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DIEGO P.

ROLDÁN

Del Ocio a la Fábrica


Sociedad, espacio y cultura
en Barrio Saladillo
Rosario 1870-1940

prohistoria
ediciones
DIEGO P. ROLDÁN

Del Ocio a la Fábrica


Sociedad, espacio y cultura
en Barrio Saladillo
Rosario 1870-1940

prólogo de Darío G. Barriera

prohistoria
ediciones

ISBN 987-20884-7-0
Rosario, 2005
Roldán, Diego P.
Del ocio a la fábrica: sociedad, espacio y cultura en barrio Saladillo. Rosario,
1870-1940 / por Diego Pablo Roldán; prologado por Darío Barriera. - 1a ed. - Rosario:
Prohistoria Ediciones, 2005.
284 p. ; 23x16 cm. (Crónicas Urbanas / dirigida por Sandra Fernández y Gabriela
Dalla Corte ; 3)
ISBN 987-20884-7-0
1. Historia-Rosario (Santa Fe 2, prov). I. Barriera, Darío -prol. II. Título
CDD 982.24.Fecha de catalogación: 02/03/2005

colección Crónicas Urbanas — 3


ISSN 1668-5369
dirigida por Sandra Fernández y Gabriela Dalla Corte

Tirada: 500 ejemplares

Composición y diseño: Prohistoria Ediciones


Editing: DPR
Diseño de Tapa: Grabinski Seguí Enelbanco
Ilustración de Tapa: Verónica Martínez

TODOS LOS DERECHOS REGISTRADOS


HECHO EL DEPÓSITO QUE MARCA LA LEY 11723

© Diego P. Roldán
© prohistoria ediciones
Tucumán 2253, S2002JVA ROSARIO, Argentina
Email: prohistoriaediciones@yahoo.com.ar
URL: www.prohistoria.com.ar

Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio, gráfico,
magnético, electrónico u óptico, incluyendo su diseño de portada, tipográfico y logos, sin
expresa autorización del editor.

ISBN 987-20884-7-0

Impreso en la Argentina – Printed in Argentina


A Carlos Guida
In Memoriam

Para María Esther y Ramón


Índice

PRÓLOGO......................................................................................... 15

INTRODUCCIÓN ............................................................................. 19

I LA MIRADA DEL SILENCIO. ITINERARIOS Y ..............


TENSIONES ENTRE EL PASADO Y EL PRESENTE ....... 25
II INMIGRACIÓN Y NEGOCIOS.
MANUEL Y JOSÉ ARIJÓN: TRAYECTORIAS,
INVERSIONES, ESPECULACIÓN Y FILANTROPÍA. ....
ROSARIO 1857-1924 .............................................................. 37
Dos hermanos: tentativas sobre la zona oscura que conduce
de la inmigración al éxito comercial .................................................... 39
III LA SOCIEDAD ANÓNIMA “EL SALADILLO”. ................
EQUIPAMIENTO, URBANIZACIÓN, LOTEO Y ..............
POBLAMIENTO ...................................................................... 59
Aguas curativas, primeras funciones urbanas y borrosos recuerdos
de cosechas de alfalfa ........................................................................... 59
La Sociedad Anónima “El Saladillo”. Los perfiles de una renovación
seccionada ............................................................................................. 79
La belleza del paisaje y el discreto encanto del suburbio .................... 83
Urbanización, equipamiento y poblamiento ......................................... 91

IV “SALADILLO ERA UN MUNDO”.


OCIO, DEPORTE Y CELEBRACIÓN ................................. 135
Los Baños del Saladillo ¿De la curación al ocio? ................................ 137
Palomas y blancos. Ocio y patriotismo en la práctica del Tiro ............ 154
La poética del espacio. Dos poemas titulados “El Saladillo” ................ 179
La pérdida del aura ............................................................................... 182
a-¿Baños privados o públicos? Vida y muerte de la exclusividad ......
de una práctica social ....................................................................... 182
b-Los Corsos del Saladillo: distinción y masividad, serpentinas ........
y pedradas ......................................................................................... 195
V LA RUTA DE LA CARNE Y LA RECONFIGURACIÓN ..
DEL ESPACIO. INSTALACIÓN DEL FRIGORÍFICO .....
SWIFT Y DEL NUEVO MATADERO MUNICIPAL .......... 205
La imaginación rendida frente al cálculo. Dilemas
en la construcción y en la localización de los Nuevos Mataderos
y del Mercado de Haciendas ................................................................ 206
a- La ciudad contra los mataderos ...................................................... 206
b- Reforma o demolición. Posibilidades para la relocalización .........
del Matadero y la construcción del Mercado de Haciendas ........... 216
c- Entre los estertores de la Guerra, los Nuevos Mataderos ...............
regresan a Tablada ........................................................................... 229
d- Después de la Guerra. Mataderos y Viviendas
en los años 1920s. ............................................................................ 233
Cámaras frías sobre las orillas del arroyo y la comercialización
de la carne ............................................................................................. 245
Aguas rojas, olores fétidos y Pueblos Nuevos ..................................... 263
Mataderos y Frigoríficos, la carne nace del Sur ................................... 274

CONCLUSIONES ............................................................................. 283


Siglas y abreviaturas más utilizadas

ACD Actas Concejo Deliberante de Rosario


ADGC Archivo de la Dirección General de Catastro de la Municipalidad
de Rosario
ACE Archivo del Colegio de Escribanos, Rosario
AGP Archivo General de la Provincia de Santa Fe
AMHP Archivo del Museo Histórico Provincial, Rosario
AT Archivo Torriglia, Rosario
ATP Archivos Tribunales Provinciales, Rosario
Av. Avenida
Bv. Bulevar
DGTG Dirección General de Tiro y Gimnasia
DS CDN Diario de Sesiones Cámara de Diputados de la Nación
DS CSN Diario de Sesiones Cámara de Senadores de la Nación
DS HCD Diario de Sesiones del Honorable Concejo Deliberante, Rosario
ET HCD Expedientes Terminados del Honorable Concejo Deliberante,
Rosario
MCEMR Memorias del Concejo Ejecutor de la Municipalidad de Rosario
m/n moneda nacional
PE Poder Ejecutivo
Tabla de Ilustraciones

Ilustración 1 — Panteones Familias José y Manuel Arijón .................... 36


Ilustración 2 — Evolución de la Lonja Manuel Arijón años 1870s. ....... 48
Ilustración 3 — Detalle de la Tumba de José Arijón .............................. 58
Ilustración 4 — Plano de Rosario año 1905 (Fragmento) ....................... 64
Ilustración 5 — Almacén y Astillero - Puerto Plaza de Saladillo ........... 65
Ilustración 6 — Plano de Rosario 1858 ................................................... 71
Ilustración 7 — Chalet de Fausta Coll de Arijón – Av. Arijón ............... 93
Ilustración 8 — Chalet de Constantino O. Raffo ..................................... 93
Ilustración 9 — Chalet del Ing. Abel J. Pagnard ..................................... 94
Ilustración 10 — Chalet ocupado por Pedro Mayor – Av. Arijón 38 ....... 94
Ilustración 11 — Establecimiento Balneario de Saladillo –
Compartimentos .............................................................
96
Ilustración 12 — Establecimiento Balneario de Saladillo –
Pileta de Natación .......................................................... 96
Ilustración 13 — La cascada de los Baños – Pileta................................... 97
Ilustración 14 — Restaurante y Café de los Baños ................................... 97
Ilustración 15 — Club Diana de Tiro a la Paloma – Vista exterior .......... 98
Ilustración 16 — Club Diana de Tiro a la Paloma – Vista interior ........... 98
Ilustración 17 — Chalet de la Compañía del Ferrocarril Rosario –
Puerto Belgrano – Av. Arijón 20 ................................... 101
Ilustración 18 — Antigua Estación del Tranway – Av. Arijón .................. 101
Ilustración 19 — Panadería Ferrari – Av. Arijón ...................................... 102
Ilustración 20 — Almacén Ramaciotti – Av. Arijón y Ayacucho .............. 102
Ilustración 21 — Carnicería de Saladillo – Av. Arijón ............................. 103
Ilustración 22 — Escuela Mixta Provincial – Av. Arijón 33 ..................... 103
Ilustración 23 — Comisaría – Av. Arijón 49 ............................................. 104
Ilustración 24 — Proyecto de Urbanización. Barrio Saladillo.
Primera Sección (1906) ................................................. 112
Ilustración 25 — Primera y Segunda Sección Barrio Saladillo.
Detalle de lotes por manzana y recorrido
del Tranway (1909) ....................................................... 113
Ilustración 26 — Proyecto de Urbanización. Barrio Saladillo.
1° y 2° Sección (1909) .................................................. 114
Ilustración 27 — Plano de la red de Aguas Corrientes y Cloacas.
Rosario 1909 .................................................................. 123
Ilustración 28 — Tiro Suizo Fachada – Album Sociedad Anónima
el Saladillo ..................................................................... 170
Ilustración 29 — Tiro Suizo – Folleto 1926 .............................................. 171
Ilustración 30 — Diagrama Proyecto Plaza Colón 1926 .......................... 193
Ilustración 31 — Plano Rosario 1915 (Fragmento) .................................. 222
Ilustración 32 — Plano Rosario 1927 ....................................................... 241
Ilustración 33 — Plano Rosario 1931 (Fragmento) .................................. 242
Ilustración 34 — Tranvías Rosario 1941 ................................................... 280
Ilustración 35 — Proyecto de Retrazado de la línea 8
de Tranvía a Saladillo 1934 ........................................... 281
Prólogo

E
l contenido del libro de Diego Roldán puede considerarse el resultado
de al menos dos largos procesos: la elaboración de una Tesis de Licen-
ciatura en una Universidad estatal argentina y la necesaria traducción de un
texto de tesis al formato libro. Dos desarrollos que requieren mucha disciplina, un
gran esfuerzo y, desde luego, de los cuales puede esperarse poco rédito. La Universi-
dad Nacional de Rosario casi no produce Licenciados en Historia porque, en términos
de rendimiento, esa titulación compite mal con la de Profesor —habilitante para ense-
ñar, investigar y estudiar posgrados. Transformar una tesis en libro es, sobre todo, un
acto de generosidad que exige atravesar el umbral existente entre la producción aca-
démica del conocimiento y la transmisión de sus resultados a una comunidad más
amplia que la académica, sin abrigar la menor expectativa sobre la obtención de un
beneficio comercial.
Ambos procesos presentan también otras semejanzas: una, quizás la central, es
que suponen aprendizajes en los cuales el embrión se convierte en candidato, atrave-
sando ritos e instancias represivas insalubres. Las voces que el investigador en ciernes
decide oír a lo largo de su formación, es cierto, le abren caminos y muestran horizon-
tes; pero también ocluyen ventanas, desalientan experimentaciones, truncan expecta-
tivas. Al final, que el asunto haya arribado a algún puerto o haya naufragado, depende
en gran medida de la fortaleza del embrión, de los recursos del candidato.
Pocos tienen la energía que Diego Roldán esgrime para investigar y para contar
los resultados de su investigación. Para insistir, para desistir y para abrir brechas nue-
vas. Este, su primer libro, rinde tributo a lo mejor que puede esperarse de un libro de
historia: equilibrio entre ideas –en plural– y datos; entre pesquisa e interpretación;
entre profundidad y distancia. Con el tiempo, desde luego, su saber hacer nos regala-
rá más e incluso mejores páginas.
Del ocio a la fábrica pone en discusión —para mi gusto con una sutileza que
algunas veces oscurece el mensaje— cronologías e interpretaciones sobre aspectos de
la historia de la ciudad de Rosario y estos cuestionamientos, lateralmente, irritan cier-
tos lugares comunes sobre la historia de la Argentina Moderna. Las enormes dificulta-
des que el autor de este libro encontró, por ejemplo, para caracterizar un supuesto
mercado inmobiliario en Rosario a comienzos del siglo XX son el fiel reflejo de la
indefinición que el mismo proceso —a ojos de otros investigadores completamente
nítido— muestra a quien se deja informar por las fuentes sin prejuicios. Los agentes
estudiados por Roldán enfrentaron en su hora conflictos y confusiones, debatiéndose
entre lo que fue denominado la maximización de los beneficios o la minimización de
los riesgos. Esos sujetos producían discursos modernizadores incongruentes con sus
16 Diego P. Roldán

actividades económicas y hasta con sus morales higienistas; discurrían, también, con-
servadores y nacionalistas allí donde y cuando se levantaba la bandera de la moderni-
dad. La racionalidad faltaba a la cita donde su presencia era descontada, mientras que
por la trastienda, en el definitorio campo de la toma de decisiones, los agentes hacían
cosas racionalmente, aunque, hélas, no los orientaba la lógica de la historia sino su
propia mirada cortoplacista, gestada en medio de sus necesidades más coyunturales y
basada en la naturaleza de sus vínculos inmediatos. Esto no es toda la historia, pero
también es historia.
Fraguada como una crónica de la ciudad de Buenos Aires y su hinterland, luego
traducida como historia argentina al calor del tendido de los ferrocarriles y de otras
funciones de urbanización a escala de territorio nacional, la imagen clásica sobre el
denominado período de formación de la Argentina Moderna adquiere matices enri-
quecedores vista desde el observatorio que plantea este libro. Ni tan cerca ni lo sufi-
cientemente lejos de la Cabeza de Goliat, el mirador rosarino permite pensar una
suerte de modernidad en los suburbios del balbuceante Estado Nación. Los años 1920s.
desnudan las enormes contradicciones que presenta la aceleración del proceso de di-
ferenciación socioeconómica en nuestro país y en el mundo: Roldán elige mostrarnos
con un prisma provocador algunos detalles de este proceso en escenarios precisos y
preciosos. A la imagen de una Argentina agroexportadora al filo de la crisis y de
frigoríficos que sólo aparecen en las estadísticas, la sumisión del autor a búsquedas
tediosas nos regala la posibilidad de imaginar, junto al análisis de la marcha general
de la economía, los avatares locales de la ubicación de los mataderos y, con ellos, de
sus desperdicios, sus hedores y sus humores…
El libro está construido con cinco entradas no sólo destinadas a mostrar la trans-
formación de un faubourg en barrio obrero sino también a organizar el análisis
entramando procesos superpuestos: la curva del paisaje es producto necesario del
proceso de división de la propiedad de la tierra, de su loteo, de las relaciones
interpersonales e institucionales que orientaron y permitieron su equipamiento y sus
diferentes usos. Estas relaciones, además, canalizaron los negocios que diseñaron el
trazado de las rutas, de los caminos y del circuito de prestación de servicios; fueron
fundantes, también, de la asociación entre patriotismo y tiempo libre primero, locali-
zación de industrias y asentamiento habitacional de potenciales trabajadores después…
El paisaje de Saladillo es, siempre, la manifestación de múltiples corrientes concu-
rrentes. Las trampas tendidas por la historia urbana y por la historia local fueron há-
bilmente eludidas por un investigador que convirtió la información y los segmentos
espacio-temporales en pretextos para tratar problemas generales debidamente locali-
zados, para hacer historia a secas. Las imágenes obtenidas son el resultado de una
metodología que el autor logró apropiarse rápidamente, basada en la construcción de
realidades que conforman configuraciones y en la convicción de que, escribiendo
historia, las contradicciones no deben suprimirse ni superarse, sino revelarse –como
lo escribió el bueno de Benjamin– para ser mostradas.
Del Ocio a la Fábrica 17

Edgar Alan Poe puso en boca de su personaje preferido unas palabras incómo-
das sobre Vidocq. Aunque reconocía en él a un hombre de excelentes conjeturas y
perseverante, cuestionaba su pensamiento errático, originado en el excesivo ardor de
sus investigaciones. “Dañaba su visión —escribió Poe— por mirar el objeto desde
demasiado cerca. Quizá alcanzaba a ver uno o dos puntos con singular acuidad, pero
procediendo así perdía el conjunto de la cuestión. En el fondo se trataba de un exceso
de profundidad, y la verdad no siempre está dentro de un pozo. Por el contrario, creo
que, en lo que se refiere al conocimiento más importante, es invariablemente superfi-
cial. La profundidad corresponde a los valles, donde la buscamos, y no a las cimas
montañosas, donde se la encuentra.” Mirar desde las montañas para encontrar la pro-
fundidad: hauture de vue. El autor de Los Crímenes de la Calle Morgue dejó, como
acaba de leerse, bellísimas líneas sobre metodología histórica. Edificado sobre un
suelo plano, el pasado de Saladillo y Rosario revive en este libro bajo la mirada de un
investigador incansable que, a diferencia de Vidocq, sube y baja entre alegóricos va-
lles y cimas tantas veces como la realidad de la tarea lo requiera.

Darío G. Barriera
Rosario, febrero 17 de 2005
Introducción

“Si examinas tu mano a través de un microscopio,


verás una imagen grotesca: árboles, barrancas, pie-
dras en vez de pelos, poros, granos y polvo... En
mi opinión éste es un realismo más auténtico que
el primitivo.”

Evgeni Zamiatin1

E
n 1937, el letrado rosarino José Lo Valvo hallaba la siguiente fórmula
para referirse a los obstáculos que la percepción imponía al nuevo ur-
banismo: “Decididamente, nos hallamos ante un caso de presbicia no único
por cierto. No ver lo que nos está más próximo es un fenómeno frecuente.” 2 El trabajo
que se despliega a continuación participa parcialmente de esta sensibilidad, ya que se
propone convertir en objeto de estudio lo obvio, lo banal, lo inmediato.3 Elementos
dispersos, que no parecen haber avivado más que un tenue interés en la historia local
de tono tradicional,4 son el comienzo de una larga e intrincada madeja, cuya urdimbre
expone un fragmento del pasado de la ciudad de Rosario.
La lente analítica se enfoca sobre un barrio de la denominada “Zona Sur de
Rosario”, aunque en no pocas ocasiones los hilos de la trama se entrecruzan con am-
plias parcelas de la historia de los siglos XIX y XX. De esta operación resulta una
persistente movilidad de la escala de observación que atraviesa la totalidad del argu-
mento. El proceso de configuración inestable y provisoria de un espacio específico ha
sido tratado a partir de una noción particular de espacio. Entendemos al mismo, como
una configuración de sentido variable que resulta de la trama de flujos diseñados a

1
ZAMIATIN, Evgueni Nosotros, CEAL, Buenos Aires, 1984, p. 16. Estudio introductorio de Elvio
Gandolfo.
2
LO VALVO, José Urbanismo, en Revista de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, núms. 21-
22, Imprenta Universidad del Litoral, Santa Fe, 1937, pp. 7-8.
3
Conviene destacar que ésta es una versión ajustada de la Tesis de Licenciatura titulada: La construcción
de un espacio. Relaciones sociales y configuraciones de sentido en los primeros pasos del Sur. Barrio
Saladillo – Rosario 1873-1932. La misma fue leída en la Facultad de Humanidades y Artes, en
diciembre de 2003 y contó con la orientación de los Drs. Marta Bonaudo y Darío Barriera.
4
BEMBO, Sandra; FOSTER, Nelly; ROCHA, Marisa “Barrio Saladillo: Pasado y Presente”, en Rosario,
Historias de aquí a la vuelta, núm. 15, 1991; AGNESSE, Graciela; BREZZO, Liliana; MARTÍNEZ
DE NEIROTTI, Mónica Rosario y sus vecinales. Movimiento histórico y perspectivas, Dirección
General de Vecinales, Municipalidad de Rosario, Editorial “La Gráfica”, Rosario, 1997; CAMPAZAS,
Alberto Historia de los Barrios de Rosario, Homo Sapiens Ediciones, Rosario, 1997.
20 Diego P. Roldán

partir de las relaciones sociales, en sentido amplio, y que dan lugar a unas representa-
ciones culturales fraguadas a partir de la experiencia e interacción social y cultural de
los agentes a través del tiempo-espacio.5 En tal sentido, ensayamos pensar las relacio-
nes sociales y culturales y las configuraciones espacio-temporales como procesos
indivisibles, imbricados en una construcción inconclusa e inestable.
La perspectiva analítica adoptada ha ordenado el argumento: la narrativa res-
ponde fundamentalmente al proceso de maduración de las ideas y de la construcción
de distintas interpretaciones sobre los temas abordados. A grandes trazos, el objetivo
del montaje argumental ha sido mostrar, hasta donde fuera posible, las marcas consti-
tutivas del proceso de configuración de un espacio y las correspondientes a su cons-
trucción analítica. La lógica de formulación de las preguntas y de las demostraciones
parte invariablemente de componentes sintomáticos o epifenoménicos. Desde la es-
puma de las olas se proyecta bucear en aguas más profundas y hacer del relato, tam-
bién, un emergente de este viaje. Por lo demás, se ha renunciado intencionalmente a
colocar apartados específicos sobre teoría, debido a que las observaciones teórica-
mente cargadas que marcan la investigación resultan indisociables del análisis de los
problemas específicos.
La mirada se concentra sobre un laboratorio preciso, aunque probablemente poco
excepcional. La tarea de investigación se desarrolló haciendo eje en la conformación
histórica del barrio Saladillo (Rosario), durante el período que se inicia en las últimas
tres décadas del siglo XIX y concluye, sin una definición firme, aproximadamente en
los años 1940s. La periodización podría precisarse aún más, a partir de la considera-
ción de dos hechos significativos: 1873 la fundación de la Aldea Saladillo por el
Concejo Ejecutor de la Municipalidad de Rosario y 1932 fecha de inauguración de las
flamantes instalaciones de los Nuevos Mataderos Municipales, en la convergencia de
Lamadrid y Convención. Puntos cuasi terminales de un proceso trabajoso, arduo y
sobre todo contradictorio que configuró a Barrio Saladillo y a la Zona Sur de Rosario
de manera relativamente duradera. Precisamente, entre 1870 y 1930 la historia local
tradicional ha detectado una transformación que afectó a Saladillo, este barrio dejó de
ser un faubourg burgués para convertirse en un barrio obrero; presentar esa metamor-
fosis en toda su complejidad es el principal objetivo de este libro.
Luego de un capítulo destinado a brindar una imagen del barrio, se analizan las
modalidades de la inmigración, la acumulación y la filantropía practicada por dos
hermanos gallegos llegados a Rosario cuando promediaba el siglo XIX. Las relacio-
nes sociales de Manuel y José Arijón son observadas durante los años 1850-1923.
Manuel Arijón fue quien promovió una organización territorial específica para Saladillo,
esbozando los primeros perfiles urbanos del área. Posteriormente, la atención se con-
centra sobre la construcción de diversas imágenes en torno a Saladillo. La Zona Oes-
5
Sobre esta conceptualización nos permitimos citar la presentación de un trabajo reciente BARRIERA,
Darío y ROLDÁN, Diego (comps.) Territorios, espacios y sociedades. Agenda de problemas y
tendencias de análisis, Serie Materiales de Cátedra Escuela de Historia, UNR-Editora, Rosario, 2004.
Del Ocio a la Fábrica 21

te, donde se llevaban a cabo actividades productivas primarias, fue negada, en aras de
afianzar el sueño romántico de la élite de una naturaleza virgen, separada de la ciudad
y, principalmente, liberada del yugo de las relaciones sociales. En este marco, se in-
tenta recuperar las conexiones, las vías de acceso y los flujos que configuraron el
espacio a partir de los usos y circuitos espacializados. Forman también parte de este
núcleo los proyectos de segregación espacial ideados por la élite y las alternativas que
estos agentes ensayaron ante su inviabilidad en el contexto de la inmigración masiva.
Luego, las ideas de la época sobre el paisaje agreste cobran protagonismo. El
espacio deseado por la imaginación de la élite se articula con la posibilidad de crear
entornos que reunieran el campo y la ciudad, la naturaleza y la civilización. Así, son
recuperados los proyectos diseñados sobre el espacio y las formas de su apropiación
estacional. Subsiguientemente, se explora la trama material que brindó soporte a estas
sensibilidades, atendiendo especialmente a los elementos vinculados con el conglo-
merado civilización-urbanización. Se analizan, entonces, las actividades de la Socie-
dad Anónima “El Saladillo” tendientes a la implantación de dispositivos de
equipamiento del territorio, en términos de funciones urbanas: extensión de las líneas
tanviarias, diseño de manzanas, trazado de calles, distribución de loteos, colocación
de adoquinados, proyección de puentes, plazas, espacios verdes, centros cívicos, cons-
trucción de edificios en sus inmediaciones, tendido de servicios (agua potable y luz
eléctrica), etc. A partir de la implantación de esta infraestructura se indaga sobre el
circuito de relaciones que ligaba a la Sociedad Anónima con el ente municipal.
Una vez reconstruida esta parte de la configuración espacial se pasa a analizar
las prácticas desplegadas por la élite rosarina en Saladillo. Los usos del balneario y
las actividades del sport aristocrático, cristalizadas en el Club de Tiro a la Paloma,
son particularmente auscultadas, en razón de que estas prácticas fueron capaces, en su
hora, de traducirse en signos inequívocos de identidad, distinción y prestigio social.
Con respecto a los balnearios, a partir del caso estudiado, se ensaya una hipótesis
alternativa a la secuencia higiene-ocio que resulta de ciertos análisis efectuados sobre
balnearios europeos. Asimismo, se reflexiona alrededor de experiencias registradas
en Saladillo que enfatizan las propiedades redentoras del espacio verde para el trata-
miento de enfermedades físicas y mentales y para eliminar las “desviaciones” de la
conducta.
La pérdida del aura que embargó a Saladillo es constatada a través de dos sínto-
mas de la caída del prestigio y de la distinción de un espacio relacionado, hasta los
años 1920s., con los sectores más encumbrados de la sociedad rosarina. Uno de estos
signos se incardina en la masificación de los festejos de carnaval, fiesta que dejó de
ratificar la supremacía social de la élite, pasando a recobrar sus usos inadecuados ante
los parámetros de civilización, buen gusto y decoro. Del mismo modo, los espacios
balnearios de Saladillo, pero también de la ciudad de Rosario, son testigos de una
masificación y popularización que crece a la sombra de la metamorfosis experimenta-
22 Diego P. Roldán

da en el tejido social de la ciudad en las décadas de 1920 y 1930, y que podríamos


denominar: el alumbramiento de la sociedad de masas.
La inscripción espacial de esta sociedad masiva en Saladillo no sólo tuvo por
correlato la municipalización y la popularización del balneario, sino también la
reconfiguración espacial que proveyó la instalación de la planta del Frigorífico Swift,
lindante con el extremo Este del Barrio. Tal proceso condujo la investigación hacia
los Mataderos Municipales, su emplazamiento y los ulteriores proyectos de
remodelación, saneamiento y traslado. Se contrapesaron, al inicio del último capítulo,
las sensibilidades civilizadas que oponen los mataderos a la ciudad. Tanto para la
instalación del frigorífico Swift como para los diversos proyectos de relocalizaicón
del Matadero Municipal consideramos un período bastante extenso: los casi setenta
años que separan 1875 de 1942. El derrotero reconstruido por este capítulo final es
quizá el más complejo: se analizan las lógicas de localización de los establecimientos
destinados a faenar (Matadero Municipales y Frigorífico Swift) y a vender vacunos
(Mercado General de Haciendas), la competencia que se despliega entre ellos, las
trabas jurisdiccionales para la introducción de carnes, y los circuitos de su transporte
desde las playas de matanza hasta el consumo al menudeo.
La reconfiguración del espacio resulta un proceso extremadamente contradicto-
rio, cuyo tratamiento desplegado a lo largo de medio siglo ensaya presentar, mediante
el relevamiento que involucra diversos proyectos de ciudad y sus interrelaciones, una
imagen posible sobre la configuración espacial genéricamente identificada con el Sur
de Rosario y Villa Gobernador Gálvez.

Antes de concluir, quisiera agradecer a las personas que hicieron posible este
trabajo. En primer lugar a sus orientadores Darío G. Barriera y Marta S. Bonaudo,
quienes generosamente consagraron su tiempo, conocimiento y afecto durante largos
meses de consulta, escritura y correcciones. Sin sus sugerencias, su apoyo incondicio-
nal y la libertad que me concedieron, este libro no habría sido jamás llevado a térmi-
no. A verdaderos maestros que siempre brindaron su atención a los comentarios, por
momentos algo abrumadores, sobre mi investigación y de modo diverso realizaron
sugerencias cardinales: Bernard Vincent, José Javier Ruiz Ibáñez, Gaetano Sabatini,
Alejandro García García y François Godicheau. No puedo dejar de reconocer la ayu-
da de los entrañables amigos y colegas del Grupo Prohistoria, círculo con el que mi
formación como historiador ha contraído una deuda incalculable. A mis compañeros
y amigos de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosa-
rio, que de una u otra forma han contribuido con esta investigación. No quisiera omitir
a colegas que desinteresadamente han colaborado con mi trabajo, aportando materia-
les, orientaciones y comentarios, particularmente a Juan Cruz Tolarovic, Oscar Videla
y Norma Lanciotti. Del mismo modo deseo destacar la buena predisposición que han
tenido los responsables de los distintos archivos que he visitado durante la investiga-
ción: en representación de ellos quiero reconocer el estoicismo y la prodigalidad de
Del Ocio a la Fábrica 23

María Cristina Malisani, Ernesto Della Riva del Archivo de Digestos del Concejo
Municipal de Rosario. Agradecer a Valeria Príncipe de la Biblioteca Argentina, a
Lidia de la Biblioteca Municipal General San Martín y al personal de la Biblioteca
Popular de la Asociación de Mujeres y del Archivo de la Dirección General de Catas-
tro. En el plano afectivo, un especial agradecimiento merecen mis padres y familiares.
La mayor parte de las ilustraciones que componen este volumen han sido realizadas o
revisadas por Verónica Martínez, quien ha acompañado y tolerado, paciente e
indulgentemente, mis obsesiones de historiador durante todos estos años.

Rosario, febrero 2005


CAPÍTULO I

LA MIRADA DEL SILENCIO


ITINERARIOS Y TENSIONES
ENTRE EL PASADO Y EL PRESENTE*

“…nadie es tan apto para saborear un paisaje como


quien por primera vez lo contempla, presentándo-
se entonces la Naturaleza con toda su novedad y
sin que aún se haya embotado por miradas algo
frecuentes.”
Charles Baudelaire6

“Importa poco saber orientarse en una ciudad. Per-


derse, en cambio, en una ciudad como quien se
pierde en el bosque, requiere de aprendizaje. Los
rótulos de las calles deben entonces hablar al que
va errando como el crujir de las ramas secas, y las
callejuelas de los barrios céntricos reflejarle las
horas del día tan claramente como las hondonadas
del monte.”
Walter Benjamin7

S
obre la tarde planea un sol unánime e inclemente. El transporte público
de pasajeros conduce, a través de avenidas y de calles rutinarias, el ince-
sante flujo de la gente que abandona el agitado centro para ingresar en la siesta
de los suburbios. También hay muchos que no sin muecas de disconformidad están
obligados a acometer el camino inverso. Uno de estos trayectos, pleno de pautas y

*
Agradezco especialmente al Prof. Juan Cruz Tolarovic que ha sido para mí un excelente guía a la hora
de recorrer las calles del barrio y develar las sensibilidades de sus habitantes. Las impresiones expuestas
en el presente texto fueron recogidas en noviembre de 2002.
6
BAUDELAIRE, Charles Los paraísos artificiales, Editorial Hispano Americana, s/f, p. 85.
7
BENJAMIN, Walter Infancia en Berlín hacia 1900, Afaguara, Buenos Aires, 1990, p. 15.
26 Diego P. Roldán

repeticiones anestesiantes, endereza su guía hacia el Sur, con dirección a uno de los
confines de la ciudad, al propio límite Sudeste de la jurisdicción municipal.
Veinte largos minutos separan el viejo casco urbano de las calles que componen
barrio Saladillo, nacido en el vértice Sud-Oriental de la ciudad, a orillas de la con-
fluencia del arroyo que le da nombre y el Río Paraná.8 Cerca de seis kilómetros dibu-
jan un trayecto prácticamente rectilíneo, enmarcado por una urbanización genérica-
mente baja que conforma un conglomerado de casas unifamiliares, salpicado por al-
gunas fábricas y depósitos. Estos espacios, que sirven de corredor entre el centro y
Saladillo, atestiguan rasgos multiformes, huellas de urbanizaciones dispares tanto en
tiempos como en proyectos.
Antes de que Saladillo abra sus puertas, el recorrido alcanza otro umbral con
fuertes inscripciones históricas en su aspecto material. El barrio Tablada fue el acceso
más directo al mundo de la producción y comercialización de los productos cárnicos
en el Rosario de fines del siglo XIX y principios del XX. Esta zona del Sudeste de la
ciudad, ajena a los paseos de la “buena sociedad”, promediando la década de 1870,
asistió a la inauguración del Matadero Municipal. Instalaciones que se convirtieron en
un hito urbano, capaz de resignificar el espacio y forjar identidades asentadas en el
trabajo. Los habitantes de este barrio durante décadas han vinculado su constitución
identitaria al Matadero y a las industrias de productos semielaborados que surgieron a
su alrededor.9
Asimismo, aquellos parajes aislados y distantes fueron elegidos por la élite local
como el territorio idóneo para el emplazamiento de los dispositivos que materializa-
ban su utopía de una ciudad disciplinada. En la década que se extiende entre 1889 y
1899, fueron construidos y prestaron funciones el Asilo de Mendigos y Dementes, “El
Buen Pastor” y “San Vicente de Paul”.10 Otro establecimiento que ya funcionaba en el
área era el Vaciadero Municipal de Basuras. Estas instituciones disciplinarias y la
última destinada a concentrar desechos estaban distribuidas en cuatro puntos diferen-
ciados de la trama urbana, que sin embargo compartían una característica: la separa-

8
“Art. 2° Se declara el Municipio de Rosario comprendido en los límites siguientes: por el Este y el
Norte el Río Paraná y por el Sud y el Oeste los Arroyos Saladillo y Ludueña...” Ley de creación de la
Municipalidad de Rosario. A la que siguen las ordenanzas dictadas por la misma corporación el
Reglamento Interno, y demás documentos mandados a publicar por ella, Imprenta Carrasco, Rosario,
1862, p. 4.
9
Cfr. GERGOLET, Silvia Aquel ... ‘sucedió en Tablada’ ‘El aluvión zoológico’ ...’Era el subsuelo de
la patria sublevada’, Tesis de Licenciatura en Antropología, Escuela de Antropología, Facultad de
Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario, 1999; BRIENZA, Lucía; SIMONASSI, Silvia;
DONADILLE, Graciela “Territorio y temporalidad. El proceso de conformación del mundo del trabajo
en un barrio de Rosario”, en II Jornadas de la Cuenca del Plata, UNR, Rosario, 16, 17 y 18 de
octubre de 2002.
10
Cfr. MALLA, Jorge El barrio tablada y los orígenes de la biblioteca Constancio C. Vigil, Asociación
Vecinal Rosario Sud Este, Rosario, 1995.
Del Ocio a la Fábrica 27

ción del casco urbano.11 La segregación del núcleo urbano comercial de Rosario les
brindaba un carácter oculto, recubría a los Asilos y al basurero de una propiedad
cercana a la invisibilidad y reunía, en las orillas de la ciudad, a los espacios y a los
actores potencialmente conflictivos. La ciudad rechaza aquello que detesta, aquello
que está de sobra, aquello con lo cual no quiere contaminar su imagen.12 En estos
lugares, especialmente diseñados para recluir a los agentes de la “anomia”, domina-
ron los organigramas del positivismo finisecular, y en apogeo hasta los años 1920s.,
que confluyeron con otras ideas en boga referidas al orden social y a su preserva-
ción.13 Así, una vez más, la ciudad exhibía el brillo de sus actividades comerciales y
administrativas, engalanadas por bellas edificaciones eclécticas. Mientras su faz ocul-
ta vedaba a la mirada las zonas reservadas a la producción, el depósito de desperdi-
cios y la reclusión de elementos “indeseables” y potencialmente “peligrosos”.
Una vez transpuesta la vieja Tablada, de cuyas instituciones la ciudad guarda la
memoria de varias demoliciones y edificios refuncionalizados, el itinerario principia
a rozar el asfalto de Saladillo. Velozmente, la mirada se concentra sobre una construc-
ción particularmente descolorida. Una casa enclavada en el área residencial y comer-
cial que bordea la calle Ayacucho (altura del 5600) expone su frente, provocando con
su apariencia un fuerte contraste. Entre bajos edificios de departamentos y resguarda-
das vidrieras emergen sus elevadas paredes oscurecidas por el tiempo. Su techo, cons-
truido a dos aguas con chapas ahora oxidadas, es celosamente resguardado por rema-
tes anacrónicos, al tiempo que se derraman por sus bordes anticuadas marquesinas.
En sus fondos visibles, una multitud de objetos de hojalata se apiña en silencioso
desorden.
La obra corresponde al ferrocarril de capitales ingleses que surcó el barrio con
los ramales que unieron, a partir de 1902, Rosario y Buenos Aires. Seguramente esos
muros han albergado al personal jerárquico de la empresa. Sin embargo, de aquel

11
Es de notar que el Vaciadero de Basuras estaba en las proximidades del Matadero Municipal, lo cual
en los años 1920s. provocó la indignación de algunos concejales imbuidos del ideario higienista, en el
que reverberaban aún teorías miasmáticas. “Todos sabemos las condiciones deplorables del actual
matadero que está en comunicación, en una amalgama vergonzosa, con el vaciadero de basuras en
donde se hace una promiscuidad de substancias, gases y elementos nocivos que constituyen un algo
indigno y bochornoso...” Discurso del Dr. Florentino, Presidente de la Comisión de Higiene. DS HCD
1924 (Diario de Sesiones Honorable Concejo Deliberante), 11/03/1924, p. 9. Sin embargo, el
emplazamiento de este sitio tras el matadero, pese a las complicaciones que podía representar para la
salud pública, da muestras de una inversión económica que tiende a disminuir los costos. Los deshechos
producidos por el Matadero y sus industrias anexas serían ofrecidos sin mediación del flete al Vaciadero.
12
Cfr. WACQUANT, Löic Los parias urbanos. Marginalidad en la ciudad a comienzos del milenio,
Manantial, Buenos Aires, 2002.
13
VEZZETTI, Hugo La locura en la Argentina, Paidós, Buenos Aires, 1985; TERÁN, Oscar Positivismo
y nación, Punto Sur, Buenos Aires, 1985. También pueden revisarse los alegatos de uno de los
propulsores de esta línea dentro de la medicina argentina: Cfr. INGENIEROS, José “Los estudios
psiquiátricos en la Argentina” y “Los modernos asilos para alienados”, en La locura en la Argentina,
Agencia General de Librería y Publicaciones, Buenos Aires, 1920, pp. 153-227.
28 Diego P. Roldán

prístino uso de distinción socio-ocupacional el tiempo sólo ha conservado una forma,


un diseño cifrado en la obscena materialidad del objeto. Hoy es un humilde garaje, en
pésimas condiciones de conservación y limpieza. Su presentación intempestiva, en un
marco que no hace sino rechazarlo, no concita un entorno de sorpresa o sospecha;
salvando el hecho de que contradice flagrantemente la orientación de la línea de edi-
ficación. El paisaje, aún en sus elementos más singulares, se naturaliza para los pa-
seantes habituados a recorrerlo cotidianamente. La escasa gente, que reúne la caluro-
sa escena de la siesta, camina sin alcanzar a comprender cómo es posible mirar con
alguna insistencia aquello que siempre estuvo allí, exhibiendo una silueta desagrada-
ble y opaca.
Se trata de un vestigio de un tiempo perdido y olvidado, que lucha por subsistir
en Argentina, donde el transporte ferroviario cobra, en ocasiones, un halo de
fantasmagoría decadente. Sin embargo, en su territorio subsisten como testigos mu-
dos antiguas marcas urbanas: rieles, casas, barrios y estaciones ferroviarias.14 Signos
que alguna vez fueron emisarios de la Argentina pujante y en constante progreso, hoy
son sólo cicatrices que el cemento se resiste a borrar definitivamente. Aquí también
todo lo sólido se ha desvanecido bajo el peso y entre los perfiles de nuevas estructu-
ras, y para comprobarlo sólo basta avanzar. Sin embargo, la desaparición dista mucho
del absoluto. Clío cuenta con algunos hijos aún demasiado vivos o aguardando su
hora para ensayar, bajo nuevas formas, un simulacro de resurrección.
Torcer el rumbo con dirección hacia la vía axial que ha conocido el primer traza-
do urbano de Saladillo, implica ingresar en una comarca dominada por los ritmos de
la contraposición y de la yuxtaposición. Sobre la Avenida Arijón,15 se dan cita parábo-
las y curvas caprichosas del espacio y del tiempo, moviéndose en variadas direccio-
nes, agitadas por fuerzas e intereses casi inasibles. La danza de los objetos, que origi-
nados en el pasado persisten en el presente, aflora en instantáneas luminosas que des-
cubren la acumulación de estratos espacio-temporales y sumergen al ojo avisado en
un estado de permanente perplejidad. La historia asalta a cada paso con sus signos
encriptados. Las fachadas, los muros, las entradas transmiten un sentido que se escu-
rre entre las mallas tejidas por el esfuerzo de comprender y de desentrañar. La
conflictividad visual se incrementa.

14
En general las estaciones ferroviarias de Rosario, los talleres y los galpones de almacenamiento del
ferrocarril, cuando no se encuentran en el más absoluto abandono, han sido refuncionalizados –
particularmente en la zona Centro y Norte–, albergando oficinas públicas, museos y centros culturales
(proyectados y en funcionamiento), prestando la escena a ferias de antigüedades los días feriados,
matizadas por la construcción shoppings y restaurantes que arriban tras el tendido de puentes
interprovinciales. En esta geografía, los añejos talleres tienen su cara vuelta hacia un pasado caduco y
que se resiste a asumir los rasgos del rigor mortis, consagrados, ahora, a la hilaridad de las nuevas
mercancías que los recorren.
15
Nombre que obtiene este antiguo camino en homenaje al fundador del paraje y dueño de las tierras
que lo componían: Manuel Arijón (¿-1900).
Del Ocio a la Fábrica 29

En la proximidad de un viejo almacén, perteneciente a las primeras urbanizacio-


nes del barrio, un murmullo distiende la mirada. Un sonido lejano de pasos y cánticos
rumorea sobre el asfalto. A lo lejos, se perciben raídas pancartas con la sigla “C.C.C.”.16
Debajo, un nutrido conjunto de personas de condición humilde camina con los ojos
nublados, casi movidos por una fuerza misteriosa. Se trata de los miembros y simpa-
tizantes de una agrupación política de izquierda. Sus pasos macilentos buscan alcan-
zar alguna de las plazas que dan sentido al centro de la ciudad. Seguramente, su des-
tino será alguna de las sedes del poder político y su actividad la protesta, el reclamo
frente a la exclusión habitual de que son objeto. La respuesta... quizá sea mejor no
imaginarla.
Por unos instantes, los mecanismos de la mirada quedan impotentes, suspendi-
dos. Resulta problemático volver a observar las construcciones y poder extraer algún
sentido. Es difícil no pensar que en cada momento dedicado a la contemplación se le
está dando, de algún modo, la espalda a la realidad. Afortunadamente, la conmoción
dura unos minutos, luego es posible recuperar la perspectiva. Entonces, se tiene la
completa seguridad de que en parte este itinerario, este extravío por las calles de un
barrio actualmente popular, está también destinado a comprender esas siluetas que a
lo lejos y lentamente son absorbidas por el pavimento caliente.
A poco andar, irrumpe otra construcción algo desconcertante, aunque por moti-
vos bien diversos. Parece una mansión, al menos eso indica su estructura. Se trata de
una casa de dimensiones importantes que imita, con un moderado sentido del gusto,
una suerte de petit château. La parte central de la construcción está compuesta por un
espacio cúbico dividido en dos plantas; los vértices de este cuerpo están flanqueados
por cuatro torreones sin almenas. A sus lados dos cocheras extienden sendos techos.
Los materiales empleados simulan antiguas piedras, sin embargo su emplazamiento
en el conjunto no puede remontarse más allá de los años 1980s. Un gran y cuidado
parque circundante señala los límites del extenso terreno, sobre el que se esparcen sin
orden cuatro autos de prolijo diseño y alto costo.
Al girar, se aprecia enfrente de la casona un paredón que circunda un baldío, en
la pared blanca se extiende un graffiti que reza “Gloria a los héroes de Trelew. FF.
AA. Asesina”, completan el conjunto una estrella roja y, distribuida sobre sus tres
vértices superiores, la sigla “T. M. R.” 17 El efecto de contrastes se multiplica y cobra
una nueva potencia. Las historias se tejen con hiladas superpuestas. Los polos del
mundo parecen contemplarse en silencio durante un momento, apenas veinte metros
los separan. Los signos se desperdigan por doquier, aguardando ser exhumados de los
muros, revivir a través de su lectura.
Más adelante, las veredas, matizadas por el césped, son resguardadas por cons-
trucciones modestas. A los lados se ciñen pequeñas y pintorescas casas que pudieron
16
Corriente Clasista y Combativa.
17
Este graffiti hace alusión a un hecho político de importancia en la historia del Terrorismo de Estado y
las organizaciones armadas de los años 1970s.
30 Diego P. Roldán

albergar a lo sumo una o dos familias. Su antigüedad, merced al estilo, el jardín que
prolonga los verdes de las sendas hacia el interior, el diseño de las rejas, varía en un
espectro que abarca desde principios del siglo XX y se extingue alrededor de los años
1920s-1930s.18 Algunas, más antiguas, han sido víctimas del desgaste natural y la más
perfecta desidia. Estas estructuras informan sobre sus habitantes. Casas similares en
barrios periféricos fueron ocupadas en los años 1910-1920 mayoritariamente por
empleados que podían pagarlas a través de mensualidades.19
En medio de estas prolijas construcciones, sin techos ni ventanas una estructura
ennegrecida ofrece generosa sus paredes horadadas por la humedad. Una puerta y dos
rejas oxidadas defienden un terreno pleno de altas gramillas. El estado general de la
construcción es lamentable. Algunos detalles como la puerta y las rejas brindan sig-
nos sobre su antigüedad que se remonta quizá a unos setenta años. Probablemente,
esta forma inconclusa sea un proyecto truncado o una demolición ocasionada por la
reversión de condiciones económicas favorables, por los usos del espacio barrial y las
calidades sociales de sus habitantes, e incluso por la falta de un servicio de transporte
adecuado. Este frente, levantado como una escenografía decadente, no acierta a dar
respuestas acabadas. Sin embargo, esta figura se perpetua como una nota arquitectó-
nica cuya aquiescencia es la disonancia.
A escasos metros en dirección al Este, dos edificaciones imponentes flanquean
la calzada de la Av. Arijón. Importantes y duplicadas casonas se erigen sobre las
proximidades de una esquina. Se trata de la vieja Villa Fausta, la residencia veraniega
familiar de Manuel Arijón. Su nombre, que se reitera en el curso de una antigua ave-
nida, pertenece a doña Fausta Coll de Arijón. Esta mansión se encuentra rodeada por
un extenso parque, su estilo es clásicamente italianizante, dos galerías avanzan sobre
el contorno. Se trata de una vivienda de una sola planta, ceñida por una terraza con
decoraciones que se proyectan en alto, descubriendo algunas formas metálicas. Las
puertas y ventanas son considerablemente amplias, sendos techos descoloridos com-
ponen el porche y su prolongación en la galería lateral. Pilotes de madera sostienen
esta estructura que tiene por única decoración algunas tejas. El estado general de
conservación de esta vivienda no es óptimo. Un mástil, ubicado en el predio que se
extiende tras la entrada, señala el carácter oficial de esos muros.

18
Datar estas construcciones prologadas por pequeños jardines resulta una operación sencilla, si se
coloca este indicio en relación las teorías higienistas sobre el cubaje, la circulación de aire, el isolamiento
y los porcentajes de superficie cubierta y libre de viviendas que se transformaban en un ámbito higiénico.
Al respecto son ilustrativas las impresiones del Intendente Dr. Manuel E. Pignetto. ET HCD
(Expedientes Terminados del Honorable Concejo Deliberantes), Noviembre de 1926, fs. 96-101.
19
Puede corroborarse también esta presunción a través de un emprendimiento público de vivienda popular
que poseía la misma fisonomía externa y estaba destinado a sectores de ingreso similar, ver: ROLDÁN,
Diego, MARTÍNEZ, Ignacio, y ROVIRA, Leticia “Límites para la modernización de una trama urbana.
La vivienda del Trabajador, Rosario (Argentina), 1920-1926”, en Anuario de Espacios Urbanos.
Espacio, Historia, Diseño, UAM-Azcapotzalco, México, 2002.
Del Ocio a la Fábrica 31

Los usos de este edificio han sido muy variados. Tras sus primeras décadas, de
empleo como vivienda familiar de descanso estival, fue vendida por los sucesores de
Fausta Coll en 1914 a la familia Cassarino, quienes a su vez la donaron al Estado
provincial en 1930. Desde entonces se ha transformado en edificio comodín para las
inescrutables intenciones de los sucesivos gobiernos provinciales. Siguiendo estos
extraviados designios, ha cumplido funciones de Escuela de Cadetes de la Policía,
Cuartel de Bomberos Zapadores, sede de la entidad benéfica CEPROME, Penitencia-
ría Provincial y actualmente, desde 1996, se la conoce como La Casa de la Cultura
Arijón, que oficia de museo y centro cultural barrial. Esta construcción, pese a no
encontrarse en las mejores condiciones de conservación, es la única que sigue en pie
del conjunto de seis casas que Arijón mandó a construir en 1887-88, para solaz y
descanso de las familias acomodadas de Rosario. Estas residencias contaban con es-
casa variedad de formas. Por las fotografías conservadas, se destacan algunos patro-
nes estándares: la decoración era mínima y los perfiles mesurados y simétricos.20
Villa Regina se encuentra frente a la antigua casa de los Airjón. Su estilo es
mucho más elaborado; pese a sus dos plantas, también reconoce las marcas distintivas
de la sobriedad que caracterizaba a las casas de campo. La ornamentación se reúne
sobre sus paredes. La complejidad de los techos orlados con tejas rojas delata un
cierto afrancesamiento. El parque es exuberante, la vegetación variada, algunos tipos
de palmeras, dos cipreses, y multiplicidad de coníferas resguardan sus muros del sol y
de los ojos indiscretos. Sobre la entrada, una pequeña fuente, delicado detalle, se
yergue a uno de los lados. Los cuidados techos, con sus formas agudas proyectadas
hacia el cielo, esperarán sin éxito las nieves invernales para las que han sido diseña-
dos. En estas latitudes sólo procurarán consolarse con la caída de la lluvia y el desli-
zamiento de los rayos solares. Los actuales habitantes muestran un peculiar cuidado
por su seguridad personal que se materializa en complejas series de rejas que se su-
perponen frente a las entradas. En este conjunto se patentiza, una vez más, que el
objeto de la distinción social no logra sintetizar belleza y utilidad. Forma y función
permanecen en conflicto y divorciadas en esta arquitectura. La élite rosarina en los
albores del siglo, desprovista de todo abolengo, se veía compelida a la imitación. La
búsqueda de elementos idóneos para fundar una tradición ausente tropezaba no pocas
veces con elementos artificiosos, en un incesante e insensato tráfico de símbolos y
formas.
El Este sigue exponiendo, cual pródigo anfitrión, los vestigios de su juventud.
La edificación se torna más baja, particularmente con dirección al Sur y lentamente
comienzan a emerger con galas de rojo terroso y apagado las barrancas del arroyo
Saladillo. Este escenario resulta muy atractivo en las puestas de sol, cuando el ocaso

20
Para una visión global de los las primeras construcciones de Barrio Saladillo, resulta sumamente
esclarecedora la colección fotográfica reunida en: Álbum. Sociedad Anónima “El Saladillo”, Barrio
Saladillo, Talleres Gráficos Woelfing, 1905.
32 Diego P. Roldán

presta aún mayor belleza a esta tierra que se presenta insurgente frente a la urbaniza-
ción, pertinaz defensora de su probable virginidad.
El arroyo contaba hasta hace algunas décadas con un brazo que se extendía
hacia el Norte, del cual hoy sólo queda un curso imaginario. El Estado municipal ha
“inmortalizado” este corredor con una rústica vía de cemento acordonada por luces.
El testigo más fidedigno de aquel curso de agua es la baranda del viejo puente que se
emplazaba sobre el arroyo. Esta pasarela proyecta a medias su armazón de hierro y
hormigón hasta nosotros. Hoy es un mero barandal que protege un lecho seco, sobre
el que crece en libertad la hierba. Además de prestar las funciones consabidas de un
paso sobre las aguas, en su hora ofició como frontera espacial que diferenciaba las
calidades sociales de los habitantes del barrio. Prueba de esta afirmación son las cons-
trucciones que flanquean el tramo subsiguiente de la avenida Arijón con rumbo al
Este. Allí las casas son bajas, los materiales tienen mucho que envidiar a las villas de
las familias acomodadas y a las casas menos suntuosas que se levantan al otro lado del
puente. El mundo barrial estaba segregado en un espacio relativamente breve,21 por un
curso de agua que distinguía a un lado y otro las calidades sociales de la población.
Estas viviendas, con una factura desprendida de toda pretensión, testimonian el carác-
ter más popular de las gentes que las habitaron. Se elevan como formas de habitación,
que lejos de los refugios estacionales de la élite, revisten un carácter permanente en su
patrón de ocupación. Sus materiales de orígenes dudosos y mantenimiento pésimo
prestan los primeros trazos que delinean la silueta del barrio popular.
Seguir la trayectoria del extinto brazo Norte del arroyo, conduce a la segunda
calle de referencia en este escenario de la primera urbanización de Saladillo: la vieja
Avenida del Rosario, llamada desde 1929 Manuel Lucero.22 A la vera de este camino,
Manuel Arijón instaló los Baños “El Saladillo”, cuyas aguas presuntamente poseían
propiedades curativas e higiénicas. La gran pileta y los baños individuales albergaron
el esparcimiento y la sociabilidad de la élite urbana, durante los primeros años del
siglo XX y se tornaron hacia fines de la década de 1930 en un espacio de uso popular.
De ese mundo sólo queda un paredón marchito y algunas escaleras truncas, el resto ha
sido engullido por obra del tiempo y de los hombres.
Los primeros tramos de la vieja Av. del Rosario, en el perímetro de Saladillo,
están dominados por la plaza O’Higgins. Espacio verde singular que se desdobla en
dos manzanas, una está vigilada por los frentes de la Iglesia de la Merced, cuya cons-
trucción se inició en 1912, y la otra por la Escuela Aristóbulo del Valle, con antece-
dentes fundacionales en el año 1907. Esta plaza reproduce el antiguo modelo de plaza
central que troquela y otorga sentido al espacio circundante, y a cuyo derredor se
emplazan los centros del poder cívico y religioso. A escala, y con un éxito a todas

21
Se trata de las tres cuadras que se extienden sobre Av. Arijón desde Ayacucho hasta el antiguo Brazo
Norte del Arroyo Saladillo. La parte más lucida de la Primera Sección del Barrio Saladillo.
22
Ordenanza núm. 46 de 1929. DS HCD 12/06/1930, pp. 449-451.
Del Ocio a la Fábrica 33

luces menor, la antigua plaza Colón, hoy O’Higgins, pretendió cumplir la función de
la Plaza 25 de Mayo en la zona céntrica, casi seis kilómetros al Norte.
Remontar la Av. Lucero en dirección al río traslada la observación a otro sector
del barrio. Allí han impreso sus huellas grupos sociales menos distinguidos y más
inestables. Los sectores que habitaron esta zona fueron inmigrantes y luego migrantes
internos, cuyo ascenso social distó mucho de ser firme y estar garantizado. Se trata de
un territorio colonizado por pequeñas casas y por humildes negocios. En esta geogra-
fía baja y típicamente suburbana, descuella un viejo y enorme caserón de dos plantas.
Su poderosa y monolítica estructura cuenta con un ático y numerosas ventanas alarga-
das, rematadas por altos techos construidos en chapa. Más al Norte se levanta otra
vivienda de características similares, aunque resuelta en formas más estilizadas y com-
plejas. Seguramente, símbolo de distinción de sus habitantes y de su función. Estos
edificios dislocados del contexto, señalan con su inconfundible estilo la vecindad del
ferrocarril y del frigorífico. Las pretéritas casas de la administración y la residencia de
algunos funcionarios.
Un paso a nivel nos exonera de toda duda, se trata del ferrocarril de capitales
franceses con rumbo a Puerto General Belgrano que fue tendido en 1910.23 La geogra-
fía actual de sus inmediaciones ofrece la dramática postal de las miserias contenidas
en los asentimientos precarios que se levantan hoy a la orilla del camino de hierro. En
esas construcciones ruinosas predominan, como antaño, la chapa y la madera. Sus
emplazamientos irregulares parecen amontonarse descuidadamente en hiladas que
reproducen el frente de una calle recorrida por lentas y ensordecedoras máquinas
metálicas, a cuyo paso los niños obsequian trozos de piedra. En medio de estas vivien-
das miserables, donde la gente se ve empujada al hacinamiento y a la pobreza, la
edificación resulta amorfa, carente de líneas claras y en constante proceso de transfor-
mación. Sus habitantes, que transitan diariamente los recovecos de este pequeño y
paupérrimo laberinto inserto en el barrio, que se reproduce en sus zonas de urbaniza-
ción más reciente, conceden al observador otra tregua. Un nuevo punto de inflexión,
donde se percibe la imposibilidad de hollar los arcanos contenidos, no ya en las es-
tructuras materiales antiguas, sino en la mirada esquiva y taciturna que condensa la
historia de aquellos hombres que deben dormir bajo las chapas.
Paulatinamente, el trazado de las calles se muestra más irregular, las fondas, los
puestos de frutas y de pescadores irrumpen sobre las aceras. El bullicio se multiplica,
los automóviles pasan con más prisa y el sonido se quiebra en fragmentos de
cotidianeidad. El olor del río comienza a capturar la atmósfera. La chimenea abando-

23
Cabe destacar que Rosario fue una ciudad que atrajo particularmente la concurrencia de los capitales
franceses, instalados fundamentalmente en vías férreas, talleres y la bella estación Rosario Oeste, así
como en la Sociedad Hersent et Fils y Schneider et Cia. que explotó el puerto de Rosario de 1902 a
1942. Cfr. SCOBIE, James Buenos Aires del Centro a los Barrios 1870-1910, cit.; BOURDE, Guy
Buenos Aires, inmigración y urbanización; ÁLVAREZ, Juan Hisotria de Rosario (1689-1939), UNR-
Edtira/Municipalidad de Rosario, Rosario, 1998.
34 Diego P. Roldán

nada del Frigorífico Swift dibuja su silueta apoyada en un edificio clásicamente an-
glosajón.
Atrás han quedado el Sindicato de la Carne, su sede actual de superficie media-
na con varios pisos y la estructura de hormigón de su centro de salud, truncada por los
cambios políticos que trajo 1955.24 Entre ambos, en el cruce de varias arterias, se
levanta el monumento de cuerpo entero de Eva Perón. Su brazo derecho en alto pare-
ce avanzar en sus líneas de concepción escultórica y significado hacia un futuro de
lucha, coronado por la victoria y la gloria, su espalda arqueada insinúa el despliegue
de unas alas invisibles, pero inscriptas en la gestualidad de la escultura.25 La más
antigua de las placas que se congregan a sus pies tiene por símbolo excluyente un
libro. Es la representación en bronce de la ‘obra literaria’ de Eva Perón: La Razón de
Mi Vida. La sentida dedicatoria reza: “En tu libro están escritas las verdades eternas
de tu alma. Los compañeros de las cámaras frías eternamente agradecidos. 1953.”
Esta placa conmemora la muerte de Evita, su “paso a la inmortalidad” y el infinito
agradecimiento de sus hijos, los brazos de la carne. Hombres y mujeres que habitaron
las frías cavidades del frigorífico Swift, desde su instalación en 1924 hasta promediar
el siglo. Ellos/as encontraron en el peronismo una expresión de su vindicación en el
orden social. La creciente y notable politización de los reclamos por mejores condi-
ciones de vida y de trabajo, prestaron a Saladillo los ingredientes necesarios para
imaginarlo como un espacio urbano con una cultura política peronista. El Justicialismo,
en tanto movimiento fundacional que canalizó las insatisfacciones de una Argentina
masiva y popular, tuvo y quizás tiene por característica avasallar la historia preceden-
te. Reemplazar las experiencias vividas por relatos oficiales, rotular algunas de las
formas a través de las cuales se percibe el pasado y construir imágenes rígidas y
mitológicas del mismo ha sido un oficio en el cual el peronismo mostró una admirable
pericia.26 Así, en los imaginarios urbanos configurados alrededor de las identidades
barriales y en el sentido común de la percepción territorial identitaria, las regiones del

24
En 1955 fue derrocado, tras golpe de estado, el segundo gobierno de Juan Domingo Perón. El impacto
de los acontecimientos que se sucedieron luego dejaron hondas huellas en la historia argentina. El
peronismo fue proscrito, quedando excluido de la contienda electoral. El sindicalismo asociado al
partido tuvo que negociar bajo nuevos parámetros ocultando y dejando de lado sus simpatías o
ingresando en la clandestinidad de la resistencia.
25
Un busto de Eva Perón fue colocado allí tras su muerte acaecida en 1953. La estatua, según los
vecinos, en 1955 sufrió un atentado -le habrían puesto una bomba- y la esposa de un sindicalista
llamada Leonor la protegió en su casa del accionar gorila (antiperonista). En 1998 se colocó la actual
escultura en bronce de cuerpo entero, realizada por Francisco Pelló.
26
Sobre la superposición de registros de memoria resultan sumamente sugerentes las aproximaciones de
JAMES, Daniel “17 y 18 de octubre de 1945: el peronismo, la protesta de masas y la clase obrera
argentina”, en Desarrollo Económico, v. 27, oct-dic, 1987; JAMES, Daniel “Historias contadas en
los márgenes. La vida de Doña María: historia oral y problemática de géneros”, en Entrepasados, año
II, núm. 3, 1992; JAMES, Daniel Doña María. Historia de Vida, Memoria e Identidad Política,
Manantial, Buenos Aires, 2004.
Del Ocio a la Fábrica 35

Sur de Rosario son todavía concebidas como un universo que siempre fue jurisdicción
política peronista.
El trayecto de Av. Lucero, concluye sobre un viejo puente de hierro y hormigón,
que recuerda las estructuras del ferrocarril. Este pasaje se despliega en las proximida-
des de la desembocadura del Arroyo Saladillo en el Río Paraná. De un lado observa-
mos el viejo y desvencijado embarcadero que Manuel Arijón bautizó como Puerto
Plaza y que sirvió a sus intereses exportadores de alfalfa. Una multitud de lanchas se
agolpa en ambas orillas. De entre las aguas asoma parte de una vieja embarcación a
medio hundir. Su mástil se proyecta inútilmente hacia el cielo, en un intento por riva-
lizar con la alta chimenea del frigorífico norteamericano que se eleva en la otra mar-
gen del arroyo.
Las aguas se ensanchan por algunos cientos de metros para perderse en el Paraná,
en comunión de sabores y sombras. El viejo frigorífico se mantiene hermético, mudo
ante la vista del observador. Sólo deja ver de costado la estructura de varios cuerpos
de hormigón dividida en tres plantas, pobladas por un abigarrado conjunto de venta-
nas y coronada por sendos tanques de agua. Sola y triunfal, la alta torre, que otrora
despidiera un humo maloliente, parece encaminar la quilla de esa inmensa nave reple-
ta de carne que avanza soñolienta de espaldas al bullicio de la ribera. Su proa queda
oculta y sólo podemos imaginarla extendiéndose a orillas del río, aguardando pacien-
te el arribo de barcos mercantes y de carga, sobre la jurisdicción de la inmediata Villa
Gobernador Gálvez.
Atravesar el tejido enmarañado de calles, plazas, edificios caducos y rostros
ausentes, por uno de entre tantos recorridos posibles, permite visualizar los perfiles de
un conglomerado urbano periférico, cuyos habitantes no cesan de reclamar para sí una
identidad específica. Una configuración de sentido que no encuentra en el presente su
eje vertebrador y que deambula entre las marcas del pasado, las vidas de los mayores,
las viejas mansiones remozadas, las fábricas vacías, las chimeneas obstruidas y los
monumentos políticos que recuerdan a los muertos de un tiempo que no volverá. La
identidad siempre es una búsqueda, pero en este caso parece hallarse reconfigurada
sobre un paisaje entrañable, una sociabilidad barrial y un transcurrir cotidiano por los
caminos de nostalgias similares y esperanzas evanescentes. Muchos de los hijos de
este barrio se han marchado, pero ninguno puede regresar a sus calles sin sentir que
recorre una porción de su propia existencia. “La ciudad emocional está muchas veces
más cercana a la realidad —a la esencia de lo urbano— que la representación y el
ordenamiento urbanísticos racionales impuestos por funcionarios estatales.”27

27
SHIELDS, Rob “A Guide to Urban Representation and What to Do About it: Alternative Traditions of
Urban Theory”, en KING, Anthony D. (ed.) Re-Presenting the City: Ethnicity, Capital and Culture in
the 21st-Century Metropolis, Macmillan, London, 1996, pp. 242-243. Citado en ALMANDOZ, Arturo
“Notas sobre la historia cultural urbana. Una perspectiva latinoamericana”, URL: http://
www.etsav.upc.es/urbpersp, p. 32. [Perspectivas urbanas/Urban Perspectives, núm. 1, pp. 29-39.]
CAPÍTULO V

LA RUTA DE LA CARNE Y LA
RECONFIGURACIÓN DEL ESPACIO
INSTALACIÓN DEL FRIGORÍFICO SWIFT
Y DEL NUEVO MATADERO MUNICIPAL

“A izquierda y a derecha del automóvil, la ciudad


se desintegraba; crecía el firmamento y ya impor-
taban poco las casas y mucho un horno de ladri-
llos o un álamo [...] Al sur de la ciudad de mi cuento
fluye un ciego riachuelo de aguas barrosas, infa-
mado de curtiembres y de basuras. Del otro lado
hay un suburbio fabril donde, al amparo de un cau-
dillo barcelonés, medran los pistoleros.”

Jorge Luis Borges496

E
ste capítulo pretende avanzar sobre un problema que ha estado presente desde
las primeras páginas: la reconfiguración del faubourg de élite en un barrio
popular, y mayoritariamente obrero. El pasaje del ocio a la fábrica. Frente a
esta yuxtaposición de imágenes, propuesta por los propios agentes, una pregunta se
impone: por medio de qué mecanismos fue posible una transformación tan substancial
y radical del perfil social del espacio urbano de Saladillo. Además, debe destacarse
que el proceso fue llamativamente breve. En el plazo de una década la nueva configu-
ración emergía claramente ante la mirada, más o menos sorprendida, de los contem-
poráneos.
“De todos los barrios de Rosario el Roque Saenz Peña, antiguo
Saladillo es el que desde el comienzo de su existencia hasta ahora
ha evolucionado a través de dos aspectos totalmente distintos.
Nacido como apacible alejamiento veraniego, barrio de quintas
umbrías y de chalets, el progreso lo industrializó y el frigorífico y

496
BORGES, Jorge Luis “La muerte y la brújula”, en Ficciones, Alianza, Madrid, 1998.
206 Diego P. Roldán

el reciente Matadero Modelo congregaron una población obrera


que levantó sus viviendas humildes y confirió al barrio su nuevo
aspecto “497
Como se señala en la nota, el proceso de reconstrucción del espacio barrial reco-
noce dos hitos de magnitud: la instalación de la planta del Frigorífico Swift (1924), en
la jurisdicción de la Comisión de Fomento de Villa Gobernador Gálvez, y de los
Nuevos Mataderos, Mercado de Haciendas y Frigorífico Municipales, sobre el vértice
Noreste de la traza de Saladillo (1932). Estos dos hechos, sin duda de enorme relevan-
cia, hablan de un proceso casi cerrado y nada atestiguan de las configuraciones que
hicieron posible la instalación de estos establecimientos en un ámbito que, hasta hacía
muy poco, había sido el territorio del deseo de la élite.
Los apartados que siguen dibujan un recorrido sinuoso e intrincado que se inicia
en el último cuarto del siglo XIX y concluye antes de alcanzar la primera mitad del
siglo XX. El itinerario pretende ajustarse a las alternativas que se dieron cita alrede-
dor de los Mataderos, el Mercado de Haciendas y la instalación de plantas frigorífi-
cas. Son exhumados los pasados posibles que quedaron truncos, la redistribución e
inestabilidad de los juegos de fuerzas que permitieron alternativamente y en conjunto
la transformación del barrio veraniego de la élite en el barrio obrero meridional de
Rosario. El lugar homogéneo y unánime en el que se faenaba la carne.

La imaginación rendida frente al cálculo


Dilemas en la construcción y en la localización
de los Nuevos Mataderos y del Mercado de Haciendas
a- La ciudad contra los mataderos

“Por lo tocante a los demás animales, debo decirte


que nunca se ven aquí rebaños de bueyes y carne-
ros, como los que entorpecen y deshonran las ca-
lles de Londres, causando en ellas mil accidentes,
difundiendo la inquietud, y a veces el terror y la
muerte, al mismo tiempo que habitúan al pueblo a
ideas de sangre; porque aquí los mataderos y car-
nicerías están fuera, sin que las bestias penetren
jamás en la ciudad, sin que se vea en ella nunca
sangre, cadáveres de animales, y hasta evitan que
un considerable número de carniceros se habitúen

497
“El trabajo lo renovó al industrializarlo al viejo barrio Saladillo”, La Capital 22/12/1932, p. 6.
Del Ocio a la Fábrica 207

a ver sin horror carnicerías humanas a fuerza de


empapar sus cuchillos y sus manos en la sangre de
otras víctimas.”
Etienne Cabet498

Desde Tomás Moro, las plumas que ponían en movimiento la imaginación utópica
amalgamaron con firmeza el ensueño y el deseo.499 Algunos siglos después, las uto-
pías socialistas, como Viaje a Nueva Icaria de Cabet, siguiendo el antiguo paradigma,
han reflexionado sobre las ciudades en tanto espacio para sentar sus pareceres respec-
to a la distribución de actividades y el sostenimiento de relaciones con el campo.500 En
líneas generales, estas narraciones se afanan por describir, con lujo de detalles, cómo
debían ordenarse los agrupamientos urbanos. Para Cabet y otros, la ciudad era un
producto de la inhumanidad capitalista y por ende debía ser humanizada desde una
perspectiva socialista. En la Argentina, no faltaron ejemplos que ensayaran, en oca-
siones con una orientación política semejante a la de Cabet, la construcción utópica
de calles invisibles y ciudades imaginarias.501
Amén de las largas páginas destinadas a describir las características de la ciu-
dad, en ciertos pasajes de Viaje a Nueva Icaria se aprecia la necesidad de disminuir el
grado de exhibición de la matanza de animales. Es sabido que las utopías no hacen
sino exponer, en el plano proyectivo, las necesidades y los anhelos del presente.502
Esta preocupación de Cabet había sido tomada de las normativas que el régimen
napoleónico dispuso a principios del siglo XIX. La matanza de reses en la vía pública
fue prohibida a partir de 1809, un año después Napoleón Bonaparte inauguró, en las
afueras de París, el primer matadero de la que sería la capital del siglo XIX. Los
mataderos fueron ideados como lugares retirados, sitios donde la matanza pudiera ser

498
CABET, Etiennne Viaje a nueva Icaria, Orbis, Barcelona, 1986, v. 1, p. 43.
499
MORO, Tomás Utopía, CEAL, Buenos Aires, 1989.
500
Para una evolución del relato utópico alrededor de la ciudades ver el largo estudio introductorio que
prologa a QUIROULE, Pierre La ciudad Anarquista Americana, Ediciones Tuero, Madrid, 1991.
501
SIOEN, Aquiles Buenos Aires en el año 2080. Una historia verosímil, Buenos Aires, 1879;
WEIMBERG, Felix Dos utopías argentinas de principios de siglo, Hyspamérica, Buenos Aires, 1986.
El libro está dedicado a QUIROULE, Pierre La ciudad anarquista americana, La Protesta, Buenos
Aires, 1914, y a DITTRICH, Julio O. Buenos Aires en el 1950 bajo el régimen socialista, Buenos
Aires, 1908. También desde un paradigma higienista: CONI, Emilio “La ciudad argentina ideal o del
porvenir”, en La Semana Médica, núms. 3-4, 1919. En la ciudad de Rosario también se planteó en
términos más proyectvios una formulación utópica en dos ocasiones, aunque el paradigma de
enunciación estaba sensiblemente alejado del socialismo: LO VALVO, José La Ciudad Nueva…, cit.;
LO VALVO, José Urbanismo…, cit.; LO VALVO, José Planificación y Urbanismo, Santa Fe, UNL,
1949, en este último texto se proyectaba la construcción de dos ciudades nuevas y utópicas, sus
nombres: “Evonia” y “Peronia”.
502
BACZKO, Bronislaw Los Imaginarios Sociales. Memorias colectivas y esperanzas, Nueva Visión,
Buenos Aires, 1991.
208 Diego P. Roldán

encubierta, vedada a los ojos de la sociedad. Este primer proceso de ocultamiento de


la muerte y del faenamiento, mediante la segregación espacial, fue complementado
hacia fines del siglo XIX, cuando la racionalización de la violencia y de la muerte
ingresó, ataviada con indumentarias higiénicas, a los mataderos.
Las ideas higienistas apuntalaron el desplazamiento de los corrales hacia los
suburbios, a fin de no contaminar el ambiente habitado. Semejantes planteos fueron
completados por la tendencia centralizadora del nuevo poder político que prescribía
la concentración de las actividades de venta, preparación, muerte y descuartizado en
un solo edificio.503 La matanza perdía, entonces, su aura tanto de sacrificio ritual como
de uso corriente. Del mismo modo, el matadero se constituía en un síntoma palpable
de la aversión dispensada por la sociedad capitalista hacia las practicas violentas que
involucraban el derramamiento de sangre.504 En este marco, los mataderos modernos
se configuraron como un dispositivo arquitectónico higiénico, racional y civilizado.
El matadero de Villete, construido a instancias de Haussmann, e inaugurado en
1867, al mismo tiempo que el de la ciudad estadounidense de Chicago, fueron los
primeros ejemplos de matanza racionalizada de animales. Forma de aniquilamiento
industrializado, con pasos y procedimientos estrictamente ajustados y dictaminados
por la técnica, el anonimato, la higiene y la invisibilidad.505 La estructura geométrica
de los mataderos, formulaba una racionalización algebraica y una estricta funcionalidad
del espacio cerrado, a la vez segmentado y conectado, en procura de una mayor efica-
cia en el proceso de faenado.506
En Argentina, la modernización de los mataderos se topó con ciertas rémoras
del pasado. La racionalización impuesta en Europa debió enfrentar la competencia de
las técnicas criollas para la matanza, que contaban, al otro lado del océano, con una

503
Es notable que con anterioridad a estos presupuestos los mataderos eran numerosos y se ubicaban en
cualquier parte de la ciudad. “...en todo tiempo el trabajo de los expendios y tiendas se desbordaba
hacia la vía pública; cuando hacía falta, la calle proporcionaba al tablajero una cómoda ampliación y,
a la vez, un canal de desagüe. Así es que desde siempre, la calle era un lugar donde se veía degollar al
ganado” AGULHON, Maurice “La sangre de las bestias...”, cit., p. 218.
504
Como se ha comprobado en el tratamiento del tiro a la paloma, este horizonte cultural que excluía la
visibilidad de la violencia ha debido afrontar no pocas resistencias sociales para su difusión. Alain
Corbin analiza este momento como el pasaje de las “matanzas dionisíacas” a las “matanzas
pasteurizadas” características del siglo XIX. Cfr. CORBIN, Alain Le village des cannibales, Aubier,
París, 1990.
505
Se trataba, en última instancia, de fingir que la matanza no existía. De hacer abstracto (olvidable) lo
que en su materialidad descompone la visión civilizada. Cfr. VIALLES, Noéli Le sang et la chair. Les
abattoirs des pays de Adour, Editions de la Maison de Sciences de l’Homme, París, 1987.
506
La disociación visual en etapas del proceso de faenamiento, la temprana aplicación del taylorismo en
las industrias cárnicas, tanto en el sacrificio y el procesamiento de reses, y el ocultamiento social de
los mataderos hacen de estos recintos lugares racionales de administración y tecnificación de la muerte.
PICK, Daniel War machine. The Rationalisation of Slaughter in the Modern Age, Yale University
Press, New Haven & London, 1993. Citado en ANDREASSI, Alejandro Arbeit Macht Frei. El trabajo
y su organización en el Fascismo (Alemania e Italia), Ed. El Viejo Topo, Madrid, 2004, p.72.
Del Ocio a la Fábrica 209

holgada tradición y una elevada reputación. Sin embargo, la algarabía festiva del ma-
tadero federal, magistralmente descrito por Echeverría, dejaría paso a una sensibili-
dad notablemente más civilizada. El espectáculo de la matanza “animado y pintores-
co”, se tornaba lentamente una exhibición “horrible”, “fea”, “inmunda” y “deforme”.
En las dos imágenes que siguen, de calidades literarias visiblemente desbalanceadas,
se describe a través de síntomas este proceso de reconfiguración de la sensibilidad
provista, en términos elisianos, por el proceso de civilización y relativa racionalización
de la matanza.507
“Siguió la matanza, y en un cuarto de hora cuarenta y nueve novi-
llos se hallaban tendidos en la plaza del matadero, desollados unos,
los otros por desollar. El espectáculo que ofrecía entonces era
animado y pintoresco, aunque reunía todo lo horriblemente feo,
inmundo y deforme de una pequeña clase proletaria peculiar del
Río de la Plata.” 508
“La matanza es una cosa atroz. Un hachazo en pleno mate del
herbívoro, desborde de sangre espumosa, espesa, se diría en esta-
do de ebullición ¡Aquello humea! y después... el degüello. Todo
consumado con premeditación y ensañamiento. Es cosa como para
reírse de la corrida de toros.” 509
Los mataderos consiguieron, hacia fines del siglo XIX, al menos en el caso de
Rosario, concentrar relativamente la actividad de la matanza en la ciudad y emplazarse
lejos del núcleo poblado, procurando ocultar la muerte de los bovinos, y amparar al
ambiente “digno” de los bulevares de toda contaminación. Varios trabajos han señala-
do que la implantación de los Mataderos se realizó en un área suburbana: el barrio
Tablada, Calzada o Mataderos, según la nomenclatura utilizada.510 En este territorio
meridional, Manuel Calzada poseía una importante extensión de tierras que alternati-
vamente vendió y donó para una serie de emprendimientos. Aquellos solares fueron el
escenario propicio para los planes del gobierno local. La zona fue destinada por la
administración municipal, primero, a la instalación y el funcionamiento de las “indus-
trias insalubres”,511 y, luego, a la concentración de población marginal de toda especie

507
ELIAS, Norbert El proceso de civilización..., cit.
508
ECHEVERRÍA, Esteban El matadero, Plus Ultra, Buenos Aires, 1977, p. 17. [1° ed. 1838]
509
Gestos y Muecas, año II, núm. 46, 07/12/1913.
510
GERGOLET, Silvia Aquel ... ‘sucedió en Tablada’..., cit.; MALLA, Jorge El barrio tablada..., cit.;
BRIENZA, Lucía; SIMONASSI, Silvia, DONADILLE, Graciela “Territorio y temporalidad...”, cit.
511
En 1873 se pone en funcionamiento la primera ordenanza que establecía no sólo los límites y las
jurisdicciones del municipio sino que agregaba los radios donde era posible establecer las llamadas
industrias insalubres. Cfr. Digestos y Ordenanzas de la Municipalidad de Rosario de Santa Fe 1860-
1889, s/d.
210 Diego P. Roldán

en instituciones de encierro.512 Ambos procesos recubrieron a Tablada de un perfil


definido y peculiar. Estos dos proyectos fueron completados por las iniciativas deri-
vadas de la construcción de Hospitales, en el barrio homónimo, ubicado con mayor
proximidad del centro de la ciudad, en la inmediata continuación noroeste de Calza-
da.513
El 9 de marzo de 1875, el Concejo Ejecutor recibió la autorización para invertir
una suma “aceptable” en la compra de los terrenos para el emplazamiento del Matade-
ro Municipal.514 Las estructuras del edificio debían levantarse en una superficie ubica-
da al Sur de la ciudad, sobre las barrancas del Paraná y a una distancia no menor a las
treinta cuadras del núcleo urbano.515 La primera parte de la disposición coincidía con
las ideas que el Municipio se formaba respecto a los usos del Sur y en acuerdo a la
prospectiva del futuro crecimiento de la urbe. Esta zona de la ciudad se configuraba,
a los ojos de los agentes del gobierno, en el continente de las industrias insalubres,
que respondía, como es obvio, a cuestiones higiénicas, civilizatorias y urbanizado-
ras.516 Además, de manera implícita, la lejanía aludía a posibles precauciones de la
élite con respecto al tipo de población que la producción y comercialización de la
carne solían atraer. La tradición estigmatizaba a los oficios manuales, y aún más rui-
nes resultaban los trabajos que implicaban un contacto fluido con substancias tan
indignas como la sangre animal.517 Por otra parte, desde El Matadero de Echeverría,
estos sitios fueron vinculados con costumbres bárbaras y actitudes políticas poco
proclives al liberalismo. Estas construcciones culturales, sin duda, operaron, junto a
las visiones higienistas, en el momento de decidir el alejamiento de los mataderos de
la ciudad.
No obstante, la ordenanza remarca la necesidad de la proximidad de los estable-
cimientos respecto a las costas del Paraná. La posibilidad de embarcar ganado estaba

512
Asilo de Mendigos y Dementes, Asilo “El Buen Pastor” y Asilo “San Vicente de Paul” se congregaron
en sus alrededores entre 1889 y 1899.
513
Este ciclo se inicia a principios del siglo XX con la fundación del Hospital Italiano, luego continúa en
los años 1910s. con la creación del hospital Español y se completa con la inauguración de la Clínica
del Trabajo en 1926.
514
Digestos y Ordenanzas Municipalidad de Rosario, 1889, s/d
515
Digesto Municipal de Rosario de Santa Fe, 1860-1889, s/d.
516
Es notable que a lo largo de los últimos años del siglo XIX y primeros del siglo XX quienes detentaron
la potestad de ordenar las estructuras urbanas de la ciudad no fueron los urbanistas sino los médicos.
Cfr. RIGOTTI, Ana María “Dejad que el médico gobierne. Ciudad ideal para asegurar el porvenir”, en
Cuadernos del CURDIUR, núm. 42, 1989.
517
En la cultura judeocristiana la sangre es decididamente uno de los fluidos más despreciables que
existen en el orden natural, un líquido con poderosas propiedades contaminantes. A punto tal que
aquellos que tenían contacto con él no podían ser dignos de acercarse a lo sagrado, tal la prescripción
que regía sobre las mujeres respecto a la eucaristía durante la menstruación, en los primeros siglos de
la era cristiana. Cfr. BROWN, Peter El cuerpo y la sociedad..., cit. pp. 206-207.
Del Ocio a la Fábrica 211

latente, debía contarse con una localización que atendiera a los contactos con las vías
fluviales. Del mismo modo, el agua ha sido y es hoy día un elemento clave para este
tipo de establecimiento. Era necesario contar con agua para llevar adelante el faenado
y luego resultaba indispensable a la hora de desechar algunos residuos orgánicos pro-
pios de la actividad.518 Instalado a escasos doscientos metros del Matadero, el vaciadero
de basuras era el sitio indicado para acopiar y, en algunos casos negociar, los desper-
dicios de las faenas. De modo que la ordenanza proyectaba un complejo destinado a
minimizar los costos de transporte, mediante la reducción de las distancias, tanto se
tratara de trasladar producción para la comercialización como expurgar las sobras que
arrojaba la industria. De manera análoga, el diseño apuntaba a mantener un ambiente
higiénico, retirado (invisible) y eficiente.519
La realización de las obras fue extremadamente veloz. Para 1876 el Matadero
Municipal estaba funcionando.520 Semejante celeridad estuvo determinada por la apre-
miante necesidad del municipio de contar con un espacio para la faena de reses en la
ciudad, y adjudicarse paulatinamente tareas de control sobre su jurisdicción en la
producción de carne. En tal sentido se pusieron en movimiento la inspección de higie-
ne y la inspección veterinaria,521 así como el cobro de tasas a las carnes que ingresaran
al municipio faenadas, sin haber abonado el impuesto de matanza que regía en los
Mataderos Municipales.522 Estas iniciativas muestran ensayos aún tímidos de un cier-

518
VEALL, Frederick Estructura y funcionamiento de mataderos medianos en países en desarrollo,
ONU para Agricultura y Alimentación, FAO, Roma, 1993.
519
Las teorías clásicas de la geografía de la localización de las actividades económicas parecen cumplirse
a la perfección en este dispositivo de la industria de la carne. MÉNDEZ, Ricardo “Organización
espacial de las actividades económicas”, en Geografía económica. La lógica del capitalismo global,
Ariel, Barcelona, 1998, pp. 255-319, en especial los comentarios a las teorías de la localización de
WEBER, Alfred Sobre la localización industrial (1909) y CHRISTALLER, Walter Los lugares
centrales del sur de Alemania (1933). Para una visión estructuralista de estas teorías ver: CASTELLS,
Manuel Sociología del espacio industrial, Ed. Ayuso, Madrid, 1977.
520
En 1875 se fija el plano para la construcción de los Mataderos. Recopilación de Digestos y Ordenanzas
Municipalidad de Rosario 1889, s/d
521
Hacia fines del siglo XIX se creó la oficina de Higiene (1887) que tenía bajo su tutela la inspección de
los establecimientos insalubres. Digesto Municipal 1860-1889, s/d Ordenanza del Concejo Deliberante
del 1°/4/1887. Estas normativas fueron completadas por otro ciclo de institucionalización de los
controles higiénicos a partir de la fundación de la Asistencia Pública, la Oficina de Desinfección y
luego la de Higiene Pública dependiente de la Administración Sanitaria tuvo bajo su vigilancia a los
mataderos a partir de dependencias especializadas Laboratorio Bacteriológico, Oficina Químia,
Inspección Veterinaria de Mataderos y Tambos. Digesto Municipal. Ordenanzas, decretos, acuerdos
y reglamentos, contratos, etc. Municipalidad de Rosario (Provincia de Santa Fe, República Argentina)
dictadas en el año 1913, Talleres de “La República”, Rosario, 1915, Ord. Nº 23 del 12 de agosto de
1913.
522
En 1880, apareció la primera queja, firmada por el rematador de hacienda Erasmo Quintana, a raíz de
la introducción de vacunos al Municipio de Rosario a través del ferrocarril. Se planteaba que estas
reses no pagaban el impuesto del matadero y que además mermaban la cantidad de animales carneados
en los Corrales de Abasto. Solicitaba al Concejo que dictara una ordenanza para prohibir la introducción
de carnes sin mediar el pago de un canon. Este pedido fue considerado al año siguiente, cuando se
212 Diego P. Roldán

to control de la producción, la circulación y los primeros atisbos de regulación


impositiva con relación a la circulación de carne.
En términos generales, el tránsito de tropas que ingresaban al matadero se reali-
zaba a pie o por medio de los ferrocarriles. La circulación de haciendas por los cami-
nos del Sur no fue objetada hasta el Centenario, puesto que no había población
avecindada que sufriera las molestias del paso de ganado. Por lo tanto, entre 1876 y
1910, el ganado circuló libremente por aquellos parajes, accediendo al matadero para
ser sacrificado. Efectuadas las tareas en el edificio de Bv. Segui y Berutti, los
abastecedores se encargaban de distribuir el producido en las carnicerías de la ciudad,
para lo cual, a partir de 1890, debieron contar con unos carros con cajuelas especiales,
forradas en zinc y dotadas de ganchos colocados a una altura y con una resistencia
proporcional al peso de la carga.523 Estos vehículos estaban sometidos a la inspección
de sus condiciones higiénicas por parte de la Municipalidad.
Pese a las previsiones de la Municipalidad el Matadero no lograba dar abasto a
toda la ciudad. El problema de los transportes impedía trasladar la carne a largas
distancias sin provocar el encarecimiento del producto. La inexistencia o el elevado
costo de mecanismos de enfriado añadía una complicación considerable a la posibili-
dad de hacer llegar alimentos en buenas condiciones de conservación, aunque, segu-
ramente, para la época este no era el problema mayor. De esta suerte, el Municipio se
enfrentó al dilema que planteaba la incompatibilidad de dos criterios que había adop-
tado simultáneamente: la centralización de las actividades de matanza y el abasteci-
miento de la totalidad de la jurisdicción. Los medios técnicos para el abastecimiento
no pudieron ser mejorados en el corto plazo y por lo tanto el ideal centralizador fue
resquebrajado. El municipio, en 1886, autorizó la construcción de otro matadero de
menores dimensiones y administrado por privados, al Oeste del Cementerio Munici-
pal. Este edificio estaba destinado a surtir a las carnicerías distantes a más de una
legua del Matadero Municipal.524
En un plazo relativamente breve, los Mataderos patrocinados por el municipio
no sólo debieron enfrentar este problema. La velocidad y la coyuntura en que fueron
realizadas las construcciones comportaron importantes cuotas de imprevisión. Las
instalaciones quedaron obsoletas en menos de dos décadas, debido a su incapacidad
para trabajar sobre un número cada vez más elevado de cabezas ingresado a corrales.
Las dificultades que existían para imponer sobre aquellas estructuras métodos racio-
nales, higiénicos y modernos de matanza y la amalgama insalubre que configuraba el
Matadero en su proximidad al Vaciadero de Basuras dispararon proyectos de reforma.

elaboró una ordenanza fijando un estipendio para la introducción de carne vacuna fresca, que extendía
las mismas consideraciones vigentes para la introducción de carne de cerdo. ET HCD 1880, fs. 108-
109. Digestos y Ordenanzas de la Municipalidad de Rosario de Santa Fe 1860-1889, s/d.
523
Anteriormente la carne era colocada sobre los carros sin mayores precauciones que las necesarias
para acomodarla de modo tal que permitiera subir una buena pesada.
524
Digesto Municipal de Rosario de Santa Fe, 1860-1889, s/d, 26/06/1886, p. 119.
Del Ocio a la Fábrica 213

El sentido de estos diseños básicamente apuntaba a tres cuestiones: el planeamiento


de obras de infraestructura tendientes a asegurar el suministro de agua permanente y
abundante a las instalaciones, la ampliación de los mataderos para lograr una mayor
capacidad instalada, que permitiera faenar un número superior de reses al día, y, algo
más adelante, planteos alrededor de la inconveniencia de la proximidad del Matadero
y el Vaciadero de Basuras.
El primer problema, data de 1891, y generó un gran número de propuestas. Se
intentaba, según los miembros del ente municipal, hallar un medio económico y segu-
ro que proveyera agua al Matadero. Finalmente, el procedimiento escogido fue un
rudimentario sistema de bombas y depósitos diseñado a los efectos de proporcionarla
en abundancia y con escaso costo. Este componente se tornaba imprescindible para el
normal desarrollo de las actividades del matadero, cada vez más amplias.525 El preca-
rio sistema suministró agua al Matadero hasta comienzos del siglo XX, cuando se
extendió hacia el Sur la red de agua potable.
Pero no sólo el agua resultaba insuficiente para las actividades de los mataderos,
algo similar ocurría con su estructura edilicia. En 1894, el Ingeniero Ramón Araya,
por entonces a cargo del Departamento de Obras Públicas, presentó a consideración
del Concejo un plano donde constaba la estructura actual del matadero y las futuras
ampliaciones que proyectaba, a fin de lograr mejorar su capacidad instalada.526 La
estructura expuesta a dictamen del Concejo colocaba el acento en un diseño geométri-
co y compacto tendiente a modernizar, dentro de los límites que impone toda reforma,
un croquis de planta anticuado, que merecía ser geométricamente racionalizado. El
nuevo espacio permitiría, en teoría, erradicar al matarife criollo y sus reprochables
conductas del seno del Matadero Municipal.
Por otra parte, esta propuesta coincidió con un nuevo intento del poder político
local por recentralizar las actividades vinculadas a la faena de carnes en el edificio de
los Mataderos Municipales. En esta ocasión, resurgieron los deseos del Municipio
por controlar un eficiente desempeño de higiene, centralizar y racionalizar las activi-
dades de la matanza y de la exacción impositiva. Evidentemente, dadas las caracterís-
ticas y los recursos disponibles para la municipalidad en esa época, sus aspiraciones
debieron aguardar al menos hasta las primeras décadas del siglo XX.527 El matadero

525
24/09/1891 propuesta del señor Emilio Magaldi de construir un aparato orientado a suministrar agua
en suficiente cantidad al matadero. Proyecto de la Comisión de Hacienda para construir un foso
semisurgente y establecimiento de bombas y depósitos suficientes para el Matadero. ACD 1891, fs.
121-122.
526
ET HCD enero-abril 1895.
527
“Prohibiendo la matanza de reses fuera del matadero público. La matanza de animales fuera del matadero
público de animales destinados al consumo, es contraria e inconveniente a los intereses económicos e
higiénicos del municipio, pues ella se verifica cuando se realiza la inspección sanitaria de los mismos.”
Este decreto firmado por el Intendente Gabriel Carrasco apareció el 26/01/1891. Digesto Municipal,
Ordenanzas, Decretos, Acuerdos, Reglamentos, Contratos, etc. de la Municipalidad de Rosario de Santa
Fe dictados 1890-1891, Librería e Imprenta Clivé, Rosario, 1892.
214 Diego P. Roldán

necesitaba incrementar sus dimensiones, eficiencia y hasta su productividad —en tér-


minos, que se proyectaba desde entonces faenar mayor cantidad de animales al día—
para lograr abastecer a la totalidad de la jurisdicción. Las funciones de control y vigi-
lancia eran, en la prosa del Intendente Dr. Gabriel Carrasco, atribuciones irrenunciables
del gobierno municipal y debían disponerse todos los medios necesarios para su cum-
plimiento. La voluntad centralizadora no podía reparar en atenuantes y, por lo tanto,
se guardaba silencio respecto al probable incremento del costo de la carne para los
consumidores. El efecto de estas medidas sobre los precios de la carne sería conside-
rable, ya que no se había originado una transformación sustantiva en los medios de
transportes. El anhelo de control del Municipio, aún imaginario, se imponía en la letra
de este decreto por encima de los intereses de la comunidad.
Sin embargo, desde hacía unos pocos años, un medio de transporte, guiado aún
por tracción animal, conectaba el área urbanizada, la Plaza López, con la zona de los
Mataderos. Este transporte representaba una ampliación de la línea concedida para su
explotación, en 1888, a Manuel Arijón, denominada Tranways del Saladillo y
escriturada al año siguiente.528 Este servicio en teoría tenía por función guiar a la
fuerza de trabajo proveniente de otras zonas de la ciudad a los alrededores del mata-
dero, pero también podía desempeñarse como un medio para transportar carne en
pequeñas cantidades del centro de matanza hacia otros sectores de la ciudad.529
El Vaciadero de Basuras rápidamente se constituyó en un problema de higiene
pública. Consecuentemente, abundaron los proyectos para hallar una forma higiénica
de eliminar los desperdicios. El 17 de septiembre de 1884, Ernesto Laforg se hizo con
el permiso para instalar un horno destinado a la incineración de todas los detritos que
se produjeran en el municipio.530 Este proyecto jamás fue llevado a cabo, sin embargo,
debe recordarse que el emplazamiento del Vaciadero de Basuras, contiguo al Matade-
ro, y la construcción de los Hornos Incineradores estuvieron en la base de los ensayos
de relocalización y construcción de los Nuevos Mataderos Municipales, durante las
primeras décadas del siglo XX. Sobre este tema se regresará más adelante.
528
La ampliación de la línea de Tranvías del Saladillo fue acordada con la municipalidad por ordenanza
de 24/09/1891. Según consta en la resolución éste era el único medio de transporte que conducía al
Matadero Municipal. “Se autoriza a Manuel Arijón a prolongar la línea de Tranways del siguiente
modo: desde el establecimiento de Baños que posee hasta el Camino del Matadero que es actualmente
la prolongación de la calle Berutti, continuando por el hasta Cochabamba, por ésta hasta 25 de
Diciembre, por ésta hasta Pasco, y por ésta hasta empalmar con la vía establecida que le pertenece.”
ET HCD 1890, t. I. Las primeras peticiones de ampliación de la línea de tranway para servir al
Matadero Público por parte de Arijón datan del 16/09/1889. ET HCD septiembre-diciembre 1890, t.
III, f. 17.
529
En la ordenanza de 15/07/1888 se estipulaba en el artículo 6° que no era posible conducir ningún
bulto fuera de la plataforma delantera y que dentro del coche sólo podrán conducirse aquellos que por
su tamaño puedan colocarse debajo de los asientos sin incomodar la libre circulación de los pasajeros.
Contravenciones a este punto serían sancionadas con una multa de cinco pesos. Digestos y Ordenanzas
de la Municipalidad de Rosario de Santa Fe, 1860-1889, s/d, p. 277.
530
Digestos y Ordenanzas de la Municipalidad de Rosario de Santa Fe, 1860-1889, s/d, p. 103.
Del Ocio a la Fábrica 215

Además del Vaciadero de Basuras, otras construcciones de los alrededores ha-


cían de este espacio un lugar indeseable e infecto.531 La instalación del Matadero
generó en su entorno un cónclave de establecimientos de industrias “semielaboradas”,
todas derivadas del aprovechamiento de productos animales desechados o vendidos
por la Tablada. Numerosas curtiembres, graserías, triperías, paterías, jabonerías,
saladeros, etc. abrieron sus puertas en el espacio aledaño. El Matadero, cual polo de la
actividad económica, atraía una serie de producciones afines, a las cuales brindaba
sus insumos y a su vez éstas disfrutaban de la infraestructura de servicios y comunica-
ciones que, pese a no ser particularmente densa, prestaba una inestimable utilidad.
El proceso registrado en la zona puede caracterizarse como una difusión de ac-
tividades complementarias que reconocen por centro al establecimiento de mataderos
y se articulan con él en un circuito productivo aledaño.532 También este tipo de indus-
tria prefiguraba las características del hábitat de los sectores que allí desarrollaban su
trabajo cotidiano. Ranchos construidos con materiales precarios, paja, madera, chapa,
cartones, y barro compusieron el perfil material de los asentimientos en derredor a los
Mataderos. Estas casas bajas y miserables, a ojos de los contemporáneos, fueron fac-
tores determinantes de los comportamientos y de la salud de sus habitantes.
“Al salir del matadero discurrimos largo rato por sus alrededores,
y en verdad que no es muy agradable el espectáculo que ofrecen
aquellos suburbios, desparramados aquí y allá vimos infinidad de
ranchos construidos en barro, en los que juegan importantísimo
papel las latas de aceite y de otras substancias, los techos son de
paja unas veces, otras veces combinados con aquel metal [...] Ta-
les ranchos están habitados por familias criollas que sino disfru-
tan de muchas comodidades en sus humildes viviendas, sin em-
bargo viven dichosas, en constante buen humor siempre de bulla,
trocando penas por alegrías [...] Noche tras noche se suceden los
bailes [...] el rasgueo de guitarra criolla rompe la calma nocturna;
la risotada y el jolgorio todo lo inundan de alegría, tango, gato,
malambo, ginebra cerveza [...] alegre barrio, tan alegre como an-
tihigiénico” 533
El mundo anti-higiénico, irracional y precivilizado gestado en las calles linderas
con el Matadero resultó irreformable para las primeras décadas del siglo XX. En las
concepciones de los agentes del gobierno municipal el traslado se impuso poco a
poco.
531
“El barrio ocupado por el antiguo Vaciadero de Basuras, el Vaciadero Nuevo y diversas industrias
insalubres (paterías, curtiembres, etc.) es sin duda alguna el que mayor con porcentaje contribuye a la
mortalidad.” Tercer Censo Municipal de Rosario..., cit.
532
Cfr. MÉNDEZ, Ricardo “Organización espacial...”, cit.
533
Monos y Monadas, año II, núm. XXXIV, 04/02/1911.
216 Diego P. Roldán

b- Reforma o demolición. Posibilidades para la relocalización del Matadero


y la construcción del Mercado de Haciendas

“El matadero de la Convalecencia o del Alto, sito


en las quintas al sur de la ciudad, es una gran playa
en forma rectangular, colocada al extremo de dos
calles, una de las cuales allí termina y la otra se
prolonga hasta el este. Esta playa, con declive al
sur, está cortada por un zanjón labrado por la co-
rriente de las aguas pluviales, en cuyos bordes la-
terales se muestran innumerables cuevas de rato-
nes y cuyo cauce recoge en tiempo de lluvia toda
la sangraza seca o reciente del matadero. En la
junción del ángulo recto, hacia el oeste, está lo que
llaman la casilla, edificio bajo, de tres piezas de
media agua con corredor al frente que da a la calle
y palenque para atar caballos, a cuya espalda se
notan varios corrales de palo a pique de ñandubay
con sus fornidas puertas para encerrar el ganado.”
Esteban Echeverría534

La situación en que estaba sumido el territorio de los mataderos y los problemas que
el establecimiento tenía para su correcto funcionamiento fueron comentados por la
prensa durante los años posteriores al Centenario. Las cuestiones axiales abordadas
por los artículos versaban sobre la extrema brutalidad de la matanza “a la criolla” y la
falta de higiene vigente en las actividades propias de la faena.535 Una infinidad de
reglamentaciones internas, que alcanzan desde el estricto cumplimiento de los hora-
rios de matanza hasta las operaciones que debían realizarse en la faena, trataron de
optimizar y civilizar las prácticas seculares de los matarifes. Sin embargo, la proble-
mática vinculada a la higiene fue de más difícil y larga resolución, debido a que no
sólo respondía a cuestiones de funcionamiento sino de estructura edilicia y de locali-
zación.536
El primer proyecto de traslado del matadero apareció en una denuncia de la
prensa sobre los negocios de la Sociedad Anónima “El Saladillo”. Las páginas de El
Municipio exponían que Alberto J. Paz, Emilio O. Schiffner y un grupo de los futuros

534
ECHEVERRÍA, Esteban El Matadero..., cit., p. 15.
535
Gestos y Muecas, año II, núm. 46, 07/12/1913.
536
En este sentido el rol que jugaba la conjunción anti-higiénica del matadero y del vaciadero de basuras,
construida por algunos médicos higienistas, entre los que se destacan los Drs. Eladio Eguren y Francisco
Florentino, jugó un rol preponderante en las ideas vertidas en torno a las posibilidades de la remoción
del Matadero.
Del Ocio a la Fábrica 217

accionistas de la Sociedad pretendían comprar los terrenos de la Sucesión de Manuel


Arijón, por la suma de $1.200.000 m/n, con el sólo objeto de vender alrededor del
87,5 % de la superficie a la Municipalidad, ya que el ente instalaría allí los Nuevos
Mataderos. La superficie que estaba prevista para la venta era realmente exagerada y
evidenciaba un enorme negocio para Paz y Schiffner, quienes apropiábanse de los
resortes presuntamente públicos del Municipio para canalizar su acumulación patri-
monial privada.537 Este proyecto nunca llegó a concretarse y de él sólo ha quedado
registro en la prensa: ningún expediente o debate del Concejo se refiere a esta temáti-
ca. Sin embargo, la idea de trasladar los mataderos comenzaba a cobrar fuerza en los
proyectos de saneamiento de la ciudad y entre los posibles sitios para su relocalización
emergía el barrio Saladillo.
Tras la frustración del proyecto del Nuevo Matadero en Saladillo, algunos miem-
bros de la Sociedad Rural Rosarina, fundada en 1895, promovieron la idea de cons-
truir un Mercado de Haciendas en Rosario. Este ensayo buscaba establecer una repre-
sentación de los hacendados santafesinos fuera de la égida porteña. Hacia 1908, en
una asamblea de miembros de la Sociedad Rural se argumentó la necesidad de instalar
un mercado para negociar productos a la vista y obtener mejores precios. Según sus
conclusiones ésa era una necesidad apremiante para una ciudad de las dimensiones y
de la importancia que había adquirido Rosario en primeros años del siglo XX. A
través de este movimiento, los miembros de la Sociedad Rural local intentaban gene-
rar un polo de comercialización alternativo al mercado de Liniers de Buenos Aires,
que además buscaba concentrar la venta de haciendas de las vecinas provincias de
Córdoba y Entre Ríos.
Esta agrupación para mercadeo de las haciendas brindaba una nueva y más po-
derosa presencia a Rosario en el negocio de los vacunos y, al mismo tiempo, resultaba
extremadamente beneficiosa para los hacendados de los territorios provinciales veci-
nos, dado que no deberían abonar excesivos costos de traslados hasta Buenos Aires.
La distancia y el factor económico implícito en el transporte se imponía como deter-
minante en la ventaja y desventaja relativa de la iniciativa. El nuevo Mercado de
Haciendas llenaría las aspiraciones de una ciudad pujante y en pleno crecimiento como
Rosario. A la vez, lograría beneficiar a los productores ganaderos del interior, restán-
dole, además, a la Capital Federal el absoluto control en la tasación de la carne. De
este modo se construiría un nuevo centro ganadero comercial en el Sur de la provincia
de Santa Fe.538
Un mes después del éxito rotundo que arrojó la asamblea de la Sociedad Rural,
Fermín Lejarza y E. Ortíz se entrevistaron con el Intendente Nicasio Vila, para con-
sultarle sobre las posibilidades de que la Municipalidad participara en el financiamiento
de la construcción de un Mercado de Haciendas en Rosario. La entrevista arrojó un

537
El Municipio 13/07/1905.
538
“Mercado de Haciendas de Santa Fe”, La Capital 04/07/1908.
218 Diego P. Roldán

resultado favorable. Vila se mostró entusiasmado con la proposición y se comprome-


tió a solicitar un empréstito a Bélgica para financiar los gastos de la obra. La localiza-
ción del Mercado General de Haciendas fue fijada en un terreno de unas 1.000 hectá-
reas, a adquirirse en los suburbios, posiblemente en Saladillo.539
El 1° de septiembre de 1908, la Exposición Rural inició sus actividades con un
encendido discurso de apertura, pronunciado por el presidente de la Sociedad Rural
de Rosario:
“El propósito de instalar un Mercado de Haciendas en Rosario ha
tenido ya la mejor acogida y a nadie se oculta que esta idea se liga
con la ulterior construcción de un frigorífico [...] la ambición se
mezcla al afán del éxito de las industrias privadas, el ferviente
anhelo de incrementar el rango de la provincia [...] La iniciativa
de la Rural necesariamente debía obtener buena acogida, indu-
ciendo a la municipalidad a hacerla propia para anexionar el mer-
cado a los nuevos mataderos que proyecta construir” 540
En esta alocución se evidencia que los proyectistas de la instalación de unos
Nuevos Mataderos no habían renunciado completamente a localizar el edificio en
Saladillo. Para la élite, era bastante obvio que este tipo de establecimientos debían
levantarse en el Sur de la ciudad, pero resulta llamativa la insistencia que Vila mani-
festaba con respecto a Saladillo específicamente. Por otra parte, la prédica de los
miembros de la Sociedad Rural no sólo planteaba construir un Mercado de Hacien-
das, añadían al proyecto original un Nuevo Matadero Municipal y un Frigorífico re-
gional.
La inclusión de este elemento en el discurso de los terratenientes no resulta ca-
sual. Hacia 1907 el Frigorífico Swift inició actividades en la Argentina, comprando
una gran planta en Berisso. Las operaciones que planeaba realizar la firma en el terri-
torio nacional tendían a integrar el rubro agropecuario desde la cría del novillo hasta
la venta de carne enfriada y congelada al extranjero. Esta estrategia de integración
vertical de los rubros productivos, efectuada por conglomerados de capital sumamen-
te poderosos, despertaba una profunda alarma entre los hacendados, que intentaban
torcer el rumbo a la concentración de capitales a través de establecimientos que com-
pitieran con los grandes frigoríficos.541

539
“Mercado General de Haciendas”, La Capital 22/08/1908.
540
“Mercado de Haciendas su necesidad en Rosario”, La Capital 01/09/1908, p. 6.
541
Sobre este conflicto puede consultarse el clásico trabajo de SMITH, Peter Carne y política en la
Argentina, Hyspamérica, Buenos Aires, 1986.
Del Ocio a la Fábrica 219

“De realizarse el proyecto desaparecería una industria genérica-


mente nacional, construidas con elementos propios y capitales
argentinos [...] los yanquees pretenden criar, faenar, congelar y
exportar. Todas estas operaciones las realizarían a bajo costo y
por lo tanto mantendrían bajo presión de competencia a los ha-
cendados locales.” 542
Finalmente, las gestiones ante las financieras belgas resultaron infructuosas. La
Municipalidad abandonó momentáneamente sus proyectos para la instalación de un
Nuevo Matadero Modelo y la construcción del Mercado de Haciendas. Las aspiracio-
nes de la Sociedad Rural parecían desvanecerse de un plumazo, la realización del
Mercado de Haciendas, tan cercana apenas unas semanas atrás, repentinamente se
desmoronaba. El diagnóstico de situación era terminante: el emprendimiento no con-
taba con financiamiento alguno.543
A pesar de los contratiempos, los miembros de la Sociedad Rural persistieron en
sus esfuerzos para dotar a Rosario de un Mercado de Haciendas. Durante 1909, bajo
la presidencia de Lisandro De La Torre y Joaquín Lagos se conformó la Sociedad
Anónima denominada “Mercado General de Hacienda”. Esta firma aunaba los capita-
les de los miembros más caracterizados y emprendedores de la Sociedad Rural por la
suma de $300.000 m/n, una cifra accesible para influyentes “hombres de negocio”.544
Este grupo de empresarios y ganaderos estaban empeñados en comprar terrenos
ubicados en Saladillo. La fracción seleccionada se encontraba atravesada de Norte a
Sur por las vías del Ferrocarril a Buenos Aires, y su vértice Norte estaba ubicado en la
intersección de las Avenidas San Martín y Arijón. La forma del lote era trapezoidal,
debido a la oblicuidad que imponía a su lado recostado sobre el Este la traza de la
Avenida San Martín. Su superficie sumaba aproximadamente unos 60.000 m2. En tan
amplio solar se llevarían a cabo las obras de la construcción del Mercado General de
Haciendas. El montaje del edificio, que se verificó durante 1910, exhibía, por enton-
ces, su estructura aún abrazada por andamios. Sin embargo, contaba con buena parte
de su construcción finalizada. El edificio se levantó en lo que parecía ser una esquina,
desgajado del contexto que lucía unos alrededores desérticos. En realidad, la cons-
trucción se hallaba en el límite de la segunda sección del barrio Saladillo, cuya urba-

542
“Trust yankee de frigoríficos. Consecuencias de su realización”, La Capital 24/09/1908. Aquí podemos
visualizar una inmediata conexión con el superficial y adaptable “antiimperialismo” nacionalista de
los hermanos Carlés. “Proyecto para prohibir los Trust”, en DS CDN 1909, t. 1, 21/06/1909, pp. 155-
159.
543
El 8 de octubre de 1908 se confirmaba que el Intendente Vila no había logrado contactar ningún
empréstito. La Capital 08/10/1908.
544
La Capital 25/09/1908. “La suscripción de acciones cubrióse rápidamente llamándose en seguida a
una primera licitación de la obra, en terrenos adquiridos en El Saladillo. Ambas licitaciones tuvieron
buen éxito y hoy se ve parte del edificio en construcción que avanza rápidamente.” Monos y Monadas,
1910, t. I.
220 Diego P. Roldán

nización se había aprobado hacía apenas un año y a esto respondían los perfiles del
paisaje circundante.545
Sin dudas, para el fin declarado de levantar el Mercado de Haciendas, por cierto
considerablemente acotado, la superficie adquirida era notablemente exagerada, ya
que decuplicaba holgadamente la que había servido hasta entonces al Matadero Mu-
nicipal de Barrio Tablada. Indiscutiblemente, la cuantía de las tierras adquiridas, com-
binada con algunas declaraciones de los miembros de la Sociedad Rural, que luego
formaron parte de la Sociedad Anónima “Mercado General de Haciendas”, advierten
acerca de una idea bastante más general sobre el uso de los terrenos. La naturaleza y
envergadura de esta compra señalan las intenciones de combinar en un solo espacio
todas las actividades vinculadas a la comercialización, faenamiento, enfriado y venta
de la carne. Una alternativa de los grandes propietarios argentinos de tierras e
invernadores de ganado frente a los trust frigoríficos y al control porteño del merca-
do.
Por otra parte, la localización de las tierras, la zona escogida para la instalación
del “Mercado de Hacienda”, no resultó en absoluto azarosa o sólo orientada por un
negocio inmobiliario. Antes bien, puede constatarse que el lugar de emplazamiento de
los terrenos manifestaba, desde el punto de vista comercial, su carácter estratégico. La
localización del solar en términos generales lo colocaba como una bisagra entre la
zona Oeste de Saladillo, espacializada a partir de las actividades productivas vincula-
das a la cosecha de forrajes y a la cría de ganado, y la zona Este, donde comenzaban
a formarse las urbanizaciones —más específicamente en el lugar en que se extinguía
la Segunda Sección del Barrio Saladillo. Las implicancias de esta ubicación relativa
resultaron muy transparentes. En principio, establecía una posibilidad cierta para la
provisión de forrajes y ganado con miras a realizar ventas de animales provenientes
de corrales aledaños. Además, habilitaba al usufructo de diversos servicios mediando
una breve prolongación de sus redes (caminos, transporte, luz y agua potable) que
estaban o estarían a corto plazo en disponibilidad para la lindante zona urbanizada de
Saladillo. Como se ha dicho, la venta de la carne requería de ciertos servicios que sólo
se encontraban en el área urbana.
El solar, también, era atravesado oblicuamente por el Ferrocarril a la Provincia
de Buenos Aires. Línea férrea que era utilizada por los productores del litoral para
conducir sus bovinos al Mercado de Liniers. Los promotores del Mercado General de
Haciendas de Rosario apuntaban a que se sostuviera el uso del riel para la
comercialización, pero proponían que las haciendas provenientes de Entre Ríos, Co-
rrientes, Santa Fe y Córdoba fueran detenidas en las puertas del nuevo Mercado Ge-
neral de Haciendas. Para atraer un gran número de productores, esta plaza debía ofre-
cer una amplia conveniencia en el precio del transporte y de los remates. El futuro
emplazamiento del Mercado de Hacienda estaba dispuesto a una distancia razonable

545
Monos y Monadas..., cit.
Del Ocio a la Fábrica 221

del Matadero, de modo tal que no difcultara la conducción de las tropillas al remate y
luego a la matanza. De todas maneras, la ubicación algo dilatada sobre el Oeste y la
proximidad del barrio Saladillo entorpecieron la ruta de las cáfilas que tenían por
meta el Mercado de Haciendas. Asimismo, la distancia Este-Oeste que mediaba entre
el Matadero Municipal y el Mercado de Haciendas complicó el traslado, particular-
mente para los productores que tuvieran sus corrales hacia el Sudeste, aunque no
influyó de igual modo sobre los rediles situados al Oeste.
Las expectativas que desató la inauguración del Mercado de Haciendas en Ro-
sario fueron considerables, aunque no fueran refrendadas por las alternativas que su-
mieron a este emprendimiento durante la década iniciada bajo los auspicios del Cen-
tenario.
“Los empresarios de Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes han esti-
mado como progresiva la iniciativa y contribuirán con la misma,
enviando sus haciendas a los nuevos mercados” 546
El “aristocrático” barrio Saladillo no dejó de acusar la proximidad del Mercado
de Haciendas a sus zonas urbanizadas. La venta de ganado en las áreas aledañas al
barrio promovió el tránsito de animales en pie a toda hora, que generaron demandas
por parte de los vecinos y las sociedades anónimas que regenteaban el nuevo espacio
urbano. Este tipo de solicitudes se agudizaron a partir del afincamiento permante de
población en Saladillo, que relativizaba los aún persistentes hábitos de residencia
estacional. La Sociedad Anónima de los Baños y Parques del Saladillo encabezó el
petitorio, presionando al Municipio para que regulase el tránsito de hacienda en la
zona urbanizada.
“A nuestro criterio las haciendas podrían transitar desde el Río
por Av. del Rosario hasta Viena, por ésta hasta Av. Arijón, por
ésta hasta Av. Argentina, por ésta hasta calle Centenario, conti-
nuando hasta calle Paraguay siguiendo por ésta hasta Av. Arijón y
por ésta hasta Centenario continuando luego por San Martín.” 547
En estas comunicaciones, firmadas por varios vecinos y miembros de la Socie-
dad Anónima “El Saladillo”,548 nuevamente se retrataba el perfil del barrio con califi-
546
“Mercado de Haciendas su éxito asegurado”, La Capital 05/02/1908. Cabe mencionar que la insistente
recuperación de los derroteros de este proyecto por el diario La Capital y la valoración del mismo
responde a los intereses de la familia Lagos involucrados en la construcción del Mercado de Haciendas,
ya que Joaquín Lagos ocupaba la vicepresidecia de la Sociedad Anónima “Mercado General de
Haciendas”.
547
ET HCD agosto-septiembre 1912, f. 201. El recorrido descrito bordea toda la Primera Sección de
Saladillo, para utilizar solamente en contadas ocasiones sus arterias centrales, pero a una distancia de
al menos cinco cuadras del núcleo urbanizado.
548
R. M. Gutiérrez; Pedro Martínez; Constantino Raffo; Cornelio Casa Blanca; Antonio Raulf; Eclestino
Pisani; Enrique Álvarez; Juan Berges, Carlos Vila. ET HCD agosto-septiembre 1912, f. 201.
222 Diego P. Roldán

Ilustración 31 — Plano Rosario 1915 (Fragmento)


Del Ocio a la Fábrica 223

cativos conocidos: “próspero” y con “edificación de lujo y recreo”. Como se ha des-


crito arriba, el tránsito de los cuadrúpedos se registraba en el periplo que del Mercado
General de Hacienda, ubicado contiguo al Oeste de la segunda sección del barrio,
concluía en los portones del Matadero Municipal. En este marco, no había vías prin-
cipales o pautadas y la entrada, sobre todo a la primera sección del barrio, era cosa
frecuente. Los pedidos sobre posibles rodeos de los vacunos en la zona urbanizada
podían originar reclamos por parte de los abastacedores. No obstante, el peligro im-
plícito para el barrio en el tráfago de haciendas era considerable, particularmente
sobre Av. Arijón y Av. Argentina surcadas por las vías del tranvía. Por lo tanto, se
aprobaron las sugerencias de los reclamantes. El barrio Saladillo se libró del ingreso
masivo de vacunos a sus calles por una década. Con la instalación del Mercado Gene-
ral de Haciendas, en el ambiente bucólico de Saladillo, volvieron a irrumpir las rela-
ciones sociales, la producción humana en la “naturaleza”, esfumándose, a la vez, las
idílicas, románticas y vaporosas visiones sobre un paisaje agreste librado de la acción
de los hombres.
Hacia el Centenario, la Sociedad “Mercado General de Haciendas” contó con la
oportunidad inmejorable para probar sus orientaciones con respecto a la producción y
circulación de la carne. El funcionamiento del Matadero continuaba ofreciendo un
sinnúmero de dificultades, entre los varios problemas seguían descollando la insufi-
ciencia de la higiene,549 la irracionalidad en las operaciones de matanza y, por supues-
to, la vecindad del Vaciadero de Basuras.550 Por lo tanto, la Municipalidad retomó
como un tema prioritario en su agenda política las problemáticas derivadas del empla-
zamiento y el funcionamiento del Matadero Municipal. Hacia el Centenario los agen-
tes del gobierno local llegaron a la conclusión de que los Viejos Mataderos eran
irreformables, debían construirse nuevas instalaciones en sintonía con las necesidades
del presente y del futuro tanto de Rosario como del mundo (Europa y Estados Uni-
dos). Así, el 25 de mayo de 1912, se designó una comisión para evaluar la mejor
ubicación de los Nuevos Mataderos. Este cuerpo creado ad-hoc debía estar integrado

549
“...las actuales instalaciones además de ser anticuadas y no responder a las necesidades presentes de
la población son un peligro para la salud pública, puesto que aquello está convertido en un inmundo
foco de infección. Baste saber que en varias cuadras a la redonda del matadero, se hace insoportable
el ambiente, extrañando a justo título que se permita vivir en aquellos alrededores donde las
enfermedades están a la orden del día.” “Construcción de Nuevos Mataderos”, La Capital 13/08/
1910. No es casual que la nota, aparecida en un periódico tan cercanamente vinculado a la Sociedad
“Mercado General de Haciendas”, imponga este debate y cierre sus manifestaciones como sigue:
“Para Rosario se halla planteado un problema que desde hace mucho tiempo urge resolver, la
construcción de Nuevos Mataderos. Piden que el tema sea considerado por el Concejo.” También
puede consultarse la nota de Gestos y Muecas 7 de diciembre de 1913, intitulada “Lo que comemos”.
550
Se señalaba que los mataderos desde hace 30 años efectúan las mismas operaciones defectuosas de
faenamiento, fundamentalmente por los problemas que presentan a la luz de la higienización de los
productos cárnicos y lo insuficiente que resulta la inspección veterinaria. “...seguimos utilizando los
sistemas viejos, criollos, por que la inspección veterinaria se efectúa en este país nada más para llenar
una fórmula...” “Los Mataderos. Las viejas deficiencias”, La Capital 27/02/1909.
224 Diego P. Roldán

por un higienista, designándose a Clemente Álvarez;551 un ingeniero, nombrándose a


Héctor Thedy;552 un consignatario de hacienda, escogiéndose a José Villarino; un
matarife o abastecedor: Sebastián Biaggino y el presidente de la Sociedad Rural: Juan
J. Andino.553
La nómina remite a un criterio de selección que muestra solapadas dos intencio-
nes distintas. El higienista ocupaba dentro de la comisión el primer lugar, debido al
rol preponderante que los médicos ejercían en la toma de decisiones sobre la disposi-
ción de las actividades insalubres en la planta urbana.554 Seguido de cerca, en sorda
disputa, por el Ingeniero, quien, quizá algo más alejado de los problemas de la higie-
ne, estaba largamente preparado para medir distancias, establecer los transportes po-
sibles y, en definitiva, calcular los costos de las actividades económicas. Mediante
estos cómputos, los ingenieros estaban listos para definir las formas económicas del
espacio.555 Los dos primeros puestos estaban reservados a profesionales de la ciencia
médica y la ingeniería, cada vez más escindida de la arquitectura, y a hombres que,
además, siempre estuvieron en las proximidades del gobierno municipal. Podría afir-
marse que no se trataba de técnicos independientes y desinteresados, sino de agentes
que tenían, además de su profesión liberal, una cierta inscripción política.
En segundo término, se cuentan dos miembros de corporaciones. Por una parte,
el presidente de la Sociedad de Abastecedores, José Villarino, y, por otra, el de la
Sociedad Rural, Juan J. Andino. La representación que éstos aportaban estaba marca-
da por un fuerte carácter sectorial, atendiendo por igual a los intereses de la
comercialización y producción del ganado. Villarino y Andino fueron los veedores de
los negocios propios y de sus colegas en el seno de la comisión. Su rol consistía en
evitar que las decisiones de técnicos y políticos lesionaran los intereses de grupos

551
Es conocida la trayectoria de Clemente Álvarez dentro de los órganos de salud del municipio y en la
medicina higienista. Sobre el particular conviene consultar PIACENZA, Paola “Clemente Álvarez: la
palabra que sana”, en SONZOGNI, Élida y DALLA CORTE, Gabriela (comp.) Intelectuales rosarinos
entre dos siglos. Clemente, Serafín y Juan Álvarez. Identidad local y esfera pública, Prohistoria &
Manuel Suárez-editor, Rosario, 2000, pp. 133-149.
552
Héctor Thedy había estado pocos años atrás encargado de la Dirección del Departamento de Obras
Públicas del Municipio.
553
Digesto Municipal. Ordenanzas, decretos, acuerdos y reglamentos, contratos, etc. Municipalidad de
Rosario (Provincia de Santa Fe, República Argentina) dictadas en el año 1912, Imprenta Scagnoli,
Rosario, 1913.
554
Los médicos habían logrado vincularse en asociaciones que mejoraban sus condiciones para presionar
e impulsar acciones sobre la disposición de la planta urbana. Los higienistas eran los técnicos que
contaban con los medios, el capital cultural y corporativo necesario para ocuparse de los contornos
higiénicos de la urbanización y de la forma que asumiría ésta en última instancia. SILVESTRI, Graciela
“La ciudad y el río. Un estudio sobre las relaciones entre técnica y naturaleza a través del caso del
puerto de Buenos Aires”, en LIERNUR, Frncisco y SILVESTRI, Graciela El Umbral de la metrópolis...,
cit. RIGOTTI, Ana María “Dejad que el médico...”, cit.
555
Esto queda claramente evidenciado en el debate sostenido por Huergo respecto al puerto de Buenos
Aires unas décadas atrás. Cfr. SILVESTRI, Graciela “La ciudad y el río...”, cit.
Del Ocio a la Fábrica 225

concretos que se desempeñaban en la actividad de cría de ganado y abastecimiento de


las carnicerías de la ciudad.
Al iniciar sus actividades, esta comisión reafirmó el concepto que guiaba a la
Municipalidad en la temática de los Mataderos: era imperioso construir un nuevo
edificio y proporcionarle una ubicación más favorable. En consecuencia, se produjo
un dictamen por el cual se llamaba a concurso de oferentes. Los poseedores de terre-
nos ubicados al Sur de la ciudad, que desearan destinarlos al emplazamiento de los
Nuevos Mataderos, debían presentarse ante la Municipalidad y realizar su propuesta.
A la convocatoria, lanzada en julio-agosto de 1912, respondieron varios interesados.
Una particular relevancia reviste retomar las opiniones que los miembros de este gru-
po vertieron en la comparación de las diversas presentaciones para la localización de
los Nuevos Mataderos. Es posible comprobar en el seno de estas valoraciones la pre-
sencia embrionaria e inconsciente de la geografía de la localización industrial, funda-
mentalmente elaborada por Alfred Weber (1909) y Walter Christaller (1933).556 Los
supuestos de estas teorías operaban más allá de la ciencia académica y tenían sus
orígenes en los cálculos económicos, dinamizados bajo la lógica de la economía libe-
ral capitalista, por los agentes empresariales y técnicos.
Las ofertas de distintas sociedades y propietarios particulares aparecen reunidas
en una de las carpetas de Expedientes Terminados de 1912.557 Ocho propuestas fueron
colocadas bajo el estudio de la comisión formada a efectos de determinar la situación
urbana de los Nuevos Mataderos Municipales, hecho que demuestra el interés exis-
tente entre los propietarios de tierras meridionales de la ciudad por negociar sus terre-
nos con motivo de las nuevas construcciones. Las presentaciones, en orden de evalua-
ción, fueron las siguientes: Terrenos de Esteban Scabin, Herederos de Manuel Arijón,
The Barbarian Co., Filiberto Laporte, Sociedad Anónima “El Saladillo” y Sociedad
Anónima “Mercado General de Haciendas”, Sucesores de Teodelina de Alvear y Neil
y Cia.
El dictamen de la Comisión que entendía en el asunto, se inicia descartando
algunas propuestas evaluadas como poco propicias. Ellas son la de Esteban Scabin, la
de los Herederos de Manuel Arijón, la de The Barbarian Co. y la de Filiberto Laporte.
Estos terrenos fueron desestimados por razones similares: ubicación, accesibilidad,
posibilidades de ampliación de los servicios, y costos relativos en función de la loca-

556
WEBER, Alfred Sobre la localización industrial (1909) y CHRISTALLER, Walter Los lugares
centrales del sur de Alemania (1933) Es notable que cuando estas teorías eran desarrolladas en la
lejana Alemania ya estaban ampliamente difundidas, a través de la amalgama de la economía política
liberal y la geografía pregonada por Levasseur, en Francia a fines del XIX. Cfr. CHARTIER, Roger
“L’histoire entre la géographie et la sociologie”, en Au bord de la falaisse. L’histoire entre certitiudes
et inquietudes, Albin Michel, París, 1998; RHEIN, Catherine “La geografía ¿disciplina escolar o
ciencia social?”, en CATTARUZZA, Alejandro y ESCOLAR, M. (comps.) La problemática de las
ciencias sociales, EUDEBA, Buenos Aires, 1994.
557
El 25/09/1912 “Se elevan los proyectos de la nueva localización del matadero”, ET HCD noviembre
1912, fs. 391-441.
226 Diego P. Roldán

lización.558 Fundados los rechazos de la comisión, sólo continuaron bajo examen las
ofertas de Herederos de Teodelina de Alvear, la Sociedad Anónima “El Saladillo”, la
Sociedad Anónima “Mercado General de Haciendas” y Neil y Cia. Su competencia
fue resuelta a través del concurso comparativo de las ventajas contenidas en cada una
de las potenciales ubicaciones. Nuevamente aquí se tuvieron en cuenta el acceso a los
ferrocarriles, la provisión de agua potable y la factibilidad para la construcción de
desagües, la distancia y la facilidad de comunicación con el centro de la ciudad y,
finalmente, el precio por metro cuadrado. En este último punto, se solicitó a los oferentes
que realizaran una bonificación sobre los importes inicialmente presentados. Esta su-
gerencia tendía a desatar la competencia entre los postulantes y generar condiciones
más favorables para la adquisición municipal.
Tras las bonificaciones se realizó la primera comparación de la situación urbana
de los terrenos que aún continuaban con posibilidades. Se descartó la fracción de Neil
y Cia., por hallarse a una distancia respecto al centro de la ciudad que duplicaba la de
los terrenos de otros candidatos. El camino vecinal, que hacía las veces de corredor
entre los terrenos y el centro, debía ser pavimentado y la construcción de obras sani-
tarias, con desagües en el arroyo Ludueña, implicarían un sinnúmero de erogaciones
que se adicionaban al precio de compra.
Frente a las tres propuestas que seguían en competencia, la comisión parecía
inclinada a favorecer alguna de las presentadas por las Sociedades Anónimas. Ambas,
como se sabe, interesadas desde hacia algunos años en contar con el matadero en sus
tierras.
“Los otros terrenos en el sentir de esta comisión tienen ubicación
conveniente ofreciendo ventajas desde este punto de vista las del
“Mercado General de Haciendas” y la de la Sociedad Anónima
“El Saladillo”, ambos contiguos. Porque con respecto a los terre-
nos de los Herederos de Alvear, se encuentran en más alto nivel,
cerca de las cañerías de aguas corrientes y de las vías de ferroca-
rril, y también porque las obras de desagües que se construyan

558
Los terrenos de Esteban Scabín presentaban una ubicación idéntica a los de los Herederos de Teodelina
de Alvear, sin embargo, su precio era sensiblemente superior. Herederos de Arijón y The Barbarian
Co. ofrecían terrenos emplazados sobre antiguos caminos vecinales que no eran asimilables al tráfico
usual de la ciudad y en los que deberían realizarse obras de pavimentación de elevado costo (20.000
metros de superficie pavimentada) y que no ofrecerían beneficios públicos complementarios. Por su
parte, The Barbarian Co. disponían de terrenos extremadamente costosos con una ubicación aún
menos ventajosa que los anteriores. Los terrenos de Filiberto Laporte se manifiestan inutilizables
debido a las enormes erogaciones que ameritaría proveer a esa zona de un sistema de desagües cloacales
indispensable, según las normas de higiene, para el funcionamiento del matadero y el mantenimiento
de la higiene pública. ET HCD noviembre 1912.
Del Ocio a la Fábrica 227

podrán servir para el saneamiento de un barrio interesante del


municipio y ofrecer por esta razón una solución económica más
fácil.” 559
El barrio Saladillo parecía estar sometido a la encrucijada de la ganancia. Su
identidad aristocrática y exclusiva tambaleaba. La más mínima opción de negociar
grandes extensiones de tierra por parte de la Sociedad Anónima “El Saladillo” sería
llevada a la práctica, aunque el destino de estas operaciones resultara absolutamente
ajeno a los perfiles retratados en el Álbum publicado a principios del siglo XX. Las
marcas productivas del Oeste también estaban presentes, la infraestructura de los te-
rrenos los tornaban atractivos para diverso tipo de inversiones. A pesar de que el
contorno social de nuevas instalaciones ocasionara una fisonomía contradictoria con
el paisaje antropológico del barrio. Décadas después, la lógica inscripta en la venta y
la ganancia, obtenida del comercio con grandes extensiones de tierra, culminó por
ahogar las compras de discretos y elegantes solares para erigir mansiones aisladas.
No obstante las cualidades de los terrenos destinados a la venta por ambas socie-
dades anónimas eran divergentes. La ubicación, las superficies y los precios no eran
equivalentes. Los Herederos de Teodelina de Alvear ofrecían la mayor extensión: 30
hectáreas a $185.400 m/n ($6.180 m/n x hectárea), la Sociedad Anónima “El Saladillo”
y Sociedad Anónima “Mercado General de Haciendas” colocaban a la venta 20 y 10
hectáreas, respectivamente, a un precio común de $282.000 m/n ($14.100 m/n x hec-
tárea y $28.200 m/n x hectárea). Las diez hectáreas y los casi $100.000 m/n consti-
tuían una diferencia que opacaba considerablemente aquellas ventajas iniciales de
ubicación, que favorecían a las sociedades anónimas frente a los Herederos de Alvear.
Finalmente, todas las dudas fueron despejadas cuando los Herederos de Teodelína
de Alvear colocaron a disposición de la Municipalidad, libres de cualquier costo los
terrenos de su propiedad ubicados en el extremo Sur de la jurisdicción. Entonces era
imposible establecer competencias en términos de costos relativos con el resto de las
propuestas, que no se avinieron a establecer la gratuidad de sus terrenos. El ofreci-
miento de los sucesores de Alvear no era completamente desinteresado y resultaba
impracticable tanto para la Sociedad Anónima “El Saladillo” cuanto para la Sociedad
Anónima “Mercado General de Haciendas”. Los Herederos de Alvear entregaban sus
propiedades sin costos, a cambio de la construcción a cargo del Municipio de infraes-
tructura: adoquinados. Esto era irrelevante para las otras dos sociedades vendedoras,
debido a que de llevarse a la práctica la extensión del adoquinado la valorización de
sus terrenos remanentes sería muy relativa. Ambas sociedades contaban con este tipo
de infraestructura urbana en las inmediaciones de sus propiedades, debido a la cerca-
nía de las secciones del Barrio Saladillo. Entretanto, la situación era bien distinta para
los herederos de Teodelina de Alvear, cuyas tierras se ubicaban en el extremo Sur de

559
ET HCD noviembre 1912, f. 395.
228 Diego P. Roldán

la ciudad, donde la urbanización distaba mucho de estar próxima. Estos agentes eco-
nómicos especularon con que el adoquinado y la instalación de los Mataderos coloca-
rían en valor los terrenos remanentes de la donación.
Así, el 27 de noviembre de 1912 se aprobó la ordenanza 69 que establecía la
cesión de los terrenos de los Herederos de Teodelina F. de Alvear.560 Las precauciones
sobre la localización alejada del centro, la inexistente infraestructura de transporte y
de servicios quedaron vencidas frente a la gratuidad y a la supremacía de un criterio
económico cortoplacista. Las erogaciones para la adquisición del terreno no serían
cuantiosas, las inversiones para la puesta en marcha de las actividades ascenderían a
una cifra respetable y la distancia que existía entre los terrenos y el centro de la ciu-
dad, alrededor de ocho kilómetros, probablemente se reflejarían en el precio de un
bien primario como la carne.561
Sin embargo, los agentes del Municipio dejaron de lado los cálculos a largo
plazo y obnubilados por la cancelación de la inversión inicial convocaron un concur-
so de proyectos para la erección de los Nuevos Mataderos Municipales. El concurso
se disputó durante noviembre de 1916. Los pre-proyectos no alcanzaron las expecta-
tivas de la comisión evaluadora, por cuanto el certamen fue declarado desierto. El
lema racionalizador y proto-funcionalista Sin Adornos recibió la primera mención y
la segunda fue conquistada por un proyecto cuyo título enunciaba las necesidades de
los Nuevos Mataderos: Higiene, Aire y Luz. La comisión decidió que la estructura a
construirse debía reflejar una combinación de los aspectos positivos de ambos pro-
yectos. Las tareas se ejecutarían bajo la supervisión del Ingeniero Hermann Louble,
autor de Sin Adornos.562
Dos años después de haberse aceptado la donación de terrenos efectuada por los
Herederos de Teodelina de Alvear, el ingeniero Louble, encargado de inspeccionar
las obras de los Nuevos Mataderos, envió una comunicación al Concejo manifestando
su preocupación por la irresolución del lugar definitivo para instalación del edifi-
cio.563 Esta solicitud fue destinada a la Comisión Especial de Mataderos y no hallamos
ninguna contestación sobre el asunto en los años subsiguientes.
Los procesos desatados en el ámbito de la economía mundial, catalizados por el
estallido de la Gran Guerra, impactaron de manera negativa en la economía argentina.

560
Digesto Municipal. Ordenanzas, decretos, acuerdos, reglamentos contratos, etc. de la Municipalidad
de Rosario. República Argentina, 1912, Imprenta Scagnoli, Rosario, 1913.
561
Sólo en disidencia con la resolución de aceptar la donación de los Herederos de Teodelina de Alvear
se levantó la voz del Intendente Municipal, J. Daniel Infante, quien asentó su crítica en la lejanía del
matadero y el encarecimiento que el flete proveería a un artículo de primera necesidad como la carne.
Sin embargo, los concejales encargados del proyecto retrucaron que no habría mayor dificultad para
prolongar la línea de tranway hasta los terrenos de Alvear. En definitiva, algunos plantean que
constituido el trust de los abastecedores el factor transporte dejaba de ser determinante en el precio de
la carne. ACD 1912, 27/11/1912, f. 190.
562
ET HCD noviembre 1915, fs. 730-750.
563
ACD 1916, 22/12/1916.
Del Ocio a la Fábrica 229

Las dificultades para desarrollar una obra de la magnitud de los Nuevos Mataderos y
Mercados de Hacienda, ya resignada momentáneamente en 1906 por el fracaso de un
empréstito internacional, se habían incrementado ostensiblemente a partir de la co-
yuntura de descenso de las exportaciones y de la salida de capitales que inauguró la I
Guerra Mundial. La crisis cubrió con un manto de problemas urgentes la carencia de
higiene y la irracionalidad productiva imperantes en los Mataderos.
El consumo de carne había mermado visiblemente, la desocupación arreciaba.
Los jornaleros vagaban famélicos por las calles, tras la ayuda de las ollas populares y
de la caridad. La situación a ojos de los contemporáneos era provocada por la anóma-
la condición económica internacional, que obstaculizaba la integración argentina al
mercado mundial. La carne aumentaba entre un 20 y un 50% en término de días, a raíz
de las enormes remesas de exportación que demandaba la Guerra. La prensa proponía
para palear la situación la aplicación de las regulaciones estatales:
“...urge la realización de obras públicas organizadas de manera
que se emplee en ellas por turnos, el doble de personal necesario
repartiéndose el jornal que aunque sea reducido siempre ha de ser
suficiente para impedir que los hombres sanos y de buena índole
se pierdan en la vagancia y en la delincuencia o tengan que depri-
mirse ante la limosna de un mendrugo” 564
Los mataderos habían pasado de momento a un cómodo segundo plano, sólo
con las instalaciones de nuevos frigoríficos y la recuperación económica nuevos aires
removieron el debate sobre este viejo problema urbano.

c- Entre los estertores de la Guerra, los Nuevos Mataderos regresan a Tablada


Luego de un año de postergaciones, en 1917, el Concejo Deliberante comenzó a ensa-
yar respuestas a la pregunta del Ingeniero Hermann Louble. Un expediente, que fue
moneda de curso continuo en los años posteriores, apareció en 1917 justificando las
demoras en la localización de los Nuevos Mataderos: el desconocimiento de algunos
ediles sobre la materia, ocasionado por la constante renovación de los miembros del
cuerpo, 565 imponía postergaciones recurrentes al tratamiento de una temática
acuciante.566 Pese a este señalamiento, la ignorancia sólo se extendió por el brevísimo
plazo de un mes, cuando la Comisión Especial de Mataderos se expidió en torno a la
utilidad de los terrenos de la donación de los Herederos de Teodelina F. de Alvear. La
relación de sus virtudes y de sus ventajas se realizó en un estricto contrapunto con los

564
La Capital 02/03/1917, p. 4.
565
Esta renovación tiene estrecha relación con que, hasta entrada la década de 1920, los escaños del Concejo
se constituían ad-honorem y los concejales podían renunciar de manera indeclinable en cualquier momento
(en general las renuncias eran aceptadas por el HCD) y por otra parte la periodicidad de las elecciones,
éstas se realizaban todos los años renovando una porción considerable de representantes.
566
La Capital 06/01/1917.
230 Diego P. Roldán

terrenos en los que por entonces se erigía el Matadero; por primera vez se planteaba la
posibilidad de ubicar los Nuevos Mataderos sobre los escombros de la demolición, en
el mismo barrio Tablada.
La Comisión Especial estableció, a comienzos de 1917, que los terrenos dona-
dos sólo contaban con la ventaja de no haber importado erogación alguna y estar
dotados de una vasta superficie, superior a la de los Mataderos sitos en Tablada. Los
defectos consignados son numerosos y ofrecen un anticipo de la valoración final, los
argumentos reproducen, en parte, las observaciones que realizó, hacia fines de 1912,
el Intendente Infante y que fueron desatendidas por el Concejo. Las condiciones des-
favorables son enumeradas en el siguiente orden: situación distante del centro, au-
mento de los costos de transporte y consecuente incremento del costo de la carne,
necesidad de obras camineras (adoquinados y pasos a nivel). La ubicación desfavora-
ble con respecto al Paraná implicaba una ampliación de la inversión para llevar ade-
lante la red cloacal y para sanear la desventajosas posición de embarque. Sobre esta
última cuestión, la comisión acuñó una frase digna de los geógrafos que estudian la
localización de las actividades económicas: “Bajo el punto de vista industrial el puer-
to de embarque alejado constituye un inconveniente de indiscutible importancia.” 567
En el mismo orden, se insiste sobre las dificultades de comunicación con el
centro de la ciudad: construcción de un puente sobre el paso a nivel de la Compañía
General de Ferrocarriles a la Provincia de Buenos Aires, provisión de adoquinado
sobre Av. San Martín, de un sistema de desagües y cloacas y trabajos de nivelación
para mejorar la accidentada topografía del terreno, hecho que implicaba la construc-
ción de varios terraplenes. También eran importantes las complicaciones que este
emplazamiento ocasionaba para el embarque de carnes congeladas, destinadas a la
exportación y no lo eran menos los incrementos de costos de edificación por aumento
de distancia.
Nuevamente, los elementos centrales de las teorías de la localización, el aumen-
to en los costos relativos de los productos, de las construcciones y los transportes,
estrechamente relacionados con la ampliación de la distancia, aparecen dirigiendo las
opiniones de la Comisión Especial. La concepción central de la proximidad del río
para el embarque de las carnes había sido estipulada ya en el proyecto del antiguo
matadero. Sin dudas, a partir de la expansión que la comercialización de la carne a
larga distancia había experimentado a principios de siglo, al perfeccionase los siste-
mas de transporte y conservación y generarse una coyuntura económica internacional
propicia, la cercanía de vías fluviales resultaba un elemento fundamental para el éxito
de los Nuevos Mataderos.568

567
“Los Nuevos Mataderos. El dictamen de la comisión especial. Necesaria postergación del asunto”, La
Capital 07/01/1917.
568
A modo de muestra, se señala que las exportaciones de carne aumentaron excepcionalmente a comienzos
del siglo XX. Una serie de circunstancias se concatenaron para que esto fuera posible. La crisis del
Del Ocio a la Fábrica 231

Los juicios vertidos por la Comisión sobre los terrenos de Tablada ofrecen un
negativo de los que fundamentaron el rechazo de la donación de los Herederos de
Alvear. Es claro que los argumentos elaborados, apenas un lustro después, invertían
las conclusiones de la comisión que aceptó los terrenos de Teodelina de Alvear en
1912. Se observa que los terrenos ubicados en Barrio Tablada contaban con todas las
obras de infraestructura necesarias. El Municipio sólo debía iniciar los trámites para
concretar la expropiación de la tierra adyacente, con el objeto de producir mejoras y
ampliaciones. Aunque persistía el inconveniente inscripto en la proximidad del
Vaciadero de Basuras. Empero los miembros de la Comisión estaban lejos de conside-
rar insalvable semejante escollo.
“Podría objetarse que la necesidad apuntada de alejar el Vaciadero
de Basuras o de sustituirlo por medios higiénicos y modernos como
sería la incineración originaría gastos imputables a la instalación
de los Mataderos en terrenos cercanos [...] dicha objeción no ten-
dría fundamento puesto que la necesidad de alejar el vaciadero
subsistirá, aún en el caso de que los mataderos se construyan allí,
y aún más urgente su alejamiento porque la zona poco a poco es
invadida por la población urbana, cuyas exigencias son ineludi-
bles.” 569
A partir de estas afirmaciones, los Nuevos Mataderos comenzaron a integrarse,
como en el lustro anterior, a la replanificación del Vaciadero de Basuras y la potencial
instalación de Hornos Incineradores. No obstante, a comienzos de 1917, a juicio de la
Comisión Especial, los Mataderos debían levantarse en la propia Tablada. En sólo
cinco años, la oferta de los Herederos de Alvear fue completamente dejada de lado,
los argumentos para este rechazo ya estaban presentes en el inicio de los debates. Pese
a esta decisión de reconstruir los Mataderos en Tablada, el matutino La Capital insis-
tía en el aplazamiento de cualquier suerte de acción concreta. Debido a que la obra
implicaría un importante desembolso de capital que la Municipalidad no estaba en

mercado francés de lana desalentó a los productores a continuar invirtiendo en este rubro. Los
suministros de carne aumentaron, cuando paralelamente la competencia disminuía. La guerra Anglo-
Boer bloqueó las remesas de Sudafrica y demandó más carne para los ejércitos. La sequía redujo al
ganado australiano, el consumo interno y las huelgas de Chicago mermaron la afluencia de carne
estadounidense, los puertos británicos cerraron sus puertas al ganado potencialmente contaminado
por aftosa. En este marco, Argentina fue uno de los más notables abastecedores de carnes del Reino
Unido, idilio interrumpido a partir del asentamiento del trust estadounidense y la competencia que
éste supuso para el capital británico, asimismo el conflicto se desencadenó con los hacendados locales
que se sumaron a la causa británica. Cfr. SMITH, Peter Carne y política..., cit., pp. 42-43 y ss.
569
“Los Nuevos Mataderos. El dictamen de la comisión especial. Necesaria postergación del Asunto”,
La Capital 07/01/1917.
232 Diego P. Roldán

condiciones de encarar.570 La crisis aún era lo suficientemente perentoria como para


impedir grandes inversiones, incluso, cuando estas significaran un beneficio público
de magnitud.
Pese a los coletazos de la crisis, a las noticias que en unos meses llegaron desde
Rusia, al ciclo de protesta obrera local y a la difícil situación por la que atravesaba la
economía argentina, aún había quienes esbozaban proyectos imponentes. Era el caso
de la Sociedad Rural de Rosario que envió al Concejo una misiva indicando la conve-
niencia de instalar un establecimiento que se convirtiera en Matadero y Frigorífico
Regional.571 Precisamente, en los primeros meses de 1917, el Mercado General de
Haciendas, fuertemente coligado a la Sociedad Rural, lanzó una nueva propuesta para
sus operaciones. Tras reconocer los esfuerzos que se comprometieron en esa empresa
y los escasos resultados obtenidos, se planteaba que, a partir de la intervención de los
consignatarios Salaberry y Berteche, autoridades en el rubro, el Mercado de Hacien-
das disfrutaría de un período de enorme prosperidad y dinamismo.572
Frente a estas iniciativas varias preguntas emergen casi automáticamente: ¿cuál
fue la situación que impulsó a este planteo que implicaba la erogación de enormes
sumas en una coyuntura tan desfavorable? ¿Por qué el diario La Capital instaba al
ahorro estatal mientras los miembros de la Sociedad Rural pedían, a menos de un mes,
una inversión de capital mayúscula, considerando los lazos que unían a ambas institu-
ciones?
Promediando 1917, el Frigorífico Swift La Plata S.A. había adquirido los terre-
nos sobre los que levantaría en breve una gran planta frigorífica. A pesar de la persis-
tencia de la coyuntura negativa engendrada por la guerra, los miembros del directorio
habían invertido en Rosario. Sin embargo, la potencial instalación de una explotación
avalada por el capital de la Compañía Swift era una competencia que el Viejo Matade-
ro Municipal no lograría resistir. Por otra parte, los terratenientes temían que el circui-
to de la producción cárnica fuera copado por los estadounidenses y que su producción
no lograra ser puesta en mercado. A pesar de las alicaídas finanzas municipales, se

570
“La situación actual no es propicia para el empleo de grandes capitales, de los cuales por otra parte
carece la municipalidad, afanada como se encuentra en cumplir con sus actuales compromisos que
son muchos...” “Los Nuevos Mataderos”, La Capital 20/03/1917.
571
ET HCD noviembre 1917, f. 115. En el mismo sentido se manifestaron algunos miembros de la Liga
Patriótica años después Enrique Peme, delegado por la brigada Gualeguaychú, propuso la creación de
un Gran Frigorífico Nacional, en el marco III Congreso de Trabajadores organizado por la Liga
Patriótica. Este firgorífico con asiento en San Nicolás faenaría las haciendas provenientes de Buenos
Aires y Sud de Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos y San Luis. Tercer Congreso de Trabajadores de la
Liga Patriótica Argentina, Sesiones del 22, 23, 24 de mayo, Talleres Gráficos “Cúneo”, Buenos
Aires, 1922, p. 109 y ss.
572
Estos consiganatarios estaban ligados a los principales abastecedores de toda la ciudad. El proyecto
tenía por límites la jurisdicción municipal y era sensiblemente más acotado que los diseños iniciales.
Sin embargo, las actividades habían resultado tan infructuosas que con sólo conquistar la plaza rosarina
los inversores manifestaban su conformidad. “Mercado de Haciendas las futuras operaciones”, La
Capital 06/03/1917 y “Mercado General de Haciendas”, La Capital 15/03/1917.
Del Ocio a la Fábrica 233

ensayó nuevamente el tratamiento del tema con un relativo éxito. Los mataderos de-
bían ser reformulados con prontitud si se quería que continuaran operando.

d- Después de la Guerra: Mataderos y Viviendas en los años 1920s.

“En diversas zonas de la ciudad se han construido


barrios de casas económicas para empleados y
obreros. El Gobierno y la industria privada coope-
raron en la obra de dar al trabajador un hogar có-
modo, higiénico y módico [...] se han edificado
bloques celulares de casas de agradable aparien-
cia y suficiente comodidad.”
Ezequiel Martínez Estrada573

“Modifiquemos, pues, a Rosario la fisonomía; no


la condenemos a parecer un taller colosal en que
al crepitar de las fraguas y el rodar de las poleas
sólo sea una respiración anhelosa de pechos ja-
deantes, el sudor de muchos rostros, el surgir de
muchos cuerpos!...”
José Lo Valvo574

En 1920, el concejal José Lo Valvo, por entonces militante de las filas del PDP, pre-
sentó una ordenanza de Viviendas Baratas para Obreros. En ella se establecía que su
localización debía coincidir con lugares “...próximos a las grandes fábricas, talleres,
líneas de ferrocarriles y tranvías”.575 Si bien la ordenanza no obtuvo mayor éxito,
marcó el camino sobre el que se montaría una iniciativa posterior. En 1923 y, por
segunda vez, en 1926 se programan las ordenanzas de “La Vivienda del Trabajador”,
el primer emprendimiento municipal de viviendas para obreros de dimensiones consi-
derables.576
La idea de Lo Valvo implicaba un diseño alternativo en la morfología del barrio
obrero, matizando la funcionalidad y la extensión de la grilla con la colocación de
espacios verdes y jardines.577 Contemporáneamente a esta proposición se definió al

573
MARTÍNEZ ESTRADA, Ezequiel La cabeza de Goliat..., cit., p. 216.
574
LO VALVO, José Acción municipal, Ed. Rooy Cia., Buenos Aires, 1922, p. 38.
575
Compendio de Diegestos municipal publicado en el año 1931, publicado durante la intendencia del
Dr. Alejandro Carrasco, Talleres Pomponio, Rosario, 1932, p. 537.
576
Sobre este proyecto ver: RIGOTTI, Ana María Municipio y vivienda..., cit.; ROLDÁN, Diego;
MARTÍNEZ, Ignacio y ROVIRA, Leticia “Límites para la gestión...”, cit.
577
“Procurará dejarse, en caso de ser ello preciso, espacios libres para jardines, plazas, escuelas; así
como dotar al barrio de mercados, escuelas de artes y oficios, dispensarios, salas-cunas, jardines de
infantes, colonias escolares, instituciones que fomenten el ahorro y la asociación cooperativa.”
234 Diego P. Roldán

barrio Tablada como el lugar indicado para la erección de los Nuevos Mataderos
Municipales.578 La coyuntura de posguerra parecía abrir nuevas perspectivas para la
industria de la construcción, los municipios, tras la crisis, eran compelidos a llevar
adelante nuevas tareas que implicaban una inédita regulación de la salud, la cultura
popular, los establecimientos industriales y la vivienda obrera.579
Los Nuevos Mataderos se construirían en Tablada, pero quedaban pendientes
dos asuntos de importancia cardinal. El primero, referido al Vaciadero de Basuras y a
la inminente, aunque siempre pospuesta, construcción de Hornos Crematorios. El se-
gundo, vinculado al saneamiento y corrección urbanística del barrio que rodeaba al
establecimiento de los mataderos. En primer término, los concejales optaron por in-
tentar solucionar el problema de financiación de la obra, aplazando la resolución de
temas concomitantes. De este modo, se estipuló que una serie de contribuciones
impositivas, vigentes sobre gastos de lujo, fueran depositadas en una cuenta nominada:
“Licitación y Construcción de Nuevos Mataderos”, abierta a tal efecto en el Banco
Municipal de Prestamos y Caja de Ahorro.
Pese a los denodados esfuerzos, los fondos no fueron reunidos con suficiente
premura y el asunto se dilató. En 1924, los Nuevos Mataderos volvían a entrar en el
orden del día, las obras del Frigorífico Swift estaban a punto de terminarse, una com-
petencia desigual era inevitable. Desde el Municipio se intentó que semejante rivali-
dad no fuera un ultimátum para los Mataderos. El Dr. Florentino, médico higienista y
concejal, arremetió en el recinto con una dura crítica a los Viejos Mataderos e insistió,
a lo largo de las sesiones de aquel año, sobre la necesidad de poner en marcha la
construcción de un nuevo establecimiento y de los hornos para la incineración de
basuras. Sus argumentos retoman la crítica a la falta de higiene, la brutalidad de la
matanza, la imposibilidad del control por parte de la Inspección Sanitaria y la promis-
cuidad implícita en la convivencia del Matadero con el Vaciadero de Basuras.
“Para Rosario, próxima a cumplir su segundo Centenario de exis-
tencia [1925], es una vergüenza que a través de tan largo tiempo y
a la altura de la civilización en que nos encontramos, tenga un

Compendio de Diegestos municipal publicado en el año 1931, publicado durante la intendencia del
Dr. Alejandro Carrasco, Talleres Pomponio, Rosario, 1932, p. 537. DS HCD 1920, 08/06/1920.
578
Ordenanza 30 del 10 de agosto de 1921. “Art. 1 Destínese los terrenos propiedad municipal donde se
hallan instalados los actuales mataderos para que en ellos se levanten los Nuevos Mataderos, Tablada
y Frigorífico Municipales. Art. 2 Autorízase contratos ad-referendum con los propietarios de los terrenos
fracciones comprendidos entre Ayolas, Convención, Esmeralda y Bv. Segui con destino a las
construcciones. Art. 3 Se solicitará a las HH CC LL las facultades para expropiar los terrenos de
quienes se nieguen a vender. Art. 4. Quedan sin efecto la ordenanza 69 del 27/11/1912, referida a las
donaciones de la Sucesión de Teodelina de Alvear, así como las concesiones otorgadas a los herederos.”
Digesto Municipal. Ordenanzas, decretos, acuerdos y reglamentos, contratos, etc. Municipalidad de
Rosario (Provincia de Santa Fe, República Argentina) dictados en el año 1921, Imprenta J. B. Ravini,
Rosario, 1926, p. 103.
579
ACD noviembre 1920, 30/11/1920, fs. 10-26.
Del Ocio a la Fábrica 235

sistema de acumulación de inmundicias tan primitivo que es un


verdadero atentado a la salud pública y una verdadera conspira-
ción contra la higiene. Es también un fomento al vagabundaje, por
cuanto como es sabido hay una cantidad de individuos que se de-
dican a recoger residuos y a vivir de la recolección de basuras,
fomentando como digo la holgazanería y el vagabundeo” 580
Durante el mismo año, el concejal Morcillo (PDP) presentó un proyecto para
refaccionar el Barrio Mataderos, con un complejo que implicaba urbanización, higie-
nización y desagüe del barrio.581 La construcción del nuevo establecimiento urbano
recibió un fuerte impulso en 1925. Luego de algunas demoras en la evaluación de los
proyectos, se decidió destinar la suma de $32.51 m/n para adquirir los terrenos de los
Herederos de Cardozo, a fin de ampliar las instalaciones.582 También se destinaron
$19.500 m/n a las reformas del establecimiento existente583 y se pagaron $5.000 m/n a
Hermann Louble a cuenta de los honorarios por la confección de los planos de los
Nuevos Mataderos.584 Finalmente, se autorizó el llamado a licitación por seis meses
para la construcción de las obras. La penuria económica, que otrora oprimía las finan-
zas municipales y convertía sus iniciativas en arrestos de voluntarismo estéril, se ha-
bía difuminado temporalmente.585 Nuevos vientos de abundancia parecían soplar, im-
pulsando la realización de proyectos originales. La competencia de Swift obligaba a
aceitar los mecanismos para obtener resultados sobre los mataderos en el corto plazo.
Esta ola de proyectos incluyó uno muy peculiar. En noviembre de 1926, se apro-
bó la Ordenanza Contrato de la Vivienda del Trabajador, que vinculaba a la Munici-
palidad con la constructora de viviendas en serie Rossi e Hijo —denominada Compa-
ñía de Construcciones Modernas de Buenos Aires. La Ordenanza Contrato de no-
viembre de 1926 fijaba los lugares en los que serían emplazados los cuatro barrios de
“La Vivienda del Trabajador”: Arroyito, Mendoza, Parque y Mataderos. En principio,
la construcción en el último de los barrios estaba orientada a dar salida al proyecto de
Morcillo, a la sazón también redactor de la ordenanza de la Vivienda del Trabajador,
respecto al saneamiento higiénico y urbano del barrio que se desplegaba sobre los
alrededores del Matadero. La superficie destinada a tal emprendimiento estaba deli-

580
DS HCD1924, 11/03/1924, p. 15.
581
DS HCD 1924, 21/03/1924.
582
La fracción de terreno se encontraba en Ayolas, Esmeralda Vía Curva del Ferrocarril Central Argentino.
Su superficie contaba con 8.900 m2 y su costo por m2, calificado por los miembros de la Comisión de
Gobierno como equitativo, asciendía a 3,60 por m2.
583
DS HCD 1924, 08/10/1924.
584
DS HCD1924, 28/11/1924. Cuatro años después, Louble entregaba los planos definitivos. ET HCD
1928, Tomo que contiene los planos de los nuevos Mataderos Municipales, Frigorífico, Mercado de
Hacienda.
585
ÁLVAREZ, Juan “Desordenes extremistas. Paulatina mejora de la situación económica. Período
próspero y nueva crisis. (1921-1929)”, en Historia de Rosario..., cit.
236 Diego P. Roldán

mitada, según la letra de la ordenanza, por las calles Bulevar Segui y Necochea (frente
al Matadero).586
Mataderos quedó fuera de la agenda, fue, en definitiva, de los cuatro barrios
propuestos el único no urbanizado por la constructora Rossi e Hijo. Según Ana María
Rigotti, las tierras destinadas para este complejo de “La Vivienda del Trabajador”
fueron adquiridas por Rossi e Hijo a Bartolomé Tiscornia.587 En esta transferencia
muy probablemente estuvieron comprometidos algunos otros intereses económicos,
que no se alcanzan a vislumbrar claramente. Lo cierto es que, en los primeros meses
de 1928, la firma Rossi e Hijo solicitó la desvinculación de estos terrenos de “La
Vivienda del Trabajador”.588 La oficina técnica de La Vivienda del Trabajador se avi-
no a la solicitud de liberación referida a los terrenos reservados a “La Vivienda del
Trabajador Barrio Mataderos”.589
Los argumentos de Rossi e Hijo señalaban que la empresa contaba con una can-
tidad suficiente de superficie para llevar adelante las construcciones necesarias para
“La Vivienda del Trabajador”, conforme a la Ordenanza Contrato.590 Más allá de las
irregularidades, especialmente prolíficas en “La Vivienda del Trabajador”, el 20 de
junio de 1928, la Comisión de Obras Públicas y Seguridad del Concejo consideró en
regla la petición de Rossi e Hijo y concedió a la firma la liberación de los terrenos. La
fracción de tierra, ubicada entre Bulevar Segui y Necochea enfrentada al Matadero,
quedó en manos de la empresa para su explotación privada.591 El dictamen reprodujo
punto por punto la solicitud de Rossi e Hijo, agregando sólo un dato al rompecabezas,
sin embargo se trata de una referencia cardinal.
“...los terrenos adquiridos para la construcción de estas casas son
suficientes y habiendo desaparecido la causa principal que era
la proximidad de los mataderos, puesto que rstos (sic) serán tras-
ladados más al Sud, os aconseja aprobar el siguiente proyecto:

586
Digesto Municipal. Ordenanzas, decretos, acuerdos y reglamentos, contratos, etc. Municipalidad de
Rosario (Provincia de Santa Fe, República Argentina) dictados en el año 1926, Imprenta J. B. Ravini,
Rosario, 1930, pp. 347-348.
587
RIGOTTI, Ana María Municipio y vivienda..., cit, p. 130.
588
El expediente n° 4506-B-1928 iniciado por “La Vivienda del Trabajador” hace constar que Rossi e
Hijo alegaba la necesidad de liberar estos terrenos de todo lo relativo al proyecto. ET HCD octubre
1928, f. 3218.
589
Consta entre los registros de Expedientes Terminados que Rossi e Hijo tras obtener la liberación de
los terrenos elevó un pedido de urbanización entrado por expediente n° 3026-e-29 para construir
sobre una fracción de los terrenos de su propiedad en barrio Mataderos. ET HCD junio 1929, f. 2316.
590
Es notable que en la Ordenanza Contrato sólo se fijan la localización de las viviendas, pero no se hace
mención exhaustiva a la cantidad de las mismas. Cfr. Digesto Municipal. Ordenanzas, decretos,
acuerdos y reglamentos, contratos, etc. Municipalidad de Rosario (Provincia de Santa Fe, República
Argentina) dictados en el año 1926, Imprenta J. B. Ravini, Rosario, 1930.
591
DS HCD 1928, 20/06/1928.
Del Ocio a la Fábrica 237

“Decreto: Art. 1. Autorizase a los señores Rossi e Hijo para que


dispongan libremente de la fracción de terreno que adquirieron en
la proximidad de los mataderos Municipales con destino a la cons-
trucción de casas económicas para obreros.”592
Esta sanción revocatoria de la ordenanza 41/1926, que establecía las condicio-
nes de contratación con Rossi e Hijo para la construcción de “La Vivienda del Traba-
jador”, se constituye en un indicio sobre la decisión del Municipio de trasladar los
mataderos, nuevamente, hacia el Sur. A comprender esta reconsideración se consagra
el resto del apartado.

Durante todo el año 1926, los proyectos en torno a los Mataderos parecen estar
guiados por el perfeccionamiento de los mecanismos económicos que dieron lugar a
su financiación. La construcción de los Mataderos se muestra enlazada cada vez más
de cerca con la de los Hornos Incineradores de Basuras, hecho que aumentaba las
posibilidades higiénicas de los Nuevos Mataderos, al mismo tiempo que incrementaba
los gastos necesarios para las obras. A tales efectos, un impuesto adicional a la matan-
za se encauzó hacia el fondo habilitado en el Banco Municipal de Préstamos y Caja de
Ahorro. La cuenta abierta en el Banco Municipal nominó pomposamente las futuras
construcciones: “Nuevos Mataderos, Mercado de Haciendas y Frigorífico y los Hor-
nos Incineradores de Basuras.” 593 En el debate sobre el incremento del impuesto de
matanza aparecen voces que no están conformes con la localización de los Nuevos
Mataderos. Algunos concejales argumentan que su ubicación actual sería perjudicial
para el futuro de la ciudad, en tanto Tablada era un “lugar central” (urbanizado en sus
alrededores) y porque resultaba muy próximo al Frigorífico Swift. Los ediles
peticionaban la postergación del asunto, por no sentirse plenamente informados sobre
el tema.594 El nuevo y poderoso frigorífico imponía acciones diligentes y acallar el
debate estéril. Quien no estuviera a la altura de las circunstancias debía guardar silen-
cio, la situación era compleja y debía dársele una pronta solución.

592
DS HCD 1928, 20/06/1928. La cursiva me pertenece.
593
Del mismo modo se estipulan los montos, los plazos y la secuencia de la construcción -algo extraña-
de cada una de las obras pautadas en el título y de aquellas que sólo cuentan con planos relativamente
definitivos en el caso de los Mataderos. En total las obras demorarían casi cuatro años (46 meses) y su
secuencia estaba pautada del siguiente modo: 1- Mercado de Haciendas (8 meses). 2- Corrales de
descanso, bretes de matanza, calle cubierta, instalaciones y sección desperdicios (24 meses). 3- Horno
Incinerador de Basuras, construcción a iniciarse luego de terminar los puntos 1 y 2, dilatándose durante
14 meses. Finalizados los hornos se culminará el Mercado de Haciendas y las demás obras. DS HCD
1928, 05/11/1926.
594
Las objeciones del concejal Traba fueron despejadas por el veterano concejal Florentino, que había
participado del ciclo de debates en torno al rechazo de los terrenos ofrecidos por la Sucesión de
Teodelina de Alvear a fines de los años 1910s.
238 Diego P. Roldán

“Morcillo: —Es [...] una obra que no se puede postergar por más
tiempo, hasta por la salud del mismo vecindario de esta ciudad.
Se impone que de una vez por todas se realice esta obra de indis-
cutible progreso, porque en la forma en que está funcionando ac-
tualmente los mataderos es imposible continuar por más tiempo, y
la Municipalidad no puede depender de los Frigoríficos ni per-
mitir que se faene en forma irregular como se hace hasta ahora.
“Florentino: —No debe permitirse la postergación del proyecto.
Esto permitiría que el monopolio de los frigoríficos perjudique
los intereses del pueblo consumidor, provocando alteraciones en
el precio de la carne, según sea lo que más convenga a los intere-
ses de esos trust.” 595
La gran torre del frigorífico Swift, arrojando su humo maloliente, desde el inicio
de sus actividades, preocupaba a los ediles, que bajo el artilugio de defender los inte-
reses de los consumidores, apostaban a la construcción inmediata de los Nuevos Ma-
taderos. Se trataba, ante todo, como se ha dicho, de una política de subsistencia. La
única forma en la cual el control de la matanza y los impuestos derivados de la misma
podrían ser retenidos por la Municipalidad era construyendo un nuevo establecimien-
to de Mataderos, que estuviera en condiciones de competir con el frigorífico estado-
unidense. Además, se intentaba prohibir las matanzas ilegales que en ese momento se
registraban en puntos periféricos de la ciudad, fundamentalmente en el Oeste y en
Alberdi.596
Por otra parte, la cantidad de población que existía en Rosario para 1926 según
datos censales ascendía a cerca de 407.000 habitantes.597 Siguiendo la línea de este
cálculo optimista, en el propio recinto durante 1929, se estimó la población total de
Rosario en medio millón.598 Semejante cifra hacía imposible que el Matadero, tal como
estaba instalado en Tablada, consiguiera servir a las necesidades de tamaña ciudad, lo
cual daba mayor impulso a la ya establecida supremacía del Swift. El predominio de
la técnica y de la concentración de capital que aunaba el frigorífico fue completado
por la creciente presión de un mercado de consumo que no podía ser abastecido,

595
DS HCD 1928, 05/11/1928, p. 209, la cursiva me pertenece.
596
Cuando en 1929 se clausuraron los mataderos de Alberdi, los abastecedores protestaron, argumentando
que pese a las malas condiciones de higiene, estos establecimientos difícilmente superaran la ausencia
de estas aptitudes imperantes en el Matadero Municipal. DS HCD 1929, 14/11/1929.
597
Cuarto Censo Municipal. Levantado el 21/10/1926 bajo la dirección de Dr. Domingo Dall’Anese, en
Revista de la Facultad de Ciencias Económicas, Comerciales y Políticas, Tercera Serie, t. IV, Rosario,
1933. Aunque el prólogo de esta edición señala que probablemente la cantidad haya sido
intencionalmente elevada puesto que en arreglo a la Ley Orgáncia de Municipalidades con una población
superior a 400.000 habitantes las representaciones en el Concejo Deliberante se duplicaban.
598
DS HCD 1929, 06/12/1929, p. 968.
Del Ocio a la Fábrica 239

desde el punto de vista cuantitativo y cualitativo, por los obsoletos Mataderos Muni-
cipales.
No obstante, las intenciones por dar salida rápida al asunto se vieron obstaculi-
zadas con motivo de las dificultades que al año siguiente se suscitaron en la compra de
terrenos. La inminente instalación de “La Vivienda del Trabajador”, que proveería de
un servicio de infraestructura más complejo al barrio Tablada, valorizaría enorme-
mente las superficies adyacentes. Los propietarios de los alrededores del Matadero,
entre ellos los Sucesores de Cardoso, se negaron a vender a bajo costo y complicaron
las posibilidades de localización del nuevo edificio en Barrio Tablada, debido a que
era imperioso ampliar la superficie existente para poder construir los Nuevos Matade-
ros con cierta ventaja y alimentar las expectativas de competitividad frente al Swift.599
Ante las dificultades mentadas, en 1927, se trató de conseguir nuevos terrenos
debido a la insalvable insuficiencia de los que habían sido destinados a tal fin en
Tablada desde 1917 (por dictamen de comisión) y en 1921 (por ordenanza). Uno de
los oferentes que se presentó a la nueva licitación fue la propia empresa Rossi e Hijo,
los concesionarios de “La Vivienda del Trabajador” exponían a consideración los
terrenos remanentes del “barrio obrero” proyectado en la zona. Su propuesta fue rápi-
damente desestimada, puesto que estas fracciones, excesivamente caras,600 eran insu-
ficientes para el nuevo establecimiento proyectado.601 Conjuntamente, se registraron
otras dos ofertas.
Por su parte, Saa Pereyra ofrecía unos terrenos ubicados al Sur, entre Tablada y
Saladillo, recostados sobre la orilla del Paraná. Éstos fueron valorados positivamente
por sus comunicaciones: tres vías de ferrocarril, abundante servicio de ómnibus
—habilitados orgánicamente a partir de 1925— y por su provisión de servicios: dis-
ponibilidad de aguas corrientes y electricidad. Sin embargo, las vías del ferrocarril
dividían el terreno en varias fracciones entorpeciendo el tránsito de las haciendas y el
control de las mismas, la distancia del Matadero y el Mercado de Haciendas dificulta-
ría las posibilidades de atender a la matanza y a la venta, la desviación del Ferrocarril
con destino a la Provincia de Buenos Aires generaría un sinnúmero de problemas al
tratarse de una curva de empalmes múltiples, los ramales quedarían obturados para
nuevas ampliaciones, la estación de ganado permanecería asentada sobre una calle de
acceso y no habría espacio suficiente para el estacionamiento de trenes de hacienda.
Del mismo modo, el ganado llegado por la vía fluvial no podría ser trasladado al
Mercado de Haciendas sin atravesar zonas urbanizadas, con todos los perjuicios que
ello ocasionaba a los vecinos; la situación sería semejante a la que planteaba el reco-
rrido entre el Mercado y el Frigorífico. Desde el punto de vista urbanístico, se ocluiría

599
ET HCD 1927, 06/09/1927, p. 338.
600
$4 m/n la vara cuadrada. DS HCD 1927.
601
Aún no habían sido liberados los terrenos correspondientes a la Vivienda del Trabajador, lo cual
indica que sólo podrían utilizarse para los Nuevos Mataderos predios adyacentes a las construcciones.
240 Diego P. Roldán

el actual camino a Saladillo y la futura prolongación de la Avenida Belgrano. Asimis-


mo quedaría cortado Bulevar Segui antes de llegar a la barranca y se desmerecerían
las casas de “La Vivienda del Trabajador” al estar ubicadas detrás de los corrales de
haciendas.602
La comisión colocó en un lugar más aventajado para la licitación del conjunto
de construcciones [Mataderos, Mercado de Haciendas Frigorífico y Vaciadero de
Basuras] a los terrenos ofrecidos por la Sucesión de Carlos Casado. La configuración
del suelo era aprovechable para la construcción, resultaba sencilla la edificación de
desembarcaderos de trocha ancha y angosta, sería fácil el acceso al Matadero de la
hacienda traída y embarcada por vía fluvial, el ganado comprado por el Frigorífico
Swift podría llevarse por arreo, eliminando la dificultad del reembarque, y sin provo-
car mayores inconvenientes en zonas urbanizadas. La distancia al centro no resulta
inconveniente a los abastecedores.603
Las valoraciones, más que atenerse a la distancia física del lugar, insisten sobre
las cuestiones referidas a las rutas que las reses debían describir en el triángulo forma-
do por el Matadero, el Mercado de Haciendas y el Frigorífico Swift. Con este proyec-
to, la Municipalidad esperaba que el Frigorífico condujera sus reses para ser sacrifica-
das en el Matadero de Rosario, a fin de no abonar impuestos adicionales por ulteriores
introducciones de carne. Otro de los puntos sobresalientes, en esta evaluación, fue la
comunicación vía ferrocarril y vía puerto en términos de embarque y conducción del
ganado. Finalmente, el terreno de la Sucesión de Carlos Casado resultó escogido para
emplazar definitivamente los Nuevos Mataderos. Después de innumerables modifica-
ciones y cambios de rumbo la obra se radicó en aquel solar.
Uno de los saldos de esta relocalización de los Nuevos Mataderos fue la pérdida
de sentido de “La Vivienda del Trabajador de Barrio Tablada”. La razón fundamental
por la que resultó irrealizable consistía en la definitiva ausencia del Matadero en sus
inmediaciones. Así, fue abortado el segundo barrio que prometía tener las caracterís-
ticas más cercanas al título del emprendimiento.604 Este fracaso se consolidó a partir
de la solicitud de Rossi e Hijo de no urbanizar y liberar de la operación aquellos
terrenos. Las dificultades topográficas, la ausencia de infraestructura, el carácter insa-
lubre y la dudosa facilidad de las comunicaciones con el centro urbano colocaban a
estas tierras en una situación desfavorable. Sólo la instalación de los Mataderos y la

602
ET HCD octubre 1927, Informe presentado por la comisión especial encargada de la construcción de
los Nuevos Mataderos, fs. 2160 y ss. Me permito insistir, a la fecha de redacción de este informe, aún
no habían sido desafectadas los terrenos para la construcción de la Vivienda del Trabajador.
603
ET HCD octubre 1927, Informe presentado por la comisión especial encargada de la construcción de
los Nuevos Mataderos, fs. 2160 y ss.
604
Evidentemente de los cuatro barrios proyectados, Arroyito, Mendoza y Mataderos eran los que estaban
en las zonas más alejadas del centro y de urbanizaciones suntuosas, salvando la proximidad de Arroyito
con Alberdi, pero que también era compartida con Refinería. El barrio Parque de “La Vivienda del
Trabajador”, decididamente tuvo otro perfil, mucho más vinculado a sectores medios en ascenso.
Del Ocio a la Fábrica 241

Ilustración 32 — Plano Rosario 1927


242 Diego P. Roldán

Ilustración 33 — Plano Rosario 1931 (Fragmento)


Del Ocio a la Fábrica 243

colaboración de la Municipalidad, para tratar de revertir las condiciones topográficas


y urbanistas, hubieran brindado la cobertura necesaria que otorgaría seguridad a la
inversión de Rossi e Hijo. La iniciativa privada perdía serias posibilidades de obtener
importantes ganancias en un lapso breve y aumentaba los cuantums de incertidumbre.
Las expectativas de la firma sólo podían cumplirse con el concurso de “La Vivienda
del Trabajador”, el Banco Municipal de Prestamos y Caja de Ahorro, y la propia
Municipalidad de Rosario.
Esta declinación no impidió a Rossi e Hijo adjudicarse la construcción de los
Nuevos Mataderos Municipales, al Norte de Barrio Saladillo. Las tierras que fueron
de Carlos Casado y que estaban ubicadas en Lamadrid y Convención contaban con
una superficie aproximada de 350.000 m2. Rossi e Hijos se presentaron a la licitación
convocada y prolongada en varias ocasiones por la municipalidad. Finalmente, el con-
curso de proyectos y de precios se realizó el 29 de noviembre de 1928. Al día siguien-
te fue redactada la Ordenanza Contrato que estipulaba los valores y las características
de la construcción. En total la firma del contrato redondeaba la cifra $4.200.000 m/n,
un tercio de lo estipulado para la construcción de los cuatro barrios de “La Vivienda
del Trabajador”.605 Evidentemente, Rossi e Hijo obtuvo, a fines de los años 1920s.,
uno de los contratos más ventajosos y de adjudicación más dudosa que la Municipali-
dad estableció con privados para la realización de obras públicas.606
Las instalaciones presupuestadas, que eran una referencia fidedigna de los pla-
nos de Hermann Louble, constaban de un Mercado de Haciendas, seccionado en Mer-

605
Por la construcción de “La Vivienda del Trabajador” se sancionó un emprestito provincial de
$12.000.000 m/n. La firma sin embargo terminó cobrando en títulos una cifra algo menor, cercana a
los $6.000.000 m/n.
606
Este hecho motivó las fuertes denuncias del concejal por el Partido Socialista, Ceferino Campos, en
un largo alegato sobre las irregularidades de “La Vivienda del Trabajador”. DS HCD 1933, 06/10/
1933, pp. 863-870; DS HCD 1933, 24/11/1933, pp. 1165-1195. Otros negociados discutidos en la
década siguiente, pero que habían tenido orígenes diez años atrás, fueron, por una parte, el de la
Compañía de Aguas Corrientes, cuyo resultado fue compilado en ET HCD Investigación sobre el
cumplimiento del contrato de la Compañía de Aguas Corrientes y Obras de Salubridad, 1932. Luego
el conflicto con la compañía belga de tranvías eléctricos culminó con la municipalización del servicio
en 1932. ET HCD Conflictos tranviarios y Municipalización del Servicio, 1932. Un negociado
altisonante fue el de la firma Bugnone y Guida que contrataron la pavimentación de las grandes
arterias de la ciudad durante los años 1920s. Las denuncias que al respecto formuló el concejal socialista
Francisco Bodetto fueron publicadas en 1934 y prologadas por su camarada Ceferino Campos.
BODETTO, Francisco El negocio de los pavimentos al descubierto, Talleres Gráficos Argentina, 9 de
julio 1351, Rosario, febrero 1934. Finalmente, corresponde el cierre de este ciclo al movimiento
vecinalista encabezado por el concejal Manuel Varón, representante del Partido Liberación, que culminó
en la escritura de los ya citados tomos sobre los negociados de la empresa de energía eléctrica (SER):
VARÓN, Manuel El servicio público de electricidad en Rosario..., cit. Esta investigación arrojó
como correlato político efectivo la recolección de 30.000 firmas de usuarios del servicio suministrado
por la SER a favor de una importante rebaja, además de una persistente movilización nocturna, durante
los últimos años de la década de 1930, en las que se pegaban carteles sobre los postes de electricidad
incriminando a la SER y a algunos concejales —particularmente Armando Arijón (hijo mayor de José
244 Diego P. Roldán

cado de Vacunos y Mercado de Porcinos y Lanares; un Matadero Modelo con corrales


de encierre, brete de matar, salas de faenar, sección aprovechamiento desperdicios,
instalaciones mecánicas para la matanza y transporte de reses, instalación de agua
fría, caliente y vapor, instalaciones de electricidad y canalización; un Frigorífico com-
pleto, máquinas, talleres, canalización de agua, luz eléctrica, aislamiento en corcho,
instalación mecánica para fuerza motriz, tuberías de circulación de gas frío, fabrica de
hielo, provisión de agua con pozos, y bomba, instalación mecánica para el transporte
de carne. Además se dispusieron oficinas de administración y coordinación.
Para 1929, el mercado de Haciendas había sido construido. Rossi e Hijo solici-
taban un adelanto, sobre el total de la cifra acordada por el contrato, para acelerar los
ritmos de construcción del Matadero.607 La distancia que se estableció a partir 1929
entre el Mercado de Haciendas, construido en los terrenos que fueron de Casado, y el
antiguo Matadero era de alrededor de 1,5 Km. Esta nueva redistribución de los puntos
de referencia en la ruta de la carne impuso un periplo que incomodaba y obligaba a los
abastecedores a incurrir en mayores gastos. Además, este sector reprochaba que los
costos de las nuevas obras, prorrateados en nueve años, fueran sufragados por un
impuesto adicional a la matanza que en definitiva debía ser abonado por los
abastecedores. Aún cuando su importe se transfiriese luego al precio final de la carne.
Los abastecedores presionaban para que se concluyeran definitivamente las obras,
pues “...en la actualidad estaban sufriendo la competencia del frigorífico Swift que
introducía carnes en condiciones más ventajosas.” 608
Pese a los intentos de propulsar una construcción diligente del matadero y lograr
colocar el establecimiento municipal en una posición menos desventajosa con respec-
to al frigorífico estadounidense, la crisis económica y política tuvo su impacto defini-
tivo sobre este y otros proyectos en septiembre de 1930. Los encendidos pedidos de
los abastecedores quedaron aplazados para mejor ocasión. Sus demandas tuvieron
que amoldarse a las circunstancias y sobre todo sufrieron la contracción del mercado
de consumo de carnes.609 La crisis también arrastró a la empresa constructora de los
Nuevos Mataderos, que complicada por su irregular situación respecto al contrato de

Arijón) en manejos fraudulentos y cobro de sobornos. ET HCD septiembre 1939, t. V. La Asociación


Liberación sobre rebajas en las tarifas de servicios públicos. Consta de 30.000 firmas estampadas a lo
largo de 900 folios.
607
El aumento de velocidad en la construcciones fue probada a principios de 1930, cuando la empresa
construyó un horno de ladrillos en las inmediaciones de las construcciones para servir de abastecimiento
a las mismas. Aunque la instalación de este tipo de industrias en la zona estaba prohibida, la premura
que envolvía a la obra habilitaba la contravención de cualquier tipo de normativa vigente. La Capital
04/02/1930. En defensa de Rossi e Hijo puede argumentarse que era una de las pocas constructoras
del país que contaba con un método de construcción en serie que abarataba y apresuraba enormemente
sus trabajos. Cfr. ROGOTTI, Ana María Municipio y Vivienda..., cit.
608
DS HCD 1929, 14/12/1929, p. 968.
609
SMITH, Peter Carne y política..., cit.
Del Ocio a la Fábrica 245

“La Vivienda del Trabajador”, se declaró en quiebra a fin de no enfrentar las deman-
das que pesaban sobre la calidad de sus construcciones.610
La crisis de los primeros años 1930s. sumó nuevos obstáculos a la dilatada em-
presa de construir los Nuevos Mataderos. Múltiples contratiempos se interpusieron
para la realización de las obras, éstas recayeron en manos de la Sociedad Anónima
Woiss y Feytag, cuya propuesta había sido desestimada durante la licitación adjudica-
da a Rossi e Hijo. En 1931, pese a las profusas dificultades, la estructura de los Nue-
vos Mataderos estaba casi completa. Aún se carecía de algunas las instalaciones in-
dispensables para su funcionamiento. El complejo de matanza ganadera fue califica-
do, en razón de sus características edilicias y de la higiene inscriptas en el funciona-
miento de sus estructuras, por distintos medios internacionales, como un estableci-
miento modelo, el cual hasta el momento no hallaba parangón en toda América Lati-
na.611 En los primeros días del año 1932, se inauguraron definitivamente los flamantes
mataderos. La Intendencia de Esteban Morcillo principiaba con esta obra, largamente
postergada, el camino reformista que caracterizó el perfil de su gestión. Una adminis-
tración orientada a la realización de los desdeñados proyectos de modernización con-
servadora del municipio elaborados, durante los años 1920s., por los miembros del
Partido Demócrata Progresista. Los Mataderos, Frigoríficos y Mercado de Haciendas
finalmente convivían en un mismo espacio, organizado para la venta, faena y enfriado
de la carne. Las aspiraciones de Lisandro De La Torre y de muchos otros grandes
propietarios rurales se concretaban tras dos décadas de indecisión. De cualquier modo,
la ventaja de siete años otorgada al Frigorífico Swift era irreversible, a pesar de las
trabas que se impusieron a la circulación de carne, durante toda la década de 1930.612

Cámaras frías sobre las orillas del arroyo y la comercialización de la carne

“El maestro explicó la diferencia que separa a los


animales en herbívoros y carnívoros.
Poco después preguntó a un niño desatento.
—Vamos a ver ¿Cómo se llaman los animales que
comen carne?

610
El quebranto de Rossi e Hijo y su desvinculación con la Vivienda del Trabajador y la construcción de
los Nuevos Mataderos, emprendimientos por los cuales de cualquier modo cobraron una suma que
ascendió a alrededor de $8.000.000m/n, fue reconocido por el Comisionado Interventor Dr. Alejandro
Carrasco que asumió en septiembre de 1930. Cfr. Compendio de Diegestos municipal publicado en
el año 1931, publicado durante la intendencia del Dr. Alejandro Carrasco, Talleres Pomponio, Rosario,
1932.
611
La Capital 08/03/1931.
612
Aunque buena parte del proyecto de los Mataderos y Meracado de Hacienda se llevó a término, no se
logró construir los Hornos Incineradores de Basuras, quedando su licitación desierta. ET HCD Hornos
Incineradores de Basuras, 1933.
246 Diego P. Roldán

El alumno improvisadamente
—¡Los ricos!”
Humor, en Gestos y Muecas613

El precio de la carne tendió al alza hacia 1913, a partir de la fractura del pool de
frigoríficos, promovida por Armour & Cia.614 Desde ese momento, se desató una dura
competencia entre los antiguos frigoríficos anglo-argentinos y sus nuevos y mejor
dotados oponentes estadounidenses; la batalla sólo fue sofrenada por los efectos de la
Guerra de 1914. Si bien esta coyuntura, en principio, disminuyó los envíos de carnes
a Europa, la situación se revirtió abruptamente en 1915, cuando Inglaterra inició las
compras con miras a abastecer a los ejércitos aliados. La primacía de la carne conge-
lada sobre la enfriada perjudicó a los productores ganaderos de alto standing y obligó
a la reorientación de su producción. Del mismo modo, la exportación dejó escasos
suministros para el mercado local. Por lo tanto, el nuevo contexto económico, no fue
precisamente favorable a la disminución de los precios de la carne en su venta al
menudeo.
En 1918, los abastecedores de Rosario, ante los frecuentes aumentos del precio
de la carne para consumo, argüían que la responsabilidad de estas fluctuaciones co-
rrespondía a las enormes remesas de exportaciones que tornaban insuficiente el pro-
ducto. En definitiva, la escasez de la carne colocada en el mercado de consumo eleva-
ba su precio final.615 Estos incrementos de costo fueron cuantitativamente presenta-
dos, a fines de los años 1960s., por Peter Smith.616 Aunque los guarismos sólo reflejan
la situación de Buenos Aires, puede apreciarse un aumento del valor promedio de la
carne, entre 1914 y 1919, que de $0,50 por kilo se eleva a $0,71, un incremento del
21% distribuido en cinco años. Estos costes adicionales emergieron en medio de una
situación particularmente grave, vinculada con los problemas ocasionados por la des-
ocupación, la crisis de la producción agrícola, la migración interna hacia las ciudades
y el alza inflacionaria de precios.
Con sus variaciones específicas, las carnes también recibieron un fuerte aumen-
to en Rosario. La prensa local atribuía esta suba a los intereses especulativos de algu-
nos hacendados, que sólo procuraban aumentar sus ganancias en un período excep-
cional. No se alcanzaba a comprender cabalmente cómo era posible que en el país,
cuya producción ganadera abastecía al mundo entero, los precios de este insumo bási-
co resultaran inaccesibles para gran parte de la población. El retaceo de la abundancia
de carnes en el mercado de consumo era ocasionado por las extraordinarias exporta-
613
Gestos y Muecas, año I, núm. 6, 12/10/1913.
614
Prefiero no abundar demasiado en este problema, dado que fue tratado extensamente por SMITH,
Peter Carne y política..., cit.
615
“La cuestión de la Carne”, QUIROGA, Isidro Memoria presentada…, cit.; “Aumento de la carne”, La
Capital 11/07/1918.
616
Cfr. SMITH, Peter Carne y política..., cit., p. 78.
Del Ocio a la Fábrica 247

ciones. Los medios de prensa tomaron partido por los abastecedores y carniceros,
exonerándolos de toda responsabilidad frente al aumento.
“La causa del excesivo aumento que en breves días llegó al 20%
sobre los anteriores precios, puede buscarse en la especulación
inmoderada de un grupo fuerte de exportadores que aprovechan-
do el momento propicio de la guerra, envía ganado en condicio-
nes apreciables fuera del país, provocando con ello su escasez y
como consecuencia inmediata la suba de tarifas.” 617
La crisis promovió solicitudes de variados sectores orientadas a alentar una mayor
intervención del Estado. Se entendía que el juego económico no podía fluir libremen-
te en momentos tan críticos y que los poderes públicos debían asumir roles excepcio-
nales, compelidos por coyunturas no menos anormales.618 A estas sugerencias, que
propulsaban en sus planteos más radicalizados el abasto municipal de las carnes, res-
pondieron los proyectos reformistas, encarados durante la intendencia de Emiliano
Ferreyra.619 Un conjunto de propuestas fue apenas esbozado, bajo la guía que suponía
el informe redactado por Bialet Laprida —hijo de Bialet Massé— sobre el estado de
la clase obrera local. Los planes se destinaron fundamentalmente a estimular el ahorro
popular, fomentar el seguro, promover el socorro mutuo, propagar la cultura popular
mediante bibliotecas, extender el servicio de la asistencia pública, consolidar la fami-
lia, protegiendo a la mujer y al niño a través de asilos y reformatorios, generar una
agencia de colocaciones para los obreros desocupados, etc. Este abanico de disposi-
ciones, muy a la época, fueron truncadas, debido a la destitución de Ferreyra, pero
manifestaron la actualidad de la preocupación del poder municipal por intervenir en
materia económica y diseñar una política filantrópico-asistencial.620 Sin embargo, pese
a los nuevos roles, al menos discursivamente, asignados al municipio, los empresarios
privados eran quienes “naturalmente” podían revertir la situación.
El Frigorífico Swift La Plata SA había dispuesto invertir en la compra de terre-
nos para instalar una planta en la ciudad de Rosario. Los medios locales ofrecieron
detalles de la noticia no sin dejar traslucir una notable simpatía. La definitiva adquisi-
ción se llevó a cabo en el mes de mayo de 1917. El frigorífico Swift se instalaría a la
brevedad en Saladillo, las expectativas eran enormes y la ansiedad crecía. La firma
había adquirido los terrenos de manos de la Sociedad Anónima “El Saladillo”, que
frente a la crisis consiguió finalmente colocar una importante extensión de tierras para

617
“La carne sigue aumentando y lo hizo en muy pocos días un 20%”, La Capital 11/08/1918.
618
En la sección anterior, se ha referido a ciertas propuestas de intervención estatal que aparecieren
estampadas en los periódicos, como la construcción de obra pública en procura de activar el mercado
de trabajo.
619
La Capital 14/08/1918.
620
Sobre estas cuestiones pueden revisarse los datos recopilados en “Del municipio regulador a la ciudad
activa”, en RIGOTTI, Ana María Municipio y vivienda..., cit,, pp. 33-71.
248 Diego P. Roldán

la formación de un establecimiento industrial. La implantación del frigorífico augura-


ba nuevas urbanizaciones, cuya tipología podría sumar un perfil desconocido al ba-
rrio de descanso. Probablemente, el curso del arroyo y la ubicación de los terrenos en
la jurisdicción de Villa Gobernador Gálvez minimizaban, al menos en los papeles, los
efectos que una industria vinculada con la carne podría acarrear al aristocrático ba-
rrio. De cualquier modo, la nueva configuración de sentido que se generó en el espa-
cio circundante fue aplazada, dado que la empresa frigorífica había decidido aguardar
a una coyuntura más favorable para la instalación de su planta.621
Entretanto, se especulaba también con la potencial instalación de otros frigoríficos,
entre los que sobresalía el perteneciente la firma Armour. La Capital celebró abierta-
mente la posible implantación de estos establecimientos industriales, debido al pro-
greso y al lustre que conferirían a Rosario. Además, dichas empresas se convertirían
en una fuente de puestos de trabajo, que conseguirían mermar los problemas ocasio-
nados por la elevada desocupación, y mediante sus concentrados capitales abaratarían
el costo de la carne para el consumo. Este último argumento, reducía a su mínima
expresión todo tipo de trabas para el montaje de los frigoríficos y, muy por el contra-
rio, alentaba la concesión de todas las facilidades posibles para radicar la inversión en
el municipio. La empresa privada de capital extranjero se constituía en un poderoso
paliativo imaginario para la desocupación imperante. De aquellos apasionados
enfrentamientos entre frigoríficos y hacendados, que caracterizaron la fundación del
Mercado General de Haciendas, no quedaban demasiadas huellas. La reactivación
económica se imponía con urgencia.622 Sin embargo, este entusiasmo inicial fue segui-
do por la necesidad de gestar, como se ha visto, un Matadero Municipal y un Frigorí-
fico Regional apenas la economía comenzó a dar signos de restablecimiento.
El Frigorífico Swift mantuvo la idea de iniciar cuanto antes la construcción de la
planta, aunque estos propósitos fueron dilatados por la deprimida situación económi-
ca. Por su parte, la firma Armour declinó su análogo proyecto, debido a las alternati-

621
La coyuntura no era propicia para la instalación del Frigorífico. La Guerra implicaba que los costos de
producción se elevaran ostensiblemente, debido a que la mayoría de los materiales eran importados.
Los precios de la carne no eran tampoco los más alentadores y además el frigorífico atravesaba una
complicada situación con sus obreros de Berisso que tentaban ingresar a la FORA y generaron episódios
huelguísticos sobre fines de 1917 y principios del año siguiente. LOBATO, Mirta Zaida La vida en
las fábriacas. Trabajo, protesta y política en una comunidad obrera, Berisso (1904-1970), Prometeo
libros/Entrepasados, Buenos Aires, 2001, pp. 165 y ss. No obstante la fuerte alza en la demanda de
conservas luego de la I Guerra habría tornado insuficiente la operatoria del Frigorífico de Berisso, por
tanto la sección conservas abrió sus puertas en Rosario alrededor del año 1922, cuando el Frigorífico
aún no estaba plenamente instalado.
622
“El establecimiento de los frigoríficos traería a Rosario la movilización de importantes capitales
contribuyendo a dar empleo a varios miles de trabajadores que con sus ganancias darían animación a
una buena parte del comercio. Se comprende la conveniencia que existe en que los poderes públicos
de la provincia y la nación den facilidades a las empresas de referencia para la realización de su
propósito.” “Instalación de Frigoríficos. Varios proyectos”, La Capital 08/03/1917.
Del Ocio a la Fábrica 249

vas generadas por “el mercado” alrededor del precio del ganado.623 El solar que Swift
escogió para sus instalaciones respondía a los usos en la localización de este tipo de
industrias. El destino de la producción fundamentalmente estaba orientado a la expor-
tación, por lo tanto el lugar de transformación de las reses en carne debía lindar con la
zona de embarcado. Así, los frigoríficos eran instalados invariablemente a orillas de
algún río caudaloso o directamente del mar.624
En consecuencia, el espacio seleccionado por el Frigorífico para levantar sus
estructuras estaba delimitado por un conjunto de tierras alejadas en la zona Este sobre
la margen Sur del arroyo Saladillo, lindantes con la ribera del río Paraná y que se
encontraban en las inmediaciones del vértice Sur-Oriental de la jurisdicción del muni-
cipio de Rosario. En aquel paraje el arroyo Saladillo se encuentra con el río Paraná,
brindando una accesibilidad fluvial inmejorable. Debido a su ubicación relativa a las
márgenes del arroyo, y a las negociaciones territoriales de los primeros años 1900s.,
los terrenos se hallaban en jurisdicción de la Comisión de Fomento de Villa Goberna-
dor Gálvez.
La operación inmobiliaria se llevó a cabo en mayo de 1917 con la empresa
rosarina que regenteaba el barrio Saladillo. La fracción de tierra en cuestión había
sido adquirida por la Sociedad Anónima “El Saladillo” a partir de la venta del parque
privado del Sr. Eduardo Pini, quien, a su vez, alrededor de los primeros años de la
década de 1910, los había comprado a su anterior propietario, el Ingeniero Abel
Pagnard.625 Remontarse a las primeras especializaciones productivas del terreno remi-
te a la zona difusa, en cuyas proximidades se emplazaba Puerto Plaza de Manuel
Arijón, durante las últimas décadas del siglo XIX.626
La adquisición de terrenos por parte de la firma Swift La Plata S.A. culminó en
1925. Una vez levantado el frigorífico, los terrenos adyacentes, que sumaban una
superficie de 589.615,49 m2, fueron empleados en la construcción de un campo de

623
La Capital 21/07/1917.
624
Cfr, BOURDE, Guy Buenos Aires…, cit.
625
Reconstrucción efectuada a partir de los planos del Municipio de Rosario: Plano General del Municipio
del Rosario de Santa Fe, 1908. Publicado por el Departamento de Obras Públicas de la Municipalidad,
Ingeniero Director Héctor Thedy. Aprobado por el Intendente Santiago Pinasco el 10 de abril de 1905,
Rosario; Plano General del Municipio de Rosario de Santa Fe. Publicado por el Departamento de
Obras Públicas de la Municipalidad de Rosario. Ingeniero Director Ramón Araya, Impresión autorizada
por el intendente Isidro Quiroga, 23 de agosto de 1909. Secretario Juan Álvarez, Establecimiento
Gráfico Welfin, Rosario, 1910; Plano del Municipio de Rosario de Santa Fe, 1915. Publicado por el
Departamento Municipal de Obras Públicas. Ingeniero Director Juan Barberis. Intendente Oscar Meyer.
Secretario Pedro Palenque, Rosario, 1915; Plano del Municipio de Rosario de Santa Fe 1927; Plano
del Municipio de Rosario 1930. Confeccionado por el Departamento Municipal de Obras Públicas.
Ingeniero Director Mario Morgantini. Intendente Municipal Dr. Alejandro Carrasco. Secretario de
Hacienda y Obras Públicas Don Pantaleón Martínez Zurbano. Secretario de Gobierno Dr. González
Sabathie, Litográfica Jacobo Peuser, Rosario, 1931.
626
Según figura en el Censo Provincial de 1887.
250 Diego P. Roldán

Golf, destinado al esparcimiento de los directivos de la empresa.627 Esta ampliación se


verificó a través de la compra de una nueva fracción de tierra perteneciente a la Socie-
dad Anónima “El Saladillo” y la adquisición del edificio que albergó durante la déca-
da de 1920 a un nosocomio de la Liga Argentina de Lucha Contra la Tuberculosis,
conocida popularmente como la “Casa de la Salud”.628 Ambos gestos se inscriben en
una suerte de exhumación de los antiguos usos y hábitos que caracterizaron al barrio
regenteado por la Sociedad Anónima. No obstante, las nuevas condiciones del espa-
cio social impidieron la realización de ese proyecto.629
Los agentes y representantes del Frigorífico Swift sustentaron su opción por el
terreno en estrecha relación con la estrategia productiva y comercial que estaban dis-
puestos a diseñar. Las zonas adyacentes al ejido urbano de Rosario ofrecían a la em-
presa norteamericana numerosas y atractivas ventajas. Las prácticas desplegadas so-
bre el espacio denotan una racionalidad económica que intentaba cubrir, a través de la
localización industrial, objetivos de corto y largo alcance. La ubicación permitía el
fácil acceso a la exportación de los productos elaborados, a esto concurrían la cerca-
nía de las aguas del río Paraná y del arroyo Saladillo, las vías del Central Argentino y
del Ferrocarril Francés de Rosario-Puerto General Belgrano y del Ferrocarril a la
Provincia de Buenos Aires, que divide la traza urbana de Villa Gobernador Gálvez.
Por añadidura, la locación gozaba de tres accesos de primer orden en sentido Norte-
Sur: Bv. Oroño, San Martín y Ayacucho, algo recostado sobre el Oeste Av. Ovidio
Lagos.

627
MORAL, Fray Dionisio y SIMÓN, Omar A. Barrio Pueblo Nuevo, Ciudad de Villa Gobernador
Gálvez. “Reseña histórica”, Villa Gobernador Gálvez, 1998, 41 pp. En esos terrenos se encuentra
actualmente la Planta Nueva del Frigorífico.
628
A principios del siglo XX este edifico constituía el Palacio Pagnard, que había sido retratado en el
álbum publicitario que lanzó la Sociedad Anónima el Saladillo en 1905 como una de las mayores
obras arquitectónicas con las que contaba por entonces el barrio. Las escrituras de venta de este solar
se encuentran en el Registro del Colegio de Escribanos, Escritura de 7 de octubre de 1925. MORAL,
Fray Dionisio y SIMÓN, Omar A. Barrio Pueblo Nuevo..., cit.
629
En 1926 la Liga Argentina Contra la Tuberculosis buscaba afanosamente instalar su Sanatorio en
algún rincón del barrio Saladillo. Las propiedades curativas del espacio, aún agreste, seguían
reverberando en el imaginario de sus directores. Sin embargo la propuesta chocó con importantes
obstáculos. El terreno alternativo al chalet de Pagnard estaba ubicado en Avenida San Martín y Arijón.
Por lo tanto, varios vecinos del barrio elevaron su voz para impedir que el nosocomio se instalara allí.
La localización no lograría la asepcia necesaria que debía recubrir a una estructura consagrada a una
patología infecto contagiosa. El lugar estaba situado en la intersección de arterias particularmente
animadas del barrio, implicando posibilidades de contagio e impidiendo el debido aislamiento de los
enfermos. (10/02/1926). Digesto Municipal. Ordenanzas, decretos, acuerdos, reglamentos, contratos,
etc. de la Municipalidad de Rosario. República Argentina, 1926, Imprenta J. B. Ravini, Rosario,
1930, pp. 520-521. La mayor parte de los empleados y los directivos del frigorífico, por su parte,
rápidamente trasladaron sus residencias fuera del barrio hacia lugares de menor contacto con las
masas obreras.
Del Ocio a la Fábrica 251

Sedujo, también, a J. Hudson, director del frigorífico de Rosario, la cercanía de


un mercado próximo tan importante. La segunda ciudad de la Argentina, que contaba
por entonces con cuatrocientos mil habitantes. Quizá convenga aquí insertar un cua-
dro que contemple la evolución poblacional de la ciudad de Rosario desde fines del
siglo XIX hasta promediar los años 1920.

Año de levantamiento y jurisdicción Cantidad total de habitantes


que ordena los Censos
(Rosario 1858-1925)

1858 Confederación Argentina 9.785


1869 Nacional 23.169
1887 Provincial 50.914
1900 Municipal 112.461
1906 Municipal 150.686
1910 Municipal 192.278
1914 Nacional 222.592
1925 Municipal 406.469
Fuentes: FALCÓN, Ricardo, et al. “Élites y sectores populares...”, cit. Primer Censo Municipal
1900; Segundo Censo Municipal 1906; Tercer Censo Municipal 1910; Tercer Censo Nacional
1914; Cuarto Censo Municipal 1925.630

Al parecer a mediados de la década de 1920, esta plaza comercial ingresó en una


coyuntura de expansión sostenida, que la tornaba especialmente propicia a los ojos de
los inversores norteamericanos. Se trataba de capturar una demanda potencial en cre-
cimiento, destinada a completar las exportaciones, dando, a la vez, salida a los pro-
ductos cárnicos y promoviendo las industrias secundarias. Este apéndice resultaría
vital en caso de que los ciclos de exportación tuvieran comportamientos depresivos.
El mercado latente no sólo proveería al frigorífico de consumidores ávidos de carnes
rojas, sino también de la fuerza de trabajo que animaría las faenas diarias de la planta.
Los trabajadores llegarían por varios conductos, el más frecuente las líneas 8 y 11 de
los tranvías eléctricos, a partir de 1925 la línea 8 extendió su recorrido hasta Villa

630
Las variaciones en la tasa de crecimiento demográfico en los censos del siglo XX son las siguientes:
1900-1906 34% (5,6% anual); 1906-1910 28% anual (7% anual); 1910-1914 15% (3,75% anual);
1914-1925 79% (6,58% anual).
252 Diego P. Roldán

Gobernador Gálvez, constituyéndose, luego, una segunda línea denominada 8 bis.631


Además, algunos ómnibus privados servían también a Swift.632
A estas ventajas, se añadía la abundante dotación de materias primas, fundamen-
talmente ganado vacuno, al que luego se incorporó el lanar y porcino; en la misma
forma existían innumerables aprovisionamientos de forrajes para la cría del ganado.
Los animales permanecerían retenidos en los corrales de Villa San Diego y serían
trasladados desde allí a las playas de matanza. La localización del establecimiento
permitía el incremento y la diversificación de actividades con la finalidad de evitar el
dispendio de la fuerza de trabajo, la energía, el combustible y los desperdicios. Las
infraestructuras de comunicación, ya fueran calles, vías férreas, cursos fluviales nave-
gables por barcos frigoríficos de gran calado, redes tranviarias y recorridos de ómni-
bus eran las condiciones materiales necesarias para la afluencia de materia prima y
mano de obra, así como las salidas de los productos tanto hacia la exportación como
a la comercialización en Rosario.633
Villa Gobernador Gálvez ofrecía, además, ciertas ventajas adicionales. La inexis-
tencia de un ente Municipal constituido, si bien representaba algunas dificultades para
la provisión de servicios a la planta frigorífica, compensaba largamente estos leves
obstáculos con una carga impositiva notablemente menor, la ausencia de controles
exhaustivos, las facilidades de radicación y desarrollo de las actividades productivas
y comerciales.
Los trabajos de construcción del establecimiento se iniciaron en 1922 y para
mayo de 1924, casi habían sido totalmente finalizados. Quinientas toneladas de carne
congelada se despacharon el penúltimo día de 1924, desde el embarcadero del Frigo-
rífico Swift, sobre una barca de Lamport and Holtline, “El Murillo”, de bandera ingle-
sa. El destino de la carga, el puerto de Brermehaeven en Alemania. El frigorífico,
diseñado por el Ingeniero M.A.A. Burns, estrenaba sus instalaciones e inauguraba sus
actividades de exportación.634
El Swift inició sus compras de insumos, vinculadas en principio a las haciendas
tipo “Continental” y “Conserva”.635 Sus instalaciones continuaban habilitándose en
1925 y la capacidad de faenamiento se ampliaba día tras día.636 Rápidamente, el volu-

631
ET HCD septiembre 1925, fs. 235,332-333.
632
La línea que llegaba casi hasta el Swift era la “L”, que infructuosamente intento ampliar su recorrido
hasta la puerta del establecimiento en agosto de 1930. ET HCD enero-febrero-marzo 1930, f. 424.
633
Una estrategia semejante escogió el Frigorífico Armour, en 1926. Cuando ensayó, sin mayor
consecuencia, instalarse en la vecina localidad de Alvear, donde también funcionaba una Comisión
de Fomento y las facilidades resultaban enormes, aunque este pueblo no se hallaba tan próximo a
Rosario y las salidas fluviales no eran tan inmediatas, sin alejarse en demasía de la reducida área
urbanizada. Sus planos fueron rechazados por el Poder Ejecutivo Nacional por encontrarse fuera de
línea de construcción y en un terreno poco firme. Cfr. La Capital 26/02/1926.
634
La Capital 30/12/1924.
635
La Capital 25/01/1925.
636
La Capital 11/02/1925.
Del Ocio a la Fábrica 253

men de actividades del Swift sobrepasó a los Mataderos Municipales. Sus remanentes
no exportables debían ser colocados en otra plaza, y a tal fin se había decidido su
ubicación estratégica inmediata a Rosario. De modo que, en marzo de 1925, a sólo
tres meses de su inauguración, el frigorífico pidió autorización para ingresar carnes al
municipio. La iniciativa fue recibida no sin cierto recelo por los funcionarios munici-
pales, los miembros de la Sociedad de Abastecedores y los de la Sociedad Rural de
Rosario.637 Atrás habían quedado, ya casi olvidados, los auspicios dispensados a la
empresa y los ofrecimientos incondicionales de 1917, los augurios de éxito y progre-
sos que sintetizaba Swift se habían desvanecido junto con la crisis. A medidos de
1920, de todo aquello sólo habían medrado, sin proporción, las amenazas de compe-
tencia desleal.
Las reticencias de varios sectores generaron una profunda preocupación. Para
evaluar la situación del ingreso al municipio de carnes provenientes del Swift, se
formó una comisión encargada de dirimir este asunto, que por cierto resultó bastante
espinoso. Si bien era necesario propender a la baratura de los artículos de primera
necesidad para favorecer a la población consumidora, el ofrecimiento del Swift de
vender carne a costo reducido en Rosario había provocado la indignación de los
abastecedores y otros intermediarios. También, el bienestar de los habitantes, medido
en términos de abaratamiento de las subsistencias, representaba un obstáculo para
elevar el monto de los impuestos municipales a la matanza, imposibilidad que al mis-
mo tiempo representaba la sentencia de muerte de los Mataderos Municipales. Swift
contaba con la ventaja de una producción libre de los gravámenes que alcanzaban a
los abastecedores y a los comerciantes de Rosario. Esta operatoria establecía clara-
mente una situación de privilegio ante el Municipio. La prensa abogaba por el inicio
de las transacciones del frigorífico en el mercado local, pero advertía que éstas no
deberían lesionar los intereses de terceros. El difícil acuerdo recalaba en manos de
una comisión especial, nombrada a efectos de destrabar la situación.638
La comisión encargada de establecer la modalidad de venta del Frigorífico Swift
era ante todo un ente que reunía a los sectores involucrados. Finalmente, quedó inte-
grada por los presidentes y algunos vicepresidentes de las siguientes instituciones:
Sociedad Rural de Rosario (Joaquín Marull y Leopoldo Uranga), Sociedad Unión
Abastecedores (Antonio Cingolani), El Centro de Consignatarios (Francisco Madrid),
Frigorífico Swift La Plata S.A. (Quintin Munce). Por la Municipalidad de Rosario:
Contador Hiram Calogero (Asesor Contable) y Dr. Nicolás R. Amuchástegui (Asesor
Legal). En la primera reunión se decidió pedir los antecedentes que sobre el tema
hubieran reunido los municipios de La Plata y Córdoba. La alarma de este grupo
respecto a las nuevas intenciones del Swift era algo inmoderada. A sus ojos, todo el

637
La Capital 08/03/1925. Los abastecedores habían planteado ya su enérgico desacuerdo por tratarse
de un proyecto que, a su modo de ver, era el puntapié inicial del proceso de trustificación del mercado.
638
“La venta de Carne en la ciudad”, La Capital 12/04/1925.
254 Diego P. Roldán

proceso de producción y comercialización de la carne quedaría en manos del frigorí-


fico que detentaría un dominio inexpugnable.
“Enormes prejuicios que traería a la comuna en tanto el Frigorífi-
co Swift absorbería los productos de los Mataderos, de los
abastecedores, consignatarios, carniceros y establecimientos que
fabrican productos derivados.” 639
Un mes después, insistían con diagnósticos igualmente poco alentadores, sobre
la introducción de carnes por parte del frigorífico:
“...se trata de un grave problema que merece ser estudiado con
muchísimo detenimiento porque abarca puntos de capital impor-
tancia que entre los que podría encontrarse involucrada la futura
desaparición de los Mataderos Municipales, lo que implica un serio
peligro para el municipio.” 640
Las demoras en la resolución de la Comisión eran propias de su funcionamiento
burocrático incompatible con las urgencias del mercado. El grupo no había elegido
las reuniones plenarias como mecanismo resolutivo, antes prefirió realizar análisis
individuales de la propuesta de Swift, exponiéndola, además, a la consideración de
otros miembros de las distintas sociedades. Ante el retraso, el frigorífico inició activi-
dades de comercialización sin autorización. Al menos, así lo denunciaba el concejal
Della Cella en junio de 1925.641
En vista de los acontecimientos, el dictamen de la comisión se expuso a conside-
ración del Intendente, y éste reglamentó un decreto que estableció los impuestos que
el frigorífico debía abonar en concepto de introducción de carnes al municipio.642 Las
operaciones comerciales que realizara el Swift en jurisdicción de la Municipalidad de
Rosario quedaban reglamentadas por la Ordenanza General de Impuestos vigente en
1925. En consecuencia, la carga que se dispuso sobre la entrada de carnes fue especi-
ficada para el frigorífico Swift, en forma proporcional, sobre los siguientes rubros:
“...res, media res, cuarta res, considerándose como lo último cualquier fracción me-
nor.” 643

639
“Se reúne la comisión para establecer la venta del Frigorífico Swift en Rosario”, La Capital 21/04/
1925.
640
“La Solicitud del Frigorífico. El estado del asunto”, La Capital 12/05/1925.
641
Se argumentaba que el frigorífico posiblemente no abonaba ningún impuesto en concepto de
introducción de carnes al Municipio. ET HCD agosto 1925.
642
“Estableciendo el Impuesto que deba abonar el Frigorífico Swift por las carnes que introduzca al
municipio”, en Digesto Municipal. Ordenanzas, decretos, acuerdos y reglamentos, contratos, etc.
Municipalidad de Rosario (Provincia de Santa Fe, República Argentina) dictados en el año 1925,
Imprenta J. B. Ravini, Rosario, 1930, pp. 707-712.
643
“Estableciendo el Impuesto...”, cit., p. 707.
Del Ocio a la Fábrica 255

Sobre todo el último rubro, que homologaba la carga que pesaba sobre un cuarto
de res (aproximadamente 70 kg.) a cualquier fracción inferior, desató la polémica.
Quintin Munce argumentó que este subterfugio no hacía más que violar el principio
constitucional de la equidad fiscal. Por otra parte, consideró en el mismo plano el
impuesto a las menudencias que introdujera el frigorífico, ya que estas partes no esta-
ban gravadas ni para su producción en el propio Matadero Municipal. La comisión se
mantenía en su argumento, más allá de las disidencias expresadas por Munce.
El intendente Pignetto, consideró procedente y conveniente la introducción a
Rosario de carnes originadas por las actividades del frigorífico, ya que promovía la
competencia y beneficiaba al consumo. No obstante, tomó partido en varios de sus
reparos a favor de la mayoría de la comisión y particularmente se sintió a gusto con
los argumentos de los representantes de la Sociedad Rural. Antes de aclarar que el
Estado no podía, en ningún caso, impedir la libre circulación de mercancías y que
sobre este terreno debía atenerse sólo a colocar las cargas públicas, sustentadas en el
principio de la equidad fiscal, se hizo eco del pedido de construcción de los Nuevos
Mataderos. La actual infraestructura de los productores locales y del municipio no
podía oponer ningún tipo de resistencia a la producción del frigorífico estadouniden-
se, los impuestos establecidos otorgarían el tiempo necesario para la construcción de
una infraestructura tan anhelada como prorrogada. El Nuevo Matadero Municipal
recobraba impulso a partir de la reciente desaparición del Mercado General de Ha-
ciendas (1923); la Sociedad Rural y el Municipio quedaban desguarnecidos frente a
cualquier intento de penetración en el mercado.644 En la retórica de Pignetto el nuevo
establecimiento municipal para la matanza aparecía como la alternativa al inminente
monopolio de Swift, para ello el Intendente invocaba las razones expuestas por los
miembros de la Sociedad Rural.
“...debe existir la competencia entre las empresas Frigoríficas y
los Matarifes, para beneficio de la población, si bien se agrega,
más adelante, que, para la efectividad de esa competencia es in-
dispensable la construcción previa de Nuevos Mataderos Mode-
los.” 645
El municipio había quedado en un lugar incómodo, debía atender a sus intereses,
a los de los productores de ganado y a los de los comerciantes de carne. Al mismo

644
En 1924, el Mercado General de Haciendas puso a la venta sus terrenos y edificaciones radicadas en
Saladillo. Hacía unos años que había dejado de operar en la plaza. “En el Saladillo. Con grandes
facilidades de pago. Se vende la espléndida casa que era de la Sociedad Anónima Mercado General de
Haciendas, construida en niveles y con materiales de primer orden.” La Capital 07/11/1924.
645
“Estableciendo el Impuesto...”, cit., p. 707. Es notable que esta reglamentación es una de las pocas
que se incluyen en la documentación de digestos, con los argumentos de la Comisión Especial para el
Estudio del problema seguida por la argumentación del Intendente. En cierta forma, este espacio
excepcional consagrado a la cuestión evidencia su importancia.
256 Diego P. Roldán

tiempo, necesitaba aparecer como prescindente en materia de intervención económica


y no perjudicar a los consumidores imponiendo impuestos elevados a un bien de con-
sumo elemental. A mediano plazo, la situación generada a partir de esta reglamenta-
ción fue compleja y derivó en la posterior instalación de nuevos controles.
Al igual que la introducción de carne, la afluencia de ganado que se dirigía al
Swift provocó no pocos malos entendidos con la población del barrio Saladillo. Mien-
tras se efectuaban los preparativos para los muy concurridos y no menos distinguidos
carnavales de 1926, el concejal Morcillo, a la sazón vecino del barrio, denunciaba el
desagradable y peligroso paso de haciendas por las arterias principales de Saladillo.
El miembro de la bancada del PDP señalaba que “...actualmente en Barrio Roque
Saenz Peña [Saladillo] no se puede vivir por la cantidad de animales que pasan al
frigorífico con el peligro que es de suponer para los habitantes del paraje.” 646 Según
parece, los vacunos eran conducidos por las calles principales del barrio, ya no con
rumbo al antiguo Mercado General de Haciendas, caído en desgracia promediando
los años 1920s., sino con destino al frigorífico estadounidense. Los agentes
abastecedores de Swift conducían sus haciendas desde los Mataderos Municipales de
Rosario hacia el frigorífico, que compraba ganado suplementario en el mercado que
funcionaba anexo a los Mataderos. Trasladar la hacienda en pie era lo más aconseja-
ble y, desde el punto de vista de la ganancia, conveniente. Swift estaba equipado con
una playa de matanza, los impuestos devengados por esta actividad eran notablemen-
te inferiores a los que cobraba el Matadero Municipal. La Comisión de Fomento de
Villa Gobernador Gálvez se mostraba extremadamente permisiva con las actividades
de matanza, pues aun así, de ellas se derivaba más de la mitad de su presupuesto.647 En
consecuencia, muchos productores guiaban su ganado con dirección Norte-Sur y en el
trayecto atravesaban el barrio Saladillo.
La intendencia fijó una ruta para que las tropas en pie bordearan el barrio,648 sus
prevenciones usualmente fueron desoídas.649 Además, muchas tropillas trasladadas no
eran declaradas al mercado existente en Mataderos y sin mediar autorización alguna
se dirigían directamente hacia el Frigorífico Swift.650 Esta problemática se agravó en
la medida en que el espacio de Saladillo dejó de tener relevancia para la jurisdicción
municipal, aunque conviene decir, que comenzó a demandar otro tipo de atención

646
DS HCD 1925, 29/05/1925, p. 256.
647
ET HCD diciembre 1934, f. 5870. Tomo consagrado al Presupuesto 1935.
648
“Prohibiendo el tránsito de Hacienda por Barrio Roque Saenz Peña. Decreto de la Comisión de
Gobierno: Las haciendas propiedad del Frigorífico Swift que desde los Mataderos son conducidas a
los corrales en Villa Diego deberán seguir el siguiente camino. Camino del Matadero, Del Molino
Colorado, el camino entre las propiedades de J. Erramuspe y Herederos de Carlos Casado, cruzar por
el puente de hierro existente de al línea del Ferrocarril de Rosario a Puerto General Belgrano hasta el
límite del Municipio en le Saladillo” DS HCD 1925, 29/05/1925, f. 256.
649
DS HCD 1925, 31/07/1925.
650
ET HCD noviembre 1927, f. 547.
Del Ocio a la Fábrica 257

dada la nueva tipología social de sus habitantes. En vísperas del último carnaval aris-
tocrático de Saladillo, durante el verano de 1929, el tránsito de haciendas era escanda-
loso y provocaba enormes complicaciones, sin embargo, el municipio permanecía
ajeno a la problemática.
“...quejas sobre la inmensa cantidad de ganado vacuno y caballar
que anda deambulando [...] se cuentan diariamente y en distintas
horas 80 y más animales, destrozando cercos, tapias y jardines,
etc., no obstante correr un serio peligro para el vecino, pues debi-
do a los fuertes calores reinantes las bestias se encuentran excita-
das y tratan de embestir a quien ven pasar, como no hace poco al
salir de un comercio de aquella zona fue atropellado un niño por
una vaca dejando a la infeliz criatura desnuda.”651
A ojos de las autoridades el frigorífico había hecho un doble trabajo. El primero,
consistía en atraer población de calidad social dudosa, poco compatible con la élite
que emprendía el éxodo de aquel paraje de retiro, pese a que no se resignaba total-
mente a perder su fastuoso corso. El segundo, tiene correlación con la circulación de
carnes por las inmediaciones, paso que merecía un control tan ajustado como la nueva
población residente.
Sobre el primer proceso ensayaremos algunas explicaciones en el apartado pos-
terior. Cabe, entonces, considerar el control de los trayectos de la hacienda y del
cobro de impuestos. A estos fines, el municipio creó una serie de puestos de
controladores que estaban encargados de percibir las tasas correspondientes. Estas
inspecciones, alrededor de los primeros años 1930s., resultaban insuficientes. Sin
embargo, la Municipalidad carecía de fondos para aceitar el funcionamiento, la nece-
saria demanda de personal extra incrementaría excesivamente el presupuesto destina-
do a sueldos, aunque, al mismo tiempo, estos cargos de control generarían nuevos
ingresos para el Municipio.652
El Frigorífico Swift, en la coyuntura de crisis, ingresaba más carne al municipio
que usualmente, a tales fines había habilitado una carnicería apenas separada de Ro-
sario por un puente de no más de veinte metros. La carne proveniente de la firma
Swift, que trasponía la jurisdicción municipal de Rosario, presentaba unos precios de
mercado palmariamente menores. Por lo tanto, estas incursiones perjudicaban al Mu-
nicipio en un doble sentido. Primero, el tesoro municipal no lograba percibir los im-
puestos correspondientes a la introducción de materia cárnica sacrificada fuera del

651
“Despreocupación de las autoridades de Rosario por Barrio Roque Saenz Peña”, La Capital 02/02/
1929.
652
El pedido de incremento del personal en esta ocupación de control se funda en la importante recaudación
que implicaba este rubro y la dificultad de los cobros ocasionados por la insuficiencia del personal.
Aún con estas deficiencias la recaudación se elevaba a $300 m/n diarios. ET HCD enero, febrero,
marzo 1930, f. 1325.
258 Diego P. Roldán

municipio. Segundo, el Nuevo Matadero Municipal, pese a su gran capacidad instala-


da, que daba la posibilidad de enfrentar al Swift sin enormes dificultades, no lograba
colocar su producción en el mercado.653 Muchos vendedores al menudeo preferían
adquirir los productos económicos ofrecidos por el frigorífico estadounidense o por
sus intermediarios antes que contratar el abasto en Rosario, donde los impuestos,
controles y trámites burocráticos se multiplicaban.654
La competencia entre los Nuevos Mataderos y el Swift se desplegó a lo largo de
la difícil década de 1930. El establecimiento municipal fue relativamente protegido
por el Municipio, recibiendo, durante los primeros años 1930s., un apoyo casi incon-
dicional de las corporaciones de productores y de abastecedores. Así, en 1934, se
destacaba un proyecto de modificación del régimen impositivo para la introducción
de carnes al municipio de Rosario. La Comisión de Fomento de Villa Gobernador
Gálvez no dudó en sintetizar con una frase emblemática el emprendimiento: “...de
acuerdo al proyecto de comisión, pagaría más quien introduce carne, que quien faena
en el Matadero Municipal” 655 El Municipio amparaba las actividades de su Nuevo
Matadero mediante una agresiva legislación fiscal. Esta situación no era homologable
a la que se produjera al promediar la década de 1920, debido fundamentalmente a que
en ese momento se trataba de salvaguardar un establecimiento que se encontraba en
una posición de fuerte debilidad relativa. En los 1930s., se trataba de poner en funcio-
namiento un sistema normativo capaz de derivar una mayor cantidad de actividades
hacia el Matadero y Frigorífico Municipal, la rivalidad con el Swift se expresaba sin
mediaciones de ninguna especie. En la tan mentada disputa por el mercado, el munici-
pio cumplía un rol primordial, al poner al servicio de sus emprendimientos mecanis-
mos impositivos. A la sazón, estos controles sobre el ingreso de mercancía dentro de
territorios jurisdiccionales estaban en boga en el ámbito nacional, a partir de las ba-
rreras arancelarias que se implementaron a escala global en los inicios de la crisis de
1929.
La nueva inventiva que pergeñaba el Municipio era cobrar un impuesto inacce-
sible sobre el ingreso de carnes, de modo tal que los costos por faenar en el matadero
fueran inferiores a los ocasionados por la instrucción de carnes.656 Esto claramente
implicaba centralizar la matanza de reses en los mataderos de Rosario, inutilizando

653
El 15 de diciembre de1929 una denuncia del Centro Abastecedores establecía que en Rosario operaban
unos 43 abastecedores que faenaban a diario unos 280 animales, 6 1/2 reses por abastecedor. El
frigorífico Swift introducía 120 vacunos, en una proporción semejante, había 20 acopiadores del
frigorífico que no abonaban matrícula ni tasas. ET HCD Presupuesto, abril 1933, f. 756.
654
En 1929, los abastecedores de Rosario reclamaban por las matriculas e impuestos que debían abonar
para obtener la habilitación en el ramo, mientras los acopiadores del Swift introducían mercancías
con vehículos sin patente municipal, no pagaban impuestos, y no sufrían las inspecciones debido a
que sus transportes no eran sencillamente identificables. ET HCD Presupuesto, abril 1933, fs. 793-
797.
655
ET HCD diciembre 1934, f. 5869, Presupuesto de 1935.
656
ET HCD diciembre 1934, f. 5869, Presupuesto de 1935.
Del Ocio a la Fábrica 259

las playas destinadas a tal actividad en el vecino Frigorífico Swift y absorbiendo, así,
todas las regalías de la actividad. El Frigorífico extranjero fue colocado en una encru-
cijada: renunciar a la introducción masiva de carnes o bien faenarla en los Mataderos
Municipales de Rosario.
En reiteradas oportunidades, Swift había puesto en cuestión las políticas de co-
bro fiscal arbitradas por la Municipalidad. En 1932, inició juicio al Municipio por
duplicación de pago de impuestos durante el período 1929-30.657 La empresa delimi-
taba su territorio, exponiendo claramente sus objeciones a maniobras que comporta-
ban su sometimiento al rigor de lo que entendían como iniquidad fiscal. Lentamente,
estas primeras ofensivas del frigorífico, sumadas a la baratura de sus productos en un
contexto de crisis, tendieron a erosionar los pilares de la alianza que soportaba las
medidas impositivas municipales: la Sociedad de Abastecedores y la Sociedad Rural.
Hacia 1935, ambas corporaciones, que habían prestado un apoyo irrestricto a las po-
líticas tributarias del gobierno local, pusieron en cuestión el régimen impositivo que
pesaba sobre la introducción de carne por parte del Frigorífico Swift. Los acopiadores
objetaron que el incremento en las tasas sobre reses, trozos y menudencias provenien-
tes del Frigorífico Swift repercutiría negativamente en el precio de abasto y finalmen-
te en los mostradores de las carnicerías. El encarecimiento de un producto básico, por
la vía indirecta de un impuesto cargado al precio de consumo final, tendría por conse-
cuencia inevitable el deterioro del nivel de vida de los trabajadores y sectores más
humildes de la sociedad.658
En rigor, los abastecedores se habían dividido a mediados del primer lustro de
1930. La coyuntura de la crisis era completada por la construcción del Nuevo Mata-
dero, ambos factores elevaban los costos de producción y comercialización. En tal
caso, la crisis generó un alza inflacionaria de precios y la estructura pendiente del
matadero demandaba un periplo de las haciendas desde el Mercado, como se ha di-
cho, hasta los Viejos Mataderos de Tablada. Algunos abastecedores eligieron abando-
nar las seguridades que brindaba el Matadero Municipal, y ante las mejores condicio-
nes que proponía Swift optaron por asociarse a la firma extranjera. De este modo, en
1930, los abastecedores ya no formaban un bloque homogéneo ni peticionaban con
objetivos semejantes. Antes bien, pueden percibirse entre sus filas las mismas contra-
dicciones y desavenencias que existían entre el Matadero Municipal y el Frigorífico
Swift; los agentes se enfrentaban en la producción, en términos de volúmenes, pero el
abastecimiento del mercado rosarino era el punto clave de la controversia. Las expor-

657
ET HCD enero, febrero, marzo 1930, f. 150. La comunicación data de 20/06/1932 y la suma por la
que se inician las acciones asciende a $35.173,63 m/n.
658
ET HCD junio 1935, t. 1, f. 1383. Esta petición fue rechazada por la comisión de presupuesto y tasas
el 22/03/1935.
260 Diego P. Roldán

taciones definitivamente eran un terreno en el cual el poderío norteamericano resulta-


ba inamovible.659
El otro puntal de las propuestas, para controlar vía impuestos las actividades de
ingreso de carnes del Frigorífico Swift, había sido la Sociedad Rural de Rosario. Sin
embargo, ante la concreta suba del impuesto ésta adoptó una posición casi inesperada.
“De sancionarse los impuestos de la forma propuestas las grandes
empresas que sacrifican ganado fuera del municipio, Frigorífico
Swift por ejemplo, reducirán notablemente sus compras por las
desventajas de poder colocar, sus carnes frente a los nuevos
gravámenes y esto, indudablemente perjudicaría primero a los pro-
ductores de carne y luego a los consumidores. De ocurrir esto la
municipalidad habría conspirado contra el mayor consumo de car-
nes y contra sus propios intereses al ver notablemente disminui-
dos sus ingresos fiscales.” 660
Según la Sociedad Rural, toda la cadena de producción sería afectada por una
medida tributaria como la que preparaba el Municipio de Rosario. La naturaleza de la
disposición comprometía de igual forma a productores y consumidores y, por ende,
planteaba una situación negativa para ambos grupos. No obstante, debe tenerse en
cuenta, que la utilización de los consumidores, en los argumentos de los hacendados,
siempre fue algo engañosa y no pocas veces se mostraba teñida de una dosis de mani-
pulación y de retórica vacía. Si bien, en líneas generales, se ha establecido que los
años 1930s. fraguaron una oposición irreductible entre los frigoríficos y los grandes
hacendados, debido a que los primeros canalizan la mayor parte de los dividendos de
la actividad dejando rezagados a los segundos,661 este hecho parece no ser tan senci-
llamente verificable en los comportamientos mantenidos por la Sociedad Rural de
Rosario y Frigorífico Swift durante el período. Al parecer, la constricción de la de-
manda externa, la caída en los niveles de matanza y la depreciación del valor de la
carne, ante un consumo deprimido, derivó en una situación crítica tanto para los ha-
cendados como para los frigoríficos. Ambos, durante el primer quinquenio de la déca-
da de 1930, se orientaron a realizar su capital, en medio de un proceso de crisis de

659
Las exportaciones de carne efectuadas por el Frigorífico Swift de Rosario, durante el primer mes de
1929, alcanzaba en Bovinos enfriados 4.141 cuartos delanteros (376 toneladas) y 4.679 cuartos traseros
(378 toneladas) 302 reses de carne congeladas con 9 toneladas; 58 toneladas de menudencias congeladas
y 4 toneladas de cortes bovinos enfriados a Amsterdam, Londres y Líverpool. Una mirada rápida a
estos datos marca el privilegio de las carnes enfriadas sobre las congeladas tal como lo demostró
SMITH, Peter Carne y política..., cit. Por otro lado, se observan enormes volúmenes de exportación
frente a los cuales el Matadero Municipal aparecía impotente.
660
ET HCD diciembre 1934, f. 5880, Presupuesto para 1935.
661
Supuestamente, con el Pacto Roca-Runciman se rehizo la alianza entre ganaderos y grupos económicos
británicos, contrariando los intereses de los frigoríficos norteamericanos. Cfr. SMITH, Peter Carne y
Política..., cit., pp. 137 y ss.
Del Ocio a la Fábrica 261

sobreproducción. En este sentido, los hacendados no se sintieron vejados por los ba-
jos precios que abonaba Swift durante el período y aunaron fuerzas para que el frigo-
rífico pudiera vender libremente en la plaza rosarina. Obviamente, el incremento de
introducción de carnes faenadas en la planta Swift al Municipio implicaba un aumen-
to en las ventas de los ganaderos a los acopiadores del frigorífico. Al igual que en
1917, cuando tocaba a su fin la crisis de la Primer Guerra, los objetivos comunes
planteados por una situación extraordinaria acercaban a presuntos enemigos
irreductibles: la Sociedad Rural de Rosario y el Frigorífico Swift se asociaron, en los
primeros años 1930s.
La obstinación del Municipio por imponer este tipo de normativa fue cediendo
ante la presión sectorial. A fines de 1935 la ordenanza de impuestos para la introduc-
ción de carnes fue flexibilizada y los costos que debía asumir el frigorífico se reduje-
ron. Del mismo modo, se retrocedió en el intento de centralizar todas las actividades
de matanza de la región en el Matadero Municipal. Sin embargo un reglamento, que
redobla en rigor a los por entonces vigentes, fue diseñado apenas dos años después.
El 28 de abril de 1937, se establecía el Reglamento de Introducción de Carnes
al Municipio. Éste, antes que imponer fuertes o nuevas tasas, establecía estrictos con-
troles para evitar la entrada ilegal de productos cárnicos al municipio. Su articulado
dividido en veinticuatro puntos, señalaba una voluntad de vigilancia que se desplega-
ba sobre la figura de los abastecedores del Frigorífico Swift. Nuevamente, el espíritu
de la ordenanza podría enmarcarse en la exigencia de inspeccionar la introducción de
carnes desde el frigorífico, para evitar una competencia desleal con el Matadero y, a
un solo tiempo, reactivar la recaudación. La severidad, complejidad burocrática y
orientación de la vigilancia hacia las actividades de la firma Swift puede comprobarse
plenamente en el cuerpo del texto.
“El servicio de control en el frigorífico Swift se hará en dos tur-
nos. Uno por la mañana con tres empleados y otro por la tarde con
dos empleados. Uno de los empleados de cada turno estará encar-
gado de la revisión y sellado de las facturas que el frigorífico pre-
sente, y extenderá la boleta de tránsito. [las carnes de tránsito de-
ben ir acompañadas por una boleta de color especial, diferente a
las utilizadas para consumo popular en la ciudad] En las horas
que no esté de turno llenará las planillas que deberán retirarse a la
receptoría. En estas planillas deberá especificar todas las mercan-
cías que se despachen y el derecho pagado. Los otros dos emplea-
dos verificarán que la carne que se cargue en los vehículos o lan-
chas esté de acuerdo a la boleta o factura que deberá presentar el
262 Diego P. Roldán

acarreador, teniendo especial cuidado de vigilar que las carnes de


tránsito no estén mezcladas con aquellas que se dirigen al munici-
pio.” 662
Esta estricta normativa evidencia las dificultades que existían para realizar co-
rrectamente los controles, y la corrupción entre los empleados municipales, debido a
la cantidad de controladores que se disponían con destino a generar un efecto de
vigilancia recíproca. Del mismo modo, la reglamentación muestra las estrategias que
utilizaban los abastecedores para eludir las cargas, fundamentalmente a partir de la
confusión de carne de tránsito, sobre la que pesaba una tributación inferior, con la
destinada al consumo en Rosario. Pero la municipalidad no estaba conforme con este
primer punto, era necesario que Swift perdiera posiciones en el mercado rosarino, al
que colmaba con sus productos desde medidos de los años 1920s. Para completar su
propósito, fortalecer a los Nuevos Mataderos, el Municipio produjo una nueva orde-
nanza de impuestos en 1938.
En 1935 el costo por la introducción de un animal completo al municipio era de
$48 m/n (aproximadamente $0,20 por kg.), tres años después se elevaba hasta $60
m/n por animal (aproximadamente $0,25 por kg.). Sin embargo, la medida, que pre-
tendía generar un efecto de “equidad fiscal”, planteaba la vigencia de este impuesto
tanto para las carnes faenadas en Swift como para las que fueran producidas en el
Matadero Municipal. Como era previsible, la medida generó reclamos por parte de
los abastecedores vinculados al Frigorífico. Este grupo impugnó el impuesto sobre la
introducción de menudencias por parte de Swift, debido a que éste jamás había sido
aplicado a productos análogos facturados en el Matadero. El encargado de Ganado,
Hacienda y Mercado del Municipio respondió con vehemencia, acusando al frigorífi-
co de llevar adelante actividades rayanas en el “contrabando” de carnes al menudeo.
“El frigorífico Swift tienen instalada una carnicería en las puertas
del municipio. Miles de kilos de carne y subproductos son intro-
ducidos en pequeños paquetes por particulares, hoteleros, carni-
ceros, etc., etc. en colectivos, automóviles a esta ciudad mensual-
mente, que no han sufrido carga de gravámenes que al proceder
del matadero habrían constituido a aumentar los egresos.” 663
Las disputas entre el Swift y el ente Municipal se prolongaron durante los años
venideros. Las reglamentaciones municipales resultaron siempre insuficientes, aún en
sus formulaciones más técnicas y elaboradas, para impedir el ingreso de carne. Un
goteo imperceptible fue inevitable. Las Parrillas de Saladillo y sus carnicerías fueron

662
Reglamento de Introducción de Carnes al Municipio, 28/04/1937, 34 pp. ET HCD noviembre 1942,
t. 2.
663
ET HCD mayo 1940, t. II, f. 1959.
Del Ocio a la Fábrica 263

abastecidas largo tiempo con carnes compradas en Swift, que no eran objeto de impo-
siciones tributarias de ninguna especie.664
Pese a la imposibilidad de regular totalmente la introducción de carnes, hacia
los primeros años 1940s., la Municipalidad alcanzó un éxito considerable en la prohi-
bición del tránsito de haciendas.665 Del mismo modo, casi una década después el Mu-
nicipio visualizaba la reconfiguración del espacio iniciada en 1924 merced a la insta-
lación del frigorífico, a través de la imposición de los radios fijados para actividades
industriales insalubres y peligrosas que ocasionó la instalación de un importante gru-
po de industrias en Saladillo.666

Aguas rojas, olores fétidos y Pueblos Nuevos

“Al frigorífico se lo divisaba desde lejos siempre


envuelto en las penumbras de una humareda gris y
de rocíos nauseabundos. El alto murallón y la chi-
menea dominante lo convertían en un castillo, tan
sórdido como los medievales, en cuyo interior las
norias, caños y canaletas por donde se escurrían la
sangre y los desperdicios al Paraná, se enredaban
entre las plantas fabriles, calderas y cámaras de
frío.”
Arturo M. Lozza667

664
SONZOGNI, Élida et al. “Todo tiempo pasado no siempre fue mejor: Notas acerca de las historias
ocupacionales de tres vecinos del Barrio Saladillo”, en Anuario de la Escuela de Historia, núm. 16,
UNR, 1995.
665
La Ordenanza 18 de 13/04/1940 fijaba la prohibición del arreo de ganado en el perímetro del municipio.
Sólo se eximía a las haciendas que fueran destinadas al abastecimiento de tambos y mataderos, pero
éstas podrían circular, en un número siempre menor a tres, fuera del perímetro fijado por 27 de febrero
(Sur) Av. Francia (Oeste) y el Río (Norte y Este) y con horarios restringidos. ET HCD noviembre
1942, t. II, f. 29.
666
A comienzos de la década de 1940, se presentó una ordenanza que planteaba promover la radicación
de industrias en el radio exterior a Av. Uriburu y Bv. Avellaneda. A estas empresas se le concedió la
exención impositiva por el término de una década, fijándose que para acceder al beneficio debían
realizar una inversión superior o igual a los $50.000 m/n y emplear un mínimo de 20 obreros. También
se establecieron facilidades para la construcción de viviendas y sistemas de asistencia para obreros
que se afincaran en la proximidad de la fábrica. Finalmente, se propuso que las industrias que no se
encontrasen en el perímetro señalado fueran trasladadas, gozando de iguales beneficios al ser
relocalizadas en el radio permitido. DS HCD 1942, 05/06/1942, p. 454. Poco menos de seis meses
después, aparece un pedido para construir una fábrica de producción y envasado de oxígeno, Oxigena
SA, que se construyó en acuerdo con el radio especificado, en los terrenos del antiguo Saladillo, en el
perímetro de Lamadrid, Anchorena, Pavón y Serrano. DS HCD 1942, 13/10/1942.
667
LOZZA, Arturo “Frigorífico Swift. La historia no terminó”, URL: http://www.nuestrapropuesta.org.ar
(26/09/2002).
264 Diego P. Roldán

“…allí en los arrabales, se aglomera todo cuanto


hay de malo, de inmundo, de miserable, de corrom-
pido y de malsano. Allí va, podemos decir, la es-
puma de la ciudad, lo que arrojan sus calles cen-
trales, lo que rechazan sus casas lujosas o decen-
tes tanto en materia de industrias, de profesiones,
de medios para ganarse la vida, como de estable-
cimientos de perversión y de insalubridad […] allí
se dejan ver con su aspecto más o menos grotesco
y repugnante, los cafés, fondas, tabernas y canchas
de la más baja especie; allí se come se bebe y se
baila en medio de la suciedad y la miseria […] Los
mataderos públicos, las fábricas de cueros, las ca-
sas en que se trabaja con materia animal, convier-
ten generalmente a los suburbios de las ciudades
en sitios malsanos, en los cuales la putrefacción
de los residuos orgánicos está en su apogeo”
Eduardo Wilde668

Hacia comienzos de 1924, el frigorífico Swift anunciaba el inminente lanzamiento de


su nueva planta en Rosario. En ese contexto, la Sociedad Anónima “El Saladillo” se
embarcaba en los remates masivos, organizados por su operador y socio Fernando
Pessan, tendientes a colocar lotes con amplias facilidades de compra —precios de
base módicos y en cien mensualidades sin interés. En 1923, estos eventos comerciales
se mostraron extraordinariamente exitosos, a punto tal que el rematador publicó un
artículo en el diario La Capital intitulado “La Consagración del Barrio ‘El Saladillo’”.669
Del mismo modo, se registraron remates en las zonas aledañas al barrio, promovidos
por Castagnino y Casas.670 Esta zona algo alejada del complejo industrial fue la que se
promovió también en los primeros remates de 1924, cuando se vendían lotes en Av.
San Martín, Av. del Rosario entre Mitre, Entre Ríos y Corrientes. Los atractivos ofre-
cidos a los compradores estaban plantados en la existencia de adoquines, servicio de
tranvías y también la escasez de lotes sin veredas.671
668
WILDE, Eduardo Curso de Higiene Pública, Buenos Aires, Imprenta y Librería de Mayo, 1885, p.
405.
669
Pessan había conseguido vender 70 lotes en una tarde, por una cifra que ascendía a los $127.000 m/
n. Para el operador era un inconfundible indicio de la recuperación sostenida del mercado de tierras,
tras la crisis de la I Guerra. Además, el crédito de estas operaciones confirmaba el interés que los
compradores mostraban respecto a Saladillo. La Capital 12/04/1924.
670
Más allá que estos terrenos se emplazaban allende Av. San Martín hacia el Oeste (Mitre y Corrientes)
y frente al Club Tiro Suizo, el clasificado que promueve la concurrencia al remate alega: “En el barrio
donde se construye el frigorífico Swift lugar de inmenso porvenir”. La Capital 22/06/1923. Aunque,
en rigor, los terrenos ofrecidos a la venta se hallaban a casi tres kilómetros del Swift.
671
Remate de Fernando Pessan en “El Saladillo” La Capital 05/04/1924.
Del Ocio a la Fábrica 265

Pessan volvió a convocar al remate con un clasificado algo más extenso, donde
se destacaban, por una parte, las características contradictorias que comenzaban a
trazar los contornos urbanos y sociales del barrio y, por otra, la necesidad de la Socie-
dad Anónima “El Saladillo” de vender lotes con extrema premura, sin importar en
ningún caso el destino de los mismos y asegurándose sólo el pago de las mensualida-
des. El carácter popular del remate estaba inscripto en el lugar de realización, Av. San
Martín y Av. del Rosario, al aire libre y cerca de los terrenos implicados en la opera-
ción.
Norma Lanciotti ha sostenido que las subastas públicas diferían en su modalidad
de realización en caso de que se quisiera atraer a inversores o a familias. Esto señala
que la metodología del remate prefiguraba hasta cierto punto el perfil del comprador.
En caso de que se buscaran urbanizadoras, los remates se llevan a cabo en un recinto
cerrado y exclusivo. Si se estaba tras compradores familiares se realizaban en lugares
abiertos y próximos a los solares en cuestión.672 Siguiendo este razonamiento, puede
constatarse que la Sociedad Anónima “El Saladillo” no publicó durante su primera
etapa clasificados abundantes para la comercialización de sus terrenos, antes bien se
limitó a editar su Álbum propagandístico y a manejarse con los operadores inmobilia-
rios.673 Este cambio de estrategia comercial denota que las transformaciones del ba-
rrio implicaban una modificación social, de la cual la Sociedad Anónima “El Saladillo”
era plenamente conciente, aunque aún no lograba asimilarla sin contradicciones.
“En la esquina de San Martín y Av. del Rosario donde estará mi
bandera. El mejor sitio progresista y aristocrático barrio. Con to-
dos los servicios de urbanización, alumbrado, adoquinado, correos,
asistencia pública, campo de deportes, paseos públicos, grandes
colegios, balnearios, etc., etc.
[en recuadro] El gran Frigorífico Swift en rápida construcción ini-
ciará sus operaciones en breve, dando ocupación a centenares de
obreros y empleados; la inmensa serie de nuevas industrias que se
están estableciendo allí las grandes construcciones que aumentan
vertiginosamente y la vida activa que palpita en toda la zona del
Saladillo constituyen la prueba más convincente que se trata de la
mejor parte del Rosario, para especular o para levantar residencia
propia.” 674

672
LANCIOTTI, Norma “Las transformaciones de la demanda...”, cit., p. 16.
673
Respecto a las transacciones de la Sociedad Anónima “El Saladillo” pueden revisarse los trabajos de
Lanciotti ya citados.
674
La Capital 05/04/1924.
266 Diego P. Roldán

Este clasificado parece mostrar, en su primer párrafo, aquello que Saladillo ha-
bía sido hasta el momento, un barrio que había logrado, a través de su perfil aristocrá-
tico, el progreso y la extensión de los servicios públicos y de funciones urbanas. Mien-
tras, que el recuadro auguraba los cambios que la instalación del Frigorífico depararía
a aquel espacio distinguido, atrayendo un nuevo tipo de población. El ciclo de indus-
trialización aparece soportado por la infraestructura del barrio aristocrático, en térmi-
nos de difusión de servicios públicos; no obstante, los perfiles sociales de la pobla-
ción vieja y nueva no podían eludir un conflicto velado. De cualquier modo, se dejaba
muy en claro que este sector de la ciudad no tenía nada que envidiar a cualquier otro
paraje, en términos de la dotación de servicios, polo de atracción para los inversores
y los compradores, factores de valorización de la tierra en el fragor del remate.
Ejemplos de este tipo se multiplicaron en los meses siguientes; quizá merezca
mencionarse la subasta que comprometía a los lotes de la llamada isleta.675 Se trataba,
del territorio urbanizado entre los dos brazos del Saladillo, un terreno que alternativa-
mente fue representado como jurisdicción de Rosario o de Villa Gobernador Gálvez,
dependiendo cuál de los dos brazos del arroyo se considerase límite de la misma.676
También aquí en unos terrenos muy cercanos a Swift se vislumbra la oposición entre
el espacio configurado alrededor de las relaciones sociales generadas por la élite y el
futuro espacio que la industria y los obreros construirían. El lugar se hallaba próximo,
al mismo tiempo, a los baños y a las nuevas instalaciones del frigorífico, convivencia
que para 1924 no parecía problemática ni ofensiva. Los usos de estos terrenos podían
ser de lo más diversos, abarcando desde la especulación hasta la construcción de
viviendas, pasando por explotaciones comerciales que en general eran complementa-
das por la habitación. Los años 1920s., también, señalaron el proceso de recuperación
del centro por parte de las élites y el abandono de los suburbios. Los sectores popula-
res fueron relocalizados lejos de las sedes del poder político, administrativo y comer-
cial de la ciudad. Por el contrario, sus hogares debían aproximarse a los nuevos nudos
de producción.677
“A 300 metros del frigorífico Swift 6 lotes en 61 mensualidades
sin interés. Sobre la Avenida del Rosario y Avenida Diana camino
obligado a la importante industria a inaugurarse en breve. Próxi-
mos a los grandes baños y del buffet-restaurante, al alumbrado
eléctrico, tranvía, adoquinado, aguas corrientes y demás factores
de urbanización. El domingo 16 de noviembre a las 15 horas (3
pm) frente al restaurante del Saladillo, sobre los mismos terrenos

675
Las delimitaciones del área eran los dos brazos del Arroyo, las vías del Ferrocarril a Puerto General
Belgrano, las calles Roma, Fausta y París. Los lotes se encontraban sobre Av. Diana y del Rosario. La
Capital 09/10/1924, incluye mapa del área.
676
Sobre estos conflictos puede consultarse ÁLVAREZ, Juan Historia de Rosario..., cit.
677
RIGOTTI, Ana María Municipio y vivienda..., cit.
Del Ocio a la Fábrica 267

en venta. Los terrenos de enorme e inmediato porvenir. Los más


disputados por su privilegiada posición. Excelentes para especu-
lar, inmejorables para levantar una casita, magníficos para el es-
tablecimiento de un negocio.” 678
Lentamente la presencia del frigorífico, colocada en primer término, ganaba pre-
sencia frente a las instalaciones más antiguas. Esto es claro debido a que la multiplica-
ción de los remates sólo se produce en vísperas de la construcción y la puesta en
marcha del Swift. Semejante obra fue la condición de posibilidad fundamental que
abrió camino a la venta masiva de lotes y que, paralelamente, generó expectativas en
torno al espacio y moldeó la configuración urbana de Saladillo a partir del estableci-
miento de nuevos nodos, tales como un recinto industrial y las actividades gestadas a
su alrededor.
Hacia principios de 1924, el funcionamiento de la planta ocasionó un primer
inconveniente para los residentes del barrio. El mismo fue señalado en el Concejo por
el incansable higienista Francisco C. Florentino, quien planteaba que el ambiente del
barrio en ciertas zonas se encontraba “...saturado de gases malolientes como conse-
cuencia de las emanaciones insalubres que hacen nocivo el aire para la salud públi-
ca...” 679 Este argumento prosperó en una solicitud al Departamento Ejecutivo para
que se investigasen las causas de la insalubridad del ambiente en el barrio, puesto que
las emanaciones de gases resultaban nocivas para la salud y generaban un ambiente
desagradable en un lugar tan distinguido.680
Cuando este proyecto fue analizado por los ediles en el recinto, se declaró que
para los pobladores resultaban desconocidas las causas que originaban la degradación
del ambiente del barrio, sin embargo los vecinos no ocultaban su incomodidad y fas-
tidio. Algunos sostenían que las emanaciones pestilentes provenían del vaciadero de
basuras, mientras otros eran de la opinión de que surgían de los desperdicios arroja-
dos a las aguas del Saladillo por el frigorífico Swift.681 Esta problemática fue derivada
a la Administración Sanitaria que se encargó de dilucidar el origen de la contamina-
ción ambiental.
Bajo el signo de una celeridad desusada en el Municipio, el Director de la Admi-
nistración Sanitaria remitió una nota al Concejo pocos días después.682 No había du-
das, la inspección arrojaba un solo resultado posible: la contaminación procedía del
frigorífico Swift, el cual aún no contaba con la totalidad de sus instalaciones en fun-
cionamiento. Los problemas de la organización de la planta eran variados y fueron

678
La Capital 08/11/1924, p. 13. La cursiva pertenece al original.
679
ET HCD abril 1925, f. 23. Minuta de comunicación para que se disponga la investigación sobre los
orígenes de la insalubridad del ambiente de Barrio Roque Saenz Peña.
680
ET HCD abril 1925, f. 30.
681
DS HCD 1925, pp. 90-91. Insalubridad del ambiente en el barrio Roque Saenz Peña, 03/04/1925.
682
ET HCD agosto 1925, t. I, f. 417. La nota está fechada 15/04/1925.
268 Diego P. Roldán

enunciados en esta comunicación detalladamente, ya que a su inadecuación para la


eliminación de los desperdicios se atribuía la contaminación ambiental.
Los corrales, playa de matanza, lavaderos de carnes, cámaras frías, departamen-
to de grasa, extracto de carne, etc. que componían el complejo empleaban a 1.100
trabajadores, que faenaban alrededor de 1.500 animales a diario. Mientras que una
cifra de obreros superior, alrededor de 2.000, estaban abocados a finalizar el edificio.
La planta contaba con aguas corrientes y sistema privado de cloacas que desaguaban
en el río.683 El Director de Salud Pública señaló que pese a encontrarse la ciencia en
condiciones de minimizar los efectos de la industria sobre la higiene, aún tenía valor
la frase de C. Freycinet “[l]a mayor parte de las industrias son insalubres” 684 Sin
embargo, en el planteo del higienista no aparece una consideración más que tangencial
de las problemáticas que la insalubridad del ambiente de trabajo deparaba a los pro-
pios obreros de la planta, antes bien el diagnóstico y la propuesta eran ensayados para
solucionar las preocupaciones de quienes no compartían las agotadoras y cronométricas
jornadas dentro de la fábrica.
Los problemas centrales y las proposiciones sobre los mismos se concentraban
en la eliminación de los vapores malolientes y en el desagüe de los propios detritus de
los obreros y de la faena. Sobre el primer punto, se sugirió la adopción del método de
condensación de vapores para evitar que las emanaciones insanas perjudicaran la lim-
pieza del aire, para este tipo de tratamiento sobre el humo se requería la adquisición,
por parte de las autoridades del frigorífico, de variados equipos especiales. Respecto
al segundo punto, se argumentó que la proporción de letrinas por obrero no podía ser
inferior a 1 en 50, que aún era notablemente baja.685 La eliminación del agua de los
retretes y la de las canaletas del procesamiento de carnes imponía un tratamiento
previo de depuración biológica, mediante tanques sépticos y filtros bacterianos. Am-
bas precauciones, aumentar el número de letrinas por obreros y depurar las aguas
residuales, permitirían mejorar la calidad del agua y del aire.
Pese a la claridad del diagnóstico y de la propuesta, los problemas jurisdicciona-
les y las garantías gubernamentales conspiraron contra posibles soluciones. La purifi-
cación del ambiente de Saladillo fue postergada. En principio, la Municipalidad de
Rosario remitió las actuaciones acerca la insalubridad del barrio meridional de Rosa-
rio a la Comisión de Fomento de Villa Gobernador Gálvez. Sin embargo, ésta no
intervino en la problemática, alegando que la Ley Especial n° 1898 sometía todos los
asuntos referidos a frigoríficos a la consideración del Poder Ejecutivo y que la infor-
mación debía ser despachada para su estudio por parte del gobernador de la provin-
cia.686
683
ET HCD agosto 1925, t. I, f. 418.
684
ET HCD agosto 1925, t. I, f. 418.
685
En las condiciones que se encontraba por entonces el Frigorífico Swift se hacían necesarios 22 urinarios
para los trabajadores de faenamiento y 40 para los empleados en la finalización del edificio.
686
ET HCD mayo 1925, t. 2, f. 635.
Del Ocio a la Fábrica 269

Bajo este argumento se ocultaban otras motivaciones. Las regalías que arrojaba
la actividad del frigorífico para el funcionamiento de la Comisión de Fomento, esti-
madas en el 50 % de sus ingresos, convertían a esta última en un poder político inhábil
para imponer condiciones al establecimiento industrial. Era sabido que el P. E. Pro-
vincial había otorgado enormes facilidades para la instalación del frigorífico y que
éste en cierta mediada había sido recibido como un establecimiento que ocuparía
mano de obra y abarataría la carne para el consumo. Por lo tanto, la solicitud del
Municipio de Rosario quedó sin tratamiento, también, en el ámbito político provin-
cial. El poder del “trust yanqui” parecía incuestionable para las endebles políticas
estatales de la provincia de Santa Fe.687
Los vecinos del barrio Saladillo debieron adaptarse a los desagradables aromas
transportados por aires que sólo una década atrás habían merecido los calificativos de
vivificantes e higiénicos. Uno de los atractivos de Saladillo, de los encantos que lo
convertían en sitio privilegiado de los deseos de la élite era ahogado a manos del
progreso industrial. Su peculiar amanzanamiento rectangular, que pretendía lotear sin
terrenos remanentes y atraer a la estructura urbana los frescos aires del río y del arro-
yo, jugaba ahora un rol desafortunado, al facilitar la rápida circulación de los hedores
producidos por el frigorífico. Particularmente, las tardes en que se calcinaban los
huesos y el viento del Este arreciaba, los alrededores del barrio se tornaban práctica-
mente irrespirables. La plaza destinada al ocio de selectos grupos sociales era malo-
grada por razones ambientales.
Los efectos del frigorífico, incrustado al Este de la geografía aristocrática, no se
detuvieron en la mera contaminación ambiental. Ante la corrupción del ambiente que-
daron impotentes los discursos higiénicos que se habían construido alrededor de
Saladillo. La belleza del paisaje y el discreto encanto del suburbio parecían haberse
marchitado definitivamente, entre la neblinosa sombra que exhalaba la matriz de la
carne. Las emanaciones fétidas, las informes volutas de humo y las rancias lloviznas
condensaron la atmósfera del suburbio con una lobreguez imperturbable. No obstante
el barrio comenzó a ser animado por nuevos ritmos, el hormigueo permanente de
delantales blancos colmaba los mediodías, bajo la agotadora repetición de Sísifo, y el
verano traía claridad a aquellos parajes, aunque los olores no siempre eran los adecua-
dos ni la composición de las aguas la más límpida.688
Swift a los ojos de la élite resultó un factor contaminante en varios sentidos. A la
degradación del ambiente del barrio se amalgamó un proceso análogo que comprome-
tía las calidades sociales de los habitantes. Los remates de la primera mitad de 1920,
confluyeron en afincamientos definitivos en los años siguientes. Nuevos contingentes

687
ET HCD Complementario de Archivo, 1926, t. 1.
688
Con respecto al problema de lo que podríamos denominar una “antropología de los sentidos” y en lo
que se refiere específicamente a la percepción de los olores ver: CORBIN, Alain El perfume o el
miasma. El olfato y el imaginario social. Siglos XVIII y XIX, FCE, México, 1987, 252 pp.
270 Diego P. Roldán

migratorios llegaron a Rosario, una inmigración venida mayoritariamente de Europa


Centro-Oriental: lituanos, polacos, checoslovacos, griegos, yugoslavos, armenios,
búlgaros, ucranianos, rusos y turcos. Estos nuevos pobladores tenían características
propias, en su mayoría no hablaban castellano, y además fueron moldeados en mu-
chas actitudes por el tipo de labor en que se desempeñaron. Población europeo-orien-
tal, arrojada por la Guerra, la revolución, el hambre y las disputas nacionales llegó a
las costas Argentinas en los años 1920s. Junto a Brasil, nuestro país se convirtió en
receptor principal de estos inmigrantes. Los flujos de europeos orientales hacia
Sudamérica se incrementaron tras las cuotas impuestas por Estados Unidos en 1923-
1924,689 anteriormente foco de inmigración para los naturales de Centro-Europa y
Europa-Oriental, donde también se empleaban en los frigoríficos de Chicago. Cabe
destacar que en Rosario esto grupos llegaron desde 1917, formando asociaciones na-
cionales específicas.690
La urbanización que conglomeró a estos trabajadores tan heterogéneos, equipa-
rados en general por su descalificación laboral, desestructuraron los esquemas urbani-
zadores de Saladillo. El barrio rompió fronteras al Sur, el frigorífico reconfiguró el
espacio haciendo que Saladillo compartiera un mismo continum, sólo descompuesto
por el ferrocarril, con Villa Gobernador Gálvez. La fisonomía de la nueva “urbaniza-
ción” poseía características peculiares. Los loteos de 1927-29 dieron lugar a una for-
mación comunitaria que se denominó alternativamente “Barrio Frigorífico”, “Barrio
Industria” y “Pueblo Nuevo”. La nomenclatura del espacio ponía en juego el origen
eminentemente industrial de la aglomeración urbana, carente de cualquier suerte de
trazado medianamente planificado. De materiales efímeros, azarosos e irregulares eran
las viviendas que componían esta urbanización caótica, que se oponía decididamente
a la traza regular de la ciudad.691
El plano de este agrupamiento, levantado diez años después de su formación,
muestra la confluencia de un trazado marcadamente irregular, efectuado sin ningún
tipo de planificación ni regulación. La situación llega a tal punto que las manzanas
tienen bordes imprecisos, sus límites aparecen descritos por trazos de tinta esfumada.
Las calles en ocasiones, además de ser extremadamente angostas, obligan al dibujante
a doblegar la vigilancia sobre su pulso y trazar líneas caprichosas, exhibiendo una vez
más la falta de previsión y regulación que caracterizó la formación del barrio.692

689
Cfr. OATRNY, Josef “Algunos problemas del estudio de la emigración checa a América Latina”, en
Estudios Migratorios Latinoamericanos, núm. 27, 1993; AVRAMON, Rumen “La emigración búlgara
en Argentina (1900-1940)”, en Estudios Migratorios Latinoamericanos, núm. 13, 1990.
690
El Centro Checoslovaco de Rosario se formó por asamblea el 20/07/1917. El aviso publicado en
diario La Capital invitaba a todos los “checos y slovacos” a participar de la misma. La Capital 17/07/
1917, p. 5.
691
Esta formación urbana fue fijada en su traza bajo la denominación de Pueblo Nuevo en 1939.
692
MORAL, Fray Dionisio y SIMÓN, Omar A. Barrio Pueblo..., cit.
Del Ocio a la Fábrica 271

El saneamiento de las líneas de edificación y la normalización de la traza fueron


preocupaciones tardías. En este caso, como en el de tantos distritos nacidos casi de la
nada en las inmediaciones de establecimientos industriales, primero se produjo una
precaria y semi-anárquica urbanización y luego sobrevino la inquietud por sus proble-
mas. En particular, la Comisión de Fomento Villa Gobernador Gálvez y luego el Mu-
nicipio se mostraron menos preocupados por los efectos urbanos y ambientales del
Frigorífico Swift, que la propia prensa y los vecinos de la ciudad de Rosario,
persistentemente alarmados por los dudosos progresos que se desprendían de la nueva
vida fabril.
Este tipo de mirada sobre Pueblo Nuevo se proyectó desde la tribuna de La
Capital. Durante el transcurso de 1929 y, al menos, hasta los primeros años 1930s., se
reiteró la inquietud por la moralidad del nuevo agrupamiento. Esta población debía
ser controlada por su peculiaridad, sus crímenes vinculados a la explotación de
lenocinios,693 su proximidad a Rosario y sus aires levantiscos.
“Pueblo Nuevo es un barrio que tiene las características de un
rincón minero australiano o canadiense, de esos con los que nos
han familiarizado el cinematógrafo. Formado de una manera im-
provisada, a raíz del funcionamiento del Frigorífico Swift inme-
diatamente se pobló con unas 2.000 personas de ambos sexos que
hablan todo género de idiomas y dialectos [...] al mes de existir
Pueblo Nuevo fue necesario establecer un destacamento de poli-
cía con 30 hombres, lujo del que no disfrutan barrios antiquísimos
de la ciudad.” 694
Otro de los problemas ocasionados por este agrupamiento suburbano se ligaba
al servicio de aguas corrientes y cloacas que concurrían a la higiene de su población.
Los habitantes, durante los primeros años, debían comprar el agua a particulares. Sólo
en 1929 se inició el suministro gratuito a cargo de la Comuna de Villa Gobernador
Gálvez. Pueblo Nuevo contaba con 2.000 habitantes y por su veloz aparición, su tra-
zado, edificación, falta de higiene, población hacinada y heterogénea se constituía, a
los ojos de los periodistas, en un centro de infección.695 La purulencia emergía atroz
en medio de una ciudad pujante y con pretendidos visos de modernidad, las fibras del
antiguo higienismo decimonónico parecían gozar de excelente salud.

693
A este tipo de actividad acudían en calidad de clientes los conscriptos que servían en el Regimiento
11, General Las Heras ubicado al norte del Saladillo. La Capital 05/02/1929. En 1931 esta situación
se prolongaba, instando a un llamado de atención sobre el funcionamiento de los burdeles frente a la
entrada del frigorífico “...por donde todos los días pasan centenares de obreras que trabajan en el
establecimiento [...] constituyendo un espectáculo lamentable para las familias.” La Capital 25/03/
1931.
694
“La moralidad en los suburbios. Pueblo Nuevo”, La Capital 23/01/1929, p. 10, la cursiva me pertenece.
695
La Capital 02/02/1930.
272 Diego P. Roldán

La postergación del servicio de aguas corrientes se prolongó hasta la década de


1940, al igual que las primeras pavimentaciones y otras medidas de índole semejante.
El Club Náutico de Rosario solicitó en 1934 la colocación de una boca de expendio de
agua corriente en las inmediaciones de la isleta.696 Una aglomeración que se había
generado en los tiempos de la crisis de 1929 y cuyas características habitacionales
eran extremadamente precarias.
“Nos impulsa a formular este pedido el ingrato espectáculo que
presenciamos diariamente, de mujeres y criaturas, las que llevan-
do sendos recipientes van a nutrirse de agua para el consumo en el
río Paraná, debiendo recorrer bajo cualquier inclemencia del tiem-
po, más de 400 metros, lo que constituye un verdadero sacrificio,
para obtener al fin agua sucia, por cuanto deben recogerla en la
orilla misma del río, sin filtrar y contaminando por la proximidad
de las bocas de servicios de desagües cloacales de la ciudad lo
que representa un peligro para la salud de los que se ven obliga-
dos a usarla [...] la intención es mejorar la afligente situación de
ese numeroso núcleo de más de cien familias, formadas en su to-
talidad de gente obrera que debido a circunstancias especiales se
ven obligadas a vivir en humildes ranchos, privados de un ele-
mento tan indispensable como el agua.” 697
Los argumentos desinteresados del Club Náutico, sensibilizado por la situación
de crisis, no hicieron mella en la Compañía de Aguas Corrientes que implacable si-
guió un criterio ajustado sólo a la maximización de las ganancias. En definitiva, la
extensión del servicio de aguas corrientes a esta zona era a juicio de la empresa im-
practicable, debido a que la población se hallaba demasiado lejos de su red. Además,
el servicio sería gratuito, lo cual no permitiría recuperar la inversión en la prolonga-
ción de las cañerías y, por último, la población allí afincada era a su criterio demasia-
do escasa e irrelevante como para ameritar gestión alguna.698
A pesar de las dificultades inscriptas en el galimatías de lenguas, pese o gracias
a los problemas de urbanización, a las vidas miserables y a la explotación combinada
del monitor y del cronómetro, de las norias y las cámaras frías, los obreros de la
industria frigorífica lograron formar agrupaciones para resistir a las formas de organi-
zación y condiciones de trabajo imperantes en el frigorífico. Durante 1925, en el pri-
mer año de funcionamiento de la planta, se iniciaron los conflictos que alumbraron a
la Sociedad de Resistencia de Obreros y Obreras del Swift, que anudaba un conglo-

696
Próxima al primer paso a nivel del Ferrocarril a Puerto General Belgrano.
697
ET HCD Prescripción Reglamentaria, septiembre, 1939, t. IV, f. 6263. La nota se halla fechada en 08/
06/1934.
698
ET HCD Prescripción Reglamentaria, septiembre, 1939, t. IV, f. 6266.
Del Ocio a la Fábrica 273

merado ideológico diverso: anarquistas, socialistas, sindicalistas y comunistas. En el


mes de octubre de 1928, año en que la conflictividad social en Rosario resultó particu-
larmente significativa, se formó, al calor de la actividad huelguística, el sindicato de
obreros de la carne, dirigido por el Partido Comunista. Este sindicato compitió, en los
primeros años 1930, con la Sociedad de Resistencia, suplantándola definitivamente a
mediados de la década. La base de apoyo del primer Sindicato de la Carne estaba en
los inmigrantes provenientes de Europa del Este, a ellos, desde mediados de 1929, se
dedicaron una serie de conferencias dictadas en diversos idiomas.699
En 1930, el Sindicato llevó adelante una huelga para imponer a la patronal un
petitorio en el cual constaban como puntos más relevantes la jornada de 8 horas, el
pago de horas extras, aumento de salarios, igual trabajo igual salario sin diferencia de
sexo y edad, regulación del trabajo de los menores, pago por accidentes de trabajo,
instalación de una sala de primeros auxilios en el frigorífico, aumento del número y de
las comodidades de los cuartos de baños, abolición del trabajo a destajo, descanso de
15 minutos cada dos horas, paga doble por trabajo domingos y feriados, reconoci-
miento del sindicato, licencia paga por embarazo y enfermedad, anulación de los des-
pidos sin justificación y vacaciones anuales con goce de sueldo de 15 a 30 días.700
La huelga que se desarrolló para imponer los puntos de este petitorio, eminente-
mente reformista, produjo serios altercados con la policía. A fin de controlar los pros-
tíbulos y reprimir las movilizaciones obreras se había establecido aquel extraño régi-
men del lujo en Pueblo Nuevo, al que aludían los redactores de La Capital. Semejante
sistema de privilegio no consistía en otra cosa que en un nutrido destacamento poli-
cial. Esta incongruente prerrogativa que detentaba la zona fue sufrida por los obreros
que se movilizaron a principios de 1930. Las “fuerzas del orden”, lejos de las actitu-
des que dos años antes sostuviera Ricardo Caballero,701 cargaron contra 1.000 mani-
festantes que se hallaban en el piquete desarrollado en la puerta del frigorífico, dejan-
do a varios de ellos lesionados.702
Evidentemente, estas páginas resultan completamente ajenas a la apacible vida
de la élite que ocupó las primeras partes del presente estudio. El mundo de la carne
había constituido un nuevo espacio: las relaciones sociales generaron configuraciones
de sentido inéditas y el espacio pasaba a estar dominado por una identidad fraguada,

699
El petitorio de huelga fue redactado en la Sociedad Búlgara de Barrio Saladillo. La Capital 30/01/
1930.
700
La Capital 30/01/1930.
701
MONSERRAT, María Alejandra “La cuestión social y el radicalismo en el pensamiento de Ricardo
Caballero”, en VII Jornadas Inter-Escuelas Departamentos de Historia, Neuquén, 1999.
702
Como habitualmente en estos casos, fuentes policiales señalaron que los manifestantes no pasaban de
ser “100 agitadores” a los que se habían sumado obreros desocupados, que abundaban en 1930. La
fuente omite que esos obreros habían sido despedidos del frigorífico pocos días atrás, frente a la
solicitud de reconocimiento del petitorio y el sindicato. Sin embargo, es cierto que la Sociedad de
Resistencia no participó de la huelga, probablemente por hallarse en competencia con el sindicato o
haber planteado una nueva relación con la patronal. La Capital 30/01/1930.
274 Diego P. Roldán

ya no por las prácticas del savoir vivre, sino por la labor rutinaria y repetitiva que el
frigorífico estadounidense aportaba a Saladillo, en tanto vanguardia de la organiza-
ción taylorista del trabajo en Argentina.703

Mataderos y Frigoríficos, la carne nace del Sur

“Algunos barrios varían de aspecto en una tempo-


rada: Me ausento por una semana, me dijo una se-
ñora, y al volver a mi casa no reconozco ya mi
calle.”
Paul Morand704

La instalación del Frigorífico Swift, los Nuevos Mataderos y sus urbanizaciones ale-
dañas reconfiguraron el espacio. El Sur de Rosario se erigió en el principal núcleo
productor de carne de la ciudad. A nivel del imaginario social el mundo de la carne
configurado en los años 1930s. siempre habría estado allí. Poderosos discursos que
tienden a inmovilizar a quienes pretenden mirar hacia atrás, como la retórica peronista,
operaron tenazmente para imprimir esta visión en las conciencias de los rosarinos. El
sindicato de la Carne, según esta versión oficial, no existió antes de su reconocimiento
por parte del Secretario de Trabajo y Previsión, representante del gobierno del Gene-
ral Farrell. Es decir, no hubo agrupaciones obreras de ninguna especie hasta que se
formó el Sindicato de Obreros de la Carne y tal cosa fue una obra conjunta de Perón y
de los obreros. En términos más generales, Saladillo no fue nada, o mejor fue un
páramo antes de que se levantara la planta Swift.705 Pero esta imagen, como cualquier
otra, cuenta con un pasado y es, ante todo, el efecto de una construcción histórica.
Aquí sólo trataré una de las aristas materiales de su gestación, siguiendo el hilo del
capítulo, colocado en los vínculos y las comunicaciones.

703
Cfr. PALACIOS, Alfredo La fatiga y sus procesos sociales, Calridad, Buenos Aires, 1944; LOBATO,
Mirta Zaida “Organización racionalidad y eficiencia en la organización del trabajo en la Argentina: el
sueño de la americanización y su difusión en la literatura y la prensa”, Trabajo presentado en
Americanización: aspectos culturales, económicos y tecnológicos de la transferencia de un modelo.
Los Estados Unidos y América Latina en el siglo XX, Conferencia regional preparatoria de la sesión
plenaria 41 “Americanisation: Cultural Transfers in Economic Sphere in the 20 th Century. Economic
and Technological Aspects in Developed and Developing Countries”, del XIII Congreso Internacional
de Historia Económica de la International Economic History Association, Buenos Aires, 2002;
LOBATO, Mirta Zaida El ‘taylorismo’ en la gran industria exportadora argentina, Buenos Aires,
CEAL, 1989; LOBATO, Mirta Zaida La vida en las fábricas..., cit.
704
MORAND, Paul Nueva York, p. 260. Citado por LO VALVO, José Urbanismo..., cit. p. 21.
705
Entrevista a Alberto Molinelli, ex-obrero empleado del Swift, llegado desde Ramallo en 1944 a causa
de una sequía en el campo. Ver “Capitel en Barrio Saladillo”, La Capital 18/08/1996.
Del Ocio a la Fábrica 275

Este proceso de reconfiguración del sentido espacial de Saladillo fue completa-


do, desde el punto de vista urbanístico, a partir del aislamiento registrado en el barrio
con relación al resto de la trama urbana de Rosario. Esta situación se produjo median-
te la inutilización de arterias claves, provocada por las negligencias de las interven-
ciones acarreadas por el golpe de 1930 y por la inestable relación entre la Municipa-
lidad y las Empresas de Servicios Públicos, inaugurada por la coyuntura de crisis.706
El 19 de octubre de 1909, se había planteado la apertura de calle San Martín y su
conversión en una arteria con salida hacia el Sur. Algunos años después, los conceja-
les Godofredo Copello, Rafael Benzuley y José Della Cella fueron comisionados para
gestionar contratos ad-referendum, a fin de llevar a cabo las expropiaciones pertinen-
tes.707 Anteriormente a estos sucesos el tranway a Saladillo llegaba al barrio por esta
vía desviándose en su intersección con Avenida Arijón. San Martín ha sido y es hoy
día una de las calles que más variantes presenta en su recorrido a lo largo de la ciudad:
peatonal, calle de dirección única, avenida sin canteros, avenida con camino central,
etc. La configuración actual que asume San Martín obedece, sobre todo en su último
tramo orientado hacia al sur, a las actuaciones del gobierno presidido por el comisio-
nado de la intervención de septiembre de 1930: Dr. Alejandro Carrasco.
En 1930 el comisionado Carrasco consideró conveniente recuperar las grandes
avenidas del Sur, crear agradables panoramas y amplias vías higiénicas para la circu-
lación del aire, y porque no, también, de las fuerzas de represión. A tal fin decidió
concretar un gran camino central en la Avenida San Martín, reajustando la ordenanza
de pavimentación número 38 de 1929. Se estipulaba el reemplazo de los rieles del
tranvía por una pasarela con cantero central. Por lo tanto, la compañía de tranvías
eléctricos debería correr los rieles a cada uno de los lados de la arteria. En teoría, no
se afectaba la comunicación del transporte urbano en la zona, al mismo tiempo, se
valorizaban los terrenos con frente sobre la avenida, y se creaba una vía higiénica,
agradable y segura.
Sin embargo, con la irrupción de la crisis, la Empresa de Tranvías Eléctricos de
Rosario comenzó a tensar la cuerda, resistiéndose a invertir en estas modificaciones
que en nada mejorarían su recaudación. La oposición fue tan tenaz que el Intendente,
en un rapto de autoridad, propio de su gestión impulsada por una miríada de decre-

706
En su mayoría las empresas concesionarias de servicios públicos se resistieron, luego de 1930, a
cumplir completamente sus contratos. Cualquier ampliación de servicios o prestaciones adicionales
no podían generar divisas con velocidad y las garantías que ofrecía el Municipio no eran suficientes
para el capital privado. Estas actitudes y el ingreso de la representación socialista y comunista en el
Concejo, a partir de la vigencia de la ley de escrutinio proporcional con representación de las minorías
de 1927, completada por la aparición del movimiento vecinalista que ganó dos escaños en 1932 y
cuatro convencionales constituyentes para la reforma del año siguiente, produjeron desavenencias
importantes entre el Municipio y las concesionarias.
707
ET HCD junio-julio 1912, f. 80. Comunicación fechada 27/03/1912.
276 Diego P. Roldán

tos,708 decidió sepultar los rieles del tranvía, y cual si aquéllos nunca hubiesen existido
procedió a la pavimentación de Avenida San Martín.709 En donde otrora transitara el
tranvía, para comienzos de los años 1930s., se emplazó un cantero de cautelosa belle-
za y que sólo permitía la circulación peatonal, en parajes cuyo alejamiento del centro
imponía medios de locomoción diferentes. La ausencia de otras calles pavimentadas
con rumbo al Sur sobrecargó el tráfico en Avenida San Martín, hecho que se agravó a
consecuencia de la división de la misma en dos fajas asfálticas y la pérdida de espacio
que el emplazamiento del cantero central representaba para la circulación vehicular.
Saladillo, servido desde 1888 por el tranway a caballo, quedaba fuera del alcan-
ce del transporte público. Sólo la línea “L” del sistema de colectivos llegaba a la
confluencia de Avenida Arijón y San Martín.710 También la línea “M” se dirigía hacia
el sur, pero sus servicios eran algo intermitentes. En 1934, los vecinos del Saladillo
peticionaron por el restablecimiento de la línea 8 de tranvías, debido al aislamiento
que sufría la zona con respecto a todo el Municipio. Del mismo modo, se presentaron
proyectos para la ampliación de la línea 11, que conducía al Matadero.
Es notable la merma de la afluencia de transportes a la zona que ocasionó la
medida de Carrasco. En la década de 1920, Saladillo contaba con un servicio de óm-
nibus particular (1924) y además con dos líneas de tranvías: la clásica n° 8 (1888
tracción a sangre-1908 tracción eléctrica), que llegaba hasta los baños, y la n° 8 bis
(1924), que se adentraba en la vecina Villa Gobernador Gálvez. El barrio se encontra-
ba mejor servido cuando su población y edificación eran menos nutridas, aunque más
distinguidas.711 Los pedidos de ampliación de los recorridos del tranvía que llegaban a
Saladillo se multiplicaron712 y fueron presentados por la Sociedad Vecinal Barrio
Saladillo. Esta sociedad emergió en 1932, al calor del conflicto por el cobro de las

708
Ver Compendio de Diegestos municipal publicado en el año 1931, publicado durante la intendencia
del Dr. Alejandro Carrasco, Talleres Pomponio, Rosario, 1932. El asunto de la Vivienda del Trabajador,
la rescisión del contrato con Rossi e Hijo se produce en esta coyuntura por un acuerdo del comisionado
y la empresa bajo cuerda. Cfr. RIGOTTI, Ana María Municipio y vivienda..., cit. Los acuerdos con la
SER en este período son particularmente alarmantes Cfr. VARÓN, Manuel El servicio público de
electricidad en Rosario..., cit. De la misma suerte los negocios sobre la pavimentación se cumplen a
cualquier precio Cfr. BODETTO, Francisco El negocio de los pavimentos al descubierto..., cit. Aunque
cierto es que las negociaciones con la Empresa de Travías Electricos de Rosario se había complicado
cada vez más en la administración de Fermín Lejarza, sucesor de Alejandro Carrasco. Finalmente, en
1932, el intendente demoprogresista Esteban Morcillo municipalizó el servicio apareciendo la Empresa
Mixta Municipal de Transporte, absorbida completamente por el ente municipal el 1 de enero de
1933. Cfr. Memoria de la Labor Desarrollada en el período 1932, elevada al HCD por el Intendente
Municipal Don Esteban Morcillo, Rosario, 1933.
709
La decisión del Intendente fue firmada precisamente el 07/10/1930 ET HCD Prescripción
Reglamentaria, Septiembre, 1939, t. II, f. 5871.
710
ET HCD enero-febrero-marzo 1930, f. 424.
711
ET HCD Prescripción Reglamentaria, septiembre, 1939, f. 5896.
712
Una de las solicitudes incluía una vía alternativa a la diseñada por San Martín para el recorrido:
“Entrada por Ayolas, tomando la circunvalación existente en Ayolas y San Martín, podría tomar los
Del Ocio a la Fábrica 277

cuotas correspondientes a los lotes comprados en la zona y cuyo precio se ajustaba a


la escalada inflacionaria de la crisis.713 Este grupo vecinal714 peticionaba por el sanea-
miento del servicio de transporte en Saladillo, puntualizando las dificultades de tras-
lado de la población residente.
“La supresión de la línea 8 y más tarde la municipalización de los
medios de transportes colectivos ha traído por resultado la esca-
sez de los mismos a los barrios del Sud; y por lo tanto al haber tal
deficiencia, muchas familias que debido a las facilidades que del
transporte existían años atrás, habían comprado lotes de terrenos
para construir sus casitas, con el deliberado propósito de poder
liberarse de los altos alquileres que rigen al centro urbano, y estas
construcciones se efectúan a costa de grandes sacrificios, y vense
hoy obligados a vender a precios irrisorios, dada la valorización
de la propiedad, o alquilar si es que encuentran inquilinos que las
arrienden, con el de irse a vivir a otra parte, donde existan medios
de comunicación que les haga más fácil el poder concurrir a sus
ocupaciones u empleos [...] estas emigraciones han traído como
consecuencia el estancamiento de estos barrios, con los perjuicios
para todos en general.” 715
Uno de los efectos más notables de este proceso de retracción del transporte de
Saladillo fue el éxodo de muchas familias, que confirmó en cierta medida una tipología
barrial más cerrada, concentrada en aquellos pobladores que no tenían necesidad al-
guna de trasladarse hasta el centro y que podían pasar sus días en las inmediaciones,
debido fundamentalmente a que trabajaban en el frigorífico Swift o en los Mataderos
Municipales. Los nuevos pobladores del barrio experimentaron la proximidad de su
residencia respecto a su lugar de trabajo y, al mismo tiempo, estaban peor comunica-

rieles por Buenos Aires hasta Arijón y volviendo por Av. del Lucero [antigua Av. del Rosario su
nombre fue modificado en 1929].”
713
ET HCD marzo 1932, f. 587.
714
Esta Asociación conformaba un movimiento que confluyó en la formación de varios partidos políticos,
entre los que se contaba el Liberación de Manuel Varón, que se presentaron en las elecciones de
convencionales para la Reforma de la Constitución Provincial en 1932. Cfr. ARMIDA, Marisa y
PRÍNCIPE, Valeria La convención constituyente rosarina de 1933. Un debate de ideas en el marco
de una constitución aplicada a destiempo, Seminario Regional, FHyA, UNR, Rosario, 1999;
FERNÁNDEZ, Sandra y ARMIDA, Marisa “Una ciudad en transición y crisis (1930-1943)”, en PLÁ,
Alberto Jorge (Comp.) Rosario en la Historia (de 1930 a nuestros días), t. I, UNR Editora, Rosario,
2000, pp. 33-34.
715
ET HCD Prescripción Reglamentaria, septiembre, 1939, f. 5896. Comunicación de los vecinos del
Barrio Roque Saenz Peña sobre la transformación de los transportes. Fechada 06/06/1934.
278 Diego P. Roldán

dos con el centro; la conciencia identitaria comenzaba a transitar los rigores de la


explotación en las faenas de la carne y las cámaras frías.716
Frente a las reiteradas solicitudes para ampliar el recorrido de los tranvías. La
Municipalidad halló no pocas dificultades para extender las vías por otra arteria que
no fuera San Martín, debido a la escasez de calles pavimentadas en el área. En conse-
cuencia, el Departamento de Obras Públicas se pronunció a favor de la destrucción
del cantero central, que permitiría volver trazar por allí los soportes del tranvía.717
La opinión del Departamento de Obras Públicas se oponía a la del Centro la
Propiedad, agrupación de propietarios y especuladores inmobiliarios. Los miembros
del Centro argumentaron que eliminar el cantero central provocaría un afeamiento de
la zona, la estética dimanada de la perspectiva inscripta en los jardines sería reempla-
zada por el desagradable espectáculo de columnas de metal, y el cielo se cubriría de
abyectos cables.718 Evidentemente, los puntos de vista que se expresan aquí estaban
vinculados a la valorización de los terrenos en función de las instalaciones estéticas.
Sobre todo de la zona que se encontraba cercana al Norte de la Avenida Uriburu y que
no sería perjudicada por la escasez de transporte.
Años atrás, vecinos del Barrio Calzada [Tablada, Viejos Mataderos] propusie-
ron un proyecto alternativo. La vida entera de estos hombres había transcurrido en los
mataderos, luego de 1932 necesitaron trasladarse hacia el Sur, con dirección al nuevo
establecimiento de matanza. Hacia comienzos de la década de 1930, ya habían solici-
tado a Carrasco la ampliación de la línea 11 del tranvía y el Comisionado había acep-
tado; dos años después el asunto había prescrito, siendo archivado.719 Los vecinos
reiteraron la solicitud en octubre de 1934, expresando la urgente necesidad que exis-
tía para comunicar los Nuevos Mataderos, Saladillo y el Frigorífico Swift. Los habi-
tantes de estas zonas;
“...en su mayoría obreros, del Barrio Calzada, Ferrocarril Puerto
General Belgrano, Mataderos tienen que recorrer de 10 a 30 cua-
dras para llegar a ómnibus a la calle San Martín o al Swift o Ma-
taderos a trabajar para ganar el pan para sus hijos” 720
A este proyecto de prolongación de la línea 11 se oponían los vecinos que aún
quedaban del antiguo barrio Saladillo, quienes habían presenciado sus años gloriosos

716
Es sabido que ha sido frecuentemente planeado el axioma que vincula a una clase obrera con conciencia
de sí misma y a la proximidad del lugar de residencia y el lugar de trabajo. Para una revisión crítica de
algunos de estos planteos ver: OYON BAÑALES, José Luis “Historia urbana e historia obrera:
reflexiones sobre la vida obrera y su inscripción en el espacio urbano, 1900-1950”, en VII Seminario
de História da cidade e do urbanismo, Lisboa, 2001.
717
Prescripción Reglamentaria, septiembre 1939, t. II, f. 5896.
718
ET HCD Prescripción Reglamentaria, septiembre, 1934, f. 5919.
719
ET HCD Prescripción Reglamentaria, septiembre, 1934, f. 5902.
720
ET HCD Prescripción Reglamentaria, septiembre, 1939, t. II, f. 5902.
Del Ocio a la Fábrica 279

y aún vivían allí en contacto fluido con el centro, extraños a los ritmos de la produc-
ción cárnica. Estos residentes sufrían las dificultades del viaje al centro, un periplo
largo, con un servicio de ómnibus extremadamente irregular. La ampliación del servi-
cio de la línea 11 aparecía demasiado conectada a los Nuevos Mataderos y al Swift,
excesivamente recostada sobre el Este de la urbanización. Estos vecinos exhortaban a
la reposición de la línea n° 8, afincada sobre calle San Martín, mediando la supresión
de los canteros centrales.721
Poco éxito tuvieron los pobladores que buscaron reinstaurar la conexión entre
Saladillo y el centro de la ciudad, la orientación del espacio había cambiado y por lo
tanto también sus redes de comunicaciones. Rápidamente, en noviembre de 1934 se
hizo lugar al pedido de los vecinos del barrio Calzada. El Concejo solicitó a la Empre-
sa Mixta Municipal de Transporte la ampliación de las vías de la línea 11, desde los
viejos mataderos por Berutti hasta Lamadrid, Caseros y Av. Lucero. El frigorífico
Swift colaboró para llevar adelante el proyecto que dependía de los poderes públicos,
demostrando su interés por este medio de transporte, que jugaba un rol primordial
para la llegada de trabajadores a su planta.722
Hacia los primeros años 1940, se proyectaba un puente de hormigón armado que
uniría Avenida Lucero, antigua Avenida del Rosario, con el Frigorífico Swift. La es-
tructura del mismo sería costosa, en tanto se proyectaba que la línea 11 de tranvía
pudiera conducir a los obreros hasta la entrada del frigorífico. La empresa Swift fue
invitada por la Municipalidad a colaborar en la obra. Treinta años antes se planteaba
un problema semejante con el puente de hormigón armado que Rafael María Gutiérrez
intentaba construir sobre el Saladillo, para vincular a través del nuevo tranvía eléctri-
co, la Av. del Rosario y los Baños. Los centros de atracción de las comunicaciones se
habían desplazado, su ubicación estaba cada vez más hacia el Este, pero la configura-
ción de sentido que congregaban a su alrededor distaba de ser homóloga.
Los fijos y flujos productivos del Oeste de Saladillo, que complementaban las
instalaciones pergeñadas para el solaz de la élite, perdían terreno a manos de nuevas
urbanizaciones.723 Entretanto, novedosas actividades productivas ganaban las riberas
del río Paraná y el Norte de las primeras secciones del barrio —especialmente calle
Lamadrid. Las urbanizaciones y fastuosas construcciones, que se llevaron a cabo en-
tre 1906 y 1920, quedaron aprisionadas entre barrios populares e industrias insalu-
bres. La causante de esa urbanización, del equipamiento del territorio, de la creación
de numerosas funciones urbanas y del afincamiento de pobladores, la Sociedad Anó-

721
ET HCD Prescripción Reglamentaria, septiembre 1939, t. II, fs. 5921-5954-5926. El perfil social de
este grupo de vecinos se deduce del lenguaje utilizado en su comunicación y la inclusión de fotografías
de varias capitales europeas, en particular Londres, donde el servicio de tranvías atraviesa el centro de
la calzada.
722
ET HCD Noviembre 1934, t. 1, minuta de comunicación fechada 26/10/1934.
723
Barrio Tiro Suizo y “Las Delicias”.
280 Diego P. Roldán

nima “El Saladillo”, desapareció a fines de la década de 1930, junto con aquellos
hombres de negocios que habían adquirido de sus manos lotes y mansiones en la
primera década del siglo. El barrio obrero había nacido alrededor de la gran torre del
frigorífico: hacia el Norte, las instalaciones de los Nuevos Mataderos delimitaban un
nuevo espacio, peculiar y recostado sobre sí mismo.

Ilustración 34 — Tranvías Rosario 1941


Esta imagen pertenece al sitio de la ASOCIACIÓN ROSARINA DE AMIGOS DEL RIEL
Historia de tranviaria de Rosario, URL: http://www.arar.org.ar/CT_HTTV.html
y el gráfico ha sido realizado por Carlos A. Fernández en 1999
Del Ocio a la Fábrica 281

Ilustración 35 — Proyecto de Retrazado de la línea 8 de Tranvía a Saladillo


1934
CONCLUSIONES

E
n las páginas anteriores se ha propuesto un recorrido a través de algunas expli-
caciones posibles, sobre las formas que revistió el proceso de reconfiguración
de un espacio a partir de un conglomerado de circunstancias, proyectos y alter-
nativas, que esbozan un pasado móvil y abierto. A tales fines, se ha utilizado una
periodización flexible, cuyos puntos extremos serían 1870-1940 —si bien correspon-
de reconocer que no se acudió al siglo XIX con la misma fuerza que al siglo XX. Esta
consideración del proceso, a lo largo de un período relativamente prolongado, ha
dado lugar a la observación de un complejo que se desarrolló en un territorio concreto
y que generó un espacio de características cambiantes, cuyos límites también resultan,
tras la investigación, difusos y versátiles, a consecuencia de que estas demarcaciones
son colocadas por los agentes que las construyen y reconstruyen permanentemente.
Se ha intentado con las fuentes disponibles construir una historia minuciosa y
detallada, que permitiera reconocer algunas claves para explicar el proceso de cons-
trucción y transformación de un espacio, el cual no puede estudiarse como una mera
transición verificada en el plazo de una década. Antes bien, se ha trabajado sobre un
argumento que intenta restituir la complejidad de la metamorfosis de un barrio aristo-
crático, dedicado al solaz de la élite, que se convirtió en un distrito industrial consa-
grado a la elaboración de productos cárnicos. Para lograr comprender este proceso,
fue menester partir de las etapas formativas, y atender a la sobreimpresión de formas
de organización diversas en un mismo territorio. De este modo se privilegió la cons-
trucción de un argumento alternativo al que establece el sentido común, por una parte,
que Saladillo fue desde siempre un barrio obrero y por añadidura peronista. Del mis-
mo modo, se ha tratado de desmontar la ficción propagada por el Estado Municipal,
que ha matrizado el rol del Sur de Rosario, como una unidad homogénea vinculada a
la producción de la carne y a las industrias insalubres.
Si bien el análisis no aborda el período peronista, muestra en primer lugar que la
configuración espacial del Sur de Rosario, estuvo marcada profundamente por las
relaciones sociales y las actividades económicas que se desarrollaron en su seno, y
que éstas no siempre revistieron características idénticas ni apuntaron hacia un mismo
objetivo. Por lo tanto, las identidades emergentes fueron diversas e inestables. Ade-
más se demuestra que la supuesta homogeneidad del Sur de Rosario es una invención
de las ordenanzas municipales; labor iniciada en la década de 1860, interrumpida a
partir de 1880 y prolongada en 1920-30. Esta secuencia responde a los proyectos de
la élite sobre la segregación urbana, al carácter intensivo del fenómeno inmigratorio y
a la masificación de la sociedad rosarina. Los sectores hegemónicos no consiguieron
controlar los dos últimos procesos y sus derivaciones, a ellos le opusieron primero
284 Diego P. Roldán

respuestas adaptativas y luego infructuosos ensayos de regulación y represión. El re-


corrido que propone este trabajo muestra que las relaciones sociales y los planes que
animaban a Saladillo, eran mucho más variados y complejos, y que la operación de
rotular taxativamente al barrio en su período inicial o en una etapa posterior, sólo
contribuiría a ocultar la mencionada complejidad y anular el carácter contradictorio
del proceso.
En síntesis, a lo largo de esta investigación se ha pretendido analizar, de la ma-
nera más pluridimensional posible, las lógicas solapadas, contiguas e imbricadas que
se han dado cita en juegos de fuerza variables, orientados a dar forma a un espacio
construido por una diversidad de agentes (miembros de la élite, compañías de servi-
cios públicos, publicistas, técnicos de la construcción, empresas inmobiliarias, traba-
jadores, fábricas extranjeras, funcionarios del municipio, corporaciones locales, pe-
riódicos, etc.). El efecto de la interacción de estas agencias ha sido el proceso de
construcción material y simbólica de Saladillo, un espacio cuyos contornos sociales y
culturales se muestran particularmente móviles, y cuya definición y apropiación en el
corazón de la ciudad, se ofrece con una marca de persistente inestabilidad durante el
período analizado.

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