Professional Documents
Culture Documents
81
DE LA MARQUESA DE MERTEUIL AL VIZCONDE DE VALMONT
Mas yo, ¿qué tengo que ver con esas mujeres sin seso?
¿Cuándo me ha visto apartarme de las normas que me he
prescrito o faltar a mis principios? Digo mis principios y lo digo
deliberadamente: pues no me han sido dados al azar como a las
demás mujeres, ni los he aceptado sin examen, ni los he seguido
por costumbre; son el fruto de mis profundas reflexiones; los he
inventado yo, y puedo decir que son mi propia obra.
Era muy joven aún, y casi sin interés: mas sólo poseía mis
pensamientos, y me indignaba que pudieran arrebatármelos o
sorprendérmelos contra mi voluntad. Provista de estas primeras
armas, probé a usarlas: no contenta con no dejarme adivinar,
divertíame mostrándome con distintos aspectos; segura de mis
gestos, estudiaba mis palabras; ajustaba unos y otros a las
circunstancias o incluso a mis fantasías simplemente: desde aquel
momento, mi modo de pensar me perteneció sólo a mí, y no
mostré sino aquel que me resultase útil dejar traslucir.
105
¡Miren pues a la pobre niña, qué lástima da! Tenía los ojos
hinchados al día siguiente! ¡Qué dirían ustedes si fueran los de su
amante! Ea, ángel mío, no los tendrás siempre así; no todos los
hombres son un Valmont. Y luego, ¡no atreverse a levantar esos
ojos! ¡Oh! Caramba, con mucha razón; todo el mundo habría
leído en ellos tu aventura. Créeme, si así fuera, nuestras mujeres
e incluso nuestras señoritas tendrían una mirada mas recatada.
Ahora en serio, ¿se puede ser tan niña tomo tú con quince
anos cumplidos? Con razón dices que no mereces mi bondad. Sin
embargo yo quería ser tu amiga: ¡quizá lo necesites con la madre
que tienes y el marido que quiere darte! Mas si no maduras, ¿qué
quieres que haga contigo? ¿Qué podemos esperar, si lo que
espabila a las jovencitas, a ti, por el contrario te atonta?
109
CECILIA VOLANGES A LA MARQUESA DE MERTEUIL
Hace dos días que me reconcilié con él: me fue harto fácil;
pues aún no le había dicho ni dos palabras cuando me dijo que si
tenía algo que decirle, vendría a mi cuarto por la noche y no tuve
mas que contestarle que me gustaría mucho. Y luego, en cuanto
estuvo allí, pareció tan poco enojado como si nunca le hubiese
hecho nada. No me riñó hasta después, y eso muy suavemente, y
lo hacía de una manera... Así como usted; lo que me demostró
que él también sentía mucho carino por mí.
110