You are on page 1of 35
2 EL QUID DEL MINIMALISMO. Arte de ABC, estructuras primarias, arte literalista, minimalismo: la mayoria de los términos empleados para referirse a la obra relevante de Carl Andre, Larry Bell, Dan Flavin, Donald Judd, Sol LeWitt, Robert Mortis, Richard Serra y otros sugieren que este arte no es s6lo inexpresivo, sino casi infantil. A menudo despreciado en los aiios sesenta como reductor, el minimalismo fue con frecuencia considerado en los ochenta como itrelevante, y ambas condenas son demasiado vehementes para tratarse Gnica~ mente de una cuestién polémica dentro del mundo del arte. Mis alli de los intereses personales de los artistas y criticos comprometidos con los ideales humanistas y/o las imigenes iconogrificas en el arte, estas condenas del minimalismo estaban condicio- nadas por dos acontecimientos relacionados: fica de que el minimalismo consumaba un modelo formalista de la modetnidad, lo completaba y rompia con él a Ja vez; y en los ochenta por una reaccién general que cempleaba una condena de los afios sesenta para justificar un retorno a la tradicién en elarte y en lo que no es el arte. Pues asi como los derechistas de los aitos cincuenta trataron de enterrar el radicalismo de los treinta, los derechistas de los ochenta trataron, de cancelar las reivindicaciones culturales e invertir los avances politicos de los sesenta, que para estos neoconservadores resultaban sumamente traumiticos. Para los radicales gingrichianos de los afios noventa nada cambié mucho y la pasién politica contra los sesenta es tan ardorosa hoy como siempre! De manera que lo que esti en juego en esta condena es la historia, en la cual el minimalismo dista de estar muerto, y menos para aquellos que descarian que lo estu- viera. Nos hallamos, sin embargo, ante un caso de perjurio, pues en los ochenta el ‘minimalismo era representado como reductor y retardataire a fin de hacer que el neo- expresionismo pareciera expansivo y vanguardista, y por eso se tergiversaron las dife- rentes politicas culturales de los minimalistas sesenta y los neoexpresionistas noventa. an los sesenta por una sensacién especi- (Como 1848 para las generaciones poxcrioes, 1968 perdura como una apuestapolitco-cultural de primera magnitude] actual interés por el ate de los sesenta forma parte de su contetacién. EL RETORNO DE Lo REAL ese a todas sus aparentes libertades, el neoexpresionismo particip6 en las regresiones culturales de la era Reagan-Bush, mientras que pese a todas sus aparentes restricciones el minimalismo abrié un nuevo campo del arte, cuya exploracién continda la obra avanzada del presente, © al menos eso seri Jo que este capitulo tratari de demostrar. Para ello, lo primero es poner en su lugar la recepeién del minimalismo, y luego plan tearse una contramemoria mediante la lectura de sus textos fundamentales. Esta con tramemoria seri a continuacién usada para definir las implicaciones dialécticas del miiniminalismo con el arte moderno tardio y neovanguardista, lo cual a su vez suge~ riri una genealogia del arte desde los afios sesenta a la actualidad. En esta genealogia el minimalismo figurari no como un distante final muerto, sino como una culmina~ cién contemporinea, un deslizamiento de paradigma hacia las pricticas posmodernas que siguen elaborindose hoy en dia, Por tiltimo, esta genealogia llevar’ de vuelta a los aiios sesenta, es decir, al lugar del minimalismo en esta conjuncién critica de la cultura, la politica y la economia de posguerra’, Recepcién: «Me opongo a la idea de reduccién total» A primera vista todo parece muy simple, aunque en cada serie de obras una ambi- giiedad perceptiva complica las cosas. Reiida con los objetos especificos de Judd esta su composicién no especifica («una cosa detris de otray)*.¥ asi como las gestalts dadas de Morris son mis contingentes que ideales, ai las toscas planchas de Serra son rede- finidas por nuestra percepcién de cllas en el tiempo, Mientras tanto, la 16gica de enre- Jados de LeWitt puede ser obsesiva, casi dementet; ¢ incluso los cubos perfectos de Bell, que parecen herméticamente cerrados, reflejan el mundo exterior. De modo que lo que se ve es lo que se ve, segiin la famosa sentencia de Frank Stella?, pero las cosas nunca son tan sencillas como parecen: no obstante el positivismo del minimalismo, en estas obras la percepcién se hace reflexiva y compleja. ‘Aungue la sorpresa experiencial del minimalismo es dificil de recuperar, su provo- cacién conceptual perdura, pues el minimalismo rompe con el espacio trascendental ® Los epigrafes de las custro secciones que siguen estin extaidos de Donald Juno (1 3) en Bruce Ghiser: «Questions fo Stella and Jud, Aet Nowy (sepsiembre de 1966), reimpreso en Gregory Bactcock (ed), Miimal Ait, Nueea York, Dutton, 1968, pp. 159, 157; de Tony Suri (2) en Samavel Wags Talking with Tony Smith, Anfonum (diciembre de 1966), p.19;y de Gilles Detsuze (8), Difrence and Repetion, 1968; tad. ingl. Paul Pac ton, Nueva York, Columbia University Press, 1994, p. 293 [ed. cast: Difeenia y repeticén, Gijon, Jar, 1987, p. 46! > Donald Jupp, «Specific Objects, Arts Yor Bove 8 (1965), seimpreso en Complete Writing, Nueva York y Halifax, The Press of the Nova Scotia School of Artal Design, 1975, p. 184. menos que se indique lo con- tari, sodas Ls citas siguientes de Judd proceden de este texto (pp. 181-189) * Vease Rosalind KaAUSs, LeWitt in Progress, en The Originality of the Avant-Garde and Other Modernist Myths, Cambridge, MET Press, 1984 [ed, cast: La original de a wngundiey otros mits modest, Madrid Aaa Fultorial, 1996]. Aunque no fueron muchos os erticos que le hicieron caso, LeWitt insists en la iogica de sa arte en promunciamscntos coma «Sentences on Conceptal Art» (Art-Languaze [mayo de 1968)) 5 Frank SrEta en Ghiser, Questions to Stella and Judd, cit, p. 158.

You might also like