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En todas las librerfas La Mar de Cuentos Un viaje a los mundos imaginarios mds espléndidos de la humanidad (Cumvros pe 14 xrrovocta cuca (Reltos de Gracia Moms Die Se Liana Mendes) ‘Mis cues ne La sarovocta oxic (Contos be Las Mat ¥ Usa Nocaes (tas de Gravis Monts. Dis de Lilian Mende) Hisrons ova Bunun (Rel Gracia Mores Dior de Oca Ros) (Canantsnos oe La Mesa REDONDS (Retr de rca Mets, Diba de Once Rot) Los curnros pe Peneavt (Tatucin de Graciela Moves. Dito Sa) Axunzas ne JUAN EL ZoRKO (Rls de Hori Clement. Dito de Taber) ‘Los vuuns oe Guuiven (Apacign de Roget C Paes Dios de Sat) Fisurss pe Esor0 (Gersind Heber Cardoso. Diss de Mar ita) EB lz Geant at Loe “Buenos Ars, Arena Teas S368 4191 ‘Mis cuentos de la Mitologia Griega LOS AMORES DE ZEUS LA MAR DE CUENTOS ‘Mis cuentos de la Mitologia Griega LOS AMORES © De ex ein Eton La Pagina S.A DE ZEUS © Odo SRL. Gramon - Colihue Libros Relatos de GRACIELA MONTES Dibujos de LILIANA MENENDEZ, [Ese libro fora pare de la icon de Pagina 718 y ve eowcal) untamente con lamina. Pobibida so venta separadao culqu forma de comerilizacia | serodeaba de nubes tenebrosas y fulminaba con el rayo, era también un enamoradizo. \doraba a las mujeres hermosas. A las mu- es 0 a las diosas, pero sobre todo a las mujeres porque las mortales lo conmovian Inés aun que las inmortales, por algdin moti- 0 misterioso. Nadie podfa imaginar, al verlo reconve- fir a los demas dioses con el cefio fruncido poner orden en las eternas peleas entre anos, que tenia un coraz6n tan tiemo. tan tomadizo, tan caprichoso, porque si ry algo que caracteriza a los dioses es el icho, y el rey de los dioses tiene que et, por fuerza, el més caprichoso de todos. 5 Cuando Zeus se encaprichaba con ugg ‘mujer, tenfa que conseguirla a cualquier cog to. Por lo general no le resultaba dif enamorarla, porque era un dios y podta apy, recerse con la més atractiva dé las formas, Podfa convertirse en toro, por ejemplo, com cuando rapt6 a la ninfa Europa. En cisne, como cuando sedujo a Leda, la made de iy bella Helena (la misma que luego, con ¢ correr del tiempo, desencadenarfa la gue de Troya). O en Iluvia de oro, como cuanda cayé sobre Danae y engendrd a Perseo, e| ‘matador de monstruos. Como consecuencia de esos enamora- mientos venfan los hijos, siempre. Eran muchos los que —mortales 0 inmortales-te- nian derecho a lamarlo “papa”, puesto que a todos los habja engendrado. Con su legitima esposa, Hera, tuvo tres: Ares, el dios de la guerra, Hefesto, el herre- +0, que se ocupaba de forjar las armas y ar- maduras de los dioses, y Hebe, la diosa de Ja juventud. Con Deméter tuvo a Perséfone, la que Iue- 20 sera raptada por su tfo Hades, el dios del infierno. Con Leto, a los dos divinos arqueros: Apolo, el dios del sol, y Artemisa, diosa de la luna y de a buena cacerfa. Con ia diosa Maya, a Hermes, el divino mensajero. Con Semele, a Didnisos. Con la titana Dione, a Afrodita. Con Mnemosine, a Jas Musas. Con Themis, a las Horas y a las Moiras... Y, con las deliciosas mortales, a decenas y decenas de hijos que, irremedia- blemente, como Hércules, el héroe, estaban a caballo entre lo divino y lo humano. La tinica que nacié de una manera un poco rara fue Atenea. No tuvo madre, nacié de la cabeza de Zeus. Eso se debié a que Zeus, prevenido por el Destino de que, de sus amo- 1 res con Metis, a inteligencia, iba a nacer al- guien que lo superarfa en poder, no encontré mejor solucién que tragarse a Metis (imitan- do en eso a su padre, a Cronos, famoso por esa maldita costumbre). Pero Metis nole cay bien. Le trajo dolor de cabeza. Un dolor de cabeza tan espantoso, tan insoportable, que Zeus termin6 pidiéndole a su hijo Hefesto que le abriera el créneo de un hachazo. Hefesto obedecié (era muy obediente), y de ese tajo nacié Atenea. Nacié ya crecida y armada de pies a cabeza, como si hubiese sido un pensamiento de Zeus més que una hija. Un nacimiento de veras extrafio. 8 Pero, salvo en ese caso, los demas hijos el Olfmpico nacfan como nacemos todos, yprovenfan de un amor apasionado. No se podia decir que Zeus fuese un mal adre. Amaba mucho a sus hijos. La que no los amaba era Hera. Hera los consideraba a todos, salvo a los jopios, bastardos, hijos ilegitimos, trepa- ores, advenedizos. Lo mismo que asus ma- es -a las que consideraba rivales de por \ida-, los persegufa y maltrataba sin piedad, Hera era una diosa orgullosa y bella. (Quando se sentaba en su trono del Olimpo, Jon su diadema y su cetro, y mordisqueaba h granada del amor 0 sorbia de la copa de péctar que Hebe le habfa acercado, todos los |emds dioses sentian admiracién por ella. fra, sin duda, la gran sefiora del Olimpo, lima verdadera reina. Pero también era brava, muy rencorosa, y lamés perdonaba un agravio. ‘Zeus la amaba, a su manera, Admiraba sus largos cabellos ondulados, siempre tan bien jeinados, su porte, ese gesto severo y dig- lode gran dama que tena. Pero sucedia \iempre que otras mujeres, tal vez menos hermosas pero més tentadoras, o menos or- llosas, 0 mds curiosas, o més humanas ° ‘simplemente, lo enamoraban con su estam. pao con sus ademanes. Por ejemplo {qué fue lo que lo enamors de fo? fo era una princesa, la hija de {naco, e rey de los pelasgos (los pelasgos vivian en el sitio donde luego se levantaria Ta ciudad de Micenas, pero mucho antes de que ésta se construyera). Ser princesa en esos tiem- pos tan antiguos no significaba necesaria. mente vivir en un palacio. Un rey era rey, pero podfa ser también un astor, oun vaquero. Que era el caso de co. Un rey-vaquero, un criador de vacas, toros y terneros, que Io, la hija, levaba a pastar en los prados de Lemna todos los dias Con eso quiero decir que fo era una mu- chacha muy sencilla. Joven y hermosa si pero sencilla, una vaquera que se entretenia irenzando ramas mientras las vacas pasta ban. Asi fue como la descubrié Zeus un dfa que andaba de paseo por el mundo. Sentada en una pefia bajo el sol, trenzando hiedra. Un momento después, Ia vio arrojar la guirnal- daal suelo y salir corriendo por el prado con una vara en la mano: tin ternerito muy joven se estaba alejando de la manada. 10 ~iQué tinda que es! -se dijo Zeus, enter- necido-. ;¥ qué ojos! Era cierto. fo tenfa ojos inmensos y muy ‘oscuros, que miraban con asombro y mucha inocencia, como si estuviesen asomndose por primera vez.al mundo, ‘Zeus sintié en el pecho ese torbellino fe- roz que ya conocfa, una mezcla de rayos y truenos y vientos arremolinados que le ace- leraban el pulso y entraban a correrle a to loco por el cuerpo. Era el amor, y al amor é1 siempre lo aceptaba. Se presenté frente a la muchacha. Nolo hizo con su forma natural. Sabfa que de esa manera la asustaba. Ya una vez le ha- bia sucedido. Semele, una de sus amadas, habia pedido de verlo en su forma de dios, tal como de veras era. Elle dio el gusto y, como consecuencia de eso, la fulmin6, la disolvié en cenizas. No querfa repetit la experiencia. Eligié una forma humana, la de un hombre grande y bello, de cejas oscuras. fo de inmediato se enamoré. No fue largo elcortejo. Al rato ya estaban Tos dos en la ladera de un barranco, tendi- dos sobre la hierba, abrazados. Para evitar que los espiaran, Zeus mand6 que todo el valle se cubriera de niebla. Y durante muchos dias, después del me- diodfa, en Ia hora quieta de la siesta, la va- quera enamorada recibia Ia visita del dios enamoradizo. Hasta que Hera se enters. iAy, cuando se enteré! Primero fueron sospechas. {Dénde esta- bba Zeus a la hora de la siesta, que resultaba inhallable? Hefesto, su hijo predilecto, lo habfa estado buscando para probarle el yel- ‘mo nuevo y no lo habfa encontrado. Y, ademas, ;por qué se sonrefa tanto? Cuando volvia al Olimpo y se sentaba en su tron, se Io notaba distraido, con la alegrfa floténdole en la barba, y los ojos raros, au- sentes. De tanto en tanto suspiraba y son- refa, Ademés, era evidente que abandonaba sus tareas. No se ocupaba de poner orden, 'Y hacia muchos dias que no esgrimtfa el rayo ni tronaba un escarmiento. “Este desgraciado se enamoré otra vez!", se dijo Hera, furiosa, Y comenzé a perseguirlo. Ta y venia porel aire en un vuelo veloz y bajo, que erael que usaba cuando querfa ave- riguar cosas de humanos. ‘Al pasar por sobre el valle de Lemna vio ese manto de niebla. Le parecié extrafio {Por qué se cubria de niebla el valle de Lemna a esa hora del dia? GY por qué la niebla desaparecia luego, al Tato, como por arte de magia? “ Hera estaba furiosa. Sabfa y no sabia. Sos- pechaba. Y la sospecha le golpeaba el pe- cho como el martillo de Hefesto golpeaba enel yungue, clane, clane, metilica y dura. Al dfa siguiente votvis al sitio y, brusca- mente, casi sin pensarlo, con su fuerza de diosa embravecida, barrié la niebla, ‘Apenas tuvo tiempo Zeus de cubrir a su smada con el cuerpo y, con sélo el deseo, transformarla en ternera. Una temerita blanca, echada en la hierba, un poco més hermosa, de ojos mas sorpren- didos, pero semejante en todo a las demas ‘emeras que arrancaban hierba y mugian al sol que volvia a entibiar el campo. Hera enseguida le adivin6 el truco. ~a¥ esa ternera? —Una temerita que me regalaron. Hera mir6 de soslayo al esposo. “iY por qué esté echada? Esti cansada. Lleva caminado mucho, Hera entonces hizo un capricho. Le pidié a Zeus que le regalara la ternera. Nadie que Ja hubiese ofdo pedirlo, con tanta dulzura, habria sospechado que se vengaba. =Yo la voy a cuidar mejor que nadie. Zeus acept6, No porque no sintiera amor por la muchacha, sino porque no se atrevia ‘a oponerse a los deseos de la diosa, Hera pasé el brazo por el cogote de la ter- nera y comenzé a alejarse. fo, ignorante de todo, volvié hacia Zeus sus ojos oscuros, en los que habia sorpresa y también, 0 eso al menos le parecié al dios, un reproche. Es una temnerita muy buena ~grité Zeus, sin moverse-. Quiero que la cuides mucho, Nunca una ternera habré estado tan bien cuidada -le respondié Hera, YY, en cuanto se alej6 de su esposo, aprets ‘con més violencia el cogote de la prisionera y,en un rapto vertiginoso, la arrastr6 hasta ia casa de Argos. 16 ‘Argos era un monstruo muy conocido en la regiOn. Como tenfa cien ojos en su gran cabeza y nunca cerraba més de dos o tres al mismo tiempo, resultaba el mejor de los vigiladores. Hera le encomend6 a la temera. Le orde~ 16 que la mantuviese siempre alejada, sola. ‘Argos recibié el encargo con orgullo. Nada lo complacfa tanto como demostrar- les a los olimpicos que era un monstruo confiable. ~Puede quedarse tranquila, sefiora ~

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