Al momento de fallecer una persona se genera un acto jurídico donde se inicia
la trasmisión de derechos, bienes y obligaciones a otras denominadas “Herederos”, el cual los posee parcial o totalmente.
Este acto es regulado por el Derecho Sucesoral; siendo un conjunto de normas
y principios jurídicos que gobiernan la transmisión del patrimonio que deja una persona que fallece a sus sucesores.
Existen diversas alternativas de hechos posibles con respecto a las relaciones
patrimoniales de una persona que fallece: 1) que tales relaciones queden sin titular y pasen a ser res nullius; 2) que dichas relaciones pasen al dominio del Estado; o 3) que las relaciones en cuestión pasen a pertenecer a otras personas, las cuales van a ser determinadas por el titular anterior o por la ley. Estas alternativas hacen surgir para los sucesores no solo Derechos si no que también obligaciones a causa de la sucesión. Entre estas:
1) El heredero sustituye al difunto en todas las relaciones jurídicas y queda
investido de todos los derechos y obligaciones de este como si originariamente hubiesen surgido en la persona de dicho heredero.
2) La trasmisión de patrimonio solo produce el cambio de titular.
3) El heredero adquiere todos los derechos y cosas del difunto, entre ellas las obligaciones y deudas que puedan surgir de la misma trasmisión.
4) Aparece una acción en favor del heredero llamada la petitio hereditatis, en
que la cual puede pedir el heredero el reconocimiento de su cualidad de tal frente a cualquiera que lo desconozca o niegue, y reivindicar el patrimonio hereditario de todo tercero que ilegalmente lo detente.
Cabe destacar que el heredero sustituye al difunto sobre los derechos y
obligaciones cuya trasmisión es posible, continua la persona del difunto, por lo tanto es propietario, acreedor o deudor de todo lo que el difunto era propietario, acreedor o deudor, con excepción de aquellos derechos que conforme a la ley no tiene la facultad de ser transmisibles por sucesión (derechos y obligaciones inherentes a la persona del causante públicos o privados).
El ser heredero también implica que el patrimonio de este y el hereditario se
unan como uno solo y no se distinga su distinta procedencia. De esto surgen dos importantes consecuencias:
1) Extinción, por confusión, de los derechos reales que el difunto o el heredero
tenían sobre cosas del heredero o del difunto respectivamente; ello debido a que los derechos que suponen la existencia de dos patrimonios no pueden sobrevivir si estos se concentran en un titular único. 2) Siendo único el patrimonio, tienen derecho a cobrarse del, tanto los acreedores del difunto, como los del heredero; éste responde, de todas las deudas del difunto como si las hubiere contraído el mismo; por lo tanto, responde no solo con el patrimonio hereditario, sino también con el propio.
En casos de que terceros posesores de bienes que están dentro de la herencia se
impongan sobre la sucesión del heredero, este está en la potestad legal para exigir que su derecho se haga valer y sea tomado en cuenta pues el heredero se reputa poseedor legítimo contra cualquiera que pretenda dichos bienes. A través de este recurso se está destinado a recobrar toda la herencia o parte de ella, que compete al heredero contra el poseedor que se niega a su entrega. Es decir, la acción busca que se adjudique la herencia al que probare su derecho de herencia y se produzca la restitución de bienes. Estas acciones son de carácter Civil: está fundamentada en una figura que es completamente civil, la titularidad de una sucesión universal mortis causa. Es real: tiene como prioridad aclarar la posición del derecho real y defenderlo contra cualquier persona, que coloque en tela de juicio, la titularidad de dicha herencia sin importar que compone el patrimonio sucesoral. Universal: tiende a conseguir el reconocimiento en el actor del título hereditario; es decir, de la pertenencia a el de la universalidad jurídica, y consiguientemente, a la restitución de todo cuanto a la herencia pertenece. Es imprescriptible: No es posible que se pierda por prescripción, no puede adquirir nadie la cualidad de heredero por usucapión. No es personalísima: Existe la posibilidad que los acreedores ejerzan dicho recurso, mediante la acción oblicua.
Una vez intentada las acciones y reconocido el título hereditario en el heredero
verdadero, el demandado deberá restituir a este todo lo que pertenece a la herencia, los bienes con sus acciones y frutos, el precio de los enajenados, el importe de los créditos cobrados y, en general, todo valor que hubiere ingresado en el patrimonio del demandado a consecuencia de actos de gestión o de disposición de la herencia.
Responde de esta obligación de modo distinto, el heredero aparente, de buena y