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Algunos Mitos e Ideas Equivocadas en cuanto a las Enfermedades Mentales

Por el Elder Alexander B. Morrison


Primer Quórum de Los Setenta (Autoridad Emérita)

Traducción libre por Oscar A. Abarca

Mensaje dado en “Pioneer Welfare Region Leaders, en Salt Lake City UT, el 21 Abril del 2001

Introducción

En el Libro de Mormón (2 Nefi 5:27) leemos que los Nefitas quienes habían sido, al menos en su totalidad obedientes a las leyes
de Dios, “vivieron de una manera feliz”. Que maravilloso e interesante pensamiento: si somos obedientes, y seguimos los
mandamientos de Dios, seremos felices a pesar de nuestras circunstancias. Suena como una descripción de una relación de
causa y efecto, y así es, o puede ser. Existe suficiente evidencia en la literatura clínica que en medio de todos los problemas de
la vida, fieles, creyentes y hacedores Santos de los Últimos Días viven, en general, vidas más felices y productivas que aquellos
quienes malgastan su tiempo y talentos en auto gratificación hedonística. Sin embargo es importante entender, que la felicidad
no implica la ausencia de adversidad. De hecho, seria imprudente pensar que uno puede ir en la vida sin enfrentar pruebas y
tribulación. Cada familia, e incluso cada individuo experimentan tentación, oposición, sufrimiento, pruebas difíciles que
prueban su fe y perseverancia. Uno de los grandes propósitos de la mortalidad es el probar nuestra dignidad dignidad para
recibir las escogidas bendiciones de Nuestro Padre Celestial por medio de la fiel perseverancia hasta el fin, en medio de todas
las aflicciones que la vida nos brinda. Sin equivocación, la adversidad es parte del plan de Dios para Sus hijos. “Porque es
preciso que haya una oposición en todas las cosas” (2 Nefi 2:11).

Dentro de las pruebas mas dolorosas y en ocasiones mas prolongadas que un individuo o familia pueden enfrentar son las
enfermedades mentales. Al referirme a enfermedades mentales no me refiero a las preocupaciones sociales y emocionales
temporales que se experimentan como parte del ir y venir de la vida. En esta categoría también se incluiría la depresión
temporal asociada con la muerte de un ser amado, o la ansiedad que se experimenta al comenzar un nuevo empleo. Al
referirme a las enfermedades mentales me refiero a un desorden que causa perturbaciones de moderadas a severas en el
pensamiento, percepción y comportamiento. Si dichas perturbaciones son lo suficientemente severas, y de suficiente duración,
podrían dañar significativamente la habilidad de la persona para hacer frente a las demandas y rutinas de la vida ordinaria.
Estas podrían incluso amenazar la vida en si misma, como en una depresión severa, o el ser lo suficientemente debilitantes que
el que sufre es incapaz de funcionar efectivamente como individuo o como un miembro productivo de la sociedad. Especialistas
en el campo de las enfermedades mentales consideran cinco categorías principales de enfermedades mentales. Estas incluyen:
Trastornos de Ansiedad (fobias, trastornos de pánico y trastornos obsesivo-compulsivos); Trastornos del Estado de Animo
(depresión y trastornos bipolares); Esquizofrenia (una trastorno serio que produce alucinaciones, ilusiones, incapacidad de
razonamiento); Demencias (un grupo de trastornos, que incluye el trastorno de Alzheimer, que lleva a una disminución de las
funciones mentales, incluyendo la perdida de memoria y de habilidades intelectuales); y los Trastornos Alimenticios (Anorexia
Nervosa y Bulimia, ambas trastornos que causan serias amenazas a la vida.

Como uno podría esperar, existe un continuo entre las preocupaciones sociales y emocionales, las cuales son pasajeras y
resultan (presumiblemente) de los estreses y tensiones de la vida, y las enfermedades mentales, muchas de las cuales se cree
son causadas por factores biológicos, incluyendo desbalances químicos en el cerebro. Un buen ejemplo: Por un lado a tristeza
que ocurre como parte del proceso de duelo al perder a un ser amado, y por otro lado la de sentimientos continuos de total
desesperanza, quizás conduciendo al suicidio. De hecho, más o menos 15% de los pacientes severamente deprimidos cometen
suicidio.

A través de la ciencia médica se han tenido un admirable progreso en el último siglo al resolver algunos de los misterios del
cerebro, la verdad inevitable es que ese conocimiento en esta área tan vital e inmensamente compleja aun se encuentra en
pañales. No obstante, hipótesis generales aceptadas están comenzando a surgir, aun no sabemos exactamente como funciona
el cerebro, ni exactamente como y porque algunas de sus partes pueden mal funcionar. Como quiera que sea, una cosa es
segura: las enfermedades mentales nos afectan a todos. Más de uno de cinco estadounidenses experimentan enfermedades
mentales en un año, y uno de cuatro estadounidenses tiene un miembro en su familia con alguna enfermedad mental. Ningún
individuo, familia o grupo es inmune. Además, estamos aprendiendo que muchas enfermedades mentales son el resultado de
trastornos químicos en el cerebro, de igual manera que la diabetes es el resultado de un trastorno químico en el páncreas.
Siendo esto que muchas enfermedades mentales pueden ser tratadas medicamente de manera eficaz, y aun en algunos casos
más eficazmente que las enfermedades físicas como las enfermedades del corazón.

¿Por qué entonces es que aun existe mal entendido y temor en cuanto a las enfermedades mentales? ¿Por qué abunda el
silencio, ignorancia, enajenación y prejuicio en cuanto a las enfermedades mentales? ¿Por qué es tan difícil para muchos
renunciar a ideas anticuadas y absolutamente incorrectas en cuanto a las enfermedades mentales y verlas por lo que realmente
son, el análogo mental de los trastornos físicos?

Mitos e Ideas equivocadas

Mitos e ideas equivocadas en cuanto a la causa, curso y tratamiento de las enfermedades mentales desafortunadamente se
encuentran entre los Santos de los Últimos días, al igual que el público en general, estas actitudes perjudiciales y destructivas
incluyen las siguientes:

1. Toda Enfermedad Mental es Causada por El Pecado

No cometan un error al respecto: el pecado, el deliberadamente romper los mandamientos de Dios, en efecto tiene como
resultado mucho comportamiento que es dañino para si mismo y para otros. Para cada transgresión debe haber, por razones
de la ley de la cosecha, una consecuencia o castigo. Las demandas de la justicia son inexorables, a menos que la persona
invoque el poder de la misericordia que provee la Expiación de Cristo, al arrepentirse del pecado y aceptando a Cristo como su
Salvador personal.

El poder del pecado para atormentar y degradar el alma es vívidamente ejemplificado por las palabras del penitente Alma: “Me
martirizaba un tormento eterno, porque mi alma estaba atribulada en sumo grado, y atormentada por todos mis pecados… yo
era atormentado con las penas del infierno… el solo pensar en volver a la presencia de Dios atormentaba mi alma con indecible
horror. ¡Oh si fuera desterrado –pensaba yo- y aniquilado en cuerpo y alma…” (Alma 36.12-16).

Aquellos, como Alma, que experimentan pesar y sentimientos de remordimiento durante el proceso del arrepentimiento no
están mentalmente enfermos. Pero requieren la confesión y el consejo de manos del Obispo. Como parte de su llamamiento,
cada obispo recibe poderes especiales de discernimiento y sabiduría. Ningún profesional de la salud mental, a pesar de su
habilidad, nunca podría reemplazar el papel de un fiel obispo, a medida que es guiado por el Espíritu Santo al ayudar a los
miembros de la Iglesia a trabajar el dolor, remordimiento y depresión asociados al pecado. Sin embargo, habiendo dicho esto,
debe enfatizarse que en muchas instancias los pensamientos aberrantes, acciones y sentimientos son resultantes de una
enfermedad mental y no del pecado. Vienen a causa de la enfermedad y no de la transgresión. No existen maneras en que Dios
castiga al pecador. El asumir que así es, no solamente demasiado simplista, si no también contrario a las enseñanzas de la
Iglesia. La primera tarea del obispo en este asunto es el discernir si un miembro de su congregación profundamente afligido
esta sufriendo los efectos del pecado o de una enfermedad mental. El obispo es capaz de hacer esto eficazmente a medida que
comprende la naturaleza y los síntomas de las enfermedades mentales y es guiado por el Espíritu Santo.

La realidad es que muchos fieles Santos de los Últimos Días, quienes viven los mandamientos y honran sus convenios,
experimentan batallas personales con las enfermedades mentales, o se les requiere quizás tratar por periodos largos de
tiempo, con intenso dolor y sufrimiento de las enfermedades mentales de miembros de la familia quienes son moralmente
rectos. Aquellos involucrados a menudo cargan con el dolor, la ansiedad y el peso, sin la aceptación y entendimiento de otros.
Les aseguro que los líderes de la Iglesia de ningún modo están exentos de la carga de las enfermedades mentales de origen
biológico, ya sea como victima o como familiar. En el área geográfica de cada barrio y estaca hay hombres y mujeres
severamente deprimidos; gente mayor con falta de memoria y de capacidades intelectuales; jóvenes o adultos luchando con
abuso de substancias; personas de todas edades, ambos sexos y de cada modo de vida, quienes exhiben comportamientos
aberrantes, incluso bizarros. Sus cargas –que son muchas y dolorosas- solamente pueden ser disipadas por amor,
entendimiento (tanto intelectual como espiritual) y aceptación.

El otro día, por ejemplo, conocí a un hombre, un talentoso medico en los 40´s, quien hace cinco años comenzó a presentar
intensos y dolorosos cambios en el estado de animo del trastorno bipolar. Su problema es enfermedad, no pecado.
Afortunadamente, se encuentra recibiendo tratamiento medico para este mal.
2. Alguien es culpable por las Enfermedades Mentales

Muy cercano al mito de que las enfermedades mentales son causadas por el pecado se encuentra la idea equivocada,
igualmente peligrosa de que alguien debe ser culpable por la enfermedad mental. Supongo que una de las tendencias humanas
comunes es el culpar a otros, o a uno mismo por las cosas que van mal en la vida. Muchas victimas de las enfermedades
mentales se desgastan emocionalmente en intentos inútiles y repetitivos al tratar de recordar algo que ellos, sus padres o
alguien mas pudo haber hecho que resultara en el terrible sufrimiento en el que se ven forzados a soportar. Algunos culpan su
problema a una posesión del demonio. ¡No hay duda de que tal cosa ha ocurrido en pocas ocasiones, pero no le demos crédito
al demonio por todo lo que sale mal en el mundo! Hablando de manera general, las personas enfermas mentalmente no
requieren de un exorcismo; requieren de terapia y las manos de profesionales de la salud calificados; requieren amor,
preocupación y apoyo de todos los demás.

Mas a menudo, en la falta de entendimiento acerca de las causas de las enfermedades mentales las victimas se culpan a si
mismas, y muchos parecen estar inhabilitados para deshacerse de esos terribles pensamientos, sentimientos que de que por
alguna razón, de alguna manera ellos son la causa de su propio pesar, aun cuando no lo sean. Muy a menudo, los padres,
cónyuges u otros familiares atormentan sus mentes tratando en vano de determinar que es lo que hicieron mal. Oran una y
otra vez pidiendo perdón, cuando no existe evidencia objetiva de que existe algo por lo que deben ser perdonados. Quizá
intenten pactar con Dios, ofreciéndole cualquier cosa, aun sus propias vidas, si tan solo El “curara” a su amado hijo o familiar.
Por supuesto, en la vasta mayoría de las instancias nada de esto funciona, por la simple razón de que los pensamientos y
comportamiento de la victima es el resultado de el proceso de una enfermedad que no es causada por la acción de otros,
incluyendo a Dios.

El atribuir culpa por la enfermedad mental causa sufrimiento innecesario para todos aquellos involucrados, así como también
requiere tiempo y energía la cual puede ser utilizada para aumentar el entendimiento de lo que realmente esta sucediendo,
para realizar una evaluación y un diagnostico adecuado de la enfermedad, entender las causas a menudo en ultima instancia,
los cambios en la química en el cerebro, el obtener un medicamento que ayude a controlar la enfermedad al revertir los
cambios químicos y aprender técnicas conductuales y cognitivas que son parte del proceso de curación. Como victimas, seres
queridos, y el resto de nosotros aumentando nuestro entendimiento, paciencia, perdón y empatía ayudaran a reemplazar la
negación, la ira y el rechazo.

3. Lo Único que Necesitan las Personas que Sufren Enfermedades Mentales es una Bendición del Sacerdocio

Soy un gran defensor y partidario de las bendiciones del sacerdocio. Se, por experiencia personal, que hacen un bien
inestimable. Se también que la curación final y completa en las enfermedades mentales y cualquier otra enfermedad viene por
medio de la fe en Jesucristo. En cualquiera de las circunstancias, en salud y enfermedad, en buenos y malos tiempos, nuestras
vidas pueden mejorar y pueden volverse más abundantes y pacificas a medida que nos volvemos a El. “Venid a mi todos los que
estáis trabajados y cargados,” dijo El, “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mi, que soy manso y humilde de corazón;
y hallareis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mateo 11:28:30). El y solo El tiene acceso
al “Bálsamo” sanador que todos los hijos de Dios necesitan. Sin embargo, de ninguna manera denigrando el rol único de las
bendiciones del sacerdocio, permítame sugerir que los líderes eclesiásticos son líderes espirituales y no profesionales de la
salud mental. Casi todos tienen falta de habilidades profesionales y capacitación para manejar de manera eficaz las
enfermedades mentales profundas, y se aconseja muy bien el buscar ayuda profesional competente para aquellos a su cargo
que se encuentran en necesidad. Recuerde que Dios nos ha dado tecnología y conocimiento maravillosos que pueden
ayudarnos a superar problemas dolorosos como las enfermedades mentales. De la misma manera en que no vacilaríamos en
consultar a un medico acerca de problemas médicos como el cáncer, enfermedades del corazón o diabetes, de la misma
manera no deberíamos vacilar en obtener ayuda medica o de otro tipo al manejar enfermedades mentales. Cuando se busca
dicha ayuda, tenga cuidado de asegurarse, hasta donde le sea posible, que el profesional de la salud sigue practicas y
procedimientos que son compatibles con los principios del evangelio.
4. Las Personas Enfermas Mentalmente Simplemente les Hace Falta Fuerza de Voluntad

Algunos en su falta de entendimiento y empatía, equivocadamente creen que las personas con enfermedades mentales solo
necesitan que “les caiga el veinte, y muestren carácter para continuar con la vida”. Aquellos quienes creen de esta manera
demuestran una grave falta de conocimiento y compasión. Es un hecho que las personas con enfermedades mentales serias no
pueden simplemente, por medio del ejercicio de la fuerza de voluntad, salir del predicamento en el que se encuentran. Ellos
necesitan ayuda, aliento, entendimiento y amor. Cualquiera que ha presenciado la increíble, muy cerca a insoportable dolor de
un ataque de pánico severo, sabe bastante bien que nadie sufriría de esa manera si lo único que se necesitara fuera mostrar un
poco de fuerza de voluntad. Nadie que ha presenciado la casi indescriptible tristeza de una persona severamente deprimida,
quien quizás no puede siquiera levantarse de la cama, y llora todo el día o se refugia en la apatía desesperanzada, o intenta
suicidarse, nunca pensaría por un momento que las enfermedades mentales son solo un problema de fuerza de voluntad. No
decimos a las personas con enfermedades del corazón o cáncer, “Madura, y ya déjalo pasar” De la misma manera no
deberíamos tratar a las personas con enfermedades mentales con tal falta de compasión y de manera tan poco constructiva.

5. Las Personas Enfermas Mentalmente son Peligrosas y Deberían ser Encerradas

Reportes sensacionalistas y tremendamente imprecisos por parte de los medios de comunicación, han creado representaciones
estereotipadas de las personas con enfermedades mentales como dementes y lunáticos violentos, que son peligrosos para los
demás y para si mismos. La realidad es que la vasta mayoría de las personas con enfermedades mentales no son violentas. La
gran mayoría de los crímenes violentos no son cometidos por personas que están mentalmente enfermas, en toda la amplitud
del término. Existen relativamente pocas instancias en las que las personas mentalmente enfermas se vuelven violentas, los
incidentes de manera típica es el resultado de las mismas razones que las que el publico en general, como sentimientos de
sentirse atacado, o el excesivo uso de drogas y/o alcohol.

Además, en los últimos 40 años, a medida que se han puesto a disposición medicamentos eficaces para el tratamiento de las
enfermedades mentales, así como el desarrollo de programas de apoyo , se ha mostrado que la mayoría de las personas con
enfermedades mentales, al igual que las personas con enfermedades físicas, pueden vivir vidas productivas en sus
comunidades. No necesitan “ser encerrados.” Como cualquier persona, las personas con enfermedades mentales que tienen un
tratamiento apropiado tienen el potencial de trabajar a cualquier nivel de cualquier profesión, dependiendo únicamente de sus
habilidades, talentos, experiencia y motivación. Tengo que mencionar por ejemplo a Mike Wallace del programa CBS-TV “Sixty
Minutes”, quien padece depresión clínica, pero con un tratamiento apropiado ha continuado con su vida y logros como un
distinguido periodista.

6. Las Enfermedades Mentales no Atacan a los Niños y a los Jóvenes

Así como lo ha destacado la Asociación Nacional de Salud Mental (National Mental Health Association), la realidad es que un
estimado de seis millones de jóvenes en Estados Unidos sufren de algún trastorno en la salud mental, que altera su
funcionalidad en el hogar, la escuela y en la comunidad. La mayoría de los niños que cometen suicidio sufren de depresión
severa, y la mayoría de los padres no reconocieron esa depresión hasta que era demasiado tarde. Lo reitero: nadie es inmune a
las enfermedades mentales.
7. Cualquiera que sea la Causa, Las Enfermedades Mentales son Intratables

Como lo he mencionado, en los últimos 40 años numerosos medicamentos, eficaces en contra de uno o más tipos de
enfermedades mentales han sido desarrollados en la industria farmacéutica multinacional. Estos productos han probado ser de
inestimable valor para millones. No todos son perfectos, o funcionan eficazmente y específicamente en cada caso.
Desafortunadamente aun nos encontramos lejos de ese punto. A pesar de eso, nos encontramos cerca del sueño de la “bala de
plata” que apunte hacia el lugar celular o sub celular para corregir los desbalances químicos que parecen ser la raíz de la mayor
parte de las enfermedades mentales. Las investigaciones en la química en el cerebro, la fisiología y en la naturaleza, localización
y efectos de las disfunciones de los neurotransmisores químicos en el cerebro esta apresurando el día en que los médicos
tendrán disponibles medicamentos efectivos en corregir la lesión o lesiones bioquímicas de paciente interesado, sin efectos
secundarios nocivos, que en ocasiones limitan la efectividad de la terapia hoy en día. No tengo duda de que dichos avances, que
ya se están comenzando a ver, resultaran en sorprendentes avances en la terapia en las enfermedades mentales en la siguiente
década.

Conclusión

Espero que estas palabras acerca de algunos de los mitos alrededor de las enfermedades mentales puedan ayudarnos a todos a
establecer un entendimiento y a deshacernos del estigma y prejuicio en cuanto a este problema tan importante. Con
conocimiento y entendimiento viene el amor, aceptación, empatía y envolvimiento. Que Dios nos bendiga al amar a Sus hijos, a
no abandonar a ninguno, y a elevar y fortalecer a aquellos que están en dolor y sufrimiento.

En el Nombre de Jesucristo, Amen.

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