CUESTION PRIMERA
DE LA ESENCIA DE LA LEY
Para interpretar bien el concepto de ley debe
estudiarse en primer término, la ley en general
y en segundo sus detalles.
“‘Referente a la ley en general hay que conside-
rar tres casos: 1. Naturaleza de la ley; 2. Clases
de leyes; 8. Efecto de Ja ley, El estudio de la esen-
cia de la ley comprende log siguientes articulos:
1. La Ley gprceeede de Ia razén?
2. Su finalidad.
3. Autor de Ja misma
4. Su promulgacién
ARTICULO 1'
LA LEY, gPROCEDE DE LA RAZON?
Se razona asi: 1, No es probable que la ley
proceda de Ja razén. Bfectivamente, en su carta
a los Romanos, el apéstol San Pablo expresa las
siguientes palabras: ‘Yo veo en mis miembros otra
ley...’’ Pues bien; tedo lo que de la razén depende
5SANTO TOMAS DE AQUING
es en absoluto independiente de todo miembro, dado
gue la razén no hace uso de ningtin érgano cor-
poral, y en tal virtud la ley no es de Ia razéu
acto ni obra alguna.
2. Tan sélo encontramos en la vezén estas tres
cosas: la propia razén eomo facultad o poder del
alma; los habitos y las acciones. No es la ley la
facultad misma del entendimiento; tampoco "es un
habito o propiedad de esa faeultad, dado que no
es virtud intelectual alguna de lag que en otra
parte hemos indicado; ni es, por ailtimo, un acto
Ge aquella facultad. Suspendera la razén su fun-
eién, como acontece durante el suefio, y, no obstan-
te Ja ley subsiste. Denota ello claramente que la
ley no es algo que de la razén dependa.
8. Induce la ley a aquellos que a Ja misma estan
supeditados, a obrar reetamente. Inducir a obrar
es, segiin se deduce de Jo expresado en otro lugar,
privative de la voluntad. Por censiguiente, la ley
mas bien que acto del intelecto, lo sera de la vo-
luntad, lo que también parecen significar estas
palabras del Jurisconsulto: ‘‘La voluntad de] prin-
cipe tiene vigor de ley.”
Por el contrario: De la ley es privativo el man-
dar y el prchibir, pero, como ya lo hemos expuesto,
son actos imperativos de la razén, el mandato y
la prohibicién, Por Jo tanto, la ley es algo que @
la raziu pertenece.
Respondemos; Es la ley una verdadera regla y
medida de las aeciones, que incita al hombre a
obrar, o de ello le aparta, Efectivamente, ley pro-
cede de ligar, dado que obliga a obrar. Pues bien:
la regla y medida de las acciones humanas es la
razén la que, segtin se desprende de lo dicho en
6L A a E Y
otro lugar, es el primer principio de esas mismas
acciones. A la razén es, en efecto, a quien atafie
ordenar las cosas con vistas al fin que es el prin-
cipio primero en el orden de la operacién, segin
preseribe el fildscfo Aristdteles. Asi pues, en toda
clase de cosas, lo que tiene razén de primer prin-
cipio, es medida y regla de todo aquello que bajo
ese principio se encuentra contenido; de tal modo
Ja unidad lo eg en Ja numeracién y el primer
movimiento Io es, eon relacién a todo otro movi-
miento. Llegamos a la conelusién, pues, de lo que
antecede, que la ley es algo que procede de la
razon.
Contesto: 1. Dado que la ley es una regla y
medida, puede encontrarse en un sujeto de
dos modos: active, como en el sujeto que regula
y mide, y de esta manera la ley se halla tan sélo
en la razén, de la que es privativo el regular y
medir; y pasivo, eomo en el sujeto que es regu-
lado y medido. De esta filtima manera la ley se
halla en todo ser que se mueve hacia un objeto
en razén de un precepto normativo cualquiera, de
tal modo que a toda prepensién que surge de una
ley, puede Hamarsele ley, no porave por naturaleza
lo sea, sino porque Jo es por participacién. Es por
esto por lo que San Pablo Hama ‘‘ley de los miem-
bros’? a la inclinacién que hacia los objetos con-
cupiscibles sienten los miembros.
2. Del mismo modo como en toda operacién ex-
terna se nos presenta una doble consideracién, la
de Ia propia operacién, y la de la cosa operada,
por ejemplo, la accién de edificar y e] edificio
eonstruido; asf mismo, en los actos de la razén,
dos cosas podemos considerar: el acto en ai, que
7BANTO TOMAS DE AQUINO
no es otro que el entender o razonar, y lo reali-
zado por meclio de ese acto, que, tratandose del
orden especulativo, en primer lugar, serd la defi-
nicién; luego, la enunelacién o proposicién; y,
finalmente, e) silogismo o argumentacién. A su vez,
Ja razén prdctica, ha menester, en sy orden, que
es el de Ja operacién, de un silogismo; asi lo he-
mos probado ya nosotros y asi también lo ensefia
el fildsofo Aristételes. Por esto existe la necesidad
de sefiglar, en lo que a la raz6n praectica concierne,
algo que sea, con relavién a la aecién, lo que es
en el orden espeeulativo la proposicién con rela-
cién a las conclusiones, Tales proposiciones de ca-
r4cter general que en orden a la accién Ja razén
practica formula, justamente, son Io que tiene ra-
zon de ley; cuyas proposiciones la razén algunas
veces considera actualmente, y otras existen en ella
de un mcdo permanente.
3. Efectivamente, a la voluntad corresponde el
mover: de ella toma la razén esa fuerza motiva aue
posee. Porque la voluntad desea v apetece el fin,
la razén procura los medios que son necesarios
pare que ese fin pueda lograrse. No obstante, para
que la voluntad posea caracter de ley sobre esos
medics, ha menester que sea regulada por la razén.
Entonees eg cuando podemos decir con certeza que
“Ja yoluntad del principe tiene fuerza de ley’’.
Semejante voluntad seria més bien iniquidad que
ley, sin aquella regulaci¢én.L A Lh E ¥
ARTICULO 2?
éHIRA SIEMPRE LA LEY EL BLEN COMUN?
Dificultades:'1. Es inverosimil esta proposicién:
Ia ley propende siempre al bien comin como fin.
Ciertamente; son actos propios de la ley la pro-
hibieién y el mandato. Pcr lo menos este ultimo
incide siempre sobre bienes privados. Por ello, la
ley no siempre tiene por objeto el bien comin.
2. La Jey orienta al hombre en sus actos, los
cuales se encuentran siempre dentro de la esfera
de lo particular, de lo limitado. La Jey, pues, tam-
bién debe tener por objeto bienes particulares, li-
mitados.
8. Son de San Tsidoro las siguientes palabras:
“*Si es la ley algo que procede de la razén, tendra
eardeter de ley todo lo que la razén estallezca.
Pues bien; la razén estatuye y ordena no tan sélo
lo que congierne al bien comin, sino que también
lo que afecta al bien privado o particular. Por Jo
tanto, la ley no siempre tiene por finalidad el bien
comun.
Por el contrario: Sobre el particular dice San
Isidoro: ‘‘La ley se instituye, no para beneficio de
un individuo, sino pata provecho y utilidad de
los ciudadanos en general.’’
Respondemos: Terminamos de decir que la ley,
en virtud de su ecaracter de regla y medida de las
acciones humanas, depende de aquella facultad
del alma que es principio de esas mismas acciones,
esto es, la razin. Sin embargo dentro mismo de la
razén, es posible sefialar algo que, a su vez, ¢8
principio de todo lo deméis que a la razén con-
9SANTO TOMAS DE AQUINO
elerne, y a lo cual de modo mas directo y principal
propenderé la ley. Al referirse a cosas a realizar,
de las que se occupa la razén practica, el supremo
principio es tan sdio el altimo fin; y refiriéndose
a la vida humana, ese fin Ultimo es, de acuerdo
a lo que en otra parte dejamos establecido, la feli-
cidad o suprema beatitud. Tenemos aqui, pues, una
Primera conclusién: la ley debe principalmente
mirar hacia ese orden de cosas que se encuentran
enlazadas con la bienaventuranza. Asimismo, si la
parte se ordena forzosamente al todo, como lo im-
perfecto a lo perfecto; y el hombre, considerado
en forma individual, no es otra cosa que una parte
de la colectividad o comunidad perfecta, se deduce
que la ley propiameute debe mirar hacia aquel or-
den de cosas que Hevan al bien comtin. De aqui
que