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Familia 3.

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Cynthia Cruz Cortés

Universidad Anáhuac Oaxaca


Maestría en Ciencias Humanas - Febrero 2016

Resumen

Es evidente para muchos que el desarrollo de nuestro país depende esencialmente de la unidad
de la familia como célula básica de la sociedad, sin embargo nos encontramos ante un reto de
gran envergadura: regresar a los modelos tradicionalistas de familia o enfrentar la realidad de los
nuevos modelos de familia.

Palabras clave: familia, plenitud, bienestar, solidaridad, subsidiariedad.

1
Introducción

Grandes son los retos que el hombre de hoy enfrenta; mientras la ciencia y la
tecnología han incrementado el dominio que tiene sobre la naturaleza1 , decrece el
pensamiento crítico, ya no hay espacio para la reflexión e introspección, se vive sólo por y
para el placer sensible, no brotan cuestionamientos serios sobre el sentido de la
existencia pues estamos inmersos en un consumismo que pretende llenar el vacío que
sentimos con productos que prometen felicidad y plenitud efímeros. Sin embargo, nos
sentimos poderosos, la tecnología nos da la ilusión de control y nos movemos de acuerdo
a nuestros intereses, no los intereses de la comunidad sino los propios; hemos caído
pues en un egoísmo obstinado.

En el fondo de estos retos encontramos una confusión grave, no hay claridad ya


sobre la naturaleza humana y sus implicaciones, no se reconoce la dignidad de la
persona pues no se sabe a “ciencia cierta”2 lo que significa ser persona. Ésta es la raíz de
los problemas que hoy nos afectan, por ello la necesidad de reconocer nuestra
naturaleza. Sin adentrarnos en una disertación profunda sobre la naturaleza humana,
puesto que no es el fin de este ensayo, diremos que la nuestra es una naturaleza social y
que la familia es la expresión primera y fundamental de ésta.

La familia como expresión de la naturaleza social.

La familia ha sido considerada desde hace mucho la célula básica de la sociedad,


su funcionamiento ha sido estudiado por diversas disciplinas, es incluso reconocida por el
Estado quien dentro de sus funciones busca fortalecerla para su pleno desarrollo, pero a
pesar de ello, hoy las familias enfrentan obstáculos como la pobreza, la carencia de
educación y el desempleo. Además de los problemas sociales y económicos la familia

1 Hemos llegado a controlar incluso el inicio de la vida humana a través de la clonación, la fecundación in vitro y la
transferencia de embriones; así como su final con el pretexto de una “muerte digna” (eutanasia).

2Históricamente se han desarrollado numerosas posturas que intentaron dar razón sobre la naturaleza humana, Dios
dejó de ser el centro del pensamiento humano (etapa teocéntrica) y el hombre se convirtió en el centro de todas las
disciplinas (etapa antropocéntrica).

2
como unidad se enfrenta a la visión individualista que la considera como “una simple
asociación voluntaria y artificial, no basada en la naturaleza”3; cuando es en la familia
donde se construyen las primeras relaciones emocionales, en donde se descubre la
propia naturaleza a partir de la convivencia con los otros, es en la familia en donde no
sólo se satisfacen las necesidades fisiológicas sino las de seguridad y pertenencia, la
familia como agente socializador se convierte en la arena para el ensayo y el error.

“La familia posee una específica y original dimensión social, en cuanto lugar
primario de las relaciones interpersonales, es unidad primera y vital de la sociedad,
fundamento de la vida de las personas y prototipo de toda organización social”4 . Es
menester no sólo del Estado reconocer los derechos de las familias sino del propio
hombre reconocer en su naturaleza la necesidad de la familia para alcanzar su plenitud.

Los datos “duros”

La idea de titular este ensayo como “Familia 3.0” surge a partir de la investigación
de datos estadísticos que reflejaran la realidad de las familias; en el 2009 la OMD publicó
el estudio Familia 2.0 en el que se ofrecía una radiografía de las familias como
consumidoras de Internet (por ello el 2.0 como si se tratase de una nueva versión de
familia); el estudio no sólo arrojo los hábitos de consumo de las familias sino los cambios
en su estructura. Existen nuevos modelos de familia, a pesar de la resistencia que han
manifestado los grupos tradicionalistas, hoy debemos reconocer y aceptar estas nuevas
formas de familia; necesitamos recuperar la importancia de la familia pero esto no implica
necesariamente volver al antiguo modelo de familia, sino transformar las políticas
familiares que se han quedado rezagadas para que un número creciente de personas
pueda alcanzar su desarrollo.

En México hay una creciente pluralidad y complejidad en las estructuras de familia:


parejas que cohabitan en unión libre; familias donde los padres se han divorciado o

3Gas, M. La familia en Julio de la Vega-Hazas Ramírez (Ed). El mensaje social cristiano. Editorial EUNSA, Pamplona,
2007. pp. 51-70.

4 Cfr. Pontificio Consejo «Justicia y Paz», Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, n. 211

3
separado, o se han casado dos o más veces; familias con hijos provenientes de
matrimonios o cohabitaciones previos; familias con mamás o papás solos (sin pareja) y
con hijos menores de edad; parejas que no tienen y no planean tener hijos; y otras
situaciones más. 


A pesar de estos cambios en su estructura, la familia como manifestación de la


naturaleza social del hombre continua siendo pieza fundamental en el desarrollo de
nuestra nación. Según los datos del INEGI5 en nuestro país los hogares familiares
constituyen la principal forma de organización de convivencia (89.8 %).

La información de la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (ENADID)


2014 indica que en el país, 42.3% de la población de 15 años y más está casada y 16.4%
vive en unión libre; en conjunto, seis de cada diez personas de 15 años y más (58.7%) se
encuentran unidas. La población soltera representa el 29%, mientras la separada,
divorciada o viuda tiene una proporción del 12.3 por ciento%.

¿Cómo evaluar este panorama plural de familias en relación con los objetivos de
igualdad y bienestar universales? ¿Es posible asegurar que todos estos modelos de
familia lograrán alcanzar los criterios mínimos de bienestar, satisfacción y calidad de
vida?. La Encuesta Nacional sobre Satisfacción Subjetiva con la Vida y la Sociedad que
realizó el Instituto de investigaciones Sociales de la UNAM, indica que el 82.3% está
netamente satisfecho con su vida, mientras que el 17.5% se siente insatisfecho; los
encuestados señalaron que los factores que más les han ayudado a enfrentar la vida son
la relación con su familia (89.5%), su personalidad y actitud individual (85.8%), Dios
(84.5%) y sus relaciones personales (71.8%).

Estos datos aislados no logran responder a las preocupaciones que se desprenden


de la realidad de las familias. En el 2015, Fernando Pliego6 realizó un análisis de 351
publicaciones en 13 países democráticos (entre ellos México) con distintos niveles de
desarrollo y distintas tradiciones culturales; tomando como indicadores las relaciones
entre padres e hijos, el funcionamiento de la pareja, la salud sexual y reproductiva, salud

5 Estadísticas a propósito del Día Nacional de la Familia Mexicana (1 de marzo), 24 de febrero de 2015

6 Pliego, F. (2015). Familias y bienestar en sociedades democráticas. El debate cultural del siglo XXI.

4
mental, salud física, ingresos y trabajo, vivienda y adicciones, y satisfacción de vida
llegando a las siguientes conclusiones:

• Las familias encabezadas por una pareja casada y con hijos biológicos comunes
ofrecen mejor bienestar que los otros tipos de familia.
• La opinión, según la cual, en las sociedades democráticas no importa el tipo de
familia para el bienestar de la población, es un punto de vista que no tiene
fundamentación objetiva alguna.

A pesar de que el estudio fue criticado por no incluir a las parejas homosexuales,
se ha considerado uno de los más completos al comparar diversos indicadores. Desde
mi perspectiva considero que en efecto las familias con mayor estabilidad y mejor
bienestar están conformadas por ambos padres, sin embargo, dada la problemática
actual el debate debiera superar esta “necesidad” de identificar el modelo ideal puesto
que la realidad nos obliga a dar soluciones concretas. No necesitamos regresar al viejo
modelo, a la familia 1.0, debemos evolucionar hacia una nueva versión (3.0).

La visión de la Doctrina Social Cristiana

Hablemos ahora de la necesidad de generar cambios en las políticas familiares;


según la Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1948, la familia es el
elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la
sociedad y del Estado7, todas las familias entonces, independientemente de su
estructura, tienen derecho a ser protegidas en sus necesidades fundamentales por las
instituciones públicas, pero no en un sentido asistencialista sino en un esquema de
desarrollo social sostenible con el apoyo de políticas económicas y la participación de la
sociedad civil.

La Doctrina Social Cristiana, establece la necesidad de la relación de los principios


de subsidiaridad y solidaridad; “el ‘subsidio’ consiste en asegurar los medios
fundamentales para vivir a aquella persona que en un momento determinado no se vale
por sí mismo. Ahora bien, en cuanto dicha persona puede emprender una vida normal, el

7ONU. Declaración Universal de Derechos Humanos, Artículo 16. Encontrado en www.ohchr.org/Documents/


Publications/ABCannexessp.pdf, 16 de febrero de 2016.

5
subsidio (de desempleo, por invalidez, etc) desaparece. En definitiva el principio de
subsidiaridad no pretende anular la capacidad de cada uno sino asegurar su
continuidad.”8 Por ello la necesidad de programas que tengan como fin el desarrollo
económico y no sólo el crecimiento económico, es decir, programas que busquen la
autonomía y el fortalecimiento de las capacidades de la persona para que logre su
autosuficiencia9 y proyecte su desarrollo a futuro.

Los cambios estructurales no son responsabilidad únicamente del Estado, tal como
lo marca la Doctrina Social Cristiana, la solidaridad “es en primer lugar que todos se
sientan responsables de todos; por tanto no se la puede dejar solamente en manos del
Estado”10 El hombre no vive, convive y se hace cada vez más humano gracias a los
demás, con los que co-acciona en búsqueda del bien común teniendo como fundamento
su naturaleza social.

“Toda persona, como miembro de la sociedad, está indisolublemente unida al


destino de la misma. De ahí que "la solidaridad y la subsidiaridad" sean consideradas por
la Doctrina Social de la Iglesia como virtudes humanas y cristianas”11

La participación de la sociedad civil es necesaria para que las nuevas


generaciones tengan mejores experiencias de pareja y de familia, de tal manera que
disminuyan los problemas de violencia, y mejoren su salud física y mental, el desempeño
escolar, etc. Es evidente que el Estado debe diseñar políticas públicas educativas y
preventivas, pero es justamente en la “arena” de la familia en donde se aprenden las
virtudes de la generosidad, la fraternidad, la solidaridad y la caridad.

Es precisamente la virtud de la caridad la que nos lleva al reconocimiento del otro,


“solo la caridad social nos puede llevar a amar el bien común por encima del bien
particular: amar, no solo al individuo aislado, sino también en el ámbito social, significa,
según las situaciones, servirse de las mediaciones sociales para mejorar su vida, o bien

8 Galindo, Á. (2013). La lógica del don en el horizonte de la sociedad civil. Veritas, (28), 9-40.

9Que el hombre sea autosuficiente con relación al Estado y las políticas asistencialistas, no en relación a los demás
puesto que por naturaleza el hombre necesita del otro para alcanzar su plenitud

10 Benedicto, X. V. I. (2009). Caritas in veritate. Editorial, Editrice Vaticana. Roma. Italia. (38)

11 Galindo, Á. Ídem

6
eliminar los factores sociales que causan su indigencia; en definitiva, organizar y
estructurar la sociedad de modo que el prójimo no tenga que padecer la miseria en
12 .
cualquiera de sus formas” El bien común es el conjunto organizado de condiciones
sociales para que la persona pueda realizar su propio destino, destino tanto en el orden
natural como en el espiritual; para llegar a este destino será necesario en principio ser
capaces de reconocer y respetar nuestra naturaleza humana.

Conclusiones

El panorama que enfrenta hoy nuestro país tiene muchos matices, muchas
tonalidades; hoy más que nunca se debe recuperar el valor de la persona y la importancia
de la familia, debemos como sociedad superar los prejuicios, romper los paradigmas
establecidos, dejar atrás nuestra ceguera y afrontar la realidad de las nuevas familias,
para que éstas puedan alcanzar su bienestar y plenitud.

Cierro este ensayo con las palabras de Francisco I en su visita a nuestro país:
“Sólo comenzando por las familias; acercándonos y abrazando la periferia humana y
existencial de los territorios desolados de nuestras ciudades; involucrando a las
comunidades parroquiales, las escuelas, las instituciones comunitarias, las comunidades
políticas, las estructuras de seguridad; sólo así se podrá liberar totalmente de las aguas
en las cuales lamentablemente se ahogan tantas vidas, sea la vida de quien muere como
víctima, sea la de quien delante de Dios tendrá siempre las manos manchadas de sangre,
aunque tenga los bolsillos llenos de dinero sórdido y la conciencia anestesiada.”13

Francisco I nos invita y nos exige la vivencia de las virtudes de la generosidad, la caridad,
la solidaridad y sobre todo el perdón; queda claro que el eje rector de nuestros actos
debe ser siempre la dignidad humana, ese valor intrínseco que no se pierde, que no nos
puede ser arrebatado aún cuando pareciera que por nuestros actos no lo merecemos.

12 María Dolores García Hervás. Principios de la Doctrina Social de la Iglesia en Julio de la Vega-Hazas Ramírez (Ed).
El mensaje social cristiano.Editorial EUNSA, Pamplona, 2007. pp. 37-50.

13 Discurso del Papa Francisco I en el Encuentro con los Obispos de México en la Catedral. !3 de febrero de 2016.

7
Referencias

Benedicto, X. V. I. (2009). Caritas in veritate. Editorial, Editrice Vaticana. Roma. Italia.

De la Vega, J. El mensaje social cristiano. Editorial EUNSA, Pamplona, 2007.

Galindo, Á. (2013). La lógica del don en el horizonte de la sociedad civil. Veritas.

Pliego, F. (2015). Familias y bienestar en sociedades democráticas. El debate cultural del


siglo XXI.

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