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http://ipsprensa.googlepages.com/AbstractyponenciaMyE.htm
ABSTRACT
El objetivo de esta ponencia es discutir los planteos de Lenin en torno al problema de la
teoría del conocimiento en Materialismo y empiriocriticismo como en sus llamados
“Cuadernos filosóficos”, para discutir las continuidades y rupturas que podemos
encontrar en ellos, en el marco de dos lecturas del marxismo que trazan distintas
genealogías para éste, o bien atribuyéndole una tradición objetivista basada en la teoría
del reflejo, o bien una tradición subjetivista de corte hegeliano.
PONENCIA
Lenin y la teoría marxista del conocimiento
teoría del conocimiento que defenderían para el marxismo, en paralelo a esa visión de la
historia, sería la teoría del reflejo: así como la superestructura refleja la estructura
económica, los pensamientos reflejan la realidad, de similar forma mecánica.
Entrada en crisis este tipo de lecturas, en los años ’20 en los planteos de los así
llamados “marxistas occidentales”, pero sobre todo a partir de los ’50 una vez abierto el
proceso de “desestalinización”, distintas lecturas dentro del marxismo han cuestionado
estas concepciones. Si Bernstein había reclamado a Kant como antecedente para el
marxismo, y las doctrinas “filosóficas” de Stalin no pasaban de un materialismo vulgar,
muchas corrientes reclamarían en contraposición a ello la restitución de la influencia de
Hegel o del “idealismo inteligente”, tal como lo definiera Lenin en sus “Cuadernos
filosóficos” (Lenin, 1987a). Y si reinaba en la Segunda Internacional y en la
burocratizada Tercera Internacional la relación mecánica entre base y superestructura,
ahora lo hará, como categoría central, la noción de praxis. Si las lecturas “objetivistas”
estaban sustentadas por sendos aparatos que difundieron homogéneamente esas ideas en
bloque en cientos de publicaciones a lo largo de todo el mundo, las lecturas que hicieran
hincapié en “lo subjetivo” son variadas y presentan muchas más disidencias entre sí, por
lo cual si bien nos referiremos a ellas de conjunto como marco histórico y teórico, en
muchos casos sus matices son importantes y los señalaremos en lo concerniente al tema
que nos ocupa.
tema como John Rees (Rees, 1988) han señalado en respuesta que más que una ruptura
con una pretendida visión objetivista, Lenin ha modificado sí en este terreno ciertas
posiciones, pero sin que por ello pueda trazarse un corte entre un Lenin objetivista y
uno subjetivista posterior. Sobre todo porque de emblocarse a Lenin en un supuesto
objetivismo original, sería difícil explicar, en el terreno de la política, planteos que en su
época fueron más bien considerados y atacados por el marxismo dominante como
voluntaristas y subjetivistas más que como posiciones contemplativas ceñidas al
desarrollo de las fuerzas productivas: la insistencia en la necesidad de construcción de
un partido revolucionario y la defensa de la posibilidad de la revolución en un país
“atrasado” en sus condiciones objetivas como Rusia fueron criticadas por muchos
motivos menos por excesiva confianza en el desarrollo económico objetivo. Por otro
lado, ya dentro del terreno específicamente epistemológico, figuras como Rolando
García (García, 1982) han explícitamente desarrollado análisis y propuestas de una
teoría constructivista del conocimiento, opuesta a una teoría del reflejo, tomando
elementos de los “Cuadernos filosóficos” de Lenin. La discusión, por tanto, presenta
muchas posiciones al respecto. El mismo Lenin en estos “Cuadernos…” señala varias
críticas, en discusión con las lecturas del propio marxismo ruso, que no sólo
concernirían a los allí atacados con nombre y apellido, como Plejanov, sino a sí mismo,
lo que muchos consideran una autocrítica. Dirá por ejemplo:
Es decir que Lenin está atacando las vertientes más subjetivistas del idealismo
de la época, cuyo corolario sería la imposibilidad de conocer la realidad. Es frente a esta
perspectiva, acentuando las diferencias entre idealismo y materialismo y abogando por
la posibilidad de aprehender la realidad, que planteará lo que considera un eje central de
la concepción marxista: que la realidad (o la naturaleza, en términos de la discusión
planteada en el terreno de las ciencias), preexiste al sujeto que la conoce. Dice Lenin:
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Y más adelante:
“…en Hegel la práctica sirve como un eslabón en el análisis del proceso del
conocimiento (…) Marx se sitúa claramente al lado de Hegel cuando introduce
el criterio de la práctica en la teoría del conocimiento” (Lenin 1987a: 200).
“La conciencia del hombre no sólo refleja el mundo, sino que lo crea (…) Es
decir, que el mundo no satisface al hombre y éste decide cambiarlo por medio de
su actividad” (Lenin 1987a: 200 y 201).
Esta ubicación de Lenin sin duda va en el sentido de las “Tesis sobre Feuerbach”
(Marx y Engels, 1985) de Marx en cuanto a la importancia del desarrollo del “lado
activo”, donde el eje no es ya la praxis sólo como forma de comprobación de nuestro
conocimiento en la realidad, sino el eje por donde pasa la relación del hombre con su
medio a lo largo de la historia. Se trata entonces de un fundamento de la concepción
materialista de la historia.
Este eje en la praxis como relación del hombre con el mundo da por tierra con
una teoría del reflejo capaz de conocerla. Porque si la realidad no es una mera suma de
partes sino, como se entusiasma Lenin leyendo a Hegel, una totalidad contradictoria, de
saltos y rupturas, de fenómenos en proceso de cambio y lucha entre contrarios, no puede
“reflejarse” sin más en nuestros pensamientos. Para conocerla es necesaria tanto la
abstracción que capta los elementos que en ella permanecen difusos u ocultos, como la
restitución concreta de la totalidad del proceso en la dinámica histórica. Solo así es
posible asir la contradictoria y rica realidad en sus determinaciones, en su proceso.
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Volviendo a las lecturas hechas sobre estos textos leninistas, creemos que
efectivamente existe un cambio de posicionamiento alrededor de la teoría del reflejo.
Tanto es así que después de su lectura de Hegel, Lenin pide tiempo extra para cambiar
una reseña que había escrito sobre Marx para una enciclopedia, cuyas modificaciones
justamente giran alrededor de un mayor acento en la importancia de la dialéctica y la
relación con Hegel para el desarrollo de las concepciones de Marx (Lenin, 1915).
Pero creemos que tampoco ello significa, como parecen aducir algunas de las
lecturas que construyen un Lenin “subjetivista”, que pueda atribuírsele una especie de
marxismo hegeliano, como en buena medida hace la lectura inaugural de Dunayevskaya
en esta discusión, para quien Lenin tuvo después de la lectura de Hegel un “choque de
reconocimiento” que lo alejaron del marxismo mecanicista ruso del que en buena
medida era deudor (Dunayevskaya, 1989). En primer lugar porque, como aduce Rees, si
el Lenin anterior a los “Cuadernos filosóficos” estaba preso del “objetivismo” de la
Segunda Internacional, difícil será explicar las posiciones políticas que fueron motivo
de ruptura con ella, incluyendo sus peleas previas dentro del marxismo ruso. Y en
segundo lugar, porque a pesar de su reevaluación de Hegel y de la dialéctica, Lenin no
abandona algunos de los fundamentos centrales, y correctos a nuestro entender, de
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Por último, señalemos que en la mayoría de los casos, este tipo de discusiones no se
agotan en el problema gnoseológico sino que sobre todo tienen incidencia en la
concepción de la historia que se atribuye al marxismo: una historia lineal, en su visión
objetivista, amparada en una lectura mecánica de la metáfora base / superestructura, o
una historia de saltos y rupturas (amparados en la dialéctica entre las determinaciones
históricas pero también la centralidad de la lucha de clases como motor de la historia).
“en espiral, por así decir, y no en línea recta, una evolución a saltos, de
catástrofes, de revoluciones, de ‘soluciones de continuidad’ (…) estos son
algunos de los rasgos de la dialéctica, doctrina de la evolución más rica que la
doctrina vulgar” (Lenin en Mandel, 1977).
Como es en esa linealidad o ruptura donde se define nada menos que las
posibilidades de la revolución, estas discusiones han siempre estado también en relación
a distintos posicionamientos políticos. Las críticas al marxismo “objetivista” no son la
excepción e incluyen distintos posicionamientos políticos. No podemos abarcar aquí
estas discusiones, pero sí queremos plantear que tanto para el caso de Lenin como de
otros marxistas, si bien la relación entre concepción de la historia y del conocimiento
existe, sobre todo alrededor de la concepción de la dialéctica que se maneje, no debe
entenderse tampoco esta relación mecánicamente: sin una visión apropiada de la
dialéctica objeto – sujeto y de la praxis en el desarrollo histórico de conjunto y en las
distintas áreas de discusión que puedan abordarse, como el terreno de la teoría del
conocimiento, el marxismo es una escasa ayuda para combatir la ideología burguesa y
menos aun, para forjar una práctica revolucionaria. Pero tampoco una visión en
principio correcta o a favor de la importancia de la dialéctica ha asegurado nunca una
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Por eso no creemos que emblocar a Lenin entre los “objetivistas” o los
“subjetivistas”, y muchos menos pretender con ello dar cuenta de todo su pensamiento,
sirva para una acabada discusión del problema de la teoría del conocimiento del
marxismo y de los otros que este problema acarrea.
* Por supuesto, desde sus orígenes, muchas otras lecturas de encendidos defensores del
capitalismo atacaron las ideas fuerza del marxismo, las oficiales y no oficiales,
obviamente, no para aportar a éste sino para evitar que empalmando con los sectores
oprimidos, funcione como una guía para la acción revolucionaria. Nos referiremos aquí
a críticas que desde el marxismo intentaron discutir esta tradición y no a aquellos que
desde siempre quisieron eliminarla.
A esto contribuyó también la aparición de textos inéditos de Marx concernientes a estos
problemas desconocidos hasta entonces, sobre todo a partir de la década del ‘30.
Tal es el caso de Dunayevskaya, cuya elaboración relaciona mecánicamente la noción
de sujeto cognoscente en la teoría conocimiento con la del sujeto revolucionario en la
política. El propósito es cuestionar la idea de dictadura del proletariado, y con ello
dirige sus críticas a Trotsky por excesivo peso dado al proletariado como sujeto, y
presenta a un Lenin devenido espontaneísta. Ello no sólo no se condice con los hechos
sino que olvida que en el momento de las discusiones con la Segunda Internacional, las
posiciones de Lenin y Trotsky fueron “heterodoxas” respecto justamente a este punto,
dado que en la historia lineal de la socialdemocracia, Rusia, atrasada, no estaba en
condiciones de hacer una revolución proletaria. La base del conjunto de la discusión es
que Dunayevskaya, activista por la liberación de los pueblos africanos, considerará a
éstos como los nuevos sujetos revolucionarios y considerará ortodoxa la idea del
proletariado como tal. Más allá de lo que pueda opinarse de esa discusión, lo cierto es
que en su planteo confunde los planos de la discusión y la simplifica, tergiversando las
que fueran enormes discusiones estratégicas del marxismo.
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BIBLIOGRAFÍA
-Dunayevskaya, Raya (1989): Filosofía y revolución, México, Siglo XXI.
-Marx, Karl y Engels, Friedrich (1985): La ideología alemana, Buenos Aires, Pueblos
Unidos.