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Sección: Lunes en la Ciencia

Coordinación: René Drucker Colín


Editora Responsable: Patricia Vega

Lunes 16 de febrero de 1998

ARTICULOS DE OPINION
Victoriano Garza Almanza
ECO: réquiem a 22 años de actividad ecológica en AL

Christopher Ormsby
Las tendencias sexuales del cerebro

Héctor Zenil Chávez


Autorretrato

Victoriano Garza Almanza


ECO: réquiem a 22 años de actividad ecológica en AL

El más importante centro técnico en salud ambiental de América Latina y el Caribe, el


Centro Panamericano de Ecología Humana y Salud, constituido ex profeso en 1975 por los
gobiernos de América, con el apoyo de la Organización Panamericana de la
Salud/Organización Mundial de la Salud (OPS/OMS), para evaluar los riesgos ambientales
para la salud pública, dejó de existir como organismo técnico internacional el 31 de
diciembre de 1997.

La euforia por la construcción de grandes proyectos de desarrollo en América Latina


durante los años 70, obras como la represa de Itaipú o la ruta transamazónica, trajo consigo
tal alteración del medio, lo que dio lugar a una mayor propagación de numerosas
enfermedades tropicales y a la emergencia de otras.
Por tal motivo, atendiendo a un llamado de los ministerios de Salud de las Américas, la
Organización Panamericana de la Salud buscó la forma de atender ese nuevo escenario en
la transmisión de enfermedades, y en 1975 constituyó un centro científico para entender y
contender contra el fenómeno del impacto ambiental del desarrollo y sus efectos sobre la
salud pública. A esa entidad la llamó Centro Panamericano de Ecología Humana y Salud,
mejor conocida como ECO, y su misión fue ``contribuir a evitar o disminuir los efectos
adversos en la salud que tuviesen su origen en las modificaciones o contaminación del
ambiente, producto de las actividades de desarrollo económico regional y la
industrialización''.

Aquella era una época en la que las dictaduras militares y la inestabilidad social, generada
por las luchas intestinas en varios países latinoamericanos, eran la regla más que la
excepción. En tal sentido, México representaba una garantía para el buen funcionamiento
de ECO y la OPS/OMS ubicó su sede en Metepec, estado de México.

A principio de los años 80, ECO concentró su esfuerzo en ``los aspectos epidemiológicos y
toxicológicos de los principales contaminantes químicos de origen industrial y agrícola''; es
decir, plaguicidas, metales pesados, contaminantes atmosféricos y residuos peligrosos.

A lo largo de 22 años de actividad, la producción de ECO fue vasta en calidad y cantidad.


Por mencionar algunos de sus logros, adiestró a más de 11 mil profesionales de América
Latina; apoyó unos 100 proyectos nacionales y participó en otros 50 en 20 países; estimuló
la creación de programas de posgrado; creó una base de datos sobre la situación de la salud
ambiental en Latinoamérica; constituyó una de las más importantes bibliotecas de salud
ambiental, y publicó más de 350 monografías, boletines y otros impresos. Su presencia fue
notoria en los más diversos escenarios: desde la frontera México-Estados Unidos hasta
Argentina.

El argumento con el que se justifica el cierre de ECO es de razones presupuestarias ya que,


según información oficial, el gobierno de México no aportaba desde hace poco más de dos
años una cantidad adecuada para el mantenimiento y funcionalidad de ese centro. Aquí
cabe mencionar que más de 50 por ciento de la cooperación técnica de ECO estuvo
orientada al país sede, y el restante a los países solicitantes de América Latina; también,
que un porcentaje significativo de ese presupuesto se empleó en México para el pago de
nóminas de funcionarios mexicanos y la compra de servicios locales.

Si bien las instalaciones y su contenido pasaron a manos de la Secretaría de Salud, se


perdió lo más preciado que ECO tenía: su gente.

Lo paradójico de esa decisión es que, mientras se cierra ECO, los gobiernos de América
Latina, que en un principio demandaron su creación y que en un momento tan crítico para
sus pueblos lo olvidan, desarrollan estrategias de apertura y crecimiento económico que
conllevan la generación de riesgos para la salud y el ambiente mayores a los conocidos, y la
intensificación de los ya existentes.

Con la regionalización de los mercados en América se formalizaron varios acuerdos


comerciales como el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC), el Mercosur
en el Cono Sur, el Pacto Andino en los países andinos, el Caricom en el Caribe, G-3,
Mercado Común Centroamericano y el Acuerdo Latinoamericano de Integración (Aladi).
Esta apertura tiende a eliminar una serie de barreras y permite la fácil transferencia, de un
país a otro, de industrias y tecnologías peligrosas y contaminantes (como los incineradores
de residuos tóxicos, que se están prohibiendo en los países industrializados y cuyas
instalaciones son desmontadas para ser trasladadas a países en donde irresponsablemente se
les permita reconstruirse y funcionar), así como de productos obsoletos o prohibidos en los
países industrializados de origen (como plaguicidas cancerígenos o alimentos chatarra).

ECO, la única alternativa que la mayoría de los países latinoamericanos tenía para evaluar
los riesgos y el impacto en la salud y el ambiente de los grandes proyectos de desarrollo y
de la industria de alto riesgo, desaparece para que la salud pública de sus habitantes y la
vigilancia sobre el ambiente regional queden a la deriva, seguramente, hasta muy entrado el
próximo milenio.

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