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Inmigración es la entrada a un país de personas que nacieron o proceden de otro lugar.

Representa una de las dos opciones o alternativas del término migración, que se aplica a
los movimientos de personas de un lugar a otro y estos desplazamientos conllevan un
cambio de residencia bien sea temporal o definitivo. Las dos opciones de los
movimientos migratorios son: emigración, que es la salida de personas de un país,
región o lugar determinados para dirigirse a otro distinto e inmigración, que es la
entrada en un país, región o lugar determinados procedentes de otras partes. De manera
que una emigración lleva como contrapartida posterior una inmigración en el país o
lugar de llegada.

Así pues, resulta válido estudiar la inmigración desde el punto de vista del país de
acogida o más bien de entrada, ya que la situación es muy diferente e incluso a menudo
opuesta a la del país o lugar de emigración. Una enorme gama de situaciones políticas y
problemas se plantea por la casi siempre inevitable diferenciación cultural, económica y
social existente entre las poblaciones inmigrantes y las del país de recepción, e incluso
entre los mismos inmigrantes cuando proceden de países y hasta de continentes
distintos.

Mapa con la distribución territorial del español en los Estados Unidos (según el censo
de 2000).

Contenido
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• 1 Causas
• 2 Las migraciones en el pasado y en la actualidad
○ 2.1 Migraciones en la actualidad
○ 2.2 Migraciones recientes
• 3 La inmigración en los diferentes continentes
○ 3.1 América
○ 3.2 Europa
○ 3.3 Oceanía
○ 3.4 Asia
• 4 Problemática
• 5 Posturas sobre la inmigración
• 6 Véase también
• 7 Referencias
• 8 Enlaces externos

Causas [editar]
Los procesos migratorios son inherentes a la especie humana y a muchas otras especies.
Nacen del instinto de conservación de la especie más que del individuo, y se deben
siempre a una evaluación comparativa del entorno donde se vive en cuanto a los
recursos y posibilidades con que se cuenta, y de un entorno diferente, en el que existe
una percepción de que esos recursos y posibilidades pueden ser mayores y mejores.
Existen varias causas para la inmigración que van desde la escala global hasta motivos
personales.
Probablemente una de las más comunes es la migración por motivos económicos, ya
que muchas personas emigran buscando en otro país mayores ingresos o un mejor nivel
de vida. En la actualidad este tipo de migración típicamente ocurre desde países menos
desarrollados a países más desarrollados y en muchos casos estos inmigrantes ingresan
o se mantienen de forma ilegal en el país de destino.
Otro motivo importante para la inmigración es qué le puede estar pasando a uno en el
país de origen. Uno puede querer emigrar por la persecución política, étnica o religiosa
o para escaparse de guerras o de situaciones políticas inestables.
En algunos casos la inmigración está asociada a profesiones o empleos, como por
ejemplo los misioneros religiosos, empleados de corporaciones transnacionales,
empleados de organizaciones no gubernamentales internacionales o empleados del
servicio diplomático. En el caso de los científicos, es, en algunos casos, esperable, o
incluso requerido, que como parte de su carrera estudien o trabajen en países distintos al
país de origen.

Las migraciones en el pasado y en la actualidad [editar]


Lo mismo puede decirse de la tradición islámica (la Hégira), la judía (el Éxodo o Huida
de Egipto, los 40 años de la vida en el desierto del Sinaí, el establecimiento en Canaán,
etc.)
Migraciones en la actualidad [editar]
Las migraciones han sido una necesidad para la humanidad desde la más remota
antigüedad, cuando el ser humano se desplazaba de un lugar a otro en busca de medios
de subsistencia o para eludir a enemigos humanos o naturales, recorriendo de esta forma
el planeta. Históricamente, las migraciones han cambiado totalmente el aspecto de los
países, influyendo en su composición racial, lingüística y cultural, así como otros
cambios importantes de gran repercusión.
Hace mil quinientos años, en lo que actualmente conocemos como Moscú, no había un
sólo ruso, en Hungría no había un sólo húngaro, en Turquía no había turcos, España
empezaba a ser visigoda, en América sólo vivían indígenas, en Australia sólo polinesios
y melanesios, en la región de Kosovo vivían en forma minoritaria los albaneses, lo que
hace todavía más complejo el término.
Migraciones recientes [editar]
Emigrantes europeos desembarcando en Ellis Island en Nueva York (EE. UU.), en 1902.
En el pasado, grandes flujos de inmigrantes hicieron que países americanos se
convirtieran en prósperos y activos. Los Estados Unidos son los que tradicionalmente
recibieron (y siguen recibiendo) a inmigrantes de todas partes del mundo.
Sólo cuatro países promueven actualmente la inmigración (Australia, Canadá, Israel y
Nueva Zelanda), en el caso de Israel a cualquier judío que esté en la diáspora, en los
otros limitándose a aquellos interesados que demuestren su 'empleabilidad' potencial y
un nivel adecuado de adaptación a las culturas locales.
Otros países le permiten en circunstancias especiales, por ejemplo para cubrir puestos
donde la oferta local es escasa, para inversionistas, en caso de matrimonio, o asilo
político, o bajo acuerdos multilaterales como en la Unión Europea.
Las diferenciales salariales pueden ser tan importantes que la inmigración ilegal puede
volverse una importante "industria". Otras razones que impulsan la inmigración
incluyen la persecución política y la reagrupación familiar.
Muchos negocios (legítimos) se han desarrollado como respuesta a la presencia de las
comunidades inmigrantes: envío de dinero, locutorios, restaurantes típicos y
especialidades propias de la cocina del país lejano.
Algunos economistas afirman que un mercado laboral libre a nivel mundial, sin
restricciones a la inmigración, contribuiría a largo plazo, a impulsar la prosperidad
general, teniendo un efecto más beneficioso que la libre circulación de bienes y
capitales. Otros están en desacuerdo, señalando que esa situación afectaría
negativamente a los salarios y a la sindicalización de los trabajadores, y dispararía la
población a niveles insostenibles. En pro de esta última idea se encuentra el hecho de
que el desarrollo tecnológico está dejando sin empleo a millones de personas cada año,
tanto en los países desarrollados como subdesarrollados. Y otra idea que hay que tener
en cuenta es la del fantasma de la superproducción, tanto de productos agrícolas como
industriales, a pesar de que cada vez existen más millones de personas fuera de los
niveles mínimos de consumo.
Además de los países que alientan la inmigración, probablemente países típicos de
inmigrantes son Alemania, Australia, Canadá, Estados Unidos de América, Francia,
Reino Unido, España entre otros; siendo en ellos donde podemos estudiar el fenómeno
de los extranjeros que van para trabajar. Asimismo los típicos países que ahora, tienen
un alto porcentaje de emigración serían Albania, Argentina, Bulgaria, Colombia, China,
Cuba, India, Marruecos, México, Turquía, Ecuador, Perú, Uruguay y Rumania entre
otros países del orbe. Constituyéndose así, como regiones expulsoras o protagonistas de
grandes movimientos inmigratorios, siendo así la América Latina, Europa Oriental, Asia
y África, las principales regiones expulsoras de inmigrantes hacia el mundo altamente
desarrollado.
Existen algunas naciones, como es el caso de naciones latinoamericanas que por su
situación geográfica, su relativo bienestar y crecimiento, en comparación con otras
naciones de la región, padecen de un constante movimimiento migratorio, emigración e
inmigración, siendo el caso de Argentina, Brasil, Chile y México.
Al día de hoy, los países americanos donde en la gran mayoría de su población se
observa la presencia o la mezcla con el elementos migratorios europeos, o de otros
continentes son: Estados Unidos, Canadá, Argentina, Brasil, Chile, Cuba, Costa Rica,
Puerto Rico y Uruguay.
En el caso de muchas regiones del globo, el fenómeno migratorio no solo constituye
emigración o inmigración; específicamente en América Latina se observa que algunos a
lo largo de cientos de años, muchos países de la región, dada su situación geográfica, su
crecimiento económico pujante, determinado nivel de bienestar adecuado y relativo en
comparación con otros países de la región, han ocasionado que determinadas naciones
sean escenario de un constante flujo emigratorio e inmigratorio.
En el caso de Argentina, que como muchas naciones de América, ésta fue receptora
masiva de inmigración, especialmente europea debido a fuertes crisis económicas, la
represión y desequilibrio interno que generaron los regímenes militares, aunado a esa
inestabilidad política, económica y social. Esto ocasionó que desde el último tercio del
siglo XX hasta la actualidad, numerosos argentinos emigraran a otros países,
principalmente de Latinoamérica y la Europa Occidental.
Lejos de la persecución política y las crisis económicas de este periodo, la mayoría de
los argentinos emigraron a países como Brasil, Chile,España, Francia, Italia, México,
siendo este último el país huésped de la mayor comunidad argentina en el exterior,
siendo una población significativa dentro de la sociedad mexicana, además que la
presencia de su trabajo y su participación en la economía nacional se hacen patentes en
el sector terciario, así como en otros rubros, como la educación y el entretenimiento. La
argentina constituye la segunda comunidad extranjera de México, después de la
española.
La inmigración en los diferentes continentes [editar]
América [editar]
Luego de que los europeos llegaran a América, una parte de los indígenas originarios
fueron desplazados o exterminados por los europeos y otra gran parte terminó también
mezclándose con ellos, dando origen al mestizaje, que forma en Hispanoamérica
principalmente, la mayor parte de la población actual, en especial en países o regiones
como México o Colombia. Entre los pueblos europeos que participaron activamente en
estas emigraciones masivas hacia América, además de los españoles, podemos citar a
los ingleses, portugueses, franceses, alemanes, italianos y holandeses. Debido a la
escasez de mano de obra, sobre todo en el trabajo de las llamadas plantaciones, se
importaron esclavos africanos de raza negra, en especial de los países del Golfo de
Guinea, lo que cambió nuevamente la composición de la población y nuevas mezclas
raciales: mulatos, zambos, y otras denominaciones que ya no suelen emplearse. Los
descendientes, cada vez más mezclados con los otros grupos raciales, predominaron en
las regiones de clima cálido próximas a la costa, donde constituían la mano de obra de
las principales haciendas o plantaciones de caña de azúcar, cacao y algodón, entre otros
cultivos.
En las islas del Caribe, donde el impacto de la Conquista diezmó a la población
indígena muy pronto, los europeos sustituyeron el trabajo de los indígenas con el de los
esclavos, por lo cual, el impacto africano en el poblamiento fue, en algunas regiones
costeras, más importante que el indígena: podríamos decir que, mientras que los Andes
siempre han sido indoamericanos, las Antillas se convirtieron en afroamericanas.
También el sureste de los Estados Unidos recibió una gran cantidad de esclavos como
mano de obra para trabajar en las plantaciones de algodón.
Las costas del Golfo de México y del Caribe (por ejemplo, en México y Nicaragua)
también recibieron una importante inmigración de esclavos de origen africano y en este
último país, se establecieron en la llamada Costa de los Mosquitos un nombre
impropiamente derivado de los indios Misquitos que poblaban la zona. Y en el siglo
XIX, muchos campesinos de Jamaica, huyendo de la esclavitud, escaparon de dicha isla
para establecerse en esta región costera de los Mosquitos como lo recuerda la existencia
de poblaciones con nombre anglosajón, como es el caso de Bluefields, la ciudad y
puerto más importante de la zona. Y también fue muy importante el poblamiento con
esclavos africanos en las regiones costeras del Brasil para el trabajo en las plantaciones.
Europa [editar]
Además de las citadas con anterioridad, Europa ha sufrido importantes cambios de
población en el siglo XX, cuando millones de alemanes fueron expulsados de Prusia
Oriental después de la Segunda Guerra Mundial y transferidos a la Alemania del
territorio en que fue reducida después de la guerra. Así, la antigua Königsberg, paso a
llamarse Kaliningrado y esta ciudad solo está habitada por rusos, cuando antes vivían
alemanes. Los polacos fueron empujados a la Pomerania y todo el antiguo territorio
oriental dejado por los alemanes, y la zona cedida por Polonia a la Unión Soviética, a su
vez fue poblada por rusos (principalmente, rusos blancos) y ucranianos. En Estonia,
Letonia y Lituania hubo una fuerte inmigración de rusos. Los turcos fueron expulsados
de Bulgaria y otros países de los Balcanes. Los alemanes que poblaban otros países
europeos fueron expulsados, como en Checoslovaquia a Alemania y muchos otros
fueron llevados por la fuerza a Kazajistán y otras repúblicas de Asia Central.
Más recientemente muchos sudamericanos, africanos y asiáticos, así como europeos
orientales, emigran a Europa Occidental. En España, hay una fuerte inmigración de
sudamericanos, en especial, de ecuatorianos y colombianos, y de europeos orientales.
Véase también: Migración en la Unión Europea e Inmigración en España
Oceanía [editar]
En Australia y Nueva Zelanda los aborígenes (que siempre fueron escasos) fueron
desplazados por blancos de origen europeo (véase: Australia Blanca).
Asia [editar]
Países asiáticos pequeños como Singapur prácticamente fueron creados por los ingleses,
por inmigración de población humana de diferentes orígenes, pocos siglos atrás la isla
estaba despoblada, ahora supera los 4 millones de personas principalmente por una
inmigración controlada por el Estado.
En China, durante la década de los 60, muchas personas han emigrado de un sitio a otro
dentro y fuera del país por el hambre y la superpoblación, producido por catástrofes
naturales o sociales que afectaron a decenas de millones de personas, debido a la
envergadura poblacional del país.
En lo que hoy es Israel, millones de palestinos emigraron a los países vecinos en el
contexto de las guerras árabe-israelíes. A su vez millones de judíos de la diáspora
inmigraron al país.
La explotación del petróleo en los países del golfo Pérsico atrajo centenares de miles de
personas de muchas nacionalidades (y hasta millones) de todo el mundo. El motivo se
debió a que la mayoría de países petroleros se encontraban en regiones desérticas que
tenían una población muy escasa.
Problemática [editar]
La emigración tiene problemas diferentes: los que se van tienen un efecto similar al de
la disminución de la natalidad, lo que para los países de natalidad alta será un alivio.
Los que vienen tienen que integrarse en el nuevo país, primero laboralmente con una
legalidad en permisos, identificación, seguridad social y educación; al mismo tiempo
culturalmente, por el idioma nuevo, cuando es diferente del suyo, en cualquier caso
deben asumir las nuevas costumbres y formas de vida. Los valores serán de diferente
intensidad, por ejemplo el concepto de amistad, de servicio comunitario, de tiempo
libre, de horarios, de comidas, de familia, de folclore, de gustos artísticos; estos nuevos
o modificados valores se deberán atemperar con los suyos de origen para evitar
problemas inútiles, pero la diversidad cultural y la diversidad de idiomas, de religiones,
puede ser enriquecedora a veces, y creadora de conflictos graves en otros casos. De
todas formas no serán estas cuestiones los principales problemas, salvo que haya una
fuerte discriminación por los nacionales o por otros grupos de emigrantes.
Los problemas más graves y de diferente intensidad según países son documentos de
identidad legales/permiso de trabajo legal. Para sobrevivir los adultos y sus familias
necesitan trabajar, salvo que sean jubilados y vengan por reagrupación familiar. El
Estado debe proveerles de identidad, moral y psicológicamente si es preciso. Como los
mismos emigrantes reclaman: 'sólo venimos a trabajar en labores que los nacionales no
quieren hacer'. Los hechos demuestran que no es tan fácil la cuestión, pero si se superan
discriminaciones y se pone buena voluntad —diálogo— por ambas partes de seguro que
se va por el buen camino.
Cual es el balance final, la actitud de unos y otros, es buena, ciertamente la diversidad
enriquece y el nacimiento de prácticamente todos los países ha sido por movimientos
migratorios. Piénsese también en la actitud de los que llegan con un alto grado de
ilusión, de descubrimiento, de amistad cooperante, de amor a su nueva nación y de
cómo perciben la nueva realidad: en muchos casos con sorprendente admiración.
En la mayor parte de los casos por diversas razones que iban desde el hambre y la
miseria al sueño de una tierra propia que labrar y a las aspiraciones de ascenso social.
En la actualidad, con la realidad de nuestro país, las cosas se han revertido, son nuestros
jóvenes los que parten hacia esos países con la ilusión de ver realizado sus sueños.
Posturas sobre la inmigración [editar]
La inmigración es uno de los fenómenos mundiales más controvertidos. Todas las
naciones desarrolladas (y buena parte de las subdesarrolladas) restringen fuertemente el
flujo migratorio, justificándolo económicamente en la competencia desleal que
representaría para los ciudadanos una mano de obra a bajos costes y la carga que
representarían los inmigrantes a los servicios sociales de carácter público. La razón de
fondo puede ser muchas veces el temor de que la cultura nacional se vea ahogada por
una oleada de inmigrantes, especialmente cuando los inmigrantes son de otra raza,
religión o idioma. El aumento de la inmigración en Europa se ha combinado con la
xenofobia tradicional. A pesar de las razones aducidas, la política de cierre de fronteras
plantea serios problemas de respeto a los derechos humanos. Especialmente, cuando un
país pide a otro que no permita la libre salida de sus ciudadanos. En este caso, se
produce una clara violación del artículo 13 de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos, que reza así:
1. Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el
territorio de un Estado.
2. Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar
a su país.
Sin embargo, es justo reconocer que los Derechos Humanos a escala internacional no
pueden ir (en la práctica), en contra o por encima de los derechos humanos de la
población de los países de inmigración. Pensar lo contrario sería inconcebible, sobre
todo porque los países receptores de inmigrantes no podrían resolver el problema de la
superpoblación del sureste asiático, para citar un ejemplo. Más bien es al revés: la
inmigración en los países desarrollados, suele tener partidarios (sobre todo entre las
clases más poderosas económicamente) para cubrir las necesidades de dichos países
especialmente en lo que se refiere a disponer de mano de obra barata y mantener los
salarios relativamente bajos, aún a costa del perjuicio social que se pueda cometer con
la población obrera autóctona. Y en el país de emigración tampoco suele ser una
solución por el hecho de que los que han emigrado son, precisamente, los que tienen
mayor afán de superación e incluso mayor nivel de preparación. Las remesas de los
inmigrantes a sus países de origen suele compensar los aspectos tan negativos de la
emigración, aunque también ello crea un problema en el país donde viven esos
emigrantes.
Otras posturas contrarias a la inmigración argumentan razones de inseguridad
ciudadana.1

La inmigración en México ha estado marcada por las migraciones indígenas en


Mesoamérica, antes de la llegada de los europeos en el siglo XVI, y tras este
acontecimiento por la conquista y colonización española hasta comienzos del siglo XIX.
Sin embargo; la Constitución política de Los Estados Unidos Mexicanos hace mensión
de que Mexicano o Mexicana es todo aquel individio nacido dentro del territorio
nacional (espacio terrestre, marino o aéreo), hijo de padres maxicanos o de padre o
madre naturalizado (a) mexicano(a). La Historia de la nación se basa en la cultura de sus
pueblos originarios como dicta el artículo segundo en dicha constitución 2.

Descripción [editar]
La Malinche traduce la lengua de los mexicanos a Hernán Cortés.

"Pintura de Castas": De negro e india, sale zambo o Lobo

En 1859, el ofrecimiento a Maximiliano de Habsburgo de la Corona Mexicana.

Puerta de la Aduana de Veracruz en 1880, lugar donde ingresó la inmigración europea


durante el siglo XIX.
Familias italianas establecidas en la ciudad de Monterrey (1905).
Durante el período colonial también se dieron fenómenos de inmigración, con
numerosas personas secuestradas en el África subsahariana y llevados a México para
trabajar como esclavos. Desde mediados del siglo XIX y hasta 1930, México fue uno de
los receptores de la gran ola emigratoria europea, principalmente de españoles. Una de
las características de la inmigración mexicana durante el siglo XX fue la apertura del
país para recibir a refugiados políticos de todo el mundo, haciendo efectiva la tradición
latinoamericana de reconocer el derecho de asilo, principalmente de las dictaduras
latinoamericanas y del franquismo español. A partir de 1990, y en el marco de la
globalización y el TLCAN, la inmigración ha crecido notablemente en México,
proveniente principalmente de los países de América Central y Estados Unidos. Muchos
de estos inmigrantes utilizan México como país de tránsito para dirigirse a los Estados
Unidos (transmigración), la mayoría de las veces de manera irregular.
Historia [editar]
Los primeros europeos que llegaron a la Nueva España (hoy México) fueron soldados y
navegantes de Extremadura, Andalucía y La Mancha. Dentro de los soldados que
enviaba la corona española para el cuidado del territorio colonial se contaban
musulmanes cordobeses y granadinos, y africanos de marroquíes, argelinos, ceutíes,
tunecinos conversos al catolicismo para no ser perseguidos por el santo oficio. México
también fue destino para la huida de de judíos sefarditas que cruzaron el Atlántico hacia
la Nueva España. Más tarde llegaron religiosos valencianos, catalanes, madrileños,
leoneses, aragoneses, portugueses, franceses, italianos y flamencos. La composición
social de dicha inmigración de finales del siglo XVI incluía tanto gente común
analfabeta como aristócratas con títulos de condes y marqueses; todos ellos se
disgregaron rápidamente por el territorio.
La población negra ha estado presente desde el periodo colonial de la Nueva España.
Los españoles llevaron forzadamente personas de las etnia mandinga y yoruba, que
compraban en los mercados de esclavos y que posteriormente se mezclaron con los
indígenas del sur como el caso de los afromixtecos; en el sistema de castas creado por
los españoles, sobre la teoría pre-racista denominada ideología de la pureza de la sangre,
se creó una casta especial para disminuir los derechos de los descendientes de relaciones
sexuales entre indígenas y africanos subsaharianos, a los que se denominó zambos. Los
negros que lograron escapar de la esclavitud se refugiaron en las altas montañas y en las
costas del sur. Cuando la corona española conquistó a los filipinos, se estableció una
corriente de transporte y comercio entre las Filipinas y Nueva España, a través de los
puertos de Acapulco y Manzanillo, a través de la nao de China. Llegaron entonces a
México los primeros asiáticos de origen chino, filipino, indonesio y malayo.
tabla
No se han editado conteos oficiales del INEGI o CONAPO que hablen de los
residentes en México después del año 2000, aunque es muy probable que se haya
producido un incremento de las comunidades extranjeras en el periodo preliminar de
Enero-Febrero (2004) según el Instituto Nacional de Migración de México (INM),
debido a las crisis económicas de otros países y presencia internacional que México
tuvo en los dos últimos sexenios con los nuevos tratados de comercio en Norteamérica
con Estados Unidos y Canadá a través de la NAFTA, en Europa con Noruega, Suiza,
España, Alemania y con otros países de la Unión Europea. En América Latina con
Cuba, Guatemala, Honduras, Nicaragua, El Salvador, Argentina, Colombia, Brasil y

Chile. 14
Los inmigrantes enriquecen la cultura estadounidense

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por Daniel T. Griswold

Daniel T. Griswold es Director del Centro de Estudios de Política Comercial del Cato Institute.

La inmigración siempre ha sido controversial en Estados Unidos. Hace más de dos siglos Benjamín
Franklin se preocupaba de que muchos inmigrantes alemanes abrumarían la cultura predominantemente
británica de Estados Unidos. A mediados del siglo XIX los inmigrantes irlandeses eran despreciados como
borrachos y perezosos, sin mencionar a otros grupos católicos. A principios del siglo XX se creía que una
ola de "nuevos inmigrantes"-polacos, italianos, rusos judíos-eran muy diferentes como para alguna vez
ser asimilados en la vida norteamericana. Hoy en día, los mismos temores son esgrimidos contra los
inmigrantes de Latinoamérica y Asia, pero los actuales críticos están equivocados, tal y como lo
estuvieron sus contrapartes en épocas anteriores.

La inmigración no está acabando con el experimento estadounidense, sino que es una parte integral de
éste. Estados Unidos es una nación de inmigrantes. Olas exitosas de inmigrantes han mantenido a este
país demográficamente joven, han enriquecido nuestra cultura y han contribuido a la capacidad productiva
de la nación, aumentando nuestra influencia en el mundo.

La inmigración pone a Estados Unidos en la avanzada de la economía mundial. Los inmigrantes traen a la
economía estadounidense ideas innovadoras y espíritu empresarial. Proveen de contactos comerciales
con otros mercados, aumentan la habilidad norteamericana para comerciar e invertir lucrativamente en la
economía global. Los inmigrantes mantienen flexible a nuestra economía, permitiéndole a los productores
locales el mantener bajos precios y responder a las demandas cambiantes de los consumidores. Un
estudio comprensivo de 1997 de la Academia Nacional de Ciencias (ANC) concluyó que la inmigración
brindaba una "ganancia positiva significativa" para la economía estadounidense. En testimonio ante el
Congreso norteamericano el año pasado, el presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan dijo,
"Siempre he sostenido que este país se ha beneficiado inmensamente del hecho que recibimos gente de
todas partes del mundo."

Contrario al mito popular, los inmigrantes no le quitan el trabajo a los estadounidenses. Los primeros
tienden a ocupar puestos que los segundos no pueden o no quieren tomar, especialmente en las partes
alta y baja del espectro de la mano de obra calificada. Los inmigrantes están representados
desproporcionalmente en áreas sumamente calificadas como la medicina, la física, la ciencia de las
computadoras, pero también en sectores poco calificados como la hotelería y restaurantes, los servicios
domésticos, la construcción y la manufactura ligera.

Los inmigrantes también aumentan la oferta y demanda de bienes. Durante el período de bonanza de los
noventa, y especialmente en la segunda mitad de la década, la tasa de desempleo nacional cayó por
debajo del 4% y los salarios reales aumentaron en todos los niveles de ingreso en tiempos de una
inmigración relativamente alta.

En ningún campo es la contribución de los inmigrantes más visible que en la alta tecnología y otros
sectores del conocimiento. Silicon Valley y otras áreas de alta tecnología dejarían de operar si Estados
Unidos tomara la torpe decisión de cerrarle las fronteras a los inmigrantes educados y calificados. Estos
inmigrantes representan capital humano que puede hacer más productiva a nuestra economía. Los
inmigrantes han desarrollado nuevos productos, tales como el lenguaje de computador Java, que han
creado oportunidades de empleo para millones de estadounidenses.

Los inmigrantes tampoco drenan las finanzas gubernamentales. El estudio de ANC encontró que el típico
inmigrante y su descendencia pagarán $80.000 netos en impuestos durante su vida, contribuyendo más
en tributos de lo que reciben por servicios estatales. Para los inmigrantes con grados universitarios, el
retorno fiscal neto es de $198.000. Es cierto que los inmigrantes poco calificados y los refugiados tienden
a utilizar más la asistencia social que los estadounidenses "nativos", pero la Ley de Reforma a la
Beneficencia Pública de 1996 dificultó en mucho a los recién llegados el acceso a los fondos de
asistencia. Como resultado, el número de inmigrantes utilizando beneficencia pública ha disminuido en
años recientes.

A pesar de las afirmaciones de los oponentes de la inmigración, el flujo actual no está fuera de proporción
con los niveles históricos. La inmigración en la última década ha promediado un millón por año, alto en
números absolutos, pero la media de 4 inmigrantes anuales por cada 1.000 residentes estadounidenses
es menos de la mitad de la tasa que hubo durante la Gran Migración de 1890-1914. Hoy en día, cerca del
10% de los residentes estadounidenses han nacido en el extranjero, mayor que el 4.7% de 1970, pero
aún así mucho menor del 14.7% de 1910.

Tampoco se puede culpar a los inmigrantes por causar "sobrepoblación." El crecimiento poblacional del
1% de Estados Unidos se encuentra por debajo de la tasa promedio de crecimiento mundial del siglo
pasado. De hecho, sin la inmigración, la fuerza laboral norteamericana empezaría a encogerse dentro de
dos décadas. De acuerdo al censo del 2000, el 22% de los condados estadounidenses perdieron
población entre 1990 y el 2000. Los inmigrantes podrían ayudar a revitalizar áreas demográficas
deprimidas del país, tal y como lo hicieron con la ciudad de Nueva York y otros centros urbanos que
anteriormente estaban en declive.

Reducir drásticamente el número de extranjeros que ingresan a Estados Unidos cada año solo ayudaría a
magnificar el daño económico causado por los atentados del 11 de septiembre, mientras que no
aumentaría en nada la seguridad del país. La industria turística, ya de por sí en recesión, perdería
millones de visitantes foráneos, y las universidades norteamericanas dejarían de recibir a cientos de miles
de estudiantes extranjeros si las fronteras fueran cerradas.

Obviamente el gobierno estadounidense debe "controlar sus fronteras" con el fin de mantener alejados a
cualquiera que intente cometer actos terroristas. El problema no radica en que se esté dejando pasar a
mucha gente sino en que el Estado ha fallado en evitar que la gente equivocada entre. Podemos
mantener alejados a los terroristas sin tener que cerrar las fronteras o reducir el número de inmigrantes
trabajadores y pacíficos que aquí se establecen.

Se debe hacer lo necesario para detener a gente potencialmente peligrosa en las fronteras. Las agencias
de cumplimiento de la ley y de inteligencia deben trabajar de cerca con el Departamento de Estado, el
Servicio de Inmigración y Naturalización (SIN), y la Agencia de Aduanas para compartir información sobre
potenciales terroristas. Los sistemas de cómputo deben ser actualizados y se deben adoptar nuevas
tecnologías para rastrear a los chicos malos sin causar muchas demoras en los puntos fronterizos. Se
necesita destacar más agentes en los puertos de entrada para monitorear a viajeros de alto riesgo. Se
debe aumentar la cooperación con Canadá y México para asegurarse que los terroristas no se deslicen a
lo largo de la frontera terrestre.

En las postrimerías de los ataques del 11 de septiembre, los eternos críticos de la inmigración han tratado
de explotar las preocupaciones legítimas sobre seguridad para hacer llamados a que se lleven a cado
cortes drásticos en la inmigración. Sin embargo, la seguridad fronteriza y la inmigración son dos cosas
separadas. Los inmigrantes son solo una pequeña fracción del total de extranjeros que ingresan a
Estados Unidos cada año. Únicamente uno de cada 25 foráneos que entran al país es inmigrante. El resto
son turistas, gente de negocios, estudiantes y mexicanos y canadienses que cruzan la frontera durante un
fin de semana para hacer compras o visitar a familiares para luego regresar a casa sin la intención de
establecerse permanentemente en Estados Unidos.
Los 19 terroristas que atacaron al país el 11 de septiembre no solicitaron al SIN para inmigrar o para
obtener la ciudadanía estadounidense. Como la mayoría de los extranjeros que ingresan a Estados
Unidos, ellos tenían visas temporales de turista o de estudiante. Podríamos reducir el número de
inmigrantes a cero y aún así no podríamos evitar que los terroristas entren a nuestro país con visas de no
inmigrante.

Para defendernos mejor contra el terrorismo, el sistema de control de fronteras requiere de una misión de
reorientación. Durante las últimas dos décadas, la política inmigratoria de Estados Unidos ha estado
obsesionada con capturar principalmente trabajadores mexicanos cuyo único "crimen" es su deseo de
ganarse una paga honesta. Estos trabajadores no representan una amenaza a la seguridad nacional.

La frontera estadounidense con México tiene la mitad del largo de la de Canadá, y aún así antes del 11 de
septiembre era patrullada por una cantidad de agentes fronterizos 10 veces mayor. En promedio se
estaba destacando un oficial cada 5 millas a lo largo de la frontera con Canadá de 3.987 millas y uno cada
cuarto de milla con la de México de 2.000 millas. En la frontera del norte se registraban 120.000 entradas
por agente, comparada con las 40.000 entradas en la frontera sur. Esto está fuera de proporción de
cualquier temor legítimo sobre la seguridad nacional. De hecho, los terroristas parecen preferir la frontera
del norte. Recordemos que fue un puesto fronterizo en el estado de Washington en donde en diciembre
de 1999 se detuvo a un terrorista con explosivos que iban a ser usados para hacer volar el aeropuerto
internacional de Los Ángeles durante las celebraciones del milenio.

En una audiencia en febrero del 2000, el antiguo senador Slade Gorton advirtió que "la poca cantidad de
personal en la frontera del norte está poniendo en juego la seguridad de nuestra nación, sin mencionar a
los empleados fronterizos, mientras que en algunos sectores de la frontera del sur hay tantos agentes que
no hay suficiente trabajo para mantenerlos ocupados a todos."

Debemos dejar de desperdiciar recursos escasos en la misión autodestructiva de trabajadores de


construcción mexicanos y allanar restaurantes y plantas procesadoras de pollo, y en su lugar invertir
dichos recursos en perseguir a potenciales terroristas y a desmantelar sus células antes de que hagan
explotar más edificios y maten a más estadounidenses.

Por todas estas razones, la iniciativa del presidente George W. Bush de legalizar y regular el movimiento
de trabajadores a lo largo de la frontera estadounidense-mexicana tiene sentido en términos de seguridad
nacional así como económicos. También es políticamente astuto.

En su último libro "La Muerte de Occidente", Pat Buchanan afirma que el oponerse a la inmigración será
una fórmula ganadora para los Republicanos conservadores. Su propio declive político parece minar su
argumento. Tal y como el ex gobernador Republicano socialdemócrata de California, Pete Wilson,
Buchanan ha intentado ganar votos al culpar a la inmigración de los problemas de Estados Unidos. Sin
embargo los votantes sabiamente rechazaron las tesis de Buchanan. A pesar de gastar $12 millones
provenientes de los contribuyentes en su campaña, y de la ayuda de la papeleta "mariposa" de Florida,
Buchanan obtuvo menos del 0.5% del voto presidencial en el 2000. Por su parte Bush, al apoyar la
inmigración, aumentó el porcentaje del voto hispano que recibió el partido Republicano a un 35% del 21%
que recibió Bob Dole en 1996. Si los conservadores deciden adoptar el mensaje anti-inmigración se
arriesgan a seguir a Buchanan y a Wilson en su irrelevancia política.
Sería una vergüenza nacional que, en nombre de la seguridad, cerráramos las fronteras a los inmigrantes
que vienen aquí a trabajar, ahorrar y a construir una mejor vida para sí mismos y sus familias. Los
inmigrantes vienen a vivir el sueño americano; los terroristas a destruirlo. No debemos permitir que la
tradición estadounidense de darle la bienvenida a los inmigrantes se convierta en otra víctima del 11 de
septiembre.

Traducido por Juan Carlos Hidalgo para Cato Institute.

La Comisión de Derechos Humanos,


Considerando que la Declaración Universal de Derechos Humanos proclama que todos
los seres nacen libres e iguales en dignidad y derechos, y que toda persona tiene derecho
a igual protección contra toda discriminación que infrinja la Declaración y contra toda
provocación a tal discriminación,
Teniendo presentes las obligaciones contraídas por cada uno de los Estados Partes en el
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, el Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales y otros instrumentos internacionales de derechos
humanos,
Teniendo presentes también las conclusiones relativas a la cuestión de los migrantes y
sus familias aprobadas en los documentos finales de la Conferencia Mundial de
Derechos Humanos, la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social y otras conferencias y
cumbres internacionales y sus procesos de seguimiento organizados bajo los auspicios
de las Naciones Unidas,
Tomando nota de la Declaración y Programa de Acción de Durban, aprobados por la
Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las
Formas Conexas de Intolerancia (A/CONF.189/12, cap. I), celebrada en Durban
(Sudáfrica) en septiembre de 2001, y de sus recomendaciones relativas a los derechos
humanos de los migrantes y de sus familias,
Recordando la resolución 40/144 de la Asamblea General, de 13 de diciembre de 1985,
en la que la Asamblea aprobó la Declaración sobre los derechos humanos de los
individuos que no son nacionales del país en que viven, y la resolución 45/158 de la
Asamblea, de 18 de diciembre de 1990, en la que la Asamblea aprobó y abrió a la firma,
ratificación y adhesión la Convención internacional sobre la protección de los derechos
de todos los trabajadores migratorios y de sus familiares,
Tomando nota con profunda preocupación de los persistentes obstáculos que impiden
que muchos migrantes y sus familias puedan disfrutar plenamente de sus derechos
humanos, y teniendo presente que los migrantes suelen ser víctimas de malos tratos y de
actos de discriminación, racismo y xenofobia,
Recordando la aprobación por la Asamblea General, en su resolución 55/25 de 15 de
noviembre de 2000, de la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia
Organizada Transnacional, del Protocolo contra el tráfico ilícito de migrantes por tierra,
mar y aire y del Protocolo para prevenir, reprimir y sancionar la trata de personas,
especialmente mujeres y niños, que complementan la Convención,
Haciendo hincapié en la responsabilidad que incumbe a todos los Estados, de
conformidad con la Carta de las Naciones Unidas, de establecer y alentar el respeto de
los derechos humanos y las libertades fundamentales de todos, sin hacer distinción por
motivos de sexo, idioma o religión,
Teniendo presente la importancia de la participación de todos los países en que hay
migraciones en las iniciativas internacionales que tienen por objeto proteger los
derechos humanos de los migrantes y sus familias, y la función esencial que cumple la
cooperación internacional y regional en lo que respecta a tratar en forma integral las
distintas cuestiones relacionadas con la migración,
Reafirmando el derecho soberano de todos los Estados a formular y aplicar sus propios
marcos jurídicos y políticas en relación con la migración y que estas políticas deben ser
consecuentes con los instrumentos y normas aplicables en materia de derechos
humanos,
1. Exhorta a los Estados a que faciliten la reunificación de las familias de modo
expedito y eficiente, tomando debidamente en consideración la legislación aplicable,
dado que dicha reunificación tiene un efecto positivo en la integración de los migrantes;
2. Alienta a los Estados de origen a que promuevan y protejan los derechos humanos de
las familias de los trabajadores migrantes que permanecen en sus países de origen y
prestando especial atención a los niños y adolescentes cuyos padres hayan emigrado, y
alienta a las organizaciones internacionales a que consideren la posibilidad de prestar
apoyo a los Estados a ese respecto;
3. Alienta a todos los gobiernos a que eliminen los obstáculos ilegales que puedan
impedir la transferencia rápida, sin restricciones y en condiciones de seguridad de los
ingresos, los bienes y las pensiones de los migrantes a sus países de origen o a cualquier
otro país, de conformidad con la legislación aplicable, y a que consideren, según el caso,
medidas para resolver los demás problemas que puedan impedir esas transferencias;
4. Insta a los Estados a que, al concebir y aplicar la legislación y las políticas destinadas
a brindar más protección a los derechos de los trabajadores, consideren la posibilidad de
prestar una atención especial a la grave situación de falta de protección, y en algunos
casos de explotación, de las personas objeto de trata, los migrantes clandestinos y los
trabajadores domésticos objeto de tráfico ilícito;
5. Pide a todos los Estados que, de conformidad con su legislación nacional, sometan a
juicio todos los casos de violación de las leyes laborales con respecto a las condiciones
de trabajo de los trabajadores migrantes, en particular las relativas a su remuneración y
a las condiciones de higiene y seguridad en el trabajo;
6. Insta a los Estados a que cuando se registren actos xenófobos o intolerantes o
manifestaciones o expresiones contra los migrantes, apliquen la legislación vigente a fin
de acabar con la impunidad de quienes cometen actos xenófobos y racistas;
7. Pide a los gobiernos que adopten medidas concretas para impedir la violación de los
derechos humanos de los migrantes mientras se encuentren en tránsito, incluso en
puertos y aeropuertos y en las fronteras y los puntos de control de las migraciones; que
capaciten a los funcionarios públicos que trabajan en esos servicios y en las zonas
fronterizas a fin de que traten a los migrantes y sus familias con respeto y de
conformidad con la ley, y que procesen, de conformidad con la legislación aplicable,
toda violación de los derechos humanos de los migrantes y sus familias —entre otras
cosas, las detenciones arbitrarias, la tortura y las violaciones del derecho a la vida,
comprendidas las ejecuciones extrajudiciales— durante su tránsito desde su país de
origen al país de destino y viceversa, incluso el tránsito a través de fronteras nacionales;
8. Alienta a los Estados de origen y de destino de los migrantes a que consideren la
adopción de estrategias bilaterales o regionales para proteger los derechos humanos de
los migrantes y sus familias, con carácter prioritario y de conformidad con la legislación
apropiada, a que luchen eficazmente contra la trata y el tráfico internacional de
migrantes y a que protejan a los migrantes y sus familias de la explotación e
intimidación de los traficantes y las organizaciones delictivas y exhorta a los Estados a
que consideren la posibilidad de firmar y ratificar la Convención de las Naciones
Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional y los dos Protocolos que la
complementan;
9. Alienta a los Estados a que, en cooperación con organizaciones no gubernamentales,
emprendan campañas de información con el fin de explicar las oportunidades,
limitaciones y derechos que van asociados a la migración para que estas personas, en
particular las mujeres, puedan decidir con conocimiento de causa y para impedir que se
transformen en víctimas de la trata y que utilicen medios de acceso que pongan en
peligro su vida y su integridad física;
10. Exhorta a todos los Estados a que consideren la posibilidad de firmar y ratificar, con
carácter prioritario, la Convención Internacional sobre la protección de los derechos de
todos los trabajadores migratorios y de sus familiares, y de adherirse a ella;
11. Invita a la Relatora Especial sobre los derechos humanos de los migrantes a que
incluya información sobre la aplicación de la presente resolución en su próximo informe
anual a la Comisión;
12. Conviene en estudiar en su 59.º período de sesiones la posibilidad de fusionar la
resolución sobre la protección de los migrantes y de sus familias con la resolución sobre
los derechos humanos de los migrantes con el fin de contar con una sola resolución que
abarque todos los aspectos de los derechos y la protección de los migrantes.

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