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Maturana para Luhmannianos (Parte I)

Algunas consideraciones preliminares

(En: Saber, Revista Hispanoamericana de Humanidades y Ciencias Sociales. N1 Año


1 2008. De la Universidad Nacional Pedro Ruiz Gallo <Perú>)

Introducción:

A estas alturas de la historia del conocimiento del conocimiento, o historia de la deriva


académica del entendimiento del conocer como fenómeno biológico, se puede decir que
al Doctor Maturana se le ha malentendido más que conocido, esta historia de la acogida
y las diversas aplicaciones de aspectos de su trabajo haría un libro en sí mismo, pues
han sido aplicadas en sociología, teoría jurídica, literaria y en el campo de la consultoría
y la terapia familiar sistémica, entre otros.1 En general se puede decir que se enfrentó a
dos tipos de reacciones. Hubo personas que dijeron que esto era realmente un salto
mortal, algo revolucionario. Pero muchas personas concluyeron que esto era chocante,
que no lo podían aceptar y se mantuvieron a una cierta distancia del asunto. Aún así, la
acogida de las ideas de Maturana fue amplia y ascendente, manteniendo siempre la
particularidad de interesar a investigadores de muy diversas disciplinas. Y del mismo
modo en que dejó de ser invitado a participar en reuniones de neurofisiólogos, empezó a
ser invitado en diversos ámbitos a reuniones relacionadas con esta otra visión de los
fenómenos neurofisiológicos de la organización de los seres vivos. Maturana ha
resultado un científico polémico, pero cabe notar que de una u otra forma mucha de la
gente que ha usado nociones de la biología del conocer y trabajos posteriores para
validar sus propios proyectos (ha habido congresos e incluso revistas científicas
dedicadas al tema2) no tienen una idea de lo que él ha explicado atendiendo a los

1
En sociología: Niklas Luhmann, Sozial Systeme, ed. Shurkamp, Frankfurt, 1984. Bednarz, John.
“Autopoiesis: The Organizational Closure of Social Systems”, Systems Research, Vol. 5 (1988), no. 1, pp.
57-64. Y Benseler, Frank, Peter M. Hejl, and Wolfram K. Kock (eds.), Autopoiesis, Communication, and
Society: The Theory of Autopoietic Systems in the Social Sciences, Frankfurt: Campus Verlag, 1980 En
juridica: Law as an autopoietic system de Teubner, G. Ed. Blackwell, Oxford, 1993. Dias, R. W. M.,
“Autopoiesis and the Judicial Process”, Rechtstheorie, Vol. 11 (1980), pp. 257-282.[Berlin: Duncker &
Humblot]. En teoría literaria: The noise as culture de Paulson, W. Ed. Cornell Univ. Press, Ithaca, 1988.
En consultoría empresarial: Understanding Computers and Cognition, Winograd y Flores, ed. Ablex
Publishing Corp. 1989. En el campo del periodismo: Deuze, M. “Autopoiesis and journalism theory”.
Amsterdam School for Communications Research Paper. En:
http://home.pscw.uva.nl/deuze/autopoiesis.htm [1998, Nov.23]. En el campo de la terapia sistémica y de
familia, la influencia de Maturana es profunda ya desde el 80. Paul Dell, L. Hofman, Lin Segal y muchos
otros, han escrito de todo, a veces malinterpretando la Biología del Conocer. Ver nota 5 del ensayo cuarto
de este libro. Trabajos notables de Maturana en el tema son: “The mind is not in the head”, J. Social and
Biol. Struc., 8(4): 308-310, 1985, y “El pecado original: la enfermedad mental como trastorno
epistemológico”, Méndez, P. L., Maturana, H. R., Rev. Chil. Psicología, 8(2): 3-4, 1987. Y “Bringing
forth pathology”, Mendez, C.L., F. Coddou, Maturana, H. R.. Irish J. of Psychology (issue on
Constructivism). 9 (1): 144-172, 1988.

2
Por ejemplo ver: Autopoiesis, dissipative structures, and spontaneous social orders, coord. por M.
Zeleny, A. A.A.S., Selected Symposium 55, 1980. O Autopoiesis: a theory of the living organization,
también de Zeleny, N. Holland, New York. O Autopoietic systems, Campus Verlag, Frankfurt, 1980, de
Benseler, F. y otros. Y los números especiales dedicados a la autopoiesis de: Irish Journal of Psychology,
1988. De Cybernetics, 1985. Y de Internacional Journal General Systems 1992. Y la revista especializada
en el tema Cybernetics and Human Knowing: a journal of second-order cybernetics, autopoiesis and
fundamentos desde donde presenta sus explicaciones, y me refiero en el concreto
sentido de no mostrar el trabajo de apertura para mirar la Biología del Conocer y sus
otros trabajos, en la forma en que el mismo Maturana las entiende y explica, de modo
de no anteponer continuamente las propias creencias sobre lo que debe ser y lo que dice
el autor, lo suficiente por lo menos como para oír dónde hace sentido lo que se está
diciendo. Ya que justamente lo que Maturana propone es, no un cambio de principios o
nociones teóricas, sino una forma diferente de entender, de escuchar. Lo que Humberto
Maturana nos pone enfrente con sus explicaciones es una concatenación de hechos
básicos, que sin embargo pareciera ir, y de hecho va, en contra de los fundamentos de
lo que comúnmente se ha teorizado sobre lo que se entiende es el conocimiento, el
aprendizaje y los procesos preceptuales, así como los psíquicos propios de la conducta
descriptiva en lenguaje. Como por ejemplo el haber encontrado una forma de hacer
explicaciones científicas y filosóficas sin apoyarse en el objeto sino en la operación de
distinción del observador y que él ha llamado la vía de la objetividad entre paréntesis.
Es por esto que leer al profesor Maturana requiere el mismo candor o buena disposición
que un espectador que va a presenciar un espectáculo teatral que sabe es de otra cultura
o de tendencia vanguardista y que para poder apreciarlo va a requerir una cierta
apertura. Y paradójicamente, es esta confianza la que pareciera brillar por su ausencia a
la hora de mirar la historia de acogida del trabajo de Maturana por diversos frentes de la
comunidad científica. Ha habido mucha gente que ha aceptado y mucha que ha
rechazado su propuesta, sin saber qué es lo que han aceptado o rechazado. Y esto es
algo en lo que el Doctor Maturana mismo concuerda. Ahora bien, por supuesto que no
se trata de impedir las interpretaciones libres, pero a lo largo de la reinterpretación de
las explicaciones que trajo a mano este cambio fundamental en el modo de preguntarse
desde el ser de los entes al hacer del observador, se han dado muchos excesos en este
aspecto sin siquiera tratar de entender a fondo qué es lo que explica Maturana,
atendiendo a las condiciones de posibilidad que él presenta para sustentar su trabajo, ni
se atiende a las explicaciones que ha dado sobre por qué no se pueden entender sus
propuestas usando otros fundamentos explicativos. Generalmente la gente se queda con
uno u otro pedazo de lo que él dice y no atiende al trasfondo ni a la totalidad, la cual de
hecho no estaba formulada como la totalidad que es hoy hasta que Maturana junto con
Ximena Dávila3 en el 2001 desarrollaron por completo la noción de Matriz Biológico
Cultural de la Existencia Humana (MBCEH), y esto es importante pues
lo verdaderamente relevante si a uno le interesan estos asuntos, es que lo que aquí está
en juego es la posibilidad de aprender un cierto modo autónomo de reflexionar, y que
Dávila y Maturana han llamado Filosofía Natural; no se trata ya de moverse generando
y apegándose a principios, ni el de autopoiesis (identidad constitutiva de lo vivo), ni
Determinismo Estructural, etc., que de hecho ni siquiera son principios, aunque se los
pueda usar así, son abstracciones de las regularidades y coherencias de la experiencia. Y
este es un punto esencial si se quieren aclarar muchos de los enredos en torno a lo que
se dice que dijo Maturana y lo que se dijo que dijeron de él.

ciber-semiotic, 1992-2003.

3
Como se verá a lo largo de esta obra, Maturana no se ha retractado de ningún aspecto de sus propuestas,
sin embargo ha ido refinando su modo de entenderlas y de explicarlas, en la última reformulación que ha
hecho, participa Ximena Dávila de una forma fundamental. Esto de hecho inicia un nuevo periodo en la
historia del conocimiento del conocimiento, que se inaugura con la fundación del Instituto de Formación
Matríztica. Y como señalaré más adelante, la noción de MBCEH es el corazón de la Antropología
Natural, por ende es plenamente correcto y justo considerar a Ximena Dávila cofundadora de ésta, en
tanto su aporte es fundacional.
En la historia de acogida de la Biología del Conocer, a grandes rasgos, ha habido una
dinámica relacional triple, por un lado, se la acepta con gran entusiasmo y se cita a
Maturana con reverencia para fundamentar lo que quiera que sea que se esté
proponiendo, incluso transdisciplinarmente, e independientemente de si se entiende o no
la propuesta de Maturana en sus propios términos. Por otro lado, junto a enfatizar la
importancia de lo que ha dicho Maturana se retoma alguna de las nociones explicativas
que él ha propuesto (Autopoiesis, Determinismo Estructural, Deriva Natural) y se la
extrapola a algún otro ámbito. Una tercera forma ha sido aceptar las consecuencias de
asumir este modo de entender a los seres vivos y al humano como observador, y desde
ahí hacer ciencia conservando la congruencia con el Determinismo Estructural, que es
lo que ha hecho Maturana mismo, sus colaboradores y algunos pocos otros.4 Cabe
señalar que hay diversos casos particulares que no encajarán con esta generalización.
Maturana siempre ha sido relacionado con la cibernética, la teoría del caos, la
complejidad y el constructivismo, y especialmente con la cibernética de segundo orden.
Y por cierto que históricamente hay nexos, pero una cosa es hablar de lo mismo y otra
cosa hablar de cosas parecidas. Por ejemplo, hablar de autoorganización como lo hacen
los cibernéticos no es hablar de autopoiesis, aunque haya quien piense así. En el mundo
de la cibernética de los 60, 70 y 80 se escuchó a Maturana con gran interés, mientras
que en su tierra natal era sólo “el loco Maturana”, pero muchos, sino todos los
cibernéticos, creyeron escuchar en lo que decía, una prolongación de la cibernética, y no
algo radicalmente distinto, aunque sí lo suficiente para nutrir un nuevo movimiento,
como es sabido, el de la cibernética de la cibernética. También ha habido malentendidos
porque se lo ha asociado indiscriminadamente a las teorías del caos y la complejidad.
Quizás sobre todo a través del desafortunadamente ecléctico libro de Fritjof Capra; “La
trama de la vida”.5
Como sea, en este ensayo se mostrará que el origen y desarrollo del entendimiento de lo
vivo y lo humano de Maturana, surge de modo autónomo, disjunto a cualquier otra
teoría, y que históricamente por cuarenta años ha seguido desarrollando, indiferente a
cualesquiera pretensiones devaluatorias o aprobatorias.
Como se verá más adelante, Maturana (y todo aquel que opere en el Arte y Ciencia del
pensar Ontológico Constitutivo), no da definiciones, ni ocupa principios, de hecho la
Ontología del Observador aunque se basa en explicaciones científicas, no es una teoría
sino una descripción de cómo operamos como observadores, pero además, presentando
la posibilidad pragmática de operar a partir del operar del observador entendiendo que
el observador mismo no es un ente trascendente sino la abstracción de una dinámica
relaciónal. Y es este operar, moviéndose en la legalidad del Determinismo Estructural,
lo que permite hacer ciencia y reflexión filosófica sin apegarse a principios. Los
principios son proposiciones explicativas que ocultan las dinámicas, los procesos que
les dan origen, en tanto no se los trate como argumentos circunstanciales. Por ejemplo,
la causalidad, decir que esto causa esto otro en la coherencia particular circunstancial no
es el problema, es cuando uno trata los principios como verdades irrefutables y empieza
a usarlos como nociones explicativas generales cuando aparece el problema. Por esto
Maturana no considera adecuado que la noción de autopoiesis sea tratada como un
principio, quitándole el paréntesis que tanto le costó ponerle. La autopoiesis es una

4
Antes se hablaba de la escuela chilena de Biología del Conocer, pero no lo fue nunca en el sentido de
una tradición académica unificada. La posibilidad de hacer escuela ya se abrió al fundar Ximena Dávila y
Humberto Maturana el Instituto de Formación Matríztica, orientado a una praxis continua de reflexión,
investigación y acción al alero del Pensar Ontológico Constitutivo .
5
Capra, Fritjof. La trama de la Vida. Ed. Anagrama, Barcelona, 1998.
explicación que hace referencia a las coherencias dinámicas propias, moleculares, que
constituyen al ser vivo como ser vivo.
En Chile hay algunos ingenuos que lo han criticado absurdamente diciendo “que él es
biólogo, que no tiene nada que andar opinando de psicología, antropología, y otras
cosas que no sean su tema.” Para empezar, habría que aclarar que Maturana no entiende
por biología, como se suele pensar, procesos moleculares exclusivamente (dominio del
operar de los componentes de un sistema) sino también los procesos interaccionales de
los seres vivos (dominio del operar como totalidad de los sistemas en el medio que los
contiene). En sus palabras es biología todo dominio de fenómenos en que participa por
lo menos un ser vivo. Y esto no es un reduccionísmo pues se da su justo lugar a cada
dominio fenoménico, justamente mostrando la relación generativa entre distintos
dominios de fenómenos, pues se parte de su identidad biológica básica considerando la
historia natural de lo vivo. Las extensiones siempre han sido, entre ciencias,
problemáticas y hasta peligrosas, como en el caso de la sociobiología de la cual estamos
muy lejos. Sin embargo Maturana está en posición de presentar las condiciones de
posibilidad de algo semejante a una extensión interdisciplinaria, ya que su explicación
biológica del observador es ontológica y tiene pertinencia en cualquier ámbito del
conocer.

Discrepancias con Niklas Luhmann:

Como ya señalé hubo varios congresos que planteaban los problemas sociales en torno a
la perspectiva autopoiética, sin embargo desde la perspectiva del mismo Doctor
Maturana, generalmente fueron mal entendidos sus planteamientos y muchos
investigadores quisieron ver en la autopoiesis un principio explicativo que permitía
entender las sociedades como sistemas autoproducidos, y donde el termino autopoiesis
era considerado intercambiable con el de autonomía y autorreferencialidad e incluso con
el de autoorganización. Maturana ha dejado claro que si bien, en tanto los organismos
son sistemas autopoiéticos de segundo orden (agregados de sistemas autopoiéticos de
primer orden como las células), y uno puede entender los sistemas sociales como
agregados de organismos que constituyen sistemas autopoiéticos de tercer orden, lo
autopoiético no es en ellos lo constitutivo, la autoproducción no es lo que genera el
fenómeno social, ni en el sentido comunicacional, ni en el económico. Ciertamente la
noción es considerable en otros casos fuera del ámbito molecular, y aun en el dominio
social, pero nunca para señalar lo que es constitutivo de lo social, pues si no, se deja
fuera de la descripción del fenómeno social, el mecanismo que de hecho lo genera. La
discusión más extendida en torno a este tópico es la que se suscitó con el distinguido
sociólogo alemán Niklas Luhmann,6 para quien lo social no está constituido por
animales sociales sino por comunicaciones, las que supuestamente generarían el espacio
autopoiético de lo social. A continuación cito un texto de Maturana al respecto: “Esta
discrepancia con Luhmann no es trivial. Ciertamente se puede hacer lo que Luhmann
6
El profesor Mexicano J. Torres Nafarrate ha hecho muchas y muy buenas traducciones al castellano y
ediciones de la obra de Luhmann. Ver: Sistemas sociales. Lineamientos para una teoría general. Ed.
Alianza, UIA. México, 1991. Teoría de la sociedad. UIA, U. de Guadalajara. México, 1993. Poder. Ed.
Antrophos, UIA, P.U. Católica de Chile, Barcelona, 1995. Confianza. Ed. Antrophos, UIA, P.U. Católica
de Chile, Barcelona, 1996. Niklas Luhmann. Introducción a la teoría de sistemas. Lecciones publicadas
por J. Torres Nafarrate. UIA, ITESO. México, 1996. El derecho de la sociedad, UIA. México, 2002.
hace al distinguir un sistema cerrado definiblemente autopoiético en el espacio de las
comunicaciones que él llama sistema social. Lo que yo me pregunto es si la noción de lo
social como ésta surge en el ámbito cotidiano y se aplica adecuadamente a ese sistema:
es decir, me pregunto si el sistema que Luhmann distingue como sistema social genera
los fenómenos y experiencias que en la vida cotidiana connotamos al hablar de lo social.
Yo pienso que no, que no lo hace, y pienso, por lo tanto, que la noción de lo social está
mal aplicada al tipo de sistemas que Luhmann llama ‘sistemas sociales’… Lo social no
pertenece a la sociología, pertenece a la vida cotidiana, y la sociología sólo hace sentido
como intento explicativo de la vida cotidiana, si no, es sólo literatura. Todo lo que
Luhmann parece querer explicar con su teoría de los sistemas sociales separando lo
humano y dejándolo como parte del entorno, y mucho más que él no puede explicar,
como el origen del lenguaje, como el origen de lo humano, se puede explicar sin ese
argumento. Si lo humano fuera periférico a lo social no cabría la reflexión liberadora
como un acto reflexivo personal que saca al vivir humano del vivir humano que atrapa
devolviendo al individuo su libertad”.7 Para Maturana, a lo más, un sistema autopoiético
en un espacio de comunicaciones, se parece a lo que distinguimos al hablar de cultura.
Sin embargo este no es el modo en que él habla de cultura, sino como red cerrada de
conversaciones. Ciertamente los aportes de Luhmann en cuanto a la reflexión
sociológica merecerían un apartado especial, en mi opinión la discusión Luhmann-
Maturana está abierta y seguirá siendo fructífera para quien sepa escuchar.
A continuación presento otro extracto de un libro de entrevistas donde el profesor
Maturana expone las divergencias con el profesor Luhmann.8
“BP: En Alemania, sobre todo el sociólogo Niklas Luhmann de Bielefeld se hizo
conocido como un teórico de la autopoiesis. En su obra principal Soziale Systeme,
publicada en 1984, adoptó su término, caracterizando distintos dominios de la sociedad
como los productos autónomos de su realidad respectiva. Desde entonces se habla del
giro autopoietico de la sociología.
HMR: Durante mi tiempo como profesor invitado en Bielefeld no le oculté mi critica al
respecto sino que la articulé en nuestras numerosas discusiones. “Gracias porque me
hiciste famoso en Alemania” le dije a Niklas Luhmann “pero no estoy de acuerdo con la
manera como utilizas mis ideas. Propongo que comencemos con la pregunta de las
características de lo social. Porque el concepto de sociedad es históricamente anterior al
concepto de la autopoiesis de los sistemas vivos. Primero se habló de sociedad, y luego
– mucho más tarde- de autopoiesis y sistemas sociales. En el fondo, eso significa que
habría que partir ocupándose de los problemas considerados relevantes que aparecen en
los análisis sociológicos, y luego preguntarse si estos se pueden comprender mejor con
el concepto de la autopoiesis”.
BP: Advierte de los peligros del reduccionismo.
HMR: El problema está simplemente en que Niklas Luhmann usa el concepto de la
autopoiesis como un principio explicativo de lo social que no aclara los fenómenos
sociales sino más bien los esconde. Autopoiesis, entendida como fenómeno biológico,
trata de una red de moléculas que producen moléculas. Las moléculas producen
moléculas, se combinan para formar moléculas, pueden dividirse en moléculas. Pero
Niklas Luhmann no parte de moléculas que producen moléculas, sino que todo trata de
comunicaciones que producen comunicaciones. Cree que se trata de fenómenos
7
Comentario manuscrito no publicado, al libro Sociedad y teoría de sistemas de D. Rodríguez y M.
Arnold, Santiago de Chile, 1991. Esta versión la tomé de la antología ya citada del Profesor J. Torres
Nafarrate.
8
Del Ser al Hacer. Los Orígenes de la Biología del Conocer. Humberto Maturana y Bernhard Pörksen.
Comunicaciones Noreste Ltda. Santiago de Chile. 2004.
parecidos y de una situación comparable, eso no es correcto, porque moléculas generan
moléculas sin ayuda externa, sin apoyo. Vale decir que la autopoiesis sucede en un
dominio en el cual las interacciones de los elementos que lo constituyen producen
elementos del mismo tipo, y que eso es lo decisivo. Pero la comunicación presupone a
humanos que se comunican. Las comunicaciones sólo producen comunicaciones con la
ayuda de sistemas vivos. La decisión de reemplazar moléculas por comunicaciones hace
aparecer las comunicaciones como elementos centrales, excluyendo a los seres humanos
como comunicantes. Estos quedan fuera y son considerados sin importancia; no
constituyen más que el trasfondo y la base para el sistema social, entendido como una
red autopoietica de comunicaciones.
BP: Si uno adopta esta perspectiva y describe un sistema social como red de
comunicaciones que se reproducen autopoieticamente, lo que visualiza es una estructura
social rarísima, una sociedad sin seres humanos.
HMR: Esa es exactamente la descripción que hace Niklas Luhmann. Su concepto es
comparable a un enfoque estadístico de sistemas sociales, personas con cualidades
individuales no aparecen aquí. Pero cuando en la vida diaria se habla de sistemas
sociales, naturalmente siempre están involucradas distintas personas con sus
características específicas, que sin duda protestarían contra su caracterización como red
autopoietica. Y de hecho lo hacen cuando critican a Niklas Luhmann.
BP: Pero también podríamos decir que esa es la objeción de un empirista que no
necesariamente tiene que preocuparle a un teórico de lo social.
HMR: El que quiere más que flotar en una esfera de abstracciones, tiene que
preguntarse: ¿Cómo sabemos que tenemos que ver con un sistema social? ¿Se trata de
un sistema social porque se observa comunicación? Tarde o temprano, durante la
búsqueda de respuestas, inevitablemente aparecerán seres humanos. Pero ¿por qué
Niklas Luhmann optó por proceder así? Una vez me dijo que excluía a los Humanos de
su bosquejo de teoría para poder formular declaraciones universales. Si se habla de
seres humanos, fue su argumento, ya no es posible hacer afirmaciones universales. Con
esta postura tampoco estoy de acuerdo.
BP: La teoría de sistemas de Niklas Luhmann también podría ser una antropología
negativa: frente al infinitamente multifacético objeto de la adoración, el ser humano,
imposible de captar descriptivamente, humildemente se calla en silenciosa veneración.
HMR: No creo, por que Niklas Luhmann optó por esta forma de descripción para hacer
enunciados universales. Esa fue su razón, optó por un tipo de descripción con un
carácter formal, comparable a un sistema matemático. Pero, ¿qué pasa cuando aparecen
personas con sus predilecciones y aversiones, sus deseos y emociones? Amenazan la
belleza de la descripción formal, hacen peligrar la elegancia del formalismo.
BP: Sin embargo la negativa a transformar al ser humano en elemento de la propia
teoría podría interpretarse también como señal de un aprecio especial.
HMR: Es posible, pero también un modelo así necesita a personas que estén en
condiciones de reclamar y protestar contra su caracterización. Negándoles esa
posibilidad, se está tratando a seres humanos como objetos libremente disponibles, por
consiguiente tienen estatus de esclavos, o sea son obligados a funcionar sin que se les dé
la posibilidad de reclamar si no les gusta lo que pasa con ellos. Este tipo de trato y
desprecio de otros seres humanos es practica corriente en ciertas empresas,
comunidades y países que niegan al individuo. En un sistema social que no permite la
queja y reclamo, excluyéndolos por principio, no se trata de un sistema social. Se trata
de una tiranía.
BP: Si le entiendo bien, la crítica que formula ahora tiene un fundamento ético. Eso
quiere decir que en este momento de la conversación estamos saliendo de las objeciones
de teoría del conocimiento y nos adentramos en el vasto campo de la ética. Se trata de la
protección del individuo y del compromiso con los derechos del individuo.
HMR: Imaginémoslos por un momento un sistema social que de hecho funcione
autopoieticamente: sería un sistema autopoietico de tercer orden que a su ves se
compone de sistemas autopoieticos de segundo orden. Eso significaría que cada proceso
que tiene lugar en este sistema aporta necesariamente a la mantención de la autopoiesis
en su totalidad y que – como consecuencia – desaparecen los individuos con sus
características y sus distintas maneras de mostrar su presencia: están obligados a
subordinarse a la mantención de la autopoiesis; lo que pasa con ellos no tiene mayor
importancia, tienen que someterse para mantener la identidad del sistema. Una negación
así del individuo es una de las características de sistemas totalitarios. Fue Stalin quien
les exigía a miembros disidentes del partido a abandonar sus posturas para no poner en
peligro la unidad del partido. En cambio, al que aspira a una forma de convivencia
democrática, de ningún modo pueden parecerle irrelevantes los individuos. Al contrario,
son absolutamente centrales, completamente imprescindibles. Las cualidades de los
individuos dejan su impronta en el sistema social.”

Para un observador que se sitúa desde el entendimiento y comprensión del Arte y


Ciencia del Pensar Ontológico Constitutivo, claramente el tema aquí tratado pasa por
una revisión a la tan usual orientación hacia el reduccionismo, es decir buscar los
fundamentos “determinantes” de un dominio en otro de una forma que confunde
dominios desde una visión sesgada del determinismo, pero más abajo profundizaré esto.
En la mirada del doctor Maturana el enfoque es completamente distinto ya que en sus
descripciones, a diferencia de las del profesor Luhmann, Maturana conserva y
considera la diferencia de distintos dominios fenomenológicos, ya que todo fenómeno
existe en por lo menos dos dominios de existencia, el del operar de los componentes que
constituyen el sistema o unidad, y el del dominio del operar del sistema en el ámbito en
que opera como totalidad. Así es posible distinguir las dimensiones de lo molecular-
fisiológico, de lo relacional, y cada dominio existe en un ámbito disjunto de los demás
que el observador puede relacionar en una tercera mirada, la cual todos hacemos pero
sin darnos cuenta que lo hacemos, colapsando así la experiencia con la explicación de
esta.
Generalmente no se ha comprendido lo que explica Maturana en torno al entendimiento
de la fenomenolología biológica, a la que el observador pertenece, pues, por una parte,
no se acepta en toda su magnitud el hecho de que es fenómeno biológico todo aquel en
que participa por lo menos un ser vivo, y por otra el que la existencia de todo ser vivo
transcurre en dos dominios de existencia, el dominio del operar de sus componentes y el
dominio de su operar como totalidad en el medio en que surge. Sin entender lo cual no
se puede distinguir entre lo que pasa “en el” sistema y lo que pasa “con el” sistema. Y a
esto hay que agregar que nosotros como humanos existimos además en otro dominio,
ámbito traído a la mano por el devenir lenguajeantes, el dominio de nuestro existir
conceptual o distintual que es donde ocurre la autoconciencia, la memoria, la
imaginación, la posibilidad de la reflexión, de la responsabilidad y de la libertad. Y sin
considerar que todo lo dicho es dicho entre observadores terminaremos oscureciendo
antropomorfizantemente el cosmos. Nosotros, considerados como totalidades somos
organismos, anatómica y fisiológicamente Homo Sapiens, pero considerados como
entes históricos, dada nuestra existencia en el lenguaje, es que somos seres humanos. Si
no se crece y vive como tal, si no se participa de una historia de interacciones y
relaciones humanas, no se llega a ser humano.
Entender esta forma de entender la existencia de los seres vivos y los seres humanos es
indispensable para apreciar la biología de lo social y de lo cultural, y en general, de
todas las facetas de la Biología Sistémica, sin contradicciones y sin reducir un dominio
fenomenológico a otro.
Al comprender la ontología del observador y el observar uno puede comprender
también cómo es que surgen los fenómenos, y me refiero a todos los fenómenos, pues
donde surgen es en la experiencia del observador, o no surgen. Desde ahí se puede ver
que todo fenómeno trae a la mano un nuevo dominio de fenómenos, una fenomenología
asociada, que si bien tiene una dinámica especificada desde sí misma (Determinismo
Estructural), está posibilitada por el dominio del cual surge.
Recordemos que un observador ve que las unidades simples interactúan a través del
operar de sus propiedades, y los sistemas o unidades compuestas lo hacen a través del
operar de las propiedades de sus componentes, en cada caso especifican un dominio
fenomenológico.
Un dominio fenomenológico consiste en todas las posibilidades de interacción que tiene
una unidad particular en la realización de sus propiedades. Y que constituye un borde
operacional, es cerrado en el sentido de que las posibles interacciones que tiene un
dominio fenomenológico, el social por ejemplo, especifican lo que es posible desde la
formas de organización requerida para que se den tales y tales interacciones a través de
las propiedades de sus componentes, de tal modo que el resultado sea un sistema o
fenómeno social.
Lo que el profesor Maturana quiere señalar cuando habla del operar cerrado del sistema
nervioso, o del operar cerrado de los seres vivos en tanto sistemas autopoiéticos, o de la
cultura como una red cerrada de conversaciones, tiene que ver con dos cosas, por un
lado con la mirada biológica que presta atención a la particularidad irrepetible de cada
sistema y desde ahí a la centralidad de la autonomía en la historia evolutiva de su
existencia. Es la mirada que pone en el centro a lo que se conserva, a lo que existe en el
presente, que es la experiencia del observador, ya que todo cambia en torno a lo que se
conserva, la mirada a la diversidad viene después y está sujeta a la de la conservación.
Por ejemplo lo que se conserva en la evolución de los seres vivos son los distintos
modos de conservación y realización de la autopoiesis. Por el otro lado tiene que ver
con lo epistemológico, con el observador, con el darse cuenta de que al estar los
dominios fenoménicos determinados por su estructura en tanto aparecen sólo cuando se
dan las condiciones de posibilidad desde lo que especifica su estructura, nos podemos
dar cuenta como observadores que todo lo que existe, en tanto lo distinguimos, surge en
dominios que son disjuntos, esto es que no se intersectan, y en tanto son disjuntos la
única posibilidad de que haya dos o más dominios que se relacionan entre sí está en que
su relación sea generativa, es decir en el caso en que un dominio es condición de
posibilidad para la generación de otro.
En las unidades compuestas se pueden dar interacciones con los componentes en las
dimensiones en que éstos participan de la composición de la unidad compuesta, o se
pueden dar interacciones en dimensiones de los componentes que no participan en la
composición de la unidad compuesta. Maturana llama interacciones y relaciones
ortogonales a las intersecciones y las relaciones en las cuales los componentes de un
sistema participan solamente a través de las dimensiones que lo constituyen. O sea que
están en un ángulo recto con respecto a estas dimensiones que participan en la
constitución del sistema. Por ejemplo las interacciones y relaciones en la aceptación
mutua entre los componentes de un sistema social en relación a la constitución de los
fenómenos sociales entendidos como fenómenos de convivencia. Y es a través de estas
interacciones y relaciones constitutivas que los sistemas que se intersectan
estructuralmente pueden existir en los dominios fenoménicos que no se intersectan, y
pese a todo tener relaciones de dependencia estructural unidireccionales o recíprocas.
Pero también es a través de las interacciones ortogonales de sus componentes, que los
sistemas estructuralmente independientes que existen en dominios de fenómenos que no
se intersectan también pueden tener derivas coontogénicas. Por ejemplo los sistemas
sociales y los sistemas culturales cuando las interacciones ortogonales de los miembros
del sistema social son animales lenguajeantes.
Hay una relación generativa entre dominios que operan como posibilitadores de otros
dominios, que de hecho surgieron de los primeros, y resultan o aparecen como algo
nuevo. Así pasó con la aparición de la vida en nuestro sistema solar hace
aproximadamente 4 mil millones de años atrás cuando surgió la primera unidad
autopoiética sobre el planeta tierra. Cuando esto pasó se empezaron a abrir las
condiciones de posibilidad para el ocurrir de muchos otros dominios fenomenológicos
antes inexistentes, la evolución, la multicelularidad, la sexualidad, los insectos y
mamíferos sociales, el amanecer de lo humano en la conservación transgeneracional del
vivir en el lenguaje al devenir en conversaciones, etc. Y lo curioso es que el despertar de
nuestro entendimiento del mundo y del cosmos ha surgido en torno al mirar el entorno
físico y entender desde ahí lo vivo, con un criterio, digamos, inacabadamente
materialista, pues no considera la materialidad biológica del fenómeno cognitivo y sin
considerar que al no considerar nuestra biología como observadores que traemos
mundos a la mano en la explicación, no podemos entender los mecanismos a través de
los cuales podemos ver un tal mundo.
El papel del observador en la historia de la filosofía y de la ciencia es de lo último que
hemos investigado en la larga historia del pensamiento humano, y no por carecer de
importancia sino porque no tuvimos cómo darnos cuenta antes. En sentido estricto, la
física como ámbito explicativo, está fundada en la biología del observador. De hecho la
ontología del observador muestra que el espacio físico de la existencia es un espacio con
limites cognoscitivos.9 Y la naturaleza, la sociedad, los átomos, las plantas, los perros y
los poetas, todo, todo lo que distingamos, son entidades cognoscitivas.
En la medida que lo que Maturana hizo fue una descripción ontológica del observador y
por ende, amarró el fenómeno del conocer a la biología del observador (al poner
epistemológicamente entre paréntesis la objetividad y con ello abriendo un nuevo
dominio ontológico), esta perspectiva no tiene límites fijos, se va a ir metiendo en todo.
Y de hecho a lo largo de cuarenta años lo ha ido haciendo en muy diversos ámbitos.
Ciertamente habrá dominios en los que la generalidad de lo observado es de una
naturaleza en la cual el observador no necesariamente aparece, ya que las preguntas
pertinentes se dan desde la presuposición de que los observadores son equivalentes,
como pasó durante siglos en los estudios del dominio físico de la existencia, o por
ejemplo en el ámbito de la manipulación del mundo. Un mundo que por lo demás,
durante milenios se creyó que era plano. Lo que por otro lado nos habla de qué tan
duraderas e históricas pueden ser nuestras indistinciones experienciales entre ilusión y
percepción.
Importa ahora recordar que un dominio cognitivo es el dominio de interacciones de un
ser vivo, donde todo hacer es un conocer. Tal dominio puede ampliarse si pueden
generarse nuevas formas de interacciones, como por ejemplo pasa con los instrumentos
de toda clase, que amplían nuestro dominio cognitivo. Como señala Maturana, la

9
Maturana, H. R., “Los fundamentos biológicos de la autoconciencia y el dominio físico de la
existencia”, en La realidad: ¿Objetiva o construida?, antología de J. Torres Nafarrate, Anthropos,
Universidad Iberoamericana e Iteso, México, vol. II, 1996, pp. 96-178. Original en inglés de 1990.
capacidad de ampliación del dominio cognoscitivo es ilimitada. Nuestro sistema
nervioso mayor (incluyendo cerebro), a lo largo de la evolución se ha convertido en un
especialista detector de relaciones, tanto las generadas interna como externamente,
como las relaciones que se dan a través de las interacciones y por ellas. Cada interacción
nos transforma porque modifica nuestro estado interno, como dice Maturana: “Ninguna
interacción es trivial para los seres vivos”.10 Desde un cambio en la perspectiva desde la
cual encaramos una nueva interacción, hasta una cambio postural. Todo crea
necesariamente nuevas relaciones que el sistema nervioso podría detectar.
La aparición de los fenómenos sociales, del lenguaje y la cultura son casos de
ampliaciones en la historia evolutiva de los dominios cognitivos de los seres vivos.
El no entender la postura y la mirada de la Biología Ontológico Constitutiva ha llevado
a pensar equivocadamente, a algunos, que lo que se intenta es reducirlo todo a la
fenomenología biológica. Por ejemplo cuando Maturana habla de la biología de lo
social, o del lenguaje. Pero si uno entiende, para empezar, el Determinismo Estructural,
puede darse cuenta que desde esta postura es imposible el reduccionismo pues lo que
señala el Determinismo Estructural es justamente que todo dominio de fenómenos está
especificado por la estructura de los fenómenos que lo constituyen, aun cuando las
condiciones de posibilidad para que surjan estén dadas en otro dominio. Así aunque se
requiere del dominio biológico para que haya sistemas sociales, pues sus componentes
son seres vivos y de hecho éstos generan el fenómeno social con sus interacciones; el
fenómeno social está especificado por la estructura de su propia legalidad operativa, ya
que los seres sociales surgen dentro de él y aprenden su vivir social al ser miembros de
éstos como cosa espontánea.
Sin embargo, por otro lado hay que considerar que todo fenómeno en que participa un
ser vivo es un fenómeno biológico pues involucra las dinámicas de la fenomenología
biológica, y esto no es una contradicción. Hay que recordar las dimensiones de
simultaneidad en el ocurrir de los fenómenos, así un fenómeno social puede estar
ocurriendo paralelamente a uno biológico y a otro lingüístico, y todos surgen a través de
la corporalidad de un ser humano en su medio. No obstante, lo que quiere decir
Maturana no es que dependiendo de cómo se vea un fenómeno, conductual por ejemplo,
se lo vea como biológico o como social, ya que esto presupone que se puede ver lo
mismo a través de operaciones de distinción diferentes, como si hubiese una realidad
independiente del observador, no, dos distinciones diferentes configuran fenómenos
diferentes pues la existencia no precede a la operación de distinción. Y a la vez la
operación de distinción al especificar alguna clase de unidad, de fenómeno, especifica
también el dominio de fenómenos. Por supuesto entendiendo que uno distingue lo que
le cabe distinguir en su experiencia.
Aquí se requiere profundizar en la noción del reduccionismo. El problema del
reduccionismo tiene que ver fundamentalmente con la creencia de que uno puede
expresar los fenómenos de un cierto dominio como fenómenos de otro dominio. Aún en
la actualidad se sigue pensando entre no pocos científicos que las explicaciones
científicas consisten en eso. Se quiere explicar un fenómeno, que existe en un cierto
dominio, en términos de fenómenos más fundamentales, reduciendo el fenómeno a
explicar a los más fundamentales. Maturana ha explicado cómo es que esto no es
posible.11 Y claro, esta pretensión del reduccionismo surge de premisas basadas en la
10
Comunicación personal, 2000.
11
Maturana, H. R., “La ciencia y la vida diaria: la ontología de las explicaciones científicas”, en La
realidad: ¿Objetiva o construida?, antología de J. Torres Nafarrate, Anthropos, Universidad
Iberoamericana e Iteso, México, p. 95. Original en inglés de 1990.
objetividad que no considera al observador, y que se asocia a la noción de universo,
involucrando una supuesta pluralidad última, accesible o no, que estaría allí como
realidad última en función de la cual todo debe ser reducido. Las explicaciones
científicas no surgen en esos términos, ya que muestran cómo los elementos
fundamentales generan el fenómeno a explicar en una relación generativa, pero el
fenómeno a explicar y los fenómenos propios de los elementos que lo generan ocurren
en dominios fenoménicos disjuntos. Por ende existen, para nosotros como observadores,
múltiples dominios fenoménicos que no se intersectan, que son disjuntos, y a la vez
pueden, o no, estar relacionados generativamente. Las explicaciones científicas son
constitutivamente no reduccionistas, de hecho, y como bien señalaba Einstein, son
generativas.
Uno puede explicar los fenómenos sociales mostrando cómo surgen a través de la
conducta de sus miembros componentes. Pero no se está reduciendo el fenómeno social
a las características de los componentes o al dominio de fenómenos en el cual se
realizan éstos. Por ejemplo, los elementos sociales y los elementos fisiológicos de los
componentes que realizan el sistema social son disjuntos, pero hay una relación
generativa entre éstos en tanto que mientras se den los fenómenos fisiológicos de los
componentes del sistema social, éstos pueden constituir a aquél. Lo que hace Maturana
al decir que los fenómenos sociales son fenómenos biológicos es simplemente
reconocer que los fenómenos sociales pertenecen a la enorme categoría de los
fenómenos biológicos, y esto no constituye una reducción fenoménica sino una
clasificación taxonómica. Esto en el entendido de que los sistemas sociales en tanto
involucran la realización como seres vivos de los miembros que los constituyen es parte
de la fenomenología biológica, pero haciéndose cargo del Determinismo Estructural que
implica hacerse cargo de que existen dominios fenoménicos disjuntos en el sentido de
que quedan determinados por cierta clase de relaciones entre elementos que son los que
caracterizan un cierto dominio fenoménico. Así, los fenómenos sociales son fenómenos
biológicos, pero no cabe reducir los fenómenos sociales a fenómenos moleculares.
Sociedad, lenguaje y cultura, son dimensiones adicionales que aparecen posteriormente
en la historia de los seres vivos, y cada una opera según su propia legalidad. Pero no
sólo en la perspectiva del origen evolutivo participa la biología en estos tres dominios
fenoménicos, sino también en la historia de transformación estructural (ontogenia) de
los individuos. La vida humana, por ejemplo, está involucrada en sí misma en el flujo
de la dinámica recursiva del acoplamiento del lenguajeo, el emocionar y la corporeidad:
lo que vamos lenguajeando se vuelve nuestra corporeidad cuando fluimos en nuestro
emocionar, y se convierte en el mundo cuando vivimos como seres humanos. Y a la vez
nuestras coordinaciones consensuales recursivas de acciones en el flujo de nuestro
emocionar, constituye nuestro lenguajeo, cuando vivimos el mundo que vivimos.
Este es el fundamento desde el cual Maturana ha señalado que la vida humana se
muestra abierta a cualquier curso histórico que podamos imaginar en este
involucramiento recursivo.
Para entender completamente la simultaneidad y tipos de intersección de los fenómenos
biológicos, sociales, lingüísticos y culturales acerquémonos al asunto considerando otro
aspecto desde la profundidad de la mirada epistemológica implicada en él.
Para empezar hay que recordar que los seres vivos somos sistemas dinámicos
determinados por nuestras estructuras, esto implica que el fenómeno de la existencia en
nosotros ocurre en un continuo cambio estructural como sistemas que existen mientras
conservan sus condiciones de existencia. Que son la conservación de la organización y
adaptación. Y la condición de adaptación o acoplamiento estructural es una abstracción
de lo que en la vida diaria ve un observador simultáneamente como una relación y como
una dinámica. La relación surge para el observador al ver que dos organismos, o un
organismo y el medio, interactúan en forma recurrente al verlos encontrarse
recurrentemente. Y la dinámica surge al observar la congruencia histórica en sus
encuentros como un proceso de transformación estructural congruente e irreversible.
Son procesos recursivos en los que intervienen dos tipos de fenómenos, los cíclicos
(encuentro recurrente) y los procesos dinámicos irreversibles (transformación
estructural en congruencia histórica). Ahora bien, la relación de congruencia no es una
variable como vimos, las formas posibles de esa relación, lo son. Lo mismo da que el
acoplamiento estructural sea entre organismos o con el medio.
Nuestras dinámicas estructurales internas siguen cursos de cambio contingentes,
circunstanciales respecto de las interacciones que tenemos en el medio como sistemas
vivos. Nuestra dinámica interna, nuestros cambios estructurales se ven modulados por el
curso de nuestras interacciones en el medio en el que existimos como totalidades, o sea,
en nuestras circunstancias. Esto nos habla de tres cosas. Una, que todo lo que le pasa a
un ser vivo está determinado en su estructura. Dos, que al no tener estructura fija, sino
una cambiante, su conducta también está en cambio continuo. Y tres, que el cambio
conductual que va surgiendo del cambio estructural será necesariamente contingente
respecto del vivir. ¿Por qué? Porque estará modulado por el fluir de las interacciones en
el medio que gatillan ciertos cambios estructurales.
Los fenómenos sociales se dan como resultado de una historia de acoplamiento
estructural entre organismos, los fenómenos lingüísticos (de coordinación conductual
consensual recursiva) también. Y esto tanto como resultado de una historia filogénica
(de la especie) como ontogénica (del individuo). Si bien son fenómenos distintos que
involucran dimensiones de acoplamiento diferentes y particulares, ambos dominios de
fenómenos ocurren a través del acoplamiento estructural. Y esto nos muestra un aspecto
central de la simultaneidad antes mencionada, entre los fenómenos biológicos, sociales
y lingüísticos. En el instante en que se da un fenómeno lingüístico (una declaración de
gratitud por ejemplo) está involucrada no sólo su fenomenología particular, sino
también y al mismo tiempo, la biología del lenguaje. Y dependiendo de la circunstancia,
de si participa en un momento dado de algún dominio social o si no, puede estar
implicada la fenomenología de lo social. Y si bien para que surgiese el lenguaje en la
historia evolutiva se requirió la fenomenología de los sistemas sociales, en la actualidad
alguien puede operar en el lenguaje sin estar involucrado en un dominio social. A la vez,
si un fenómeno social se está dando entre seres vivos, como por ejemplo el protocolo de
la reciprocidad de cualquier grupo humano, inevitablemente está operando en ese
instante la biología de lo social.
Hay que recordar siempre que todo lo dicho es dicho por un observador a otro en ciertas
circunstancias, las explicaciones son relaciones interpersonales y se constituyen desde
diferentes perspectivas. Es por esto que desde la Biología Sistémica no se hacen
definiciones ni principios explicativos, que constitutivamente pretenden ser aplicables
en todos los casos, desde esta perspectiva se proponen sólo abstracciones de las
regularidades y coherencias de la experiencia. No existe la definición de lo autopoiético
por más que muchos después del Doctor Maturana quisieron darla. El Amar entendido
como dominio conductual en la mutua aceptación tampoco es ni puede ser una
definición, sino abstracción de las regularidades de la experiencia del observador
cuando distingue el vivir y convivir social.

Ignacio Muñoz Cristi


Antropólogo
Instituto Matríztico

(Escrito en Mayo de 2005)

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