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Emilio Rivano. De la Argumentación. Santiago: Bravo y Allende Editores, 1999.

Contenidos

● Prefacio

● Persuadir y Convencer

● Forma y Razón en la Tradición Lógica

● Cuatro Lógicas Para el Análisis Argumental

● Lectura de un Neorretorico

● La Perspectiva Argumental

● Fracaso de la Racionalidad

● Ejercicios y Desarrollos

● Referecias Bibliograficas
Prefacio

Lo que llamamos argumentación y argumento no es un objeto definido del conocimiento,


sino un amplio espectro de posibilidades. De hecho, tampoco se trata de una gama de
objetos, en el sentido de entidades estáticas. Los argumentos pueden ser vistos con más
propiedad como actividades humanas, crecimientos específicos, y si bien habrá en ellos
ciertos elementos, rasgos y relaciones parcialmente en común, no comparten nada
esencial que deba elucidarse con insistencia. El intento de reducirlos todos a un común
denominador sólo deforma la realidad y produce gran confusión y alienación. Por otro
lado, los intentos esquemáticos, los modelos, los principios explicativos, deben también
ser tomados con cautela: como veremos, son ópticas apropiadas para ciertos fenómenos
argumentales, otros no. En forma general, en la expresión "teoría de la argumentación", el
término "teoría" debe leerse en primer lugar en el sentido descriptivo. No se trata de una
teoría explicativa de la argumentación, sino de un dar cuenta de diversos aspectos y
fenómenos en torno a esa variedad inagotable que son las prácticas argumentales.

En este texto se exploran algunas posibilidades. Una referencia unificadora de estas


incursiones la constituyen las ideas de Stephen Toulmin sobre el argumento y la lógica en
su The Uses of Argument. Otro origen: Wittgenstein, particularmente en On Certainty y
Remarks on the Foundations of Mathematics. Otro bagaje heredado: las ideas de mi
padre, sobre el mismo tema y, en parte, elaboradas como comentarios a Toulmin en su
Lógica Práctica y Lógica Teórica, pero, en forma más extensa, desarrolladas a lo largo de
sus seminarios en Lund, entre 1979 y 1986. Otras fuentes irán brotando por el camino.

Este libro surge de un curso que hemos dictado Gerardo Alvarez y yo para el postgrado en
lingüística de la Universidad de Concepción. Me alegra poder mencionar en este espacio
nuestro extendido intercambio en torno a la argumentación. El ha introducido los temas y
procedimientos de la así llamada neorretórica, que fluyen inicialmente de la obra de Chaim
Perelman y Lucie Olbrecht Tyteca. Lo que por mi parte he presentado en dicho curso es
básicamente lo que este libro contiene. El resultado ha sido un contrapunto estimulante y
productivo entre posiciones alternativas y muchas veces encontradas, experiencia en la
que también han participado y a la que han contribuido tres generaciones de estudiantes y
algunos colegas.

En el primer capítulo, "Persuadir y convencer", nos introducimos al amplio campo de la


argumentación por estas dos entradas clásicas. Estas se conciben por doquier como
propósitos, intenciones, logros, búsquedas del argumentador que constituyen supuestos
rasgos esenciales (rasgos definitorios, condiciones necesarias, naturaleza, etc.) de toda
argumentación. Es instructivo, entonces, repasar el significado de estos términos, esbozar
contextos obvios donde aplican, y desarrollar algunos primeros comentarios. Estos últimos
forman a veces un contrapunto con las definiciones iniciales. Como se verá, "persuadir" y
"convencer" no nombran nada esencial para toda argumentación, ni tampoco algo
necesariamente relevante. En primer lugar, los términos son vagos y amplios, nada
definido ni unificado se deja nombrar por ellos, sino un conjunto abierto de posibilidades.
Así, el tipo de convicción o persuasión, si alguno, que buscan, por ejemplo, un cura con el
sermón a su congregación, un informe económico en la gerencia de una empresa, una
madre al advertir a su hijo, un político al argumentar contra un opositor, un deudo en un
discurso fúnebre, un profesor al enseñar una materia, un vendedor al ofrecer un producto,
etc. - ¿qué guardan éstos en común? Por otro lado, los contextos múltiples de
argumentación no son caracterizados por estas funciones indefinidas de convencer o
persuadir. Muchas veces, aquello simplemente no está en juego; y cuando lo está, no lo
está en términos de una función abstracta o genérica, sino como algún propósito
particular, algún logro específico, etc. y dar cuenta de eso puede resultar importante o no
para describir el contexto del caso.

En el segundo capítulo, "Forma y razón en la tradición lógica", se introduce el argumento


desde la perspectiva lógica. Esto constituye tanto una herramienta como una referencia
básica para todo estudio sobre el argumento y la argumentación. La lectura de estos
alcances elementales de la lógica, la disciplina que se ha encargado del argumento, su
estructura, su forma, elementos y relaciones, no requiere de conocimientos especializados.
En este capítulo también se introducen las ideas de Toulmin, como un desarrollo
específico que se desvía de la tradición.

El tercer capítulo contiene la aplicación de cuatro lógicas argumentales a un breve texto


argumentativo. Estas son cuatro maneras distintas de acercarse al argumento. La primera,
la lógica factual, es básicamente una aplicación del modelo de Toulmin, es decir, la
descripción de la forma y calidad justificatoria del argumento, descripción que toma como
centrales las dimensiones factuales del argumento, los hechos y campos específicos desde
donde surgen las argumentaciones. La segunda, la lógica retórica, es el análisis del
argumento desde los tópicos o lugares comunes. Como se verá, estos tópicos se conciben
como transiciones típicas establecidas en el colectivo. De modo que, más que 'lugares
comunes', se trata de procesos comunes que el retórico emplea para mover a su
audiencia. La tercera lógica es la elaboración de un juego semiformalizado en el que se
articula el tipo de argumento en cuestión. Así como las otras lógicas, esta suerte de
cálculo para el argumento aporta su propios elementos y relaciones al análisis. Una cuarta
lógica se aplica en ciertas disputas que vienen a comentar las lógicas empleadas: se trata
del esquema de los pros y los contras, un esquema clásico para las discusiones.

El capítulo cuarto es una lectura comentada de un artículo de Charolles, a quien


catalogamos como un 'neorretórico'. Se contraponen aquí una manera neorretórica de
formatear el argumento y tratar el asunto de su definición, por un lado, con maneras,
ideas y aplicaciones a partir del modelo de Toulmin y también comentarios diversos desde
una postura antiesencialista, por el otro. Este capítulo concluye con ciertas notas
filosóficas, en las que se articula en forma más extendida esta postura y se aprecia el
contraste radical que ésta guarda tanto con la tradición, como con la percepción cotidiana
de ciertos temas que conectan con la argumentación, tales como entendimiento,
pensamiento, conciencia, forma, regla, definición, idea y conocimiento. Estas notas son de
clara inspiración wittgensteineana.

En el capítulo quinto se introduce la idea de perspectiva argumental como una


herramienta para dar cuenta de contextos donde encontramos posiciones argumentales
alternativas para un mismo asunto. Esto conjuga temas anteriores, tales como la noción
de garantía y campo argumental en Toulmin, la noción tradicional de pertinencia
argumental y la de estrategia retórica.

El último capítulo, "Fracaso de la racionalidad", plantea que el apoyo de las garantías


cotidianas, las premisas de uso generalizado, va muchas veces a dar al poder: el apoyo
argumental, más allá de la academia, no suele ser racional, bajo estándares tradicionales.
El apoyo es un apoyo de hecho, no de derecho ante la corte de la razón.
Una primera lectura de este texto resultará seguramente más instructiva y menos
enigmática si se produce de acuerdo al orden dispuesto para sus secciones, de comienzo a
fin. El libro contiene una sección de ejercicios y desarrollos, los que son pertinentes
especialmente en conexión con ciertos capítulos y temas del cuerpo central. Esto se marca
en el texto para las excursiones en cada caso.
Persuadir y Convencer

Contenido

1. Perspectiva gramatical
1.1. Razón-emoción, contemplación-acción
1.2. La audiencia
1.2.3. La ilusión de los rasgos definitorios
1.3. Topologías de las disputas
1.3.1. Antigüedad y neoevolucionismo.
1.4. La demostración

Notas

0. Sobre el argumento, propiamente, tratarán secciones posteriores. Por ahora interesa


discernir un par de matices discursivos. Se trata de los fenómenos relacionados con la
persuasión (y disuasión), por un lado, y los relacionados con la convicción, por el otro. La
distinción no es en absoluto tajante y sólo bajo ciertas consideraciones, y a veces
estipulaciones más o menos artificiosas, se logrará producir el efecto de una separación
clara entre ámbitos distintos. De modo que una distancia crítica ante las subsecciones que
siguen es necesaria. Los puntos se presentan como descripciones parciales y postulados,
pero todos ellos están sujetos a una discusión más extensa. El propósito principal aquí es
despertar el pensamiento en torno a estos temas.

1. Perspectiva gramatical. Una primera aproximación a la distinción entre 'persuadir' y


'convencer' la ofrece la gramática misma de estos términos. Se observará, por ejemplo,
que una persuasión se padece (como algo impuesto), mientras que una convicción se
tiene (como algo obtenido). El carácter pasivo del paciente de la persuasión contrasta con
el carácter activo del paciente de la convicción. De allí, por ejemplo, que si bien podemos
decir tanto (a) A ha persuadido a B, como (b) A ha convencido a B, el papel de B en
(a) difiere del papel de B en (b). Se trata de dos papeles distinos: en (a) B ha sido
persuadido, en cambio, en (b) B se ha convencido. Produce rechazo decir en (b) que
B ha sido convencido, como también produce rechazo decir en (a) que B se ha
persuadido. El objeto en (a) es un PACIENTE AFECTADO, en cambio en (b) el objeto
es un PACIENTE-ACTIVO, es decir, un PACIENTE AUTOAFECTADO o REFLEXIVO.

Por otro lado, el papel de A también difiere en (a) y (b). Así, por ejemplo, si 'A persuade',
el acto de A tiene un carácter progresivo. En cambio, si 'A convence' el acto tiene un
carácter final. De modo que una afirmación como 'A está persuadiendo a B' fluye mejor
que una afirmación como 'A está convenciendo a B'. También contrasta el carácter externo
de la relación de persuasión con el interno de la relación de convicción: en 'A persuade a
B' cabe la posibilidad de que B no sea afectado internamente, no sea persuadido. Mientras
que en 'A convence a B' esa posibilidad queda excluida. En este segundo caso, B ha sido
afectado necesariamente.

Otra realización de este contraste gramatical entre 'persuadir' y 'convencer' se aprecia en


la naturalidad con que fluye una afirmación del tipo 'A fue persuadido en un primer
momento, pero luego cambió de opinión', en contraste con la secuencia más aberrante 'A
se convenció primero, pero luego cambió de opinión'. La opinión parece ser algo
difícilmente transable, luego de producirse una convicción.

1.1. Razón-emoción, contemplación-acción. A primera vista, puede decirse: La


convicción implica un proceso activo, racional y reflexivo, por parte del participante
paciente. La persuasión implica un proceso pasivo, irracional e irreflexivo, por parte del
participante paciente.

Podría decirse: La propuesta persuasiva apela a alguno, en una gama de mecanismos


psicológicos sin mediación protagónica de la razón. Las persuasiones tienen que ver con
nuestras emociones. La propuesta en una convicción, en cambio, apela a la razón, es
decir, hace un llamado a la revisión crítica, explícita, tanto del argumento o los
argumentos a favor, como los argumentos en contra de la propuesta o tesis.

Podría decirse: Sólo se logra la convicción en una audiencia despierta, mientras que se
logra la persuasión en una audiencia dormida. Pero aquí 'despierta' significa 'despierta la
razón', y 'dormida', 'dormida la razón'. Desde la perspectiva de las emociones habría que
decir: se logra la persuación cuando los motivos priman sobre las razones. Y ese, todo
indica, es el estado humano normal en la acción.

La persuasión tiene como finalidad la acción sin mediación protagónica de la razón. En


tanto el intento de convencer, si bien puede tener como finalidad la acción del otro, hace
escala, por así decirlo, en la revisión crítica del asunto. El intento de convencer está
mediatizado por la razón. Es en este estado contemplativo donde la convicción se realiza.
De modo que podremos convencernos de algo que implicaría obrar de un cierto modo, y,
sin embargo, no obrar así, por estar disuadidos de hacerlo, por ser motivos nuestros más
básicos incompatibles con nuestra convicción. Es el momento de las racionalizaciones, es
decir, la producción de razones ad hoc para neutralizar nuestra convicción racional. Por
otro lado, no podremos estar disuadidos o persuadidos de hacer algo y al mismo tiempo
no hacerlo por estar convencidos de obrar de modo distinto.

La convicción trae consigo un estado contemplativo, previo a un eventual acto en


consecuencia. La persuasión trae consigo en forma directa el acto consecuente.

(Bajo el término 'propaganda' se comprende una gama riquísima de formas de la


persuasión. Bajo el término 'ciencia' o 'conocimiento' se comprende una gama de formas
de la convicción. La propaganda es una práctica persuasiva. La ciencia es una práctica
racional. Esto no implica, claro, que no tengamos ciencia en la propaganda y propaganda
en la ciencia).

Lo anterior, sin embargo, da por sentado lo que se entiende por "racional" y "razón". Y
transforma en cosa tautológica el que la convicción nazca de un proceso racional. Estos
serán puntos críticos en desarrollos posteriores.

1.1.1. Una tesis pasa a formar parte del conocimiento de un individuo. Una propuesta
persuasiva pasa a formar parte de sus preferencias (tendencias y creencias superficiales).
De modo que, al ser exigidos, tendríamos que poder reproducir la explicitación de una
convicción. No así de nuestras persuasiones.

Tanto las tesis como las propuestas persuasivas afectan el sistema de actitudes del
individuo, es decir, el conjunto de inclinaciones.

Tanto el agente de la persuasión como el de la convicción puede planificar la formulación


de sus propuestas. Pero mientras en el persuasor no se explicita este proceso, en el
convencedor sí se explicita.

Pero, ¿qué quiere decir 'explicitar' aquí? Porque tanto en el intento de persuasión como en
el de convicción tenemos la manifestación de un proceso. Todo está a la vista. Uno apela
a la aceptación intuitiva, emotiva, inmediata de los contenidos y la propuesta; el otro, a la
revisión crítica de los contenidos que justifican una tesis.

Se nos sugiere: La soltura con la que se aferra una propuesta por vía persuasiva contrasta
con la firmeza con que se aferra una propuesta por vía del convencimiento. Las
persuasiones, se dirá, van y vienen; las convicciones, en cambio, se quedan.

Sí, pero ¿dónde "se aferran"? ¿dónde "se quedan"? Porque si nuestra perspectiva es la de
los hábitos, tenemos razones de sobra para pensar que lo que se aferra firmemente aquí
a nuestra conducta son justamente las persuasiones, los argumentos retóricos, las
preferencias irreflexivas, las seducciones del mercado, etc. Es decir, lo anterior nadie lo
cuestionará desde una perspectiva platonizante, de dientes para fuera, y todos lo
rechazarán en la realidad, en lo que importa a nuestros actos cotidianos, en lo que orienta
nuestra conducta efectivamente, de dientes para adentro.

Entonces lo que se sugiere es que la convicción de la razón no se aferra a nosotros como


lo hacen las persuasiones, que se configuran en los ambientes de nuestras emociones.

1.2. La audiencia. "Convincente" y "persuasivo" son términos relativos a una audiencia


particular. Serán entonces atributos justificados en la medida en que se produzca la
convicción y la persuasión en la audiencia. Así, Agustín nos dice que el interlocutor es
persuadido si:

le gusta lo que prometes, teme lo que anuncias como inminente,


odia lo que censuras, abraza lo que recomiendas, se arrepiente de lo
que sea que presentas para su arrepentimiento, se alegra de lo que
dices es causa de alegría, simpatiza con aquéllos cuya miseria tus
palabras depictan, evita a quienes le adviertes evitar...y de cualquier
otro modo que tu elocuencia pueda afectar las mentes de tus
auditores, no sólo haciéndolos saber lo que debe hacerse, sino
haciéndolos hacer lo que saben que debe hacerse. (De Doctrina
Christiana; citado en Burke, 1969:50)

Con 'persuasivo' se asocian los mecanismos retóricos del argumento. Pero la retórica y la
persuasión van mucho más allá de lo verbal. De modo que un abrigo de piel sobre una
dama podrá persuadir a un burócrata de atenderla bien, por resultarle verosímil que se
trate de una persona con influencia y poder, y esto último hacer muy posible una
consecuencia negativa, en caso de no tratarla bien, y posible una consecuencia positiva,
en caso de tratarla bien.
1.2.1. Un argumento podrá ser coherente, consistente, racional -de acuerdo a ciertos
criterios- pero no será por sí ni 'convincente' ni 'persuasivo', sino sólo relativo a una
audiencia. Una persona será convincente o persuasiva en la medida que así resulte su
argumentación. Lo que se implica con esta distinción entre argumento, por un lado, y
argumentación, por el otro, se irá decantando en el curso de estos desarrollos.

Pero ¿no es un argumento convincente en la medida en que sea racional, es decir, en la


medida en que responda a las exigencias formales de la racionalidad, de la lógica? El
asunto es este: para una audiencia que considera la forma lógica del argumento como el
criterio fundamental de aceptación, obviamente un argumento formalmente correcto
producirá la convicción deseada. Esta es una audiencia de matemáticos, por ejemplo, o de
lógicos, o filósofos. Pero las audiencias son variadas y los criterios de aceptación varían de
audiencia en audiencia, de auditor a auditor. También varían estos criterios, como
veremos, de campo argumental a campo argumental. La caída de un cuerpo al suelo
podrá ser cosa probable para un filósofo o lógico, pero necesaria para un físico; un caballo
con alas será asunto posible para un lógico, pero imposible para un biólogo; un terremoto
convencerá a una tribu del poder de su airado curandero; un accidente bastará para
convencer a alguien de la verdad del Tarot; una manera de hablar será razón suficiente a
una audiencia para garantizar la credibilidad del orador; etc.

Digamos, por ahora, que el argumento encontrará una definición más técnica que la
argumentación (aunque haya en algunos autores modernos el intento de formalizar las
condiciones de toda argumentación, por ejemplo, en Charolles, 1980, texto que
comentaremos más adelante).

1.2.2. En Perelman (1983:§6) encontramos un desarrollo particular y de inspiración


aristotélica sobre pesuadir y convencer. Citemos brevemente en lo que importa a la
audiencia:

Nous proposons d'appeler persuasive une argumentation qui ne


prétend valoir que pour une auditoire particulier et d'appeler
convaincante celle qui est censée obtenir l'adhésion de tout être de
raison. La nuance est assez délicat et dépend, essentiellement, de
l'idée que l'orateur se fait de l'incarnation de la raison. (Ibíd.:p.36).

(Proponemos llamar pesuasiva a la argumentación que no pretende


validez más que para una audiencia particular, y llamar convincente
aquélla que busca obtener la adhesión de todo ser racional. El matiz
es leve y depende, esencialmente, de la idea que el orador se haga
de la encarnación de la razón).

Lo que se postula aquí, entre otras cosas, es un doble curso en la audiencia. Por un lado,
está la audiencia en cuanto objeto de persuasión del orador, por el otro, está el mismo
auditorio en cuanto realización del universal racional, i.e. objeto de convicción del orador.
El retórico podrá confiar tanto en la irracionalidad como en la racionalidad de su audiencia,
de acuerdo a lo que convenga en la argumentación.

No negaremos la vigencia de la distinción entre audiencia real y audiencia ideal en el


análisis clásico y como una distinción eventualmente pertinente para descifrar ciertas
argumentaciones concretas y aclarar ciertas confusiones. Sin embargo, como veremos, el
estatus de una eventual audiencia ideal es cuestionable. Es cierto que el orador puede
apelar a los cánones lógicos (conceptuales, semánticos, formales, etc.) del discurso en un
momento dado, pero la argumentación es específica: no es frecuente el caso, más allá de
los muros de la academia, en el que la argumentación se torne puramente "racional", es
decir, en el que la argumentación se defina, se decida, se aplique con exigencias de
racionalidad lógica ajenas al campo de argumentación del caso particular o independientes
de éste. Alguien podrá argumentar a la audiencia ideal que la causalidad en la naturaleza
es sólo probable, que es sólo probable que al chocar una bola de billar en movimiento con
otra en reposo la primera le transmita movimiento a la segunda. Algo así podrá ser
probable para la audiencia ideal, pero esa es una audiencia de vacaciones, como diría
Wittgenstein. Cuando un asunto como qué ocurre con el movimiento y los objetos se
plantea, no son esos criterios de "racionalidad pura" los que importan, sino los del campo
específico de argumentación, sea éste, por ejemplo, un asunto para físicos o una discusión
entre muchachos en un salón de pool.

Por otro lado, como veremos, está en cuestión que dichos criterios de "racionalidad pura"
sean pertinentes en absoluto en las argumentaciones.

1.2.3. La ilusión de los rasgos definitorios. Cuando los términos 'persuasión' y


'convicción' aparecen en conexión con la argumentación, se implica por doquier que éstos
nombran algo constitutivo o definitorio, atributos o rasgos esenciales, condiciones de
adecuación, etc., de toda argumentación. Esa es una inercia que hay que combatir:
convencer o persuadir no son propósitos universales de toda argumentación. Los
propósitos que eventualmente participan en un contexto de argumentación son diversos e
incontables. Por otro lado, no es necesario que se tengan propósitos cuando se
argumenta. No es necesario incluir actos mentales, como los propósitos, en el análisis y la
descripción. También podríamos decir: lo que se entiende por 'propósito' requiere criterios
colectivos, intersubjetivos, externos, etc. de aplicación; no se trata de actos mentales. Ese
será un tema que desarrollaremos más adelante.

Revisemos mínimamente algunas especificaciones que den forma más concreta a estas
supuestas funciones de convencer y persuadir. Por ejemplo, 'convencer' es un verbo con
tres participantes: alguien convence a otro de algo. Piénsese en el otro: ¿de quién se
trata? Puede tratarse del interlocutor, o de una audiencia presente, o una audiencia
incierta (futura, remota, imaginaria), o ninguna audiencia (como cuando uno busca
razones para hacer o no hacer algo). Por ejemplo, un político disputa con otro opositor, no
para convencerlo, sino para convencer a los votantes. Pero no necesariamente: el político
puede buscar el ridículo de su opositor, o la lástima de (parte de) su audiencia, o su ira.
Son obviedades de la retórica y la dialéctica. Piénsese en la estratagema número 8 que
recomienda Schopenhauer en su Dialéctica Erística :

Provocar la cólera del adversario, pues, en su furor, no será capáz de


juzgar correctamente y percibir su propia ventaja. Se irrita su cólera
haciéndole, sin disimulo, algo injusto, vejándolo y, sobre todo,
tratándolo con insolencia.

Los propósitos específicos y sus tipos son incontables. A veces se está argumentando, no
para convencer al otro, sino para defenderse del otro. Otras veces, se argumenta
conjuntamente para encontrar una respuesta a un asunto. Otras, para lucirse. Otras, para
ocupar tiempo. Otras, para despertar sospechas. Otras, para instalar un rumor. Otras,
para hacer noticia. Es decir, 'convencer' no está en juego en estos casos.

Considérese ahora ese algo del marco básico de 'convencer': ¿de qué se trata? Aquí la
tradición insistirá que se trata de una tesis. ¿Qué es una tesis? Notemos que las
propuestas para la convicción son de carácter muy variado: opiniones, imperativos a la
acción, exhortaciones, admoniciones, evaluaciones, deseos, valoraciones, demandas de
todo tipo, imputaciones, calificaciones, explicaciones, definiciones, identificaciones. La lista
no termina, y bajo cada uno de los tipos mencionados se abre una nueva lista abierta de
miembros más específicos. Es decir, hablar de 'tesis' como un objeto de 'convencer' es
muy vago; aun no dice nada. Por otro lado, se aprecia en cada una de estas entradas que
su eventual participación en un contexto argumentativo dado no necesariamente se
produce como un objeto de convencer. Alguien puede argumentar para despertar un
deseo, o llamar la atención sobre una demanda, o sugerir una solución, o mencionar una
definición, o hacer una demanda, o acusar con una imputación, o lograr un sentimiento de
identidad, etc. ¿Qué se gana con reducir todas estas series a un nombre común como es
'convencer a la audiencia de una tesis'?

1.3. Topologías de las disputas. Vale la pena mencionar, aunque sólo sea
superficialmente, las distintas formas dialógicas en las que se dan ciertas disputas o
argumentaciones. Tenemos aquí una gama amplia; de hecho, un conjunto abierto de
topologías dialógicas. Las disputas configuran prototipos de prácticas argumentales, al
punto que algunos teóricos conciben la argumentación sólo en función de cierto tipo de
disputa, típicamente, los alegatos a favor y en contra de una tesis ante una audiencia.

En las prácticas jurídicas, por ejemplo, nos encontramos con configuraciones clásicas de
disputa ante un juez. Aquí las partes se enfrentan y el tribunal autorizado (el juez o
jueces, o un jurado) determina el resultado de la disputa. Este fallo se obtiene luego de un
proceso argumental adicional en el que se cotejan las posturas enfrentadas y se llega a
una resolución a favor de uno u otro lado en el asunto. Los propósitos o los motivos que
llevan a las disputas son incontables: demandas de todo tipo, cuestiones de derecho, de
legalidad, de perjuicio, de responsabilidad, de deber. Idealmente, en las prácticas jurídicas
el proceso debe ser justo: ambas partes de la disputa deben tener la oportunidad de
exponer y ser escuchados y considerados igualmente. En la realidad, sin embargo, como
se sabe, se dista mucho de lograr un procedimiento justo. Idealmente, el juez juzga de
acuerdo a un código o conjunto de normas, leyes y definiciones. Idealmente, también, la
deliberación es pertinente al tipo específico de disputa. Sólo entonces cabe decirse que la
sentencia resuelve jurídicamente el caso. Las soluciones salomónicas, entonces, no son
prototipos de resolución jurídica, aunque sí terminan con la disputa: partir un bebé por la
mitad ante la demanda de dos mujeres por su maternidad, dándole una mitad a cada una,
no es una resolución jurídica. Sin embargo, no es el uso de poder lo que descalifica a
Salomón como juez, en este sentido. En un sistema jurídico, propiamente, la autoridad del
juez es rasgo constitutivo, como también el poder tácito del juez de contar con un aparato
que haga efectiva la resolución del caso. El problema con esta solución salomónica es que
no es pertinente a la disputa del caso: las mujeres, las partes disputantes, no estaban
alegando por una distribución equitativa de los quilos del bebé, o sus miembros, sino por
su maternidad integral. De la pertinencia que guardan la deliberación y sentencia de un
juez con la disputa del caso se dice que es asunto de la lógica. Como veremos (e.g. infra,
"Forma y Razón en la Tradición Lógica": 3; 3.1.), la reverencia que el jurista hace a la
lógica debe examinarse: lo que está en uso en la deliberación justificatoria no es la lógica
formal o teórica, la lógica de corte matemático, a pesar de que la opinión generalizada en
esta materia es que es justamente esa lógica la que finalmente establece esta pertinencia,
sino una lógica aplicada o práctica, una lógica factual, como la llamaremos, en la que los
criterios de adecuación no vienen de las alturas teóricas y formales de esta disciplina, sino
de los campos mismos desde donde surgen los alegatos y argumentos.

Otras formas básicas de la disputa, y emparentadas con las anteriores, se dan en las
negociaciones: las partes argumentantes se hacen mediatizar por un intermediario que no
tiene facultades para fallar, sino que cumple la función de facilitar el diálogo y apunta a la
negociación o el compromiso de las partes para alcanzar un acuerdo entre éstas. Se
puede decir que las partes de una negociación son también jueces en la disputa: la
conclusión del proceso de negociación, el compromiso o acuerdo, es un constructo de los
disputantes, un acuerdo mutuo.

Parecidas a estas últimas son las consultas a mediadores terapéuticos de todo tipo
-familiares, sentimentales, sexuales- en las que el mediador puede ser un profesional
entrenado para estos efectos, o un virtuoso natural, o un curandero espiritual, o un
charlatán, o un amigo que pasaba por ahí, cuyo papel básicamente es el de ser el receptor
espejo de las demandas y quejas de las partes con vistas a alcanzar, en primer lugar, una
visualización o reflejo de los intereses y características en conflicto, y, luego, eventuales
soluciones por medio de la terapia del caso.

Múltiples casos dialógicos cotidianos también se enmarcan en topologías de disputa. Aquí


puede haber jueces, como una pequeña audiencia de amigos que aplaude o ríe a favor de
uno u otro en un bar, o en una fiesta, o en la casa, o simplemente un tercero cualquiera
que toma el papel de mediador o de juez en una disputa entre dos.

1.3.1. Antigüedad y neoevolucionismo. Vale recordar, por último, algunas formas


clásicas de disputas sofísticas de la Grecia Antigua. Resaltan los dissoi logoi, o argumentos
de doble curso: es posible argumentar a favor o en contra de cualquier tema. Los sofistas,
primeros educadores sistemáticos de occidente, entrenaban a sus alumnos en el arte de la
discusión desde esta posibilidad del pro y el contra. El propósito de esta educación era
práctico: se trataba de preparar al alumno en el arte de la interacción pública, de modo
que pudiera hablar con propiedad y salir con ventaja de los incontables contextos
confrontacionales de su vida. Son los sofistas, entonces, los primeros teóricos de la
argumentación y los tratados aristotélicos posteriores de retórica y dialéctica son, en
buena medida, logros de esta tradición. Así, en su Retórica, Aristóteles nos señala que la
retórica es útil porque hace posible defender los contrarios, es decir, defender posiciones
encontradas con respecto a un mismo tema. Citemos:

...de las demás artes, ninguna saca conclusiones contrarias sino sólo
la dialéctica y la retórica, pues ambas tratan igualmente de los
contrarios. (I,1:1355a)

Demás está decir que la herencia socrática, ética, orienta todo el texto. Así, en el mismo
desarrollo, concluye:

No es que sean iguales los objetos contrarios de que se trata, sino


que siempre lo verdadero y lo bueno son naturalmente de
razonamiento mejor tramado y más persuasivo. (ibíd.)
Un comentario obvio con respecto a esto último se refiere al supuesto que trae: lo bueno
y lo verdadero, como puntos absolutos de referencia (objetos preestablecidos, etc.).
Justamente este supuesto es lo que estaría en cuestión desde que se puede argumentar
razonablemente en pro de contrarios. El punto es que las posiciones encontradas se
adjudicarán ipso facto la verdad y el bien, y no hay criterios que no sean argumentales
(de 'campo argumental', como veremos) para determinar lo verdadero y lo bueno: lo
verdadero, lo bueno, lo bello, es lo que triunfa, lo que se instala como tal en la disputa, y
en la interacción y convivencia, en general. Por cierto, calificativos como "sofista",
"demagogo", "retórico", han pasado al vocabulario de lo dislógico, lo repudiable, lo que
debe combatirse o al menos advertirse para no ser afectado. Un logro nada despreciable
de la vertiente socrática del pensamiento. Pero la lucha se plantea muchas veces por
establecer quién es el demagogo del caso, y esto lo determina una audiencia, audiencia
que, más veces que no, se deja llevar en esto por el demagogo del caso. Estos temas
serán abordados en desarrollos posteriores.

Con Sócrates, la forma de la disputa es particular: su técnica consistía, en parte, en


interrogar insistentemente a su interlocutor sobre la definición de los términos empleados
y las implicaciones de los conceptos, comprobando incoherencias, paradojas,
contradicciones, aporías en las tesis por éste planteadas. El propósito de Sócrates no era
práctico, como con los sofistas. No se trataba de obtener una ventaja relativa y contextual
en la argumentación; se trataba nada menos que de la búsqueda de la verdad.

Ya sabemos cómo reaccionó la sociedad ante una exigencia así, algo análogo a cómo
reaccionara siglos después ante la exigencia de amor de un Jesús. En ambos casos, se
trataba de absolutos problemáticos. Podemos esbozar interpretaciones encontradas sobre
lo que les ocurre a estos personajes: se trata de un mecanismo de castración social ante
empresas vacías, disfuncionales; se trata de un mecanismo de reacción social ante
empresas liberadoras, revolucionarias. ¿Cómo, si no a través de argumentos para uno u
otro lado, podrá inclinarse el juicio sobre la adecuación de una u otra postura?

Peor aun: muchas veces no hay criterios externos (objetivos, intersubjetivos, etc.) para
determinar o evaluar las disputas. Detallemos un poco más una tercera interpretación,
más acorde con los enfoques neoevolucionistas de la cultura. En Sócrates, por ejemplo,
tendríamos una figura que encarna programas para el comportamiento humano
(instrucciones para la acción) tales como ciertos conceptos de justicia y de razón (y los
comandos de base que imponen estos programas en la acción): "sé justo", "condena la
injusticia", "actua de acuerdo a la razón", "juzga bajo cánones racionales", etc. Estos
programas se enfrentan a otros en el caldo cultural de la Grecia de Sócrates, otros
aparentemente más primitivos, más arraigados en la sociedad, otros tales como "busca tu
propio bien", "busca tu placer inmediato", "elimina al otro si ofrece peligro, oposición".
Estos últimos programas se encargan de matar a Sócrates. Por otro lado, los programas
"socráticos" no mueren porque muera una de sus máquinas. Muy por el contrario: una de
sus estrategias consiste en convertir estas derrotas parciales en victoria final, asunto de
táctica y estrategia, digamos. Porque al cometer la sociedad injusticia a Sócrates, de
acuerdo a sus propias predicciones y caracterizaciones, ésta no hace sino confirmar a
Sócrates en tanto alternativa de vida, de coherencia, estabilidad, predecibilidad, valor. La
lucha de los programas no se da en el marco temporal de una generación humana, sino
en la dimensión histórica.

Otro tanto podría decirse de la figura de Jesús. Y considerando la siniestra historia de la


Iglesia Católica, bien cabría concebir esta secta como un grupo de infiltrados: se trata de
simulacros de cristianos. La programación "cristiana" tiene tal éxito que los programas
precedentes opuestos y enemigos terminan por adaptarse, acomodarse al nuevo formato,
por pura conveniencia, supervivencia, parasitismo. Así podemos ver la figura de
Constantino y lo que ocurre en Roma con la transición al cristianismo. Desde la
perspectiva neoevolucionista, se trataría de estrategias de disfraz: la programación
precristiana del Imperio se pone piel de cordero para soportar la tormenta de los nuevos
rebaños. Tipos de efectos sociales y psicológicos de esto: ambigüedad, contradicción,
doble curso en las interpretaciones y en la acción, hipocresía, esquizofrenia, etc. Ahora
bien, como se dijo, esta línea interpretativa neoevolucionista, enfrentada a otras
perspectivas de interpretación, se adjudica ipso facto la verdad (adecuación, validez, etc.)
de sus contenidos. Y no hay criterios externos para determinar cuál óptica es la correcta.
Luego, no se puede hablar de 'correcto' en este contexto. Se trata de ópticas alternativas.
Los nuevos tiempos traen ópticas particulares: son los nuevos cuentos de la ciencia
humana sobre la humanidad.

1.4. La demostración. La demostración es el establecimiento de la conclusión deseada a


través de un proceso inferencial. En forma más generalizada, por 'demostración' cabría
entenderse el acto a través del cual se logra la convicción. Estos actos demostrativos son
formas varias para establecer una certeza o creencia, típicamente, actos verbales a favor o
en contra de alguna propuesta, afirmación, opinión, exhortación, orden, etc., o para
alcanzar una tesis, para establecer una distinción, para revelar una aporía, etc. Los medios
y propósitos específicos son incontables. Por otro lado, los actos demostrativos no
necesitan ser hablados, pueden ser actuados (actuación, mímica, gesticulación, danza,
movimientos), indicados (mostración), escritos o señalizados de alguna manera (lenguajes
visuales y tactiles - e.g. dibujo, vestuario, maquillaje, caricia) o simplemente realizados
(manufactura, culinaria, etc.). Estos actos aparecen inscritos en lo que siguiendo a
Wittgenstein podríamos llamar juegos del habla: contextos varios donde el entendimiento
humano está operando. Es decir, un acto demostrativo no es algo que se defina a priori
como tal, sino que acontece como tal en un contexto humano dado. Por razones que no
podremos sino sugerir por medio de la expresión "alienación de la cultura letrada de
Occidente", la demostración se ha asociado desde siempre con los medios verbales
-"argumentales"- de la comnunicación humana.

Entre otras, el término 'argumento' nombra una variedad de formas en las que se
manifiestan intentos de demostración. Estas formas pueden ser caracterizadas en
términos generales con la bipartición propuesta-fundamento. Es decir, algo se propone o
afirma (una fórmula del saber, una fórmula para la acción, una fórmula para la valoración,
una fórmula para la evaluación) y aquello que se propone se basa en otras cosas. El
argumento es la unidad propuesta-fundamento. Es frecuente, mas no en este estudio,
usar los términos 'argumento' o 'razón' para designar la parte 'fundamento' de este
constructo. Se habla, por ejemplo, de un argumento o razón a favor de una tesis, en el
sentido del fundamento que la avala.

Del fundamento de un argumento se dice que es el apoyo racional de la propuesta:


aceptado el fundamento, la propuesta queda firme en nuestra convicción.

¿Por qué queda firme? ¿Qué se entiende por apoyo racional? Esas son cuestiones de cuyo
planteamiento se desprende un elemento paralizante: cualquier respuesta satisfactoria
estaría implicando lo que se proponen explicar. En todo caso, son preguntas que más vale
enfrentar luego de haber revisado algunos modelos explicativos sobre el argumento.

Notas

- Un argumento es un todo de partes. El mecanismo que opera en el argumento ha sido


estudiado con éxito desde Aristóteles (Primeros Analíticos). En Toulmin (1958), como
veremos, tenemos una reformulación del modelo aristotélico o silogístico, una suerte de
puesta en escena del silogismo (en la escena jurídica o justificatoria). Nada parecido
tenemos con respecto a la argumentación, sino el conglomerado de esquemas
argumentales en la Retórica de Aristóteles, que reformulan Perelman y Olbrecht-Tyteca
(1958). También en Aristóteles, en Tópicos y en De Refutaciones Sofísticas, tenemos, por
un lado, una revisión de los tópicos o lugares comunes que pueden servir de puntos de
partida en la argumentación y, por el otro, la revisión de las falacias o argumentos fallidos
con apariencia de validez, lo que también se trata en Perelman y Olbrecht Tyteca (ibíd.) y
que encuentra tratados muy instructivos en Schopenhauer (1864) y Rivano, J. (1966).

- Para una visión general de la persuasión, especialmente desde la perspectiva de las


actitudes y normas de conducta, ver Reardon (1981/91).

- Ver también Ehninger (1974:cap.I) para un desarrollo afín al de esta sección, pero en
términos de influencia sobre creencias y conductas.

- Observemos, finalmente, que la subsección 1.1. contiene un argumento implícito -que


cabría calificar de realismo lingüístico- en términos de un procedimiento que deriva
fenómenos reales a partir de propiedades lingüísticas. Cabría revisar tal implicación,
empresa que no emprenderemos acá, pero que puede servir como ejemplo de argumento.
La referencia obvia es el argumento conocido como la hipótesis de Sapir y Whorf, como
también el supuesto básico de toda filosofía lingüística.
Forma y Razón en la Tradición Lógica

Contenido

2. El argumento: forma y validez


2.1. Validez y verdad
2.2. Inferencia
2.3. Forma
3. Toulmin: lógica de hecho y de derecho

1. Sólo cabe especular sobre el tipo de hecho o fenómeno que es la convicción por vía
argumentativa. Estamos ante una variedad concreta de fenómenos. No se trata de la
convicción, como algo que se repite idéntico cada vez que resulta apropiado nombrar así
el hecho. Las convicciones varían de acuerdo a los contextos específicos en los que
emergen. Algo logra afectar en nosotros una percepción clara (intuición lógica, razón
humana, hábito de regla, conocimiento subsidiario...) de la firmeza que une ciertas
proposiciones que aparecen en contextos comunicativos diversos. Las proposiciones del
caso son de cualquier índole (de tipo cognitivo (del saber), volitivo (imperativos a la
acción), valorativo (juicios estéticos, éticos), religioso (de creencias)); en ellas, una cierta
firmeza une la secuencia total en cada caso. Podemos ver en la secuencia (que siempre
cuenta con un grado de elipsis) una apelación implícita a una regla del lenguaje. Esta
apelación puede ser formulada así: "si aceptas esto (fundamento), tienes que aceptar esto
otro (propuesta), basado en las reglas pertinentes del lenguaje para este caso". Aquí
"regla del lenguaje" quiere decir "regla de uso" i.e. norma de cómo funcionan las premisas
y conclusiones en una situación comunicativa particular.

1.1. Sobre esos múltiples contextos comunicativos comentaremos más adelante. Es sobre
las formas de la convicción y, en especial, las formas de las proposiciones cognitivas que
llevan a la convicción que trataremos ahora. La disciplina encargada en Occidente de las
formas válidas del argumento es la lógica. En lógica, se entiende por 'argumento' un
constructo simbólico que representa el conjunto de elementos y relaciones que participan
en la formación de las proposiciones-tesis (principalmente proposiciones cognitivas).

(La lógica es un ejemplo clásico de metalenguaje, por lo que se filtrará una ambigüedad
en el uso del término 'argumento': se entenderá por argumento tanto el complejo mismo
que se produce en una argumentación, como el constructo simbólico que se usa para
representarlo. Es más, la teoría lógica se elevará, desde su despegue en Aristóteles, a
alturas insospechadas, hasta llegar a concebir el argumento como formas universales de
validez, con realidad propia, independiente de la experiencia. Este es un tema que
Toulmin resalta en su Introducción (1958:2-3) y se comenta y desarrolla en Rivano J.
(1984))

La lógica comienza en Aristóteles como 'la ciencia de la demostración', como la episteme


de la apodeixis. (Aristóteles: Primeros Analíticos en el Organon. Ver Toulmin íbid.:1-2; Van
Eemeren et al. 1987:Cap.2; Rivano, J. 1984). Aquí cabe todo un desarrollo acerca de la
apodeixis en los tiempos de Aristóteles y en sus textos y de cómo la lógica ha pasado de
ciencia de la argumentación, como concebiblemente la concebía Aristóteles, a la disciplina
formal que es hoy, a una rama de las matemáticas. Porque en Aristóteles la
argumentación es la actividad de la que se nutre la lógica (llamada 'análisis' en los textos
griegos): hay una episteme o ciencia, que tiene por objeto de su saber esa práctica
(praxis) que es la apodeixis (argumentación, demostración, justificación, son conceptos
indistintos en este origen). No hay una escisión entre la ciencia, su objeto, la realidad, y la
técnica o arte, así como se manifiesta en lógica moderna. En esta última el objeto de la
lógica son las formas lógicas, entidades abstractas, sin conexión clara con la realidad, más
bien, de una supuesta realidad lógica propia (a priori, trascendental, etc.). Esto, sin duda,
no deja de deberse al logro formal que es la teoría del silogismo en Aristóteles.

2. El argumento: forma y validez. La lógica se autodefine como un medio de


verificación argumental: la lógica está encargada de establecer la validez de los
argumentos. Un argumento es una secuencia de proposiciones (afirmaciones), una de las
cuales, la conclusión, se propone como una consecuencia lógica (lógicamente deducible)
de otras, las premisas. Veamos ejemplos:

(A) p1 Marcelo Ríos es un lingüista o Noam Chomsky es un tenista

p2 Marcelo Ríos no es un lingüista

c luego, Noam Chomsky es un tenista

(B) p1 algunos lingüistas son chomskistas

p2 algunos psicólogos son lingüistas

c luego, algunos psicólogos son chomskista

Tenemos en A(p1) una disyunción general: alguien es L u otra persona es T. En A(p2)


tenemos un hecho particular, un dato: ese alguien no es L. Dada la disyunción general y el
dato particular se concluye en A(c) que esa otra persona es T. Los argumentos, entonces,
producen propuestas, a saber, que ciertas conclusiones se obtienen de ciertas premisas.
Es tarea de la lógica establecer los tipos de argumentos que producen conclusiones
válidas. En lógica, esta tipología es algo que se obtiene por vía de la forma argumental,
independientemente de los contenidos específicos de la proposiciones constituyentes.

2.1. Validez y verdad. Para responder a la pregunta "¿qué es una argumentación


válida?" cabe distinguir entre 'validez de un argumento', por un lado, y 'verdad de su
conclusión', por el otro. No todo argumento válido produce conclusiones verdaderas (e.g.
(A) arriba) y no todo argumento que produce conclusiones verdaderas es válido (e.g. (B)
arriba). Hay, entonces, argumentos válidos con premisas falsas (A) y argumentos inválidos
con premisas verdaderas (B).
La validez de un argumento es asunto distinto de la verdad de las proposiciones
constituyentes (premisas, conclusión). En lógica, de un argumento se dice que es válido,
es decir, que su conclusión se extrae lógicamente (sin otra mediación que el
entendimiento) de las premisas, no que es verdadero.

En un argumento válido, si las premisas son verdaderas, también lo es la conclusión,


necesariamente.

Obviamente, de las combinaciones posibles destaca el argumento que es tanto válido


como verdaderas sus premisas:

(C) todo organismo es mortal

las bacterias son organismos

luego, las bacterias mueren

La lógica moderna se limita a estudiar validez. Es tarea de otras disciplinas la de obtener


premisas verdaderas (confirmadas). Es decir, la premisa general, o premisa mayor "todos
los organismos son mortales" no se establece por lógica. Será asunto, eventualmente en
este caso, de la biología establecer la verdad de una generalización así.

2.2. Inferencia. También podemos decir: La lógica estudia las condiciones bajo las
cuales ciertas conclusiones pueden ser establecidas o inferidas en forma válida a partir de
ciertas premisas. La inferencia es el transcurso de esta operación lógica. Así, entonces,
podemos reformular un argumento como (C) arriba en una secuencia condicional: el
esquema (C) es equivalente al enunciado "si todo organismo es mortal, y las bacterias son
organismos, entonces, necesariamente, las bacterias mueren". Hemos transformado (C)
en un enunciado condicional de la forma "si...entonces...", donde el lugar del antecedente
lo ocupan las premisas y el del consecuente la conclusión.

La lógica, desde esta perspectiva, puede ser descrita como la teoría de la inferencia y de
la relación de consecuencia en la que la inferencia se basa.

2.3. Forma. Al desarrollar su teoría de la inferencia, entonces, la lógica considera los


argumentos sólo con respecto a su forma, no su contenido: la validez de los argumentos
no sólo es independiente de la verdad de sus premisas, sino de los contenidos mismos en
cuestión, de los infinitos tópicos que pueden argumentarse.

No se pretende entregar un test de validez para cada argumento con tópico distinto. La
validez, por el contrario, se comprende como validez formal (universal), y las condiciones
para la inferencia válida son condiciones formales de la inferencia válida.

La lógica se limita a aquellos argumentos cuya validez depende exclusivamente de su


forma lógica y de la forma lógica de la proposiciones que los componen. El argumento
enunciado pasa a considerarse como una instancia de las formas argumentales válidas
correspondientes.
2.3.1. Si bien no existe acuerdo o descripción satisfactoria de lo que se entiende por
forma lógica, bastará comparar A' y B' para percibir los rasgos centrales del asunto:

(A') llueve o brilla el sol p o q

no llueve no p

luego, brilla el sol luego q

(B') todos los lingüistas son chomskistas todos los M son P

todos los fonólogos son lingüistas todos los S son M

todos los fonólogos son chomskistas todos los S son P

donde p y q denotan proposiciones y S, P, y M denotan clases.

Las anteriores son formas válidas de inferencia. Llénense los espacios variables en las
distintas fórmulas con cualquier contenido idóneo y se obtendrá un argumento
formalmente válido.

3. Toulmin: lógica de hecho y de derecho. Toulmin (1958) reformula la figura


silogística en términos de ciertos casilleros funcionales que toda buena argumentación
justificatoria debe articular. Si la forma lógica constituía la columna vertebral de la
evaluación del argumento desde la tradición lógica, la forma jurídica, el proceso
justificatorio en los tribunales, constituye la norma para la evaluación del argumento en el
modelo de Toulmin.

Toulmin formula la función de la premisa mayor en términos de lo que él llama 'garantía'.


Una garantía es una regla general, una licencia que me permite ir de un caso dado, un
hecho o algo que se da como verdadero, a una conclusión. Esta función de lo dado, del
hecho, que Toulmin llama 'dato', corresponde a la premisa menor en la versión silogística.
Por ejemplo, yo sé que todos los chilenos menores de edad necesitan una autorización de
sus padres para salir del país. Esa es una garantía, un principio general. Al momento de
enfrentarme a un dato, un hecho como la salida de un menor, puedo afirmar (concluir,
instruir, ordenar, demandar, sentenciar, sugerir, etc.): necesita autorización de sus
padres. Pasé del dato a la conclusión por vía de la garantía. La garantía, por su parte,
deriva de un 'apoyo' o 'respaldo', que es la base empírica (trátese de un código legal, una
teoría científica, un estudio estadístico, una costumbre arraigada, etc.) desde donde surge
la garantía. La función de apoyo, entonces, es una categoría relativamente novedosa en el
esquema argumental.

Por otro lado, la función de apoyo algo recuerda al tekmerion, es decir, la categoría que
nos remite a los fundamentos, razones o base empírica para una opinión, creencia, tesis,
etc., categoría que circula en Grecia en forma generalizada ya en la era de los sofistas.
La garantía es una licencia formal, una instrucción automática que me permite extraer
conclusiones. Pero su sentido, su lugar de origen, sus modalidades, campo específico de
donde surge, es el apoyo, que ya corresponde a otra dimensión. En el apoyo está toda la
información pertinente para la garantía. En este caso, el apoyo es el texto legal, el código
donde se establecen las normas jurídicas que estipulan los requisitos para la salida de un
menor del país. Allí encontraremos excepciones y otras cualificaciones a la norma general
que formula la garantía. Estas cualificaciones deberán reencontrarse en la conclusión: la
conclusión está siempre cualificada en función del apoyo del argumento del caso. Así, por
ejemplo, el código contempla casos de niños sin padres, o casos de padres imposibilitados
para emitir la autorización, etc. Todo eso deberá aparecer en la conclusión del argumento,
de ser necesario.

La anterior es una presentación simplificada del modelo argumental de Toulmin.


Volveremos a aplicar e insistir sobre el modelo en desarrollos posteriores. Se observará
que la figura es la silogística, pero ahora en un terreno específico. La conclusión no
aparece como algo ya contenido en las premisas, sino como algo con valor práctico,
informativo; un aporte con sentido, no una mera tautología o redundancia. No es sólo la
forma argumental lo que está operando para dar validez al argumento, sino los contenidos
mismos del argumento en cuestión. Es en la dimensión de los hechos, dimensión explícita
en las funciones de apoyo y dato del modelo, donde el argumento se articula.

3.1. Ya hemos advertido que la pertinencia de las deliberaciones y las sentencias con
respecto a los casos particulares se ha tratado tradicionalmente en derecho como asunto
de lógica. El modelo de lógica implicado, sin embargo, es de corte formal: es la lógica de
los lógicos, la lógica teórica, la que finalmente avalaría la pertinencia del caso.

Toulmin ha levantado un modelo de análisis argumental basado en las prácticas jurídicas,


basado en el tipo de proceso justificatorio de los argumentos que se ventilan en los
tribunales. En este modelo, la lógica de corte matemático es reemplazada por una lógica
práctica o fáctica, que mejor se aplica a los argumentos así como éstos de hecho se dan y
tienen curso en las argumentaciones. El alegato real nunca es formal, sino sustancial: las
categorías del caso se rigen por los criterios específicos de aplicación del campo
argumental en curso. Por lo demás, esto siempre ha sido así: los argumentos apelan a los
criterios específicos de las cuestiones tratadas, no a criterios universales y abstractos. Así,
por ejemplo, un juez debe determinar si es posible que un cuerpo humano salga con vida
y aparentemente sin daños luego de una caída de 100 metros. El juez consulta a un
experto. El fisiólogo asegura al juez que aquello es imposible, que la estructura ósea del
cuerpo humano no puede resistir una caída así, etc. La categoría de 'imposible' está
siendo usada desde criterios específicos para el asunto. No se trata de un imposible a
secas, en abstracto. No hay nada de contradictorio en decir "cayó de una altura de 100
metros y se paró y siguió su camino". Pero nuestro juez no está interesado en la categoría
de imposible en términos puramente formales, el imposible sin materia alguna, sin
aplicación específica, el imposible de las matemáticas. El juez no ha llamado a un
matemático o a un lógico para consultar sobre el significado formal de la categoría de
imposible. No hay nada de contradictorio o imposible, formalmente, en que una persona
caiga 100 metros y siga tranquilamente su camino. No es inimaginable que así ocurra. Sin
embargo, en los argumentos reales, no es el asunto formal, abstracto, inmaterial, lo que
está en juego, sino algo concreto y específico. Eso es imposible como hecho fisiológico, no
como mera posibilidad conceptual o formal.
En sus desarrollos críticos, Toulmin ha insistido en esta dimensión práctica de los
argumentos, haciéndonos ver lo que siempre hemos practicado, a saber, que los asuntos
que nos ocupan al argumentar son asuntos reales, sustanciales. Su intento es a la vez un
intento de devolver la lógica al terreno práctico del que nace, a ser una ciencia de la
práctica argumental (una episteme de la apodeixis). La lógica, nos sugiere, es
jurisprudencia generalizada.

* *(Ver "Analítico-sintético" en Ejercicios y Desarrollos)


Cuatro Lógicas Para el Análisis Argumental

Contenido

I. Lógica Factual III. Lógica Semántica

1. Esquema de análisis 1. El argumento como juego


1.2. Explicaciones 1.1. Semántica del imperativo
1.2.2. Paráfrasis y fórmulas conectivas de no quedarse atrás
como criterios de adecuación 2. Disputa.Pro1
2. Comentarios 2.1. Contra-Pro1

II. Lógica Retórica: 2.2. Contra-Contra-Pro1


la argumentación a través de los tópicos 2.3. Pro2
2.4. Contra1
2. Esquema de análisis
2.5. Contra-Contra1
2.1. Términos del análisis
3. Disputa. Pro1
IV. Comentario Final
3.1. Contra1
3.2. Contra-Contra1 Apendice
3.3. Pro2
3.4. Contra-Pro2
3.5. Contra-Contra-Pro2
3.6. Contra2
3.7. Contra-Contra2

1. En este capítulo se aplican y comentan cuatro lógicas o gramáticas argumentales,


es decir, cuatro maneras diferentes de describir el fenómeno argumentativo.
También podríamos hablar de cuatro perspectivas hacia el fenómeno, o
dimensiones del mismo.

El texto argumentativo donde articularemos tres de estas lógicas es una comunicación


firmada por la tesorera y el presidente de una junta vecinal (ver Apéndice), en la que se
solicita a los vecinos que aumenten en 1.000 pesos la cuota mensual que éstos pagan por
concepto de vigilancia del lugar. Lo que interesa acá, en primer lugar, es el párrafo que
comienza con la frase "Desde hace dos años" y termina con la frase "para exigirles aún
más en sus obligaciones". Citemos la parte relevante:

Desde hace dos años que nuestros Vigilantes Privados reciben la


misma remuneración, en consecuencia que el IPC anual fue del
orden del 17%. Considerando que ellos, como cualquier persona,
sufren de apremiantes necesidades, solicitamos a usted autorizar el
aumento de su cuota mensual en $1.000 (mil pesos), lo que además
nos respaldará para exigirles aún más en sus funciones.
En este párrafo se encuentra la argumentación central del texto. Otros aspectos, como el
intento de obtener un compromiso formal a través de la puesta de nombre, número de
carnet de identidad, dirección, suma a aumentar, y finalmente, la entrada más fuerte,
firma del vecino en cuestión, serán dejados de lado.

Las lógicas o gramáticas que articularemos serán: (a) lógica factual, (b) lógica retórica y
(c) lógica semántica. Una cuarta lógica de la argumentación será aplicada en las
"disputas" de las lógicas retórica y semántica. Es decir, esta cuarta lógica no se aplica al
texto argumetativo recién citado, sino a las lógicas que analizan dicho texto. Sin embargo,
la exposición de esta cuarta lógica, más allá de lo que diremos aquí, quedará implícita. Se
trata del esquema de los pros y los contras sobre un tópico (tema), esquema clásico de la
disputa sofística clásica y académica en general, y expuesto últimamente por Naess
(1960). Su aplicación es tan obvia que no requiere mayor explicación. En breve, se trata
de la posibilidad de tomar dos posiciones frente a un tema, una "pro" (a favor), y la otra
"contra" (en contra). Cada posición puede pasar a ser tema, de modo que para cada
posición se abren dos opciones, una "pro" y una "contra". Y así sucesivamente. El número
y tipo de posiciones que se puede tomar es indeterminado. En términos de los contextos
de habla que se dejan modelar por la perspectiva del pro y el contra, destacan, por un
lado, la variante desimplicada, pro y contra (pro et contra), donde alternamos como
participantes libremente entre los argumentos a favor y los argumentos en contra de una
tesis, sin habernos definido inicialmente por uno u otro lado, y, por el otro, la variante
interesada, pro o contra (pro aut contra), donde cada participante ha definido su posición
a favor o en contra de una tesis que se debate. Desde una perspectiva más
individualizante, destacan, por un lado, el contexto donde la revisión de los argumentos es
pro et contra, i.e. desimplicada, y, por el otro, el contexto donde la revisión de los
argumentos se efectúa con vistas a definir una posición, i.e. pro aut contra, sopesando los
argumentos a favor y en contra entre sí con vistas a llegar a una definición.

***

(Ver "Pro, Contra..." en Ejercicios y Desarrollos)

I. Lógica Factual

1. Llamaré 'lógica factual' al análisis de los textos argumentativos a partir del modelo de
Toulmin (1958), debido a la prevalencia que aquí tienen los 'Datos' y el 'Apoyo' del
argumento, categorías que nos remiten a la dimensión de los hechos. Pero la aplicación
será algo distinta a las que encuentro en Toulmin. En especial, tenemos encadenamientos
argumentales, y la propuesta de dividir el argumento principal en "caso", por un lado, y
"sentencia" o "juicio", por el otro. También difiere esta aplicación en la no codificación de
los Apoyos para el caso que analizamos: en Toulmin la codificación del Apoyo se da por
apego al modelo jurídico, donde el Apoyo nos remite siempre a un código (estatutos,
leyes, textos constitucionales), rigidez innecesaria en la aplicación generalizada del
modelo. (Desarrollos introductorios a Toulmin (1958) se encuentran en e.g. Rivano, J.
1984; Toulmin et al, 1979; van Eemeren et al, 1987; Atienza, 1993).

2. Esquema de análisis. El texto argumentativo en cuestión consta de dos argumentos,


uno de los cuales es principal. El argumento principal puede ser analizado como un
argumento en dos partes: el caso y la sentencia, respectivamente. Esquematicemos:
Argumento Principal

(1) Caso o alegato (esquema de razón):

G: Remuneración debe incrementar de acuerdo al IPC

(=Potencial de consumo del sueldo debe mantenerse)

(aludida en "ellos, como cualquier persona, sufren de apremiantes


necesidades" i.e. 'las necesidades básicas son constantes')

A: (implícito) Funcionamiento de mecanismo salarial

D2: El IPC anual ha incrementado en un 17%

D1: Remuneración de vigilantes no ha incrementado durante dos


años

C: Remunaración de vigilantes debe incrementar en 2X17%

(2) Juicio o sentencia (esquema de acción):

G: Remuneración de vigilantes debe incrementar (=Conclusión de


alegato)

D: Usted es quien paga la remuneración de los vigilantes

C: Usted debe pagar incremento

Argumento Secundario

("el aumento de su cuota mensual...nos respaldará para exigirles aún más en sus
funciones")

G: Exigencia laboral puede aumentar si remuneración aumenta

A: (implícito) Norma y procedimiento laboral

D: Aumentaremos remuneración (=Conclusión de argumento principal)

C: Podremos aumentar exigencia laboral

2.1. Es obvio que el modelo permite una variedad de versiones en su aplicación. Otra
versión de lo mismo es, por ejemplo (para el argumento principal):

Argumento Principal

caso:

G: salarios de todos deben seguir el IPC


A: justicia económica básica/necesidades básicas constantes

D: salarios de los vigilantes no han seguido al IPC

C: los vigilantes deberían aumentar su salario de acuerdo al IPC

auto-sentencia:

G: todos los salarios deben seguir el IPC

D: nosotros pagamos el salario de los vigilantes

C: nosotros debemos pagar el salario de los vigilante de acuerdo al IPC

Trabajaremos con la primera versión, esbozada en 2.

2.2. Explicaciones. En los cuadros anteriores, hemos llenado los casilleros funcionales
del esquema de Toulmin. Estos son: Garantía (G), Apoyo (A), Dato (D) y Conclusión (C).
Como se aprecia, una Garantía es una licencia, un permiso que nos dice "si esto, entonces
también esto otro", o "todos los x son también y". La Garantía es en su naturaleza
puramente formal. Un Apoyo, en cambio, es el cuerpo de contenidos desde donde emana
la garantía. El Apoyo nos remite al mundo empírico, al mundo sustancial, a
investigaciones, a un código, a un texto, a supuestos sociales, a normas sociales que
todos aceptan. La Garantía formula una implicación o generalización a partir de un Apoyo,
estableciendo así un puente para pasar de un dato específico a una conclusión. El Dato es
un hecho puntual del mundo empírico, una información parcial que se subordina a la
generalización formulada en la Garantía. Dado el dato y aceptada la Garantía, estamos
autorizados a operar con la Conclusión. La Conclusión aparece como un enunciado
justificado en el esquema. Por otro lado, el esquema deja al descubierto los fundamentos
de la justificación, por lo que abre las propuestas al examen crítico. Comentemos, por el
momento, el argumento principal.

En el texto en cuestión, la Garantía del argumento principal es "los sueldos deben


reajustarse de acuerdo al costo de la vida" (o, lo que es lo mismo, "todos los sueldos se
reajustan al son del IPC" o "si ud. recibe un sueldo, entonces su sueldo se reajusta", etc.).
La fórmula específica para nombrar la Garantía poco importa. Importa, sin embargo, para
reflejar en forma clara las relaciones lógicas del argumento en cuestión, mantener
constantes los valores de las posiciones una vez fijos éstos. Especialmente, deben
mantenerse constantes o al menos identificables la formas del sujeto y el predicado de la
garantía (o el antecedente y el consecuente de la Garantía), ya que de allí se desprende el
aspecto formal de la conclusión (el hecho de que allí reencontremos al predicado o al
consecuente de la garantía). La fórmula empleada aquí para nombrar la Garantía es
REMUNERACION DEBE INCREMENTAR DE ACUERDO AL IPC. Como vemos, reencontramos
este predicado en la Conclusión, que es REMUNERACION DE VIGILANTES DEBE
INCREMENTAR EN 2X17% (=DE ACUERDO AL IPC).

Una Garantía se sustenta en un Apoyo, que es la base concreta desde donde surge la
Garantía. El Apoyo, como hemos dicho, se constituye por conglomerados de hechos
reconocidos, estatutos, códigos, otras normalizaciones más o menos explícitas en la
comunidad. Lo que constituye un Apoyo varía de acuerdo al campo argumentacional: en
ciertos argumentos, un Apoyo es un estudio estadístico, en otros, estudios antropológicos,
en otros, estudios psicológicos, mediciones, observaciones, registros, opiniones y
creencias aceptadas. La Garantía es una Conclusión generalizante a partir del Apoyo. (La
Garantía es como un billete, el Respaldo es su valor en el sistema económico: Usted
puede comprar con este papel-billete (G); porque así se lo permite el sistema económico
del lugar (A)).

2.2.1. Lo anterior resume las funciones del "caso" o "alegato" en curso en el texto en
cuestión. Al alegato le sigue una sentencia, también empaquetada en forma argumental.
En la sentencia entra la Conclusión del alegato, reformulada ahora como Garantía y otro
Dato, a saber, el hecho de que es cada uno de los vecinos que con su mensualidad
determina el sueldo de los vigilantes. Esto da lugar a la sentencia o Conclusión final, ya en
la dimensión de la acción: usted debe pagar el incremento. Se observará que la forma
argumental no ha cambiado significativamente al ir de alegato a sentencia. Pero el
contenido de la sentencia es un llamado a la acción, mientras que el alegato se mantiene
en un terreno contemplativo. El movimiento que une al alegato con la sentencia es
"reflexione y luego obre en consecuencia", fórmula que captura un movimiento que
aparece como central en la argumentación en general, de acuerdo al modelo lógico
tradicional y también lógico-factual.

2.2.2. Aplicación recursiva del modelo y fórmulas conectivas como criterios de


adecuación. No comentaremos mayormente los apareamientos o correspondencias que
cabe establecer entre el texto mismo, por un lado, y las funciones del esquema
argumental, por el otro. El tema requiere de un desarrollo de envergadura. Necesitamos
un instrumento que realice el tránsito entre trozos del texto original, por un lado, y los
contenidos de las funciones argumentales en el esquema, por el otro. También se requiere
un instrumento que coteje la forma argumental del texto original en relación a la forma
del esquema analítico.

Por ejemplo, ¿cómo leo o extraigo del texto en cuestión la Garantía del caso? La
sugerencia en el esquema es que ciertos trozos del texto aluden a la Garantía. De modo
que la Garantía REMUNERACION DEBE INCREMENTAR DE ACUERDO AL IPC, sería aludida
por el trozo "ellos, como cualquier persona, sufren de apremiantes necesidades",
interpretada como "las necesidades básicas son constantes" (por lo que no podemos
retroceder en capacidad de consumo, etc.). Pero se advertirá que esto es aún muy débil
como para configurar un método para establecer las correspondencias en cada caso.
Básicamente, el anterior es un procedimiento de paráfrasis, en donde, si es necesario, se
reformula el contenido del texto argumental para que cumpla con las demandas del
esquema teórico. Hasta allí, bien. Pero, ¿cuáles son los criterios para determinar la validez
de las paráfrasis? Este hilo de consideraciones tiene el aspecto clásico de un infinito
insuperable de objeciones.

Un método para establecer la paráfrasis es la aplicación del mismo esquema argumental,


esta vez para este otro propósito. Es decir, un uso recursivo del modelo. Así, podemos
parafrasear (en forma analítica, por puro entendimiento del lenguaje) el enunciado
"cualquier persona sufre de apremiantes necesidades" en términos de "las necesidades
básicas son iguales para todos" y de allí, dado lo que sabemos sobre el costo de vida y los
sueldos, y dadas ciertas premisas sobre el tipo de justicia que debe organizar estas
materias, podemos saltar a la conclusión "los sueldos deben mantener su capacidad de
consumo" o, lo que es lo mismo "los sueldos deben aumentar de acuerdo al IPC", que es
la Garantía del argumento principal. Se observará que esta manera de establecer la
paráfrasis que aparece en el esquema argumental es en sí un argumento, por lo que está
expuesta al tipo de exigencias y revisión que el modelo de lógica factual permite e
impulsa. Esta recursividad en el análisis, entonces, es un procedimiento para el
establecimiento de la interpretación argumental, como también para su evaluación.

2.2.2.1. Por otro lado, un criterio para la adecuación formal del esquema vis-à-vis el texto
argumental se presenta en el uso de los conectores lógico-discursivos. Por ejemplo, en el
texto que analizamos nos encontramos con la fórmula [...la misma..., en consecuencia
que...], i.e. "...nuestros vigilantes reciben la misma remuneración, en consecuencia que el
IPC anual fue del 17%". Es decir, tenemos acá una de las variantes que organizan la
disparidad, la incongruencia, etc. del los contenidos (otras variantes son [..., pero...], [...,
y sin embargo...], [...igual, en cambio...], [...igual, siendo que...], etc. (Los espacios son
llenados por contenidos proposicionales). De modo que una fórmula del desequilibrio
aparece en el texto. Esto se conjuga con la discrepancia expresada en el esquema
argumental (del alegato del Argumento Principal) entre el Dato 1 y la Garantía. Es decir,
tenemos en las fórmulas conectivas lógico-discursivas un criterio de adecuación para la
forma argumental del esquema analítico.

Otra fórmula en el texto es [considerando que..., ...] i.e. "Considerando que ellos, como
cualquier persona, sufren de apremiantes necesidades, solicitamos a usted autorizar el
aumento...", es decir, una fórmula para ir de antecedente a consecuente, lo que se aparea
bien con los pasos que damos desde las Garantías, tanto en el alegato como en la
sentencia, a la conclusión de la sentencia.

De modo que cabe quizás esperar un cierto éxito en un instrumento que aparee fórmulas
conectivas textuales con forma argumental en el modelo.

3. Comentarios. Interesa rescatar del modelo de Toulmin las funciones de Garantía y


Apoyo. Sobre todo esta última es una función que no aparecía en tratamientos lógicos
anteriores (la función de Garantía, la premisa mayor en la tradición, en cambio, sí aparece
en críticas clásicas al silogismo). El modelo de Toulmin, puede decirse, reformula el
esquema silogístico tradicional, que es formal, en la dimensión de los datos, las licencias y
los apoyos a esas licencias. Es, sobre todo, en virtud de este último casillero funcional que
se percibe el carácter sustantivo del modelo de Toulmin: el apoyo nos remite al campo
específico de argumentación, donde encontraremos la base material desde la que emana
la garantía, y las cualificaciones específicas que la conclusión trae.

También podemos decir que el modelo de Toulmin apunta a la función general de


"convencer" por medio de la razón, función muchas veces central en la argumentación.

También hereda de la lógica tradicional el modelo de Toulmin lo que ésta tiene de


característico cuando se trata de su aplicación más obvia en textos argumentativos, a
saber, la demanda por la coherencia interna del texto. Esto es algo que, como veremos, el
modelo retórico, por ejemplo, no soluciona en forma clara o directa.

La lógica factual es a la vez una herramienta de análisis como una herramienta para la
intervención argumental. Es una herramienta para la descripción lógica de un texto
argumentativo, a la vez que es una herramienta para montar y desmontar argumentos.
(Este rasgo de utilidad, de poder ser elemento en la práctica misma del argumento, es un
rasgo que no se da con la misma fuerza y del mismo modo en otras lógicas
argumentales).

Por otro lado, hemos dejado sin mayor comentario el argumento secundario. Hay poco
que agregar al análisis del mismo. Pero se desprende del modelo de lógica factual la
disparidad temática entre el argumento principal y el secundario. Queda al descubierto el
carácter irrelevante de este segundo argumento en términos argumentales. Es decir, en
términos de una lógica factual, el argumento secundario poco importa a la sentencia del
caso (la Conclusión del argumento principal). Más bien parece este segundo argumento
contradecir al primero, lo que el modelo deja ver claramente. Así, el primer argumento nos
dice que no es más que justo que se les aumente el sueldo a los vigilantes; pero el
segundo nos dice que, haciéndolo, podremos exigirles más. Es obvio que esta mayor
exigencia no se justifica y contradice lo establecido en el primer argumento. Porque si el
aumento es justo, es justo por el trabajo realizado, no por trabajo adicional. Esto último
nuevamente transformaría la situación en injusta.

Como veremos, lo anterior es tanto una fuerza de la lógica factual, a saber, el hecho de
que nos permite detectar imparidades y otras incongruencias del texto, como una
debilidad suya, a saber, que no alcanza a darnos cuenta del papel real del argumento
secundario en cuestión en la secuencia total. Volveremos sobre esto en lo que sigue.

II. LOGICA RETORICA: la argumentación a través de los tópicos

1. En este capítulo se esbozará un modelo de lógica retórica. Las referencias más obvias
para un desarrollo así son Aristóteles (Retórica; Tópicos) y Agustín (De Doctrina
Christiana, Libro IV), este último sugerido por una lectura de Burke (1969: A Rhetoric of
Motives), texto que se recomienda igualmente como una visión penetrante del motivo
retórico en el pensamiento de Occidente. Un clásico es también la Dialéctica Erística de
Schopenhauer (1864), que a la vez es una introducción a los Tópicos. Un tratado
igualmente aplicado, pero crítico, más actual y próximo es el Contra Sofistas de Rivano, J.
(1966). Una línea más reciente de análisis, con puntos afines a lo que aquí se propone, se
da en estudios sobre "lógica natural" (Maier (ed.), 1989: Norms in Argumentation).
También en la así llamada nueva retórica (e.g. Perelman & Olbrecht-Tyteca, 1958 y
Charolles, 1980) encontramos esta dimensión en el análisis, entrelazada, a veces
confusamente, como veremos, con un análisis de corte lógico convencional.

2. Esquema de análisis. Por ahora interesa introducir una primera aplicación del modelo
y comentar las categorías empleadas. Estas aparecen en mayúsculas, marcando así su
estatus de complejos coordinados. Por ejemplo el tópico MISERIA ® SIMPATIA, nombra el
proceso común de despertar un cuadro de miseria un sentimiento de simpatía en quien
percibe el cuadro. El cuadro nos conduce a la simpatía. El esquema que sigue es (el
esqueleto de) un análisis de la estructura argumental del texto en cuestión, en el plano
retórico que nos interesa:

Movimiento Principal

TOPICOS METAS

(antecedente) (consecuente) (logro en audiencia)


MISERIA ® SIMPATIA OBTENER SIMPATIA

INJUSTICIA ® JUSTICIA EXIGIR

JUSTICIA

PEDIDO ® ENTREGA OBRAR ENTREGA

Movimiento de Cierre

PROYECCION POSITIVA ® DESEO SATISFACERSE

2.1. Términos del análisis. Por "tópicos", o "lugares comunes", entendemos la gama de
normas establecidas o "garantías" sociales de todo orden (estético, ético, protocolar,
regulativo...), que funcionan en la organización social. (Esto difiere de la manera como
Aristóteles desarrolla los tópicos, pero se inspira en ese desarrollo, combinándolo con la
noción de "garantía" en Toulmin y "norma" en análisis social). Así, en el movimiento
principal nos encontramos primeramente con el tópico MISERIA ® SIMPATIA, es decir,
alguien nos pinta un cuadro de miseria, el que lleva como concomitante suyo el
sentimiento de simpatía: la audiencia entiende el cuadro de miseria en la medida en que
entiende que a la miseria le corresponde la simpatía. Un segundo tópico en este
movimiento principal es INJUSTICIA ® JUSTICIA, es decir, la injusticia se percibe como un
estado de desequilibrio que debe equilibrarse. Concluyendo el primer movimiento,
tenemos el tópico PEDIDO ® ENTREGA, es decir, un par obvio de coordinación de
acciones. En el movimiento de cierre tenemos la proyección de algo positivo (la posibilidad
de que los vigilantes cumplan más y mejor), lo que se coordina con el deseo de que se
cumpla la proyección.

Otros ejemplos de tópicos, en este sentido, son CONSEJO SABIO ® ACATAMIENTO;


SITUACION PENOSA ® PENA; PELIGRO ® EVASION; PELIGRO ® TEMOR; PERSONAJE
RIDICULO ® RISA; RIDICULO ® VERGÜENZA; PERSONAJE PATETICO ® LASTIMA, etc.
También implicaciones conversacionales, como EXPRESION DE DESEO o de PROBLEMA ®
SUGERENCIA DE ACTO DE SATISFACCION o de SOLUCION, pueden constituirse como
tópicos en una situación retórica. Las secuencias de aperturas, cierres y otras secuencias
dialógicas mecanizadas, como SALUDO INICIAL ® SALUDO RESPUESTA; INTRODUCCION
DE TOPICO ® SEGUIDILLA; SALUDO FINAL ® CIERRE, etc., pueden también constituirse
como tópicos argumentales. Es decir, los tópicos son normas sociales que vinculan un par
de entidades, vinculación que permite establecer o inferir de una de ellas la otra y
manipular el vínculo en la comunicación persuasiva.

Es en este sentido, también, que se emplea el término "meta" para designar el logro
general de la inserción en cualquier tópico: el orador inserta a su audiencia en un tópico, o
lugar común de transferencia, para conducirla a una meta particular.

La meta es la última etapa de la figura básica. La meta es una consecuencia del


consecuente del tópico. Nótese que el tópico del argumento de cierre PROYECCION
POSITIVA ® DESEO, parece funcionar de consecuente a antecedente. Pero eso no es así.
Lo que aquí se llama antecedente y consecuente no se refiere a una relación lógica
(implicación), o cronológica-abstracta, sino al uso de un par adyacente en un orden
determinado, una cronología concreta. En este caso, lo que tenemos es la provocación de
un deseo a través de una proyección positiva. El par análogo a otros como PROMESA-
NECESIDAD y COMPROMISO-SOLICITUD: la PROYECCION (PROMESA, COMPROMISO) de
algo positivo, en el contexto del caso, pasa a ser conectada con un DESEO (NECESIDAD,
SOLICITUD) de eso mismo.

La evaluación posterior del DESEO es cosa abierta. Es decir, lo que pensemos del DESEO,
una vez suscitado éste, una vez llevados nosotros a este lugar del tópico en cuestión, es
asunto aparte. Lo que se quiere en este caso es que la audiencia busque satisfacer el
deseo proyectado (que los vigilantes cumplan más y mejor) a través del pago del
aumento. Pagar o no pagar está en control de la audiencia. Lo que está fuera del control
de los participantes, sin embargo, es que se produzca el par retórico en el contexto del
caso, es decir, que se produzca la conexión: Entender el mensaje del caso implica, entre
otras cosas, producir la parte adyacente (e implícita) del par en cuestión. El auditor de
neustro ejemplo participa en el tópico cuando va de la PROYECCION POSITIVA (la
representación en la que los vigilante cumplen más y mejor) a su DESEO (al deseo de que
se realice tal situación). El argumento retórico, entonces, es un ordenamiento particular de
tópicos ante una audiencia con vistas a obtener metas particulares, una de las cuales
aparece como la meta principal (lo que define al movimiento que la contiene como
principal).

Este ordenamiento particular viene en unidades llamadas "movimientos retóricos". Estos


son ciclos implícitos. Son, luego, "movimientos" tanto en el sentido más puntual de "mover
a la audiencia", como en el sentido global de pauta rítmico-retórica. Se advertirá que lo
que se denomina aquí "movimiento principal" y "movimiento de cierre" corresponde a lo
que en el análisis factual se llamó "argumento principal" y "argumento secundario",
respectivamente, para el texto argumental en cuestión.

3. Disputa. Pro1. El análisis retórico expuesto tiene la obvia ventaja de ser simple, tanto
por lo cotidiano de los conceptos que emplea, como en la sencillez de la configuración
básica: los tópicos son vinculaciones obvias, reconocidas por todos; las metas en cada
caso también aparecen como algo obvio y de fácil identificación. En análisis apela en
buena medida a nuestra competencia social y a nuestra intuición de los significados.

3.1. Contra1. Por otro lado, sin embargo, el análisis retórico expuesto requiere de algún
algoritmo para mapear trozos del texto de hecho, por un lado, en funciones retóricas
como las expuestas, por el otro (o viceversa). Así como se nos presenta el análisis
retórico, el algoritmo está implícito, apela a la intuición, al entendimiento de lo que ocurre
en un texto y contexto, pero queda fuera del análisis. Esa es a la vez su fortaleza y su
debilidad: por un lado, apela a principios tan obvios que no requieren de mayor
explicación (cualquier intento de explicitar sería más engorroso que lo explicitado), por el
otro, queda el análisis expuesto a un rechazo difícilmente apelable, porque no hay sistema
del que se deduzca, ni normas de aplicación.

3.2. Contra-contra1. Esto último, en todo caso, no aparece como algo totalmente
irremediable. En primer lugar, los tópicos no requieren de un sistema formal que los
ampare, sino, más bien, de consideraciones y estudios de carácter antropológico
(etnografía humana, micro-sociología, psicología social, etc.). La primera objeción, sin
embargo, se presenta como de dudosa solución: ¿cómo, en el análisis, pasar del texto
argumentativo a las funciones topicales?
3.3. Pro2. En un sentido, el análisis retórico es una suerte de interpretación de la
situación argumentativa en otro nivel: nos entrega un cuadro de lo que está sucediendo
en el plano de las normas establecidas, las intenciones individuales y los efectos buscados.
El cuadro se articula en "movimientos" retóricos, mecanismos que explican el
funcionamiento del contexto argumental en cuestión.

Aquí hay un contraste en el que vale detenerse, a saber, entre el diseño de lógica factual
expuesto y el de lógica retórica que exponemos. Porque, como se ha visto, lo que se
denomina en esta última "movimiento principal" y "movimiento de cierre", corresponde a
lo que en el análisis factual se llamó "argumento principal" y "argumento secundario",
respectivamente. Pero al indagar ya no principalmente sobre los contenidos de estos
movimientos o argumentos, sino sobre su relación, vemos que bien poco es lo que el
análisis factual puede decirnos, más allá de que se trata de una adyacencia argumental
con poca relación pertinente, en términos del rigor del análisis en cuestión (esto último,
sin embargo, apunta a la vez a una ventaja del análisis factual, como habíamos visto y
volveremos a ver). En este punto, en cambio, el análisis retórico tiene aparentemente más
que ofrecer. Porque los movimientos y combinaciones de movimientos en una amplia
gama de discursos argumentales extra-académicos responden a principios retóricos, no de
rigor argumental. Ese es el caso del texto que analizamos. De modo que podemos indagar
sobre el principio rítmico-retórico que sustenta la combinatoria en cuestión (los
movimientos principal y de cierre del caso), principio que en términos retóricos parece
obvio en nuestro caso: la meta de lograr que la audiencia "obre la entrega" (aumente en
1.000$ su cuota) se logra mejor en el contexto del caso si el argumento termina con una
audiencia "satisfecha" (este es, claro, un supuesto -implícito y seguramente inconsciente-
del argumentador). Es decir, el movimiento de cierre aparece allí para "dorar la píldora", o
como "señuelo", o como "incentivo", etc., algo no muy alejado de sus parientes en el
mercado de los productos comerciales, que para atrapar a un comprador prometen "dos
productos por el precio de uno", etc. Resulta aún prematuro establecer la forma final del
principio en cuestión, sobre todo, en caso de tratarse de un principio retórico más general,
lo que parece obvio. Desde la perspectiva de la audiencia, en todo caso, la conexión
general en juego vincula a "dar" con "recibir", y desde la perspectiva del argumentador
"pedido" con "promesa". En términos más dramáticos, el vínculo final de los movimientos
se establece entre "sacrificio" (la entrega) y "recompensa" la proyección o representación
positiva del futuro.

(Una diferencia interesante para una tipología del texto argumental se presenta en la
posición del anzuelo en el texto: en el texto que estudiamos, el anzuelo viene en el primer
movimiento, y el señuelo en el segundo. Esto parece adecuado al tipo de texto en
cuestión. Es muy frecuente, por otro lado, el texto argumental que presenta el señuelo al
frente y el anzuelo atrás (el orden propio de la pesca). El orden anterior parece ir bien con
el tipo de contexto en el que ocurre: un mensaje escrito y una situación práctica y formal.
Pero todo ésto requiere un desarrollo en sí)

3.4. Contra-Pro2. Por otro lado, estos principios rítmico-retóricos que unifican los
movimientos argumentales en un texto tendrán que analizarse desde una perspectiva y
con herramientas aún no establecidas en el análisis.

3.5. Contra-Contra-Pro2. Parece, sin embargo, prometedor atacar el problema desde la


pespectiva de principios retóricos, es decir, una suerte de licencias, leyes, o, para usar el
término de Toulmin, garantías, pero esta vez, implícitas, que establecen pasos adecuados
para ciertas metas, ya no intra-argumentales, sino trans-argumentales, o totales.

El estudio de estas garantías nos lleva tanto a la sociología como a la psicología, en


disciplinas como la etnografía del lenguaje, la antroplogía social, teorías de la acción y
teorías de la cognición.

3.6. Contra2. Por otro lado, el análisis retórico deja poco juego a una crítica que
podríamos llamar constructiva. Es decir, se constata la forma maquiavélica de la
argumentación, pero no hay mucho juego para una revisión de la fuerza argumental del
texto, la relación entre razones y conclusión. La lógica factual, por ejemplo, permite
ejecutar en forma automática preguntas sobre los Apoyos y las Garantías. Por ejemplo, el
Apoyo a la Garantía REMUNERACION DEBE AUMENTARSE DE ACUERDO AL IPC es
FUNCIONAMIENTO DE LA ECONOMIA SALARIAL. Esa es la función de dependencia que
rige a la garantía y aparece explícita en el análisis. De este modo, estos casilleros quedan
ipso facto expuestos a la revisión. Cabe, por ejemplo, cuestionarse estas premisas en un
sistema económico de "libre mercado" como el chileno, donde la economía salarial se
establece en acuerdos entre empleador y empleado con una mínima regulación estatal. De
modo que la Garantía no es tal, no estando el Apoyo que supuestamente la sustentaba:

-¿cómo que la remuneración debe aumentar de acuerdo al IPC?

-Bueno, es lo justo y así funciona la asignación de salarios en el país.

-¿De dónde sacó usted éso? No sabe que vivimos en una economía
de libre mercado, donde, entre otras cosas, los sueldos se regulan
con el solo acuerdo entre empleador y empleado?

Es decir, el análisis factual ha explicitado la Garantía del argumento y revelado su Apoyo.


De este modo quedan éstos expuestos a la revisión con los hechos, así como los concibe
el auditor. El análisis factual se presenta como más práctico en este sentido.

También, claro, en este mismo modelo factual, los Datos quedan a la vista como tales, de
modo que uno puede visualizar lo que se está tomando como evidencia o hecho:

-Bien, los sueldos de los vigilantes no han subido, pero mi cuota ha


subido tres veces en estos dos años ¿que ha pasado con el dinero de
la diferencia si no ha ido a dar a los sueldos de los vigilantes?

Esta última intervención argumentativa constrasta Dato (del argumentador) con Dato (del
argumentado). Esto último no es posible en el análisis lógico-retórico. Este no tiene
casilleros para los Datos con los que se construye el argumento.

3.7. Contra-Contra2. La utilidad del análisis retórico como instrumento crítico se da en


su propia dimensión. En la medida en que el modelo identifica a los tópicos con lo que
opera en un argumento dado, puede quien así los identifique juzgar lo adecuado de los
mismos para la situación del caso. Es decir, en la medida en que se identifiquen los
tópicos, se está en posición de no ser movido inadvertidamente por ellos, sino,
propiamente, convencido de su adecuación o inadecuación retórica en el contexto del
caso. Un instrumento así es de la mayor utilidad, en general en este mundo retorizante en
que vivimos, y en particular en culturas como la chilena, donde la mala retórica es el pan
de cada día.

III. Lógica Semantica

1. El argumento como juego. La lógica semántica opera a través de significados


lingüísticos. Deberá, entonces, seleccionar los vínculos semánticos principales del texto y
articular estos vínculos en un metalenguaje. En el desarrollo que sigue, el metalenguaje lo
constituye un cálculo semigráfico y semiformal muy simple. El cálculo no pretende ser más
que una ilustración elemental de análisis lógico semántico. Nos detendremos sólo en el
argumento principal. Específicamente, articularemos la parte que se corresponde con el
caso o alegato del análisis factual. El argumento secundario se constituye como otro
juego, a saber, uno en el que el grado de exigencia se regula por el monto de la
remuneración. No parece problemática la unificación de ambos juegos en uno que los
coordine y contenga. No será necesario tal intento, sin embargo. Revisemos el argumento
principal, para luego pasar a desarrollar el juego o cálculo que lo articula:

Argumento Principal

p1 ELLOS QUEDAN ATRAS EN SUELDO

(p2 NOSOTROS PERMANECEMOS (O AVANZAMOS) EN SUELDO)

r1 TODOS NECESITAN PERMANECER EN SUELDO

c ELLOS NECESITAN AVANZAR (PARA PERMANECER) EN SUELDO

Este es un esquema inferencial donde participan en forma principal los significados


"quedar atrás", "permanecer" y "avanzar". Se observará que la premisa 1 (p1, arriba)
corresponde al Dato 1 en el esquema de lógica factual. La regla (r1), por otro lado,
corresponde a la Garantía del alegato en el esquema factual. La premisa 2 (p 2) no tiene
correspondencia clara en el esquema factual. Se trata de una premisa aparentemente
superflua, en el sentido que en nada parece alterar la conclusión del caso. Sin embargo, el
contraste entre "ellos" y "nosotros" es parte del juego en cuestión (y "juego" es un buen
término para referirse al objeto de este análisis). La premisa 2 ejerce presión sobre la
conclusión y corresponde, en este sentido, al aspecto generalizante de la Garantía del
esquema de lógica factual en contraste con lo particular y contrafactual del Dato 1 en el
mismo esquema. Es decir, pone en relieve el contraste entre "ellos" y el resto.

1.1. Semántica del imperativo de no quedarse atrás. Desarrollemos una


formalización de los vínculos semánticos implicados en el esquema. Para ello, diseñaremos
un juego total, o cálculo, donde lo anterior se deduzca como teoremas de axiomas. Es
decir, formularemos un juego semántico donde inscribir al argumento en cuestión.

En principio, el mismo cálculo puede aplicarse a contextos donde aparecen expresiones


como "hay que echarle pa'delante", "hay que tirar pa'arriba", "más o menos", "ni bien ni
mal", "me estoy quedando atrás", etc. Es decir, contextos varios de equilibrio. Veamos las
reglas del juego:
Cálculo: elementos

movidas o funciones: quedar atrás/permanecer/avanzar

regla de formación: una movida por tiempo

regla máxima: no quedar atrás

individuos: n {a, b, c...}

posiciones

secuencia básica: [ni(f) en t1 y ni(f) en t2] = [un individuo


cualquiera (una función cualquiera) en un tiempo determinado y el
mismo individuo (la misma u otra función) en un tiempo
determinado y posterior al anterior)

semántica (funciones)

quedar atrás: ¬

permanecer: -

avanzar: ®

regla

máxima: computar (-) o (® ) después de cada movida

equivalencias

(® ) + (¬ ) = (-)

(® ® ) + (¬ ¬ ) = (-)

etc.

(--) = (-)

(-® ) = (® )

(-¬ ) = (¬ )

teoremas

i. si a(¬ ) en t1, entonces (® ) es imperativo para a en t2

ii. si a(-) en t1, entonces (-) o (® ) para a en t2


iii. si a(® ) en t1, entonces (¬ ), o (-), o (® ) para a en t2

iv. si a(¬ ) en t1 y a(¬ ) en t2, entonces (® ® ) es imperativo para a en t3

Ejemplo:

a= Pedro

y se cumple la secuencia: a(¬ ) en t1, i.e. Pedro ha queda atrás en t1

luego, Pedro debe obtener (® ) en t2

pero, Pedro obtiene (¬ ) en t2

luego, Pedro debe obtener (® ® ) en t3 (para obtener (-))

(Conviene ver el cálculo expuesto como una suerte de luche simple: lugares
cuadrangulares por los que se avanza, se retrocede, o en los que se permanece. Una
movida por tiempo y la máxima de fondo "no se quede atrás".)

2. Disputa. Pro1. Es obvio que la forma del cálculo se presta bien para la programación
de inteligencia. Es decir, un autómata podría incorporar una comprensión así y aplicarla
luego a situaciones varias.

2.1. Contra-Pro1. Pero esto último requiere de un mecanismo para interpretar la


situación dada como instanciación del juego en cuestión. Es el problema de aparear el
contexto original con el cálculo. Ese no es asunto simple. Como vemos, el juego no es un
cálculo a partir de significados expresos en el texto en cuestión, sino de significados que
ya constituyen una interpretación del texto. Estos son "permanecer", "avanzar", "quedarse
atrás". ¿Cómo hacer que un autómata ejecute tal interpretación a partir de un texto que
no emplea esos términos (u otros remotamente sinónimos)?

2.2. Contra-Contra-Pro1. Una posibilidad es que un cálculo así esté preprogramado en


el autómata para aplicarse en contextos económicos. De modo que el autómata reconoce
términos económicos e intenta una aproximación como la del cálculo que posee. Otras
pistas también podrían guiar a este autómata en su búsquea de una interpretación
adecuada.

2.3. Pro2. Como vemos, la complejidad argumental aquí se reduce a la instanciación de


una posición en el juego. De modo que será adecuada cualquier interpretación que refleje
esta posición. Así, los juegos posibles que interpreten adecuadamente la situación del caso
son una gama abierta. Una reducción así, lejos de ser reduccionista, es flexible a varias
interpretaciones, emparentadas en rasgos esenciales, como son el punto de equilibrio
implicado en el juego y la máxima de que la balanza no se cargue de un lado (sino más
bien, del otro). Esta apertura de juegos posibles parece no sólo psicológicamente amistosa
(por una supuesta variedad de estilos cognitivos), sino también sociológicamente
recomendable: la continuación del contexto (que es social) puede favorecer una
interpretación, sobre otra. Y la continuación del contexto que ha seguido puede favorecer
una tercera interpretación, o bien volver a la alternativa, etc. Todas estas combinaciones
se hacen comprensibles desde la perspectiva de cálculos semánticos alternativos para
contextos dados.

2.4. Contra1. La lógica de este juego es tan general que articula una gama de
situaciones isomorfas. De modo que el mismo cálculo interpreta situaciones que
obviamente difieren, si bien no en ciertos rasgos formales definidos, sí en aspectos no
formalizados por el cálculo y otros no-formalizables. Por ejemplo, y sin ir más lejos, el
cálculo sirve para analizar un juego que se parece algo al luche, así como se comentó
anteriormente en 3. Obviamente el contexto argumental que analizamos y un juego así
tienen poco en común, por más que compartan ciertos rasgos formales. Es decir, los
rasgos formales que comparten no parecen los importantes, porque, así como están
articulados en el cálculo, identifican situaciones muy dispares. El autómata va a interpretar
de igual forma una jugada de luche y un texto argumentativo como el que analizamos.
Eso parece aberrante. ¿Explica o simplifica nuestro cálculo el argumento que se propone
articular?

2.5. Contra-Contra1. Jamás prometí un jardín de rosas. Este es el aspecto reduccionista


del tratamiento argumental por vía de un cálculo semántico, para bien y para mal.

IV. Comentario Final

Hemos aplicado y comentado cuatro lógicas argumentales. Dos posibilidades se abren de


inmediato ante esta pluralidad analítica: (a) Las distintas lógicas pueden ser integradas en
una teoría unificada sobre argumentación. Un proyecto así es simpatético con la idea de
que la argumentación es un fenómeno al que corresponde una teoría. (b) Cada
perspectiva teórica, cada lógica, queda en su ámbito de aplicación. Esta alternativa parece
simpatética con una idea de la argumentación no como un fenómeno, sino como una
multiplicidad de fenómenos (o multiplicidad de dimensiones, etc.), cada cual merecedor de
estudio aparte, eventualmente con herramientas teóricas distintas.

Las anteriores no son las únicas posibilidades. Bien puede darse el caso que las cuatro
lógicas expuestas sean unificables en una teoría (algo que parece factible), pero aun así
ser verdadero que la argumentación no es un objeto, sino una multiplicidad de objetos de
estudio (algo que parece obvio). Otras combinaciones también son posibles.

En forma más general, los estudios más elementales en el ámbito de la argumentación


revelarán que un argumento es un fenómeno multidimensional, abierto a distintos
instrumentos de análisis. Cada instrumento define un objeto del conocimiento. Por otra
parte, los argumentos son una variedad de fenómenos, no una categoría o género
aristotélico, no un universal abstracto que se realiza siempre idéntico en la realidad del
discurso argumentativo. Los argumentos constituyen un universal de diferencias, una
familia de miembros distintos, para evocar la analogía de Wittgenstein, miembros que
presentan a veces ciertas similitudes, pero otras veces no. Y, sobre todo, miembros de
una familia que cambia y en la que nuevos miembros aparecen.

***
(Ver "Funciones argumentales" y "Análisis argumental" en Ejercicios y Desarrollos)

Apendice

CONCEPCION, ABRIL DE 1996

Señor(a)

___________________________

Presente

Estimado Vecino(a):

Desde hace dos años que nuestros Vigilantes Privados reciben la misma remuneración, en
consecuencia que el IPC anual fue del orden del 17%. Considerando que ellos, como
cualquier persona, sufren de apremiantes necesidades, solicitamos a usted autorizar el
aumento de su cuota mensual en $1.000 (mil pesos), lo que además nos respaldará para
exigirles aun más en sus funciones.

Agradeceremos nos devuelva, con el Vigilante, la colilla adjunta indicando el nuevo valor
de su cuota.

En espera de su colaboración, le saludan cordialmente,

[firma] [firma]

MCP GB

Tesorera Presidente

___________________________________________________________

NOMBRE: R.U.T.

Dirección:

Me comprometo a pagar una cuota mensual de $ ______

____________________

FIRMA
Lectura de un 'Neorretorico':
Algunos comentarios y desarrollos en torno a "Las formas directas e indirectas
de la argumentación" de Charolles, M. (Pratiques, 28, 1980. En versión
española de G. Alvarez, 1996).

Contenido

1. Características de la argumentación
2. Análisis argumental
3. La argumentación como universal concreto (o familia de juegos del lenguaje)
4. Notas filosóficas (variaciones a la Wittgenstein)

0. Los comentarios que siguen se sucederán en forma discontinua, atacando secciones del
artículo en cuestión y desarrollando perspectivas divergentes. Quizás la crítica más
constructiva o destructiva en torno al artículo se encuentre en los desarrollos sobre el
concepto de "medios" o argumentos en Charolles, crítica que aplica el modelo de Toulmin
para aclarar la estructura argumental de los textos en cuestión (infra, sección 2.). La
estructura que Charolles propone para estos textos parece menos adecuada.

A partir de 2.1.1. y en forma más total en la sección filosófica, ya libre del artículo que
usamos de punto de partida, se desarrolla más cabalmente la postura crítica que
caracteriza a este artículo, postura que cuestiona nuestros hábitos instalados de razonar y
trabajar en temas como el análisis, los actos mentales, la conciencia, la idea y el
conocimiento.

1. Características de la argumentación. En una apertura definitoria (siguiendo a


Perelman, quien, a su vez, sigue a Aristóteles) se nos dice:

Convengamos en que hay argumentación cada vez que un agente...


produce un comportamiento destinado a modificar o a reforzar las
disposiciones de un individuo... con respecto a una tesis o conclusión
(Charolles, 1980:1)

Pero, ¿diremos que hay argumentación cuando alguien nos inyecta una droga con vistas a
favorecer cierta comunicación e inducir nuestra aceptación de ciertas tesis? ¿Y qué diremos
de alguien que propina a su interlocutor un fuerte recto a la mandíbula para demostrar la
tesis "yo soy más fuerte que tú"? ¿Estamos ante casos de argumentación? Parece obvio
que no, y, sin embargo, son tipos situacionales que caen bajo la descripción inicial.
Estamos ante tipos de "comportamientos destinados a modificar las disposiciones de
individuos con respecto a una tesis". Aristóteles, luego de definir la retórica como la
capacidad de aplicar los medios para persuadir en cada caso, ya se refería a estos límites:

De los argumentos retóricos, unos son sin arte y otros propios del
arte. Llamo sin arte a los que no son logrados por nosotros, sino que
preexisten, como los testigos, confesiones en tormento, documentos
y semejantes; objeto del arte, los que mediante el método y por
nosotros pueden ser dispuestos, de manera que es preciso de
aquéllos servirse, éstos inventarlos. (Retórica:I,2:35 (en la versión de
Tovar: 1953. Ver tb. Rivano, J. 1986:I,2)

Se nos dice:

... Toda conducta argumentativa supone la puesta en marcha, por un


agente-argumentador, de medios para alcanzar un fin que es el de
"provocar o aumentar la adhesión de una audiencia a las tesis que se
presentan para su asentimiento" (Perelman, C. 1977. L'empire
rhétorique. Paris:Vrin)". (Charolles, 1980:1)

Ya vemos que los "medios" argumentativos no son asunto irrestricto. Pero acá el énfasis
está en el "fin": provocar o aumentar la adhesión a una tesis. ¿Supone toda conducta que
llamaríamos "conducta argumentativa" o "argumentación" este fin? Parece obvio que no.
Los propósitos que puedan motivar conducta argumentativa en los individuos son asunto
abierto. Alguien puede argumentar para hacerse odioso; otro para ocupar un tiempo que
conviene ocupar; otro para solucionar un dilema; otro para enseñar un método de
indagación; otro para lograr adhesión a la tesis contraria a la que se defiende; otro para
lucirse; otro para convencer a un juez, no de la tesis, sino de su estatus legal...

1.1. Volvamos al artículo. El punto 1. de la sección I introduce ciertas características que


"toda conducta de argumentación presenta" (ibíd.:1). Por otro lado, vemos en el punto 2.
(ibíd.:2) que estas características caracterizan a la vez situaciones no-argumentativas. El
ejemplo es el de la situación de "coerción". La pregunta se plantea, entonces: "¿Qué
distingue, realmente, una situación de argumentación de, por ejemplo, una situación de
prohibición?" (ibíd.:2). De hecho, es fácil imaginar situaciones alternativas caracterizadas
por las características en cuestión: piénsese por ejemplo, en un par de ajedrecistas
jugando; dos equipos de fútbol enfrentados; un torturador y su víctima; una situación de
blufeo en una partida de póker... Las características de "situación", "participantes",
"objeto", "fin", y "medios" se cumplen en todas. Claro, los participantes cambian, son
argumentantes en el caso de la argumentación. Pero justamente esto era lo que tenía que
caracterizarse. Lo mismo ocurre con los medios: son argumentos en la situación de
argumentación y eso es lo que había que caracterizar en primer lugar.

Por otro lado, Charolles nos dice que la situación de coerción difiere "aparentemente" de la
de argumentación en un "matiz bastante grande": en la primera "alguien impone a alguien
hacer o no hacer una cosa" (ibíd.:2), mientras que en la segunda no se daría
explícitamente este intento: "el que argumenta pretende actuar sobre las.. convicciones de
otro que...estima que son las motivaciones del comportamiento que desea modificar"
(ibíd.:2)

Más adelante, especificando aquel "aparentemente", nos encontramos con que la coerción
es "el horizonte de toda argumentación" (ibíd.:3):"el que argumenta, si bien reconoce al
otro el derecho a decidir en última instancia, hace sin embargo todo lo que puede para
obligarlo a decidir en el sentido que él quiere... Crear en el otro una adhesión obligada,
provocar la evidencia que compele, forzar el acuerdo, imponerlo, esa es en suma la
aspiración del que argumenta" (ibíd.:3).

Nótese que el término 'obligación' está empleado aquí con toda ambigüedad: tenemos
como polos más o menos claros de esta ambigüedad la obligación física, como cuando se
dice que alguien fue obligado a hablar bajo tortura, por un lado, y luego la obligación
racional, como cuando decimos que alguien fue obligado a obrar de una cierta manera por
sus convicciones, o como cuando decimos que de ciertos principios se sigue obligadamente
cierta conclusión. Es esta segunda variante la que implicaría la argumentación, en una
primera acepción. Pero en las palabras de Charolles los polos se mezclan: "la coerción es el
horizonte de toda argumentación", "crear en el otro una adhesión obligada", "forzar el
acuerdo, imponerlo".

1.2. Tenemos funciones múltiples para las actividades que llamamos 'argumentación':
llegar a una decisión en un asunto; aclarar algo; confrontar aspectos de un asunto;
solucionar algo; obrar algo; recorrer un asunto en forma dialógica (argumentativa,
dialéctica); exponer un asunto en forma dialógica; paralizar un asunto en forma dialógica;
antagonizar en un asunto; antagonizar sobre un asunto; lograr una experiencia mística a
través de la forma argumentativa aporética (Sócrates, Lao Tse); brillar a través de la
argumentación; jugar a argumentar en cualquiera de las formas anteriores y cualquier otra
forma; argumentar para entretener; argumentar para entretenerse; argumentar para
mantenerse despierto; para molestar... Y dentro de cada una de estas incontables
funciones de los juegos de habla que llamamos argumentaciones, la gama de formas
específicas de la actividad en cuestión es ilimitada.

Con Charolles nos encontramos ante un intento de reducir la argumentación a


características (supuestamente esenciales o universales). Está pensando en un tipo de
actividad argumental, un tipo de funciones que aparecen en una rama de esta familia de
juegos lingüísticos que es la argumentación. Pero el intento no es el de describir esa rama,
esas funciones, sino de caracterizar la familia entera por las características de aquel
miembro idealizado. De allí la tensión entre sus descripciones y la realidad argumental.

2. Análisis argumental. Consideremos el ejemplo de texto argumentativo en la sección


3. del artículo (:4-8). Es una carta de los profesores de lenguas clásicas de un liceo francés
a los apoderados cuyos hijos entran a optar por diversas líneas de estudio, entre ellas,
lenguas clásicas. Resulta provechoso contrastar una aplicación a partir del modelo de
Toulmin con la manera como Charolles describe el argumento.

Lo que interesa aquí tiene que ver con los argumentos mismos del texto. La carta dice:

¿Porqué escoger el latín?

El latín es útil para la formación del niño;

(A) -porque es el fundamento de la lengua francesa y facilita su


estudio en el plano del vocabulario, de la gramática y de la literatura.

(B) -porque es indispensable para una buena comprensión de


nuestra historia, de nuestras leyes, de nuestras costumbres.

(C) -porque es un instrumento de formación intelectual, que


desarrolla, paralelamente con las matemáticas, la capacidad de
razonamiento, el espíritu de análisis y de síntesis, como lo demuestra
el éxito de los latinistas en los cursos de ciencias.

(D) -desde un punto de vista más práctico, hay que saber que estas
lenguas pueden ser escogidas como materia optativa en el
bachillerato. (ibíd.:4-5)

En el análisis argumental de Charolles se responde a la pregunta sobre "por qué caminos


de apariencia lógica este montaje de buenas razones llega a la conclusión deseada."
(ibíd.:7). Estos caminos de apariencia lógica serían:

"Para pasar de

- los argumentos : "El estudio del latín es

A1: importante culturalmente, y

A2: ventajoso escolarmente"

-a la conclusión :

C: "Haga estudiar una de estas lenguas a su hijo"

estamos obligados a introducir por lo menos las dos premisas siguientes:

P1: "Lo que es importante y ventajoso para todos lo es en


particular para su hijo" y

P2: "Ud. desea que su hijo sea culto y que tenga éxito en
los estudios"

premisas que no figuran explícitamente en la carta. Pero es indispensable


recurrir a ellas para reconstruir el esquema deductivo (teórico) que subyace en
el razonamiento de los firmantes. Al leer el texto, no se nota que este
razonamiento está incompleto, porque el lector suple inconscientemente la
ausencia de P1 y P2..." (ibíd.:7-8)

Los puntos que intentaremos establecer son los siguientes: (a) los argumentos que da
Charolles no son los argumentos del texto ante nosotros, (b) las premisas que da Charolles
no son las relevantes para los argumentos del texto, (c) no sabemos nada sobre lo que el
lector pueda suplir inconscientemente, (d) se desprende que el camino lógico
(argumentativo) por el que se establecen las conclusiones no es el señalado por Charolles.

2.1. Hemos asignado letras mayúsculas a los argumentos en la carta citada para referirnos
a ellos en forma breve. Revisemos los argumentos secuencialmente y de acuerdo al
formato de Toulmin:

Argumento A:

Garantía: el conocimiento de los fundamentos históricos de una lengua facilita


el estudio de esa lengua en su estado actual (semi-explícita)

Apoyo : no se explicita

Dato : el latín es el fundamento de la lengua francesa

Conclusión: el estudio del latín facilita el estudio de la lengua francesa

Argumento B:

Garantía: el conocimiento del fundamento histórico de una lengua es


indispensable para una buena comprensión de la historia de la comunidad que
habla esa lengua (semi-implícita)

Apoyo : no se explicita

Dato : el latín es el fundamento histórico de la lengua francesa

Conclusión : el conocimiento del latín es indispensable para una buena


comprensión de la historia del pueblo francés

Argumento C:

Garantía: todo instrumento de formación intelectual desarrolla la capacidad de


razonamiento

Apoyo : éxito de los latinistas en los cursos de ciencias

Dato : el latín es un instrumento de formación intelectual

Conclusión : el latín desarrolla la capacidad de razonamiento

Argumento C2: Garantía: si algo mejora el rendimiento escolar, entonces


aquello es un instrumento de formación intelectual

Argumento C2:

Apoyo : (no se explicita, pero la garantía aparece prácticamente como una


definición estipulativa (una regla de uso lingüístico)

Dato : el latín mejora el rendimiento escolar

Conclusión : el latín es un instrumento de formación intelectual

Los anteriores son tres de los argumentos esgrimidos abiertamente en la carta en cuestión
(la carta contiene seis argumentos marcados como principales; el argumento C2 es
subsidiario). Ahora bien, se observará que en el original antecede a la lista de argumentos
la afirmación "el latín es útil para la formación del niño". Esta afirmación aparece (está
enmarcada) como la conclusión que se desprende de la totalidad argumental que le sigue:
la forma es "el latín es útil porque...", donde el casillero vacío lo llenan en el texto cada
uno de los argumentos que hemos revisado. De modo que luego de resolver los
argumentos particulares (aquellos que llenan los puntos suspensivos de nuestra fórmula),
cabe explicitar el macroargumento donde se insertan. Esto se hace insertando cada
conclusión obtenida en el lugar del Dato en el macro-argumento correspondiente.
Tenemos, entonces, que de los argumentos A, B y C se obtienen los siguientes macro-
argumentos:

Macro-Argumento A:

Garantía : lo que facilita las cosas es útil

Apoyo : (implícito y definitorio)

Dato : el estudio del latín facilita las cosas

Conclusión : el estudio del latín es útil

Macro-Argumento B:

Garantía : conocer lo indispensable para la comprensión de algo es útil

Apoyo : (implícito)

Dato : conocer latín es indispensable para una buena comprensión de la historia...

Conclusión : conocer latín es útil

Macro-Argumento C:

Garantía : todo aquello que desarrolla la capacidad de razonamiento es útil

Apoyo : (implícito)

Dato : el latín desarrolla la capacidad de razonamiento

Conclusión : el latín es útil

Los tres últimos macro-argumentos nos colocan en posición para la conclusión final a la
que apunta el texto argumentativo en su totalidad, a saber, la exhortación a escoger los
cursos de lenguas clásicas. El argumento que podemos llamar 'total' en este sentido es:

Garantía : lo útil es imperativo (=debe hacerse)

Apoyo : (implícito (sentido común))


Dato : el estudio del latín es útil

Conclusión : el estudio del latín es imperativo

Estamos ahora en posición de contrastar el análisis argumentativo de la carta propuesto


por Charolles, por un lado, con el análisis esbozado aplicando el modelo de Toulmin, por el
otro. Retomemos lo que nos decía Charolles:

Para pasar de

-los argumentos: "El estudio del latín es

A1: importante culturalmente, y

A2: ventajoso escolarmente"

-a la conclusión:

C:"Haga estudiar una de estas lenguas a su hijo"

estamos obligados a introducir por lo menos las dos premisas siguientes:

P1:"Lo que es importante y ventajoso para todos lo es en particular


para su hijo" y

P2: "Ud. desea que su hijo sea culto y que tenga éxito en los
estudios"(ibíd.:7)

Vemos, en primer lugar, que los argumentos A1 y A2 propuestos por Charolles no están en
el texto. Lo que está en el texto son los Argumentos A, B y C, ya expuestos.

Que el latín sea importante culturalmente no está siendo argumentado (conclusión o tesis),
ni aparece como dato en algún argumento particular, ni como premisa tampoco. Que el
latín es ventajoso escolarmente aparece como un apoyo a una garantía en un argumento
(C principal) y como dato en otro (C2 subsidiario), pero no como tesis o conclusión. La
conclusión "haga estudiar una de estas lenguas a su hijo" es (una versión de) la conclusión
final, pero no a partir de los argumentos dados (A1 y A2) por medio de las premisas
dadas. Las premisas P1 y P2 no tienen ninguna relación con la conclusión (C): no hay nada
que nos permita pasar de P1 y P2 a C. Los argumentos que Charolles propone son:

Garantía (P1) : lo que es importante y ventajoso para todos, lo es también para su hijo

Dato (A1 y A2) : el latín es importante y ventajoso

Conclusión (C) : haga estudiar una de estas lenguas a su hijo


II

Garantía (P2) : ud. desea que su hijo sea culto y tenga éxito en los estudios

Dato (A1 y A2) : el latín es importante y ventajoso

Conclusión : haga estudiar una de estas lenguas a su hijo

Lo anterior muestra lo irregular de la descripción argumental propuesta por Charolles para


el análisis del texto en cuestión. No sólo tenemos problemas de cohesión textual, algo que
podríamos suplir fácilmente, sino, además, de coherencia en la relación lógica que se
describe. Cabe enfatizar que esta no es una incoherencia en el texto argumentativo que se
analiza, sino en la descripción de ese texto: las conclusiones del texto (la carta original) se
siguen en forma lógica de sus premisas. Las conclusiones de los Argumentos A, B y C se
siguen en forma lógica. También las conclusiones de los Macro-Argumentos A, B y C se
siguen en forma lógica de sus premisas. Y también la conclusión final del Argumento Total
del texto se sigue en forma lógica. (Esto no quiere decir que los argumentos de la carta en
cuestión queden exentos de toda crítica: justamente el modelo lógico descriptivo que
aplicamos, el modelo de Toulmin, permite ver cómo tanto el Apoyo como la Garantía son
funciones generalmente implícitas en la argumentación. Sobre todo la ausencia de la
función de Apoyo se presta para iniciar la crítica argumental)

Para llegar a una conclusión como "hay que estudiar lenguas clásicas", necesitamos
premisas tales que el predicado de la conclusión esté contenido en una de las premisas. De
otro modo no se establece la relación conclusiva que es lo característico del argumento.
Necesitamos otra premisa, además, que importe un aporte particular. Eso es lo que el
Argumento Total propuesto expone:

Garantía : lo útil es imperativo (=debe hacerse)

Apoyo : (implícito)

Dato : el estudio del latín es útil

Conclusión : el estudio del latín es imperativo

Señalemos que este Argumento Total está evocado en el texto original por la expresión "el
latín es útil para la formación del niño porque]...". Todo el texto, la carta, apunta hacia él,
pero el argumento no aparece formulado más explícitamente. Algo más explícitamente
aparecen los Macro-Argumentos del texto, aquellos que establecen al latín como estudio
útil. Justamente esta conclusión aparece formulada lingüísticamente para todos ellos. Los
argumentos más explícitos son A, B y C, que sí se formulan más o menos completamente
en forma lingüística (aunque la función de Apoyo brilla por su ausencia en casi todos
ellos), desde los cuales se recogen las conclusiones parciales que son luego integradas
como datos en los macro-argumentos correspondientes.

El análisis anterior establece que (a) los argumentos que Charolles señala no son los
argumentos del texto ante nosotros y que (b) las premisas que Charolles ofrece no son las
relevantes para los argumentos del texto.
2.1.1. Quedan aún por revisar afirmaciones como que uno, como lector, "suple
inconscientemente la ausencia" de las premisas en cuestión. Se refutó ya que se trate de
las premisas que Charolles propone. Pero el punto subsiste de si como pacientes de la
argumentación suplimos inconscientemente algo a ésta.

Aquí el supuesto de que parte Charolles es que la inferencia es un proceso o actividad


mental, a veces inconsciente. Es lo que se implica si se habla de "suplir algo
inconscientemente". Pero también se pretende que el paciente de la argumentación
construye la forma del argumento (en forma consciente o inconsciente). Es decir, se
pretende que la comprensión de un texto argumentativo, como el texto en cuestión,
implica esta actividad mental que es la reconstrucción del argumento.

Lo anterior multiplica en forma incierta (en todo caso, innecesaria) el número de unidades
en la descripción. Propongo que la inferencia se vea como una práctica lingüística, más
que como un proceso mental. Porque sobre procesos mentales, nada sabemos (y todo
puede ser dicho).

El análisis (descripción) argumental no necesita reflejar algún estado o proceso mental


(empresa dudosa, como se dijo), sino sólo las dimensiones prácticas, pragmáticas, sociales
del argumento: las unidades descriptivas no son etapas o formas del pensamiento, sino
lugares de sentido común (=social), es decir, espacios que la práctica argumental revela.

En nada importa al análisis argumental cómo reaccionan las mentes de los participantes de
la argumentación, sino sólo cómo se desempeñan estos con respecto al juego argumental
que los vincula, qué argumentación se produce, cómo reaccionan ellos (no sus mentes).
Resulta confuso hablar de "el esquema deductivo (teórico) que subyace en el
razonamiento de los firmantes" o de "reconstruir" dicho esquema. Porque esto nos lleva a
pensar en un universal abstracto, un esquema interior, un esquema de la razón, a priori.
Es como si los participantes de la argumentación activaran tal esquema al argumentar,
tanto al producir como al percibir argumentación. Tenemos, además, todos los juegos
posibles con lo consciente y lo inconsciente: "los autores hacen como si no valiera la pena
explicitar estas especies de axiomas. Ahora bien, no es en absoluto inocente hacer creer
que P1 es evidente..."(ibíd.:8) ¡Pero sobre esto nada sabemos! No sabemos qué
intenciones hay; no sabemos qué grado de inconsciencia hay. Podemos especular sobre la
manipulación verbal en general, o argumental en algún caso. Pero estamos entonces en un
plano más allá de la desripción y el análisis. Tampoco estamos en la crítica, entendida
como la aplicación de algún rigor sobre el texto. Citemos un pasaje más para ilustrar
nuevos riesgos con la incorporación de actos mentales al análisis:

Vemos así cómo la argumentación es un montaje que pone de relieve


las cosas que es bueno decir, y evita, esconde lo que podría ser
explotado en un sentido desfavorable. Eso ocurre, por ejemplo, con
el argumento "hagan estudiar latín o griego a sus hijos, si no,
nosotros nos quedamos sin trabajo", que podemos imaginar en esta
situación, y que, por supuesto, los autores de esta carta no
consideran bueno decir. (ibíd.:7)

La primera cláusula nos habla de una estrategia retórica: un montaje que resalta lo bueno
y oculta lo malo (para el montador del argumento). Pero, nuevamente, estamos ante un
rasgo de un juego posible, no ante toda argumentación.

Pero ¿cómo saber qué es lo que está ocurriendo en una argumentación en el plano de las
intenciones y estrategias efectivas?

Se nos dice "podemos imaginar en esta situación un argumento "hagan estudiar latín o
griego a sus hijos para que no nos quedemos sin trabajo". Pero aquí no hay criterios:
podemos imaginar cientos de otras razones (entre ellas, las esbozadas en la carta de los
profesores). En todo caso (y aplicando una distinción vaga, pero instalada en la bifurcación
más visible entre lo neutro (intersubjetivo) y lo interesado), "peligramos quedarnos sin
trabajo" es más un motivo que una razón en este contexto. Pero nada nos es dado saber
sobre eventuales motivaciones en este caso. Por otro lado, los motivos son aspirantes a
causa final, pero la causa no necesita ser un motivo: una (suerte de) causa formal de la
carta puede ser una orden del Ministerio de Educación a formular ciertos llamados en
forma argumental.

En todo caso, cuando se argumenta en el tipo de contexto en cuestión, se dan, en primer


lugar, razones a favor o en contra de una tesis, no motivos ni causas involucradas en la
producción de la tesis. No se puede argumentar a favor del estudio del latín aludiendo
como razón que "el Ministerio de Educación así lo ordena". Esto no quiere decir que no
podamos usar el dato "el Ministero de Educación ordena..." en alguna argumentación.
Pero, a menos que se den explicaciones, no será dato relevante para sostener la tesis
"estudie latín". De igual modo, con la eventual motivación "hagan estudiar latín o griego a
sus hijos, si no, nosotros nos quedamos sin trabajo", tampoco se argumenta a favor de la
tesis "estudien latín"; pero no porque se esté ocultando algo, sino porque esa motivación
no es parte del juego argumental (es una movida fuera del juego, una jugada
descalificable, etc.). No se trata de una jugada neutra o desinteresada en el juego:
simplemente no pertenece al juego en cuestión.

Si describiéramos los múltiples juegos argumentales en términos de múltiples gramáticas


argumentales, tendríamos que decir que una movida así (la enunciación de la motivación
en cuestión) es agramatical con respecto a la gramática del caso.

Por otro lado, la cita que comentamos también trae una lección de coherencia textual (que
aquí funciona como mecanismo retórico). Se nos dice:

Eso ocurre, por ejemplo, con el argumento "hagan estudiar latín o


griego a sus hijos, si no, nosotros nos quedamos sin trabajo", que
podemos imaginar en esta situación, y que, por supuesto, los autores
de esta carta no consideran bueno decir. (ibíd.)

Pero si todo el constructo "hagan estudiar latín o griego a sus hijos, si no, nosotros nos
quedamos sin trabajo", no es más que algo que "podemos imaginar", es decir, un
constructo de Charolles, es obvio que no podemos achacarles a los autores de la carta el
que no consideren bueno decirlo.

Ya dijimos en forma general que no necesitamos actos mentales en el análisis. Mucho


menos necesitamos imaginar los objetos que entretendrían a estos actos mentales. Y
mucho menos aún afirmar manipulaciones de todo esto como algo objetivo en la
comunicación.

2.1.2. Lo que tenemos son prácticas lingüísticas diversas que llamamos argumentaciones
y argumentos. Se hacen argumentos de todo tipo. Y es en la práctica de este quehacer
que tenemos las formas o esquemas argumentales. No hay nada subyacente aquí; todo
está en la superficie. Decir que "el razonamiento está incompleto" en este contexto es
confuso: la práctica argumental es lo que es: no le falta nada (en el sentido moralizante; sí
puede no tener esto o lo otro en términos comparativos, desde la perspectiva de un
modelo, de esquemas alternativos).

Los supuestos no son esquemas de la razón, sino cosas que se dan por sabidas por todos
(muchas veces, normas colectivas, rara vez formuladas, sobre qué se vincula con qué). Los
supuestos no son manipulaciones en el argumento, sino la base misma desde donde se
argumenta. Pero ésta no es una base espiritual, o de la razón, etc., sino una base
colectiva: usted puede tomar esto como algo dado. Se lo acepta el colectivo (o una parte
del colectivo). Eso es lo que está implícito. Partimos de algo que no está en cuestión, lo
que nos autoriza a inferir otras cosas. (Inspirado en Wittgenstein (On Certainty), diría que
es algo que no se mueve, pero en torno a lo cual se mueve el argumento. Las Garantías
(autorizaciones) y Apoyos implícitos tienen muchas veces este carácter de ser ejes
argumentales)

3. La argumentación como universal concreto (o familia de juegos del lenguaje).


Otros comentarios surgen a partir de la seción 4 (y subsecciones) del artículo (ibíd.:8-11).
Aquí nos encontramos con el establecimiento de las "condiciones de legitimidad" y
"condiciones de adecuación" de la argumentación:

...reformularemos la idea que argumentar es tratar de crear en el


otro una especie de obligación de pensar algo, diciendo que el que
argumenta (a) QUIERE que el argumentario (b) CREA algo que
designaremos con @. Lo que escribiremos como: [a argumenta a b
sobre @ = a quiere que b crea @ en t1] (ibíd.:8)

Ya lo hemos dicho, en las actividades que llamamos argumentaciones nos encontramos


con múltiples propósitos: "llegar a una decisión en un asunto; aclarar un asunto;
confrontar aspectos de un asunto; resolver un asunto; recorrer un asunto en forma
dialógica (argumentativa, dialéctica, etc.); exponer un asunto en forma dialógica; paralizar
un asunto en forma dialógica; antagonizar en un asunto; antagonizar sobre un asunto;
lograr una experiencia mística a través de la forma argumentativa aporética (Sócrates, Lao
Tse); brillar a través de la argumentación; jugar a argumentar en cualquiera de las formas
anteriores y cualquier otra forma; argumentar para entretener; argumentar para
entretenerse; argumentar para mantenerse despierto..."

Por otro lado, "creer" para contextos, por ejemplo, de argumentación política (en la
asamblea, en la reunión pública), no está en cuestión, sino, más bien "obrar": el
argumentador trata, en estos contextos, que su audiencia obre de acuerdo a una tesis, no
que crea en la tesis (puede obrar por motivos diversos: conveniencia, temor, convicción,
dogmatismo, imitación, rebeldía, etc.). Lo que el argumentador busca en estos contextos
argumentales se refiere a acciones. Más cercanos a la letra de la fórmula que comentamos
("la letra", porque, como hemos visto, con estas fórmulas se pretende abarcar toda
argumentación) se ubica una cierta rama de contextos argumentativos religiosos, donde el
propósito central es entregar una cierta interpretación del mundo. En ese sentido,
podríamos hablar de "creer". Pero también aquí habría que llevar el análisis al plano social:
se trata de axiomas globales de interpretación y también axiomas de identidad colectiva:
"nosotros somos los que creemos en esto"; y "esto" se refiere a un constructo lingüístico,
algo concreto, no una idea inmaterializada o algo místico.

La condición de legitimidad que comentamos está diseñada a partir de un tipo de propósito


argumental, a saber, el de 'imponer una tesis a través de la argumentación'. Pero los
contextos que "imponer" permite son diversos. En alguno de ellos podremos decir que "a
quiere que b crea en la tesis en cuestión" (y no me parece que quepa llamar a esto
"condición" de la argumentación en cuestión). Pero ¿qué decir de un debate público entre
dos políticos? Se trata de "imponer una tesis a través de la argumentación", pero el
contexto mejor se describe como una pelea de box, que como un intento de "hacer creer".

El punto es que una descripción así sólo capta algo que aplica a un tipo de actividad
argumental. Pero el número de tipos de actividad argumental es indeterminado. Ya vemos,
con los diversos propósitos expuestos, que la condición de Charolles no logra ser condición
general de la argumentación.

Pero lo principal es percibir que no puede lograrlo. El problema está en ver en la


argumentación una suerte de universal abstracto: una entidad que puede ser comprendida
en fórmulas generales. Charolles nos dice: éstas son condiciones que se cumplen en toda
argumentación. Están, por así decirlo, detrás de toda argumentación. Son los principios de
la argumentación, los rasgos esenciales, etc.

Pero la argumentación, si bien aparece en singular y sustantivada cuando se la nombra


como objeto de indagación, se refiere a una gama indeterminada de actividades, en
general, lingüísticas. Ningún conjunto de características o condiciones relevantes logrará
abarcar esta familia de actividades que llamamos argumentación. La argumentación es un
universal de diferencias (o en la diferencia), no un universal abstracto. O, mejor aun,
cuando hablamos de argumentación, nos referimos a actividades particulares altamente
complejas y específicas. Una familia de incontables miembros.

Por otro lado, el intento mismo de reducir la familia argumentativa a una lista de rasgos
esenciales es una actividad de dudoso valor. Por lo pronto, queda a la vista que no es una
actividad descriptiva.

3.1. Volvamos a citar:

Las condiciones de adecuación que proponemos aquí no pretenden


ser exhaustivas. Su formulación puede ser discutible....

1. Si a argumenta a b sobre @, entonces a cree que b no cree @ en tx..

2. Si a argumenta a b sobre @, entonces a cree posible que b crea @...

3. Si a argumenta a b sobre @, entonces a cree posible que b crea @...con razón (ibíd.:9-
10)

(Aquí, la nota 3 de Gerardo Alvarez, en su versión del artículo de Charolles, apunta en la


dirección que me parece indicada: "Esta condición [1.]...merece ...restricciones. Puede
darse el caso en que a argumenta...con b [y] comparte sus mismas convicciones...")
(ibíd.:9)

En forma más radical: no sabemos lo que "a" cree y no interesa. "a" argumenta. Eso es
todo. "a" puede creer que "b" es un tarado irremediable o un genio inalcanzable. Aun así,
si "a" argumenta, allí hay argumentación. "a" puede estar argumentando ante un pariente
en estado de coma, ante una tumba, ante una montaña, ante un ser imaginario, como un
dios, en medio de una turba humana, en un asilo de locos, con un taxista sordo... El
argumento ocurre, no porque cumple con ciertas condiciones previas, sino porque se crea
como argumento. El argumento, cuando aparece como tal, crece, es una 'forma de vida'.

3.1.1. A propósito de la condición 3 nos dice Charolles:

Esta condición va más allá que la anterior y precisa que no se discute


con alguien que uno estima incapaz de determinarse por el uso de su
pensamiento (ibíd.:10)

Pero, obviando que "discutir" está en lugar de "argumentar", ¿necesitamos estimar al otro
como 'capaz de determinarse por el uso de su pensamiento' para argumentar? Jamás
argumentaríamos con niños, si nos detuviera esta consideración. Tampoco un psiquiatra
argumentaría con ciertos pacientes. O algún marido con su esposa y viceversa. Algo así
simplemente no está en juego cuando argumentamos.

3.1.2. Se nos dice:

A estas tres condiciones esenciales se pueden agregar diversos


corolarios que anuncian, por ejemplo, los efectos probables que una
conducta argumentativa produce sobre aquellos a quienes se dirige.
Así tenemos 4:

4. Si a argumenta a b sobre @, entonces es probable que b crea que


a cree @. Cuando alguien argumenta a otro sobre un tema, éste
tiene tendencia a pensar que aquel adhiere a @ (ibíd.:10)

De nuevo, se está pensando en un tipo de argumentación, a saber, un tipo dentro de una


gama de argumentación convictiva (propuestas sobre lo que debe creerse). Pero en ese
tipo de argumentación no cabe decir que el interlocutor de la argumentación 'tiene
tendencia a pensar que el argumentador adhiere a su tesis'. No se trata de una tendencia:
cualquier otra cosa cambiaría el tipo de argumentación. Es decir, el contexto referido es tal
que la tesis propuesta es una convicción en el proponente. Podemos partir de esa base. Si
no lo es, el contexto ya sería otro. Pero que no lo sea no es asunto mental, sino externo:
se requiere del argumentador que se comporte como si la tesis fuera su convicción, nada
más. Ahora bien, que "el argumentador se comporte como si la tesis fuera su convicción"
sólo quiere decir que se comporta así en el juego argumentativo en cuestión:

Esta fórmula (que podríamos llamar "de sinceridad") tiene un carácter


condicional, porque puede ser entendida en el sentido de "a no
puede argumentar a b sobre @ en modo adecuado si a no cree en
@." A veces se utiliza esta condición para descalificar una conducta
argumentativa. Por ejemplo, Jacques Chirac vio su imagen
seriamente dañada cuando insistía públicamente sobre "dejar de
fumar" y se difundió el rumor de que él fumaba enormemente
(ibíd.:10)

La manera abstractizante se ve en la primera cláusula. Nos movemos libremente por sobre


los juegos lingüísticos específicos donde las expresiones tienen sentido: "no se argumenta
adecuadamente si no se cree en la tesis propuesta". Pero, ese no es el punto. Porque en el
contexto de propuesta prescriptiva que consideramos, la cuestión de la convicción viene
dada como parte del todo: podemos partir de esa base. Cualquier otra cosa cambia el
juego en cuestión (cambia las reglas del juego).

Pero en la cita se pretende un argumentador fuera de un juego específico. Es un


argumentador ideal, inexistente, general, universal... un argumentador que puede saltar
de un juego a otro sin solución de continuidad. Está en todos los juegos, sin estar en
ninguno.

Porque acá se nos dice que mejora su argumentación en la medida que crea lo que
argumenta. Pero el contexto en cuestión es tal que se parte de la base que cree lo que
argumenta. Pero "creer" aplica al juego argumental del caso, no en el sentido de algún
estado mental en el individuo, sino en el sentido de que su conducta argumental tiene que
manifestar ciertas propiedades. Por ejemplo, no podrá decir tanto "hay que dejar de
fumar", como "aunque, por otro lado, fumar es bueno porque...", etc. Allí nos
encontraríamos en otro juego argumental. Y no se está en libertad de jugar series de
juegos argumentales a la vez, sino, en general, sólo uno.

Ese es un efecto del análisis en abstracto. Se está pensando en la posibilidad de que


alguien que no cree en una tesis prescritpiva, aun así argumente a su favor. Bueno, si se
comporta en todo como si estuviera convencido de la adecuación de la tesis, poco importa
lo que crea. Por otro lado, si demuestra no creer en la tesis, el contexto argumental ya no
es el mismo. Se pasó a un contexto donde la tesis prescriptiva defendida no es
necesariamente convicción de nadie.

En la cita vemos un ejemplo de problema de congruencia que tienen los políticos: porque
el público siempre busca en las conductas de los políticos actos incompatibles con las tesis
imperativas o prescriptivas que proponen. Lo cierto es que nada hay de contradictorio en
argumentar contra el cigarrillo, por un lado, y fumar, por el otro.

Es un hecho que muchos adictos hablan a públicos variados en contra del objeto de su
adicción. En ese contexto, no sólo no se les exige congruencia entre conducta y
convicción: es justamente parte del contexto que ellos sean adictos y hablen contra la
adicción.

No hay, a priori, nada de contradictorio entre el argumento contra el cigarrillo, por un lado,
y el hábito de fumar, por el otro. Pero "a priori" no es la modalidad de los contextos
pragmáticos. En un congreso de especialistas de la salud, no es contradictorio que tenga el
hábito de fumar quien exponga sobre los daños orgánicos que produce el cigarrillo y llame
a la toma de medidas al respecto. Pero en política las exigencias son otras. Y es
justamente probable que ante exigencias de este tipo, un político en apuros reenmarque el
argumento inicial, cambie de campo argumental y recurra a otros contextos para
neutralizar la demanda: "el argumento es válido, en términos de salud,
independientemente de lo que yo practique al respecto". Así, recupera en parte su imagen,
pero sólo al costo de tener que cambiar el juego argumental inicial, de moral-político a
práctico-médico, quedando así fuera del campo de autoridad propio.

En esto se relacionan los políticos con curas y sacerdotes de todo tipo. Los curas católicos,
por ejemplo, pagan con un voto de castidad (y otros) la legitimidad de sus argumentos
morales. Es decir, el cura argumenta en el ámbito del imperativo moral, y su conducta está
castrada de impropiedad en este ámbito. La impropiedad aquí es el acto sexual. Es el acto
que no podrá achacársele a un cura en contra de su argumentación, justamente porque
fornicar es al cura en su argumento, lo que fumar es a Chirac en el suyo. (Por otro lado, a
diferencia de los argumentos políticos, que siempre siguen a los tiempos, los argumentos
católicos mismos están castrados, en el sentido que sólo apuntan a ciertas conclusiones
pre-establecidas en las doctrinas de la institución)

Esa es la garantía que proporciona la institución católica al público con respecto a sus
sacerdotes argumentadores: no se preocupe, acá están todos castrados, usted puede dejar
a nuestro cuidado su harén de consideraciones morales, con toda confianza.

4. Notas filosóficas (variaciones a la Wittgenstein).

Podemos decir: allí donde ocurre el argumento hay argumentación. Pero el argumento no
es una forma, sino una variedad de formas argumentales. Esta variedad puede concebirse
como topologías argumentales. Estas topologías son espacios colectivos: se hacen en el
código común.

Las formas argumentales no son diseños pre-establecidos, sino formas de vida, cosas que
ocurren (crecimientos específicos).

La argumentación ocurre en un espacio de posibilidad argumental. Pero el espacio no tiene


características esenciales, rasgos definitorios, condiciones de verdad, etc. No podemos
formular características esenciales de la argumentación. Lo que hacemos entonces es
formular características de algunas argumentaciones concretas.

"La argumentación ocurre en un espacio de posibilidad argumental" es lo mismo que decir


"la argumentación ocurre".

La argumentación es la práctica del argumento. Pero el argumento no está, por así decirlo,
listo y esperando ser activado, como una suerte de mecanismo previo.

...

La tendencia es pensar que uno construye cosas de acuerdo a formas previamente


establecidas. Como si la realidad existiera antes de existir. Son nuestros "hábitos
platónicos".

Pero Platón no hace más que formular una concepción instalada, que tiene un rendimiento
evolutivo apropiado. Creer que todo está diseñado de antemano hace posible ver la forma
como la causa. Es una certeza dudosa, pero sólo si se duda la premisa del diseño previo. Y
eso no se duda, porque es una premisa para el conocimiento: el conocimiento es posible
por medio de ella.

El conocimiento es volver al diseño previo, reformularlo. La realidad no es más que una


realización de ese diseño.

(Lo mismo opera con la perspectiva teleológica: allí, en vez de un diseño previo tenemos
un diseño posterior, un diseño al que se tiende. Es una especie de causa después del
efecto)

Pero no hay tal diseño previo: el diseño se produce en la realización, no antes, ni después.

...

Tenemos la experiencia de argumentaciones varias. Poseemos la competencia de


argumentar, en el sentido de poder argumentar con alguien, o sobre algo. Más o menos
así como sabemos jugar ajedrez. Pero "sé jugar ajedrez" quiere decir "puedo hacerlo". Es
decir, no concebimos lícito que una persona nos afirme "sé jugar ajedrez, pero no sé
mover las piezas". Eso sólo puede significar algo así como que la persona no tiene manos y
necesita de otro que las mueva bajo sus instrucciones. (Es decir, como cualquier otro:
puede jugar, si tiene manos para mover las piezas.)

Es decir, "saber argumentar" significa "poder hacer argumentos". El conocimiento no es


algo que esté pasivo, esperando, como "el genio en el fondo del alma" en el poema de
Bécquer, "ser arrancado". No podemos decir "toda esta música está allí, inscrita en las
posibilidades del harpa". No. La música está afuera o no está.

El instrumento musical se construye, no de acuerdo a algún diseño previo. Se construye en


un espacio de posibilidad: las características de los materiales, los intrumentos y el medio.
Pero no hay un diseño previo, sino aquel que se crea cuando se crea el instrumento.

Pero ¿qué cuando el diseño se traza previamente en un papel...?

Sí, pero entonces hablamos de un dibujo, ésa es la realización. Ya no estamos hablando de


un instrumento. ¿Se va a pretender que previo al dibujo también había un diseño mental
del intrumento? (Y "mental" aquí significa "inmaterial")

Eso es lo que confunde: pensar que hay diseños mentales previos a su materialización.
Pero las formas no son otra cosa que esas distintas materializaciones. Las formas no están
inscritas en el alma. Y si no están inscritas allí, el alma, entendida como el lugar de las
formas universales, no existe.

La música se crea, no de acuerdo a algún diseño previo, un conjunto de formas inscritas


en el instrumento en cuestión. El espacio de posibilidades musicales no es algo previo, a
priori, sino posterior: la música se crea cuando el instrumento se toca.

Pero entonces las partituras para una ópera ¿no son música?

No, son notaciones musicales. Instrucciones para tocar los instrumentos.

Pero tenemos la imagen de un Beethoven sordo escribiendo notas y murmurando sonidos


disonantes...¿No está allí la música inscrita en los papeles, en su pura forma, sin un
instrumento?

Pero entonces ya no hablamos de música, sino de una notación musical.

Sí, pero Beethoven "escuchaba la música sin tener que oírla".

¿Qué quiere decir eso? Acaso que "la sentía sin tener que oírla". Claro, la veía en el papel
(no estaba ciego). Ver tambien es un sentido. No, escuchaba la música en su oído interno,
como cuando escuchamos sonidos varios y lenguaje en nuestros sueños, sin mediar ondas
de sonido para este efecto.

Yo puedo llamar a eso "escuchar", pero no puedo usar ese significado en toda la variedad
contextual que puedo usar "escuchar" sin ese significado.

Pero ¿no podemos "leer música", en el sentido de percibir la música, pero sólo por acción
de la partitura musical?

Podemos llegar a dominar los medios, tanto la notación como los sonidos, de modo que la
asociación entre estos sea recíproca: veo notas cuando escucho música y escucho música
cuando veo notas. Así logro "escribir música". Pero ese es un caso de especialización muy
particular; y "ver" y "escuchar" tienen un significado muy particular aquí. Y, claro, sólo
aplica a un tipo de notación: si la notación musical está en chino ya no logramos "leer
música" de la notación. Y tampoco logramos entonces ver notación musical china al
escuchar música. Pero para nuestra audición, lo que llamamos 'música', lo mismo da que
sea un chino o un italiano quien toque el instrumento.

Tengo la idea de una película. La tengo entera en mi cabeza. El resto no importa. Es la


pura materialización de estas imágenes mentales.

¡Pero eso no es una película!

Tengo el puente hecho. Está en mi cabeza. El resto es montar la obra, pero ya está todo
resuelto en términos de diseño y materiales.

Pero, aparte de que no puedo cruzar sobre una idea, como cruzo sobre un puente, ¡qué
curioso tendría que parecer el que necesitemos coordinación de acciones, instrumentos de
cálculo, mapas, sistemas de diseño técnico, maquinaria especializada, etc. y lenguaje
cotidiano para lograr hacer el puente!

Es para comunicar la idea, el diseño mental, al otro, porque no tenemos habilidades


telepáticas...
Entonces, un hombre primitivo ¿también puede tener la idea de una película (con puntos
de cámara, tomas y lentes, iluminación, sonido, etc.), o el diseño de un puente en su
cabeza? Porque el diseño es previo a su materialización...

Previo, pero no independiente. La idea no es independiente de la técnica...

Lo que se propone es que la idea no es abstracta, sino concreta. No es que haya una
dependencia entre idea y técnica: la idea y la técnica van juntas como el río por su cuenca.
No hay nada antes de la materialización (la conducta, etc.) que nos sirva como punto de
partida.

Pero aquí parece haber una contradicción, una falta a las definiciones mismas: "idea
concreta" es como decir "el cemento abstracto". De eso se trata: de traer la noción de idea
al mundo de lo concreto, recuperarla de las alturas de lo inmaterial en que se encuentra,
rodeada de otros espíritus, y ubicarla en el lugar que le corresponde. La idea no es un dios
u otro espíritu. La idea es el sentido en las cosas, en los hechos, en las conductas. Traer la
idea a la cosa es misión desalienante.

Pero el río estaba ya en el diseño total. Entre las infinitas posibilidades de materialización,
dadas las condiciones, el río tenía necesariamente que producirse. Justo ese río, en ese
lugar, etc. La existencia del río estaba trazada en todos sus rasgos esenciales, antes de
existir el río.

Uno vuelve y vuelve a pensar en las condiciones como algo previo al hecho,
determinándolo. Como si el hecho y sus condiciones fueran cosas distintas: las
condiciones, junto con las leyes del universo, determinan el mundo en su totalidad. Esa es
la tentación. Pero las leyes no son algo previo a lo que ocurre, algo necesario (Hume). Hay
que decir "las leyes se dan con los hechos" y no "los hechos se dan por las leyes". No se
está realizando una existencia ya trazada.

Pero: yo suelto una piedra y ésta cae. Y cae de acuerdo a una ley, dadas ciertas
condiciones...

Ese es un dios metido en la ciencia.

Pero no, suelto la piedra y ésta cae, y de allí yo extraigo una ley (que formulo con
condiciones, y donde incluso tengo que apelar a nociones oscuras como "fuerza", etc.). Y
esa ley me sirve para esto y aquello. Y de pronto deja de servirme. La cambio. Pero no por
una mejor, sino por otra, que me sirve cuando la anterior no me sirve.

Pero, necesariamente, tiene que haber una verdad que abarca todo lo posible y lo real;
principios que contienen el universo, en pura idea. El universo no es un caos aleatorio, sino
que se rige por leyes físicas que dictan lo posible y lo imposible, lo necesario y lo probable.

Insistimos en pensar que nuestros constructos intelectuales pueden expresar la causa del
universo, su forma previa, su diseño, su dios. Pero cuando estos constructos realmente
están en función, sus contextos les dan un sentido concreto: no es el universo, sino esta o
aquella reacción química, la construcción de un cohete, el cálculo de un eclipse, el peso de
las papas, convencer a un interlocutor de algo específico.
La Perspectiva Argumental

Contenido

1. Perspectiva
1.3. Campo argumental
2. Tipos humanos
3. Esquemas argumentales

74.- Sorprendido el sofista y obligado a ceder sobre el punto en cuestión, pone


frecuentemente en juego una figura en que es hábil; consiste ésta en abrir la
perspectiva y mostrar subsumida la cuestión que importaba bajo un principio
donde se reduce a mero detalle, y así insignificante. Te dice, por ejemplo:
"Nada humano es perfecto", o "Todos somos cobardes", o "La verdad es el todo
formado con los errores". En tales casos, llevado del abstraccionismo y de la
admiración por los grandes principios, cedes y olvidas; de manera que pasan en
el vehículo de la fraseología las proposiciones específicas sobre la inutilidad del
cambio y la necesidad de la explotación. (Rivano, J., 1966:62)

1. Perspectiva. Los diversos actos argumentativos o esquemas inferenciales cotidianos


pueden revisarse con provecho a través de la noción de perspectiva argumental. Podemos
entender por perspectiva todo fenómeno vinculado con garantías alternativas para un
mismo asunto. La categoría de "garantía" se recoje del modelo de Toulmin (1958), pero se
entiende en forma más amplia, como ley inferencial, premisa mayor, norma tácita,
supuesto del caso, etc. Es decir, el pivote principal en una cadena o secuencia argumental.
El fenómeno de la perspectiva se inscribe principalmente en la dimensión dialógica de la
argumentación. Se vincula, luego, con los aspectos dialécticos del argumento, así como lo
ha entendido la tradición. La noción de topos en Aristóteles es un origen obvio para lo que
aquí se entiende por perspectiva, pero la noción tiene una articulación distinta acá y es
más amplia. El fenómeno de la perspectiva argumental también se relaciona con lo que la
tradición filosófica y crítica ha estudiado bajo rótulos como "falacias" y "argumentos
retóricos" (también desde Aristóteles, en De Sophisticis Elenchis). Una visión general del
desarrollo clásico se encuentra en Van Eemeren et al. (1987: Cap. 2). Ya hemos
mencionado la Dialéctica Erística de Schopenhauer (1864), y el Contra Sofistas de Rivano,
J. (1966), ambos, colecciones instructivas -y esta última, generosa- de figuras sofísticas, la
primera, presentada como un manual para ayudar al sofista, la segunda, como un manual
para defenderse de él. También se relaciona con la perspectiva argumental la noción de la
pertinencia argumental, que habíamos esbozado en los primeros desarrollos de este texto
en conexión con las prácticas jurídicas, específicamente la deliberación y la sentencia de
un juez ante una disputa.

1.1. En contextos dialógicos, la perspectiva puede darse como un conflicto de


perspectivas. Aún muy en lo general: ante una perspectiva inicial, el interlocutor podrá
tomar la misma perspectiva o tomar otra perspectiva que puede o no estar en conflicto
con la inicial. Esto puede resultar en un cambio o diferencia de garantía dentro del mismo
campo argumental (toma de perspectiva alternativa en el campo), como también de un
cambio del campo mismo de la argumentación (toma de perspectiva desde otro campo).

1.2. Considérese la gama de excusas del tipo "Siento haberme atrasado. Me agarró el
taco de las seis" (el ejemplo lo encuentro en Fearnside y Holther, 1959:106, reformulado
aquí para un desarrollo distinto). Esta es una familia de incontables miembros. Vamos a
suponer un contexto del tipo reunión de trabajo (es decir, un acuerdo formal sobre la hora
de encuentro). Para la intervención indicada el esquema inferencial o argumento implícito
puede ser esbozado así:

i.

Una persona atrasada será excusada por una razón adecuada

El taco de las seis es una razón de atraso adecuada

Yo me atrasé en el taco de las seis

Luego, seré excusado

La premisa mayor o garantía del esquema (i.e. "una persona atrasada será excusada por
una razón adecuada") recibe todo el apoyo de la cortesía, sociabilidad, humanismo, etc.
Pero el humanismo tiene su límite. Concretamente, el límite de ser uno el afectado (ser
quien paga humanismo, no quien lo cobra). Es claro que el dato o premisa menor "yo
estuve en el taco de las seis" bien podría subordinarse a otra garantía:

ii.

Una persona puntual anticipa atrasos anticipables

El taco de las seis es un atraso anticipable

Fulano se atrasó en el taco de las seis

Luego, Fulano no es una persona puntual

Es obvio que i. es la perspectiva natural del atrasado, mientras que ii. lo es del afectado.
(Resulta más bien una figura del humor patético el que argumenta como en ii. para sí
mismo, en primera persona. Alguien que sistemáticamente reflexiona como en ii. en torno
a su quehacer diario no sobrevivirá por largo tiempo, más allá del alero de su madre,
claro. El humor usa muchas veces de estas pautas argumentales en un individuo para
presentarlo como un pesimista irreparable: nos causa risa la representación de este tipo
de auto-reproche sistemático).

Un apoyo para la premisa mayor en ii. ("una persona puntual anticipa atrasos
anticipables") nos llega de la definición misma de "persona puntual". Pero obviamente,
esta garantía tiene apoyo en nuestra experiencia cotidiana, en primer lugar.

En la variante inofensiva de un contexto como el anterior, ambas perspectivas conviven, la


una (i.) explícita, la otra (ii.) en silencio. Pero hay variantes de conflicto (como cuando
quien espera es la Reina de Inglaterra) y allí más vale tener una razón menos expuesta
que i. para la excusa del caso (algo así como "me cayó una teja en la cabeza y fui a dar al
hospital...¡ve el chichón, Su Alteza!").

1.3. Campo argumental. Se observará que la garantía en i. tiene que ver con el tópico
"persona atrasada" (el sujeto de la premisa mayor de i.), mientras que la garantía en ii.
tiene que ver con el tópico "persona puntual" (el sujeto de la premisa mayor de ii.). El
campo de argumentación es el mismo, pero las perspectivas son distintas.

La noción de "campo de argumentación" servirá como un expediente para referirse a la


afinidad o falta de afinidad entre garantías argumentales con respecto a un cierto asunto.
La categoría está esbozada en Toulmin (1958), pero mientras en este autor los rasgos del
campo se recogen de los tipos de datos, apoyos y conclusiones del argumento, aquí
prestaremos más atención a la garantía o premisa mayor de los argumentos en conexión
con la noción de perspectiva argumental. La determinación de un campo argumental se
mantendrá más o menos vaga en concordancia con una diversidad considerable en los
argumentos del campo en cuestión. Es claro que no estamos aquí frente a una gama de
casos claramente delimitados. Tampoco estamos ante una gama finita. Es más razonable
entender el campo de argumentación como el producto de un tema genérico (digamos, el
género del que el tópico es especie) y un cierto ángulo argumental, que es el juego entre
un lugar desde donde se generan garantías en el campo argumental en cuestión y una
forma argumental caractarística. En la definición anterior hay que enfatizar la noción de
"producto". Como veremos, no debemos confundir el tema genérico (el tópico general)
con el campo argumental.

En el ejemplo que atendemos, el campo argumental es de razones cotidianas de atraso y


de justificación de excusa en el tipo de contexto en cuestión. Otras razones dentro del
mismo campo de justificación cotidiana -y que conforman esquemas argumentales
análogos en el contexto del caso- son del tipo "se me paró el reloj"; "no di con la
dirección"; "tenía la dirección equivocada".

Obviamente, el campo está inscrito en una cultura particular. Se trata del atraso (la falta)
y la excusa (la meta) no sólo en un contexto determinado, sino en un lugar social
determinado y una cultura determinada. El atraso es falta en relación a un contexto,
ámbito social y cultura. Lo mismo vale para la excusa que se busca obtener de la
audiencia. Distinto es el campo de argumentación con respecto al tópico "persona
atrasada" (o al género "atrasos-puntualidad") desde una perspectiva cosmológica como la
siguiente: "Siento haberme atrasado. Pero ¿quién no se atrasa alguna vez?" (o la variante
más humilde "...a todos nos pasa"). Aquí ya no estamos en un campo de razones
cotidianas para el atraso. Es cierto que el tipo de giro es frecuente (ya Aristóteles, en
Tópicos, señalaba este esquema de subordinación género-especie: "lo que aplica a todos
también aplica a uno", no totalmente desemparentado al esquema jerarquizante: "si los
dioses cometen errores, qué queda para mí..."), pero no se están aduciendo razones
cotidianas para explicar el hecho (el dato, la premisa menor "yo me atrasé"), sino que se
recurre a una garantía general que implica tolerancia generalizada ante las faltas
humanas. Ya no se trata de explicar (decir) por qué llegué atrasado y de allí, a través de
la garantía, pasar a una conclusión que justifique y realice la excusa (que es la meta de
estos movimientos argumentales), sino simplemente de justificar el atraso apelando a una
garantía general, sin mediación de un dato explicativo. Aquí el argumento es:
iii.

Lo que es hábito común debe ser aceptado (excusado)

Es hábito común que la gente se atrase

Debemos aceptar (excusar) los atrasos de la gente

y subordinado anterior, el argumento que busca la excusa concreta es:

iii'.

Debemos aceptar (excusar) los atrasos de la gente

yo me atrasé

se me debe aceptar (excusar) mi atraso

El encadenamiento es coherente y enmarca la intervención "siento haberme atrasado.


Pero ¿quién no se atrasa alguna vez?". Sin embargo omite la explicación (causa o razón)
del hecho, instancia muchas veces clave para lograr la excusa.

Por lo anterior se hará más obvia la distinción entre campo argumental, por un lado, y
tópico del argumento, por el otro: estamos tanto en i. como en ii. y en iii. ante el mismo
tópico general (o tema genérico o asunto a tratar); en i. y ii. tenemos perspectivas
distintas dentro de un mismo campo; en iii. estamos en un campo distinto de
argumentación. El salto de campo se produce, en esta ocasión, en virtud de la forma del
argumento. Lo anterior también mostrará que la determinación de lo que constituye un
campo argumental dado no es en absoluto asunto claro.

1.3.1. Ejemplifiquemos más. Podemos imaginar otro campo argumental operando sobre
el tópico "persona atrasada" en el contexto del caso. Supongamos una excusa del tipo
"Siento llegar atrasado; es que tuve una premonición de fatalidad saliendo de la casa y
esperé hasta que esa energía negativa pasara". Estamos en terreno subjetivo y mágico. El
punto se podrá centrar en si se está o no dispuesto a aceptar la magia como un campo
legítimo para la creación de garantías en torno al tópico "persona atrasada". Estas no son
razones cotidianas para explicar el hecho "llegué atrasado", si bien el argumento está
diseñado para obtener la excusa. Pero aquí la cadena de argumentos es muy débil, por
descansar sobre una garantía que muy poco apoyo tiene más allá de ciertos círculos:

iv.

Los presentimientos fuertes deben obedecerse

Una premonición de fatalidad es un presentimiento fuerte

Una premonición de fatalidad debe obedecerse

iv'.
Una premonición de fatalidad debe obedecerse

Tuve un premonición de fatalidad al salir

No salí en ese momento

La premisa mayor ("los presentimientos fuertes deben obedecerse") simplemente no


recibe la aprobación de la audiencia cotidiana en el tipo de contexto dado (citas a
reuniones de trabajo). Y esta aprobación es finalmente el apoyo de las garantías
cotidianas (normas sociales de todo tipo, prejuicios establecidos, formas sancionadas para
el comportamiento, etc.) en los distintos contextos.

1.3.1.1. No totalmente desvinculado con el anterior, pero gozando de mayor prestigio y


legitimidad, encontramos un campo alternativo en lo psicológico: "siento haber llegado
tarde, pero una angustia enorme me sobrevino antes de salir y tuve que esperar en casa".
Aquí hay subjetividad, pero no hay magia. O, por lo menos, así alegarán los psicólogos.
Desde Freud, la razón psicológica ha ganado fuerza como alternativa cotidiana de
explicación y justificación. Seguramente, sin embargo, y por razones que no cabe
especificar, será normal omitir una razón así y mentir con una alternativa cotidiana para el
contexto esbozado.

Tenemos, entonces, perspectivas distintas para fenómenos eventualmente idénticos, como


una premonición de fatalidad, por un lado, y una angustia, por el otro.

2. Tipos humanos. Los fenómenos vinculados con la noción de perspectiva son de


variada índole. Tenemos, por ejemplo, al político que cambia de campo dependiendo de la
audiencia: ante una audiencia de empresarios sus argumentos giran sobre la premisa o
garantía de las bondades del libre mercado y la salud económica que implica la
competencia como principio organizador social. En la población marginal, sus argumentos
giran sobre la premisa de lo injusto de la actual distribución de las riquezas y lo necesario
de instalar un sistema de equidad social. Es lo que se alega cuando se acusa a los políticos
de cínicos, mentirosos y estafadores. El político es un táctico del argumento en general, y
de la perspectiva en particular. Si por cínico se califica a quien cambia de perspectiva de
acuerdo a la audiencia, independientemente de la coherencia mutua entre estas
perspectivas, entonces, claro, el político no sólo es cínico, sino que, al parecer, no puede
dejar de serlo, a menos que abandone la política, o, mejor dicho, la política lo abandone a
él.

Tenemos toda la tipoplogía humana que surge a partir de considerar la perspectiva


argumental como una destreza comunicacional del individuo: está el que se identifica con
cualquier perspectiva que se le plantee; está el que no se orienta en términos de qué
perspectiva es pertinente o relevante al asunto; el que no se orienta en términos de qué
perspectiva es conveniente para la meta del caso; el que siempre se ubica en una
perspectiva alternativa a la inicial; el que cambia locamente de perspectivas; el que nunca
cambia de perspectiva; el que está dispuesto a cambiar perspectiva, bajo ciertas
condiciones; el que cambia de perspectiva de acuerdo a la audiencia. Lo anterior, claro, es
asunto de grados y proporciones: desde que participa en argumentaciones, cada individuo
posee o padece un poco de todo esto. El oportunista, el conformista, el hombre de
principios, el desubicado, el terco, son epítetos que encuentran una formulación particular
y ajustada desde la perspectiva del argumento, en general, y el fenómeno de la
perspectiva argumental, en particular.

3. Esquemas argumentales. Desde el fenómeno de la perspectiva argumental podemos


ordenar distintas estrategias argumentativas que desde la Retórica de Aristóteles han
pasado a la conciencia académica. El argumento ad hominem, por ejemplo, se traduce en
un cambio de campo. El campo hacia lo personal es una movida que se aceptará como
pertinente en muchos contextos (incriminatorios, por ejemplo): los rasgos morales,
psicológicos, de carácter de una persona pueden importar a una audiencia que tiene que
evaluar lo que la persona dice. La argumentación ad hominem crea criterios de confianza
(o desconfianza) para la audiencia. Obviamente, el ataque personal es un arma de doble
filo, porque quien lo usa para atacar a un adversario puede transformarse en víctima en el
próximo turno dialógico ("usted acusa a los congresales de consumir drogas, pero para
hacerlo contrata a un criminal que construye la evidencia ¿cómo podemos confiar en
usted?"), o bien quedar expuesto por vía de la negación ("usted está mintiendo con
respecto a mi persona, y si miente con respecto a mi persona ¿cómo podremos creerle
con respecto a lo demás?"), o pasar a ser catador directo de su propio veneno ("¡Usted es
un chismoso! ¡Vea cómo se compromete con rumores sobre mi persona!")

En alguna medida opuesto al argumento ad hominen está la argumentación por autoridad


o ipse dixit. La argumentación por autoridad involucra una tercera persona cuyas palabras
o acciones (relatadas) avalan la garantía o la conclusión del argumento en curso. La
movida constituye un cambio de campo, pero con la apariencia de ser perspectiva dentro
del campo en cuestión. Los ejemplos van desde políticos y dictadores que buscan palabras
convenientes de estadistas prestigiosos o Padres Fundadores hasta el réclame de la pasta
de dientes que muestra un dentista uséndola con sus niños. La fórmula es "Si lo dijo Gran
Fulano, tendrá que ser así" o "si lo hace Gran Experto, así tendrá que hacerse". El cambio
de campo, entonces, también es hacia lo personal, pero esta vez de una tercera persona
consagrada explícita o implícitamente. Por otro lado, mientras ad hominem es una movida
de ataque personal con contenido dislógico, ipse dixit es simplemente un soporte desde la
autoridad, con contenido eulógico. Ipse dixit es frecuente en el terreno académmico:
"Como lo señala Aristóteles...". Y si lo dice Aristóteles, ¡quién va a dudar del ipse dixit!

***

(Ver "Perspectiva argumental" en Ejercicios y Desarrollos)


Fracaso de la Racionalidad

Contenido

1. Lógica y alienación
2. Racionalidad de hecho, no de derecho en la corte de la razón

1. Lógica y alienación. La apelación a la razón, lo racional, lo lógico, lo válido de


acuerdo a los criterios de validez del experto en el campo de las inferencias, el lógico, el
geómetra, el matemático, como autoridades máximas para la legitimación del argumento
en cualquiera de sus esferas, comienza a entrar en crisis en Occidente después del
Renacimiento, cuando la duda hace su entrada triunfal en el pensamiento, hasta llegar a
constituir un método de pensar; cuando entra en cuestión la autoridad de Roma, y el
catolicismo, a punta de lanza y espada, deja de ser la ideología total de europa; cuando
en astronomía, por ejemplo, ya no eran los criterios del geómetra de corte aristotélico los
que dictaban los movimientos de los cuerpos en el espacio, sino el astrónomo, luego de
observaciones y mediciones pertinentes al campo específico de su especialidad; cuando la
imprenta comienza a distribuir en forma masiva los contenidos y formas de los productos
intelectuales de la época; cuando las técnicas y artes, el pensamiento, la filosofía, las
ciencias, se apartan del dominio de la teología... El reinado de la lógica, lo racional de
acuerdo a los criterios formales, inmateriales, inicia así un proceso de recogimiento y lucha
en los centros del poder intelectual de europa, luego de 2000 años de prestigio inapelable
en Occidente. Acaso los últimos grandes destellos en este proceso de decadencia del
imperio de la lógica formal, destellos que no dejaron de cegar buena parte de la
comunidad académica e intelectual de Occidente en su momento, los encontramos en
autores como Frege, Russell y el Wittgenstein del Tractatus.

Lo que se entiende por razón, lógica, validez argumental, proposición, conocimiento,


desde esta tradición académica, se rige por las exigencias argumentales de disciplinas
formales como la lógica, la geometría, las matemáticas en general. El éxito aun vigente de
este movimiento en pro de la razón formal como criterio absoluto de validez puede
evaluarse al considerar la medida en que una argumentación cualquiera, en cualquier
ámbito discursivo, pueda alegarse en términos de racionalidad formal, y rechazarse en
términos de falta de racionalidad formal. Lo exitoso del alegato por vía de los aspectos
formales del argumento en esferas distintas a la de las matemáticas y otras disciplinas
formales, entonces, es materia empírica.

Para el lógico, sin embargo, aun hoy, el valor de la evaluación, o estudio, o análisis formal
del argumento cualquiera no tiene relación con un eventual éxito en el mercado real
donde se transan los argumentos. Los criterios de validez los recoje el lógico de su propia
disciplina. Si bien trata sobre el argumento en general, cualquier argumento, los distintos
campos argumentales donde aparece el argumento no contribuyen en nada a su
evaluación. El lógico se encuentra desligado de los criterios locales del argumento, los
criterios del campo en cuestión. Su disciplina es el estudio del argumento cualquiera,
entendiendo ese 'cualquiera' no como 'ése y ése y ése...', sino ningún argumento en
particular. El argumento en abstracto, el argumento que es pura forma y no materia.

El grado de aplicación de los criterios formales de la lógica, cada vez que se argumenta en
la infinita gama de campos argumentales, en el contexto social en general, es asunto
empírico, asunto para investigaciones con muestras generosas y convincentes. Para
nuestros propósitos inmediatos, podemos confiar en nuestra experiencia e intuición para
establecer que este grado es mínimo más allá del campo argumental de las disciplinas
formales, especialmente las matemáticas: el argumento se articula, opera, se rige de
acuerdo al campo argumental específico.

1.1. Pero cabe aquí considerar un punto nada despreciable: si bien los criterios de
aplicación en cada ámbito argumental son propios, cada vez que la argumentación se
torna reflexiva -y salen al camino asuntos como el de la "verdad", la "validez", la
"conclusividad", los "criterios", y toda la gama de fenómenos, nociones y términos que la
lógica ha transformado en dominio propio (incluyendo aquí al mismo "argumento")- nos
encontramos con el obvio expediente de acudir a la lógica por ayuda, de atender al
arbitraje de la lógica en el asunto, o lo que más asemeje la autoridad lógica en el
momento (aunque para las circunstancias del caso, haya que conformarse con alguien que
haya cursado el cuarto medio).

La argumentación parece paralizarse ante este cambio de campo argumental hacia los
fundamentos mismos de la argumentación. La alienación lógica está operando allí con
toda su fuerza. Los participantes quedan suspendidos hasta nueva orden. O peor aún,
pueden autosuspenderse por supuesta incompetencia en la materia. Cuando ocurren estas
cosas, claro, hay que admitir que la lógica tiene sus alcances. (Algún paralelo cabrá
esbozar aquí entre lógica y gramática: porque también la Academia de la Lengua aparece
como una autoridad a la que todos, llegado el momento de la parálisis discursiva, hacen
profundas reverencias, pero pocos atienden en el uso cotidiano del lenguaje, sino en
ámbitos muy reducidos).

Fuera de esta eventual parálisis alienante, concordaremos en que los criterios formales
para la evaluación argumental tienen una aplicación restringida al ámbito de las disciplinas
formales y escasa en otros ámbitos del contexto social general donde se argumenta.

La argumentación se rige más bien por patrones sustanciales, no formales. Las formas,
eventualmente reducidas y de carácter invariable, no son más que casilleros que de
diversos modos se gestan a partir de los contenidos argumentales. Son estos últimos lo
variable, lo que realmente está ocurriendo en una argumentación dada, lo que da la forma
particular al argumento y desde donde la validez argumental se determina. La forma del
argumento no suministra la orientación absoluta para determinar la validez del mismo. La
validez se determina a través de los aspectos sustanciales del argumento: el campo
argumental, los criterios de aplicación del campo, los apoyos específicos a las garantías
del caso, con todas sus cualificaciones, los datos y sus apoyos.

De modo que la apelación a la racionalidad por vía de la forma, una racionalidad


deductiva, pura, sólo tiene curso en ciertos ámbitos, y sólo en virtud de constituir en esos
ámbitos lo sustancial del asunto: no hay proyección universal -hacia la humanidad, etc.-
para lo racional, así como lo ha entendido y aun entiende buena parte de la tradición
filosófica de Occidente, y así como aun se reproduce en proporción importante, muchas
veces implícitamente, en los programas educativos oficiales.

Pero si la apelación a la racionalidad no es más que una alienación -más allá del campo
matemático- el estatus de un supuesto humanismo a través de la razón ha quedado en
entredicho. Si por racional entendemos lo que la tradición lógica ha llegado a establecer,
no sólo no hay racionalidad en los asuntos del hombre, sino que, desde nuestra
perspectiva, no podría haberla. No hay curso para un humanismo racional.

2. Racionalidad de hecho, no de derecho en la corte de la razón. En Toulmin, así


como en el segundo período de su maestro Wittgenstein, antes que él, encontramos un
autor que reacciona contra la tradición formalista: la tradición ha seguido un derrotero sin
ninguna incidencia en la argumentación real, el modo concreto como se estructuran y
establecen las conclusiones. En particular, en Toulmin tenemos el desarrollo de un modelo
para evaluar el argumento justificatorio, modelo que se extrae de las prácticas jurídicas.

El intento de Toulmin contiene lo central del esquema silogístico tradicional,


complementado con casilleros que mejor responden a lo que ocurre en situaciones
justificatorias. Cuando se justifica una opinión, juicio o afirmación, no basta con generar
una conclusión a partir de un par de premisas, una de las cuales, la mayor, funciona como
puente entre la menor y la conclusión. El argumento justificatorio requiere especialmente
de un apoyo para la premisa mayor. El casillero funcional de apoyo nos remite a los
criterios de aplicación del campo en cuestión e impone las eventuales cualificaciones que
van a modificar la conclusión. El apoyo argumental nos asegura que el argumento está
anclado en un campo y apela a criterios de aplicación para la gama de términos que van a
estructurar el argumento y, sobre todo, la conclusión, criterios que pueden hacerse
explícitos. La noción de campo argumental y la de apoyo son entradas sustanciales y
locales para el argumento. Ambas nos remiten al asunto mismo que trata el argumento en
cuestión y nos exigen derivar de allí los criterios para evaluar el argumento.

El modelo de Toulmin -en lo que importa a los alcances que el mismo autor visualizó para
éste- no es incompatible con el proyecto humanista de la razón: desde que se tienen
criterios firmes de aplicación, desde que el argumento pertenece a un campo donde los
apoyos son claros y de ellos se extraen las cualificaciones del caso, desde que hay
exigencia de pertinencia argumental, estamos en un terreno aún firme de racionalidad.

Por otro lado, cuando salimos a la calle, a la vida cotidiana e intentamos aplicar el modelo
para la evaluación de los argumentos así como se dan en el diario vivir, nos encontramos
con un panorama bien distinto. El modelo aún es un lente fino para distinguir la realidad,
pero la realidad que emerge está bien lejos de una racionalidad de corte lógico, así como
lo entiende la tradición, y bien lejos de la racionalidad jurídica, así como la pretende
Toulmin.

En particular, los argumentos semi-implícitos y trans-verbales (i.e. no necesariamente


verbalizados) de la vida cotidiana obtienen una muy pobre evaluación bajo las exigencias
toulmianas: por ejemplo, cuando un prejuicio funciona como garantía, ¿cuál es su apoyo?
Acá el humanista, y Toulmin, seguramente, nos dirá que no tiene apoyo y que justamente
ésto queda al descubierto si aplicamos el modelo (un efecto ilustrativo, pedagógico,
terapéutico, crítico del mismo). El prejuicio implica el uso de una garantía que carece de
apoyo, se nos dirá, y que no es pertinente. Y se nos dirá esto porque se está concibiendo
la función de apoyo en términos de la racionalidad tradicional, la racionalidad lógica: el
apoyo es un apoyo racional y pertinente para el asunto. Pero, aplicando fríamente la
noción de apoyo, en una extensión que seguramente poco agradará al humanista y al
mismo Toulmin, pero que parece evidente y corresponde a una versión desimplicada de
los hechos, ¿no cabría concebir el apoyo de un prejuicio como el número de personas que
lo suscriben, el arraigo real del mismo, la fuerza concreta del prejuicio en la comunidad
del caso?

Si es así -y me parece adecuado proyectar la noción de apoyo a la dimensión de las


normas sociales y del poder en el contexto del caso- no hay más que tirar la esponja de la
racionalidad pura: lo que queda es una racionalidad que perfectamente podría ser
irracional, de acuerdo a criterios formales y tradicionales (incluyendo aquí los criterios que
se desprenden del modelo de Toulmin), una racionalidad que es lo que es y de la que
cabe realizar descripciones parciales.

De paso, lo anterior no sólo es abandonar el terreno establecido por la tradición como


propiedad incuestionada del lógico, sino que implica un rechazo a la posibilidad misma de
hacer una ciencia del argumento: el estatus de los estudios argumentales estaría en el
nivel de las descripciones, no las teorías.

Si le abrimos la puerta a la jurisprudencia como modelo de racionalidad, nos encontramos


con dos opciones obvias: 1) se aplica el modelo en forma generalizada, exigiendo
racionalidad de corte jurídico en cada ámbito, en forma más o menos dictatorial (así como
la lógica exige racionalidad formal en cada ámbito; así como una dictadura controla
arbitrariamente el código de las garantías pertinentes para cualquier ámbito (con el simple
apoyo de la fuerza), o 2) se aplica como modelo descriptivo, de modo que, dadas las
nociones de campo argumental, criterios y apoyo, nos vemos inmersos en un mundo
relativo, donde los campos determinan los criterios y donde las garantías reciben distintos
tipos de apoyo, dependiendo del campo y el contexto en cuestión. Sobre todo, nos
encontramos con que la pertinencia se transforma en asunto relativo y de grados. Si se
acude a Salomón para que resuelva un entuerto, no se espere pertinencia semántica u
otra, sino el despliegue desinhibido de una personalidad con poder.

La racionalidad ya no es una, sino muchas. Y no hay una pauta evaluativa para la


racionalidad o validaez o adecuación de los argumentos, sino muchas. La legitimidad de
los argumentos, en última instancia, queda restringida al contexto del caso, al campo en
cuestión, a lo que de hecho vale como argumento último en una disputa.

La interminable gama de campos argumentales no es necesariamente compatible en sus


criterios de aplicación, por lo que no hay curso a una racionalidad común, unificada.

Desde que el apoyo se concibe como aquello que legitimiza una garantía, el apoyo nos
lleva directamente al tema del poder. Y aquí por poder entendemos tanto la capacidad de
fuerza física y capacidad de apropiación, como toda la gama de campos de prestigio, las
autoridades establecidas y sus doctrinas y funcionamientos, las religiones oficiales, los
tabúes, los prejuicios de la sociedad, en fin, toda la gama de instancias de fuerza cuya
legitimidad viene de su sola presencia y peso en la sociedad. Estas fuerzas operan por
doquier como apoyos argumentales, pero no representan una base racional para el
argumento. Estas instancias de fuerza constituyen muchas veces marcos de referencia
incuestionables. Son apoyos irracionales en la argumentación. Pero las garantías se
extraen de éstos en forma automática. Este tipo de apoyo no es racional, no es
justificatorio ante "la corte de la razón", no es pertinente: es un apoyo por la fuerza, sea
ésta física, técnica, por el prestigio, la tradición, la religión, el prejuicio, el tabú, la doctrina
oficial, etc.

Desde que el apoyo se articula como aquello que legitimiza una garantía, la racionalidad
de la razón queda marginada a un segundo plano, y el poder, establecido o emergente,
despliega su propia y protagónica racionalidad.

Todo indica que, en última instancia, las únicas racionalidades estables son las que se
apoyan en el poder, en la institución, en la fuerza de lo que se constituye como forma
particular de existencia y coexistencia, por más caprichosa que ésta sea. La racionalidad
es pertinente sólo en el sentido de contar con la fuerza requerida, sea esta la fuerza de la
costumbre, de la inercia social, del temor, del conglomerado humano, o simplemente la
fuerza acaso más desnuda de la supremacía física o técnica.

Creo que es Georgias que le dice a Sócrates algo así como lo siguiente: estas cosas son
ardides que inventan los débiles para neutralizar a los fuertes. Pues bien, aquellos débiles
han tenido cierto éxito evolutivo en el caldo social y ahora son fuertes, en muchos
ámbitos. No eran las razones, entonces, lo que movía a los débiles a esgrimir argumentos,
sino motivos: apoderarse de las técnicas de apropiación y del control de las garantías
argumentales en los ámbitos discursivos de la sociedad y así hacerse de poder para
enfrentar al fuerte y matarlo.
Ejercicios y Desarrollos

Contenido

Analítico-sintético
Pro y contra; Garantía; Razón y motivo
Funciones argumentales
Perspectiva argumental
Análisis argumental

Análitico-Sintetico (elaboro aquí parcialmente a partir de Naess, 1971:cap.III)

1. Enunciados (juicios, proposiciones) analíticos y sintéticos.

Definición estipulativai: Por desplazamiento de una nave se entiende el peso del volumen
de masa que desaloja.

Enunciado analíticoii (positivo): A mayor desplazamiento de una nave, mayor el peso de la


masa desalojada

Df. un enunciado es analítico cuando su verdad o falsedad depende


exclusivamente de reglas lingüísticas. (Es decir, nos basta ser hablantes para saber
que el enunciado es verdadero)

Df. un enunciado es sintético cuando no es analítico. (Es decir, no basta con ser
hablante para saber si el enunciado es verdadero o falso).

Comentario: El enunciado analíticoii tiene la apariencia de ser un enunciado sintético (o


empírico o sustancial), es decir, un enunciado que nos dice algo sobre la realidad, un
enunciado informativo, que puede ser verificado o falsificado por los hechos. Pero esto no
es así. Este enunciado es analítico. Su adecuación está en función a la definición
estipulativai. El enunciadoii no es más que una consecuencia lingüística del la definicióni.
Muchas veces, los argumentos no hacen más que concluir en forma analítica (e.e. 1.4
infra), aunque el argumentador y su audiencia pretendan estar diciendo y oyendo algo
novedoso y sustancial. Veamos ejemplos de esto.

1.1. Ejercicio: Gatos por liebres (analítico por sintético). Los enunciados que
siguen tienen el aspecto de ser sintéticos, es decir, tienen el aspecto de ser enunciados
que nos dicen algo sobre la realidad (y no ser una mera explicitación de una regla
lingüística, o una convención, o una estipulación). Sin embargo, no lo son,
necesariamente. Comente cada uno.
a. la naturaleza humana permanece inalterable

b. el agua limpia hierve a 100 grados Celsius, bajo 760 mm de presión.

c. la democracia verdadera implica un sistema equitativo de distribución de recursos

d. la inteligencia superior es poco frecuente

e. la verdadera democracia es el libre mercado y la libertad de oportunidades para todos.

Pauta: en (a) se afirma algo para lo que no hay criterios establecidos. Una vez
establecidos los criterios, cae de suyo lo que de éstos se siga. Por ejemplo, que por
humano se va a entender al mamífero bípedo hablante que somos. Definido así, esa
naturaleza permanece inalterable. O alguien postula la identidad del alma en el individuo a
lo largo de su vida como rasgo inherente. Esa premisa ya contiene lo que (a) dice. Por
otro lado, si los criterios son genéticos, un enunciado como (a) pasa a ser empírico: hay
que investigar con técnicas de observación en qué medida la naturaleza genética humana
permanece inalterable a lo largo de su evolución.

De modo que los enunciados son analíticos o sintéticos en relación a un conjunto de


reglas lingüísticas, criterios de adecuación para establecer algo. No podemos juzgar los
enunciados sin estos criterios, en abstracto. Por ejemplo, el enunciado "me gusta y no me
gusta" desde criterios lógicos tradicionales aparece como una contradicción: la cosa no
puede ser y no ser. Desde otros criterios, psicológicos o simplemente cotidianos, por
ejemplo, no resulta en absoluto contradictorio un enunciado así: a alguien le puede gustar
y no gustar una persona. Es perfectamente normal que así ocurra, tanto por la
multiplicidad de aspectos de personalidad y otros rasgos personales, como por los cambios
de la persona en un lapso de tiempo: "me gusta por esto, pero no por esto otro".

En (b) tenemos un caso especial: resulta que la escala Celsius se define justamente a
partir del punto de ebullición del agua en las condiciones mencionadas. Esa temperatura
se determina como 100 grados Celsius. De modo que el enunciado es analítico.

En (d) tenemos un tipo de enunciado que no deja de frecuentar el discurso académico: se


trata de las mediciones estadísticas. Muchas veces, el instrumento de medición ordena
necesariamente las fecuencias bajas en los extremos. De modo que "superior" e "inferior"
en estas mediciones son, por definición, frecuencias bajas.

1.2. Los enunciados analíticos, más que informar, desarrollan el potencial deductivo de
una lengua. Este potencial se aplica en la organización tanto social como del
conocimiento: en las leyes, normas, regulaciones y relaciones conceptuales. Por ejemplo,
un carabinero observa una infracción de tránsito; exceso de velocidad, digamos. De allí el
proceso sigue un curso establecido: una vez definida la persona como presunto infractor a
la norma, los pasos son semiautomáticos: se detiene al individuo, se le exije identificación
y otros documentos, se le cuestiona sobre los hechos, se le cita ante un juez, se le multa,
etc. Es decir, una vez definido o categorizado alguien como infractor a una norma, las
definiciones del caso se encargan de buena parte del proceso.

1.3. Los enunciados de la lingüística son sintéticos, aunque su objeto sea 'la regla
lingüística'. Las reglas que describe la lingüística tienen que investigarse, con vistas a
establecer su validez.

Las definiciones estipulativas no son ni analíticas ni sintéticas, y no son ni verdaderas ni


falsas. Sólo dicen que ciertas expresiones equivalen a otras. De modo que estas
definiciones constituyen reglas lingüísticas. La característica analítica de un enunciado
puede ser establecida apelando a ellas.

1.4. Inferencias analíticas.

a.

el Papa es un hombre

todos los hombres son mortales

luego, el Papa es mortal

b.

el agua ha alcanzado los 100 grados

100 grados es la temperatura que tiene el agua al hervir

luego, el agua está hirviendo

c.

Copérnico nació en 1473

la Edad Media es el período entre 500 d.c. y 1500 d.c.

luego, Copérnico nació en la Edad Media

d.

todos los peces viven en el mar

el uso de 'todos' implica existencia plural

luego, hay peces

Df. una inferencia es analítica cuando puede ser transformada a un enunciado


analítico de la forma "si...., entonces....", donde la premisa o premisas están en
el antecedente y la conclusión en el consecuente.

Ejercicio: transforme los esquemas argumentales anteriores en enunciados condicionales


de la forma "si...y dado que...entonces...".

1.5. Comente el siguiente desarrollo del Contra Sofistas:

22. Construir implicaciones es siempre fácil; descubrirlas ya es otra


cosa. Tú puedes aceptar de estas últimas, en general, como
doctrinas que debes examinar con cuidado. Algunas veces la
implicación es obvia, aunque es difícil hacerla depender de un
principio seguro. En esto, bastará una pizca de atención para atinar
prudentemente. Si, p.ej., te dicen que -todo el resto de la
condiciones constante- la variación de la demanda influye en la
oferta, nada podrás objetar, siempre que no quieran fundar esta ley
en algún principio lógico supremo o una justicia inmanente. Si, por el
contrario, se dice que la inflación arruina a los rentistas, verás sin
esfuerzo que la idea de inflación comprende la idea de ruina de los
rentistas casi como el triángulo comprende sus ángulos. (Rivano, J.,
1966:30)

Pro y Contra; Garantía; Razón y Motivo (cfr. Naess, ibíd.:cap.V).

Se le ha insinuado a Ernesto (su mamá y su tía Julia) que se dedique exclusivamente a los
estudios y que deje de juntarse con los amigos, que no se vea tanto con la polola y que
deje la banda de rock... Ernesto considera el imperativo DEBO CONCENTRARME
EXCLUSIVAMENTE EN LOS ESTUDIOS UNIVERSITARIOS desde una perspectiva aprendida
en un curso de argumentación, sufrido hace poco. Ubica los argumentos a favor a un lado
de la balanza, y los argumentos en contra, al otro:

PRO:

1. Así sacaré la carrera antes

2. obtendré ingresos regulares antes

3. obtendré una posición social antes

Contra:

1. pero perderé mis actividades favoritas

2. me transformaré en un tonto fome

3. sufriré más

En este punto, Ernesto no sabe qué hacer: la balanza está equilibrada, o, peor aun,
parece pesar más del lado de los argumentos a favor del temido imperativo, lo que poca
gracia le causa... Pero aquí recuerda Ernesto las líneas de un poema que repetía en su
niñez: "en este mundo traidor, nada es verdad ni es mentira, todo es según el color del
cristal por que se mira". Y mientras resaborea esta última frase, "... todo es según el color
del cristal por que se mira", Ernesto recuerda también algo que había captado en el curso
aquel, sobre cómo los argumentos a favor podían transformarse en argumentos en contra
(y viceversa, aunque aquello no le venía a la memoria en este momento). Con este
impulso, Ernesto ataca nuevamente al odioso imperativo, produciendo argumentos que
transforman los argumentos a favor en argumentos en contra:

CONTRA-PRO:

1.1. si termino antes, tendré que salir a buscar trabajo antes

2.1. cuando obtenga ingresos regulares, mis padres me dirán que


aporte o me vaya

2.2. cuando obtenga ingresos regulares, mi polola querrá casarse!!

3.1. obteniendo una posición social, me lleno de hipocresía

Satisfecho del resultado (y reconociendo una nueva dimensión de su curso de


argumentación), Ernesto ha decidido no dedicarse exclusivamente a los estudios
universitarios y ha recuperado la felicidad... por el momento.

Desarrollo: Esbozo del esquema básico del modelo pro y contra.

Discusión: razón vs. motivo: el argumento como astucia, ardid; la razón como
racionalización; la razón al servicio de la voluntad.

Ejercicio: establezca las garantías que juegan en los pros y los contras de Ernesto. ¿Qué
funciones están involucradas en los contra-pros de Ernesto?

Funciones Argumentales

1. Aplicando el esquema de Toulmin, determine las funciones argumentales que


desempeñan las distintas afirmaciones en los siguientes argumentos.

Nota 1: En este ejercicio la discusión se centra en distinguir entre función discursiva, por
un lado, y función argumental, por el otro. Todas las formas afirmativas aparecen en las
distintas posiciones discursivas: premisa, conclusión, supuesto. Pero en términos
argumentales, no hay paralelo. También podríamos hablar de dinámica argumental, por
un lado, y topología del argumento, por el otro.

Nota 2: Cabe distinguir entre enunciado o afirmación, por un lado, y función argumental,
por el otro. En un argumento, una afirmación cumple una función argumental
determinada. Una misma forma afirmativa -en tanto forma desligada del argumento,
abstracta- puede cumplir cualquiera de las funciones argumentales en un argumento real.
Veamos un ejemplo (cfr. Van Eemeren et al. Cap.4):
I

1. Santiago es la capital de Chile

entonces,

2. el presidente es nombrado en la capital de Chile

[implícito: 3. el presidente es nombrado en Santiago]

II

2. el presidente es nombrado en la capital de Chile

entonces,

1. Santiago es la Capital de Chile

[implícito: 3. el presidente es nombrado en Santiago]

III

3. El presidente es nombrado en Santiago

entonces,

1. Santiago es la Capital de Chile

[implícito: 2. el presidente es nombrado en la capital de Chile]

IV

1. Santiago es la Capital de Chile

entonces,

3. El presidente es nombrado en Santiago

[implícito: 2. el presidente es nombrado en la Capital de Chile]

2. el presidente es nombrado en la capital de Chile


entonces,

3. el presidente es nombrado en Santiago

[implícito:1. Santiago es la capital de Chile]

VI

3. el presidente es nombrado en Santiago

entonces,

2. el presidente es nombrado en la capital de Chile

[implícito: 1. Santiago es la capital de Chile]

Comentarios: vemos que la función veritativa varía de acuerdo al argumento en


cuestión. Así, de hecho, el presidente es nombrado en Valparaíso. Pero esta verdad (este
hecho) contradice distintas funciones dependiendo del argumento de fondo. Así, en I y II
contradice a 3, que funciona como garantía (premisa mayor). En III y IV contradice a 2,
que funciona como garantía. En V y VI contradice a 3, que funciona como dato.

Perspectiva Argumental

1. Perspectiva. En contexto "acuerdo formal" (como reunión de trabajo, etc.):

"Siento haberme atrasado. Me agarró el taco de las seis"

Desde una perspectiva, el esquema inferencial o argumento implícito aquí puede ser
esbozado así:

i.

Una persona atrasada será excusada por una razón adecuada

El taco de las seis es una razón de atraso adecuada

Yo me atrasé en el taco de las seis

Luego, seré excusado

Desde otra perspectiva, así:

ii.
Una persona puntual anticipa atrasos anticipables

El taco de las seis es un atraso anticipable

Fulano se atrasó en el taco de las seis

Luego, Fulano no es una persona puntual

2. Cambio de campo argumental:

"Siento haberme atrasado. Pero ¿quién no se atrasa alguna vez?" (o la variante más
humilde "...a todos nos pasa").

Aquí el argumento es:

iii.

Lo que es hábito común debe ser aceptado (excusado)

Es hábito común que la gente se atrase

Debemos aceptar (excusar) los atrasos de la gente

y subordinado anterior, el argumento que busca la excusa específica:

iii'.

Debemos aceptar (excusar) los atrasos de la gente

yo me atrasé

se me debe aceptar (excusar) mi atraso

2.1. Otro campo argumental:

"Siento llegar atrasado. Es que tuve una premonición de fatalidad saliendo de la casa y
esperé hasta que esa energía negativa hubiese pasado"

iv.

Los presentimientos fuertes deben obedecerse

Una premonición de fatalidad es un presentimiento fuerte

Una premonición de fatalidad debe obedecerse

iv'.

Una premonición de fatalidad debe obedecerse


Tuve un premonición de fatalidad al salir

No salí en ese momento

Ejercicio: Diseñe perspectivas alternativas y cambios de campo para una situación de


escusa de atraso. Piense en otras situaciones que puedan activar este tipo de análisis.

3. Comente el siguiente desarrollo en el Contra Sofistas:

31.- Cuando haces un argumento, por ejemplo, sobre el abuso de la


fuerza, muchas veces escucharás que dice el adversario: "Pero, allí
hay un supuesto reconocido, a saber, que el hombre tiende a
sojuzgar al hombre". Y si tú dejas que el adversario siga su juego en
esto, llegará insensiblemente a los protozoarios y rematará en el
núcleo que ejerce violencia sobre los electrones. Y terminarás
edificado con principios cósmicos que transformarán el abuso de la
fuerza en un pelo de la cola. Para no caer en esto, cede los
supuestos cuando sea legítimo pero sin perder de vista el punto;
porque, mídelo bien, tú rechazas el abuso de la fuerza; y si el mundo
-como lo presenta tu contrincante- es inconsistente con tu rechazo,
no vaciles en rechazar el mundo. (Rivano, J., 1966:41)

4. Comente la estratagema 19 de la Dialéctica Erística de Schopenhauer:

Si el adversario solicita expresamente que presentemos alguna


objeción contra un punto concreto de su tesis, pero no encontramos
nada apropiado, hay que enfocar el aspecto general del tema y así
atacarlo. Por ejemplo, si hay que decir por qué una determinada
hipótesis física no es creíble, hablaremos de la incertidumbre general
del saber humano ilustrándolo con todo tipo de ejemplos.

Análisis Argumental

Los siguientes son algunos argumentos en torno a la acusación constitucional de 1997 en


contra del entonces presidente de la Corte Suprema de Chile, Servando Jordán. Jordán fue
acusado insitucionalmente en la Cámara de Diputados por iniciativa de la UDI, Unión
Democrática Independiente, y en forma protagónica por el diputado Carlos Bombal. En el
libelo se le acusa de irregularidades que lo calificarían como un agente protector del
narcotráfico. El resultado de la comisión que se constituyó para informar a la Cámara fue
tres en contra de la acusación y dos a favor. En el pleno se rechazó la acusación, también
por un voto. La parte acusadora se proclamó un cierto triunfo por el resultado de la
votación.
I Argumentos Generales (Defensivos)

(Fuente: "La Defensa de Jordán". Entrevista de Raquel Correa. El Mercurio. 6 de julio de


1997)

1. Gustavo Fiamma: "Está en peligro el Estado de Derecho, el principio de la


independencia del Poder Judicial y, lo que es más grave, los ciudadanos de este país....
Está en peligro porque al amedrentarse a los jueces de la forma en que se está haciendo,
ya no tendrán la independencia necesaria para resolver casos en que se enfrentan
particulares con el Estado. En esta situación estarán más proclives a fallar en favor del
Estado por temor a ser acusados constitucionalmente."

(Nota: "peligro" es un término relativo: lo que es peligroso para algunos no lo es para


otros. Del lado de los legisladores atacantes un argumento paralelo puede esgrimirse: los
ciudadanos están en peligro, porque ante un juez parcial (que abandona sus deberes
sustantivos) no tienen ninguna posiblidad de apelación. El peligro no es una propiedad
constitutiva, sino término relacional.)

2. Fidel Reyes: "Hemos sido colegas en la Universidad: él es profesor de Derecho Penal.


Además, es un entrañable amigo mío. Le tengo mucha admiración y respeto. Es un
hombre que se ha dedicado en forma notable a la administración de justicia. Pese a los
escasos recursos con que cuentan los magistrados, jamás se ha apartado del camino de la
rectitud. Goza de una acrisolada honestidad."

[Ejercicio: Analice los argumentos anteriores de Fiamma y Reyes, tanto desde una
perspectiva retórica como de acuerdo el modelo de Toulmin].

3. Fidel Reyes: "Este libelo, además de inconstitucional, pretende deshonrar a uno de los
poderes fundamentales de un Estado democrático, como es el Poder Judicial. Y pretende
crear una nube gris sobre la honestidad de los más altos magistrados"

(Nota: "dar" y "quitar honra" tambián es asunto relativo. El otro lado podría argumentar
que el libelo pretende honrar el poder fundamental de un pueblo de enjuiciar a sus
autoridades, a los Poderes del Estado.)

4. Raquel Correa: "¿Creen que se trata de una campaña? ¿Que Bombal lo hace para su
candidatura a senador o que actúan para socavar las instituciones propias de un Estado de
derecho democrático? ¿O no se tratará simplemente de querer limpiar la casa?"

5. Fidel Reyes: "Yo creo que es la partitocracia. Hoy los partidos políticos son la institución
más despretigiada que existe. Como una manera de tener importancia ante la opinión
pública y destacarse han buscado a una pesona tan importante como Servano Jordán para
sobresalir."
II Argumentos Especificos (Defensivos)

1. Raquel Correa: "En el caso del narcotraficante colombiano Correa Ramírez, el libelo
destaca anomalías como que, después de denegada la libertad, en el último día de plazo
se presenta la reposición y es aprobada por el mismo tribunal que la había rechazado."

2. Gustavo Fiamma: "Lo que se está cuestionando aquí es el otorgamiento de la libertad


provisional. Porque si todas estas condiciones se hubieran producido igual pero no se
hubiera otorgado la libertad, no habría acusación constitucional."

(implicando: el legislativo no está facultado para cuestionar las sentencias, fallos o


decisiones preliminares del Poder Judicial)

3. Fidel Reyes: "Y el tribunal superior tiene perfecto derecho para conceder libertad
provisional de acuerdo con el mérito del proceso. La facultad está concedida por la
Constitución: artículo 19 número 7 letra e"

(implicando: existe la facultad para conceder o no conceder; este es un caso donde se


ejerción esa facultad. El apoyo está referido explícitamente)

4. Raquel Correa: "La acusación dice que Jordán quebrantó el orden jurídico porque se
constituyó en un tribunal paralelo o especial al inmiscuirse en el sumario interrogando a
los dos actuarios querellados."

(es decir, "por su cuenta", implicando, acaso, "con motivos personales")

5. Fidel Reyes: "Esta situación se vio en el pleno de la Corte Suprema y el pleno


encomendó al presidente Jordán conversar con ellos."

® (implicando: se lo encargó el pleno de la corte)

6. Raquel Correa: "Eso ocurrió posteriormente."

(es decir, "no ocurrió así", "eso es falso")

7. Fidel Reyes: "El artículo 79 de la Constitución entrega a la Corte Suprema la


superintendencia directiva, correccional y económica de los tribunales. Lo que podría
haber sido notable abandono de sus deberes es que sabiendo que hay funcionarios
judiciales que pudieran estar involucrados en hechos irregulares no hiciere nada. Y no se
constituyó en un tribunal paralelo: no ejerció función jurisdiccional sino el control de la
disciplina de los funcionarios. Son facultades administrativas."
(implicando: si nada hibiese hecho la Corte Suprema, entonces podría alegársele
abandono de deberes. Nótese que una Corte difícilmente podrá incurrir, cua Corte, en
esta falta: desde que se constituye para fallar o decidir algo está, ipso facto, cumpliendo
con su deber. En esta argumentación el giro que importa es la identificación que se
establece entre Jordán y la Corte Suprema.)

(Nótese aquí operando en forma implícita pero sistemática la distinción entre motivo y
razón: acaso en el plano de las razones, es decir, pasos jurídicos, etc., el camino de la
acusación es arduo y, eventualmente, estéril. Pero se implica sistemáticamente una
motivación personal para obrar Jordán como lo hizo en cada paso. El paso en sí no
constituye una falta a la razón jurídica; es el motivo del paso el que subyace la acusación.
Pero ¿puede el legislativo cuestionar los motivos sin demostrar las razones (i.e. sin
demostrar los atropellos a las razones jurídicas)?

Por otro lado, el referido artículo 79 formula la excepción del caso. Precisamente puede
corresponderle al Senado intervenir en este tipo de "contiendas". Vid. infra IV, Artículo 79,
último párrafo)

III Argumentos Especifico (Interpretativos por el control de la garantía)

Fuente: "Deberes de los notables" de Pilar Molina. El Mercurio. 13 de julio de 1997.

1. Para los acusadores "la única arma de nuestro ordenamiento jurídico que permite
perseguir la responsabilidad política de los supremos... es a través del notable abandono
de sus deberes. La Constitución enuncia este concepto como causal de juicio político...

Pero el texto constitucional omite definir el concepto."

2. "Los deberes (son) aquellas obligaciones formales y adjetivas inherentes al cargo de los
supremos, como son, concurrir a sus despachos, realizar ciertas visitas a las cárceles y
dictar sentencias". (En recurso de protección en favor de Jordán)

3. Jorge Ovalle: "Los altos magistrados no son acusables políticamente, salvo por el
incumplimiento de sus deberes funcionarios".

4. Definición en la acusación de la UDI del concepto "notable abandono de deber" en el


texto constitucional: "La infracción ante la inobservancia de cualquier obligación o deber
que pesa sobre un supremo, sea éste de carácter adjetivo o formal o bien sustantivo y de
fondo...los Ministros de la Corte Suprema tienen el deber de asegurar el ejercicio, cautela
y vigencia real de los derechos esenciales que emana de la naturaleza humana, y ... el
descuido de tales deberes -aun por negligencia o simple ignorancia- debe ser entendido
como un notable abandono de sus deberes"

IV Arrtículos Constitucionales Relevantes

Artículos relevantes de la Constitución de Chile para este debate, en especial en lo que


toca a los términos "sustancial" y "notable abandono de deberes", como también a la
"superintendencia correccional" en una

situación de este tipo:

ARTICULO 48.- Son atribuciones excusivas de la Cámara de Diputados:

...

2) Declarar si han o no a lugar las acusaciones que no menos de diez ni más de


veinte de sus miembros formulen en contra de las siguientes pesonas:

...

c) De los magistrados de los tribunales superiores de justicia y del Contralor


General de la República, por notable abandono de deberes (ibíd. págs 38-9)

ARTICULO 76.- Los jueces son personalmente responsables por los delitos de
cohecho, falta de observancia en materia sustancial de las leyes que reglan el
procedimiento, denegación y torcida administración de justicia y, en general, de
toda prevaricación en que incurran en el desempeño de sus funciones.

Tratándose de los miembros de la Corte Suprema, la ley determinará los casos


y el modo de hacer efectiva esta responsabilidad. (Constitución política de la
República de Chile, 1980. pág.54)

ARTICULO 79.- La Corte Suprema tiene la superintendencia directiva,


correccional y económica de todos los tribunales de la nación. Se exceptúan de
esta norma el Tribunal Constitucional, el Tribunal Calificador de Elecciones, los
tribunales electorales regionales y los tribunales militares de tiempo de guerra.
Los tribunales contencioso administrativos quedarán sujetos a esta
superintendencia conforme a la ley.

Conocerá, además, de las contiendas de competencia que se susciten entre las


autoridades políticas o administrativas y los tribunales de justicia, que no
correspondan al Senado. (ibíd. pág. 55)
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--- 1956. Remarks on the Foundations of Mathematics. Oxford: Basil Blackwell.

--- 1969. On Certainty. Oxford: Basil Blackwell.---Retórica

---Tópicos

Para citar este documento


RIVANO, Emilio. De la Argumentación. Santiago: Bravo y Allende Editores, 1999. [En linea]
Disponible en: www.enj.org [Fecha de consulta]

Tomado de: http://www2.udec.cl/~prodocli/argument1/ARGUMENTACION.htm

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