Las convicciones que rigen
nuestra vida
PASAJE CLAVE: Daniel 1.1–17 | LECTURAS DE APOYO: Éxodo 34.12–16 | Jeremías 25.9–12 | Daniel 3.8–30;
4.19–27; 5.1–31; 6.1–28.
INTRODUCCIÓN:
Nuestras convicciones definen quiénes
somos.
Nuestras convicciones revelan lo que para
nosotros es importante. Vivimos en un tiempo
en que la mayoría de las personas se rigen por
sus preferencias en lugar de tener convicciones
con bases bíblicas que los arraiguen a Dios, a su
voluntad y al plan de Él para sus vidas.
¿Qué es una convicción? Una convicción es
una creencia fundamentada en la verdad de la
Palabra de Dios. ¿Cuáles son sus convicciones
personales basadas en la Palabra de Dios
que rigen su vida? La verdad es que si ha
de vivir una vida piadosa, debe tener firmes
convicciones bíblicas. La Palabra de Dios es un
ancla inconmovible en las tormentas que nos
ayudará a enfrentar cualquier idea errónea que
confrontemos en nuestro camino. Si queremos
que las futuras generaciones sobrevivan en
esta sociedad, debemos edificar sus vidas con
principios bíblicos, a fin de que cuando ellos
no estén en casa, no solo puedan recordar lo
que nos escucharon decir, sino hayan formado
en su interior lo que nos vieron hacer.
DESARROLLO DEL SERMÓN:
Daniel enfrentó circunstancias
conflictivas, Daniel 1.1–8.
Daniel era una adolescente cuando
Nabucodonosor, invadió a Jerusalén tres veces
(Jer 25.9–12), quemó la ciudad, tomó los mejores
jóvenes hebreos, entre ellos Daniel, y les enseñó
la cultura babilónica dándoles la educación que
cubriría cada aspecto de su estilo de vida.
Parte del proceso de la asimilación a la cultura
babilónica consistía en eliminar de sus mentes y
sus pensamientos la idea de su Dios, Jehová, por
la del dios pagano, Bel. Primero, les fueron dados
privilegios reales para comer a la mesa del rey.
Segundo, les fueron cambiados sus nombres
que tenían significados piadosos, por nombres
relacionados con el dios de los babilonios,
para borrar de su memoria su trasfondo
judío y darles una nueva identidad.
Daniel y sus tres amigos no hicieron
concesiones, Daniel 1.12–13.
Daniel, Sadrac, Mesac y Abed-nego conocían
la Palabra de Dios referente a la preparación
de los alimentos según las leyes judías y a no
comer o beber nada que hubiese sido ofrecido a
un ídolo, (Éx 34.12–16). La devoción a su Dios,
Jehová, estaba tan arraigada a sus mentes, que
ellos tenían una actitud completamente distinta
en torno a su situación. Daniel le rogó a su jefe
que les dieran la oportunidad de comer legumbres
por diez días, y al cabo del tiempo la apariencia
de ellos lucía mejor. Así que, fue una prueba de
sus convicciones.
¿Qué clase de hombre fue Daniel?
■ Fue un hombre valiente: Decidió honrar las
leyes de Dios al rehusar comer la comida del rey;
Daniel y sus amigos pudieron haber perdido sus
vidas, pero ellos sabían que un compromiso
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 podría conducir al otro.
■ Fue un hombre de fe: Confió que Dios haría
posible que la apariencia de ellos fuera la mejor y
que sus mentes fueran las más brillantes entre
los mejores, al proponer la prueba de legumbres
por diez días.
■ Fue un hombre de humildad: Ganó el favor
de su jefe con su actitud modesta y respetuosa al
pedirle permiso para comer únicamente verduras
y agua.
■ Fue un hombre de principios: Tomó la
determinación de obedecer al Señor y dejarle las
consecuencias en sus manos, al tener creencias
que no sucumbieron bajo las preferencias de
la realeza. «Daniel propuso en su corazón no
contaminarse con la porción de la comida del
rey, ni con el vino que él bebía; pidió, por tanto,
al jefe de los eunucos que no se le obligase a
contaminarse» (Dn 1.8).
Daniel y sus tres amigos llegaron
hasta las últimas consecuencias,
Daniel 1.15–17.
■ Ellos fueron promovidos a posiciones de
honra: Cuando Daniel, Ananías, Misael y Azarías
entraron al servicio del rey, Nabucodonozor los
encontró 10 veces mejores que sus otros hombres.
Más tarde, el profeta se distinguió de los 120
funcionarios gubernamentales, por su servicio
excelente. Dios le dio una larga vida porque
Daniel era un hombre de convicciones sólidas.
■ Ellos fueron probados en todo lugar a
donde llevaron sus convicciones: Daniel
valientemente interpretó los sueños de
Nabucodonozor y las consecuencias a las que le
llevaría su arrogancia, si no cambiaba sus caminos
(Dn 4.19–27). El profeta declaró a Belsasar que
su reino había llegado a su fin (Dn 5.1–31).
Sadrac, Mesac y Abed-nego rechazaron postrarse
ante la imagen de oro de Nabucodonozor, a
pesar de la amenaza de ser lanzados en un
horno ardiente (Dn 3.16–18). Daniel continuó
con su práctica de oración al Señor hasta las
ultimas consecuencias, no le importó que el
edicto hubiera entrado en vigencia y fuera lanzado
al foso de los leones (Dn 6.1–20).
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¿Qué podemos esperar cuando
vivimos por convicciones piadosas?
■ La protección de Dios: el Señor cubrió a
estos jóvenes piadosos en cada situación que
ellos confrontaron.
■ Pruebas y sufrimientos: quienes procuran
vivir movidos por convicciones piadosas serán
probados, acusados con los estándares que rigen
este mundo y falsamente acusados o maltratados,
hasta al punto de ir a la muerte.
■ Ser promovidos: Dios honra y promueve a
quienes sostienen firmemente sus convicciones.
■ El trabajo del Señor en la vida de otros:
los reyes, a quienes Daniel sirvió, tuvieron que
reconocer el Dios verdadero al que Daniel servía.
La gente a su alrededor quiere saber si su vida es
consecuente con los principios bíblicos. Ellos
quieren escuchar en nuestras conversaciones, que
somos fieles a nuestras convicciones. Llévelas a
donde sea que vaya: a su casa, al lugar de trabajo,
a la escuela, a la universidad y a su comunidad.
CONCLUSIÓN:
Daniel nos provee un ejemplo poderoso de
cómo defender nuestras convicciones. Él vivía
en un pueblo extranjero lejos de los valores
familiares. Los babilonios habían planeado
amoldarlo a su cultura pagana para desarraigarlo
de sus convicciones.
Una sociedad secularizada requiere jóvenes
valerosos que como Daniel no contaminen ni
comprometan su relación con Dios frente a
las presiones que enfrentan. Se necesita de
cristianos genuinos con principios inmutables
e inalterables, que sean inamovibles a las
influencias de los estándares sociales y basen
sus convicciones en la Palabra de Dios.
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