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La democracia ateniense y sus interpretaciones CORNELIUS CASTORIADIS ‘Traduccién de Ulalume Gonzalez de Leon URANTE MI LECTURA del texto, de Pigrté Visal-Nadiuet telef por enésima vez, al dar con ‘lla, Ta nowsha Lettre de tg montagne, y lamenté que Pierre no haya s¢niga tempo dé contar la historia —que cubriria “Snr cide vojimencs entéros— del espejismo griego y del es pelismo ruimario de sas interpretaciones sucesivas y de los muchysrajes de-t60° que se dan en esas interpretaciones @ {ra¥lde lassiglos. Esto es ya visible en Atenas, cuanto mas tarde en el siglo 1V, Hablo de Platén, de su visién de la democracia como el poder del ruigum pecus, de los iletrados convencidos de se- ber més que quienes realmente saben y que asesinan a los generales, a Sécrates, etc. Me salto los veintidés siglos si- uientes; simplemente tomo nota del cambio casi total de criterio que se produce durante la Revolucion francesa y del hermoso texto de Vidal-Naquet sobre la “Atenas Burgue- sa°s'y recuerdo sobre todo el otro cambio casi total de crte- rio que se da en Inglaterra hacia 1860 con el trabajo del gran George Crote, al que siguen las pastorales wilhelminianas en Alemania, con Wilamowitz, corrientes andlogas en Fran- etcetera —sin olvidar las tentativas de apropiacién de tuna Grecia dérica por parte de los nazis. Se trata sin duda de la mis rica de las materias disponibles (y slo la historia del crstianismo es igualmente rica desde este punto de vista) ‘para un estudio del imaginario histdricosocial como fuente (no digamos ya de una re-interpretacién) de la recreacion de tuna époce considerada fundadora que realizan las épocas si- gulentes segin el imaginario propio de cada una de ellas Por lo demés, la oposicién Atenas/Roma todavia sigue vi agente en Francia. De nifio, yo solia leer la gran Histoire ro maine de Victor Duruy, cuyo prefacio termina con un lVamamiento hecho a los franceses para que estudien la his toria romana porque (esta es la dltima frase del prélogo y atin me la sé de memoria) “més ain que de Atenas somos los herederos de Roma”, Pues bien, no hace todavia mucho tiempo Claude Nicolet retomé, de hecho, esta idea. Es posi ble que haya todavia un dpice de verdad en ella? Expresaré Jo poco que tengo que decir al respecto comenzando por una broma que otra vez nos lleva a las Lettres érites de la mon tagne (Cartas escritas desde la montaio). Si yo fuera Rousse- au, y si ustedes fueran ginebrinos, les diria —como a cualquiera de los pueblos occidentales—: Ustedes no son antenienses, no son oi siquiera romanos. Por supuesto, Ro- ma no fue nunca una democracia; fue siempre una oli quia, Pero por lo menos hasta alrededor de 150. de J.C. 28 VUELTA * seguia viva en ella una especie de devocin a la res publica que esta hoy desapareciendo por completo bajo los golpes del “liberalismo". Lo que sigue versart sobre cierto mimero de puntos que no intentaré sistematizar pero cuya relacion intima juzgo com- prensible, Primero, anterior ala creacion de la polis exist ya una ‘enorme herencia mitolégica que, sin Ingar a dudas, sera re- claborada pero que esta presente en la reacion democrat- ca griega. El primer sorteo politico del que se tenga noticia es el que se da entre Zeus, Poseidén y Hades, tras su comin victoria sobre los Titanes, para repartirse el dominio del unt verso. Y si Zeus es el amo de éste, se debe al azar: esa éla ‘tien Fe toca el cielo en el sorteo* De la misma maners, to- do el concepto de las relaciones entre fuerza y derecho si- gue vivo, como podremos verlo, tanto en el Prometeo de Esquilo como en ef didlogo de los atenienses y los melianos en Tucidides. Después, si pasamos a Homero, nos encontramos ya con dgora, como Pierre Vidal-Naquet lo recordé hace un ma- mento. Y son mucho mas notables al respecto los famosos veraos de Le Osisea sobre ls Ciclopes —versos que, 8 Pe ‘re n0 cio, se debe sin duda a que son bastante mas conoc ddos—, e508 Ciclopes que mo tienen dgora y que no tienen leyes: abrevio una traduccién que ciertamente plantearia problemas. No quiero entrar en lo que concierae alas fe- chas yal contenido de los poemas bomericos. Moses Finley escribié sobre el tema un libro maravilloso’ y Pierre Vi- dal-Naquet, en un prefacio a La Miada,' recuerda que Ho- mero era ante todo un poeta y no un corresponsal de guerra © un periodista encargado de reseBar las exploraciones de Ulises. Pero atribuyo una gran importancia a aquellas frases de Homero: segiin los fechados actuales no es posible situar a Homero mucho més atras del afto 750. Y sabemos con toda certdumbre que la colonizacin. la gran colonizacon, no la de las costas de! Asia Menor (mucho més antigua), ya habia comenzado en aquella fecha: Pithecusae (squi) y Cums, en Italia, son testigos de ello. Hay que comprender lo que esta colonzacion es y lo que presupone. Presupone ante to- do cierta historia ya anterior dela polis: seria absurd que una pols fundada en 752 haya enviado colonzadores en 750 y esto, ideade Eube ala Italia centrall Ademds, la gran colonizacion es muy diferente de las otras coloizaciones de Ja Antigiiedad o de los tiempos modernos, La colonia no es NUMERO 209 una posesién o una avanzada de la metr6poli; de hecho, la colonia se auto-instituye, Por supuesto, mantiene una rela cin de veneracisn frente a la metrdpoli: por supuesto, ésta proporciona la mayor parte del tiempo los modelos de las instituciones de la colonia; pero tambien es cierto que, a me nado, las leyes de la colonia son nuevas, diferentes. Pienso {que es en las colonias donde se deberia buscar, tanto o mas que en la Grecia propiamente, los gérmenes politico-histéri- cos de lo que se convertira mas tarde en la democracia. En una colonia hay sin duda un eikstes, el “fundador”, el jefe de laexpedicidn, pero lo caracteristico es que no encontremos nunea a un rey oa un autéerata entre los aistai Pierre Vidal-Naquet decia muy acertadamente, hace un rato, que en la historia de Ia antigua Grecia hay dos momen- tos de ruptura—lo que yo Tlamaria dos creaciones. Primero, lacreacion de la polis como polis que podré ser luego oligir quicao tirdnica; y mas tarde Ta creacién de la democracia propiamente dicha, sobre todo en Atenas (no entremos aqui en una discusion sobre Quios). Pero también es preciso su- brayar un aspecto de Ia historia de Esparta que suele olvi- darse en estas discusiones, Aunque es poco lo que pueda decirse al respecto, y dejando de lado el asunto de los ilotas y del ilotismo, Esparta comienza por ser una ciudad en la que el poder pertenece al dams (pueblo) y los ciudadanos son homoioi, Pierre Vidal-Naquet traduce este ultimo térm- ‘no por el de “pares”, pero también podriamos proponer que se tradujera por el de *semejantes” o “verdaderos seinejan- tes", es decir por el que seria su sentido literal, Esto sucede entre 650 y 600, 0 sea un siglo antes de Clistenes. Pero hay que recordar también otro asunto: la dinamica de la socie- dad espartana, por razones que siguen siendo muy oscuras para nosotros, es una dinémica oligérquica que culmina en el siglo 1v. Dinémica totalmente opuesta a la que se presen- taen Atenas y, probablemente, en otro gran nuimero de ciu- dades sobre las que no tenemos por desgracia ninguna informacién. De las mas de ciento eincuenta politeiai de Aristoteles y sus discipulos, sélo nos queda una; acerca del resto no conocemos sino frases fragmentarias de las que es muy poco lo que se puede deducir. Nuestra imagen del mundo griego seria tal vez bastante diferente si contéramos ‘con todos los tratadas escritos sobre las constituciones- ins tituciones de las diferentes ciudades. Por lo tanto, debemos limitarnos a Atenas —y este es un ‘caso en que los testimonios nos muestran wna verdadera his- toria y una historia creadora. No se trata simplemente de que “las cosas cambian”; nos encontramos frente a institu

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