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Contenidos
● Prefacio
● Persuadir y Convencer
● Lectura de un Neorretorico
● La Perspectiva Argumental
● Fracaso de la Racionalidad
● Ejercicios y Desarrollos
● Referecias Bibliograficas
Prefacio
Este libro surge de un curso que hemos dictado Gerardo Alvarez y yo para el postgrado en
lingüística de la Universidad de Concepción. Me alegra poder mencionar en este espacio
nuestro extendido intercambio en torno a la argumentación. El ha introducido los temas y
procedimientos de la así llamada neorretórica, que fluyen inicialmente de la obra de Chaim
Perelman y Lucie Olbrecht Tyteca. Lo que por mi parte he presentado en dicho curso es
básicamente lo que este libro contiene. El resultado ha sido un contrapunto estimulante y
productivo entre posiciones alternativas y muchas veces encontradas, experiencia en la
que también han participado y a la que han contribuido tres generaciones de estudiantes y
algunos colegas.
Contenido
1. Perspectiva gramatical
1.1. Razón-emoción, contemplación-acción
1.2. La audiencia
1.2.3. La ilusión de los rasgos definitorios
1.3. Topologías de las disputas
1.3.1. Antigüedad y neoevolucionismo.
1.4. La demostración
Notas
Por otro lado, el papel de A también difiere en (a) y (b). Así, por ejemplo, si 'A persuade',
el acto de A tiene un carácter progresivo. En cambio, si 'A convence' el acto tiene un
carácter final. De modo que una afirmación como 'A está persuadiendo a B' fluye mejor
que una afirmación como 'A está convenciendo a B'. También contrasta el carácter externo
de la relación de persuasión con el interno de la relación de convicción: en 'A persuade a
B' cabe la posibilidad de que B no sea afectado internamente, no sea persuadido. Mientras
que en 'A convence a B' esa posibilidad queda excluida. En este segundo caso, B ha sido
afectado necesariamente.
Podría decirse: Sólo se logra la convicción en una audiencia despierta, mientras que se
logra la persuasión en una audiencia dormida. Pero aquí 'despierta' significa 'despierta la
razón', y 'dormida', 'dormida la razón'. Desde la perspectiva de las emociones habría que
decir: se logra la persuación cuando los motivos priman sobre las razones. Y ese, todo
indica, es el estado humano normal en la acción.
Lo anterior, sin embargo, da por sentado lo que se entiende por "racional" y "razón". Y
transforma en cosa tautológica el que la convicción nazca de un proceso racional. Estos
serán puntos críticos en desarrollos posteriores.
1.1.1. Una tesis pasa a formar parte del conocimiento de un individuo. Una propuesta
persuasiva pasa a formar parte de sus preferencias (tendencias y creencias superficiales).
De modo que, al ser exigidos, tendríamos que poder reproducir la explicitación de una
convicción. No así de nuestras persuasiones.
Tanto las tesis como las propuestas persuasivas afectan el sistema de actitudes del
individuo, es decir, el conjunto de inclinaciones.
Pero, ¿qué quiere decir 'explicitar' aquí? Porque tanto en el intento de persuasión como en
el de convicción tenemos la manifestación de un proceso. Todo está a la vista. Uno apela
a la aceptación intuitiva, emotiva, inmediata de los contenidos y la propuesta; el otro, a la
revisión crítica de los contenidos que justifican una tesis.
Se nos sugiere: La soltura con la que se aferra una propuesta por vía persuasiva contrasta
con la firmeza con que se aferra una propuesta por vía del convencimiento. Las
persuasiones, se dirá, van y vienen; las convicciones, en cambio, se quedan.
Sí, pero ¿dónde "se aferran"? ¿dónde "se quedan"? Porque si nuestra perspectiva es la de
los hábitos, tenemos razones de sobra para pensar que lo que se aferra firmemente aquí
a nuestra conducta son justamente las persuasiones, los argumentos retóricos, las
preferencias irreflexivas, las seducciones del mercado, etc. Es decir, lo anterior nadie lo
cuestionará desde una perspectiva platonizante, de dientes para fuera, y todos lo
rechazarán en la realidad, en lo que importa a nuestros actos cotidianos, en lo que orienta
nuestra conducta efectivamente, de dientes para adentro.
Con 'persuasivo' se asocian los mecanismos retóricos del argumento. Pero la retórica y la
persuasión van mucho más allá de lo verbal. De modo que un abrigo de piel sobre una
dama podrá persuadir a un burócrata de atenderla bien, por resultarle verosímil que se
trate de una persona con influencia y poder, y esto último hacer muy posible una
consecuencia negativa, en caso de no tratarla bien, y posible una consecuencia positiva,
en caso de tratarla bien.
1.2.1. Un argumento podrá ser coherente, consistente, racional -de acuerdo a ciertos
criterios- pero no será por sí ni 'convincente' ni 'persuasivo', sino sólo relativo a una
audiencia. Una persona será convincente o persuasiva en la medida que así resulte su
argumentación. Lo que se implica con esta distinción entre argumento, por un lado, y
argumentación, por el otro, se irá decantando en el curso de estos desarrollos.
Digamos, por ahora, que el argumento encontrará una definición más técnica que la
argumentación (aunque haya en algunos autores modernos el intento de formalizar las
condiciones de toda argumentación, por ejemplo, en Charolles, 1980, texto que
comentaremos más adelante).
Lo que se postula aquí, entre otras cosas, es un doble curso en la audiencia. Por un lado,
está la audiencia en cuanto objeto de persuasión del orador, por el otro, está el mismo
auditorio en cuanto realización del universal racional, i.e. objeto de convicción del orador.
El retórico podrá confiar tanto en la irracionalidad como en la racionalidad de su audiencia,
de acuerdo a lo que convenga en la argumentación.
Por otro lado, como veremos, está en cuestión que dichos criterios de "racionalidad pura"
sean pertinentes en absoluto en las argumentaciones.
Revisemos mínimamente algunas especificaciones que den forma más concreta a estas
supuestas funciones de convencer y persuadir. Por ejemplo, 'convencer' es un verbo con
tres participantes: alguien convence a otro de algo. Piénsese en el otro: ¿de quién se
trata? Puede tratarse del interlocutor, o de una audiencia presente, o una audiencia
incierta (futura, remota, imaginaria), o ninguna audiencia (como cuando uno busca
razones para hacer o no hacer algo). Por ejemplo, un político disputa con otro opositor, no
para convencerlo, sino para convencer a los votantes. Pero no necesariamente: el político
puede buscar el ridículo de su opositor, o la lástima de (parte de) su audiencia, o su ira.
Son obviedades de la retórica y la dialéctica. Piénsese en la estratagema número 8 que
recomienda Schopenhauer en su Dialéctica Erística :
Los propósitos específicos y sus tipos son incontables. A veces se está argumentando, no
para convencer al otro, sino para defenderse del otro. Otras veces, se argumenta
conjuntamente para encontrar una respuesta a un asunto. Otras, para lucirse. Otras, para
ocupar tiempo. Otras, para despertar sospechas. Otras, para instalar un rumor. Otras,
para hacer noticia. Es decir, 'convencer' no está en juego en estos casos.
Considérese ahora ese algo del marco básico de 'convencer': ¿de qué se trata? Aquí la
tradición insistirá que se trata de una tesis. ¿Qué es una tesis? Notemos que las
propuestas para la convicción son de carácter muy variado: opiniones, imperativos a la
acción, exhortaciones, admoniciones, evaluaciones, deseos, valoraciones, demandas de
todo tipo, imputaciones, calificaciones, explicaciones, definiciones, identificaciones. La lista
no termina, y bajo cada uno de los tipos mencionados se abre una nueva lista abierta de
miembros más específicos. Es decir, hablar de 'tesis' como un objeto de 'convencer' es
muy vago; aun no dice nada. Por otro lado, se aprecia en cada una de estas entradas que
su eventual participación en un contexto argumentativo dado no necesariamente se
produce como un objeto de convencer. Alguien puede argumentar para despertar un
deseo, o llamar la atención sobre una demanda, o sugerir una solución, o mencionar una
definición, o hacer una demanda, o acusar con una imputación, o lograr un sentimiento de
identidad, etc. ¿Qué se gana con reducir todas estas series a un nombre común como es
'convencer a la audiencia de una tesis'?
1.3. Topologías de las disputas. Vale la pena mencionar, aunque sólo sea
superficialmente, las distintas formas dialógicas en las que se dan ciertas disputas o
argumentaciones. Tenemos aquí una gama amplia; de hecho, un conjunto abierto de
topologías dialógicas. Las disputas configuran prototipos de prácticas argumentales, al
punto que algunos teóricos conciben la argumentación sólo en función de cierto tipo de
disputa, típicamente, los alegatos a favor y en contra de una tesis ante una audiencia.
En las prácticas jurídicas, por ejemplo, nos encontramos con configuraciones clásicas de
disputa ante un juez. Aquí las partes se enfrentan y el tribunal autorizado (el juez o
jueces, o un jurado) determina el resultado de la disputa. Este fallo se obtiene luego de un
proceso argumental adicional en el que se cotejan las posturas enfrentadas y se llega a
una resolución a favor de uno u otro lado en el asunto. Los propósitos o los motivos que
llevan a las disputas son incontables: demandas de todo tipo, cuestiones de derecho, de
legalidad, de perjuicio, de responsabilidad, de deber. Idealmente, en las prácticas jurídicas
el proceso debe ser justo: ambas partes de la disputa deben tener la oportunidad de
exponer y ser escuchados y considerados igualmente. En la realidad, sin embargo, como
se sabe, se dista mucho de lograr un procedimiento justo. Idealmente, el juez juzga de
acuerdo a un código o conjunto de normas, leyes y definiciones. Idealmente, también, la
deliberación es pertinente al tipo específico de disputa. Sólo entonces cabe decirse que la
sentencia resuelve jurídicamente el caso. Las soluciones salomónicas, entonces, no son
prototipos de resolución jurídica, aunque sí terminan con la disputa: partir un bebé por la
mitad ante la demanda de dos mujeres por su maternidad, dándole una mitad a cada una,
no es una resolución jurídica. Sin embargo, no es el uso de poder lo que descalifica a
Salomón como juez, en este sentido. En un sistema jurídico, propiamente, la autoridad del
juez es rasgo constitutivo, como también el poder tácito del juez de contar con un aparato
que haga efectiva la resolución del caso. El problema con esta solución salomónica es que
no es pertinente a la disputa del caso: las mujeres, las partes disputantes, no estaban
alegando por una distribución equitativa de los quilos del bebé, o sus miembros, sino por
su maternidad integral. De la pertinencia que guardan la deliberación y sentencia de un
juez con la disputa del caso se dice que es asunto de la lógica. Como veremos (e.g. infra,
"Forma y Razón en la Tradición Lógica": 3; 3.1.), la reverencia que el jurista hace a la
lógica debe examinarse: lo que está en uso en la deliberación justificatoria no es la lógica
formal o teórica, la lógica de corte matemático, a pesar de que la opinión generalizada en
esta materia es que es justamente esa lógica la que finalmente establece esta pertinencia,
sino una lógica aplicada o práctica, una lógica factual, como la llamaremos, en la que los
criterios de adecuación no vienen de las alturas teóricas y formales de esta disciplina, sino
de los campos mismos desde donde surgen los alegatos y argumentos.
Otras formas básicas de la disputa, y emparentadas con las anteriores, se dan en las
negociaciones: las partes argumentantes se hacen mediatizar por un intermediario que no
tiene facultades para fallar, sino que cumple la función de facilitar el diálogo y apunta a la
negociación o el compromiso de las partes para alcanzar un acuerdo entre éstas. Se
puede decir que las partes de una negociación son también jueces en la disputa: la
conclusión del proceso de negociación, el compromiso o acuerdo, es un constructo de los
disputantes, un acuerdo mutuo.
Parecidas a estas últimas son las consultas a mediadores terapéuticos de todo tipo
-familiares, sentimentales, sexuales- en las que el mediador puede ser un profesional
entrenado para estos efectos, o un virtuoso natural, o un curandero espiritual, o un
charlatán, o un amigo que pasaba por ahí, cuyo papel básicamente es el de ser el receptor
espejo de las demandas y quejas de las partes con vistas a alcanzar, en primer lugar, una
visualización o reflejo de los intereses y características en conflicto, y, luego, eventuales
soluciones por medio de la terapia del caso.
...de las demás artes, ninguna saca conclusiones contrarias sino sólo
la dialéctica y la retórica, pues ambas tratan igualmente de los
contrarios. (I,1:1355a)
Demás está decir que la herencia socrática, ética, orienta todo el texto. Así, en el mismo
desarrollo, concluye:
Ya sabemos cómo reaccionó la sociedad ante una exigencia así, algo análogo a cómo
reaccionara siglos después ante la exigencia de amor de un Jesús. En ambos casos, se
trataba de absolutos problemáticos. Podemos esbozar interpretaciones encontradas sobre
lo que les ocurre a estos personajes: se trata de un mecanismo de castración social ante
empresas vacías, disfuncionales; se trata de un mecanismo de reacción social ante
empresas liberadoras, revolucionarias. ¿Cómo, si no a través de argumentos para uno u
otro lado, podrá inclinarse el juicio sobre la adecuación de una u otra postura?
Peor aun: muchas veces no hay criterios externos (objetivos, intersubjetivos, etc.) para
determinar o evaluar las disputas. Detallemos un poco más una tercera interpretación,
más acorde con los enfoques neoevolucionistas de la cultura. En Sócrates, por ejemplo,
tendríamos una figura que encarna programas para el comportamiento humano
(instrucciones para la acción) tales como ciertos conceptos de justicia y de razón (y los
comandos de base que imponen estos programas en la acción): "sé justo", "condena la
injusticia", "actua de acuerdo a la razón", "juzga bajo cánones racionales", etc. Estos
programas se enfrentan a otros en el caldo cultural de la Grecia de Sócrates, otros
aparentemente más primitivos, más arraigados en la sociedad, otros tales como "busca tu
propio bien", "busca tu placer inmediato", "elimina al otro si ofrece peligro, oposición".
Estos últimos programas se encargan de matar a Sócrates. Por otro lado, los programas
"socráticos" no mueren porque muera una de sus máquinas. Muy por el contrario: una de
sus estrategias consiste en convertir estas derrotas parciales en victoria final, asunto de
táctica y estrategia, digamos. Porque al cometer la sociedad injusticia a Sócrates, de
acuerdo a sus propias predicciones y caracterizaciones, ésta no hace sino confirmar a
Sócrates en tanto alternativa de vida, de coherencia, estabilidad, predecibilidad, valor. La
lucha de los programas no se da en el marco temporal de una generación humana, sino
en la dimensión histórica.
Entre otras, el término 'argumento' nombra una variedad de formas en las que se
manifiestan intentos de demostración. Estas formas pueden ser caracterizadas en
términos generales con la bipartición propuesta-fundamento. Es decir, algo se propone o
afirma (una fórmula del saber, una fórmula para la acción, una fórmula para la valoración,
una fórmula para la evaluación) y aquello que se propone se basa en otras cosas. El
argumento es la unidad propuesta-fundamento. Es frecuente, mas no en este estudio,
usar los términos 'argumento' o 'razón' para designar la parte 'fundamento' de este
constructo. Se habla, por ejemplo, de un argumento o razón a favor de una tesis, en el
sentido del fundamento que la avala.
¿Por qué queda firme? ¿Qué se entiende por apoyo racional? Esas son cuestiones de cuyo
planteamiento se desprende un elemento paralizante: cualquier respuesta satisfactoria
estaría implicando lo que se proponen explicar. En todo caso, son preguntas que más vale
enfrentar luego de haber revisado algunos modelos explicativos sobre el argumento.
Notas
- Ver también Ehninger (1974:cap.I) para un desarrollo afín al de esta sección, pero en
términos de influencia sobre creencias y conductas.
Contenido
1. Sólo cabe especular sobre el tipo de hecho o fenómeno que es la convicción por vía
argumentativa. Estamos ante una variedad concreta de fenómenos. No se trata de la
convicción, como algo que se repite idéntico cada vez que resulta apropiado nombrar así
el hecho. Las convicciones varían de acuerdo a los contextos específicos en los que
emergen. Algo logra afectar en nosotros una percepción clara (intuición lógica, razón
humana, hábito de regla, conocimiento subsidiario...) de la firmeza que une ciertas
proposiciones que aparecen en contextos comunicativos diversos. Las proposiciones del
caso son de cualquier índole (de tipo cognitivo (del saber), volitivo (imperativos a la
acción), valorativo (juicios estéticos, éticos), religioso (de creencias)); en ellas, una cierta
firmeza une la secuencia total en cada caso. Podemos ver en la secuencia (que siempre
cuenta con un grado de elipsis) una apelación implícita a una regla del lenguaje. Esta
apelación puede ser formulada así: "si aceptas esto (fundamento), tienes que aceptar esto
otro (propuesta), basado en las reglas pertinentes del lenguaje para este caso". Aquí
"regla del lenguaje" quiere decir "regla de uso" i.e. norma de cómo funcionan las premisas
y conclusiones en una situación comunicativa particular.
1.1. Sobre esos múltiples contextos comunicativos comentaremos más adelante. Es sobre
las formas de la convicción y, en especial, las formas de las proposiciones cognitivas que
llevan a la convicción que trataremos ahora. La disciplina encargada en Occidente de las
formas válidas del argumento es la lógica. En lógica, se entiende por 'argumento' un
constructo simbólico que representa el conjunto de elementos y relaciones que participan
en la formación de las proposiciones-tesis (principalmente proposiciones cognitivas).
(La lógica es un ejemplo clásico de metalenguaje, por lo que se filtrará una ambigüedad
en el uso del término 'argumento': se entenderá por argumento tanto el complejo mismo
que se produce en una argumentación, como el constructo simbólico que se usa para
representarlo. Es más, la teoría lógica se elevará, desde su despegue en Aristóteles, a
alturas insospechadas, hasta llegar a concebir el argumento como formas universales de
validez, con realidad propia, independiente de la experiencia. Este es un tema que
Toulmin resalta en su Introducción (1958:2-3) y se comenta y desarrolla en Rivano J.
(1984))
2.2. Inferencia. También podemos decir: La lógica estudia las condiciones bajo las
cuales ciertas conclusiones pueden ser establecidas o inferidas en forma válida a partir de
ciertas premisas. La inferencia es el transcurso de esta operación lógica. Así, entonces,
podemos reformular un argumento como (C) arriba en una secuencia condicional: el
esquema (C) es equivalente al enunciado "si todo organismo es mortal, y las bacterias son
organismos, entonces, necesariamente, las bacterias mueren". Hemos transformado (C)
en un enunciado condicional de la forma "si...entonces...", donde el lugar del antecedente
lo ocupan las premisas y el del consecuente la conclusión.
La lógica, desde esta perspectiva, puede ser descrita como la teoría de la inferencia y de
la relación de consecuencia en la que la inferencia se basa.
No se pretende entregar un test de validez para cada argumento con tópico distinto. La
validez, por el contrario, se comprende como validez formal (universal), y las condiciones
para la inferencia válida son condiciones formales de la inferencia válida.
no llueve no p
Las anteriores son formas válidas de inferencia. Llénense los espacios variables en las
distintas fórmulas con cualquier contenido idóneo y se obtendrá un argumento
formalmente válido.
Por otro lado, la función de apoyo algo recuerda al tekmerion, es decir, la categoría que
nos remite a los fundamentos, razones o base empírica para una opinión, creencia, tesis,
etc., categoría que circula en Grecia en forma generalizada ya en la era de los sofistas.
La garantía es una licencia formal, una instrucción automática que me permite extraer
conclusiones. Pero su sentido, su lugar de origen, sus modalidades, campo específico de
donde surge, es el apoyo, que ya corresponde a otra dimensión. En el apoyo está toda la
información pertinente para la garantía. En este caso, el apoyo es el texto legal, el código
donde se establecen las normas jurídicas que estipulan los requisitos para la salida de un
menor del país. Allí encontraremos excepciones y otras cualificaciones a la norma general
que formula la garantía. Estas cualificaciones deberán reencontrarse en la conclusión: la
conclusión está siempre cualificada en función del apoyo del argumento del caso. Así, por
ejemplo, el código contempla casos de niños sin padres, o casos de padres imposibilitados
para emitir la autorización, etc. Todo eso deberá aparecer en la conclusión del argumento,
de ser necesario.
3.1. Ya hemos advertido que la pertinencia de las deliberaciones y las sentencias con
respecto a los casos particulares se ha tratado tradicionalmente en derecho como asunto
de lógica. El modelo de lógica implicado, sin embargo, es de corte formal: es la lógica de
los lógicos, la lógica teórica, la que finalmente avalaría la pertinencia del caso.
Contenido
Las lógicas o gramáticas que articularemos serán: (a) lógica factual, (b) lógica retórica y
(c) lógica semántica. Una cuarta lógica de la argumentación será aplicada en las
"disputas" de las lógicas retórica y semántica. Es decir, esta cuarta lógica no se aplica al
texto argumetativo recién citado, sino a las lógicas que analizan dicho texto. Sin embargo,
la exposición de esta cuarta lógica, más allá de lo que diremos aquí, quedará implícita. Se
trata del esquema de los pros y los contras sobre un tópico (tema), esquema clásico de la
disputa sofística clásica y académica en general, y expuesto últimamente por Naess
(1960). Su aplicación es tan obvia que no requiere mayor explicación. En breve, se trata
de la posibilidad de tomar dos posiciones frente a un tema, una "pro" (a favor), y la otra
"contra" (en contra). Cada posición puede pasar a ser tema, de modo que para cada
posición se abren dos opciones, una "pro" y una "contra". Y así sucesivamente. El número
y tipo de posiciones que se puede tomar es indeterminado. En términos de los contextos
de habla que se dejan modelar por la perspectiva del pro y el contra, destacan, por un
lado, la variante desimplicada, pro y contra (pro et contra), donde alternamos como
participantes libremente entre los argumentos a favor y los argumentos en contra de una
tesis, sin habernos definido inicialmente por uno u otro lado, y, por el otro, la variante
interesada, pro o contra (pro aut contra), donde cada participante ha definido su posición
a favor o en contra de una tesis que se debate. Desde una perspectiva más
individualizante, destacan, por un lado, el contexto donde la revisión de los argumentos es
pro et contra, i.e. desimplicada, y, por el otro, el contexto donde la revisión de los
argumentos se efectúa con vistas a definir una posición, i.e. pro aut contra, sopesando los
argumentos a favor y en contra entre sí con vistas a llegar a una definición.
***
I. Lógica Factual
1. Llamaré 'lógica factual' al análisis de los textos argumentativos a partir del modelo de
Toulmin (1958), debido a la prevalencia que aquí tienen los 'Datos' y el 'Apoyo' del
argumento, categorías que nos remiten a la dimensión de los hechos. Pero la aplicación
será algo distinta a las que encuentro en Toulmin. En especial, tenemos encadenamientos
argumentales, y la propuesta de dividir el argumento principal en "caso", por un lado, y
"sentencia" o "juicio", por el otro. También difiere esta aplicación en la no codificación de
los Apoyos para el caso que analizamos: en Toulmin la codificación del Apoyo se da por
apego al modelo jurídico, donde el Apoyo nos remite siempre a un código (estatutos,
leyes, textos constitucionales), rigidez innecesaria en la aplicación generalizada del
modelo. (Desarrollos introductorios a Toulmin (1958) se encuentran en e.g. Rivano, J.
1984; Toulmin et al, 1979; van Eemeren et al, 1987; Atienza, 1993).
Argumento Secundario
("el aumento de su cuota mensual...nos respaldará para exigirles aún más en sus
funciones")
2.1. Es obvio que el modelo permite una variedad de versiones en su aplicación. Otra
versión de lo mismo es, por ejemplo (para el argumento principal):
Argumento Principal
caso:
auto-sentencia:
2.2. Explicaciones. En los cuadros anteriores, hemos llenado los casilleros funcionales
del esquema de Toulmin. Estos son: Garantía (G), Apoyo (A), Dato (D) y Conclusión (C).
Como se aprecia, una Garantía es una licencia, un permiso que nos dice "si esto, entonces
también esto otro", o "todos los x son también y". La Garantía es en su naturaleza
puramente formal. Un Apoyo, en cambio, es el cuerpo de contenidos desde donde emana
la garantía. El Apoyo nos remite al mundo empírico, al mundo sustancial, a
investigaciones, a un código, a un texto, a supuestos sociales, a normas sociales que
todos aceptan. La Garantía formula una implicación o generalización a partir de un Apoyo,
estableciendo así un puente para pasar de un dato específico a una conclusión. El Dato es
un hecho puntual del mundo empírico, una información parcial que se subordina a la
generalización formulada en la Garantía. Dado el dato y aceptada la Garantía, estamos
autorizados a operar con la Conclusión. La Conclusión aparece como un enunciado
justificado en el esquema. Por otro lado, el esquema deja al descubierto los fundamentos
de la justificación, por lo que abre las propuestas al examen crítico. Comentemos, por el
momento, el argumento principal.
Una Garantía se sustenta en un Apoyo, que es la base concreta desde donde surge la
Garantía. El Apoyo, como hemos dicho, se constituye por conglomerados de hechos
reconocidos, estatutos, códigos, otras normalizaciones más o menos explícitas en la
comunidad. Lo que constituye un Apoyo varía de acuerdo al campo argumentacional: en
ciertos argumentos, un Apoyo es un estudio estadístico, en otros, estudios antropológicos,
en otros, estudios psicológicos, mediciones, observaciones, registros, opiniones y
creencias aceptadas. La Garantía es una Conclusión generalizante a partir del Apoyo. (La
Garantía es como un billete, el Respaldo es su valor en el sistema económico: Usted
puede comprar con este papel-billete (G); porque así se lo permite el sistema económico
del lugar (A)).
2.2.1. Lo anterior resume las funciones del "caso" o "alegato" en curso en el texto en
cuestión. Al alegato le sigue una sentencia, también empaquetada en forma argumental.
En la sentencia entra la Conclusión del alegato, reformulada ahora como Garantía y otro
Dato, a saber, el hecho de que es cada uno de los vecinos que con su mensualidad
determina el sueldo de los vigilantes. Esto da lugar a la sentencia o Conclusión final, ya en
la dimensión de la acción: usted debe pagar el incremento. Se observará que la forma
argumental no ha cambiado significativamente al ir de alegato a sentencia. Pero el
contenido de la sentencia es un llamado a la acción, mientras que el alegato se mantiene
en un terreno contemplativo. El movimiento que une al alegato con la sentencia es
"reflexione y luego obre en consecuencia", fórmula que captura un movimiento que
aparece como central en la argumentación en general, de acuerdo al modelo lógico
tradicional y también lógico-factual.
Por ejemplo, ¿cómo leo o extraigo del texto en cuestión la Garantía del caso? La
sugerencia en el esquema es que ciertos trozos del texto aluden a la Garantía. De modo
que la Garantía REMUNERACION DEBE INCREMENTAR DE ACUERDO AL IPC, sería aludida
por el trozo "ellos, como cualquier persona, sufren de apremiantes necesidades",
interpretada como "las necesidades básicas son constantes" (por lo que no podemos
retroceder en capacidad de consumo, etc.). Pero se advertirá que esto es aún muy débil
como para configurar un método para establecer las correspondencias en cada caso.
Básicamente, el anterior es un procedimiento de paráfrasis, en donde, si es necesario, se
reformula el contenido del texto argumental para que cumpla con las demandas del
esquema teórico. Hasta allí, bien. Pero, ¿cuáles son los criterios para determinar la validez
de las paráfrasis? Este hilo de consideraciones tiene el aspecto clásico de un infinito
insuperable de objeciones.
2.2.2.1. Por otro lado, un criterio para la adecuación formal del esquema vis-à-vis el texto
argumental se presenta en el uso de los conectores lógico-discursivos. Por ejemplo, en el
texto que analizamos nos encontramos con la fórmula [...la misma..., en consecuencia
que...], i.e. "...nuestros vigilantes reciben la misma remuneración, en consecuencia que el
IPC anual fue del 17%". Es decir, tenemos acá una de las variantes que organizan la
disparidad, la incongruencia, etc. del los contenidos (otras variantes son [..., pero...], [...,
y sin embargo...], [...igual, en cambio...], [...igual, siendo que...], etc. (Los espacios son
llenados por contenidos proposicionales). De modo que una fórmula del desequilibrio
aparece en el texto. Esto se conjuga con la discrepancia expresada en el esquema
argumental (del alegato del Argumento Principal) entre el Dato 1 y la Garantía. Es decir,
tenemos en las fórmulas conectivas lógico-discursivas un criterio de adecuación para la
forma argumental del esquema analítico.
Otra fórmula en el texto es [considerando que..., ...] i.e. "Considerando que ellos, como
cualquier persona, sufren de apremiantes necesidades, solicitamos a usted autorizar el
aumento...", es decir, una fórmula para ir de antecedente a consecuente, lo que se aparea
bien con los pasos que damos desde las Garantías, tanto en el alegato como en la
sentencia, a la conclusión de la sentencia.
De modo que cabe quizás esperar un cierto éxito en un instrumento que aparee fórmulas
conectivas textuales con forma argumental en el modelo.
La lógica factual es a la vez una herramienta de análisis como una herramienta para la
intervención argumental. Es una herramienta para la descripción lógica de un texto
argumentativo, a la vez que es una herramienta para montar y desmontar argumentos.
(Este rasgo de utilidad, de poder ser elemento en la práctica misma del argumento, es un
rasgo que no se da con la misma fuerza y del mismo modo en otras lógicas
argumentales).
Por otro lado, hemos dejado sin mayor comentario el argumento secundario. Hay poco
que agregar al análisis del mismo. Pero se desprende del modelo de lógica factual la
disparidad temática entre el argumento principal y el secundario. Queda al descubierto el
carácter irrelevante de este segundo argumento en términos argumentales. Es decir, en
términos de una lógica factual, el argumento secundario poco importa a la sentencia del
caso (la Conclusión del argumento principal). Más bien parece este segundo argumento
contradecir al primero, lo que el modelo deja ver claramente. Así, el primer argumento nos
dice que no es más que justo que se les aumente el sueldo a los vigilantes; pero el
segundo nos dice que, haciéndolo, podremos exigirles más. Es obvio que esta mayor
exigencia no se justifica y contradice lo establecido en el primer argumento. Porque si el
aumento es justo, es justo por el trabajo realizado, no por trabajo adicional. Esto último
nuevamente transformaría la situación en injusta.
Como veremos, lo anterior es tanto una fuerza de la lógica factual, a saber, el hecho de
que nos permite detectar imparidades y otras incongruencias del texto, como una
debilidad suya, a saber, que no alcanza a darnos cuenta del papel real del argumento
secundario en cuestión en la secuencia total. Volveremos sobre esto en lo que sigue.
1. En este capítulo se esbozará un modelo de lógica retórica. Las referencias más obvias
para un desarrollo así son Aristóteles (Retórica; Tópicos) y Agustín (De Doctrina
Christiana, Libro IV), este último sugerido por una lectura de Burke (1969: A Rhetoric of
Motives), texto que se recomienda igualmente como una visión penetrante del motivo
retórico en el pensamiento de Occidente. Un clásico es también la Dialéctica Erística de
Schopenhauer (1864), que a la vez es una introducción a los Tópicos. Un tratado
igualmente aplicado, pero crítico, más actual y próximo es el Contra Sofistas de Rivano, J.
(1966). Una línea más reciente de análisis, con puntos afines a lo que aquí se propone, se
da en estudios sobre "lógica natural" (Maier (ed.), 1989: Norms in Argumentation).
También en la así llamada nueva retórica (e.g. Perelman & Olbrecht-Tyteca, 1958 y
Charolles, 1980) encontramos esta dimensión en el análisis, entrelazada, a veces
confusamente, como veremos, con un análisis de corte lógico convencional.
2. Esquema de análisis. Por ahora interesa introducir una primera aplicación del modelo
y comentar las categorías empleadas. Estas aparecen en mayúsculas, marcando así su
estatus de complejos coordinados. Por ejemplo el tópico MISERIA ® SIMPATIA, nombra el
proceso común de despertar un cuadro de miseria un sentimiento de simpatía en quien
percibe el cuadro. El cuadro nos conduce a la simpatía. El esquema que sigue es (el
esqueleto de) un análisis de la estructura argumental del texto en cuestión, en el plano
retórico que nos interesa:
Movimiento Principal
TOPICOS METAS
JUSTICIA
Movimiento de Cierre
2.1. Términos del análisis. Por "tópicos", o "lugares comunes", entendemos la gama de
normas establecidas o "garantías" sociales de todo orden (estético, ético, protocolar,
regulativo...), que funcionan en la organización social. (Esto difiere de la manera como
Aristóteles desarrolla los tópicos, pero se inspira en ese desarrollo, combinándolo con la
noción de "garantía" en Toulmin y "norma" en análisis social). Así, en el movimiento
principal nos encontramos primeramente con el tópico MISERIA ® SIMPATIA, es decir,
alguien nos pinta un cuadro de miseria, el que lleva como concomitante suyo el
sentimiento de simpatía: la audiencia entiende el cuadro de miseria en la medida en que
entiende que a la miseria le corresponde la simpatía. Un segundo tópico en este
movimiento principal es INJUSTICIA ® JUSTICIA, es decir, la injusticia se percibe como un
estado de desequilibrio que debe equilibrarse. Concluyendo el primer movimiento,
tenemos el tópico PEDIDO ® ENTREGA, es decir, un par obvio de coordinación de
acciones. En el movimiento de cierre tenemos la proyección de algo positivo (la posibilidad
de que los vigilantes cumplan más y mejor), lo que se coordina con el deseo de que se
cumpla la proyección.
Es en este sentido, también, que se emplea el término "meta" para designar el logro
general de la inserción en cualquier tópico: el orador inserta a su audiencia en un tópico, o
lugar común de transferencia, para conducirla a una meta particular.
La evaluación posterior del DESEO es cosa abierta. Es decir, lo que pensemos del DESEO,
una vez suscitado éste, una vez llevados nosotros a este lugar del tópico en cuestión, es
asunto aparte. Lo que se quiere en este caso es que la audiencia busque satisfacer el
deseo proyectado (que los vigilantes cumplan más y mejor) a través del pago del
aumento. Pagar o no pagar está en control de la audiencia. Lo que está fuera del control
de los participantes, sin embargo, es que se produzca el par retórico en el contexto del
caso, es decir, que se produzca la conexión: Entender el mensaje del caso implica, entre
otras cosas, producir la parte adyacente (e implícita) del par en cuestión. El auditor de
neustro ejemplo participa en el tópico cuando va de la PROYECCION POSITIVA (la
representación en la que los vigilante cumplen más y mejor) a su DESEO (al deseo de que
se realice tal situación). El argumento retórico, entonces, es un ordenamiento particular de
tópicos ante una audiencia con vistas a obtener metas particulares, una de las cuales
aparece como la meta principal (lo que define al movimiento que la contiene como
principal).
3. Disputa. Pro1. El análisis retórico expuesto tiene la obvia ventaja de ser simple, tanto
por lo cotidiano de los conceptos que emplea, como en la sencillez de la configuración
básica: los tópicos son vinculaciones obvias, reconocidas por todos; las metas en cada
caso también aparecen como algo obvio y de fácil identificación. En análisis apela en
buena medida a nuestra competencia social y a nuestra intuición de los significados.
3.1. Contra1. Por otro lado, sin embargo, el análisis retórico expuesto requiere de algún
algoritmo para mapear trozos del texto de hecho, por un lado, en funciones retóricas
como las expuestas, por el otro (o viceversa). Así como se nos presenta el análisis
retórico, el algoritmo está implícito, apela a la intuición, al entendimiento de lo que ocurre
en un texto y contexto, pero queda fuera del análisis. Esa es a la vez su fortaleza y su
debilidad: por un lado, apela a principios tan obvios que no requieren de mayor
explicación (cualquier intento de explicitar sería más engorroso que lo explicitado), por el
otro, queda el análisis expuesto a un rechazo difícilmente apelable, porque no hay sistema
del que se deduzca, ni normas de aplicación.
3.2. Contra-contra1. Esto último, en todo caso, no aparece como algo totalmente
irremediable. En primer lugar, los tópicos no requieren de un sistema formal que los
ampare, sino, más bien, de consideraciones y estudios de carácter antropológico
(etnografía humana, micro-sociología, psicología social, etc.). La primera objeción, sin
embargo, se presenta como de dudosa solución: ¿cómo, en el análisis, pasar del texto
argumentativo a las funciones topicales?
3.3. Pro2. En un sentido, el análisis retórico es una suerte de interpretación de la
situación argumentativa en otro nivel: nos entrega un cuadro de lo que está sucediendo
en el plano de las normas establecidas, las intenciones individuales y los efectos buscados.
El cuadro se articula en "movimientos" retóricos, mecanismos que explican el
funcionamiento del contexto argumental en cuestión.
Aquí hay un contraste en el que vale detenerse, a saber, entre el diseño de lógica factual
expuesto y el de lógica retórica que exponemos. Porque, como se ha visto, lo que se
denomina en esta última "movimiento principal" y "movimiento de cierre", corresponde a
lo que en el análisis factual se llamó "argumento principal" y "argumento secundario",
respectivamente. Pero al indagar ya no principalmente sobre los contenidos de estos
movimientos o argumentos, sino sobre su relación, vemos que bien poco es lo que el
análisis factual puede decirnos, más allá de que se trata de una adyacencia argumental
con poca relación pertinente, en términos del rigor del análisis en cuestión (esto último,
sin embargo, apunta a la vez a una ventaja del análisis factual, como habíamos visto y
volveremos a ver). En este punto, en cambio, el análisis retórico tiene aparentemente más
que ofrecer. Porque los movimientos y combinaciones de movimientos en una amplia
gama de discursos argumentales extra-académicos responden a principios retóricos, no de
rigor argumental. Ese es el caso del texto que analizamos. De modo que podemos indagar
sobre el principio rítmico-retórico que sustenta la combinatoria en cuestión (los
movimientos principal y de cierre del caso), principio que en términos retóricos parece
obvio en nuestro caso: la meta de lograr que la audiencia "obre la entrega" (aumente en
1.000$ su cuota) se logra mejor en el contexto del caso si el argumento termina con una
audiencia "satisfecha" (este es, claro, un supuesto -implícito y seguramente inconsciente-
del argumentador). Es decir, el movimiento de cierre aparece allí para "dorar la píldora", o
como "señuelo", o como "incentivo", etc., algo no muy alejado de sus parientes en el
mercado de los productos comerciales, que para atrapar a un comprador prometen "dos
productos por el precio de uno", etc. Resulta aún prematuro establecer la forma final del
principio en cuestión, sobre todo, en caso de tratarse de un principio retórico más general,
lo que parece obvio. Desde la perspectiva de la audiencia, en todo caso, la conexión
general en juego vincula a "dar" con "recibir", y desde la perspectiva del argumentador
"pedido" con "promesa". En términos más dramáticos, el vínculo final de los movimientos
se establece entre "sacrificio" (la entrega) y "recompensa" la proyección o representación
positiva del futuro.
(Una diferencia interesante para una tipología del texto argumental se presenta en la
posición del anzuelo en el texto: en el texto que estudiamos, el anzuelo viene en el primer
movimiento, y el señuelo en el segundo. Esto parece adecuado al tipo de texto en
cuestión. Es muy frecuente, por otro lado, el texto argumental que presenta el señuelo al
frente y el anzuelo atrás (el orden propio de la pesca). El orden anterior parece ir bien con
el tipo de contexto en el que ocurre: un mensaje escrito y una situación práctica y formal.
Pero todo ésto requiere un desarrollo en sí)
3.4. Contra-Pro2. Por otro lado, estos principios rítmico-retóricos que unifican los
movimientos argumentales en un texto tendrán que analizarse desde una perspectiva y
con herramientas aún no establecidas en el análisis.
3.6. Contra2. Por otro lado, el análisis retórico deja poco juego a una crítica que
podríamos llamar constructiva. Es decir, se constata la forma maquiavélica de la
argumentación, pero no hay mucho juego para una revisión de la fuerza argumental del
texto, la relación entre razones y conclusión. La lógica factual, por ejemplo, permite
ejecutar en forma automática preguntas sobre los Apoyos y las Garantías. Por ejemplo, el
Apoyo a la Garantía REMUNERACION DEBE AUMENTARSE DE ACUERDO AL IPC es
FUNCIONAMIENTO DE LA ECONOMIA SALARIAL. Esa es la función de dependencia que
rige a la garantía y aparece explícita en el análisis. De este modo, estos casilleros quedan
ipso facto expuestos a la revisión. Cabe, por ejemplo, cuestionarse estas premisas en un
sistema económico de "libre mercado" como el chileno, donde la economía salarial se
establece en acuerdos entre empleador y empleado con una mínima regulación estatal. De
modo que la Garantía no es tal, no estando el Apoyo que supuestamente la sustentaba:
-¿De dónde sacó usted éso? No sabe que vivimos en una economía
de libre mercado, donde, entre otras cosas, los sueldos se regulan
con el solo acuerdo entre empleador y empleado?
También, claro, en este mismo modelo factual, los Datos quedan a la vista como tales, de
modo que uno puede visualizar lo que se está tomando como evidencia o hecho:
Esta última intervención argumentativa constrasta Dato (del argumentador) con Dato (del
argumentado). Esto último no es posible en el análisis lógico-retórico. Este no tiene
casilleros para los Datos con los que se construye el argumento.
Argumento Principal
posiciones
semántica (funciones)
quedar atrás: ¬
permanecer: -
avanzar: ®
regla
equivalencias
(® ) + (¬ ) = (-)
(® ® ) + (¬ ¬ ) = (-)
etc.
(--) = (-)
(-® ) = (® )
(-¬ ) = (¬ )
teoremas
Ejemplo:
a= Pedro
(Conviene ver el cálculo expuesto como una suerte de luche simple: lugares
cuadrangulares por los que se avanza, se retrocede, o en los que se permanece. Una
movida por tiempo y la máxima de fondo "no se quede atrás".)
2. Disputa. Pro1. Es obvio que la forma del cálculo se presta bien para la programación
de inteligencia. Es decir, un autómata podría incorporar una comprensión así y aplicarla
luego a situaciones varias.
2.4. Contra1. La lógica de este juego es tan general que articula una gama de
situaciones isomorfas. De modo que el mismo cálculo interpreta situaciones que
obviamente difieren, si bien no en ciertos rasgos formales definidos, sí en aspectos no
formalizados por el cálculo y otros no-formalizables. Por ejemplo, y sin ir más lejos, el
cálculo sirve para analizar un juego que se parece algo al luche, así como se comentó
anteriormente en 3. Obviamente el contexto argumental que analizamos y un juego así
tienen poco en común, por más que compartan ciertos rasgos formales. Es decir, los
rasgos formales que comparten no parecen los importantes, porque, así como están
articulados en el cálculo, identifican situaciones muy dispares. El autómata va a interpretar
de igual forma una jugada de luche y un texto argumentativo como el que analizamos.
Eso parece aberrante. ¿Explica o simplifica nuestro cálculo el argumento que se propone
articular?
Las anteriores no son las únicas posibilidades. Bien puede darse el caso que las cuatro
lógicas expuestas sean unificables en una teoría (algo que parece factible), pero aun así
ser verdadero que la argumentación no es un objeto, sino una multiplicidad de objetos de
estudio (algo que parece obvio). Otras combinaciones también son posibles.
***
(Ver "Funciones argumentales" y "Análisis argumental" en Ejercicios y Desarrollos)
Apendice
Señor(a)
___________________________
Presente
Estimado Vecino(a):
Desde hace dos años que nuestros Vigilantes Privados reciben la misma remuneración, en
consecuencia que el IPC anual fue del orden del 17%. Considerando que ellos, como
cualquier persona, sufren de apremiantes necesidades, solicitamos a usted autorizar el
aumento de su cuota mensual en $1.000 (mil pesos), lo que además nos respaldará para
exigirles aun más en sus funciones.
Agradeceremos nos devuelva, con el Vigilante, la colilla adjunta indicando el nuevo valor
de su cuota.
[firma] [firma]
MCP GB
Tesorera Presidente
___________________________________________________________
NOMBRE: R.U.T.
Dirección:
____________________
FIRMA
Lectura de un 'Neorretorico':
Algunos comentarios y desarrollos en torno a "Las formas directas e indirectas
de la argumentación" de Charolles, M. (Pratiques, 28, 1980. En versión
española de G. Alvarez, 1996).
Contenido
1. Características de la argumentación
2. Análisis argumental
3. La argumentación como universal concreto (o familia de juegos del lenguaje)
4. Notas filosóficas (variaciones a la Wittgenstein)
0. Los comentarios que siguen se sucederán en forma discontinua, atacando secciones del
artículo en cuestión y desarrollando perspectivas divergentes. Quizás la crítica más
constructiva o destructiva en torno al artículo se encuentre en los desarrollos sobre el
concepto de "medios" o argumentos en Charolles, crítica que aplica el modelo de Toulmin
para aclarar la estructura argumental de los textos en cuestión (infra, sección 2.). La
estructura que Charolles propone para estos textos parece menos adecuada.
A partir de 2.1.1. y en forma más total en la sección filosófica, ya libre del artículo que
usamos de punto de partida, se desarrolla más cabalmente la postura crítica que
caracteriza a este artículo, postura que cuestiona nuestros hábitos instalados de razonar y
trabajar en temas como el análisis, los actos mentales, la conciencia, la idea y el
conocimiento.
Pero, ¿diremos que hay argumentación cuando alguien nos inyecta una droga con vistas a
favorecer cierta comunicación e inducir nuestra aceptación de ciertas tesis? ¿Y qué diremos
de alguien que propina a su interlocutor un fuerte recto a la mandíbula para demostrar la
tesis "yo soy más fuerte que tú"? ¿Estamos ante casos de argumentación? Parece obvio
que no, y, sin embargo, son tipos situacionales que caen bajo la descripción inicial.
Estamos ante tipos de "comportamientos destinados a modificar las disposiciones de
individuos con respecto a una tesis". Aristóteles, luego de definir la retórica como la
capacidad de aplicar los medios para persuadir en cada caso, ya se refería a estos límites:
De los argumentos retóricos, unos son sin arte y otros propios del
arte. Llamo sin arte a los que no son logrados por nosotros, sino que
preexisten, como los testigos, confesiones en tormento, documentos
y semejantes; objeto del arte, los que mediante el método y por
nosotros pueden ser dispuestos, de manera que es preciso de
aquéllos servirse, éstos inventarlos. (Retórica:I,2:35 (en la versión de
Tovar: 1953. Ver tb. Rivano, J. 1986:I,2)
Se nos dice:
Ya vemos que los "medios" argumentativos no son asunto irrestricto. Pero acá el énfasis
está en el "fin": provocar o aumentar la adhesión a una tesis. ¿Supone toda conducta que
llamaríamos "conducta argumentativa" o "argumentación" este fin? Parece obvio que no.
Los propósitos que puedan motivar conducta argumentativa en los individuos son asunto
abierto. Alguien puede argumentar para hacerse odioso; otro para ocupar un tiempo que
conviene ocupar; otro para solucionar un dilema; otro para enseñar un método de
indagación; otro para lograr adhesión a la tesis contraria a la que se defiende; otro para
lucirse; otro para convencer a un juez, no de la tesis, sino de su estatus legal...
Por otro lado, Charolles nos dice que la situación de coerción difiere "aparentemente" de la
de argumentación en un "matiz bastante grande": en la primera "alguien impone a alguien
hacer o no hacer una cosa" (ibíd.:2), mientras que en la segunda no se daría
explícitamente este intento: "el que argumenta pretende actuar sobre las.. convicciones de
otro que...estima que son las motivaciones del comportamiento que desea modificar"
(ibíd.:2)
Más adelante, especificando aquel "aparentemente", nos encontramos con que la coerción
es "el horizonte de toda argumentación" (ibíd.:3):"el que argumenta, si bien reconoce al
otro el derecho a decidir en última instancia, hace sin embargo todo lo que puede para
obligarlo a decidir en el sentido que él quiere... Crear en el otro una adhesión obligada,
provocar la evidencia que compele, forzar el acuerdo, imponerlo, esa es en suma la
aspiración del que argumenta" (ibíd.:3).
Nótese que el término 'obligación' está empleado aquí con toda ambigüedad: tenemos
como polos más o menos claros de esta ambigüedad la obligación física, como cuando se
dice que alguien fue obligado a hablar bajo tortura, por un lado, y luego la obligación
racional, como cuando decimos que alguien fue obligado a obrar de una cierta manera por
sus convicciones, o como cuando decimos que de ciertos principios se sigue obligadamente
cierta conclusión. Es esta segunda variante la que implicaría la argumentación, en una
primera acepción. Pero en las palabras de Charolles los polos se mezclan: "la coerción es el
horizonte de toda argumentación", "crear en el otro una adhesión obligada", "forzar el
acuerdo, imponerlo".
1.2. Tenemos funciones múltiples para las actividades que llamamos 'argumentación':
llegar a una decisión en un asunto; aclarar algo; confrontar aspectos de un asunto;
solucionar algo; obrar algo; recorrer un asunto en forma dialógica (argumentativa,
dialéctica); exponer un asunto en forma dialógica; paralizar un asunto en forma dialógica;
antagonizar en un asunto; antagonizar sobre un asunto; lograr una experiencia mística a
través de la forma argumentativa aporética (Sócrates, Lao Tse); brillar a través de la
argumentación; jugar a argumentar en cualquiera de las formas anteriores y cualquier otra
forma; argumentar para entretener; argumentar para entretenerse; argumentar para
mantenerse despierto; para molestar... Y dentro de cada una de estas incontables
funciones de los juegos de habla que llamamos argumentaciones, la gama de formas
específicas de la actividad en cuestión es ilimitada.
Lo que interesa aquí tiene que ver con los argumentos mismos del texto. La carta dice:
(D) -desde un punto de vista más práctico, hay que saber que estas
lenguas pueden ser escogidas como materia optativa en el
bachillerato. (ibíd.:4-5)
"Para pasar de
-a la conclusión :
P2: "Ud. desea que su hijo sea culto y que tenga éxito en
los estudios"
Los puntos que intentaremos establecer son los siguientes: (a) los argumentos que da
Charolles no son los argumentos del texto ante nosotros, (b) las premisas que da Charolles
no son las relevantes para los argumentos del texto, (c) no sabemos nada sobre lo que el
lector pueda suplir inconscientemente, (d) se desprende que el camino lógico
(argumentativo) por el que se establecen las conclusiones no es el señalado por Charolles.
2.1. Hemos asignado letras mayúsculas a los argumentos en la carta citada para referirnos
a ellos en forma breve. Revisemos los argumentos secuencialmente y de acuerdo al
formato de Toulmin:
Argumento A:
Apoyo : no se explicita
Argumento B:
Apoyo : no se explicita
Argumento C:
Argumento C2:
Los anteriores son tres de los argumentos esgrimidos abiertamente en la carta en cuestión
(la carta contiene seis argumentos marcados como principales; el argumento C2 es
subsidiario). Ahora bien, se observará que en el original antecede a la lista de argumentos
la afirmación "el latín es útil para la formación del niño". Esta afirmación aparece (está
enmarcada) como la conclusión que se desprende de la totalidad argumental que le sigue:
la forma es "el latín es útil porque...", donde el casillero vacío lo llenan en el texto cada
uno de los argumentos que hemos revisado. De modo que luego de resolver los
argumentos particulares (aquellos que llenan los puntos suspensivos de nuestra fórmula),
cabe explicitar el macroargumento donde se insertan. Esto se hace insertando cada
conclusión obtenida en el lugar del Dato en el macro-argumento correspondiente.
Tenemos, entonces, que de los argumentos A, B y C se obtienen los siguientes macro-
argumentos:
Macro-Argumento A:
Macro-Argumento B:
Apoyo : (implícito)
Macro-Argumento C:
Apoyo : (implícito)
Los tres últimos macro-argumentos nos colocan en posición para la conclusión final a la
que apunta el texto argumentativo en su totalidad, a saber, la exhortación a escoger los
cursos de lenguas clásicas. El argumento que podemos llamar 'total' en este sentido es:
Para pasar de
-a la conclusión:
P2: "Ud. desea que su hijo sea culto y que tenga éxito en los
estudios"(ibíd.:7)
Vemos, en primer lugar, que los argumentos A1 y A2 propuestos por Charolles no están en
el texto. Lo que está en el texto son los Argumentos A, B y C, ya expuestos.
Que el latín sea importante culturalmente no está siendo argumentado (conclusión o tesis),
ni aparece como dato en algún argumento particular, ni como premisa tampoco. Que el
latín es ventajoso escolarmente aparece como un apoyo a una garantía en un argumento
(C principal) y como dato en otro (C2 subsidiario), pero no como tesis o conclusión. La
conclusión "haga estudiar una de estas lenguas a su hijo" es (una versión de) la conclusión
final, pero no a partir de los argumentos dados (A1 y A2) por medio de las premisas
dadas. Las premisas P1 y P2 no tienen ninguna relación con la conclusión (C): no hay nada
que nos permita pasar de P1 y P2 a C. Los argumentos que Charolles propone son:
Garantía (P1) : lo que es importante y ventajoso para todos, lo es también para su hijo
Garantía (P2) : ud. desea que su hijo sea culto y tenga éxito en los estudios
Para llegar a una conclusión como "hay que estudiar lenguas clásicas", necesitamos
premisas tales que el predicado de la conclusión esté contenido en una de las premisas. De
otro modo no se establece la relación conclusiva que es lo característico del argumento.
Necesitamos otra premisa, además, que importe un aporte particular. Eso es lo que el
Argumento Total propuesto expone:
Apoyo : (implícito)
Señalemos que este Argumento Total está evocado en el texto original por la expresión "el
latín es útil para la formación del niño porque]...". Todo el texto, la carta, apunta hacia él,
pero el argumento no aparece formulado más explícitamente. Algo más explícitamente
aparecen los Macro-Argumentos del texto, aquellos que establecen al latín como estudio
útil. Justamente esta conclusión aparece formulada lingüísticamente para todos ellos. Los
argumentos más explícitos son A, B y C, que sí se formulan más o menos completamente
en forma lingüística (aunque la función de Apoyo brilla por su ausencia en casi todos
ellos), desde los cuales se recogen las conclusiones parciales que son luego integradas
como datos en los macro-argumentos correspondientes.
El análisis anterior establece que (a) los argumentos que Charolles señala no son los
argumentos del texto ante nosotros y que (b) las premisas que Charolles ofrece no son las
relevantes para los argumentos del texto.
2.1.1. Quedan aún por revisar afirmaciones como que uno, como lector, "suple
inconscientemente la ausencia" de las premisas en cuestión. Se refutó ya que se trate de
las premisas que Charolles propone. Pero el punto subsiste de si como pacientes de la
argumentación suplimos inconscientemente algo a ésta.
Lo anterior multiplica en forma incierta (en todo caso, innecesaria) el número de unidades
en la descripción. Propongo que la inferencia se vea como una práctica lingüística, más
que como un proceso mental. Porque sobre procesos mentales, nada sabemos (y todo
puede ser dicho).
En nada importa al análisis argumental cómo reaccionan las mentes de los participantes de
la argumentación, sino sólo cómo se desempeñan estos con respecto al juego argumental
que los vincula, qué argumentación se produce, cómo reaccionan ellos (no sus mentes).
Resulta confuso hablar de "el esquema deductivo (teórico) que subyace en el
razonamiento de los firmantes" o de "reconstruir" dicho esquema. Porque esto nos lleva a
pensar en un universal abstracto, un esquema interior, un esquema de la razón, a priori.
Es como si los participantes de la argumentación activaran tal esquema al argumentar,
tanto al producir como al percibir argumentación. Tenemos, además, todos los juegos
posibles con lo consciente y lo inconsciente: "los autores hacen como si no valiera la pena
explicitar estas especies de axiomas. Ahora bien, no es en absoluto inocente hacer creer
que P1 es evidente..."(ibíd.:8) ¡Pero sobre esto nada sabemos! No sabemos qué
intenciones hay; no sabemos qué grado de inconsciencia hay. Podemos especular sobre la
manipulación verbal en general, o argumental en algún caso. Pero estamos entonces en un
plano más allá de la desripción y el análisis. Tampoco estamos en la crítica, entendida
como la aplicación de algún rigor sobre el texto. Citemos un pasaje más para ilustrar
nuevos riesgos con la incorporación de actos mentales al análisis:
La primera cláusula nos habla de una estrategia retórica: un montaje que resalta lo bueno
y oculta lo malo (para el montador del argumento). Pero, nuevamente, estamos ante un
rasgo de un juego posible, no ante toda argumentación.
Pero ¿cómo saber qué es lo que está ocurriendo en una argumentación en el plano de las
intenciones y estrategias efectivas?
Se nos dice "podemos imaginar en esta situación un argumento "hagan estudiar latín o
griego a sus hijos para que no nos quedemos sin trabajo". Pero aquí no hay criterios:
podemos imaginar cientos de otras razones (entre ellas, las esbozadas en la carta de los
profesores). En todo caso (y aplicando una distinción vaga, pero instalada en la bifurcación
más visible entre lo neutro (intersubjetivo) y lo interesado), "peligramos quedarnos sin
trabajo" es más un motivo que una razón en este contexto. Pero nada nos es dado saber
sobre eventuales motivaciones en este caso. Por otro lado, los motivos son aspirantes a
causa final, pero la causa no necesita ser un motivo: una (suerte de) causa formal de la
carta puede ser una orden del Ministerio de Educación a formular ciertos llamados en
forma argumental.
Por otro lado, la cita que comentamos también trae una lección de coherencia textual (que
aquí funciona como mecanismo retórico). Se nos dice:
Pero si todo el constructo "hagan estudiar latín o griego a sus hijos, si no, nosotros nos
quedamos sin trabajo", no es más que algo que "podemos imaginar", es decir, un
constructo de Charolles, es obvio que no podemos achacarles a los autores de la carta el
que no consideren bueno decirlo.
2.1.2. Lo que tenemos son prácticas lingüísticas diversas que llamamos argumentaciones
y argumentos. Se hacen argumentos de todo tipo. Y es en la práctica de este quehacer
que tenemos las formas o esquemas argumentales. No hay nada subyacente aquí; todo
está en la superficie. Decir que "el razonamiento está incompleto" en este contexto es
confuso: la práctica argumental es lo que es: no le falta nada (en el sentido moralizante; sí
puede no tener esto o lo otro en términos comparativos, desde la perspectiva de un
modelo, de esquemas alternativos).
Los supuestos no son esquemas de la razón, sino cosas que se dan por sabidas por todos
(muchas veces, normas colectivas, rara vez formuladas, sobre qué se vincula con qué). Los
supuestos no son manipulaciones en el argumento, sino la base misma desde donde se
argumenta. Pero ésta no es una base espiritual, o de la razón, etc., sino una base
colectiva: usted puede tomar esto como algo dado. Se lo acepta el colectivo (o una parte
del colectivo). Eso es lo que está implícito. Partimos de algo que no está en cuestión, lo
que nos autoriza a inferir otras cosas. (Inspirado en Wittgenstein (On Certainty), diría que
es algo que no se mueve, pero en torno a lo cual se mueve el argumento. Las Garantías
(autorizaciones) y Apoyos implícitos tienen muchas veces este carácter de ser ejes
argumentales)
Por otro lado, "creer" para contextos, por ejemplo, de argumentación política (en la
asamblea, en la reunión pública), no está en cuestión, sino, más bien "obrar": el
argumentador trata, en estos contextos, que su audiencia obre de acuerdo a una tesis, no
que crea en la tesis (puede obrar por motivos diversos: conveniencia, temor, convicción,
dogmatismo, imitación, rebeldía, etc.). Lo que el argumentador busca en estos contextos
argumentales se refiere a acciones. Más cercanos a la letra de la fórmula que comentamos
("la letra", porque, como hemos visto, con estas fórmulas se pretende abarcar toda
argumentación) se ubica una cierta rama de contextos argumentativos religiosos, donde el
propósito central es entregar una cierta interpretación del mundo. En ese sentido,
podríamos hablar de "creer". Pero también aquí habría que llevar el análisis al plano social:
se trata de axiomas globales de interpretación y también axiomas de identidad colectiva:
"nosotros somos los que creemos en esto"; y "esto" se refiere a un constructo lingüístico,
algo concreto, no una idea inmaterializada o algo místico.
El punto es que una descripción así sólo capta algo que aplica a un tipo de actividad
argumental. Pero el número de tipos de actividad argumental es indeterminado. Ya vemos,
con los diversos propósitos expuestos, que la condición de Charolles no logra ser condición
general de la argumentación.
Por otro lado, el intento mismo de reducir la familia argumentativa a una lista de rasgos
esenciales es una actividad de dudoso valor. Por lo pronto, queda a la vista que no es una
actividad descriptiva.
3. Si a argumenta a b sobre @, entonces a cree posible que b crea @...con razón (ibíd.:9-
10)
En forma más radical: no sabemos lo que "a" cree y no interesa. "a" argumenta. Eso es
todo. "a" puede creer que "b" es un tarado irremediable o un genio inalcanzable. Aun así,
si "a" argumenta, allí hay argumentación. "a" puede estar argumentando ante un pariente
en estado de coma, ante una tumba, ante una montaña, ante un ser imaginario, como un
dios, en medio de una turba humana, en un asilo de locos, con un taxista sordo... El
argumento ocurre, no porque cumple con ciertas condiciones previas, sino porque se crea
como argumento. El argumento, cuando aparece como tal, crece, es una 'forma de vida'.
Pero, obviando que "discutir" está en lugar de "argumentar", ¿necesitamos estimar al otro
como 'capaz de determinarse por el uso de su pensamiento' para argumentar? Jamás
argumentaríamos con niños, si nos detuviera esta consideración. Tampoco un psiquiatra
argumentaría con ciertos pacientes. O algún marido con su esposa y viceversa. Algo así
simplemente no está en juego cuando argumentamos.
Porque acá se nos dice que mejora su argumentación en la medida que crea lo que
argumenta. Pero el contexto en cuestión es tal que se parte de la base que cree lo que
argumenta. Pero "creer" aplica al juego argumental del caso, no en el sentido de algún
estado mental en el individuo, sino en el sentido de que su conducta argumental tiene que
manifestar ciertas propiedades. Por ejemplo, no podrá decir tanto "hay que dejar de
fumar", como "aunque, por otro lado, fumar es bueno porque...", etc. Allí nos
encontraríamos en otro juego argumental. Y no se está en libertad de jugar series de
juegos argumentales a la vez, sino, en general, sólo uno.
En la cita vemos un ejemplo de problema de congruencia que tienen los políticos: porque
el público siempre busca en las conductas de los políticos actos incompatibles con las tesis
imperativas o prescriptivas que proponen. Lo cierto es que nada hay de contradictorio en
argumentar contra el cigarrillo, por un lado, y fumar, por el otro.
Es un hecho que muchos adictos hablan a públicos variados en contra del objeto de su
adicción. En ese contexto, no sólo no se les exige congruencia entre conducta y
convicción: es justamente parte del contexto que ellos sean adictos y hablen contra la
adicción.
No hay, a priori, nada de contradictorio entre el argumento contra el cigarrillo, por un lado,
y el hábito de fumar, por el otro. Pero "a priori" no es la modalidad de los contextos
pragmáticos. En un congreso de especialistas de la salud, no es contradictorio que tenga el
hábito de fumar quien exponga sobre los daños orgánicos que produce el cigarrillo y llame
a la toma de medidas al respecto. Pero en política las exigencias son otras. Y es
justamente probable que ante exigencias de este tipo, un político en apuros reenmarque el
argumento inicial, cambie de campo argumental y recurra a otros contextos para
neutralizar la demanda: "el argumento es válido, en términos de salud,
independientemente de lo que yo practique al respecto". Así, recupera en parte su imagen,
pero sólo al costo de tener que cambiar el juego argumental inicial, de moral-político a
práctico-médico, quedando así fuera del campo de autoridad propio.
En esto se relacionan los políticos con curas y sacerdotes de todo tipo. Los curas católicos,
por ejemplo, pagan con un voto de castidad (y otros) la legitimidad de sus argumentos
morales. Es decir, el cura argumenta en el ámbito del imperativo moral, y su conducta está
castrada de impropiedad en este ámbito. La impropiedad aquí es el acto sexual. Es el acto
que no podrá achacársele a un cura en contra de su argumentación, justamente porque
fornicar es al cura en su argumento, lo que fumar es a Chirac en el suyo. (Por otro lado, a
diferencia de los argumentos políticos, que siempre siguen a los tiempos, los argumentos
católicos mismos están castrados, en el sentido que sólo apuntan a ciertas conclusiones
pre-establecidas en las doctrinas de la institución)
Esa es la garantía que proporciona la institución católica al público con respecto a sus
sacerdotes argumentadores: no se preocupe, acá están todos castrados, usted puede dejar
a nuestro cuidado su harén de consideraciones morales, con toda confianza.
Podemos decir: allí donde ocurre el argumento hay argumentación. Pero el argumento no
es una forma, sino una variedad de formas argumentales. Esta variedad puede concebirse
como topologías argumentales. Estas topologías son espacios colectivos: se hacen en el
código común.
Las formas argumentales no son diseños pre-establecidos, sino formas de vida, cosas que
ocurren (crecimientos específicos).
La argumentación es la práctica del argumento. Pero el argumento no está, por así decirlo,
listo y esperando ser activado, como una suerte de mecanismo previo.
...
Pero Platón no hace más que formular una concepción instalada, que tiene un rendimiento
evolutivo apropiado. Creer que todo está diseñado de antemano hace posible ver la forma
como la causa. Es una certeza dudosa, pero sólo si se duda la premisa del diseño previo. Y
eso no se duda, porque es una premisa para el conocimiento: el conocimiento es posible
por medio de ella.
(Lo mismo opera con la perspectiva teleológica: allí, en vez de un diseño previo tenemos
un diseño posterior, un diseño al que se tiende. Es una especie de causa después del
efecto)
Pero no hay tal diseño previo: el diseño se produce en la realización, no antes, ni después.
...
Eso es lo que confunde: pensar que hay diseños mentales previos a su materialización.
Pero las formas no son otra cosa que esas distintas materializaciones. Las formas no están
inscritas en el alma. Y si no están inscritas allí, el alma, entendida como el lugar de las
formas universales, no existe.
Pero entonces las partituras para una ópera ¿no son música?
¿Qué quiere decir eso? Acaso que "la sentía sin tener que oírla". Claro, la veía en el papel
(no estaba ciego). Ver tambien es un sentido. No, escuchaba la música en su oído interno,
como cuando escuchamos sonidos varios y lenguaje en nuestros sueños, sin mediar ondas
de sonido para este efecto.
Yo puedo llamar a eso "escuchar", pero no puedo usar ese significado en toda la variedad
contextual que puedo usar "escuchar" sin ese significado.
Pero ¿no podemos "leer música", en el sentido de percibir la música, pero sólo por acción
de la partitura musical?
Podemos llegar a dominar los medios, tanto la notación como los sonidos, de modo que la
asociación entre estos sea recíproca: veo notas cuando escucho música y escucho música
cuando veo notas. Así logro "escribir música". Pero ese es un caso de especialización muy
particular; y "ver" y "escuchar" tienen un significado muy particular aquí. Y, claro, sólo
aplica a un tipo de notación: si la notación musical está en chino ya no logramos "leer
música" de la notación. Y tampoco logramos entonces ver notación musical china al
escuchar música. Pero para nuestra audición, lo que llamamos 'música', lo mismo da que
sea un chino o un italiano quien toque el instrumento.
Tengo el puente hecho. Está en mi cabeza. El resto es montar la obra, pero ya está todo
resuelto en términos de diseño y materiales.
Pero, aparte de que no puedo cruzar sobre una idea, como cruzo sobre un puente, ¡qué
curioso tendría que parecer el que necesitemos coordinación de acciones, instrumentos de
cálculo, mapas, sistemas de diseño técnico, maquinaria especializada, etc. y lenguaje
cotidiano para lograr hacer el puente!
Lo que se propone es que la idea no es abstracta, sino concreta. No es que haya una
dependencia entre idea y técnica: la idea y la técnica van juntas como el río por su cuenca.
No hay nada antes de la materialización (la conducta, etc.) que nos sirva como punto de
partida.
Pero aquí parece haber una contradicción, una falta a las definiciones mismas: "idea
concreta" es como decir "el cemento abstracto". De eso se trata: de traer la noción de idea
al mundo de lo concreto, recuperarla de las alturas de lo inmaterial en que se encuentra,
rodeada de otros espíritus, y ubicarla en el lugar que le corresponde. La idea no es un dios
u otro espíritu. La idea es el sentido en las cosas, en los hechos, en las conductas. Traer la
idea a la cosa es misión desalienante.
Pero el río estaba ya en el diseño total. Entre las infinitas posibilidades de materialización,
dadas las condiciones, el río tenía necesariamente que producirse. Justo ese río, en ese
lugar, etc. La existencia del río estaba trazada en todos sus rasgos esenciales, antes de
existir el río.
Uno vuelve y vuelve a pensar en las condiciones como algo previo al hecho,
determinándolo. Como si el hecho y sus condiciones fueran cosas distintas: las
condiciones, junto con las leyes del universo, determinan el mundo en su totalidad. Esa es
la tentación. Pero las leyes no son algo previo a lo que ocurre, algo necesario (Hume). Hay
que decir "las leyes se dan con los hechos" y no "los hechos se dan por las leyes". No se
está realizando una existencia ya trazada.
Pero: yo suelto una piedra y ésta cae. Y cae de acuerdo a una ley, dadas ciertas
condiciones...
Pero no, suelto la piedra y ésta cae, y de allí yo extraigo una ley (que formulo con
condiciones, y donde incluso tengo que apelar a nociones oscuras como "fuerza", etc.). Y
esa ley me sirve para esto y aquello. Y de pronto deja de servirme. La cambio. Pero no por
una mejor, sino por otra, que me sirve cuando la anterior no me sirve.
Pero, necesariamente, tiene que haber una verdad que abarca todo lo posible y lo real;
principios que contienen el universo, en pura idea. El universo no es un caos aleatorio, sino
que se rige por leyes físicas que dictan lo posible y lo imposible, lo necesario y lo probable.
Insistimos en pensar que nuestros constructos intelectuales pueden expresar la causa del
universo, su forma previa, su diseño, su dios. Pero cuando estos constructos realmente
están en función, sus contextos les dan un sentido concreto: no es el universo, sino esta o
aquella reacción química, la construcción de un cohete, el cálculo de un eclipse, el peso de
las papas, convencer a un interlocutor de algo específico.
La Perspectiva Argumental
Contenido
1. Perspectiva
1.3. Campo argumental
2. Tipos humanos
3. Esquemas argumentales
1.2. Considérese la gama de excusas del tipo "Siento haberme atrasado. Me agarró el
taco de las seis" (el ejemplo lo encuentro en Fearnside y Holther, 1959:106, reformulado
aquí para un desarrollo distinto). Esta es una familia de incontables miembros. Vamos a
suponer un contexto del tipo reunión de trabajo (es decir, un acuerdo formal sobre la hora
de encuentro). Para la intervención indicada el esquema inferencial o argumento implícito
puede ser esbozado así:
i.
La premisa mayor o garantía del esquema (i.e. "una persona atrasada será excusada por
una razón adecuada") recibe todo el apoyo de la cortesía, sociabilidad, humanismo, etc.
Pero el humanismo tiene su límite. Concretamente, el límite de ser uno el afectado (ser
quien paga humanismo, no quien lo cobra). Es claro que el dato o premisa menor "yo
estuve en el taco de las seis" bien podría subordinarse a otra garantía:
ii.
Es obvio que i. es la perspectiva natural del atrasado, mientras que ii. lo es del afectado.
(Resulta más bien una figura del humor patético el que argumenta como en ii. para sí
mismo, en primera persona. Alguien que sistemáticamente reflexiona como en ii. en torno
a su quehacer diario no sobrevivirá por largo tiempo, más allá del alero de su madre,
claro. El humor usa muchas veces de estas pautas argumentales en un individuo para
presentarlo como un pesimista irreparable: nos causa risa la representación de este tipo
de auto-reproche sistemático).
Un apoyo para la premisa mayor en ii. ("una persona puntual anticipa atrasos
anticipables") nos llega de la definición misma de "persona puntual". Pero obviamente,
esta garantía tiene apoyo en nuestra experiencia cotidiana, en primer lugar.
1.3. Campo argumental. Se observará que la garantía en i. tiene que ver con el tópico
"persona atrasada" (el sujeto de la premisa mayor de i.), mientras que la garantía en ii.
tiene que ver con el tópico "persona puntual" (el sujeto de la premisa mayor de ii.). El
campo de argumentación es el mismo, pero las perspectivas son distintas.
Obviamente, el campo está inscrito en una cultura particular. Se trata del atraso (la falta)
y la excusa (la meta) no sólo en un contexto determinado, sino en un lugar social
determinado y una cultura determinada. El atraso es falta en relación a un contexto,
ámbito social y cultura. Lo mismo vale para la excusa que se busca obtener de la
audiencia. Distinto es el campo de argumentación con respecto al tópico "persona
atrasada" (o al género "atrasos-puntualidad") desde una perspectiva cosmológica como la
siguiente: "Siento haberme atrasado. Pero ¿quién no se atrasa alguna vez?" (o la variante
más humilde "...a todos nos pasa"). Aquí ya no estamos en un campo de razones
cotidianas para el atraso. Es cierto que el tipo de giro es frecuente (ya Aristóteles, en
Tópicos, señalaba este esquema de subordinación género-especie: "lo que aplica a todos
también aplica a uno", no totalmente desemparentado al esquema jerarquizante: "si los
dioses cometen errores, qué queda para mí..."), pero no se están aduciendo razones
cotidianas para explicar el hecho (el dato, la premisa menor "yo me atrasé"), sino que se
recurre a una garantía general que implica tolerancia generalizada ante las faltas
humanas. Ya no se trata de explicar (decir) por qué llegué atrasado y de allí, a través de
la garantía, pasar a una conclusión que justifique y realice la excusa (que es la meta de
estos movimientos argumentales), sino simplemente de justificar el atraso apelando a una
garantía general, sin mediación de un dato explicativo. Aquí el argumento es:
iii.
iii'.
yo me atrasé
Por lo anterior se hará más obvia la distinción entre campo argumental, por un lado, y
tópico del argumento, por el otro: estamos tanto en i. como en ii. y en iii. ante el mismo
tópico general (o tema genérico o asunto a tratar); en i. y ii. tenemos perspectivas
distintas dentro de un mismo campo; en iii. estamos en un campo distinto de
argumentación. El salto de campo se produce, en esta ocasión, en virtud de la forma del
argumento. Lo anterior también mostrará que la determinación de lo que constituye un
campo argumental dado no es en absoluto asunto claro.
1.3.1. Ejemplifiquemos más. Podemos imaginar otro campo argumental operando sobre
el tópico "persona atrasada" en el contexto del caso. Supongamos una excusa del tipo
"Siento llegar atrasado; es que tuve una premonición de fatalidad saliendo de la casa y
esperé hasta que esa energía negativa pasara". Estamos en terreno subjetivo y mágico. El
punto se podrá centrar en si se está o no dispuesto a aceptar la magia como un campo
legítimo para la creación de garantías en torno al tópico "persona atrasada". Estas no son
razones cotidianas para explicar el hecho "llegué atrasado", si bien el argumento está
diseñado para obtener la excusa. Pero aquí la cadena de argumentos es muy débil, por
descansar sobre una garantía que muy poco apoyo tiene más allá de ciertos círculos:
iv.
iv'.
Una premonición de fatalidad debe obedecerse
***
Contenido
1. Lógica y alienación
2. Racionalidad de hecho, no de derecho en la corte de la razón
Para el lógico, sin embargo, aun hoy, el valor de la evaluación, o estudio, o análisis formal
del argumento cualquiera no tiene relación con un eventual éxito en el mercado real
donde se transan los argumentos. Los criterios de validez los recoje el lógico de su propia
disciplina. Si bien trata sobre el argumento en general, cualquier argumento, los distintos
campos argumentales donde aparece el argumento no contribuyen en nada a su
evaluación. El lógico se encuentra desligado de los criterios locales del argumento, los
criterios del campo en cuestión. Su disciplina es el estudio del argumento cualquiera,
entendiendo ese 'cualquiera' no como 'ése y ése y ése...', sino ningún argumento en
particular. El argumento en abstracto, el argumento que es pura forma y no materia.
El grado de aplicación de los criterios formales de la lógica, cada vez que se argumenta en
la infinita gama de campos argumentales, en el contexto social en general, es asunto
empírico, asunto para investigaciones con muestras generosas y convincentes. Para
nuestros propósitos inmediatos, podemos confiar en nuestra experiencia e intuición para
establecer que este grado es mínimo más allá del campo argumental de las disciplinas
formales, especialmente las matemáticas: el argumento se articula, opera, se rige de
acuerdo al campo argumental específico.
1.1. Pero cabe aquí considerar un punto nada despreciable: si bien los criterios de
aplicación en cada ámbito argumental son propios, cada vez que la argumentación se
torna reflexiva -y salen al camino asuntos como el de la "verdad", la "validez", la
"conclusividad", los "criterios", y toda la gama de fenómenos, nociones y términos que la
lógica ha transformado en dominio propio (incluyendo aquí al mismo "argumento")- nos
encontramos con el obvio expediente de acudir a la lógica por ayuda, de atender al
arbitraje de la lógica en el asunto, o lo que más asemeje la autoridad lógica en el
momento (aunque para las circunstancias del caso, haya que conformarse con alguien que
haya cursado el cuarto medio).
La argumentación parece paralizarse ante este cambio de campo argumental hacia los
fundamentos mismos de la argumentación. La alienación lógica está operando allí con
toda su fuerza. Los participantes quedan suspendidos hasta nueva orden. O peor aún,
pueden autosuspenderse por supuesta incompetencia en la materia. Cuando ocurren estas
cosas, claro, hay que admitir que la lógica tiene sus alcances. (Algún paralelo cabrá
esbozar aquí entre lógica y gramática: porque también la Academia de la Lengua aparece
como una autoridad a la que todos, llegado el momento de la parálisis discursiva, hacen
profundas reverencias, pero pocos atienden en el uso cotidiano del lenguaje, sino en
ámbitos muy reducidos).
Fuera de esta eventual parálisis alienante, concordaremos en que los criterios formales
para la evaluación argumental tienen una aplicación restringida al ámbito de las disciplinas
formales y escasa en otros ámbitos del contexto social general donde se argumenta.
La argumentación se rige más bien por patrones sustanciales, no formales. Las formas,
eventualmente reducidas y de carácter invariable, no son más que casilleros que de
diversos modos se gestan a partir de los contenidos argumentales. Son estos últimos lo
variable, lo que realmente está ocurriendo en una argumentación dada, lo que da la forma
particular al argumento y desde donde la validez argumental se determina. La forma del
argumento no suministra la orientación absoluta para determinar la validez del mismo. La
validez se determina a través de los aspectos sustanciales del argumento: el campo
argumental, los criterios de aplicación del campo, los apoyos específicos a las garantías
del caso, con todas sus cualificaciones, los datos y sus apoyos.
Pero si la apelación a la racionalidad no es más que una alienación -más allá del campo
matemático- el estatus de un supuesto humanismo a través de la razón ha quedado en
entredicho. Si por racional entendemos lo que la tradición lógica ha llegado a establecer,
no sólo no hay racionalidad en los asuntos del hombre, sino que, desde nuestra
perspectiva, no podría haberla. No hay curso para un humanismo racional.
El modelo de Toulmin -en lo que importa a los alcances que el mismo autor visualizó para
éste- no es incompatible con el proyecto humanista de la razón: desde que se tienen
criterios firmes de aplicación, desde que el argumento pertenece a un campo donde los
apoyos son claros y de ellos se extraen las cualificaciones del caso, desde que hay
exigencia de pertinencia argumental, estamos en un terreno aún firme de racionalidad.
Por otro lado, cuando salimos a la calle, a la vida cotidiana e intentamos aplicar el modelo
para la evaluación de los argumentos así como se dan en el diario vivir, nos encontramos
con un panorama bien distinto. El modelo aún es un lente fino para distinguir la realidad,
pero la realidad que emerge está bien lejos de una racionalidad de corte lógico, así como
lo entiende la tradición, y bien lejos de la racionalidad jurídica, así como la pretende
Toulmin.
Desde que el apoyo se concibe como aquello que legitimiza una garantía, el apoyo nos
lleva directamente al tema del poder. Y aquí por poder entendemos tanto la capacidad de
fuerza física y capacidad de apropiación, como toda la gama de campos de prestigio, las
autoridades establecidas y sus doctrinas y funcionamientos, las religiones oficiales, los
tabúes, los prejuicios de la sociedad, en fin, toda la gama de instancias de fuerza cuya
legitimidad viene de su sola presencia y peso en la sociedad. Estas fuerzas operan por
doquier como apoyos argumentales, pero no representan una base racional para el
argumento. Estas instancias de fuerza constituyen muchas veces marcos de referencia
incuestionables. Son apoyos irracionales en la argumentación. Pero las garantías se
extraen de éstos en forma automática. Este tipo de apoyo no es racional, no es
justificatorio ante "la corte de la razón", no es pertinente: es un apoyo por la fuerza, sea
ésta física, técnica, por el prestigio, la tradición, la religión, el prejuicio, el tabú, la doctrina
oficial, etc.
Desde que el apoyo se articula como aquello que legitimiza una garantía, la racionalidad
de la razón queda marginada a un segundo plano, y el poder, establecido o emergente,
despliega su propia y protagónica racionalidad.
Todo indica que, en última instancia, las únicas racionalidades estables son las que se
apoyan en el poder, en la institución, en la fuerza de lo que se constituye como forma
particular de existencia y coexistencia, por más caprichosa que ésta sea. La racionalidad
es pertinente sólo en el sentido de contar con la fuerza requerida, sea esta la fuerza de la
costumbre, de la inercia social, del temor, del conglomerado humano, o simplemente la
fuerza acaso más desnuda de la supremacía física o técnica.
Creo que es Georgias que le dice a Sócrates algo así como lo siguiente: estas cosas son
ardides que inventan los débiles para neutralizar a los fuertes. Pues bien, aquellos débiles
han tenido cierto éxito evolutivo en el caldo social y ahora son fuertes, en muchos
ámbitos. No eran las razones, entonces, lo que movía a los débiles a esgrimir argumentos,
sino motivos: apoderarse de las técnicas de apropiación y del control de las garantías
argumentales en los ámbitos discursivos de la sociedad y así hacerse de poder para
enfrentar al fuerte y matarlo.
Ejercicios y Desarrollos
Contenido
Analítico-sintético
Pro y contra; Garantía; Razón y motivo
Funciones argumentales
Perspectiva argumental
Análisis argumental
Definición estipulativai: Por desplazamiento de una nave se entiende el peso del volumen
de masa que desaloja.
Df. un enunciado es sintético cuando no es analítico. (Es decir, no basta con ser
hablante para saber si el enunciado es verdadero o falso).
1.1. Ejercicio: Gatos por liebres (analítico por sintético). Los enunciados que
siguen tienen el aspecto de ser sintéticos, es decir, tienen el aspecto de ser enunciados
que nos dicen algo sobre la realidad (y no ser una mera explicitación de una regla
lingüística, o una convención, o una estipulación). Sin embargo, no lo son,
necesariamente. Comente cada uno.
a. la naturaleza humana permanece inalterable
Pauta: en (a) se afirma algo para lo que no hay criterios establecidos. Una vez
establecidos los criterios, cae de suyo lo que de éstos se siga. Por ejemplo, que por
humano se va a entender al mamífero bípedo hablante que somos. Definido así, esa
naturaleza permanece inalterable. O alguien postula la identidad del alma en el individuo a
lo largo de su vida como rasgo inherente. Esa premisa ya contiene lo que (a) dice. Por
otro lado, si los criterios son genéticos, un enunciado como (a) pasa a ser empírico: hay
que investigar con técnicas de observación en qué medida la naturaleza genética humana
permanece inalterable a lo largo de su evolución.
En (b) tenemos un caso especial: resulta que la escala Celsius se define justamente a
partir del punto de ebullición del agua en las condiciones mencionadas. Esa temperatura
se determina como 100 grados Celsius. De modo que el enunciado es analítico.
1.2. Los enunciados analíticos, más que informar, desarrollan el potencial deductivo de
una lengua. Este potencial se aplica en la organización tanto social como del
conocimiento: en las leyes, normas, regulaciones y relaciones conceptuales. Por ejemplo,
un carabinero observa una infracción de tránsito; exceso de velocidad, digamos. De allí el
proceso sigue un curso establecido: una vez definida la persona como presunto infractor a
la norma, los pasos son semiautomáticos: se detiene al individuo, se le exije identificación
y otros documentos, se le cuestiona sobre los hechos, se le cita ante un juez, se le multa,
etc. Es decir, una vez definido o categorizado alguien como infractor a una norma, las
definiciones del caso se encargan de buena parte del proceso.
1.3. Los enunciados de la lingüística son sintéticos, aunque su objeto sea 'la regla
lingüística'. Las reglas que describe la lingüística tienen que investigarse, con vistas a
establecer su validez.
a.
el Papa es un hombre
b.
c.
d.
Se le ha insinuado a Ernesto (su mamá y su tía Julia) que se dedique exclusivamente a los
estudios y que deje de juntarse con los amigos, que no se vea tanto con la polola y que
deje la banda de rock... Ernesto considera el imperativo DEBO CONCENTRARME
EXCLUSIVAMENTE EN LOS ESTUDIOS UNIVERSITARIOS desde una perspectiva aprendida
en un curso de argumentación, sufrido hace poco. Ubica los argumentos a favor a un lado
de la balanza, y los argumentos en contra, al otro:
PRO:
Contra:
3. sufriré más
En este punto, Ernesto no sabe qué hacer: la balanza está equilibrada, o, peor aun,
parece pesar más del lado de los argumentos a favor del temido imperativo, lo que poca
gracia le causa... Pero aquí recuerda Ernesto las líneas de un poema que repetía en su
niñez: "en este mundo traidor, nada es verdad ni es mentira, todo es según el color del
cristal por que se mira". Y mientras resaborea esta última frase, "... todo es según el color
del cristal por que se mira", Ernesto recuerda también algo que había captado en el curso
aquel, sobre cómo los argumentos a favor podían transformarse en argumentos en contra
(y viceversa, aunque aquello no le venía a la memoria en este momento). Con este
impulso, Ernesto ataca nuevamente al odioso imperativo, produciendo argumentos que
transforman los argumentos a favor en argumentos en contra:
CONTRA-PRO:
Discusión: razón vs. motivo: el argumento como astucia, ardid; la razón como
racionalización; la razón al servicio de la voluntad.
Ejercicio: establezca las garantías que juegan en los pros y los contras de Ernesto. ¿Qué
funciones están involucradas en los contra-pros de Ernesto?
Funciones Argumentales
Nota 1: En este ejercicio la discusión se centra en distinguir entre función discursiva, por
un lado, y función argumental, por el otro. Todas las formas afirmativas aparecen en las
distintas posiciones discursivas: premisa, conclusión, supuesto. Pero en términos
argumentales, no hay paralelo. También podríamos hablar de dinámica argumental, por
un lado, y topología del argumento, por el otro.
Nota 2: Cabe distinguir entre enunciado o afirmación, por un lado, y función argumental,
por el otro. En un argumento, una afirmación cumple una función argumental
determinada. Una misma forma afirmativa -en tanto forma desligada del argumento,
abstracta- puede cumplir cualquiera de las funciones argumentales en un argumento real.
Veamos un ejemplo (cfr. Van Eemeren et al. Cap.4):
I
entonces,
II
entonces,
III
entonces,
IV
entonces,
VI
entonces,
Perspectiva Argumental
Desde una perspectiva, el esquema inferencial o argumento implícito aquí puede ser
esbozado así:
i.
ii.
Una persona puntual anticipa atrasos anticipables
"Siento haberme atrasado. Pero ¿quién no se atrasa alguna vez?" (o la variante más
humilde "...a todos nos pasa").
iii.
iii'.
yo me atrasé
"Siento llegar atrasado. Es que tuve una premonición de fatalidad saliendo de la casa y
esperé hasta que esa energía negativa hubiese pasado"
iv.
iv'.
Análisis Argumental
[Ejercicio: Analice los argumentos anteriores de Fiamma y Reyes, tanto desde una
perspectiva retórica como de acuerdo el modelo de Toulmin].
3. Fidel Reyes: "Este libelo, además de inconstitucional, pretende deshonrar a uno de los
poderes fundamentales de un Estado democrático, como es el Poder Judicial. Y pretende
crear una nube gris sobre la honestidad de los más altos magistrados"
(Nota: "dar" y "quitar honra" tambián es asunto relativo. El otro lado podría argumentar
que el libelo pretende honrar el poder fundamental de un pueblo de enjuiciar a sus
autoridades, a los Poderes del Estado.)
4. Raquel Correa: "¿Creen que se trata de una campaña? ¿Que Bombal lo hace para su
candidatura a senador o que actúan para socavar las instituciones propias de un Estado de
derecho democrático? ¿O no se tratará simplemente de querer limpiar la casa?"
5. Fidel Reyes: "Yo creo que es la partitocracia. Hoy los partidos políticos son la institución
más despretigiada que existe. Como una manera de tener importancia ante la opinión
pública y destacarse han buscado a una pesona tan importante como Servano Jordán para
sobresalir."
II Argumentos Especificos (Defensivos)
1. Raquel Correa: "En el caso del narcotraficante colombiano Correa Ramírez, el libelo
destaca anomalías como que, después de denegada la libertad, en el último día de plazo
se presenta la reposición y es aprobada por el mismo tribunal que la había rechazado."
3. Fidel Reyes: "Y el tribunal superior tiene perfecto derecho para conceder libertad
provisional de acuerdo con el mérito del proceso. La facultad está concedida por la
Constitución: artículo 19 número 7 letra e"
4. Raquel Correa: "La acusación dice que Jordán quebrantó el orden jurídico porque se
constituyó en un tribunal paralelo o especial al inmiscuirse en el sumario interrogando a
los dos actuarios querellados."
(Nótese aquí operando en forma implícita pero sistemática la distinción entre motivo y
razón: acaso en el plano de las razones, es decir, pasos jurídicos, etc., el camino de la
acusación es arduo y, eventualmente, estéril. Pero se implica sistemáticamente una
motivación personal para obrar Jordán como lo hizo en cada paso. El paso en sí no
constituye una falta a la razón jurídica; es el motivo del paso el que subyace la acusación.
Pero ¿puede el legislativo cuestionar los motivos sin demostrar las razones (i.e. sin
demostrar los atropellos a las razones jurídicas)?
Por otro lado, el referido artículo 79 formula la excepción del caso. Precisamente puede
corresponderle al Senado intervenir en este tipo de "contiendas". Vid. infra IV, Artículo 79,
último párrafo)
1. Para los acusadores "la única arma de nuestro ordenamiento jurídico que permite
perseguir la responsabilidad política de los supremos... es a través del notable abandono
de sus deberes. La Constitución enuncia este concepto como causal de juicio político...
2. "Los deberes (son) aquellas obligaciones formales y adjetivas inherentes al cargo de los
supremos, como son, concurrir a sus despachos, realizar ciertas visitas a las cárceles y
dictar sentencias". (En recurso de protección en favor de Jordán)
3. Jorge Ovalle: "Los altos magistrados no son acusables políticamente, salvo por el
incumplimiento de sus deberes funcionarios".
...
...
ARTICULO 76.- Los jueces son personalmente responsables por los delitos de
cohecho, falta de observancia en materia sustancial de las leyes que reglan el
procedimiento, denegación y torcida administración de justicia y, en general, de
toda prevaricación en que incurran en el desempeño de sus funciones.
Atienza, Manuel. 1993. Las Razones del Derecho, Teorías de la Argumentación Jurídica.
Madrid: Centro de Estudios Constitucionales.
Burke, Kenneth. 1969. A Rhetoric of Motives. Univesity of California Press. (1a. ed. 1950:
Prentice-Hall, Inc.).
Ehninger, Douglas. 1974. Influence, Belief and Argument. Glenview, Illinois: Scott,
Foresman and Company.
Fearnside & Hother. 1959. Fallacy : the counterfeit of argument. USA: Prentice-Hall.
Perelman, Chaim & Lucie Olbrecht Tyteca. 1958. La Nouvelle Rhétorique: Traité de
l'Argumentation.Hay varias ediciones, e.g. 1976, Bruxelles, l'Université de Bruxelle: Traité
de l'Argumentation: La Nouvelle Rhétorique. Hay traducción al espeañol en Gredos, 1990.
Toulmin, Stephen, Richard Rieke y Allan Janik. 1979. An Introduction to Reasoning. New
York: Mcmillan.
van Eemeren, Frans, Rob Grootendorst & Tjark Kruiger. 1987. A Handbook of
Argumentation Theory. Holanda/USA:Foris Publications.
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