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XIII
1 Siemens, George “Conectivismo: Una teoría de aprendizaje para la era digital”. Diciembre 12, 2004.
Traducción: Diego E. Leal Fonseca. Febrero 7, 2007
cerebro siempre está generando hipótesis de los hechos no conocidos con propósitos
de ajuste al entorno y supervivencia.
Pero para que una comunicación educacional sea efectiva y transfiera eficazmente la
información y conocimientos “pertinentes” para la acción, exige como precondición un
“marco común de experiencias” que viabilice la “comprensión comunicativa”; es decir
adecuaciones semánticas o adaptadores de variedad que permitan la “correcta”
codificación y decodificación (con la intención expresa que le da el maestro) de las
señales lingüísticas de toda naturaleza, por parte de los sistemas en interrelación.
Este es un fenómeno altamente complejo, dados los múltiples entornos en que los
sistemas y subsistemas en interacción realizan sus “poiésis” hermenéuticas, todas
ellas, no obstante, “integradas” por las estructuras de autoridad de la sociedad en que
se desenvuelven y que viabilizan la existencia del colectivo comunicacional como tal.
Esta dialéctica entre diferencias y semejanzas obliga a permanentes ajustes
contingentes de los sistemas, que buscarán siempre reducir la complejidad, como una
forma de ahorrar energía y conseguir la debida comprensión comunicativa.
Las diversas teorías de enseñanza-aprendizaje no habían hecho, hasta hace muy poco,
referencia al tipo de “aprendizaje” que ocurre fuera de las personas (p.ej. el
almacenado y manipulado por la tecnología) y casi no describen cómo ocurre el
aprendizaje organizacional en torno a estas nuevas fuerzas productivas, porque se han
mantenido en la lógica de las apreciaciones según las cuales, tales características se
asumen como estrictamente humanas (asentadas en el cerebro).
A esta intercomunicación habrá que sumar aquellas que se producen entre artefactos
con memoria de silicio -si es que se puede llamar a aquello “comunicación”- aunque
por cierto, es una interconexión que ya podemos observar en instalaciones en línea
para el teletrabajo industrial; el perfeccionamiento de una robótica destinada a cubrir
las necesidades diarias de las personas mediante el desarrollo de la “domótica”
(digitalización y automatización de los hogares), donde múltiples artefactos hogareños
coordinan informaciones con propósitos de mantener el funcionamiento de los sistemas
de mantención, cuidado y provisión de las casas del futuro.
Cada vez más, son el conocimiento, la experiencia y la creatividad los factores que
generan valor simbólico, pero aquellos sólo pueden expresarse en el poseedor de estas
potencialidades productivas, es decir, la persona y, a través del lenguaje, en la
2 Siemens, George “Conectivismo: Una teoría de aprendizaje para la era digital”. Diciembre 12, 2004.
Traducción: Diego E. Leal Fonseca. Febrero 7, 2007
organización productiva. En todo caso, sólo la persona puede crear, manifestar y
compartir conocimiento, experiencias y creatividad, mediante su habla y/o,
transfiriendo tales conceptos materialmente a bases de datos, de modo que sea
accesible a otros, aunque recordando siempre la enorme pluralidad de usuarios que
interactuarán con los textos indizados y que los interpretarán desde múltiples
perspectivas que pueden o no crear nuevo valor o innovación.
Tal como en un buen restaurante, el “chief” gestor determina la calidad del servicio y
producto y la respuesta de sus clientes está definida por su “manifestación” en las
comidas, las nuevas empresas son mejor o peor evaluadas por los mercados según si
los conocimientos, experiencia y creatividad del líder se expresan en los productos,
aún cuando ellos sean, en los hechos, obra de una comunidad. Un ejemplo de tal
comportamiento se observa en los programas de TV, donde el anchorman suele
determinar los rating de aquellos; o en las líneas de producción de vestimentas y
artículos femeninos, en los que el valor surge de la estética personalísima y
reconocible de su creador.
Esta mayor personalización de las empresas tiene un simbolismo evidente que pasa
por un proceso de validación que es lingüístico-conceptual y emocional, lo que suscita
un fuerte cambio en los modelos de precios de los mercados industriales, pues un
mismo producto (ej. un MP4) puede encontrarse a valores muy distintos, dependiendo
del prestigio, fama y connotación de la marca y estilo del creador incorporado al bien.
La estabilidad y éxito de las empresas en la nueva Sociedad dependerá pues, en gran
medida, de la calidad de coordinación del productor con las estéticas en boga, su modo
de comunicaciones y relaciones, y, por consiguiente, de la fluidez de información con la
que el colectivo opere para responder a consumidores con gustos y deseos
hipercambiantes y cada vez más personalizados, infieles y/o tribalizados.
La cualidad única del creador o innovador se puede ver hoy en los mejores precios que
ofrece el mercado por diseños realizados por determinados trabajadores del
conocimiento, los que cuando emigran a otras marcas, se trasladan con dicho capital
hacia los nuevos productos, sin importar mucho la casa industrial que los acoge. Esta
portabilidad del capital-conocimiento tiene un poderoso influjo en las relaciones
sociales y en la forma que adquirirán las estructuras de poder empresarial del
porvenir.
3 Taichi Sakaiya. Historia del Futuro. La Sociedad del Conocimiento. Editorial Andrés Bello. 1994
La reciente crisis financiera mundial ha permitido constatar que el poder del puro
capital tiene límites y en su colisión con las nuevas realidades, parece estar dejando el
lugar de privilegio que ocupó en las últimas décadas a una mayor autoridad de los
“conocedores sistémicos”, es decir, políticos y cientistas sociales, quienes han debido
asumir el liderazgo para enfrentar la crisis desde una perspectiva global y holística,
mediante el poder normativo de los Estados que han retomado las riendas de la
economía, aunque ya no al modo de los socialismos reales, sino una mezcla de
mercado libre, con un Estado que proteja a los consumidores del enorme poder de las
megacorporaciones.