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WHAT Cee RC) La Segunda Republica Manuel Dunon ts Lara a 7 Be a) — GY Ny | { ’ a 4 M i 2s i Si s2 | : pey/id| \ " 125 ptas CUADERNOS historia 16 1; Los Fenicios * 2: La Guerra Civil espafiola * 3: La Enciclopedia » 4; El reino nazari de Gra- nada * 5: Flandes contra Felipe Il * 6: Micenas * 7: La Mesta * 8: La Desamortizacion » 9: La Reforma protestante » 10: Espafia y la OTAN » 11: Los orfgenes de Cataluia » 12: Roma con- tra Cartago * 13: La Espafia de Alfonso X * 14: Esparta * 15: La Revolucion rusa * 16: Los Mayas * 17: La peste negra * 18: El nacimiento del castellano » 19: Prusia y los origenes de Alemania * 20: Los celtas en Espafia » 21: El nacimiento del Islam » 22: La Il Repablica Espa- fiola * 23: Los Sumerios * 24: Las Comunidades * 25: Los Omeyas » 26: Numanci Roma * 27: Los Aztecas » 28: Economia y sociedad en la Espafia del siglo XVII Abbasies » 30: El desastre del 98 » 31: Alejandro Magno * 32: La conquista de México * 33: El Islam, siglos XL-XIM * 34: El boom econémico espariol * 35: La | Guerra Mundial (1) » 36: 1 Guerra Mundial (2) » 37: El Mercado Comin » 38: Los judios en la Espaiia medieval » 39: El reparto de Africa * 40: Tartosos * 41: La disgregacion del Islam * 42: Los Iberos » 43: El naci- miento de Italia » 44: Arte y cultura de la llustracion espajiola » 45: Los Asirio: La Coro- na de Aragén en el Mediterréneo * 47: El nacimiento del Estado de Israel » 48: Las Germa- nias * 49: Los Incas » 50: La Guerra Fria » 51: Las Cortes Medievales « 52: La conquista del 54: Los Etruscos * 55: La Revolucién Mexicana » 56: La cultura espafiola del Siglo de Oro * 57: Hitlor al poder » 8: Las guorras cdntabras » 9: Los origenes del monacato * 60: Antonio Pérez » 61: Los Hititas » 62: Don Juan Manuel y su época * 63: Si- mén Bolivar * 64: La regencia de Maria Cristina » 65: La Segunda Guerra Mundial (1) » 66: La Segunda Guerra Mundial (2) » 67: La Segunda Guerra Mundial (y 3) » 68 Las her vales * 69: Economia y sociedad en la Espajia del siglo XVIII» 70: El reinado de Alfonso Xt 71; El nacimiento de Andalucia * 72: Los Olmecas * 73: La caida del Imperio Romano ° 74: Las Internacionales Obreras * 75: Esplendor del Imperio Antiguo de Egipto * 76: Los concilios medievales » 77: Arte y cultura de la Hlustracion en Espafia » 78: Apocalipsis nuclear conquista de Canarias * 80: La religién romana » 81: El Estado espaitol en el Siglo de Oro = 82: El «crack» del 29 * 83: La conquista de Toledo * 84: La sociedad colonial en América Latina » 85: El Camino de Santiago * 86: La Guerra de los Treinta Afios 87: El na an » 88: Las conferencias de paz y la creacion de la ONU » 89: El T ismo vasco * 92: La Espajia del Greco » 93: Los paye! de Africa * 91: El nacior nialismo e imperialismo * 97: La Espafia de Carlos V » 98: El Tercer Mundo y el problema del petréleo * 99: La Espafia de Alfonso XIll » 100: Las crisis del afio 68. historia INFORMACION Y REVISTAS, 8. 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Catedratico de Historia Contemporanea La crisis de Estado a que llegé el sistema institucional inspirado por Canovas en el siglo pasado (al incurrir en el grave error de querer borrar, como si no hubieran existido, los siete afios de Dictadura de Primo de Rivera) desembocé en un cambio de régi- men politico. En efecto, las elecciones mu- nicipales convocadas por el Gobierno, que, presidido por el almirante Aznar, reunia a los primates del mas que quebrantado siste- ma, se convirtieron en una especie de referéndum, La aplastante mayorfa obtenida en todas las grandes ciudades por las candidaturas de la conjuncién republicano-socialista (que no impide que fuesen elegidos en toda Es- pafia mds concejales mondrquicos que re- publicanos, ya que el ntimero de concejales no era proporcional al de electores, ni mu- cho menos) agravé al maximo la crisis. Dos dias después, el 14 de abril de 1931, el co- mité revolucionario, que actuaba desde el otofio de 1930, se convertia en Gobierno provisional de la Segunda Reptblica y, por estatuto juridico promulgado al dia siguien- te, él mismo se autolimitaba y se obligaba a convocar Cortes Constituyentes. La proclamacién de la Repibblica habfa sido una realidad apoyada por multitudes, en las grandes ciudades, durante la jornada del citado dia 14 de abril. En Barcelona, el lider de Estat Catal, Francesc Macia, habia proclamado Ja Reptiblica catalana, que pe- dia la creacién de una Confederacién de pueblos ibéricos; sin embargo, el nuevo Go- bierno -designé gobernadores civiles en aquellas provincias y capitan general de la regién. Tras un viaje a Barcelona del presidente del Gobierno, Niceto Alcala Zamora, la te- sin se resolvi6: se cred la Generalidad de Cataluita, presidida por Macid, y encargada de elaborar y someter a referéndum un pro- yecto de autonomia catalana que seria pre- sentado a las Cortes. 4 LA SEGUNDA REPUBLICA ESPAROLA El Gobierno provisional, al tiempo que convocaba elecciones a Cortes Constituyen- tes para el 28de junio, intentaba atender las cuestiones de urgencia mediante una serie de decretos destinados a convertirse en leyes por aprobacién del futuro Parla- mento (como asi fue). Los decretos versaron, fundamentalmen- te, sobre cuestiones de trabajo en el campo, de educacién y del ejército; fueron sus auto- tes Francisco Largo Caballero, Marcelino Domingo y Manuel Azafia, ministros, res- pectivamente, de Trabajo, Instruccién Pu- blica y Ejército. Estos decretos dispusieron la obligatorie- dad para los patronos agricolas de dar tra- bajo prioritariamente a los braceros domici- liados en el término municipal de la finca; crearon los Jurados Mixtos de Trabajo Rural (medida que acarred un alza importante de salarios agricolas), extendieron al campo la jornada laboral de ocho horas y prohibieron momentaneamente los desahucios de pe- quefios arrendatarios agricolas. Otro decreto, transformado en ley en sep- tiembre, llamado de laboreo forzoso, obligé a los propietarios, so pena de tansferir el usufructo de sus tiertas a los trabajadores, a tenerlas todas cultivadas y bien labradas, segtin los usos y costumbres del lugar. En cambio, un proyecto de ley de control obre- ro sobre todas las empresas (muy avanzado para su tiempo), presentado por Largo Ca- ballero, no llegé nunca a las columnas de la oficial Gaceta de la Repiiblica, es decit, que no llegé a promulgarse Los decretos de Instruccién Publica crea- ron 6.750 nuevas escuelas y 7.000 nuevos puestos de maestros, cuyos sueldos fueron muy aumentados. Igualmente se crearon bi- bliotecas y Misiones Pedagégicas para la ‘Alegoria de la Segunda ‘Republica Espeniols ik wu WW gua) NY | «arty : F a] 3 / VPLS LL Ky difusion cultural en los medios rurales, y en virtud de la separacién de la Iglesia y el Estado se suprimié la obligatoriedad de la ensenanza de religion en las escuelas. Los decretos de Azajia fueron de diversa naturaleza; uno, del 23 de abril, pedia a to- dos los generales, jefes y oficiales que jura- sen fidelidad al nuevo régimen; otro, pro- mulgado cuarenta y ocho horas més tarde, brindaba a cuantos generales, jefes y oficia- les lo deseasen, la posibilidad de pedir el retiro y seguir percibiendo el sueldo integro. Respondfan ambos decretos no sélo a un propésito de juego de caballeros, ofteciendo una salida a los militares cuyas conviccio- nes les impidiesen seguir sirviendo al Esta- do; obedecian también a la necesidad de descongestionar un cuerpo de mandos mili- tates muy desproporcionado para las fuer- zas que en realidad se mandaban. Con ello Azaiia consiguié la salida de ca- si diez mil jefes y oficiales. Por otros decte- tos, redujo a ocho divisiones orgénicas (que sustitufan a las antiguas Capitanias Genera- les) las 18 que existian hasta entonces, més sobre el papel que efectivas. Otros decretos produjeron mayor malestar y tendrian consecuencias; asi, la supresién de la Academia Militar de Zaragoza, que dirigia el general Franco, y la anulacién de todos los ascensos por eleccién o por méri- tos de guerra realizados durante la Dictadu- ra (septiembre de 1923-enero de 1930) Crisis antigua Presidido por un ex ministro de la Monar- quia, Niceto Alcalé Zamora, y formado so- bre amplia base (desde la derecha liberal republicana hasta el Partido Socialista, re- presentado por tres ministros, pasando por adicales y una gama de republicanos de izquierda), este Gobierno republicano, que se constituia al anochecer del 14 de abril, se enfrentaba a una honda crisis de la so- ciedad espafiola La crisis, tras la derrota colonial, de los valores establecidos por el bloque de poder se hizo més tarde crisis politica, desacredi- tando por completo a los partidos del anti- guo régimen, e incluso crisis de Estado, en la coyuntura de 1917 a 1920 E| remedio propuesto fue la Dictadura de Primo de Rivera en 1923. Su fracaso condu- jo a una nueva crisis de Estado en los atios 11930-1931 6 LA SEGUNDA REPUBLICA ESPAROLA El cambio democratico, la adopéién de una reptiblica basada en la soberanfa popu- lar, significaba que, por vez primera, las élites politicas emanadas del bloque social- mente dominante cedian sus puestos en los centros de decisién y en las institucio- nes superiores a representantes de clases medias, de la intelligentzia pequeiio-bur- guesa y de la clase obrera organizada Aquel Gobierno, y los que le sucedieran, se enfrentaba a una crisis con factores, por un lado, permanentes o estructurales y, por otto, momentdneos o coyunturales. En grandes lineas, la modernizacién de Espafia habia sufrido un considerable retra~ s0; era un pais con estructuras agrarias muy desiguales y arcaicas; de acumulacién de capital muy limitada (fundamentalmente por los negocios antillanos en el siglo XIX y Ja exportacién de minerales al final del mis- mo, y luego por el boom de 1915-1920 al socaite de la guerra mundial); con una in- dustria que producia sélo para un mercado interior de débil demanda y que subsistia gracias a la barrera arancelaria més elevada de Europa, y con una agricultura cerealista igualmente protegida y una moderna, peri- {érica, que ya tenia un puesto en los renglo- nes de exportacién. Asi y todo, las industrias basicas y la produccién de energia eléctrica estaban en poder de seis grandes grupos financieros con vinculos mutuos entre ellos y con la alta burguesia agraria, Todos eran una de las oligarquias mds cerradas de Europa. ‘A ese sistema de grandes familias, apo- yado en los notables locales de las zonas agrarias, se adaptaba una Iglesia que iden- tificaba religion y orden social, y un Ejército empleado con frecuencia en servicios de represién que no eran los suyos y del que buena parte de sus miembros habia tomado una mentalidad de tipo colonial y autoritario tras la guerra de Marruecos. A los citados problemas se afladian otros también muy antiguos. En realidad, el cen- tralismo de los siglos Xvi y XIX no habia hecho sino yuxtaponer normas jutidicas y administrativas, sobre la diversidad institu- cional y cultural de los antiguos reinos de Espafia, sin lograr auténtica unidad. E] atraso econémico y la muy tardia apa- ricién de un mercado nacional influyeron, sin duda, como factores de disociacién, y en las postrimerias del siglo xix y comien- zos del xX se fue formando lo que puede llamarse una conciencia de nacionalidad Frances Maci anuncia fa proclamacién de la Repuiblica desde @lbalcén de! Palacio de la Generalitat, ef 14 de abril do 1531 hist6rica, que cristalizé en grupos y actitu- des que aspiraban a la autonomia o al autogobierno. Los republicanos legitimaron por adelan- tado las aspiraciones catalanas en el lama- do Pacto de San Sebastian (agosto de 1930) Ese estado de conciencia era también muy fuerte en el Pais Vasco, donde se expresaba por una corriente moderada y catdlica Mas que como cuestién aparte conviene afiadir, como un elemento que se integra en la totalidad del problema espaiiol, el evi- dente atraso educativo, no sélo por los ele- vados porcentajes de analfabetismo (33 por 100), sino también ante la ausencia de for- macién técnica basica y superior y de in- vestigacién cientifica. Que Espafa contasé con cientificos eminentes (Ramén y Cajal, Bolivar, Del Rio Hortega, Teéfilo Hemando, Moles 0 Duperier) no se contradice con la ausencia de investigacién organizada. La penuria en educacién y ciencia se re- vela en las cifras presupuestarias: el presu- puesto de Instruccién Publica no llegaba al 8 por 100 de los Presupuestos Generales del Estado; de éstos, el 20 por 100 se desti- naba a Ejército y Marina, y el 23 por 100, a pagar intereses de la Deuda publica (el en- deudamiento del Estado espafiol venia de muchos decenios atrés, y no fue este el menor de los problemas que debieron afron- tar ministros de Hacienda demécratas, co- mo Indalecio Prieto y Josep Carner). Sin duda, 1931 y los afios siguientes no fueron propicios para que la Reptiblica es- pajfiola prosperase; aunque la crisis econd- mica mundial no repercutié a fondo en Espafia hasta 1932, la depreciacién de la peseta iniciada en los tiltimos afos de la Dictadura de Primo de Rivera y el creci- miento del paro forzoso, en pleno ascenso desde la politica deflacionista de Argiclles (ministro de Hacienda del general Beren- guer) en 1930, constituyeron un critico pa- norama que se agravaria con el retorno de emigrantes en los afios sucesivos y con las dificultades de las pequefias empresas para soportar el aumento de los gastos sociales de produccién (consecuencia del alza de salatios en una economia cuyas explotacio- nes pequeiias y medias estaban descapitali- zadas y la agricultura sin mecanizar) A estos problemas se afadia la vetustez de los aparatos del Estado espaiiol. Porque la crisis de Estado, salvada in extremis en 1931, dejé inamovible todo el cuerpo ad- ministrativo del Estado, desde Hacienda hasta las Secretarias de Ayuntamiento, todo el cuerpo diplomético con su particular sen- tido de clase y, naturalmente, todo el Ejérci- to y las fuerzas de seguridad Los Gobiernos republicanos cambiaron las cipulas: ministros y subsecretarios, go- bemadores civiles, jefaturas de divisiones orgénicas y altos responsables policiales; Pero, a veces, ni eso. Las clipulas se asentaron sobre el perso- nal que siempre integré los aparatos de Es- tado. De esta manera, el bloque socialmen- te dominante, desplazado de los centros po- liticos decisorios (del llamado poder), ejercia poderosisima influencia ideolégica en el funcionariado, originario de clases medias. La incidencia de los factores ideolégicos y de los estados de animo se hizo patente en la crisis espafiola a partir de 1931. La separacién de la Iglesia y el Estado, que en ocasiones adquirié matices anticlericales, produjo virulentas reacciones por parte de un sector de la Iglesia (el integrista, decidi- do enemigo del régimen democratico) y mu- cho més sutiles, aunque no menos efecti- vas, por parte del sector moderado, inspira- do directamente por el Vaticano, a través de su secretario de Estado, monsefior Pace- Ili (que sera Pio XII desde 1939). Por inspiracién vaticana (hoy perfecta- mente documentada en el Archivo Vidal y Barraquer) se cre6, en abril de 1931, un par- tido (Accién Nacional, que luego cambiaria su nombre por el de Accién Popular), en LA SEGUNDA REPUBLICA ESPAROLA 7 torno del cual se vertebr6, desde 1932, el gran partido de la derecha catdlica, la CE- DA. En su direccién figuraban propietarios de fincas risticas, crispados desde los co- mienzos del nuevo régimen contra cualquier posibilidad de reforma agraria Un hecho real, que pudo producirse con intenciones provocativas 0 no, y que resul- to, en efecto, una gigantesca provocacién contra la Reptiblica, fue el incendio de nu- merosos conventos de Madrid el 11 de ma- yo de 1931, seguido de otros andlogos, al dia siguiente, en varias ciudades andaluzas y del Pais Valenciano Cientos de miles de catdlicos espaiioles, que dudaban ante el nuevo régimen, creye- ron desde entonces en la equfvoca identifi- cacién que la jerarquia eclesidstica y los partidos de derecha hacian, con evidente ligereza: Ja defensa de la religién es igual a Ja defensa del orden social Otros factores ideolégicos y de mentali- dad —y no necesariamente la religién— contribuyeron a crear un espiritu de crisis y, concretamente, de crisis econémica En primer lugar, el inmenso recelo de los poseedores de riqueza y, sobre todo, de quienes manejaban la moneda ante un nue- vo régimen basado en la democracia y con participacién del Partido Socialista en el Go- bierno. No citamos fuentes demagégicas al referimnos a la crisis de confianza producida por Jos sucesos conocidos (es decir, la pro- clamacién de la Reptiblica), sino la Memoria del afio 1931 destinada a la Junta General del Banco Espafol de Crédito. A su vez, el Consejo de Administracién del Banco de Espafia (entonces de propiedad privada) se enfrenté con la politica finariciera de Indale- cio Prieto (que era de la més estricta orto- doxia capitalista) y exigié la moderacién de las reformas sociales, en rara coincidencia de fecha (agosto de 1931) y tono con la Aso- ciacién Nacional de Propietarios de Fincas Risticas, que eran entonces los mas pode- rosos terratenientes, alarmados por la posi- bilidad de una reforma agraria cuyo ante~ proyecto no estaba perfilado. Lo que podremos seguir llamando con el eufemismo de crisis de confianza (que era, en realidad, un reflejo de clase asaz prima- tio) generé en los primeros meses de la Republica una fuga de capitales que, suma- da al atesoramiento, ascendié a 1.400 millo- nes de pesetas en agosto de 1931; la caren- cia de liquidez produjo suspension de ade- lantos del Banco de Espafia al resto de la LA SEGUNDA REPUBLICA ESPAROLA, Banca y de ésta a la industria y comercio, y se estuvo a punto de colapsar todo el ramo de la construccién, que, en su mayo- tia, dependia del crédito a corto plazo, Los reflejos de mentalidades de clase, por uno y otro lado, agravaron la situacién en el campo, donde los enfrentamientos se multiplicaron; con frecuencia, los patronos se.negaron a cumplir la ley de laboreo forzo- so de las tierras en Andalucia y Extremadu- ra, mientras que en Castilla la Vieja la dere- cha cldsica buscaba su implantacion de ma- sas (CEDA, sindicatos catélico-agrarios) y en Navarra dominaba el carlismo. Estos factores ideolégicos y especificos de crisis incidieron sobre el fondo de la gran depresién econémica mundial, cuyos efectos fueron importantes en Espafia a par- tir de 1932 (caida de exportaciones, regreso masivo de emigrantes, descenso de pedidos a las industrias de cabecera y desempleo. Constitucién y elecciones Las Cortes Constituyentes habian votado una Constitucién, el 9de diciembre de 1931, segiin la cual todos los poderes emanaban del pueblo y el régimen se defi- nia como Repitblica de trabajadores de toda clase que se organiza en régimen de liber- tad y justicia. En puridad, esta Constitucién, redactada por una comisién patlamentaria que presi- dié el catedratico socialista ‘Luis Jiménez de Asta, se inspird fundamentalmente en las Constituciones alemana y austriaca de 1919 y 1920, respectivamente, y algo también en la checoslovaca de la misma época y en la de México de 1917 La Constitucién contenia una amplia de- claracién de derechos, separaba la Iglesia del Estado, prohibia el ejercicio de la ense- flanza a las érdenes religiosas y disolvia, sin nombratla, la Compaiiia de Jesis. Estos aspectos anticlgricales fueron la parte mas controvertida de la Constitucién, pues la derecha sociolgica encontré una serie de apoyos populares diciendo que de- fendia la religién contra la izquierda, cuan- do en realidad defendia sus intereses de clase. Algo andlogo ocurrié con las autono- mias regionales, admitidas por la Constitu- cidn, que fueron presentadas como un aten- tado contra la unidad de Espana. En fin, la Constitucién proclamé la igual- dad de derechos electorales entre las perso- nas de ambos sexos, el divorcio vincular_y la expropiacién y socializacién de bienes mediante indemnizacién, En 1932, las Cortes discutieron y votaron el Estatuto de Autonomia de Catalufia y la Ley de Bases de la Reforma Agraria, no sin vencer una tenaz obstruccion de los grupos parlamentarios de derechas y de los grupos de presién encabezados por ia Unién Econd- mica, que reunia a todas las organizaciones patronales. Azafia, jefe del Gobierno forma- do en diciembre de 1931, consiguid el voto de esas dos leyes, aprovechando el estado de opinién creado tras el fracaso de un gol- pe militar de Sanjurjo y otros generales el 10 de agosto de 1932. Antes de que acabara el afio, una ley de cultivos intensivos permitié conceder el dis- frute de tierras por dos afios a los yunteros de Extremadura, que tenfan aperos y ani- males, pero trabajaban en las tierras de los grandes propietarios. Las elecciones de noviembre de 1933 die- ron la mayoria al centro, representado por el Partido Radical de Letroux, y a la dere- cha, encabezada por Gil-Robles (Confedera- cidn Espafiola de Derechas Auténomas, CE- DA). Durante nueve meses hubo Gobiernos radicales presionados parlamentariamente por la derecha, de cuyo voto dependian La situacién se puso mds tensa; en el campo, la patronal agraria pasé a la ofensi- va contra los trabajadores sindicados, reba- jando, de hecho, los salarios, E] Parlamento de Catalufia vote una ley de cultivos que, a peticién del Gobierno, declaré inconstitu- cional el Tribunal de Garantias Constitu- cionales Esta ofensiva, a la vez social (la ley favo- recia a los arrendatarios pobres) y contra la autonomia, fue acompaiiada de medidas de Hacienda (una desgravacién de vinos) que los vascos consideraron lesiva para los con- ciertos econémicos, credndose, en el verano de 1934, un frente antigubernamental en el Pais Vasco, que iba desde los nacionalistas hasta los socialistas El Partido Socialista —que no habia per dido votos, pero si la mitad de los diputa- dos, a causa de la desunién electoral de la izquierda y de la ley electoral, que primaba ala mayoria— reaccioné con una radicaliza- cién, que en parte se explicaba también por el clima politico europeo. Hitler, que habia subido al poder en ene- 10 de 1933, se deshacia de quienes podian estorbarle y afianzaba su dictadura tras el 10 LA SEGUNDA REPUBLICA ESPANOLA 30 de junio de 1934; en febrero del mismo afo, el canciller cristiano-populista de Aus- tria, Dollfuss (cuya politica muchos creian emparentada con la de Gil-Robles), desha- cia a cafionazos los barrios populares del municipio socialista de Viena e implantaba un autoritarismo antimarxista. En Espajia, el Partido Socialista parecié optar por una lucha frontal contra el peligro de que el Estado se deslizase a posiciones més 0 menos fascistas; aunque estimul6 una Alianza Obrera (s6lo efectiva en Astu- rias), preparé una insureccién armada, apo- yada en la huelga general, como respuesta ala entrada de tes ministros de la CEDA en el Gobierno de Leroux el 4de octubre de 1934. La revolucién sélo triunfé en Asturias (alli se formaron érganos unitarios del movi- miento constituidos por socialistas, anarco- sindicalistas y comunistas). Duré dos sema- nas, siendo al fin vencida por ttopas del Tercio y de Regulares, que el general Fran- ©0, a quien el Gobierno confié la lucha con- tra la revolucién, hizo venir de Marruecos, En el resto del pais, los obreros domina- ron durante varios dias en la zona minera de Vizcaya y en algunas localidades aisla- das. En Madrid, la huelga fue total, pero fracasé el asalto armado al poder encomen- dado a las Milicias Socilistas por un comité que dirigia Largo Caballero. Al mismo tiempo, pero sin coordinacion previa con los socialistas, el Gobierno auté- nomo de Catalufia, presidido por Com- panys, se alzé en defensa de la democracia y contra el fascismo. Sin el apoyo de la CNT, el Gobierno se rindié a los dos dias al Bjército a las érdenes del poder central Una repiblica de centro-derecha El Gobierno centro-derecha presidido por Lerroux, al que meses después se incorpo- raria Gil-Robles como ministro de la Guerra, reprimié con dureza la revolucién fallida de octubre; se encarcelé a mas de 30.000 per- sonas, se expulsé de su trabajo a muchas més y se prohibieron las actividades y la prensa socialistas y comunistas. El Gobierno de lo que hoy se llama en términos coloquiales e! bienio negro se de- dicé a deshacer Ja obra legislativa del pri- meto, tal como lo pedia la derecha; se dero- garon los decretos sobre el campo, se sus- pendié la aplicacién, apenas iniciada, de la reforma agraria y se vote, en agosto de 1935, una verdadera ley de contrarrefor- ma agraria. Quedé en suspenso el Estatuto catalan (Gil-Robles y la CEDA querian derogarlo) y Catalufia fue administrada por un goberna: dor general nombrado por el Gobierno cen- tral; también se bloqued en las Cortes todo intento de discusién del Estatuto del Pais Vasco, que habia sido aprobado por referén- dum en noviembre de 1933. Los altos mandos de! Ejército recayeron en militares nada afectos a la democracia; subsecretario de Guerra fue el general Fan- jul, que se habia destacado en las Cortes por su virulenta hostilidad al régimen; para jefe del Estado Mayor Central se designé al general Francisco Franco. El afio 1935 no fue, sin embargo, nada favorable a las derechas, aunque tuviera en sus manos la mayoria del Gobierno (de los trece ministros del Gobierno formado en mayo de 1935, sdlo tres eran republicanos el 12 de abril de 1931). La represion acarted, en contrapartida, vivas corrientes de simpa- tia hacia los presos y perseguidos politicos, Guardias chiles en Barcelona was los sucesos de octubre de 1934 (arriba). Alcaki Zamora preside una reunién del gobierno ‘Samper, agosto de 1934 labajo) manifiestas en las campaiias por evitar que Gonzalez Peiia y otros militantes asturianos fueran fusilados como el sargento Vazquez. Los partidos obreros y republicanos, los sindicatos y las organizaciones juveniles se plasmaron en un érgano de unidad, el Co- mité de Ayuda, prefiguracién del Frente Popular. Hay razones para decir que las formas pragmaticas de lo que se llamé unidad obre- ray unidad antifascista fueron de muy di- verso corte y anteriores a las formulaciones y textos de la Internacional Comunista (mas vacilante sobre el tema de lo que suele creerse); por'el contrario, coincidieron en el tiempo con las elecciones municipales de mayo en Francia y la concentracién popular del 14 de julio en Paris, punto definitivo de partida del Frente Popular francés En este clima de reduccién del consenso que respaldaba al Gobierno, un escandalo de soborno —el llamado Straperlo, ruleta inventada por un aventurero internacional— en el que resultaron implicados altos cargos del Partido Radical, incluso el hijo adoptivo del jefe del Gobierno, dio al traste con la mayoria radical-cedista Durante el otofio de 1933, dos Gobiernos presididos por el antiguo ministro monar- quico y experto en Hacienda Joaquin Cha- paprieta subsistieron dificilmente; Chapa- prieta dejé el Gobierno cuando Gil-Robles y Ja CEDA le negaron su apoyo. Un Gobierno de centro presidido por Por- tela Valladares (también del antiguo régi- men, aunque como ministro de la Goberna- cién se hubiera labrado la reputacién de resistir a las presiones de Lerroux y Gil-Ro- bles) duré sélo quince dias, porque la CEDA queria actuar indirectamente sobre él Era el 31 de diciembre, y nadie sabia entonces que Fanjul y Goded habian pro- puesto un golpe de fuerza el 11 de diciem- bre, al cesar Gil-Robles como ministro, con la aquiescencia de éste, que se quedé una noche en vela esperando; pero el general Franco pens6 que la situacién no estaba madura. Por el contrario, el presidente Alca- 1 Zamora dio el decreto de disolucién de Cortes a un nuevo Gobierno Portela, mas vinculado al jefe del Estado, que convocé elecciones legislativas para el 16 de febrero, Ante el imperativo de formar unas candi- daturas, en enero de 1936 nacié de manera formal el Frente Popular, con un programa en apariencia modesto: aplicar las leyes del primer bienio, es decir, la reforma agratia, 12 LA SEGUNDA REPUBLICA ESPAROLA las autonomias regionales, la extensién de la educacién y, como cuestién previa e in soslayable, la amnistia de todos los presos politicos y la vuelta a sus puestos de traba- jo de todos los represaliados por la patronal tas la huelga general de 1934 En apariencia, decimos, era un programa moderado y de compromisos (los socialistas accedieron a que se suprimiera de él la nacionalizacién de la Banca), pero con un potencial de transformacién legal revolucio- naria de primer orden. Aplicar el programa del Frente Popular podia significar tanto como volver a la ima- gen democratica que ilusioné a las mayorias en 1931-1932, pero en una coyuntura mas dramatica, cuando ya se sabia que la otra opeién era el fascismo, cuando ya los mili- tantes obreros eran decapitados con hacha en la Alemania de Hitler, donde también existia ya el siniestro campo de Dachau, cuando las fuerzas fascistas de Mussolini habian ocupado Etiopia Lo que suele llamarse la derecha espafio- la, es decir, el bloque socioeconémico domi- nante y las capas sobre quienes influia ideo- légicamente, no habia variado en nada su imagen de Espafia ni su proyecto sobre la misma, En nombre de Ja salvacién de la Patria ya habian pactado con Mussolini los representantes de la extrema derecha (Tradi- cionalismo y Renovacién Espafiola, acompa- fiados del general Barrera), a fin de recibir armas, dinero y formacién militar para derti- bar la democracia espafiola Dinero recibbia también Falange Espaiiola, oryanizacin mimética de fascismos extran- jetos, ayuda esta que hoy ha sido completa~ mente documentada. Incluso el sector juve- nil del populismo cristiano de Gil-Robles, las Juventudes de Accién Popular, procla- maban en los medios de comunicacién un antimarxismo excluyente: O ellos 0 noso- t1os, 0 Espatia o Ja anti-Espatia. En puridad, nadie en Espafia habia asimi- lado los minimos elementos en que reposa la idea de democracia, la formacién de la roussoniana voluntad general. Se ha habla- do de bipolarizacién; en cierto modo, se fue hacia ella, pero no totalmente; no puede olvidarse que la izquierda popular y obrera tenia dos grandes ramas, la socialista y la anarcosindicalista 0 libertaria, y otra mas pequefia, la comunista, Que en Cataluiia y Pais Vasco habia grandes partidos naciona- listas de tipo radical popular en uno, y de- mocratacristiano en otro; que la derecha contaba con el accidentalismo populista de Gil-Robles, el integrismo del Bloque Nacio- nal (formado por Renovacién Espajiola y los Tradicionalistas, con Calvo Sotelo a la cabe- za) y el sector falangista, que actuaba por su cuenta. Habia también una derecha ca- talana, la Lliga, que no proyectaba una guerra, aunque luego algunos de sus diri- gentes cumplieran, cuando vino el caso, los més feos papeles en ella. Decimos, en resumen, que no habia una total bipolarizacién de fuerzas politicas en Espafia y que, de haberla, podia haber tran- sitado por el camino de la alternancia si se tratase de una sociedad moderna. Pero la Espafia de 1936 era todavia una sociedad arcaica, en la que agriciltura mesetaria e industria subsistfan gracias a los aranceles més elevados de Europa, en que la Monar- quia, la Democracia, la Dictadura e incluso el Liberalismo no habian sido més que ar- mas arrojadizas. La siniestra proposicioh de Angel Gani- vet, idedlogo tan brillante como reacciona- tio, a finales del x1x, de arrojar un millén de espatioles a los lobos (y entonces 3élo eran 18 millones) parecia cosa adoptada por cual- quier espafiol, sin medir sus consecuencias. Resultaria ocioso repetir que la transfor- macién del adversario politico en enemigo de la nacién al que es preciso marginar o liquidar formaba parte de las concepciones fascistas que, conscientemente aceptadas por Falange de las JONS, ganaron més o menos fragmentariamente a otros politicos y grupos de la derecha, con Calvo Sotelo en cabeza, Estos se expresaron en la revista Accién Espatiola y condicionaron, aunque de manera menos consciente, actitudes de la CEDA en cuya direccién pesaba mucho la gran patronal agraria Forzosamente, la idea de convertir al ad- versario en enemigo y eliminarlo encajaba bien en un ejército, porque los ejércitos sue- len estar hechos para eso con el objeto de defender el pais; pero cuando la defensa de éste se confunde con la anulacién politica, moral y a veces fisica de mas de la mitad de los miembros de ese mismo pais, se esta al borde de la hecatombe. Y asi se estaba ya en Espafia cuando se abrieron los comicios electorales el 16 de febrero de 1936, a pesar de que en la cam- paiia electoral no hubo graves incidentes, y todo se redujo al tremendismo verbal de un Calvo Sotelo por la contrarrevolucién ¥ de Largo Caballero por la revolucién. MLA SEGUNDA REPUBLICA ESPAROLA Desde 1931, la Iglesia habia continuado su doble juego de tener un sector relativa- mente conciliador, representado por el nun- cio y por Accién Catélica, con la estrategia de penetrar en las instituciones republica- nas para salvar la religion y el orden social; el otro sector, integrista (a cuya cabeza es- taba, en 1931, el primado Pedro Segura, a quien Roma tuvo que sacrificar cuando se comprobé documentalmente que queria sa- car de Espajia los bienes de la Iglesia y venderlos contra tftulos de valor extranje- 0s), confiaba en el cuarteamiento progresi- vo de las instituciones republicanas; no va- lia la pena pactar con ellas porque acaba- tian desplomandose El representante més licido y honesto de Ja primera tendencia fue el arzobispo de Tarragona, Vidal y Barraquer, quien desde su solio de la Conferencia Episcopal dirigié précticamente la Iglesia espafola durante el primer bienio; en 1934 pasd a segundo plano, pues fue nombrado arzobispo prima- do de Toledo (para sustituir a Segura) el prelado Enrique Goma. Ni el nombramiento de un ministro espa- fol, Pita Romero, como embajador perma- nente en el Vaticano en 1934, ni la carta de Jos arzobispos Vidal y Barraquer e Illundain a Pacelli, el 20 de noviembre de 1934, consi- guieron variar la linea de conducta vatica- na, ya influida por el sector integrista, En enero de 1935, una decisién de la Congre- gacion de Asuntos Extraordinarios con el Vaticano certé el paso a todo posible acuer- do concordatario con la Reptblica espaiiola {a pesar de que ésta, de hecho, no estaba aplicando la Ley de Congregaciones pro- mulgada en 1933) La verdad era que al Vaticano no le bas- taba un Gobierno de derechas, si éste admi- tia la alternancia; el Vaticano necesitaba la muerte de la Republica espafiola y su susti- tucién por un régimen autoritario sin peli- gros de cambio. Cuando en enero de 1936 los dirigentes del Partido Nacionalista Vasco acudieron a Roma, no los recibié Pacelli, sino el carcenal Pizzardo, que les dijo: Ya sé que son uste- des catdlicos, Pues bien, ¢por qué no se unen con la CEDA? Porque les repito que de estas elecciones depende que Espana sea la de Cristo o la de Lenin. Durante el bienio rectificador, la situacién internacional de Espatia fue bastante ambi- gua; por el lado mas oficial (ol de los minis- tros de Estado Pita Romero y Rocha) se- gufan buenas relaciones con Francia, y se firmé un tratado de comercio con una cléu- sula (secreta) en la que se estipulaba la venta de armas de Francia al Gobierno es- pafiol. Pero, por otto, los medios influyentes de la CEDA estaban en contacto con los industriales alemanes (Krupp) para obtener la compra de armas por el Estado espaiiol. Las relaciones auténticas con el Gobierno de Hitler fueron muy estrechas durante los afios 1934 y 1935; en marzo de 1935, el Go- biemo de radicales y cedistas expres6 al Gobierno aleman sus propésitos de estable- cer un intercambio entre la Gestapo y la Policia espaiiola; en septiembre del mismo aijo se llegé a un acuerdo de principio entre Gil-Robles y un agente confidencial de Ale- mania, el barén Rolland, para intercambio de noticias militares y policiales. Sin embargo, y contra lo que suele creer- se, estos intercambios prosperaron poco o nada; la evolucién de 1d politica espanola enfrid las relaciones entre los dos Gobier- nos. Nada se sabe de los contactos que al parecer hubo, hasta febrero de 1936, entre la Abwehr hitleriana y la Direccién General de Seguridad. Las relaciones con Italia se caracterizaron por la debilidad de los Gobiernos espaiioles del bienio, que se negaron (principalmente Lerroux y Gil-Robles en el Ministerio de la Guerra) a la fortificacién de Baleares, asun- to en el que insistia en vano Alcalé Zamora y también el embajador francés, Herbette. Mientras tanto, Italia —con Ciano e Italo Balbo en primer lugar— segufa un doble juego y ayudaba con armas, dinero, etcéte- ra, a derribar la democracia espaiiola, pac- tando, en 1934, con Goicoechea y los tradi- cionalistas, y mas tarde, ya en la primavera de 1936, con Calvo Sotelo, Rodezno y el ine- vitable Goicoechea, segiin ha quedado hoy documentado por Sainz Rodriguez (interme- diario para el pacto de 1936) y Angel Vifias en sus investigaciones. Poco parecia saber de esa ambigiiedad el Gobierno radical-cedista, que si votaba en la SDN las sanciones a Italia por su agre- sién a Etiopfa, procuraba ausentarse de Gi- nebra al aplicar dichas sanciones. Elecciones En las elecciones de febrero de 1936, pa- ra 473 puestos a elegir se presentaron 977 candidatos. En 31 circunscripciones, la Iu- ‘Azafa y Tedeschini, octubre de 1991 cha era frontal; por un lado, la derecha, desde agrarios y cedistas hasta mondrqui- cos del Bloque Nacional y tradicionalistas (es decir, catlistas). Todos salvo Falange, por no haber llegado a un acuerdo con ella Enfrente, la candidatura presentada por el Frente Popular; este fue el caso de Ma- drid, Barcelona (donde e Frente Popular se llamaba Front d’Esquerres) y el resto de Ca- talufia, Asturias, Sevilla y provincia, Zarago- za capital, etcétera, En otros sitios hubo lucha triangular; en el Pais Vasco la derecha, por un lado; el Frente Popular, por otro, y en medio, el Partido Nacionalista Vasco (PNV). En 27 cir- cunscripciones hubo lucha tripartita, donde hizo su presencia el llamado centro, ya en forma de conservadores republicanos de Mi- guel Maura, de amigos politicos de Alcala Zamora, de autonomistas valencianos o de simples restos del Partido Radical El resultado electoral dio el triunfo al Frente Popular en 37 circunscripciones y en todas las ciudades de més de 150,000 habitantes. Se supo, aquella noche, que los frentepopulistas contaban con 257 diputa- dos, la derecha con 139 y el centro con 57. Ciertamente, se imponia una segunda vuelta, por falta de quorum, en todas las circunscripciones vascas (excepto Bilbao capital y su ria), Soria y Castellén, pero LA SEGUNDA REPUBLICA ESPARIOLA 16 PARTIDO COMUNISTA DERSPANA ELECCIONES 28-VI-1931 Comunistas (PCE) Socialistas (PSOE) Radicales-socialistas (PRS) lzquierda Catalana (ERC) Ac n Republicana (AC) “José Calvo Sotelo, dirgente de la eposicion conservadora (ariba. Cartel eomunista que colebra ef tanto del Frente Popular en las eleceianes do febrero de 1938 (abajo) cualquiera que fuese su resultado no podia ya impedir el triunfo de la izquierda (cuando votaron, més tarde, Guipiizcoa y la provin- cia de Vizcaya dieron la mayoria al PNV, Alava a la derecha, Castellon al Frente Po- pular y Soria al centro republicano) ‘Aquella noche, el espectro del golpe de fuerza planed de nuevo sobre una Espatia que querfa ser democratica; el general Fran- co, que seguia siendo el jefe del Estado Mayor Central, llamé al general Pozas, di- rector general de la Guardia Civil, y al mi- nistro de la Guerra, general Molero, para proponerles la declaracién del estado de guerra; Gil-Robles desperté a Portela Valla- dares, en la madrugada, con anéloga pro- puesta, reiterada més tarde al jefe del Go- bierno por el mismo general Franco, quien, a la vez que se mantenfa en contacto con al jefe de la CEDA por dos enlaces, espera- ba los sondeos que hacian los generales Goded, Fanjul y Rodriguez del Barrio para sublevar las guarniciones militares. Es facil colegir que el 17 de febrero pudo bien set un 17 de julio por adelantado sin primavera PARLAMENTARIAS EN ESPANA (1931-36) 1-XI-1933 16-I-1936 Nacionalistas de derecha Izquierda Republicana (IR) (Lliga Regionalista y PNV) zz Unién Rlepubticana (UR) Agrarios (desde 1933, Partido Agrario) Confederacion Espaiiola Pequefos partidos republicanos de centro de Derechas Autonomas (CEDA) Mondrquicos (Renovacién ORGA Espanola y Tradicionalistas) an —— — Radicales (PRR) L___] Otros f 55 Escahos Porcentaje sobre el total de escahos ft “as Cortes de fa Segunda Replica so Garactorizaron por el gran faccionarmionto de sus minorlas yas osclaciones de fa mayorla parlamentaria después de cada eeccién Diego Martner Bari, Presidente ce las Cortes debs Republic y futuro Presidente dela misma trégica y sin pretextos de ninguna clase como no fuera el santo temor a la democra- cia de la oligarquia espajiola ‘Aguant6, como pudo, Portela, al que tam- bién presioné, con violencia verbal, Calvo Sotelo; tras no pocas vacilaciones, abando- né la presidencia del Gobierno el dia 19 por la mafiana, cuando ya las multitudes habfan liberado a los presos en la mayoria de las grandes ciudades Caia la noche de aquel 19de febrero cuando Manuel Azafia, venciendo sus reti- cencias, formé un Gobierno de republicanos de izquierda (apoyado parlamentariamente por socialistas y comunistas), que decretd la amnistia y el reingreso en sus puestos de trabajo de los represaliados de octubre. El Gobierno auténomo de Catalufia salio del penal de Puerto de Santa Marfa, hacien- do un viaje triunfal hasta Barcelona. Reuni- do el Parlamento el 1 de marzo, reeligié a Companys presidente de la Generalidad. 2Cual habia sido, en realidad, el resultado de las elecciones? El 16 de febrero, el voto se repartid como indica la obra de Javier 14.v-1931 Presidencia: N. Alealé Zamora (DLR). Estado A. Lerroux (PRR). Gobernacién; M. Maura (DLR). Hacienda: 1, Prieto (PSOE). Justicia: F. de los Rios (PSOR). Guerra: M. Azaiia (AR). Marina: 8. Casares (ORGA). Obras Publicas-Fomento: A. de Albornoz (PRRS). Economia: L. Nicolau d’Olwer (ARC), Traba- ja: F. Largo Caballero (PSOE). Instruccién Publica M. Domingo (PRRS). Comunicaciones: D. Martinez, Barrio (PRR). 16-XI1-1931 Presidencia: M. Azafia (AR). Estado: L. de Zulueta (Ind). Gobernacién: 8. Casares (ORGA). Hacienda, J. Carer (C. Ind.). Justicia: A. de Albornoz (PRRS). Guerra: M. Azafia (AR). Marina: J. Giral (AR). Obras Publicas-Fomento: I. Prieto (PSOE). Agricultura M. Domingo (PRRS). Trabajo: F. Largo Caballero (PSOE). Instruccién Publica: F. de los Rios (PSOE), 12-VI-1933 Presidencia: M. Azafia (AR). Estado: F. de los Rios. Gobernacién: 8. Casares. Hacienda: A. Vifua- Jes (AR). Justicia: A. de Albornoz. Guerra: M. Aza- fia. Marina: L. Companys (E. R. de C.). Obras Publi- cas: I. Prieto. Agricultura’ M. Domingo. Industria y Comercio: J. Franchy y Roca (PRF). Trabajo: F. Lar- go Caballero (PSOE). Instruccién Publica: F, Barnés (PRRS). 121-1933 Presidencia: A. Letroux (PRR). Estado; C. San- chez-Albornoz (AR). Gobernacién: D. Martinez Barrio (PRR). Hacienda: A. Lara (PRR). Justicia: J. Botella Asensi (IRS). Guerra: J. Rocha (PRR). Ma- ina: V. Iranzo (Ind.). Obras Publicas: R. Guerra del Rio (PRR). Agricultura: R. Feced (PRRS). Industria y Comercio: 1. Gémez Paratcha (ORGA). Trabajo: R. Samper (PRR). Instruccién Publica: D. Barnés (PRRS). Comunicaciones: M. Santalé (E.R. de C.). 8-X-1933 Presidencia: D. Martinez Barrio. Estado: C. Sén- chez-Albornoz. Gobernacién: M. Rico Avello (tnd.).. Hacienda: A. Lara (PRR). Justicia: J. Botella Asensi (IRS). Guerra: V. Iranzo (Ind.). Marina: L., Pita Rome- to (Aut. G.). Obras Publicas: R. Guerra del Rio (PRR). Agricultura: C. del Rio (PP). Industria y Comer- - " Gobiernos de la Segunda Republica cio: F. Gordon Ordax (PRS). Trabajo: C. Pi y Sun- yer (E.R. de C.). Instruccién Publica: D. Barnés (PRRS). Comunicaciones: E. Palomo (PRRS). 16-XI1-1933 Presidencia A. Lerroux. Estado: L. Pita Romero, Gobernacién: M. Rico Avello. Hacienda: A. Lara. Jus: ticia: R. Alvarez Valdés (PLD). Guerra: D. Martinez Barrio. Marina: J.J. Rocha. Obras Piblicas R. Guerra del Rio. Agricultura: C. del Rio. Industria y Comercio: R. Samper. Trabajo: J. Bstadella (PRR). Instruccién Pablica: J. Pareja Yébenes (PRR). Comu: nicaciones: J.M. Cid (Agr.) 28-1V-1934 Presidencia: R. Samper (PRR). Estado: L. Pita Ro- mero (Ind.). Gobernacién: R. Salazar Alonso (PRR). Hacienda; M. Marraco (PRR), Justicia: V. Cantos (PRR). Guerra: D. Hidalgo (PRR). Marina: J. J. Rocha (PRR). Obras Piblicas: R. Guerra del Rio (PRR). Agu cultura C. del Rio (Pr.). Industria _y Comercio V. Iranzo (Ind). Trabajo: J. Estadella (PRR). Jnstruc: cién Pablica: F. Villalobos (PLD). Comunicaciones: J.M. Gid (Agr. 4-X-1934 (reorganizado el 16-XI-1934) Presidencia: A. Lerroux (PRR). Estado: R. Samper (PRR), luego Rocha. Gobernacién’ B. Vaquero (PRR). Hacienda: M. Marraco (PRR). Justicia. R. Aiapin (CEDA). Guetta: D. Hidalgo (PRR), luego Lerroux. ‘Matina: J. J. Rocha (PRR). Obras Pibblicas: J. M. Cid (Agr.). Agricultura: M. Jiménez Fernandez (CEDA). Industria y Comercio: A. Orozco (PRR). Trabajo J. Oriol Anguerra de Sojo (CEDA). Insiruccién Publi- ca; F. Villalobos (PLD), luego J. Dualde (PLD). Co- ‘municaciones: C, Jalén’(PRR). Sin cartera’ J. Marti- nez de Velasco (Agr) y L. Pita Romero (ind) 3.1V-1995 Presidencia: A. Lerroux (PRR). Estado: J. J. Rocha (PRR), Gobernacién: M. Portela Valladares. (Ind) Hacienda: A. Zabala (PRR). Justicia: V. Cantos (PRR). Guerra: General C.Masquelet, Marina: Vie cealmirante J, Salas. Obras Publicas: R. Guerra del Rio (PRR). Agricultura: J. J. Benayas (PRR), Industria y Comercio: M. Marraco (PRR). Trabajo: E. Vaquero (PRR), Instruccién Publica: R. Prieto Bances (PLD). Comunicaciones: C. Jalén (PRR). Tusell, que, aun con limitaciones metodolé- gicas, parece la mas aceptable y de redobla- da solvencia, al carecer el autor de la menor proclividad hacia el Frente Popular: votaron 9.864.783 electores, lo que supuso una par- ticipacién del 72 por 100 del censo; 4.645.116 votos optaron por e] Frente Popu- lar, 125.714 por el PNV, 400.901 por diversas candidaturas del centro y 4.503.524 por las derechas. 18. LA SEGUNDA REPUBLICA ESPAROLA Sin embargo —y esto lo afiado yo—, se suele olvidar en estas estimaciones que las. candidaturas etiquetadas como de derechas reunieron en muchas provincias a personas del centro de tipo liberal; fue el caso de muchos radicales, de melquiadistas. Las elecciones de la segunda vuelta mar- caron la importancia de los nacionalistas vascos y de los conservadores de Maura, pero aumentaron también los votos frente- 6-V-1935 Presicencia: A. Lerroux (PRR). Estado: J. J. Rocha (PRR). Gobernacién: M. Portela Valladares (Ind.). Hacienda: J. Chapaprieta (Ind.). Justicia: C. Casa- nueva (GEDA), Guerra: J. M. Gil-Robles (CEDA). Manna: A. Royo Vilanova (Agr.). Obras Publicas M. Marraco (PRR). Agricultura: N. Velayos (Agr). Industria y Comercio: R. Aizpiin (CEDA), Trabajo: F,Salmén (CEDA). Instruccién Publica: J. Dualde (PLD). Comunicaciones: L.. Lucia (CEDA), 21-1X-1935 Presidencia: J. Chapaprieta (Ind.). Estado: A. Lerroux (PRR). Goberacién: J. de Pablo Blanco (PRR). Hacienda: J. Chapaprieta. Justicia y Trabajo F. Salm6n (CEDA). Guerra: J. M. Gil-Robles (CE- DA). Mazina: P. Rahola (Liga). Obras Publicas y Co ‘municactones: L. Lucia (CEDA). Agricultura, Indus- ia y Comercio: J. Martinez de Velasco (Agr). Ins- truceién Publica: J. J. Rocha (PRR). 29-X1-1935 Presidencia: J. Chapaprieta (Ind.). Estado: J. Mar- tinez de Velasco (Agr.). Gobemacién: J. de Pablo Blanco (PRR). Hacienda’ J. Chapaprieta. Justicia y Trabajo: F. Salmén (CEDA). Guerra: J, M. Gil-Robles (CEDA), Marina: Rahola (Lliga). Obras Publicas Comunicaciones: L. Lucfa (CEDA). Agucultura, In: dustria y Comercio: J, J. Benayas (PRR), Instruccién Publica: L. Bardaji (PRR). 18-11-1935 Presidencia: M. Portela Valladares. Estado: J. Martinez de Velasco, Gobemacién: M. Portela Valladares. Hacienda: J. Chapaprieta. Justicia: Gar- cia Argitelles. Guerra: General Molero. Marina: Vi- cealmirante J. Salas. Obras Piblicas: C. del Rio. Agricultura, Industria y Comercio: J. de Pablo Blanco. Trabajo: A. Martinez (PLD). Instruccién Publica M. Becerra (PRR). Sin cartera: P. Rahola (Lliga). 31-XII-1935, Presidencia: Manuel Portela Valladares. Estado: J. Urzaiz, Gobernacién: M. Portela Valladares. Ha- ‘cienda: M. Rico Avello. Justicia: M. Becerra. Guerra General Molero. Marina: Vicealmirante Azarola, Obras Pablicas: C. del Rio. Agricultura, Industria y Comercio: J.M. Alvarez Mendizdbal (Rad. Dis.) Trabajo: M. Becerra (en un solo Ministerio). Instruc- cién Publica: F. Villalobos (PLD). 19-11-1936 Presidencia: M. Azafia (IR). Estado: A. Barcia (IR) Gobernacién: A. Salvador (IR). Hacienda’ G. Franco (IR). Justicia’ A. Lara (UR). Guerra: General C. Mas- quelet. Marina: J. Giral (IR). Obras Piblicas: S. Casa- res (IR). Agricultura: M. Ruiz-Funes (IR). Industeia y Comercio: P. Alvarez-Buylla (UR). Trabajo: E. Ramos (IR). Instruccién Publica: M. Domingo (IR), Comuni- caciones: M. Blasco Garzén (UR), 12-V-1936 Presidencia: $. Casares Quiroga (IR). Estado: A, Barcia (IR). Gobernacién: J. Moles (Ind. de Iza.) Hacienda: B. Ramos (IR). Justicia: M. Blasco Garz6n (UR). Guerra: 8. Casares Quiroga. Marina: J. Giral (IR). Obras Publicas: A. Velao (IR). Agricultura M. Ruiz-Funes (IR). Industria y Comercio: P. Alva- rez-Buylla (UR). Trabajo: L, Lluhi y Vallesca (E.R. de Cat.). Instruccién Publica: F. Barnés (IR). Comuni caciones: B. Giner de los Rios (UR). Explicacién de las siglas; DLR = Derecha Liberal Republicana. PRR = Partido Republicano Radical. PSOE = Partido Socialista Obrero Espaiiol, AR = Accién Republicana, ORGA = Organizacién Republicana Gallega Au- ténoma, PRRS = Partido Republicano Radical-Socialista E.R. de C. = Bsquera Republicana de Cataluia. PRF = Partido Republicano Federal IRS = Izquierda Radical-Socialista. PLD = Partido Liberal Demécrata, Agr. = Agrarios, CEDA = Confederacién Espatiola de Derechas Auténomas. Ind. = Independiente. PP = Partido Progresista (de Alcalé-Zamora, tras disolverse la DLR). ©. Ind. = Cataldn Independiente, IR = Izquierda Republicana*. UR = Unién Republicana’. liga = Liga de Cataluna populistas, asi como las varias rectificacio- nes cuantitativas de la comisién parlamen- taria de actas. Una vez mas hay que segar el trigo en verde, escribié Azaia en su Diario no sin lucidez, al hacerse cargo nuevamente del Gobierno. Para muchos se abria una etapa de esperanza. {Seria simple ilusi6n, como la de 1931? La verdad es que la coyuntura histérica de enfrentamiento habia llegado a un punto de mucha mayor tensién; las clases del blo- que socioeconémico dominante, que habian acariciado la recuperacién del poder politico durante el bienio rectificador, se desespera- ron tras la derrota electoral, echaron la cul- pa a Gil-Robles y a la politica de penetra- cién pacifica en las instituciones y pasaron a la organizacién de contrapoderes para una accién violenta contra una democracia que, LA SEGUNDA REPUBLICA ESPAROLA. 19 de consolidarse, podia serles muy perju- dicial El texto del Bloque Nacional, con Calvo Sotelo a la cabeza, hecho ptiblico tras la pérdida de elecciones, es muy significativo. Proclamaba Ja urgencia de coordinar las fuerzas contrarrevolucionarias para una efi- caz defensa del orden social, Esta claro; como clara habia estado la ayuda econémi- ca a las candidaturas de derecha de la Aso- ciacién de Propietarios Rusticos, También se reunfan numerosos generales en la pri- mera semana de marzo para acordar un al- zamiento que restableciera el orden en el interior y el prestigio internacional de Es- pafia Apenas dos semanas tras las elecciones, varios grupos emergian del bloque domi- nante para defender el orden, aunque toda- via no se habian producido la mayorfa de hechos que luego sitvieron de argumento y pretexto a los sublevados de julio. Como acertadamente ha sefialado en su tesis Santiago Varela Diaz, la diferencia en- te la legislacién del Gobierno apoyado por el Frente Popular en 1936 y la del Gobierno de 1931-1933, también presidido por Azafia, estriba sencillamente en que en el primer caso citado lo legislado se aplicé rapida- mente, mientras que en el primer bienio se aplicé poco 0 nada. El Gobierno Azaiia Esta es la tinica radicalizacion de la pri- mavera de 1936. Pero es obvio que esa mis- ma politica condujo a que, sobre todo en los medios rurales (y todavia 30 provincias tenfan mayorfa absoluta de poblacién agra- tia), se invirtiera la correlacién de fuerzas sociales, y los trabajadores del campo se adelantaron a veces, si no a la ley, si a su aplicacién; este fue el caso de la ocupacién de unas 3.000 fincas en Badajoz, el 25 de matzo, por decenas de millares de campesi- nos; se trataba de la reinstalacién de los yunteros, ya decretada, pero todavia no aplicada. EI 20 de marzo, el Ministerio de Agricul- tura autorizaba al Instituto de Reforma Agraria a ocupar inmediatamente cualquier finca, por causa de utilidad social; desde marzo a julio de 1936 se expropiaron mas de medio millén de hectareas, entregadas a los campesinos, que, casi siempre, empeza- ron a explotarlas colectivamente. Las rela ciones de produccién empezaban a cambiar 20 LA SEGUNDA REPUBLICA ESPAROLA en el campo y, como dice el profesor Sevi- lla-Guzmén, la reptblica burguesa estaba torndndose, por primera vez, en una autén- tica reptiblica de trabajadores. E! pronuncia- miento militar del 17 de julio —aiiade— evi- t6 que ello legara a realizarse. Gil-Robles, que entonces manipulé cifras y contribuyé desde el Parlamento a crear el clima que justificase la sedicién antidemo- cratica, lo ha dicho impligitamente afios después: En la primavera de 1936 no existia un complot comunista, segin han pretendi- do hacer creer los historiadores de la Espa- a oficial; pero se habfa iniciado una revolu- cidn agraria que llev6 el desorden y la anar- quia a una gran parte del campo espariol. Ese desorden era insoportable para la fraccién més retrégrada de las clases domi- nantes; los mecanismos ideolégicos de la hipostatizacién se pusieron en marcha y, con ellos, los de una conspiracién cuya pun- ta de lanza serfan los sectores més agresiva- mente derechizados del Ejército, la organi- zacién paramilitar tradicionalista (los reque- tés), la Falange y el sector prototalitario que se desgajaba de la CEDA (los Serrano Su- fier, Finat, F. Ladreda, etcétera). El Congreso de los Diputados realizé un acto que era legal, pero que situado en perspectiva histérica parece un error: la destitucién de Alcala Zamora en la presi- dencia de la Republica por Azaia, quien por esa razn dejaba las riendas del Go- bierno. A ese error histérico siguié otro: la nega- tiva del grupo parlamentario socialista, el 11 de mayo, a que Indalecio Prieto aceptara el encargo de Azaiia de formar Gobierno. Y esto ocurria porque en la primavera de 1936, que pudo ser mas o menos trdgica que otras, no cabe duda que dominaban los factores de desintegracién; los proyectos politicos eran muy distintos, y se sostenian apasionadamente, con olvido de que en cualquier sociedad hace falta un minimo de consenso para que un proyecto se realice. Los socialistas estaban divididos. Un sec- tor que parecia mayoritario —aunque no lo fuese en los cuadros del partido— crefa po- sible y cercana una revolucién socialista frontal, considerando circunstancial lo que llamaban alianza con la pequefia burguesia. En la apasionada vivencia de la utopia revo- lucionaria estaban mds cerca de los liberta- ios (que crecen y se reunifican en el Con- greso de la CNT en mayo, piden la semana de treinta y seis horas y creen inminente la revolucién) que de sus propios compaiieros de partido como Prieto, Gonzélez Pena y otros. Por su parte, los comunistas, cuyo partido se multiplicaba desde febrero, no querian romper la relacién unitaria con la izquierda socialista, pero tacitamente esta- ban mas cerca del centro. Frente a esta inmensidad de espafoles, otro sector muy importante habia llegado a creer que Ja anarquia, la desintegracién de Ja Patria, los ataques a Ja religién, eran una realidad que reclamaba una solucién de fuerza, y que la democracia —como ya lo habian demostrado Hitler y Mussolini— de- bia desaparecer para que la nacién viviese; los adversarios de esta solucién eran consi- derados como enemigos de la Patria a los que habia que eliminar. Entre estas mayorias habfa unos espafio- les pragméticos, a quienes no les dejaban realizar sus propésitos; el caso de Prieto es bien patente. Otros creian abstractamente en la democracia, pero sus vacilaciones les impedian poner en marcha sus proyectos en coyuntura tan dificil; es el caso de Casa- res Quiroga, que sustituyé a Azafia en la jefatura del Gobierno, y, en general, de los altos cargos republicanos. Demasiados programas politicos y dema- siado antagénicos habia en Espafia aquella conflictiva primavera de 1936. Demasiados para que pudiera resolverse la crisis de so- ciedad, la ausencia de hegemonfa, sustitui- da por una ruptura entre dos bloques ideolégicos. En el fondo, la mal llamada primavera trdgica de 1936 no fue sino una agudizacion de los antagonismos sociales y de sus con- secuentes manifestaciones ideolégicas, que actuaria como detonador o factor desenca- denante de la terrible conflictividad estruc- tural que latia en la sociedad espafola y que habfa llegado a extremos mas que dra- maticos, por la incompetencia de unas oli- garquias dominantes, de sus élites de po- der, de su personal politico, durante largos decenios. En ese marco hay que situar la conspira- cién, las violencias callejeras o rurales, el asesinato por falangistas del teniente de Guardias de Asalto José del Castillo y el del lider de extrema derecha José Calvo Sotelo, perpetrado como réplica al primero Todo lo que no sea abordar el tema de la guerra civil desde esa éptica del conflicto estructural retenido, que estalla cuando el grupo socialmente dominante quiere impo- ner por la violencia la salida a la crisis de sociedad, equivale a resignarse a la anécdo- ta, la superficialidad o la invectiva recipro- ca; en el mejor de los casos se reduce a un ideologismo de justificacién, cualquiera que pudiera ser su contenido. La historia es mas que eso. Evoquemos, sin embargo, para terminar, las paginas en que el comandante y profesor Cardona dice: Y todo empezé una noche. Entre el 16 y 17 de julio de 1936. (...) Con pisadas silen- ciosas de esparto, los Regulares entraban en las trochas de la muerte. En un ignorado camino marroqui comenzaba la guerra civil. Ropresentacién do un requowé durante ta guerra civil

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