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Las vértebras son los huesos que forman la columna vertebral. Son muy resistentes;
un trocito de hueso puede soportar un peso de 9 toneladas, que destrozaría una
pieza de cemento del mismo tamaño.
En una visión lateral, se observa que al colocarse una vértebra sobre la otra forman
un agujero, o agujero de conjunción, por el que pasan las raíces nerviosas que nacen
de la médula.
Vista lateral
1. Raiz nerviosa
2. Apófisis espinosa
3. Agujero conjunción
4. Articulación Facetaria
5. Apófisis transversa
6. Médula
Cómo es y como funciona la espalda
Básicamente, la espalda sirve para: o
Para poder sostener el peso del cuerpo, la espalda tiene que ser sólida. Está compuesta
por huesos muy resistentes y músculos potentes.
Para permitir el movimiento, la columna vertebral tiene que ser flexible. Por eso no está
compuesta por un gran hueso sino por 33 vértebras separadas, dispuestas una encima de
otra y sostenidas por un sistema de músculos y ligamentos.
Para proteger la médula espinal, las vértebras tienen una forma especial; un agujero en
su centro por el que discurre la médula.
La columna vertebral
La columna vertebral del humano está formada por 33 vértebras. Las 7 cervicales, 12
dorsales y 5 lumbares están separadas por los 23 discos intervertebrales
correspondientes. Las 5 sacras están fusionadas, al igual que las 4 coxígeas, formando
los huesos sacro y coxis.
Por otra parte, si los músculos de la parte posterior del muslo (los
"isquiotibiales") están acortados, tienden a provocar posturas inadecuadas
para la columna vertebral.
Los músculos tienen muchos nervios, por lo que su lesión o sobrecarga puede
ser muy dolorosa.
Vista lateral
1. Músculos abdominales
2. Músculos psoas
3. Músculo gluteos
4. Músculos paravertebrales
Los paravertebrales
Se extienden por toda la parte posterior del tronco, desde la nuca hasta la
pelvis, uniendo por detrás la parte inferior de las costillas con la pelvis y las
vértebras con los omóplatos, y entre sí hasta la nuca.
El psoas
El psoas se extiende desde la última vértebra dorsal y las cinco lumbares hasta
el muslo, atravesando la pelvis. Al contraerse, aproxima el muslo y las
vértebras por delante, hasta hacer que se toquen el pecho y la rodilla.
Los glúteos se extienden desde la pelvis hasta el fémur por detrás, formando
las nalgas. Al contraerse tienden a llevar la pierna hacia atrás y hacia afuera.
Al erguir la espalda hacia atrás, los glúteos e isquiotibiales colaboran con los
paravertebrales.
Los isquiotibiales
Se extienden por la parte posterior del muslo, dirigiéndose por detrás desde la
pelvis hasta la rodilla. En la extensión de la espalda, los glúteos e
isquiotibiales colaboran con los paravertebrales.
Fisura Protusión
Hernia discal
Hernia discal
Cómo se produce
La fisura, protrusión o hernia discal se producen cuando la presión dentro del disco es
mayor que la resistencia de la envuelta fibrosa. Como la envuelta fibrosa es un tercio
más gruesa en su pared anterior que en la posterior, la mayoría de las fisuras,
protrusiones y hernias se producen en esta última.
Estos mecanismos ocurren mucho más fácilmente cuando los músculos de la espalda
son poco potentes. Si están suficientemente desarrollados, esos músculos protegen el
disco por varios mecanismos.
Síntomas
Cuando estas lesiones causan dolor, el principal mecanismo por el que éste aparece es
que los nervios de la envuelta fibrosa entran en contacto con unas sustancias activadoras
presentes en el núcleo pulposo -especialmente la fosofolipasa A2, o PLA2-. Estas
sustancias activan esos nervios provocando un dolor muy intenso que el paciente nota
cerca de la columna. Además, si el tamaño de la hernia es suficientemente grande,
puede comprimir una raíz nerviosa. En ese caso, el paciente nota también el dolor
irradiado al brazo -si la hernia es cervical- o a la pierna -si es lumbar-. Es de destacar
que en ese caso el paciente nota dos dolores a la vez y, aunque tiende a considerar que
es el mismo, realmente se deben a dos causas distintas:
El dolor en la zona del cuello o espalda alta (si la hernia es cervical) o espalda
baja y área de los riñones (si es lumbar), debido a la activación de los nervios del
dolor de la envuelta fibrosa y, al cabo de unos minutos u horas, a la contractura
muscular refleja que se produce, y
Antiguamente se creía que la hernia discal siempre causaba dolores y suponía un riesgo
para el paciente, al que algunos médicos pronosticaban que se quedaría inválido si no se
operaba. Realmente no es así. Las recomendaciones basadas en el compendio de la
evidencia científica disponible recogen estudios que demuestran que entre el 30% y el
50% de los sanos tiene una o varias hernias discales que no les causan ningún problema.
Si en el lugar en el que se produce la hernia la envuelta fibrosa tiene pocas fibras
nerviosas, es posible que ni siquiera duela y pase desapercibida para el paciente.
Es tan arriesgado operar a los pacientes que no deben serlo, como no hacerlo a los que
sí deben serlo.
Cuando el paciente presenta los criterios quirúrgicos que se explican más adelante, es
necesario operarlo, porque:
a. Hay estudios que demuestran que en esos casos evolucionan mejor los pacientes
operados que los no operados.
b. Si hay sufrimiento de la médula, tal y como se describe más adelante, o pérdida de
fuerza progresiva o intensa durante más de 6 semanas, pueden quedar secuelas.
c.
A la inversa, no hay que operar a los pacientes que no presentan criterios para hacerlo
porque:
a. Hay estudios que demuestran que en esos casos evolucionan mejor los pacientes
no operados que los operados.
b. La cirugía expone a unos riesgos que serían innecesarios en esos pacientes, y su
resultado habitualmente es contraproducente.
Por otra parte, la cirugía requiere un estado mínimo de salud general. Algunas
enfermedades generales, como cardíacas, pulmonares o metabólicas, pueden impedirla.
Diagnóstico
Aunque una hernia discal se puede detectar con un scanner, la resonancia magnética es
el procedimiento de elección.
Para determinar si la hernia discal es la causa de los problemas del paciente, la historia
clínica y la explotación física son fundamentales. A veces puede tener sentido usar
también pruebas neurofisiológicas.
Tratamiento
Incluso cuando la hernia discal duele, lo normal es que se pueda resolver con
tratamientos no quirúrgicos, es decir, sin que llegue a ser necesario operar al paciente.
Se estima que la cirugía tiene sentido en menos del 10% de las hernias discales que
causan síntomas..
Esas recomendaciones establecen que sólo tiene sentido plantearse la operación cuando:
1. En el caso de hernia discal lumbar, hay ciática muy intensa y limitante, que
empeora muy notablemente o se mantiene sin mejoría tras 4 semanas de
tratamiento. Se entiende por ciática un dolor irradiado a la pierna, que sigue un
trayecto concreto y se acompaña de alteraciones de sensibilidad, fuerza o
reflejos. En el caso de una hernia discal cervical, en vez de haber ciática el dolor
se irradiaría a un trayecto concreto del brazo, acompañándose también de
alteraciones de la sensibilidad, reflejos o fuerza. Los resultados de los estudios
realizados coinciden en desaconsejar explícitamente la cirugía discal en los
pacientes en los que sólo hay dolor de cuello o espalda -y no dolor irradiado al
brazo o la pierna-
Estos criterios definen los casos en los que tiene sentido plantear la cirugía programada
(es decir, de manera no urgente). Sin embargo, los estudios realizados han demostrado
que incluso en esos casos en los que la cirugía es una opción razonable, no es
indispensable operar (ni aun menos urgente). De hecho, y en contra de lo que se ha
creído durante muchos años, se ha demostrado que retrasar la cirugía no deja secuelas ni
supone riesgos. De hecho, incluso en los casos en los que está indicada, la cirugía sólo
ha demostrado ser superior al tratamiento conservador para mejorar más rápidamente y
en mayor medida el dolor irradiado (y no otros síntomas). Por tanto, tiene sentido
plantearse la cirugía cuando la principal molestia es el dolor irradiado -al brazo o a la
pierna- y no el dolor local -en el cuello o la zona lumbar-
Ejercicios abdominales
Abdominales inferiores: Báscula pélvica de pieApóyese firme
contra una pared. Observará que sus nalgas están en
contacto con la pared, pero, por encima de ellas, la columna
lumbar forma un arco que no la toca.
Desde esa posición de partida, el movimiento que debe hacer consiste en conseguir que
su columna lumbar toque la pared. Para eso debe bascular la pelvis, es decir, contraer el
vientre (los abdominales) llevando las nalgas hacia arriba y adelante. Al hacerlo es
probable que note que se levantan los talones y se queda apoyado en las puntas de sus
pies, o que flexiona un poco las rodillas. Eso es normal.
Una vez haya conseguido que la columna lumbar se apoye contra la pared, aguante la
posición durante unos 5 segundos. Luego vuelva a la posición de partida y repita el
movimiento hasta terminar la serie
Ejercicios abdominales
Abdominales inferiores: Báscula pélvica en decúbito.
Acuéstese boca arriba ("decúbito supino") con las rodillas
flexionadas y las plantas de los pies apoyadas. Observará
que la mayor parte de su espalda está apoyada contra el
suelo, pero que la zona baja de la espalda (la zona lumbar)
forma un arco que no está apoyado.
Desde esa posición de partida, el ejercicio consiste en conseguir que la columna lumbar
llegue a tocar el suelo. Para eso debe bascular la pelvis, es decir, contraer el vientre (los
abdominales) y, al hacerlo, notará que las nalgas se mueven hacia arriba.
Una vez haya conseguido que la columna lumbar se apoye contra el suelo, aguante la
posición unos 5 segundos. Luego vuelva a la posición de partida y repita el movimiento
hasta terminar la serie.
Estiramiento isquiotibial en supino
Acuéstese boca arriba ("decúbito supino") con la rodilla izquierda flexionada y la planta
del pie izquierdo apoyada en el suelo. Estire la pierna derecha y pase un cinturón o
cable por la planta del pie derecho, sujetando sus extremos con las manos.
Desde esa posición de partida, levante muy lentamente la pierna derecha. La rodilla
derecha debe mantenerse completamente estirada y debe levantar la pierna ayudándose
con sus brazos (no sólo haciendo fuerza con su pierna). Cuando empiece a notar tirantez
por detrás de la rodilla, deje de subir la pierna y manténgala en ese ángulo. Mantenga
esa posición durante un mínimo de 30 segundos, usando sus manos y el cinturón para
sostener el peso de su pierna. Es importante que compruebe que en ningún momento
flexiona la rodilla derecha, sino que en todo momento debe mantener la pierna
completamente estirada.
Sitúese al lado de una camilla o mesa baja. Mantenga su pie derecho apoyado en el
suelo y coloque la pierna izquierda recta sobre la mesa, con la rodilla tocándola. Apoye
sus manos en la mesa, por detrás de su cuerpo.
Desde esa posición, y apoyándose en sus manos, vaya flexionando muy lentamente su
cuerpo hacia adelante, hasta que note tirantez por detrás de la rodilla izquierda. Es
importante que vigile que la pierna izquierda está constantemente estirada (es decir, que
la rodilla sigue tocando la mesa). Cuando note la tirantez, aguante la posición un
mínimo de 30 segundos. Luego vuelva hacia atrás y descanse 30 segundos. Repita el
estiramiento un mínimo de 5 veces a cada lado.
A medida que pase el tiempo, irá pudiendo flexionar más el tronco antes de notar la
tirantez en la parte de atrás de la rodilla. Cada día debe flexionarlo todo lo que pueda sin
que la tirantez llegue nunca a ser dolor.
http://www.espalda.org/divulgativa/ejercicios/es_isquitibiales/estiraisquio.asp#supino