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2014/04/14

EKONOMIA | ANÁLISIS | Futuro de las cajas vascas

EKAI CENTER

KUTXABANK: LOS EMPRESARIOS DEBEN


DECIR «NO»

Sobre el posicionamiento de los empresarios ante la propuesta de Bancarización de las


Cajas de Ahorros Vascas:

Por las razones que vamos a exponer, en opinión de EKAI Center, los empresarios vascos
no deberían permanecer silenciosos ante la propuesta de bancarización de las cajas vascas.

El gravísimo riesgo que esta propuesta supone para el tejido económico vasco debería ser
puesto de relieve y transmitido a nuestros responsables políticos antes de que sea
demasiado tarde.

A pesar de lo que en algunos círculos se está haciendo creer, las cajas de ahorros no son
una figura del pasado. Al contrario, los países que defienden su tejido productivo saben
perfectamente que el futuro del mismo depende de disponer de un sector financiero
fuerte y enraizado en el tejido socio-económico.

Sintéticamente, veamos estos datos1 que ya hemos citado en otro documento:

CAJAS DE COOPERATIVAS
TOTAL
AHORROS DE CRÉDITO

FRANCIA 17%2 38% 55%

ALEMANIA 40% 20% 60%


UNIÓN
25% 17% 42%
EUROPEA

1
Los porcentajes son aproximados, teniendo en cuenta las variaciones en función de las distintas variables que se adopten como
referencia.
2
Desde 1999, con frecuencia se las incluye entre las cooperativas de crédito.
Tanto las cajas de ahorros como las cooperativas de crédito se engloban en estos países
dentro del concepto de “entidades financieras enraizadas”. No son en absoluto restos del
pasado, sino el resultado de una apuesta colectiva, social, económica y política, por un
sistema financiero “enraizado”, como base necesaria para el desarrollo socio-económico a
medio plazo.

No es casualidad que sean precisamente los países que han defendido su industria, que
han defendido su economía real, aquellos que han defendido este carácter “enraizado” de
su sistema financiero, asegurando que un peso mayoritario del mismo se mantiene en
cooperativas de crédito o cajas de ahorros.

Las pequeñas y medianas empresas de estos países son en buena parte financiadas por
estas entidades financieras “enraizadas”, con cuotas de mercado superiores a las de la
competencia.

Las organizaciones empresariales de estos países, y los gobiernos, son perfectamente


conscientes de la importancia que la titularidad de las entidades financieras tiene para su
mayor o menor compromiso con el entorno, para su mayor o menor compromiso con la
industria y con la economía real.

Evidentemente, estas diferencias no siempre son fáciles de delimitar en el día a día o ante
casos concretos, pero son evidentes en el medio y largo plazo y en las grandes cifras. Las
entidades financieras enraizadas apuestan por el tejido socio-económico, apuestan por la
economía real de una forma sustancialmente más clara que la banca privada.

Todos estos países “centrales” admiten una cuota de mercado –minoritaria- de la banca
privada, pero conocen muy bien los riesgos de descapitalización, de desvío de capital hacia
inversiones especulativas, de desincentivación de las inversiones productivas, de reducción
de la financiación de las pymes, de dependencia de agentes económicos externos, etc. que
supone dejar en manos exclusivamente de la banca privada una cuota sustancial del
sistema bancario.

La bancarización de las cajas vascas es un punto de inflexión, cuyos efectos en el tejido


productivo, naturalmente, no se percibirán el primer día. Pero esta decisión sí es el inicio
de una progresiva pérdida del control de estas entidades, de una deriva –prácticamente
inevitable- hacia el desenraizamiento progresivo a medio o largo plazo y hacia la
desaparición también progresiva del compromiso de estas entidades con nuestras pymes y
nuestra estructura económica.
El sector financiero es la base de la actividad económica y sólo un sector financiero
enraizado permitirá mantener el desarrollo productivo del País Vasco y evitar que, como
ha sucedido en otros ámbitos geográficos, los recursos financieros se dilapiden en
actividades especulativas.

Es cierto que algunas, muy pocas, grandes empresas, pueden obtener una determinada
rentabilidad de la estrategia de bancarización de las cajas vascas y acceso al mercado de
capitales. Pero el caso del 99,9% es exactamente el contrario.

Si algo se ha hecho bien en este país durante las últimas décadas, ha sido precisamente el
esfuerzo de mantenimiento de nuestra capacidad productiva industrial, defendiéndolo
frente a las tentaciones de desmantelamiento o de relajación en las que han caído los
países que se han dejado llevar por la deriva especulativa.

No tendría ningún sentido que ahora, después de tantas décadas de esfuerzo, de un día
para otro, y por oscuros intereses personales o de grupo, se diera un giro de 180 grados a
esta estrategia de desarrollo productivo, para desenraizar las bases de nuestro sistema
financiero, que no son otra cosa sino las bases de nuestro sistema económico.

Aún más sorprendente es esta propuesta de bancarización de las cajas en el contexto de


las políticas anti-crisis. Los empresarios no deberían tolerar que, en el momento álgido de
la crisis, se adopte una medida estructural en dirección exactamente contraria a la lógica y
a lo que todos los países están intentando.

En efecto, si hay algún consenso entre las políticas económicas anti-crisis occidentales, es
el de la necesidad de asegurar una reorientación de los sistemas financieros desde la
inversión especulativa hacia la economía real, hacia la inversión productiva.

No es tolerable que, justo en este momento, nuestro país adopte una decisión estratégica
exactamente en sentido contrario3: una decisión de desenraizamiento de la base de
nuestro sistema financiero para poner nuestras estructuras financieras –y el núcleo básico
de nuestros recursos financieros- al servicio de “oportunidades estratégicas” de inversión
financiera en otros entornos, que se sustituya la estrategia de compromiso de las cajas con
el tejido socio-económico del país por una estrategia de expansión geográfica del sector
financiero. No es tolerable por la sociedad vasca, ni es tolerable, muy especialmente, por
los empresarios vascos. Las organizaciones empresariales deberían ser lo suficientemente
valientes para enfrentarse a esta situación con la rapidez y eficacia necesarias.

3
Por supuesto, sin perjuicio de las diferentes opiniones que puedan existir sobre la conveniencia o no de introducir determinadas
mejoras en la configuración institucional de las cajas de ahorros.
Las organizaciones empresariales tienen necesariamente que mantener un equilibrio entre
la defensa de los intereses de las empresas por un lado y los inevitables compromisos y
relaciones con los agentes políticos.

Ya sea por razones de improvisación, de falta de tiempo, de falta de capacidad de reacción,


de falta de capacidad de entender la desproporción entre lo que tenemos en juego en
cuanto a intereses de partido a corto plazo e intereses de país a medio y largo plazo, éste
es un momento en el que nuestros líderes políticos están fallando, y se están dejando
llevar a un salto en el vacío.

Éste es uno de esos momentos en los que –a la vez con toda la prudencia, pero también
con toda la contundencia necesaria- es necesario hacer frente a determinados
posicionamientos políticos por el futuro del país y por el futuro de nuestro tejido
productivo.

Este es un momento clave para las organizaciones empresariales de este país. Es el


momento de dejar claro que no sólo las empresas individualmente consideradas sino
también las organizaciones que las representan apuestan –y van a seguir apostando- por el
desarrollo productivo, por la economía real, por el desarrollo de nuestro tejido socio
económico. Es el momento de dejar claro que –por encima de relaciones políticas o
compromisos personales- nuestras organizaciones empresariales apuestan por un sistema
financiero al servicio del tejido productivo y, en definitiva, al servicio del país.
.

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