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PARTE QUINTA CHANCAY INCURSION AL PASADO Programa General N el valle propiamente, no, pero si a corta distancia, al Norte, a veinte kilémetros mas o menos, en un lugar desértico que se llama Rio Seco, Engel encontré los testimonios mas antiguos de ocupacién humana. Vamos a tratar ahora de Chancay, la primera comarca fértil con que se da el viajero cuando sigue la carretera Norte, luego de vencido el gigan- tesco médano de Pasamayo. Esta a sesenta kilémetros de Lima. La vida alli, desde el mar hasta donde la quebrada se angosta, reduciendo la tierra cultivable a una faja delgada —que ello ocurre poco antes de Afiasmayo—, gira en torno a Huaral, progresista capital de distrito de intensa actividad y ambiente acogedor. Cerca esta Huando, hacienda afamada por sus sem- brios de naranjas y sus reses bravas. Hacia el mar se abre el puerto de Chancay, que hace suyo el nombre del rio y de la comarca, hoy venido a menos por el alejamiento de la carretera, que lo ha sumido en el abandono, restandole el movimiento que hasta hace unos afios animaba sus calles cen- trales. Mientras la vida en Chancay transcurre triste, sin expectativas, en Huaral es pujante. De noche se encienden las luces de las plazas, jirones y establecimientos mostrando un movimiento inusitado de comercio, y su mercado a toda hora es un ajetreo revelador de jerarquia en el valle. Hacia arriba, Tuego de la citada hacienda Huando, después del puente que con- duce por el camino de Huachoc a la hacienda Palpa, no menos préspera que la anterior, se llega a la quebrada, que es igual a todas sus congéneres de la Costa: una ranura profunda, tapizada de diversidad de cultivos, con altos cerros a uno y otro lado. Por la ladera Norte se extiende la carre tera, que es incémoda pero segura. 191 45 SIGLOS: COMIENZO IMPRECISO La historia del valle es muy antigua. Se remonta al preceramico, 0 sea, al tantas veces mentado periodo durante el cual el hombre, dentro de condiciones de vida muy primitivas, desconocié Ia técnica de fabrica- cién de vasijas de barro. Engel, que citamos al comienzo, cuyos progra- mas de trabajo arqueolégico justamente se dirigen a la busqueda de los primeros rastros de la existencia humana en la Costa, no ha encontrado, hasta el momento, a pesar de su afanosa exploracién, restos preceramicos en el valle. Quizd yazgan bajo tierra, en algun sitio, ocultos, pero en el estado actual de nuestros conocimientos no podemos darlos por existen- tes. La futura remocién de los depésitos prehistéricos quizd proyecte alguna luz en torno a la existencia de los primeros testimonios de ocupa- cién humana de Chancay. Pero estos testimonios si se encuentran un poco al Norte, como de- ciamos, en Rio Seco. Se trata de una quebrada de desolado aspecto, por Ia que nunca 0 casi ntinca baja agua. Solo en épocas excepcionales corren masas barrosas que alientan una vida esporadica en el cauce; el resto del tiempo, el panorama es yermo. Sin embargo, en otra época hubo alli una gran pobiacién, que no conocié la alfareria ni supo del cultivo del maiz. Una poblacion, por consiguiente, muy atrasada, propia de la edad inicial de la Costa. Para esa poblacién podria hablarse de un tiempo alejado de nosotros alrededor de cuarenta 0 cuarenticinco siglos. El grupo fue numeroso, tanto que ha dejado un basural, con restos de su incipiente industria, de un kilémetro y medio de largo y considerable espesor. Cémo transcurris la vida, qué base econdmica tuvo, de donde se pro- vey6 de agua Ja poblacién, no sabemos. Lo evidente es que, tras una dilatada existencia, la poblacién de Rio Seco se extinguic. Por lo menos, se extinguié alli. Desaparecié. La quebrada quedé convertida en un desierto, vale decir, en lo que es hoy: un paraje en el que la vida es im- posible porque no tiene lo que es primordial para ésta: agua. Que la vida desaparecié en el preceramico y que no mas volvio al lugar, lo revela el hecho de no haberse hallado las secuencias tecnolégicas del desarrollo posterior. No se descubre, por ejemplo, el proceso de Las Haldas, donde encima del precerdmico estan las capas con alfareria (la més antigua del Pera del 1800 al 2000 a.C.) y sobre los depésitos de basura las cons- trucciones de arquitectura definida. Mientras en Las Haldas, como ob- serva Engel, “continué la vida’, vale decir, el gran camino de las agru- 192 paciones estables, en Rio Seco algo cerré para siempre la presencia del hombre. Los pRIMEROs BROTES. HorTiCULTURA Y ALFARERIA Los hombres de Rio Seco seguramente tuvieron contacto con el valle de Chancay. Es aventurado decir qué clase de contacto fue éste y er qué medida se produjo, pero la proximidad de la regién Meva a suponerlo fundadamente. Si aceptamos, por lo tanto, que los hombres de Rio Seco, en forma permanente o eventual, tuvieron relacién con el valle, y no habiendo has- ta el momento pruebas en la regién de un ocupante mas antiguo, debe. mos convenir que ese hombre del preceramico fue el primer poblador de la comarca, el protagonista del empuje inicial creador de cultura. Ese hombre, pues, es el punto de partida. Este solo hecho —al margen de lo que hizo con sus ya ingeniosas manos, con su paciencia y su singular capacidad de observacién— le otorga un mérito grandisimo. Fue el pri- mero. Basta para que le volquemos nuestra estima y reverencia. Andando el tiempo —jcémo querriamos saber el desarrollo de los sucesos, el avance, la pugna por el perfeccionamiento!—, ese hombre pre- cerémico, puramente recolector, se hizo horticultor, es decir, comenz6 a controlar, en la medida de sus escasas posibilidades, el crecimiento de aquellas plantas que més habjan atraido su atencién. A las primeras semillas y frutos agregd, tras no pocos esfuerzos, el algodén y, luego, el maiz, y duefo ya del secreto de la tierra, con limpia credencial, reclamé el titulo de agricultor, que le fue concedido. Comenzé una nueva vida. Por esa misma época, luego de haber incorporado a la esfera de sus intereses econdmicos el algodén, este hombre inventé la alfareria, 0 co- menz6 a usarla, y desde ese momento se dedicé a fabricar recipientes de arcilla tanto para usos domésticos como ceremoniales. Estos tiltimos, aun- que escasos, correspondian a actos que concitaban su mayor respeto. La alfareria se hizo, asi, Ja principal industria de aquel tiempo. No tardaro’ en aparecer las exigencias de orden estético, las que corrieron paralelas 2 la mayor habilidad, a la destreza en el preparado del barro y al cuidado en la cochura de las piezas. Insensibiemente, como tantas otras conquistas importantes del hom. bre, se pas6 de la alfareria puramente utilitaria a la alfareria artistica, es decir, de la obra tosca y rudimentaria a la obra bella, o pretendidamente bella. 193 REVELACIONES DEL RADIOCARBONO Cuando se estudia el pasado del hombre, asedia la pregunta: qué tiempo ha transcurrido? Otra pregunta, también insoslayable, que sigue al investigador 0 al estudioso, es ésta: gqué sucesién de edades registra el ayer? Por desgracia, no siempre a estas dos preguntas puede responder la ciencia con precisién. La edad, en consecuencia, y la sucesién de perio- dos, son los dos problemas mas dificiles y, por ende, mds riesgosos —como que implican un planteamiento culminante— de cuantos hace frente la Arqueologia. Para la determinacién de las edades, se cuenta actualmente con los auxilios de laboratorio. El radiocarbono presta ayuda eficacisima y reve- la datos que antes no habia manera de obtener. Ya sabemos que la fecha mas antigua de la Costa, obtenida por el carbono 14, es la del Hombre de Cabeza Larga. Se remonta a 5,020 afios. Hay yacimientos precei micos en diversos puntos del litoral cuya edad se ha fijado en 4,500 aios y este hombre de Rio Seco, que cubre el primer horizonte cultural de Chancay, tiene una vejez no menor de cuarenta siglos, como ya se vio. Asi, pues, en parte ha sido contestada la primera pregunta. El punto de arranque en Chancay es tan antiguo, a base de los restos de Rio Seco, como en Asia, como en Las Haldas, en Otuma o Los Chinos, sitios todos preceramicos, 0 sea, de los albores. Los METODOS ESTRATIGRAFICO Y TIPOLOGICO La otra pregunta, vale decir, la sucesion de periodos, es tan dificil como la anterior. El arquedlogo se basa para sus obligadas tentativas, en el método estraligrdfico, que opera, como su nombre lo indica, a la ma- nera del.examen de las capas de la corteza terrestre. Es un método pres- tado por la Geologia. Elementalmente, se procede cle la siguiente mane- ra: un corte en profundidad; este corte revela estratos (de alli el nombre del método) si ha habido, desde luego, sucesidn en el tiempo. Cada edad deja testimonios y la depositacion o acumulacién es, naturalmente, de abajo arriba. Los testimonios profundos corresponden a los pueblos mas antiguos y los superficiales, a los recientes. Hay excepciones que quie- bran esta norma, causadas, unas por agentes naturales y, otras, por la mano del hombre. La relatividad de los niveles es, de otro lado, un pro- blema complejo, que puede llevar a conclusiones equivocadas. Hay, tam- 194 bién, intrusiones, que desvian del buen camino a los no advertidos y causan sorpresas aparentemente sin solucién. De todos modos, en su expresién basica, el método estratigrafico opera en forma sencilla: lo profundo es viejo y lo superficial, reciente 0 menos antiguo. Se agrega a este método, el tipoldgico, que toma en cuenta los desa- rrollos estilisticos 0 los rasgos de la técnica. La operacidn perfecta o mas completa es aquella que se realiza con el auxilio de ambos procedimientos de trabajo. (De otros métodos no menos importantes, sobre todo para la deter- minacin de las secuencias estilisticas y la fijacion de los rumbos domi nantes en el desarrollo de las formas artisticas, se ha tratado incidente- mente en el capitulo 3 de la Parte Cuarta, en relacién con los trabajos de Dawson sobre la alfareria Nasca). Cuando se corta un yacimiento arqueolégico, se descubre elementos de la cultura material del hombre en cada capa o estrato. El examen de dichos elementos permite llegar a conclusiones sobre los periodos, las transiciones, los pasos de una edad a otra y las lineas ascendentes 0 de progreso y descendentes o de decadencia en la evolucién de los grupos. Igualmente, con el aporte en este caso de Ia tipologia comparada, se pue de precisar las influencias, el grado o intensidad de estas influencias y la medida en que tales contribuciones del exterior fueron acogidas. La tipologia cuida, asimismo, del curso o direccién de las corrientes culturales (ideas, procedimientos de trabajo, rasgos, formas, técnicas y propensiones), vale decir, de las rutas geograficas de propagacién, desd: los focos de origen hasta las areas marginales, pasando por las estaciones intermedias. En la jurisdiccién de este método, cae, ademas, el estudio de las deformaciones, intencionales 0 inadvertidas, las que no siempre operan en un solo sentido: puede haber cambio en la forma (sobre todo en la figura) hacia la simplificacién, con pérdida de elementos (como preliminarmente sefiala Yoshitaro Amano en el estilo Chancay —alfareria y decoracién textoria—), 0 hacia el amaneramiento barroco, con inclusion de componentes o agregados (unas veces sacados de la generalizacion geométrica, otras de la figura natural, pura o apenas modificada). El elemento de cultura material mas importante en nuestra arqueo- logia, es la cerémica. Trabaja el arquedlogo no silo con ejemplares in- tactos sino con fragmentos. Los tiestos, incluso, en ciertas circunstancias, tienen mas valor que la ceramica intacta, porque mientras ésta ocupa el sitio trabajado intencionalmente por el hombre antiguo —la tumba— cuyo nivel puede no indicar, estratigréficamente hablando, nada al investigador, oe y si, en cambio, desviarlo del buen sendero, la fragmenteria, arrojada en los basureros, forma sucesiones estrictamente respetuosas del tiempo, en las que, por las razones ya explicadas, las capas bajas son anteriores a las capas altas. De alli el gran valor de los depdsitos de residuos. En ellos esta escrito, a veces con una elocuencia de documento, el pasado de los pueblos remotos. La ‘determinacién de los estratos y el examen prolijo de los elementos que contienen, dan la clave para el estudio del pasado y contribuyen, con aportes inestimables, al esclarecimiento de la segunda interrogante, aquella que inquiere por el paso de un perfodo a otro y, en general, por la estructura del tiempo. HorKHEIMER y La MancomunipaD ALEMANA PARA EL DESARROLLO DE LA CIENCIA Estas lineas preliminares sobre el precerémico de Rio Seco y los métodos de la Arqueologia, tienen por objeto servir de introduccién a la resena, contenida en éste y en los tres capitulos que siguen, de los tra- bajos practicados a fines de 1961 y comienzos de 1962 por el doctor Hans Horkheimer en el valle del Chancay, con fondos de la “Mancomu nidad Alemana para el Desarrollo de la Ciencia”. (Una sintesis, muy apretada, sobre este programa, se vio en la Parte Primera). Horkheimer, alem4n, lleva veinte afos de residencia entre nosotros, durante los cuales se ha dedicado exclusivamente al estudio de la prehis- toria peruana. Ha recorrido gran parte del pais en sucesivos viajes. Posee tna rica coleccién fotografica y un archivo que es uno de los mas com- pletos y mejor organizados sobre la materia. Trabaja con riguroso mé- todo y es proverbial su reserva ante las situaciones no dilucidadas o ante los problemas en tramite de hipdtesis. De sus primeros anos en el Pert, es un Curso de Arqueologia que dicté en la Universidad de Trujillo, asi como un bello album titulado Vistas Arqueoldgicas del Noroeste del Perti (1944). En 1950 aparecié el primer tomo de €l Perti Prebispanico (“in tento de un manual”), obra planeada en varios volimenes, por desgracia detenida en su publicacién. En los tiltimos afios ha estado trabajando en agricultura y alimenta- cién precolombinas. Fruto de estos estudios es un libro editado en Ale- mania, del que hay version compendiada en castellano (1958). Entre los titulos de su produccién menor, se cuentan: Bibliografia sobre el Perti Prehispanico (1947), Guia Bibliografica de los Principales Sitios Arqueo- Idgicos del Perti (1950) y La Cultura Mochica (1961). : 196 Explicando por qué escogid el valle de Chancay para el desarrollo de un programa arqueoldgico, Horkheimer, dic —Si consultamos las publicaciones panoramicas sobre el Perti pre- hispanico, notamos bien pronto que, en general, se subestima la amplituct y trascendencia del complejo arqueolégico Chancay. No se ha publicado nada sobre los notables y muy variados restos arquitectonicos de este valle, que atestiguan que en él hubo, durante siglos, numerosa poblacién. ‘Agrega: —Fuera de los estudios parciales de Uhle, desarrollados mas tarde, igualmente en forma incompleta, por Kroeber, y de Willey, nada hay, con estricta base cientifica, sobre Chancay. El descuido es inexplicable, ma: me teniéndose en cuenta la circunstancia favorable para el estudio de esta cultura que sus centros representativos estén a escasa distancia de la ca- pital de la Reptiblica. DEFENSA Y ESTUDIO La ceraémica Chancay, llamada también Negro sobre Blanco (aun que, en verdad, el negro no es negro sino un marrén muy oscuro, y el blanco, un crema de variadas tonalidades), es archiconocida. Abunda muchas colecciones particulares y de ella se ha hecho en todo tiempo, pero sobre todo en los ultimos ajios, un comercio ilicito activisimo. De este comercio han participado huaqueros, buscadores de tesoros y no pocos aficionados a la Arqueologia, del pais y del extranjero, que con su aficién —muy laudable desde el punto de vista personal— han contribuido a la vandalica remocién de las tumbas. EI dato ha sido completo. Los ce- menterios de Lauri, Pisquillo y Chancayllo semejan, segtin el simil acer- tado del propio Horkheimer, “campos lunares” por los hoyos profundos que presentan alli donde se dirija la mirada: todo ultrajado, con restos humanos a la intemperie, en confusa mezcla con vasijas rotas y tejidos arrancados a los fardos funerarios. Comparada con Nasca, 0 con Chavin (el solemne Chavin de la Costa Norte —Cupisnique de Larco Hoyle—, negro, severo), 0 con Mochica, o con Chanca, la cerémica Chancay humildemente se oculta, reconocien- do su inferioridad. Es aspera, en efecto, descuidada en el espesor de sus paredes, de formas no siempre regulares. Desde el punto de vista del color, su modestia es reconocida: nada tiene que hacer con la deslum- brante policromia de Nasca o Chanca. Pero, como anota Horkheimer, le sobra gracia, y la gracia es un grado estético tan digno de aprecio como 197 las otras categorias, aunque se ubique, en la tabla jerarquica, en un nivel discreto. Las composiciones semifigurativas, en las que se insintia el ros- tro humano simplificado con tendencia a la geometrizacién, son de un encanto incomparable. También encanta la decoracién pintada que tiene mucho de trazo precipitado pero mucho, asimismo, de habilidad y buen gusto. Junto a la ceramica esta el arte textil, que exhibe manifestaciones estupendas, de la clase, incluso, de las mundialmente famosas telas de Paracas, como lo atestiguan las espléndidas piezas reunidas por el estu- cioso japonés Yoshitaro Amano (alrededor de tres mil, entre pafios com- pietos, fragmentos, grecas y borlajes, una seleccién de las cuales esta pu- blicando en un bello album —planeado en doce voltimenes, de once lami- nas cada uno— con la colaboracién del experto Chigyo Yamanobe, Jefe Gel Departamento de Tejidos del Museo de Tokio, primera autoridad er: su pais) y las no menos notables de la distinguida coleccionista Graciela Laffi de Petrachi. Y con la cerémica y el arte textil, la arquitectura, que ha dejado restos monumentales tanto en la parte baja del valle como ex la quebrada. Asi, pues, el fondo cultural Chancay es excepcionalmente rico. No obstante su riqueza, ha sido escasamente estudiado. De él pocos informes dispone la ciencia. Esta es la razn por la cual Horkheimer empeié alli su programa de trabajo. 198 wD Esquema del Tiempo N base a la cerdmica, que es el elemento de cultura material mas expresivo con que cuenta nuestra arqueologia, la sucesion de edades y periodos en Chancay es la siguiente: 1) En el primer tiempo, el ya citado preceramico. No ha sido ubi- cado, repetimos, propiamente en el valle; si en Rio Seco, veinte kilémetros al Norte. Pero hay base bastante para suponer que el hombre de Rio Seco tuvo contacto, no sabemos si permanente o eventual, con el valle. El nivel corresponderia, en los términos empleados para los complejos culturales euroasiaticos, al mesolitico n) El chavinoide, que ocupa el primer estadio en Ia alfareria. Esta: incisa, con las mismas caracteristicas generales que se advierte en otras estaciones repartidas en la Costa y la Sierra. SAbese ya, plenamente, que el chavinoide es panperuano y, probablemente (Valdivia, Ecuador), co- rain a un amplio sector del continente Sur. La clasificacién del muestra- rio reveld un Chavin Temprano y otro Tardio. Junto a estas manifesta- ciones, asom6, con evidencias minimas, la técnica de la pintura postcoccion (Exposicién en el “Museo de Arte”, setiembre, 1962). m) Bafios de Boza, 0 periodo de la ceramica Blanco sobre Rojo. Sin detenernos: Ww) Playa Grande o Interlocking. Ahora si, detengamonos. Hay problemas en torno a estos dos tipos o estilos de ceramica. La definicién de ambos viene de la época de Uhle. Trabajando a 199 fines de la primera década del novecientos en el Cerro Trinidad, que es el cerro que parece interponerse a la carretera cuando se entra, viajando de Lima, al valle de Chancay (cerro facilmente reconocible por el gran cerco cuadrado que presenta en su ladera Sur, de construccién prehis- panica), el arquedlogo aleman hallé cerémica Interlocking debajo de Blanco sobre Rojo y en 1908 informé que aquélla era mas antigua que ésta. Afios mas tarde, en 1926, examinando las colecciones de Uhle, Kroeber insinué una cronologia inversa, 0 sea que dudé de la mayor an- tigiiedad del Interlocking sobre el Blanco sobre Rojo. Los descubrimien- tos tltimos han dado la razon al sabio de Berkeley. Primero Strong, en Pachacamac, en la base del Templo del Sol, y después Willey, en el mis- mo Cerro Trinidad, de Chancay, hallaron pruebas de la mayor antigite- dad del Blanco sobre Rojo sobre el Interlocking. También Jijon y Caama- fio, que trabajé en 1925 en Maranga, sefalo para el valle del Chancay (no para Lima) la preexistencia del Blanco sobre Rojo respecto al Inter- locking (que él llam6 Proto-Lima). Las designaciones han cambiado en los ultimos tiempos. Asi, por acuerdo de la “Mesa Redonda de Terminologia Arqueoldgica”, realizada en 1953, el Interlocking de los arquedlogos de habla inglesa, distinguido por otros con el nombre de Proto-Lima —y que es, castizamente hablan. do, un engranado o endentado (asi lo distingue Canals Frau: “... cabe- zas de peces o serpientes engranadas...”)—, debe Ilamarse Playa Gran de, por la circunstancia de haberse encontrado en este sitio el estilo en str manifestacion mas pura que se conoce. (Playa Grande, o Playa Santa Rosa, es la playa que se abre al Sur de Ancdn, conectada a la Carretera Panamericana por una autopista que lleva a la zona urbanizada. Alli se ha fundado un balneario) En cuanto al otro estilo, el Blanco sobre Rojo, hoy se le llama Bavios de Boza por la misma raz6n antes referida al Playa Grande. Viene este nombre de la estacién situada en las inmediaciones de las lagunas de Boza, en la parte Sur del valle de Chancay, a corta distancia de la locali- dad de Aucallama. La ceramica Barios de Boza (0 Blanco sobre Rojo) se caracteriza por vasijas de forma sencilla, color rojo claro, de paredes gruesas y superficie exterior suave, con disefos blancos pintados sobre el fondo rojo (de alli el nombre inicial). A veces, como acota Kroeber, presenta lineas neg: as, ora sobre el trazo blanco, ora directamente sobre el fondo rojo. Los di- sefios son geométricos. La cerdmica Playa Grande (0 Interlocking 0 Proto-Lima) tiene como 200 principal caracteristica la decoracién. Es una ceramica decorada con combinaciones muy finas en negro, blanco y rojo “de cabezas de peces © serpientes entrelazadas”, segiin la expresién de Stumer. Willey agrega, explicando la génesis de estas combinaciones, que el disefio estilizado de peces entrelazados, deriva de un motivo textil. La decoracién en negro y blanco o en negro, blanco y rojo cubre un fondo de engobe rojo. La textura es fina, bien alisada. La composicién decorativa casi siempre adopta la forma de una greca o banda ornamental, en la que juegan los trazos estilizados del pez (0 la serpiente) de acuerdo a un patrén esen- cialmente geométrico. Concretamente sobre la cronologia de los estilos que motiva esta di- gresién, el susodicho Stumer (1952) sentencia que la cultura Playa Grande (0 Interlocking), con su rama Proto-Lima o Nieveria, existié en la Costa Central (por el Norte, hasta Chancay, y por el Sur hasta Lurin, no pene- trando mucho hacia el interior: cultura, por consiguiente, tipicamente li- toral) desde fines del Blanco sobre Rojo (200 afios a.C.) hasta la época de expansién Tiahuanaco (600 d.C.). Fue, en conclusién, para abreviar este aparte, una cultura posterior a Bafos de Boza, contemporanea de Salinar, Vir y Mochica en el Norte y de las fases A y B (en la seriacion de Kroeber) de Nasca, en el Sur. Sobre la ubicacién en el tiempo (tablas generales) de los periodos de Chancay, insistiremos mas adelante. Para terminar, sélo queda por afiadir que el estilo Playa Grande esta representado en el valle de este estudio por muestras halladas en Horcén, aproximadamente 25 kilémetros, en linea recta, del mar, lo que da un sitio de maxima penetracién del estilo a todo lo largo de la Costa Central. v) Tiabuanaco, que Horkheimer prefiere Hamar Horizonte Medio. La tercera denominacién, mas correcta que la primera, es Tiahuanacoide Corresponde, segtin hemos visto en los capitulos 1 y 4 de la Parte Cuarta, a una época de expansién serrana y de anulacisn, por varios siglos, de los desarrollos locales y regionales. Desaparecen Mochica en el Norte, Nasca en el Sur y la cultura propia de la Costa central, y se imponen nuevos pa- trones en el arte y en la técnica. Hasta las formas de enterramiento cambian. Sin duda, variaron los usos y costumbres en todos los aspectos de la activi- dad, y probablemente hubo sujecién politica como sostienen no pocos pre- historiadores. En este periodo hay tres estilos de cerémica en Chancay: a) Teatino, que, ademas de ser antiguo, tuvo gran persistencia, co- mo observa Horkheimer, toda vez que llega “hasta un periodo de transi- cidn al Chancay Ultimo”. 201 b) Epigonal, es decir, Negro y Rojo sobre Blanco. ©) Tricolor geométrico. vt) Chancay 0, mejor Chaacay Ultimo. En base al empleo de los colores en la ceramica, se lama, también, Negro sobre Blanco. Finalmente: vm) Inca, representado por algunas piezas (fragmentos de aribalos) no propiamente en el valle sino en la quebrada vecina de Quilca. Ates- tiguan, si no la permanencia, por lo menos el paso de las huestes impe- riales hacia el Norte, con destino al Gran Chimu. Horkheimer Ilama la atencién que en Lambayeque hay un rio que se llama Chancay. ¢Indicarfa este nombre geografico alguna relacién entre el Chancay del Norte y el Chancay del Centro? ¢Fueron llevadas al Norte las poblaciones insumisas de la Costa central, favoreciendo este transplante el uso alla, en el Norte, de la toponimia meridional? Hay algo més: Horkheimer tiene noticia de haberse encontrado en Lambaye- que ceramios del més puro estilo Chancay. Esto ya seria bastante para pensar en un envio’ masivo de pobladores en la época de dominacién cusquefia (mitimaes). Tal método fue comin en los tiempos de la expan- sin imperial. EL REINO LOCAL Stumer, vimos hace un momento, intenta una cronologia absoluta para las culturas del Antiguo Pert. Después de la Gran Fusién, dice, de Tiahuanaco, que borré las manifestaciones locales de la Costa (Mochica en el Norte, Playa Grande o Interlocking en la Costa central y Nasca en ei Sur), renacid el poder regional con diversos Reinos y Confederaciones, €poca ésta que directamente, sin transicidn, antecedio a la dominacién de los Incas. Durante la era de los Reinos y Confederaciones, florecié Chan- cay, el Chancay de Lauri, Pisquillo y otras estaciones. Willey (1958) y Bennett Ilegan a mencionar afios, en un intento por establecer cronologias precisas. Segtin el primero, Chancay se ubica en- tre el 1000 y el 1500, uniéndose en el punto de partida con el Ancén Tar- dio. Bennett, con Bird, es atin mas exacto: Chancay (Negro sobre Blan- co) esté, dice, entre el 1200 y el 1450. Por el 1470, agrega, se produjo la invasion inca, que echo por tierra el florecimiento local, asi como ha- bia borrado todos los florecimientos de la vasta tierra yunga hasta ese momento avasallada. 202° El siguiente cuadro es ilustrativo. Aporta la ventaja de la cronologia absoluta para todos los periodos. Es de Bennett y sefiala fechas para los periodos de la Costa central: Inca 1438 — 1532 CHANCAY i 1300 — 1438 TiAHUANACO % 1000 — 1300 ~400—=1000 | DE Cristo 00 — 400 p. ~ 1200 — 400 INTERLOCKING ! 1 Se llama, también, Proto-Lima o Playa Grande, segiin se ha visto. 2 Es el Bafios de Boza en Ja moderna terminologia arqueolégica Mejor, menos compromisivo, Chavinoide. Nos interesa sdlo Chancay. Segtin esta tabla, la ubicacién es pre: cisa: en el 1300 comenzé el florecimiento, luego de Ia uniformidad tia- huanacoide, y termin6, por conquista incaica, en el afo 1438 que es la fecha que se sefala, a base de las referencias recogidas por los cronistas ¢ historiadores del quinientos, para el paso por el valle de las huestes de Pachactitec, rumbo a Huaura y Paramonga, donde los arquitectos impe- riales erigieron la poderosa fortaleza (eso y no otra cosa, como se ha pretendido) del mismo nombre, sobre antiguos edificios regionales tia- huanacoides (segtin lo ha demostrado Iriarte) AREA DE EXPANSION Es lo mas probable —y en esto nos apoyamos en Collier— que, Iue- go de la dominacién Tiahuanaco, que tuvo una base, segtin preconizan algunos, firmemente militar, con sujecién fuerte, siguié un periodo de reinos locales, es decir, de desarrollos aislados, independientes o casi indepen dientes, en los que, por reaccién contra la uniformidad impuesta de la era anterior, se procuré crear —con extremos de prurito— formas nuevas. 203 La geografia, que habia sido anulada en el tiahuanacoide e iba a serlo totalmente en la era imperial que reservaba el futuro, contribuyé eficaz. mente a la individualizacién de los grupos establecidos en la Costa: Su- cesor de Mochica, surgié en el Norte el Reino Chime que llegé a cons- tituir una poderosa confederacién tribal, con sede en Chanchan, la mas grande ciudad del Nuevo Mundo antes de la Ilegada de los europeos y de las primeras del orbe entero en su tiempo. En el Sur, Ica-Chincha, con rasgos inconfundibles en la cerdmica, aparecié en el territorio que vio el desarrollo o acogié Ia influencia de los antiguos nascas, avanzando hacia el Norte. En el Centro, la consigna regional fue cumplida por Chancay, al Norte de Lima. EI reino Chancay extendié sus dominios por el Norte y el Sur. Su aparicién fue violenta, caracterizandose por lucha contra los tiahuanacoi- des. Es probable que asi, con lucha, surgieran todos los reinos de la Costa de este nuevo perfodo de florecimiento local. Vencidos los serranos, el reino se afianzd, primero con el triunfo en la guerra por la independen. cia y, luego, con Ia expansién exitosa hacia el Norte y el Sur. Llegé un momento, transcurridas varias décadas, que el reino Chancay, inicialmen- te relegado a su cuna, dominaba extensas comarcas: por el Norte, hasta el rio Huamanmayo, 0 “rio del haleén” (hoy Pativilea), donde los incas, como hemos dicho, iban a levantar una poderosa fortaleza; y por el Sur, hasta Lurin, donde se levantaba una ciudad sagrada a la que acudian en las fechas de celebracién peregrinos de todas partes de la Costa a rendir culto al supremo dios Pachacamac, fiero y temido. La penetracién de Chancay hacia la Sierra, en cambio, fue corta: se qued6 casi en la faja litoral (no pasé de Puruchuco y Huaycdn, en la quebrada del Rimac y del abra de Huachoc, en el ramal andino que separa Quilca y Vizcacheras, ésta, quebrada lateral del Chillén). INFLUENCIAS Y GUERRAS. ENTRADAS VANDALICAS No por violenta que habia sido la irrupcion, pudo Chancay desasirse de Tiahuanaco. Aunque cre6 formas nuevas, quedé el remanente del pe- riodo de fusién anterior y hasta alguna ligera influencia del mds lejano In- terlocking. Al propio tiempo, aunque el reino mantuvo estrecha vigilancia en las fronteras y estado de guardia por las constantes amenazas de fuera, el influjo de los pueblos circunvecinos no pudo evitarse. Y asi, Chancay fue centro de convergencia —afirma Horkheimer— de corrientes llegadas de Ia tierra Chiméi y de la tierra Chincha, regiones ambas donde vivian poderosas agrupaciones. 204 Pero también, a través de los desiertos, el mensaje de Chancay lle- g6, vigoroso, a los valles aledahos y se dej6 sentir, sobre todo, en las estaciones establecidas frente al mar, como Ancén, donde su sello quedé profundamente grabado, Ilenando todo un periodo de esa milenaria po- blacién y colmando con mil elementos las tumbas del periodo reciente. Llegé a Lima, penetrd hasta Huaycan, como acabamos de decir, y se posesioné de Pachacamac, dejando muchas huellas. Es probable que lle. gara hasta Chilca. Nuestro reino no hizo excepcién al tipo de vida imperante en la épo- ca. Todas las agrupaciones 0 confederaciones mantuvieron en permanen- te pie de guerra sus ejércitos, encargados de la vigilancia de los linderos. Chancay hizo frente a invasiones del Norte, del Sur y, sobre todo, del Este. Descendientes de los serranos tiahuanacoides, que tenian sus fo- cos de operacidn en las alturas (¢Ruipac, Chiprac, Anay?), bajaron mas de una vez al valle y sostuvieron con los habitantes de Pisquillo, por ejem- plo, o con los que enterraban en Lauri, feroces combates, en muchos de los cuales los lugarefios Ilevaron la peor parte. Hay pruebas de entradas vandalicas, de remocién sacrilega de los cementerios, de profanacién de tumbas, de dafio intencional y torpe con aniquilamiento de lo que para los vencidos habia sido victoria de la paciencia y del esfuerzo APOGEO Y FIN En lo que a economia se refiere, el programa principal fue conseguir agua. Lumbra, en el capitulo 4, nos contard muchas cosas interesantes. Después, la alfarerfa alcanzé notable desarrollo, no desde el punto de vista artistico, que en esto los ceramistas pecaron, venialmente, de negli- gentes aunque supieron plasmar en el barro Ia gracia y la simplicidad que encantan —y que tornan no sdlo tolerable sino grato el descuido—, sino desde el punto de vista de la cantidad. Fabricaron miles y miles de can- taros y todos fueron a las tumbas, a acompafar al difunto en la hora solemne del transito al més all4. El tejido alcanzé nivel muy alto, y esta rama del arte si desde el punto de vista estético. Las piezas que se exhu- man de los cementerios del valle, rivalizan, ganando muchas veces, con las maravillosas de Paracas. Las hay de una técnica avanzadisima y de una belleza incomparable, tnica. Los niveles de rendimiento fueron realmente sorprendentes. Este pueblo, pues, trabajé con ardor, batallando por el agua, batallando por rey sl la tierra y por una produccién mas y mas alta en las industrias predomi- nantes. ‘Asi, hasta que un dia Ilegaron los ejércitos de Pachactitec y exigie- ron sumisién. Seguramente hubo lucha, porque ni los incas se quedaron —hastiados, sin duda, de la masacre— ni la poblaci6n siguié trabajando. Los principales grupos fueron desarraigados y conducidos, quiza, al Nor- te. Estos grupos Ievaron sus cosas y el valle qued6 desolado. Arena sobre los cementerios y las ciudades. La arquitectura se des- figuré. Sdlo las tumbas guardaron la integridad de los primeros tiem- pos... hasta donde el vandalismo de los huaqueros lo permitis. Cementerios, Templos y Ciudades UANDO se entra al valle por el Sur, tras de cruzar Pasamayo, el contacto con la arqueologia se produce desde los primeros instan- tes. En efecto. En el tramo final del gran médano, a la derecha, sobre Ja ladera del cerro, numerosos huesos blanqueados por la intemperie in- dican un cementerio que, sepamos, no ha sido estudiado pero si muchas veces removido. Con las osamentas humanas aparece gran cantidad dz tejidos burdos, aunque no faltan piezas de finas grecas ornamentales. Mas adelante, la carretera se enfrenta al Cerro Trinidad. Alli, en la ladera Sur, que es de suave pendiente, se ve un gran recinto cuadrado, que fue corral. En las cercanias trabajé Uhle a comienzos de este siglo. Otros testimonios no menos importantes hay en esa parte del valle. Para el comtin de las gentes pasan inadvertidos, pero para el especialista, no. Unas pirdmides escalonadas a la vera de la autopista, muy borradas por la acumulacién de Ja arena, que el fuerte viento de la regién trans- porta, destacan sobre la yerma Ilanura, en medio de otros indicios, mas estropeados atin, de antiquisimo poblado. Visto el yacimiento desde el aire, muestra una vasta distribucién de cuadrados y rectangulos, como los escaques de un tablero de ajedrez, sobresaliendo las pirémides dichas, sin duda construcciones religiosas. En el puerto, cerca del promontorio Sur, de donde apunta al mar el muelle, se levanta un edificio monumental que a la simple inspeccién se revela con historia larga de varias fases o etapas. Domina en él el trabajo con adobitos hechos a mano, de forma que se aproxima a la de los cantos 207 Ge playa. Debe ser arcaico, de los primeros tiempos de la ocupacién or- ganizada del valle. Algunas paredes conservan pintura, de los tonos rojo y ocre. En la otra banda del valle, al Norte, doblando en el kilémetro 77 de la carretera por un ramal de hacienda, se llega al cementerio de Lauri, gi- gantesco depésito arqueoldgico. Se trata de una gran extensidn integra- mente ocupada por tumbas. Durante afios, los huaqueros han operado alli libremente, y a pesar de las medidas recientes de proteccién, el vandalis- mo sigue. Casi todo el cementerio ha sido removido. De vez en cuando, hace batidas alli la policia, compensando el esfuerzo del viaje con una que otra detencién, de todo lo cual no se obtiene otro resultado que al- guna publicidad en favor de los custodios del orden y nada para Ix Arqueologia. Empero, hay mucho por descubrir atin en Lauri. En un recténgulo reducido trabajé Horkheimer con la ayuda eficaz de José Ca safranca. En la cronologia del valle, Lauri corresponde al perfodo inmediata- mente anterior a la dominacién de los Incas. Debe ser, por lo tanto, de la primera mitad del siglo xv: 1400 para adelante; posterior, por consi- guiente, a Pisquillo, otro sitio del que nos ocuparemos adelante. Horkheimer escogié un espacio de quince metros de lado y alli, en medio de un mar de arena encrespado por los profanadores de tumbas, donde todo, hasta el confin distante de los cerros, no es sino testimonio de depredacién y ultraje, desarrollé un programa de trabajo estratigrafico y de extraccién de fardos funerarios que puede considerarse modelo en su género. La excavacién puso al descubierto un detalle curioso: las tumbas fueron hechas en un terreno primitivamente ocupado por corral de cuyes en el que los cuidadores hicieron pequefias galerfas para los animales. Se encontré estas galerias intactas, rellenas naturalmente con la arena de la superficie. Casafranca, con extremo cuidado —que le viene del amor que siente por estas cosas—, retiré la arena del relleno y dejé completa- mente libres las perforaciones. Entre ellas se abren los pozos de las tumbas, algunos de hasta cuatro y cinco metros de profundidad. —La Arqueologia no se limita al preceramico —dice Horkheimer—. También debemos estudiar los periodos tiltimos, como éste. El pasado ‘se reparte entre los comienzos y el final, y todo, absolutamente todo, es igualmente importante. Una de las tumbas dio el fardo funerario de un hombre que en vida fue fabricante de ollas. Alrededor del fardo, ordenadamente colocados, 208 habia 58 cantaros. Otra dio el fardo de un hombre que fabricé quenas. Cerca del bulto, entre unos panos gruesos, se hallé diez quenas. La tumba 10 proporciono un fardo alargado, tinico por Ia forma y ia direccién de] cuerpo. En efecto, en tanto que todos los cadaveres miran siempre hacia el Este, por donde levanta el sol, éste exhibid la singularidad de estar dirigido al Norte. Reposaba sobre hilera doble de adobes y tenia alrededor varios cAntaros, tapados con vasos chicos vueltos boca abajo 0 con platos. El material de alfareria recogido fue abundante: cantaros semiesfé- ricos y formas modeladas hacia la antropomorfizacién. En la tumba 1 se hallé una botija de arcilla, esférica, especie de urna, conteniendo las ropas del difunto perfectamente plegadas. Una particularidad importante, por lo que puede significar de atisbo, muy embrionario desde luego, de escritura, la dan los platos con marca pintada en la base. Son marcas simples, ora en forma de “S”, ora de “C”, 0 de eses entrelazadas, que evocan las de los mates pirograbados de Pan de Azticar (San Isidro, Lima), extraidos por Arturo Jiménez Borja, y que hemos descrito en un estudio reciente. Es probable que estas marcas de los platos de Lauri, como las de los mates de Pan de Azticar, sean signos de propiedad. Es probable, tam- bién, que identifiquen el objeto a la persona, no ya con fines de defensa de la propiedad sino como testimonio inconfundible de adhesién ante un hecho de resonancia en la vida de la comunidad. Esos platos con marcas en las tumbas podrfan tenerse, asi, como mensajes de condolencia, ya de una persona, ya de un grupo o ayllu PisquiLi.o, URRE ¥ CEMENTERIO En el interior del valle, mas adentro de Huaral, banda Sur del rio, estn los dos yacimientos de Pisquillo (Grande y Chico), comprensién de la hacienda Palpa. La ruta es por el puente metdlico que empalma con el camino de Huachoc (hacia Trapiche). Desde el punto de vista arqueolégico, Pisquillo Chico es més grande que Pisquillo Grande. Los nombres vienen de los fundos aledafios. Con la ayuda de Francisco Iriarte, Horkheimer trabajé en el primero, que es un gran cementerio del que ha sacado varias momias Pisquillo Chico ha sido ferozmente atacado por los huaqueros, que han convertido la necrépolis, segtin la acertada expresién de Horkheimer, en un “paisaje lunar”: una sucesién, hasta el limite de los cerros, de 209 enormes huecos, de cinco, seis y siete metros de profundidad y en torno 2 cada hueco, restos de la extraccién profanadora: huesos, cadaveres mu- tilados, fragmentos de ceramica, panos. Todo en indecible desorden. Para colmo de desdicha, los propietarios de los fundos vecinos han inten. tado, en un afan desmedido de explotacion, irrigar las tierras inmediatas al yacimiento arqueolégico y hasta invadido parte de éste con maquinas niveladoras. Asi, pues, dafio tras dafo, destruccién completa. Pero, co- mo en Lauri, es mucho atin lo que queda bajo tierra. Por desgracia, no cejan los buscadores, que siguen operando al amparo de la impunidad. Pisquillo Chico comprende tres sectores: 1) Sector Sagrado, con restos de los que fueron los mas vistosos monumentos del lugar. Se trata de templetes piramidales, en nimero que se acerca a la veintena, con rampas de acceso que comunican desde una plazoleta rectangular a bajo nivel hasta las terrazas altas, que se reparten al frente y a los lados. La semejanza de estos templetes con el que hemos llamado Jj. n. de Pachacamac (por Jiménez Borja, su benefactor), es gran- de. En nada se diferencian. En Pachacdmac hay una veintena de estos templos, sin duda adoratorios provinciales que formaban unidades inde- pendientes, con sus propios depésitos para las ofrendas, habitaciones para los sacerdotes, etc. El patrén arquitectnico se repite aqui, sin variante alguna digna de mencidn. El material de estos templetes es el adobe, del tamafio constante 31 por 15. 2) Sector Civico, que cubre un area apreciable hasta los cerros que limitan la rinconada del valle. Presenta variedad de construcciones, todas las cuales tienen como denominador comin la falta de una técnica defi- nida y racional. Horkheimer, al comentar este desorden técnico, tanto en el tratamiento del barro o de la piedra —los materiales— como en la colocacién de los bloques, califica de “manicomio arquitecténico” el cua- Gro que ofrecen los edificios. Hay construcciones de adobin, de adobe, de piedra apircada y de piedra semicanteada. En algunos muros, el ado. bén reposa sobre cimiento de adobe. Un absurdo. Llama la atencién una técnica muy especial que llamariamos mixta porque se compone de hiladas de adobes colocados en posicién vertical o ligeramente inclinados, como los libros en un anaquel, intercaladas a otras tendidas en posicién corriente, es decir, horizontal, de soga. También hay muros en los que el constructor utiliz6 los dos materiales: la piedra y el adobe, distribuyén- dolos indistintamente y, hasta cabria decir, en el mayor desorden, en un 210 desorden intencional. En este caso, el adobe es muy pequefio, hecho a mano (“bocaditos”). Las deficiencias técnicas estan no sdlo en los materiales de construc- cién sino en el desarrollo operativo de las obras. Las paredes, por ejem- plo, son sumamente delgadas (no mas de 30 centimetros) y carecen de amarre entre si. Las uniones, pues, no existen. Cada pared forma un cuerpo independiente que por falta de cimentacién, plomada y cordel se ha separado de la inmediata con la que debié formar esquina o Angulo. En las construcciones de piedra se nota algtin cuidado: la cara mejor trabajada queda afuera. En Ia falda de un cerro inmediato hay un cerco de grandes dimensio- nes, cuadrado, de adobén, con divisiones internas. Seguramente fue un recinto relacionado con el gobierno, mitad depésito, mitad reducto. Las puertas de los edificios son simples, rectangulares, y en las pa- redes muy rata vez aparecen nichos. La decoracin esta completamente ausente. Todo es demasiado simple, tosco, vulgar. No cabe pensar en consecuencias del apresuramiento porque no se ve en este tipo de obra con adobes pequefios y “bocaditos” de barro endurecido, una solucién al problema de tiempo. Lo que esta palpable es la incapacidad para cons- truir bien, segtin normas légicas. Ni experiencia ni capacidad pero sdlo en el sector civico, porque ambas fallas dejan de percibirse en los tem- pletes del barrio sagrado. 3) Cementerio. Es, deciamos, enorme. Contiene, por lo que se ve, cientos de tumbas. Los cadaveres han sido colocados a nivel muy pro- fundo. Los cubren espesas envolturas compuestas de varias capas de te- jido. Algunas fosas fueron removidas por invasores antiguos, que profa- naron el reposo de los muertos, acumulando despreciativamente los cadé- veres En las fosas hay emblemas atados a cafas 0 varas de madera negra, que semejan banderas. Los craneos presentan signos de deformacién con visible alargamiento hacia atrés, lo que daba a la frente una conformacién huidiza. Los elementos de cultura material que destacan, son: cerdmica del inconfundible estilo del lugar, en sus formas y tratamiento tipicos, igual que en Lauri; tejidos, que los hay burdos y finos, con tonos muy subidos; mates, usados en el tramite doméstico, con algunas ornamentaciones a fuego; cestos cuidadosamente trabajados; iusos para el hilado; varas ce- remoniales, etc. 211 En el tiempo, Pisquillo se ubica en los comienzos del periodo Chan- cay, 0 sea, inmediatamente después del Tiahuanacoide. Es, por lo tanto, anterior a Lauri. Las construcciones de piedra deben ser muy antiguas, quiza de la era de fusion Tiahuanaco. Lumbra Proeza de Ingenieria Hidrdulica ALLE arriba, donde la tierra de cultivo se estrecha, baja por la banda Norte una quebrada que aman Casa del £oro. Recuerda la de Jicamarca en el Rimac, 0 la de Soccos en el Chillén. Esta, como todas sus similares, condensa una historia larga de aguas chitcaras, de Iluvias copiosas en las alturas y bajadas violentas, con lodo y piedras, hasta dar alcance al rio en el cono amplio de enlace. En tiempos muy lejanos, mu- cho, mucho antes que el hombre Ilegara a esta parte del pais, cuando la tierra era solamente tierra, vegetacidn silvestre, unos pocos animales y aguas sueltas, los descensos de las alturas rellenaron el fondo de la quebra- da, formando una costra espesa, que se abulté con los siglos. Esa fue la primera etapa en la historia de la quebrada. Hecha la cuna, otras aguas se encargaron de herir la costra y de hacer un surco profundo, que también, paulatinamente, fue ahondandose. Ese surco queda y su proceso de ahondamiento sigue, despacio ahora que el pais se seca y muy distanciadas se presentan las épocas de aguaceros. Es- ta es la segunda etapa en la historia de la quebrada. Por aqui Ilegé el hombre. Vio el llano entre escarpados cerros, que estimé que le era favorable, y observé el descenso periddico de las aguas. Convino en quedarse y la quebrada lo acogié, gustosa. Le dio su tierra, rica para los cultivos, y le ofrecié el agua que colecta en las alturas. Desde luego, no bastaban ni tierra ni agua solamente: habia que trabajar para que esta espontanea entrega de Ja naturaleza rindiera frutos. pies Pero el hombre, que ya tenia experiencia en esta suerte de labores y que comprendia que no era de desaprovechar tan favorable conjuncion de elementos, se entregé de Ileno a la tarea de reducir el basto donativo. Y, poco a poco, andando el tiempo, la tarea limitada en un comienzo a re- ducir un campito 0 a aprovechar los periédicos descensos aluvidnicos, se convirtié en gigantesco programa agricola en el que entraron variadas ta- reas, con animo de hacer de la quebrada, hasta donde su amplitud y bondad lo permitieran, un vergel de lozanos cultivos, despensa de los nticleos ya afincados en el valle. La ejecucién de tal programa, supuso trabajo realmente titanico. Se vio, por ejemplo, que confiar en los descensos naturales y en el poder de captacién de las aguas atmosféricas, era inseguro, porque a los afos de Huvia seguian con reiterada frecuencia largos periodos secos que matabar Jos esfuerzos tan duramente culminados. Se vio, también, que los descen- sos no eran muy de confiar, porque daban en demasia: una cantidad tal de agua que arruinaba los campos y enfangaba las parcelas cercadas. La naturaleza era buena pero de una bondad primitiva. Era necesario, por consiguiente, para superar la incertidumbre y frenar los excesos, controlar el riego con un abastecimiento distinto al que ofrecia la quebrada; y en- tonces los hombres programaron la apertura de un canal, obra que de- mando un esfuerzo enorme. Pese a todos los inconvenientes, sin embargo, Ilegé el dia que por el canal corrié el agua, y los campos desde ese mo- mento pudieron prometer a los hombres plena regularidad en su misién El canal queda y se le ve en la ladera del cerro. Es una obra esplén- dida. EJ tiempo, por desgracia, lo ha cubierto en gran parte. Por la misma época se pensé en otra obra de envergadura. Las aguas que bajaban por el cauce de la quebrada, excepcién hecha del pequefio volumen dedicado al riego de los campos no servidos por el canal, se per- dian. Surgié la idea, entonces, de construir un dique, o presa, para cerrar el paso a la cuantiosa masa liquida que corria hacia el rio, y retener uns parte. No habia experiencia en esta clase de obras, pero valia la pena en- sayar. Y aunque el embate de las aguas era incontenible y los primeros pasos terminaron en el fracaso, al fin se tocd a la puerta del éxito, y una poderosa presa cruzé la Ilanura, sirviendo de muro de contencién para el milagro de la laguna artificial. Mas tarde se hizo otra presa, casi paralela a la primera. Los restos de ambas quedan, y constituyen un testimonio tinico en esta rama de la ingenieria hidraulica, Lumbra, desaparecido el hombre, ha vuelto a su condicion primera: un lugar desolado; pero, las pruebas del victorioso aprovechamiento se 214 mantienen como un testimonio de sabiduria, de previ cional en vasta escala. El lugar, deciamos, esta valle arriba, y la carretera que lleva a las ca beceras, deja a su vera. Tratando de definir el enorme complejo arqueols. gico, dirfamos que fue un centro de conquista agricola, con varios elemen- tos, hasta cinco, para e] aprovechamiento total de la poca tierra disponible. Lumbra es una prueba de la esforzada lucha que libra el hombre desde tiempos inmemoriales por imponerse al desierto y ganar nuevas areas al cultivo, y un testimonio de la pujanza indesmayable que animé a los an- tiguos peruanos para seguir adelante en esa campajia. ny de trabajo ra Los cinco elementos que destacan, son: 1) Amplias terrazas escalonadas, que se suceden cubriendo con el de- clive preciso la pendiente de la quebrada. Aunque muy borrados, quedan © se insinéan, los muros que las limitaban. 2) En las laderas de los cerros de uno y otro lado, andenes, igual- mente con muros de contencién de piedra apircada. Dada la violencia con que baja el terreno, estos andenes, por lo general, son angostos pero si muy largos. Sdlo se amplian alii donde las laderas se confunden con ei ano de la quebrada. 3) Hechas de bloques de Iapana, o sea, de la depositacidn endure- cida de las aguas, dos gigantescas presas: una recta que, parece, cedid a la presién del volumen retenido, y otra curva, con canal de desagiie bajo control. Ambas fueron de hasta cinco metros de alto y anchas como ef doble de su altura. Sdlo en parte se conservan, hacia el lado de los cerros del Noroeste. 4) Para el reparto de las aguas y el abastecimiento en los perfodos de escasez, canales y acequias. Destaca el canal que viene del valle. De varios kilémetros de largo, entra a la quebrada dando una curva cerrada, donde parece perderse, pero los testimonios de antigua vegetacién lo reve- an bajo gruesa capa de material rodado. Hay un punto, empero, donde e! dato del tiempo ha sido tan severo, que el rastro se pierde. 5) Para el riego de las terrazas bajas y del cono a través del cual la quebrada se une al valle, reservorios, que fueron de capacidad apreciable, incrementados merced a la red de canales de distribucién que partia del desagite de la presa. 2s ANTIGUA POBLACION, COLMENA HUMANA Pero Lumbra no es sélo arqueologia agricola. Hay en el centro de! abanico de deyeccidn restos de una antigua ciudad. Esta comprendié tres sectores que, perfectamente diferenciados, se distingue hoy sin mayor es- fuerzo dada la variedad de los tipos de arquitectura. Destaca, en primer lugar, la Casa del Curaca, o jefe politico de la comarca, dependiente, sin duda, de la autoridad central del valle, que tuvo su sede en el Ilano bajo. Tiene este edificio la apariencia de una fortaleza, con sdlidas paredes de adobén que se mantienen en gran parte erguidas. De su plano y distribucion de pabellones, poco es lo que se puede decir ya que la confusion de estruc- turas es completa. De todos modos, se ve que el edificio formé un cor: junto aparte, aislado de las der construcciones y, sobre todo, en posici preeminente por obvias razones de seguridad El segundo sector es el religioso, igualmente extenso, con un gran templo y varios templetes, edificios en todos los cuales se empled simul- taneamente el barro y la piedra. Las mismas deficiencias e irregularidades técnicas observadas en Pisquillo se perciben aqui. Lumbra, sin embargo, es més antiguo que Pisquillo, de modo que tales deficiencias no vienen del mismo constructor ni deben ser atribuidas a la misma época. El comienzo de Lumbra, afirma Horkheimer, est4 probablemente en el perfodo Teatino. EI gran desarrollo del centro agricola si fue contemporéneo de Chancay, como lo confirma la cerdmica. Finalmente, el tercer sector es el residencial. Estuvo constituido, con- tra lo que pudiera entenderse por la acepcién comtin del vocablo, por viviendas modestas, de adobe y piedra, con el mismo entrevero técnico de Pisquillo. Junto a las habitaciones se abren grandes depdsitos. El lugar fue, como Ilevamos dicho, centro agricola y centro de poblacin: ésta se dedicé exclusivamente al cultivo de las terrazas y andenes, al control de las aguas, al riego de los campos arrebatados al desierto y al almacena- miento de los productos. Para este almacenamiento eran los depésitos. A través del area residencial corrian anchos caminos, con muros de pie- dra apircada a ambos lados que formaban espacioso pasaje a la manera de las calles en las ciudades modernas. También cruzaban la poblacién los canales. Por ellos corria el agua que daba vida y fecundidad a los campos. Durante ef apogeo, Lumbra fue una colmena humana, con ajetreo diario, de toda hora. Ademas de los agricultores que tenian a su cargo el cuidado de los campos y de las almaceneros que vigilaban las colcas, 216 habia un numero grande de hombres y mujeres que trabajaban en torno a los batanes, moliendo hojas y frutos para condimento de la comida. diferencia de los batanes comunes, que eran lajas 0 bloques chatos, con- venientemente adaptados a la operacién de la molienda, estos de Lumbra, como se ve todavia, eran enormes piedras que sobresalian por su volumer, tanto que la superficie, perfectamente lisa con algunos hoyos de impre- cisable finalidad, se ofrecia a quienes en torno a ellos trabajaban a una altura cémoda y apropiada, como de una mesa. Fuera de los hombres y mujeres encargados de las funciones dichas, formaban un grupo especial los controladores, a quienes correspondia el registro de la produccién y el reparto, sujeto éste a las érdenes de los jerarcas politicos. En los cerros de la quebrada y, especialmente, en la cadena que di- vide ésta en dos sectores, con andenes y plataformas en las faldas,, habia puestos de observacién para vigilancia militar y recintos para ritos religio- sos. De unos y otros quedan restos, muy ultrajados por el tiempo, des- graciadamente. Llama la atencidn en la parte mas alta de la cadena divi- soria, un cerco circular, de piedra apircada, en el que se insintian varios nichos. En las laderas de los cerros hay depésitos de basura, rica ésta en frag- menteria de ceramica. Abunda un tipo de tinajén de ancha boca y pa- redes gruesas, con un reborde finamente trabajado, que destaca hacia afuera, como labio que remata en arista. Esta cerdmica, color rojo, es de inconfundible tipo utilitario. En la parte baja, particularmente en el secto: residencial, los fragmentos corresponden al estilo Chancay. Hay una fase de Lumbra, pues, contemporanea de las poblaciones de] valle bajo, pero no cabe duda, como ya dijimos, que este gran centro agricola comenz6 durante el periodo Tiahuanaco, por el Teatino. Rupac, Cuiprac, ANay El cuadro arqueolégico de Chancay se completa en la quebrada alte con los importantes monumentos de Rupac, Chiprac y Anay. Rupac es un pufado de espléndidas construcciones descolgadas al abismo. Su estado es de admirable conservacién. No ha sufrido el menor dafio, que no sea el inevitable del tiempo, de los aguaceros periddicos y de la invasion de la maleza, que crece alli alentada por los aires que vienen del mar, en apretada formacién que evoca el desarrollo de loma. Hay en Ripac una placita alargada, a uno de cuyos lados se extiende una 27 construccién con portadas trapezoidales, que parece un juego de arqueria. Al otro lado de esa placita se levantan imponentes edificios de plano cua- drado, a los que se entra por estrechas puertas, de dintel muy bajo, que obligan a avanzar a rastras. En su género, estas construcciones son tni- cas en toda la region y, probablemente, de las mejor conservadas de todo el pais. La placita se abre, finalmente, a un balcdn, desde el cual, se do- mina el paisaje de sierra mas impresionante que pueda imaginarse: una quebrada hondisima, de paredes casi verticales, en cuya sima, sobre estri- bos tallados por antiguas aguas, brillan con sus calaminas tendidas al sol Jos pueblos de La Florida y Pampas, solos, independientes, alejados del mundanal ruido y de la vehemencia del siglo Si Rtipac tuviera un buen camino —como es deseo de los huayopam- pinos, que defienden, celosos, sus ruinas, si es necesario a pedradas y ma- chetes—, seria un centro turistico tnico. Vale una inmensidad ese pe- quefio reducto. Chiprac es una ciudad enorme, de mas de un kilémetro, tendida sobre un espolin frente a Ruipac. Chiprac y Rupac se miran: entre am- bos, un abismo insondable, todo él cubierto por la malla densa de los caminos de herradura. Aijay, mas lejos, més alto, es otro reducto de piedra. Pertenece, co- ‘mo los otros, al periodo tiahuanacoide. Lo dicen las piedras, la técnica de construcci6n, la soledad inaccesible de las cumbres, el vértigo de profun- didad que rodea los edificios, el aire frio que sopla de las punas, Aqui vivid otra gente, distinta de la de abajo. Lados o facetas de un mismo hombre, el andino poblador del Pert: milenario. Quuca y Pampa pet Descanso El programa abarcé la quebrada de Quilca, que baja de las alturas de Sumbilca y Pacaibamba por la banda meridional del valle. Horkheimer con sus ayudantes peruanos Iriarte y Casafranca, explo- 16 todos los yacimientos arqueolégicos de la comarca, buscando las raices de la cultura local y siguiendo las vias de su florecimiento. La quebrada tiene varios nombres. Abajo, cerca de su empalme con el valle, se lama Pisquillo, luego, entre Pisquillo y Ia casa-hacienda Quil- ca, donde un manchén de vegetacién rompe la monotonia del desierto, se denomina Pampa del Descanso, Es enorme la extensién plana, toda ella cubierta de piedras angulosas arrastradas por las aguas y de escombros rocosos. De una antigua ocupacién de pueblos que alternaban el pasto- 218 reo con la agricultura, quedan grandes cercos, divisiones rectangulares, colcas o depdsitos y areas delimitadas para la clasificacién y seleccién de los productos. Hubo en el pasado, aqui, intensa actividad econémica. En el poblado de Quilea —humilde rancheria con chozas circundan- tes de pastores que bajan de Sumbilca— los lugarefos prefieren llamar a ia quebrada con el nombre de la hacienda, agregandose, asi, una tercera denominacién. Finalmente, arriba recibe el nombre de Pacaibamba. Las aguas han dejado una cicatriz profunda. En las épocas de furor, aqui ha debido de reinar el caos de los elementos. Parte de las aguas que caen hoy en los niveles altos, se filtra al subsuelo, alimentando espesos bosquecillos de huarango en los que anidan aves silvestres. Cerca de la casa-hacienda, en un lugar Ilamado Huaqueria, donde desemboca una quebrada secundaria, Horkheimer encontré los capitulos que faltaban de la larga historia de Chancay. Por ejemplo, fragmentos de aribalos policromos con Ia clasica decoracién geométrica del periodo inca Completando el cuadro, cerémica autéctona bafiada de barniz vitrificado espafiol, semejante a la hallada por Jiménez Borja en Pachacdmac. Esta cerémica “transicién” cierra la etapa prehist6rica y coincide con los albo- res de la siguiente o histérica. El hallazgo, ademas, por Horkheimer de cerdmica de estilo chimd, revela la influencia de los pueblos nortefios. No dejo de llamar la atencién la pervivencia de ciertas técnicas, a través de abundante fragmenteria, como la que corresponde al periodo Teatino que se enlaza con el Chancay Impreso. Ayacoto y PacalBaMBa Remontando la quebrada, a 3 kilometros de Quilca esta Callan, con el milagro de su pozo que da vida a toda la regidn y su bosque de hua- rangos, paraiso de los cazadores de tortolas y palomas. Y 8 kilémetros mas arriba, Ayacoto, con sus construcciones de piedra de la época de jos gentiles. Quizé por la toponimia, se trate de una necrdpolis. Tumbas monu- mentales de plano cuadrado o circular se escalonan en la aspera falda de un cerro rocoso. Las mas grandes son verdaderos mausoleos, de cinco y seis metros de lado por 1.60 m., promedio, de alto. Una abertura muy estrecha y baja, tanto que obliga a entrar a rastras, franquea el paso. No siempre el piso esta al mismo nivel del umbral. La diferencia llega a mas de un palmo. Estas angostas puertas, cuidadosamente construidas con piedras semicanteadas, rematan en poderosos dinteles de dos y hasta tres 219 lajas, colocadas en posicién de canto parado. El espesor de las paredes es enorme: hasta 1.60 m. en los mausoleos de la parte alta de la necré- polis. Los techos abovedados los forman grandes piedras, y por esta su conformacién recuerdan los de Cantamarca. Casi todos presentan un hueco grande en el centro, lo que hace pensar que estas construcciones tuvieron una abertura alta a guisa de ventana, tragaluz o tronera. Si fue asi, hallariase cierta incompatibilidad de tal elemento arquitect6nico con la funcién del edificio. Habria, entonces, que cambiar la hipétesis de tumba por la de vivienda. Sin embargo, otros testimonios confieren so- Iidez a la primera hipotesis: la abundancia de cerémica, la cantidad de esamentas humanas, la distribucién general del conjunto, etc. Ayacoto no es el tinico sitio en la quebrada con vestigios monumen- tales. Los hay en Quilca mismo (restos de una antigua ciudad con iem- plo) y més arriba, a un paso de la localidad de Pacaibamba. Tumas, recintos, corrales, depdsitos y adoratorios piramidales, por desgracia to- talmente desfigurados, llenan la comarca de.un extremo a otro. Se trata, por lo tanto, de una regién cuya historia, unida a la de Chancay, se hunde profundo en la noche del pasado 220

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