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Ya hemos explicado que la gestión de Kutxabank de los tres últimos años ha sido un
permanente despropósito tanto desde la perspectiva de los intereses generales de la
sociedad vasca como desde el punto de vista de la solvencia y eficiencia de la propia
entidad.
En efecto, durante estos tres años ni se han perseguido los objetivos que realmente
debieran haberse perseguido, ni se les ha dado –en su caso- la prioridad que merecían. Y,
al contrario, los intereses estratégicos del propio Kutxabank y de nuestro sistema
financiero se han olvidado a la hora de abordar objetivos que nada tenían que ver con las
finalidades fundacionales de nuestras cajas y ni siquiera con una mínima lógica estratégica
empresarial.
Por si fuera poco, sin que sepamos en base a qué intereses, se han emprendido
operaciones estratégicas ruinosas que han supuesto enormes pérdidas y que de forma
repetida han estado a punto de llevar a la quiebra a Kutxabank y, con ella, a nuestro
sistema financiero y a nuestra economía.
Si se nos pregunta cómo es posible que todo esto haya sucedido y se haya tolerado, la
respuesta más clara y directa debe necesariamente apuntar hacia el fracaso de la función
de supervisión y control de Kutxabank y, por extensión, de nuestras cajas de ahorros.
Esta función de supervisión y control es, por supuesto, política pero también, en primera
instancia, interna.
Esto es esencial para evitar la comisión de graves errores estratégicos pero, muy
esencialmente, para evitar repetirlos. Y, por supuesto, para asegurar que los directivos
están sometidos a un adecuado régimen de responsabilidades.
Desde esta perspectiva, cabe destacar, en primer lugar, el fracaso de la expansión exterior
de la Kutxa de Gipuzkoa. El desastre que esta expansión exterior supuso quedó
evidenciado con el estallido de la crisis financiera. Una adecuada supervisión por parte de
los órganos de control de esta entidad –y, posteriormente, de Kutxabank- debiera:
.. Adquisición de CajaSur
.. Proyecto de bancarización y “constitución de un gran banco” en 2011
En todas y cada una de estas actuaciones estratégicas se han producido fallos tan radicales
y repetidos de los mecanismos de control y supervisión en los órganos de Kutxabank que,
como veremos, la reflexión debe trascender a los mismos para avanzar hacia los siguientes
niveles de supervisión y control: los medios de comunicación y los órganos políticos
(ejecutivos y parlamentarios) con competencias al efecto.
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