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Francisco Mejía

Antony Cadena – Artes Plásticas Y Visuales


Edificio Fabricato 152 Acetato 13x18 cms
Panorámica de Medellín 1926 Vidrio 13x18 cms
Rio Medellín 1928 Vidrio 13x18 cms
Considero que es de vital importancia
recopilar y recordar el invaluable
trabajo de este artista colombiano que
se encargo de resaltar la belleza de
diversos lugares, objetos y personas

Podría decirse que Francisco Mejía (1899-1979) fue de esos


artistas que se dedican a su oficio movidos por las
circunstancias más que por las urgencias, alardes muchas
veces, de una vocación. Como suele ocurrir en estos casos,
esto le permitió producir una obra pareja, serena e imparcial;
es decir, trabajar con lo que hoy en día designamos con la
palabra profesionalismo.
(1899-1979) Nació en Copacabana Antioquia, en el seno de una familia que, como tantas otras
de comienzos del siglo Su padre era minero y alguna vez fue alcalde de esta población. Su
madre fue una mujer emprendedora, después se trasladaron a Medellín. Allí su madre montó
una pequeña industria sombrerera y un servicio de lavado de ropa al por mayor lo que hizo
posible educar sin problemas a los hijos.

Francisco viaja a Bogotá con la intención de estudiar ingeniería con los hermanos cristianos,
pero nuevos percances económicos lo hicieron regresar a Medellín, en el año de 1917.

Se empleó de mensajero y ayudante de dibujo con la firma Olarte Vélez, en donde se afianzó su
interés y adquirió un ojo crítico para los temas de la ingeniería y de la arquitectura. Pasó
después a trabajar en el negocio fotográfico de Oscar Duperly, fue por contacto como cobró
afición a la fotografía. Su aprendizaje fue puramente empírico; la decisión de independizarse
tuvo algo de fortuita. Mientras cumplía funciones tanto administrativas como de fotógrafo en la
casa Duperly, le gustaba recorrer la ciudad y, a título privado, "sacar vistas" de los lugares y
eventos principales para su colección particular. Desde el comienzo supo que eran buenas; y
como quienes las conocían empezaban a ofrecerle dinero por las copias y a comisionarle
trabajos esporádicos, se resolvió por el oficio de fotógrafo.
Abrió su estudio propio en el año de 1928. Para esa fecha había establecidas varias casas del
ramo en Medellín. Aparte de Duperly, podemos mencionar las de Rodríguez, Obando, Rafael
Mesa y Benjamín de la Calle, ya en sus últimos años y a quien compró Mejía los equipos. Los
clientes encontraban a Mejía en su estudio del crucero de Junín con Colombia, después en la
calle Ayacucho, primero en un local del Teatro Bolívar y luego al frente, en la esquina del Pasaje
la Bastilla. Cuando el ensanche de esta calle, se trasladó a un local aledaño a la iglesia de San
Benito y allí siguió desempeñando su trabajo hasta la fecha de su fallecimiento.

En un principio puso énfasis en el aspecto comercial de su ocupación. Situó su vista en las


principales compañías industriales, empresas constructoras, bancos y establecimientos
comerciales Empresas tales como la Naviera Colombiana, Fabricato, Coltejer, la Compañía
Colombiana de Tabaco y la Nacional de Chocolates, encomendaron a Mejía estas labores. Los
resultados fueron y son aún notables y más parecen productos de la curiosidad y el entusiasmo,
que el trabajo prudente que se ejecuta por encargo. Muchas ostentan cualidades estéticas, sin
que este fuera su objetivo primordial, lo cual debe abonársele al artista.

La obra de Mejía nos recuerda que en sus días éstas no eran más que las señales del progreso.
Y este progreso asume muchas caras. Así, la población obrera, femenina al comienzo y
acaparada por el negocio del café, se traslada a la industria manufacturera y es sustituida
gradualmente por contingentes masculinos; el paisaje del Valle de Aburra se llena de factorías
y de urbanizaciones para las clases medias, la ciudad de caserones antioqueños da paso a una
de caserones de un estilo promiscuo que hoy parecen ostentosos, y en el Centro se elevan
edificios que hoy parecen humildes.
Mejía fue pionero en la técnica de la iluminación al óleo que puso en boga sus postales y
retratos retocados; y manejó con tanto acierto la luz artificial como la natural, de la cual se valía
haciéndola llegar hasta su estudio mediante complicados ensamblajes de espejos o, para el caso
de interiores de casas y edificios, dejándola filtrarse desde alguna ventana, con lo cual obtenía el
raro efecto de intemporalidad que hoy nos presentan.

Incursionó en el cine comercial y fue durante años el encargado de preparar las placas de
publicidad que inauguraban el suspenso en las salas de cine. Mejoraba las cámaras, se ideaba y
construía máquinas de ampliación y para el revelado de películas, y era un maestro en la
preparación de emulsiones y material de procesado.

Su éxito como fotógrafo de la arquitectura se debió, aparte de sus conocimientos sobre el tema,
a que no vacilaba en colgarse de un lazo o subir a un árbol para obtener sin distorsiones las
imágenes; y como fotógrafo de niños, a que iba desde construirles juguetes que los
entretuvieran, hasta hacerles maromas y visajes que los hicieran sonreír. Sus dotes de retocador
obviamente lo hicieron popular entre las damas.
Fotografías
Calle Bolivia 1928 Vidrio 13x18 cms
Parque De Berrio, Costado Norte 1932 Nitrato 13x18 cms
Parque De Berrio Esquina De Bolívar Con Colombia 1950 Acetato 13x18
cms
Edifico Girardot 1936 Nitrato 13x18 cms
Carrera Palace 1941 Acetato 13x18 cms
Edificio de la Neviera Colombiana 1953 Acetato 13x18 cms
Tunel de la Quiebra 1929 Nitrato 13x18 cms
Construcción del Hotel Nutibara 1942 Acetato 13x18 cms
Rectificación del Rio Medellín 1941 Acetato 13x18 cms

Farmacia Salud 1938 Nitrato 13x18 cms


Salón Musical Víctor 1935 Nitrato 13x18 cms
Cigarrillos Piel Roja 1939 Nitrato 13x18 cms
Instituto Central Femenino 1938 Nitrato 13x18 cms
Kira 1940 Acetato 13x18 cms

Ari-Ana 1941 Acetato 13x18 cms

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