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Profetas y Juicio hoy (VIII).

“Mientras que no se comparte todo se tienen


ilegítimos privilegios”.-

"Y yo pregunto a los economistas, a los políticos, a los moralistas, si han


calculado el número de individuos que es necesario condenar a la miseria,
al trabajo desproporcionado, a la desmoralización, a la ignorancia
crapulosa, a la desgracia invencible, a la penuria absoluta, para producir
un rico".

Anónimo conocido.

“El burgués es un cerdo dispuesto a morir de viejo” Leon Bloy

Testimonio para la Iglesia angl. de Uruguay del pastor cubano anglicano José
Enrique Pérez:

Luego llegamos a casa de Carmen, el esposo recogía por el patio algunos


pedazos de cartón para "remendar el techo". Ella cuando nos vio, nos
abrazó, no podía hablar, por sus ojos corrían lagrimas… durante un minuto
nadie pronunció palabras, finalmente pudimos orar y nos marchamos
cabizbajos, en silencio...

Por el camino nadie hablaba, llegamos a la casa de Mercedes; ella vive en


un caserón de más de 100 años, junto a otras tres familias. La casa
peligrosamente se había abierto, con peligro de derrumbe. Algunos de los
hermanos que nos acompañaban temían pasar por el umbral de la puerta,
que ya ni aun se podía cerrar por la inclinación que tiene. Entramos, los
muebles apilados, el agua goteando sin parar. Al fondo de la casa,
encontramos un rincón menos amenazante que el resto de la vivienda y allí
conversamos.

Mercedes lloró en silencio. No tiene a donde ir, su casa, como muchas otras
no clasifica entre las más afectadas; nuestro municipio tampoco está dentro
de los más críticos del país. Ella sabe que hay 150 mil viviendas en la nación
que hay que reparar antes. Luego ¿Cuántas miles más estarán como la
suya? ¿Podrá haber alguna salida a corto plazo para esta cubana?

Me esperaba una noche incómoda. El calor y los mosquitos no dejaban


conciliar el sueño. En el silencio de la noche, mis ojos siguieron llorando.

Las imágenes de mi país y el rostro de muchas personas empezaron a rodar


por mi mente…Lloré mientras recordaba el relato de los líderes de nuestra
obra en su recorrido por La Isla y la provincia de Pinar del Río. Lloré por todo
el desastre que a través de la radio y la televisión he podido ver y escuchar.

Lloré al ver a los líderes de la nación dando palabras de aliento, animando a


los afligidos, dando esperanzas de recuperación, sin tener en sus manos los
recursos para resolver tan gran desastre.

Lloré por mi incapacidad para ayudar a tantos hermanos que lo han perdido
todo.
En medio de mi desesperación vino a mi mente un texto en Mateo 5.4:
"Bienaventurados los que lloran, porque recibirán consolación." A propósito
recordé esta preciosa lectura devocional del libro de Christopher Shaw: "Alza
Tus Ojos" con la que termino este comentario: "Dios en su misericordia,
permite que derramemos lágrimas por nuestra situación, porque las
lágrimas son el principio de la santidad".

Esta verdad es contraria a muchas de las enseñanzas que nos transmite


nuestra cultura. La ausencia de lágrimas, no obstante, denota una extraña
dureza de corazón, producto de una falta de contacto con nuestra vida
emocional. Quien no llora, aprendió en algún momento de su vida que las
lágrimas solamente le traían problemas. En su deseo de evitar estas
dificultades, reprimió un aspecto de su personalidad que es tan natural y
necesario como alimentarse.

David, frecuentemente derramó lágrimas. En el Salmo 6 confesó que había


regado su cama con lágrimas. En el Salmo 42 declaró que sus lágrimas
habían sido su pan de día y de noche. Cristo lloró en más de una
oportunidad por cosas que nosotros ni siquiera entendemos. Pedro lloró
desconsoladamente luego de negar a su Señor. Los hermanos de Éfeso
lloraron intensamente cuando Pablo les dijo que ya no los volvería a ver.
Todo esto indica una manera natural de expresar tristeza y abrir las puertas
al obrar de Dios.

Es precisamente a esto que Cristo apunta cuando declara que los que lloran
son bienaventurados. Sus lágrimas no los dejarán vacíos y solos. El llanto de
origen espiritual no produce desconsuelo "La tristeza que proviene de Dios
produce el arrepentimiento que lleva a la salvación, de la cual no hay que
arrepentirse, mientras que la tristeza del mundo produce la muerte." (2 Co
7.10). Junto al llanto vendrá la mano tierna de Dios, que consuela a los
afligidos y seca sus lágrimas, pues él es un Dios que "sana a los
quebrantados de corazón y venda sus heridas" (Sal 147.3). Quien ha
experimentado este consuelo sabe que luego del llanto uno se siente
purificado y refrescado, como la tierra sobre la cual ha caído la lluvia.

De art.“La buena conciencia” por J.A. Fernández, en Rev. Acontecimiento 89,


del Intº Mounier:

No sólo para el hombre actual, sinodesde el origen de la humanidad, desde


que el hombre es hombre. En el cap. 4 de Génesis contesta Caín ante la
pregunta acusadora de Dios: ¿Soy yo acaso el guardián de mi hermano?
Hasta la historia más reciente, la historia de la modernidad no se puede
entender sin los logros sociales, económicos y políticos de la burguesía, a la
que Mounier dirige sus mejores dardos acusadores: “el burgués ignora la
cruz que el más miserable, el más pequeño rebelde, experimentan cada día.
Se rodea de cosas bellas, como su mujer, es decir, de cosas agradables; se
hace unas buenas costumbres y una buena conciencia; es un vividor… No
es apto, decía Peguy, ni para el pecado, ni para la gracia, ni para el dolor, ni
para la alegría. Hombre de salud, hombre de felicidad, hombre de bien: un
hombre que ha encontrado su equilibrio, un ser desgraciado”.

En Houston Catholic Worker Sep-Oct 2008, “Dorothy Day: una santa radical”
por R. Ellsberg:
En la ficha del F.B.I., por su director, sobre Dorothy: “Dorothy Day es una
persona muy errática e irresponsable. Ella se implica en actividades las
cuales indican claramente que está consciente o inconscientemente siendo
usada por los grupos comunistas. Por la experiencia en el pasado con ella es
obvio que mantiene una muy hostil y beligerante actitud hacia el
departamento (FBI) y realiza cualquier esfuerzo para fastidiarle cuando se
siente así inclinada”. Ella disfrutaba un montón de ello, “Él me hace a mí
parecer como una importante vieja mujer”, decía. “¡Léelo de nuevo!”

La base de la síntesis que ella había estado buscando fue encontrada en la


doctrina central de su fe: la Encarnación. Su tarea subsiguiente se enraizó
en las radicales implicaciones sociales de esta doctrina, el hecho de que
Dios había penetrado en nuestra humanidad y nuestra historia, y así toda la
creación fue santificada, y que “lo que hiciéramos a nuestros vecinos
directamente se lo hacíamos a Él”.

Había una dimensión ética para ello, un deseo para permanecer en


solidaridad con esos que eran involuntariamente pobres, de protestar contra
la injusticia y la explotación que creaba tanto pobre. Pero también un
dimensión espiritual, como lo fue para Francisco de Asís y muchos de los
santos: era un problema de localizar el centro de lo valioso en cualquier
lugar excepto en la riqueza material. Donde esté nuestro tesoro ahí estará
nuestro corazón. Hacerse pobre era hacerse dependiente de Dios y
accesible a los demás; esto era a su vez referido a retirarse de los despojos
de la explotación. Lo que poseyéramos más allá de nuestras necesidades,
ella aseguraba, era robado al pobre. (…) Pero ella podía también ver belleza
donde otros veían sólo miseria y suciedad, porque todas las cosas le
hablaban de su Creador, a veces de la gloria, otras de la Cruz. (...) Un don
para ver no sólo lo que es malo en el mundo, sino para ver la belleza y
discernir los signos de la esperanza. A Dorothy le gustaba mucho una frase
de San Agustín en la que decía, “Todo lo bello es una revelación del Señor”.
A menudo utilizaba la frase “el deber de la esperanza”. Si tuviéramos que
entender esto teológicamente, significaría ver siempre todo en la luz de la
resurrección. (…) Dorothy urgía a sus lectores a estar dispuestos a
envolverse en periódicos y dormir en el suelo, para que los desposeídos
tuvieran una cama donde dormir.

Me recuerdo sentado con ella tras la cena mientras un cualquiera


desvariado hombre joven pegaba contra la mesa, insistiendo “¡Dorothy, tú
no lo entiendes! Los individuos de estos días y tiempos no son lo
importante. Son los países y los gobiernos los que son importantes.” “Todos
los individuos son importantes”, Dorothy respondía con suave voz, “Ellos
son todo lo que es importante.”

Compilado de” Int. al Nuevo Testamento” de Julián Ruiz Martorell, I.S.CC.RR.


San Agustín:

Pablo lo llama “amartía”, que significa pecado, pero no se refiere a un acto


incorrecto e inmoral realizado por el hombre. Es un poder nefasto que actúa
sobre el hombre y lo lleva en una dirección contraria a la que él puede
haber previsto y decidido; es una fuerza hostil a Dios, que se halla presente
en el mundo. El hombre se siente esclavizado por dicho poder, vendido a él
como un esclavo (Rom 7, 20.23). Es como un señor que ha esclavizado a la
humanidad entera. Tanto judíos como gentiles se hallan bajo su dominio. La
culpabilidad es universal, nadie ha logrado escapar a ella.

Jesús pide un cumplimiento de la ley que salga del corazón y no sea


meramente externo (Mt 5, 27-30); en este sentido la radicaliza. El hombre
tiene que dirigir a Dios los frutos de su actuar, pero también lo más íntimo y
profundo de su ser. La crítica decisiva a los escribas y fariseos radica en que
su religiosidad es falsa e hipócrita y con su legalismo usan la Ley para
encubrir su falta de justicia, de misericordia y de fe (mt 23, 23). Pero el
destino del hombre ante Dios se juega según sea su misericordia con los
pobres y necesitados. En la relación con el pobre se pone de manifiesto la
relación que, de hecho y más allá de toda verbalización, que siempre puede
ser engañosa, mantiene cada persona con Jesús como Rey y Juez de su vida
y de la historia. (..) una tal misericordia por los que sufren que llega a
hacerse misteriosamente solidarios con ellos. Mt subraya que Jesús vendrá
como Hijo del hombre futuro en una función de juez universal y glorioso,
que dará a cada uno según sus obras.

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