
la respuesta del rabí.

De las narraciones de Rabbí Najman

Dios vence sus batallas a través de personas humildes que recitan los
salmos con simplicidad y no a través de aquellos que emplean medios
sofisticados.
Una vez un Rey fue de caza, y prescindiendo de sus ropas reales
aparento ser un hombre común para gozar de mayor libertad de
movimientos. De improviso cayo una lluvia torrencial que parecía un
verdadero diluvio. Los ministros del Rey se dispersaron en todas
direcciones dejándolo solo y en gran peligro. El Rey busco un refugio
hasta que finalmente, encontró la casa de un campesino. Este le invito a
entrar, le ofreció copos de avena, también encendió la estufa y dejo que
durmiera en su cama. Tal acogida gusto mucho al Rey que, al estar
cansado y exhausto, le pareció que nunca había dormido tan bien.
Mientras tanto los ministros buscaban al Rey, hasta que finalmente lo
encontraron durmiendo en aquella casa.
Enseguida le pidieron que volviese al palacio con ellos. <<Únicamente
habéis pensado en salvaros vosotros y ninguno ha venido a socorrerme
-dijo el Rey-. Solo este hombre me ha ayudado. Aquí he tenido la
experiencia más dulce de mi vida. Por eso, el será el que me conduzca al
palacio en su carro y, vestido así como esta, se montara a mi lado en el
trono>>.
Antes de la venida del Mesías habrá un diluvio. Los hombres serán
inundados por el ateismo. No será un diluvio de agua sino de inmoralidad.
Cubrirá incluso las más altas cimas de los montes, llegara hasta la tierra
prometida, donde el primer diluvio no llego. Pero esta vez tendrá tanta
fuerza que anegara también Eretz Israel (tierra de Israel).
Esto significa que el mal también alcanzara los corazones virtuosos.
No habrá ningún medio para combatir esta agua con sofisticados
razonamientos. Todos los ministros del Rey se dispersaran y toda corte
vacilara en sus cimientos.
Los únicos que lo mantendrán en pie serán los pobres que recitan los
salmos con simplicidad. Por tanto, cuando venga el Mesías, serán ellos
quienes le escolten y pongan la corona sobre su cabeza.

Basado en una narración de Rabbí Najman de Bretzlav

Trasmitida por Rabbí Nathan de Nemirov

Los salmos son como la partitura de un dialogo eterno, en la que las


dos voces se confunden.

Observad como empiezan muchos salmos. Unas veces: Un canto de


David, otras veces de David un canto.

El talmud explica esta pequeña diferencia así: Algunas veces, David,


lleno de inspiración divina empezaba a cantar. Otras veces, sintiéndose
solo, empezaba su canto y mientras cantaba descendía el Espíritu Santo.
Por esto sabemos que el rey poeta pasaba a través de estas dos fases. En
el conjunto de los salmos se han unido estas dos formas de expresión: la
de nuestra iniciativa y la de la iniciativa de Dios.

El rey David componía cada DIA un salmo, y en este rememoraba los


acontecimientos del día o de un período de su vida y cantaba a su padre
sus estados de ánimo, sus alegrías y angustias; David compuso millares
de salmos, pero no todos fueron revelados a su posteridad. A nosotros
nos han llegado solamente aquellas oraciones en las cuales todos los
hombres puedan encontrarse. Todo hombre, desde un Tzaddiq (justo)
mas grande hasta el pecador mas empedernido, puede encontrase a si
mismo en los versículos de los salmos que poseemos.

Desde el principio hasta el final, el libro de los salmos es una melodía,


una unaminidad armónica entre la llamada de Dios y la respuesta del
hombre. Y por eso los salmos contienen la solución última, la solución
mesiánica. Existe siempre un “tira y afloja” entre Dios y su pueblo; cada
uno por su parte que el otro vuelva. Dios dice a los hombres: Volved a mí
y yo volveré a vosotros. Israel por su parte dice: Haznos volver a ti, Señor,
y nosotros volveremos.

Gracias a los salmos, que contienen los cuarenta y nueve modos y las
cuarenta y nueve puertas de la vuelta a Dios, todo se resolverá.

Los salmos han sido compuestos y cantados por el rey David. El es


llamado también el Mesías, el Ungido del Señor. Es el, el que ha
encontrado la solución. El rey David esta vivo verdaderamente y esta con
nosotros cuando decimos los salmos.

Todo el drama del exilio esta lleno de esta polémica que hemos cita
antes. Nosotros nos hemos encerrado en un pesado silencio, esperando
que Dios lo rompa, y también el espera. Los dos esperan. Los salmos,
con su canto sublime, rompen este silencio y dan la respuesta. Y como
una boda se celebra con música, porque para unir dos entidades
opuestas, como son el hombre y la mujer, en una autentica armonía, es
necesaria una melodía magistral, así también para reconciliar a la paloma
con su amado se necesita música: una música celestial que alcanza el
corazón afligido del hombre perdido y que, consolándolo, lo conduce a su
padre.

Esta es la razón por la cual la reconciliación depende esencialmente de


los salmos. Con ellos Israel canta su esperanza y encuentra de nuevo el
camino hacia su creador. Cuando abrimos el libro de los salmos con
buena voluntad, con la intención de mejorar y reconciliarnos, tratando de
identificarnos con la palabra, con la voz y con el canto, se produce en
nosotros un despertar de todo nuestro ser. Se abren puertas y
encontramos de nuevo nuestro lugar.

Los cabalistas (los que han recibido la tradición esotérica y mística de


Israel) afirman que el hombre que asiduamente recita los salmos, llegara
un día que encontrara un versículo, una frase o una palabra que empezara
a brillar ante sus ojos y le descubrirá toda su vida (como decía Kiko en
Caracas “Escucha, hoy el Señor con tan solo una palabra, una palabra
puede cambiar hoy tu vida”). De este versículo fluirán en abundancia
todas las respuestas a tolas sus preguntas, las soluciones a todos sus
problemas.

Dios mismo es el que ha inspirado los salmos de David, para


permitirnos por este medio tan simple, poder dar nosotros el primer paso,
y aunque parezca una paradoja, aquí esta la raíz del problema.

Dios ha inspirado para sugerirnos la respuesta. Y nosotros


cantándolos, hemos hecho nuestra parte, aunque de echo, todo proviene
de el.

Voz que interpela y voz que responde. Sonido, eco y armonía.


Iniciativa desde lo alto, respuesta desde abajo, unión de los dos. Estos
son los problemas que David pudo resolver, y de esa manera nos abrió la
puerta a todos nosotros, sus hermanos, como dice el mismo: Tú
preparas su corazón y alargas el oído.

En efecto, Dios prepara nuestro despertar enviándonos continuamente


llamadas, deseando que volvamos a el y después alarga el oído, muy
atento a nuestra oración como si la iniciativa fuese nuestra.

En los salmos de David hay muchos ejemplos de este tipo: Señor abre
tú mis labios y mi boca proclamara tu alabanza.

Los salmos son un dialogo entre el hombre y Dios; así pues, por medio
de ellos, cualquier persona puede expresar lo que hay en su corazón,
haciendo suyas estas palabras maravillosas; ellas reflejan todos los
estados de ánimos por los que puede atravesar un hombre que busca a
Dios. A propósito de esto se ha dicho que en el día del gran juicio, ningún
impío se podrá defender inteligentemente. Porque, sean cuales sean sus
justificaciones y excusas, se le mostrara el ejemplo de un gran
arrepentido que a fuerza de cantos, gemidos y lágrimas acabo siendo
perdonado: el rey David. Y si el impío que es acusado rebate: David era
Tzaddiq y su culpa era insignificante comparada con la mía, se le
mostrara que la aflicción del rey era mas profunda que todas las demás y
que el ha vencido a través de sus cantos. Entonces, ¿Por que no has
recitado también tú los salmos? ¡Hubieras resuelto tu problema!

Pidamos a Dios que nos ayude a rezar y cantar. Pidámosle que nos
ayude a realizar nuestra parte, que consiste solo en pedir: ¡Haznos volver!

Todo viene de lo alto. Pero cuando al menos se hace el gesto de pedir


ayuda, este gesto se considera cómo nuestra participación en la
salvación. Si, sin este gesto las cosas pierden todo su sentido y es
absolutamente imposible progresar. Progresar, sin embargo, no significa
angustiarse.

¡Hay que cantar! Es hora de empezar, de abandonar la angustia en los


abismos del exilio.

Consíguete un libro de los Salmos y empieza a cantar: ¡una luz brillara


en tu vida!

La Berakhah (Bendición) explicada por los rabinos

Munk Leo: Fundamentalmente se pueden distinguir tres formas de


bendición:
1) Ante todo la bendición de Dios hacia sus criaturas; esta significa
apoyo fecundidad, multiplicación y crecimiento (Dios les bendijo y
les dijo: Sed fecundos y multiplicaos, llenad la tierra).
2) La bendición a Dios por parte de sus criaturas. Esta significa
alabanza, confesión y acción de gracias.
3) Las bendiciones que los hombres se desean entre ellos y que se
entienden como deseo y oración de recibir de Dios la bendición que
han pronunciado.
La segunda forma, la bendición a Dios por parte de sus criaturas, se
expresa a través de las Berakhoth, las bendiciones, que representan el
núcleo y lo preferente de nuestras oraciones. Las palabras: Comerás
hasta hartarte y bendecirás a YHVH tu Dios con las que la Tora
(Pentateuco) decreta el mandamiento de la bendición de la mesa (Birkath
ha Mazon), se ha convertido en el ejemplo y fundamento de esta gran
institución que son las bendiciones, con las que nuestros sabios han
entretejido toda nuestra vida, educando y formando así el espíritu del
pueblo hebreo.
La tora toma ocasión del gozo de los frutos de la tierra para
remontarse al donador y hace brotar la acción de gracias que se resumen
con el nombre de Berakhah. Así pues, la sabiduría de nuestros sabios ha
transformado toda nuestra vida en multitud de ocasiones para que nos
acordemos de Dios y de nuestras obligaciones hacia el. Esto nos enseña
a alzar siempre de nuevo nuestra mirada a Dios y a renovar
continuamente, a través de la bendición, la confesión de nuestra gratitud.
Todo goce, toda manifestación de la naturaleza, todo acontecimiento
importante de la vida… pone en nuestra boca las palabras <Barukh ´atha
(bendito eres tu)>, que hace que alcancemos a trabes de cada cosa, con
cada cosa y hacia cada cosa una recta actitud hacia Dios, <nuestro Dios>.
Por otra parte, se pueden distinguir tres categorías de Berakhotk:
1) La Berakhoth de <gozo>, con las que reconocemos a Dios como
único dador de gozo y como tal le damos gracias y le veneramos.
Solo la bendición que se pronuncia antes de gozar nos hace dignos
de el. Antes de la bendición todo pertenece a Dios y solo con la
Berakhah se adquiere el derecho sobre los bienes del mundo.
Nuestros Rabinos enseñan que todo aquel que ha gozado de la más
mínima cosa sin decir una bendición ha defraudado al Señor. Dijo
R. Juda en nombre de R. Shamuel: el que goza de la mínima cosa de
este mundo sin pronunciar una bendición es como si gozase de una
cosa destinada al cielo, porque esta escrito: De YHVH es la tierra y
cuanto contiene (Sal 24,1).
Rabí Hanina B. Pappa ha dicho: todo aquel que goza de cualquier
cosa sin pronunciar la bendición es como si robase al Santo,
bendito sea, y a la comunidad de Israel,… el Santo bendito sea, es
su padre, del que se ha dicho ¿No es El tu padre que te ha creado?
(Dt 32,6); su madre es la comunidad de Israel, Escucha hijo mío, la
instrucción de tu padre y no rechaces la enseñanza de tu madre (Pr
1,8 Berakoth 35a).
2) Las Bendiciones que preceden al cumplimiento de una Mitzva
(Mandamiento). Esta nos tiene que ayudar a concentrarnos con
recta intención sobre el mandamiento que se ha de cumplir y a
ayudarnos a empezar la acción ordenada por Dios para nuestra
santificación.
3) Y por ultimo, el gran numero de bendiciones celebrativas, que
tienen como contenido una acción de gracias, una alabanza o una
suplica, tiene la finalidad de que nos demos cuenta siempre de la
presencia de Dios y de profundizar el temor respetuoso que le
tenemos.
Aunque el núcleo de toda Berakhah es el conocimiento de que Dios es
el único dador bendición, es el termino barukh= Bendito, el que expresa
todo este concepto… Este adjetivo, correctamente traducido, tiene el
significado de <fuente y dador generoso de bendiciones>, de echo en el
midrash se hace notar la relación entre barukh y brikhah= fuente
La declaración de Dios, como verdadero dador de bendiciones, se
apoya sobre dos cimientos: la providencia divina que da a cada uno lo
suyo y la omnipotencia del creador que hace germinar la bendición y la
introduce en el progreso natural de las cosas. Estos dos momentos han
sido fijados por los sabios como elementos imprescindibles de toda
bendición. La providencia, en cuanto que exige que se mencione en toda
Berakhah el nombre de Dios (shem habajah= YHVH, pronunciado
Adonai), porque este nombre expresa de forma particular la divina
providencia, y la omnipotencia sin limites, que se expresa en cada
Berakhah con las palabras (melekh ha´olam= rey del universo).
Por eso es importante la aserción del Talmud que afirma que toda
bendición sin las palabras:<Bendito eres tu, YHVH, rey del universo> no
es una Berakhah.
…Apoyándose en la palabra de la tora de que Dios no exige otra cosa
del hombre sino el temor reverente, los sabios han creado la gran
institución de las bendiciones y de esta manera con la Berakhoth han
querido dar el instrumento pedagógico que conduce a los hombres al
temor de Dios.
El que se deja conducir dócilmente por la enseñanza de los sabios y
pronuncia todos los días las cien bendiciones establecidas por ellos, el
que aprovecha cada goce y deseo, cada acontecimiento y acción como
base para poder dar gracias, alabar, orar y ensalzar a Dios, será invadido
gradualmente hasta lo mas intimo por un sublime temor reverente. Como
las cien basas (Ex 38,27) que llevan el santuario de Dios por el desierto,
las cien bendiciones cotidianas son la base donde se sustenta el
santuario que es nuestra vida.
Leo Hirsch: Cuando no se ha comido pan ni una comida normal
existen Berakhoth breves sobre los frutos de la tierra, para tipo de
alimento y para cada ocasión extraordinaria, que nos recuerdan, cada
una a su modo, que todo proviene de Dios. Todas empiezan con la
formula: Bendito eres tu YHVH, Dios nuestro, Rey del universo, que nos
has santificado con tus preceptos.
Cuando se goza del buen aroma de las especias, hierbas o flores, al
ver el arco iris, cuando se recibe una buena noticia, cuando se compra
una casa o se estrena un vestido nuevo, con ocasión de temporales,
aguaceros, chubascos, rayos, estrellas fugaces, relámpagos o truenos, al
ver altas montañas o desiertos, al principio de un nuevo ciclo solar, antes
de tomar una medicina, ante de sacarse sangre, antes y después de un
baño, viendo un sabio de la Tora, un sabio famoso, árboles en flor,
gobernantes, una persona deforme, un enano, cuando se vuelve a ver a
un amigo después de mucho tiempo o cuando se ve un nuevo lugar
donde se ha escapado de la muerte, cuando se ha terminado una
barandilla en la terraza (el hebreo tiene la obligación de hacerla), cuando
se levanta una cerca alrededor de un pozo excavado, cuando se
encuentra a una persona que se ha curado de una enfermedad grave, etc.,
en todos estos casos y en otros todavía mas extraordinarios hay que
pronunciar una Berakhah especifica para dar gracias a Dios.
¿Y cuando se recibe una mala noticia? También en esta ocasión y con
más razón. Si esta noticia es la muerte de una persona cercana, no hay
que deshacerse en lágrimas si no que se dice una Berakhah: Bendito
aquel que juzga con verdad.

Cantad a Dios con maestría y con júbilo

Dad gracias al Señor con la citara, tocad en su honor el arpa de diez


cuerdas; cantadle un cántico nuevo. Despojaos de lo antiguo, ya que se
os invita al cántico nuevo. Nuevo hombre, nuevo testamento, nuevo
cántico. El nuevo cántico no responde al hombre antiguo. Solo pueden
aprenderlo los hombres nuevos, renovados de su antigua condición por
obra de la gracia y pertenecientes ya al nuevo testamento, que es el reino
de los cielos. Por el suspira todo nuestro amor y canta el cántico nuevo.
Pero es nuestra vida, mas que nuestra voz, la que debe cantar el cántico
nuevo.
Cantadle un cántico nuevo, cantadle con maestría. Cada uno se
pregunta como cantara a Dios. Cantadle, pero hazlo bien. El no admite un
canto que ofenda sus oídos. Cantad bien, hermanos. Si se te pide que
cantes para agradar a alguien entendido de música, no te atreverás a
cantarle sin la debida preparación musical, por temor a desgraciarle, ya
que el, como perito en la materia, descubrirá unos defectos que pasarían
desapercibidos a otra cualquiera. ¿Quién, pues, se prestara a cantar con
maestría para Dios, que sabe juzgar del cantor, que sabe escuchar con
oídos críticos? ¿Cuándo podrás prestarte a cantar con tanto arte y
maestría que en nada desagrades a unos oídos tan perfectos?
Mas he aquí que él mismo te sugiere la manera cómo has de cantarle:
no te preocupes por las palabras, como si estas fuesen capaces de
expresar lo que deleita a Dios. Canta con júbilo. Este es el canto que
agrada a Dios, el que se hace con júbilo. ¿Qué quiere decir cantar con
júbilo? Darse cuenta que no podemos expresar con palabras lo que siente
el corazón. En efecto, los que cantan, ya sea en la siega, ya en la vendimia
o en algún otro trabajo intensivo, empiezan a cantar con palabras que
manifiestan su alegría, pero luego es tan grande la alegría que los invade
que, al no poder expresarla con palabras, prescinden de ellas y acaban
con un simple sonido de júbilo.
El júbilo es un sonido que indica la incapacidad de expresar lo que
siente el corazón. Y este modo de cantar es el más adecuado cuando se
trata del Dios inefable. Porque, si es inefable, no puede ser traducido en
palabras. Y, si no puedes traducirlo en palabras y, por otra parte, no te es
licito callar, lo único que puedes es hacer es cantar con júbilo. De este
modo, el corazón se alegra sin palabras y la inmensidad del gozo no se ve
limitada por unos vocablos. Cantadle con maestría y con júbilo.

De los comentarios de San Agustín sobre los salmos.

Girolamo en carta al sacerdote Nepotiano

Lee muy a menudo la divina Escritura. Diría: más nunca tus manos
deberían dejar el Texto sagrado.
Estudia la materia que tengas que enseñar. Cíñete a la palabra de la fe,
conforme a la enseñanza recibida; así tus exhortaciones versaran sobre
una doctrina sana y podrás refutar a los que hablan en contra de ella.
<<Permaneced fiel a lo que habéis aprendido y te ha sido confiado,
porque sabes bien de quien lo has aprendido>>, siempre preparado a dar
respuesta plena a quien te pida explicaciones sobre la esperanza que
habita en ti.
Que tus acciones no te pongan en evidencia por lo que debes decir; no
sea que cuando hables en la iglesia, alguno por lo bajo te responda:
<<Muy bien ¿y por que no lo haces tu?>>
Es demasiado cómodo para un maestro razonar sobre el ayuno con la
tripa llena. También un ladrón puede condenar al avaro. Pero en el
sacerdote de Cristo tiene que haber acuerdo entre la conciencia y la
palabra…
¿Tienes que hablar en la iglesia? no busques aclamaciones, si no
lagrimas. Las lágrimas del que te escucha son el elogio más bello que tú
puedas desear. Y piensa que un sacerdote tiene que sazonar su
predicación leyendo la Escritura.
No quiero oírte declamar, ladrar, parlotear de vació, sino que debes ser
profundo en teología y estar al día sobre los misterios de tu Dios. Es
propio de ignorantes suscitar sobre uno mismo la admiración del pueblo
ignorante, con artificios de palabra o hablando deprisa. Solo un caradura
puede a ponerse a explicar lo que no sabe, y, después de inducir a los
demás a creerle, auto convencerse de que es un pozo de sabiduría.
Pseudo Hipólito

La cruz gloriosa del Señor resucitado es el árbol de mi salvación


eterna. De el yo me nutro, en el me deleito, en sus raíces inserto mis
raíces, en sus ramas yo me extiendo.

Su roció me embriaga, su espíritu, como brisa deliciosa, me fecunda. A


su sombra he puesto mi tienda, y he encontrado refugio en la canícula.

Por sus flores florezco, de sus frutos me deleito y me sacio, y tomo a


placerlos frutos preparados para mi desde los orígenes. En el hambre
este árbol es mi alimento, fuente para mi sed, en mi desnudez es mi
vestido.

Sus hojas son espíritu de vida y no hojas de higuera. En el temor este


árbol es mi defensa, cuando vacilo es lo que me sostiene, cuando
combato es mi premio, cuando venzo es mi trofeo.

Este árbol es para mí el angosto sendero y la vía estrecha es la escala


de Jacob, es la vía de los Ángeles, en cuya cima está clavado el Señor.

Este árbol de dimensiones cósmicas se ha elevado desde la tierra al


cielo, fundamento de todas las cosas, es el pilar del universo, esqueleto
del mundo entero, vinculo universal que tiene unida a la inestable
naturaleza humana, haciéndola estable con los clavos invisibles del
Espíritu, para que unida a Dios no pueda ya separarse jamás.

Árbol cuya cima toca el cielo, cuyos pies dan firmeza a la tierra, en
cuyos brazos abiertos brilla el amor infinito. Árbol que era y que será todo
en todas las cosas y que esta en todas partes.

“Hay aquí en estos apuntes muchas palabras y expresiones que


expresan y simbolizan hechos y acontecimientos que para entenderlos
tienen que conocer un poco de las tradiciones del pueblo Judío y sus
significados, por eso no les baste simplemente leer esto sino tratar de
profundizar un poco, investiguen y oren, y no atormenten a sus hermanos
de comunidad con esto”.

Javier 1ª Comunidad de la parroquia Espíritu Santo

Barquisimeto Venezuela

You might also like