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Thousand days like a lamb

Actualmente México vive un proceso de descomposición que no esta lejos de lo que


E. Durkheim llamo anomia; tanto el Estado encarnado en sus instituciones como la
misma sociedad han perdido cohesión, el proceso de comunicación que debería
integrar las acciones de ambos se ha desquebrajado y simplificado a niveles realmente
preocupantes. Los procesos comunicativos que se integran a través de procesos de
integración social que irremediablemente vinculan al monarca y al ciudadano, han
entrado en dinámicas de exclusión cada vez más intensas.

Uno de los factores que ha coadyuvado a dicho marco general es la terquedad en la


implementación de un modelo de acumulación capitalista conocido como
neoliberalismo. México ha entrado en la lógica del mercado libre sin un matiz ni
perspectiva eficiente, así como de la ausencia de objetivos claros y evidentemente
todo esto ha devenido en una carencia total de éxito según lo que la ideología
neoliberal plantea. La practica de dicha ideología, y su consecuente modelo
económico ha significado el enriquecimiento obsceno de un puñado de individuos y
familias, el debilitamiento y envilecimiento de una clase política que confunde cada
día más su extracción republicana y un empobrecimiento exitoso de una masa de
millones de individuos que buscan su autodeterminación por todas partes sin
encontrar la salida a las condiciones miserables a las que se enfrenta día con día.

A este marco desangelado, a este rito de paso trunco que vive México, atascado en
una etapa liminal que des-estructura identidades y contextos sociales; se nos presentan
expresiones de envilecimiento humano como lo es el asesinato. En las condiciones en
las cuales vive el país y su sociedad, han germinado entes criminales, sujetos fuera de
toda norma jurídica, moral, ética y humana. El narcotráfico, el secuestro, el robo, la
delincuencia, a todos sus niveles, alimentada por las condiciones políticas y
económicas en las que vive esta nación, comienzan a mostrar el inicio formal de lo
que es la descomposición social.

El dialogo entre gobernantes y gobernados se ha desvinculado, ha caído en fetiches y


fiebres delirantes por la apropiación del monopolio del Estado, del instrumento
coercitivo y jurídico; todo ello a manos de partidos políticos y grupos de poder
conformados por diversos individuos, todos ellos oscuros. Han desvinculado y
degradado la comunicación y el dialogo que debe existir entre ambos. Tan por los
suelos se encuentra esta relación que las tareas básicas que debe llevar acabo el
Estado mexicano son buenos deseos en la actualidad más cotidiana. Brindar seguridad
en sus más amplias dimensiones como: lo es la salud, la vivienda, el trabajo, la
seguridad publica; todas ellas son buenos ejemplos de los problemas que no deben
existir en una “democracia que se consolida” como tienen a bien creer los
transitologos.

El problema del secuestro es un cáncer social que atenta contra el valor más sagrado
del liberalismo <<la libertad>>; en su espectro más amplio este crimen priva a los
grupos sociales primarios y secundarios de ejercer su autodeterminación. No sólo
hablo de individuos desentendidos de su contexto y pertenencia social, ya sea de clase
o estrato. Hablo del conjunto de grupos sociales que ven coartada su libertad para
vivir y ejercer sus derechos. Que bofetada en la cara de todo ciudadano es saber que

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aquellos que deberían garantizar su integridad física y la paz social son aquellos que
emplean su entrenamiento en herir al que juraron proteger.

Existe un gran problema en las cúpulas más altas de la ahora sub-política, permite que
sus grupos subordinados hagan negocios a expensas de la integridad de los individuos.
Y aun cuando es más que evidente que todos los escalafones están involucrados y tal
hecho constituye un problema vital, por sus características y magnitud, estos, no
hacen nada.

El Leviatán pareció despertar de su letargo y descomposición interna cuando un


miembro de su clase fundamental fue asesinado, cuando un joven burgués fue
vilmente asesinado a manos de sus secuestradores, sólo en esa ocasión cupo hacer una
manifestación masiva para exigir eficiencia y justicia. Sólo cuando la clase de los
dineros organizo una expresión de repudio masiva en la cual se reunieron todos los
estratos de la sociedad y fue comercializada por los medios de comunicación, es
cuando se toman cartas en el asunto.

Pero existe algo aun peor dentro de esta descomposición y es: qué pasa cuando se
lleva a acabo un acto de terrorismo en una sociedad que no conoce dicho acto más que
através del celuloide. Qué sucede cuando la semilla del terror se planta en una
sociedad que jamás ha experimentado tal situación. Lo sucedido el día de la
celebración de la independencia de México, en uno de sus estados con más tradición y
mayor índice de pobreza, es un acto simbólico de importante magnitud. Hablo de la
detonación de artefactos bélicos, diseñados para la guerra y usados por agentes
entrenados para asesinar en condiciones especificas; hablo de armas que no son de
fácil acceso y que son empleadas contra una masa de civiles que festejaba algo
simbólicamente importante para su sociedad y que esta relacionado fundamentalmente
con la libertad.

El asesinato de un grupo de personas, civiles todas ellas, en un festejo popular es un


acto de terrorismo. Lo neural de todo esto es por qué y cuál es la razón de atacar a
blancos civiles. Todas las guerrillas y movimientos sociales en México nunca han
tenido como blancos a la población; México no vive movimientos políticos
separatistas; no tiene ingerencia u ocupaciones militares en ningún lugar fuera de su
marco territorial. Hablamos de un acto extraordinario en toda su extensión; un acto de
violencia por demás raro y sumamente preocupante.

Lo que exista detrás de este acto oscuro y deshumano tiene implicaciones profundas
dentro de la clase política; donde el principal responsable de todo esto es la clase en el
poder, la clase política. Tanto esta administración como la pasada son responsables de
un problema que amenaza los cotos de poder de los hombres clave en este país. Algo
sumamente oscuro debe existir para que se suscite un acto de esta naturaleza. Sí es el
narcotráfico, estamos ante una guerra intestina que augura más violencia; sí hablamos
de grupos de la delincuencia organizada es un acto de exacerbación y potencialidad
que están adquiriendo estos grupos criminales. Puedo seguir especulando hasta llegar
al primer circulo de poder en este país y las consecuencias son igual de funestas que
las dos anteriores.

La repuesta que el Estado se prevé dará no puede ser otra que la violencia
profesionalizada, y debe ser pronta en el mediano y corto plazo; no se entiende qué

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otra salida diplomática o política pueda establecer con grupos de este tipo. La
reconfiguración política será una reacción previsible para los próximos meses.
Estamos ante un panorama delicado, con interpretaciones de distintos tipos. El
propósito de esta es tocar un serie de aspectos que abren el panorama de una
problemática nacional que se ha venido gestando en los últimos cuatro sexenios y que
sin duda esta llegando a su fase más violenta y preocupante.

INKEN D. (DAHC)

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