cscritos ProféticosEI Perro GrisESCRITOS PROFETICOS
INTRODUCCION
No nos faltaré la instrucci6n del sacerdote,
ni el consejo del sabio,
nila palabra del profeta (jr 18 18).
Este texto de Jeremias se refiere a las tres insti-
tuciones que, junto con la monarquia, son las mas
importantes del Antiguo Testamento, a la vez que
sefiala la tarea o mision que cada una de ellas de-
sempefiaba. Los sacerdotes realizaban sus funcio-
nes cultuales en los santuarios y ensefiaban la ley y
la tradicion. Los sabios se dedicaban al estudio, al
consejo y a la instruccién. Los profetas anunciaban
la palabra de Dios. Mientras que el sacerdote (co-
mo e! rey) lo era por herencia y el sabio por propia
iniciativa y dedicacién personal, el profeta lo era
por vocacién. Lo que mejor define al profeta frente
al sacerdote yal sabio es precisamente su cardcter
carismatico, es decir, su condicion de elegido y lla-
‘mado directamente por Dios.
1. la identidad profetica
Bl abuso de las palabras (y, mis en concreto, de
las “grandes palabras”) provoca el deteriord de las
mismas, la devaluacion de su sentido y con fre-
‘cuencia una cierta ambigiiedad. Esto sucede actual-
mente con la palabra “profeta", que para muchos es
sindnimo de adivino, futurélogo, visionario y todo
un repertorio de personajes esotéricos que sacan
provecho de estos tiempos tan escasos de esperan-
as y expectativas de futuro. Es verdad que los pro-
fetas biblicos se refieren al futuro y lo anticipan;
ero, con mas frecuencia, se refieren al presente y
al pasado. Para aclarar confusiones y deshacer ami-
bigiledades es preciso recuperar definiciones y per-
filar identidades, Es lo que pretendemos hacer, a
sabiendas de que no es tarea Facil (por la gran varie-
dad de personajes y mensajes proféticos que nos
‘ofrece el Antiguo Testamento) y conscientes de los
riesgos (simplificacién y conceptualismo) que ello
comport
Los relatos de vocacién son el mejot medio de
que disponemos para saber cémo se comprendie-
ron a si mismos y como los vieron sus discipulos y
‘contempordneos. Aunque no tenemos los relatos
de vocacién de todos los profetas, contamos con
ejemplos abundantes y suficientemente representa-
tivos (s 6; Jr 1; Ez 1-3; Os 1-3; Am 7 1017; Jon 11;
3 14). Estos relatos coinciden en destacar cuatro
‘asgos principales.
Lamados y enviados por Dios
No se es profeta por propia iniciativa, por de-
terminadas cualidades 0 condiciones heredadas. Se
€s profeta por decision y elecciéni de. Dios. Todos
Jos relatos de vocaci6n coinciden en sefalar Ia ini-
ciativa divina que culmina en la llamada personal a
cada uno de los profetas. Estos, a su vez, perciben
dicha llamada 0 vocacion, en el marco de un en-
‘cuentro especial con Dios que cambia radicalmente
sus vidas, dndoles una nueva orientaciOn. La lla-
mada a actuar como profeta comporta siempre el
“envio” por parte de Dios: el que es llamado se
transforma en un “enviado", es decir, alguien que
no acta ya por cuenta propia, sino por cuenta y en
nombre de Dios. Es lo que expiesan frases como:
ZA quién enviaré? ;Quién ira por nosotros? (Is 6 8);
irds a donde yo te envie, y diras lo que yo te orde-
ne (Jr 17); les comunicaras mis palabras, escuchen
0 no (Bz 2.7); 0 los frecuentes estribillos de autori-
dad: as dice el Setior, ondculo del Seftor, palabra
del Senor. Todo ello sefiala una misma realidad: el
profeta es el “hombre de Dios” que habla y actéa
én su nombre; por eso, ha de hablar y actuar desde
Ja fe y la experiencia de Dios. Aqui se fundamentan
su autenticidad y mision de profeta.
Misién piiblica -
1a llamada y el envio convierten al profeta en
un personaje piblico, que (a diferencia de los mis-
ticos) no puede guardar para si la experiencia de
Dios. El profeta queda, por tanto, situado pGblica y
abiertamente ante unos destinatarios a menudo rea-
Cios e incluso hostile ante quienes debe desempe-
fiar su mision, lo escuchen 0 no. Jeremias se sabe
constituido profeta frente a todo el pais, frente a los
reyes de Juda y a sus principes, frente a los sacer-
dotes y a los terratenientes (Jr 1 18). Ezequiel es
enviado a los israelitas, a ese pueblo rebelde... a
es0s hijos obstinados y empedernidos (E2'2 34). Al
profeta Amés se le encarga: Vete y profetiza a mi
pueblo Israel (Am 7 15). Esta mision pablica exige al
profeta enfrentarse abiestamente a personas ¢ insti-
tuciones poderosas, debiendo superar los propios