Professional Documents
Culture Documents
Permite as una religiosidad basada en lo que Veyne llama presentimiento, es decir la relacin de indiferencia parcial
con la religin, una adhesin lejana. Existe una distribucin en el teatro de valores que tiene variados grados de
intensidad. No se es religioso con un grado de emocin diaria de alto voltaje, la fe tambin se administra.
Nuestro historiador afirma que las interpretaciones sobre el hecho histrico de la religin padecen de un exceso de
psicologismo o de una sobrante de racionalismo. Una religin no deriva del miedo a la muerte, no es una astucia
psquica.
As como el alcohol no hace a un Poe el miedo a la muerte no nos da un San Pablo, ni un Constantino. Existe la
creatividad imaginativa en la invencin de las religiones. Tampoco la religin es un derivado social con un fin utilitario,
no se fabrica una religin para anestesiar a un pueblo. Para Veyne la nocin de ideologa es panexplicativa. Expresa de
una ilusin intelectualista. Los pueblos no son individuos que actan luego de haber asimilado el contenido de un
mensaje. Ms importante que las fraselogas y las bellas palabras son las vivencias silenciosas, el peso tcito de lo
cotidiano, y el habitual gusto por los ideales.
Las ideologas slo convencen a los convencidos. Veyne dice algo ms, para l la funcin de la ideologa no es
convencer sino agradar, producir placer. Las ideologas mejoran la imagen que tenemos de nosotros mismos, no slo
legitiman rebeliones sino justifican la superioridad de los dominadores y trasmiten a los dominados que no se
equivocan al obedecer.
Hay un fantasma que recorre la historia, se llama conformismo, y es mucho ms sutil de lo que se cree. Tiene a su
favor los sistemas de normalidad, el principio de mediocridad cotidiana, las indiferencias parciales, los rituales de
solemnizacin de las autoridades, las modas, la repugnancia y la estupidez.
Por la repugnancia sntoma digestivo de la estupidez Veyne explica el antisemitismo inaugural de los cristianos en
aquellos primeros siglos cuando el judo careca de una clara identificacin. Ni ateo ni hereje, era repugnante aquello
que sin ser ni carne ni pescado especie intermedia como el marisco presentaba una identidad difusa. Daba asco.