UNA LINDA PELICULA
Guillaume Apollinaire
364{Sobre qué conciencia no pesa un crimen? ~pregunté el barén
@Ormesan-, En cuanto a mi, no me tomo ya la molestia de contar-
los. He cometido algunos que me produjeron dinero, y si hoy no soy
rillonario, debo culpar mas a mis apetitos que a mis escrdpulos.
En 1901, en unién de unos amigos fundé la Cinematographic
Internacional Company, ala que para abreviar llamamos CIC. Nues-
tro propésito era producir un film de gran interés y pasarlo luego en
los cinematégrafos de las principales ciudades de Europa y América
‘Nuestro programa estaba bien trazado. Gracias a la indiscreciéi
uno de los domésticos, pudimos obtener una escena interesantisima
«que representaba al presidente de la Repiiblica en momentos en que
se levantaba de la cama. Siguiendo idéntico procedimiento, también
Jogramos la filmacién del nacimiento del principe de Albania. En otra
oportunidad, después de comprar a precio de oro la complicidad de
algunos funcionarios del Sultin, pudimos fijar para siempre la im-
presionante tragedia del gran visir Malek-Pacha, quien después de los
desgarradores adiosesa sus esposase hijos, bebié por orden de su amo
y sefior, el funesto café en la terraza de su residencia de Pera.
‘Sélo nos faltaba la representacién crimen. Pero, desdichadamente,
no es ficil conocer con anticipacién la hora de un atraco y es muy
de
raro que los criminales actuien abiertamente.
Alver la imposibilidad de lograr por medios lictos el especticulo
de un atentado, decidimos organizarlo por nuestra cuenta en una casa
que alquilamos en Auteuil a esos efectos. Primeramente habiamos pen-
sado contratar actores para un simulacro de ese erimen que nos faltaba,
pero, aparte de que con ello hubiésemos engafiado a nuestros futuros
cespectadores al ofrecerles escenas falsas, habituados como estdbamos
ano cinematografiar mds que la realidad, no podiamos satisfacernos
con un simple juego teatral por perfecto que fuera. Llegamos asia la
conclusién de echar suerte, para establecer quién de entre nosotros
debfa juramentarse y cometer el erimen que nuestra cémara registrara.
367Guillaume Apollinaite
Mas esta fue una perspect
fa ingrata para todos. Después de todo,
éramos una sociedad constituida por personas de bien y nadie tomaba
a broma eso de perder el honor ni aun por fines comerciales.
Una noche, decidimos emboscarnos en la esquina de una calle
desierta, muy cerca de la villa que alquiléramos. Eramos seis y todos
fbamos armados con revélveres. Pasé una pareja: un hombre y una
mujer jévenes, cuya clegancia muy rebuscada nos parecié a propésito
para acondicionar los elementos més interesantes de un crimen pasio-
nal, Silenciosos, nos abalanzamos sobre la pareja y amordazéndolos
Jos condujimos ala casa. Alli los dejamos bajo el cuidado de uno de
nuestro grupo, volviendo a nuestra posicién. Un sefor de patillas
blancas, vestido con traje de noche, aparecié en la calle; salimos a su
encuentro y lo arrastramos ala casa, a pesar de st resistencia. El brillo
de nuestros revélveres dio razén de su coraje y de sus gritos,
Nuestro forégrafo preparé su cdmara, iluminé la sala convenien-
temente y se apresté a registrar el crimen. Cuatro de los nuestros
se colocaron al lado del fotdgrafo apuntando con las armas a los
cautivos.
La joven pareja estaba todavia desvanecida, Los desvesti con aten-
ciones conmovedoras; despojé a la muchacha de la falda y el corsé,
dejando al joven en mangas de camisa. Dirigiéndome al sefior de
smoking, le dije:
~Seiior, ni mis amigos ni yo, deseamos a usted ningiin mal. Pero le
‘exigimos, bajo pena de muerte, que asesine con este puial que atrojo
asus pies, a este hombre y a esta mujer. Ante todo, usted trataré de
que vuelvan de su desmayo; tenga cuidado que no lo estrangulen.
Como estin desarmados, no cabe la menor duda que, usted logrard
su propésito.
~Sefior —repuso cortésmente el futuro asesino-: no tengo mas
remedio que cedet ante la violencia. Usted ha tomado todas las reso-
luciones y no deseo en Jo més minimo modificar una decisién cuyo
motivo no se me aparece claramente; voy a pedirle una gracia, una
sola: permitame cubritme el rostro.
Nos consultamos y resolvimos que era mejor asi, tanto para el
como para nosotros. Coloqué sobre la cara del hombre un pasiuelo
«en el que previamente habiamos abierto dos orificios en el lugar de
los ojos, y el individuo comenzé su tarea.
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‘Una linds pelicula
Golpes al joven en las manos. Nuestro aparato fotogrifico empez6
a funcionar, registrando esta higubre escena. Con el pufial dio unos
puntazos en el brazo de su victima. Esta se puso rapidamente de pie,
saltando con una fuerza multiplicada por el espanto, sobre la espal-
dda de su agresor. La muchacha volvié en si de su desvanecimiento y
acudié en socorro de su amigo. Fue la primera en caer, herida en el
corazén. Luego la escena se concentz6 en el joven, que cayé abatido
‘con una herida en la garganta. Bl asesino hizo las cosas bien. El pa-
fiuclo que cubria su rostro no se habia movido durante la lucha, y lo
conservé puesto todo el tiempo que la cémara funcioné.
—2Estén ustedes conformes? ~nos pregunté-. ;Puedo ahora arre-
glarme un poco?
Lo felicitamos por su labor. Se lavé las manos, se peiné, cepillin-
dose luego el trae.
Inmediatamente, la cémara se detuvo.
El asesino esperé que termindramos de hacer desaparecer los ras-
tros de nuestra presencia en el lugar, porque estébamos seguros que
la policia irfa por alli al dia siguiente, y salimos todos juntos.
El asesino se despidié de nosotros como un perfecto hambre de
mundo, y se ditigié r4pidamente al club donde, con seguridad, no
ganarla esa noche una suma fabulosa después de semejante aventura,
Saludamos muy agradecidos a ese jugador y nos fuimos a acostar.
Ya tenfamos nuestro crimen sensacional. Crimen que provocé un
revuelo enorme, pues las victimas eran: la mujer del ministro de un
pequefio Estado de los Balcanes, y su amante, hijo del pretendiente
ala corona de un principado de Alemania del norte.
La casa habia sido alquilada con un nombre falso, y el adminis-
trador, para evitar complicaciones, declaré reconocer al locatario en
ljoven principe. La policfa anduvo detris de ese asunto durante dos
meses; los diarios publicaron ediciones especiales y, como nosotros
‘comenzamos por ese entonces la gira, es de imaginar el éxito, La
policia no imagind, ni remotamente, que ofteciamos la realidad del
asesinato del dia; teniamos buen cuidado de no anunciarlo con todos
los nombres pero el priblico no se engafié al respecto: nos acogié
entusiastamente, y tanto en Europa como en América, ganamos al
término de seis meses de exhibiciones, trescientos cuarenta y dos mil
francos que repartimos entre los miembros de nuestra asociacién,
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laume Apoll
Como el crimen habia suscitado demasiado escindalo pata per-
‘manecer impune, la policia terminé por detener a un levantino que
no pudo presentar una coartada admisible que explicase su conducta
durante la noche del crimen. A pesar de sus protestas de inocencia, fue
condenado a muerte y ejecutado. Tuvimos todavia la gran suerte de
que nuestro fordgrafo, por un feliz azar, pudiese asistir ala ejecucién,
enriqueciendo nuestro espectéculo con una nueva escena, de medida
para atracr a las multitudes.
Cuando al término de diez afios, por causas sobre las que no me
extenderé, nuestra sociedad se disolvi6, yo habja totalizado como
ganancias personales més de un millén, que perdi en las carreras al
afio siguiente.
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