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El ejército es el instrumento del que Roma se valió para conquistar primero y mantener
después un imperio que abarcaba toda la cuenca del Mediterráneo. No siempre estuvo al mismo
nivel ni dominó en todo momento la técnica guerrera, prueba de ello es las diferentes derrotas que
sufrió a lo largo de su historia. Sin embargo, tuvo la gran virtud de no considerar nunca la derrota
en una batalla como la derrota total de la guerra y, además, supo aprovechar la experiencia para
mejorar las técnicas y conseguir ser el poderoso ejército que mantendría unido durante varios
siglos el Imperio.
De todo esto se desprende que es difícil hablar de manera uniforme del ejército romano.
Se podría hablar de tres ejércitos: el de la Monarquía, el de la República y el del Imperio.
2. ORIGEN.
En los primeros tiempos de Roma el ejército en su conjunto recibe el nombre de legio, del
verbo legere (recoger > tropas reclutadas). En el primitivo ejército hay un cuerpo de caballería,
pero el peso principal recae sobre la infantería.
• Primera época.
El reclutamiento de los soldados se hacía teniendo en cuenta la división del pueblo romano
en 30 curias y 3 tribus. Cada curia aportaba 100 soldados de infantería (centuria) y 10 soldados
de caballería (decuria). El ejército estuvo compuesto, pues, de 3000 infantes (pedites) y 300
jinetes (equites). El armamento lo aportaba el soldado, no la ciudad, de ahí que los infantes se
diferenciaran según su fortuna: los mejor equipados serían los ricos. Cada año se procedía al
licenciamiento y a la movilización ya que el ejército no fue permanente, pues las guerras
comenzaban en primavera y acababan normalmente en otoño; terminada la campaña volvían a
sus actividades cotidianas.
• La reforma de Mario.
Mario, general romano (133 a.C.), introdujo las siguientes reformas en el ejército:
a) Sustitución del manípulo, como unidad táctica fundamental, por la cohorte (cohors), formada
por tres manípulos: uno de hastati, otro de principes y un tercero de triarii, dispuestos uno al lado
del otro.
La triple línea (triplex acies), compuesta antes por manípulos, desde Mario estuvo constituida por
cohortes, formando un frente de 3 líneas: 4 cohortes en la primera, 3 en la segunda y 3 en la
tercera. Para entrar en combate, las cohortes se colocaban separadas entre sí, de manera que, si
las cohortes de la primera fila flaqueaban, podían retirarse a retaguardia por los huecos que
dejaban los de la segunda y tercera línea.
b) Modificación del sistema de reclutamiento: sustituyó el antiguo alistamiento de ciudadanos por el
reclutamiento voluntario. De esta manera pudo reclutar a toda clase de personas, incluidos los
proletarios (los más pobres), y formó un ejército profesional y mercenario (cobraban un sueldo)
frente a los soldados-ciudadanos de antes.
c) Desaparición de los socii como fuerzas distintas para pasar a integrarse en las legiones.
d) Desaparición de los velites y de la caballería legionaria, que son sustituidos por auxilia.
e) Adopción de enseñas y numeración para las legiones, que les dan una identidad y una
continuidad. Instituyó la insignia legionaria: un águila de plata.
f) Reforma en el armamento y equipo del soldado. Generalizó el pilum, scutum y galea.
Como consecuencia de la reforma de Mario el ejército llegará a convertirse en una gran fuerza a
disposición de generales ambiciosos.
• Alto Imperio.
Bajo el Principado el ejército queda dividido en dos:
1. El séquito del emperador: tiene sus cuarteles en Roma y además de proteger al emperador
protege a la ciudad. Estaba formado por:
o Las cohortes pretorianas: eran una especie de guardia personal y constituían la principal
defensa de la ciudad. Augusto creó 9. Tenían 1000 hombres y estaban divididas en 3
manípulos y éstos a su vez en 2 centurias. Tenían un acompañamiento permanente de
caballería, que se agrupaba en turmas.
o Las cohortes urbanas: encargadas de los servicios públicos. No salen nunca a campaña. Al
principio eran tres.
o Las cohortes de vigiles: eran las de menos prestigio, se ocupaban de la vigilancia nocturna y
de la extinción de incendios. Estaban integradas por esclavos libertados, que después de
unos años de servicio adquirían la ciudadanía. Eran 7 cohortes.
•Bajo Imperio.
Constantino introduce profundas reformas, divide el ejército en:
1. Ejército de cobertura: sigue la organización de la época anterior, pero se hace estático.
2. Ejército de campaña: queda vinculado al emperador y a los jefes militares; está formado por los
palatini, especie de guardia personal del emperador, aunque su escolta propiamente dicha son los
domestici y scholae.
Las legiones se convierten en batallones de infantería, con un efectivo de unos 1000
hombres. La caballería adquiere mayor importancia y se independiza de la legión. Las diferencias
entre legiones y auxilia se suprimen, como resultado de la extensión de la ciudadanía y de la
barbarización del ejército. Los números adquieren gran importancia y se convierten en unidades
escogidas.
6. EL COMBATE.
El éxito en las guerras de la antigüedad dependía, fundamentalmente, del orden
presentado en el campo de batalla. Roma conoció varias disposiciones, que empleó en distintos
momentos, según con el enemigo al que se enfrentaba y los territorios en los que debía librarse el
combate.
• Formación en falange.
Se cree que la formación esencial antes de la formación por manípulos fue la formación en
falange: era de orden cerrado, con frente muy amplio y poco fondo. La falange estaba dividida en
seis filas con un frente de 500 pedites; al final o a los lados de la formación en falange se
colocaban los 1200 velites. La caballería -equitatus- también prestaba su apoyo; al salir a
campaña cada legión disponía de 300 equites.
Los defectos que presentaba esta formación eran la facilidad de desorden y la poca
capacidad de maniobra en terrenos accidentados.
• Formación en manípulos.
Cada una de las legiones en orden de batalla -acies- se presentaba en tres líneas,
articuladas en manípulos. Los hastati se colocaban en primera línea. Cada manípulo formaba un
rectángulo de 120 soldados (con un frente de 20 y un fondo de 6) y se escalonaba de tal modo
que, entre dos manípulos consecutivos, se dejaba un intervalo que estaba cubierto en segunda
línea por un manípulo de principes. Los manípulos de triarii (frente de 20 soldados y fondo de tres)
formaban la tercera línea y cubrían los intervalos que dejaban los manípulos de los principes.
Resultaba así una formación en tresbolillo o quincunce.
Esta táctica tenía grandes ventajas: los hastati avanzaban los primeros lanzaban sus
dardos -pila- sobre el enemigo y empezaban a luchar cuerpo a cuerpo. Si tenían que ceder ante el
enemigo, se retiraban detrás de los principes, y si el enemigo derrotaba también a los principes,
intervenían entonces los triarii. De este hecho deriva la expresión “res ad triarios venit”, usada
para denotar que la situación había llegado a ser crítica.
La disposición del ejército en el combate también se hizo más racional: los velites
protegían desde el comienzo del combate las alas -cornua- y se adelantaban para soliviantar e
inquietar al enemigo; los aliados -socii- se colocaban a ambos lados de las legiones y la caballería
-equitatus- actuaba en las dos alas -cornua-.
La táctica manipular estuvo en vigor hasta Mario; todavía Metelo, su antecesor inmediato,
venció con ella en la batalla de Mutul (año 108) durante la guerra con Yugurta.
La principal ventaja de esta formación es su adaptabilidad al terreno y la capacidad de
maniobra, gracias a estar formada por unidades pequeñas. Su principal defecto es la excesiva
división de la legión ante enemigos como los teutones y los cimbros.
• Formación en cuña.
La táctica del ejército apenas varió durante toda la época imperial. Solamente en algunas
ocasiones, para luchar contra los bárbaros, se recurrió de nuevo a la falange. Sin embargo, a
partir de las reformas de Diocleciano y Constantino, se adoptó generalmente una formación
germana: el cuneus, formación de cuña truncada en forma de trapecio con el menor de los lados
paralelos frente al enemigo.
7. POLIORCÉTICA.
Bajo este nombre se engloban todas las operaciones relacionadas con el ataque y defensa
de las plazas fuertes. En orden a la poliorcética, a la artillería y a la guerra de posición, los
romanos son tributarios y discípulos de los griegos.
El asedio o acción llevada a cabo para apoderarse de cualquier recinto fortificado -ciudad,
campamento, etc.- pudo adoptar dos formas:
• Bloqueo: obsessio, obsidio.
El bloqueo no excluye, naturalmente, el uso de las armas, pero en él predomina la técnica
del cerco y las medidas de incomunicación. Entre los romanos este procedimiento se empleó con
frecuencia y con éxito. Se hacía para impedir el abastecimiento de agua y alimentos a la ciudad y,
así, conseguir su rendición. Los más conocidos son los de Alesia y Numancia.
El bloqueo cuenta, como factor esencial, con el tiempo. Por ello no se aplica sino cuando la
expugnación no es urgente o cuando el asalto no es posible. Tampoco es posible en todos los
terrenos: a veces es imposible el cerco completo, por tener la plaza salidas naturales que no se
pueden cerrar. Su medio principal es la circunvalación, sencilla o doble, con obras de fortificación
(fosos, parapetos o empalizadas, reductos o castella, unidos entre sí por brachia o munitiones). El
ejército sitiador se establece en campamentos que procuran dominar los accesos principales. En
los castella se sitúan destacamentos. A veces se dispone una circunvalación dirigida hacia el
exterior (contravallatio), para hacer frente a la eventual llegada de un ejército de socorro.
• El ataque o asalto.
Existen dos tipos: el ataque rápido y el ataque prolongado.
• El asalto sin preparación o previo asedio (oppugnatio repentina) es una operación
excepcional.
• El método de acción más usado contra una plaza fuerte es el asedio (oppugnatio longinqua),
que se da ampliamente en todas las épocas.
El material de asedio del que dispusieron los soldados romanos fue bastante variado.
Abatían las puertas o trataban de abrir una brecha en la murallas por medio del ariete -aries-, un
largo y pesado tronco rematado con un hierro en forma de cabeza de carnero (de ahí su nombre).
Asimismo abrían brechas en las murallas con hoces -falces murales-, una especie de ganchos
enmangados en fuertes pértigas, y socavaban los cimientos de las murallas enemigas por medio
de galerías subterráneas -cuniculi-. Otro medio empleado consistió en la construcción de un
terraplén -agger- al que solían dar la misma altura del muro con el objeto de batir al enemigo con
mayor facilidad. En cada extremo del terraplén levantaban un andamiaje de asalto -turris mobilis-
montado sobre ruedas. Estos torreones de asalto solían tener tres pisos: en el bajo se colocaban
lo soldados que manejaban el ariete; en el segundo había un puente levadizo para apoyarlo sobre
las murallas de la ciudad asaltada; y en el tercero iban soldados con armamento ligero y armas
arrojadizas para obligar al enemigo a desalojar los muros.
Los asediados, por su parte, procuraban por todos los medios neutralizar los trabajos de
los sitiadores. Las medidas de defensa contra el asedio son de varia índole:
a) Medidas encaminadas a impedir o entorpecer el aprovechamiento y utilización, por el sitiador,
del terreno circundante (devastación, inundación, tala de bosques).
b) Medidas que tienden a reforzar los medios defensivos de la plaza misma (acopio de provisiones,
refuerzo de las murallas y de las puertas, mayor elevación de aquéllas, construcción de torres de
observación, a veces en oposición a las del sitiador, emplazamiento de artillería).
c) Uso de las armas contra las tropas sitiadoras o contra las obras de asedio. El fuego tiene una
extraordinaria importancia. El asalto a los muros se rechazaba arrojando desde lo alto objetos
pesados y derribando las escalas con horquillas (furcae). Contra el ariete se usaban centones que
atenuaban el choque, o se trataba de volcarlo enganchando al propio ariete o el testudo que lo
protegía con cuerdas provistas de garfios (laquei, forfices, lupi) o de aplastarlo con grandes masas
lanzadas desde el adarve.
Un arma usada frecuentemente en la defensa desde los muros son los pila muralia, grandes
lanzas de madera, hasta de 2 metros de largo, sin moharra metálica, sino con ambos extremos
endurecidos a fuego.
Los asaltantes se protegían de los proyectiles lanzados desde lo alto de las murallas con varios
procedimientos. Entre éstos están:
a) El mantelete -vinea-. El mantelete era una máquina de guerra construida con maderos y
cubierta con pieles o sacos mojados debajo de la que los soldados podían avanzar a cubierto de
los proyectiles o del fuego lanzado por el enemigo; se movía sobre ruedas. A veces se reunían
varios manteletes formando verdaderas galerías.
b) El testudo. La testudo era una vinea con un techo más fuerte, bajo el que los asaltantes
accionaban el ariete o bien minaban el muro. También era una formación de asalto, en la que los
soldados se apiñaban con los escudos puestos sobre sus cabezas a modo de caparazón de
tortuga.
c) Una galería -musculus- cubierta y móvil bajo la que se protegían los sitiadores.
d) El pluteus. Vegecio lo describe como un escudo de mimbre, cubierto de pieles y movible sobre 3
ruedas o rodillos, uno en medio y otro en cada extremo.
8. EL EJÉRCITO EN MARCHA.
Generalmente el ejército, cuando efectuaba un movimiento lejos del enemigo, marchaba
en columna -agmen-. Desde la época de la República son conocidos dos tipos de marcha: el
agmen pilatum y el agmen quadratum.
• El agmen pilatum.
En esta formación el ejército está dispuesto en columna. Marchan en primer lugar los
extraordinarii. Siguen a éstos el ala derecha de los socii y la impedimenta de éstos, detrás. Luego,
las dos legiones, cada una de las cuales lleva detrás su impedimenta. A continuación, el ala
izquierda de los socii, con su impedimenta. Detrás las acémilas con el equipaje del ejército,
protegidas por una parte de la caballería, pues el resto marcha con las unidades de infantería, a
las que está unida. Las legiones y las alas de socii alternaban por días el orden de marcha con el
fin de lograr equilibrio en la llegada a los lugares de abastecimiento del ejército.
• El agmen quadratum.
Esta formación se utilizaba cuando había peligro de un ataque enemigo, ya que, por su
longitud, el agmen pilatum era muy vulnerable. Sin embargo no está muy claro la disposición
exacta de las unidades en este orden de marcha. Parece ser que los manípulos iban unos junto a
otros, de manera que, si eran atacados por un flanco, fácilmente pudieran presentar un frente de
batalla.
Otros tipos de formaciones son:
• El agmen munitum.
Se caracteriza porque la impedimenta iría flanqueada por las legiones, y la vanguardia y
retaguardia estarían protegidas por los socii y auxilia y la caballería.
• El agmen expeditum.
No se refiere a una disposición especial, sino a que los soldados iban preparados para
luchar sobre la marcha y por tanto no llevaban equipaje, sino sólo las armas.
• El orbis.
A veces, cuando se esperaban ataques por múltiples frentes, se formaba el orbis, una
formación redonda con más o menos regularidad, dejando en el interior las acémilas y bagajes.
Se calcula que el legionario romano realizaba cada día una marcha de 20 a 25 kms.
-iustum iter-, aunque en caso de premura, se iba a marchas forzadas -magnis itineribus-, que
podían llegar a los 50 kms. El soldado romano, aunque a veces llevaba sólo las armas, por lo
general llevaba con él sus efectos personales. En total, y sin contar las armas, parece que el
bagaje pasaba de los 30 kilos. Normalmente las marchas no duraban muchos días, pero en caso
de que duraran varios días, cada cuatro o cinco había un descanso.
Dentro de las marchas, conviene destacar el paso de los ríos, por las dificultades que
presenta. Generalmente se hacía por vados. Cuando la corriente era muy fuerte, se situaban un
poco más arriba del paso acémilas o jinetes para frenar un poco la fuerza. Igualmente, otro grupo
más abajo para recoger a los que cayeran. Si esto no era posible, el paso se hacía por medio de
puentes, generalmente flotantes, de los que el más simple era el de barcas unidas por los lados.
Pero presentaba dificultades para pasar las cargas y los animales, por lo que se hacía un puente
uniendo balsas, que tenían la desventaja de ser superficies planas. Generalmente estos puentes
se colocaban en diagonal, para romper la fuerza de la corriente. Se sabe que, en ocasiones, se
construyeron puentes fijos; pero esto tenía el inconveniente de las dificultades técnicas y el coste
de tiempo.
9. EL CAMPAMENTO.
El ejército romano dominó a la perfección la técnica de la construcción de campamentos,
tanto permanentes -stativa- o invernales -hiberna-, como para fortificarse para pasar la noche,
después de una jornada de marcha. En este último tipo es donde más se demuestra el dominio y
la organización, de tal forma que en poco tiempo eran capaces de construir un campamento. Las
noticias que poseemos del campamento fundamentalmente son de Polibio, Higinio y César.
El emplazamiento del campamento dependía de la situación del enemigo, si estaba cerca o
no, o si el terreno era accidentado o llano. Generalmente seguían el trazado regular; pero podía
ser modificado si las circunstancias lo requerían. Los lugares preferidos eran las pendientes
suaves y las llanuras. Si está el enemigo cerca, se orienta hacia él; si no, se busca en la
orientación la facilidad del abastecimiento de agua y forraje.
El trazado lo realiza una patrulla, mandada por un tribuno, sirviéndose de la groma, que es
un instrumento óptico. El trazado interior se marca con banderas, de modo que, cuando llega el
ejército, ya sabe cada soldado dónde tiene que situarse y lo que tiene que hacer. El campamento
generalmente tiene forma cuadrada; durante el imperio, rectangular; pero puede adoptar otras
formas, que no afectan casi a la distribución exterior.
Está protegido por un foso y el vallum, que consta de agger (un terraplén), para cuya
construcción se aprovechaba la tierra sacada del foso, y, sobre él, una empalizada, el vallum
propiamente dicho. Fuera de este recinto sólo pernoctaban los velites y en las tiendas había un
espacio libre, el intervallum, que impedía que, en caso de ser atacados repentinamente, los
proyectiles alcanzaran las tiendas; además permite entrar y salir a las fuerzas sin chocar ni
estorbarse mutuamente; también sirve para almacenar el botín y guardar el ganado.
En la organización interna el campamento se hallaba dividido por una calle transversal, via
principalis o cardo maximus, que unía las dos puertas laterales (orientado de norte a sur); ésta, a
su vez, era cruzada perpendicularmente por el decumanus maximus (orientado de oeste a este),
que unía la puerta praetoria y la decumana (orientada al oeste y la más alejada del enemigo).
En la parte más próxima a la puerta praetoria se instalaba lo que se pudiera llamar parte
noble: el pretorio, en un lugar destacado y que dominara todo el campamento; a un lado del cual
estaba el foro y a otro, el cuestorio y el tribunal, donde se realizaban los augurios. A ambos lados
de este núcleo se situaban la caballería y las tropas elegidas; detrás las tropas auxiliares y,
delante, las tiendas de los tribunos y los legados.
Al otro lado de la via principalis se hallan las legiones y los aliados. Esta parte se encuentra
dividida por una calle paralela a la principal, via quintana, y las tropas están divididas en
cuadrados o rectángulos por pequeñas calles, strigae.
Este tipo de campamento, que es el conocido bajo la República, subsiste, en líneas
generales, durante el Imperio. Varía, a veces, la distribución de la tropa, ya que, en situación de
peligro, los auxilia quedan en el interior y las legiones, en el exterior; pero la distribución es casi
igual.