¿Realmente somos plenamente ubicuos y transterritoriales?, ¿pertenecemos a un lugar y a la vez al otro, o dejamos de pertenecer a uno cuando lo abandonamos?, son algunas de las preguntas enunciadas por Miguel Zegarra, curador junto con Rosario Wenzel de la exposición “En Tránsito al Paraíso. Imaginarios de la Migración”. Estas pertinentes interrogantes sirven de eje conductor de la peculiar e intimista visión de once artistas autoexiliados, que específicamente residen en diversas ciudades de Norte América y Europa, y que participan en este proyecto.
A pesar de que esta muestra no tiene un carácter histórico, tiene claramente dos ejes temporales propuestos: El primero, los noventas, significó para muchos artistas el éxodo de la crisis por la que atravesó el Perú; por otro lado la presente década es el espacio de tiempo donde un gran número de artistas buscaron empoderar sus carreras mudándose a otras latitudes, la tan anhelada internacionalización.
La mayoría de las obras son trabajos exclusivamente con visiones peculiares e intimistas y no evidencian el contexto global de la problemática, donde existen intensos y crudos procesos de migración. Sin embargo, hay algunos pocos proyectos que sí nos confrontan a una crítica abierta y desenfadada sobre la condición de migrante, de sudamericano.
Tal es el caso de Paola Cabrera, autoexiliada en México D.F., quien presenta en esta exposición la instalación “Blue Screen” (“The Passenger”, 2009), la cual hace un homenaje a la escena de la película “El Pasajero”, de Michelangelo Antonioni, donde Jack Nicholson se roba el pasaporte de un traficante de armas asumiendo el fantástico reto de vivir la existencia e identidad de otro. Situación análoga para muchos migrantes de todos los estratos sociales.
Por su parte, Alejandra Ballón, autoexiliada en Ginebra, con “Fronteras sensibles” (2009), pasa por una máquina de rayos X su propio pasaporte intervenido con sellos falsos y reales. Una intensión de sinceramiento personal y una búsqueda de la identidad real que va mucho más lejos que lo nominal o documental.
Completan esta exposición los proyectos de Grimanesa Amorós, Elena Damiani, Luisanna González, Carolina Kecskemethy, Cecilia Noriega-Bozovich, Marco Pando, Humberto Polar, Alessandra Rebagliati y Patricia Vega. Todos los que participan en esta muestra evidencian, de forma directa o indirecta, su implicación con el Perú. El punto de origen de estos tránsitos se mantiene vigente.
Es de notable pertinencia que en una galería comercial como Vértice, se haga una exposición de estas características. El éxodo, la tierra prometida, deja/dejó de ser una visión onírica y se convierte en un realidad pura y dura donde adaptación, tránsito y supervivencia marcan tajantemente el devenir de cada artista-migrante.
DAVID FLORES-HORA
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Visiones del éxodo | Textos de mArte | Expreso | Lima, 20 de marzo de 2009
¿Realmente somos plenamente ubicuos y transterritoriales?, ¿pertenecemos a un lugar y a la vez al otro, o dejamos de pertenecer a uno cuando lo abandonamos?, son algunas de las preguntas enunciadas por Miguel Zegarra, curador junto con Rosario Wenzel de la exposición “En Tránsito al Paraíso. Imaginarios de la Migración”. Estas pertinentes interrogantes sirven de eje conductor de la peculiar e intimista visión de once artistas autoexiliados, que específicamente residen en diversas ciudades de Norte América y Europa, y que participan en este proyecto.
A pesar de que esta muestra no tiene un carácter histórico, tiene claramente dos ejes temporales propuestos: El primero, los noventas, significó para muchos artistas el éxodo de la crisis por la que atravesó el Perú; por otro lado la presente década es el espacio de tiempo donde un gran número de artistas buscaron empoderar sus carreras mudándose a otras latitudes, la tan anhelada internacionalización.
La mayoría de las obras son trabajos exclusivamente con visiones peculiares e intimistas y no evidencian el contexto global de la problemática, donde existen intensos y crudos procesos de migración. Sin embargo, hay algunos pocos proyectos que sí nos confrontan a una crítica abierta y desenfadada sobre la condición de migrante, de sudamericano.
Tal es el caso de Paola Cabrera, autoexiliada en México D.F., quien presenta en esta exposición la instalación “Blue Screen” (“The Passenger”, 2009), la cual hace un homenaje a la escena de la película “El Pasajero”, de Michelangelo Antonioni, donde Jack Nicholson se roba el pasaporte de un traficante de armas asumiendo el fantástico reto de vivir la existencia e identidad de otro. Situación análoga para muchos migrantes de todos los estratos sociales.
Por su parte, Alejandra Ballón, autoexiliada en Ginebra, con “Fronteras sensibles” (2009), pasa por una máquina de rayos X su propio pasaporte intervenido con sellos falsos y reales. Una intensión de sinceramiento personal y una búsqueda de la identidad real que va mucho más lejos que lo nominal o documental.
Completan esta exposición los proyectos de Grimanesa Amorós, Elena Damiani, Luisanna González, Carolina Kecskemethy, Cecilia Noriega-Bozovich, Marco Pando, Humberto Polar, Alessandra Rebagliati y Patricia Vega. Todos los que participan en esta muestra evidencian, de forma directa o indirecta, su implicación con el Perú. El punto de origen de estos tránsitos se mantiene vigente.
Es de notable pertinencia que en una galería comercial como Vértice, se haga una exposición de estas características. El éxodo, la tierra prometida, deja/dejó de ser una visión onírica y se convierte en un realidad pura y dura donde adaptación, tránsito y supervivencia marcan tajantemente el devenir de cada artista-migrante.
DAVID FLORES-HORA
¿Realmente somos plenamente ubicuos y transterritoriales?, ¿pertenecemos a un lugar y a la vez al otro, o dejamos de pertenecer a uno cuando lo abandonamos?, son algunas de las preguntas enunciadas por Miguel Zegarra, curador junto con Rosario Wenzel de la exposición “En Tránsito al Paraíso. Imaginarios de la Migración”. Estas pertinentes interrogantes sirven de eje conductor de la peculiar e intimista visión de once artistas autoexiliados, que específicamente residen en diversas ciudades de Norte América y Europa, y que participan en este proyecto.
A pesar de que esta muestra no tiene un carácter histórico, tiene claramente dos ejes temporales propuestos: El primero, los noventas, significó para muchos artistas el éxodo de la crisis por la que atravesó el Perú; por otro lado la presente década es el espacio de tiempo donde un gran número de artistas buscaron empoderar sus carreras mudándose a otras latitudes, la tan anhelada internacionalización.
La mayoría de las obras son trabajos exclusivamente con visiones peculiares e intimistas y no evidencian el contexto global de la problemática, donde existen intensos y crudos procesos de migración. Sin embargo, hay algunos pocos proyectos que sí nos confrontan a una crítica abierta y desenfadada sobre la condición de migrante, de sudamericano.
Tal es el caso de Paola Cabrera, autoexiliada en México D.F., quien presenta en esta exposición la instalación “Blue Screen” (“The Passenger”, 2009), la cual hace un homenaje a la escena de la película “El Pasajero”, de Michelangelo Antonioni, donde Jack Nicholson se roba el pasaporte de un traficante de armas asumiendo el fantástico reto de vivir la existencia e identidad de otro. Situación análoga para muchos migrantes de todos los estratos sociales.
Por su parte, Alejandra Ballón, autoexiliada en Ginebra, con “Fronteras sensibles” (2009), pasa por una máquina de rayos X su propio pasaporte intervenido con sellos falsos y reales. Una intensión de sinceramiento personal y una búsqueda de la identidad real que va mucho más lejos que lo nominal o documental.
Completan esta exposición los proyectos de Grimanesa Amorós, Elena Damiani, Luisanna González, Carolina Kecskemethy, Cecilia Noriega-Bozovich, Marco Pando, Humberto Polar, Alessandra Rebagliati y Patricia Vega. Todos los que participan en esta muestra evidencian, de forma directa o indirecta, su implicación con el Perú. El punto de origen de estos tránsitos se mantiene vigente.
Es de notable pertinencia que en una galería comercial como Vértice, se haga una exposición de estas características. El éxodo, la tierra prometida, deja/dejó de ser una visión onírica y se convierte en un realidad pura y dura donde adaptación, tránsito y supervivencia marcan tajantemente el devenir de cada artista-migrante.
DAVID FLORES-HORA