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atal sindikala Kutxabank

Respeto a los Sindicatos Vascos


Durante la reciente asamblea general de la BBK, el presidente de Kutxabank recriminó a los sindi-
catos -en particular, a algún representante sindical- su oposición a las recientes estrategias de esta
entidad, responsabilizándoles de la creciente oposición social y política a estas estrategias y llegan-
do incluso a recriminar despectivamente el que no se entendiera la diferencia entre inversión y gasto
a efectos de la operación de adquisición de CajaSur.

Creemos que esta falta de respeto a la representación sindical no es, en este momento, aceptable. Y
creemos imprescindible salir en defensa de quienes han desarrollado un papel encomiable frente al
desastre que para nuestro país ha representado la deriva estratégica e institucional de Kutxabank
durante los últimos años.

Que la operación de adquisición de CajaSur fue -en principio- una operación de inversión y no de
gasto es algo, por supuesto, evidente para los sindicatos. Los sindicatos entendieron perfectamente
el carácter de inversión de aquella operación. Si algo quedó claro en aquella operación es que fue-
ron los promotores de la misma, y los que le dieron el visto bueno, quienes eran totalmente incons-
cientes de lo que estaban haciendo y de las repercusiones que esta decisión tenía para el futuro de
Kutxabank y del conjunto del sistema financiero vasco. La evolución de estos dos años ha venido
dando la razón a estos representantes sindicales, de forma cada vez más clara.

Los responsables de Kutxabank deberían ser prudentes y evitar aludir a estas operaciones estratégi-
cas cuestionando la capacidad técnica de nadie. El mismo argumento puede volverse en su contra de
forma inmediata.

Lo cierto es que, en este momento, la alarma por la operación de CajaSur, y por el conjunto de la
estrategia de Kutxabank, es general en sindicatos, organizaciones empresariales, sociedad civil y
fuerzas políticas vascas. Por supuesto, otra cosa es que ello trascienda o no a los medios de comuni-
cación. La publicidad y los recursos financieros de Kutxabank no facilitan cuestionar a esta entidad
públicamente. No obstante, quien tenga dudas, no tiene más que preguntar.

Fueron los sindicatos vascos las primeras entidades de este país -y, durante cierto tiempo, las úni-
cas- que se atrevieron a enfrentarse frontalmente a lo que estaba sucediendo. Por intereses persona-
les, de financiación o de partido, el silencio entre otros sindicatos, partidos políticos, representantes
públicos, fue abrumador, cuando no se produjo -como en casi todos los medios de comunicación-
una ridícula adulación de las más disparatadas decisiones de los gestores de Kutxabank.

Alguien tenía que asumir la defensa de los intereses generales. Y ese alguien fueron -casi exclusi-
vamente- los sindicatos vascos. Desde cierto punto de vista, es posible que fueran incluso más allá
de lo que -en sentido estricto- podría ser exigible a un sindicato que se limitara a defender los inter-
eses de sus afiliados. Podían haberse limitado a ello y haber prescindido de cualquier perspectiva de
largo plazo o de la defensa de los intereses generales de la sociedad, de nuestro tejido productivo y
de nuestra industria.

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Muy posiblemente, eran los partidos políticos quienes deberían haber asumido esta responsabilidad.
Kutxabank no es solo la entidad que les financia y de la que pueden depender -y de la que pueden
servirse- en un futuro. Es un instrumento estratégico básico al servicio de la economía y de la socie-
dad vasca. Y esta última es la perspectiva en función de la cual deberían haber analizado el conjunto
de decisiones institucionales y estratégicas adoptadas por Kutxabank durante los tres últimos años.

Sin embargo -con las excepciones que conocemos- durante dos años los partidos políticos solo apa-
recían en el debate de Kutxabank para pelearse por cuotas de poder en sus órganos de control. En
una y otra reforma de la ley de cajas, en los procesos electorales, etc. Algo que difícilmente puede
calificarse sino como vergonzoso. Y también como un verdadero escándalo económico y político.

Mientras esto sucedía, mientras los partidos políticos se frotaban las manos al hacerse a la idea de la
parte del pastel que les iba a corresponder en el «megabanco» que se les prometía, alguien tenía que
decir algo. Alguien tenía que intentar poner freno a este disparate.

Ese alguien, mal que les pese a quienes callaron, no fueron sino los sindicatos vascos.

Con su oposición a estas estrategias de liquidación de nuestro sistema financiero, nuestros sindica-
tos demostraron tener mucha mayor capacidad técnica y estratégica que los gestores que impulsaron
o aplicaron procesos disparatados como la compra de CajaSur, la bancarización, la adquisición de
enormes entidades financieras en situación crítica, etc.

Entre ciertas personas de un cierto nivel social pero de muy bajo nivel cultural -y, por supuesto, de
nulo entendimiento económico- es habitual criticar sistemáticamente a los sindicatos, desconocien-
do el papel esencial que desempeñan en el desarrollo a largo plazo de las empresas y de los sistemas
económicos en general. Casi siempre, es una cuestión de mera ignorancia económica, algo excesi-
vamente habitual en determinados ambientes.

En este caso, los sindicatos han demostrado mucho más. Han demostrado su capacidad de liderazgo
en la defensa de los intereses generales e incluso de los intereses de nuestras empresas y de nuestra
economía, por delante de partidos políticos, de expertos y -desde luego- de medios de comunica-
ción.

Y, sobre todo, han demostrado una capacidad de compromiso ético que los responsables de Kutxa-
bank deberían, por lo menos, respetar y admirar. Esto es, precisamente, lo que les queremos pedir
ahora: un respeto a los sindicatos.

Ekai Group

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