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NOTAS PARA UNA HISTORIA DEL PERONISMO Por JUAN PABLO FRANCO 1. En torno a los criterios para una interpretacién histérica ¢Cémo encarar una historia del peronismo? El problema no consiste me- ramente en la bisqueda de fuentes documentales y de informacién. La cues- tién es otra: gcon qué criterios ordenamos, evaluamos e interpretamos la it formacién? Una forma tipica de investigacién, originaria de Ja intelectualidad de izquierda se preocupa fundamentalmente de: 1) los procesos estructurales que en la década del 40 explican el surgimiento de una alianza de clases Tiderada por la burguesta; y 2) las formas polfticas e ideoldgicas derivadas de los condicionamientos infraestructurales en los cuales surge el peronismo. En este tipo de investigacién se opera el doble reduccionismo que carac- teriza al marxismo sociolégico: primero, “reduciendo las relaciones sociales a las de produccién y estas tltimas al nivel de las fuerzas productivas” (v. 4); segundo, concibiendo Ja necesidad de un sujeto revolucionario universal “cuya conciencia, en forma de Ciencia, precede a su existencia” (v. 5, pag. 55). Si el sujeto varia en términos no previstos, y su conciencia no es la expresién teérica del “socialismo cientifico”, entonces estamos en un caso de heteronomia de la conciencia, alienacién que nos remite de inmediato a una conciencia que, si no es proletaria, necesariamente es burguesa. No niego la itgportancia del estudio de los condicionamientos estructurales. El problema a dilucidar es si estos condicionamientos son en ultima instancia la fuente fundamental de explicacién del fenémeno politico a comprender. A ello me atrevo a responder terminantemente que no, por dos razones com- lementarias: 1) s6lo desde un nivel politico de explicacién podemos compren- ler en forma total el conjunto de los procesos de una sociedad (no confundir el nivel de la gran politica, que aqui se plantea con el de la perspectiva de la politica en el liberalismo 0 en Ja ciencia académica. La primera comprende, segim Gramsci, “las cuestiones vinculadas a Ja fundacién de nuevos Estados, a la lucha por la destruccibn, la defensa, la conservacién de determinadas estructuras econémico-sociales”. La segunda se limita a las Inchas de fracciones partidarias y a los mecanismos parlamnentarios). — 2) las expresiones rupturis- tas con el “régimen”, es decir, las que vehiculan a las clases populares, expre- san una nueva formacién social que, como modo de voluntad colectiva con nuevos valores histéricos e institucionales se liberan en cierta manera de los condicionamientos estructurales (v. 7) en Ia medida en que con su prictica politica apuntan a una configuracién inédita del Estado. Evidentemente, aqui es preciso tener el cuidado de no incuxrir en una concepcién similar a la del voluntarismo idealista. Mi inquictud no es la de eliminar el andlisis y el efecto de los procesos estructurales, Ellos establecen ciertas condiciones de existencia, pero es necesario recordar que estos proce- sos han sido orientados de acuerdo a un proyecto politico de las clases domi- nantes. En todos los paises de América Latina, los periodos de guerra favo- ENVIDO Ne 3 3 recieron la sustitucién de importaciones, pero ésta se operé de acuerdo a diversos tipos de politicas, que en tltima instancia reordenaron esos procesos estructurales. Abstractamente el peronismo se revela como un fenémeno simi- Jar a otros de América Latina en esa etapa, en los cuales se conforma un frente de clases opuestos al poder oligarquico y a la dependencia del impe- rialismo, Sin embargo, el peronismo es el tinico de tales movimientos que da continuidad al proceso revolucionario desde su emergencia hasta la actuali- dad, La singularidad de cada proceso nacional escapa a un rigido andlisis de las fuerzas productivas-relaciones de produccién y cobra sentido, en cam- bio, si se apunta a la instancia en la cual, necesariamente, por imperio de las urgencias pricticas, la realidad nacional debe ser concebida unitariamente: ella no es otra que la politica, Desde la instancia politica, se torna indispensable el andlisis de las posi- bilidades estructurales, Pero ellas no pueden medirse meramente a nivel de razones tecnolégicas, porque como sefialan Mao y la revolucién cultural china, el hombre es el factor principal y més activo de las fuerzas productivas. La xevolucionarizacién doctrinaria se torna entonces un criterio importante para juzgar las “posibilidades estructurales”, Se trata entonces de encarar, junto al estudio de los procesos estructurales, las “condiciones espirituales” que dan cuenta de los modos de formacién de la conciencia popular y la profundizacién de su proyecto antiimperialista y antioligérquico, Desde la politica (como explicacién unitaria de la realidad y prdctica trasnformadora de la misma) se comprenden los antagonismos sociales y eco- némicos en su verdadera magnitud y se canalizan las orientaciones prcticas para su resolucién. En este contexto lo mas rico del peronismo, en cuanto capacidad expli- cativa del conjunto de su historia, no se extrae de sus condicionamientos es- tructurales sino de la nueva voluntad colectiva que expresa. No por casua- lidad, ciertas fuerzas sociales como el caso de ti burguesfa nacional o las FF. AA. ligadas al peronismo solamente a través de un proyecto de industria- lizacién independiente, son Jas primeras en desertar cuando ese proyecto es rebasado por uno mayor, que incluye una visién global de la democtacia so- cial, Justamente desertan por la comprensién de que la conciencia superior que las masas populares obtienen a través del proyecto peronista significa una tendencia al cambio -total de sistema. Lo importante es comprender que esta conciencia superior no se forma y profundiza solamente a través del adoctrinamiento. La condicién para que la doctrina sea comprendida es la participacién efectiva de la clase trabaja- dora en el proceso politico, social, econémico y cultural que inicia el pero- hismo en et gobierno. Luego, al referimos a la clase trabajadora, haremos algunas observaciones en torno a las mediaciones que le impedian una incor- poracién mas efectiva a las tareas del movimiento. Pero atin con estas dificul- tades, la clase trabajadora, a través de sus cuadros més claros, podia diferen- ciar perfectamente entre las burocracias sindicales, los circulos que retrasa- ban el proceso, y Perén y la verdad histérica del peronismo. Si los primeros no se ocupaban de movilizar a Ja masa, alegando que no era preciso una mejor organizacién dado que eran gobierno, la fundamental inquietud de Perén, de Evita y de los cuadros compenetrados de los intereses de los trabajadores, era la de hacer comprender a Ja masa que un gobierno, para ser poder, tiene 4 ENVIDO No 3 que derrotar totalmente las bases de poder de sus enemigos. Y para ello era fundamental la organizacién integral del pueblo. A esto se refiere Perén en el discurso citado mds adelante, cuando dice en 1953 que Ja lucha contra la oligarquia no ha terminado: todavia la oligarquia es duefia de grandes pose- siones. Perén est4 previniendo a su pueblo que no descanse sobre los laureles y se incorpore masivamente a la lucha. Se nos puede criticar que nuestra propuesta para el andlisis del peronis- mo parte de su aceptacién como movimiento de liberacién, y por lo tanto es una segunda etapa investigativa. La primera serfa la demostraci6n del carée- ter de tal. La trampa de este tipo de critica es que nuevamente postula sus propias categorias como las vlidas para la caracterizacién del proceso popular. En la medida en que aceptamos la no diferenciacién fundamental entre las eategorfas que orientaron las luchas populares y las categorias para su inter- pretacién, es decir, en la medida en que rechazamos el anilisis desde la éptica de una ciencia universal que a priori determina cudndo existe o no un pro- ceso revolucionario, quién es el sujeto y cual es su auténtica ideologia, y pos- tulamos la necesidad de analizar al peronismo a través de las propias categorlas que las Iuchas populares fueron gestando, establecemos nuestro propio nivel explicativo. Y en este nivel explicativo, que la instancia de anilisis fundante e integradora sea. la politica, significa que todo andlisis tiene que evaluar eriticamente la experiencia pasada para recoger nuevos elementos que proyec- ten con eficacia la lucha futura. En este sentido, una historia del peronismo debe servir para potenciarlo, De lo contrario, es un mero entretenimiento para “intelectuales”. 2. La clase trabajadora: columna vertebral del movimiento Los andlisis de la participacién obrera durante el peronismo suelen limi- tarse al examen de fuertes estructuras sindicales que como tales integraban el aparato del Estado. Refiriéndose a los primeros momentos del peronismo sefiala Fernando Al- varez (v. 2) que “la vinculacién basica que se establece es entre Perén y la clase trabajadora en su conjunto, jugando, en este sentido, muchos de los viejos dirigentes sindicales un papel subaltemo y estando sus actitudes polt- ticas determinadas por la reaccién que provocan en los trabajadores las me- didas que genera Trabajo y Previsién. Es decir, los dirigentes no fueron “vanguardia” de este proceso en el sentido de direccién conciente que prevé un proceso y busca organizar las bases necesarias para su refuerzo y acelera- cign sino que actuaron, en la mayoria de los casos, sobrepasados por esa vincu- lacién que se iba creando entre los asalariados y el Ider surgente. Que la huelga general sea decretada por la CGT para el 18 de octubre de 1945 y las masas respondan un dfa antes al encarcelamiento de Perén, revela que el motor del proyecto independentista era la conexién entre el lider y las masas”. Eva Perén y un pufiado de auténticos dirigentes que ya encarnaban la nueva voluntad transformadora del peronismo, eran la tmica correa de trans- misién entre el lider y las masas. Gazzera sefiala el retraso de los dirigentes sindicales con respecto a la clase trabajadora: ENVIDO Ne 3 5 “ses Ja clase trabajadora —en 1952~ expresaba su adhesién al lider pero repudiaba a quienes ya no la representaban”. Haciondo una autocritica, dice Gazzera: “Bra necesario que asumiéramos la vanguardia del proceso imponiéndole ritmo y Jas condiciones precisas para que los actos que producia Perén constituyeran el vehicula que con nuestra fuerza gremial nos transportara hacia las metas de la transformacién di tiva; pero no operamos asi... Nuestro Lider, que conocia lo que ocurria en la CCT, se esforzaba por hacernos comprender la importancia del vacio que estabamos dejando y por el cual se filtraba la oportunidad histérica para que Ja clase trabajadora argentina pro- dujera la primera revolucién social del continente... Nosotros nos atamos a la suerte del gobierno y no tuvimos en cuenta que también el peronismo era el medio encaminado a lograr el cambio”, (v. 3) Hemos dicho que el hecho de que los dirigentes no asumieran, en general, esa actitud de vanguardia, no es casual. En todo caso, sus limites estén con- dicionados por su pertenencia a la estructura sindical. Sin embargo, Gazzera dice una cosa muy importante en el ultimo pérrafo: en actitnd oficialista, los dirigentes se ligan a la suerte del gobierno y pierden Ia perspectiva del poder, que encontraba el encuadramiento politico como Yico camino. Es lo que, con otras palabras, dice Andrés Framini al presentar el programa de Huerta Grande en 1962, estableciendo que “no nos conformamos con el Go- bierno: queremos el poder”. En tanto el gobierno debfa necesariamente equilibrar los intereses de Tos diversos componentes sociales que integraban el “bloque histérico”, era el encuadramiento politico de los trabajadores, en el seno del movimiento nacio- nal, el que debfa profundizar el proceso. Y el Jefe de Estado era una figura accesible para que ello ocurriera. No sélo accesible, sino que incluso la fo- mentaba. En ocasién del Tercer Congreso Extraordinario de FONIVA el 13 de mayo de 1953, Perén dice: : “El gobierno popular es el que surge del pueblo, representa al pucblo y es un instrumento del pueblo. Y esto solamente puede alcanzarse a través de una organizacién popular que imponga el gobierno y que imponga al gobierno lo que tiene que hacer... Por eso en el Segundo Plan Quinquenal nosotros propugnamos la organizacién integral del pueblo. Sélo con esa organizacién integral del pueblo se va a tener la realidad demo- crética con que muchos pueblos suefian en el mundo. Claro que para alcanzar esto tenemos que luchar contra las oligarquias, y las oligarquias no se entregan: estén agoni- zando pero todavia ‘patean’, Esto nos recuerda una cosa que siempre decia la Sra. Eva Perén: la lucha de clases solamente termina con la desaparicién de una clase. Loa pueblos que no se organizan no seran jamis duefios de su destino; desorganizados, son instrumentos de los organizados, generalmente pequefios nicleos que cargan con la parte del leéu en el reparto de los beneficios del trabajo de la comunidad. Esa es la realidad absoluta, El sistema capitalista no es nada més que mantener nuestros pueblos desorga- nizados para poderlos explotar. Nuestro sistema quiere un pueblo organizado, para que no pueda entrar de nuevo la explotacién”. En este mismo sentido, en el mensaje sobre organizacién del Movimiento Peronista del 18 de junio de 1949, Perén sefiala que: “Es necesario hacer residir en Ia célula el centro de difusién porque el dirigente ficilmente comprende la doctrina, pero la masa a menudo queda aislada, y como nuestro movimiento no es de circulos politicos sino de masas, es necesario Iegar a éstas para in- culcarles la doctrina, Considero que también desde la masa debe ascender hacia Jas auto- ridades partidarias lo que paulatinamente va esparciéndose desde arriba hacia abajo”. (y. 4°) El 24 de febrero de 1949, Perdn reine a los representantes de los gremios obreros, y entre otros conceptos manifiesta: ‘6 ENVIDO No 3 “DIGNIDAD DEL TRABAJADOR Dentro de la sociedad argentina un trabajador tiene hoy una posicién distinta a la de antes. Es consciente y es respetado por su patron y por sus compattiotas y, en segundo lugar, comparte hasta las tareas del Gobierno, cosa que antes nadie habia’ sofiado. De eso nos hemos preocupado especialmente. Hoy mismo esti reunida una convencién que va a modificar la Carta Fundamental que tiene el pais, que es como su carta orginica. ‘Mas del cincuenta por ciento de los que la componen son trabajadores. Eso. para Ja oligarquia resulta una verdadera afrenta al pais, que un hombre “de ésos” —segimn cllos— se pueda sentar en la Convencién Constituyente. Lo que m4s ha mortificado a_cierta gente es que hayamos metido all{ a hombres que, segiin ellos no son “decentes”. En este pais, antes, para ser decente, habfa que usar cuello duro, bastén, tener cuatro o cinco apellidos y no haber trabajado nunca. Por eso digo que nuestra accién no solamente se ha reducido a buscar las mejoras mate- tiales, porque ellas son solamente una pequefia parte dentro del orden social. Lo impor- tante es ir imponiendo a la clase trabajadora en todas las esferas sociales, porque yo podria conseguirle enormes ventajes materiales, grandes salarios y después éaué? De- jarlos alli en las fSbricas, sin tener intervencién de ninguna clase en las instituciones del Estado, y cuando yo me fuera, si volviera la oligarquia, le quitaria todo de la noche a la mafiana, Lo que yo quiero es la intervencién de la clase trabajadora en el Gobierno, en las institu- ciones, en Ja labor juridica, en la Constitucién y en las leyes; y que los trabajedores estén metides en todo eso, porque una vez que entren no los sacan mis. Posiblemente, la més grande conquista de la clase trabajadora en nuestro Movimiento, sea precisamente este aspecto y no el otro. El otro es el que se ve mis, pero también es més cfimero, porque si no se consolida con la intervencién de la clase trabajadora desde los puestos donde pueda luchar, todo ser imitil, Digo esto, porque a menudo se subalternizan los objetivos que nosotros hemos ido impe- niendo en el panorama social. No todo es pan en esta vida. El trabajador debe no sola- mente sembrar el trigo y amesar cl pan, sino conquistar una posicién desde la cual pueda dirigir la plantacién y la fabricacién del pan. Lo que yo anhelo para cuando desaparezca ‘es dejarle a la clase trabajadora las armas para que pueda lucher por si misma, dejarla en igualdad de condiciones a los otros, si no puedo dejarla en superioridad de condi- ciones, porque debe convencerse de que solamente ella podr4 lograr sus conquistas y na- die lo har en lugar siyo en forma que los trabajadores tengan algo que agradecerle. Ustedes so imaginan que nuestros enemigos se dan cuenta de lo que yo estoy haciendo. A ellos no les interesa la suerte de los trabajadores. Si hablan del salario, lo hacen como los teros, Estin indignados contra los salarios y contra la indisciplina que yo ‘he creado, segin ellos. Pero eso solamente no les interesa. Les interesa que el trabajador no sea diputedo, senador, gobernador, porque de esas posiciones se maneja todo y eso es lo que ellos no quieren. Es Iégico que sean enemigos enconados de nosotros si yo les pro- duzco a ellos el mal que los puede hundir definitivamente” (v. %) No faltaré quien opine que tales palabras son mera “demagogia”. De- jando de lado el hecho cierto de Ja participacién obrera en tareas politicas del gobierno, gqué clase de demagogia es equélla que incita a los trabajadores a organizarse, que les habla de la necesidad de terminar con el capitalismo y de la continuidad en Ia lucha contra el imperialismo? gQuiere con ello do que Perén lo dice sin creer en sus propias palabras s6lo para ganarse el apoyo popular? El erftico debe recordar que quien incita a las masas a organizarse seri el primer enjuiciado si no cumple. Por otra parte, la demagogia puede hacerse, en el marco de quien desee perpetuar el capitalismo, con cualquier cosa. excepto con la organizacién politica de la clase obrera. Ya desde comienzos de la década del 50 los dirigentes sindicales empie- zan a ser criticados por las bases, coincidente con la campafia de democra- tizacién interna del movimiento, tendiente a eliminar los sectores burocra- tizados. En 1952, el secretario general de la CGT es abucheado por los traba- ENVIDO Ne 3 7

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