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En eso pensaba el lunes, en que soaba demasiado y en que le gustara vivirlo en lugar de imaginarlo. Entonces fue que vio el auto amarillo frente al suyo y escuch crujir de metal y vidrios. Pero ella no muri, sino hasta dcadas despus. As fue que, luego de salvar ilesa, dej la perniciosa mana de soar despierta y no volvi a chocar.
Patricia Pndola
Taller de Microcuento, Encuentro de Microficcin, U.V., Valparaso 2011