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Presentación

La declaración de Gloria Núñez, 23-24 años en el momento de realizarse los


hechos, 1990-1991, es un testimonio excepcional de los acontecimientos
narrados, tanto por ser ella destacada entre las y los principales
protagonistas de los sucesos expuestos, como por haberse realizado en
fechas cercanas a los acontecimientos, el día 11 de noviembre de 1991, con
la frescura de la memoria y de haber sido generosa dirigente de la
repatriación y de haber participado en ella desde su gestación. La entrevista
se realiza ya en la Comunidad Nueva Esperanza, entre champas de plástico
grueso azul donado por Acnur que todavía hacían de viviendas, con una
vegetación medio salvaje y los primeros animalitos domésticos de la
comunidad por allí cerca que se dejan oír en ocasiones en la grabación.

Con las grandísimas inundaciones que sufrimos al abrir de repente las


compuertas de la presa más próxima a nosotros con el huracán Mitch, a fines
de octubre de 1998, pareció que las cintas grabadas de la entrevista, tres, se
estropearon y se perdieron, junto con otros bienes persona/es, - como
fotografías, documentos, etc -, y económicos. La sorpresa fue una alegría
inmensa cuando en el año 2004, casi por casualidad, pudimos comprobar
que dicha grabación permanecía audible. Aquí, tal cual fue pronunciada,
aparece escrita. Por su extraordinario valor testimonial se hace una edición
específica de ella. En especial, para que la conozcan las jóvenes
generaciones, la generación de las hijas y los hijos de la guerra, la
generación de los hijos e hijas de la posguerra y las generaciones que las
siguen después.

2 La repatriación de Nueva Esperanza (1990 – 1991)


Al comenzar dice Gloria, a modo de introducción:

Quiero darle las gracias al P. Ángel por darme esta oportunidad de participar en este libro
que él quiere escribir. Voy a tratar de narrar el proceso de la repatriación de la comunidad
Nueva Esperanza desde Nicaragua, ya que estoy en él desde el principio, y unos años
atrás trabajando con la comunidad. A mí, desde que tenía 13 años, siempre me ha
gustado participar con la comunidad nuestra, como en catcquesis y otras cositas.

Motivaciones para el retorno

La comunidad Nueva Esperanza comienza propiamente en el refugio de San Roque, en el


año 80. Pero la idea de retornar surge ya el año pasado (1990), ya más clara, pues.
Porque nosotros desde que llegamos a Nicaragua pensábamos que íbamos a estar sólo
unos meses y que pronto íbamos a retornar. En cada uno estaba el deseo de regresar a
El Salvador. Nunca perdimos las esperanzas de volver pronto, pero se nos hicieron ahí
diez años y fue hasta el año pasado que maduramos la idea y que hicimos realidad iniciar
el proceso de la repatriación. Surge porque ya eran diez años de estar allá, y por el deseo
profundo de venir a nuestra tierra aún sabiendo que estaba en guerra y que era difícil.
Considerábamos que no era posible seguir en el exilio porque desde allí no se aportaba lo
que estando en El Salvador podíamos aportar al cambio que tanto nosotros anhelamos.
Otra de las razones era que en Nicaragua se dio el cambio de gobierno y a nosotros como
salvadoreños nos miraban de mal modo, nos acusaban de que éramos participantes del
FMLN. En los periódicos de doña Violeta, en La Prensa, en el mes de mayo empezaron a
salir listas de más de 300 salvadoreños acusándolos de ser guerrilleros. Y también hubo
una campaña ideológica en contra, cáteos por varios lados. Coincidía todo. No nos
sentíamos bien estando allá y la situación ya era diferente que en años anteriores.
Comenzamos a tener problemas con las tierras en las cooperativas. Ya los de la UNO nos
miraban de mal modo, decían que teníamos que dejar esas tierras porque se las
estábamos quitando a ellos y había dueños que llegaban a recuperar esas tierras que se
nos habían entregado a nosotros, a las cooperativas. Otra de las motivaciones fue que
nos enteramos que hermanos que estaban en Colomoncagua en Honduras ya habían
retornado en noviembre del 89, cuando estaba la ofensiva en El Salvador y estaban en
nuestro país aportando. Y luego también que hermanos que estaban en Panamá estaban
en preparación del retorno. Entonces había un cuestionamiento para nosotros, de por qué
no podíamos organizamos y regresar.

Comienza el proceso de repatriación

Aunque cada uno teníamos deseos de retornar, no encontrábamos la manera cómo


hacerlo. Es importante saber que la iniciativa de organizamos para la repatriación surgió
por la fe que nosotros tenemos en Dios. Nos reuníamos los fines de semana las
diferentes cooperativas o comunidades que había allí en Nicaragua y en las reuniones
que teníamos de reflexiones bíblicas siempre habían preguntas, que por qué no nos
regresábamos a El Salvador y por qué no nos vamos en comunidad. Surge a través de la
fe esa iniciativa de organizanos.

Es muy importante saber por qué en comunidad y no individual. Nosotros nos habíamos
acostumbrado ya a vivir en comunidad, nos sentíamos bien así, y en comunidad nosotros

La repatriación de Nueva Esperanza (1990 – 1991) 3


éramos más fuertes para regresar a El Salvador, para conseguir un terreno y poder vivir
aquí en el Salvador. De manera individual no, porque aquí veníamos arriesgándonos
todos, porque el miedo en cada uno existía también y viniendo individual pues era peor.
En comunidad nos ayudábamos mutuamente y teníamos fuerza para gestionar proyectos,
para hacernos la vida, pues. En el mes de mayo del año pasado hicimos todo un trabajo
de diagnóstico. Lo hicimos los representantes de las comunidades, los que trabajábamos
en la pastoral allí trabajábamos en las comunidades eclesiales de base, Cebes. El
diagnóstico lo hicimos para conocer la realidad, para saber la cantidad de gente que
quería venir y cómo, si en comunidad o individualmente o por pequeños grupos.
Tardamos un mes en hacer el diagnóstico porque lo hicimos en cada comunidad y voy a
mencionarlas: la comunidad Ignacio Six, que estábamos en el km 35 de la carretera vieja
a León en una cooperativa llamada Iván López; luego los de la cooperativa del km 28 de
esa misma carretera; en la cooperativa Ornar Torrijos, que quedaba en el km 78 de esa
carretera; la cooperativa Luciano Vilches en el km 11 1/2 de la misma carretera; también
una cooperativa que estaba en San Rafael del Sur; y en Estelí, con la comunidad de
Estelí.

Después de un mes tuvimos los resultados. Encontramos que la mayoría de la gente sí


quería regresar y la mayoría aportaba que quería regresar en comunidad y a cualquier
lugar, o sea, no necesariamente al lugar de origen, sino que cualquier lugar donde
encontráramos las condiciones para poder vivir y podernos desarrollar. Entonces vimos
que el deseo de regresar a El Salvador pronto era una realidad.

Hicimos una primera asamblea con todos los representantes jefes de familia de las
diferentes comunidades para expresar todas las inquietudes que tuviéramos. Y si eso era
así, que queríamos volver, organizar el comité de retorno. De esa asamblea salimos con
el resultado de que organizamos un pequeño comité. Se conformó con los representantes
de cada una de las comunidades y cooperativas que antes mencioné. Esta asamblea fue
en agosto, siempre de 1990.

Dificultades y aportes de las comunidades

La comunidad de Estelí era la que más dificultades ponía porque quedaba bien lejos, al
norte. Allí la gente no estaba muy decidida para retornar. No tenían confianza, pensaban
que eso no iba a salir. Nos miraban así como ¡quién sabe!, verdad. No miraban mucha fe
en ese proceso organizativo que estábamos haciendo. También había problemas con la
comunidad de San Rafael del Sur, porque la gente allí quería unirse, pero no tenía mucha
voluntad de trabajar para venirse. Esperaban que las cosas se hicieran con otra gente. O
pensaban que el comité de Cebes que trabajaba en la pastoral resolviera todos los
problemas de trabajo. Yo estaba en el comité de Cebes, estaba trabajando pero no para
hacer las cosas yo sino en la organización con la gente. Teníamos las posibilidades del
local, de utilizar teléfono, la máquina (de escribir), alguna vez facilitar el transporte, pero
nada más.

La comunidad que más se destacó fue la comunidad del km 35, de la cooperativa Iván
López. Ellos en todas las reuniones siempre estaban dos representantes, hacían todas las
tareas que había que hacer y aportaban ideas. Eso respondía también a que era la
comunidad mejor organizada desde antes. Allí la mayoría tenía el deseo de regresar,
mientras que en otras comunidades no toda la comunidad en sí estaba decidida a
retornar. Entonces en esas comunidades los que no se querían venir les bajaban la moral
a los otros, como en la de San Rafael del sur y en la Luciano Vilches. Había algunos que

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no querían venir así organizados, sí individual, y esos eran quienes bajaban la moral a los
otros. No querían que se vinieran en este grupo que nosotros organizamos. Decían que a
saber cómo nos iba a venir, que nos iban a matar, que había la guerra, que si se venían
individual era mejor. Que así se hacía mucha bulla venir en comunidad. Además los
obstáculos para retornar en comunidad eran grandes. Porque el que retornaba individual
no tenía ningún problema, rápido los aceptaba el gobierno.

El comité de retorno entra en acción

El comité de retorno formado en la primera asamblea sólo estaba conformado por los
representantes de cada comunidad, aún no teniendo claro todo lo que nosotros íbamos a
hacer. En ese momento sólo se mencionaba gente que trabajara en documentación, en
relaciones, en salud y en pastoral. Fue lo que se destacó. Porque entonces no se
pensaba todo el trabajo que íbamos a tener. Nunca nos imaginamos lo que realmente fue.

Ese mismo día elaboramos una carta, y se la presentamos al Acnur y al gobierno de El


Salvador, expresando el deseo de retornar en comunidad. Luego cada comunidad quedó
comprometida en hacer los listados de la gente, ver quiénes tenían documentos y quiénes
no, sacar todos los datos personales. Esas tareas cada comunidad las iba cumpliendo.
Pero más la del (km) 35, las otras no cumplían. Llegaban a las reuniones y se veía lo que
les quedaba de tarea. Hacíamos reuniones seguidas los representantes.

Luego nos dimos cuenta que había muchas tareas que hacer y se fue ampliando el comité
de retorno. Se creó una comisión de tierra, que iba a venir aquí a buscar el terreno.
También se conformó otra comisión de educación. Se creó otra de finanzas. Claro, la
gente de finanzas tenía que buscar el dinero para movilizarnos, porque era uno de los
problemas, no teníamos dinero con que movilizarnos, hacer la gestión, y cuando nos
reuníamos para la comida de la gente.

En principio tuvimos apoyo de Cebes, de local, transporte y se elaboró un proyecto para la


fase de preparación del retorno y lo gestionó. Así logramos un poquito de dinero para
cubrir esos gastos. El apoyo que tuvimos también de parte suya, con la ayuda que se
gestionó con Desarrollo para los pueblos, y el apoyo que también nos dio en el transporte.
Y no solamente eso sino también en la pastoral, en mantener esa fe, que realmente era lo
que nos daba vida.

Problemas con el ACNUR

Luego, en el camino, fuimos encontrando nuevas tareas. Y eso en base a la experiencia.


Nosotros comenzamos a tener bastantes problemas con el ACNUR. No respondían a
nuestras necesidades. Ellos atendían al gobierno de Nicaragua y al gobierno de El
Salvador. Nosotros notábamos allí mucha burocracia en no dar una respuesta concreta.
Resolvíamos un problema y luego venía otra cosa. Sentíamos nosotros que de una vez
no nos decían todo lo que teníamos que hacer. Íbamos y una vez nos decían una cosa, a
la siguiente nos decían que había que hacer otra, y nunca nos dejaban claro todo lo que
nosotros teníamos que presentar, teníamos que hacer.

Cebes estuvo desde antes del comienzo, como ya dije antes. Con ACNUR también
estuvimos desde el comienzo. Nosotros fuimos a ellos. En agosto, cuando hicimos la
primer carta, ya tuvimos que relacionarnos con ellos. También los dominicos por medio de

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usted. No hubo más organizaciones o instituciones que nos apoyaran entonces. Más
adelante sí fuimos a buscar apoyo a otras instituciones.

2ª asamblea: nuevas tareas, nuevas comisiones

El 21 de setiembre tuvimos una 2ª asamblea con todos los jefes de familia. En esta
asamblea nos organizamos mejor. Ese día hicimos trabajo en grupos. Cada comisión de
trabajo destacó que era lo que teníamos que hacer, cual iba a ser nuestra tarea en El
Salvador. Luego de esa asamblea cada comisión trató de hacer un plancito de trabajo.

Por ejemplo, la de documentación tenía bastantito trabajo: buscar que todos los niños que
habían nacido en Nicaragua tuvieran su partida de nacimiento o los que no la tenían pues
hacer esos trámites; problemas con niños que no tenían los apellidos correctos, o niños
que nunca se habían inscrito, estaban grandes y nunca los habían inscrito; también con
las parejas mixtas, que estaban casados con nicaragüenses y querían retornar, eso
tenían como requisito, estar casados legalmente, y entonces esta comisión se encargó de
buscar abogados y esto lo encontramos con gente solidaria en Masaya, allí unos amigos
solidarios españoles nos presentaron a unos abogados de un bufete y allí nos hicieron el
trabajo, que fue bastante, de arreglar partidas de nacimientos y para el casamiento de las
parejas mixtas.

Y luego la comisión de educación tenía que hacer todo el trabajo de autenticar notas de
los estudiantes, los de primaria, de secundaria, de todo nivel. Eso fue a partir de
septiembre. Todavía no habían salido (del curso escolar) pero había que ir recogiendo el
listado de la gente y del grado que cursaba y pedir pronto su diploma, porque allá en
Nicaragua uno sale y el diploma queda allí rezagado, más cuando ya se ha cursado la
básica o el bachillerato.

También cada comunidad tenía que recaudar fondos para la repatriación, haciendo
diferentes cositas, haciendo ventecitas, rifas... recaudar algo para aportar.

También se hizo otra comisión en esa asamblea, la de abordaje. En esa comisión se iba a
organizar ya para la marcha, las cosas que cada familia traía, los bienes.

También había que organizarse para los encuentros que se tenían con los mismos jefes
de familia la cocina, el transporte.

También había que organizar la gente que iba a participar en educación y en salud.
Organizar los talleres de salud y algunos de educación. Los talleres de salud ya venían
desde antes de esta asamblea. En agosto comenzaron. Eran para que adquirieran los
conocimientos que iba a ser necesarios para retornar y también para cuando llegáramos
aquí. Estaban integrados por jóvenes y algunas señoras. En la comunidad no estaba
organizado así. Había alguna señora, como doña Lichita que tenía conocimientos para
inyectar, hacer algunas curaciones, recetar algunas medicinas, y doña Angela que era
partera y prestaba ese servicio. Pero había serias dificultades en la comunidad y
pensábamos que al regresar teníamos que organizamos mejor y que hubiera más gente
que tuviera esos conocimientos y que se desenvolviera en esa área.

Y fue así que se organizó esa comisión de salud después de la asamblea. Recibieron
talleres, varios, de primeros auxilios. Tuvieron el aporte de una enfermera voluntaria y un
doctor, y éste apoyó bastante en la medicina alternativa. Tuvieron talleres de plantas

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medicinales, de cómo hacer masajes, un poco de acupuntura. También recibieron talleres
de un poquito de farmacología. Y la idea era al llegar aquí aportar en ese terreno, porque
sabíamos que las condiciones aquí iban a ser duras. Aquí todo es con dinero, todo es
pagado, y nosotros sin condiciones entonces teníamos que prepararnos, pretendíamos
eso. En farmacia había dificultades, pues casi no teníamos medicinas, un pequeño
botiquín. En esos talleres se capacitaron alrededor de unos quince. Algunos ni siquiera se
vinieron a la última hora. Y no todos los que estaban en esas capacitaciones ya aquí se
han desenvuelto en esa área. Como se partía de la nada no se sabía en realidad lo que
eso significaba, y ya en la práctica pues no coincidía con lo que querían. Pero sí han dado
mucho resultado.

En esa asamblea acordamos también hacer un tallercito de organización. Buscamos el


apoyo con Procares (Programa de capacitación para refugiados salvadoreños), que no
fue gran cosa. Ellos apoyaron también a diferentes comunidades un poquito en artesanía
y costura.

Dificultades en el equipo coordinador

Con la asamblea de jefes de familia de agosto y con el taller de organización comunal nos
dimos cuenta que teníamos que hacer un plancito para el retorno y que teníamos que
organizarnos más en el equipo de retorno, que tenía que haber un responsable, alguien a
quien abocarse y distribuir mejor las tareas. Los jefes de familia hacían sus tareas en las
comunidades y luego lo traían a las reuniones, pero las tareas de relaciones y de gestión
era siempre a mí a quien le tocaba andar arriba y abajo y hubo un momento en que yo me
sentí cansada. Tuvimos que reorganizarnos, distribuir más las tareas que teníamos que
hacer para el retorno.

Al principio estábamos dos a tiempo completo, Ulises y yo, pero Ulises tuvo algunos
problemas porque él no estaba motivado para venirse, para repatriarse con la comunidad.
El estaba también en aquel entonces en un momento de crisis porque la mamá la tiene en
los Estados Unidos y le estaba mandando a traer, o sea, él no pensó en venirse a vivir
con la comunidad en estas condiciones. Entonces él, me decía, que no se sentía con una
base moral para animar, empujar a los demás y meterse de lleno en el trabajo.

Nosotros les pedíamos a otros, a los jefes de familia, e incluso estoy recordando a una
señora de la cooperativa Luciano Vilches y a una señora de León que un día me sentía
tan cansada y les dije que por favor ayudáramos todos, que cumpliéramos en las tareas
de la comunidad y luego en las tareas de gestión y que no estábamos en aquella reunión
para estar calentando los asientos, sino que teníamos que aportar ideas y trabajar;
entonces la señora del 11 se echó a llorar en la reunión, y se puso a reclamar que ella no
tenía la capacidad que nosotros teníamos para moverse así; yo fui bastante dura
entonces, lo reconocí y le pedí disculpas a ella y a la otra señora.

Pero también hay que agregar que a los representantes de las comunidades nosotros les
pedíamos que ayudaran pero era bastante difícil también porque tenían el compromiso
con la familia, el trabajo en la comunidad, y para ellos movilizarse desde las cooperativas
hasta Managua, el gasto en comida, dejando a sus hijos allí solos...Yo tenía la ayuda de
Cebes, porque desde el año 88 ya estaba trabajando en las comunidades. Y la demás
gente no tenía así esa ayuda.

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En ese taller que hicimos vimos que todo estaba recayendo en mí y no se podía
centralizar, acaparar tareas cuando ya no se podía, pues. Entonces buscamos a otro
compañero que sí se metiera al trabajo.

La fe de Gloria

Entonces yo era un poco ingenua. Yo tenía el gran deseo de retornar y regresar en el


grupo con la comunidad, pero no sabía en lo que me iba a meter, que era un trabajo
bastante grande que requiere de mucha entrega, de mucho sacrificio, de responsabilidad,
que uno tiene que olvidarse de uno mismo allí. (Entonces yo lloré, muchas veces lloré,
recuerda Gloria catorce años después, al comentarle esta escena). Entonces yo no
pensaba tanto eso, sino que era la ilusión de regresar, de organizarnos para regresar.
También pensaba que la gente de verdad iba a trabajar en el comité de retomo, que se
iba a meter de lleno, pero en la práctica no fue tanto. Yo fui aprendiendo por el camino, no
sabía nada al comenzar, bueno, ni ahora sé nada. Lo primero que me di cuenta era que
yo tenía una gran responsabilidad. Y que era tan necesaria, tan necesaria... porque si yo
decía mejor no hago nada y me quedo haciendo otras cosas no caminaba aquello. Yo me
fui dando cuenta de que mi aporte era bien necesario. Y me sentí en un momento
realizada, porque el servicio que estaba haciendo estaba caminando, estaba dando
resultados.

Pero a la vez era algo contradictorio, porque también había mucha gente que tampoco
confiaban. Decían sí, nos vamos a ir, pero no tenían esa fe de cuándo iba a salir la
repatriación, como que era algo mentira, como que no iba a salir. Pero yo sí tenía esa fe,
yo si confiaba en lo que estaba haciendo. Porque también había mucha gente con deseos
de venir pero tampoco tenían posibilidades de hacerlo y yo sí podía.

Y mucho me ha ayudado que yo tengo mucha fe en Dios. Entonces le pedía a Dios que
ese esfuerzo que estaba haciendo resultara, que no fuera a quedar así a medio camino,
que lo lograra. Y yo sentía que tenía aquella fuerza de Dios que me impulsaba. Aunque yo
no estuviera en las celebraciones, en las misas, ni nada de eso, que el trabajo que hacía
saliera adelante es lo que le pedía. Había momentos de grandes preocupaciones, hasta
de llorar, y después de pedirle a Dios yo sentía que sí me daba la fuerza. Eso es así en mi
interior. Pero también lo sentía con la respuesta de la gente. Es que justo surge de allí la
idea de retornar. Y luego en todas las celebraciones y las reflexiones motivaba a la gente
que estaba indecisa. Había un cuestionamiento: Pero bueno, si yo realmente soy cristiana
y Dios quiere que le siga ¿por qué no me voy en comunidad y no aporto en la comunidad?
Entonces yo notaba que Dios se manifestaba en mi persona y en el resto de la gente que
quería retornar. O sea esa fe nos empujaba a organizamos más y aportar más en
comunidad. Y luego también en lo personal, porque uno pasa también momentos de
crisis, de preocupaciones, de ver que aquello no le va saliendo y tal vez haciendo
sacrificios, entonces allí yo me abocaba a pedirle a Dios que me diera fuerzas y yo sentía
de verdad que sí El me ayudaba. Cuando otra gente apoyaban, como usted nos apoyaba,
otra gente solidaria en Managua como el grupo de Seatle que es un grupo integrado por
personas de diferentes nacionalidades. Entonces yo miraba que la presencia de Dios en
el retorno estaba en todo, en todos los aspectos: cuando la gente nos apoyaba,
organismos, las mismas comunidades y yo misma.

Yo tenía esta fe en Dios desde pequeña. Primero desde la familia, mi mamá así nos fue
educando, y luego en la vida dando pasos en las diferentes etapas. Claro que he tenido
así momentos como cuando a mi papá lo capturaron, y el único a quien nosotros nos

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abocábamos era a Dios, a pedirle. Porque era desaparecido, no sabíamos si estaba
muerto o si estaba vivo, y nosotros sentíamos que era el único, fue un momento difícil
cuando le habían capturado, y cuando él apareció era como un milagro de Dios. En el 82
participé por primera vez en un encuentro juvenil cristiano con el P. Pedro D'Clerk y los
temas eran quién es Dios para mí, la experiencia que cada uno tenía de Dios y luego en
qué cada uno podía servir, el llamado de Dios para cada uno. Allí descubrí que era
pecado si yo no aportaba, si yo no servía, como es el pecado de omisión. Recuerdo que
yo le dije allí al P. Pedro que estaba arrepentida de haber participado, porque yo antes no
sabía y podía hacer lo que me daba la gana, pero como yo allí había descubierto que Dios
me estaba llamando, desde allí comencé a ver las cosas de otra forma, a ver cuál es
claramente el llamado de Dios, que no es necesariamente ir a meterse en un convento y
que no solamente los religiosos servían, sino que hay otras formas de servir. Y a esta
edad, hoy, ya entiendo de otra forma veo más claro cuál es el aporte y el servicio como
cristiana.

Las dificultades por ser mujer, mujer campesina y mujer joven fueron una realidad. Pero
como yo desde pequeña siempre estuve pensando que yo no quería ser como la mayoría
que se quedan en sus casas, sino que quería estudiar y poder hacer lo que otras no
hacían sino poder trabajar y ayudar a los demás. Yo hice el sacrificio en Nicaragua para
poder estudiar por lo menos la secundaria. Y luego lo otro es yo soy sola, aunque ya
estaba acompañada con un compañero que pensaba igual que mí, coincidimos bastante
en la personalidad de cada uno y en ese deseo de servir a los demás y en ese sentido él
me apoyaba bastante. Claro que yo no tenía problemas de hijos y así. Y otra cosa que es
de destacar es que mi papá y mi mamá siempre me apoyaron. Siempre, siempre. En
todas las tareas me animaban, me impulsaban y fueron un apoyo en todos los sentidos.
Entonces yo era libre para poder aportar a los demás.

Libre por parte de mi familia y de mi compañero. Aunque, claro, a veces uno tiene sus
problemitas de salud y así, pero esos se vencen.

Siempre me sentí bien libre. Al principio sí sentí un poquito, como era primera experiencia,
al relacionarme con los oficiales del Acnur y del gobierno después. Al principio sentía
temor, pero como iba segura de lo que quería eso me ayudaba. Nunca me sentí mal
porque era mujer, eso sí es cierto. Yo me sentí siempre bien. Con la gente del gobierno
de El Salvador, en febrero de este año (1991), si me sentí algo mal porque era joven.
Otras mujeres no participaron así. Yo creo que sí hubieran tenido el apoyo de su familia
como yo, sí hubieran participado también. Pero el problema que tenían sí era por ser
mujeres, porque nunca han salido del círculo de la familia. Son penosas, verdad.

Obstáculos del gobierno y viaje preparatorio a El Salvador

Buscamos a otra persona para que trabajáramos juntos en el comité, ayudándole,


dándole una ayuda para que pudiera sobrevivir, y nos apoyara en el proceso. Era un
muchacho de la cooperativa Ornar Torrijos, David. El dinero vino de Suecia y así pudo
trabajar a tiempo completo para la repatriación. Aportó bastante en relaciones.

También acordamos en esa reunión de septiembre pedir al ACNUR y al gobierno (de El


Salvador) la entrada de una comisión nuestra aquí, a El Salvador, que viniera a reconocer
las tierras, a ver dónde podíamos venirnos y a buscar apoyo. Lo solicitamos, pero fue
difícil. Siempre el gobierno puso obstáculos. Pedíamos que se viniera una persona para
que se pusiera a trabajar de manera individual con la repatriación pero tampoco lo

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logramos, porque sabían que venía para trabajar por el retorno. Como no se lograba lo
que nosotros pedíamos, que se viniera aquí en octubre, era difícil porque el trabajo de la
repatriación implicaba también aquí en El Salvador, no solamente en Nicaragua. Y lo que
hicimos fue que tuve que venirme yo para El Salvador y maniobrando. Porque como
refugiada no tenía permiso para venir a El Salvador, no me daban la visa a no ser que me
repatriara. Tuve que pedir visa para ir a Guatemala y el viaje lo hice primero yendo a
Guatemala y luego entrando a El Salvador, arriesgándome a no entrar. Sin embargo esto
lo logré el 9 de octubre el año pasado (1990). Y luego estuve tres semanas en El Salvador
buscando apoyo hasta conformar un equipo que trabajara por el retorno. Fui aquí a
buscar apoyo a los organismos. Fui a una ong que es Fastras, fui también a la oficina de
la Ciudad Segundo Montes que ya tenía la experiencia de la repatriación, a CEBES, al
PADECOMS y al Servicio Jesuítas. Sin embargo el Servicio Jesuítas no pudo apoyarme
porque estaban apoyando a tiempo completo la repatriación de Panamá. Logramos el
apoyo de Segundo Montes, de PADECOMS, CEBES, FASTFRAS. FASTRAS para hacer
la gestión del proyecto de repatriación. Segundo Montes para trasmitir la lucha de ellos de
la repatriación. El PADECOMS tenía conocimiento de las comunidades, por ejemplo de
Usulután con el COMÚS, para buscar un terreno donde llegar. Y CEBES para el apoyo
pastoral en El Salvador.

Entonces se conformó una comisión de apoyo en El Salvador y hasta que quedó


conformada yo me regresé a Nicaragua.

Yo había tenido la dicha de que había estado en El Salvador en el 88, había venido una
vez antes de este viaje. Esta era la segunda vez. Yo no conocía la capital porque la
primera vez que vine no tuve mucha oportunidad de verla. La vida en El Salvador es
diferente que en Nicaragua. Encontraba la gente de CEBES, de las comunidades bien
amistosa, me miraban realmente como una hermana. Sentía la gente bien optimista en
todo. La vida más acelerada, que las cosas se hacen más rápido. Y luego la guerra,
porque después de estar unos años en Nicaragua tranquila, sin oír ruidos de balas y todo
eso, aquí sí, el movimiento del ejército, toda la ciudad militarizada. Eso era chocante. Y
cuando entré sentía temor, miedo.

En Nicaragua tuvimos el apoyo del ejército y del Frente Sandinista, nos sentimos en
confianza con ellos. Y aquí el ejército, Dios guarde, tiene otro carácter, todo lo que uno
sabe de ellos, todo lo represivo que son, es bien chocante. En ese momento ver un
soldado de aquí y ver uno de allí era una gran diferencia. Allí era un amigo y aquí era
verdaderamente un enemigo. Y luego ver militares por aquí, militares por allá, en
Nicaragua no era así, pues.

En el 88 quería conocer la experiencia de las comunidades de Morazán, y esa vez tuve la


oportunidad de ir a Perquín, a Nahuaterique, al Carrizal, toda la parte norte del río Torola.
Era gran deseo porque allí había comunidades en medio de la lucha, quería conocer así a
los compás, era un gran deseo que tenía. Yo vine y eso me ayudó mucho también, es
parte de lo que a mí me ha ayudado a encontrar mejor la vida aquí. Estuve 22 días
conviviendo con la gente que vive en unas condiciones infrahumanas. Allá estaba el P.
Rogelio Ponsell animando a la gente. Tan buena que se hablaba de él aquí en El
Salvador, no de parte del gobierno y él siendo una persona conviviendo con las
comunidades, trabajando. Eso fue una experiencia que a mí me llano bastante. Y luego
mucha gente que a pesar de las condiciones que vivía daban todo (subraya o remarca
Gloría). Si digo todo es porque dejaban abandonado el trabajo de la casa y andaban
aportando en la lucha, hasta los más viejitos, llevándole comida a los compás, agua,
algún correo, los niñitos como... para mí fue increíble, niñitos tan sencillitos, tan humildes,

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pero que iban listos para llevar la información a los compás, a las familias cuando el
ejército estaba y así se defendían ellos y defendían a muchos.

Cuando vine a buscar apoyo el año pasado en octubre yo me sentía mal. Bueno, bien
porque estaba en El Salvador nuevamente viendo gente, gente que tenía tiempo de no
ver. Pero me sentía mal en un momento porque yo estaba sola. Allí si que me sentí muy
inferior frente a los organismos. Me recuerdo que platiqué con una persona que trabajaba
en FASTRAS y esta persona fue bastante dura conmigo. Cuando yo pedía el apoyo me
decía que si nosotros realmente estábamos convencidos a qué veníamos, que estábamos
en guerra. Cuando yo le decía que los jóvenes querían seguir estudiando para buscar una
zona no muy alejada, verdad, que hubiera escuela o algo así, esa persona me dijo que
me parara en la tierra, en el suelo, o si yo estaba convencida de lo que yo estaba
haciendo. Yo me sentí bien mal, porque yo representando a toda la comunidad y sólo yo.
La gente no confiaba en mí. Quizá fuera porque yo me sentía sola, muy sola. No me
podía ni mover siquiera en la ciudad.

El comité de apoyo en El Salvador en acción: reunión con el ministro


del interior

La comisión, el comité de apoyo a la repatriación en El Salvador que se creó en octubre


estaba formada por una persona de Fastras, Pedro, por Cebes era Juan Carlos, una
compañera de la oficina Ciudad Segundo Montes, y un compañero de Padecoms. Quién
coordinaba este equipo era Pedro, Pedro Guzmán.

Su misión era buscar un terreno donde nosotros íbamos a llegar y establecer


comunicación directa con el gobierno y con el ACNUR aquí en El Salvador. Ellos nos iban
a representar legalmente con aprobación de nosotros. También el buscar apoyo
económico para la repatriación. Preparar algunas conferencias de prensa.

Nosotros establecimos con ellos la manera de cómo nos íbamos a estar comunicando. Lo
íbamos a hacer por la oficina de FASTRAS, pues ellos tenían fax, teléfono, y desde allí
nos íbamos a estar comunicando por fax y teléfono qué era necesario hacer allá y qué era
necesario hacer aquí. Y así lo hicimos.

Luego nosotros logramos que un compañero se repatriara. Porque nosotros no


lográbamos que se repatriara la comisión de tierra que se había creado en Nicaragua.
Este compañero vino ya para representarnos en algunas conferencias de prensa que se
dieron para decir lo que allí estaba pasando. Y la comisión de tierra que nosotros
estábamos gestionando salió hasta en diciembre. Ya aquí la comisión de apoyo los
estaba esperando, el ACNUR, y organizaron con el ACNUR ir a visitar unos terrenos.
Hicieron también una conferencia de prensa, se reunieron también con el ministro del
Interior. En esa reunión, en la que estaba presente el ACNUR, fueron acusados por el
ministro de que eran guerrilleros, que todos los que veníamos de Nicaragua éramos base
social del FMLN y al llegar aquí nosotros íbamos a subvertir el orden público. Por eso no
podíamos regresar. Su primera expresión del ministro fue esa, acusarnos y decirnos que
no podíamos entrar porque veníamos a incrementar la situación. Entonces la gente que
aquí estaba le contestó que esa era una acusación peligrosa la que él estaba haciendo,
que era falso lo que él estaba diciendo, que se le podía demandar al ministro.

En esta reunión se quiso acordar en qué fecha se podría lograr la repatriación. Y que
fuera una comisión de aquí de El Salvador a documentar a la gente, porque la mayoría de

La repatriación de Nueva Esperanza (1990 – 1991) 11


la gente no tenía documentos, fueron perdidos antes de salir o fueron quemados en los
registros. Y no se acordó nada de esto. Ni siquiera decir que nos viniéramos. Primero dijo
que no podíamos venirnos porque éramos guerrilleros, luego porque no teníamos dónde
venirnos, no había tierra para nosotros. Y lo que el ministro sugirió fue que cada familia se
viniera individual. Con esto dividía la comunidad, dividía el grupo. Entonces él dijo que si
teníamos un lugar donde llegar, que no afectara la propiedad privada, sí.

En busca de un lugar para el retorno

Entonces la comisión que estaba aquí comenzó a buscar un lugar y se encontró con la
gente que vive en Nuevo Gualcho (al norte de Usulután) que nos prestara un terreno para
entrar, para llegar. Se hizo una carta y se la presentó al ministro y después de ocho días
dieron la respuesta que si estaba resuelto el problema de dónde llegar que entonces
podíamos entrar. Dijo así, que le daba luz verde al Acnur para que ya trabajara de lleno
para que nosotros nos viniéramos.

Fueron a ver un lugar que el gobierno propuso que queda en Zacatecoluca, por el
Pechiche. Pero es un lugar donde es una tierra muy infértil y militarizado. Entonces no nos
pareció ese lugar. Se visitaron otros lugares. Eso era por el mes de diciembre. Se visitó
este lugar donde hoy estamos, pero el gobierno no estuvo de acuerdo con que viniéramos
acá. Entonces la gente se fue con la idea de venir a la comunidad de Gualcho. Al llegar
allá, nosotros esperábamos con muchas expectativas a la comisión ya que tenía resuelto
el lugar donde llegar al menos.

Fue el Ista quien se opuso a que viniéramos al lugar donde estamos ahora (Bajo Lempa
de Usulután). Al principio no sabíamos por qué se oponía el gobierno a que viniéramos
aquí, ya que este terreno se lo ofreció a la Ciudad Segundo Montes cuando iba a retornar,
y la Ciudad Segundo Montes no aceptó porque no era su lugar de origen, era Morazán, y
ellos estaban pidiendo llegar allá. En ese momento no entendíamos por qué no querían
que viniéramos acá. Pero hoy nosotros ya sabemos por qué: porque estas tierras, que
son de una cooperativa y son muchas y son fértiles, el gobierno las estaba dejando para
entregárselas a exmilitares, exmilitares lisiados. Porque estas tierras son fértiles, tienen
futuro.

Nosotros no estábamos pidiendo regresar a nuestro lugar de origen por varias razones:
primero porque en el grupo que nos veníamos no éramos todos de un solo lugar, éramos
unos de un lugar, otros de otro; había un gran grupo de Chalatenango, otros de La
Libertad, otros de San Vicente, otros de Morazán. Y nuestro objetivo era venir y vivir en
comunidad, no que la comunidad se dividiera. Nosotros queríamos ir a cualquier sitio
donde tuviéramos posibilidad de desarrollo. Por eso nosotros pedíamos esta tierra,
sabíamos que era una tierra muy fértil y era una hacienda grandísima, habían bastantes
tierras abandonadas que las podíamos hacer producir. Pero el gobierno ya tenían su
propósito ahí, tenían su objetivo ahí. Y esto lo constatamos ahora que estamos teniendo
problemas con el Ista y nos hemos enterado ahora que en el 89, cuando entregaron
escrituras (a algunos) que tienen tierras de la misma hacienda Nancuchiname (como) a la
cooperativa que nos ha dado las tierras a nosotros (la cooperativa de Mata de Pina), no
se las entregaron (a otros), y era precisamente para reservárselas a los militares.

Cuando la comisión regresó, en el mismo diciembre, y nos contó lo que el ministro había
dicho de nosotros a la comisión, nosotros nos sentimos mal, porque eso no era una

12 La repatriación de Nueva Esperanza (1990 – 1991)


realidad, pero confirmábamos más lo que es el gobierno y lo que tenía para nuestro
retorno.

Pero nos sentimos alegres cuando la comunidad de Gualcho solidariamente ofreció su


tierra para que volviéramos. Entendimos que eran los pobres los que eran solidarios de
los pobres. Los de Gualcho son gente que acababan de retornar de Honduras, de Mesa
Grande, repatriados también. Entonces ellos, que vivieron en el exilio viviendo las mismas
causas y consecuencias, eran solidarios con nosotros. Y más cuando el gobierno,
teniendo decenas de haciendas desocupadas, no fue digno de ofrecer un lugar con
oportunidad de desarrollo, sino que ofreció el lugar más militarizado, porque quería que
cayéramos en su trampa. Entonces nosotros constatamos que siempre somos los pobres
los que nos solidarizamos, los que nos entendemos y los que nos ayudamos.

Cuando la gente supo que había un lugar para el retorno hubieron varias reacciones.
Como la gente fue a visitar el lugar, una persona de la comisión vino a decir la realidad:
que era un lugar muy poblado, alejado, no lo pintó bonito, dijo la realidad, y entonces
alguna gente se sintió desmoralizada, "vamos a ir a barrancos e inseguro", porque era
tierra que ya era para la gente de Gualcho.

Pero otros, que estábamos convencidos que teníamos que regresar y que veníamos a
hacer una lucha, que a nosotros los pobres nunca nos han querido, ni nos han ofrecido
una oportunidad, sabíamos que teníamos que hacer un gran trabajo, que esos obstáculos
los teníamos que ir venciendo. Decíamos que estábamos en un barco que teníamos que
timonearlo. Decíamos: hay que enfrentar estas dificultades. La gente sí se sintió motivada.
Lo vio como la puerta de entrada a El Salvador y nosotros así lo tomamos. Una vez
estando allá nosotros buscamos otras alternativas. El comité lo tomó así, que era vencer
un obstáculo para entrar, un obstáculo que el gobierno ponía. Entonces aceptamos esto y
ya el ACNUR comenzó a trabajar. Seguimos solicitando al gobierno que enviara una
delegación de migración para documentarnos. Pero ellos ponían obstáculos.

Y la comisión que estaba de apoyo aquí en El Salvador continuó buscando otra


alternativa, que no fuera Gualcho. Y antes de regresar nos llamaron avisando que habían
encontrado un terreno en Casas Viejas, 40 mz. Estaban en el norte de Usulután, por la
Villa El Triunfo. Y por teléfono nos pintaron muy bonito el terreno, que era un terreno
semiplano, otra parte plana bañada por un río, de manera que era tan bonito
imaginariamente que todos entusiasmados les dijimos que sin necesidad de venir a verlo
fueran a alquilarlo inmediatamente para tener esa alternativa. Todos ilusionados con
Casas Viejas. Nunca nos imaginamos un lugar tan quebrado.

Más dificultades

Luego continuaba el trabajo de documentación de la gente. Había gente indecisa todavía,


gente que se venía, que no se venía. Y nosotros siempre actualizando los listados,
presentándolos al Acnur. Y buscando apoyo.

Siempre hubo problemas organizativos. Había gente que tenía una responsabilidad
asignada y no la asumía. Eso era por varias razones. Uno, porque siempre fue un
problema la movilización. Si se le pedía un trabajo de éstos no tenía dinero para
transporte ni para dejar a la familia. Otros se atenían a que unos pocos asumiéramos el
trabajo.

La repatriación de Nueva Esperanza (1990 – 1991) 13


Pablo Núñez, padre de Gloria, fue uno de los representantes de la comunidad del 35 que
participó en las reuniones del equipo preparatorio de la repatriación. Tomó nota dé las
informaciones y acuerdos que se tomaban. De la reunión de representantes de
comunidades para la repatriación tenida el día 10 de noviembre de 1990 anotó:

"AGENDA"
1. Tareas a realizar
2. Información con Acres y con las cartas que vienen de adentro
3. Conferencia a ver quien asume
4. Información con toda la gente

INFORMES
 Managua informó que la gente está bien animada.
 El 11 (la comunidad del km 11) informó que dos familias están indecisas y que unas
gentes no están de acuerdo en viajar por tierra.
 El 28 dice que la gente está siempre dispuesta a viajar sin ningún problema.
 El Carmen informó que el compañero Martín ya consiguió el permiso para irse con
nosotros.
 Salinas Grandes informó que la familia de Lucio está tambaleando porque quizás
puede más la información de Acres que la información de él.
 León informó que sólo la familia de la Goyita está en disposición de irse.
 San Rafael informó que la gente está de acuerdo en viajar por mar. También que hay
comentarios de que los dólares se pueden aprovechar. Otros insinuaron como Cebes.
 Monte Tabor informó que la gente está firme sin retroceder, sólo que quieren ingresar
otras personas.

ACUERDOS
Se formó la directiva con todos los representantes de la repatriación. La directiva es la
siguiente:
1) Coordinador: David Nelson
2) Secretaria: Elena Alicia
3) Finanzas: Gloria c. de Pedro primero, Goyita
4) Organización: Pablo, Máxima, Soledad
5) Propaganda: Chepito, Luis
6) Relaciones: Gloria, Máxima

Discusión sobre Acres: visitó a los que están en León, a Salinas Grandes y al35 y al11
haciendo una gran distorsión de informaciones y desprestigio. Se acordó invitarles APRA
la siguiente reunión a las 9 de la mañana el sábado. Se acordó que esta semana Chepito
y David van a elaborar un campo pagado.

Acordamos que el domingo 18 vamos a convocar a las comunidades a venir al encuentro


a las 8 a.m. para dar una información global. Sacar el total de la gente que vamos a venir.

Información de proyectos por Gloria: se informó del proyecto de costura, de mecánica, de


artesanía. Se acordó que va a haber una reunión para discutir proyectos con otras
comunidades con el apoyo de comida y dormida.

Se acordó mandar una carta a la comisión de apoyo (del interior de El Salvador) para que
pueda venir uno de ellos a hacer presencia de lo que se está haciendo aquí en Nicaragua
en respecto a la repatriación.

14 La repatriación de Nueva Esperanza (1990 – 1991)


La repatriación de Nueva Esperanza (1990 – 1991) 15
El pleito de cómo regresar

Otro de los pleitos que tuvimos era cómo regresar, por qué vía y por qué medios. La
mayoría de la gente que quería repatriarse optaba que quería venirse por tierra, porque
sentía más seguridad venir así. Pocos optaban que nos viniéramos por barco, ya que el
Acnur propuso que la vía de regreso fuera por el mar, porque era más rápido el viaje y
menos complicado que por tierra.

El pleito surgió porque el Acnur ni el gobierno aceptaban que nosotros nos viniéramos por
tierra. No querían que mucha gente se enterara del retorno y que internacionalistas
amigos nos acompañaran. Nosotros pedíamos que fuéramos acompañados por amigos
solidarios que ya estaban enterados del proceso de repatriación como medida de
seguridad. Pero el Acnur no quería, no quería que se hiciera bulla. Por barco no
queríamos porque ellos tenían allí toda la información y nosotros no íbamos a tener allí
esa oportunidad. Mientras que por tierra nos podían acompañar esa caravana de amigos
y podíamos tener una red de comunicación.

Luego nos propusieron que por avión, nosotros por avión y las cosas por tierra. Fue un
gran problema hacer entender eso a la mayoría de la gente que quería viajar por tierra.
No quería por otro medio porque se sentía insegura después de tantos engaños, de
tantas mentiras, pues ya no confiábamos más en nadie. Y a última hora tuvimos que optar
venirnos por avión. Un grupo vendría con las cosas por tierra porque ya no había
alternativa.

Nuestro propósito era regresar a El Salvador, no nos íbamos a quedar discutiendo ese
problema. Sin embargo no logramos que nos acompañaran amigos en el avión. Sí que
nos acompañaran hasta el aeropuerto de Managua y que nos esperaran en el aeropuerto
de El Salvador. Pero sí que tuvimos fuertes discusiones con el Acnur y con el gobierno.

La lucha para lograr una fecha concreta para el retorno

A todo esto no estaba claro cuándo nosotros nos íbamos a repatriar, cuándo nos íbamos
a venir. Porque el gobierno no decía cuándo iba a llegar la comisión a documentar y la
fecha cuándo íbamos a retornar.

El 8 de febrero (de 1991) fue la primera comisión del gobierno allá. Fueron tres personas.
Y tuvimos una reunión en el ACNUR. También estaban para retornar otros dos grupos en
Nicaragua. Un grupo que estaba apoyado por CRIPDES desde aquí, y otro grupo
apoyado por Coresa. Juntos estuvimos en la reunión con el gobierno. La comisión que fue
no llevaba ninguna capacidad de decisión. La misión era más de investigar cómo estaban
las cosas allá. Tenían un gran pánico de ir a Nicaragua. No avanzamos en nada en esa
reunión. Nosotros por los nervios y el ACNUR que no colaboraba con nosotros sino más
bien con el gobierno.

Hicimos bastante presión, manifestaciones, asentadas, para que nos pudieran resolver el
problema de darnos una respuesta de cuándo llegaba la comisión a documentar y que
nos dieran la fecha del retorno. Después del 8 de febrero organizamos todo un plan. Y el
plan nuestro era hacer manifestaciones frente a la embajada, al ACNUR y a las Naciones
Unidas. Así lo hicimos. Iniciamos esto el 12 de febrero.

16 La repatriación de Nueva Esperanza (1990 – 1991)


Comenzamos el 12 de febrero con una manifestación frente a la ONU. Estuvimos por
unas seis horas frente a la ONU pidiendo que presionaran al ACNUR y al gobierno para
que nos dieran una respuesta positiva.

De allí nos trasladamos al ACNUR y estuvimos dos días durmiendo allí fuera en las
instalaciones del ACNUR. Allí andaban con nosotros niños, señoras, hombres, jóvenes.
Llevábamos megáfonos, con ellos informábamos a las familias que vivían en los
alrededores del ACNUR de la situación que nosotros pasábamos. También llamábamos a
los medios de prensa y hacíamos conferencias de prensa para dar a conocer el problema
que estábamos pasando. Después de dos días en el ACNUR nos trasladamos a la
embajada de El Salvador.

Allá en la embajada de El Salvador estuvimos catorce días consecutivos. Estuvimos fuera


de las instalaciones, por los jardines de acceso. Allí hicimos nuestra propia casa por unos
días como protesta hasta que nos dieran una respuesta. Porque el problema era bien
crítico. Ya no teníamos nada para vivir en Nicaragua. No teníamos cómo seguir
manteniéndonos, todos con la gran esperanza y el deseo de retornar. Y venir a tiempo
para poder cultiva aquí en El Salvador. Poder iniciar las clases. Ir a construir nuestras
casitas provisionales. Y ya el tiempo era bastante tarde por que se acercaba el invierno.

Entonces no quedó otra alternativa que quedamos en la embajada. Y le expresamos al


embajador que nos íbamos a quedar ahí hasta que resolvieran el problema, porque era
nuestra casa siendo así que éramos salvadoreños. Allí mismo hacíamos café y comida en
una parte. Y por otra parte del jardín hicimos un servicio sanitario. Y nos bañábamos en
un chorro donde regaban agua para el jardín. Esto ayudó. La embajada de Argentina, que
estaba casi enfrente donde estaba la embajada de El Salvador, fue a protestarle al
embajador de El Salvador por la bulla que nosotros hacíamos. Y la gente que por allí
pasaba se enteraba. Mucha gente solidaria se enteró de lo que pasaba y nos apoyaba,
como el movimiento popular de allí, de Managua, que nos llevó cafecito, y otra gente nos
llevaba pan, huevos, cositas. Porque entendía la situación crítica por la que estábamos
pasando y no nos respondían.

Y es así después de estar allí catorce días en la embajada se presentó el cónsul para
informar que el día 4 de marzo llegaba nuevamente una delegación para la reunión
tripartita. En esta reunión tripartita participaba el gobierno de Nicaragua, el gobierno de El
Salvador y el Acnur. De manera que nosotros no teníamos participación. En esa reunión
tripartita iban a definir la fecha de cuándo nos íbamos a repatriar y cuándo llegaría la
comisión de migración.

Ya con esta respuesta nosotros nos sentimos que sí por lo menos nos estaban dando
algo, una respuesta algo concreta. La reunión tripartita fue en el Ministerio de Relaciones
Exteriores. Estuvimos un gran grupo con mantas, gritando. Lo que nosotros exigíamos era
la participación de una comisión de los que nos íbamos a repatriar. Y ellos decían que eso
no era permitido. Ellos iban a decidir por nosotros. Y nosotros no estábamos de acuerdo
de que ellos decidieran lo que querían. Seguimos allí insistiendo, gritando hasta que al fin
salió uno del Acnur a decir que nos iba a dar una participación por media hora.

Así fue, entramos una comisión. Nos dieron un espacio de media hora. Pero ya ellos
habían dispuesto lo que se iba a hacer. Sólo fue para darnos a conocer lo que habían
dicho. Allí expresamos que no nos sentíamos satisfechos, que no se había avanzado en
nada porque no nos habían dado la participación para pedir lo que queríamos. Entonces
en aquel momento presentamos nosotros una plataforma de lo que nosotros pedíamos

La repatriación de Nueva Esperanza (1990 – 1991) 17


para retronar en comunidad. Eran doce puntos. Uno de ellos era que se respetara el
derecho de nosotros aquí, el libre tránsito, libre comercio y que nuestras comunidades
donde íbamos a vivir no estuvieran militarizadas, que no hubieran bombardeos dentro de
las comunidades ni en los alrededores, que se respetaran también las notas de los que
habíamos cursado algún nivel de estudios y que no queríamos la participación del
gobierno para destruir para dañarnos sino para ayudarnos. Ellos dijeron que con todo
estaban de acuerdo porque eso estaba en la constitución política del país.

Insistimos que no habíamos avanzado nada porque ellos no nos decían todavía la fecha.
Entonces nos dijeron que el 7 de marzo ya iba a llegar la delegación de Migración para
documentarnos. Pero no nos decían en qué fecha nos íbamos a venir. ¿Por qué no nos
decían? Era para qué no se enteraran los amigos internacionales y que a nivel
internacional no se supiera, ni aún a nivel nacional, para no causar escándalo, no hacer
mucha bulla. Nosotros seguimos insistiendo, pero no nos dijeron las fechas. Sólo nos
dijeron que la posibilidad estaba entre el 20 de marzo y el 21 de marzo. Esto fue el 4 de
marzo.

Entonces ya nosotros salimos satisfechos a comunicarle a todo el gran grupo que estaba
fuera en la oficina de Relaciones Exteriores donde estaba la reunión. Y salimos ya a
nuestras comunidades a informar y a organizamos ya para la documentación.

La documentación de los refugiados

El 7 de marzo llegó la comisión de migración a documentar. Nosotros logramos que un


compañero de FASTRAS "Rayner" llegara a filmar el proceso de documentación.

Cuando estábamos allí ya con los de migración tuvimos problemitas. Porque esta
comisión iba bien preparada por parte del gobierno para hacer investigación, ver quiénes
éramos los que nos repatriábamos. Porque ellos pensaban que la mayoría eran
guerrilleros. Entonces hacían preguntas muy minuciosas a la gente. El comité de retorno
estábamos al pie de ellos para ver qué pasaba y dando explicaciones por qué no tenía
documentos. Y luego cuando el periodista que fue de aquí estaba filmando ellos se
enojaron, y pararon el trabajo que estaban haciendo. Nosotros les dijimos que por qué se
enojaban, si era clandestino el trabajo que estaban haciendo, que a nosotros nos
interesaba que mucha gente quería conocerlo, que incluso a ellos les convenía porque el
gobierno era un trabajo bueno que hacía. Entonces ellos entendieron y siguieron
trabajando, pero si que se pusieron bastante molestos.

Había un problema allí, pues trabajaban bien lentos. No llevaban así condiciones y el
ACNUR tenía que garantizarles los medios, la logística, y no habían. Nosotros éramos los
que estábamos por encima buscando máquinas, buscando todo, garantizándoles la gente
para que ellos trabajaran. Si que era un problema porque no había voluntad, porque no
eran ellos los que estaban sufriendo.

Todavía hasta última hora hubo gente que ya no se iba a venir y que después se presentó
a documentarse.

Otro problema es que todos vivíamos dispersos y para la documentación había que juntar
a las familias. Porque los de migración no iban a ir a cada comunidad. Ellos fueron a dos
lugares nada más, a la (cooperativa) Iván López, a la comunidad Ignacio Six (km 35) y a
la del km 11. Entonces tuvimos que recoger ya a la gente que vivía en el 28, en la Villa El

18 La repatriación de Nueva Esperanza (1990 – 1991)


Carmen, a la Conchita y su familia que vivía por otro lado... Había que buscar alojamiento
por unos días a esta gente que llegaba para documentarse y ya con sus maletas hechas,
ya listos para retornar. Ya algunos estaban llegando con sus cosas, habían dejado los
lugares donde habían vivido antes. Esto fue el 7 de marzo. La gente venía
concentrándose allí (en el 35): los de Viila El Carmen, los del 28. Los otros venían
concentrándose en el local de CEBES. Gente que venía de Estelí, de San Rafael del Sur,
Monte Tabor... Todos esos se concentraron allí. Desde el local de CEBES llegaban al 11
para documentarse porque les quedaba cerquita.

Nuevos trabajos en el proceso de retorno

Entonces había que responder a las necesidades en varios lados, tanto en el 35 como en
la finca (de CEBES,) con la gente que llegaba. También que eran viejitos como don Taño.
Había que estar dando grandes explicaciones, organizando el trabajo como grupo, la
gente allí con todas sus maletas a un lado... era bastante difícil. Esos eran problemas
también para la comida para muchas cosas. Había que organizarse de inmediato. Alguna
gente sí hizo lo que pudo, aportó de lo suyo incluso. Por ejemplo la comunidad del 35 fue
una de las que más aportó, aportó maíz, que habían cosechado. Otras comunidades no,
como la del 11, pensaban más en lo suyo, no querían dar algo para los demás.

Con el transporte era un vehículo que Cebes había puesto al servicio. Con el dinero que
se había recaudado, que gente solidaria nos había dado, alquilábamos los camiones
grandes para hacer los traslados.

Cuando ya estuvieron todos documentados nos quedaba organizamos bien. Allí sí que
tenía trabajo la comisión de abordaje. Había que hacer las listas de las cosas que venían
de cada familia, marcarlas, organizarías. Y después había que hacer otra concentración
en otro sitio ya para abordar hacia el aeropuerto. Esto fue más tarde. Esto fue el 19 (de
marzo).

Cateos de la policía y el ejército durante la preparación de la


repatriación

Hubo problemas graves durante este proceso, hostigamiento a los salvadoreños cuando
cambió el gobierno (nicaragüense): cateo en Cebes, cateo en otras casas de familias
salvadoreñas, hubo un cateo en la comunidad del 35, la Ignacio Six. Ahí catearon dos
casas y se llevaron a dos personas. Nunca quisieron explicar por qué se los llevaban.
Sólo que preguntaban por armas, que entregaran las armas que estaban allí guardadas
en las casas. Y la gente contestó que las únicas armas eran los machetes para trabajar,
que allí no había nada. Incluso hasta probando casetes a ver qué había allí en la cinta.
Pensaban que allí había gente del FMLN y eso no era así. Se llevaron a estas dos
personas y fue algo feo porque nunca dijeron cómo fue eso.

También hubo cáteos en Managua en unos negocios de salvadoreños. Por Carazo


también había una pequeña cooperativa y entraron a catear. En CEBES entraron en
octubre, por el 18 de octubre. Fue un cateo en el local donde nos reuníamos. Decían que
allí estaba la Radio Venceremos, pero lo más que encontraron fueron unos carteles de la
repatriación. Máquinas de escribir de las que se usan en CEBES. Entraron como treinta
militares, y el agregado militar de la embajada de El Salvador con ellos. Llevaban un papel

La repatriación de Nueva Esperanza (1990 – 1991) 19


en blanco donde decían: Por delito de, pero todo era en blanco, ellos pretendían llevarse
gente de allí.

Eso hacía también que la gente mejor se viniera. Aunque esto es algo feo, porque no es
una motivación positiva, es una motivación negativa. Aunque la gente, cuando salimos de
aquí, también fue un poco por temor, verdad.

Influencia de Nicaragua

Una desventaja de estar en Nicaragua fue que por ese sólo hecho de estar en Nicaragua
nos acusaban de guerrilleros. Cuando fue la primera comisión del gobierno iba así, con
temor, les parecía que había gente comunista, armada, y que a saber qué iba a hacer.
Esa era la impresión que el gobierno tenía, muy mala, muy negativa. Y por eso nos
obstaculizaba, por solo el hecho de estar en Nicaragua.

También favoreció en gran parte, porque allí tuvimos nosotros la posibilidad de


desarrollarnos un poquito. No estuvimos encerrados en refugios como otra gente en otros
sitios. Nosotros estuvimos libres para trabajar, para movernos, no tuvimos problemas para
estudiar de ningún tipo. Y en este sentido estuvimos libres.

También fue muy positivo conocer la vida en cooperativa. Conocer la gente que acababan
de tener ese triunfo de la Revolución Popular Sandinista, un proceso de desarrollo, de
búsqueda, y eso también nos dejó un poco influenciados y nosotros participamos también.

La situación económica de Nicaragua nos desfavorecía para el retorno. Casi nadie tenía
en las comunidades, nadie tenía muchas facilidades, apenas sobrevivíamos, y nosotros
para el proceso de retorno tampoco, pues era un problema, había que buscar apoyo. Nos
ayudaron comités de solidaridad como CIAPES, un comité allá de apoyo a El Salvador,
ellos nos apoyaron en hacer presión al gobierno de El Salvador enviando cartas, haciendo
denuncias, un apoyo moral, y también un poco económico. Estos estuvieron siempre
pendientes en este proceso. También tuvimos apoyo de la asociación de religiosos de
Nicaragua (CONFER), que con el P. Ángel nos llevó alimentos.

Para nosotros quizá fue una dicha haber vivido el proceso de los diez años allá (de la
Revolución Popular Sandinista), abarcando la parte cuando se da el cambio de gobierno.
Eso también nos ayudó porque nosotros evaluamos a qué se debía que cayera el Frente
(Sandinista). Entonces nosotros encontrábamos también que hubo mucho fanatismo en el
Frente. Y en el hecho de no crecer desde abajo, sino que el gobierno estuviera más
desde arriba, sin dar oportunidad a la gente que se desarrollara.

Entonces nosotros también vivimos eso, lo positivo y lo negativo. Si nosotros nos


hubiéramos venido antes del cambio nos hubiéramos venido con esa idea bonita de mirar
las cosas de otra manera, como las veían desde arriba. Pero vivimos esa experiencia
esos días y eso fue bastante duro y nosotros los vivimos como que algo habíamos
perdido, pero también nos dimos cuenta, aprendimos de dónde estaba el error, estaba la
falla. Entonces nosotros eso lo aprendimos.

La reacción de la gente nicaragüense en esos momentos antes de venirnos fue mala. No


fue tan positiva, porque en ese medio donde nosotros vivíamos, la gente no era tan
entregada. Había gente que miraba bien el cambio. Había mucha gente confundida que

20 La repatriación de Nueva Esperanza (1990 – 1991)


ya se había pasado a la Uno por su conveniencia en lo que fuera, en su proyecto personal
o familiar.

Para los jóvenes el hecho de venirse para acá no tenía una gran motivación, porque no
crecieron aquí y el proceso de vida allá para ellos fue una oportunidad para estudiar pero
no así de trabajo desde pequeños con sus padres. Porque en la cooperativas sólo
trabajaba el socio, el jefe de familia. En algunos casos trabajaba uno más grande que le
gustaba en el campo. Pero de ahí los demás jóvenes estaban estudiando y estaban tan
dependientes de los papas, que sólo querían las fiestas, estudiar, hacer actividades con
jóvenes. Eso sí que les alegraba. Pero ya ver las cosas más serias de trabajo, de entrega,
de servicio no lo aprendieron allí. Vieron las cosas como más fácil, como que todo se les
daba. Y es la misma influencia, creo yo, del Frente Sandinista que se dio. Bueno, había
en todo el mundo un fanatismo con camisetas, con todo, y todo nos daban, nos decían
qué había que hacer. Y lo mismo en los padres, eso se fue trasmitiendo a los hijos. Había
que dejarlos así en lo que estudiaban pero no exigirles mucho esfuerzo a ellos para que
apoyaran lo que era la comunidad. No fue así muy positivo. Sí lo que aprendieron, la
historia de allá, de la guerra, eso sí es bastante positivo, porque si vemos aquí las
muchachas no son así tan encogidas, todo el mundo es abierto, piensa en desarrollarse,
piensa en muchas cosas y no son cerrados. Eso es bien importante, siempre están
pensando en desarrollarse, en prosperar. Pero se les está haciendo un poco durito el
aceptar esta realidad de mucho trabajo, de mucho sacrificio para poder ver dentro de
unos años el fruto de ese esfuerzo.

Eso sí lo vivimos en Nicaragua los señores mayores y la gente de mi edad. Podemos ver
a la Deysi, la Sonia, podemos ver a mucha gente que allá se entregó a un trabajo a
tiempo completo.

El problema de retornar con los bienes adquiridos

La cooperativa era mixta, de nicaragüenses y salvadoreños, y el Acnur tenía el deber de


apoyar a los refugiados y nos donó varias máquinas: un tractor Belarux, un arado, una
desgranadora de maíz, un trailer, y varias cosas que ahora no recuerdo. Pero los
nicaragüenses no querían que nos trajéramos nada. Y nosotros teníamos derecho,
porque por nosotros se habían donado esas cosas. Pero como era mixta la cooperativa
eso pasaba a ser patrimonio del Estado, porque las cooperativas eran patrimonio del
Estado. Entonces había ahí un problema de legalidad. Al principio, la oficina que prestaba
el servicio a través del Acnur, que era del Insbi, aseguraba que no nos íbamos a traer
nada. Y esto lo supieron los nicaragüenses. Y ellos decían que no nos íbamos a traer
nada y estaban felices por eso. Querían quedarse con las cosas y luego repartirlas y
hacer piñata.

Entonces nosotros nos pusimos firmes a gestionar con el ACNUR y con gobernación para
que nos dieran las cosas legalmente. Nos dieron todo lo que íbamos a traer. Pero los
nicaragüenses se oponían, sacaron machetes, llamaron la policía, hicieron todo lo posible
para que no las trajéramos. Pero como no tenían la razón, ni tenían base para pedir lo
que querían, entonces nosotros logramos el propósito.

Luego nosotros compartimos lo que había: nos trajimos una parte y les dejamos otra para
ellos, porque éramos conscientes de que no podíamos dejarlos con las manos vacías.
Todas eran donaciones a la cooperativa porque estábamos nosotros. Eran donaciones del
ACNUR y porque habíamos refugiados, porque en otros sitios donde no habían

La repatriación de Nueva Esperanza (1990 – 1991) 21


refugiados nunca les habían donado nada otras instituciones. Con las cosas donadas
nosotros nos pusimos firmes y les dejamos cosas pero ellos querían que no nos
trajéramos nada. Estos fueron los que se embolaron el día de nuestra partida y decían
que antes de que sacáramos las cosas iba a haber sangre. Sin embargo no fue así. Se
logró traer lo que pedimos y nos correspondía.

La hora de la despedida de Nicaragua

El viaje a El Salvador nunca se olvida. Yo estaba con la gente, estaba en Managua,


estaba en ACNUR, luego en las comunidades, un solo trajín. Y otra gente que estaba
arreglando sus maletitas, todas sus cositas, despidiéndose de la familia. Yo lo viví
bastante. Porque el día 19, cuando ya toda la gente se venía a un lugar donde nos
concentramos, - hablaban de hotel, pero de hotel nada tenía, verdad -, toda la gente
estaba con toditas las cositas fuera de las casas, de las champas.

Y los que vivían allí mismo nicaragüenses, todos bolos. También tuvimos un gran pleito
con ellos para poder traer las máquinas, las herramientas que trajimos. Era un problema
porque algunos nicaragüenses estaban allí bolos y enojados porque nos traíamos la
maquinaria. Otros que estaban llorando así, algo borrachos, como despedida por que la
gente se venía.

Y otra gente que estaba con esa gran ilusión de ¡ya!, ya marcharse. Era algo bastante
fuerte en ese momento, porque era el deseo y la alegría de que ya venía para El
Salvador, había temor por la guerra también, y a la misma vez ya daba lástima dejar ese
lugar en que se vivió diez años, porque se le puso amor también. A pesar de que
estábamos prestados, pero ya se habían establecido relaciones con los vecinos y había
ya una vivencia. Y eso ya era el último día, era como una despedida. Eran varias cosas
juntas como le digo. Aunque el dejar aquello no era tan profundo, verdad. La despedida
de los amigos sí la sentimos. La gente lloró mucho. De las dos partes: la gente
salvadoreña y también la gente nicaragüense que vivía allí cerca. Sí que todo el mundo
lloró.

Yo estuve cuando ya el bus se iba con la gente. Sólo se quedó el grupito que iba a venir
por tierra con las cosas. Era un mar de cosas que se miraba allí, todo feo eso, como
desierto. Ya se había quitado el tanque (de agua para la comunidad), las cosas afuera de
las casas, algunas cosas perdiéndose, verdad, y los familiares de los nicaragüenses
llorando. Eran los familiares de los que venían casados con salvadoreños. Vinieron cinco
así (de la comunidad del 35). Recuerdo a la familia de Alberto, que es cuñado mío, que sí
que nos saludábamos, nos hablábamos, pero no había una amistad grande, pero ese día
sí que me abrazaron y me dijeron: Cuídame, Gloria, a mi hermano, cuídame a mi
hermano. Y la gente lloraba. Lloraban de las dos partes. Gente que nos acompañó, el
grupo de jóvenes de Los Aburto, gran grupo, hasta el lugar donde íbamos a quedarnos. Y
los jóvenes despidiéndose. Y los señores. La gente vecina todita lloró y decían: qué triste
va a ser que ya no van a estar ustedes.

Una gran reflexión

Cuando veníamos en el bus del 35 ya hacia el hotel, vinieron a mi mente en ese momento
un montón de cosas Y no pude sostener más que llorar, tantas tensiones de andar

22 La repatriación de Nueva Esperanza (1990 – 1991)


peleando y todo, lloré. Lloré de corazón, bastante. Como iba oscuro todo, unos llorando,
otros platicando, otros reían, otros bolos, y yo llorando en el bus.

Cuando logramos llegar al hotel sentí un gran descanso. Me sentí como liberada. Pero yo
lloraba como impresionada, me decía cómo era la vida de los pobres ¿verdad? De andar
en tanto para arriba y para abajo, como en estaciones, como un vía crucis. Lo miraba
todo, aquel puño de cosas tiradas, unos yéndonos, otros que quedaba allí. Y luego, a
dónde veníamos. Yo sí que me imaginaba más la realidad, pero la demás gente no
pensaba donde íbamos a llegar.

Era una gran reflexión que yo estaba haciendo. Me preguntaba mi participación en el


retorno iba a ser hasta lograrlo o iba a continuar yo de frente con la comunidad. En ese
momento mi respuesta era de comprometerme más. No tenía sentido si yo me quedaba
sólo hasta allí sino con trabajar hasta lograr ese objetivo de regresar hasta El Salvador. Lo
que yo veía y sentía era el sufrimiento de toda la comunidad, de todos nosotros los
pobres. Entonces era de continuar, de comprometerme junto con los demás hasta que
esta comunidad en El Salvador fuera algo...

El viaje a El Salvador

En el avión no hubo problemas. Nos acompañó un oficial del ACNUR. Sólo que sentíamos
tristeza porque quedaba un grupo allá encargado de traer las pertenencias. Y no
sabíamos qué les iba a tocar a ellos en el camino. Pero sentíamos alegría de volver a
nuestra tierra. Todo el mundo quería llegar pronto y mirar nuevamente El Salvador.

Y luego nos estaban esperando en el aeropuerto las comunidades eclesiales de base que
son de San Salvador. Y nuestros familiares, que teníamos los diez años de no verlos,
también estaba allí, con muchos deseos de vernos pronto. Fue bien bonito la llegada,
porque el recibimiento que nos dieron fue muy lindo. Lo más lindo que recuerdo eran los
cantos de bienvenida. La bienvenida que nos daban nuestros familiares y los hermanos
de las comunidades, que aún me conocían. Era bien bonito.

Pero a la vez lo contradictorio era ver aquel ejército con tamaña cara de malos, nos
miraban de mala manera. Nuestra llegada no fue como los demás (pasajeros) que entran
en el aeropuerto, por dónde salen, sino que nosotros llegamos allí donde bajan las
mercaderías. Allí bajamos nosotros, por otro lado, para ocultar que nosotros venimos,
para que el mundo no se enterara y no vieran el escándalo de que nosotros
regresábamos nuevamente. Yo personalmente me sentía incómoda porque no me sentía
como todos los demás, como que nos apartaban, nos discriminaban para eso. También
entendía que era una forma para hacer más rápido el proceso. Pero no me gustó.

Yo venía en el primer grupo y luego estuvimos un gran tiempo esperando que viniera el
otro viaje. Y nunca llegaban. Ya estábamos incómodos, desesperados porque no
sabíamos qué pasaba. Pero fueron atrasos que no tuvieron mucha explicación. (Los
repatriados/as retornaron en dos vuelos de avión desde Managua a San Salvador).

Llegada a Casas Viejas

Luego al llegar el segundo viaje ya nos encaminamos todos en buses hacia el terreno que
habíamos alquilado en Casas Viejas, al norte de Usulután. En ese viaje íbamos cantando,
La repatriación de Nueva Esperanza (1990 – 1991) 23
alegres, conociendo nuevamente nuestra tierra. Muchos de los jóvenes que iban
pequeños no conocían nada e íbamos todos encantados mirando por dónde pasábamos.
Con aquella gran alegría pues que estábamos ya en nuestra tierra. Sin embargo fue largo
el viaje, porque dimos unas grandes vueltas, creo que fue por San Vicente. Hicimos un
viaje bastante largo, cansado.

Allá en la Villa El Triunfo estaban esperándonos también las Comunidades unidas de


Usulután, Comus. Y la gente del pueblo nos esperaban con mantas de bienvenida. Y con
la celebración de una misa en la iglesia de allí, de la Villa El Triunfo. También frente a ella
había militares, habían soldados que nos miraban de mal modo. Pero nosotros, como
íbamos juntos, más la gente que nos esperaba allí, nos sentíamos fuertes. No sentíamos
tanto temor frente a esos animales. Tuvimos una misa bien linda.

Después nos encaminamos nuevamente más allá de Villa El Triunfo, donde estaba el
terreno de Casas Viejas. Ninguno lo conocíamos. Veníamos con aquella expectativa de
llegar pronto. No nos imaginábamos cómo era el terreno. Sólo nos habían dicho, cuando
estábamos allá, que era un terreno bonito bañado por un río. Nuestra imaginación era de
un terreno bastante plano. Pero la realidad era otra. Antes de llegar al mero lugar estaba
el río. Pero había una gran bajada y luego una subida después del río. Era una calle
bastante mala porque acababan de abrirla. Antes allí no había ninguna calle, sino que el
Acnur se encargó de realizar ese trabajo. Pero todavía no estaba bien terminada. Los
buses no podían subir la cuesta. Se quedaban a medio camino. A unos les tocó bajarse y
caminar desde allí hasta arriba, donde estaba el terreno. Otros logramos subir en buses,
pero algunos tractores se ocuparon de ir a jalarlos.

Luego, al llegar arriba donde estaba el terreno, un terreno quebrado, árido, sin palos
(árboles) casi, ya vimos allí un grupo de gente que nos estaba esperando con comida.
Pero no había dónde descansar. Habían puesto algunas champas sobre aquel terreno
lleno de piedras y estacas. El cansancio era tanto que algunos ya querían doblarse, ya no
soportaban más. Y otros decían, más que todo los jóvenes que no tenían ni idea de cómo
era El Salvador, dijeron: ¿Este es El Salvador? Algunos jóvenes se pusieron a llorar, y
también niños, porque se sentían mal. Claro, después de venir de otras condiciones
diferentes y en aquella terrible oscuridad, el cansancio, se sintieron mal.

Al principio partimos prácticamente de la nada

Los que veníamos del comité de retomo haciendo todo el esfuerzo, siempre tratando de
animar y de organizar aquello, porque era una gran incertidumbre. La gente de las
comunidades nos ayudó nos proporcionó algunos colchones, colchas y la comida.
Entonces comenzamos organizar aquello, a ubicar a la gente, a repartir los colchones y a
repartir la comida. Y algunos, pues ni esperaron la comida, sino que se fueron a doblar en
unas champas y otros debajo de unos palitos allí, porque el cansancio era fatal.

Luego al siguiente día, cuando todo ya se veía, que ya comenzamos a ver un poco mejor,
y a ver mejor aquella realidad, (nos pusimos) a organizar los grupos para cocinar. De
momento no teníamos condiciones. Apenas había algunos trastes. No había agua. Había
que jalarla desde el río, donde había un pozo muy bonito, pero había que subir aquella
cuesta con el agua. Y asi a ver qué íbamos a hacer. A organizar un botiquín. Dónde era
que íbamos a comprar las cosas, a preguntar. Ver dónde alquilábamos un transporte para
salir de allí.

24 La repatriación de Nueva Esperanza (1990 – 1991)


Al principio partimos prácticamente de la nada. Sólo con el esfuerzo y la voluntad de
trabajar por todos. Había algunas personas que estaban un poco renuentes,
desmoralizadas. Otros que manteníamos la moral en alto. También con cansancio
(todos/as), pero teníamos que seguir adelante.

Lo primero que hicimos fue poner una manta a la entrada de ese lugar, en unos palos,
que decía: No queremos presencia militar en el asentamiento. Que éramos
trabajadores, población civil, con deseos de trabajar y desarrollarnos y vivir en paz.
Sentíamos que eso nos protegía algo por lo menos de la entrada de que el ejército podía
también llegar allí.

Hubieron varias cosas que me llamaron la atención en esos primeros momentos, pero la
que más fue una persona de allí de la Villa El Triunfo, que nos recibió y nos daba
explicaciones y nos apoyó que era don Carlos Castro. Una persona muy amable como
que si él estaba sufriendo igual que nosotros, dándonos ánimo. Estaba don Arturo, un
señor profesor también de allí, y el otro señor que se quedó a ayudarnos a poner las
champas que no recuerdo el nombre. Pero don Carlos sí que me llamó la atención, y yo
encontré algo importante en él, algo como que nosotros no estábamos solos. Fue un gran
apoyo. Y también la presencia suya, P. Ángel, al principio. Allí en Nicaragua llegaba a la
comunidad, se quedaba sus días, pero no así decidido a estar con nosotros todo el
tiempo. Y eso también, decía yo, no sólo nosotros corremos esta suerte, hay gente que es
solidaria a esta forma de vida, y si esto es así yo lo encontraba sentido y me sentía más
fuerte.

En busca de un terreno para construir el futuro: la cooperativa de


Nancuchiname

Luego empezamos a ver qué hacer, cuál iba ser luego nuestro trabajo, a reconocer el
terreno y qué posibilidades de futuro teníamos allí. Nos dimos cuenta que allí no teníamos
ninguna posibilidad de desarrollarnos. Las tierras no eran fértiles. El terreno era muy
quebrado y tierra dura de talpetate, sin posibilidades. Buscamos allí en los alrededores
algo cerca y tampoco. Sí que había algunos terrenos algo planos que nos podían vender,
pero tampoco contábamos con dinero para comprar.

Entonces comenzamos a buscar otros lugares. Y la primera idea fue venir a visitar este
lugar de Nancuchiname. Un lugar que antes en Nicaragua habíamos planteado al
gobierno que se nos facilitara para llegar aquí y el gobierno no quiso. Entonces, estando
allí nosotros, dijimos que íbamos a venir a ver. Organizamos dos grupos. Primero uno
para venir a reconocer el terreno. Y vino el grupo. Después vino el segundo grupo. En el
segundo grupo vine yo. Hablamos con la gente de la comunidad de El Zamorano y de El
Mario. Y la gente nos animaba. Nos decía que nos viniéramos para acá. También
hablamos con la gente de la cooperativa Nancuchiname y nos dijeron que estaban de
acuerdo en que entráramos. Pero el problema era el ISTA siempre.

Entonces nosotros regresamos a Casas Viejas, hicimos una asamblea y explicamos a


toda la comunidad las condiciones de Nancuchiname. A ver qué pensaban todos, si nos
decidíamos a venir a este lugar o seguíamos buscando otro sitio. Pero la mayoría de la
comunidad estábamos por venir aquí. Aun sabiendo que podía ser un problema el
traslado porque se oponía el ISTA, se oponía el gobierno. Sin embargo tomamos la
decisión todos de hacer el esfuerzo de venirnos, aun sabiendo que cualquier cosa
podíamos enfrentar en el camino.

La repatriación de Nueva Esperanza (1990 – 1991) 25


Luego volvimos aquí a Nancuchiname a confirmar esta respuesta de la gente, de que sí
estábamos dispuestos a venir. Ya estaban en este lugar los hermanos que habían venido
de Panamá, que igual que nosotros primero llegaron a Cerro Bonito, un lugar vecino de
Casas Viejas, y en silencio entraron acá. Ellos también nos motivaban, nos explicaban
cómo habían hecho para entrar. Nos contaron que lo hicieron en silencio para que no los
detectaran. Ellos ya tenían un camión, entonces nos prestaron su servicio de transporte,
nos ayudaron a buscar otros camiones que ya les habían ayudado a ellos de aquí, de la
comunidad.

Viaje hacia Nueva Esperanza de las seis primeras familias

Y empezamos el traslado el 2 de abril. Ese día salió un camión por la mañana con tres
familias. Más tarde otro camión con otras tres familias. El primero que salió cayó en la
trampa. En el retén de San Marcos (Lempa) allí fueron detenidos. Y cuando llegó el otro
camión allí también fue retenido. De manera que las seis familias no pudieron pasar
tranquilamente aquí a Nancuchiname. Más tarde nos enteramos en Casas Viejas que la
gente no había llegado. Ya casi era de noche. Y lo que hicimos fue que unos nos vinimos
al retén. Otros se comunicaron a San Salvador a la comisión de apoyo que se había
formado y en ese momento del reasentamiento estaba apoyándonos. Y a ver qué hacer
pues.

Pasó la noche y el ejército no daba ninguna posibilidad de que la gente entrara. Lo que
pedían era salvoconducto del Estado Mayor Conjunto para entrar en este lugar. Nosotros
les dijimos que no teníamos por qué pedir salvoconducto porque nosotros éramos
salvadoreños también, igual que ellos, y veníamos a trabajar. Nos decían que esa era una
orden de no dejarnos pasar. Que sí podíamos regresar a Casas Viejas, pero no pasar a
Nancuchiname.

Entonces nosotros nos quedamos allí tratando la manera de hacerles conciencia a ellos,
hablando a un capitán y a otro para ver qué nos resolvía. No había entrada, no había
manera. Entonces nos preguntábamos si era conveniente ir al Estado Mayor, y veíamos
que en ningún momento era conveniente porque no nos iban a dejar entrar, y tampoco era
un derecho a hacer eso como salvadoreños. Empezamos a decirles que estaban violando
los derechos, el derecho al libre tránsito que como salvadoreños tenemos ese derecho a
movilizarnos en todo el país y que ese derecho estaba en la Constitución política. Pero
ellos no entendían y no nos dejaban pasar.

La gente de allí, de San Marcos que no la conocíamos fue solidaria. Nos brindaban agua,
café, hasta comida algunas veces, y su servicio sanitario. Porque estábamos allí a la
intemperie.

Nosotros habíamos formado un grupito que estábamos yendo a Casas Viejas y yendo a
San Salvador viendo qué hacer. No sabíamos en ese momento qué. Algunos se sentían
con temor, otros animados, otros pedían que nos regresáramos, otros decían que no.
Había incertidumbre. Pero a los cuatro días de estar allí con ese sufrimiento en el retén a
la intemperie, allí a escondiditas como estaban los militares enfrente, nos reuníamos a
platicar, primero una reunión de tres luego de otros tres, de modo que no nos echaran de
ver qué hacíamos. Nos fuimos animando todos a tomar la decisión de venirnos a la
fuerza, sin que ellos nos dieran ese permiso de entrar Teníamos allí unos megáfonos. Ya
habían llegado hermanos de COMUS y de FASTRAS a acompañarnos. También estaban

26 La repatriación de Nueva Esperanza (1990 – 1991)


los medios de comunicación de FASTRAS. Ellos no sabían qué hacer. Nos dejaron la
decisión en las manos de nosotros.

Fuimos a eso de las diez de la mañana a hablar con el capitán a ver qué solución había, y
si podíamos entrar y nos dijeron que no. Seguían en la misma posición. Entonces
nosotros les dijimos que no había manera que entendieran nuestro sufrimiento, que
teníamos hambre y no teníamos comida allí, y que no podíamos continuar. Y que
entonces nosotros nos veníamos a pesar de todo porque éramos salvadoreños.

Y empezamos con los megáfonos a explicar a la comunidad de San Marcos que nosotros
nos retirábamos y que si algo pasaba eran los soldados, los que siempre han dañado al
pueblo, los enemigos. Entonces cuando ellos vieron la cosa seria que nosotros nos
veníamos se pusieron en fila a cortar el paso a media calle y pusieron piedras, barricadas,
para que no pasáramos. Y sus fusiles también frente a nosotros para que no nos
atreviéramos porque íbamos a morir. Nosotros vencimos ese miedo. En ese momento
sentíamos coraje, sentíamos que nadie nos detenía. Yo eso lo viví. Yo, cuando venía al
principio, sentía bastante temor, tenía miedo con solo verlos pero en ese momento pudo
más el sufrimiento y ver que era injusto que nosotros continuáramos allí. Era más fuerte
eso que el miedo que sentía frente a los soldados. Nos decidimos todos después de
hablar a los soldados, de discutir con ellos, a venirnos.

Había allí dos camiones cargados de las cosas y les pedimos a los que andaban
conduciendo los camiones que si se atrevían a pasar con los camiones para llegar aquí
con algunas cosas, no llegar con las manos vacías. Pero no se atrevían. Entonces me
entregaron a mi las llaves de los dos camiones y yo no sabía qué hacer: buscaba a gente
que manejara y nadie tenia valor de hacerlo. Sólo un hermano de COMUS que apenas
había agarrado una llave. Yo la otra. Yo apenas también sabía manejar, gracias a lo poco
que usted me había enseñado. Era un camión grande, yo antes nunca había tocado un
camión así, pero yo pensé que aunque fuera despacito, a como pudiera lo iba a pasar.

Me subí al camión, antes quitamos las piedras para medio pasar ahí. Unos se subieron al
camión. Yo en ese momento no sabía qué hacer porque me sentia mal venirme yo y que
la gente se quedara allí. Pero luego hice el esfuerzo y logré pasar con el primer camión.
Pero el segundo camión, cuando el otro compañero intentaba arrancarlo, le dispararon y
poncharon las llantas. Ya no pudo pasar este camión. Entonces el resto de gente se vino
caminando, dejando el camión dañado allá. Lo que sí fue que al llegar con el camión
hasta este lugar regresamos otra vez para encontrar a la gente que venía caminando. Así
fue que logramos pasar con las seis primeras familias.

Aquí empezamos otra vez

Aquí empezamos otra vez. Primero nos metimos debajo de los palos. Se organizó una
gente que se encargó de cocinar comida para el grupo. Otros de ver cómo íbamos a
continuar con el resto de gente que se quedó en Casas Viejas. Ese mismo día me regresé
para Casas Viejas.

Se acercó el ACNUR para ver qué pasaba. Pero en este momento el ACNUR no iba con
la finalidad de protegemos sino de ser observadores. Ellos quizá se sentían presionados
por el gobierno a no meterse, ya que el gobierno les acusaba de que ellos participaban en
esa decisión de nosotros de trasladarnos.

La repatriación de Nueva Esperanza (1990 – 1991) 27


En Casas Viejas volvimos a reunimos con la gente para explicarles cómo habíamos
pasado y cómo íbamos a hacer para conseguir el traslado de los demás. La única manera
fue buscar otro sitio por dónde salir. Y encontramos otro lugar para entrar por Tierra
Blanca. No era calle, sino un camino de carretas, pasando por milpas. De manera que
queríamos evadir el retén de San Marcos y entrar por ese lado para entrar allá, aquí.
Alquilamos camiones y en silencio, sin llevar muchas cosas hicimos el resto de traslado
de la gente, de manera que no nos detectaron. Poco a poco fuimos primero pasando la
gente, después las cosas. De manera que el trasladó tardó un mes en estar todos aquí.
Todavía tenemos nosotros allí en Casas Viejas el tanque de agua de la comunidad con
capacidad para cinco mil galones (casi diecinueve mil litros). Como es grande en ese
momento no teníamos valor ni sabíamos cómo hacer para trasladarlo. Sin embargo ha
sido voluntad de nosotros hasta este tiempo ver cómo hacer para trasladarlo.

En Casas Viejas hubo gente, familias, que al ver que era riesgoso venirnos para acá se
retiraron, se fueron a sus lugares de origen, o sea, abandonaron el grupo. Estando
todavía en Managua se comprometieron a que venían a vivir en comunidad, con esa
decisión vinimos todos. Pero ya estando allí se fueron. Nosotros nos sentimos algo mal.
Decíamos que era una traición dejarnos allí. También entendíamos que no todos somos
iguales para ser fuertes y soportar eso. Entonces se nos fueron varios. Y la mayoría de
las familias que se fueron son las de Morazán.

Los jóvenes al principio algunos lloraron, como ya dije. Incluso hubo algunos que dijeron
que querían regresarse a Nicaragua. Pero fue interesante la experiencia en San Marcos
Lempa en el retén. Nosotros pedimos el apoyo para venir a acompañar a la gente que
estaba allí y muchos de ellos se vinieron a apoyar a la gente. Allí recobramos nosotros
más la unidad, porque todos vivimos el mismo problema frente a los militares. Eso nos
animó. Incluso jóvenes que yo pensaba que tenían miedo empezaron a gritar al retén
militar, a discutir con los soldados, a hacer carteles en el mero retén y a sentirnos
apoyados, pues. De manera que muchos jóvenes allí perdieron el miedo. Dijeron que la
experiencia de allí fue increíble porque nunca la habían vivido, porque se fueron chiquitos
y no se acordaban de todos los atropellos.

(Primero pasamos por El Mario. Alli estuvimos como quince días, durmiendo, comiendo y
bañándonos como pudimos. Allí estaban también lós hermanos que habían venido de
Panamá. De allí nos venimos para acá, a Nueva Esperanza.

Así lo resumimos entre los dos, entrevistada y éntrévistador, para no alargar démasiado.
Después de dos horas y media de hablar, Gloria aparecía fatigada y quedándose sin voz.)

Gran trabajo al comenzar el asentamiento de Nueva Esperanza

Cuando llegamos acá, la primer tarea fue volar palos, limpiar un poco, porque aquí había
palos de espino, bastante basura. Todos comenzamos a limpiar un sitio donde colocar la
champa. Empezamos a organizamos para trabajar. Porque había muchas cosas (que
hacer): no teníamos agua. No teníamos dónde cocinar. Se hicieron hornillas en el suelo.
Se formó un grupito que cocinaba para todos. Se organizó un grupo para recibir a la gente
que estaba viniendo. Otro grupo a volar palos.

La mayor dificultad que teníamos era cómo salir de aquí a comprar los alimentos. Sin
transporte y con el retén allí. Eso era una gran dificultad, porque no nos dejaban pasar
con compras, con alimentos o con medicinas. Eso era lo que más nos preocupaba. Todo

28 La repatriación de Nueva Esperanza (1990 – 1991)


se podía hacer, el trabajo aquí adentro, buscar el agua o jalarla desde bien lejos, pero lo
más triste eran esos animales que teníamos allá que nos impedían movilizarnos y traer
los productos que aquí necesitábamos.

Poco a poco nos fuimos arriesgando a salir a comprar. Al principio no sabíamos cómo, ni
dónde. Hicimos compras primero en San Marcos en algunas tiendas, luego se fue a
Usulután a comprar allí. Esta era una de las peores dificultades.

Nos afectó bastante las plagas que hay aquí: zancudos, al principio, nos llenamos de
ronchas por las picadas de los zancudos. Porque era adaptarnos aquí, a este ambiente.
Luego también era como encontrar el agua (potable, para beber y cocinar) y cómo
organizamos aquí.

Y el agua, que es un problema, porque no teníamos, y había que jalarla de lejos y, si no,
tomar del río. Y comenzó a haber problemas estomacales. Era un problema siempre,
porque nosotros habíamos delimitado en el río una parte en la que nadie se bañara para
tomar de allí, pero los soldados empezaron a pasar por aquí, se bañaban donde les daba
la gana y entonces nos contaminaron más el agua.

Eso lo fuimos resolviendo después: se hicieron pozos. Salió agua salada. Tuvimos que
buscar otro lugar con ayuda del P. Gregorio, un padre dominico que vino a buscar vetas
de agua dulce con una técnica que él tiene del péndulo. Y así logramos encontrar el agua
dulce y hacer dos pozos, que actualmente tenemos.

El proceso organizativo también tuvo problemas. Al principio unos nos ateníamos a otros.
Con la carga nos tocaba a unos pocos. Había también bastante desgaste después de
todo el proceso de retorno allá y el viaje aquí, había un poco de desgaste, verdad, en
cuanto a la organización. Sin embargo hicimos el esfuerzo de hacerlo. Pasábamos a cada
rato en reuniones, organizando las cosas, el trabajo. Se hicieron comisiones de trabajo
para limpiar, para buscar el agua, para hacer servicios sanitarios, para la comida, ver
dónde íbamos a trabajar. Fueron un montón de cosas en ese momento. Fue un proceso
también.

Buena acogida por la gente de la zona

Donde llegamos primero, que fue a El Mario, había gente. Y esta gente nos apoyó mucho,
en todo lo que pudo. Pero ya en este lugar donde ahorita estamos construyendo las
casas, aquí no había nada, NADA (Gloria resalta con más fuerza este segundo nada).
Solamente los hermanos de Ciudad Romero, que estaban cerca trabajando donde ellos
se iban a asentar también. Aquí no había NADA.

Pero sí la gente que vivía en El Zamorán, en El Mario nos recibieron muy bien y nos
ayudaron. Nos daban explicaciones de cómo era el terreno aquí, de cómo movernos,
cómo hacer las cosas. Sí, el apoyo de estas comunidades fue muy grande. Ellos fueron
muy solidarios desde el principio.

Ventajas productivas del asentamiento Nueva Esperanza

El interés que había para venir a este lugar es porque aquí la tierra es muy fértil y sí había
condiciones para desarrollarnos. Era una tierra muy rica que estuvo abandonada.
La repatriación de Nueva Esperanza (1990 – 1991) 29
Nosotros pensábamos que aquí si teníamos seguridad de cultivar, de sembrar los granos
básicos para la alimentación. También proyectos de ganadería. Además, como es una
zona costera, también hay a la orilla del mar obradores (de sal), donde más adelante
podemos reactivar esos obradores: se saca sal, se hacen criaderos de camarones, se
saca pescado.

Eso es una gran riqueza. Todo esto antes estaba en manos de los Dueñas, de los
grandes ricos terratenientes. Lo que faltaba eran manos para trabajar, no como antes, que
se trabajaba para los ricos, sino en beneficio de nosotros los pobres. En otros sitios como
Casas Viejas esa posibilidad no existía.

A siete meses del inicio del asentamiento

Durante estos siete meses, poco a poco, esto ha ido evolucionando. Incluso de aquí se
marcharon algunas familias, gente que no estaba tan convencida. Aunque sí miraban la
posibilidad de la tierra, de trabajo y tal, pero siempre seguía el temor. Como hemos tenido
problemas con el gobierno, con el ejército y con el Ista miraban inseguridad, o sea, que no
tenían confianza en el proyecto. Esta gente se fue yendo.

Pero la gente que sí está más clara, más consciente de este trabajo, es la gente que se
ha quedado. Y esto ha sido poco a poco. Incluso mucha gente dudaba ya aquí si estas
tierras nos iban a quedar o no. Pero como hemos estado siempre haciendo reuniones,
asambleas, y explicando lo que tenemos que hacer, lo que significa estar aquí y lo que
queremos nosotros construir, mucha gente sí que está clara.

Aunque aún hay gente en la comunidad que no está tan clara de lo que quiere, no está
tan clara de que nosotros vamos a lograr ese objetivo de una comunidad autogestionaria,
una comunidad con una democracia participativa, creando nuestras propias fuentes de
trabajo, nuestro desarrollo integral en todos los aspectos, en la salud, en la educación, en
todos los aspectos sociales. Sin embargo, yo siento que la gente en este momento va
como convenciéndose y viendo lo que vamos mejorando todos unidos. Como digo, esto
ha sido un proceso que ha ido evolucionando.

También hay que reconocer que la organización que hoy tenemos es mucho mejor que al
principio, ya que al principio, al inicio teníamos el comité de retomo. Y el 24 de mayo, en
una asamblea de casi dos días, nosotros logramos organizamos más a como hoy
actualmente estamos, en diferentes áreas de trabajo, comisiones con responsables, que
así han venido funcionando.

También tenemos problemas, dificultades. En la evaluación que hace poco hicimos nos
dimos cuenta que hemos estado fallando, la directiva en centralizar la información en
nosotros mismos y no bajar a toda la comunidad todo. O más bien dicho, no hacer que
haya más participación de la gente. Esto nos ha hecho entender que teníamos que dar
otro giro, no quitando la directiva, sino dando más participación a los responsables de las
subcomisiones que están dentro de cada área. Y ya en la evaluación ha participado esta
gente.

También en una jornada de planificación para tres meses. Han estado alrededor de 25
personas: la directiva más los secretarios de las comisiones. Y se ve que este esfuerzo
está ayudando, porque mucho más la gente va entendiendo lo que tenemos en la
comunidad, todo el proyecto, todo el rollo que nosotros decimos, va entendiendo más. Y

30 La repatriación de Nueva Esperanza (1990 – 1991)


esto ayuda para que todos vayamos con el mismo esfuerzo, con la misma disposición. No
significa quedamos allí, sino que extender todo esto al resto de la gente.

Lo que más afecta a la buena marcha de la comunidad

Son como cuatro cosas las que más nos han afectado, las más importantes en estos
meses de asentamiento:
1. El hecho de que haya un enemigo (el ejército del gobierno), como que nos une mas
frente a ese problema.
2. La fe cristiana que se celebra, que es una fe viva y no tradicional.
3. La organización, que vamos consolidándola poco a poco.
4. También la defensa de la tierra, que es muy importante.

Logros y debilidades de la comunidad en sus comienzos

Entre los mayores logros de estos meses está la organización. Es muy importante. Siento
que es un logro muy fundamental. Porque sin organización nosotros no somos nada.
Pueden haber personas dispuestas, pero se hacen pelota, se desgastan ellas solas si no
hay un grupo realmente convencido y organizado. Este es uno de los grandes logros.

Otro logro es la participación en estos últimos días de toda la comunidad en todas las
áreas en las diferentes tareas. Porque pasamos un tiempito que había que motivar a la
gente, que rogarla, y no quería hacer mucho, pero últimamente si se ve que hay más
disposición y todo el mundo trabaja. Se ha logrado a través de ir aclarando a la gente de
que nosotros no tenemos que ser dependientes, asistidos, ni estar sólo recibiendo la
comida y la ayuda, sino que si nosotros queremos que esta comunidad salga adelante si
queremos hacer realidad el nombre que le pusimos, Nueva Esperanza, si queremos
construirla y tenerla bonita, el esfuerzo no debe ser de unos pocos sino de toda la
comunidad. Empezando desde los niños, los adolescentes, jóvenes, a los viejitos, que
nosotros les decimos ancianos, solamente así nosotros vamos a ir logrando lo que
queremos.

Y también tomando medidas estrictas en la distribución de los alimentos. Porque mucha


gente se acomoda, se acostumbra a recibir. Hemos estado insistiendo en que todos
debemos participar para exigir al ACNUR y teniendo también control de las personas que
trabajan y que no trabajan, nombrando gente responsable de cada grupo, organizando
grupos de trabajo. Es así como estamos logrando a través de la orientación y clarificación
de cómo va todo el proceso, las cosas. Esto va ayudando a que la gente se vaya
comprometiendo.

Uno de los grandes logros que yo veo es que la fe (cristiana) se mantiene viva. Y creo que
aun más fuerte todavía porque se ve en el trabajo que la pastoral va caminando. Y esto es
lo que va ayudando a mantenemos en comunidad. Siento que las reflexiones que se
hacen en la misa cada ocho días ayudan mucho. Porque la gente no participa en la misa
como antes se hacía, sino que nos sentimos todos iguales y hablamos de la realidad.
Vemos los textos desde la fe lo que vamos haciendo. Y se nota como el grupo de
adolescentes, cómo va tomando su papel desde la fe. Y el grupo pastoral que ahí si tiene
un gran valor. Admiro a Raúl, que a pesar de ser lisiado y tener esa forma de ser es un
testimonio, trabaja firme con lo que puede. Y también que aquí ha crecido el grupo de
pastoral en Nueva Esperanza. Allá en el exilio estaba mal. Y que no se queda aquí en
La repatriación de Nueva Esperanza (1990 – 1991) 31
Nueva Esperanza sino que extiende también a otras comunidades los lazos de
solidaridad, de hermandad, a El Zamorán, a Ciudad Romero, a Salinas del Potrero. Y
luego los grupos de catequesis. Claro, el hecho de que usted esté a tiempo completo
viviendo con nosotros y la participación de la hermana Nohemy eso ayuda bastante.

Las debilidades ya las dije antes: el acomodamiento, el acostumbrase a recibir y no dar.


Yo siento también una debilidad que algunos sectores se organicen pero para exigir, no
para aportar. Crearse la idea de que estando en comunidad las cosas vienen y no
cuestan. Que las cosas vienen y son para todos, sin pensar que la gente tiene que aportar
algo en lo que sea. Y con un objetivo, verdad, de que nosotros nos desarrollemos y no
nos quedemos sólo recibiendo las cosas, que no nos acostumbremos a la dependencia.

Relaciones

Yo he tenido la oportunidad de relacionarme con diferentes entidades y eso me hace ver


más amplio. Me he relacionado con gente con representantes del gobierno, del ACNUR,
con el coronel Grijalba (de la VI Brigada de Infantería con sede en Usulután) y con
miembros del FMLN, verdad. Y así en algunas oportunidades que me ha tocado
encontrarme y ver como nos encontramos con el ejército. Eso me ha permitido conocer la
realidad de forma así mas general.

Me ha impactado bastante cuando platicaba con miembros del FMLN, y nos explicaban
toda la problemática toda la proyección, lo que están haciendo. Y ver, aunque ellos no
digan que son cristianos, que son testimonios con su trabajo, con todo lo que hacen, con
lo que ellos esperan. Y por qué luchan. Y cómo se enfrentan. Eso también a mí me
impacto bastante. Porque a veces uno tiene ciertas ideas y llegan momentos hasta de
dudar de qué hacen y todo eso. Y lo contrario también de ellos, el ejército, cuando
nosotros tuvimos la reunión con el coronel Grijalba allá en Usulután, el comandante de la
VI Brigada de Infantería. Yo lo encontraba contradictorio entrar en su oficina y ver un
montón de lujos, un montón de grados y adornos, y una persona tan seria, con sólo el
carácter, pues, aunque él trató de ser diplomático. Pero detras de ese uniforme verde
estaba un demonio. Además la forma de ese carácter, de hacértelo sutil para engañar a la
gente. Me sentí bastante mal.

Hay bastante apoyo de la solidaridad internacional. Poco a poco nosotros la hemos


seguido obteniendo. Tenemos relaciones con organismos solidarios desde Nicaragua.
Aquí nos hemos extendido más. Yo veo que es bastante importante porque ellos nos
ayudan. Algunos organismos son de derechos humanos y se encargan de denunciar, de
divulgar lo que aquí pasa. Es muy interesante, porque ellos al enterarse de un problema
escriben al gobierno, a los responsables de los atropellos, presionándoles pues para que
no sigan con atrocidades aquí. Es un elemento bien fundamental. O sea, en cuanto a la
defensa, a la seguridad juegan un papel bien importante.

Y luego el aspecto solidario, compartir experiencias que no se las imaginan de las


comunidades. Ellos comparten también cómo viven la vida allá, que es totalmente
diferente, y nosotros compartimos nuestra vida. Alguna gente también nos ha apoyado
económicamente. También es importante porque nosotros no podemos vivir sin tener algo
para mantenernos. Entonces yo veo los tres aspectos de la solidaridad. Sin ellos para
nosotros la subsistencia sería difícil.

32 La repatriación de Nueva Esperanza (1990 – 1991)


Para terminar quería agradecerle a usted todo el esfuerzo que hace aquí en la
comunidad. A usted no le gusta que uno le diga gracias, que le agradezca, pero no
tenemos otras palabras para expresar lo que nosotros sentimos. El esfuerzo, el estar aquí
viviendo en esta pobreza. Yo sí quiero resaltar que en mi vida personal me ayuda mucho.
Estoy como influenciada positivamente, motivada, porque no es tan fácil estar viviendo
aquí. Ya ha tenido problemas con los retenes por dos veces y se ha demostrado el cariño
que le tenemos en ir allí a pelear para que le den. Porque nosotros decimos que sin usted
somos nada. Sin mentir hemos dicho eso así. Y ahora con el esfuerzo que está haciendo
para recoger esta historia porque si no se pierde, yo la veo bien importante. (Este
apartado de Relaciones fue el último tema de la entrevista. Por razones de orden literario
está cambiado a aquí).

Vivir el proceso de guerra y de paz

Nosotros siempre mantuvimos la esperanza de que se iba a dar algo que favoreciera al
pueblo. Sentíamos mucha pena porque casi no se avanzaba en nada. Pero cuando se
dan los acuerdos de Nueva York (en la ONU) para nosotros fue una gran motivación, una
gran alegría, y a ver las cosas ya de otra manera. Hemos estado pendientes, a la
expectativa de cómo va este proceso. Nosotros encontramos que sí han habido avances y
mantenemos la esperanza de que los acuerdos no sólo queden escritos sino que se
vayan cumpliendo, como se ve el aporte de ONUSAL que para nosotros ha sido una gran
ayuda. Nuestro auxilio inmediato ha sido la ONUSAL que está en Usulután, como lo
vivimos con usted aquel día que nos habían detenido (el ejército salvadoreño a 4
personas), al llegar ellos sentimos nuestra salvación. Nosotros tenemos fe que todo lo que
se firmó en Nueva York se vaya poco a poco cumpliendo.

Pero no nos atenemos a que esto sea tan rápido, sino que nosotros tenemos que jugar un
papel muy importante, todos. Y aquí nosotros sobre todo, estas comunidades repatriadas
tenemos mucho que hacer. Si nosotros no nos movemos hacia ONUSAL, ONUSAL no va
a venir aquí a ver qué pasa. O sea, si nosotros mismos no vamos trabajando para que
este proceso se haga una realidad, tampoco todo se va a cumplir, se va a dar. No
solamente va a ser en una mesa el proceso de negociaciones sino que todo el pueblo va
a ir logrando que esto se cumpla con su participación. Yo no sé si toda la comunidad está
convencida de esto, pero creo que la mayoría está consciente de lo que nosotros tenemos
que hacer. Y vemos que tenemos que ir haciendo lo que antes pensábamos de la
reconstrucción. Varios años atrás nosotros pensábamos que el triunfo se iba a dar
diferente, similar a Nicaragua, y después comenzaba todo, pero hoy vemos que no, que
estamos en un proceso de transición y nosotros desde ya tenemos que ir construyendo el
país y ahí nuestro aporte.

¿Pero qué tenemos que hacer ahorita? Es garantizar las tierras, asegurar ese futuro, esa
riqueza donde vamos a producir. Ahorita que tenemos el ejército cerca, en El Zamorán, y
pasan y nos rodean la comunidad, nosotros tenemos que seguir firmes, sin miedo,
pensando en mantener la producción de la tierra. Es la primer tarea que tenemos,
asegurarnos de las tierras. Y es así como nosotros estamos participando en este proceso
de negociación que se viene, con los acuerdos de que las tierras se queden en manos de
los campesinos. Y el Estado tendrá que pagar, ver qué hace con estos terratenientes que
eran de ellos. Entonces, si nosotros no nos desesperamos manteniéndonos allí, para que
quede en nuestras manos esta riqueza, lo sacaremos adelante.

La repatriación de Nueva Esperanza (1990 – 1991) 33


Proyección de la comunidad Nueva Espranza en el tiempo

Nuestras proyecciones son amplias. Hay que organizamos más y no ver el desarrollo
aislado de estas dos comunidades (N. Esperanza y C. Romero), sino ver el desarrollo de
todas las comunidades y cooperativas de la zona. Para eso está formado ya
CODECOSTA. Y este es un esfuerzo que ya va a la par del proceso.

A la comunidad Nueva Esperanza yo me la imagino bonita en todos los aspectos. En los


proyectos que nosotros estamos ya realizando como el de vivienda, que tengamos una
casita linda, que dentro de dos años tengamos todos un techo seguro y podamos salir
tranquilos a trabajar. Me imagino ya todas las tierras cultivadas con maíz, soya, con
granos básicos. Me imagino también un proyecto de ganadería ya desarrollado, con
vacas, pues, que den la leche para los más necesitados. Me imagino también el proyecto
de reforestación, donde vayamos ya sembrando palitos frutales para todos. Yo soy
bastante optimista, pero siento que hay que hacer mucho esfuerzo para eso. Mantener
esa convicción. Todos, pues, metiéndole en un mismo esfuerzo, aunque no todos en la
misma cosa, sino que cada quien con sus capacidades dando en lo que puede.

34 La repatriación de Nueva Esperanza (1990 – 1991)


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