Professional Documents
Culture Documents
HEMOS TRABAJADO
En las anteriores cuatro sesiones hemos visto que para ayudar a adquirir autonomía a
nuestros hijos en todas las facetas de su vida teníamos que tener en cuenta:
Los padres y madres somos responsables de acompañar a los hijos e hijas en esta transición
para que desarrollen autonomía y responsabilidad y construyan un estilo de vida físico, psicológico
y social saludable.
Para ayudar a nuestros hijos e hijas en la adolescencia tenemos que tener en cuenta:
Este alejamiento no significa que no nos necesite. Nos necesita más que nunca. Sabe lo que
no quiere, pero no sabe lo que quiere. Por principio nos cuestiona, opone sus valores a los que
nosotros le hemos ofertado. Al final, de ese cuestionamiento saldrá su sistema de valores, en el que
hemos tenido “que ver mucho”. Es muy importante mantener una relación respetuosa con nuestros
hijos/as basada en el afecto, el respaldo y la solidaridad familiar. Tenemos que aceptar que la
comunicación con el adolescente va a ser diferente, tenemos que buscar los momentos adecuados
para hacer llegar nuestro mensaje, sin herir (mensajes yo) y respetar sus silencios.
Siguen siendo importantes las normas razonadas y razonables, pero ahora se pactan, igual
que las consecuencias de su incumplimiento.
Hay que educar sin adoctrinar adaptándonos a la edad: niñez (masturbación en la intimidad),
adolescencia (relaciones entre cuerpos completos con deseos y sentimientos)
Los objetivos de la educación sexual en la familia son: ayudar a nuestros hijos a conocerse, a
aceptarse y a que las expresiones de la erótica les permitan ser felices siendo coherentes con sus
valores, sintiéndose bien y evitando consecuencias no deseadas.
También tenemos que tener en cuenta las necesidades de nuestros hijos en cuanto a la salud:
Educar en hábitos saludables les va a permitir gozar de salud en la edad adulta. Tenemos que tener
en cuenta que en la salud intervienen a partes iguales lo físico, lo psicológico y lo social. Si un
aspecto se deteriora la salud sufre.
La salud de nuestros hijos está relacionada con la higiene y el ejercicio físico, con la
alimentación, el ocio, la prevención de drogodependencias, el rendimiento escolar... Y tanto la
familia como la sociedad intervienen en la salud de los hijos/as.
Los adolescentes buscan seguridad, placer, y encuentran en el consumo de drogas una vía fácil
para satisfacer sus necesidades. Si desde la familia se les propician estas necesidades de afecto y
respaldo, podemos evitar que busquen la droga y hagan uso de ella, pudiendo llegar al abuso y a la
adicción final. Los padres podemos educar en prevención de drogodependencias:
Hay que tener en cuenta que, aunque la tarea de educar a los hijos/as es fundamentalmente
de los padres (así lo asume un 64% en un estudio realizado por La Caixa sobre familia y
educación), en esta tarea no estamos solos. La realizamos con ayuda de instituciones educativas
como el colegio y ahora el instituto que a su vez trabajan con instituciones locales o comunitarias
realizando actividades de promoción de la salud sobre hábitos saludables, sexualidad, prevención de
drogodependencias.
Tenemos que asumir que la familia y la escuela tienen parcelas separadas y parcelas
comunes en la educación de los hijos/as y que es muy importante trabajar coordinados a lo largo de
toda la etapa de crecimiento de los hijos. Del buen hacer de familias y centros educativos
dependerá la educación de niños y jóvenes.
LA EDUCACIÓN EN LA ADOLESCENCIA
Se enfrentan a cambios:
¿Para qué?
Acompañar para ayudar a crecer, a resolver la dificultad que supone el cambio intelectual
de la niñez a la edad adulta.
¿Cómo?
Hay tiempo para todo. Enseñar a usar la agenda y a planificar los momentos del día, de la
semana y sí fuera necesario, del mes o el trimestre. (Pedir ayuda al Dpto. de Orientación si
lo vemos necesario) De nuevo, ¡cuidado con la TV!
Trabajar la adquisición de hábitos en todos los aspectos paralelamente a los de los estudios,
para fomentar la responsabilidad. Si no es autónomo darle responsabilidades y hacer valer
su trabajo…
o Mantener un cauce de comunicación asertiva abierto con los hijos sobre la marcha de
sus estudios y sus relaciones con compañeros y profesores, habitualmente, desde la
niñez, para que podamos hacerlo en la adolescencia cuando existan dificultades.
(Ver anexo: Como comunicar sin herir) comunicándole nuestras expectativas
sobre su formación, valorando sus logros y ayudando a superar las dificultades que
surjan poniendo los medios y recursos a nuestro alcance.
o Apoyar y respaldar a nuestro hijo en las dificultades. Felicitar por lo logros. Así
cuidaremos su autoestima y se sentirá capaz del esfuerzo. Si el rendimiento no es el
adecuado, consultar con el centro la necesidad de ayudas externas. Si les podemos
ayudar nosotros o sus hermanos, no hacerles el trabajo, que lo perciban como una
ayuda no como un fastidio de ellos y de los padres (no es bueno que se sacrifique
toda la familia porque ellos tengan que estudiar… hay que buscar soluciones)
¿Cuánto tiempo?
¿Por qué?
Porque, aunque, ya los veamos crecidos físicamente y no tan indefensos, todavía no han
alcanzado la madurez, están en proceso de adquisición de autonomía y responsabilidad también en
los estudios, tan necesarias para desenvolverse a lo largo de su formación intelectual. Nuestro
seguimiento les ayudará a responsabilizarse de su formación intelectual el resto de su vida.
6
Página
Cuando hablamos de falta de rendimiento escolar, este no está relacionado únicamente con
dificultades de aprendizaje, generalmente hay que tener en cuenta “a la persona entera” para
ayudarle a solucionar el problema que incide en su estudios.
Ante el hecho de bajo rendimiento en los estudios de nuestro hijo, o de cualquier otro
problema relacionado con el centro escolar, tenemos que actuar sin ansiedad, con calma, pensando
que nuestra meta no es resolver la dificultad sino afrontarla convenientemente, siguiendo el proceso
de:
Las dificultades escolares, a veces, son ocasionadas por la diferencia de criterios a la hora de
establecer normas de actuación y de convivencia en casa y el centro educativo. Para que el
adolescente abandone su niñez y sea cada vez más autónomos asumiendo sus responsabilidades es
necesario que nosotros como padres y el centro adoptemos unas pautas comunes para que nuestros
hijos asuman determinadas normas adecuadas a la casa y al centro las cumplan. El cumplimiento de
normas supone la modificación de comportamientos y esta se produce con lentitud, manteniendo la
comunicación con los hijos, la constancia en nuestra exigencia, el refuerzo en los logros y teniendo
mucha paciencia.
Es importante analizar y organizar los datos de los que disponemos que nos ayudarán a actuar
sabiendo en todo momento lo que estamos haciendo y para qué. Saber lo que queremos conseguir y
que podemos hacerlo, nos ayuda a ser constantes, a tener paciencia, a no esperar con los brazos
cruzados a que surja “un milagro” y a no desesperarnos… ¡ÁNIMO!
MEJOR PREVENIR
Una buena actuación familiar en la adquisición de autonomía de los hijos e hijas, suele ser
suficiente para prevenir los problemas en el centro escolar de los adolescentes. Para ello hay que
7
Página
A modo de ejemplo estas serán algunas actividades que ayudarían desde la familia a mejorar las
competencias básicas en la etapa 12-16.
Arreglar su habitación.
Poner la lavadora y el lavavajillas.
Ayudar en la limpieza semanal realizando alguna tarea: pasar el aspirador.
Hacer pequeños recados diarios.
Anotar los productos de la casa (alimentos e higiene) que hay que reponer.
Responsabilizarse de las mascotas; perros, gatos, pájaros, peces.
Dejarles ejercer su responsabilidad y autonomía en espacios de libertad adecuados a su
madurez: hora de llegada, cumpleaños, viajes, fiestas…
Conversar con ellos de los temas que salgan en TV que sean oportunos.
Pedir su opinión para pasar las vacaciones y ante una situación familiar especial.
Dejarles decidir en algunos asuntos y hacerles ver el alcance de su decisión
respetuosamente, valorando su decisión.
Comprar progresivamente su ropa ajustándose a un presupuesto.
Llegar a acuerdos sobre las tareas y normas de convivencia en la familia.
Colaborar en el cuidado o control de hermanos menores y abuelos o personas dependientes.
Participar familiarmente en actividades de ocio: senderismo, viajes para conocer ciudades y
su cultura y arte, fiestas del pueblo… fiestas familiares: cumpleaños, celebraciones. Ver con
ellos eventos deportivos. Ir al cine, al teatro, a ver exposiciones.
Animarles a que pertenezcan a alguna asociación o grupo juvenil.
Facilitarles que se integren en algún equipo deportivo o hagan alguna actividad física.
Ayudarles a planificar, sus actividades diarias, y controlar y favorecer el establecimiento de
buenos hábitos.
Mostrarnos con naturalidad en nuestros éxitos y en nuestros fracasos para que aprendan a
conocernos y aceptarnos y, de paso, a conocer y aceptar sus limitaciones.
Disculparnos ante nuestras faltas y pedirles que se disculpen ante las suyas.
Mostrar nuestros sentimientos ante sus acciones para que aprendan a ponerse en nuestro
lugar. Ponernos en su lugar igualmente y comunicarles que sabemos cómo se sienten.
Hacerles participar en las decisiones importantes de la vida familiar, para que se sientan
solidarios con todos sus miembros.